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Comprendí, entonces, que perder el don de recordar es una de las mayores desdichas, pues los acontecimientos, que pueden ser infinitos en el recuerdo de los seres normales, son brevísimos y casi inexistentes para quien los prevé y solamente los vive.

Silvina Ocampo.

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No nos consolará jamás la muerte por segura que sea, de estar vivos, ni nos consolará jamás la vida, por vivos que estemos, de la muerte.

Silvina Ocampo.

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Queremos ser a veces lo que somos y a veces con pasión lo que no somos: difícil es trocarse en otra cosa; difícil es morir en uno mismo, y la vida parece un cataclismo con dédalos que son como de rosa.

Silvina Ocampo.

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Vamos dejándonos en todas partes en camas, en cuartos, en campos, en mares, en ciudades, y cada uno de esos fragmentos que ha dejado de ser nosotros, sigue siendo como siempre nosotros, inspirándonos celos y antagonismo.

Silvina Ocampo.

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Había ciertas calles que no podíamos cruzar, ciertas personas, ciertos cinematógrafos que no podíamos frecuentar. 

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Estamos dispuestos a amar al prójimo cuando amamos realmente a alguien.

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¿pero acaso la hermosura es lo único bueno que hay en el mundo?

La casa de azúcar.

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Me gustan los medios de transporte. Soñar con viajes. Irme sin irme. «Ir y quedar y con quedar partirse.»

La casa de azúcar.

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Sospecho que estoy heredando la vida de alguien, las dichas y las penas, las equivocaciones y los aciertos.

La casa de azúcar.

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 A veces, al oír pronunciar tu nombre mi corazón deja de latir. Imagino las frases que dices, los lugares que frecuentas, los libros que te gustan. 

Carta perdida en un cajón, de Silvina Ocampo.

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Hay personas que tardan mucho en saber quiénes son.

Silvina Ocampo.

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Todos mis pensamientos me llevan a la ciudad que odié, a los alrededores de la ciudad que desprecié.

Hombres animales enredaderas, Silvina Ocampo.

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Nunca llegarás a ser lo que esperabas porque, al serlo, lo que esperabas se transforma. Silvina Ocampo.

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¿Cuánto tiempo hace que no pienso en otra cosa que en ti, imbécil, que te intercalas entre las líneas del libro que leo, dentro de la música que oigo, en el interior de los objetos que miro? No me parece posible que el revestimiento de mi esqueleto sea igual al tuyo.

Carta perdida en un cajón, Silvina Ocampo.

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No podemos conservar intacto ni el recuerdo de un momento porque el recuerdo va siendo recuerdo del recuerdo: de un recuerdo apasionado o indiferente que siempre es inexacto.

Epitafio Romano. Silvina Ocampo.

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“La hermana menor”, de Mariana Enríquez