Tumgik
#zvsick
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⊰❀⊱ Zombie!Verse ⊰❀⊱
♡ ·˚꒰ Zareth Grayson ¡! ꒱ ₊˚ˑ
El pequeño despertó a buena hora, después de todo no tenía obligaciones como ir a eso que sus padres llamaban escuela, así que rara vez tenía que despertarse temprano. Se levantó y vio que su mamá no estaba, esperaba que fuera día libre para él, así que salió de la habitación y fue a la cocina sabiendo que ahí estaría su papá y esperaba que también estuviera ahí su mamá. Está de más decir que chocó con algunas veces en su camino a la cocina. 
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Zareth Grayson ❪ Zombie!Verse ❫
♡ ⌇✎ Nombre: Zareth Grayson.
♡ ⌇✎ Edad: 8 años.
♡ ⌇✎ Nacionalidad: Estadounidense.
♡ ⌇✎ Especie: Híbrido humano-zombie.                          « ♥ »-———— 【 ❛❛ Historia ❜❜ 】 ————-« ♥ »
Las condiciones en las que nació no fueron las mejores, fue un parto doloroso, complicado, uno en el cual a pesar de ser un recién nacido no pudo recibir el primer abrazo y calor de su progenitor, en cambio sólo recibió la frialdad metafórica de una cápsula en donde estaría atrapado como el sujeto de experimentos que era desde ese momento. O así fue hasta que fue salvado, según como sus padres le contaron, los amigos de su mamá fueron mayormente responsables de que pudiera ser liberado y regresara con su familia. 
A pesar de estar con su familia, estuvo sus primeros años de vida en alguna clase de aislamiento, era feliz con ellos, pero no iba muy lejos, siempre estaba en un área limitada, siendo educado en casas. A veces iban de visita los amigos de su mamá o de su papá, a lo que él siempre atinaba con irse a esconder de ellos, no los conocía para nada y eran algo aterradores. De cualquier manera, cariño nunca le faltó, recibiendo cariño por ambos de sus padres. 
A los seis años fue la primera vez que salió de su hogar para ir a la ciudad subterránea, no entendió por qué iban sin su papá, pero pronto lo entendió gracias a su mamá. Los zombies no eran bienvenidos, no todos eran como su papá, las personas les tenían miedo porque eran atacados y atemorizados por ellos. Entonces, si su papá podía ser bueno, ¿Eso no significaba que habían más zombies como el? ¿Que no todos eran malos? En respuesta su mamá le dijo que su papá era un caso único, respuesta con la que él se tuvo que conformar, eran muchas dudas para una salida con media familia, ya de por sí estaba bastante asustado con tantos ojos sobre ellos. 
Aparte de sus dudas sobre la moralidad de los zombies a pesar de ser tan pequeño estaban las comidas que le hacían probar como alternativa a la carne humana. Era difícil hacer que su organismo aceptara algo, en realidad que no fuera capaz de contagiar nadie ni por mordidas era todo un progreso (aunque eso no le quitaba lo letal a su mordida, era igual de dolorosa y podía dejar en cama a una persona con fiebre por dos semanas). En fin, como era de esperarse toleró más que bien la carne de animal, y no solo eso, podía comerla cocinada y mezclada con otros ingredientes mientras esta fuera la atracción principal del platillo. De hecho así fue como uno de los amigos de su papá se ganó su cariño, así que eso funcionaba como una buena referencia para todos aquellos que querían que él confiara más en ellos. Era extraño, pero después de todo él solo era un niño, uno que nunca convivió con muchos niños de su edad, que tenía miedo de ser lo que era y que tuvo muchos problemas con su dieta diaria desde que era un bebé. 
Al final y sin importar nada, era feliz con sus papás, incluso si era sobreprotegido por esa actitud tan alejada a su naturaleza y por el miedo de causar rechazo e ira entre esa población tan prejuiciosa, o tal vez porque era un peligro para las personas y él todavía no lo sabía realmente, pero no necesitaba nada más.
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Sylar Reed ❪ Zombie!Verse ❫
↳⋮⇶ Nombre: Sylar Reed.  ̖́- 
↳⋮⇶ Edad: 43-44 años, pero aparenta 34.  ̖́-
↳⋮⇶ Orientación sexual: Demisexual.  ̖́- ↳⋮⇶ Nacionalidad: Británico.  ̖́- 
↳⋮⇶ Especie: Zombie.  ̖́-
                        « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
Nació justo cuando la invasión zombie comenzó, criándose así en un mundo que se estaba yendo a la mierda en cada segundo por causas desconocidas, ya que lo único que se sabía era que los zombies les atacaban. No tenían idea alguna de donde salieron o quienes fueron los responsables de su creación, y tampoco le interesaba mucho saberlo, él era un niño que apenas y sabía hablar. Pero que fuera un niño tan pequeño no fue un impedimento para él, en cambio, al ser tan pequeño y ser criado por unos padres tan fuertes, lo único en su mente era eliminar a todos los zombies posibles y sobrevivir para un nuevo amanecer. 
Así se crió, parecía aterrador, irresponsable y cruel la manera en la que ellos le criaban, ya que estaba creciendo con 0 empatía por los demás, solo queriendo proteger su propia vida y si podía la de sus padres, pero entre todo el pánico e histeria colectiva que tenía la mayoría de la población mundial, esa era la mejor opción. 
A los seis años mató a su primer zombie, era un niño muy pequeño, y mató a un niño igual de pequeño que él, tenía miedo, sí, pero sus padres lograron convencerlo y darle el valor suficiente para hacerlo. Una bala directo al corazón y todo se solucionó. El cuerpo sin “vida” cayó al suelo y a él se le cayó el arma de las manos, las cuales temblaban.
Después de ese suceso, matar se fue volviendo cada vez más natural para él. Llegando a matar a su propia madre antes de que la infección pudiese alcanzar su cerebro, eso pasó a los ocho años.
Su padre y él siguieron vagando unos años más, en búsqueda de algún grupo de sobrevivientes que le pudiesen ayudar, al que pudieran unirse. Siempre fueron solitarios y no necesitaban de nadie, pero su padre quería que el niño recuperara por lo menos un poco de la infancia que ellos mismos le arrebataron en post de que pudiese sobrevivir. Sí, como si a ese punto de su vida pudiese recuperar algo de lo que perdió. 
Fue un par de meses después de que cumplió doce años, que un grupo de sobrevivientes los hallaron a ellos. Ese grupo era muy distinto, y supieron la razón a los momentos de caer en su trampa. Los vieron como sobrevivientes débiles, así que mataron a su padre enfrente suyo, lo hicieron a sangre fría y le quitaron todas sus armas. Como si matarlo fuera poco, al cadáver de su padre lo tiraron a una horda cualquiera de zombies, mientras a él lo tomaron prisionero.
Un par de semanas después su turno llegó, según las palabras de los guardias de esa celda que compartía con otros pocos prisioneros que cayeron en el mismo engaño. No entendía a qué se refería, pero no le daba buena espina, en especial cuando todas esas personas se aferraron a él con miedo, gritándole a los guardias que era muy pequeño para que le hicieran aquello. Tomó una bocanada de aire y se apartó de todas esas personas, saliendo de la celda voluntariamente, antes de que a los guardias se les ocurriera lastimarlo. 
Los guardias le llevaron hasta un tipo de “arena de pelea”, las únicas luces que habían eran artificiales y leves, a excepción del pequeño tragaluz en donde entraba toda la luz que brindaba la luna. El ambiente era asqueroso, olía horrible y los gritos de las personas le aturdía. Avanzó unos pasos, notando como la puerta detrás suyo se cerraba por obra de los mismos guardias. Tan solo observó la puerta contraria, tenía mucho miedo, apenas podía moverse, no sabía qué demonios esperar de aquellas personas. 
La puerta contraria se abrió, un zombie encadenado salió de ahí, siendo guiado por otros guardias. El zombie también se alteró al parecer, porque de esa actitud tan distraída y mirada perdida se empezó a mostrar molesto, dio unos gritos y gruñidos extraños, empezando a moverse de un lado a otro de una manera que él no había visto antes, tratando de separarse. Los guardias le soltaron y cerraron la puerta, el zombie se dirigió a él. Sus pasos no eran tan lentos como los de un zombie cualquiera, pero tampoco podía decir que fuera algo impresionante. 
Seguía con miedo, pero tenía que reaccionar y moverse para sobrevivir y matarlo. Por suerte y para pura conveniencia suya los guardias no le habían quitado sus armas, que siempre tenía escondidas entre sus ropas y no usaba si no fuera realmente necesario, ya que su padre por la culpa intentaba matar a todos los zombies por él. Como fuera, sacó su revólver y apuntó a la cabeza del zombie, disparándole justo antes de que este se le lanzara encima, moviéndose un lado para que el cadáver cayera y pegara su cabeza con la puerta de metal. 
Suspiró aliviado y se limpió unas gotas de sangre del rostro, no quería contaminarse, a pesar de que sabía que se necesitaba mucho más que eso para hacerlo. Vio a toda la bola de inútiles, sus rostros tenían expresiones sorprendidas, aunque tan solo duró por unos segundos ya que después siguieron gritando como si hubieran presenciado un gran espectáculo. 
Intentó verse fuerte, pero la falta de comida lo tenía tan débil que poco a poco empezó a marearse y a debilitarse hasta caer al suelo. Observó el techo, estaba tan cansado... Tal vez dormir un poco le vendría bien... 
.
Un par de años pasaron y él se volvió la principal atracción de toda esa bola de enfermos, le daban armas variadas y zombies de manera casi diaria para que enfrentara. Pero ni así detuvieron los asesinatos de otras personas inocentes, cosa que a él no le interesaba demasiado, pero le parecía muy contradictorio que estuvieran sufriendo la extinción de la raza humana y se mataran entre ellos por puro entretenimiento. Lo único bueno de toda esa mierda es que conseguía darse un baño y comer más seguido, así como había obtenido una “habitación propia”, la cual era una celda un poco más pequeña que la que estaba compartiendo con los demás prisioneros, pero era solo para él. 
Y a pesar de todos los “cuidados”, se negaba a aceptar ese hoyo infernal como un hogar. 
Cuando estaba apunto de perder la esperanza, cuando ya había decidido que no tenía otra escapatoria aparte de la muerte, lo que parecía ser un grupo de sobrevivientes llegó a ese lugar. Acabaron con todas esas horribles personas, rescatando a los pocos prisioneros que quedaban ahí. A él también lo rescataron, no se veían muy sorprendidos pero si se llegaron a sobresaltar un poco cuando lo encontraron en la arena con un cadáver putrefacto a escasos metros de él. 
Lo llevaron con ellos en esa caravana, no sabía a dónde irían o si le llevarían a un lugar mucho peor, pero se enteró de todo eso durante el camino, ni las amenazas que le dieron sobre que guardara silencio lo lograron callar, solo las respuestas que lograron convencerlo. 
Al final resultó que no eran malas personas, que de hecho tampoco eran un grupo de sobrevivientes como tal. Eran tan solo un escuadrón militar, una pequeña parte toda una ciudad, un tanto vacía y lúgubre, pero una ciudad. Esa noche que pasó junto con los demás refugiados, por fin pudo dormir tranquilo. 
Los meses pasaron, durante ese tiempo él se había logrado entrar a la militar, no les importó mucho su edad, unos pocos (los encargados de esa misión de rescate, para ser exactos) ya sabían quién era él, los informes llegaron claros por parte de un infiltrado, eso facilitó su proceso para entrar a ese lugar y ya a sus quince años era un cadete en entrenamiento. 
Los años posteriores a esos no son tan relevantes, tan solo fue él, conociendo a Chris, Aaron y Chekov, quienes eran prácticamente de su misma edad a excepción del último, uniéndose a un escuadrón cuando por fin le consideraron listo. 
Estuvo bastantes años peleando no tan solo por su propia vida, sino por asegurar un mejor futuro para la raza humana, por el miedo de ver a más niños corriendo el mismo destino que él. Misiones y más misiones, que dejaban complacidos a todos sus jefes y a pesar de que siempre habían bajas podía considerar que hacía un muy buen trabajo. Su desempeño y la lástima que le había provocado a sus superiores desde el primer día hizo que ellos terminaran confiandole muchos secretos y cosas confidenciales a medida que el tiempo pasaba. 
Le gustaba ir de escuadrón en escuadrón, participando en tantas misiones como pudiera, pero eso se acabó un día, ya tenía 34 años, le dijeron que ya debía tener un escuadrón por sí mismo, que debía ser el líder del mismo y que encima de todo ello, él debía entrenarlos. Eso lo molestó mucho, pero se resignó a las pocas horas y aceptó, después de todo tal vez hasta sería más fácil. 
Se equivocó. 
Eran una jodida bola de desastrosos, vagos, inútiles. Solo unos cuantos tenían una condición física aceptable. O al menos así quería verlos ellos, era el justificante que siempre se ponía a sí mismo para el trato tan severo que les proporcionaba desde el primer día. 
Los cadetes se hartaron en poco tiempo y empezaron a esparcir rumores por todos lados, al inicio le parecía normal ya que a sus 34 años había escuchado demasiadas tonterías en forma de rumores, pero luego ni él mismo pudo soportarlo. Habló con ellos y todo mejoró, así como él se odió un poco por ser tan suave, pero ya no había marcha atrás. Empezó a ser más amable y sus alumnos también eran más amables con él, pero ni por eso dejó de ser estricto. 
Se empezó a acercar a uno de sus alumnos, Dick Grayson. En un principio solo lo hacía por no tener nada más que hacer, pronto el muchacho le empezó a caer bien y terminó en una extraña tensión sexual de la que apenas se daba cuenta, pero cada que lo hacía su rostro enrojecía de vergüenza. 
Pronto pasó lo que tenía que pasar, primero negó bastante la atracción que tenía hacia el menor, a pesar de ser tan molestado por esos dos malos amigos que tenía. Al final no ocultaron más su atracción, se correspondieron y poco después formaron una relación. 
El escuadrón estuvo listo meses después y tuvieron su primera misión y tal como se esperaba de él, fue exitosa. Esa racha se mantuvo durante mucho tiempo más, las misiones eran cada vez más complicadas, mientras la relación que tenía con Dick progresaba aún más, se enamoró perdidamente de él entre un punto del entrenamiento y la primera misión.
Todo era demasiado bueno para ser verdad, y por eso la vida tuvo que joderles de nuevo. 
Durante una misión terminaron acorralados por una horda de zombies de la tercera generación que tanto habían buscado e intentado detener, eran muy extraños y no estaban enteramente preparados para ellos, así que considerando bien la situación decidió sacrificarse, arrebatándole la última arma a su pareja, dándole un pequeño beso y palabras de despedida al amor de su vida y corriendo rumbo a una dirección contraria a donde se debían dirigir para volver a la ciudad. Milagrosamente todos los zombies le siguieron, parecían estar enojados con él, menos mal. 
Tardaron mucho en atraparle, de hecho por un momento hasta creyó que podría volver a la ciudad, si era lo suficientemente silencioso y cauteloso, pero a medio camino le atraparon y mordieron múltiples veces, acabando con su vida. En sus últimos momentos solo pudo pensar en esa persona que tanto amaba y que nunca podría volver a ver.
Estaba confundido, no sabía qué era, dónde estaba. Actuaba mayormente por instinto y los que parecían ser similares a él no le hacían mucho caso, aunque lo fueron aceptando, algo seguía estando mal con él y todas esas criaturas que le rodeaban. 
Le costaron meses, pero pudo ir recordando cosas y relacionarlas entre ellas, a la par que era aceptado por la horda y volviéndose el líder debido a su inteligencia muy superior a la de ellos. Todas sus acciones eran con dos motivaciones: la comida y el amor. Eran cosas básicas, pero únicamente le importaba alimentarse y volverse a encontrar a esa persona que recordaba tan claramente y provocaba que su corazón latiera con fuerza. Protegía a su horda diciéndose a sí mismo que solo lo hacía por beneficio propio, pero ya se estaba encariñando con ellos.
La vida fue generosa con él y no tan solo pudo encontrarlo, sino que también atraparlo y conseguir comida suficiente para toda una semana. Triste fue ver que la persona a la que tanto amaba parecía estar incómodo, asustado, asqueado incluso. Doloroso fue que le golpeara y que prefiriera a esas personas extrañas en esas ropas tan molestas antes que él, pero se tragó ese dolor y le mordió, esperando que así pudiesen estar juntos el resto de la eternidad, que fueran iguales, pero no funcionó. Al final los dejó ir, evitando que cualquiera de la horda le siguiera o les mordieran.
De ahí en fuera, no supo cómo ni cuándo, pero en un abrir y cerrar de ojos estaba en un lugar aparentemente desconocido, lejos de su horda, de su hogar. Su cabeza dolió mucho cuando observó bien esa habitación, se quejó una y otra vez pero lo que realmente le sorprendió fue ver a esa persona frente suyo. Intentó llamarlo ya que recordaba su nombre con claridad, pero solo salían gruñidos extraños de su boca. 
Le costó mucho adaptarse a ese nuevo estilo de vida, donde apenas y tenía algo para comer, donde debía estar escondiéndose y tenía que usar ciertas restricciones para no hacerle daño a los “humanos”, pero sin importar lo mucho que sufriera, era genuinamente feliz estando al lado de Dick. 
Pero pasó lo que tarde o temprano tendría que pasar, un día los descubrieron a ambos. Los encerraron en celdas, una estaba junto a la otra, lo que lo hacía frustrante, ya que podía escucharlo a pocos metros de distancia suyo y no podía hacer nada al respecto.
Llegó a perder la noción del tiempo, y sabía que su pareja también. 
Un buen día lo metieron a su celda, ese mismo día tuvieron algo a lo que Dick se había referido antes como “sexo”. No entendía por qué, si debían planear cómo escapar, no era tiempo para hacer esas cosas. 
Después de eso no pudo verlo durante unos tres meses más, pero cuando lo hizo detectó un olor extraño, proveniente del vientre del menor. Se acercó y no dejó de observarlo y escucharlo. No entendía que estaba pasando, pero después de varios intentos de su pareja de explicarle pudo entender que tenía un pequeño humano en su estómago y que era culpa suya, también de que podrían ser libres cuando el pequeño humano saliera.
Siguieron encontrándose durante el pasar de los meses, el tiempo que pasaban era poco y siempre eran vigilados, pero eso no importaba porque estaban juntos. Dick empezó a explicarle lo que era formar una familia y él tardó en entenderlo pero pudo hacerlo.
Se encariñó con el pequeño humano, creyó que las patadas que daba el pequeño humano eran sinónimo de que el sentimiento era mutuo. Ya no quería salir y dejarlo, quería que salieran los tres libres como una familia. 
Cuando el bebé salió del cuerpo de Dick, a él no lo liberaron, y tampoco vió a su pareja. Eso lo desesperó, estuvo gritando y golpeando el vidrio de esa celda de gran seguridad de manera seguida, pero ni por eso lo dejaron ir. Se dejó caer al suelo, pero ahí fue cuando las luces blancas se volvieron rojas, y varios de los científicos y guardias corrían de un lado a otro desesperados. 
Pronto fue libre. Pronto buscó a su familia. Pronto se reunió con ellos y los sacó de ahí. Juntos formaron un hogar. 
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