She/her You can ask me whatever you want but I’ll answer it in Spanish
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Shadow Milk Cookie x Fem Reader/OC art
Safe!
“¿Por qué insistes en mantenerme aquí a pesar de tus frustraciones? Siempre tendrás opciones de sobra que me pongan en desventaja.”
“Porque sería como cortar un árbol que quiero que eche raíces en mi reino”
—As pure as Vanilla Milk

#shadow milk cookie#shadow milk x reader#shadow milk crk#shadow milk x you#crk x reader#zzztellacocina🔥
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https://www.tumblr.com/hadaldemon-nsft/791785891215589376/idk-what-to-say-maybe-some-more-shadow-milk?source=share
Idea based off this...imagine if y/n figures out how to either shrink themselves or give themselves a cookie body...and moment fount sees it...cue them begging to kake out with y/n or they just kiss y/n...lol!
tw: kissing (is this even worth a warning?)
Poor dude, he really wants to but he is chickening out!
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idk what to say
(Maybe some more shadow milk freaky stuff idk)
Btw I like ur art :333(idk why,💔🥀)
Thanks for enjoying my art! But what do you mean you don't know why? 😭 You sound like you don't want to like my art 😂 but I'll take it as a compliment.
I don't have much now as I'm trying to clear my inbox but I have this stoopid doodle with fount of knowledge and witch reader I made for myself some time ago if you want it.
tw/cw: mdni, suggestive, doodle, extreme size difference
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As Pure As Vanilla Milk

Longfic Shadow Milk x Fem Reader
Recuento de palabras: 7.16k
ADVERTENCIAS GENERALES: DEAD DOVE: DO NOT EAT, los personajes de Cookie Run son humanos pero utilizan su nombre de galleta, Sangre y violencia, muerte de personajes y personaje principal, manipulación mental y emocional, AU de fantasía, misoginia, fanatismo religioso, religión, teología y costumbres ficticias, muerte de animales, roles de género marcados, enemies to friends to lovers, Shadow Milk es un cambia formas, trauma psicológico, romance trágico, desequilibrio de poder, ambigüedad moral, sexo eventual, slowburn, SE AÑADIRÁN ETIQUETAS PARA EVITAR SPOILERS.
ADVERTENCIAS DEL CAPÍTULO: Muerte animal (seguro)
CAPÍTULO I “Azure Kingdom”
El interior del castillo de la casta Vanilla era cálido pero fiero. La nación que se levantaba en el reino de los cielos siempre gozaba de los mejores rayos de sol por las mañanas. Nunca era de noche completamente, la noche no era más que un atardecer eterno que teñía el cielo de un lindo tono deslavado como las lavandas que crecían en el jardín de la princesa. Siempre había un atisbo de luz que guiaba a las ovejas perdidas de vuelta a su pastor y la estrella más brillante al norte atraía a todo aquél que deseara refugiarse bajo la infinita compasión del santo Vanilla.
Y el día resplandecía como en ningún otro lugar.
Aquella luz preciosa y suave se filtraba por los rosetones de colores opalescentes en el salón de lectura al lado de los aposentos de Pure Vanilla. Las pequeñas motas de polvo y el olor de los libros viejos custodiados a través del tiempo se levantaban en una danza con los rayos paralelos del sol.
Si bien, la biblioteca recibía a todo noble que deseara preguntar, ninguno se interesaba por cuentos infantiles e historias que ahora se desconoce si son rumores o registros fidedignos de la historia en Crispia. Los registros de las grandes castas y los tratados estaban en la sala del consejo y en custodia del escriba después de todo.
Por lo que con los años ese lugar pasó a ser propiedad únicamente de la familia real.
“No quiero que bajes allá otra vez.” Una dulce y tierna voz rompe el silencio del espacio, más que una súplica; era la orden de una correcta princesa que aún no comprende el peso de sus palabras o sus peticiones. Pero que la intención es pura.
Pure Vanilla siempre quiso niños.
Propios.
Pero el deber siempre llamó para arrancarle su corazón por todos aquellos que lo siguieron ciegamente a través de los años por el vasto desierto en busca del reino de los cielos que actualmente es su hogar y su terreno bendito que los protege de aquella bestia.
Él es la santidad que se sacrificó por todos sus hijos y, ahora, sus hijos se sacrifican para él. Cada hombre que muere, mujer que enviuda y niño que queda huérfano no son más que una raíz amarga que pronto hará emerger los frutos más dulces una vez que él se levante victorioso de la guerra regente.
Esa era la prueba más grande de amor de la historia de su reino. Y para sus soldados, no había mayor acto de amor que morir por su rey.
Y tal parece que los cielos escucharon los deseos más profundos del corazón de Pure Vanilla y decidieron recompensarlo por su sacrificio deshumanizante a través de los siglos.
Pure Vanilla deja escapar un meloso suspiro que le arranca la mitad de una risilla ante tal petición fuera de razón. Pero con la inocencia de quien lo pronuncia. Con gentileza le retira el libro de pasta delgada que la niña sostenía entre sus manos para colocarlo con movimiento ensayado sobre la mesa. La reacomoda sobre su regazo y tira de su vestidito bordado a mano para evitar que la tela se arrugue y se acomode pulcramente debajo de sus rodillas. Con dulzura, con protección y con la adoración que solo el regalo de los cielos merece tener.
Pure Vanilla viste su túnica blanca habitual, aquella que le arrastra hasta los talones a juego con su cabello rubio como el primer rayo de sol de un nuevo día.
La marca en su frente, la estrella de ocho puntas se refleja perezosamente al son de los pensamientos en su mente. Está siendo un recordatorio de lo que libró esa guerra en primer lugar y el flagelante recuerdo de no poder detenerla.
“Necesito ir para protegerte.”
“¿Solo a mí?” La niña levanta la vista y curva su espalda para mirar mejor a su padre por detrás. Genuinamente curiosa y mirándolo con esos grandes ojos que él no puede corresponder debido a que la tranquilidad no amerita que él abra sus ojos.
Pero la siente, la estrella de cuatro puntas marcada en la frente de su princesa como el beso de amor eterno que le juró el día que la encontró. Una pequeña parte de su magia siempre la mantendría a salvo incluso si él algún día falta de su lado para protegerla. Porque dios ve a todos sus hijos a través de su frente y ellos le devuelven la mirada a través de los ojos. Porque esa acción es consecuencia de su amor y compasión desmedida de la que aquella niña es objeto.
“Y a todo nuestro reino.” Agrega con suavidad, como si eso último fuese algo tan obvio que no tendría por qué ser mencionado.
La niña hace un puchero y agitaba sus piernas de adelante hacia atrás mientras apoya su espalda contra el pecho de Pure Vanilla. Recorriendo los vitrales coloridos y los miles de libros que aún le falta por leer. Ella juega curiosa con la cadena de oro solido que sostiene la gema del alma de su padre; la fuente del poder prestado a ella y a todo su reino. Pero también causante de la guerra que ha diezmado el continente en el último siglo. Incluyéndola.
Ella, aunque con un entendimiento precario de lo que es la guerra y apenas observando lo que ocurre sobre la tierra, muy muy abajo; sabe que lo que sea que pase ahí es peligroso. Después de todo, mamá y papá nunca regresaron luego del incidente.
¡Si algo le pasara a papá, este; su otro papá; no podría terminar de leer todos esos libros con él! El salón de lectura y el castillo se sentirían tan solos sin él y nadie la despertaría para desayunar…
“No me gusta lo que haces.” Ella jala la souljam con recelo, si no estuviese atada tan firmemente al pecho de su padre; la rompería en mil pedazos. Aunque… por lo que ha escuchado a escondidas cuando espía en las reuniones del consejo; él ya lo intentó una vez.
“Cuando seas grande lo entenderás.” Pure Vanilla rodea a la niña con sus brazos y entrelaza sus propias manos mientras pone su barbilla sobre la coronilla de la niña Vanillana. Con cuidado de no encajarse las piezas de joyería de la tiara real en su mentón. Ella protesta silenciosamente cuando el movimiento la hace soltar la souljam. ¡Estaba tan cerca de destruir esa cosa horrorosa!
“¡Cuando sea grande quiero pelear a tu lado!” Pure Vanilla suelta una risita burlona que hace a sus hombros saltar. “¡Oye! ¿Por qué te ríes de mí?”
“Eres una princesita, debes quedarte aquí…” Pure Vanilla sufre un espasmo involuntario y aprieta su abrazo, no con agresividad o posesión, sino con autentica preocupación por la convicción que escucha en esa dulce voz. “…A salvo, educándote y preparándote. Cultivándote y aprendiendo las maneras de los nobles… nuestras maneras.” Él menciona con un suspiro meloso mientras suelta una de sus manos y se dispone a tantear libros para leer esa mañana. Ha estado echándole el ojo a “Cuando llueve en Crispia”. No es un cuento infantil, pero nutrirá a su pequeña con la historia del continente mucho mejor de lo que él podría contarle.
“¡No quiero perder otro papá!” Dice con total inocencia. El rey se tensa debajo de ella y la abraza más contra él al compás que detiene la mano sobre la portada desgastada y rugosa del libro.
Genuina, ella hablaba desde el corazón. Pero su mirada decidida y apacible delataba la incapacidad de procesar lo que ocurrió ese día.
Era mejor así. Con suerte, Pure Vanilla estaba seguro de que ella olvidaría eso por completo algún día si lograba meterse lo suficiente en su corazón. Así como ella lo estaba haciendo en el suyo. Pronto e incluso ahora, ambas almas rechazadas y en pena se refugiaban en la luz del otro. Acompañándose durante el día más soleado y la tristeza más profunda.
“Papá no puede y no va a irse a ningún lado.” Más que tranquilidad, sus palabras reflejaban hechos fundamentados bajo una larga vida de milenios que le pasan por el cuerpo como un árbol que detiene a un huracán.
“¡Entonces espérame! Ya verás, Papanilla. Voy a crecer y pelearé contigo allá abajo.” El apodo siempre hace que Pure Vanilla se sonroje levemente y se encoja de vergüenza. No era la primera vez que lo llamaba así y no tenía objeciones siempre y cuando lo hiciera en privado. Pero a estas alturas todos los miembros del consejo y algunos nobles ya lo habían escuchado.
“¿Leerías algo para mí, corazón?” Corresponde al pequeño apodo y toma el libro que previamente había elegido para ella. Fingiendo o eligiendo no escuchar esas palabras, para que, con suerte, se perdieran en el fondo de la mente de la pequeña a medida que creciera.
Sosteniendo el libro con dulzura mientras ella practicaba y le brindaba a Pure Vanilla una pequeña refrescada del texto que no había leído hace siglos.
Repitiendo las palabras de la princesita en su mente una y otra vez, perdido en la resolución de que para un ente inmortal como él; no deberá esperar mucho para ver si su pequeña cumplirá sus palabras.
O, en cambio; se dedique labores más nobles como aprender etiqueta, modales en la mesa y bordar. Al rey le encantaría ser bendecido en sus cruzadas con un lindo pañuelo bordado por su hija. Pure Vanilla desea profundamente que sea de esta forma, la idea de perder más personas que aprecia por el peso indiscriminado de la guerra le aterra. Incluso si eso significa que su pequeña viva para un propósito vacío como “servir al reino desde el castillo”.
Él la mira desde arriba, escuchando su oratoria; torpe y tartamuda que delata sus raíces pobres y proletarias, pero con un profundo esfuerzo por parte de ella para mejorar cada día para poder estar con la gente que los rodea. Pure Vanilla abre sus ojos levemente, sin buscar enfocarla con su pobre vista; sino en señal de reconocimiento. Como si estuviese observando el melancólico futuro que todavía no ocurre.
Y parece que Pure Vanilla tuvo la suerte más desgraciada y cruel, pues a medida que pasaban las estaciones, desde el cruel invierno de los cielos hasta los festivales de la fertilidad en verano; su pequeña no hacía nada más que voltear la mirada hacia el campo de entrenamiento cada vez que Pure Vanilla la paseaba en su lindo potrillo blanco que le había regalado hace poco, por las instalaciones para dar algunas ordenes o cuestionar sobre el estado actual del ejército.
Los soldados, las armas pesadas emanadas de la magia más brillante y bondadosa, la maestría en los movimientos de pelea, la balística, los sementales bravos y ensillados. El ancestral observaba con preocupación los ojos de la niña, que, si bien ella no objetaba o hacía un berrinche para quedarse en ese lugar bárbaro; ni siquiera intentaba bajarse de la potra. Él prefería ir a pie mientras guiaba las riendas del manso caballo e incluso así; su altura intimidaba a los caballos promedio.
La mirada encendida y envalentonada de la niña por seguir con la mirada la brutalidad que conlleva pelear en esta guerra le decían a Pure Vanilla todo lo que ya tenía que saber.
Pero, no podía quejarse. Aunque buscara un pretexto para alejarla de la barbarie que él mismo protagonizaba. No tenía la vergüenza suficiente para prohibirlo.
Su preciosa y dedicada princesa hacía todo lo que le ordenaba y enseñaba hasta alcanzar la cima brillante de un dominio envidiable por las demás niñas y jovencitas nobles. Su agradecimiento era expresado con cada lección de baile y canto, en lo bien que recitaba y sabía que cubiertos utilizar en las cenas con nobles y grandes generales, la etiqueta con la que se presentaba ante el consejo y los lindos bordados que realizaba para él.
Como si estuviese cosechando la respuesta para una petición que le haría en el futuro.
“Mi estrella, ¿qué estás leyendo?” Si las puertas de pesado álamo de la biblioteca se encontraban entreabiertas, seguramente la princesa estará ahí.
Pure Vanilla se adentra con ímpetu y calma, tarareando mientras ve a su pequeña de espaldas leer desparramada boca abajo sobre la alfombra de piel. El dobladillo de su vestido y las rodillas cubiertas por sus medias blancas están enlodadas y rotas. Él sabe que ella se escapó de nuevo para ir al campo de entrenamiento de los soldados, pero nunca decía nada.
La vista lo enternece, pero también le recuerda el cruel paso del tiempo para un mortal. Las luces traviesas de las velas llorando sobre su plato emiten una sombra imponente detrás del bondadoso rey.
“Haz vuelto a la normalidad.” Ella responde mientras ojea su libro sin despegar la vista de su contenido. No necesita verlo. Basta con sentir el peso inhumano crujir bajo sus pies, el golpeteo seco de su bastón y ver la sombra monstruosa que se proyecta encima de ella. Pero su padre no dice nada, así que responde a su pregunta. No quiere ser grosera. No después de que él regresa de una fatídica derrota contra en canciller.
“Canción de sol y luna.” Responde a su pregunta.
Pure Vanilla se tensa un segundo, como quien se detiene a sentir el recuerdo, pero debe seguir caminando para que nadie le pregunte que es lo que vio en su memoria.
“Ah, ¿sí?” El ancestral camina, arrastrando su túnica impía y su cabello dorado por el suelo estéril del lugar hasta detenerse al lado de la niña. Y apoyándose en su bastón, este de agacha para sentarse al lado de ella, ambos descalzos y con rostros apacibles.
“¿De qué trata?” Aunque Pure Vanilla ya sabe la respuesta.
Los ancestrales siempre fueron grandes, no por sus luchas, sus acciones o sus guerras ganadas. Sino por su naturaleza divina e inmortal, como si los cielos los hubiesen creado de esa forma para recordarles a los mortales quienes poseían el verdadero poder y la vida eterna. Pure Vanilla, sus amigos y sus contrapartes eran tan altos como lo era el primer piso de una humilde casa, podrían acunarla entre sus brazos si quisieran, pero se mantienen regios, humildes y apasionados por su gente y su pueblo. Es por eso por lo que, es muy raro verlos en todo su esplendor, normalmente optan por un tamaño más amigable para las otras personas. Saben perfectamente que sus verdaderas apariencias pueden… intimidar.
Así que se guardan a ellos mismos para actividades que requieran su fuerza y constitución; como el campo de batalla.
A diferencia de las bestias que se levantan orgullosas de su naturaleza monstruosa. No como un recordatorio, sino como una forma de agrandar la brecha del poder control que tienen sobre los mortales y el mundo.
“Es la historia de tu enfrentamiento contra las bestias por la posesión de su souljam.” La princesa hace una pausa para voltear a ver la cadena del oro más fino hecha para sostener y resguardar la parte de la souljam que Pure Vanilla logró conservar después de su último gran enfrentamiento. “El resultado fue trágico para la mayoría. Todos creían ser dueños de su respectiva souljam, pero el desastre provocado fue incalculable. Miles murieron. Hasta que los reinos decidieron tomar partido por el rey Pure Vanilla y el canciller Shadow Milk, provocando la guerra que estamos enfrentando ahora. Crispia nunca logró recuperarse.”
El rey frunce los labios, como quien desea reprimir un recuerdo viejo. No por despecho, sino por el amargo sabor.
“Shadow Milk, por favor… permíteme ser tu amigo. ¿No quieres probar la compasión?”
“¡VETE AL DIABLO!”
Pure Vanilla sacude el recuerdo, de nada servía regresar a esos días. La guerra ya estaba hecha.
“Ya veo… ¿por qué una canción?”
“Así lo nombraron los escribas.”
“No le veo razón a comparar un conflicto bélico con una canción…” El rey, se escuchaba triste. Pero no una tristeza por los destrozos de la guerra; sino ca la tristeza de perder algo que sabe que nunca podrá encontrar de nuevo.
“Creo que es poético, padre.” La niña cierra el libro y lo deja de lado para incorporarse y encarar a su padre. “Pero es fácil opinar desde afuera, si tú, que lo viviste no pareces conforme con el título que le han dado. Lo entiendo.”
Ella se acerca a gatas a través de la alfombra y se coloca al lado de su padre para apoyarse contra su costado, pero no demasiado. No quisiera ensuciar sus pulcras vestiduras con el lodo de sus rodillas, así que simplemente se hace ovillo a su lado y se reconforta con el aroma de las velas y la esencia de vainilla.
“Olvida por un momento que eres mi hija. Si yo no fuese tu padre y tu lucharas allá afuera cada día, ¿qué bando escogerías?”
“Ninguno…, creer que alguno merece la souljam es lo que desató la guerra en primer lugar” No fue la respuesta lo que descolocó al santo, sino la rapidez con que respondió. Como si ya la tuviese desde hace mucho tiempo y solo estuviese esperando a que alguien preguntara. Entonces…
¿Por qué deseaba tanto pelear allá abajo? Esa sería una pregunta a la que Pure Vanilla solo podría acceder hasta muchos años después cuando ella misma forjara la respuesta de la desgracia más grande, pero la que trajo la paz, a fin de cuentas.
“Entonces, ¿cuál es tu postura, princesa?”
“Creo que es un poder que nunca debió haber existido.” Pure Vanilla no puede esconder la mueca en su rostro, pero la borra rápidamente con una sonrisa.
Sabía que ella no lo decía como una forma de desearle la muerte. Ya que es esa pequeña y opalescente fuente de poder lo que le permite seguir vivo hasta ahora. Pero los ideales son bastante fijos y obvios como cuando preguntas que contiene un vaso vacío. Porque Pure Vanilla no toleraba que ella tuviese razón, si él…, si Shadow Milk nunca hubieran existido, quizás ella sería nada más que una dulce campesina en un reino que alguien que no es él hubiese fundado, pero no tenido la vida para disfrutarlo a través de los milenios. La pequeña tendría a sus padres vivos y se dedicaría a una modesta vida.
Pero ahora ella posee poder, magia y una riqueza que ningún otro mortal lograría acumular ni, aunque trabajara el resto de su vida, ni sus hijos, nietos o bisnietos. Pero a costa de la sangre y la pérdida. ¿Qué era mejor en todo caso?
El rey la observa, dulce y pequeña contra su costado y apoyada como la estirpe busca a sus progenitores en busca de calidez. Pero sagaz y haciendo los comentarios lo suficiente y peligrosamente correctas como para que él tenga miedo de lo que ella pueda decir cuando no esté bajo la protección de su rey.
Si, Pure Vanilla siempre quiso hijos y a ella la consideró a ella una bendición cuando la encontró. Pequeña y encogida por la lluvia y el frío, única y sobreviviente de cuando el canciller emergió de los cielos y quemó su pueblo hasta las cenizas.
Pero ahora le daba miedo lo que gestaba tras esos ojos decididos y avezados.
Pure Vanilla pasó uno de sus brazos bajo el pequeño cuerpo de su adorada niña para fundirla mejor a él. Sin importar cuanto ella protestara por la suciedad de sus ropas, él la abrazo, como si su imponente figura fuese suficiente para protegerla de lo que le esperaba. Como si el fuego de la chimenea pudiese incinerar los atisbos del espíritu inquietante de ella y amansarla y hacerla dócil para que pudiese vivir el resto de su vida mortal en paz, sin involucrarse en la causa de su padre.
Pero ella ya estaba involucrada desde que el canciller destruyó la primera vida que tuvo.
Algún día, ella también deseará poseer un poder sorprendente por el bien de alguien.
Y el tiempo pasa más rápido cuando le temes, huele el miedo y lo saborea.
“¡ESCUCHEN, PRINCESAS!”
Años después como siempre. Amanecía.
Pero no era un alba brillante, pura y fresca como las que acostumbraban. Las aves azules no cantaban, los humildes mercaderes no salían a colocar sus puestos, los niños no salían a pasear y las amas de casa tanto humildes como de la casta más noble observaban desde los balcones.
El humor y los cielos estaban ahogados en una fúnebre y espesa neblina gris. Como si los astros estuviesen de luto por lo que estaba a punto de acontecer.
“¡EL EJERCITO DEL BUFÓN SE DIRIGE HACIA EL ESTE DEL REINO HOLLYBERRY, SI PERDEMOS EL VALLE DEL DRAGÓN, ¡PERDEMOS LA GUERRA!”
Los corredores del castillo y el patío de armas se estremecían ante la marcha de pasos firmes y los rugidos e indicaciones marciales de los grandes generales y los ancestrales, o los que quedaban de ellos. Desde que el canciller Shadow Milk diezmó la tierra de Crispia, todos sus amigos perdieron sus reinos y su territorio, pero algunos se ganaron un valioso puesto entre las filas y el consejo de Pure Vanilla, abrazando a sus viejos colegas y amigos bajo su yugo protector en su reino que aún no se dejaba tocar por la impureza de la luna.
Golden Cheese llegó primero.
Cuando los muros dorados se agrietaron y las riquezas ya no tenían valor, el reino de la reina dorada fue devorado por la arena y las especias de la ambición del canciller y las bestias que se amalgamaron con él por la destrucción en común.
Ella caminó durante días con los brazos cruzados y un orgullo que no se le fue arrancado junto a sus alas. Sin pedir nada, sin aceptar nada de los méndigos que la reconocieron en el camino y sin flanquear.
Sin embargo…, cuando Pure Vanilla la recibió y la cubrió con su manto, ella se desplomó y finalmente dejó caer su lanza. La abrazó y le besó la frente para curar las dolencias físicas y de la pérdida. No porque ella lo necesitara, sino porque él lo necesitaba. Necesitaba verla viva y con el sol dorado aún brillando en sus ojos y la fuerza suficiente para enfrentarse a la bestia de la destrucción si se le presentara la oportunidad.
Luego vino Dark Cacao con las partes más superficiales de su cuerpo volviéndose motas de polvo blanco. Su corona y su espada llegaron rotas, tan rotas que ni siquiera pudieron utilizarse para fundirlas y crear nuevas.
Perdió a su hijo, a su gente, su honor y su reino. Pero él nunca necesitó del consuelo de Pure Vanilla, simplemente con su llegada el campamento de entrenamiento tuvo un nuevo instructor y el broche de la mano del rey que estuvo guardando polvo durante milenios; consiguió un nuevo dueño y un propósito.
Ahora, los soldados con el estandarte del reino Vanilla corrían con prisa, pero también portaban el orgullo de la causa. La mayoría rubios como su santo padre, fornidos por el entrenamiento matador de Dark Cacao y con armaduras pesadas y relucientes como el sol. El rey no discriminaba, algunos eran nativos de esa tierra y otros provenientes de la triárquica entre la Republica Creme y el reino Hollyberry.
Cada capa y estandarte se ondeaba mostrando orgulloso el bordado del reino que unificó naciones en tiempos de guerra; los dos carneros chocando cornamenta.
Ella lo presenció todo, montada en su caballo que recién tenía la fuerza para recorrer grandes llanuras, ensillado como si la princesa se dirigiera al frente del ejercito de su padre. Pero su vestido azul ópalo con un vuelo que cubría la retaguardia del caballo y caía graciosamente en el aire; decía otra cosa. Su capa blanca con bordado de oro reposaba sobre sus hombros como la promesa de una virgen. Uñas limpias, cuidadas y esmaltadas en sus manos que tomaban las riendas, cabello largo y del color que delata su pertenencia a ese reino y sin una pizca de suciedad de lodo o de mundo en su ropa.
Tenía prohibido acompañarlos, aún no cuando todavía no llegaba su menarca y Pure Vanilla la protegía como si fuese un relicario.
Golden Cheese portaba una armadura brillante como el oro, tuvo que acostumbrarse a que sus omoplatos fueran cubiertos, pero aun así portaba orgullosa las demás cicatrices de sus días gloriosos. Caminaba entre las tropas como una madre severa y muy enojada: pateando a quienes temblaban y gritándole a las tropas cuando agachaban demasiado la cabeza. Su corona ya no portaba realeza, pero sostenía con soberbia los restos de la souljam que le brindaba y gobernaba su rebelde cabello. Un recordatorio de que si la bestia a la que se enfrento quería acabar con ella; tuvo que haberla matado.
“¡Su rey los está viendo, firmes!”
Y en medio de todos ellos, caminaba Pure Vanilla.
No se apresuraba, corría o trotaba. Él caminaba, en su aterradora forma que eclipsaba la vista de los humanos comunes y corrientes pero que su sonrisa amable contradecía la apariencia. Con sus túnicas santas de siempre pero ahora con el cabello trenzado. No necesitaba alzar la voz, su báculo hablaba por él resplandeciendo en una luz pura casi insoportable; alimentando a su ejército y protegiéndolos de lo que les esperaba. Los soldados se enderezaban y empuñaban sus armas a su paso, la presencia del ancestral y su aspecto era suficiente para recordarles porque hoy y todas las cruzadas venideras sangraban.
Pure Vanilla se dirigió mucho más atrás de las primeras filas de su ejército, él siempre iba atrás. Un sanador nunca ofende ni somete; él cura y protege. Él es su pináculo bendito que evita que mueran y les permite luchar con el lenguaje del canciller Shadow Milk; con magia.
“Pitaya.” El santo llamó al general quien ya se encontraba esperando y con bastante buen humor a pesar de que lo despertaron temprano. El antiguo rey dragón siempre se rehusaba a vestir armadura, confiaba demasiado, tal vez; en su cuerpo fuerte y corpulento. Cuando su gente se mezcló con los dragones gracias a la magia blanca, adquirieron ciertos atributos que los acercaron más a los gigantes alados que a los mortales comunes.
“Mi rey.” A pesar de que ellos tienen mucho más parentesco y familiaridad; conocen la etiquetas. Pitaya baja la cabeza levemente y Pure Vanilla recibe el gesto con los brazos abiertos. Un abrazo que Pitaya recibe como un gato arisco y Pure Vanilla simplemente le da un apretón y se separa con una leve risa burlona.
“Amigo mío…” La seriedad toma partido en el rostro del rubio antes de continuar. “Si el canciller toma control de Valle del Dragón, se acabó. confió en ti su protección o que traigas a tus dragones contigo al reino si perdemos territorio.”
“Ese ridículo intento de rey no va a llegar más allá de la Torre de las Mareas Congeladas.”
“¿Estás seguro de que nadie más puede montar a Tafforiel?” Pure Vanilla insiste una conversación que ha emergido más de una vez. El rostro de Pitaya cambia desde la confianza hasta la melancolía y el dolor contenido, pero con una sonrisa socarrona al final de su viaje emocional.
“Tan seguro como que los últimos tres prospectos que intentaron montarla terminaron quemados hasta las cenizas.” El rey Vanilla suspiró derrotado. Los dragones sin un jinete no podían utilizarse para la guerra sin importar cuanto se les mande, por lo que Tafforiel simplemente ha permanecido en el reino Vanilla desde la desaparición de Hollyberry como una especie de guardiana. Si bien sería un recurso bélico invaluable; no puede seguir perdiendo soldados por un deseo tonto que aún no puede soltar. Tanto él como Pitaya se aferran a algo que puede que nunca pase.
Y posados encima del bastión anterior se encontraban los dragones que la reina Hollyberry y el rey Pitaya ensillaban, juntos. Las criaturas se mantenían al margen sin comprender del todo a los pequeños humanos que se movilizaban bajo su mirada. De vez en cuando Rosucrys soltaba un leve gorgojeo esperando a su señor. Ambos eran dragones adultos de bellas escamas rosas como el cielo del amanecer en el reino Hollyberry a donde esperaban regresar algún día. Esta vez con Tafforiel montada por su jinete.
El caballo de la princesa Vanilla relinchó nerviosamente al ver a los dragones, pero estaba lo suficientemente amansado como para moverse. Pure Vanilla se detuvo un instante cuando lo escuchó y dirigió la mirada hacia su princesa montada desde lo alto de los escalones que daban a la capilla junto a otras damas nobles, algunas esposas e hijas. Todas se despedían y ofrecían sus bendiciones a los caballeros con sus pañuelos que había bordado con tanto cariño.
El rey Vanilla encontró miradas con su hija y le sonrió con ternura, con fe y con amor desmedido. Con esa dulzura que ella aún no sabía que después se transformaría en algo peligroso a lo cual debería temer.
Ella lo vio acercarse desde lo alto de su caballo y aún así no lograba emparejarlo. Él llegó a su lado sin hablar. La miró como si quisiera memorizarla y utilizar ese recuerdo de atril en el campo de guerra. Debido a las labores sumisas y nobles que ejercía, la princesa nunca tuvo necesidad de cortarse el cabello, así que ahora este danzaba dulcemente con la brisa mañanera y el rostro de quien no conocía la muerte ni lo que había allá abajo. Era hermosa, pero no hermosa como la lujuria y el deseo distorsionaban la belleza. Ella era trágicamente pura, justa como él la crio.
Pure Vanilla tomó con suavidad la mano de su hija y ella respondió soltando las riendas de su caballo. Él depositó un beso sobre sus nudillos.
“¿Podría tener las bendiciones de la princesa?” Ella asintió y del bolsillo de su vestido sacó un pequeño pañuelo blanco bordado con hilo de oro y plata. Lo extendió con cuidado para que él lo tomara. Él lo tomó y lo sostuvo como si fuese la reliquia que les traería la victoria. Luego lo presionó contra su pecho con una sonrisa y más tarde contra su mejilla.
“Que la sangre que se derrame no sea la nuestra.” Ella se despide a su forma
“Que tu luz nos guíe.” Pure Vanilla murmuraba tan bajo y adorado que solo ella escuchaba. “Que tus ojos me recuerden si no regreso.”
Ella tragó duro, pero el rey se dio la vuelta rápidamente para alejarse y dejarla aterrada y descolocaba.
El ejército del rey del sol no necesitaba tambores de guerra, ni trompetas o palabras de motivación. Solo necesitaban un simple golpe seco del báculo de su rey contra el suelo para guardar silencio y dos golpes para partir.
Pure Vanilla se perdió entre la inmensidad de su ejército y los estandartes levantados con orgullo. Y, aun así, ella levantó la mano para despedirse.
Los dragones rugieron y solo uno tomó vuelo, fracturando un poco el bastión por la fuerza del impulso. Tiger Lily corrió hacia las puertas y cruzó la barbacana antes que todos para llamar a su dragón. Velzven era aún un dragón joven albino y solía ser muy inquieto. Más de una vez se había comido al caballo de uno de los generales, así que lo mantenía fuera del castillo en las llanuras al borde del reino donde pastaban las ovejas y pudiese dejar a los caballos en paz.
Tafforiel no siguió al ejército, pero tampoco se quedó, simplemente emprendió vuelo para ir a custodiar alguna parte del reino Vanilla. O para carbonizar las ovejas de algún pobre pastor.
Y cuando el repiqueteo de las armas y la marcha en cadencia perfecta se fue haciendo cada vez más silenciosa, la princesa se quedó observando como una niña pequeña tras el cristal mientras apretaba las riendas de su corcel y sus labios figuraban una pequeña mueca de algo que no sabía describir aún. Sin atreverse a despegar la vista. Todos marchaban a la guerra y ella debía marchar hacia sus clases de bordado por la mañana.
Sabía que era por su bien, sabía que esto era lo que su padre deseaba. Y sabía que su lugar estaba ahí, segura; dentro de las torres impenetrables del castillo Vanilla educándose, rezando por él y creciendo segura.
Pero lo detestaba.
Quería estar allá, pero también quería ganárselo. Quería cultivarse en el arte de la guerra, entrenar con Dark Cacao hasta que sus músculos gritaran y combatir con los soldados. Pure Vanilla nunca le permitía hacer mucho. Deseaba ensuciarse las manos, perder el miedo, inhalar libertad y mirar al enemigo de frente sin necesitar a alguien que se pusiera frente a ella para protegerla.
Porque allá los miserables y gente de nadie vivían por un propósito. En ese castillo, hasta respirar le parecía prestado.
El ejército ya no estaba y Pure Vanilla se había ido. Entonces, cuando los dragones volaron hasta el borde del reino; volaron para caer en picada.
Los nobles le llaman la “peregrinación”, pero ella prefiere decirle “el salto”. Es a lo que más se asemeja.
Porque el reino sobre los cielos no es una metáfora. Su padre adorado peregrinó por años para darle a su gente un reino intocable y todopoderoso entre las nubes y, así como era difícil subir para cualquier ente hostil, también lo era bajar.
No se teletransportaban con magia o bajaban en elevadores arcaicos. No, eso significaba un gran desperdicio de magia y recursos. Ellos orquestaban la mayor prueba de fe y poder para su padre santo. Dejándose caer hacia tierra firme bajo la magia de Pure Vanilla que protegía a sus hijos y tras ellos enormes cráteres de impacto hacían temblar la tierra. Cualquiera se sentiría poderoso así, confiado y libre.
Y por primera vez, la princesa no se sintió amada, se sintió enjaulada.
Con los ojos llenos de bruma y la garganta afilada jaló las riendas de su caballo para dirigirse adentro. Pero su caballo relinchó casi como si hubiese visto algo peor que los dragones que los devoran si se descuidan lo suficiente. El potro siempre manso retrocedió y latigueó su crin con nerviosismo, no lo suficiente como para tirar a la princesa de su silla, pero si para despertarla de su ensoñación.
No sabía cuándo había aparecido a su lado, pero no estaba hace un segundo, la princesa desconcertada reprendió al potro y jaló las riendas. Bajó la vista de golpe, molesta por la insensatez de la persona. Y allí estaba ella. Una mujer desconocida o que al menos no parecía ser nativa Vanillana.
Tan blanca, tersa y nacarada que hasta el de estómago del más fuerte sentiría nauseas por lo artificial de su estructura. Con un suave cabello azul que tocaba la tierra, no un azul cielo; era un cerúleo que congelaba en seco como las corrientes glaciares del norte. Vestía un modesto vestido bordado azul y una capa que levantaba graciosamente la corona de trenzas que la peinaba.
La nuca de la princesa se erizó en cuanto la desconocida volteó hacia arriba para coincidir miradas. Con intención, con propósito y algo que mantenía al potro en alerta y ansioso por la proximidad de la mujer. Se acercó sola, no tenia guardias y no había sonido en sus pasos.
“Que trágico...” Dijo sin presentarse ni pronunciar un nombre, pero sonriendo amable a través de sus párpados caídos que delataban privación de la luz sagrada. Esos ojos… iridiscentes como en ninguna otra parte del reino ha visto. Como el pulso de vida de un terreno desolado y muerto. Primero viendo a la princesa y luego volteando al horizonte por donde el ejercito de Pure Vanilla había marchado. “…que alguien como tu mire la guerra con tanto anhelo.”
La princesa levantó la barbilla con un gesto de dignidad y dejó al aire un jadeo indignado que nunca se prestó al viento. No fruncía el ceño por la prudencia que le habían enseñado a mantener, pero miraba severamente desde arriba.
“¿Quién eres?” No respondió a la provocación, pero preguntó con exigencia. “Nadie puede estar aquí sin autorización.”
“No tiene de que preocuparse, princesa. Solía pertenecer a la más fina de las castas, pero su decadencia me ha vuelto una humilde campesina.” No lo decía con tristeza o melancolía, solo con esa inquietante y serena sonrisa. No como quien acepta los hechos, sino con los ojos de alguien que tiene todo bajo control. “Nací en un lugar muy similar a este antes de que me desterraran abajo, y me dejaran en este lugar. Como a usted.”
“¿Eres noble?”
“¿Quién no lo es en este reino?”
La princesa se permitió barrer la mirada por la figura de la mujer. Algo no encajaba. Sus ropas estaban desteñidas y remendadas, pero sus manos eran demasiado tersas y quietas para alguien que trabaja en el arado de la tierra.
Ella revela lo que ha estado sostenido en la flexura de su codo; una canasta con arándanos. Perfectamente brillantes, frescos, limpios y cortados; como en un sueño.
“Aquí, un obsequio para la princesa. Fruta, para mitigar el amargor. No debería ayunar en esta crisis.” Campesina desaliñada, pero con la suficiente educación para ofrecerle la canasta a su gusto en lugar de tomar la fruta con la mano y dársela. Y, aun así; la princesa se negó. Gentil pero firme.
“No como nada que no hayan probado por mi antes.” Hizo una pausa para pensar algo más que decir para no sonar engreída. “Además, no tengo hambre.”
“Claro que no tienes hambre. El deseo rara vez entra por la boca.”
La mujer sonrió suavemente colocándose la mano libre contra sus labios para no enseñar demasiado los dientes. Y tampoco probó la fruta para demostrarle algo a la princesa, simplemente bajó la canasta.
“Que devota, tan obediente a Pure Vanilla.” La campesina la observaba, pero las intenciones tras sus ojos parecían estar retorciéndose con algo que no se dejaba ver del todo. El hecho de que la campesina no pronunciara el nombre del rey con respeto extrañó a la princesa y sería considerada una ofensa. Pero no había intenciones de ofender, de hecho; sonaba a un trato de familiaridad. “Pero él no tiene que saber todo lo que haces todo el tiempo…, ¿o sí?”
“¿Qué quieres?” La princesa jaló levemente las riendas para que su potro rascara la tierra con sus cascos. Como dando una advertencia de que llamaría a los guardias si algo le molestaba en su respuesta. O ella misma se encargaría.
“Pobrecita, perdió a su jinete tan pronto.” La campesina habló con un aire de teatralidad mientras se colocaba la palma libre sobre su mejilla y levantaba la vista hacia los cielos. Evadiendo la pregunta. “Debe sentirse triste, no ha vuelto a poner una nidada incluso si aquí está su macho. Su fuego se ha vuelto frío… pero ¿quién sabe?”
“¿Hablas de Tafforiel?”
“Oh, ¿lo dije?” La campesina giró el rostro muy despacio, la mirada fija y afilada. La sonrisa y la teatralidad ya no estaban; solo la niebla y la seriedad en sus ojos inquietaban hasta el agua más turbia.
“Hablas con demasiadas palabras para decir nada.”
“O con pocas, para no decir demasiado.” La campesina sonrió nuevamente.
“¿Por qué me dices todo esto?” Suspiró harta.
“¿No te gustaría saber si puedes hacerlo?” El corazón de la princesa dio un vuelco, demasiado asustada de la facilidad con la que entendió esa pregunta. Fue ahí donde la campesina aprovechó para acercarse un poco más de lo que el caballo permitiría antes de relinchar de nuevo. Metiendo su mano en el fondo de su canasta y sacando un pañuelo de seda fina cuidadosamente doblado. Rosa, pero no el rosa de las bayas del reino Hollyberry; era un rosa enfermizamente delicioso y suave.
Ella se lo ofreció y la princesa no sabe porque extendió la mano para tomarla.
Curiosa, pero con los latidos de su corazón temblando en el fondo de su cuerpo hasta llegar a sus oídos, si la campesina dijo algo después de eso; nunca la escuchó.
“Hollyberry no volverá a montar un dragón jamás, pero tampoco está muerta.”
La princesa acarició la seda, más exquisita que cualquier túnica de Pure Vanilla o seda que Camelia pudo haberles conseguido. Estaba bordado con hilo de oro puro, pero sin las iniciales del dueño. No sabía porque sus manos temblaban cuando retiró la tela para verificar el contenido. Pero si supo exactamente porque dejó caer la fina tela al barro cuando reveló su contenido.
No pudo evitar taparse la boca cuando la sensación se nauseas la obligó a tener arcadas.
Dentro del pañuelo estaba el pedazo de algo que no debía existir, una fracción del escudo de Hollyberry claramente destrozado con bordes simétricos; como si lo hubiesen destruido desde el centro. El esmaltado del metal estaba desgastado y tenía abolladuras. La mano que lo sostenía temblaba como si el objeto se la fuese a tragar.
Si ese escudo había sido destrozado de esa forma tan brutal…
Si esa campesina lo llevaba consigo como si fuese una baratija, entonces…
¿Qué es lo que las bestias le hicieron a Hollyberry?
Si estaba viva era una completa negativa para la mente de la princesa, en su lugar; ella se preguntaba por el paradero de su cuerpo y su dignidad. Si es que aún quedaba un cuerpo que buscar. ¿La desmembraron? ¿Abusaron de ella? ¿Su muerte fue rápida o lenta y tortuosa; cortesía del temible verdugo del canciller Shadow Milk?
El potrillo calmó su rebeldía, pero la princesa temblaba sobre él. Escondiendo su rostro entre sus manos que tenía entrelazadas como si quisiera rezarle a su santo por algo que estaba fuera de su poder. El trozo del escudo de la caída yacía sobre la silla de montar entre sus piernas y el pañuelo de seda hacia tiempo que fue revolcado en el lodo por la vacilación del caballo.
La campesina hacia tiempo que había desaparecido y la princesa dejó de rezar hasta que unas sirvientas fueron por ella para ayudarla a bajar del potro y llevarlo al establo.
Esa noche su caballo; el que Pure Vanilla le había regalado tan pronto como fue parido por una de las yeguas blancas más preciosas y fértiles del reino, fue encontrado en su establo volcado y con las patas extendidas y tensas. No murió en paz, sus ojos reflejaban el horror y el dolor a través de sus prístinos y aguados ojos azules. Aún tiraba espuma y sangre por la boca y su vientre estaba inflado de sobremanera.
Algunos mozos de cuadra reportaron haber visto una serpiente negra con peligroso vientre color azul zafiro con cornamenta arrastrarse de los establos hasta los límites del bosque del castillo. El consejo dio la orden de capturar y cortarle la cabeza a la serpiente y de desfilar a los potros más excelsos que hubiesen nacido la primavera pasada para que la princesa pudiese escoger uno nuevo.
La serpiente nunca fue encontrada, pero tampoco pareció haberse quedado en el castillo después de ese incidente.
Los escribas documentaron el nuevo espécimen y lo catalogaron como mortal. Lo único que se puede encontrar ahora son solo ilustraciones que fueron pintadas en base a lo que los mozos vieron.

Recuerden que en algún momento este fic va a tener contenido pesado. Por favor lean las etiquetas siempre y procedan con precaución. Cualquier comentario ofensivo y escandalizado será borrado y bloqueado. :)
Ha sido todo un viaje escribir esto. Realmente la concepción de esto iba a tener un tono totalmente diferente e iba a ser más políticamente correcto. Pero quiero probarme y darles algo que valga la pena leer, sin embargo recuerden que no será para todos.
Quedó abierta a comentarios y sugerencias :)
#shadow milk cookie#shadow milk x reader#shadow milk crk#shadow milk x you#crk x reader#shadow milk smut#zzztellacocina🔥#pure vanilla cookie#pure vanilla crk#golden cheese cookie#pitaya dragon cookie#dark cacao cookie#lady in azure
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fluff sketch before comic update will prob color this later
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Can we get this but in his viridecent daydream costume? Please~!
Pat pat
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Shadow Milk x Reader x Pure Vanilla
TW! SUGGESTIVE DRAW

Cariño, yo creo que será mejor que uses un condón. ¿No crees?
Contexto: se supone que las líneas rojas representan el número de parejas sexuales qué haz tenido
#shadow milk cookie#shadow milk x reader#shadow milk crk#shadow milk x you#crk x reader#shadow milk smut#zzztellacocina🔥#pure vanilla cookie#pure vanilla x reader#pure vanilla crk
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Matchmaker? (part two)
part two due to popular demand part one here
Yandere!shadow milk cookie & Yandere!pure vanila cookie x Matchmaker!Reader SMUT INVOLVES YANDERE THEMES warnings- smut, squirting, dubcon?, piv penetration, oral (receiving)
It had been three days since that night.
Three days since the door closed behind you, since Pure Vanilla kissed you like a dying man and Shadow Milk whispered like a curse at your throat. Three days since the room tilted sideways and you forgot how to breathe.
And now… everything was quiet. Suspiciously quiet.
They hadn’t cornered you since. No dramatic declarations. No smirking threats. No confessions.
Just… presence.
They were always there.
When you slipped into the gardens to “get some air,” Pure Vanilla was already seated beneath the wisteria tree, reading, a second cushion prepared just beside him.
When you tried to busy yourself in the kitchens, Shadow Milk Cookie had strolled in, twirling your favorite spoon between his fingers with a smirk: “Oh? Cooking for your lovers?”
You choked on air. “I—I’m not—!”
“Not what?” he asked sweetly. “Not ours yet?”
You fled before he could follow up.
And now, curled in the far corner of the library with a book you weren’t reading, you were trying very hard not to overthink.
Maybe you had misunderstood. Maybe that night had just been… an intense moment. A misunderstanding. A dream?
You buried your face in your hands and groaned softly.
“Everything alright, little one?”
You startled. Looked up.
Pure Vanilla stood there with his hands gently clasped, robes swaying softly around him, expression full of calm concern. His eyes were so soft you could melt into them.
“O-Oh! I’m okay!” you chirped too fast. “Just reading! Just relaxing! Just—ah, being alive! As one does!”
He blinked slowly. “You’re trembling.”
You looked down. Your hands were shaking.
“Oh. Must be the tea. I had… four cups?”
A pause. Then a sigh.
He stepped forward and reached down—gracefully, confidently—and cupped your cheek. His thumb brushed the corner of your mouth. Your breath caught.
“There,” he murmured, voice like silk. “You had sugar on your lips.”
You turned bright red.
“A-Ahaha—thank you—I didn’t notice—”
“You often don’t.”
You didn’t know what that meant, but before you could question it, his hand slid away.
“I’ll be in the courtyard if you’d like company,” he added softly. “Shadow Milk is there too.”
Of course he was.
You nodded quickly, heart hammering, and watched him go.
You told yourself not to follow.
You followed.
The courtyard was bathed in amber sunlight, warm and dreamy. Shadow Milk Cookie was draped lazily over the marble edge of the fountain, boots up, arms stretched behind his head like he owned the sky. His mismatched eyes lit up when he saw you.
“Well, well,” he drawled. “Look what the sugar wind blew in.”
“I was just walking,” you said defensively, even as Pure Vanilla greeted you with a hand outstretched, leading you to sit between them on the bench.
The silence was… odd.
Warm, but taut.
You peeked up at them both.
Pure Vanilla’s gaze kept drifting toward you, unreadable but constant.
Shadow Milk Cookie leaned in until his hair brushed your shoulder. “No poems for us today?” he teased. “No honeyed attempts at playing Cupid?”
You shrank a little. “I—I haven’t really felt like matchmaking lately…”
“Oh?” His grin widened. “Why’s that, pet? Realizing your aim was off?”
You flushed. “No! I mean—maybe! I mean—I just—it’s been a weird few days, okay?”
They said nothing.
Just watched you.
And suddenly you became very aware of how close they were. How Shadow Milk’s knee pressed into yours, and how Pure Vanilla’s hand rested on the bench behind your back, thumb brushing your shoulder every so often like it belonged there.
You swallowed.
“I think I’m just… confused,” you said quietly, eyes down. “I thought I understood things. But maybe I didn’t.”
Shadow Milk leaned in, lips at your ear. “You didn’t.”
You shivered.
Pure Vanilla’s voice was soft, but firm. “You will.”
Your breath caught.
The moment lingered—three hearts in the golden hush—and you had the sudden, terrifying feeling that you were standing on the edge of something vast and dark and beautiful. Something you couldn't undo.
The sun had long dipped below the castle windows when you found yourself here—somehow, again—with them.
It wasn’t planned. Not formally. You hadn’t been summoned. But when you passed by the small candle-lit parlor and saw the door cracked open, and Pure Vanilla’s warm voice drifted out alongside Shadow Milk’s amused chuckle, your feet simply… stopped.
Your heart beat too fast.
They were waiting.
And worst of all?
Some tiny, trembling part of you didn’t want to undo it.
You didn’t sleep that night.
Not really.
You’d wandered back to your room like a ghost, your skin tingling, ears still echoing with their voices. You’d tried to busy yourself. Tried to read. To wash. To breathe.
But your mind kept drifting.
To Pure Vanilla’s fingers on your cheek. To Shadow Milk’s shadow-warm laughter. To the way they looked at you—like you were already theirs. Like you had been for a very long time.
You told yourself not to go back.
You told yourself you needed space. Clarity.
But your feet disobeyed.
You walked without knowing where you were headed—down familiar halls, past flickering sconces, heart knocking hard against your ribs. You paused at the door, fingers trembling just above the handle.
There was no note. No invitation.
But it was open.
A crack.
An invitation in silence.
You stepped in before you could convince yourself otherwise.
The room was quiet, cozy. A low fire. Pillows arranged across a velvet couch. A tray of fruit and honeyed bread untouched on the table. Shadow Milk Cookie lay sprawled out like a cat in the corner cushions, one leg crossed, fingers idly twirling the stem of a wine glass. Pure Vanilla sat with his hands folded, gazing into the fire like he’d been meditating.
They both looked up when you entered.
And smiled.
“Evening, little one,” Pure Vanilla said gently, patting the seat beside him.
“Didn’t expect you,” Shadow Milk hummed. “Didn’t not expect you, either.”
“I—I was just walking by…” you mumbled, clutching your sleeves. “Didn’t mean to intrude.”
“Oh, but you’re not intruding.” Pure Vanilla’s voice was low, rich. “We were just talking about you.”
That did not help.
You awkwardly perched beside him, trying not to notice how Shadow Milk sat up a little straighter, his eyes locked onto you like a wolf eyeing dessert.
“Me?” you squeaked.
“Mhm.” Shadow Milk offered a crooked smile. “Our darling little matchmaker who seems to have given up her mission.”
Your cheeks burned.
“I just… figured I’d let things happen naturally,” you mumbled. “I was probably overstepping before.”
“Oh, but you were so adorable while doing it,” he purred, leaning forward to rest his elbow on his knee. “Playing Cupid. Thinking we were tangled up in each other. How precious.”
You shrank.
Pure Vanilla’s hand settled on your lower back. His thumb rubbed slow, grounding circles.
“You still believe that?” he asked softly. “That we’re meant for one another?”
You hesitated. “I… I don’t know.”
“Hm.” Shadow Milk leaned closer. “Then perhaps it’s time we clarify.”
You blinked. “Clarify what?”
Neither of them answered right away. Instead, Pure Vanilla gently took your hand—warm, soft, reverent—and brought it to his lips. He kissed your knuckles, slow and careful, eyes never leaving yours.
Your heart stuttered.
“I…” you started, unsure what you were about to say.
Shadow Milk shifted in beside you now, trapping you between them. His fingers played with a strand of your hair, twirling it lazily.
“You smell nervous,” he teased, voice dark and low.
“I’m not—!” you squeaked, but your voice betrayed you.
He laughed. “Liar.”
Then his hand trailed under your chin, tilting your face toward him—so close you could see the flicker of shadows in his eyes.
“You’re blushing,” Pure Vanilla murmured, still holding your hand.
“I’m not—!!” You tried to pull away, but neither held you down. They didn’t need to.
They had you already.
Shadow Milk leaned in and kissed your cheek. Slowly. Softly. His lips lingered just a moment too long.
You stopped breathing.
Then Pure Vanilla kissed your other cheek. Delicate. Holy. Like a blessing meant only for you.
And you melted between them.
“I—what is this—” your voice was barely a breath.
“A beginning,” Pure Vanilla said simply.
“Our beginning,” Shadow Milk added, brushing his nose along your jaw, smug and lazy. “You thought you were orchestrating a romance…”
“…But you were the one being pursued all along,” Pure Vanilla finished.
You trembled, wide-eyed, lips parted.
“W-Why didn’t you say something before?”
Shadow Milk laughed, low and rich. “We did. You were just too busy playing matchmaker to notice.”
You wanted to argue—but then his mouth was on yours.
The kiss was hot and slow and possessive. His hand cupped your cheek as his thumb pressed just under your eye. Your gasp disappeared into him.
When he pulled away, you were breathless—too stunned to move—and then Pure Vanilla’s lips took his place.
He was softer. Slower. He kissed you like a lullaby, like you were made of spun sugar and he couldn’t bear to shatter you. But underneath that gentleness was something hungry. Something claiming.
By the time they pulled back, you were dazed. Drenched in warmth. Knees weak and body trembling.
You looked between them, mouth open, voice shaking: “You… you kissed me…”
Shadow Milk’s grin curled sharp and devilish. “She’s catching on.”
Pure Vanilla just smiled, smoothing a hand over your thigh like it had always belonged there. “You still think we’re in love with each other?”
“…N-No.”
“Good,” they said together.
And you didn’t notice it then—but your matchmaking days were already over.
The room was quiet now.
Not the cozy parlor from before, no—this was deeper inside the castle. Warmer. Dimmer. Lit with low flames and sweet-scented incense curling through the air like silken fog.
You weren’t sure how you got here.
One moment, you were still dazed from their kisses. The next… you were walking. Guided gently by Pure Vanilla’s hand, Shadow Milk close behind you, his palm pressed to your lower back.
You told yourself you could leave. That they hadn’t forced you.
But the door shut behind you, and neither of them asked for permission.
They didn’t need to.
Because your legs didn’t turn around.
The chamber was rich and low-lit, velvet curtains drawn, shadows draped like lovers across the walls. You stood there awkwardly, still trying to catch your breath.
Shadow Milk’s voice was the first to break the silence.
“Well?” he drawled. “Will you pretend again, pet? Or do we finally have your attention?”
You opened your mouth—then closed it again.
Because you didn’t know what to say.
Because your heart was pounding and your thighs were pressed too tight and you were suddenly so aware of your clothes. Of the heat beneath them.
Of the way Pure Vanilla was watching you like he already knew what you'd look like underneath.
He stepped closer, slow and calm, reaching for your hand again.
“Come here,” he murmured. “Please.”
You let him pull you forward.
You didn’t protest when Shadow Milk came to your other side, twirling a lock of your hair between his fingers, eyes half-lidded and dangerous.
“You’re too dressed,” he murmured. “That won’t do.”
You squeaked. “W-What?!”
“You didn’t think we’d worship you through your clothes, did you?” Shadow Milk purred, leaning close enough for his lips to graze your ear. “Mm… no, little dove. If you’re going to be the center of our world, we want to see you. All of you.”
Your breath caught as Pure Vanilla’s hand rose to your collar.
“I won’t tear anything,” he promised gently. “I’ll go slow.”
He did.
His fingers moved with holy reverence, undoing your fastenings one by one. You couldn’t move. Couldn’t breathe. His knuckles brushed your throat, your collarbone, your chest—and your skin prickled with every ghost of contact.
Behind you, Shadow Milk dragged his hands down your arms, pushing your sleeves off your shoulders with a slow exhale. “Shivering already… are you cold, or just excited?” he teased.
You couldn’t answer.
Your gown slipped down your arms. Pure Vanilla helped it off your body like unwrapping a ribboned gift, folding it neatly aside—too neat, like it was a ritual.
Left in your shift, you instinctively wrapped your arms around yourself.
But they weren’t having that.
Shadow Milk clicked his tongue. “No hiding.”
Pure Vanilla’s fingers slid beneath the hem of your shift. “Let us show you,” he whispered.
And before you could respond, they lifted it off—together. Two pairs of hands, smooth and deliberate, dragging the sheer fabric over your hips, your chest, your head. Exposing you inch by inch. Not with violence. With devotion.
You gasped softly, arms twitching to cover yourself again.
But then Shadow Milk was behind you, his bare hand sliding up your waist, hot and firm.
And Pure Vanilla… was kneeling in front of you now, eyes level with your thighs, his gaze reverent.
“You’re beautiful,” he breathed.
“And finally ours,” Shadow Milk whispered into your hair.
They guided you to the bed, laying you across the plush sheets like something sacred.
Shadow Milk’s mouth was everywhere first—neck, shoulders, chest—pressing kisses that burned. His hands squeezed your thighs open like he had every right.
Pure Vanilla took your hand and kissed each fingertip, murmuring low praises between each one.
“So patient,” he said softly. “So good for us.”
You whimpered. “I—I don’t know what to do—”
Shadow Milk’s laugh rumbled against your skin. “Don’t worry, pet. You just lay there and learn.”
He dipped down.
And then his mouth was on you.
You cried out, hips jerking—but Pure Vanilla was already there, soothing your trembling body with steady hands, whispering, “Breathe. Breathe, darling. Let him love you.”
And love you, he did.
His tongue was merciless—flicking, curling, tasting every inch. Shadow Milk moaned like he was the one being ruined. “You’re so sweet, sweetheart,” he crooned. “No wonder we fought so hard to have you.”
You were already falling apart—and they hadn’t even fucked you yet.
You were already soaked.
Breathless, body humming, lips kissed swollen, thighs sticky with arousal from Shadow Milk’s relentless mouth. Your hands had curled tight into the sheets, and your voice—shaky and sweet—had been reduced to soft gasps and whimpers.
But they weren’t done.
Not even close.
“She's ready,” Shadow Milk murmured, licking his lips, gaze still fixed between your legs. “She wants it now.”
You let out a soft noise—half denial, half plea.
“Oh?” Pure Vanilla’s voice was calm, but cool. “You seem awfully eager.”
Shadow Milk turned his head, eyes glinting. “Jealous, your Grace?”
“I’m simply observing,” Pure Vanilla replied smoothly, brushing his thumb over your trembling stomach. “You’re always so quick to rush. She deserves more than that.”
“I took my time,” Shadow Milk huffed, crossing his arms like an offended cat. “I prepped her. I primed her.”
You blinked, dazed, still halfway to heaven. “W-Wait—what are you—”
“She needs to be entered slowly,” Pure Vanilla said, voice gentle as his hand slid lower. “She’s sensitive.”
“I know she’s sensitive,” Shadow Milk snapped, eyes narrowing. “I’ve tasted how sensitive. Which is exactly why I should go first.”
“She trusts me.”
“She likes it rough.”
“She needs to be held.”
“She needs to be wrecked.”
You stared at them, wide-eyed, caught between two ancient cookies arguing over your body like it was a priceless treasure at auction.
“…Are you two seriously fighting over this right now?” you asked, voice small.
They both turned to you—then back to each other.
“Rock, paper, scissors?” Shadow Milk offered with a smirk.
“This is not a game,” Pure Vanilla said sternly. “This is our beloved’s first time.”
“…I call best of three.”
“You are insufferable.”
And then, somehow, in the candlelit glow of the most erotic moment of your entire life, you watched an ancient priest and a half-mad jester play a round of silent, deadly intense rock-paper-scissors over who got to fuck you first.
Shadow Milk won.
He grinned like the devil.
“Strip,” he said.
You blinked. “I’m already—”
“Him,” he clarified, jerking a thumb toward Pure Vanilla.
“Absolutely not,” Pure Vanilla replied calmly, undoing his robe anyway.
It didn’t matter who won.
Because soon, Shadow Milk Cookie was guiding you onto his lap, chest to chest, eyes glowing with hungry delight. You hovered above him, body slick and trembling, thighs spread wide with Pure Vanilla’s hands bracing your hips from behind.
“Deep breath, sweetheart,” Shadow Milk purred. “We’ll take good care of you.”
And then he slid in.
Slow.
Thick.
Deep.
You cried out, full in an instant, stretched so wide your eyes rolled.
“Ohhh, fuck,” he moaned, hands digging into your waist. “So tight. So warm. You were made for this—made for us.”
Pure Vanilla kissed your shoulder. “You’re perfect,” he whispered. “You’re doing so well.”
You clung to Shadow Milk’s shoulders, sobbing softly as he rocked up into you, gentle at first—but only just.
“Move,” he growled.
And Pure Vanilla did—bracing your hips, helping you ride him.
You didn’t stand a chance.
They worshipped you. Touched you like a prayer. Praised you with every breath. Every time your voice cracked, Shadow Milk’s grin deepened. Every time your body jolted, Pure Vanilla kissed your hair and whispered, “That’s it, darling. That’s it.”
When you came, it was with a scream—loud and raw and shattering.
And Shadow Milk came with a curse and a growl, filling you so deep you felt it in your ribs.
You collapsed against him—but they weren’t done.
Because Pure Vanilla was already lifting you up. Not even turning you around. Lowering you onto his lap now.
And his voice, so calm before, now trembled with hunger:
“My turn.”
Wincing, you were shaking.
Even now, even after everything—your body ruined and stretched and still clenching from Shadow Milk’s release—you were shaking.
Because now it was Pure Vanilla behind you.
You were in his lap, thighs spread wide, back pressed to his chest, his arms holding you so tightly, so tenderly, it almost didn’t feel real. His voice was at your ear, calm and warm and low, and it made your skin prickle worse than any teasing Shadow Milk had ever done.
You felt his cock—heavy, thick, achingly hard—pressed against the slick mess between your legs.
And he hadn’t moved yet.
He was just holding you there.
Letting you feel it.
Letting you sit there and realize what was about to happen.
'They’re going to ruin me.'
The thought came unbidden, but it was true. They already had.
'I should stop this.' 'I should say something.' 'I should—'
His lips brushed your ear.
“You’re quiet,” he whispered.
You couldn’t answer. You were panting softly, chest rising and falling, your hands shaking where they rested on your thighs.
His hands covered yours.
“Do you want to stop?” he asked.
You opened your mouth.
You should’ve said yes.
Instead, you whimpered, “I don’t know…”
He kissed your shoulder, so softly it almost didn’t register. His arms wrapped around your middle, palms warm against your trembling stomach.
“Then let me help you understand.”
And with that—
He pressed in.
You arched with a gasp, the stretch too much too soon—but he was slow. So slow. Like he was afraid you’d disappear if he rushed. His cock pushed into you inch by inch, thick and pulsing, your body still sensitive and aching but so ready, so desperate it made you want to sob.
You clutched at his arms. “P-Pure Vanilla—”
“I know,” he whispered. “I know, sweetheart. It’s a lot. You’re doing so well.”
You couldn’t stop shaking. Your thighs trembled as you tried to sit up, to ease the pressure, but he just pulled you back tighter against his chest.
“Don’t run,” he murmured. “Just feel me.”
His hips rolled up into you, slow and deliberate, burying himself all the way to the hilt.
You cried out—loud and high, your back arching helplessly against him.
“I’ve dreamed of this,” he said against your neck. “Of being inside you like this. Holding you. Filling you.”
You whimpered, grinding down unconsciously. “It’s too much—”
“But you’re taking it,” he breathed. “So beautifully.”
His hand slid lower—brushed your clit. You jolted.
“Still so sensitive,” he whispered.
“I c-can’t—”
“You can. You are.”
Your thoughts were a blur now.
'He’s so deep.' 'He’s shaking too.' 'He’s not calm. He’s not soft. He’s—'
He bit your shoulder.
Not hard. But enough to make you freeze.
“You don’t even realize what you do to us,” he said, voice cracked now. “You walk into our lives. You smile. You try to pair us off like characters in one of your silly stories. And all the while, you’re the one we want.”
Your breath hitched.
'I didn’t know, I didn’t—'
“You never asked,” he said, as if he heard you. “You never looked. But we were always there. Watching. Wanting. Waiting.”
His pace quickened, grinding you down onto his cock, your cunt clenching again, your body too weak to resist it anymore.
“Tell me you feel it,” he said. “Tell me you know it now.”
You sobbed. “I do—I do—I feel everything—”
He moaned, soft and broken, fucking up into you with so much need it nearly undid you again.
“And you’ll remember this,” he whispered, lips pressed to your ear. “Every time you close your legs, every time you think about running—you’ll remember this stretch. This fullness.”
Your head lolled forward, chest heaving as Pure Vanilla rutted up into you, slow but relentless, his cock hitting so deep it made your toes curl.
You could barely see past your tears. But when your blurry gaze landed on the edge of the bed—there he was.
Shadow Milk Cookie.
Lying on his side, one hand bracing his head, the other lazily dragging across his chest. Just watching you. Watching your mouth tremble. Watching the way your body jolted every time Pure Vanilla bottomed out.
He looked positively delighted.
“Well, well…” he murmured, voice syrup-slick. “You really are adorable like this, pet. All breathless and swollen and stuffed full of love.”
Your cheeks burned. You tried to look away.
But you couldn’t.
Because Pure Vanilla kept you there—his hand on your throat now, holding your head steady so you had to face Shadow Milk as he taunted you.
“Eyes on him,” Pure Vanilla whispered. “Let him see how good I’m making you feel.”
Your lips parted in a soft sob.
Shadow Milk’s grin widened.
“Aw, look at her,” he purred. “Getting fucked like a prayer and still so sweet. So polite. Aren’t you tired of being good, little matchmaker?”
You whimpered. He sat up slowly.
“You want to come again, don’t you?” he cooed, now kneeling in front of you. “I can see it in your face.”
You barely nodded.
He laughed, dark and low. “Of course you do. You poor thing.”
Then he dropped to his knees between your legs.
Your breath hitched. “W-What—?”
“Oh, don’t mind me,” he said, grinning up at you. “Just wanted a closer look.”
And then—
He dipped forward and licked you.
Right where you were stretched around Pure Vanilla’s cock. Right where you were leaking, throbbing, desperate.
You screamed.
“Sh-Shadow Milk—!!”
Pure Vanilla moaned against your neck. “Be still. Let him help.”
Shadow Milk groaned into your cunt, tongue curling under the slick ring where you were stuffed full, flicking and lapping with obscene, greedy hunger.
“Fuck,” he breathed, pulling back just enough to let cool air touch your soaking core. “You’re dripping down him. So fucking good like this. I can taste both of us.”
Your thighs trembled violently. You tried to twist away, overwhelmed—
But Pure Vanilla held your hips steady and thrust up—hard and deep, forcing your body forward into Shadow Milk’s mouth again.
You screamed again, higher, broken.
“Now, now,” Shadow Milk chuckled between licks. “Don’t be shy.”
He flicked your clit with his tongue and you jerked, nearly convulsing.
“Sh-Slow—can’t—”
“You can,” Pure Vanilla whispered, kissing the shell of your ear. “You’re ours. You’ll take all of it.” You were shaking again.
Every part of your body felt raw—used and trembling and so close to breaking, but not allowed to fall. Not yet. Not while Pure Vanilla was still pulsing inside you. Not while Shadow Milk was still down between your thighs, mouthing off between licks like he wasn’t already drowning in your slick.
“Fuck, look at you,” he chuckled against your pussy, tongue flicking lazily at your entrance, lips brushing Pure Vanilla’s cock with every motion. “Mewling like a little whore. Bet you’d let the whole court watch if we asked.”
You gasped, blinking down at him through dazed, teary eyes. “S-Shadow Milk—”
“Oh, hush, sweetheart,” he purred. “Don’t act shy now. You’re already ruined. Might as well admit you love being our toy—”
“She is not a toy,” Pure Vanilla said, voice like ice.
Shadow Milk licked a fat, lazy stripe up your slit, eyes glittering as he stared up at you. “She doesn’t seem to mind.”
Your thighs trembled. “W-Wait—don’t f-fight—”
“Oh, we’re not fighting,” Shadow Milk said smugly. “He just hates that I make you scream louder—”
And that was when Pure Vanilla’s hand shot forward.
No warning. No patience. Just a sharp grip into Shadow Milk’s silky hair from behind—and shoved his mouth down.
Hard.
Directly onto your clit.
You shrieked.
Shadow Milk groaned—startled, then delighted—his mouth completely engulfing your swollen, overstimulated bud, tongue circling viciously now as Pure Vanilla held him there.
“Do your job,” Pure Vanilla growled above you, his thrusts never faltering, his cock grinding up into your most sensitive places. “Since you’re so eager to talk, let’s see how well you listen.”
You screamed.
Your back arched violently, hips jerking forward as Shadow Milk’s tongue flattened and sucked around your clit, loud and obscene, while Pure Vanilla rutted up into you from behind like he was claiming a throne.
“P-Please—!! I— I c-can’t—!!”
“You will,” Pure Vanilla said, voice shaking now, feral and low. “You will.”
Shadow Milk moaned into you like a man starved, hands sliding up to hold your thighs open wider. His lips sealed around your clit, tongue flicking and pressing while Pure Vanilla thrust deep one final time—
And you snapped.
Your vision went white.
Your scream was primal.
You squirted—hard—gushing helplessly, soaking Shadow Milk’s face, your thighs, Pure Vanilla’s lap. Your body jerked uncontrollably, mouth open in a silent cry as the orgasm tore through you like lightning.
And they just held you.
Shadow Milk licked through it—moaning, messy, like he was drinking in your soul.
Pure Vanilla wrapped both arms around your middle, cock twitching deep inside you, chest trembling as he whispered, “That’s it, darling. Let it go. All of it. Let us have it.”
You collapsed.
Ruined.
Wrecked.
Soaked and sobbing and twitching, unable to move.
And when Shadow Milk finally pulled back, face shiny with release and pride, he just grinned up at you.
“See?” he purred, licking your juices off his lips. “You’re ours. All over again.” ...
You didn’t remember falling asleep.
You just knew you were warm.
Heavy, fuzzy warmth that wrapped around you like the weight of velvet sheets, sunlight, and dream-thick honey. Your body ached in that syrupy, good way—every muscle soft, every inch of skin tingling with the memory of touch. Of teeth. Of love.
You blinked slowly.
The room was golden now. Lit by the earliest morning light bleeding through gauzy curtains. The sheets beneath you smelled like lavender and heat.
And you couldn’t move.
Not because you were restrained.
But because they were still holding you.
Pure Vanilla cradled your upper body against his chest, one arm tucked beneath your back, the other gently stroking through your hair. His robe had been draped over both of you like a blanket. His cheek rested against your forehead, his heartbeat slow and steady beneath your ear.
Shadow Milk lay at your front, tangled around your legs like a sleepy jungle cat. His head rested on your thigh, one arm slung lazily across your waist, thumb absentmindedly tracing patterns into your belly.
You blinked again.
“…Morning,” you croaked, voice barely there.
Pure Vanilla smiled above you, humming softly. “Good morning, sweet one.”
Shadow Milk cracked an eye open and grinned. “Still alive? Miraculous.”
You flushed, turning your face into Pure Vanilla’s chest with a whimper.
“I can’t feel my legs,” you mumbled.
“Mm. Yes.” Shadow Milk stretched, unashamedly smug. “That tends to happen when you’re made a temple.”
“Shh,” Pure Vanilla murmured, kissing your temple. “Don’t tease her.”
“She likes it,” Shadow Milk purred. “Don’t you, pet?”
You didn’t answer.
Mostly because your thighs twitched just from remembering.
“I brought water,” Pure Vanilla said softly, reaching behind him for a small crystal goblet. He lifted it to your lips and tilted it carefully. “Small sips.”
You obeyed. It tasted sweet. Cold.
Then something soft brushed your lips.
You blinked.
Shadow Milk was holding out a plump grape between two fingers, smirking.
“Open wide,” he said.
You gave him a tired glare. “I’m not a baby.”
“You’re ours,” he countered. “Close enough.”
You huffed—but opened your mouth anyway. He popped the grape between your lips with a pleased hum and leaned forward to lick the juice that escaped.
Pure Vanilla chuckled softly, kissing your forehead. “You were perfect.”
“…You guys are insane,” you muttered, cheeks still flushed.
“You didn’t seem to mind last night,” Shadow Milk murmured.
“Or the four times you came,” Pure Vanilla added delicately.
You squeaked and buried your face again.
They both chuckled.
Eventually, you tried to move.
Tried to sit up.
Tried to leave.
Their arms did not loosen.
“Where are you going?” Pure Vanilla asked softly, chin still resting on your head.
“Nowhere,” you whispered, cheeks hot.
Shadow Milk yawned into your chest. “Good answer.”
Their hands tightened around you.
Possessive.
Gentle.
Unmovable.
That morning, they fed you.
They cleaned you.
They praised you until your skin prickled and you cried again—quiet little tears of overwhelm and softness.
They dressed you slowly, but never let go completely.
And later, when you finally, finally managed to ask, “Are we… really together now?”—
Pure Vanilla only smiled and pressed his forehead to yours.
And Shadow Milk whispered, “Oh, darling…”
“You were never not ours.” --- Ya'll i think i went overkill with this part two hahah i really wasnt planning on this being so long whoopsie
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Eye to eye!!!!! More than 100 hours i fear and im not good with comics but see this as my grand return ❤️🩹 HEALERFOUNT NATION I HEREBY SUMMON THEE ONCE MORE
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SHADOWVANILLA x fem READER HEADCANON
TW: cuckholding, poly, humillation
Siempre haz confiado demasiado en tus dos amores cuando se trata de estar en la cama. Te cuidan y se cuidan demasiado bien entre ellos para que tú disfrutes la vista. Es por eso que aceptaste la rara propuesta de Shadow Milk.
De alguna forma, ahora habían cuatro de esos desgraciados frente a ti. Sage of Truth y Truthless Recluse uniéndose a la ecuación junto e intercambiando con tus compañeros. Ellos retozaban en la cama mientras tú estabas atada por las muñecas en un pilar de los aposentos de PV. Sin poder tocar o ser tocada pero en una buena posición para ver lo que ocurría.
De alguna forma era excitante ver a la pareja que siempre te eligen a ti en cada línea temporal complaciéndose entre ellos. Te remueves algo incómoda por la falta de atención que te ponen pero te estremeces y juntas las piernas esperando tu turno.
Sin embargo, siempre debe ser Sage of Truth o Shadow Milk quienes arruinen la intimidad y confianza del momento en cada tiempo y en cada lugar. No fue intencional al comienzo, pensaron que la humillación te excitaría.
Primero comenzaron con suaves provocaciones que te hacían juntar las piernas como “Mira lo bonito que se abre para mí” “Apuesto a que te gustaría ser tu”
Hasta despotricar comentarios como “Así que así es como se siente que no estés tú” “Mira nada más, como me complemento con mi alma gemela… así de bien” “Pobrecita, ¿creías que había espacio para ti?” “Deberías quedarte ahí más a menudo” Descubriendo que mientras más comentarios hirientes decían, su propia excitación subía.
Pure Vanilla y Truthless les advirtieron que no se sobrepasaran contigo, pero ellos también fueron víctimas del subidón de su orgasmo como para defenderte del todo.
Cuando terminan van por tu turno para rellenarte los agujeros, pero cuando Pure Vanilla se acerca a besarte el cuello y pasar sus dedos por tus descuidados pliegues se tensa. Estás seca y temblando. Y cuando te levanta el mentón para preguntar si estás bien se congela al ver que estás llorando en silencio. Tal vez desde hace un buen rato.
Y así es como Shadow Milk y Sage of Truth terminan atados de brazos en el suelo y con mordazas en la boca mientras Pure Vanilla te tiene bien abrazada a su cuello mientras te eleva y te hunde sobre su pene diciéndote lo bonita que estás y como tú agujero se siente mucho mejor (claramente para molestar a las pequeñas basuras en el suelo). Mientras Truthless se acerca por detrás para abrazarte e intentar estirarte a la par de Pure Vanilla.
Te llenan y te hacen venirte una y otra vez hasta que estás llorando por una buena razón. Te cogen entre los dos el mismo agujero, a veces PV decide venirse en tu bonita vagina y Truthless elige tu trasero. Incluso Truthless se toma el atrevimiento de guiarte con empujones y besos frente a SM y SoT solo para inclinarte, jalar tus brazos con suavidad y follarte prácticamente encima de ellos, pero sin tocar; hasta que gritas su nombre y no los de esos idiotas.
Si Truthless se siente particularmente cruel, saldrá de ti y te sostendrá por la cintura para que no caigas y con unos cuantos golpes en su pene se correrá en la cara de Shadow Milk, no por placer sino por humillación pura y dura.
Esa noche no hay baño para Shadow Milk y Sage of Truth, pero tu duermes en medio de cabellos dorados.
#shadow milk cookie#shadow milk x reader#shadow milk crk#shadow milk x you#crk x reader#shadow milk smut#zzztellacocina🔥#pure vanilla cookie#pure vanilla x reader#pure vanilla crk#truthless recluse#sage of truth
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As Pure As Vanilla Milk (Shadow Milk x reader - yn - oc???) SIZE DIFFERENCE (no sexual) ART!!!

Será lanzado el 5 de Agosto, realmente fue un dolor de culo planear toda la historia y crear el mundo para este tipo de AU.
Es un AU medieval en medio de la guerra y estará la participación activa de muchos personajes del cookiecum.
Y aunque habrán muchas interacciones la pareja principal será la protagonista y Shadow Milk.
SE HARÁ MENCIÓN DEL SHADOWVANILLA
LA HISTORIA EN GENERAL TENDRÁ LA ETIQUETA DE DEAD DOVE: DO NOT EAT. ASÍ QUE PROCEDAN CON CUIDADO Y LEAN TODAS LAS ETIQUETAS PORQUE YO A LAS FUNAS NO LES HAGO CASO :)
#shadow milk cookie#shadow milk x reader#shadow milk crk#shadow milk x you#crk x reader#zzztellacocina🔥#pure vanilla cookie#pure vanilla x reader#pure vanilla crk
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Fount of Knowledge x Fem reader (draw)
TW! Nudity, creampie

Full version in my Twitter account :) https://x.com/ssstella_draco?s=21
Estoy dibujando un poco para distraerme, escribir algo tan extenso y que debe planearse en el mínimo detalle es un poco pesado. Dios me ampare. 🗣️🗣️🗣️🗣️
#zzztellacocina🔥#shadow milk cookie#shadow milk x reader#shadow milk crk#shadow milk x you#crk x reader#shadow milk smut#fount of knowledge
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shadow milk x reader
SUGGESTIVE!
Intenté publicar la basura completa pero Tumblr decidió que no le gustan los pipis dibujados. Así que la versión completa está en mi Twitter :)
También hay buenas noticias acerca del fanfic que lanzaré en Agosto, siento que van a odiar a PV y Shadow Milk como los van a amar por igual. Es una historia compleja y está ambientada en un AU medieval, se tocarán algunos temas fuertes así que procedan con cuidado y lean todas las etiquetas :)
Full version: https://x.com/ssstella_draco?s=21

#zzztellacocina🔥#shadow milk cookie#shadow milk x reader#shadow milk crk#shadow milk x you#crk x reader#shadow milk smut
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Fount of Kindness
Fount Of Knowledge x Fem Reader Headcanon!
Imagino a la Fuente de Todo Conocimiento con una amante mortal, hermosa y comprensiva. Esplendorosa y cálida. El tiempo no evita que sus arrugas y manos temblorosas le den un vuelco a su divino corazón.
Sin embargo, el paso del tiempo es cruel y lo que fue un paseo de ímpetu a lo largo de su infinita vida le ha pasado factura a su preciosa mariposa que comienza a perder el color de sus alas.
La Fuente de Todo Conocimiento es servicial y usa su magia para calmar los dolores de su amada. La ve postrada en cama incluso cuando sabe que no le quedan más años de vida. Sin embargo, aquel que ve a través del tiempo y lo sabe todo. Sabe mejor que a su devota solo le esperan años de sufrimiento debido a estar encadenada a un cuerpo inútil y mortal que ella siempre se negó a abrazar la inmortalidad.
Así que una noche, en un acto de infinita bondad; La Fuente de Todo Conocimiento recuesta a su amada después de llevarla a ver una flores muy curiosas que han crecido por todo el reino.
Flores de corona de leche.
La Fuente de Todo Conocimiento abraza a su amada para robarle el aliento. Se acurruca contra su cuello y toma sus mejillas con ambas manos, acariciando sus pómulos y pasando sus eternamente jóvenes manos sobre su mandíbula y finalmente su cuello.
En un acto de infinito amor y con un movimiento limpio e indoloro La Fuente de Todo Conocimiento se mete en las sábanas con su amada que ahora descansa en paz. Eternamente y a la espera de ser devuelta a las flores que él constantemente crea de sus lágrimas.

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¡PREGUNTA!
Necesito saber su opinión, esto me ha estado molestando un buen rato y me causa un poco de resistencia a publicar mi fanfic. No quiero ser considerada una persona problemática pero la escritura necesita ser así por el bien de la trama. Me gusta explorar retos difíciles de escribir.
¡Por favor, su opinión es importante!
#crk x you#crk x reader#shadow milk x you#shadow milk x reader#pure vanilla x reader#pure vanilla x you#zzztellacocina🔥
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Shadow Milk x YN (sketch)
Warning! NSFW, two dicks, seeeegx

Shadow Milk tiene el trasero que merece, no me importa que sea una galleta plana o todos lo dibujen como un femboy y canónicamente tenga el cuerpo frágil. Para mí es un hombre delicioso con el cuerpo correspondiente de una horrible bestia. Él puede tener la forma que quiera.
Dos chilitos porque es una serpiente y con nudo porque también es un lobo. 🥵🥵🥵
Twitter: ssstella_draco
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As Pure as Vanilla Milk
Shadow Milk cookie (and Pure Vanilla) x Fem Reader fanfic available on Ao3 in August.
Only Spanish Versión!

Fanfic disponible en Ao3 a partir de Agosto.
TW: El fanfic tocará temas fuertes y algunos que son considerados tabú. Léanlo bajo su propio riesgo porque si me funan borro todo y desaparezco. 🗣️🔥🖐🏻
¡Pueden seguirme en Twitter para más actualizaciones, únicamente si son mayores de edad porque comparto y dibujo cosas subidas de tono de galletas!
Twitter: @ssstella_draco
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