Revista Universitaria de la Facultad de Ciencias, UNAM
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Memorias sobre Tajín

Por: Bruno Jiménez, ilustrado por: Samuel Pacheco.
Tan pronto como bajé del autobús sentí un calor tropical, de esos con los que te da sed de la mala. Venía de la ciudad de México, así que tuve que deshacerme de mi chamarra inmediatamente.
Pregunté al chofer – ¿Dónde estamos? –
– En Tecolutla, joven – me respondió
– ¡Esto no puede ser, me quede dormido! – pensé.
Busqué mi equipaje, pero no estaba, lo habían dejado en Papantla donde tenía que bajarme. Llamé por teléfono, salí de la terminal, tomé un par de taxis y llegué a Papantla, donde estaba esperándome el antropólogo Daniel Nahmad.
El encargo parecía simple para un estudiante de Arquitectura: hacer un croquis de emplazamiento de la vivienda tradicional Totonaca.
Encontré mi equipaje y a Daniel en la terminal, quien venía con Alejandrino su ayudante, una persona de la región que habla Totonaco. Después de un par de bromas sobre mi infortunio finalmente pude saludarlos. Ellos venían en una camioneta, en la cual llegamos a nuestro destino: el sitio arqueológico de El Tajín.
En la entrada del museo estaban los voladores de Papantla; es impresionante cómo desafían el peligro en este ritual. El poste mide aproximadamente quince metros de altura y sus vidas penden literalmente de un lazo. Pasamos por el museo del sitio que fue diseñado por el recién fallecido arquitecto Teodoro González de León.
Nos quedamos en el campamento oficial del INAH, donde conocí al director de la zona arqueológica, Jesús, y a un arqueólogo francés llamado Benjamín. Me sentía en un cuento de Dostoyevski entre tantos personajes de diferentes culturas. Esa misma tarde comimos en uno de los restaurantes de la entrada y después entramos en la zona arqueológica para ver a Doña Teodora, quien vive a cien metros de la zona. En ese momento fue cuando pude apreciar los basamentos piramidales sin turistas; quede completamente encandilado, yo quería saber todo lo que pudiera decir Daniel acerca de la zona arqueológica, sin embargo ese día no quiso ser el guía turístico.
Al otro día vi una parte del Tajín desconocido. Subimos por los platanares a la parte del trece conejo, que es una parte no restaurada. Es oportuno mencionar que la extensión de El Tajín es muy grande y la parte que está abierta al público es aproximadamente un tercio. Posteriormente Benjamín nos llevó a la pirámide de los nichos donde estaba haciendo un trabajo de restauración, el cual consistía en quitar el cemento puesto por los anteriores restauradores y sustituirlo por una mezcla de cal-arena.
Ese día comprendí que las zonas arqueológicas son en su mayor parte una reconstrucción producto de la concepción de los arqueólogos; encuentran piezas y prácticamente arman un rompecabezas sin instructivo, o en algunas ocasiones les quitan el exceso de tierra. La verdad es que la restauración ha cambiado su enfoque de acción durante los siglos como todas las disciplinas. Quedé un poco desilusionado por esto, pero después me di cuenta que no podrían apreciarse sin dicha intervención.
Los días posteriores estuvimos visitando a las personas mientras Daniel hablaba y les preguntaba acerca del uso de la cerámica en la vida diaria, de lo cual trata su investigación. Alejandrino y yo por nuestra parte tomábamos medidas y hacíamos los levantamientos arquitectónicos.
En esos días probé miel de abeja melipona, que es una abeja sin aguijón. Durante el viaje siempre pedía de comer todo lo que tuviera mole: tamales de mole, mole con pollo, enchiladas de mole… no podía dejar de comerlo. También visitamos una fiesta patronal, donde las personas de un pueblo se organizan y preparan alimentos para todos, esto incluye dar animales o contribuir de alguna forma.
Durante las primeras noches no pude dormir. Siempre que salgo de la ciudad me aborda un miedo de lo desconocido, quizá sean todos los relatos sobre los brujos, chamanes, Nahuales, que he escuchado durante mi vida. Sé que es un miedo infantil, pero se vuelve intenso en la soledad.
Sin duda una de las cuestiones que más me asombró fue la calidez de Benjamín, “el francés”, y el trato que les daba a las personas. Caminaba por Papantla saludando a mujeres mayores como si llevará muchos años de conocerlas, les invitaba del pan recién comprado y sin duda a las mujeres les agradaba mucho esas atenciones.
El último día Daniel tocó la puerta y me despertó; no lo hubiera hecho por mí mismo porque había estado platicando con el francés hasta la madrugada. Partimos y llegamos a la estación de autobuses a las 5 am.
Pregunté al chofer – ¿va pa’México? –
– Sí joven – respondió.
– ¿Es la última parada? –
–Así es–
Subí al autobús con una porción de miel, plátanos de la región y con un montón de recuerdos bastante gratos.
Cuando regresé a la ciudad, me percibí extraño a ella; el ritmo que tenía mi paso adquirió tranquilidad, y eso a las demás personas les molestaba. Regresé con las botas llenas de lodo, con el sombrero que usé todo el viaje y además con la piel canela.
Mientras recorría la ciudad para llegar a casa pensé que la vivienda totonaca es un conjunto de memorias y saberes tradicionales, desde la manera en que cortan el bejuco en luna llena, cómo hacen el armado del techo de hoja de palma, la distribución de la vivienda, etc. Concluí la importancia de rescatar y preservar esos conocimientos. Y claro, siempre estar dispuestos a la aventura.
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El hombre que da una buena impresión

Por: Laura Cabrera Ilustración: Fabián Colin.
Me dirigí al piso más profundo del edificio P, donde se encuentra la imprenta de la Facultad de Ciencias. Entré sin la menor noción –al igual que muchos estudiantes de la facultad– de quién es el encargado de que los textos lleguen impresos hasta nuestras manos; simplemente llegué buscando a “El impresor”. Lo saludé al entrar, sin saber que era él y erré mi camino preguntando a una señorita en dónde podría encontrarlo. Ella amablemente me dijo que el jefe de la imprenta se encontraba más al fondo. Me dirigí hacia el sitio indicado cuando Don Ángel, quien continuaba cerca de la entrada, me preguntó a quién buscaba. Le respondí y hasta entonces supe que era él. Fue ahí cuando amablemente accedió a ser entrevistado.
Llegué con el anhelo de saber cómo se imprime la revista El Aleph, y al ver una serie de imponentes máquinas antiguas, supuse que todo sería de manera cuasi artesanal. Es muy pronto para contarte si mi suposición fue real, así que continúa leyendo y conoce un poco más acerca de este personaje…
Don Ángel Alfonso Sarabia Aquino, originario de Huitzo, Oaxaca, quien en su juventud fuera seminarista, llegó a la Ciudad de México a trabajar en los talleres de imprenta de la entonces Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), donde aprendió un poco del oficio. Tiempo después, llegó a trabajar a la imprenta de la facultad donde aprendió de sus compañeros con mayor experiencia. Este conocimiento le permitió concursar en 1997 por la plaza de jefe impresor, la cual ocupa actualmente. Ahora tiene cerca de 19 años de experiencia y recuerdos que abarcan desde acontecimientos que marcaron a la Universidad como la huelga del 99, hasta memorias del trabajo que realizaba en este recinto.
Me cuenta que cuando entró a trabajar a la Facultad, la impresión era totalmente manual y con máquinas mecanizadas. El trabajo comenzaba haciendo un fotolito. Se realizaba un negativo que se revelaba en un cuarto oscuro, justo como una fotografía. El fotolito, se traspasaba a una lámina por medio de una insoladora con cámara de vacío que tenía una lámpara potente (~250 W), se tapaba y encendía por 6 min para pasar de negativo a positivo. Enseguida, en una pileta con reveladores, una esponja suave, agua y mucho cuidado se quitaba de la lámina el revelador para cubrirla por último con una goma que la protegía en el traslado a la máquina. Una vez que la lámina se encontraba en la máquina, se hacían pruebas para que quedara lo mejor centrado posible –ya que nunca quedaba al 100%, comenta don Ángel– y se imprimía el número de copias deseado. La máquina de impresión offset funcionaba eléctricamente, con chupones de aire que subían el papel, rodillos y batería de tinta para imprimir y depósitos de agua que permitían limpiar la lámina.
Todo el proceso conllevaba un arduo trabajo y tiempo, tanto para dejar que los químicos actuaran como para que secaran. Por ejemplo, tomaba un día completo hacer el fotolito, esperar a que secara, y generar las láminas que se utilizarían. Si el trabajo utilizaba tres o cuatro tintas, le tocaba hacer una lámina por color, ya impreso esperar a que secara un día cada color, limpiar los rodillos y continuar con el siguiente.
Usaba tres máquinas: una Offset o cuatro cartas, una Davidson (doble carta) y una Multilith (carta y oficio). Al ser antiguas, las reparaciones son costosas, algunas piezas ya no las fabrican y las refacciones que se conseguían tardaban meses en llegar. Por ello, todas quedaron en desuso e incluso en “el kilo” de fierro viejo. Así que ya sabrás la respuesta: El Aleph no se imprime tan artesanalmente. Sin embargo, aún falta más por contar.
Actualmente en la imprenta usan un duplicador digital. Éste utiliza tinta (no tóner como una fotocopiadora) e imprime en línea (blanco y negro). Se imprimen los folletos informativos de las carreras –que probablemente te dieron en alguna feria de orientación vocacional–, manuales de biología, carteles, el Boletín de Matemáticas, los bonos de impresión que usamos en la megasala de cómputo, las papeletas de préstamo de material de laboratorio, la Hoja de Ciencias que contiene los eventos de la facultad y muchas cosas más… ¡incluyendo tus exámenes! –dice don Ángel sonriendo–.
Una vez impreso todo el material, conlleva un proceso posterior: compaginado, dobleces, engrapado, engargolado, recorte e incluso suajado. Para ello don Ángel y su equipo de trabajo conformado por 7 personas, utilizan unas máquinas increíbles –aquellas con las que me topé en la entrada–. Son máquinas grandes, totalmente diferentes a nuestras engrapadoras de mano –pienso, mientras don Angel amablemente las enciende para que las vea funcionar–. Estas son máquinas que soportan mucho y diferentes tamaños de papel. La más antigua y que más llama mi atención es la suajadora, que aunque es eléctrica, necesita un empujoncito manual como las máquinas de coser de las abuelas para comenzar a andar.
Pese a que la tecnología ha avanzado y las máquinas digitales hacen el trabajo más eficiente, dejan atrás la parte manual que él recuerda con emoción. No obstante, el trabajo de don Ángel no deja de ser valioso porque además de ser una labor de agilidad para evitar accidentes, rapidez para sacar el trabajo en tiempo y mucha dedicación, es él quien hace posible que tengas esta revista en tus manos.
Finalmente y pasados de la hora de salida de don Ángel, me despido dando las gracias por tan amena charla, no sin antes obtener información para toda la comunidad de la Facultad: si algún día necesitas conseguir un manual, sacar copias o incluso recortar una serie de hojas, me alegra informarte que tenemos acceso a solicitar los servicios de la imprenta. Así que no dudes en acercarte a don Ángel, quien con mucho gusto te ayudará.
Gracias a Fabián y a Lucina por acompañarme y enriquecer la entrevista y a don Ángel, quien sé que está leyendo el Aleph antes que nadie, por permitirme entrevistarlo.
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Re-memoración

Por : Rodrigo Ramos Xochiteotzin Ilustrado por: Samuel Pacheco.
¿Pero de qué puede ser rescatado algo que ya ha sido? Pregunta Walter Benjamin en sus Tesis sobre la historia[1], es decir, la pregunta invita a la memoria a dialogar. Eso que ya ha sido es el pasado, una imagen histórica que de una forma u otra se ha transmitido hasta nosotros, como una tradición oficial. Por otro lado, ser rescatado me hace pensar que, aquello que tenemos que rescatar se encuentra en una situación de peligro.
¿Qué tiene que ver la memoria en todo esto? ¿Cuál es el lugar que ocupa el ejercicio de rememoración en este rescate? Déjenme poner un par de ejemplos para que esto quede más claro:
Por un lado, durante los 90, en el mandato priísta de Salinas, se pretende modificar el artículo 27 de la constitución, que versa sobre la propiedad de la tierra. Uno de los vestigios de la llamada revolución Mexicana, en la cual tuvo lugar la intervención de los zapatistas; unos entre tantos vencidos. No basta con hacerlos héroes en la historia oficial, a través de los libros de texto por ejemplo, sino que también se profana su muerte pisoteando su memoria a través de cierta forma de ser transmitidos. Esto se llama apropiación histórica y es la mencionada situación de peligro. O en palabras de Benjamin:
El peligro amenaza tanto a la permanencia de la tradición como a los receptores de la misma. Para ambos es uno y el mismo: el peligro de entregarse como instrumentos de la clase dominante. En cada época es preciso hacer nuevamente el intento de arrancar la tradición de manos del conformismo, que está siempre a punto de someterla. [...] tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo si éste vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer[2].
A esta situación, o instante, lo llamamos histórico porque articula una imagen compuesta de un momento pasado y presente específicos, no porque tenga -obligatoriamente- un nexo causal. Esta imagen es el instante de oportunidad, un momento de detenimiento, para actuar; iniciando el año del 94 hay un levantamiento en Chiapas, al sureste del país: el EZLN, justamente se apropia del nombre de Zapata.
Por otro lado, hace un par de años, después de que la policía desapareciera a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, contra toda evidencia racional, el discurso oficial o verdad histórica afirma tras un montaje, que los estudiantes estaban muertos. No fue la única de las versiones hechas públicas, pero lo que quiero cuestionar es lo siguiente: ¿esto acaso no pisotea la memoria -independientemente de si están muertos o no- de los jóvenes? En esto se hace manifiesta la táctica de la apropiación histórica.
Ahora bien, tras observar este par de imágenes (o constelaciones), se ha visibilizado que en ellas tiene lugar el discurso vencedor/vencido u opresor/oprimido. En cuanto a nosotros, receptores de tradiciones, palpamos con nuestras manos tales herencias cuya textura sangrienta apesta a olvido. Lo que, generalmente, llega a nosotros ha estado configurado por los vencedores de la historia.
Es solo a través de la memoria, como tangencia, que podemos encontrarnos con esa tradición pisoteada. A través de este hito clandestino podemos hacerle frente a los muertos, a los desaparecidos y mirarlos a los ojos, en cuyo reflejo vemos dibujado la exigencia de redención. En ella -la memoria-, nos vemos reconocidos puesto que corremos el mismo riesgo que los antepasados caídos.
Para concluir, me gustaría decir que rememorar, un acontecimiento en detenimiento, tiene mucho que ver con la liberación de los antepasados, es decir, una vuelta hacia ellos y no una sepultura como consecuencia del mañana como visión futura. Pero, ¿qué fuerzas desata la rememoración para tener la posibilidad de rescatar (redimir) a lo que ha sido y de qué manera son encausadas?
[1] BENJAMIN, Walter, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, ed., int. y trad. de Bolívar Echeverría, Itaca, México, 2008, p. 99
[2] Ibid, p. 40
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Alguna vez te has preguntado... ¿cómo se forman los huracanes?
Por Luis Gerardo Canales Ocampo. Ilustrado por Fabian Colin.
Primero hablemos acerca de ciclones tropicales. Un ciclón tropical es un fenómeno meteorológico que se origina, principalmente, en los océanos tropicales y que se caracteriza por generar fuertes vientos junto con cantidades torrenciales de lluvia que rotan en torno a una región denominada “ojo”.
Todo comienza sobre las cálidas aguas del trópico cuando la temperatura superficial del océano, digamos, de 0 a aproximadamente 50 metros de profundidad, alcanza una temperatura promedio igual o mayor a aproximadamente 26.5 °C, condición propicia para que haya evaporación del mar a la atmósfera. En combinación con otros factores -como vientos débiles con dirección y rapidez constantes en las capas altas de la atmósfera y la existencia de una zona de baja presión cerca de la superficie del mar, es decir, una región de la atmósfera en la que hay menor cantidad de gas por unidad de volumen- se dan las condiciones necesarias para que se genere un gradiente de presión estable, ocasionando que los vientos fluyan de las zonas de mayor presión a la de menor presión, ubicada en el centro de la tormenta, conocida como “ojo”. Así inicia un complejo ciclo de corrientes de aire caliente y húmedo que asciende en forma de espiral sobre la pared del ojo, en donde se encuentran los vientos de mayor velocidad de la tormenta. Conforme estas corrientes ganan altitud y se expanden radialmente, se van enfriando y perdiendo velocidad hasta condensarse formando una banda de nubes a gran altitud en torno al ojo.
Debido que todo esto ocurre sobre un sistema de referencia en rotación (la Tierra), aparece en escena una fuerza ficticia, o inercial, llamada Coriolis, que es la responsable de que el aire ascendente gire en forma de espiral sobre la pared del ojo, en sentido contrario a las manecillas del reloj en el Hemisferio Norte y en sentido horario en el Hemisferio Sur. Pero... ¿fuerza ficticia?... Así es, pues no es una fuerza ocasionada por algún cuerpo sino que surge debido al efecto de la inercia que es la tendencia de un cuerpo a mantener un estado de movimiento con rapidez y dirección constantes. Por ejemplo, cuando vas en un vehículo y éste entra en una curva, tú sientes como si algo te “jalara” al lado contrario en el que está virando: esto es una fuerza ficticia. Algo análogo ocurre en la atmósfera, como si las grandes parcelas de aire y nubes se resistieran a la rotación de la Tierra, girando sobre ella para contrarrestar ese movimiento.
Debido a este efecto de rotación, la banda nubosa tendrá su borde exterior a mayor altitud que el interior, formando una estructura en forma de embudo. De este modo, las corrientes de aire cálido y húmedo que ascienden en las capas altas del ciclón tienden a alejarse del centro empujando a su vez el aire frío de las capas superiores de la atmósfera hacia el centro de la tormenta. Estas corrientes de aire frío formarán un remolino superpuesto al remolino de aire húmedo y caliente, pero que gira en sentido contrario. Este remolino de aire frío y con menor humedad descenderá por el centro del ojo, pues al ser más frío que su alrededor es más denso. El ojo de un ciclón tropical es una región de gran calma, baja nubosidad y baja presión, pues las mediciones de éste parámetro pueden ser hasta un 15% inferiores a las obtenidas fuera de la tormenta, de hecho están entre las más bajas registradas en la superficie terrestre al nivel del mar. Su tamaño puede variar desde los 3 hasta los 370 kilómetros de diámetro.
Por otro lado, las gotas de agua que forman la banda nubosa precipitarán formando bandas de lluvia organizadas en estructuras convectivas, es decir, corrientes ascendentes de aire caliente y húmedo, y corrientes descentes de aire más frío junto con enormes cantidades de lluvia en torno al ojo del ciclón.
Los ciclones tropicales transfieren el calor de la superficie del océano a la atmósfera a través de la evaporación, siendo la energía que proviene de la condensación de aire húmedo su principal fuente de alimentación. Este bucle de retroalimentación positiva continúa mientras las condiciones sean favorables, es por eso que cuando estos fenómenos entran a tierra firme se disipan, pues ya no existe agua cálida que siga alimentando a este mecanismo.
Un ciclón tropical libera un aproximado de 50 a 200 trillones de watts al día, que equivalen a aproximadamente 200 veces la capacidad de producción de energía eléctrica de todo el mundo, 70 veces la energía eléctrica consumida por los habitantes todo el planeta o a la cantidad de energía liberada en la explosión de una bomba nuclear de 10 megatones cada 20 minutos.
A pesar de ser fenómenos naturales altamente destructivos, los ciclones tropicales tienen un papel muy importante en el equilibrio termodinámico de algunos estratos de la atmósfera, pues ayudan a mantener el balance global de calor, desplazando calor y aire húmedo de los trópicos hacia latitudes más altas, es decir, a regiones más cercanas a los polos. También tienen una gran influencia en los regímenes de precipitación en las zonas donde impactan, aportando humedad a sitios que, de no ser así, serían áreas desérticas. Un ejemplo de esto es Japón, que recibe más de la mitad de sus precipitaciones anuales directamente de estos fenómenos.
Y… ¿cómo se clasifican? De acuerdo a la velocidad máxima promedio del viento a nivel de la superficie del mar los ciclones tropicales pueden recibir una sub-clasificación de la siguiente manera:
Clasificación mediante velocidad máxima promedio del viento a nivel de superficie
Depresión tropical - 62 km/h o inferior
Tormenta tropical- 63 a 118 km/h
Huracán o tifón, entre otros nombres - Mayor a 118 km/h
De acuerdo a la región del planeta en donde se desarrollen los ciclones tropicales se les da un nombre distinto: cuando se forman en el Océano Pacífico oriental y en el Océano Atlántico, son conocidos como huracanes (siempre y cuando la velocidad máxima promedio a nivel de superficie supere los 118km/h); en el Océano Índico norte se les llaman ciclones y si se forman en el oeste (China, Japón, Corea, etc.) se les llama tifones; en Australia se conocen como willy-willies y en Filipinas como baguíos.
La clasificación más aceptada para huracanes se hace mediante la escala Saffir-Simpson, que define la categoría de un huracán en función a la velocidad máxima promedio de sus vientos:
Escala Saffir-Simpson
Categoría Rango de velocidad de los vientos [km/h]
1 ----------119-153
2 -----------154-177
3 -----------178-209
4 -----------210-250
5 -----------Más de 250
¿Sabías qué… en la cultura taína, pueblo originario de las Bahamas, Antillas menores y Antillas mayores en época precolombina, huracán es el nombre de la deidad de las tormentas? Otro posible origen de este vocablo proviene de la cultura maya, pues en su mitología "hurakan" es un Dios creador que esparció su aliento a través de los caóticos mares, creando así la Tiierra.
RECUERDA: La temporada oficial de huracanes, en el Océano Pacífico nororiental, y que incluyen a las costas del occidente mexicano, inicia el 15 de mayo y termina el 30 de noviembre. En la cuenca del Atlántico, donde está incluido el Golfo de México y el Mar caribe, comienza el 1 de junio y termina el 30 de noviembre.
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Carta de desamor sin remitente

Amelia,
No sé por qué razón le pedí a Dios que me despojara de todo recuerdo tuyo. No lo recuerdo, pero el muy truhan respondió a mis plegarias. Cada día que pasa, olvido algo nuevo –o viejo, más bien. Al principio creí que sólo olvidaba mis recuerdos contigo, mis recuerdos de ti. Aquellos que una vez atesoré y pensaba atesorar mientras tuviera memoria. Pues ya ves que la memoria se me está escapando, ¡pero entera! Se me han estado olvidando aspectos, no sólo sobre ti, sino sobre mi familia, sobre mis amigos, sobre mi trabajo… sobre mí. La otra vez se me olvidó que tenía gato, y como nadie le limpió su arenero, el muy cabrón fue y se orinó en mi cama. Pero no le culpo. El pobre animal está lejos de ser el culpable. Lo eres tú, Amelia. Eres la causante de mi desdicha. No puedo evitar pensar lo contradictoria que es la vida, o al menos la mía, al querer mi memoria de vuelta ahora que la estoy perdiendo. Porque quiero recordar qué me impulsó a desear echarte de ella. ¿Pues qué fue lo que me hiciste, Amelia? ¿Qué agravio puede ser tan desgraciado como para querer desvanecer toda reminiscencia tuya? Ya casi se me olvida el color de tus ojos. Están por esfumarse de mis remembranzas todos los momentos que compartí contigo. Ya no sé si fueron hartos, ya no sé si fueron gratos. Ya ni sé si me quisiste. Pero hay una que otra cosilla por ahí, escondiéndose en los recovecos de las corrientes de mi mente, que se niega a ser olvidada. Una de esas es tu nombre. Tu maldito nombre, Amelia. Estoy convencido de que no lo voy a olvidar nunca. Dios me ha condenado a olvidarte a ti, recordando siempre tu nombre; a olvidarlo todo, pero no tu nombre. Como para recordarme que hay alguien que echó a perder mi vida, sin dejarme saber por qué. A lo mejor se está mofando de mí así como yo me he mofado de él de vez en cuando, bromeando con mis amigos. Y otra cosa que permanecerá impresa en mi mente es el amor que te tuve –que te sigo teniendo. Comienzo a sospechar que esta carta que te escribo es una carta de desamor. Es posible que lo único que hiciste haya sido dejarme, porque eso sí, ya no hay vestigio tuyo en mi departamento. Sé que vivíamos juntos, aún recuerdo eso, pero toda búsqueda por alguna evocación tuya ha sido fútil. ¿Por qué me dejaste? ¡Debes haber sido tremendamente injusta! Porque si no, ¿qué me impulsó a pedirle a Dios que borrara todo recuerdo tuyo? ¿O será que me dejaste por algo que yo hice? ¡Me lleva! Tal vez todo es mi culpa. Puede que sí, puede que yo sea el malvado y que Dios me esté castigando, de ahí que mi memoria esté feneciendo. Pero, ¿sabes?, me siento más cómodo culpándote a ti. Porque eventualmente se me habrán agotado los recuerdos sobre mí, ¿y cómo habré de culparme a mí mismo cuando ya no sepa ni mi nombre? En fin, no te sorprenda que esta carta no tenga remitente porque, de hecho, ya se me olvidó. Pero el tuyo, Amelia, jamás.
Atte.
Por Joaquín Murillo Ilustración: Fabían Colín.
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Reseña: Siddhartha, Hermann Hesse.

Por Joaquín Chiquito Ilustración: Fabián Colin
Siddhartha, de Hermann Hesse, es una novela filosófica publicada en los años 20’s. Es la historia de un hombre en busca de la iluminación trascurrida en los tiempos de Siddhartha Gautama, el Buda. Hesse, quien para el momento de la publicación era ya un escritor consagrado, causó sensación con su obra, pues el budismo y la cultura hindú eran prácticamente desconocidos para occidente.
Narra la historia de Siddhartha, quien deja atrás su hogar y posesiones en busca del significado espiritual. En la historia, aparece acompañado repetidamente por su amigo Govinda, con quien conocerá a Siddhartha Gautama y sus caminos diferirán desde entonces, pero siempre volviéndose a encontrar. Conoce además a Kamala, mujer de quien se enamora y con quien descubrirá un estilo de vida más placentero y holgado. Sin embargo, su búsqueda no acaba, sigue indagando respuestas y probando nuevas formas de vivir y él mismo tendrá que decidir si habrá encontrado las respuestas que toda su vida estuvo buscando.
En la historia, el conjunto de eventos conscientes de la vida humana se muestran como la mejor manera de acercarse al entendimiento del sentido del mundo y de sí mismo. La trama integra experiencias intelectuales, espirituales, sexuales, placenteras y dolorosas que permiten alcanzar la comprensión de la vida y la iluminación. Los eventos por sí solos no cobran tanta relevancia como la conciencia de uno mismo que se da durante la lectura, como si alguna de las experiencias descritas nos hablase directamente.
La obra logra transmitir la determinación, tranquilidad y rigurosa honestidad que el personaje requiere en su búsqueda de la verdadera iluminación. Logra un personaje complejo, nutrido de salidas intranquilas que contrastan con la búsqueda de la quietud del hogar, seguro de sus dogmas religiosos pero al mismo tiempo ansioso por ser libre, quien en la soledad de su camino y las complicaciones inherentes a tal, no descansa de su búsqueda inicial.
De sencilla lectura, la novela puede funcionar como una primera aproximación a la cultura hindú, además es posible disfrutarla tanto como una fábula hindú o como una historia de vida, dependiendo de la perspectiva del lector. Es fácilmente asequible ya que existen ediciones económicas y está disponible en varios acervos bibliotecarios. Aunque Siddhartha es considerado por muchos como un texto formativo ideal para la adolescencia, leer esta novela en diferentes etapas de la vida provocará, invariablemente, que surjan ideas y sensaciones distintas. Por ello, ahora que se acerca el periodo vacacional, vale la pena utilizarlo para redescubrir a Hermann Hesse, ya sea en esta obra o en otras como Demian, El Lobo estepario, Cuentos maravillosos o a través de su poesía.
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El último vuelo del pterosaurio: crónicas de la extinción.

El último vuelo del pterosaurio: crónicas de la extinción.
Por: Lourdes Martín Aguilar Ilustración: Daniel Gómez Hernández
¿Qué tienen en común un pájaro dodo, el Triceratops y los helechos con semilla? Todos son organismos extintos, y de hecho, comparten esta cualidad con muchas otras formas de vida que jamás conoceremos, pues se estima que el 99.9% de las especies que alguna vez han existido, ahora están extintas.
El mundo actual es apenas la punta del iceberg de toda la historia de las extinciones a lo largo de la vida. La exploración del registro fósil en distintas edades y lugares ha revelado que la extinción de especies (al igual que el origen de las mismas) se ha producido desde que surgió la vida, como un ruido de fondo inexorable. Sin embargo, existen momentos en los que múltiples extinciones de una plétora de especies y grupos sucedieron al mismo tiempo, en periodos cortos geológicamente hablando. En estas situaciones la tasa de extinción superó significativamente la de originación de especies. Se considera que se han producido cinco de estas extinciones masivas ¿Por qué suceden? ¿Se deben a una multiplicidad de pequeñas situaciones desafortunadas, o bien a una catástrofe notable? Realicemos un pequeño viaje en el tiempo para descubrirlo…
Se estima que el planeta tiene 4600 millones de años, y la vida podría haber surgido hace unos 3500 millones de años. La primera extinción que se considera masiva se produjo a finales del Ordovícico (hace 445 millones de años), un periodo de la era Paleozoica. Para entonces la vida animal se hallaba en los océanos y quizá ya había algunas plantas en tierra. No es mucho lo que se conoce sobre este evento, pero se postula que es la única vez que una glaciación ha ocasionado una extinción masiva. Aunque el icónico grupo de los trilobites no se extinguió por completo en la extinción del Ordovícico, sí se vio drásticamente reducido en su diversidad.
Ahora adelantemos el tiempo hasta una época donde ya hay animales en la tierra firme. De hecho, algún linaje flotante entre los peces y los anfibios será el que dará lugar a los tetrápodos: anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Nos encontramos en el Devónico, hace 372 millones de años. Peces que jamás habríamos imaginado, armados con placas en todo su cuerpo, abundan en el océano. Esta extinción se produjo a lo largo de pequeños pulsos, y es muy curioso que la transición de los vertebrados hacia tierra firme coincida con la temporalidad de la extinción. Los animales que componían los arrecifes de ese entonces fueron muy afectados –y prácticamente todo lo que vivía en aguas poco profundas-, así como los euriptéridos (“escorpiones” gigantes) y otros grupos de trilobites. Se han propuesto diversas causas para esta extinción: el impacto de un meteorito, un enfriamiento global, el oxígeno reducido en los océanos y cambios en el nivel del mar son algunas.
La tercera de las “cinco grandes” es la mayor de todas de las que se tiene registro, pues se estima que en esta extinción el 95% de las especies perecieron. Sucedió a finales del Pérmico, el último periodo del Paleozoico (hace 252 millones de años). Para entonces, la Tierra era excesivamente caliente y muy árida en diversas regiones. El agua del océano estaba parcialmente estancada en algunas zonas. Se piensa que una de las posibles causas de esta extinción habría sido el vulcanismo desmedido, cuya cicatriz yace actualmente como la roca volcánica de las llamadas trampas siberianas. En esta extinción perecieron por completo los trilobites y casi todos los braquiópodos (animales similares a las ostras, pero no relacionados directamente con éstas). Curiosamente los terápsidos, el linaje de reptiles que posteriormente daría origen a los mamíferos, resistieron la extinción, probablemente gracias a sus nuevas capacidades de regulación fisiológica ante un ambiente cambiante.
Ahora entremos al Mesozoico, más específicamente, a finales del Triásico, hace 201 millones de años. Para entonces habríamos visto algunos de los primeros dinosaurios, como los prosaurópodos (el esbozo del linaje de los cuello largos), y otros tipos de reptiles, como los voladores (pterosaurios), o marinos, como los ictiosaurios. Se piensa que una de las causas para la extinción del Triásico pudo haber sido el inicio de la ruptura del súper continente Pangea, que trajo consigo un vulcanismo exacerbado. Muchos terápsidos se extinguieron y los placodontos –un grupo de reptiles marinos similares a las tortugas- desaparecieron por completo.
La última extinción masiva del Fanerozoico, la de finales del Cretácico (hace 66 millones de años), resulta ser la más famosa, pues es la que finiquitó a los amados dinosaurios. Pero eso fue sólo una pequeña fracción de la biota afectada, pues también perecieron los pterosaurios, algunos reptiles marinos como los mosasaurios y los plesiosaurios, así como muchos otros grupos de animales y plantas. Se argumenta que realmente no todos los dinosaurios se extinguieron en el Cretácico, ya que parte de su linaje, las aves, trascendieron hasta el presente; sin embargo es importante aclarar que el grupo de las aves ya se había originado a partir de los dinosaurios desde el Jurásico. La causa más aceptada para explicar esta extinción es la propuesta por Luis Walter Álvarez: el impacto de un meteorito cerca de lo que actualmente es Yucatán habría desencadenado la hecatombe.
Todas estas extinciones se produjeron en el Eón Fanerozoico, que empezó hace nada menos que 541 millones de años. Sin embargo cabe preguntarse si hubo otras extinciones masivas antes que éstas. Por ejemplo, David Raup se preguntó si en el amanecer de la vida, ésta se habría originado independientemente múltiples veces, extinguiéndose varios de estos linajes de tal modo que sólo hubiera trascendido uno. Otro caso interesante es el de la extinción del Cámbrico-Ordovícico, donde se vio afectada una variedad de animales marinos; muchos científicos afirman que ésta habría sido realmente la primera extinción masiva. Una extinción muy reciente, pero no masiva, fue la que sufrió la megafauna de mamíferos al final de la Era del Hielo, hace tan sólo 10 000 años ¿Y qué pasa con la afirmación de que “estamos viviendo la sexta extinción masiva, y el ser humano es su principal causa”? Michael Benton afirma que irónicamente, las extinciones ocurridas en el pasado son mejor entendidas que la extinción actual (sea masiva o no), así pues, el problema parece ser de índole heurístico, y no resoluble en pocos párrafos.
Finalmente, al vislumbrar desde nuestra perspectiva esta historia de la vida debemos tener cuidado, ya que se podría argumentar que esta crónica estuvo planeada de tal modo que se llegara al linaje de los humanos de manera inexorable: “los peces salieron de la tierra, unos se convirtieron en anfibios y una porción de los mismos, en reptiles, de éstos, algunos en terápsidos, todos los terápsidos se extinguieron excepto los que dieron origen a los mamíferos, y de ahí que el ser humano fuera algo inevitable en esta progresión”, este razonamiento yace en nuestro marco temporal subjetivo; si fuéramos pterosaurios (permítaseme esta divertida situación) viviendo en algún momento del Jurásico, podríamos argumentar lo mismo de nuestros ancestros, y sin embargo, no nos imaginaríamos que el último vuelo de un pterosaurio ocurriría unos millones de años en el futuro, a finales del Cretácico. El que existan ciertas especies actualmente y no otras, es resultado de la cualidad histórica de la vida, y como en todas las cuestiones históricas, no conocemos el porvenir. Somos un corte milimétrico en la vasta historia de la vida –y de las extinciones-.
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El cráter de la muerte

Nos encontramos exaltados. Todos vemos desde cubierta cómo poco a poco la tierra se muestra más lejana. El sentimiento es indescriptible; es la emoción de saber que estamos a punto de comenzar una experiencia fascinante y es la adrenalina de saber que dejamos no sólo nuestros hogares, sino tierra firme por casi 15 días. Nos hallamos a bordo del buque oceanográfico Justo Sierra en la expedición Chicxulub III. Y antes de continuar con el relato, quiero mencionar, para quien no lo sepa, que este es uno de los dos buques oceanográficos con los que cuenta la UNAM. El Justo Sierra tiene base en Tuxpan, Veracruz y El Puma en Mazatlán, Sinaloa. Lo menciono porque como universitarios en ocasiones desconocemos la basta infraestructura, proyectos y en general el alcance de nuestra universidad. Continuando con nuestro relato: siendo las 20 horas del 20 de abril y después de casi una hora de haber zarpado nos encontrábamos ya en mar abierto, y a pesar de que la emoción seguía siendo la misma, nuestra naturaleza terrestre comenzó a expresar que “algo no andaba bien”: el mareo. La mayoría de los tripulantes no experimentados (es decir, algunos de los estudiantes) comenzamos a sentir los efectos del mareo y con mucha pena decidimos dirigirnos directo a nuestros camarotes. El barco, a pesar de haber sido adquirido en los años 80 (junto con su gemelo El Puma), es cómodo y uno de los buques de investigación más tecnológicos en Latinoamérica. Los camarotes en su mayoría son para dos personas, cuentan con una litera, lavabo, escritorio, un sillón y las típicas ventanas circulares. Además, la comida a bordo es deliciosa. Con prisa, tratando de evitar que el mareo se amplificara más, subí a mi cama (pues me tocó la cama de arriba) y sin dudarlo cerré mi cortina para instantáneamente caer en un sueño profundo. Pasadas aproximadamente 36 horas la mayoría habíamos vuelto a la normalidad, y no precisamente porque nuestros cuerpos ya se hubieran acostumbrado, sino porque nos encontrábamos ya en la “plataforma yucateca”. Se le llama plataforma a una zona extendida desde la costa hacia el mar con profundidades no mayores a los 100 m. El mar yucateco nos recibió con su típico y hermoso color azul turquesa y aguas calmas, que es lo único que vemos a nuestro alrededor, pues aún estamos alejados de tierra. Y a pesar de que a la vista no haya nada demasiado peculiar, nos encontramos ni más ni menos que sobre “el cráter de la muerte”. Hace 65 millones de años un meteorito, que se piensa tenía un tamaño de 2 km, interceptónuestro planeta, impactando en el actual territorio yucateco. El impacto dejó un cráter de aproximadamente 200 km de diámetro, que se encuentra mitad en tierra y mitad en el océano, con el poblado de Chicxulub como su centro geométrico. Actualmente el cráter se encuentra cubierto por cientos de metros de rocas marinas (principalmente calizas), lo cual de alguna manera ha fungido como protección para el cráter ante procesos de erosión y deterioro. El llamado cráter Chicxulub constituye uno de los tres cráteres de mayores dimensiones identificados en el planeta Tierra y cuenta con marcas concéntricas (“anillos”), que le confieren a Chicxulub la categoría de cráter de multi-anillos, como los que se han reconocido en la superficie de la Luna y en otros planetas del Sistema Solar. Además de ser considerado como el cráter de impacto más grande que haya ocurrido en la Tierra en los últimos 1500 millones de años. Las consecuencias del impacto del meteorito son ampliamente conocidas: la extinción del 60% de los seres vivientes en el planeta, entre ellos los dinosaurios. El impacto en Chicxulub fue un parteaguas entre la antigua y la nueva historia de nuestro planeta ya que tanto la configuración geológica como la biológica, principalmente, cambiaron de manera drástica. La UNAM lleva casi 20 años estudiando este sitio, con el Dr. Jaime Urrutia Fucugauchi como uno de los líderes científicos en esta tarea de investigación. En palabras del Dr. Urrutia “el cráter representa todo un laboratorio natural para estudiar diferentes procesos”. La expedición Chicxulub III, tiene como objetivo continuar obteniendo información de la topografía del fondo marino, labor que se conoce como batimetría. Esto, mediante el uso de instrumentos conocidos como sonares, los cuales mandan ondas de sonido al fondo marino y registran el tiempo que tardan en regresar al dispositivo, con lo cual es posible calcular la distancia recorrida y obtener el registro de la variación en la profundidad del piso oceánico (la topografía). En particular, esta expedición se enfocará en estudiar durante 8 días una parte del anillo externo del cráter y la parte sur del llamado escarpe de Campeche. El escarpe, es una zona al este de la plataforma en la que la profundidad cambia de manera muy drástica, pasando de un promedio de 70 m de profundidad en la plataforma, a 2000 m. Se piensa que este rasgo podría estar asociado al impacto meteorítico. Era ya el día tres y después de no ver más que la inmensidad del océano a nuestro alrededor por fin logramos avistar en el horizonte un objeto del que apenas se distingue su naturaleza. Poco a poco el objeto se fue viendo cada vez más grande, hasta que, en medio del océano, por fin el Justo Sierra se encontró frente al imponente Myrtle. Myrtle no es cualquier buque oceanográfico, pues tiene la peculiaridad de que, al llegar a su sitio de investigación, es capaz de sacar una especie de “patas” y enterrarlas en el fondo marino, para finalmente quedar suspendido unos 15 metros sobre el nivel del mar. Es así como Myrtle pasa de ser un barco para convertirse en una plataforma de perforación. En la punta hondea la bandera de México y en el costado que da hacia nosotros muestra una gran lona cuyas letras causan conmoción entre nosotros: IODP Expedition 364: Chicxulub impact crater. El IODP (International Ocean Discovery Program), junto con el ECORD (European Consortium for Ocean Research Drilling), realizan expediciones en los sitios marinos más icónicos en nuestro planeta. La expedición 364 es importante porque desde hace unos diez años, el Dr. Jaime Urrutia junto con otros investigadores realizó la solicitud para que se llevara a cabo una expedición de esta naturaleza en el interesante cráter de Chicxulub. El objetivo de esta expedición es perforar el fondo marino hasta llegar unos metros más allá del llamado límite K/Pg (Cretácico/Paleógeno) que marca el momento del impacto meteorítico. ¿Para qué? Para extraer la secuencia continua de rocas desde ese momento hasta el presente. Estas rocas representan las páginas de un libro que hablan de la historia de nuestro planeta, y que serán leídas al finalizar la expedición mediante diversos lenguajes (el de los fósiles –la paleontología-, la geoquímica, la mineralogía, el paleomagnetismo, etc). Se piensa que los hallazgos serán reveladores pues, por ejemplo, se podráprecisar la respuesta a la pregunta: ¿qué pasó con la vida en el planeta después de la catástrofe? El Justo Sierra estuvo poco menos de una hora frente a Myrtle, para después proseguir con su camino pues aún nos quedaban cinco días de trabajo. A medida que nos alejamos, mientras Myrtle se va haciendo cada vez más pequeña en el horizonte, pienso hasta dónde ha llegado la curiosidad del ser humano por conocer su entorno, y en particular, por descifrar su pasado. El gran impacto de Chicxulub marcó una metamorfosis para nuestro planeta, quien guarda tímido una gran cicatriz bajo blancas capas de roca milenaria que cuentan una historia de vida. La vida, a pesar de que la evolución no es aquella cadena determinística que todos imaginamos, se renovó a partir de este evento. Algunos afirman que el impacto fue el causante del surgimiento de los mamíferos, que hasta entonces eran miniatura y vivían a escondidas en un mundo dominado por reptiles. Nos encontramos sobre el cráter de la renovación.
Por Raúl S. Aguilera Ilustración: Samuel Pacheco
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Papalotl (Mariposa)
Noixtelotin papalomeyalli,
Aaztli xallitlan calaquih,
Acueyotl inpatlaniz pehuah
Ompa tlapallo yohualhueyatl:
Chichiltic mixtli ilhuicac.
Cacayacaltic citlalli iyolia,
Tlatlatoc moten ixochineuh,
Acochtic moixtelotin ioxi
Icel huetzilo etic tlayohualoyan:
Tlilpapalotocoyan.
Yolia, yollotl itecil.
Miquiztli, yoliliztli inacacuepaliz.
Papalotl, cemanahuac tlatlaniliztli.
Mariposa
Escurren mariposas de mis ojos, sus alas se transminan en la arena,
Las olas emprenden el vuelo
A océanos nocturnos coloridos:
Auroras boreales.
Esencia de estrellas desmoronadas,
Néctar ardiente de tus labios,
Resina de tus ojos sonámbulos
Colapsados en densas tinieblas:
Cementerio de fanelas.
Vida, crisálida del espíritu.
Muerte, metamorfosis del alma.
Mariposa, misterio universal.
Por: Jonnathan Reyes
Ilustración: Samuel Pacheco
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Tlalatoc papalotzin (Mariposa encendida)

Tlalatoc papalotzin
Ce iztac papalotzin mihtottia,
mihtottia huan quicuiloa in cemanahuac,
in cemanahuac itic tonalehecac,
tonalehecatl miccatlanahuatilli,
ahmo huehcatica inmiquiz citlalli,
citlalli tlein quicuiloah ce iztac papalotzin.
¿Tleica timiquitiuh papalotzin?
Titequiti in tlahtolli yuhqui ticuemichihua tlalpan,
tictoca tlacuilolli E, celia in etl,
octli temo topan,
in quiahuitl.
In ilhuicatl choca tleixayotl,
in Tlaltzin coni ilhuicatletl,
Tlalpa cueponi tlacanacayotl,
moyollo ce tlatlatoc tetl.
Mariposa encendida
Una mariposa blanca danza,
danza dibujando el infinito,
el infinito en el éter de otoño,
otoño presagiador de muerte,
muerte inminente de estrellas,
estrellas que pierden su color,
color vertido en una mariposa blanca.
¿Por qué tienes que morir mariposa?
Surcas la palabra como arando la tierra,
Siembra la A, germina la alubia,
Nos llueve aguardiente,
La lluvia.
Con lágrimas de fuego el cielo llora,
la Tierra bebe el fuego celeste,
de la Tierra germina el hombre,
tu corazón es una piedra encendida.
Por: Jonnathan Reyes
Ilustración: Daniel Gómez
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