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Escapar por los ductos de ventilación no había sido una tarea sencilla, o divertida.
No era como lo planteaban los juegos de supervivencia o las anécdotas de las personas que se atrevían a emularlos, pero, al menos, ahora estaban vivos y lo suficientemente traumatizados para contarlo.
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Desde hace meses se hablaba de una enfermedad que había obligado a todos alrededor del globo a resguardarse en sus hogares, donde permanecían hasta que la incertidumbre o el aburrimiento los obligaba a volverse más osados. Por un tiempo, aquello no habían generado ningún problema, hasta que los contagios se volvieron algo recurrente de lo que nadie hablaba de manera abierta.
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Toda evidencia se eliminaba con discreción, hasta que contenerlo con desinformación o excusas creíbles había sido imposible.
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Chenle fue en su momento, uno de los más escépticos. Aunque ahora que no se para frente a las cámaras y sonríe para un público, se lamenta de no haber seguido jamás las teorías.
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Piensa en ello de vez en cuado, mientras invierte su tiempo buscando cosas que les puedan ser de utilidad, como comida, agua, o algún refugio donde puedan pasar la noche cuando su habitación de hotel o la casa del más alto se vuelven lugares vulnerables, y por ende, peligrosos.
Mostrando un esbozo de felicidad, tanta como se puede permitir en ese entorno hostil, siempre que se que encuentran con un espacio seguro en donde cargar sus propios dispositivos, los que les quedan, con la batería solar que ha traído desde casa.
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En un principio la idea era documentar para su familia, dejar un legado por si sucumbía a la intemperie, sin embargo, ahora únicamente los usa para grabarlo a él.
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—¿Por qué lo haces? —Jisung sigue preguntando de vez en cuando, sin importar si con el paso de los días, parece haber asimilado su respuesta o estar resignado con la idea.
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— Porque eres un buen protagonista.
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El fin del mundo comienza de forma inesperada para Chenle, que aún envuelto en un ambiente repleto de gritos y oscuridad, se siente tranquilo cuando los dedos de Park Jisung le sostienen con desesperación, haciendo que sus manos se presionen juntas más de lo que debería ser necesario. Pero en momentos así, donde la razón parece no existir, el dolor se vuelve un gran aliado para mantener la cordura. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ —Es igual que en casa… —le susurra, sintiendo su garganta cerrarse al recordar los últimos momentos reales que pudo tener con su familia antes de ser enviado lejos, ayudado por la influencia y las conexiones de su abuelo a instalarse en el extranjero por unos días, al notar su popularidad en el mundo del streaming. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ —Debemos irnos ya mismo, ¿entiendes? —la voz del más alto, áspera y temblorosa, le acaricia de nuevo los oídos, y como si quisiera aparentar un poco de calma en ese caos que les rodea, Chenle sonríe. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Le sonríe, porque no quiere llorar como lo hizo hace un par de horas, cuando perdió comunicación completa con su hogar debido a la cuarenta a la que se había sometido a China, su país natal. Aunque eso no era algo que apareciera con frecuencia en las noticias. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ —¿Sabes escalar? —es lo que responde, señalando la estructura de metal que se eleva sobre sus cabezas, sosteniendo alguna de la luminaria que hasta hace poco había cumplido con su función de no dejarles en penumbras. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ —Tengo algo mejor en mente —Jisung le dice, tirando de él para escabullirse una vez más entre la multitud, a penas si dándole tiempo para tomar las cosas de ambos en su carrera hacia una zona más despejada; ignorando esta vez, las salidas de emergencia. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ —¿A dónde diablos vamos? —Chenle le cuestiona cuando los alaridos a sus espaldas comienzan a hacerse frecuentes, pegándose a su costado al sentir el ritmo de su corazón acelerarse, con el recuerdo del gorgoteo desesperado y el sonido de la sangre siendo esparcida por el suelo, repitiéndose como un bucle en su cabeza. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ —Dime que no eres claustrofóbico… —su compañero le pide, empujándole dentro de uno de esos cuartos diminutos destinados para el staff del evento, afortunadamente, vacío— Porque si lo eres, hoy vas a perder ese miedo.
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A pesar de todo, sus manos son suaves cuando le tocan. Acarician su rostro con cuidado, como si fuese algo importante, algo especial que merece ser tratado con cariño. Chenle sonríe, con los ojos cerrados y las mejillas tibias, con las lágrimas acumulándose en las esquinas debido a sus caricias, a esos labios que le relajan con besos después de un largo día, lejos el uno del otro. ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Aprieta entre sus dedos la tela de su camisa, sintiendo el corazón latir acelerado contra su pecho, la timidez aflorar mientras se sumergen en su pequeño mundo de roces gentiles y risas avergonzadas, en dónde se siente seguro. Se permite amarle sin prisas, deshaciendo sus puños para tomarle entre las propias y llevar entonces sus manos «mágicas» hacia su boca, besando cada dedo, cada pequeño espacio de su piel con dulzura, con adoración, construyendo un camino con roces delicados desde la línea más larga de su palma hasta su muñeca, repitiendo la acción en ambos lados. Agradeciendo en silencio su existencia, tener la oportunidad de tocarle cada día, de enredar su meñique como termina haciendo, en un contacto repleto de admiración y necesidad, que no está dispuesto a romper. ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ — Te amo, y pienso amarte siempre —le susurra, perdiéndose por un instante en sus ojos, en el ligero carmín que se apodera de sus mejillas; un reflejo de las propias, que se curvan hacia arriba debido a una sonrisa—, en esta vida y en la otra, en las que estén por venir... Es una promesa. ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ
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Incluso si le ha dado muchas vueltas al tema, Chenle sigue sin entender el nerviosismo de su amigo. No era la primera vez que visitaban un programa musical durante temporada de promociones y, aun así, podía verle removerse inquieto en su lugar con el rabillo del ojo; causándole preocupación. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — Es por sus novias —logra escuchar a Jaemin mencionar con burla, siendo seguido por la risa de los demás ante el notable sonrojo que se había extendido por las orejas y el cuello de Jeno con aquellas palabras, dándole finalmente al extranjero la pieza que le había hecho falta para armar ese rompecabezas. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — Creo que están justo en este pasillo, a dos puertas de nosotros, ¿no deberíamos visitarlas una vez que termine todo para que finalmente les pidas un autógrafo? —Chenle pregunta con un poco de malicia en su voz, en un intento por molestar a su amigo y matar dos pájaros de un tiro al conseguirle aquello por lo que tanto había rogado esos últimos meses. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — No lo entiendes, Chenle —Jeno le dice con paciencia, como si quisiera explicarle algún tema complicado que sería difícil de comprender para él—, son las chicas de StayC. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — Lo sé —este contesta rápidamente, y Jeno le regresa una mirada de con confusión, como si le hubiera crecido una segunda cabeza de manera repentina—. Son personas, Jeno, ¿crees que se negarían únicamente porque eres un chico? ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — No es que sea así, pero sabes que... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — Tienes miedo, lo entiendo —Chenle corta la conversación al colocarse de pie, y regalarle a todos una amplia sonrisa—. Yo les mostraré cómo se hace —les dice, caminando hacia la puerta de aquella pequeña habitación con decisión, ignorando de esa manera los gritos de sus compañeros. Algunos pidiéndole que no lo hiciera, como Jeno, otros animando sus acciones y dejándole en claro que no debía tardarse más de lo necesario al ser los siguientes en subir al escenario. ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ *** ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤ — Necesito que me hagan un favor —Chenle repite por tercera vez, obteniendo una mirada de sospecha por parte de la chica frente a sí, la misma que le habían dedicado desde que se encontró con ellas al salir de su camerino designado—. No es nada malo, lo prometo —prosigue con cautela, estirando su dedo índice para mostrárselos mientras agregaba—, solamente quiero un minuto a solas con una de ustedes, y después me iré por donde vine. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — Todas estamos un poco ocupadas ahora —la escucha decir, entiendo la negativa implícita en sus palabras, aun si no lo menciona en voz alta. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ — Es algo inocente, un autógrafo —Chenle contesta, entendiendo la situación, aunque también teniendo la impresión de que, tal vez, estaban tan nerviosas por la interacción como el mismo Jeno lo estaba—, podrían pedírselo a... —reflexiona por un instante, intentando recordar el nombre de alguna de ellas, de la favorita de su amigo, de la que le había parecido más amable— Quiero un autógrafo de Yoon, ¿se puede? ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Ambas asienten, y la que parece mayor se gira por un momento para decirle a la otra—: Háblale a ella, no tenemos tanto tiempo para que termine la premiación. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Dejándole así, una vez más, esperando por una respuesta. ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ
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Chenle comienza su carrera sobre los escenarios en el 2009, sintiendo la emoción de ver a un público aclamar por su nombre por primera vez durante los eventos a los que asistía como estrella en ascenso. Gana premios por su canto, aun si se trata de otro de esos hobbies que le hacen sonreír y sentirse emocionado, porque no es nada serio para él, pero le divierte extender los días de karaoke también bajo los reflectores. ㅤㅤㅤ Deja atrás los ocho años cuando lo invitan a cantar el himno nacional, en el 2010, un gran logro para muchos, algo que se vuelve agradable con el apoyo de su familia, que lo invita a no rechazar la oportunidad. ㅤㅤㅤ Es enero del 2011 cuando lo llaman para presentarse en Viena, para su mente de aún nueve, es solo otra forma de hacer amigos y pasar el rato haciendo algo que no se le dificulta, porque en su inocencia, Chenle jamás se hubiera imaginado que así terminaría por ganarse la vida. ㅤㅤㅤ Lo más importante para él siempre han sido los estudios, ser un buen hijo, un nieto diligente; estar ahí para sus cercanos, que lo han amado desde que tiene memoria. Ser artista nunca fue un sueño al que quisiera aferrarse, pero no por eso Chenle deja de dar el máximo de sí cada día. ㅤㅤㅤ Si su versión más joven lo viera, ¿se sentiría orgulloso del camino que decidió tomar? ㅤㅤㅤ Chenle no puede saberlo, porque la mente cambia cuando la persona crece, se transforma, y lo que ahora considera normal podría parecer impensable para un niño que únicamente se enfoca en disfrutarlo todo como un juego. Sin embargo, Chenle no se arrepiente. El destino lo lleva de manera amable hasta ese instante, porque prefiere enfocarse en lo bueno, y ahora vive siendo acariciado por el brillo de las luces, tontea un poco mientras hace lo posible por mantener su voz estable, o se ríe sin pena por las ocurrencias de sus amigos detrás del escenario. ㅤㅤㅤ Fue feliz. Incluso si, en ocasiones, desearía volver a ser joven e inexperto, para disfrutarlo todo de nuevo, para intentar evitar los errores obvios que trae consigo la inmadurez; esos que le han causado lágrimas y frustración, ya que nada es perfecto, ni dura para siempre, y por eso se obliga a no soñar con el pasado, a menos de que se trate de esa fecha especial. ㅤㅤㅤ Porque es feliz, también, de estar en el presente. Donde puede seguir puliendo sus esquinas, y aspirar a mejorar cada día.
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— ¿Es acaso una nueva broma? —su voz es suave, tiene una pizca de burla, otro tanto de incredulidad; el sonido perfecto para robarle una sonrisa. ㅤㅤㅤㅤㅤ — Eso haría todo más fácil, pero no... Ya te lo he dicho —Chenle menciona con un tono exasperado mientras se acomoda sobre las sábanas, colocando su móvil cerca de su oreja, interesado en la idea de seguir escuchándole. ㅤㅤㅤㅤㅤ — Me estás diciendo que no puedes dormir si no hablamos, ¿lo entiendes? —su pregunta le hace reír, y aunque Chenle lo intente, no tiene muchos ánimos de contenerse esa noche. ㅤㅤㅤㅤㅤ — Ha sido un día terrible —desvía el tema, llevando una de sus manos hacia su propio cuello, masajeando ligeramente, hasta hacerse a sí mismo suspirar una vez que la tensión es liberada—. No hemos dejado de practicar todo para la presentación de mañana —agrega con cierta pereza, comenzando con sus estiramientos nocturnos para evitar algún calambre. ㅤㅤㅤㅤㅤ — Chenle, estás ahí para ser uno de los eventos principales del festival. ㅤㅤㅤㅤㅤ — Sí, ¿y? —le responde, buscando que elabore su idea, que no detenga sus palabras por un periodo de tiempo demasiado prolongado. ㅤㅤㅤㅤㅤ — ¿Y, dices? —Chenle detecta cierta molestia, y extrañamente, le gusta — ¡Deberías estar descansando!, no desvelándote con esta charla —le escucha decir, y apenas si logra esconder su risa contra su propia palma, encantado, porque le parece adorable. Porque todo lo que hace es adorable. ㅤㅤㅤㅤㅤ — ¿No lo entiendes? —intenta con una nueva pregunta una vez que se calma, siendo paciente; siempre paciente si se trata de esa persona especial— Si no eres tú, si no tenemos esta charla, todo se siente incompleto... No puedo conciliar el sueño. ㅤㅤㅤㅤㅤ — ¿Es esta una especie de fetiche? ㅤㅤㅤㅤㅤ — ¿Me crees ese tipo de persona? ㅤㅤㅤㅤㅤ — No lo sé. ㅤㅤㅤㅤㅤ — Lo es, tú eres mi fetiche, ahora... Habla.
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Son sólo dos horas y siete minutos de vuelo, desde el Aeropuerto internacional de Incheon, hasta el Aeropuerto de Shanghái. Y sin embargo, Chenle sabe que se encuentra lejos de su hogar, de su hermano, de su abuelo, de sus sobrinos y tías; de su familia más cercana, cuando sus padres deciden dejarlo solo con la excusa de que se encuentra en edad para cuidarse por su cuenta, debido también, a su propia insistencia. ㅤㅤㅤ Busca a sus compañeros de grupo con el rabillo del ojo una vez que se paran sobre el escenario, los mira reír y divertirse, por imitación él lo hace por igual; disfrutando de los gritos, de las sonrisas, los saludos y las preguntas que llegan rápidamente, así como lo hacen las personas que ese día se han hecho tiempo para verlos. Esas que salen después por la puerta al terminar el evento, también, con dirección a casa. ㅤㅤㅤ — ¿Quieres que venir conmigo? Mis padres se alegrarán de verte —escucha que Jisung le pregunta una vez que se encuentran solos en el auto, haciéndole sonreír un poco ante la idea, aún si Chenle termina por negarse. ㅤㅤㅤ — Es la primera vez en mucho tiempo, quiero vivir la experiencia —se excusa, propinando un ligero apretón a su mano para intentar transmitirle tranquilidad; dando por finalizada su conversación. Y ganándose una mirada de ojos entrecerrados una vez que le indica a su manager, que le gustaría ser dejado en su lugar habitual. ㅤㅤㅤ Una vez ahí, frente a las olas, Chenle sonríe al encontrarse con el cielo nublado, y ese gusto salado que le genera cosquillas en la nariz. Sintiéndose finalmente cerca de todo lo que ama, pero que no puede tocar, cerca de ese puerto de su infancia, de esos juegos más actuales en la arena, de esos recuerdos llenos de paz. ㅤ
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— Lo admiro mucho, estos últimos días nos hemos vuelto más cercanos —Chenle respondió una vez más, como había estado haciendo esas últimas semanas cuando se sentaba a hablar con los fanáticos que estaban interesados en sus livestreams de Weibo, siendo estos una de las pocas formas en las que solía comunicarse con ellos, para demostrar la felicidad que le provocaba tenerlos a su lado.
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— Nos conocemos desde hace tiempo, es una persona como la que quiero ser en el futuro —resumió con una sonrisa, recordando que había hablado sobre algo similar hace un par de meses, durante la transmisión más reciente, de ese entonces, de Bringing Korea to You.
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Como era su costumbre, la historia que tanto disfrutaba compartir respecto a su primer encuentro con Stephen Curry, había salido rápidamente de sus labios. Mencionando en ese entonces, cómo todo había sido debido a su orgullo; ese que se negaba a dejar que admitiera que no conocía nada sobre el baloncesto. Pero aun así, había terminado encantado con el tipo de persona que era el jugador de los Golden State Warriors, todo debido a su perseverancia y el trabajo duro que lo había llevado a pasar de un principiante a ser una estrella, aspectos de su vida que resonaban consigo mismo y que solía encontrar, también, en algunos de sus amigos más íntimos.
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Aún seguía apreciando las mismas cualidades que lo habían llevado a dedicarle, incluso, una carta que alguna vez fue leída en un evento especial. Sin embargo, el peso de los años y el ser consciente sobre su propio futuro, ese que estaba a la vuelta de la esquina, lo habían hecho un poco más perceptivo a ciertos elementos, comportamientos y visiones que deseaba emplear en su día a día.
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— Nos parecemos mucho, y creo que puedo aprender de él, por eso quiero mantenerme como su amigo y estrechar nuestra relación —prosiguió, bajando un poco su cabeza para esconder la emoción que ese pensamiento le generaba—. Además, nos divertimos bastante juntos, por lo que, diría que MingHao es como un modelo a seguir ahora, por supuesto, siempre junto a Curry, no podemos olvidarnos de él —se apresuró con aquella aclaración, negando con sus manos y una expresión alegre, como si alguien del nivel del jugador pudiera llegar a escucharle y tuviera que mitigar sus dudas antes de darle la oportunidad de considerar el tema.
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No podía ser tan desconsiderado con él, no después de haberlo seguido por tantos años, y obtener lecciones de vida con cada partido.
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— ¿Sobre RenJun y los chicos? Creo que todos lo están haciendo bien —comentó de forma vaga, aunque manteniendo los buenos ánimos, recordando las llamadas de la noche anterior, las noticias inesperadas que eventualmente saldrían a la luz— No olviden ser considerados con ustedes mismos y con nosotros, ¡espero que puedan seguir apoyándonos como hasta ahora! —terminó por agregar, cortando la transmisión luego de esa última despedida; acostándose una vez más sobre el sofá que había estado usando hasta el momento, para pensar en la situación que le tenía preocupado.
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𝘚𝘪 𝘺𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘔𝘪𝘯𝘨𝘏𝘢𝘰 𝘨𝘦𝘨𝘦, Chenle se preguntó, mirando los mensajes que habían llegado a su móvil, algunos que le hicieron sonreír, otros que le pusieron una expresión más serena en el rostro.
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Había cosas que no se podían solucionar, más que con un poco de paciencia, de tiempo y descanso.
Eso era lo que le había dicho el mayor en más de una ocasión, pero sólo hasta ese entonces, el significado de sus palabras se sentía de alguna forma, como algo parecido a un hecho tangible, algo más real.
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— Oye tú, ¿ya comiste algo? —habló en cuanto la llamada fue aceptada, saludando de esa forma casual que años atrás, la persona al otro lado del teléfono le había enseñado.
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— Sigues mal por eso, ¿cierto? —le escuchó decir, haciéndole abultar un poco los labios con descontento al verse descubierto.
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— No es lo que crees... Sólo quería escuchar tu voz, ya que no podemos vernos —Chenle quiso desviar su atención, concentrándose en mirar el techo, contando las imperfecciones mientras esperaba por su respuesta.
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— Estoy bien, Lele —sonaba calmado a través de la bocina, dándole un poco de tranquilidad—. De hecho, acabo de verte en Weibo, fue lindo el detalle de mencionarme, pero intenta no ser tan transparente la próxima vez.
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— Sabes que no... Puedo dar pequeños adelantos sin darme cuenta —intentó explicar, sólo para obtener una corta risa de parte de su amigo como reacción a sus palabras.
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— Créeme, te conozco y entiendo que no puedes evitarlo. Pero también sé que no querías hablar sobre esto, o al menos, no sin hacerlo primero conmigo, ¿me equivoco? —continuó el contrario, y Chenle asintió con su cabeza en aceptación, aún si no podía mirarle.
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— Sólo te extraño, se siente un poco vacío sin ti, ya sabes... Desde que no nos reunimos tanto.
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— Dijiste que querías parecerte a él, entonces, debes ser paciente, no es algo que pueda solucionar en un día o dos; además, las promociones están por terminar y tendremos más tiempo para molestarnos luego de eso —Chenle no pudo evitar sonreír ante su comentario, sabiendo, de alguna forma, que esa había sido la intención de su amigo.
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— Crecer es difícil, ¿verdad, RenJun? —le dijo, intentando enfocarse, pero escuchando un suspiro del otro lado de la línea.
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— Siempre puedes tomar también un poco de ese Curry, y venir a visitarme, será como si estuviéramos juntos en un spa por el fin de semana. —su compañero intentó tranquilizarlo, lográndolo casi al instante.
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— Si estás tan dispuesto, llegaré con algo delicioso para comer, y tendrás que terminarlo todo —Chenle lo amenazó de forma cariñosa. Y la risa del vocalista no tardó en hacerse presente.
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— No esperaba menos de ti, estás aprendiendo bien. —exclamó el otro chico, trayendo un par de recuerdos, en su mayoría agradables, a la mente de Chenle. Porque, en definitiva, ambos estaban adoptando las costumbres de Jun y MingHao, aunque, a su propia manera.
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— Tú tampoco te quedas atrás, pero cuéntame, ¿has revisado las canciones que te compartí hace unas horas? —Replicó con tono divertido, pasando a otros temas, y colgando la llamada luego de un interrogatorio que no tardó en extenderse más de lo planeado. Aunque para ese momento, sintiéndose más satisfecho consigo mismo.
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Porque el deseo de seguir sus pasos nacía a partir de un resultado, pero no estaba en Chenle emular las cosas al pie de la letra. Él confiaba en el proceso, por supuesto, pero MingHao le había enseñado que superar sus propias expectativas, las de los demás, también era una forma indirecta de seguir sus consejos.
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𝗡𝗘𝗪 𝗠𝗘𝗦𝗦𝗔𝗚𝗘
𝟬𝗫𝗠𝗔𝗬, [𝟭𝟭:𝟭𝟱 𝗔𝗠]:
«Vamos a vernos pronto, gege.
Te debo una»
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La voz que tanto ha anhelado escuchar desde esa última llamada, llega nuevamente a los oídos de Chenle, haciendo que aparte la vista de aquel paisaje de ensueño para prestarle atención.
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— ¿En qué piensas? —le pregunta en un susurro, como si la idea de ser descubiertos aún estuviera presente, incluso en un lugar tan apartado como ese.
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— En lo bien que me hace verte en persona, y no a través de una pantalla —Chenle responde, encontrándose con una mirada severa de ojos entrecerrados, y unas cejas confusas, porque su tono juguetón y sonrisa casi nunca pueden engañarle.
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— Intentas avergonzarme, pero eso es bueno —obtiene a cambio, recibiendo sus palabras con gusto, así como el pequeño y acusador dedo que se presiona contra su pecho—, estar triste y reflexivo no te sienta tan bien.
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— Eso es cruel, ¿sabes? —agrega, negando con fingida decepción y una mueca en los labios, buscando asustarle, estando a punto de lograrlo, de no ser por su propia risa. Misma que no tarda en ser replicada por la contraria.
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Con ella se sentía lo suficientemente cómodo para bromear, para dejar de fingir y ser sólo dos jóvenes más, disfrutando de la compañía del otro.
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— ¿Quieres entrar al agua? Me dijeron que es muy agradable en esta época, podríamos mojarnos un poco los pies antes de irnos —le escucha proponer, para enseguida mirarle correr hacia las olas. No tardando mucho en seguirla, a pesar de tener los recuerdos de ese mal resfriado del año pasado aun latentes en su cabeza.
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Llevaban algo de tiempo en esa interesante relación, nacida gracias al gusto de un tercero. Desde que Jeno no tuvo el valor suficiente para acercarse a saludar, pero Chenle fue más allá, siendo tan desvergonzado como para incluso pedirle un autógrafo.
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NCT DREAM era uno de los grupos más sobresalientes, aún en la quinta generación. Por lo que no era de extrañarse que los invitasen a eventos musicales, como ese en el que se habían encontrado por primera vez.
Resultando así en un acercamiento poco planeado, pero al cabo de un tiempo, demasiado afortunado, al menos, lo había sido para él.
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Tener ese encuentro con StayC, y conocer a Yoon eran una de las cosas que Chenle agradecía durante las noches de reflexión, y las charlas largas al teléfono, donde podían hablar de todo y nada al mismo tiempo. Él con la excusa de practicar más su coreano, ella, intentando aprender chino de alguien que ni siquiera era tan bueno en su propio idioma natal. Aunque aquello nunca fue un problema para ninguno de los dos, no cuando las bromas tontas se hacían presentes y les inundaba aquella alegría torpe, que él disfrutaba.
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— ¡Deja de estar tan extraño!
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Si el tono de su voz no lo había hecho, ese chillido repleto de drama que tanto le gustaba, y el agua que ahora le gotea del rostro son suficientes para sacarle del todo de sus pensamientos.
Robándole a Chenle una sonrisa de los labios, aún si no estaba seguro de si era por la incredulidad o una respuesta inconsciente a sus acciones.
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— ¡No estoy extraño, no sigas con eso! —le hace saber, y acompaña su propia respuesta con el chapoteo del agua que no duda en arrojarle en una indiscreta venganza.
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— ¡Basta, este vestido es nuevo! —la escucha gritar una vez más, disfrutando de su pánico fingido, de las risas que llegan después y le resultan contagiosas.
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No había tenido intenciones de continuar con el contacto después del saludo inicial. Pero le había sido imposible no prolongarlo al presenciar la sonrisa de Jeno, al saberle tan amable y no sentirla intimidada por su presencia, por el hecho de que fuera un hombre, incluso si la diferencia de edades entre ambos no era tan drástica.
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— ¿Y qué es tan interesante para no estar aquí?
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Le mira de reojo una vez recostados a la orilla del mar, esperando para observar juntos al cielo teñirse de los colores del atardecer, pensando en si sería correcto compartirlo del todo. Terminando por hacerlo de todas formas.
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— ¿Te arrepientes, Ja Yoon? —le llama por su nombre, esperando captar su atención y recibir sinceridad de su parte.
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— ¿Arrepentirme de qué, exactamente?
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Nota el aturdimiento en su rostro, en la forma en la que sus cejas se curvan en una expresión de extrañeza, pero también se da cuenta de cómo se gira sobre su costado, curiosa por escucharle.
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— De esto, de estar aquí conmigo... —prosigue con una explicación, imitándola al acomodarse sobre la arena para poder encontrarse con ella; ansioso por su respuesta.
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— Claro que no... Me agradas, lo he disfrutado mucho.
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Chenle sonríe, amplio y alegre ante sus palabras, sintiéndose más seguro de aquello que sucede entre ambos; ignorando aquel sutil sonrojo que distingue en sus mejillas, tomándolo como un reflejo de la luz rosada que ha atrapado el ambiente, mientras se pone de pie para ofrecerle su ayuda.
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— Gracias por ser mi amiga, creo que... Contrario a lo que todos piensan, un chico y una chica pueden serlo, somos la prueba de ello —le asegura, sin pasar por alto el titubeo de la mano contraria antes de que sus dedos se toquen, afianzando el agarre cuando finalmente lo hacen, pensando que tal vez, debido a sus juegos previos, existía cierto miedo en Yoon, relacionado con la idea de dejarle caer.
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— Oh, amigos, sí... Es como dices, somos la prueba de ello.
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Chenle cree encontrar un poco de descontento en sus facciones, en la nariz que se arruga por una fracción de segundo, en esos ojos que le miran con insistencia, pero no está del todo seguro. Pues así como llegó, la luz del ocaso se desvanece creando un par de sombras inexactas sobre el rostro de Yoon, mismas que no le ayudan del todo a confirmarlo.
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— ¿Qué sucede? —se atreve a preguntarle, sólo para verle negar con la cabeza y cubrir su boca con los dedos que mantenía libres de su agarre, como si quisiera espantar un bostezo.
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— No es nada —le dice, y Chenle le confía con una sonrisa—, me divertí mucho, pero estoy cansada y se hace tarde, debería regresar.
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— Lo entiendo, pediré que pasen por nosotros, no deberías viajar sola a esta hora —intenta enmendar algo que no entiende del todo, pero que intuye, ha sido su culpa— Te dejaremos primero, así me sentiré más aliviado, pues sabré que estarás segura.
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— Gracias, eres un buen amigo... —le responde y Chenle asiente con paciencia, porque Yoon es una chica, y no deja de ser un terreno desconocido para él.
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—Espero podamos repetirlo —Chenle agrega, intentando prolongar la charla, siendo ahora ella la que le regala una sonrisa cuando entrelaza sus dedos para que puedan comenzar a caminar; demasiado acostumbrando a las muestras de afecto entre los miembros de su grupo para distinguir la diferencia.
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— Sí, yo también.
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No sabe si algún día todo ese esfuerzo tendrá frutos, si significará algo para él, como lo hace para sí mismo. Pero aun a pesar de ello, lo intenta.
El tiempo es relativo, se desdobla, se pierde entre la realidad conocida y la bruma del sueño. Ha sido de esa forma desde que tiene memoria, desde que decidió comenzar con ese juego de buscarle por parajes poco conocidos, intentando encontrarle porque se sabe perdido sin su presencia.
Cuando abre los ojos, no reconoce paredes blancas ni techos altos, no se encuentra con voces exigentes o indicaciones a seguir. Únicamente le saluda la quietud de un cielo casi desprovisto de vida, un azul sobre negro, un negro sobre azul que llega a tonalidades difíciles de distinguir, vislumbrando a la distancia la estela de esa única estrella, que le da, como siempre, como ha sido desde hace meses, tal vez años, la bienvenida.
Chenle se conoce dentro de ese plano.
Deja de ser carne y hueso, tejidos y vértebras para convertirse en átomos, en materia que se mueve sin rumbo fijo, que se transforma para dejar de lado lo tangible, y abrirle paso a eso que no siempre se entiende, pero que, de cierta forma, funciona.
No es nada, y él lo sabe.
No es nada, pero al mismo tiempo, lo es todo; y aunque hubo un momento en donde aquello le preocupaba, ahora no se atreve ni siquiera a considerarlo.
«Es por un bien mayor», se recuerda, como un mantra que no está dispuesto a romper, cuando se adentra una vez más en su espacio, cuando perturba los pensamientos inconscientes, agradables, con ese deseo egoísta que no puede ser contenido.
Le observa emocionado, le llama, cegado por su brillo. Porque en ese mundo repleto de tinieblas, la suya es la única luz que le da consuelo. Porque no puede dejarle ir, ya que muy dentro de su corazón aún guarda aquella última promesa.
Sabe que ese es un arte inexacto, que la suya es una tarea destinada al fracaso, pero no le importa.
Ha perdido la cuenta de cuántas noches lo ha intentado, de cuántas pistas ha dejado a su paso, solo para ser reconocido, para ser recordado por un instante. Una breve fracción de segundo, antes de ser descartado como si se tratase de una mala broma, como una pesadilla que no se desea volver a experimentar.
Se lo han advertido más de un par de veces, en más ocasiones de las que sus dedos pueden contar, pero su excusa sigue siendo la misma. Su cuerpo joven puede con ello, su mente ágil que no se deteriora con tanta facilidad, algún día, quizás, será capaz de notarle.
Mientras sucede, Chenle espera; dejando morir las ilusiones, ignorando las risas y el llanto, haciendo oídos sordos a los sonidos a su alrededor. Siendo incapaz de poner en palabras lo incómoda que resulta la escena con la que debe lidiar cada que regresa de su viaje. El presenciar el respirador y las máquinas que prevalecen conectadas a su cuerpo, monitoreando sus signos vitales, manteniéndole atado a lo terrenal, cuando su destino se encuentra más allá de esa habitación de hospital, escondido entre lo incomprensible, presente en lo cotidiano que, por el momento, no puede tocar.
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Zhong Chenle vive en un mundo construido a base de apariencias, donde todo lo que está planeado debe llevarse a término, donde lo que no, no permite más de una pizca de libre albedrío. Y él está de acuerdo, al menos, la mayor parte del tiempo.
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Desde que tiene uso de razón, su sueño ha sido estar sobre un escenario, caminar bajo las brillantes luces, escuchar los gritos de los que disfrutan su acto, mirar sus rostros emocionados. Es por eso, que Chenle reconoce que hay algunos sacrificios que debe estar dispuesto a hacer, para cumplir con aquello tan deseado desde la infancia. Porque incluso si su cuerpo no es capaz de soportar tanto como su voluntad lo exige, se promete durante las noches en vela, frente al espejo que sólo le arroja una imagen deteriorada de sí mismo, que todo estará bien si lo intenta con más empeño.
Que todo estará bien si él, así como lo hace su público, sonríe a pesar de sus dolencias.
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Las horas de práctica se vuelven cada vez más largas con la llegada del mes de marzo, haciendo que los días cercanos a esa fecha señalada en el calendario parezcan difíciles de alcanzar. Sin embargo, cuando mira a su alrededor, los demás integrantes del grupo se muestran igual de felices con la idea, con ese concierto que está por venir, con la esperanza de darlo todo frente a esas personas que los han apoyado a lo largo de su trayectoria. Chenle se siente de la misma manera, la emoción vibra a través de su cuerpo mientras se piensa cantando para esos corazones que se abren con la espera de recibirlo, y en ocasiones eso es suficiente para mantenerlo de pie, para arrancarle unas palabras de ánimo o un comentario bromista, pero en ese momento usar su imaginación no basta.
Dándose la libertad perderse por un momento en sus ensoñaciones, se recarga contra una de las paredes de aquella sala de ensayos, —sólo un instante, chicos… Una pequeña pausa—, se dice también a sí mismo, permitiendo que las punzadas de incomodidad que atacan la parte posterior de su cabeza bajen un poco de intensidad, hasta que continuar con su rutina no se antoje una tarea imposible.
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— Estoy bien, de verdad, estoy bien… —Chenle repite cual suave mantra. Y al abrir nuevamente sus ojos, los rostros repletos de preocupación de sus amigos lo reciben.
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La causa es simple, de risa, lo que nadie más pudo con su insistencia, con sus regaños amistosos, lo ha logrado una brisa silenciosa que ha colado lentamente por una ventana abierta. Los primeros síntomas se presentan como un recuerdo borroso, algo que, si Chenle pudiera ahora que mira con detenimiento el pasado, desearía tener la capacidad de olvidar, aunque eso no elimine la sensación de malestar y las pequeñas lágrimas que intenta disimular con el veloz movimiento de sus párpados.
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𝘾𝙝𝙚𝙣𝙡𝙚 𝙙𝙚 𝙉𝘾𝙏 𝙞𝙣𝙚𝙫𝙞𝙩𝙖𝙗𝙡𝙚𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙧𝙖́ 𝙖𝙪𝙨𝙚𝙣𝙩𝙚
𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙤́𝙭𝙞𝙢𝙤 𝙉𝘾𝙏 𝘿𝙍𝙀𝘼𝙈 𝙏𝙊𝙐𝙍 “𝙏𝙃𝙀 𝘿𝙍𝙀𝘼𝙈
𝙎𝙃𝙊𝙒𝟮: 𝙄𝙣 𝘼 𝘿𝙍𝙀𝘼𝙈”
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Lee nuevamente en aquel sitio de noticias aún si lo ha escuchado en persona, porque no era tan real en ese momento, porque agazapado bajo las sábanas, con la sensación de escalofrío recorriendo cada uno de sus nervios y la tos interrumpiendo su silencioso llanto, la presión de la culpa es más palpable. Y sólo así, puede permitirse un segundo de debilidad.
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— Siempre habrá algo que esté fuera de nuestro control —Chenle reflexiona horas después en una llamada, y su voz se quiebra a mitad de la frase al obtener una respuesta que, tal vez, estaba esperando escuchar.
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— Lo sabes, ¿cierto?
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Es un susurro suave, una calidez conocida, extrañada, que logra aligerar el peso de sus hombros.
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— No todo puede resolverse con una sonrisa, Chenle.
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Enfrascado en ese cambio en la rutina no pedido, que con el paso del tiempo ha llegado a lastimarle, Chenle se resigna a que ya no sea Jisung quien espere por él frente al elevador cada que se le hace tarde para los ensayos de madrugada. En su lugar, es la sonrisa conciliadora de Jaemin la que se ha dedicado a darle la bienvenida casi todos los días de aquella semana, guiándole sin prisas por esos pasillos hasta que, finalmente, se encuentra cada uno situado en su posición sobre el lustroso piso de madera. ㅤㅤㅤㅤㅤ En esa ocasión, como en muchas otras, Chenle se pregunta por los errores cometidos mientras busca la figura de Jisung con la mirada, esperando divisar en ese reflejo que no ha dejado de escudriñarle de vuelta, el motivo de su repentina lejanía. Pues desde ese día, en donde el chico se encontró con los vestigios de una confesión inconclusa tras abrirse las puertas del ascensor, Jisung se ha encargado de mantener la distancia, y erradicar de raíz, el diálogo que fuese más allá de lo estrictamente necesario. ㅤㅤㅤㅤㅤ Tan melancólico al recordar las sonrisas y los juegos de antaño, tan molesto por las muecas de desagrado, pero temeroso por el rechazo continuo, Chenle no puede dejar de sentirse (patéticamente) incapaz de acercarse para hacerle frente al problema, muy a pesar de la impotencia acumulada. Sin poder comprender lo que sucede, sin poder comprender cómo es que su amistad (antes sólida como una roca, después frágil por el cúmulo de acontecimientos que ambos han optado por mantener en secreto, casi como si desearan olvidar), ha llegado a convertirse en sólo una fracción muy limitada, en sólo un trozo casi inerte, de lo que había sido alguna vez; Chenle se dedica a intentar ajustarse a esa nueva práctica de no verse fuera de aquellas cuatro paredes, de no tocarse ni dirigirse la palabra ni siquiera en la comodidad de su alcoba (que desde esa tarde Jisung pide pueda dejar de ser compartida), a la que no tardan mucho en adicionarse las lágrimas. ㅤㅤㅤㅤㅤ ¿Realmente todo está destinado a seguir ese curso? ¿A terminar en una silenciosa tragedia?, Chenle se pregunta todas las noches siguientes, cuando encerrado en el baño intenta deshacerse de los rastros de tristeza que le escurren poco benevolentes por las mejillas. Ha olvidado ya cuantas veces se ha mofado de su abochornado reflejo, de sus ojos enrojecidos, de sus labios temblorosos que se han negado a demostrar la valentía que tanto predica estando bajo la mirada severa de las cámaras; por mostrarse de esa manera, por elegir sellarse cada que Jisung pulula sin rumbo fijo lejos de su presencia. Cuando el propio Chenle amaría poder decirle todo lo que piensa, tener la voluntad para llamar su nombre con ese desinterés tan habitual en épocas pasadas sólo para verle caminar hacia él, tener la convicción de reclamarle por sus inesperadas acciones, de expresar lo mucho que le hace falta, aún si por lo visto, Jisung no le necesita. ㅤㅤㅤㅤㅤ Aún si este jamás se ha preguntado (o si jamás se preguntará algún día), por la razón que tiene Chenle para desear formar parte de su vida. ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ
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