Tumgik
abasw-blog · 10 years
Text
Cuarto
Lento. Te das cuenta de que no es lo mismo. Los colores ya cambiaron, las luces apuntan a otras esquinas haciendo que lo anteriormente iluminado ahora esté inexistente. Ese cuarto que conoces como conoces tus pensamientos, esas paredes ahora están negras, y los objetos que ya no pisarías de nuevo, desaparecen en la densa sombra.
Las fotos colgadas en las paredes ya no contienen a personas, están blancas y sin rupturas; se detienen sobre un muro sin color, como se empezó todo. Y de pronto sientes esa presión insoportable que hace que tus piernas sean incapaces de hacer su trabajo, que hacen que tu cuerpo se convierta en una piedra de plomo, pero menos pesado que tu cabeza que ahora mira hacia tus pies.
No creíste que con tan sólo dar un paso, en vez de admirar el conocido como siempre lo habías hecho haría que las sombras detrás eliminaran todo, dejando el nuevo ángulo como tu mente debería de ser.
Tienes miedo de dar otro paso, pero no tienes más que perder. Este lugar parece ser el indicado, sientes cómo el alivio te abraza con una manta cálida y suave. Esta vez no hay nada, tus piernas no parecen caer y tu cabeza ya no está inclinada hacia el suelo. 
En tu mente recuerdas este lugar, sabes que no podías hacerlo antes por el hecho de que perder lo pasado te abrumaría. Y ese paso que diste, fue tan sólo un des-balanceo que movió tu pie unos centímetros, tal vez subconscientemente intencional. No creíste nunca que este lugar fuera así de placentero, la imagen nunca había sido atractiva. Pero ahora que lo ves, ya no hay gotas de ácido cayendo en tus brazos como antes, sólo un leve rocío que humecta toda tu piel.
Sientes un viento sobre tu pie, regresándote al lugar donde antes te situabas, y lo blanco, lo vacío se vuelve negro, se re-acomodan tus cosas, y el color vuelve junto con el ácido. Quieres volver, quieres moverte, pero todos tus objetos, todos los colores actúan como imanes sobre tu piel dejándote como solías estar: inmóvil.
En ese momento comprendes por qué recordabas el lugar: sólo hay minutos o segundos dentro de meses y años en los que vas a este lugar sin saber que lo quieres. La espera es tanta, que tu mente lo olvida, el recuerdo poco a poco se transforma como en una imagen dada por alguien más. Sabes que volverás, y sabes que cuando lo hagas, no habrás recordado que ya lo haz hecho.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
De nuevo círculo
Tiempo se resbala por mi cabello segundos corren en el agua llevando consigo vidas muertes momentos sin una presa
sólo cascada tras catarata caídas de minutos creando espacios sin medida ni cuándo ni dónde sólo minutos cayendo, rompiendo creando hoyos dibujando puntos en los segundos mismos agua de segundos, atravesándolos.
  Minutos atravesando segundos gotas de minutos cayendo en los segundos, ¿así cómo existir? gotas me atraviesan justo cuando estoy bien al fin estabilizada, como el agua debajo de la cascada me revuelco por los minutos esos malditos minutos que me dan vueltas que me rompen, que me destrozan y sigo avanzando.
  Este río, que pasa por lugares lugares en los que no pararé nunca más no puedo descansar sólo puedo seguir mi movimiento tirándome una vez más convirtiéndome en minutos que traspasan segundos partiéndome en segundos y de nuevo el círculo.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
No sé, algo.
Un muro hecho de personas. Un muro que se rompe cada vez que no hay nadie más, sólo tú y tu cabeza. Un muro que te protege de la tristeza, de las manchas de lágrimas, de las inseguridades. Quieres estar sólo, sin nadie más alrededor, y cuando lo estás. Rompes ese muro con un martillo hecho con desesperación, pues sus paredes te encierran en un círculo de mentiras, sofocándote con todas las cosas que tienes que decir para que los demás no se preocupen. Un aire tan denso que te es imposible respirar, un aire que además de mentiras contiene preocupaciones de problemas externos. No son tus problemas, no deberían ser tus preocupaciones. Están ahí, aumentando más partículas de humo sofocante.
Cada vez que este muro se rompe, no tarda en que se vuelva a levantar. Este muro de personas que miran hacia el mundo afuera, en el que deberías de estar. Piensas al principio que es un muro que te protege, cuando en realidad te encierra en soledad, desprecio, tristeza. Al ver que no se puede romper, tratas de escalarlo por las manos y pies que crees que te pueden ayudar, pero al tocarlos, se acomodan para que no puedas apoyarte en ellos. Es imposible salir de ahí.
Y en los únicos momentos en los que no estás sólo, es cuando alguien se asoma por la cima del muro, una persona en la que te apoyas, las personas por las que quieres salir de ahí. Pero esa persona no trata de ayudarte, no te da la mano para que te subas. Esa persona habla de sus problemas buscando que le des la solución. Y se la das. Esperando que antes de que se vaya, te ayude a salir. Pero se va dejando en tu hoyo sólo más palabras que se mezclan con el humo.
Es imposible respirar, es imposible mover un sólo músculo de la cara para aparentar, es imposible ignorar el humo, es imposible sólo ver oscuridad. Sólo puedes esperar a encontrar esas fuerzas para destruir el muro quitando todas las piezas y deformarlas para que no vuelvan a encajar. Sólo quieres salir de ahí, pero cada segundo eres más débil.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Monocromático (ejercicio de ritmo)
Su mirada ausente no se enfocaba en nada en específico, pues claro, no existía. Todo lo veía tan blanco, gris y negro en ese bosque situado en ninguna parte. Lo único con color, con una gama infinita de tonalidades era su mente: mente distraída y colores sin mal, verde su dolor como ácido cítrico, calla sus palabras con rojo pensar, siente la frialdad con su rosa neurona, fácil el no hablar sin azul malestar. Así percibía su alrededor, cada color con un sentido. Pero aún así el bosque seguía casi monocromático, como su vieja televisión. Su mente estaba atrapada entre su cráneo, deteniendo los colores escapar.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Ejercicio de ritmo
Hábiles piernas yacen sin cuerpo yendo frías en cortos movimientos hacia un alto monte de su vida abre puertas que llegan a su sitio.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Carlitos.
Sofía me dejó cuidar de nuevo a su hijo, mi precioso sobrino Carlos, para que pudiera ir a su cita con su abogado. Acepté, siempre hago lo que sea por mi hermana. Bien sabe ella que se lo debo, y me lo debo a mí también. Después de la muerte de mi papá sería raro que confiara en alguien como yo, pero mi hermana me tiene esa confianza. Mejor para mi, aunque no merezca ni siquiera sus palabras, ni un saludo, nada de afecto. Hace poco me di cuenta de que tal vez me tiene lástima, y por eso hace todo esto por mi mientras que el resto de mi familia y amigos me tienen miedo. Prefiero que me tengan lástima a ser temido, así la soledad es menor. Antes pensaba que la soledad sería soportable, que estar sólo conmigo sería lo mejor porque así no podría lastimar a nadie ni ser lastimado por alguien; es más seguro estar sólo. Pero después de cinco años aislado, y que cuando al fin regresé a mi hogar todos mis conocidos no me rechazaran, cambié por completo de opinión. Con la soledad sólo vienen batallas internas. Lo bueno es que todavía tengo a Sofía y Carlitos. Oh, el pequeño y hermoso Carlitos, con su cabello largo y negro. A mi no me gustan los niños, pero hay algo en él que no puedo decirle no. Con sus brillantes ojos cafés que me ruegan hacer todo por él aunque no hablara aún. En eso se parece a mi papá. 
Limpié mi departamento antes de que llegaran, acomodé todas mi cosas y las que no sabía dónde poner, las aventé dentro del closet de mi cuarto sin fijarme qué era lo que agarraba. Después me limpié las manos. Sofía llegó con Carlitos justo a tiempo. La saludé de beso, a él le sonreí y exclamé: “¡Carlitos! ¿Cómo has estado? Ya creciste mucho”. Traté con todas mis ganas de sonar como un tío normal hablándole a su sobrino, pero no sé mucho de ese tipo de trato ni de relación. En seguida lo cargué, Sofía comenzó a decirme todas las indicaciones para cuidar a su hijo y me dio su mochila con todo lo que necesitaba. Pronto Sofía se marchó en su carro, y Carlitos empezó a llorar. Lo mecí suavemente por unos minutos, pero el niño no se calmaba. Vi el reloj para saber si ya era su hora de comer, pero aún faltaba hora y media. Le cambié su pañal, pero seguía llorando. Su cara estaba roja y gritaba al mismo tiempo que lloraba, haciendo sonidos como si se estuviera ahogando. “¿Qué es lo que tienes Carlitos? Por favor dime” le imploraba, pero él se limitaba a llorar más y más. Abrí la mochila y encontré uno de sus juguetes, pero cuando se lo puse entre sus manos, él lo aventó. ¿Qué niño avienta su juguete? Empecé a hiperventilar, no sabía qué hacer. Si tan sólo Carlitos fuera más grande, si tan sólo pudiera hablar. No me gusta este niño, pensé. Dejé al niño en el sillón, todavía llorando y fui hacia la cocina por un vaso de agua. A la derecha del garrafón estaban unas pastillas, las que el doctor me dijo que tomara si empezaba a entrar en pánico. Las vi por muchos segundos, no sé cuantos la verdad, pero no podía concentrarme, lo único que escuchaba eran los llantos del niño Carlitos. Llantos, gritos, lágrimas, patadas. No podía pensar en nada más, mi mente estaba obstruida por ruido. Oh Carlitos, ¿por qué haces esto? ¿No podrías callarte por un segundo? Dejé de ver las pastillas y tomé dos, aunque no sabía si eran todas las que tenía que tomar, pero simplemente no podía leer la receta del doctor con tanto ruido. El agua pasaba por mi garganta, sentí la pastilla pasar. Y por un segundo mínimo, pude estar en paz pensando en el agua, mi garganta, las pastillas. Pero los llantos siguieron, el ruido del mocoso no paraba desconcentrándome de mi breve tranquilidad. Este niño no pararía de llorar hasta que vuelva su madre, lo sabía. Si no podía callarlo, por lo menos tenía que taparme los oídos. Entré a mi cuarto y busqué mis tapones de oído, que siempre estaban junto a mi lámpara, pero no los encontré. Me senté en la cama a pensar dónde los había puesto, con las manos en mi cabeza y los brazos recargados en mis rodillas. Callen a ese niño, sólo es un mimado. No merece a su madre, no merece mi paciencia. Oh, pero yo sí merezco estos llantos, este maldito estrés. Preparé todo mi departamento para que el niño no dejara de llorar, me limpié las manos, arreglé mi cuarto. Recordé el momento en que, antes que llegara mi hermana, lancé muchas cosas dentro del closet. Tal vez pueden estar ahí. Corriendo fui a abrir el clóset, y desordenadamente saqué las cosas. Los encontré, estaban justo detrás de León, mi conejo de peluche. Agarré los kleenex junto con el peluche y fui con Carlitos. Mi peluche de niño, tanto me había ayudado, tanto me había acompañado, no veía el por qué no habría de hacerlo esta vez. Justo cuando entré Carlitos dejó de llorar, estiró las manos y empezó a abrir y cerrar sus puñitos. Vi sus ojos, y tenían la misma expresión que la de mi papá. Despacio me acerqué al niño, no quería espantarlo y que volviera a llorar. Cuando me paré frente a él, no quiso que lo cargara, estaba viendo fijamente a León, queriendo alcanzarlo. Le di al peluche, y Carlitos empezó a abrasarlo y a jugar con él. Sólo quería un peluche. Suspiré de alivio, no quería que Sofía llegara y que su hijo estuviera llorando. No daría una buena impresión. Y eso es lo que necesito probarle a todos: que soy una buena persona, alguien responsable. Cargué a Carlitos y lo puse en el suelo frente al sillón donde me senté. Miré el reloj de nuevo. Todavía faltaba para su hora de comer. Carlitos estaba jugando con mi peluche, el único juguete que me quedaba de mi infancia. Qué lindo es ver a niños jugar, hacen toda una historia, crean personajes complejos, y sin saber sumar todavía. Saben todos los movimientos que van a hacer sus personajes, todo lo que van a decir y todo lo que piensan. Ellos son parte de sus personajes. Es como si fueran la mente del peluche, cuerpo y alma visiblemente diferenciados. Veo claramente la separación, la manipulación de la mente sobre el cuerpo. ¿Será que todos somos así? Nuestra mente controla a nuestro cuerpo, le dice qué hacer, qué decir y cómo reaccionar. El niño le dice al peluche qué hacer, qué decir y cómo reaccionar. Carlitos hace que León me muerda la pierna. Pero León el conejo no era malo, ¿por qué me mordería si él, en lugar, me besaría? León el conejo no es León cuando está en las manos de Carlitos, es completamente otro conejo. Es un cuerpo con otra mente. Es así como lo siento. Es así como me siento. ¿Sería posible que yo fuera un cuerpo dado a una mente que no me corresponde? Lo pienso y me suena a mi. Si es así, sería por eso que hice lo que hice. Mi papá no está aquí ahora porque soy un peluche con el que está jugando otro niño que no soy yo. Soy un cuerpo con una mente que no me corresponde. Por eso hago cosas sin que las piense, por eso hago cosas que no quiero hacer. Mi cuerpo lo controla otro niño, no lo controlo yo. Alguien regaló mi cuerpo, se lo dieron a un niño malo que no sabe mi historia anterior, que no me conoce. Tal como Carlitos está haciendo con mi peluche. Oh Carlitos, ¿por qué haces que León sea malo cuando en realidad es alguien bueno?, ¿por qué juegas con él? No deberías de hacerlo. ¿Por qué Carlitos, por qué me haces hacer cosas que no quiero? No entiendo tu crueldad. Sólo quiero mi mente de nuevo, Carlitos. “No debes de jugar con el cuerpo de otros, Carlitos”, le grité al niño. Él se espantó y empezó a llorar. ¡No! Otra vez esos gritos, esas lágrimas, esas patadas. No puedo soportar más ver a este niño con mi cuerpo, manipulándolo a su gusto. No puedo escuchar de nuevo todo ese ruido, llantos sin sentido. Quería que Carlitos se callara. Que no volviera a llorar, que no hablara nunca porque alguien que juega con el cuerpo de otro no merece estar aquí. Hice lo mismo que con mi papá, de nuevo la mente de alguien más se apoderó de mi cuerpo. No había forma de pararlo. Lo hice de nuevo, ahora con Carlitos, aunque no recuerdo cómo. Sólo sé que cuando volví a ver a Carlitos, él ya no lloraba, y su mirada tan parecida a la de mi papá desapareció con su llanto.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
No puedo creer que le haya dejado hacer eso conmigo. No puedo creer que no haya sido lo suficientemente fuerte como para decirle: basta. No puedo creer que después de dos años y medio eso me este afectando en situaciones que no tienen relación alguna con ello. No puedo creer que haya dejado pasar tantas oportunidades, tantas amistades y relaciones por miedo a que volviera a pasar, o simplemente porque destruyó completamente mi autoestima. No puedo creer que los demás piensen que estoy bien, que no me afectó como realmente lo hizo, que piensen que "me ahogo con un vaso de agua" cuando probablemente nunca tendrán que pasar por algo parecido. No puedo creer que eso sólo destruyó mi autoestima, sino también mi personalidad. No me siento yo desde ese momento, rompí con todo lo que era, todo lo que creía en un segundo por no saber decir no. Y las pocas personas que notan que ya no soy yo, son las que no saben lo que pasó. Para ellos soy más inmadura de lo que era "a los quince años". Pero ellos no saben, no saben que esto logró afectarme en todas mis decisiones, en todas mis reacciones. No puedo creer que dejé que me afectara así, y que aún después de tanto tiempo sigo pensando en eso, en lo que debí hacer, y en qué hubiera pasado si lo hubiera impedido. No me gusta lo que soy ahora, quiero regresar a lo que era antes, pero, ¿cómo poder ignorar los recuerdos que me llegan cada día? No puedo ignorarlo en un lapso de más de tres meses. Siempre ese recuerdo llega a mí. Y yo sé que pudo haber sido peor, pero eso no quita mi decepción. Tal vez lo que más me afecta no es lo que él hizo, sino la mi decepción no con él, sino enteramente conmigo. Pero realmente no sé cómo dejarlo ir, no sé cómo superarlo. No puedo creer que muchos lo sepan y al mismo tiempo la mayoría no lo entiende. No puedo creer que me pidan que ya no piense en eso cuando ni ellos, ni yo, saben realmente cómo hacerlo. No puedo creer que hasta ahora esté escribiendo esto, que hasta ahora me estoy desahogando, que hasta ahora estoy llorando al escribir lo que realmente siento. Y no puedo creer que aunque de alguna forma lo haya sido, yo no lo refiero en mis pensamientos como violación. Porque pienso que no llega a ese término, aunque me esté afectando como si ello significara plenamente y sin duda la palabra misma.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Odio el fútbol-football.
Odio el football (ó fútbol, como se quiera leer), y tengo muchas razones por ello, no sólo por el deporte en sí, que, si se ve desde un punto de vista aislado es tan inofensivo como cualquier otro. Trataré de explicarme, de poner en claro todas mis razones.
No me gusta ver que las aficiones hacia un deporte sea la única forma de “fomentar” o expresar el nacionalismo. En cambio, cuando es un evento más formal y (de alguna manera) más relevante para los ciudadanos, no se expresa ese nacionalismo que tenemos.
No me gusta ver una masa gigante de personas manipuladas, que por ver el partido, noticias de éste, repeticiones y distintas discusiones con las mismas palabras; no ven a su alrededor, no se despegan de la pantalla para ver lo mismo una y otra vez. Y los “grandes” e “importantes”, al saber esto, sacan provecho, hacen sus injusticias a la sombra del balón, donde casi nadie ve. En otras palabras un poco más conocidas y comprensibles: no me gusta que usen un deporte como “cortina de humo”.
No me gusta que el mismo país no acepte el nivel que tiene en ese deporte. No estoy diciendo que el entusiasmo (o esperanza) sea algo despreciable, es que el fanatismo llega a un extremo al que se piensa que todo lo que pase en contra del equipo no es culpa del mismo, sino es una forma de sabotaje del partido, o de injusticias que realmente no existen. Son excusas del por qué nunca ganamos, cuando la respuesta está muy clara frente a todos, pero todos ignoran: simplemente no somos tan buenos.
Dicho esto quisiera decir que considero el salario de estos deportistas y de todo el que tenga que ver con este grupo de la “farándula”, es muy elevado, considerando el poco trabajo que hacen y la calidad de éste. Pero realmente no soy la persona adecuada para decir esto, a fin de cuentas no tengo la edad ni conocimiento suficiente, pero es lo que yo percibo.
Así que sí, odio el football (fútbol). Pero no por sus reglas o por simples gustos, es todo lo que rodea a éste deporte específico, porque ¿qué tiene de odioso patear una pelota, correr y tratar de atinarle a cuasi-cueva hecha con red y tubos?
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Es increíble ver cómo tu vida poco a poco se separa de la mía. Cómo pudimos ser las personas más cercanas pero ahora no puedo encontrar nada que tengamos en común. Cómo es que aunque nos conociéramos como probablemente nunca conoceremos a alguien más. Ver las fotos de cuando éramos pequeñas, cuando apenas podíamos hablar, cuando jugábamos siempre los mismos juegos sin lograr aburrirnos. Todas esas sonrisas, todas esas pláticas, todos esos años de algún modo fueron gastados. Y así lo fueron, porque a pesar de que tengamos el medio para seguir en contacto, simplemente no lo utilizamos. Sea por las razones que sean. Es triste ver todo el tiempo que pasé sin siquiera pensar en ti, sin considerarte. Es triste ver a tu mejor amiga de la infancia alejándose cada día más, no voltear a verla en el proceso; pero cuando lo haces, te das cuenta de toda la distancia que ese tiempo causó, te das cuenta que ya no está ahí, a menos de un metro. Te das cuenta de los kilómetros que tienes que avanzar para poder por lo menos verla. Y la verdad me arrepiento de no haber hablado más, de no haber jugado más.
Tal vez sea demasiado tarde y nunca volvamos a ser las mismas. Pues no somos las mismas personas y no lo seremos. Pero eso no significa que no seas importante para mí, eso no significa que ya no existas. Simplemente crecimos.
Y crecer es lo más peligroso para las personas.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Original.
Deja los clichés y sé tu mismo. Deja los clichés y no te dejes influenciar. Deja los clichés y crea algo. Deja los clichés y piensa más. Deja los clichés y no sólo llenes espacio. Deja los clichés y abre tu mente. Deja los clichés y no mires a alguien más. Deja los clichés y no lo repitas. Deja los clichés y sé original.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
¿Por qué si te gusta algo no le puede gustar a alguien más? ¿Por qué si no conoces los detalles de tu gusto no tienes "permitido" que te guste? ¿Por qué no podemos simplemente disfrutar de las cosas, sin importar cuánto tiempo llevamos conociéndolas, sin importar si sabes más que el otro de ellas, sin importar en dónde estés, sin importar tu clase social o tu apariencia, sin importar cómo lo descubriste, SIN IMPORTAR QUIÉN SEAS? ¿Por qué no me puede simplemente gustar?
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
La canción no define la personalidad.
El género no define la vestimenta.
Los instrumentos no definen los amigos.
Pero la letra, la letra define los pensamientos.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Rompecabezas.
Somos como piezas de rompecabezas. Somos únicos. Encajamos con máximo cuatro piezas más, tal vez tres y rara vez dos. Tardamos en encontrar las piezas con las que encajamos perfectamente. A veces pensamos que encajamos con alguien, pero cuando están más cerca de nosotros, hay espacios que no se llenan y espacios que se enciman.
La sociedad es un rompecabezas enorme aún no acabado. Parece ser un desastre, y lo es. Pero si en algún momento todos se conectaran perfectamente, crearía una pieza hermosa (aunque esto sea sólo un sueño utópico). Las piezas más lejanas al centro de la sociedad (su núcleo) son los más solitarios. Pero a la vez los que determinan dónde es el marco, los límites de la sociedad.
Hay piezas que parecen ser idénticas, pero tienen detalles que las diferencian.
Y es imposible completar la obra si se enciman piezas, si tratamos de ser alguien que no somos.
Somos como una pieza de rompecabezas. Nunca encontrarás una perfecta, pero tampoco una imperfecta.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
No dedico este espacio para ti. Me lo dedico a mí, es por eso que escribo aquí sin límite alguno.
0 notes
abasw-blog · 10 years
Text
Lo frustrante es que sí te quise, aunque no te haya amado. Lo más frustrante es que cuando te diste cuenta que era así, no supiste tan siquiera superarlo.
Pero la verdad, tampoco yo pude hacerlo.
0 notes