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tomoteluegoexisto · 17 days
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How does life just keep moving forward when everything in me is standing still
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tomoteluegoexisto · 17 days
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tomoteluegoexisto · 1 month
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one of the saddest things is when someone in your family tells you you would've loved someone who died before you were born. like my mother has told me & my best friend that we would have loved talking to her father. that me & my brothers have the same humor as our late uncle & even look like him. everyone is everywhere & nowhere & here & gone & dying & coming back. it's as though you know them through their shadow or their ghost or your own actions, but you won't ever really know. haunts me, i guess
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tomoteluegoexisto · 2 months
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tomoteluegoexisto · 4 months
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tomoteluegoexisto · 5 months
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Mi dolor es inconmensurable.
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tomoteluegoexisto · 5 months
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tomoteluegoexisto · 5 months
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tomoteluegoexisto · 5 months
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You can’t go back in time, but you can return to the scenes of a love, of a crime, of happiness, and of a fatal decision; the places are what remain, are what you can possess, are what is immortal. They become the tangible landscape of memory, the places that made you, and in some way you too become them. They are what you can possess and what in the end possesses you.
Rebecca Solnit, from "The Blue of Distance (III)", A Field Guide to 'Getting Lost
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tomoteluegoexisto · 5 months
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Final Poem in Some Poems by Paul Klee, trans. by Anselm Hollo
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tomoteluegoexisto · 5 months
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Sara Daniele Rivera, from The Blue Mimes; "January" [ID'd]
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tomoteluegoexisto · 5 months
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tomoteluegoexisto · 5 months
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tomoteluegoexisto · 5 months
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tomoteluegoexisto · 5 months
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La cúspide del dolor
La inquietud se mece en tus huesos jóvenes; das vueltas en la cama, rememorás el devenir de tus ficciones, te preguntás qué ocurre en un mundo paralelo donde todo es más simple. Intentás atribuirle razones a cada una de tus emociones. Te abrumás. No querés aceptar que la cúspide del dolor que sentís lleva tu propio nombre.
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tomoteluegoexisto · 5 months
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No soy especial
Yo no soy especial. Me desplazo por el mundo como un reptil, y lo detesto. Agazapada en mi intransigencia, en la férrea convicción de mi insuficiencia, en el perpetuo disgusto de mis facciones austeras. Tengo tantas cosas por decir, que en la punta de la lengua se amontonan las palabras y soy incapaz de pronunciarlas. Ya no pienso, no. Yo solo siento, y lo que siento es mi alma astillada hiriéndome por dentro.
Yo no soy especial. Un poquito dramática, sí, pero solo eso. Es que hay días en los que quiero ser únicamente pedazos para que alguien venga a armarme; que en manos ajenas mi dolencia se desvanezca, que mi desdicha se evapore. Mi soledad se interpone. Por eso sufro, sí. En el fondo no soy más que una niña impresionable. Yo no sé nada, nada importante.
Yo no soy especial. No soy de magnas sapiencias ni de grandes habilidades. No soy de anécdotas increíbles ni de vivencias peculiares. No soy de apariencia sublime sino de irrisoria imagen. No soy todo lo que quiero ser y sospecho que nunca lo seré.
Yo no soy especial. Soy igual a todos los que esperan que el amor sea la cura. Psicótica, un poco loca. No tengo respuestas lógicas sino certezas inexplicables: sé lo sé porque lo siento. Lo siento en este corazón de fuego. Lo siento en estos huesos donde mi angustia descansa. Lo siento en estos ojos que podrían alimentar océanos. Lo siento en esta boca que, en lugar de buscar príncipes, recita poemas. Lo siento en estas manos ásperas que siempre están hambrientas. Lo siento en este pecho que más que pecho es una jaula sin puerta. Lo siento en este estómago que alguna vez estuvo en huelga. Lo siento en esta cabeza que alberga utopías y nombres. Lo siento en estos dedos que buscan en los versos constelaciones. 
Yo no soy especial. Camino entre jardines de alquitrán, anunciando mi mesura. Cierta reticencia me prohíbe acortar distancias. Hallo vergüenza en mis límites, y cada tanto enciendo un cigarrillo como para nunca olvidarme de mis orígenes: vengo de una tierra despiadada que solo conoce sudestadas y vendavales, que solo sabe nombrar el desprecio. De ella recuerdo el salitre y el dolor, y cómo envidiaba yo al lucero que brillaba sobre la playa: su resplandor cálido, su fulgor eterno, su belleza inalcanzable; que por las razones correctas ardiese y que nadie le reprochara nada.
Yo no soy especial. Escoce mi pasado, mi presente, mi futuro incierto. Arden todos los años que tengo. Detesto el tiempo porque no puedo controlarlo. Con debilidad, me aferro aún a la vida porque estoy demente pero no completamente ida. Desamparada, así me describiría. 
Yo no soy especial. Alguna vez arañé la superficie de la perfección, pero no me alcanzó mi voluntad escueta para hacerla mía. La extraño. Extraño esos dos dígitos, los filos, la ligereza, las rodillas, los abrigos. Aunque no siempre pienso en eso, hay noches donde los bordes de las cosas resplandecen como lo hacían en aquel septiembre y recuerdo el consuelo que alguna vez me obsequió la destrucción. Me dejo seducir por la muerte, como para sentir que algo me desea como soy. 
Yo no soy especial, pero quiero serlo. En cada estrella fugaz pido el mismo deseo.
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