Travis me miró fijamente por un momento y sentí una punzada en mi pecho. Tuve unas ganas casi ansiosas de agarrar su rostro y estampar mi boca sobre la suya, pero luché contra el alcohol y las hormonas que corrían a través de mi sangre.
—Buenas noches, Pidge —susurró, girándose.
Me moví nerviosamente, aún no estaba lista para irme a dormir. —¿Trav? —dije, inclinándose hasta descansar mi mentón en su hombro.
—¿Sí?
—Sé que estoy borracha y acabamos de tener una enorme pelea sobre esto, pero...
—No voy a tener sexo contigo, así que deja de preguntar —dijo, aun dándome la espalda.
—¿Qué? ¡No! —Chillé.
Travis se rió y se giró, mirándome con una expresión suave. —¿Qué, Pigeon?
Suspiré.
—Esto... —dije, recostando mi cabeza sobre su pecho y pasando mis brazos a través de su cintura, acurrucándome contra él lo más que me fue posible.
Él se puso tenso y levantó sus manos, como si no supiera cómo reaccionar. —Estás borracha.
—Lo sé. —dije, demasiado intoxicada para estar avergonzada.
Él relajó una mano contra mi espalda y la otra sobre mi cabello mojado y luego presionó sus labios en mi frente. —Eres la mujer más confusa que he conocido.
—Es lo menos que puedes hacer después de asustar al único chico que se me acercó esta noche.
—¿Te refieres a Ethan el violador? Sí, te debo una por eso.
—No importa. —dije, sintiendo el comienzo de un rechazo venir.
Agarró mi brazo y lo sostuvo en su estómago para evitar que me alejara. —No, lo digo en serio. Tienes que ser más cuidadosa. Si no estuviera ahí... Ni siquiera quiero pensar en ello. ¿Y ahora esperas que me disculpe por ahuyentarlo?
—No quiero que te disculpes. Ni siquiera es por eso.
—Entonces, ¿Por qué es? —preguntó, buscando en mis ojos algo. Su rostro estaba a pocos centímetros del mío y pude sentir su aliento en mi boca.
Fruncí el ceño. —Estoy borracha, Travis. Es la única excusa que tengo.
—¿Quieres que te abrace hasta que te quedes dormida?
No contesté.
Él giró para mirarme directamente a los ojos. —Debería decir que no para probar un punto. —dijo, sus cejas se juntaron—. Pero me odiaría a mí mismo más tarde si digo que no y nunca me preguntas otra vez.
Recosté mi mejilla contra su pecho, y sus brazos me apretaron, suspirando. —No necesitas una excusa, Pigeon. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo.
Beautiful disaster
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—No puedo estar lejos de Abby tanto tiempo.
Sus palabras tiraban de mi corazón. A él no le importaba ir a la cárcel. No quería separarse de su esposa.
Beautiful Redemption
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—Con calma, Mad Dog —le dije.
Travis se encogió. —Sabes que lo odio, maldita sea.
—Lo sé —dije levantando la botella—, pero presta atención. Aquí está tu plan. Primero, deja de ser una pequeña perra. Segundo, recuerda quién demonios eres y haz tu magia. No es diferente de cualquier otra…
—Oh, es diferente —dijo Travis.
Suspiré y miré a Raegan. —Se enamoró.
—Cállate y ayúdame —dijo Travis, frustrado.
—Hay tres trucos para conseguir un aterrizaje de emergencia: paciencia, tener otras opciones y ser distante. No eres el típico mejor amigo. Eres súper sexy, el ligue fuera del alcance. En otras palabras, Travis Maddox.
—Lo sabía. Siempre me has deseado —dijo, engreído.
Me levanté. —Uh… No. De ninguna manera. Ni siquiera en la escuela
secundaria.
—Mentirosa —dijo, levantándose—. Tampoco lo he intentado contigo. Mi hermano siempre ha estado enamorado de ti.
Me congelé. ¿Qué demonios significaba eso? ¿Sabía algo?
Travis continuó—: Distante. Otras opciones. Paciencia. Lo tengo.
Asentí. —Si terminan casados, me debes cien dólares.
—¿Casado? —dijo Travis, y su rostro se arrugó con disgusto—. ¿Qué
mierda, Cami? ¡Tengo diecinueve! Nadie se casa a los diecinueve años.
Miré a mí alrededor para comprobar si alguien lo escuchó admitir ser menor de edad. —Dilo un poco más fuerte.
Soltó un bufido. —¿Me casaré? Es poco probable. ¿Pronto? Jamás sucederá.
—Travis Maddox tampoco entra en un bar molesto por una chica. Nunca se sabe.
—Debería darte vergüenza desearme eso —dijo, guiñándome un ojo—.
¡Será mejor que te vea en mi próxima pelea, Camille! Sé una buena amiga, ¿quieres?
Beautiful Oblivion.
—Jamie McGuire.
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