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ELEMENTALES LECHES
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Fotografía, Música, Cine, Literatura. Creación y homenaje a todo lo que inspira mientras pasa.
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amendijoeljuez · 4 years ago
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amendijoeljuez · 4 years ago
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“A wise man has doubts even in his best moments. Real truth is always accompanied by hesitations. If I could not hesitate, I could not believe.”
— Henry David Thoreau
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amendijoeljuez · 4 years ago
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Henry David Thoreau - “una vida sin principios”
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amendijoeljuez · 4 years ago
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Henry David Thoreau - “una vida sin principios”
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amendijoeljuez · 4 years ago
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Baste que un hombre crea en si mismo y encontrará el camino de la existencia
Henry Miller (prólogo al ensayo “Del deber de la desobediencia civil” de Thoreau
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amendijoeljuez · 4 years ago
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Comunicación
“Escribía cartas para que me amaran. Ahora amo a los otros en mí y escribo”. Decía Raúl: del amor solo queda el cuerpo. No sé cuántas veces habré repetido el experimento. Amar, escribir. Esperar, dar. Con el paso del tiempo me sucede que dejo de identificarme en mis propias palabras y, sin embargo, mi lenguaje sigue siendo el mismo. Por eso suelo citar, aunque la cita sea a menudo de un texto propio o incluso de uno inédito. Al fin y al cabo A quién le pertenecen las palabras?
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amendijoeljuez · 4 years ago
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De Paso
- Eres bueno.
- Seré mejor cuando esté muerto. Mejor para los demás, al menos. Esa es la paradoja del vivir. Vivo soy lo posible. Muerto soy un recuerdo nostálgico, una imagen desdibujada que ya no está atada al juicio ajeno.
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amendijoeljuez · 4 years ago
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instrucciones
Para escribir hay que tener los pies fríos, cerca a la tierra. Es preferible pisar sobre grama; si está mojada, un poco mejor, aunque corre el riesgo de enfermar. La palabra tiene intención: debe escogerse y dirigirse bien. La palabra es tripulante, brújula y naviero. Escribir a pesar de que lo que quieras decir no sea lo que finalmente queda escrito y, mucho menos, lo que vaya a ser entendido. El gusto en la escritura tiene que ver más con la empatía que con la prodigiosidad de las letras, o al menos así resulta ser en mi caso.
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amendijoeljuez · 4 years ago
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amendijoeljuez · 5 years ago
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l o v e
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amendijoeljuez · 5 years ago
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And chill
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amendijoeljuez · 5 years ago
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Esta alegría está siempre amenazada (reflexiones sobre “La Peste” en medio de una pandemia)
¿Qué decir que no se haya dicho ya de “La Peste”? Algunos dirán que es, cuanto menos, masoquista volcarse a la lectura de este libro en tiempos como estos
(aunque ese mismo masoquismo o curiosidad catapulte las ventas del libro). Yo defiendo esta tarea indicando desde un principio que la experiencia con la lectura de este libro es reveladora y útil antes que traumática o desoladora.
Al margen de su valor como novela (concuerdo en que no es el mejor escrito de Camus, como él mismo lo admitió en su momento), existe un simbolismo implícito mucho más grande que la historia en sí; “La Peste” es, si se quiere, una gran metáfora que evoca la filosofía de uno de los intelectuales más importantes del siglo XX en un contexto tan real y plausible que hoy, más de 70 años después, lo estamos experimentando.
                                     Contexto (parto de la idea)
                            Nadie es libre mientras haya peste
Final de la segunda guerra mundial. El sur de Francia ha sido ocupado por el ejército de la Alemania Nazi. Albert Camus, nacido en Argelia en el seno de una familia pobre, radicado en Francia ha venido rebuscándose la vida como periodista y escritor. Adscrito al movimiento social libertario, en su vida fue también -sin ánimo de encasillarlo en una sola categoría- filósofo, ateo, activista, contestatario, humanista, defensor del hombre y de la vida -a muerte- (defensa que suscitó un interesante debate con Jean-Paul Sartre) y, por supuesto, formó parte de la resistencia francesa ante la ocupación alemana.
En 1947 publica “La Peste”, su segunda novela después del éxito de “El Extranjero”. Ambientada en la ciudad Argelina de Orán, donde una epidemia invisible poco a poco va contagiando a los conciudadanos, obligando al gobierno a tomar medidas de aislamiento y protección.
¿Relacionable? Completamente. El asunto de las “pestes” no es nuevo para nadie. Para la época en la que el libro fue escrito, el mundo ya había tenido que soportar la experiencia de epidemias y pandemias como la peste bubónica, la viruela, el cólera, la gripe española, entre muchas otras.
“La Peste” se ha dicho, es también una alegoría de la ocupación Nazi en Francia.
                                       Argumento (Epidermis)
Si todo hubiera quedado en eso, las costumbres habrían seguido prevaleciendo. Pero otros entre nuestros conciudadanos, y que no eran precisamente porteros ni pobres, tuvieron que seguir la ruta que había abierto Michel. Fue a partir de ese momento cuando el miedo, y con él la reflexión, empezaron.
Todo empieza con una situación en apariencia común, nada fuera de lo ordinario en un lugar nada fuera de lo ordinario donde, de hecho, no suele ocurrir algo insólito: La gente enfocada en sus prioridades: trabajar, conseguir dinero, volver a casa, crear hábitos, llenar el tiempo libre de los fines de semana. Ni las estaciones se suceden.
Acudimos al desarrollo y la evolución de la epidemia a través de la voz de un narrador en tercera persona que hace también las veces de testigo objetivo, al transmitir no solo sus impresiones personales sino también los testimonios de otros personajes que se encuentran en la misma situación, abordo la evolución de la plaga cronológicamente en cada una de sus etapas y desde perspectivas y morales diferentes; tenemos al médico (Rieux), al cura (paneloux), al periodista -que representa también el papel forastero que queda atrapado en medio de “la peste”- (Rambert), al amigo (Tarrou).
Cabe decir que esta lectura “lineal” del libro es de por sí valiosa y, en algún sentido, profética, resumiendo a grandes rasgos situaciones y maneras de obrar que han sido comunes a lo largo de la historia en el enfrentamiento de las epidemias.
Pero, más allá de esta historia general, que llamaré la epidermis de la novela, existen en el fondo capas mucho más gruesas que son las que quiero -intentar/osar/pretender- abarcar en esta reseña.
                                       Argumento (Dermis)
Todos tenían miradas errantes, todos parecían sufrir de la separación de aquello que constituye su vida. Y como no podían pensar siempre en la muerte, no pensaban en nada. Estaban vacantes.
La enfermedad que se extiende sin control y que nos enfrenta no solo al temor de la muerte sino al aislamiento que, irónicamente, nos acerca a nosotros mismos, es excusa perfecta para el tratamiento de los asuntos filosóficos que más inquietan a Camus (porque el dolor nos hace abrir los ojos y reflexionar acerca de la realidad que es la fragilidad de la vida).
“La peste”, “La epidemia, “La pandemia” y sus consecuencias (cuarentena, aislamiento, distanciamiento de los seres queridos, cambio de costumbres y hábitos) nos enfrentan -como pocas situaciones en la vida- a las preguntas fundamentales de la existencia que, en otras ocasiones, embebidos en nuestras rutinas o nuestras “certezas”, en nuestro propio “suicidio filosófico,” omitimos atender: ¿Qué sentido tiene la existencia? ¿A dónde voy? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Vale la pena todo el esfuerzo?
Profundo, ¿no? ¿Dudas postergables? Seguro...usualmente lo son. Lo que no podemos negar es que a todos y cada uno de nosotros se nos han cruzado por la cabeza en algún momento y es que, diría Camus, ¡Así tiene que ser!, pues la vida solo tiene sentido para nosotros cuando, en vez de omitir o ignorar estas preguntas o estos pensamientos, nos enfrentamos a ello, a lo que Camus llama “el absurdo”, de manera que podamos hacer nuestra la propia duda y, en lo posible, disfrutar el proceso que implica ver la existencia cara a cara.
El pánico, el miedo ante un cambio repentino en nuestra aparente calma y en nuestras costumbres, son sensaciones de reacción frente a situaciones que, de cuando en cuando, nos llevan ineludiblemente a cuestionar nuestra realidad y, en mayor medida, analizar y apreciar nuestra propia existencia. Estos momentos son también un tiempo de reflexión, de introspección; tenemos tan pocas distracciones que nos encontramos reflejados 24/7 en un espejo en el que pocas veces nos queremos ver.
En una lectura un poco menos superficial del libro, podemos apreciar cómo en circunstancias como las antedichas, lo “individual”, lo propio de cada persona; sus sueños, planes, relaciones, deseos, va cediendo poco a poco el paso a lo “colectivo”, al sacrificio de las aspiraciones personales en pro de un devenir común que parte de la cercanía de la posibilidad de la muerte o el absurdo de la existencia y que, naturalmente sacrifica las libertades individuales.
Ya no había destinos individuales, sino una historia colectiva que era la peste y sentimientos compartidos por todo el mundo
                                      La Peste (Hipodermis)
Yo sé a ciencia cierta que cada uno lleva en sí mismo la peste, porque nadie, nadie en el mundo está indemne de ella
Camus se vale de la metáfora del mito de sísifo para alimentar la filosofía detrás de “La Peste”: Sísifo, condenado por los dioses a empujar una enorme piedra hasta la cima de una colina, solo para encontrarse un nuevo abismo desde lo alto de la colina, repitiendo esta tarea incansablemente por toda la eternidad. A pesar de sus esfuerzos, su cansancio, sus padecimientos en la empresa de alcanzar la parte más alta de la colina, invariablemente encuentra un abismo que sucede a ésta.
Para Camus, esta es una metáfora de nuestra propia vida; a pesar del esfuerzo, del tiempo, del éxito o no en la empresa de “empujar la piedra”, la consecuencia es común para todos: nadie es inmortal; el azar, el mal, existen, y no podemos hacer nada para evitarlos por completo. Así sucede también con la peste; ese mal invisible que nos contagia de a uno en uno y luego de miles en miles, sin que lleguemos a entender finalmente su origen o su desenlace. Nunca encontraremos la cura para todos los males, nunca las vacunas contra las epidemias. Las pestes han hecho parte de la historia de la humanidad desde siempre: van y vienen a su antojo y pasan factura sin distinguir clases sociales, género o edad, en una batalla que, por absurda, parece inútil (cualquier parecido con la vida misma)
         ¿Qué hacer entonces en medio de un panorama tan desolador?
               El único medio de luchar contra la peste es la honestidad
Éste azar en medio de la aparente calma es el sello definitorio de la vida, lo que nos recuerda su naturaleza absurda, lo que nos enfrenta a las preguntas realmente importantes y, en particular a la forma de enfrentar el “reto” de vivir en medio de este azar, porque en definitiva, más que salvarnos, nuestra forma de afrontar esta realidad es lo que a la larga nos define no solo como individuos, sino como colectividad, circunstancia que hace surgir nuevas preguntas: ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo me voy a comportar frente a la adversidad? ¿Qué va a ser de mí después de esto? ¿A qué le doy mayor primacía en estos momentos? ¿Pienso que soy inmune a las normas sociales? ¿Son mis circunstancias realmente especiales? ¿Acaso estoy tan obsesionado con mi propio bienestar o sufrimiento que me vuelvo indiferente frente a un padecer colectivo? ¿Prosperidad material o moral?
En medio de este panorama en apariencia desolador, Camus ve el lado esperanzador de la peste: encontrarse de cara al absurdo de la existencia, al azar, a la posibilidad cada vez más cercana de morir, más allá de despertar al inicio algunos brotes de egoísmo, resentimiento o pánico, a la larga hace surgir los sentimientos más nobles y básicos del ser humano: el sentido de solidaridad, de fraternidad, de resistencia colectiva, de apoyo mutuo, de sacrificio, la capacidad de amar y de luchar por el hombre, porque “todos los hombres son hermanos en el sufrimiento”.
En “La Peste” se alcanza a escuchar un murmullo del Mito de Sísifo hablándonos de esta forma: En vez de huir del problema, encuentra comodidad en lo incómodo. Porque el existencialismo no se trata de huir del vacío, sino enfrentarlo de frente; apreciar las cosas simples de la vida, la abundancia del aquí y ahora: la familia, los amigos, las experiencias sencillas, las cosas que nos hacen sentir BIEN; apreciarlas, porque no sabemos cuándo el universo, o una “peste” imprevista y azarosa las va a hacer cambiar sin que podamos hacer nada al respecto.
“Debemos imaginar a Sísifo sonriendo mientras empuja la piedra”, entender que sus esfuerzos a la larga pueden resultar fútiles pero que los va a disfrutar lo más que pueda cada vez que empuje la piedra hacia la cima, aún a sabiendas de que esta volverá a caer para repetir el ciclo, interminablemente.
Este es un modelo de cómo podemos vivir nuestras vidas - disfrutarlo lo más que podamos mientras estamos acá. Procurar por lo mejor, pero esperar lo peor. Estos tiempos definen verdaderamente quiénes somos. Cabe preguntarnos ¿Qué es lo absurdo realmente? Acaso sean más absurdas nuestras propias rutinas indiferentes en circunstancias “normales”, que el gran vacío existencial que encontramos de cara cuando acontecen circunstancias como estas.
“Él sabia que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y puede llegar un día que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a una ciudad dichosa.”
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amendijoeljuez · 5 years ago
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amendijoeljuez · 5 years ago
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“¿Qué faceta humana nos destruye? El conformismo, la aceptación de la realidad como un destino y no como un desafío que nos invita al cambio, a resistir, a rebelarnos, a imaginar en lugar de vivir el futuro como una penitencia inevitable.”
— “Extracto de una entrevista en La Vanguardia”, Eduardo Galeano.
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amendijoeljuez · 5 years ago
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““Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia.””
— -Eduardo Galeano (Patas arriba)
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amendijoeljuez · 5 years ago
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amendijoeljuez · 5 years ago
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William Moll. 53. Interbreverías personales.
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