Tumgik
#fichasedgy
Text
Sylar Reed ❪ Guerra Mundial ❫
↳⋮⇶  Nombre: Sylar Reed.  ̖́-
↳⋮⇶  Edad: 35 años, aproximadamente.  ̖́-
↳⋮⇶  Orientación sexual: Homosexual.  ̖́- ↳⋮⇶  Nacionalidad: Británico.  ̖́-
↳⋮⇶  Puesto: Ex-Militar.  ̖́-   ↳⋮⇶  Bando: Inglaterra.  ̖́-
                        « ✦ »-————「  ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
Al igual que su contraparte, el también era un criminal, aunque sus asesinatos eran mucho más elaborados y únicamente trabajaba para personas que le podían pagar con lo que él exactamente quería. Ocultarse era tan sencillo para el que podía vivir como todo civil normal, viviendo así con la familia de su tío paterno, que aparte de meterlo a ese mundo criminal también lo apoyó durante mucho tiempo, empezando por darle un lugar donde vivir cuando se quedó completamente solo en el mundo. Él, a pesar de nunca tener interés en regresarle parte de todo lo que el mayor había hecho por él, lo hizo. O algo así. Dio la mejor protección a su familia, más bien a la primogénita de ese señor, Nerea, su prima menor. Después de todo, ese jodido viejo no podía hacer mucho ni por su propia hija, después de tantos años en las andadas y mal manejo del dinero no tan solo había quedado prácticamente indefenso y abandonado por las propias personas que le habían jurado lealtad, sino que aparte también había quedado sin dinero. 
Dejando toda esa mierda que tenía que soportar diariamente de lado, tenía una buena vida. Todo lo que quería, lo obtenía, ya fuera por las buenas o por la fuerza y no todos en su familia eran malos, como se dijo antes, el tenía a Nerea como única pero buena amiga y compañía. 
Un día, en una salida de ambos al parque conocieron a un muchacho bastante agradable, que desde el primer momento le llamó su atención y le pareció bastante atractivo. Sus interacciones fueron pocas, y así de rápido como lo conoció, así dejó de verlo y tan solo pasó a ser una memoria agradable más. También no hay que olvidar que durante ese tiempo obtuvo una nueva mascota, de los animales más exóticos y hermosos de toda la existencia; un pingüino. 
Siguió con su rutina normal hasta que un día, volviendo de un viaje que Nerea, Jude y él hicieron a Manchester, vieron lo que era el inicio de la guerra, presenciando una muestra de la poca piedad que tuvieron los estadounidenses a la preciada capital de Inglaterra. Su casa, por supuesto fue destruida casi en su totalidad por una de las bombas, llevándose con ello a sus odioso tíos los cuales no habían logrado evacuar el lugar a tiempo. Como buen hipócrita que era consoló a su prima, sentía lástima por ella, pero no lo suficiente como para que todas esas palabras tranquilizadoras salieran de su boca, mucho menos cuando se trataba de ese par de personas. En realidad, le costaba soportar mucho incluso a su propia familia. 
No esperó mucho para mandar lo más lejos que pudiera a su prima y a su mascota y el enlistarse en la guerra. Cuando por fin llegó a su base el entrenamiento fue un jodido infierno, pero pudo soportarlo bastante bien. Desde el día uno se impuso, a pesar de la gran cantidad de superiores que tenía logró sobresalir y subir de rango, llegando al punto de que ellos mismos le confiaran las torturas y la obtención de información de los espías y cualquier miembro del bando enemigo. 
Ahí también consiguió unos cuantos amigos, lo cual le parecía muy extraño si se ponía a pensarlo, pero dejó que permanecieran a su lado y pronto se encariñó con ellos. Esos bastardos le alegraban el día, aunque en realidad no vivía con desesperanza o preocupado por saber que cualquier día podría morir, la compañía fue bien recibida.    Poco tiempo después se encontró con el mismo muchacho circense que había conocido hace años, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al reconocerlo y que fuera del bando enemigo poco le importó a él y la atracción que sentía.  Lo hicieron un par de veces, si no mal recordaba. La personalidad del contrario por sí sola era muy atrapante, eso y las dos veces que se acostaron juntos hicieron que la pequeña atracción que sentía por el fuera creciendo cada vez más. 
Por días todo iba tranquilo, mismas discusiones de siempre, misiones donde salían victoriosos sin importar cuántos muriesen. Así fue, hasta que hubo un enfrentamiento particular, donde por fin después de tanto tiempo tenían unos nuevos prisioneros de guerra, lo que significaban nuevos juguetes para él. Nuevos juguetes en los cuales liberaría todo ese dolor que sentía por la muerte de uno de sus primeros amigos. Grande fue su sorpresa cuando vio que uno de los cautivos era esa persona con la que no hace mucho había pasado unas cuantas noches de pasión, persona por la que se sentía atraída. No quería herirlo, y aún así lo hizo. Quería tener piedad por el y sus jodidos amigos, pero no lo hizo. Los torturó y ni siquiera fue consciente de lo mucho que lo disfrutó. Quería liberarlo y dejar que escapara, pero nuevamente no lo hizo y como era de esperarse de él, lo lastimó de una manera en la que el muchacho nunca se recuperaría. ¿Cómo pasó eso? Entre juegos y burlas dirigidas hacia los prisioneros, sus amigos hirieron a Kayden y Perseo, y por si no fuera poco cuando llegaron a los calabozos él mismo se encargó de darles el tiro de gracia. 
Los asesinó a sangre fría y se reía por ello, lo trataba como un juego. O así fue hasta que la culpa por fin llegó a su cuerpo, se sentía horrible, no debía de ser así. Esas personas no tenían valor alguno para él, eran enemigos, no debía arrepentirse.
Después de varios momentos donde ni siquiera podía mirar a Dick a la cara su actitud cambió. A su mente le llegó la tentadora la idea de mantenerlo cautivo, encerrado y atrapado, pero era un escenario donde únicamente él lo atendería y acompañaría. No podía decir si era la culpa que sentía en esos momentos acumulándose en su pecho o si era porque realmente quería cuidar tanto del muchacho.    
Fuera como fuera, eso hizo. El tiempo pasó una vez más, lo visitaba diariamente, incluso llegó al punto de meterse a la celda tan solo para pasar el rato. A pesar de todo lo ocurrido, convivir con Dick siempre era algo que alegraba a su día, así que eso hacía, aunque sentía que arruinaba el día del contrario no parecía interesarle mucho. 
Otro día bastante particular llegó, y ese fue cuando Dick logró vencerle por fin en esa pequeña batalla que tenían ambos por la posesión de la llave de esa vieja celda. Quedó tan impresionado, pero no fue eso lo que le hizo que se quedara en completo silencio y bajara la cabeza derrotado, fue la aceptación ante la idea de que no lo volvería ver, que había perdido, que el contrario simplemente desaparecería de su vida y ya. No le importaban los castigos, ni los regaños, muchos menos perder el puesto que le había costado tanto esfuerzo ganarse. Le importaba el, solo el. Richard, lo necesitaba a él. 
Pero Dick regresó a él, y no solo eso, le dio la oportunidad única y grandiosa de escapar juntos. El, por supuesto, no lo pensó más de dos veces y subió a su base a armar una mochila con todo lo que necesitarían para sobrevivir en lo que encontraban refugio y escapar, sin ser notado por absolutamente nadie. 
O así creía. 
Fue perseguido por sus propios compañeros, que no parecían muy felices. Pero ellos no fueron el problema real, pudieron evadir a los estúpidos con bastante facilidad y los perdieron apenas entraron al bosque de lleno. Lo jodido fue descubrir que ese maldito búho al que se aferraba tanto su acompañante tenía un chip de rastreo y que no solo eso, fueron encontrados por el escuadrón del muchacho.
Estaba de más decir que eso no terminó bien. Todos perdieron algo, en el caso de ese escuadrón, no dejó a nadie con vida, en su caso, perdió la poca cordura que le quedaba, no se detuvo hasta decorar el maldito bosque con la sangre y órganos de cada uno, que el jodido olor tan abrumador de la sangre cubriera todo el ambiente. 
Pero sin duda alguna, el más afectado fue Richard, el perdió sus piernas, y la hemorragia era tan fuerte que si no se hubiese apresurado a curarlo en ese proceso tan tortuoso posiblemente también hubiera perdido la vida. 
Al final no importó, nada de eso importó. Ya habían tomado una decisión, juntos formarían una nueva vida, una lejos de los horrores de la guerra, donde por fin pudieran descansar. Mientras a él, por supuesto no le importaba que Dick fuera parapléjico, ya que lo amaba en demasía y nunca se cansaría de ayudarlo. 
Juntos sobrevivieron todo el solitario camino hacia un refugio de civiles, juntos pudieron dejar el país y dirigirse a Francia. Juntos pudieron sobrevivir ahí, sin ser descubiertos o saber el idioma siquiera, establecerse ahí y formar su pequeño hogar en la capital. 
No mucho después, un rayito de sol llegaría a iluminar sus sombrías existencias, ese sería Aiden, un pequeño bebé que ellos creerían que adoptaron. Por supuesto que fuera adoptado no significaba nada, era el niño de ambos, su bebé, al que le entregarían su cariño y amor incondicional, así como el mejor cuidado posible. Sin duda alguna intentarían darle la vida que merece. 
... ¿Y qué más le faltaba contar?
Ah sí, un jodido pajarraco le quitó su ojo. 
Qué vergüenza.
4 notes · View notes
Text
Sylar Reed ❪ Hospital!Verse ❫
↳⋮⇶ Nombre: Sylar Reed.  ̖́- 
↳⋮⇶ Edad: 42 años.  ̖́-
↳⋮⇶ Orientación sexual: Demisexual.  ̖́- ↳⋮⇶ Nacionalidad: Irlandés-Británico.  ̖́-
↳⋮⇶ Puesto: Psiquiatra.  ̖́-
                         « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
Nació como parte de una gran y cariñosa familia, a pesar de ello sus padres se mudaron a Inglaterra cuando él era un niño pequeño, ya que ahí podrían conseguir el tratamiento necesario para que su madre pudiese recuperarse de su extraña enfermedad. Dio la casualidad de que no lo logró y falleció en una triste habitación de ese hospital. Esa tarde sus ojos se llenaron de lágrimas, sí, pero no fue debido a que su madre haya perdido la vida, en cambio, lloró porque no sintió absolutamente nada cuando ella dio su último suspiro y eso llenaba su pequeño corazón de culpa.
Fue demasiado difícil para él, cargar con la culpa y aceptar sin decirle absolutamente a nadie que no había sentido nada por ver a su madre morir, cuando todos los demás estaban hechos un mar de lágrimas o sombríos y tensos por la pérdida. Pero así como dijo, se mantuvo todo para él. 
Unos cuantos años más pasaron y su padre también falleció. El nuevamente no sintió nada, por supuesto. Esta vez no lloró por la culpa, no fingió lástima, simplemente se quedó en silencio durante bastante tiempo. 
El resto de años fueron fáciles para él, pasó al cuidado de sus tíos, a los cuales odiaba sin razón alguna, simplemente no los soportaba, lo trataban con lástima. También odiaba a la jodida niña que tenían, pero eso era porque ella era insoportable. Nuevamente esos sentimientos iban disfrazados bajo una máscara de hipocresía donde actuaba de manera amable y tímida y ayudaba con unas actividades del hogar, a pesar que nadie de ahí lo mereciera. 
Los años pasaron, el cuando cumplió la mayoría de edad se movió fuera de ese lugar y estudió y trabajó durante años. Cuando terminó su carrera tuvo un par de trabajos en unos hospitales psiquiátricos, pero no se sintió cómodo en ninguno de esos lugares, fue cuando llegó a ese extraño hospital a causa de los rumores que le rodeaban que finalmente se sintió cómodo. 
Fue comprobando los rumores, sobornando a guardias y a más guardias para que le dejaran hacer lo que quisiera, ya que si algo le sobraba en esa vida era el dinero. Lo hizo para empezar a torturar uno de sus pacientes. Era muy divertido y desestresante torturarle, pero sabía que tenía que ser cauteloso debido a que el miserable tenía un papel importante en un asunto que no le involucraba ni importaba realmente. 
Siguió torturándolo unas buenas semanas, a veces físicamente, a veces solo se burlaba de él y le intentaba bajar aún más su miserable autoestima, a veces lo marcaba como suyo de una manera sexual, pero nunca más que un par de raras ocasiones llegó a ir con él en son de paz. 
Otras veces atendía otros pacientes, todo para poder inspirarse y ver que nuevas torturas podría ocupar con su paciente principal. Y funcionaba, no siempre como esperaba pero lo hacía. 
Un día llegó a sentir algo abrumar su pecho, era culpa del muchacho, por supuesto que lo era, ese miserable siempre tendría la culpa para él. Como sea, no pudo tolerar ese algo que no distinguía, así que empezó a verlo cada vez menos, hasta que en un punto simplemente le dijo que se había aburrido de torturarlo, que ya no pensaba verlo porque se había vuelto inútil para él. Y poco después de haberle dicho esas palabras se retiró para no regresar en por lo menos una semana. ¿La razón? Pues dio la casualidad de que había encontrado a alguien más para torturar, pero lastimarlo no fue ni la mitad de divertido y satisfactorio de lo que era cuando torturaba a Dick, provocando que se aburriera en una semana y regresara con ese miserable.
Se evitó toda explicación y excusa, no dijo ni una sola palabra cuando regresó. Únicamente lo torturó hasta lograr liberar toda la frustración por la que había pasado esa semana. 
El tiempo siguió pasando y se sintió orgulloso, su ego subió mucho nada más por ver como el paciente reaccionaba mejor ante él, como dejaba poco a poco mencionar tanto a ese bastardo al que no dejaba de aferrarse. Pero necesitaba más, quería ver toda su atención centrada en él y tan solo en él se encargó de darle la medicación necesaria que le hubiese dado desde un principio de no ser porque nunca tuvo intenciones de ayudarlo. 
Al inicio creyó que todo era porque quería que el muchacho se sometiera completamente a él y aceptara todo lo que él quisiera, pero luego llegó a la realización de que quería que no solo lo aceptara, sino que fuera feliz con esas decisiones que tomara, que cualquier cosa que él le diera le gustara y correspondiera, que pidiera por los tratos que le daba. 
Poco a poco se volvió más difícil para él tratar de hacerle daño, era tan solo cuando el contrario se resistía demasiado a algo que él quisiera, que extrañamente se sentía... Herido. Intentó ignorar eso y creer que estaba confundiendo sus propias emociones, lo que provocaba que reaccionara muy mal contra el paciente y lo hiriera.  
Llegó al punto donde no pudo ignorar nada más, donde no pudo evitarlo, tuvo que aceptar que quería a ese jodido enfer-, que quería Richard como una posible pareja sentimental. Darse cuenta de ello fue como si le cayera encima un balde de agua fría, pero así tan rápido como lo impresionó, así lo aceptó y empezó a buscar de manera desesperada que sus sentimientos fueran correspondidos lo más posible, a su propia y extraña manera por supuesto.
Llegó un punto donde él mismo parecía necesitar, o querer demasiado el tener un hijo, así que no se frenó en ningún momento y eso hizo. Consiguió a un pequeño bebé y obligó a que Dick lo cuidara junto a él como “parte de la terapia” un par de pequeñas veces, alegando que ese era el pequeño bebé, el producto del amor que se supone deberían tener. ¿Consiguió convencerlo? Eventualmente sí, así como eventualmente logró que saliera de ese jodido hospital y ambos vivieran juntos, cuidando a ese pequeño bebé que a pesar de que utilizó como una manera de atarlos por el resto de sus vidas, también fue una decisión que tomó conscientemente y a lo cual se comprometió desde el primer momento a cuidarlo y protegerlo con su vida (en especial porque le recordaba demasiado a alguien, pero simplemente no podía recordar a quien).
2 notes · View notes
Text
Sylar Reed ❪ Mi querido secuestrador ❫
↳⋮⇶ Nombre: Sylar Reed.  ̖́- 
↳⋮⇶ Edad: 31 años.  ̖́- 
↳⋮⇶ Orientación sexual: Demisexual.  ̖́- ↳⋮⇶ Nacionalidad: Irlandés-Británico.  ̖́-
↳⋮⇶ Puesto: Psiquiatra.  ̖́-
                        « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
Sus padres murieron cuando era un niño pequeño, perdió a su madre cuando tenía ocho años de una rara enfermedad y a su padre cuando tenía doce. Pero no fue dejado completamente solo, ya que en ese lapso de 4 años entre la muerte de su madre y la de su padre, el segundo se enamoró (¿Quién demonios podría amar a alguien como esa mujer?) y se casó al año de la muerte de su madre. Era horrible, él no podía superarlo todavía y su padre llevaba otra mujer a su hogar! Pero lo aceptó, después de todo no tenía otra opción, esperando poder encontrar una figura materna en ella. Lamentablemente ese cariño nunca llegó, y cuando su padre falleció el trato que ella le daba tan solo se volvió peor. 
Años y años de sufrir maltratos por esa mujer, de no tener a nadie a quien confiarle todos sus pesares, de extrañar a sus padres día y noche y de desear haberse quedado solo. A pesar de todo el daño que le hacía, cada vez que ella le pedía algo o se lo ordenaba él lo cumplía, mayormente no eran cosas malas o que le pusieran en aprietos, o así intentaba pensar él para mantener la poca cordura que le quedaba.
Extrañamente sus estudios se volvieron una vía de escape para él, con eso él se perdía y podía olvidar todos esos problemas que tendría al llegar a ese lugar que tenía que seguir llamándole hogar. Era un muchacho bastante inteligente y responsable, sumándole a eso que hacer sus tareas e ir a la escuela era lo único entretenido que tenía (aunque nunca tuvo amigos), pudo adelantarse un par de años de estudios y cursar el nuevo grado en el que quedó como si no fuera nada complicado.  
Entonces, llegó un punto donde los estúpidos estudios no pudieron distraerlo, donde llegó a su límite con los maltratos de esa mujer. Su mente nubló y lo único que podía pensar era que esa mujer le había arrebatado todo, que era un mal intento de reemplazo de sus seres queridos, que debía regresarle todo el sufrimiento por el que ella le hizo pasar. Y exactamente eso hizo, o intentó hacerlo. 
La mantuvo una semana entera encerrada en el sótano, cada vez que estaba a un paso del arrepentimiento y de intentar disculparse, ella le recordaba por qué quería eliminarla. Al final lo consiguió, al final de esa semana la asesinó de una manera muy sencilla, la cual consistió en una fuerte y profunda puñalada en el corazón, después de todo ella no podía moverse siquiera. Luego escondió el cadáver, en un lugar que estaba seguro nadie encontraría.
No obstante, la culpa llegó a su sistema demasiado rápido, quedando aterrado por todo lo que hizo y porque tuvo que llegar a tal extremo para poder sentirse no tan miserable. Todo resultó ser un mar de sentimientos encontrados, ya que por un lado por fin era libre, podía hacer todo lo que él quisiera y seguir con todos esos planes a futuro que había formado durante años, podía intentar recuperar algo de su autoestima para variar, pero por el otro lado... Bien, se había vuelto un asesino, le había quitado la vida a alguien cuando posiblemente habían más soluciones para ese problema. 
Pasar la primera semana después de ese suceso fue casi imposible para él, ya había perdido mucho, pero no creyó que fuera como para caer tan bajo al punto de cometer ese pecado. No tenía ánimos de hacer absolutamente nada, por unos momentos creyó que tal vez debería morir. Ese día, en un miserable intento de evadir sus pensamientos salió, caminando hacia un parque cercano y evitando hacer contacto visual con absolutamente todo ser vivo que pasara cerca suyo.
Ese día conoció a Paraise, un muchacho lleno de vida, al inicio tan solo le agradó, pero debido a unos pequeños encuentros posteriores se terminó aferrando a él de una manera extraña. No reconoció ese apego como algo malo, en cambio pensó que el contrario era una clase de salvación para el sufrimiento al que había sido sometido esas últimas semanas. 
Fue el día que el muchacho le dijo que ya no se verían mas, que verdaderamente perdió la pequeña estabilidad que le quedaba. 
No podía creerlo, no podía. Paraise era lo único bueno en su vida, no debían quitarselo, no debía alejarse de él, no lo permitiría. 
Parecía aceptarlo más que bien, le pidió que antes de que ya no pudieran verse más le acompañara a su casa para donar unas cosas, a lo que el contrario aceptó de manera animada. Perfecto.
Lo atrapó en la habitación, por fin lo tendría únicamente para él. No tenía intención de hacerle daño, solo quería que estuvieran juntos, poder verlo sonreír y darle todos los buenos tratos que merecía, una mejor vida de la que parecía estar llevando en la iglesia. 
Pero el contrario no reaccionó así, no confiaba en él, no quería estar ahí. Era una lástima, pero ya no pensaba dejarlo libre, su egoísmo opacó el cariño que le tenía y por eso mismo frustró sus planes de liberarlo una y otra vez. Nunca lo forzó a que el contrario le dijera que le quería, ni demostraba ser mala persona, pero eran pequeños detalles de los que no se daba cuenta que terminaban aterrando más al muchacho. 
No supo cuándo ni cómo, pero un día se sintió tan herido que encerró a Paraise en el sótano, dejándolo salir poco después. Por si eso fuera poco, le confesó lo que él había hecho con su madrastra, que era un asesino, infundiendole más miedo del que hasta ahora le había dado. 
Las semanas pasaron, él intentó ser la mejor persona posible ante Paraise para que así el dejara de tenerle miedo, que lo aceptara y que pudieran vivir juntos en paz. El progreso era lento, pero pudo ir siendo aceptado por el muchacho a medida que el tiempo pasaba. 
Pero que Paraise no le tuviera miedo, o lo considerara alguien cercano no era suficiente, él quería más, necesitaba más. Sentía cosas por Paraise que nunca había sentido por nadie más, y aunque le costó, pudo saber que eran todos pensamientos y deseos eran causa de un solo sentimiento, el amor. 
Desde que aceptó lo que sentía hizo todo lo posible para que Paraise se sintiera seguro a su lado, le gustara estar con él, ya no le importaba si lograba hacer que sus sentimientos fueran correspondidos por el o no, tan solo quería que estuvieran juntos, ya fuera como amigos o como simples conocidos. Quería que su relación se asemejara más a la de una amista y no a la de la víctima y su secuestrador, ya no podía soportar pensar siquiera en que todavía había momentos en los que le trataba así. 
A pesar de ello, todavía el miedo le ganaba y no era capaz de dejarlo salir solo. Si el contrario llegaba a salir siempre era acompañado por él, no dejaba que se alejara mucho. Esos momentos donde él le tomaba del brazo o de la mano para guiarlo, sentía que su rostro se tornaba carmesí, pero le encantaba que estuvieran tan juntos e intentaba estar lo más posible hasta que el contrario le pidiera que se apartara. 
Fue muy paciente, en realidad no demostró ni confesó sus sentimientos, pero cuando quiso hacerlo al ver a Paraise siendo finalmente feliz con él, no quiso arruinar nada entre ambos y simplemente se mantuvo en silencio. En otras palabras, se acobardó. 
Cuando se le confesó estaba apunto de llorar, ya ni siquiera recordaba por qué, únicamente le dolía y le pesaba hacerlo, como si fuera algo malo. O tal vez fueron por todos los escenarios que se hizo en su mente que lo involucraban a él siendo rechazado y arruinando todo lo que le había costado meses construir. Pero contrario a todo lo que creía que pasaría o sentía, fue correspondido.
El amor entre ambos fue creciendo, le fue dando más libertad a Paraise, haciendo un esfuerzo por confiar en el. Su trabajo y carrera los cuales había descuidado un poco en ese tiempo se volvieron a estabilizar. Después de muchos sacrificios formó por fin una pequeña familia con el amor de su vida.
Por primera vez en muchos años por fin era genuinamente feliz con la vida que tenía. 
1 note · View note
Text
Sylar Reed ❪ Zombie!Verse ❫
↳⋮⇶ Nombre: Sylar Reed.  ̖́- 
↳⋮⇶ Edad: 43-44 años, pero aparenta 34.  ̖́-
↳⋮⇶ Orientación sexual: Demisexual.  ̖́- ↳⋮⇶ Nacionalidad: Británico.  ̖́- 
↳⋮⇶ Especie: Zombie.  ̖́-
                        « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
Nació justo cuando la invasión zombie comenzó, criándose así en un mundo que se estaba yendo a la mierda en cada segundo por causas desconocidas, ya que lo único que se sabía era que los zombies les atacaban. No tenían idea alguna de donde salieron o quienes fueron los responsables de su creación, y tampoco le interesaba mucho saberlo, él era un niño que apenas y sabía hablar. Pero que fuera un niño tan pequeño no fue un impedimento para él, en cambio, al ser tan pequeño y ser criado por unos padres tan fuertes, lo único en su mente era eliminar a todos los zombies posibles y sobrevivir para un nuevo amanecer. 
Así se crió, parecía aterrador, irresponsable y cruel la manera en la que ellos le criaban, ya que estaba creciendo con 0 empatía por los demás, solo queriendo proteger su propia vida y si podía la de sus padres, pero entre todo el pánico e histeria colectiva que tenía la mayoría de la población mundial, esa era la mejor opción. 
A los seis años mató a su primer zombie, era un niño muy pequeño, y mató a un niño igual de pequeño que él, tenía miedo, sí, pero sus padres lograron convencerlo y darle el valor suficiente para hacerlo. Una bala directo al corazón y todo se solucionó. El cuerpo sin “vida” cayó al suelo y a él se le cayó el arma de las manos, las cuales temblaban.
Después de ese suceso, matar se fue volviendo cada vez más natural para él. Llegando a matar a su propia madre antes de que la infección pudiese alcanzar su cerebro, eso pasó a los ocho años.
Su padre y él siguieron vagando unos años más, en búsqueda de algún grupo de sobrevivientes que le pudiesen ayudar, al que pudieran unirse. Siempre fueron solitarios y no necesitaban de nadie, pero su padre quería que el niño recuperara por lo menos un poco de la infancia que ellos mismos le arrebataron en post de que pudiese sobrevivir. Sí, como si a ese punto de su vida pudiese recuperar algo de lo que perdió. 
Fue un par de meses después de que cumplió doce años, que un grupo de sobrevivientes los hallaron a ellos. Ese grupo era muy distinto, y supieron la razón a los momentos de caer en su trampa. Los vieron como sobrevivientes débiles, así que mataron a su padre enfrente suyo, lo hicieron a sangre fría y le quitaron todas sus armas. Como si matarlo fuera poco, al cadáver de su padre lo tiraron a una horda cualquiera de zombies, mientras a él lo tomaron prisionero.
Un par de semanas después su turno llegó, según las palabras de los guardias de esa celda que compartía con otros pocos prisioneros que cayeron en el mismo engaño. No entendía a qué se refería, pero no le daba buena espina, en especial cuando todas esas personas se aferraron a él con miedo, gritándole a los guardias que era muy pequeño para que le hicieran aquello. Tomó una bocanada de aire y se apartó de todas esas personas, saliendo de la celda voluntariamente, antes de que a los guardias se les ocurriera lastimarlo. 
Los guardias le llevaron hasta un tipo de “arena de pelea”, las únicas luces que habían eran artificiales y leves, a excepción del pequeño tragaluz en donde entraba toda la luz que brindaba la luna. El ambiente era asqueroso, olía horrible y los gritos de las personas le aturdía. Avanzó unos pasos, notando como la puerta detrás suyo se cerraba por obra de los mismos guardias. Tan solo observó la puerta contraria, tenía mucho miedo, apenas podía moverse, no sabía qué demonios esperar de aquellas personas. 
La puerta contraria se abrió, un zombie encadenado salió de ahí, siendo guiado por otros guardias. El zombie también se alteró al parecer, porque de esa actitud tan distraída y mirada perdida se empezó a mostrar molesto, dio unos gritos y gruñidos extraños, empezando a moverse de un lado a otro de una manera que él no había visto antes, tratando de separarse. Los guardias le soltaron y cerraron la puerta, el zombie se dirigió a él. Sus pasos no eran tan lentos como los de un zombie cualquiera, pero tampoco podía decir que fuera algo impresionante. 
Seguía con miedo, pero tenía que reaccionar y moverse para sobrevivir y matarlo. Por suerte y para pura conveniencia suya los guardias no le habían quitado sus armas, que siempre tenía escondidas entre sus ropas y no usaba si no fuera realmente necesario, ya que su padre por la culpa intentaba matar a todos los zombies por él. Como fuera, sacó su revólver y apuntó a la cabeza del zombie, disparándole justo antes de que este se le lanzara encima, moviéndose un lado para que el cadáver cayera y pegara su cabeza con la puerta de metal. 
Suspiró aliviado y se limpió unas gotas de sangre del rostro, no quería contaminarse, a pesar de que sabía que se necesitaba mucho más que eso para hacerlo. Vio a toda la bola de inútiles, sus rostros tenían expresiones sorprendidas, aunque tan solo duró por unos segundos ya que después siguieron gritando como si hubieran presenciado un gran espectáculo. 
Intentó verse fuerte, pero la falta de comida lo tenía tan débil que poco a poco empezó a marearse y a debilitarse hasta caer al suelo. Observó el techo, estaba tan cansado... Tal vez dormir un poco le vendría bien... 
.
Un par de años pasaron y él se volvió la principal atracción de toda esa bola de enfermos, le daban armas variadas y zombies de manera casi diaria para que enfrentara. Pero ni así detuvieron los asesinatos de otras personas inocentes, cosa que a él no le interesaba demasiado, pero le parecía muy contradictorio que estuvieran sufriendo la extinción de la raza humana y se mataran entre ellos por puro entretenimiento. Lo único bueno de toda esa mierda es que conseguía darse un baño y comer más seguido, así como había obtenido una “habitación propia”, la cual era una celda un poco más pequeña que la que estaba compartiendo con los demás prisioneros, pero era solo para él. 
Y a pesar de todos los “cuidados”, se negaba a aceptar ese hoyo infernal como un hogar. 
Cuando estaba apunto de perder la esperanza, cuando ya había decidido que no tenía otra escapatoria aparte de la muerte, lo que parecía ser un grupo de sobrevivientes llegó a ese lugar. Acabaron con todas esas horribles personas, rescatando a los pocos prisioneros que quedaban ahí. A él también lo rescataron, no se veían muy sorprendidos pero si se llegaron a sobresaltar un poco cuando lo encontraron en la arena con un cadáver putrefacto a escasos metros de él. 
Lo llevaron con ellos en esa caravana, no sabía a dónde irían o si le llevarían a un lugar mucho peor, pero se enteró de todo eso durante el camino, ni las amenazas que le dieron sobre que guardara silencio lo lograron callar, solo las respuestas que lograron convencerlo. 
Al final resultó que no eran malas personas, que de hecho tampoco eran un grupo de sobrevivientes como tal. Eran tan solo un escuadrón militar, una pequeña parte toda una ciudad, un tanto vacía y lúgubre, pero una ciudad. Esa noche que pasó junto con los demás refugiados, por fin pudo dormir tranquilo. 
Los meses pasaron, durante ese tiempo él se había logrado entrar a la militar, no les importó mucho su edad, unos pocos (los encargados de esa misión de rescate, para ser exactos) ya sabían quién era él, los informes llegaron claros por parte de un infiltrado, eso facilitó su proceso para entrar a ese lugar y ya a sus quince años era un cadete en entrenamiento. 
Los años posteriores a esos no son tan relevantes, tan solo fue él, conociendo a Chris, Aaron y Chekov, quienes eran prácticamente de su misma edad a excepción del último, uniéndose a un escuadrón cuando por fin le consideraron listo. 
Estuvo bastantes años peleando no tan solo por su propia vida, sino por asegurar un mejor futuro para la raza humana, por el miedo de ver a más niños corriendo el mismo destino que él. Misiones y más misiones, que dejaban complacidos a todos sus jefes y a pesar de que siempre habían bajas podía considerar que hacía un muy buen trabajo. Su desempeño y la lástima que le había provocado a sus superiores desde el primer día hizo que ellos terminaran confiandole muchos secretos y cosas confidenciales a medida que el tiempo pasaba. 
Le gustaba ir de escuadrón en escuadrón, participando en tantas misiones como pudiera, pero eso se acabó un día, ya tenía 34 años, le dijeron que ya debía tener un escuadrón por sí mismo, que debía ser el líder del mismo y que encima de todo ello, él debía entrenarlos. Eso lo molestó mucho, pero se resignó a las pocas horas y aceptó, después de todo tal vez hasta sería más fácil. 
Se equivocó. 
Eran una jodida bola de desastrosos, vagos, inútiles. Solo unos cuantos tenían una condición física aceptable. O al menos así quería verlos ellos, era el justificante que siempre se ponía a sí mismo para el trato tan severo que les proporcionaba desde el primer día. 
Los cadetes se hartaron en poco tiempo y empezaron a esparcir rumores por todos lados, al inicio le parecía normal ya que a sus 34 años había escuchado demasiadas tonterías en forma de rumores, pero luego ni él mismo pudo soportarlo. Habló con ellos y todo mejoró, así como él se odió un poco por ser tan suave, pero ya no había marcha atrás. Empezó a ser más amable y sus alumnos también eran más amables con él, pero ni por eso dejó de ser estricto. 
Se empezó a acercar a uno de sus alumnos, Dick Grayson. En un principio solo lo hacía por no tener nada más que hacer, pronto el muchacho le empezó a caer bien y terminó en una extraña tensión sexual de la que apenas se daba cuenta, pero cada que lo hacía su rostro enrojecía de vergüenza. 
Pronto pasó lo que tenía que pasar, primero negó bastante la atracción que tenía hacia el menor, a pesar de ser tan molestado por esos dos malos amigos que tenía. Al final no ocultaron más su atracción, se correspondieron y poco después formaron una relación. 
El escuadrón estuvo listo meses después y tuvieron su primera misión y tal como se esperaba de él, fue exitosa. Esa racha se mantuvo durante mucho tiempo más, las misiones eran cada vez más complicadas, mientras la relación que tenía con Dick progresaba aún más, se enamoró perdidamente de él entre un punto del entrenamiento y la primera misión.
Todo era demasiado bueno para ser verdad, y por eso la vida tuvo que joderles de nuevo. 
Durante una misión terminaron acorralados por una horda de zombies de la tercera generación que tanto habían buscado e intentado detener, eran muy extraños y no estaban enteramente preparados para ellos, así que considerando bien la situación decidió sacrificarse, arrebatándole la última arma a su pareja, dándole un pequeño beso y palabras de despedida al amor de su vida y corriendo rumbo a una dirección contraria a donde se debían dirigir para volver a la ciudad. Milagrosamente todos los zombies le siguieron, parecían estar enojados con él, menos mal. 
Tardaron mucho en atraparle, de hecho por un momento hasta creyó que podría volver a la ciudad, si era lo suficientemente silencioso y cauteloso, pero a medio camino le atraparon y mordieron múltiples veces, acabando con su vida. En sus últimos momentos solo pudo pensar en esa persona que tanto amaba y que nunca podría volver a ver.
Estaba confundido, no sabía qué era, dónde estaba. Actuaba mayormente por instinto y los que parecían ser similares a él no le hacían mucho caso, aunque lo fueron aceptando, algo seguía estando mal con él y todas esas criaturas que le rodeaban. 
Le costaron meses, pero pudo ir recordando cosas y relacionarlas entre ellas, a la par que era aceptado por la horda y volviéndose el líder debido a su inteligencia muy superior a la de ellos. Todas sus acciones eran con dos motivaciones: la comida y el amor. Eran cosas básicas, pero únicamente le importaba alimentarse y volverse a encontrar a esa persona que recordaba tan claramente y provocaba que su corazón latiera con fuerza. Protegía a su horda diciéndose a sí mismo que solo lo hacía por beneficio propio, pero ya se estaba encariñando con ellos.
La vida fue generosa con él y no tan solo pudo encontrarlo, sino que también atraparlo y conseguir comida suficiente para toda una semana. Triste fue ver que la persona a la que tanto amaba parecía estar incómodo, asustado, asqueado incluso. Doloroso fue que le golpeara y que prefiriera a esas personas extrañas en esas ropas tan molestas antes que él, pero se tragó ese dolor y le mordió, esperando que así pudiesen estar juntos el resto de la eternidad, que fueran iguales, pero no funcionó. Al final los dejó ir, evitando que cualquiera de la horda le siguiera o les mordieran.
De ahí en fuera, no supo cómo ni cuándo, pero en un abrir y cerrar de ojos estaba en un lugar aparentemente desconocido, lejos de su horda, de su hogar. Su cabeza dolió mucho cuando observó bien esa habitación, se quejó una y otra vez pero lo que realmente le sorprendió fue ver a esa persona frente suyo. Intentó llamarlo ya que recordaba su nombre con claridad, pero solo salían gruñidos extraños de su boca. 
Le costó mucho adaptarse a ese nuevo estilo de vida, donde apenas y tenía algo para comer, donde debía estar escondiéndose y tenía que usar ciertas restricciones para no hacerle daño a los “humanos”, pero sin importar lo mucho que sufriera, era genuinamente feliz estando al lado de Dick. 
Pero pasó lo que tarde o temprano tendría que pasar, un día los descubrieron a ambos. Los encerraron en celdas, una estaba junto a la otra, lo que lo hacía frustrante, ya que podía escucharlo a pocos metros de distancia suyo y no podía hacer nada al respecto.
Llegó a perder la noción del tiempo, y sabía que su pareja también. 
Un buen día lo metieron a su celda, ese mismo día tuvieron algo a lo que Dick se había referido antes como “sexo”. No entendía por qué, si debían planear cómo escapar, no era tiempo para hacer esas cosas. 
Después de eso no pudo verlo durante unos tres meses más, pero cuando lo hizo detectó un olor extraño, proveniente del vientre del menor. Se acercó y no dejó de observarlo y escucharlo. No entendía que estaba pasando, pero después de varios intentos de su pareja de explicarle pudo entender que tenía un pequeño humano en su estómago y que era culpa suya, también de que podrían ser libres cuando el pequeño humano saliera.
Siguieron encontrándose durante el pasar de los meses, el tiempo que pasaban era poco y siempre eran vigilados, pero eso no importaba porque estaban juntos. Dick empezó a explicarle lo que era formar una familia y él tardó en entenderlo pero pudo hacerlo.
Se encariñó con el pequeño humano, creyó que las patadas que daba el pequeño humano eran sinónimo de que el sentimiento era mutuo. Ya no quería salir y dejarlo, quería que salieran los tres libres como una familia. 
Cuando el bebé salió del cuerpo de Dick, a él no lo liberaron, y tampoco vió a su pareja. Eso lo desesperó, estuvo gritando y golpeando el vidrio de esa celda de gran seguridad de manera seguida, pero ni por eso lo dejaron ir. Se dejó caer al suelo, pero ahí fue cuando las luces blancas se volvieron rojas, y varios de los científicos y guardias corrían de un lado a otro desesperados. 
Pronto fue libre. Pronto buscó a su familia. Pronto se reunió con ellos y los sacó de ahí. Juntos formaron un hogar. 
1 note · View note
Text
Sylar Reed  ❪ Vampire!Verse ❫
↳⋮⇶ Nombre: Sylar Reed.  ̖́- 
↳⋮⇶ Edad: Aparenta unos 22 años, en realidad tiene unos 230 años.  ̖́-
↳⋮⇶ Orientación sexual: Demisexual.  ̖́- ↳⋮⇶ Nacionalidad: Irlandés.  ̖́-
↳⋮⇶ Raza: Vampiro, duh.  ̖́-
                           « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
Hijo de una bruja en un viejo y pequeño pueblo irlandés que era apegado a sus raíces parecía ser algo bueno, y lo era. Muchas personas en el pueblo les conocían, eran buenos con ellos y a él incluso lo protegían. A su madre la respetaban los pueblerinos e incluso otras brujas y criaturas mágicas, así que él tenía la mejor de las protecciones. Su padre también era alguien de temer, quien a pesar de ser un marginado toda su vida al punto de terminar en ese pueblo que estaba casi en medio de la nada, el también tenía la fuerza y valor suficiente para proteger a su hijo. 
Era una pequeña familia feliz. Los problemas siempre se solucionaban tarde o temprano, su madre siempre cuidaba de ambos, su padre siempre trabajaba para contribuir a la economía del hogar y él intentaba ser obediente y responsable, así como aprender mucho para algún día ayudar a su madre con el trabajo. 
Incluso esa “maldición” que tanto le advertía su padre que le arruinaría la vida resultó ser agradable, las sombras se volvieron sus únicas amigas, y ellas sin duda alguna obedecían todas sus órdenes, sin importar su poca edad. Eso alivió mucho a sus padres, y a él también lo hubiera aliviado, pero desde un inicio él nunca tuvo miedo. 
Con una infancia tan tranquila y feliz, lo que menos se le ocurría es que un día la muerte tocaría a su puerta, pero fue exactamente lo que pasó. 
Unas personas de la “iglesia” se establecieron en su pueblo, estuvieron un tiempo ahí hasta que los pueblerinos empezaron a aceptar las ideas que ellos daban. Su familia “abandonó” el pueblo, mudándose a lo más profundo del bosque. Pero eso no los protegió mucho, ya que a los oídos de esas personas llegó la noticia de que en el pueblo no había una sola bruja, sino muchas, eso enloqueció a la horda de personas que habían ahí, y pronto iniciaron las quemas de las mismas. Y por supuesto, a pesar de ser varias, había una que resaltaba entre todas, y ella era Neasa. 
A su madre no le tuvieron miedo o respeto alguno, la atraparon en un pequeño descuido. La ataron en una cruz y la quemaron. Así de simple pareció, pero para él fue un jodido infierno, en especial cuando vio cómo trataban el arrebato de una vida humana como si fuera algún tipo de espectáculo, como la tachaban de ser un ser enviado por el mismo demonio. No entendía el odio de esas personas hacia lo que era diferente, a lo que era especial, tampoco entendía por qué la condenaban sin juzgarla o conocerla siquiera. 
Quería pedirles que se detuvieran, quería liberar a su madre, quería salvarla de esas personas tan horribles, pero no lo hizo. Lograron intimidarlo, lograron dejarlo paralizado en medio de una horda de personas que tampoco podían creer lo que estaba pasando y mientras varios estaban dudoso de si realmente era correcto defenderla, preguntándose si eso no los llevaría a la condena de su alma por la eternidad, otros estaban tan impresionados y/o temerosos como para siquiera intentar algo, justo como estaba él. Su padre, quien le acompañaba, solo lo sujetó de la mano fuertemente para que no intentara hacer nada estúpido, mientras intentaba ocultar más el rostro de su hijo y el propio.
Después de ese traumático suceso, no habló, no jugó, ni siquiera le hizo caso a las sombras que parecían estar preocupadas por él, mucho menos le hizo caso a su padre. Ese comportamiento duró por lo menos un mes entero. Parecía estar muerto, pasando esa tarea de cuidar enteramente de él hacia su padre y las sombras. Lo cual fue muy difícil, ya que inmediatamente después de la muerte de su madre dejaron el pueblo, no pensaba poner en riesgo la única familia que le quedaba. 
Vagaron durante mucho tiempo, años. Su rutina era establecerse en un pueblo, darse la mejor vida que pudiesen y retirarse cuando ya estaban llamando mucho la atención, ya que se corrió la voz de que la terrible bruja que habían asesinado había logrado tener una familia, que habían sobrevivido a la quema y que eran un peligro para las personas, así como también tenían descripciones físicas de cada uno.
La vida se volvió difícil y él no tenía día alguno sin que se sintiera miserable y culpable por la muerte de su madre, su padre se sentía igual, pero a pesar de ello nunca lo demostró. 
No tenían hogar, no tenían a donde ir, la iglesia los perseguía y las sombras se habían puesto en contra de ambos. 
Fue un día que su padre no pudo seguir, que ya no tenía esperanzas de salir con vida de esa situación y se quitó la vida, intentando llevarse a su hijo consigo. Está de más decir lo traicionado que Sylar se sintió, el sufrimiento que esa pequeña acción de su padre le causó. Se volvió inestable a raíz de eso, culpó y maldijo con todas sus fuerzas a aquellos religiosos que según él, le habían quitado todo. 
Los años pasaron una vez más, y a medida que él iba creciendo su odio también, llegando a herir a personas inocentes nada más porque él creía que lo merecían, porque “apoyaban las ideas de unas personas desalmadas y corruptas”. Fue cuando se dio cuenta de que se estaba volviendo igual que ellos por la manera en la que quería combatir las injusticias de la iglesia católica que decidió poner fin a su propia vida. Era algo extremista, pero él no podía soportar la idea de ser igual que ellos, de volverse el monstruo que siempre le dijeron que era.
Y en vez de quedarse en la tierra, fue a parar al maldito infierno. 
Al puto y jodido infierno. 
Ha, así que si era real. 
Como sea, estuvo ahí un tiempo, nada impresionante en realidad, pero pudo notar que todas las religiones fallaron y acertaron en algo sobre el infierno, algo muy simple y estúpido; era un lugar con temperaturas extremas. Por supuesto que prefirió estar todo el tiempo de su estadía en el lugar más frío, ya que no habían intermedios.. Y tampoco habían libre albedrío o elecciones propias en ese lugar, pero eso a él le chupaba un huevo.  
Otra cosa horrible de ese lugar es que las torturas y el tiempo que pasaba hacían que te diera la sensación de que todo era eterno, pero podía manejarlo bien, lo hacía después de todos los años que pasó siendo torturado por las sombras.
Pero, en un parpadeo ya estaba en su cuerpo. No falta decir que cuando abrió los ojos un fuerte instinto se apoderó de él, no opuso resistencia alguna a ello y se dejó guiar completamente por él para satisfacer sus deseos, ya que estaba tan confundido y hambriento. Cuando por fin recuperó la conciencia tenía en los brazos a una mujer, bastante joven, sus ojos estaban completamente blancos, tenía heridas en el cuerpo, su rostro tenía todavía una expresión de horror y había una marca muy característica de dos puntos en su cuello, junto con algo de sangre saliendo de los mismos. Con tan solo verla pudo saber que estaba muerta, era confuso, pero no le tomó mucho para saber qué era lo que le pasaba, qué era él. 
Soltó el cuerpo como si no le importara, porque así era, estaba más asustado por darse cuenta de que había vuelto a la vida y que si antes era considerado un fenómeno, ahora si era un maldito monstruo. Escuchó como el golpe del cadáver pegando en el suelo había alertado a las personas del pueblo, como las luces de las casas se empezaban a encender, así que alarmado huyó lo más rápido que pudo, ocultándose en el bosque. Ese era el inicio de una nueva vida, una segunda oportunidad para vivir, aunque él dudaba que fuera algo bueno.
Tuvo la razón al dudar, su nueva vida siendo una criatura de la noche era horrible, lo peor era el temor que tenía ahora de quitarse la vida, ya que no sabía si lo dejarían descansar o se quedaría vagando por la tierra o se volvería algo peor que un vampiro. Por esas y más razones tuvo que soportarlo, y vaya que lo toleró. Llegó a los doscientos años sin suicidarse y logró establecerse por fin en otro país, sabiendo que eso le vendría mejor a él y el estilo de vida medianamente pacífico que intentaba mantener. 
Otros 22 años más pasaron, el estaba bien establecido en su cabaña en el bosque de un pueblo que le recordaba mucho a su viejo y único hogar. Vivía sin necesidad de enfrentarse a otro cazador o a algún vampiro por querer controlar o ganar terreno. Si necesitaba alimentarse recurría a agarrar personas de la iglesia cuando salían de ella o de marginados y enfermos, después de todo el no se enfermaba y a pesar del mal sabor de su sangre eso lo alimentaba, aunque admitiría que a veces se daba unos pequeños gustos alimentándose de las personas que se sentía atraído por el olor de su sangre. 
Creyó que su estilo de vida tranquilo y solitario continuaría así por muchos años más, pero ahí fue cuando se topó con un cazador, que parecía ser demasiado joven y valiente. Se enfrentó a él y supo desde el primer minuto que no ganaría esa batalla, el muchacho era demasiado hábil y él estaba demasiado oxidado. Escapó antes de sufrir mucho daño o de verse forzado a matarlo. 
Tuvo más encuentros con él y llegó hasta a salvarle la vida, por supuesto que ello tuvo un precio, y ese era que el pequeño cazador se volviese su banco de sangre personal, aunque él también tuvo que aceptar a no alimentarse más que una vez a la semana y no matar a nadie. 
Bien, siguieron esas reglas un tiempo más, hasta que al cazador se le ocurrió irse un buen rato del pueblo, y eso estaba bien, no le interesaba lo que hiciera mientras le dejara comida, el problema fue cuando notó el característico olor del agua bendita en ella. A raíz de eso, lo dejó incapacitado durante todo un mes. 
Y hasta la fecha, no se arrepiente de haberlo hecho. 
Cuando lo dejó incapacitado lo empezó a visitar, su corazón se ablandó un poco y decidió que estaría yendo todas las noches durante el mes completo, volviéndolo un hábito a la semana. A veces comentaba sobre su vida, preguntaba sobre la del contrario, le llevaba libros para que leyera y en otras incluso se iba temprano por algún descontento. 
Pero fue un día, que decidió morder el cuello del muchacho para alimentarse, que se supone era algo normal en la vida de ambos, hizo que la situación se tornara bastante extraña, ya que el veneno que soltó con sus colmillos fue una clase de afrodisiaco para el cazador, mientras él empezó a desarrollar un tipo de deseo carnal hacia el. Ambos quedaron marcados por esa situación y se notaba, desde ese punto toda la sangre que tomara debía hacerlo desde un frasco. 
Fue al final de la penúltima semana que decidió entregarle unas medicinas al cazador que él mismo había fabricado para que pudiese curarse de una buena vez y no sintiera pequeños dolores luego. Inmediatamente después de entregarle esas medicinas, se dio cuenta de lo que había hecho y avergonzado por lo mismo huyó de la cabaña sin decirle nada más. Escondiéndose en la suya y no saliendo de ahí durante muchos días, sin importarle si tenía hambre o no.
Otras tres semanas pasaron, y aunque no se reconocía ni así mismo por la manera en la que sus más bajos instintos le exigían alimentarse y los ataques que tenía donde perdía el control por ello, no salía de la cabaña. 
Escuchó unas pisadas familiares acercarse a la puerta, detectó un aroma muy familiar y que le atraía y le gustaba, por eso cuando el cazador apenas abrió la puerta, este se le echó prácticamente encima, forcejeando y llegando a pelear contra el nada más para alimentarse, hiriendolo bastante en el proceso e inmovilizando al muchacho completamente con el uso de las sombras cuando por fin se aburrió de juegos. Lo mordió y bebió suficiente sangre como para dejarlo inconsciente, cosa que extrañamente lo horrorizó cuando volvió a sus cinco sentidos. 
Desde ese pequeño incidente él se hizo cargo del cazador, no lo dejó irse de la cabaña, de hecho ni siquiera dejaba salirse de la cama más que para ir al baño o para que se aseara, y en eso último él le ayudaba. Ya no ocultaría ese comportamiento suave que tenía cerca del cazador, ya quería sacarlo de su vida incluso y en el proceso casi lo mataba.
A medida que el muchacho se iba recuperando el le iba dando más libertad, y por una simple pregunta que le hizo fue que aprovechó para besarlo y confesarse, por supuesto que no esperaba una respuesta positiva de su parte, pero ver que no le apartaba a golpes asqueado o le cortaba la cabeza de un tajo con una daga fue alentador... Y el inicio de una relación mucho más complicada entre ambos. 
Pero todo fue cuestión de tiempo para que él cayera perdidamente enamorado del cazador y lo reconociera como tal, no tan solo como una atracción que ni siquiera podía determinar a qué demonios se debía, de la que luego creía que era algo pasajero y que desaparecería en cualquier momento. Y no solo eso pasó, el cazador empezó a corresponderle, que fue algo que lo hizo feliz y solo reafirmó sus sentimientos hacia el. 
Llegó el punto donde ambos por fin se volvieron una pareja, donde se prometieron amarse y cuidarse uno al otro, y como buena pareja que eran, podían tener peleas, desacuerdos o problemas, pero juntos siempre superaron las adversidades y siempre lo harían. 
Tanto tiempo juntos hizo que se decidieran de una buena vez y quisieran tener un hijo, y lo lograron, tuvieron a Selim, un pequeño bebé con ojos tan extraños como el padre pero con la tonalidad de la madre, un cabello de color negro y una piel clara pero no pálida. Una particularidad de él, es que era un dhampiro, debido a su raza y similitudes con ambos no estaba seguro de cómo es que lo tuvieron y estaba demasiado avergonzado de eso como para preguntarle a su amor, pero estaba seguro de que fue gracias a un favor que le debía una bruja a él. Así lo asumió, aunque eso estaba muy lejos de la realidad.  
1 note · View note
Text
“Jade” ❪ Mascota!Verse ❫
↳⋮⇶ Nombre: Sylar "Jade” Reed.  ̖́-
↳⋮⇶ Edad: Aparenta unos 30 años.  ̖́-
↳⋮⇶ Orientación sexual: ¿Qué es eso?  ̖́- ↳⋮⇶ Nacionalidad: No lo sabe.  ̖́-
↳⋮⇶ Raza: Gato bombay.  ̖́-
                          « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
No conocía mucho de su origen, por lo que le dijo su madre, él era la única cría que sobrevivió de una gatita que a pesar de verse de raza pura, era callejera. Y como si haber sido la única cría, la gatita que lo dió a luz no resistió mucho tampoco, desfalleciendo cuando la llevaron al veterinario para ver su estado después del parto. Aún así, su madre no se rindió y decidió adoptarlo, darle un mejor lugar para vivir. Tenía entendido que su crianza fue muy complicada y cansada, que durante muchas veces estuvo en riesgo de morir, que ella a pesar de no tener responsabilidad alguna hizo hasta lo imposible para mantenerlo con vida y darle los mejores cuidados. 
Y lo logró, él creció lentamente pero lo hizo, pronto era un gatito fuerte y sano, feliz y disfrutando la crianza y los mimos que le daban. Se ganó por completo los corazones de aquella pareja que le cuidaba. 
Los años pasaban, y él siendo un gato parecía envejecer como si fuera un humano normal, su apariencia no cambiaba mucho en cuestión de meses como solía ser con los de su raza. Eso espantó un poco a quien él ya consideraba su madre, pero ni así la mujer decidió ir al veterinario si el minino estaba bien, porque él se comportaba mejor que nunca. 
Fue durante su cuarto año de vida, que casi mata a sus padres de un susto al adoptar una forma muy distinta a la que solía tener. Su cuerpo era el de un niño humano, de su espalda baja salía una peludita y pequeña colita de gato, mientras de su cabello sobresalían un par de orejas bastante curiosas. No era consciente de la gran explicación que le debía dar a la pareja, pero eso no fue tan necesario, ya que después de responder un par de preguntas ellos parecieron aceptarlo más que bien. Mejor para él, que tampoco sabía a qué se debía esa forma tan curiosa que tenía. 
Desde ese día tan bizarro que tuvieron, el se transformaba en humano más a menudo. Sus padres le daban el mismo cariño de siempre, así como también le enseñaron muchas cosas de la vida común de los humanos; como se aseaban, como comer con cubiertos, como leer y escribir y contar, como hablar incluso. 
Recibió educación en casa, cuando salía siempre ocupaba un abrigo que cubría su colita y un gorrito para ocultar sus orejitas. Según sus padres, él era el hijo que siempre quisieron y que nunca pudieron tener, que era un pequeño lucero para ambos. 
Pero después de todos esos momentos felices, vino la tragedia. 
Su madre enfermó, ningún doctor se explicaba qué era lo que padecía ella. Los tratamientos no ayudaban mucho, cada día estaba peor al punto de que la tuvieron que internar. A los pocos meses ella terminó por fallecer, cuando él solo tenía ocho años. Toda esa semana se mantuvo en su forma gatuna, rehusandose a hablar con su padre, llorando y lamentándose en soledad por la pérdida. 
Después de eso se aferró a el, ya que era la única familia que le quedaba... O eso intentó, por lo menos, porque cuando vio como su padre a los pocos meses se conseguía a otra mujer se sintió traicionado. Ella era una mujer horrible, horrenda, fea, que no tan solo no le inspiraba absolutamente nada de confianza, sino que aparte ella despreciaba a su madre, sin razón alguna. Ah sí, y tenía dos hijas que eran horribles, una tortura para él. Y ni decir sobre el hecho de que su padre le había prohibido rotundamente a transformarse en humano desde el día que esa mujer se mudó a su casa, eso le dolió tanto, pero lo aceptó en silencio, después de todo, sabía que no todos lo iban a aceptar tan bien como lo hicieron sus padres.
Una vez más pasaron los años, el ya había cumplido 12 años y la relación que tenía con sus padres se había deteriorado bastante. Se comportaba como un gato normal, incluso cuando estaban solos, haciendo que el hombre recibiera incluso burlas de esas dos horribles mocosas que se habían metido a su hogar por la fuerza y sacado de su propia habitación. A pesar de eso, el hombre parecía ser feliz con esa mujer, así que él no se quejaba o se transformaba en humano enfrente de ella para ahuyentarla del susto. Nuevamente falló con su pronóstico, su padre no era feliz, y él nunca se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde. 
Una noche quiso dormir en la habitación de su padre, ya que dormir en la alfombra de la sala no le daba el calor suficiente y era horrible estar así en pleno invierno. Se levantó, estiró y corrió hacia la habitación, empezando a rascar la puerta con insistencia. Después de todo, ella estaría fuera hasta tarde con unas amigas, según le había dicho a su padre. Notó que no había respuesta, así que se detuvo para no despertar a las demonios de la otra habitación y decidió transformarse para abrir la puerta. Cuando entró, quedó horrorizado por la escena tan simple pero aterradora para un niño de su edad. 
El cuerpo inerte de su padre se hallaba tirado en el suelo, habían cantidades grandes de sangre en el mismo y en sus muñecas habían unos cortes grandes y horribles. Se tapó la boca para ahogar un sollozo, pero de todos modos hizo demasiado ruido, despertando así a las hermanas. Cuando ellas llegaron a la habitación, el niño se había transformado en un gato nuevamente, pero no se había apartado ni un poco del cuerpo de su padre, le observaba con profunda tristeza. Las chicas gritaban desesperadas, maldijeron incluso, fueron a llamar a su madre y él empezaba a escuchar todo distante y ver borroso, para perder la consciencia segundos después de ello. 
No supo cuánto tiempo pasó, pero cuando despertó ni siquiera se encontraba en su hogar, pero el movimiento lo identificó de inmediato como un automóvil. Así que estaban en un automóvil, bien pero, ¿Por qué? Se intentó mover pero no pudo, sus patitas estaban amarradas, su pequeño cuerpo dentro de algo plástico... Una bolsa. Se empezó a remover, todo estaba completamente oscuro. Se intentó transformar y con ello pudo romper los amarres y la bolsa, aunque le dolió bastante. Justo a tiempo el auto se detuvo, y escuchó como unas puertas se abrían y cerraban, así como unos pasos se acercaban a la cajuela. Se transformó nuevamente a su forma gatuna, observando con miedo a la puerta, hasta que se abrió. Unas manos le tomaron con fuerza, la persona empezó a maldecir y el reconoció de inmediato de quien era la voz, esa horrible mujer. Empezó a forcejear y maullar con miedo, pero la mujer después de mucho forcejeo y pelea lo tiró a ese gran bote de basura. 
Estaba espantado y solo, no pudo siquiera despedirse de su padre de manera definitiva, ni de su propio hogar. Le dolía tanto, esa mujer llegó a su vida solo para arruinarla y el no pudo hacer nada al respecto. Le quitó su habitación, le quitó todos sus juguetes, le quitó su libertad, le quitó a su padre incluso. Ese día lloró como nunca lo había hecho, en ningún momento intentó buscar ayuda, porque, ¿Quién ayudaría a un fenómeno?
Años después de pura soledad ya había hecho de las calles su hogar, sabía andar por cada rincón, sabía conseguir comida medianamente decente y defender su territorio. También tenía la reputación de cuidar muy bien a los bebés de las gatitas abandonadas y que tenían poco de dar a luz, todo porque a pesar de lo feliz que fue, no quería que a ningún otro minino le pasara lo mismo que a él le pasó, sabía que no todos tendrían la misma suerte que tuvo él.
Un día cualquiera, estaba descansando encima de las cajas que formaban su pequeño imperio gatuno y otras minorías de diversas razas, cuando un gato entró al callejón siendo acompañado por un perro, ambos venían escapando de los integrantes de la perrera. El corrió, hizo lo posible para que esos gatos mucho mayores a él (que no entendía por qué envejecían tan rápido) escaparan y se salvaran, así como también lo hizo por las gatas y por sus crías, así fue como lo atraparon.
Una vez en la perrera el estaba ansioso por salir, sabía que moriría si se quedaba ahí, que no pertenecía ahí. Su hogar eran las calles, le había costado tanto tener una vida decente, y pronto había involucrado a muchas personas más. Una pequeña oportunidad se presentó cuando un muchacho bastante joven entró a la habitación donde el se encontraba enjaulado y hablaba con él usando una amabilidad que por más genuina que fuera, el no se permitió caer en ella. 
Al parecer le dió buena impresión al muchacho, porque en poco tiempo le había nombrado de otra manera y ambos ya estaban rumbo a lo que pretendía ser su nuevo “hogar”. Sí, claro, como si el fuera a permitirlo.
Cuando entraron a la casa del muchacho lo primero que sintió fue pánico. Sí, fue pánico porque no sabía en dónde esconderse, apenas había muebles en ese lugar donde pudiese ponerse debajo, y él no era un gato para nada pequeño. Por esas razones, cuando el humano lo tomó en sus brazos tan solo se quejó y nada más, ya que sabía que no podía escapar. 
Y al final, no quiso escapar. 
Paraise era todo lo que él había deseado durante años. 
Era un dueño amable, que le daba todo su cariño, y ese cariño era recíproco, pero quería que se notara, que no le quedaran dudas de que él lo quería igual, que estaría agradecido toda su vida por sacarlo de las calles y demostrarle que no todos los humanos eran igual de malos. 
Lo intentaba proteger, intentaba alegrar su día, intentaba no molestarlo. A pesar de que no siempre lo lograba, tampoco hacía un mal trabajo. 
Su vida se había vuelto estable, se volvió todo un minino doméstico en cuestión de días, pero todavía algo faltaba, algo que involucraba a ambos y que había ignorado desde su llegada y aún más desde que se encariñó. 
Y eso era el hecho de que él era un fenómeno. 
Debía encontrar el momento perfecto para confesarlo, pero el miedo lo invadía y lo hacía temblar apenas pensaba en ello. No tenía el valor para decirle la verdad, ni siquiera en cartas. 
Fue el día que le iban a castrar, que después de la rutina de la mañana y de un relajante baño, se transformó cuando estaba en la soledad de su cuarto y esperó a que Paraise entrara a buscarlo. Cuando por fin entró a la habitación no quedó triste ni decepcionado con su reacción, de hecho, quedó impresionado y hasta feliz por la reacción que había provocado en él, y aún más feliz por la aceptación que tuvo hacia él. 
Ambos siguieron viviendo juntos, el cariño nunca disminuyó ni se formó un ambiente extraño por su revelación. En cambio estaban más unidos que nunca, Paraise lo seguía queriendo como siempre y él lo quería aún más que antes. 
El no vio un cambio significante, por más que los meses pasaran y las estaciones cambiaran, el seguía sintiendo todo igual. Seguía obteniendo toda la atención y cuidados por parte del humano, su humano. Era tan feliz con él, más que nunca, y eso lo expresaba diariamente con cualquier muestra de cariño. 
Pronto, los deseos de estar toda su vida a su lado se presentaron, el creyó que era normal, ya que como su mascota estaría con el hasta la muerte. La cosa cambió un poco cuando un deseo de tener crías surgió. Pero no era tener crías con cualquier fémina de su especie, era el deseo de tener crías con Paraise. No sabía a qué se debía eso, pero lo vio con normalidad, con inocencia. 
O así fue, hasta que unas palabras del muchacho en tono tan dudoso y tímido arruinaron esa calma que sentía. 
“Estaba pensando, en tal vez... ¿Meterme a un aplicación de citas...? Unos compañeros dicen que es bueno para encontrar pareja...“
No lo comprendía, ¿Por qué el querría hacer eso? ¿Qué demonios era una pareja siquiera? ¿Ellos no eran ya compañeros de vida?... ¿Acaso no quería tener crías con él? ¡Pero si ya se habían apareado incluso! 
Esas y más dudas venían a su mente a medida que la conversación avanzaba, ya que si, esa frase remontó a una conversación confusa y complicada entre ambos. No alcanzaba a entender todo, pero le dolía sin duda.
Gracias a alguien recibió una buena explicación y aunque al inicio parecía querer rendirse, después de un pequeño regaño por fin entendió. Amaba a Paraise. Quería que ambos fueran eso que en el mundo humano se le dice “pareja” y debía arriesgarse. Volvió con el y confesó todos sus sentimientos, le dijo que por fin entendía y para su sorpresa la respuesta fue positiva. Paraise lo había aceptado, ambos se amaban y desde ese día estarían juntos como una pareja, en las buenas y en las malas. 
1 note · View note
Text
Sylar Reed ❪ Ghoul!Verse ❫
↳⋮⇶  Nombre: Sylar Reed.  ̖́-
↳⋮⇶  Edad: 31 años, aproximadamente.  ̖́-
↳⋮⇶  Orientación sexual: Demisexual.  ̖́- ↳⋮⇶  Nacionalidad: Irlandés.  ̖́-
↳⋮⇶  Puesto: Investigador de la CCG, división de Londres.  ̖́-   ↳⋮⇶  Raza: Ghoul.  ̖́-
↳⋮⇶  Clase: SS.  ̖́-
↳⋮⇶  Tipo de kagune: Rinkaku. Su diseño es simple, son extremidades de tonos morados y rojizos brillantes, con diversas púas a lo largo y ancho del mismo.  ̖́-
                                              « ✦ »-————「 ❛❛ Aclaración ❜❜ 」————-« ✦ »                      
Primero que nada, este rol usa como base la historia de Tokyo Ghoul, obra original de Sui Ishida. Más que nada ciertos conceptos relacionados a los ghouls y la organización que los combatía en el pasado, así como también nos alejamos de muchos. Mi amiga y compañera de rol no ha visto el anime y yo no he leído el manga ni visto el final de la última temporada. Así que si tú, personita que no conocemos, consigues llegar a leer esta ficha, de una vez lo digo para que no vengas diciendonos “Ai pero ez khe azy n0 erra n la 0vrra horijinall. Khe horrivle rolll, k asko.” Lo sabemos, cara de pija, cabeza de huevo, así que no ‘tes chingando puta.   
                              « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ » 
La historia de su infancia nunca fue la más llamativa, su vida fue bastante simple, con unos padres que le querían y que le enseñaban a adaptarse al nuevo estilo de vida que tendrían, uno donde simplemente dejarían de herir personas y se volverían carroñeros. Pero ahí fue cuando sus padres fallecieron y él perdió su hogar. Vagó por varios días en completa soledad, por las noches refugiándose en la ciudad subterránea y logrando sobrevivir en ella a pesar de la inseguridad. 
El tiempo seguía pasando y él empezaba a sentir hambre, sabía que no debía herir personas, era lo que sus padres le enseñaban. Pero a la par de eso, empezaba a conocer una nueva faceta de Londres. Una donde la pobreza y miseria azotaba y donde la violencia, asesinatos y prostitución eran el pan de todos los días. Incluso si él era tan solo un niño observó y se horrorizó, no podía comprender como era que los humanos se hacían tanto daño entre ellos. 
Todo lo que veía diariamente resultaba ser una puñalada más a su sanidad y sabiendo lo obvio, razonó que ellos al ser la raza dominante podían ponerle fin a todo eso, debían de hacerlo. Esos humanos eran tan malos como los ghouls que le quitaban las vidas a inocentes para sus propios festines o por diversión, necesitaban remediarlo. 
Con todos esos pensamientos en mente fue como cometió su primer asesinato, siendo en parte guiado por sus instintos al pasar tanto tiempo sin probar un solo bocado, el delincuente no tuvo ni la oportunidad de reaccionar. El niño tampoco necesitó de mucho para aniquilarlo, tan solo fueron un par de mordidas en el cuello tan fuertes que la cabeza casi se desprende del cuerpo. 
Cuando volvió a sus cinco sentidos, no sintió culpa alguna. En cambió, creyó que había hecho bien, que había encontrado la solución perfecta al problema que sus padres tenían constantemente para conseguir comida. Erróneamente pensó en lo orgullosos que ellos se sentirían.
Comió las mejores partes del cuerpo y el resto las llevó al mercado que había en esa ciudad para vender las piezas sobrantes a un precio muy económico, siendo estafado por algunos ghouls y ayudado por otros. Consiguiendo suficiente dinero como para poder ir a pasar un par de noches a un motel para poder asearse y dormir bajo un techo. Y no, absolutamente a nadie le importaba que fuera un menor de edad completamente solo, así como el nunca quiso ir a un orfanato humano, sabiendo en definitiva que no pertenecía ahí. Tenía una misión que quería cumplir. Lo haría sin importar cuánta sangre mancharan sus pequeñas manos. 
Los años pasaron y se volvió todo un estilo de vida para el. Mataba criminales, se alimentaba de los cadáveres limpios, obtenía dinero con el resto y regalaba lo que pudiera a los ghouls más necesitados. El creía estar cumpliendo una tarea noble, eliminaba a la escoria de los humanos y reducía las muertes innecesarias de unos cuantos inocentes alimentando a los que podía de su propia raza. Pero aún así se escondía como una rata de la humanidad y de los agentes de la CCG, y los culpaba de que tuviesen una visión tan limitada. 
Fue a los 15 años que después de una ardua pelea lo atraparon, que lo culparon de tantas muertes y a pesar de ello lo dejaron con vida, en una celda de máxima seguridad en las mismas instalaciones de la organización, como si fuera una clase de trofeo o futuro conejillo de indias. Y así lo trataron. 
Día tras día recibía personal burlándose de él, así como también lo amenazaban y le decían que los científicos estaban ansiosos de experimentar con él. Incluso lo llamaban por un apodo, “Ghost” y un jodido número de serie que no se molestaba en recordar.
Cuando cumplió un año de condena, un investigador se acercó a él. Lo recordaba, a pesar de que lo había dejado al borde de la muerte el investigador logró herirlo de tal manera para que no pudiese escapar, y vaya que lo logró. El era responsable de que lo atraparan ahí, pero aún así no lo podía culpar, cada uno tenía la visión de lo que era correcto hacer. Ambos conversaron por mucho tiempo, él intentó convencerlo de lo que le parecía correcto, pero resultó ser al revés. El investigador le ofreció una oportunidad de lograr lo que era correcto, de redención, lo convenció de que había una mejor manera de conseguir lo que el ghoul quería lograr. 
A la semana fue libre y tuvo una nueva oportunidad de vida. Desde ese momento se volvería un investigador de la CCG. 
Pasaron los meses, pasaron los años. El tenía un trabajo estable, siendo un gran agente de la organización y había adoptado un estilo de vida carroñero. Recién estaba volviendo de un largo viaje que tuvo en Irlanda, quedándose en una mansión que había conseguido la organización como algo experimental, para que ahí se asentaran sus investigadores. 
Todo, de principio a fin con ello salió mal, terriblemente mal. 
El, la noche que apenas había regresado le ordenaron quedarse ahí, obedeció por supuesto, si era una orden de su superior. Lo que menos se imaginaba es que esa noche sería ultrajado por ese mismo hombre. Su confianza fue destruida, su cuerpo herido, su virginidad arrebatada. Por más que peleó contra él para apartarse, no lo consiguió. Por más que gritó y maldijo, Haji no se detuvo hasta mucho después, pero, ¿Acaso importaba que se hubiera arrepentido? Por supuesto que no, a el le interesaba un carajo, la humillación que sintió al haber sido violado en un jodido lugar público y el dolor de que su violador fuera alguien en quien confiaba nunca desaparecería, en especial cuando a pesar de su poder no pudo defenderse siquiera. 
Esa misma noche con todas sus cosas huyó de la mansión, pero como si la violación incompleta no hubiese sido suficiente problema, no pudo soportar más el hambre que sentía. Llevaba muchos días, sin probar bocado siquiera. La debilidad emocional que tenía llevó a que sus instintos se apoderan de él una vez más y cuando recuperó el control se hallaba a la mitad de varios cuerpos. Ahogó un pequeño grito y horrorizado consigo mismo salió de la escena. Intentó que nadie lo viera, nadie lo encontrara, y lo logró por poco, si no fuera porque un curioso muchacho lo alcanzó a ver en la oscuridad del callejón. Así fue como conoció a Paraise. 
 Ah, Paraise era un encanto, aunque hasta la fecha no sabía si en el inicio se aferró tanto a él por lo cálida que era su personalidad o por la necesidad que tenía de que alguien le acompañara en esos momentos donde estaba tan solo y perdido. Fuera la razón que fuera, en Paraise encontró a un excelente amigo, al que le tuvo un cariño descomunal desde el comienzo y que sentía en ocasiones que no merecía. Estar con él ya fuera en el trabajo o en sus departamentos se había vuelto parte de su día a día y eso lo hacía más feliz. Tuvo tanta confianza en él que incluso fue capaz de confiarle ese horrible secreto que guardaba, y no era el festín que inconscientemente tuvo cuando estaba fuera de control, sino la masacre que causó en la mansión y el asesinato de Haji, ya que eso si lo había hecho a conciencia y en especial porque no podía más con la culpa de ver el entusiasmo de Paraise por resolver su primer caso y como confiaba en que él no había tenido nada que ver en el delito.
Y aun así, Paraise no lo abandonó.
Siguieron juntos, su amistad seguía siendo igual, no lo trataba con miedo o lo veía con horror o incluso asco como lo hacían algunos investigadores. El por fin era feliz, de una manera increíble. Una vez más su vida se estabilizó y no podía desear más. La vida era prácticamente tranquila, porque por supuesto que las misiones y las investigaciones intensivas seguían para ambos, pero para el eso ya era cosa de todos los días.
Se cuidaban las espaldas uno al otro durante las capturas de los criminales, Sylar a veces ocupaba sus contactos para conseguirle toda la información que pudiera y le fuera útil a su amigo, sin importar si movía cielo y tierra. Y él no se había dado cuenta alguna de que había caído perdidamente enamorado de Paraise hasta mucho después, cuando ya no podía estar ni a dos metros lejos de el sin que su corazón latiera más rápido y su rostro enrojeciera unos cuantos tonos. Incluso así, él se las manejó para ser lo suficientemente estúpido y no darse cuenta. Lo suficientemente estúpido, patético e inocente como para pedirle de lejos a Paraise que le prestara su teléfono para buscar qué significaban todas esas sensaciones que sentía cuando estaba cerca suyo. Así es como supo que estaba enamorado y lo aceptó casi al instante, sintiéndose muy tranquilo y en paz con esos sentimientos… Hasta que recordó que era su mejor amigo de quien estaba enamorado, que a la vez ese mejor amigo eran humanos, y por último y mucho menos importante, ambos eran hombres.
Lamentablemente no habían situaciones así con esas características exactas, así que tuvo que recopilar información de diferentes sitios y pensar en qué hacer con el “problema” que tenía. Al final decidió que guardaría todos esos sentimientos en una caja fuerte por un buen rato más.
Y así fue, hasta que extrañamente se confesó ante Paraise y él le correspondió, solo que… No podía recordar con todo con claridad. En fin, se volvieron pareja y fue un paso más para la gran relación que tenían ellos antes de eso, ya que desde ese momento podrían demostrar su cariño de maneras más íntimas. La confianza, que si bien se tenían mucha, también incrementaba.
Por supuesto que no pasó prácticamente nada de tiempo para que ellos decidieran tener un hijo, incluso antes de que pensaran en comprometerse o tener relaciones, y así lo hicieron. Según recordaban, prácticamente les rogó a los científicos de la CCG que hicieran ese viejo-no-tan-viejo experimento donde podían generar vida sin necesidad de un ovulo, nunca entendió como, ni por qué les dio por hacerlo hasta lograrlo y se volvió tan conocido, pero ahora mismo lo necesitaban. No estaba seguro, sus recuerdos acerca de esos momentos tan importantes y preciados para él eran borrosos, pero siempre podría recordar a la perfección todas las sensaciones que tuvo en el momento que tomó a Keith por primera vez en brazos. Ese pequeño y hermoso bebé era el producto del amor que tenían Paraise y él.
Finalmente habían formado una familia, una que él protegería y amaría siempre.
1 note · View note
Text
Sylar Reed ❪ Cape!AU ❫
↳⋮⇶ Nombre: Sylar Reed/Ghost.  ̖́- 
↳⋮⇶ Edad: 34 años, aproximadamente.  ̖́-
↳⋮⇶ Orientación sexual: Demisexual.  ̖́- ↳⋮⇶ Nacionalidad: Irlandés-Británico.  ̖́-
↳⋮⇶ Antihéroe.  ̖́-
↳⋮⇶ Poderes: Manipulación de sombras y regeneración.  ̖́-
                          « ✦ »-————「 ❛❛ Historia ❜❜ 」————-« ✦ »
No mentiría diciendo que siempre fue una blanca palomita y que la muerte de sus padres lo volvieron un hijo de perra, porque no, el siempre fue un pequeño bastardo, en especial desde que descubrió sus poderes a sus cortos seis años de edad. 
La primera vez que las sombras se manifestaron no las pudo controlar de manera perfecta, obvio, pero si pudo darles a los niños que les molestaban las palizas de sus vidas. Nadie se explicaba qué era lo que había pasado y por si fuera poco a él lo encontraron inocente. Ese día él se retiró a su casa acompañado de sus padres, con una sonrisa en el rostro. 
La segunda vez que sus poderes se manifestaron fue mucho menos violento y mucho después de ese “incidente”. Simplemente fue él queriendo ir a dejar su plato y vaso al lavatrastes, cuando en eso tropezó y antes de que se cayera las sombras le sujetaron y se encargaron de llevar los platos por él. Está de más decir que sus padres se dieron cuenta, y que ese día tuvo mucho que explicar, pero sus padres no lo dejaron de amar
Sus padres a pesar de ser personas comunes empezaron a ayudarlo en todo lo posible, sabían que esos poderes eran de cuidado y no pensaban dejar a su hijo solo en ello.
Meses después sus poderes seguían creciendo, pero él los iba controlando mejor. Nunca tuvo la ilusión de convertirse en un superhéroe, no le interesaba en nada, y a pesar de que sus padres intentaban hacer que tuviese una inclinación por el bien, él los ocupaba principalmente para su propio beneficio. 
Y ya se sabe el resto, su madre murió de una enfermedad cuando él tenía ocho años. No tenía a nadie que culpar, por supuesto, pero era frustrante quedarse sin la única buena influencia en su vida, la persona que le demostraba más cariño. 
Otros años después, su padre se suicidó. Específicamente cuando él tenía tan solo 12 años. 
¿Ven? Nunca tuvo una razón para querer acabar con el crimen, ni salvar inocentes del peligro. Tan sólo tenía poderes, unos que las personas no consideraban que fueran propios de un héroe, y él tampoco lo veía así, no pensaba ocuparlos así. 
A los 15, resignado ante la idea de que alguien le adoptaría y con un odio profundo por el personal y sus compañeros se escapó del orfanato, decidiendo que haría algo útil con su vida y sus poderes, así que empezó a cazar criminales de poca monta ocupando sus poderes y todo lo que le había enseñado su padre. 
Siempre los derrotaba, nadie escapaba de él. Al inicio incluso los dejaba con la policía, esperando alguna pequeña recompensa por su trabajo, pero al ver que así no eran las cosas se desmotivó un poco pero no se detuvo. Fue hasta que se dio cuenta de que a los criminales que les entregaba estaban libres casi a la semana, que decidió dejar de ayudarlos.
Empezó a dejarlos inconscientes y a robarles, diciéndoles que su nombre era Ghost pocos segundos antes de hacerlo. Ya no le importaba si la policía los encontraba o no, solo quería tener suficiente dinero para mantenerse y recuperar esos años de estudio que perdió por estar en ese orfanato de mierda esperando a que un par de imbéciles le quisieran.  
A medida que los meses pasaban y la popularidad suya iba incrementando, él iba saliendo más seguido, al punto de vigilar la ciudad cada noche. Alternando esa vida con su vida de civil, en donde pudo volver a estudiar después de mucho esfuerzo (y papeles falsificados). También descubrió que la manipulación de sombras no era el único poder que tenía, aparte de ello también podía curar su heridas a una velocidad sorprendente, esa regeneración le sirvió mucho. 
Pero no todo era felicidad, ya que durante sus años siendo un vigilante cada vez veía más del lado más jodido y enfermo de la ciudad, veía como se cometían crímenes cada vez más horribles y por supuesto que reafirmaba su descontento hacia la policía, ya que eran tan jodidamente inútiles. Todas esas tragedias que veía noche tras noche y la poca intervención de la policía le hizo pensar que debía empezar a tomar justicia por su propia mano, hacerles un “favor” a las personas de la ciudad, a las que no les debía nada y seguir ganando dinero metiéndose contra criminales más poderosos y peligrosos. 
Ah sí, y también estaba el tema de las almas gemelas, cosa a la que nunca le había prestado atención, porque siempre creyó que ver todo blanco y negro era normal, en su escuela nunca le enseñaron sobre los colores, mucho menos le dijeron que al encontrar su alma gemela vería todo de color. Sus padres, tan enfocados en cuidarlo y enseñarle a manejar sus poderes para que en un futuro él fuera alguien bueno, también omitieron ese tema de conversación y él en su ignorancia aceptó la marca cambiante en su muñeca, creyendo que era parte de su poder. Fueron sus compañeros de orfanato, que si mal no recordaba le dijeron que era la razón real de su marca, que tendría un alma gemela esperando por él y que debía buscarla, para posteriormente reírse y burlarse de él por ser tan ignorante. 
Los años pasaron y pronto él ya tenía 26 años, su identidad como Ghost era considerado una fuerte amenaza para la policía. Pfff, inútiles. De cualquier manera no importaba, ya que lograba intimidarlos y desesperarlos. Y no solo era considerado como una amenaza para el lado bueno de la ley, varios criminales sentían hasta terror por él, ya que tantos años y él seguía ahí, aterrorizandolos, hiriéndolos, torturándolos y por supuesto que robandoles sus riquezas. En su identidad como civil, por otro lado, tenía un brillante futuro como médico, cosa que lo hacía muy feliz ya que eso era por lo que había luchado durante años. 
A pesar de que tuvo una vida difícil en el pasado, él ya no se mantenía todo lo que ganaba para él, no debía hacerlo. Donaba todo lo que podía a la gente que él consideraba que más lo necesitaba. Aunque debería ahorrar dinero para poder buscar a su alma gemela, no hizo nada acerca de ese tema, él tenía bien claras sus prioridades y buscar a alguien quien posiblemente terminaría odiándolo o rechazándolo a pesar de que estuvieran destinados no era algo que él quisiera afrontar. Así que lo único relacionado que hacía sobre su alma gemela, era observar su objetivo en la vida y cuestionarse cuál era la razón de cada uno.
Entonces un día tuvo un paciente, era un policía al que tuvo que curarle una herida de bala en su hombro, a pesar de que no le gustaba ni la idea de tener que ayudarlos. Al tocarlo en un pequeño movimiento que realizó mal todo a su alrededor inmediatamente tomó color. Él se horrorizó al principio, culpó a ese desconocido y armó un escándalo hasta que una enfermera fue a calmarlos a ambos y a explicarles la situación. Pero eso tan solo lo llenó de más dudas y preguntas. Miró a su paciente y siguió curándolo en silencio, sin encontrar nada lógico en la situación, todavía siendo un poco incrédulo de que esa fuera su alma gemela. 
Cuando terminó de retirar la bala, suturar y vendar la herida en su hombro empezaron a hablar, ahí supo que su nombre era Richard Grayson y dejando de lado que fuera un policía, era una persona muy agradable. Empezaron a encontrarse más seguido, ambos querían conocerse, sabían que estaban unidos por el destino para estar juntos, pero de cualquier manera él no quería apresurar nada. 
Poco a poco fue conociéndolo mejor, fue abriéndose ante él y fue enamorándose, pero en ningún momento le mencionó al contrario su vida como vigilante, siempre se mantuvo callado acerca de ello y hacía lo imposible para que el contrario no descubriera que podía regenerar sus heridas siquiera. Todo eso lo hacía no porque no confiara en él, sino porque no sabía si lo aceptaría igual después de revelarle aquello.
A medida que se iba llevando mucho mejor con Dick, se iba llevando cada vez peor con Nightwing. Era molesto, irritante, su ego estaba por los suelos y lo único que quería lograr era que se callara, pero no podía, nunca lo conseguía.
Como sea, llegó el punto donde ya había descuidado bastante su tarea como vigilante, así que empezó a excusarse unas cuantas veces para poder cumplir sus rondas nocturnas. Intentó no hacerlo demasiado, pero cuando menos se lo esperaba el contrario también empezó a rechazar sus invitaciones a salidas y demás, eso al principio no lo frustró, pero sus inseguridades pronto le hicieron creer que el contrario hacía eso porque no quería verlo o simplemente se había aburrido de él. Esos pensamientos carcomían su mente, empezó a distraerse en sus prácticas en el hospital y durante su patrulla nocturna llegó romperse un par de costillas y a recibir cortes y golpes más seguidos por lo mismo.  
Se sentía tan mal, tan solo, tan triste que llegó a pasar lo impensable. Se acostó con Nightwing, ¿Pueden creer eso? Tanto odio que le tenía y aún así no pudo detenerse, porque una vez que se besaron un par de veces, por más brusco que se hayan tratado se sintió bien, se sintió correcto. Sentir que estaba bien besarlo, que el contrario lo complementaba y viceversa fue una jodida de mente para él mucho después, porque el tiempo en que estuvo con el estaba muy perdido en el mar de sentimientos diferentes y a la vez idéntico que tenía cada vez que Dick y él se tomaban de las manos o dormían juntos de la manera más inocente posible.
Cuando todo terminó y cada uno fue por su lado, no podía creer lo que había hecho, se sentía asqueroso, principalmente porque no podía sentirse enteramente arrepentido, porque había traicionado por completo la confianza de la persona de la que estaba enamorado. 
Empezó a evitar a Richard, tanto mensajes, como llamadas, e incluso fingía no estar cada vez que alguien tocaba a su puerta, hasta que un día esa pequeña rutina de mal gusto acabó, Richard lo encontró y lo confrontó, él no supo qué otra cosa decir aparte de la verdad, llorando casi al instante sabiendo que ese podía ser el final de su amistad. Afortunadamente no fue así. Sí, les costó solucionar ese problema que tuvieron ambos pero lo consiguieron.
Resumiendo todo lo que pasó después de ello, se volvieron pareja, luego atraparon al bastardo descuidado de Nightwing y no le importó hasta que expusieron su identidad real, ahí sin derecho alguno se ofendió, se puso histérico y fue a salvarlo. Lo logró, le reveló su identidad y ambos afrontaron todos los tiempos difíciles juntos. Y por último se casaron y “adoptaron” un hermoso bebé, extrañamente idéntico a ellos.
0 notes