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#vuelo rasante
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shimamitsu · 16 hours
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a un halcón voy a amaestrar yo para que haga un vuelo rasante hasta tus ojos directo te los arranque de cuajo me los traiga de nuevo a mí y yo los haré freír me los comeré y mientras los como voy a danzar una danza alegre y feliz
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Roberta Iannamico
Dantesco
            “No con palabras, con mejor acero,
            si el juicio en el camino no tropieza.”
Era el mejor día de primavera
después de haber tomado refugio
en la casa de Patricia
descansado comido y bebido
emprendí el regreso
Patricia me acompañaría
hasta mitad de camino
ella me guiaba
era un campo abierto y brillante
en plena tarde
cuando nos despedimos
frente al tanque de agua
al final
de la hilera de árboles
ella dijo
-qué hermoso
el camino que nos separa-
le pedí que me indicara
una dirección
(valiente bramachari
con una remera de cielo
y un bolso cruzado)
-debe ser por allá-
y señaló una tranquera
imposible no verla
una tranquera blanca
abierta
justo en la línea del horizonte
un horizonte alto
y curvo
que hacía notar
la redondez de la tierra
la abracé dos veces
y la ví desaparecer
ni bien pegó la vuelta
empecé a caminar
liviana
presa de un profundo bienestar
cuando llegué a la tranquera
la luz me pareció extraña
y tan fabulosa
que creía estar mareada
árboles sin hojas
a los costados de la entrada
hermosos árboles
eran los guardianes
y yo quedé en ese instante
por completo enamorada
decía ahhhh, ahhhh
no podía dejar de exclamar
de suspirar
frente a esos árboles
(la luz ponía de un leve amarillo
los troncos gris blanquecino)
frente a la puerta dudé
¿es cruzando esta puerta
el lugar?
porque el que acababa de pasar
no podía ser más lindo
la inclinación de los árboles
me dio a entender 
que del otro lado
era todavía mejor
crucé
fui entrando de a poco
a ese campo sembrado
verde brillante el pasto
completamente parejo
el cielo celeste y el sol
no podría explicar con palabras
lo que yo sentía
en ese lugar
caminaba
olvidada de mi cuerpo
como si estuviera
hecha de espacio
y a la vez conciente
de la gran belleza
y de que había algo
que no era normal
se me ocurrió mirar al sol
(éramos el pasto, el cielo
el sol y yo)
y vi nada menos
que el sol
que no es con puntas
como se lo dibuja
es absolutamente redondo
y todo luz
podía diferenciar
el sol de sus rayos
rayos de luz
que se expandían
por todo el aire
cuando llegué al alambrado
comprendí
que comenzaba el descenso
crucé el alambre
y todo era naturaleza
piedras tierra
yuyos de distinto tipo
era bello pero ya no celestial
cierta semilla de temor
aparecía en mí
mientras bajaba
con el sol
un águila mora
fue el primer ser que vi
planeaba en círculos
por encima mío
me asustaba un poco
su cercanía
su vuelo rasante y su canto
y me di cuenta
que no se puede decir con letras
el canto de un pájaro
si quisiera escribirlo acá
no podría
tomé el ritmo de ese canto
para caminar
una liebre salió corriendo
cuando pasé por al lado
una liebre de ese dorado oscuro
del que suelen ser las liebres
(no sabía que eran tan grandes
las liebres)
mientras bajaba
cierto temor me acompañaba
crucé un campo
de plantas secas
caídas
sobre la tierra
caminaba esquivándolas
como a cadáveres
que eran
sabía
que no tenía
nada que temer
pero estaba tensa
exageradamente alerta
y comprendí
que el camino estaba marcado
sólo debía seguirlo
con gran comodidad
aparecieron los chimangos
más abajo las palomas
y ya casi se oía
el ladrido de los perros
de mi pueblo
siguiendo ese camino
que extrañamente aparecía ante mí
llegué al arroyo
crucé el arroyo
por un camino de piedras
allí dispuesto
una piedra muy grande
por la que tenía que pasar
era como una cabeza calva
con pasto como pelos
en forma de corona
me pareció la cabeza del Dante
o de mi abuelo Pascual
que sin duda se le parecería
Pascual Ian amico
el amigo de juan
(sin duda Boccaccio)
me reencontré con el arroyo
como con un hermano
era en la orilla
una plataforma de piedras
me imaginé un lugar
para oficiar ceremonias
ahí hice pis
di media vuelta y crucé otro alambrado
el sol justo se ponía
y yo entraba en mi aldea.
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Seamos aventura
Desde aquel “te puedo dar un beso?” hasta “lo que yo te puedo ofrecer es una relación abierta” pasaron 2 minutos y medio. 
En realidad pasaron menos de 2 meses… la misma cosa. 
Pero por debajo del puente ya habían pasado océanos fríos como el Pacífico, corrientes cálidas que provocan tifones, huracanes y hasta tsunamis. Ufff, mundos y universos habían pasado. Y seguirían pasando galaxias y agujeros negros. Supernovas y vías lácteas (con perdón de la palabra).
Y es que una Cuchibarby, heroína en ciernes eternos, está hecha de pura pasión, y eso lo mueve todo, con movimientos telúricos.
No les voy a mentir, justo a uds que tanto me conocen… esta loba había entrado en hibernación y a ciertas alturas ya se había comido el cuento de que era para siempre jamás. 
Y que no se te caiga la mandíbula, eh! Que una tiene derecho a tirar la toalla también, por más Cuchi que sea. 
Y que te cuento, que cuando más instalada en la cueva estaba, más llena de telarañas el alma y la entrepierna, más confortablemente adormecida en el sopor de una siesta que amenazaba ser eterna… me cae la invitación del príncipe de los ojos azules.
LPM! (la puta madre).
Pero tengo que abrir un paréntesis, mis almas! Paréntesis, corchetes, comillas, barra y guiones tengo que abrir.  Porque esta historia tiene una precuela como de 10 años atrás.
Y no se si pueda resumirla así nomás…
Esta historia tiene entonces… más de un comienzo! 
La precuela: días de radio
Si me conocés de la vida, sabés que soy locutora. Pasión por la radio y por despuntar ese vicio hermoso, creativo y creador. En esa pasión nos encontramos el príncipe y yo.
Un anuncio, una entrevista, un vistazo al vuelo…”que lindo wacho” y después… la charla más amena, larga y confortable que jamás nadie tuvo en una primera entrevista.  Y entendeme que digo “entrevista” y no “cita”. 
Porque el objetivo era armar el staff de un proyecto radial.  
De aquella mesa en el Bellagamba de Gaona me fui con el alma extasiada y un deseo irrefrenable:  Quiero hacer radio con este pibe! Que me elija, que me elija, que me elija. 
Y me eligió… pero no vayas a creer que fue el destino, ni que lo deslumbré, ni ningún otro giro romántico, no.  Fui la única locutora que se presentó! 
De todos modos, 10 años después me enteraría que yo no había sido la única en echar ese vistazo a vuelo rasante, y que esa había sido la única entrevista que había durado eternidades.
Cuestión, que esta historia de pasiones radiales y de aventurarme en cada locura que el pibe de Bellagamba me proponía, comenzó allá lejos y hace tiempo…
Nos comprometió en el eter y nos forjó como compañeros de aventuras creativas. 
Pero en su corazón, por aquellos tiempos, estaba instalada otra doncella. Y créanme que eran uno de esos combos que pones en el altar de los ejemplos a seguir. 
Por mucho tiempo yo mantuve mi esperanza en el amor de pareja, porque ellos existían juntos. 
Y en ese mientras tanto, seguí pateando botellas vacías de amor. 
La revolución post Navidad 
Muchos cumpleaños, reuniones de producción, programas de radio, ilusiones y desilusiones después, un 25 de diciembre de 2022, me llega la invitación:  "¿querés venir a casa a tomar un vino? Tengo novedades."
Y en esta cabecita en la que pululan las suposiciones como piojos en cabeza de infante, se instaló la idea: Martin tiene proyecto radial. 
Esta loba, que solía arder en pasiones, que se hubiera prendido fuego de las ganas, que ya estaría elucubrando participaciones y se estaría hiperventilando de solo pensarlo… esta vez, nada. 
Sin embargo y muy a pesar de la hibernación que le había congelado las pasiones (todas las pasiones), metió ducha, outfit tranka y se aventuró a reencontrarse con el compa.
Y en ese viaje corto hasta Congreso (jamás lo imaginó viviendo en Congreso), iba pensando en el el abrazo apapachador que tenía ganas de pegarle, aunque él fuera hombre de poco contacto físico. 
Que poco que te conocía, chango! 
Mucho y nada. Te sabía unos recovecos y desconocía tantos otros.
Cuestión que la novedad era otra: El principe se había separado.
Se me cayò el alma al piso y con el alma, la esperanza que había depositado en el amor.
Pero no teníamos ni puta idea.
No sabíamos que aquella velada que empezó un 25 y terminó un 27 de diciembre iba a ser el puntapié inicial y la causa de tantas revoluciones! 
Que aquél “te puedo dar un beso?” iba a ser la propuesta mas desafiante de la historia de las propuestas.
Desde entonces, pero desde antes, somos aventura. 
Una que nos mantiene las almas en vilo y nos hace sudar adrenalina.
Que nos da un trabajo enorme de excavar cimientos y revolver sentimientos.
De reconocer miedos e inseguridades.
Que nos mantiene despiertos y soñando.
Que nos arde y nos aquieta.
Que nos hace lava y cenizas. Y de las cenizas, como Fenix, vuelve a nacer.
Para amarnos océanos y volcanes
Obviamente que está historia… CONTINUARÁ
Si apenas está empezando!
SPOILER ALERT:  spin off por doquier
Pd: hay playlist conjunta de este amor revolucionario
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laqueseavecina · 8 months
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- ¿Qué tal la luna de miel? ¿No encontrasteis tiburones?
- No, pero estuvimos buceando entre los delfines.
- Es una pasada Costa Rica. Hemos pasado unos días super románticos en plena selva. En una cabañita.
- Y con los guacamayos así pasando en vuelo rasante.
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golivaresanaika · 1 year
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Los aromas suaves y delicados esparcidos en mi piel, el silencio de la noche que comienza a respirar un cielo pleno de estrellas. Sereno el trazo del pincel en el lienzo, pareciera danzar, pareciera soltarse para mecer entre melodías mis sentires. Respiro hondo y las fragancias me invaden, me tientan, surcan en vuelo rasante cada rincón de mi cuerpo.
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francisco-montoya · 2 years
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Los miristas y un par de socialistas se trepan al paredón trasero de INDUMET. Buscan saltar hacia el patio de otra fábrica, para después salir de San Joaquín rumbo a Vicuña Mackenna, con el objetivo de levantar un auto por el camino y agilizar la fuga. Miguel encabeza la columna del MIR, atenta al vuelo rasante del helicóptero de los golpistas, que ya ha detectado el plan e intenta impedir la retirada. Cuando llegan a la calle Carmen, se topan con grupo de carabineros, que tampoco esperaba semejante encontronazo. Los miristas aprovechan la sorpresa para disparar primero. En ese momento, cualquier demora podía significar el arribo de más contingentes militares a la zona y un obstáculo insuperable para romper el cerco. Miguel y los suyos se la juegan: cruzan las calles bajo fuego enemigo, buscan mantener la distancia con los carabineros sin detener el paso, parapetándose en los umbrales de las casas vecinas. El helicóptero se acerca a la zona de combate…
Por fin el grupo rompe el cerco, pero no conoce en profundidad La Legua, la población hacia donde se dirigen. Por eso, van de frente a la boca del lobo: una comisaria ocupada por algunos pacos disparan con ametralladoras, pero sin ganas de salir a la vereda a exponerse. La vacilación de los carabineros le permite a los miristas alcanzar un Peugeot rojo estacionado. Cuando van a romper el vidrio del auto, el dueño llega corriendo, con las llaves en la mano. “¡Cuídenmelo!”, les pide. Andrés pascal, conocido en el MIR como el mejor conductor de la Comisión Política, toma el volante y avanza a toda velocidad por las calles de San Joaquín. Por el camino, se cruzan con un reten callejero de las FACH, pero las ráfagas van dejando un tendal a su paso y nadie se atreve a interponerse en su camino. Ya lejos de INDUMET, Miguel se percata de que falta alguien: León, ingeniero mecánico, compañero de logística, cae herido en el tiroteo y después será capturado y desaparecido.
En tanto, los demás participantes de la reunión en INDUMET se dirigen hacia la fábrica algodonera SUMAR, a menos de un kilometro de distancia, a donde un grupo de trabajadores aguarda las armas prometidas. En minutos, el pueblo de La Legua se suma a la resistencia como puede, sin organización ni capacidad real para defender la ofensiva militar, que se despliega ahora sobre el único foco de conflicto en todo Santiago. Allí socialistas, miristas, vecinos, obreros, estudiantes, combaten como pueden contra los chacales. La Legua guardara para siempre el relato – confuso, contradictorio, valiente – de todos los que salieron a las calles a ponerle un freno la oscuridad. Pero no será suficiente.
Para las cuatro de la tarde, el contingente de miristas llega a la casa. Los rostros de Bautista von Schouwen (El Bauchi) y Edgardo Enríquez lo dicen todo: los chacales han bombardeados La Moneda, Salvador Allende está muerto. Los golpistas han vencido. Cuenta Andrés Pascal sobre aquella escena: “Miguel se sentó y estaba pálido, conmovido, la mirada fija en el fusil que mantenía entre las piernas. Guardo un prolongado silencio que compartimos con él”.
Algún compañero, entonces, se habrá acercado a Miguel para contarle en voz baja la última comunicación de la Tati, desde La Moneda. Miguel habrá escuchado cada palabra, habrá guardado esa frase dedicada a él por parte de Allende y se habrá preguntado una y mil veces que era lo que comenzaba en Chile esa tarde gris. “Si bien todos fuimos invadidos por la sensación de cólera e impotencia, las condiciones objetivas imponían un repliegue” dirá después. “En Chile no ha fracasado la izquierda ni el socialismo, ni la revolución. En Chile ha finalizado trágicamente una ilusión reformista de modificar estructuras socio-económicas y hacer revoluciones con la pasividad y el consentimiento de los afectados: las clases dominantes”, anotará mas tarde. De frente al abismo de la dictadura, después del repliegue y la clandestinidad, nace la resistencia. Ahora es el turno del MIR. Y de Miguel.
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Vuelo rasante by felidigoras
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mike13mt · 7 years
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Rampa de lanzamiento II by msprenova
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jartitameteneis · 2 years
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Que no se olvide "la desvandá" que fue más cruenta que en Guernica el ataque franquista, ya que fué por tierra, mar y aire.
En La Desbandá hubo unos cuantos verdugos, miles de víctimas y algunos héroes. De Norman Bethune, el médico canadiense que recogió en una destartalada ambulancia a cientos de víctimas que huían camino de Almería, se ha escrito bastante. Pero de Anselmo Vilar García, un hombre que pagó su valentía con la vida, se sabe algo menos. Durante dos días, Vilar apagó el faro de Torre del Mar (Málaga) para evitar que la aviación franquista masacrara en sus vuelos rasantes a miles de personas que se habían agolpado en un descampado cercano. Consumada la toma de la plaza por las tropas franquistas, fue ejecutado sin juicio cuando contaba 55 años.
Carmen Tejero, la memoria de La Desbandá 82 años después de la masacre
La historia de Vilar, nacido en Castro de Rei (Lugo), fue rescatada del olvido por Jesús Hurtado, un periodista de Vélez-Málaga (municipio al que pertenece Torre del Mar) con alma de investigador. Mientras escribía la historia del Vélez CF, algunos de los más veteranos del equipo le contaron recuerdos de la Guerra Civil: cómo huyeron por la carretera y muchas personas se salvaron de la muerte porque una noche el faro se apagó. Y a Hurtado la luz se le encendió: debía documentar esa historia.
El acoso de las tropas fascistas a los civiles malagueños
A Vilar la guerra le puso en las manos la vida de cientos de personas. Lo de ser farero en Torre del Mar le venía de familia. Su abuelo, Anselmo Vilar Coria, fue el encargado de estrenar el primer faro del pueblo el 15 de marzo de 1867, y fue relevado por su padre, que se mantuvo en el puesto hasta 1910, según recoge el propio Hurtado en su trabajo El Faro Torreño. Él se hizo cargo del faro a una edad ya tardía, con 48 años, en 1930.
Pronto, la vida le iba a poner en una tesitura trascendental. Entre el 6 y el 7 de febrero de 1937, decenas de miles de personas (algunas fuentes elevan la cifra hasta las 150.000) salieron de Málaga, entregada a los fascistas sin disparar un tiro, uniéndose en su caótica huida (juía) a otros tantos que venían de Cádiz o de la comarca de Loja, en Granada, a través del boquete de Zafarraya. Los militares republicanos y el coronel José Villalba declararon que en total huyeron por la carretera unas 300.000 personas. Queipo de Llano hablaba de 250.000.
A quienes salieron de Málaga les acosaban tres columnas de las fuerzas italianas, comandadas en España por el general Mario Roatta. La columna del coronel Carlo Rivolta (zona Antequera-Málaga), la del Corpo Truppe Voluntari dirigida por el histriónico y violento Arconovaldo Bonaccorsi (que se hacía llamar Conde Rossi), y otra integrada por las Flechas Azules del comandante Guassardo Gusberti, que venía desde Alhama de Granada, según el trabajo de Antonio Navas Muñoz La Italia fascista en Málaga durante la Guerra Civil española. Queipo de Llano completaba el macabro cuadro con sus amenazas y exabruptos desde Unión Radio Sevilla: “Malagueños, ponedle pantalones a la luna”.
Decenas de miles se agolpan en Torre del Mar
Pero la táctica de la guerra celere (el equivalente italiano al blitzkrieg alemán) se topa con un escollo en la pedanía veleña de Puente de Don Manuel. Una escaramuza obliga a Gusberti a frenar su avance, y quienes huyen desde Málaga quedan atrapados en una especie de nudo en Torre del Mar, ya en la costa. "Los partes de guerra señalan que hay un cerco en la carretera. Hay quien dice que en Torre del Mar se agolpan 200.000 personas, entre quienes salían de las casas, gente que venía de Málaga, de Granada y Loja", explica Hurtado. La mayoría confluyen en una zona entonces como Acequia Bigotona, una explanada donde hoy se celebra un festival de música, a menos de un kilómetro del faro.
Es la madrugada del 6 al 7 de febrero, una noche fría y lluviosa. Málaga está cayendo, miles de personas huyen despavoridas y Heinkel alemanes y Fiat CR-32 italianos (llamados “chirri” por los malagueños) venían ametrallando a quienes huían a lo largo de la carretera. "A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación que bombardeó, incendiando algunos camiones", dijo Queipo.
De aquel ensañamiento y de la huida desordenada y febril de miles de personas quedó reflejo en documentos oficiales, pero también en los testimonios de periodistas y escritores extranjeros. En su novela La Esperanza, basada en su experiencia como piloto de la República, André Malraux pone en boca de uno de sus personajes estas palabras sobre la caída de Málaga. "El éxodo es extraordinario, Magnin... Más de cien mil habitantes en fuga... Terrible... Y los aviones italianos los persiguen". Y más adelante, una frase luego muy citada: "El mundo entero, en ese minuto, corría en un único sentido".
"Hacia las dos de la tarde comienza el éxodo desde Málaga. La carretera es un río de camiones, coches, mulas, carros, gentes asustadas que riñen entre ellas. Esta riada lo chupa y lo arrastra todo: civiles, milicianos desertores, el gobernador civil, algunos oficiales del Estado Mayor… Corren algunos extraños rumores por Málaga: que los rebeldes han ocupado ya Vélez, la siguiente población hacia el este, a unos cincuenta kilómetros; el río de refugiados se dirige a una trampa mortal. Según otro rumor, la carretera está todavía abierta, pero bajo el fuego de los barcos de guerra y de aviones que ametrallan a los refugiados. Nada, entonces, puede ya detener al río: fluye y fluye, y se alimenta sin cesar de los arroyos del miedo", escribe Arthur Koestler, corresponsal para el Daily Worker, en su obra Diálogo con la muerte: un testamento español.
Vilar, que conoce todo esto y sabe que miles se agolpan cerca de su faro, toma su decisión: apaga las luces para evitar que los aviones se orienten y continúen su matanza. Despistados, los pilotos pasan Torre del Mar y continúan hasta la siguiente referencia: Torrox, a 18 kilómetros, donde el faro sí les alumbra.
Dos noches apagado
Una noticia firmada por el corresponsal Lawrence Fermsworth en The Manchester Guardian (actualmente The Guardian) y recuperada por Hurtado da cuenta del suceso en los siguientes términos: "La caravana de miles de personas llena la carretera de banda a banda; se avanza con dificultad. Algunos prefieren hacerlo de noche aprovechando que el faro de Torre del Mar ha sido apagado y deciden tirar campo adentro para evitar los continuos reconocimientos que se hacen ininterrumpidamente en esta zona de la costa con intención de ametrallar y bombardear".
Dos noches permaneció sin luz el faro de Torre del Mar, que tenía un alcance de doce millas, unos 18 kilómetros. Gracias a la oscuridad, miles pudieron refugiarse sin miedo a ser descubiertos. "Por eso entre Rincón y El Morche (la pedanía costera de Torrox) no hubo ametrallamientos y en Torre del Mar no, a pesar de que hubo la mayor concentración de personas", resume Hurtado.
Cuando al día siguiente el Teniente Coronel Mejide y el Capitán de Infantería Ramón Marvá Maciá llegan a Vélez-Málaga, se encuentran una ciudad vacía, en la que apenas pueden hablar con un matrimonio cubano y un par de paisanos más. Un capitán de milicias les informa: la resistencia ya se ha marchado.
Vilar fue apresado y asesinado por su acción humanitaria. Según Hurtado, fue ejecutado en las paredes del cementerio de Vélez-Málaga, donde aún hay varias fosas comunes por abrir. Era, dice, un hombre sensible, que por su oficio sabía leer y escribir, y ayudaba a los marengos a redactar sus cartas y escritos. Frecuentaba el Casino de la Alegría y era un aficionado al ajedrez. En sus ratos de soledad en el faro, tallaba sus propias piezas. "Siempre tenía en el bolsillo una torre de ajedrez, que simbolizaba un faro". Es posible que la llevara cuando fue apresado y que el hombre que apagó la luz para que otros salvaran la vida muriera, al fin, junto a un faro.
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azuldemagdalia · 3 years
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La dicha de saberme crucificada en Tus Deseos, poder alzar el vuelo rasante desde donde anidan Tus Huellas y verme reflejo de Ti..., son, de Mi Entrega, tributo.
Azul de Magdalia
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burakrevista · 3 years
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El barranco. Leonardo Pirolo
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Es sábado y papá duerme la siesta. Tomo un jugo de esos hechos con polvo en un vaso de plástico azul. La pileta está llena y el sol clavado ahí, encima del quincho. Transpiro. Una gota me cae desde la pera y se me desliza por el pecho y el ombligo hasta aterrizar en el traje de baño. Hay chicharras, no sé bien dónde. Las escucho ahí, entre los arbustos.
—¡Agustín!
Me doy vuelta, miro alrededor. Camino por el pasto, miro al cielo.
—¡Agustín!
Viene del lado de la calle. Me calzo las ojotas y atravieso la casa en tres pasos. Salgo a la calle. Ahí está Nico arriba de su playera bordó. Tiene una musculosa blanca y las zapatillas puestas.
—¿El barranco? —pregunto.
—¡El barranco!
Y corro. Corro rápido porque no quiero que papá se despierte, se avive y se levante, a paso de orangután, y me grite “vení para acá”; pero no lo hace, no se despierta, ni siquiera se percata de que cierro la puerta y agarro mi bicicleta que quedó en la vereda, apoyada contra el auto.
Sólo es ir hasta la esquina, donde la bocacalle se choca con las vías del Belgrano Norte y se termina. Hay árboles, trastos viejos, el alambrado de la vía y la casilla de seguridad donde siempre está la luz prendida, aunque rara vez veo al tipo de negro y con gorra. “Está dando la vuelta a la manzana, está vigilando otras casas”, dice siempre papá, pero yo sé que no, que lo rajaron la última vez que hicimos lo del barranco.
—Dale, que te gano —grita Nico.
Siempre me gana y por eso pedaleo más rápido. Siento el calor en mis piernas, arriba de las rodillas, y los empeines que casi flotan por encima del pedal.
—¡Te gané! —respira, transpira—. Te gané de vuelta —dice cuando llegamos a la esquina.
Es ahí donde se forma el barranco: un montículo de tierra, una imperfección de la calle o de la geografía de más o menos tres metros de altura, a unos cuarenta y cinco grados. Subimos arrastrando las bicis y agachados, porque el piso está lleno de piedras y pozos y ratas. Llegamos a la cima; acomodo la bici. Ahora puedo ver las vías elevadas, las paredes desgastadas de las casas que dan al contrafrente y me pregunto qué se siente vivir ahí: la cabeza taladrada por el traqueteo del tren, que encima es a gasoil. También veo una fábrica, un poco más lejos, más para el lado del paso a nivel, y un grafiti enorme de un animal, verde, mitad gusano, mitad caballo, que no sé muy bien qué significa.
—¿Y? —pregunta Nico.
—Ya va —me acomodo; alineo la bici y la ubico paralela a la suya.
Es simple: cuenta regresiva y, a la de tres, bajar por el barranco, agarrar la calle y pedalear con todas las fuerzas hasta mi casa. Hasta ahora Nico me ganó siempre: o sale antes o yo me distraigo, o estoy demasiado preocupado porque salga mi papá y nos rete a los dos. Y ahí sí, chau Play, chau pelota; hasta temo por Simba, el gato.
Pero no sabe, no tiene ni idea, porque para hoy practiqué. De algún modo me las ingenié para venir al menos una vez por día durante la semana. Le decía a papá que iba a dar la vuelta a la manzana, le juraba que no iba a venir acá. El miércoles trastabillé con una piedra, la rueda delantera se patinó y caí de costado antes de cruzar la calle. La sangre me corría desde la rodilla hasta casi el borde de las medias, pero entré rápido a casa y fui directo a bañarme. Mamá no lo podía creer. Después usé pantalón largo el resto de la semana.
Ahora me enfoco en la bajada. En la calle que hay que cruzar, la que bordea a la vía. Desde acá puedo ver mi casa: el jardín delantero y el geranio en el medio de la vereda. Nico está a mi derecha, sólo mira los pedales y aprieta los frenos como si estuviera arriba de una moto. Lo odio. Lo odio y le voy a ganar.
—¿A la de tres? —pregunta.
—A la una… —digo sin contestarle.
Los dos respiramos, miramos la tierra empolvada y caliente.
—A las dos… —sigo.
Esta vez cuento yo, esta vez sé que ni bien diga “tres” voy a tener un pie en el pedal y el otro en la tierra para tomar impulso. Lo voy a decir cuando yo quiera, cuando esté listo.
—Dale…
Lo miro, entrecierro lo ojos y miro al frente, a mi casa, a mi papá que acaba de salir a la vereda y agarra la manguera para regar el pasto. Siento un calor en el cuello, cerca de la nuca. Empiezo a sentir el castigo.
—¡Dale!
—Pará…
—Dale, maricón.
—Está mi papá afuera, nos va a ver.
—Maricón, maricón, maricón.
Aprieto los puños, me muerdo los dientes. Veo a papá dado vuelta. No nos va a ver, no va a pasar nada. Me repito, no va a pasar nada. Tomo aire:
—¡Tres!
Me impulso, pedaleo. Nico hace lo mismo y se manda. Freno. Veo el auto azul, un azul oscuro, de tres puertas. Cierro los ojos y escucho la frenada. Después, el golpe seco, como el de una puerta que se cierra, pero no es una puerta, es Nico volando uno o dos metros y revolcándose en el asfalto. La bici voló también, no tanto. Yo tiro la mía, corro a donde está Nico.
Tiene el cuerpo despatarrado, un brazo estirado y el otro doblado debajo del torso, las piernas en ele; la cabeza es un remolino castaño que duerme de costado, los ojos cerrados, la boca cerrada, y debajo, un charco rojo ensanchándose en el pavimento. El auto azul esquiva a Nico y acelera. Me corro. Acelera más.
—¡Hijo de puta! —grito.
Papá me escucha, me mira, no entiende. El auto colea en la siguiente esquina, dobla y se pierde. Papá se tapa la frente por el sol, parado en línea recta, a casi una cuadra de distancia. Yo agito los brazos.
—¡Papá!
Duda, camina despacio, tantea. Me reconoce y corre. Corre en cuero y en ojotas y veo cómo su cara se desfigura a medida que se acerca. No está enojado, no, pero nunca lo vi así. Está pálido, tiene las cejas arqueadas, la boca a medio abrir. Me mira.
—Papá —digo.
Se queda.
—Papá.
—Corré a casa y llamá al 911 —dice mientras se agacha y se acerca a Nico.
Nico mueve un dedo, el índice. Papá se inclina, de cuclillas, y pone una mano debajo de su cabeza. Con la otra le junta las piernas y, con un solo movimiento, lo alza a la altura de su pecho. Me mira, lo miro.
—¡Andá, carajo! —ahora su cara está roja, sus ojos abiertos y una vena se le infla justo arriba de su nariz.
—Voy —tartamudeo.
Quiero correr, me tiemblan las piernas, los brazos me cuelgan.
—¡Rápido!
Corro a casa, pero me doy vuelta una vez más: veo a Nico, sostenido entre los brazos de papá. Un brazo le cuelga y el otro está escondido entre sus piernas. Su cara desmayada me mira. Con los ojos entrecerrados abre la boca. Leo sus labios: “te gané”. O eso creo.
.
© Leonardo Pirolo
Buenos Aires, 1990
Abogado y escritor. Graduado en Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Publicó cuentos y relatos cortos en revistas y foros literarios de Argentina, México, Venezuela y en el Diario La Gazeta de Guatemala. Su microrrelato “Vuelo rasante” fue seleccionado como ganador en el X Concurso de Microrrelatos organizado por María Martín Recio. Su cuento “Hasta la próxima vez” obtuvo la mención especial del Concurso APAIB 2020 y formó parte de los primeros seleccionados en el Premio Itaú Digital 2020. Actualmente se desempeña como abogado en finanzas corporativas y colabora con publicaciones en revistas literarias locales e internacionales.
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gojorgeworld · 3 years
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“VIAJANDO EN ALAS”
Siguiendo con mi desdoblamiento corporal o bilocación subjetiva, he podido lograr una aspiración del hombre de remontarse a las alturas como los pájaros, concretando la solución  del viejo Arquímedes de  que un cuerpo pierde de su peso una cantidad igual al peso del líquido que desaloja. Es que es  majestuoso el  placer de ver la tierra como una GAVIOTA gozando del majestuoso silencio del espacio. He viajado por medio de las estrellas, verificando sus distintas  posiciones en las constelaciones que nos envuelve. Inspeccioné sus brillos mientras trataba de recordar sus nombres. Estampada sobre la Vía Láctea he admirado a la Cruz del Norte (el Águila) detrás de la estrella Vega, mientras en espacios más tranquilos se lucía el centauro Sagitario y el Escorpión se alejaba hacia occidente. He percibido el frío invernal debido a la ausencia del sol y en ese  solemne silencio del espacio sólo se siente el suave ronroneo que me transporta por los campos celestes. La energía diseminada por el cosmos, me permite desplazarme  como un cordel luminoso en un viaje  arcano, impenetrable y misterioso. Sigo contemplando impávido el descomunal ascender del amarillo disco lunar sobre un obscuro fondo violeta y sobre las nubes fugitivas  se me acerca una GAVINA. La noche es fresca, grandiosa, alumbrada por las luciérnagas y el Orión que mira el firmamento. Suavísima la noche, clarísima, blandísima a la luz, pero de pronto, cuando las escasas nubes se han disipado y la noche se enciende entre la negritud del espacio y el cielo fulgurante, un suave oleaje cruje bajo los pies de MI ALADA compañera de vuelo. Amanece en SAN CLEMENTE DEL TUYÚ.  Sentada sobre la arena que aún conserva la frescura de la noche, mi amiga MILAGRO, observa plácidamente el mar, amarronado, quieto,  que ni siquiera se mueven las olas en la playa. Parece que aún no despertó, pero el sol viene lentamente a bañarse en su superficie líquida y de un sacudón una ola lo despierta de su letargo, agua y sol se dan el saludo de un nuevo día. Él sol lo abraza con su luz y el mar apaga su sed con su agua iodada.  Desde la altura, la miro en silencio, parece esperar que alguien se acerque a la playa. DOÑA GAVIOTA mi repentina compañera de viaje, estiró sus alas, se le arrimó y le preguntó ¿por qué miras con tanta tristeza al mar? De súbito, la invitó, sube, tómate fuerte de mí, el viento sopla sin piedad a veces, tendremos seguramente que descender en alguna playa para reponer fuerzas. MILAGROS contempla perturbada el convite y su cuerpo  se estremece el solo pensar recorrer kilómetros de distancia para llegar al  lugar que tanto ama. Nada más y nada menos que al suelo en donde yacen los SOLDADOS DE  SU PATRIA. Lugar sagrado en donde  Miles de hombres de poca edad y mucha vida por delante, conocieron la furia de sus olas camino al dolor y al espanto de una guerra. Tienes que comprender, le dijo la GAVIOTA, no era contra los hombres, se defendían de los barcos que  abrían heridas en su cuerpo sin pensar que le dolían. ¿Piensas acaso que no sufren? Todo lo que tiene vida, tiene dolor, aunque no emita gritos ni quejidos.-Bien, estás lista para emprender nuestro viaje le espetó la GAVIOTA? Recuerda que debes estarlo por fuera y por dentro.- Si, respondió MILAGROS, cuando quieras podemos partir, mientras no lo hagas sobre el mar, adelante, sigue. MILAGROS, se persignó para encomendarse a DIOS Y A  su ÁNGEL, y con los sueños en vilo, sé perdió  sobre el plumaje, en donde enjugó sus lágrimas de emoción para que no cayeran al mar. Esas  gotas derramadas, debía guardarlas para LAS CRUCES BLANCAS, QUE AÚN QUEDABAN EN MALVINAS. Llegaron al tercer día de vuelo. Mi compinche GAVIOTA, tenía dificultades para apoyarse en el suelo de PUERTO ARGENTINO. En un párate de  una de sus cabriolas rasante, olvidó que llevaba a MILAGROS en su lomo y no tomó precauciones para proteger sus patas y se rompió una. A una distancia prudente del suelo,  MILAGROS se arrojó a la superficie, no podía esperar un segundo más para besar el suelo amado. Le dio las gracias a mi seguidora por traerla a dejar flores y soltar una sentida oración a los caídos en la guerra de una y otra Nación.- A mi amiga, GAVIOTA, que rengueando volvía a mi lado, le dije en pleno vuelo. ¡Qué pena, falta nuestra bandera en la casa del gobernador! Solamente, la de las islas y la de Inglaterra flameaban al viento, pero la blanca y celeste, faltaba  en aquel lugar. Me gustaría que fueran dos. LA NUESTRA Y LA DE LOS KELPEERS AL FINAL SOMOS LOS QUE EN REALIDAD LAS AMAMOS. Ambas están-, me contestó DOÑA GAVIOTA. La tuya está extendida sobre la casa del gobernador y toda MALVINAS. PENSÉ, con el viento que chocaba sobre mis ojos áureos, MI ESCOLTA ENLOQUECIÓ ¿QUÉ VE? Se lo dije, en pleno revoloteo. SONRIENDO ME CONTESTÓ, levanta tus ojos, mira por encima  de tu cabeza. Lo hice y comprendí, el cielo estaba inmensamente azul y una nube larguísima, blanca como la pureza de las almas que quedaron en tumbas malvinenses lo cruzaba en medio, allí, cerquita de TATA DIOS Y DE LA VIRGEN, NUESTRA BANDERA, LA CELESTE Y BLANCA ORABA POR LA PAZ.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
María Isabel Clausen (Mic) Escritora
#Argentina #Córdoba #Tucumán #España
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laluciernagarevista · 4 years
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1 de Mayo: Una oportunidad para pensar y pensarnos.
Cuando pensamos en el día del trabajo, generalmente, por lo que hemos podido indagar se piensa desde la experiencia personal, llámese necesidad o desde aquello que se quiere lograr, pocas veces aparece la referencia de su historia, en relación al tipo de trabajo o en que trabajan las y los trabajadores, en cómo se ha ido transformando: desde un trabajo rural alrededor de pequeños pueblos, a un trabajo  más cercano a las grandes ciudades, en referencia a las grandes fábricas y establecimientos elaboradores de todo lo que se necesita para la vida de la población. Y si profundizamos un poco más, generalmente, no aparece en los relatos la relación de ese trabajo y los tipos de trabajos que se sucedieron hasta nuestros días con los proyectos políticos. La fabrica tal como la conocíamos y pensábamos, que aparece en los relatos de nuestras historias familiares, ya no es el ámbito donde habita el trabajo. Hoy este se refiere más a los servicios: la oficina, bancos, administración, comunicación, Estado, en fin, poca relación encontramos, entre los relatos de los vecinos y amigos, a los cambios que se producen relacionándolos a gobiernos que llevan adelante proyectos políticos que decididamente han ido cambiando el que hacer y con ello el cómo vivir del trabajo.
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Si pensamos en la historia y hacemos un vuelo rasante por Argentina, apenas por algunos momentos conocidos por todos, nos encontraremos con el gobierno del peronismo de 1945. La 2da. guerra mundial finaliza, el proyecto político esta centrado en la sustitución de importaciones, en la producción, se habla de justicia social y soberanía. Los sindicatos, con la organización de trabajadores median, negocian y acuerdan, educación, vivienda, salud, derechos, seguridad social, reforma de la constitución, aguinaldo, vacaciones. De esa época, dicen los más grandes de la familia “los años más felices del Pueblo”… En fin seguimos avanzando en el tiempo y en la historia llega el combate al comunismo, surge un ordenamiento a nivel mundial, la instalación de dictaduras, endeudamiento. Respecto del mundo del trabajo, se dan cierre de fábricas, menos trabajo, menos salarios, desigualdad creciente, empobrecimiento. Se perfila el  neoliberalismo y el consenso de Washington, que no es más que un nuevo orden, asumido por los países ricos y que ejercen el poder. Allí se acuerda cambiar la matriz de los países de América, de una matriz de producción a una de base financiera, se privatiza todo, se reduce el Estado, los presupuestos en salud, educación y vivienda. ¿Para qué sirven en este esquema el Estado regulando y los sindicatos?, si será ahora el mercado el que le asignará a cada uno lo que necesite…
Ahí tenemos la especulación, la competencia feroz, la flexibilización laboral, necesaria para que el trabajo sea un costo menor, y a juntar cartones, a trabajar de changas, a dejar de estudiar. Los supermercados y los shopping reemplazan a las fábricas, ahí el trabajo es un poco diferente, pequeños espacios aislados, nos dividen, nos aíslan. Nos sientan frente a un TV, a una computadora, un celular.  
Hoy nos encontramos en un nuevo reordenamiento mundial. El mundo está sumergido en una crisis financiera y a su vez en una cuarentena generalizada. La incertidumbre es tal que no sabemos cuál de las dos desencadenó a la otra. La situación paraliza la economía y también a nosotros, nos reordena la vida, nos reordena los tiempos. Aparece una nueva forma de trabajo, el virtual, desde casa, pero no todos tienen acceso a él; sucede lo mismo con la salud. En este mundo neoliberal, parece no haber lugar para todos. Mientras en países como Brasil, Estados Unidos e Inglaterra se está más pendiente de que la economía siga su curso, en otros, como el nuestro, se opta por elegir la salud del pueblo. La situación sanitaria nos obliga a entender que ciertas cosas no pueden depender del mercado, que deben ser pilar del Estado. La decisión de la salud como prioridad, no deja de potenciar los proyectos productivos que se venían desarrollando en la economía popular. Entre el aislamiento resurge lo colectivo y la solidaridad, no solo el Estado, sino que también las organizaciones hacen llegar el alimento a quienes más lo necesitan. El trabajo colectivo del sector más golpeado por el capitalismo parece ser el principal actor en la producción y solución al abastecimiento sanitario.
Y sí, el trabajo ha cambiado, pero no ocurrió esto como cambian las hojas de los árboles según las estaciones, no, los cambios y transformaciones obedecen a decisiones y proyectos políticos. Por eso esta bueno preguntar y preguntarse, de vez en cuando, en qué parte de la historia estamos y en qué parte de la historia queremos estar. Conocer la historia y hablar de política es nada más ni nada menos que hablar de nosotros, de nuestra vida, de nuestros sueños y del mundo en el que vivimos y nada más ni nada menos en el que queremos vivir. Hoy tenemos internet, podemos googlearlo, buscar de qué se tratan algunos de estos temas que hablan mucho de por qué, cuándo, y para qué del trabajo, y que hablan de nosotros, los y las trabajadorxs. 
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akcanzi-lab24 · 5 years
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Vuelo rasante
© 2019 Oscar Alcañiz (main blog: http://akcanzi.tumblr.com/) - Please, do not erase this text if you reblog this picture
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omglssoctworld · 7 years
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Vuelo rasante by felidigoras
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