Tumgik
99-percent-ether · 6 months
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Ruah
Cuando nos mudamos al pueblo del Conquistador, nuestra mirada sobre la fe cambió mucho. No solo nos volvimos mucho más practicantes, sino que nos encontramos con una forma totalmente distinta de vivir el catolicismo.
La diócesis estaba muy influenciada por la Renovación Carismática Católica. Este es un movimiento de la iglesia, que él mismo reconoce haber surgido luego de que unos sacerdotes vieran las celebraciones de iglesias pentecostales y las adaptaran lo más posible al dogma católico, para intentar atraer más fieles.
El párroco, Chispas, era un cura carismático. Los primeros viernes de mes había misa de sanación, a la que acudía gente de todos los pueblos de la zona, y a veces también de otras provincias como Buenos Aires.
En las misas de sanación se desplegaban todos los recursos carismáticos. Antes de comenzar con la misa en sí, se bailaban canciones de animación durante 5 a 10 minutos. Estas canciones eran movidas, y tenían coreografías. Me encantaban, aunque siempre supe que no bailaba tan bien.
El padre Chispas hacía pequeñas "homilías" en cada momento litúrgico de la misa, cada 15 minutos más o menos. Reflexionaba sobre la depresión, enfermedades físicas, traumas, relaciones familiares, adicciones y temas actuales. Quien no conozca al padre podría pensar que esto era aburrido. Si bien con los años llegabas a acostumbrarte, su discurso cautivaba, porque era doblemente carismático. Tenía el carisma cristiano, del don para la comunidad, y también el carisma propio de una persona que sabe cómo captar a su público. No se parecía a un pastor brasilero ni a un sacerdote promedio. Era un hombre de campo, sencillo, hablando con genuina pasión acerca del amor de Dios que sentía en su vida e intentaba acercar a su comunidad.
Su mayor defecto era ser demasiado optimista. Siempre le encontraba el lado bueno a todo, incluso cuando hablaba con alguien que quizá sólo necesitaba que validaran su sentimiento de que las cosas eran una mierda. Pero hablaba con tanto amor, que no era difícil perdonarlo.
En un momento o dos, dependiendo el día, le daba el micrófono a algunos fieles. En teoría era para reflexionar sobre algún pasaje bíblico o asunto de fe, pero siempre había alguna persona que hablaba de la enfermedad que le había traído a la misa, tanto si la estaba padeciendo, como si ya se había curado luego de ir a una misa de sanación anteriormente. Para envidia de les medicxs, la gente solía agradecer primero al cura y luego a Dios.
Junto con las hostias para la comunión, en la misa se consagraba una hostia más grande, del tamaño de una naranja pequeña. Esa hostia se separaba para la adoración eucarística que seguía a la misa. En la adoración eucarística, se la exponía en un ornamento de metal, usualmente dorado, con una ventana circular en el medio, donde estaba la eucaristía de forma vertical. Se asemejaba a un sol, con una base que podía variar en altura, de donde la agarraba el sacerdote. Se la dejaba sobre el altar, y cada tanto alguien se acercaba a arrodillarse cerca suyo para estar en intimidad con Jesús. Además de estas ocasiones de adoración comunitaria, la parroquia tenía una capilla de adoración perpetua, que era un saloncito en el mismo templo. Estaba abierta todos los días, con turnos rotativos de una hora, en los que al menos 2 fieles iban a adorar la hostia expuesta en un pequeño altar de piedra, realmente lindo.
Si bien la mayoría de la gente disfrutaba la homilía, la atracción principal era la alabanza con imposición de manos, que empezaba al terminar la misa. La diferencia entre adoración y alabanza, de acuerdo al dialecto católico, es que la adoración es contemplativa. Se basa en el silencio, apenas interrumpido por algún mantra en forma de rezo o canción. En cambio, la alabanza es mucho más vocal. Hay canciones más animadas, aunque siguen siendo recatadas si se encuentra expuesta la Eucaristía, sin baterías ni guitarras eléctricas. Se levantan las manos, las oraciones son espontáneas y sin un guión, más al estilo evangélico, porque surgió de la RCC. Un sacerdote dijo una vez, que en la alabanza une le habla a Dios, pero en la adoración hay que intentar escucharle. Suele ser más fácil alabar.
Había uno o 2 momentos durante la alabanza en los que se hablaba en lenguas. En uno de los Evangelios, Jesús resucitado, justo antes de ascender al cielo, anuncia entre otras cosas que sus seguidores hablarán nuevas lenguas. Esto se cumple en Pentecostés, y después en un pasaje de una carta apostólica, en la que se describe a una comunidad orando en una lengua inspirada por el Espíritu Santo. La RCC interpreta estos pasajes de una manera distinta a la de la iglesia en la mayor parte de su historia, que lo consideraba un hecho exclusivo del tiempo apostólico, cuando los discípulos que habían conocido a Jesús aún vivían. La RCC, copiando a las iglesias evangélicas y pentecostales, cree que ese pasaje sigue vigente hoy en día. Por eso se puede tener el don de lenguas, repitiendo sílabas como "yibiribi rabaraba", o similares. Solo alguien con el don de interpretación puede entenderlas. Muches tenían el don de lenguas, pero no conocí a nadie con el don de interpretarlas.
La imposición de manos estaba a cargo de los sacerdotes, y más adelante también del diácono permanente. Se hacían 2 o 3 filas de gente, y la persona del frente era guiada a un lugar unos pocos metros delante del ala mayor, nombre del área donde se ubica el altar. Un sacerdote se acercaba a la persona, le ponía ambas manos sobre la cabeza, y oraba. El padre Chispas apretaba más y hacía oraciones más variadas que los otros. En general, la persona terminaba entrando tarde o temprano en descanso en el espíritu. Osea, se "desmayaba". Un servidor de la comunidad se le paraba por detrás, y le agarraba por la espalda para apoyarlo delicadamente en el suelo, sobre una alfombra. Algunes, al asistir por primera vez, no caían. Después de un rato se iban, confundides. En la comunidad se decía que se estaban resistiendo al Espíritu.
La verdad es que, por lo menos yo, siempre lo fingí. Me auto convencía de que no era porque Dios no actuara, sino que yo no tenía la suficiente fe. Con el tiempo este argumento se fue debilitando.
A veces se podía escuchar algunas personas llorando. Cuando tenía 12, y nos habíamos mudado hacía poco, me gustaba ofrecerles abrazos a esxs hermanes.
En total, entre la misa y la imposición de manos, la celebración duraba alrededor de 2 horas. Se hacía largo, pero me encantaba. Realmente sentía algo, como una fuerza, un fuego interior. Amaba ser católica.
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99-percent-ether · 6 months
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I can't handle change
“Debemos creer porque no podemos ver”, San Agustín.
Nazgul y Usagi nos llamaron a Perkins y a mí a su cuarto, éramos chiquitos. Nos preguntaron sobre una travesura, como una taza rota o algo así; Perkins mintió y yo dije la verdad.
Nazgul me preguntó por qué sonreía.
“Son los nervios”, le respondí.
“Creo que estás mintiendo, NECRÓNIMO. (Redacted) dice la verdad.”
Intenté darles explicaciones, pero no me creyeron. Me quedé con la culpa de no saber explicarme bien. A veces recuerdo esta situación y me pregunto si sabían que decía la verdad.
“Cuando éramos chicos, Perkins me ahorcaba”
“Perkins no te ahorcó, NECRÓNIMO.”
Me lo estaré imaginando.
Cuando estaba en el hogar, hablé con Usagi y le conté lo que estaba recordando.
“Eso no pasó, NECRÓNIMO. Si hubiera pasado, tu (redacted) sería un monstruo.”
Y ahí volvió la sensación asfixiante de no distinguir la realidad, de no poder confiar en mi percepción. Pero yo sé que dije la verdad. Intento que me baste saber que sigo diciendo la verdad.
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99-percent-ether · 7 months
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Sound of silence
Yo te creo aunque hables años después de que haya pasado. Te creo a pesar de no entenderlo todo; Si tu relato es confuso, como suele pasar cuando intentamos recordar algo de lo que nuestra memoria nos protege con el olvido, yo te creo igual. Te creo aunque antes "no se te notara", Y te sigo creyendo sin importar los síntomas que tus traumas produzcan.
Yo te creo por más de que no me caigas bien, Y te voy a seguir creyendo a pesar de no estar de acuerdo con tus opiniones. Te creo más allá de los prejuicios que tenga hacia las personas como vos, Y te prometo que no voy a escuchar las mentiras que digan sobre vos para descalificarte.
Yo te creo sin preguntar cómo ibas vestide, No necesito saber cómo ni quién ni cuándo ni dónde; No necesito ningún detalle para creer que tu relato es verdadero. Te creo denuncies o no, Y lo seguiré haciendo si la justicia es lenta e inoperante.
Te creo a pesar de que sea difícil; No es lindo escucharte o leerte, pero yo te sigo creyendo. Te creo, aún cuando me parezca increíble.
Te creo por más que otros no lo hayan hecho. Te creo aunque arriesgue mi status, Creerte es más importante que mantener unida esta familia, Valoro mucho más tu seguridad que defender esta institución. Te creo incluso si esa persona es tu familiar, o si fue tu pareja; Te creo y me da igual lo "unidos" que se vieran antes de que hablaras. Te creo por más que yo ame a tu agresor y quiera creer que es incapaz de algo así. Yo te creo, incluso cuando me gustaría creer que estas cosas no pasan.
Te creo, y respeto que decidas no estar más en contacto con las personas que te agredieron. Yo te creo, y no voy a permitir que se creen rumores a tus espaldas después de que pidas ayuda. Te creo, y voy a dar todo de mí para ayudarte a salir de ahí lo antes posible. Yo te creo y no voy a forzarte a callar, porque contarlo es la única forma de evitar que vuelva a ocurrir.
Te digo esto porque quizás no te lo dijeron cuando fuiste capaz de hablar. También te lo digo para que, cuando alguien rompa el silencio, sepas qué decir. Sólo se necesitan 3 palabras: yo te creo.
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99-percent-ether · 7 months
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Sometimes the worst of him have the best disguises
Aquél de entre ustedes que se hace llamar servidor, es en realidad quien paga al inocente a cambio de su silencio. Su lealtad no es la que aparenta. Él es uno de los Nueve Reyes, que custodian al Único.
Es por esto que me veo forzado a no expresar mi mensaje como quisiera. Tendré que cambiar nombres, omitir lugares, encriptar el mensaje, con la esperanza de que el Nazgul que me acecha no me encuentre mientras llevo el Anillo en mi dedo, y así no ser silenciado.
He tenido muchos nombres, algunos que preferiría enterrar en el ayer, y otros que desearía poder poner por escrito. Mas mientras la maldición que debí aceptar para mantenerme con vida permanezca sobre mí, deberé andar bajo esta Sombra que se yergue encima mío desde mi pasado. Espero pronto poder, como el marido de Isabel, recobrar la voz y poder clamar el nombre, todos los nombres. Hasta entonces, me conocerán como Necrónimo.
Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.
The Devil is a Gentleman (Merci Raines) | Sub. Español (youtube.com)
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99-percent-ether · 7 months
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Todo lo que recuerdo
Te escribo esto porque aún tengo la esperanza de que alguien intente comprender. Porque aún espero que haya alguien con quien hablar que no sea una puerta cerrándose. Porque aún creo que hay chances de que no te rías cuando “hable con la e”, ni saltes a tildarme de locx por rechazar la fe y el Estado.
Aún confío en que hay personas en este mundo dispuestas a escucharme sin poner esa cara. Sin juzgarme, incluso si no comprenden. Capaces de respetarme y no solo tolerarme. Capaces de celebrar mi existencia.
No dejo de escribir, aunque a veces sea repetitivo. A veces escribo lo que necesito decir, otras lo que necesito leer. Voy a seguir escribiendo hasta que la historia no se repita.
Escribo esto para cumplir los sueños de un niñe que quería ser escritor. Para que sepa que pudo viajar, estudiar en una universidad, vestirse “como varón”, y entender las razones por las que lloraba por las noches. Quiero que por fin se sienta abrazade.
Escribo esta historia para que no quede en el olvido. Aunque leerla te haga llorar, aunque quieras romperlo todo. Espero que no leas solo las partes felices, y que aunque duela no dejes de leer, para que ésto no deba volver a narrarse.
También espero que cuando termines de leer mis vivencias, me conozcas un poco mejor. Y espero que algo de lo que te diga te haga reflexionar y cuestionarte. Cuestionarnos cómo llegamos hasta acá.
Gabo Ferro - Soy todo lo que recuerdo - YouTube
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99-percent-ether · 7 months
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El jacarandá
Tenía alrededor de 5 años. Nos acabábamos de mudar a lo de mi abuela; una casa grande y vieja en Olivos, Zona Norte.
Recuerdo salir de mi cama y ver el mueblecito que tenía como mesa de luz, que nos habíamos traído de Villa Adelina. Lo abrí con cuidado para que no se despertara Perkins, y encontré sobre su único estante un juguete de Winnie the Pooh. Cerré la puerta de la mesa de luz, sobre la que había una lámpara de noche, porque él le tenía miedo a la oscuridad. A veces vuelve a mí el olor a madera de esos muebles.
No sé si fue esa, pero una noche, abrí el armario de nuestro cuarto y saqué mi impermeable rojo de Mickey Mouse.
Bajé la escalera con cuidado. Durante varios años, esos escalones me parecían inmensos. Eran color arena, con un montón de piedritas sin relieve en ellos. Fui hacia la puerta de entrada en puntitas de pie. Intenté girar las llaves sin que sonaran, pero al terminar la segunda vuelta hicieron "clack", retumbando en el pasillo. No importaba, ahora salía y me iba. Y nunca iba a volver.
Afuera estaba lloviendo. Salí y cerré la puerta. La lluvia me salpicaba, dándome frío. Estaba juntando la fuerza para avanzar más allá de la galería, cuando me sorprendió ella.
No recuerdo qué pasó en el medio, pero lo siguiente que veo es a los dos en esa galería; Fragancia y yo, de lejos, como en una película.
"Era solo una pesadilla", me dijo.
Me hizo entrar e ir a la cama, pero no logró apagar mis ganas de escapar, solo las adormeció.
Aún me pregunto si habrá sido solo un sueño. Me gustaría creerlo.
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99-percent-ether · 7 months
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Train to nowhere
Estaba nerviose. Esta vez quería salir preparade, sin olvidar nada indispensable. Pero tampoco quería demorar mucho, porque no sabía cuánto iban a tardar en volver.
Agarré el morral rojo, ese que Perkins me había pedido prestado para sus herramientas porque según él estaba viejo. Me lo quedé porque me encantaba, aunque era poco práctico para colgármelo al hombro durante todo el trayecto que iba a hacer ese día.
No recuerdo en qué orden guardé las cosas. Metí la campera de la promo, el DNI, los dólares que había ahorrado de mis laburos, la netbook del gobierno, el desodorante, el peine, y los premios a mejor promedio de primario y secundario.
Miré la flauta traversa. Quería llevarla porque valía mucha plata, pero sabía que era demasiado pesada. De alguna forma, me dije, después iba a conseguir recuperarla; pero ahora tenía que ir ligero.
Salí de mi cuarto y me fui al comedor. Creo que los llamé en voz alta, para verificar que estaba sole. Nadie respondió.
Tomé un vaso con agua y comí 2 tostadas de pan casero con mermelada casera, hecha por mamá. Iba de un lado a otro, intentando pensar si tenía todo. Llené la botella con agua, y agarré una banana. Los metí al morral.
De repente noté que me faltaba algo: la cadenita con un colgante de Las Reliquias de la Muerte, de Harry Potter. Intenté buscarla, pero sabía que ya no me quedaba más tiempo.
En algún momento de ese caos de nervios, fui al baño, para poder aguantar todo el camino. Miré la casa por última vez. Esta vez sí me iba de verdad.
Seguro de que tenía todo lo que podía cargar, salí con el morral y el celular. Silbé y ellos vinieron corriendo del campo de enfrente; Mora y Simón. Ella era toda negra y un poco más chica que él, negro con manchas marrón claro en las patas, cuello y cejas.
Me volvieron a seguir, como la vez pasada. Empezamos a caminar por nuestra calle de brosa hacia el camino de tierra negra, que la cortaba en la esquina. Era aproximadamente media cuadra, pero de las rurales, que miden una concesión, más de 1km.
Cuando ya estábamos empezando a andar por el camino de tierra negra, me parece que me llamó mamá, aunque no estoy segure. Lo que sí recuerdo bien es el mensaje: "Necrónimo, estamos volviendo del centro. ¿Querés que papá te lleve a la psicóloga?" "No", le respondí. Esta vez lo iba a hacer bien, no podrían detenerme. Caminé más rápido, con miedo a que doblaran por este camino, aunque sabía que casi siempre iban por el de la Escuela 4, dos concesiones antes de esta esquina.
Mientras caminaba me fui comiendo la banana y tomando agua. Cuando ya empezaban a aparecer las casas en construcción, tiré la cáscara al piso, porque no la iba a llevar todo el camino. Total, era orgánica; eventualmente se degradaría.
Iba con miedo a que me vieran les vecines, o a escuchar el maldito motor del Renault 19, así que me apuré aún más. Pasé todas las casas y volví a estar en medio de terrenos sin construir, así que como nadie me veía, me permití correr el poco tramo que faltaba hasta el fin del camino. Esos minutos se hicieron eternos, pero por fin llegué a la ruta. Ahora mi miedo era verlos en ella.
Fui bordeándola en dirección a la ciudad. Mis recuerdos están entrecortados y difusos. No recuerdo nada hasta llegar al lado de la Escuela 4. Luego de pasarla, me pareció más seguro caminar por el terreno al costado de la ruta, cubierto de pasto. Era más difícil que me vieran, y si lo hacían, tenía algo de ventaja para salir corriendo.
Se hacía muy largo, especialmente con el pasto alto frenándome. De a ratos estaba con la cabeza a mil, lleno de emociones; alegría, tristeza, ira, aunque no lloré ni grité en ningún momento. Pasaba de ese estado, a solo sentir mis pies contra el suelo, sin pensar en nada, casi sin ninguna emoción. Fue menos intenso que otras veces, no llegué a salir de mi cuerpo. Sentía una molestia en un pie, pero no paré.
Eventualmente hice los 3km desde la esquina del camino de tierra negra, hasta el último camino que desembocaba en la ruta antes de la entrada a la ciudad. Sabía que era muy poco probable verles ahí, porque ya había pasado mucho tiempo y debían estar llegando a casa. Eso no impidió que continuara con algo de miedo.
No aparecieron. Sé que miré en Google Maps cuál era la mejor ruta para llegar a la salita, pero no sé por dónde seguí exactamente, después de pasar el cartel de Colón.
Cuando caminaba, ya en el pueblo, ladraban los perros de las casas y de la calle, y Mora y Simón les respondían. Llegaron a aturdirme bastante, pero no paré.
Me costó un poco ubicarme para encontrar la salita, tuve que volver para atrás un par de cuadras porque me había pasado. Cabía la posibilidad de que me estuviera esperando en la puerta cuando yo llegara, porque él me había llevado las veces anteriores. Yo ya estaba preparado para ver el auto estacionado. No estaba, y tampoco oía el motor.
Después de más de 6km caminando sin parar, lo había logrado. Ahora iba a poder hablar con ella, y saber qué era real. Y cuando ella me lo dijera, no iba a volver nunca más.
Abrí la puerta y entré a la salita.
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