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EnFeminismo
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Informate . Comparte . Conoce By: Dámaris, Lisset, Nayely y Emmanuel
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team-tics · 5 years ago
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El problema de normalizar el consumo del “porno”
La mayoría de consumidores tienen la idea errónea que esta industria es “buena”, que es de las mejores pagadas, que tanto actores y sobre todo actrices disfrutan de lo que hacen. Existe una gran desinformación por parte de los consumidores. La pornografía les “enseña” demasiadas cosas alejadas de la realidad. Les hace creer que las mujeres disfrutan y gozan de la violencia que se ejerce sobre sus cuerpos.
Tal como menciona MacKinnon (2014):
   En la pornografía, la mujer desea crueldad y disposición. A los hombres se les permite poner palabras (y otras cosas) en la boca de las mujeres, creando escenas en las cuales la mujer está desesperada por ser atada, golpeada, torturada, humillada o asesinada. O meramente tomada y usada. Esto es erótico al punto de vista masculino. La sumisión misma es el contenido del deseo sexual femenino y su deseabilidad. Las mujeres están ahí para ser violadas y poseídas, los hombres para violar y poseer. Ya sea en la pantalla, o por una cámara o un lápiz, a costa del observador (p. 128).
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Al tener una enorme cantidad de consumidores, la industria cada día se ve obligada a generar más productos y comercializarlos, a comercializar el cuerpo de las mujeres, a las mujeres en sí. Es por ello que debería reducirse su consumo. Existe un sin fin de testimonios de ex actrices porno que relatan la crueldad y los horrores que pasaron durante los rodajes, incluso no solo en los rodajes sino antes y después de grabar.
Linda Lovelace cuenta “mi inicio a la pornografía fue una violación grupal por cinco hombres, organizada por el Señor Traynor. Fue un momento crucial en mi vida. Él me amenazó con dispararme si no hacía la escena. Yo nunca había hecho sexo anal y me destrozaron. Me trataron como una muñeca inflable, abusando de mí mientras me movían de aquí a allá. Abrían mis piernas a su gusto, moviendo sus cosas sobre y dentro de mí, estaban jugando con mi cuerpo. Nunca me había sentido tan asustada, desgraciada y humillada en mi vida. Me sentí basura. Participé en acciones sexuales pornográficas para evitar ser asesinada. Las vidas de mis familiares también fueron amenazadas”.
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Además de los abusos físicos, existe una gran negligencia por parte de la industria afectando fuertemente a las mujeres. Se supone que una de las reglas para quienes trabajan en la industria es hacerse exámenes médicos para descartar posibles ETS, pero no siempre se respeta esta regla.
La ex actriz porno, Vanessa Belmond, confesó que la industria la llevó más lejos de lo que pensaba. Belmond dijo “enfermé de clamidia en mi primera escena. En cuanto a las enfermedades de transmisión sexual, tuve clamidia unas tres veces o más. Tuve gonorrea. Tuve infecciones bacterianas muchas veces. Llegué a pensar que las pruebas podían mantenerme a salvo, ya que ellos lo hacen parecer como que todos son sometidos a exámenes. La cosa es que solo te haces la prueba una vez al mes y durante todo ese mes ellos todavía tienen un examen ‘limpio’, pero podrían haber conseguido algo”.
La pornografía afecta y daña de diversas maneras a las mujeres, deshumanizándolas y haciéndolas menos. Adormece la conciencia, hace que los consumidores se vuelvan insensibles ante la crueldad, ante el acto de causar dolor, ante la violencia en contra de las personas, ante la humillación o degradación de las personas, ante el abuso de las mujeres incluso de los niños y niñas. Es debido a esto que se tiene tan normalizado su consumo porque la palabra empatía no está en sus diccionarios, solo se preocupan por saciar sus deseos y fantasías sexuales de varones machistas.
Además de hacer énfasis en fantasías retorcidas y normalizar actos de violencia y filias, la pornografía distorsiona y modifica cómo luce realmente un cuerpo femenino, cómo es fisiológica y anatómicamente. Hace creer que todas las mujeres tienen pechos grandes y firmes, que el vello corporal no existe, que las estrías y celulitis son defectos para rechazar un cuerpo femenino.
La sexualización hacia el cuerpo de una mujer es tremenda. Los hombres consumidores suelen sexualizar cada centímetro, cada movimiento, incluso hasta la forma de hablar. En pocas palabras: sexualizan todo. Esto es un problema enorme porque conlleva al acoso y agresiones físicas por parte del consumidor.
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team-tics · 5 years ago
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Los pornógrafos usan cada atributo que tenga una mujer. Lo sexualizan. Encuentran una manera de deshumanizarlo. Esto se hace de maneras concretas, por ejemplo, en la pornografía, la piel de la mujer negra es tomada como un órgano sexual. Una hembra, despreciada por supuesto, necesita ser castigada. Su piel misma es el fetiche, el objeto encantado. La piel es donde la violación se actúa a través del insulto verbal, a través de palabras sucias dirigidas a su piel y el asalto sexual: golpear, azotar, escupir, cortar, atar, quemar, morder, masturbar y eyacular. Todo esto genera enormemente violencia contra las mujeres.
Andrea Dworkin (1989)
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team-tics · 5 years ago
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Pornografía: Por hombres y para hombres
En términos prácticos, la industria del porno es mayoritariamente manejada por hombres, tanto en el área de producción y dirección como de consumo. Y en términos de contenido, mayoritariamente, se retratan escenarios de subordinación femenina y dominación masculina. En este sentido, la importancia del consentimiento de la mujer estaría relegado a un segundo plano, porque a través de le pornografía los  hombres y mujeres han aprendido eso, lo que puede implicar que se justifique y normalicen conductas violentas sexualmente, como es la violación.
Otro aspecto a tener en cuenta, es que la pornografía es más consumida por hombres que por mujeres, siendo a veces esta su principal fuente de información para su "educación sexual". Dado lo anterior, los hombres aprenden a relacionarse con el sexo opuesto de manera violenta y mecánica, sin tener en cuenta que ésta debe ser una relación de a dos en la que ambos consienten y están de acuerdo con que esto ocurra. Asimismo, la pornografía muestra las relaciones sexuales en general obviando las emociones y la afectividad que son uno de los componentes a tener en cuenta.
Sin embargo, la narrativa que se presenta en esas producciones, no se limita solo en la industria del porno, también se filtra a otros campos. Por ejemplo, en la publicidad de jeans con mujeres en topless, de bebidas alcohólicas con mujeres en bikini, o en frascos de perfume que emulan la silueta de la sex symbol de moda. En canales de entretenimiento vemos a mujeres vestidas de manera “provocadora”,, sexualizando cada centímetro de su cuerpo.
Lo que se hace entonces, con esta retórica "convencional" del sexo es que al ser uno de los principales motores del consumo, a la vez que refuerza el imaginario de que las mujeres siempre están disponibles para el placer masculino y que ahí radicaría su "valor" social.
Erika Lust, una de las impulsoras del porno feminista, ya lo dijo en su charla TEDx del año 2014: "ya es hora que el porno cambie" porque "el porno machista es la única educación sexual que tus hijos/as reciben". Poner el énfasis en lo violento de la pornografía convencional no es "perna", "mojigata", ni "censuradora", es abogar por igualdad de género tanto "en pantalla" como en "la vida real", sostiene la socióloga.
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team-tics · 5 years ago
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La pornografía como problema de salud pública
Existe una gran masa de desinformación e ignorancia. En la actualidad, es muy fácil el acceso a la pornografía, lo cual es un problema para los jóvenes varones porque se tiene la idea que esto les enseña sobre sexualidad, a “empezar a ser hombre” y “cómo se tratan a las mujeres”.
Estamos trayendo a una generación de niños que crece con pornografía cruel y violenta, y esto va a tener una profunda influencia en su sexualidad, en su comportamiento y en su actitud hacia las mujeres. Las imágenes eróticas explícitas contribuyen a cambiar el concepto que tienen los hombres del género femenino, ya que conciben a las mujeres como un simple objeto de deseo. (Dinos, 2017).
La pornografía enseña patrones, es una forma de “educación sexual” que se ha filtrado en nuestra sociedad y tiene mucha fuerza. Nos quejamos de millones de problemas relacionados con la sexualidad, de cómo muchos hombres no trabajan los preliminares y solo se dedican al “mete-saca”; de todas las agresiones sexuales y abusos sexuales que tienen lugar, entre otras cosas. Pero, no enfocamos la vista en un elemento socializador como es éste, que precisamente, fomenta todo esto. Tal y como está siendo producida actualmente, es violencia. Transmite la violencia de la pantalla a las relaciones sexuales reales.
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Pueden existir muchas posturas. Algunas a favor y otras en contra de la pornografía. La mayoría de los jóvenes tienen su primera experiencia erótica justamente con la pornografía, a falta de educación sexual en las escuelas. El problema con esta es la información tergiversada que presenta a los jóvenes y que con los años lleva a normalizar ciertas conductas que contribuyen a perpetuar patrones en la sociedad.
Uno de los problemas que se presentan es la cosificación del cuerpo de la mujer, pues la reduce a un simple "pedazo de carne" que está ahí para que el hombre satisfaga sus deseos e instintos sin importar si la mujer está de acuerdo o no con la relación y si ella siente placer. La mujer como un ser siempre dispuesto a complacer, siempre "con ganas". Incluso en casos extremos se puede llegar al abuso sexual.
El primer contacto con el erotismo y la sexualidad de muchos de los jóvenes fue a través de la pornografía. Muchos de ellos se hicieron una idea falsa de lo que debería de ser el sexo. Tiempo después, cuando enfrentan su primera relación sexual acompañados, se dan cuenta que no es de esta manera, causando traumas que no se expresan y quedan guardados en la psique.
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Además de perpetuar patrones que afectan la relación con las mujeres, se genera un ideal de belleza, tanto en hombres como en mujeres, que no corresponde a la gran realidad de la población, y que llegado el momento presiona a las personas a buscar físicos atléticos, sometiéndose a dietas rigurosas que llegan a poner en riesgo su vida.
Desde un punto de vista médico, la pornografía atrofia la mente. El consumo continuado de estímulos sexuales, aunque sea algunas veces en semana como un hábito, disminuye la materia gris del cerebro, conduciendo a síntomas de ansiedad y depresión, cuando el visionado de porno se prolonga por años.
En un estudio llevado a cabo (Kuhn, 2014) se detectó que mientras mayor es el número de horas dedicado a ver material pornográfico, menor es el volumen de materia gris en el núcleo caudado derecho. En adición, este núcleo caudado derecho es importante para el control del movimiento voluntario, el aprendizaje y con la memoria. Además, otros estudios han asociado cambios en el volumen del cuerpo estriado con numerosas adicciones.
Además, también se ha comprobado que, con el consumo, el putamen disminuye su actividad. El putamen es un núcleo cerebral que se activa durante la activación sexual, por lo que una disminución en su volumen nos insensibiliza de cara a experiencias reales sexuales. (Kühn y Gallinat, 2014)
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