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1- NOSOTRES, ADOLESCENTES
Este capítulo antes hablaba de mis pensamientos políticos, de hecho se llamaba “la revolución”, pero me di cuenta de que era un montón empezar así. Como me parece importante lo que decía, dejo este fragmento: “¿Cómo es posible? Pasaron 86 años desde la Revolución Española, 105 desde la Revolución de Octubre, 151 desde la Comuna de París, y todavía seguimos viviendo en un sistema donde el método de supervivencia es pisarle la cabeza al otro. ¿Existe algún culpable? Desde mi punto de vista, la culpa la tienen los líderes, los cuales en lugar de procurar las soluciones, mantienen una estúpida batalla por el poder, y peor aún, algunos pretenden adueñarse de la revolución para construir un gobierno personalista y autoritario. Me niego a aceptar que el poder corrompe hasta al ser humano más puro, pero no confío tanto en mí mismo para asegurar que sería la excepción”. Ahora sí, a lo que nos trae el título:
Agradezco haber nacido un 26 de agosto del 2004, agradezco la época en la que vivo y la adolescencia que me tocó, aunque no se a quien le agradezco. Podría haber transitado mi adolescencia en la dictadura, en la época colonial, en la edad media, en el siglo V antes de cristo o en cualquier momento que no sea ahora, pero no, me tocó pasarlo ahora, en una época donde más o menos soy libre de hacer lo que se me cante el ojete con mi vida amorosa y sexual. Eso sí, vivo en un sistema capitalista, por ende, sufro y sufriré de las consecuencias de haber nacido en una familia que no tiene miles de hectáreas de tierra ni una fábrica de teléfonos.
Habiendo pasado únicamente un día desde lo último párrafo puedo expresar que odio a mi yo del 7 de junio del 2022, o al menos cuando escribió eso. Vivir en una época “más libre” no nos salva ni de cerca del sufrimiento, al contrario, nos muestra tal y como somos al mundo, débiles y solitarios, una bola de estrés que no puede organizar una charla de ESI y mucho menos una vida tan complicada como la educativa, social, política y deportiva al mismo tiempo, no puedo estar pendiente de mi salud sin salir perdiendo por otro lado. Puntualmente hoy colapsé de estrés mientras jugaba al handball, empujé a un compañero (del cual probablemente hable en otro libro porque se merece capítulos enteros) y el profesor me dijo que intente expresar mi enojo de otra forma, por esa razón me puse a llorar (frente a 30 adolescentes) porque no era capaz de disipar el dolor por otro lado. Ya estoy bien, pasadas unas 12 horas puedo decir que era algo que necesitaba, un pequeño desahogo de todo lo que estoy pasando.
Creo relevante mencionar mis tareas y responsabilidades para poner un poco de contexto al tema. Soy candidato (por ahora) a presidente por el centro de estudiantes, estudio el último año del bachillerato de economía y administración, formo parte de varios modelos de naciones unidas, estoy planificando el modelo de mi colegio, participo en un proyecto municipal de parlamento joven y soy celíaco hace 1 año. Nada de esto sería un problema por separado, pero estar en 6to implica que tengo que aprovechar el tiempo lo mejor posible, no voy a poder participar de nada de esto cuando termine, además, tengo que disfrutar de las jodas que hacemos con mi curso para tener recuerdos buenos de ellos, básicamente media secundaria estuve en pandemia.
Mi lugar en el mundo no estuvo, no está y no estará escrito, soy yo el dueño de mi destino, el que tiene que moverse por su cuenta para cambiar al mundo, el que tiene que salvar al resto y a sí mismo, no porque sienta que puedo, sino porque alguien tiene que hacerlo. Estoy harto de llenarme de tareas imposibles, de tener tanta responsabilidad, pero no puedo sentir que algún día me voy a morir sin haber hecho nada. Quiero que me recuerden, lo que fui y lo que cambié, quiero sentir que mi muerte (espero que en muchos muchos años) valga de algo, no sea simplemente un hecho más en la vida de uno más, uno al que nadie le va a escribir su biografía.
No quiero ser uno más del montón, quiero ser diferente y tener algo que decir, quiero que los adultos dejen de sentir que saben todo sobre mi, sobre nosotros, quiero que todo esto acabe ahora, quiero que no termine nunca, quiero estar solo por un rato, no quiero estar solo nunca más, quiero ser libre, único, especial, recordado, divertido, influyente, importante.
Quiero ser yo.
Y quiero que el mundo me vea.
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REFLEXIÓN BARATA DE UN INTENTO DE AUTOR
¿Cómo debería comenzar un libro? Creo que con esa pregunta.
Hoy, 8 de abril del 2022, sentado frente a mi computadora, recuerdo los diferentes proyectos que recorrieron mi mente durante estos dos años de pandemia. Un álbum musical, un conjunto de dibujos de un artista que quiero mucho, una cuenta de activismo, un largo y agotador etcétera. Con esa memoria, planteo definitivamente ponerme las pilas para terminar (o empezar) una de esas tantas ideas, que nacieron con el único objetivo de distraer mi mente de las cientos de situaciones límite, que dificultan hasta lo imposible la vida de un estudiantes que se encuentra en su último año del nivel secundario.
Parece tan fácil cuando un escritor describe con lujo de detalles lo que pasa por la mente de un personaje ficticio, en un mundo ficticio, en una realidad ficticia.
Yo soy de carne y hueso, lloro, río, canto, bailo, pienso. Existo al fin. Soy parte de este mundo y a pesar de ello, no puedo describir nada de lo anteriormente dicho sin una forma literal, aburrida, obvia y plana. ¿Soy parte de este mundo si no puedo siquiera definirlo? ¿Se puede definir lo que sucede en este mundo desde una mirada neutral? ¿Alguien sabrá entender lo que estoy escribiendo ahora si no está pasando por lo mismo? Nunca esperes una respuesta a ninguna de estas preguntas, y si alguien te responde, no tiene ni idea de lo que dice.
Como carajos una niña que come pájaros, una pareja de hermanos que viven en una casa tomada, una tortuga que se va a París por una cirugía plástica, pueden aferrarnos más a la punta de la silla que un pibe que se está por suicidar porque no sabe qué hacer en este mundo carente de alma y propósito. Nadie debería morir para escapar del dolor. Que locura.
Escribo para contar un poco de lo que me pasa, capaz pueda ayudar a alguien que la pasa mal a que la pase un poco mejor. No espero influir mucho en tu vida, solo mostrarte que podes escribir sobre lo que se te ocurra, ser un poco más vos y no tenerle tanto miedo al teclado. Escribir lo que te pasa es súper positivo, a mi me permite sacar afuera un montón de cosas que de otra forma me comerían vivo. Quisiera tener mas cosas que decir, menos espacios en blanco, más mensajes en menos palabras,
menos desperdicio de papel.
Amaría que este sea el primero de muchos libros, que mis palabras ayuden de verdad a alguien, que aprendan algo de mi experiencia, que estén de acuerdo con alguna de mis ideas. Dudo que alguna vez pase, no creo siquiera que alguna editorial quiera imprimir esto, pero bueno, tengo que tener la esperanza. Esa misma esperanza me hace creer que no me voy a morir mañana y que el calentamiento global va a retrasarse lo suficiente para que pueda vivir una vida mínimamente digna. Todo es una enorme incertidumbre, espero algún día saber la respuesta.
Creo que eso alcanza para darle un marco contextual a lo que están a punto de leer. Sinó, les recomiendo que devuelvan este cúmulo de hojas y tinta barata en aquel lugar donde lo encontraron. Si me lo compraron personalmente tienen total libertad de tirarmelo por la cabeza, yo voy a intentar darle un mejor uso.
Este libro va a contar con situaciones que fui agregando a medida que me sucedían, por ende, está todo desordenado y es muy muy difícil de entender.
Suerte.
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