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aridafloresetfolia · 20 days
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… el mayor de los secretos…
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aridafloresetfolia · 6 months
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Una cita
Hace poco tiempo salí de nuevo, salí con un chico que aún no conocía realmente. Salí porque a veces me pongo triste de esperarte. Las redes sociales unen a la gente actualmente, un mensaje, un comentario, un publicación compartida o una reacción a una historia determina el interés que sienten por ti. Él es amigo de mis amigos. Él es mayor o yo soy menor. Él seguramente busco una foto mía que nunca encontró en mi perfil. Yo solamente sabía que su nombre lo buscaba entre los que mencionaban y no lo ubicaba.
Nunca dió el primer paso, nunca envió un “hola” al menos. Yo le respondí en una historia un día después de ir a un lugar en común. Y así los mensajes esporádicos empezaron una emoción que aceleró mi corazón demasiado pronto. Hasta que un día iba a conocerlo en persona. Un evento en la librería de un amigo iba a poner cara a aquellos emojis.
Llegué tarde, él daba una charla esotérica. Su voz me atraía y me envolvía por completo. Interactuaba con el público con seguridad y conocimiento sobre el tema. Pero cuando terminó de hablar tuve miedo de acercarme, ¿qué tal si me veía muy pesada o encimosa por buscarlo?
Proyectarían una película después, una película sobre vampiros y la suerte de dos jóvenes que son fanáticos. Me senté junto a una amiga, lejos de él, y llegué a pensar que se había ido pronto… nunca lo identifiqué entre los asientos. Al terminar empezó un conversatorio, una chica de la que no recuerdo su nombre nos comentó varios detalles de la película y su director, para después empezar a ver como se iban los asistentes. Mientras ayudaba a recoger las sillas lo vi de reojo varias veces, y me di cuenta que la chica era su amiga o algo más íntimo que eso. Mi silencio me ayudaba a mantenerme ocupada.
Sé que me vió varias veces, que nos topamos otras, pero que nunca me reconoció. Yo compartí una historia promoviendo la función, y él entonces respondió:
“No te reconocí”
“Si te Vi. Y no te reconocí 🙁“
“Son muchos filtros en tu foto de perfil 😆”
“Recuerdo que la tomé con uno que ya no existe de Instagram, hace como 3 años.”
“No bueno, entre eso y que soy muy distraído no había manera.”
No había manera de que aquella noche fuera la definitiva de la primera impresión. Y los días siguieron corriendo; un mensaje, una charla y los libros nos acompañaban. Deseaba ayudarlo, algo dentro de mí me decía que estaba una necesidad genuina por ayudarlo en todo lo que necesitara, quería ser un apoyo para él.
Y cuando un hombre y una mujer empiezan a ser íntimos y atentos uno con el otro, no hay otro paso más que:
“¿Vamos a tomar algo el sábado?”
Y mi corazón dió un vuelco, y mi alma empezó a creer que ya no estaría sola. Y mi mente empezó a recrear un futuro infinito incierto.
“… En breve te mando una propuesta.”
Y tardó una tarde, un fragmento del sol basto para saber cuál sería el encuentro esperado.
“Haré mi mejor esfuerzo porque la pases bien.”
Y así llegó el sábado…
El Centro Histórico era un caos, había gente por todos lados. El transporte estaba saturado. Así que prácticamente caminé a nuestro encuentro. Como buena mexicana llegué 40 minutos tarde. Él estaba leyendo en la mesa del café un libro corto de una autora trans que no quise recordar. Se levantó a saludarme, y desde ahí no dejó de mirarme. Estaba atento a mis reacciones, a mis movimientos, fue tan amable como nadie lo había sido en mucho tiempo. Seguíamos hablando de libros…
Decidimos ir al cine, y sabía que entre ambos había una necesidad oculta de estar cerca, de tomarse de la mano y caminar juntos, pero no lo hicimos. Una vez adentro de la sala empeoró el sentimiento de atracción. En los avances me miraba continuamente, volteaba a espiarme a ratos, por una película de Marley me preguntó qué música me gustaba, seguía siendo atento.
La película fue larga, serían casi tres horas para estar cerca. Comíamos palomitas, seguíamos con la mirada en la pantalla y yo por fin me recosté en su hombro, él acarició mi oído y jugaba con mi cabello. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero en un instante decidí levantarme para estirarme un poco y acomodarme mejor; él se volteo e intentó besarme y nuestros lentes chocaron, me sentí como una adolescente de doce años, se quitó los suyos rápidamente y al final lo logró. Hacia tanto tiempo que nadie me besaba, sólo estaba tu lejano recuerdo de la primera vez hacía cinco años, mi pecho sintió una calidez hermosa, y volví a su hombro. Durante el resto de la película me beso varias veces, de una manera urgente pero tierna, si humedezco mis labios puedo casi recordar los suyos de nuevo. Buscó mi mano varias veces, pero yo me resistí, intentaba averiguar qué significaba él, la noche, y yo; mantuvo su mano en mi pierna, quitó la barrera del asiento para estar más juntos. Y por esos momentos fui dichosa y feliz.
Salimos del cine y me acompañó a casa caminando, me llevaba de su brazo, avanzábamos más rápido de lo que esperaba o quería. Lo único que deseaba era estar cerca de él. Pidió un taxi para irse a casa, le dije que lo despediría en la esquina de la calle, esperé a que hablara o dijera algo al respecto pero no lo hizo… volvió a acercarme y me besó de nuevo, y yo quería dejarme llevar. Me retiré cuando sentí que un auto pasaba muy cerca.
“No estoy acostumbrada…”
“¿Te la pasaste bien?”
“Sí…”
Me dió el recuerdo perfecto.
Nos despedimos y yo caminé a la entrada del edificio donde vivo, él veía su teléfono esperando que llegara el taxi…
Así que estos son los hechos, los sucesos y momentos de un día que volví a tener una cita. Este es el recuento de mis recuerdos, de mis sentimientos y de mi tristeza hoy porque él ya no deseó volver a verme, pero espero sepa que por una noche me hizo sentir querida y protegida como hace tanto no lo sentía, y que yo anhelé enamorarme al menos por una sola luna, de él.
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aridafloresetfolia · 6 months
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Virgo, amado Virgo…
Mientras escribo esto te imagino ensimismado en tu trabajo, en tu lectura o en tu estudio, posiblemente parecerás demasiado ocupado como para acordarte de mí, pero yo no puedo permitir que me beses y no pensar en ti. Permíteme ser la procrastinación y regálame tu atención a ratos, no importa si son algo escasos, y perdona mi demanda que pareciera exigente.
Mi paciencia como Leo termina pronto y tú falta de atrevimiento como Virgo nos mata poco a poco. No entiendo en absoluto este silencio tuyo, yo sólo quería compartir este fuego que me envuelve y que podría brindarnos la calidez suficiente para permanecer uno al lado de otro. Me pregunto dónde quedó aquel deseo que sentías por mí, aquella atracción que vi reflejada en tus ojos la primera vez que decidimos conocernos, ¿será que mi necesidad de estar cerca mato todo sentimiento en ti?, los besos de aquel día los guardé con llave en mi ser, inmaculados instantes de cariño efímero. Cualquier pretexto para dejar que nuestra piel estuviera en contacto se convirtieron en chispas que avivaban más mi interior. Robaste con ellos cachitos de mi vitalidad y diste prueba de lo que sería mi entrega irremediable.
Te vuelves pasado y presente entre cada cita que se dio lugar a proponerse. Entre cada una no encontré mínima diferencia, pero yo nunca me siento la misma.
El otoño siempre nos ha esperado, no importa si te presentas al principio o al final de la estación, mis cabellos permanecen igual para nuestro encuentro. El dorado del cielo se vuelve testigo de nuestra unión pasajera y las hojas de los árboles nos hacen el favor de guardar intactas las palabras no dichas deteniendo su caída.
No permitan que entre cada salida furtiva, se de lugar a mi llanto, ese dolor expresado de la peor manera. Anoche mis sábanas presenciaron mi falta de mesura cada vez que te inmiscuías en mis pensamientos difusos. Única prueba de mi pasión para volverla taciturna. La espera de aquellos años de juventud no me preparó lo suficiente para no asustarme con esta indiferencia tuya…
Mi reclamo podría ser eterno en el papel, llenando hoja tras hoja de palabras borrosas por las lágrimas y mi mente se cansaría más y más de tratar de encontrar la estructura correcta. Y mi corazón ya cada vez tarda más en dejar brotar cada flor para ustedes, distintas y pensadas para cada quien. No dejes que te extrañe demasiado, no te dejes llegar de nuevo para volver a repetir este círculo infinito. Ten piedad de mi cariño y acéptalo si está en ti hacernos felices…
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