Tumgik
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Lavandula Stoechas  0
Primero fue la mancha negra vibrando tan alcanzable Después fueron los testigos queriendo tocarla, fueron Y tanto se acercaron Que terminaron por olvidarla Luego fue recordarlo todo
¿Si te dijera que se trataba de una soledad empapelada con otra soledad? No me malentiendas, ni estar solo doble vez ni  empapelarse en el proceso es algo malo. Primero habría que condescender que todo aquello entonces tuvo que haber sido un pedacito de origami hecho unidad. Unidad que vuela estática. Que parece no volar si te paras encima.  
Hacer libélulas de papel no es cualquier cosa, para empezar hay que ser pen-du-lar (moviendo el indice) Compáralo, si quieres, con un desplazamiento del segundero al minutero, de este ultimo a la manecilla mas lenta, y así sucesivamente, a saltos pequeños, ralentizando con dobleces cuidadosos. Todo volviéndose oscuro y sin materia. Mas oscuro cada vez. Oscuro sobre oscuro sobre oscuro sobre... y cuando te encuentres en el punto mas lento, en el decimal mas cercano al 0 mas frio (bonito infinito) ahí te regresas, acelerandote como de bajada, como rodando de una colina. Rodar directo a un nucleo liquido. Pero en el transcurso  no mires el vació que dejas atrás.
 ¿pero, como no vamos a ver al vació si estamos flotando? El vació se evita ver solo cuando se evita caer, no cuando ya se esta cayendo. Somos saltadores doblándose sobre si mismos, siempre en desplazamiento circular. Doblez doble, curioso pleonasmo, pen-dular.
 Figurate, si quieres, direcciones contrarias a propósito como para chocar y caerse muertos de risa,  doblez que aletea cuando se deja caer.  Tarde o temprano, aun las cosas que no vuelan forman medio aleteo. Formula: Aletear es una secuencia de caída SOS-tenida (levantando el indice) en direcciones contrarias, primero en U-NA dirección, luego en la opuesta, luego regresamos... Lo mismo que brincar... Brincar la soga en un carrusel que sostiene bombillas de color. Gases nobles escapando de una noche agazapada. Brincar es aletear, siendo nosotros el ala entera. La otredad obtenida a través de la suspensión. Manual de bolsillo: Haz girar un haz de luz muy rápido, veras que el haz  no esta en un punto, el haz es el circulo entero. Excedió a la puntualidad. Se convirtió en rueda. luego tal vez en timón. Y vamonos a altamar.  Nos encantó jugar con los ingredientes del otro y mezclarnos, explotar de vez en cuando, derramarnos sobre el cedro.   Destilar o sublimar un pedazo de espacio, alquimia de andantes. Andar, en círculos.  Abandonamos la puntualidad. Siempre con la mirada como buscando el brillo de un metal pegado al núcleo de algo. Nos convertimos en haz. Tan histórico aquello, tan fácil darlo por sentado y morder  fruta nueva, ¿cuantas frutas nuevas buscamos? ¿ Cuantas nuevas olvidamos? Entrelazamiento: La puerta abriendose tan suavecito, y la alfombra tan empapelizada. Alar. Tan vibrante. Tan tan tan, todo tan. Acuérdate que los bailarines juegan bajo la luz de un pueblecillo tan colorido y tan plano, cubierto de abanicos tan agujerados y aves  tan enjauladas. Grietas enaltecidas y tablones rotos. Acuérdate que tenemos que pasar el túnel que atraviesa el mar, el mar que nos lleva hacia el ultimo fuego del día . El redoble de un espiral, una anguila, acuérdate pero tampoco te olvides. Dato curioso: Las escaleras son caídas controladas. Un paso arriba.  La cantera de este escalón lleva hacia las doradas galerías pero también hacia las enmohecidas galeras. No se omite nada, las escaleras esclarecen. Un paso abajo. Esclarecen bidireccionalmente. Los escalones también son alas. Nosotros, es-calon-arios pro-fesionales, Im-parciales. Vi-brantes. Lo que te estoy contando es compañero de la recuperación arqueologica, la reconstrucción de huellas que nos exceden, pero también una mirada hacia allá adelante. ¿Paradójico? Justificación: Mas que un estudio histórico intento aproximarme y susurrarte que la historia la tenemos aquí. El punto de choque aquí esta; Tan cerquita, espuma contra roca. Aquí. Un retazo de agua helada después de bajar desde una selva hacia la misma selva pero con diferente patrón de movimientos cuellisticos. Mira, una cascada es un lienzo en si mismo, una película desenrollada fuera de la cabina de proyección, echada a volar a su suerte. Un pergamino moderno.¡ Es que una cascada es igual a medio aleteo! Y cuando te cae la espuma fría sobre el cuello que recorrió el viento desde muy arriba se acepta que esta caída nos supera, que el pergamino se funde contigo formando algún fotograma irrepetible ¡y el cuello te crece por un instante! Hay que ser jirafa para entenderlo. Estirarse hacia el otro y morderle una hoja de la nariz. ¿Leíste oreja? yo también. Y de la nariz (o las orejas) nos recorremos horizontalmente; las pupilas  no se delimitan midiendo el entrecejo. El entrecejo deja de tener sentido una vez se esta muy cerquita. Cuestión de proporción. Estando tan cerca no se piensa en el doble. Ni en el doblez.  Explicación: No es fácil percatarse del movimiento de los astros cuando te paras en uno. Simplemente se esta así, pen-dular.  Hablando de pupilas:  Ya ves que una pupila es un huequito, una isla invertida... y cuantas veces por ver tan de cerca me he caído, y cuando me levanto, allá arriba, me acuesto para caer otro ratito. Recordatorio: las ilustraciones de las carreteras que viajan hacia atrás se realizan con el mar por encima de las piernas, aunque te mojes, y las manos en el timón, las dos firmes, babor o estribor, a donde quieras pero vamos . Lo anterior te lo aseguro, medio entre risas. Medio agazapandome contra tu vientre, plegandote, en una contorsión que nos termine volcando contra un espejo de un teatro que nunca cierra las puertas. Y en el reflejo de camerino, detrás de nosotros, el delicado cimbrar de las manchas oscuras en los extremos de las frágiles hojas. Me haces lento y lentos nos quedamos otros 5 aleteos, mirando un reflejo entre el moho y el jade.  Nota susurrada: Espérame aquí que regreso por otro poco de leche y de acá nos vamos a danzar frente a la hoguera, hasta que lleguemos al cielo, y decidamos quedarnos en el sótano, el que forma la base de una cama . Consecuencia esperada: una especie de debilidad complaciente. Como el aire helado después de perseguir todo el día a la sombra que emana de las lombricillas de concreto. O la toalla plegándose sobre la clavícula que gotea risas. O lo mucho que toman las flores en llover sobre este camino de colinas desvedadas. También ahí, en la caída de las flores. Se escondía la libélula. Mientras andábamos de manecilla en manecilla, saltando. Doblando. Empapelando. Marea de baqueta que nos lleva hacia el faro central; Luz que orienta a los que le juegan la tangente a la tormenta, a los revolucionarios del timón. El timón, antes de ser timón fue rueda. Y la rueda antes fue punto, unidimensión. El punto luego será mancha. Y de la mancha pulida, otra rueda. Confesión:Estoy seguro que estos reflejos, hechos de humedad y carboncillo, habitan también a las prendas que se secan y a los pedazos de plato roto. Habitan a lo mas cotidiano, no a una epopeya, sino a lo mas de abajo, al vitro-piso que si es hecho de vidrio, a lo transparente que encarnamos.  Hasta que se hace medianoche y todo sube de nuevo y te explica un catedrático disfrazado de actor que el sol se va a tragar a la Tierra. Pero bailamos sin asustarnos de mas, leyendo a las calles, como por un instante entendiendo que  ‘’des-aparecer’’ es un apodo para algo como de brillo invertido, como si la mancha oscura fuera algo fosforecente. Re-bobinar: De vuelta al aire helado, babor, estribor, no importa pero vamos. Todo esto un vaivén. Va y ven. Vamos. Voy y vas. ¡Venimos! Calles atiborradas de interferencia y vocalizaciones de ritmo como de raspar un tejaban mientras se mira a los charcos nacer.  Y que el tejaban de esta, nuestra guarida, se convierta en bosque, u observatorio. Todo bien parecido a vivir en el interior de un aulós, paredes blanquecinas, tan antiguas; cuestión de empaderar algo; lo que sea pero emparedarlo y llevarlo en una bolsa, para vivir al rato, para vivir ahora. Emparedarnos hasta quedar uno frente al otro. O ser las paredes y mirarnos de lejos, espacio lleno de viento que nos acerca y nos dibuja sobre una vasija. Acompañados del sol que se esta tragando a nuestra isla . Nosotros la isla. El mar las paredes. Rituales necesarios: Ajustar el despertador, Apagar el despertador, Ser el despertador.  Todo globalizándose, inflándose hasta flotar y permitirnos ver como cartógrafos, desde muy arriba.  Vernos pequeñitos bajando el ancla, desembarcando, para comprar frutas en el puerto. Pero luego nosotros somos la cadena que se hunde, el ancla que baja por si sola. nos desenredamos hacia el fondo, luego tocamos el sedimento y nos acostamos. ¡Que buena almohada hace un coral!. Para después regresar a cubierta, re-enredándonos, frutas en mano. Oblivion:De regreso, una vez guardados en un cajón los detalles del fondo, surcamos alturas. Y por debajo, detrás del pantano de nubes, se construye un ciudad que desde su fundación fue antigua y  un estrecho canal  que antes de dividir, da sentido a la esfera primera. La primera hoja envolviendo a una hoja envolviendo a la primera hoja. El arquetipo, el segundero, el doblez doble. Ya bajaremos de nuevo. Por ahora miremos el rincón. Miremos. Aquel circulo mas externo, o mas bien... aquel centro. Sobre la mancha de las alas que desde aquí se ven tan claras.  Escúchame. Mírame. Aquí. Te miro. Suspendidos sobre este eje de timón. Todo tan quieto. Cuestión de proporción. Un vaivén sostenido pocas veces se bautiza como vaivén. Vayamos. Mas cerca: La libélula, húmedo papel fosforecen las manchas con cada aleteo un vaivén para después alejarse con cada aleteo un vaivén y perderse de vista.
1 note · View note
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Bellis perennis III
La planicie:
Mientras las gotas de llovizna tímida resbalaban por los grandes ventanales del salón de baile, cientos de siluetas cubiertas  de noche ignota olvidan jerarquía , ondulaban entremezclados príncipes, mercaderes, vagabundos y guardias bajo el mismo recinto. Contornos humanos parecidos al humo, por aquella obsesión de esconderse utilizando al decoro  como cómplice. Siempre sin pretender distinguir al desconocido, universalizada la voluntad de ser arcanos. Mariposas de tela y porcelana esculpida para ocultar  la identidad, que paradójicamente... muestra los ojos. La individualidad sumergida bajo la ciudad flotante,  solo quedaba como objeto propenso  a la pesquisa  los símbolos del mundo en si mismo, desprovisto de rostros.  Fuera del dorado recinto atiborrado de aquel bullicio incógnito, sobre góndolas dispuestas como escenario, flotaba la compagnie della calza, dos interpretes de pulcras vestimentas  negruzcas daban cuidadosos pasos en círculos sin despegar la mirada del otro, una larga capucha oscurecía la mitad superior del rostro de ambos, dejando vulnerable tan solo los labios que recibian a la llovizna con improvisación.  Preparados para acometer o ser acometidos por su contraparte. Borrado el sudor  de los actores por la delgada sabana de gotas que finalmente se fundía con la estación de góndolas Bacino Orseolo. Detrás de la atenta multitud,  pasos apresurados hacen chapotear los charcos de agua. - ¿Qué es esto? - Pensaba Pietri mientras continuaba corriendo, -¡Margarita! continua corriendo y gritando, ahora ya sobre la plaza de San Marcos atiborrada de telas andantes, audiencias desordenadas, voces convertidas en escalinatas que no suben ni bajan, permanecen al mismo sitio, o dibujan un circulo. ¡Margarita! Donde estas! Las nubes se disipan ligeramente, manteniendo la llovizna, dejando relucir por un orificio a la luna mientras esta se aproxima a cubrir al sol mismo. El espejo ahora seria antifaz. Segundos después culmina el eclipse que derrama oscuridad sobre una ciudad que de por si ha cerrado los ojos por cuenta propia. El anillo permanece en su sitio sin dar paso a los subsiguientes fases, al unisono militarizado los antifaces de la audiencia tornan la mirada hacia el eclipse que ha hecho anochecer,  sin mostrar asombro retornan a la compagnie della calza. Finalmente uno de los encapuchados arremete, los rostros de la audiencia se relentecen, encapsulados en si mismos. Un tercer integrante de la compagnie inicia a percutir instrumentos en crescendo. La audiencia hace silencio. 
El orbe:
 Ahora Pietri apresura el paso sobre los ladrillos desgastados del puente de  la Malvasia, del agua emana  una especie de bruma azulada que emite un tenue brillo. El espesor es tal y se distribuye con tal rapidez que pronto no permite ver mas allá de 5 pasos y los bordes de los edificios flotantes se han perdido en la noche creada por el anillo, engranaje atascado. Pronto la bruma se apodera de cada rio, canal y callejón de la ciudad. Pietri se apresura a golpear la puerta mas cercana, esperando respuesta. Por la ventanilla un timido antifaz rojizo, con un gesto de extrañesa, como si no viese a nadie a la puerta, corre la cortina de vuelta. Pietri, intenta con otra casa y en ninguna es bienvenido. El anillo sigue en su sitio y la compagnie aun interpreta; Ambas vestimentas corren en dirección de la opuesta, y cuando están a punto de tocarse se detienen en seco, mirada puesta sobre la madera flotante, se miran siempre sin permitir al publico dilucidar sus ojos. Uno de los actores hace relucir una daga, la flama de las antorchas recién instaladas revelan la hoja, hecha de algún cristal precioso. La mano que sostiene la daga acomete sin que se le ofrezca resistencia, por el contrario su adversario le ayuda. La victima de la herida  extrae con lentitud la hoja, después de ser escarlata la atravesada vestimenta se torna ámbar, jade  y finalmente lapis lazulli resplandeciente. La encaja en el mismo sitio en su adversario, este asiente. De rodillas extraen de un bolsillo una esfera casi translucida, dos manos la sostienen y dos manos la resguardan de la llovizna. Vuelven a mirarse en oscuridad.Pietri camina debilitado y se detiene en la plazuela de la Chiesa di San Lio. La plazuela apenas ocupada por algunos andantes cubiertos con largas vestimentas.  Pietri se abandona en si mismo y se percata de que la bruma, que ahora da movimientos lentos, envolviéndole, expide susurros y callados ruidos,  entretejiéndose los sonidos de las mas variadas procedencias, dan como resultado un caótico rumor, encarnación de la bruma. Pietri escucha con mas atención y es capaz de discriminar algunos susurros  como aquel del violín siendo afinado, o el agua que se derrama sobre la tela. O la voz de Margarita; - Pietri, la Ceca... la Ceca... Pietri.  Después la voz se perdía y regresaba el sigiloso sutil clamor ventoso. -Margarita! Margarita! Cuando la bruma dejó de envolverle y  los susurros se atenuaron, Pietri se percato de que la plazuela se había  vaciado con excepción del párroco que ahora permanecía al pie de la puerta principal de la Iglesia. Al retomar el paso Pietri hizo rodar  una extraña moneda de bronce oxidado con la apenas legible inscripción ‘’MCDXLIV’’. Al tomarla recordó el susurro de Margarita. El párroco porta un antifaz a manera de ajedrez  y mantiene la mirada en un punto vacio cerca de Pietri, brazos descansando uno sobre el otro sobre la sotana. Padre! Señor Padre! El parroco permanece en su sitio, mirada fija, pero ahora parece algo turbado. Frunce el ceño. Cierra la puerta tras de si y tiempo después hace resonar  las campanas. A la distancia otras iglesias responden a la primera campanada. Poco tiempo después la ciudad  entera hace resonar los callejones con campanadas que se funden en un clamor mecanizado. Pronto se sincronizan y se convertían en una sola campanada que acompaña a la percusión del escenario.  Restablecido, aun con los colores resplandecientes en las heridas de cada cual se ponen de pie, caminan en circulos ahora mas estrechos, sin despegarse la mirada y sin abandonar de resguardo aquella esfera que ahora parece tornarse liquida en su interior.  Se escucha el ligero rumor de una mecha acercándose  hacia el montículo negruzco de la pólvora húmeda.
El extranjero: 
Pietri retoma el paso sobre la Calle Fava, cambia el rumbo ligeramente en Corte Spechiera,  hacia el norte, y finalmente dobla a la izquierda en Calle Scaleta. Al cruzar el Rio de la Fava se dirige hacia un edificio blanquecino y al borde del Rio Fava divisa la silueta de un hombre sentado junto a una vela y cantando en un idioma parecido al árabe. Este sin tornar la mirada se percata de la presencia de Pietri. - Eh muchacho! acércate, que tienes ahi, eh!? De que tierra lo habéis traído muchacho, muestramelo, tal vez lo reconozca! Pietri se sobresalta al instante y torna la vista a la moneda de cobre que encerraba en su mano derecha. Vacila por un momento y luego decidie aproximarse con cautela.  Cuando la bruma le permite ver con mas claridad la silueta se revela balanceando sus piernas ante la bruma y el agua: Su atuendo  una quimera de colores y texturas. Tras de si lleva colgados mascaras y antifaces con jeroglíficos, ideogramas y caracteres de regiones remotas. El mismo lleva puesto una mascara de porcelana que imita el rostro de un dragón. hace bailar la mascara mientras canturrea y  escribe entusiasmado sobre un papel humedecido. -Muchacho! que bueno que has venido, anda, muéstrame eso que traes en la mano. Cuando Pietri le entrega la moneda y el hombre vuelve la cabeza, Pietri se percata de que el hombre es ciego. Los  pálidos ojos asomados entre las aberturas de dragón, permiten dilucidar algunas arrugas, las canas algo desaliñadas y los ojos se encojen sugiriendo una sonrisa sincera  de emoción contenida aligerada por la experiencia, igual a la de un niño que ha descubierto algo nuevo. El hombre hace un ademan respetuoso al recibir el objeto y procede a inspeccionarlo con la yema de los dedos, leyendo rápidamente el reborde de la inscripción. - Usted sabe que quiere decir Señor?- inquiere Pietri..  El hombre sigue absorto tocando la moneda una y otra vez, repitiendo los bordes como dilucidando nuevos mensajes. ¡M-C-D-X-L-I-V! - grita  asombrado- ¡Muchacho, esto es un mapa!¡Ya lo creo! Estas cerca y mejor apresúrate pues habrá un  gran derrumbamiento ! Pero no tengas miedo! No tengas miedo muchacho también habrá lo contrario. -El hombre entrega la moneda a Pietri y continua con sus cánticos y aquella inteligible escritura apresurada. -Anciano! que quiere usted decir con mapa! -derrumbamiento!? explíquese se lo ruego. El hombre continua inmerso en sus cánticos. Pietri sostiene en desesperación la moneda de nuevo y continua caminando sin un rumbo definido, aunque siempre buscándola a ella, repitiendo su nombre ahora solo para sus adentros. Las campanadas siguen sincronizadas y el anillo del sol permanece atascado. En la plataforma de los interpretes se hace una detonación múltiple que expide polvo fluorita. El humo violeta encarna a la bruma azul circundante, mezclándose los colores dificultan la visión hacia la plataforma. 
El vortex:
Pietri comienza a dilucidar patrones de la bruma, sobre algunas esquinas los susurros de la bruma permiten un momento de silencio y la moneda parece sentirse mas liquida. Sucede tan solo por un instante fácilmente ignorable, así es como decide caminar sobre una Salizada hacia el ponte de l'ogio. Mientras continua hacia el sur  la bruma se hace aun mas espesa, escucha de nuevo el susurro de Margarita , esta vez la bruma forma su silueta mientras esta le repite las mismas palabras. Pietri alza el dorso de su mano y puede sentir sobre la bruma azulada la suave mejilla. - Pietri, date prisa! - De pronto todo sufre una suerte de turbación. La bruma forma turbulencia en las esquinas de callejones, se alza cual ola de océano bajo tormenta y vuelve a caer violentamente, las campanadas se desincronizan y la multitud expectante explota en un bullicio desespera por no poder avizorar a los interpretes.  Mientras Pietri  camina decidido, las puertas se abren a su paso y algunos curiosos comienzan a seguirlo al principio tímidamente, pero parecen no verlo, parecen mas bien perseguir un aroma. Pronto una multitud de enmascarados le siguen,  señalan en su dirección y apresuran el paso, algunos gritan frases indistinguibles. La bruma de la ciudad entera empieza a fluir en la misma dirección centripeta con ventiscas que resoplan. Los incógnitos caminantes que relucen antifaces y mascaras tras de Pietri se disponen a alcanzarlo. De repente los susurros son acompañados de algo mas sonoro.  Surge la voz misma desde el Oeste. Debe estar cerca. Cuando el humo de la detonación se disipa el escenario yace cubierto de pigmentos multicolor y carente de los dos interpretes que segundos antes se batían. El publico extasiado hace una ovación a un escenario vació, espantando  a las palomas que recién habían encontrado el perfecto refugio.  Pietri sigue la voz  sobre la Salizada de Pio X.  La bruma se ha concentrado en un solo sitio frente a el, formando un torbellino sobre el  Gran canal - Uno de los enmascarados se ha aproximado tanto que le toma por la vestimenta.  Pietri corre hacia el torbellino de bruma y al llegar se percata que esta pisando el Puente Rialto. Desde el otro extremo corre un silueta en su dirección. Se reconocen. Aproximándose en pasos apresurados. Detrás de ambos multitudes de enmascarados les siguen ahora en peregrinación ordenada y lenta . Se estrechan en brazos al centro del puente, en el núcleo del torbellino. De pronto todo cesa. Cesan las campanadas y la percusión, cesan de caminar  las multitudes, cesa la llovizna, los susurros y la ventisca que hace girar a la bruma. La misma bruma vuelve a confundirse con las profundidades del Gran Canal. Pietri  y Margarita se miran de frente, agitados. El único sonido distinguible son sus respiro agitados.  El eclipse continua su curso y el anillo es interrumpido. La luz recobra partida en la ciudad flotante. Los enmascarados yacen de pie atónitos observando por un momento sin emitir sonido alguno . Segundos después explotan en un clamor de aplausos y gritos, arrojando flores. A la par que surgen dos pequeñas grietas al centro del puente que pronto se ramifican en dirección centrifuga. Los enmascarados se alejan, intentando huir del advenimiento, pero las grietas se extienden mas allá del puente.  Pietri y Margarita fusionados en un abrazo cristalino comienzan a convertirse en agua y pronto escurren a través de sus heridas aun resplandecientes, dejando tras de si las negras vestiduras de capucha plegadas sobre el puente Rialto que poco después  se derrumbaria sobre si mismo, trayendo consigo el hundimiento de la ciudad entera. En las profundidades se disponen las ruinas silenciosamente. cubiertas de antifaces desperdigados que no cubren mas rostros. Una corriente de agua independiente de fulgor azulado  recorre los callejones submarinos con rapidez, sobre el sedimento arenoso de cuando en cuando aparecen dos pares de huellas apresuradas.
1 note · View note
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Entada gigas
Aquí esta el trozo que quedo del mapa, por allá esta la brujula, aun sabe el norte. Y aquí las delgadas cadenas echas mil nudos. Postales de Europa del Este. Mira, junto a la maceta negra, el angulo que se dibuja entre las vitrinas y el marco de la puerta que da al jardin de ranas venenosas. Nuestra  manta de polvo humedo posada sobre las mantas de cama. Nosotros, los muñequitos de porcelana inmoviles. Los fragiles pedazos de evidencia que hablan por todas las raices, las ramas y por las venas de todas las hojas.
La hierba de la planiecie anda de aquí para alla, desdibujandose en torno a las raices, danzando la Pavana de Fauré. El proximo atardecer sera testigo; el crujir de las hojas siendo pisadas, cartas al cielo, ahora converdido  en pelaje de tigre. Y esta sombra! Ah, tan individual! tan lejana. Emancipada de la sombra-tormenta. Extraño a mi jungla de labios partidos, de rocio incompleto. Lo que daria por volver a ser liana. Pierna que se abraza a nucleos vitales, dandole vuelta a la otra pierna astillada, vientre que cae en espiral, formando cortinas de lluvia.Las ramas aquí se tropiezan con los rayos de luz. Todo esto es tan parecido a un viejo meciendose en el porche, el sol meciendose en las copas mas altas. Sigues aquí, aunque no lleuvas con la misma fuerza ¿no es así? debajo de mi, ¿te cuerdas cuando jugabamos a escondernos?
Vertice, acaso es lo ultimo que hay de aquella escena. El vertice brillante del maletin negro, esondiendose, en punto de fuga.   Escapando entre las altas raices. ¿Quien coño viene a la jungla de traje y corbata? Y despues el ruido chapoteante de las grandes hojas humedas aplastadas con el cuidado cosmopolita que aqui las nubes de mosquitos se tragan a pinchasos. Pretendian llevarsela, tomarla como si se tratase de una moneda tirada en la vereda. Cortar en dos a los pilares enlamados que sostienen al suelo. Quieren machacar la pulpa fresca que emana de las espinas y las pupilas de los tucanes. Todo con el pre-texto del hombre que da de comer a las locomotoras y no al otro hombre.  Aquí permaneceremos, abrazados a las cien mil gotas de lluvia que nos plantamos con la mirada de reconocimiento mutuo. Aquí. Hoy mismo construiré una casa sobre los arboles. Y que primero intenten cortar los marcos de ventana y el rellano con la alfombra de ‘’bienvenidos’’ antes de que te corten a ti, mi ojo de camaleón , caricia de mantis religiosa. Entramado que me habita.
Una florecita en la boca, ¿a que te sabe? No creeras que me escondo sin proposio alguno. Vale, ya puedes abrir los ojos. Buscame. A que no me encuentras eh!  Un paso en falso y la jungla se entera, cada fragmento es ella. Cada respiro de sapo y cada aleteo de libelula que busca riachuelos. Tambien cada piedra de riachuelo y todas las telas de araña, ella misma es la tela mas grande! Me recosté en uno de sus pliegues que forman una hamaca hecha de maleza y niebla. -Eeeh oye! vamos hada de nubes propias!, empapame con tu voz. Detras de ti , ahora a tu lado, de frente. ¡Oye!... ¡si me encuentras dejo que me envuelvas como serpiente! Estoy jugando con las curvaturas de sus troncos, desvian las palabras. Su piel es un laberinto acustistico que hace a los susurros rebotar en todas direcciones. Solo hace falta concer los relieves de su piel y hacer que el soni... - ¡Te encontré!
El mapa esta empapado, oficialmente perdido. Apenas me queda este trocito con la flor de los vientos, lo guardaré en la billetera, seguro me sirve de evidencia. Vaya! Pero que jungla tan hermosa... - ¡Eh oye! ¡Si, te hablo a ti! a la sinfonia que arruino mi mapa, ¡eh que va, no importa! ahora ya no quiero seguir la instrucciónes. Quiero caminar en todas las direcciones, ¿como haces cristal  que devora pasos? Logras fundirte con la tierra que emana luces cuando yo apenas logro maravilllarme con pisarla. ¿Como haces?  Enseñame a ser raiz, rama y hoja, cuello de fruta. Caminame jungla, dejame caminarte.
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Selaginella lepidophylla
Se detuvo el engranaje. En seco, el vapor de la locomotora permaneció cristalizado. Las planicies también cesaron de hacer ondular los altos pastizales. Y el océano se congeló, todas las cascadas yacían en silencio, la espuma convertida en roca. Y los espejos por fin tuvieron colores fijos, formas definidas. Nosotros mismos nos detuvimos, frente a las motas de luz que se convertían en danzantes encapsulados, ahora su danza se reducía a un solo fotograma. La poca luz que entraba por la ventana también se detuvo, posándose tenue sobre los iniciáticos extraños que se miraban perplejos.  La electricidad de un cielo de tormenta dibujo un árbol eterno y el agua dejaba de adaptarse al molde para tomar su forma única. Las palabras olvidadas, la desorientación del turista, el fuego sobre la tela recién salida del telar, y por supuesto, las fichas de dominó que ya no caían más. Una sobre la otra. Ahora solo se recostaban sobre el escritorio que dejamos en casa y sobre la red de caminos que trazamos. Pero nos habían traído aquí, al instante en que el que algunas flores explotaban en fiestas de color de polvo, y otras morían en jarrones empolvados. Aquí, la única superficie, dimensión o símbolo que construimos de la única manera que conoce la vida. Surgiendo acompañado de más vida. Improvisando la dispersión de las semillas, aventurando lo acuático hacia tierra firme y lo terrestre hasta las profundidades más oscuras. Y ahora que todo era un cielo estrellado que no parpadea, también nosotros fuimos improvisación suspendida. Nuestro giro, a veces torpe y a veces convertido en viento, nos había traído frente al otro. La Tierra entera, una maravillosa canica que por fin cesaba de chocar con otras esferas para permanecer quieta, gritaba al espacio aparentemente vacío que ahí estaba, imperfección emanaba de su resultado, pero invaluable brillaba su tortuoso recorrido. Un ave que apenas se posaba sobre una boya en medio del océano miraba con alas extendidas su reflejo distorsionado por una marea convertida en dunas cristalinas. Las gotas de lluvia suspendidas formaban cortinas cuyos pliegues permanecían de la manera en que la historia entera lo había dispuesto.  Es que todo este espectáculo, fotografía tomada con 4 pupilas orbitales, era una estupenda celebración a la secuencia y la imagen más grande. La textura del lienzo, el metal y la luz eran la misma vista durante este apagón de expansión. Nosotros, dentro de la geométrica orbita que decidimos permanecer, formábamos una silueta ahora universalizada, un paisaje repetido por trazos de otra tela, pero todo parte del mismo hilo. Mientras nos desenvolvíamos, uno sobre el otro, olvidando, el mundo petrificado se agrietaba, los callejones se hacían más estrechos y el agua comenzaba a pretender fluir. Las brasas rugían sutilmente de nuevo, absorbiendo lentamente a la madera, aun cuando esta desapareciese, el fuego renacería. La gota de lluvia se desprendió de la atada nube gris y calló sobre piel fusionada de nuestra silueta. De un momento a otro todo retomaba curso, la espuma se tornaba en algodón y después en trazo inasible, pero voz edificante de la cascada.  Las sombras de los edificios volvían a modificar el rostro de las ciudades y el árbol del relámpago se desvanecía sobre el cielo de un bosque indescifrado.  Nuestros ojos desconcertados volvían a parpadear, igual de vulnerables y desconcertados que el ave en medio del océano. Nuestra esencia, expuesta ante el otro durante el apagón de expansión, ahora se refugiaba de las tormentas reanudadas y el inexorable giro de todo lo que nos rodeaba. 
Las orbitas recobraban su función imaginaria y el espacio que nos separaba, que por un instante no existió, ahora se hacía cada vez más grande. Mientras continuábamos mirándonos enteros, la flexible estructura nos separaba. Pretendíamos regresar al mismo instante, gritando al vacío el nombre del otro, cada grito emanaba luz por un momento. Pero aun así continuábamos flotando en direcciones opuestas. Las locomotoras rugían sobre planicies ondulantes y hacían cimbrar al suelo fértil, invadido por un jardín que no le pertenecía a nadie y aun así florecía.  No había manera de detener esta expansión, ya el viento hacía que los veleros continuaran su marcha, las velas se apagaban y las hormigas seguían yendo y viniendo.  Flotábamos sobre nuestra propia superficie, rodeados de oscuridad taciturna, en la lejanía ya solo veíamos un punto que oscilaba entre azul y rojo, parpadeando ocasionalmente. Alrededor de nuestra orbita individual recién redescubierta vislumbrábamos a los antiguos senderos fundirse con madera seca sobre la tierra y poco después ser consumidos por el fuego que renacía.  Parecía como si las flores fuesen abandonadas en el jardín de una ciudad también abandonada. Las fichas de dominó parecían perderse entre la tierra y el agua, hundiéndose a veces. Así que cerramos los ojos con fuerza y volvimos a expedir el nombre del otro, esta vez no gritándolo sino susurrándolo, como si estuviésemos cerca. Cuando abrimos los ojos todo se aceleraba a nuestro alrededor, la noche y el día se seguían el uno al otro con tal frenesí que era imposible distinguir el atardecer del amanecer sino como un pequeño resplandor que apenas duraba un instante que solíamos perder por parpadear. Las manecillas del reloj giraban tan rápido que apenas distinguíamos una silueta oscura que cortaba continuamente el espacio entre cada momento. Y después de sentirnos extraños ante tal flujo tan caótico, suspendimos por un poco la búsqueda parpadeante y decidimos mirar nuestras propias manos, lucían un tanto desconocidas, nos paramos bajo la luz y redescubrimos nuestra silueta individual.  Las líneas parecían ondular, una sustancia en cambio eterno. Decidimos asir nuestro propio nombre ante un viejo espejo y nos levantamos con tranquilidad sobre la superficie que nos rodeaba. Aun los senderos trazados parecían desdibujarse y fundirse con las sombras del horizonte.
 Nos convertimos en elemento expansivo cuando lo entendimos. Entendimos que las fichas que se habían hundido seguían bajo el agua y no habían perdido su valor constituyente, entendimos que, si bien irrepetibles los senderos y los fragmentos de color yacían cubiertos por cobijas de sombras, no lo hacían invisibles, tan solo haría falta arrojar luz sobre ellos y tomarlos con cariño. Así que salimos a dar una caminata. Una caminata solitaria en la que desenterramos piezas, las admiramos por la belleza que lograron representar. Las abrazamos y las llevamos con nosotros, resguárdalas en el cofre que cada quien forjó. Así continuo la búsqueda de las piezas que nos construyeron. El ritmo de la expansión se normalizaba mientras caminábamos con calma, dando un sitio especial a cada planta que si bien marchita, aun poseía semillas rodeándola. Semillas que de alguna manera nos habían traído a esta misma caminata. Entonces, cuando las manecillas habían recuperado su ritmo habitual. Alba y crepúsculo dejaron de ser ínfimos chasquidos para convertirse en transiciones sinfónicas. En ese instante, en la superficie de algún desierto nocturno mientras ambos recuperábamos el último de los pasos dados, aquel momento en el que todo se detuvo… Nos volvimos a reconocer en la distancia. Parpadeamos de nuevo con un fulgor inconfundible y nos apresurarnos, aproximándonos sin esfuerzo alguno. Ahora comprendíamos que la expansión no era fuerza que pretendiese alejar, sino tan solo movimiento omnidireccional, evidencia del engranaje y de nosotros mismos, capaces de reencontrarnos a través del entendimiento de las orbitas, iniciando con las propias.  Cuando estuvimos uno frente al otro nos abrazamos con la fuerza eléctrica de la tormenta, de la marea cristalizada y el aleteo de aves. Mientras nos abrazamos, vislumbrábamos los senderos que habíamos resguardado. Nuestra historia se contaba alrededor en secuencias lumínicas sobre una espesa niebla que lejos de atemorizarnos nos hacía sentir cobijados. Ambos cofres se fusionaban formando uno solo. Le tomamos juntos y lo dejamos resguardado dentro de un cofre aún más grande; la tierra misma, y esta a su vez abrazada por el universo. Así es como dejamos descansar a la capsula de tiempo que habíamos prometido hacer. Enterrada en el sitio en el que nos redescubrimos.  Poco después comenzó a llover y volvimos la mirada hacia los ojos del otro y fue entonces que las gotas de lluvia volvieron a permanecer suspendidas. El engranaje se detenía de nuevo. Tan solo para reanudar su andar un instante después, con la lluvia comenzó a germinar un bosque entero a partir de la capsula, y en la lejanía nosotros seguimos caminando uno a lado del otro. Trazando nuevos y más coloridos senderos.
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Betula pubescens
Al pie del apacible lago Langisjór, la última hoja de un abedul caía lentamente. Impredecible su ondulación, siempre determinada por el viento ártico, aun estando sujeta al azar, era inevitable su próximo contacto con la superficie.
Los escenarios no solo fueron acompañantes externos de Yrsa, sino también susurro autónomo, motilidad geométrica de canción propia. Reikiaiv, por ejemplo, se movía por su cuenta, serpenteaban las calles convertidas en ríos ataviados con una calma volcánica, se le presentaban indecisos los trozos de concreto, por momentos transmutados en jardines que escalan.  Por las noches, cuando solo ella se atrevía a observar, copos de nieve en alianza con el viento gélido lograban hacer movimientos cíclicos.  Patrones eléctricos que dispersaban pasos coordinados entre viviendas bañadas de colores y embarcaciones que aguardan al amanecer para perder escarcha de ancla.  A algunos kilómetros, Bláa lónið, en tiempos remotos atestada de turistas, ahora yacía en silencio rescatada por melódicas brisas. Las raíces de agua recuperan terreno, inmersas en su silueta conectada con el giro de la misma tierra, lagunas secundarias surgen a través de vapor que encandece bajo la luna. Peces grisáceos se convierten en delgados lienzos ininterrumpidos y ante la madera fulgurante, carbón que se agrieta, un sol diminuto que cuenta historia de estrellas pasadas, hechas de vacío, giran las pupilas de Yrsa, una conversación con las flamas, mismo calor iniciado por sus ancestros. Flamas resultado, ávidas termitas que construyen ceniza. Los ojos de Yrsa dan recorridos sobre senderos desconocidos, con las yemas de los dedos se convierte en las prismáticas rocas que bordean la caída de Akureyri. ¿Por qué he pasado tanto fluctuando de esta manera?  – se pregunta - ¿por qué no puedo seguir tan solo un sendero y mantenerse a la falda de una misma montaña de pastizales húmedos? - Se reprocha de cuclillas y no puede evitar sentir nauseas al pensar en el próximo giro del que debe ser parte. Cierra los ojos dejando escapar lagrimas emparentadas con ríos y océanos antes congelados. Espera que el fuego funcione, que el transportarse hacia lo remoto la libere de lo inmediato, pero el fuego ha fallado. Recorre los mismos senderos sin poder encontrar huellas de otros antes que ella. A la distancia el volcán Heckla imponente asciende. No hay manera de escapar de los paisajes que la constituyen, su misma piel se repleta de escamas sujetas a las orbitas de paisajes más grandes. 
Pero aún le queda algo, dentro de esta cabaña expansiva cuyas paredes mantienen la luz de la fogata aislada de otros astros. Resguardado entre libros, una caja de madera blanca con la runa de Vegvísir tallada, suspendida parece escaparse y abordar nuevas dimensiones. Al abrir el pequeño cofre un insecto azul se escabulle y deja a la vista un remanente ancestral legado por generaciones. Un único trozo de tela negra con forma geográfica. Yrsa lo toma encerrándolo en su puño y vuelve a caminar bajo líneas montañosas y sobre ríos congelados, aun los peces son lienzos y el vapor cortina de luz. Sin pensarlo dos veces corre a la sala, pero el fuego ya se ha consumido, tan solo permanece el crujido que choca contra aristas de ladrillos entrelazados. Flotan ecos articulados, evidencia de humanidad impregnada a muros adornados con escarlatas bestias. Expectativa de permanecer. La oscuridad de este recinto hace que el trozo de tela se vuelva más volátil, ella no puede dejar que escape de su agarre, lo toma con más fuerza y abre la puerta que la separa de la otra orbita. Un golpe de viento recibe a su agitada respiración y una plataforma luminosa grisácea uniformiza su silueta, creado por fin una sombra que no fluctúa al ritmo impredecible de la combustión, sino que se desliza con la suave traslación de la tierra. Yrsa se dispone a entregar el trozo de tela a los senderos carentes de tiempo. Antes de partir admira a su pequeña cabaña, roca colorida que se descama con cada paso de alejamiento. Se resigna al ver como la misma oscuridad que la acompaño en su cuna permanecerá habitándola en silencio. Tantas líneas desgarran al viento frente a Yrsa, lagunas forman gestos repetidos por el cielo, las noches le construyen amablemente figuras en las cuales puede dibujarse de nuevo. El paisaje comienza a entrelazarse con sus piernas, las raíces la envuelven y el vapor ya la hace ascender, el calor volcánico se adhiere a su pecho y las cortinas de estrellas le acompañan, aun cuando también se alejan. Sobre las aguas pupilares del cráter Kerid flota una segunda caja, esta vez la runa Holastafur fluye sobre la madera en forma de ceniza aún caliente. Yrsa nada hasta alcanzarla y en su interior encuentra granos de pigmento escarlata. Al salir del agua toma el pigmento y se dirige a la gran cueva de cristal de Vatnajökull. Sobre sus paredes translucidas realiza un mural entero en el que los trazos cobran dinamismo propio, fluyen por instantes para derretirse poco después. Caen gotas carmín que terminan por forman un riachuelo rojizo. Yrsa sigue el tortuoso recorrido que el recién nacido crea mientras avanza. Después de descender lo suficiente comienza a cristalizarse, congelándose por completo solo cuando desemboca sobre la tercera caja, sobre la cual la runa de Draumstafir encandece en azul boreal. Dentro encuentra una esfera acuosa que parece al mismo tiempo contener a la caja.  Al momento de tocar la esfera cae dormida en una planicie cuya superficie emana luz parpadeante. Sincronizadas son las palpitaciones luminiscentes con su respiración. Después de resbalar desde una rama flexible, se desliza sobre espacio magnético, Recostada siempre sobre camas de viento ártico, la hoja de abedul que justo tocaba la superficie ahora retoma el vuelo, cambiando de dirección impredeciblemente. Al despertar la esfera se ha endurecido y contiene a todos los senderos.
2 notes · View notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Selenicereus grandiflorus
El fonógrafo seguía en el mismo piso en el que lo dejamos antes de partir. Coloqué la aguja en su sitio y gire la perilla. Comenzó a emanar el característico sonido raspado por lijas profundas, notas ahogadas. La pista era fácil de reconocer, seguí girando la perilla y acerqué la oreja a la flor de la que emanaba aquella noche.
La simetría que constituye a este giro es inconfundible. Estamos encapsulando a la duela, atrapándole con cada paso, las luces que adornan son más que eso, son acompañantes. Este es un dueto.  Hacemos que los planetas tiren a filas de pinos, jugamos a tirar los bosques. Después de fundirnos en abrazos de neón, nos atemorizó pensar lo limitante que son las paredes de este recinto, aun cuando esta esfera gira en direcciones inesperadas, tuvimos suficiente. Salimos corriendo, subimos a un paraíso repleto de metal ruidoso, detrás de la puerta hay algunos dioses creando la luz neón que define las siluetas de la ciudad donde todo gira. No queremos volver, no por un buen rato, aquí el silencio existe a propósito. El tiempo se acaba de expandir e inevitablemente nos arrastró consigo. Detrás de la puerta las maquinas-dios siguen rugiendo, nosotros contestamos, pretendemos tener miedo, pretendemos estar muriendo en el mismo paraíso, solo para quedarnos un poco más. Ahora se acerca algún intruso, algún ´´personal autorizado´’ pronto se aleja, sabe que no pertenece aquí, justo por ser autorizado. Los recuerdos de sueños y danzas pasadas se están fundiendo, no distinguimos las unas de las otras, cada vez más universalizados, más internos, nos aproximamos. ¿A dónde? Cerramos los ojos al mismo tiempo, la respiración es sincronizada. 
Bajamos del paraíso de regreso al sótano de los giros. Es la ventaja de poder viajar en el tiempo; entramos en una pequeña jungla, una cacería de criaturas gigantescas, reptiles que dominaron a un planeta purificado por la sangre fría. Gigantescos helechos y aguas frías atestadas de trilobites. Sus ojos brillan contra la luz neón, los dioses siguen haciendo su trabajo. Hay un reptil que despliega una membrana y escupe veneno, ruge contra nuestro humilde vehículo pobremente camuflado. Absorbemos el veneno, corroe nuestra sonrisa histórica. Tenemos preparado nuestra vuelta de la muerte, la acordamos con el cuarto de máquinas. Estamos de vuelta. Logramos derrotar al más temido de los reptiles, cómica casualidad. Partimos a las calles. 
Sin haberlo decidido, el pavimento está tomando las formas que nosotros demandamos. A pesar de tener encima a la noche, flotamos haciendo que centre su luz en las teclas del piano, solo en aquellas pisamos. Un juego de antifaces, uno más, juguemos a desconocernos. Tomamos el fonógrafo y lo alzamos por los aires, el universo entero se llena de la misma canción, la misma para los dos. Esta dentro de una misma cabeza, tener dos orejas deja de tener sentido. Seguimos pisando teclas de calle, cruzando de esquina a esquina, los automóviles saben dar ritmo a esta noche de los desconocidos. Encapsulémoslos mientras se mueven. Escapan. ¿De que escapan? Nos dirigimos hacia el lugar en el que se proyectan luces consecutivas. Todo este mundo suele tratarse de las luces, de tantas naturalezas, nosotros mismos con el fonógrafo en medio, somos luces. Y a la derecha aquel árbol. Míralo! Ya no nos dirigimos a la proyección de luz, hemos encontrado otra luz, es una nebulosa-arbol. Ascendemos al paraíso de nuevo. El silencio fluye a propósito. El viento cortado por nuestra silueta.
Nos recostamos, dispuestos a caer hacia el cosmos que se burla alejándose sin que lo notemos. ¡Pues nosotros le damos otro ejemplo!  orbitamos el uno al otro, demostramos que un azotea es una plataforma del mismo cosmos. contestan las constelaciones.  Ahora que lo comenzamos a conocer también comenzamos a conocernos. La noche se encoge, la luna cae sobre nosotros, su superficie se extiende en forma de tienda, blanca tela que nos encierra gentilmente. Existimos sobre duela, ahora somos nosotros las esferas que giran en direcciones inesperadas, somos también los pinos de bosque que caen bajo luces neón, la duela es tibia y nos hemos conocido. Olvidamos a propósito al fonógrafo. Evidencia de una noche.  
  ,
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Osmunda claytoniana
Salí cuando escuche como cortabas al viento  Orbe verde, entendí que tus venas eran orbitas Formas hecha laguna, tierra que brilla de noche,  In-finita capsula de escencia, piel, semilla y helecho    - Ante la jungla tus tallos hacen a la tierra nacer
Estuve esperando bajo el vientre de una pantera Sostuve mi respiración para escuchar la tuya
Vislumbre tu cuello lleno de lianas, sombras festivas  Intenté acercarme pero ya no eras una sola figura Desaparecias para encarnar otro tallo, otro ojo-textura Anfibia, critura de todos los circulos. Dejame ser contigo
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Victoria amazonica
Tomamos la paleta de colores y optamos por dejar de flotar en ellos. Decidimos abordar al mismo océano, aun cuando pareciera oscuro, en el fondo millones de gotas de pigmento se fundían unas con otras. Manchas oscuras, representación de la pintura entera, se adherían a nuestra piel fría.  Ingravitas las luces nocturnas se convertían en ballenas enormes con canticos que sugerían un juego de palabras. Como se escapaban enunciados enteros, resbalaban de las manos sin detenerse, ¿cómo detener al agua? ¡Pero cuanta obscuridad malinterpretada!, sin saberlo descubríamos un universo a partir del cual se proyectan nuevos universos, lo recuerdas? Al cono, agujero negro de un lado, puerta del otro. Entramos en lo restringido e iniciamos un pax de deux entre sombras azules, ¡eran auroras!  danzamos sobre el fondo de todos los mares. El sedimento se alzaba con tanta facilidad, dejamos de pesar y nos convertimos en luciérnaga y en faro de pez que perdió la vista, pero nunca la luz. Bajo la misma profundidad decidimos ahora, abandonar nuestra propia superficie, ¡qué acto más valiente! Convertirnos en acuosas figuras que se funden en el otro, ahora las miradas atemorizadas veían a la historia esconderse entre algas, Y entre raíces escuchamos estancadas a botellas con letras destinadas a la deriva. Pero escúchame, mi amor, la historia es un cangrejo que se esconde solo por momentos, y hoy que estamos parados en el fondo, con esta sensación de haber olvidado como se respira y un nudo de arena que no sabe cómo empezar a desenvolverse con el tiempo, no olvides, belleza cristalina, que eso no significa que nos ahogaremos. Recuerda como llegamos aquí flor de agua, somos resultado de cada paso improvisado, cada pizca de felicidad compartida.  Somos flujo. ¡Entonces seamos también espiral, impulso del otro!  nosotros mismos podemos llevar estas botellas con letras a la deriva. Descubrir tantas dimensiones en este universo y en tantos como queramos. ¡Cuántas otras formas podríamos adoptar! Hoy hemos dejado de flotar, ni siquiera hay necesidad de nadar. Ya las criaturas marinas nos rodean, estamos fundidos con la inmensidad de habernos hecho flujo vulnerable.  Simplemente, permitámonos lentamente, con el ritmo que la marea dicte, existir, sumergidos en el otro. 
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Diphylleia grayi
Manifiesto de un jardinero reconstructivista 
Bajo el pseudonimo de ‘’Nadie’’ un ciclope fue derrotado por Ulises, fundador de una modalidad de travesía cuyos inconvenientes construyen al ritmo, rumbo y resolución de la misma secuencia de eventos. Odiseo fue  pseudonimo aplicado a la travesía que encarnó. Contracción lingüística de gran practicidad.   Decir pseudonomen suele resultar un tanto radical, resulta más amable utilizar aliud nomen. Así pues, ‘’el ingenioso’’ no perdió su nombre, tampoco el ciclope, de hecho, si fuésemos estrictos, tan solo ganarón nuevos terrenos, extensiones conceptualizadas. Frutos del lenguaje. El humano, única criatura que conozco como ambicioso categórico, no excluyo a los nombres de su labor escrupulosa, tan es así que exige a estos ser atribuidos desde el momento en que un individuo desconocido nazca.  Desconocer por completo es incómodo. La curiosidad es una proyección multifacética de la realidad incognita.  Proyección que suele converger con la incomodidad de lo que no tiene nombré; de ahí que derive la intriga como impulso emocionante, explosión que empuja hacia la búsqueda. Instrumento pre-categorizante que pretende abolir a la oscuridad. ¡Pero después están las piezas que conforman a la gran imagen! Oh ¡cada vez que encontramos una nueva! la atesoramos cual gema, océano o trozo de sol. La ácimos sobre manos que tiemblan iluminadas ante un nuevo hallazgo y celebramos mediante el oficio del artesano; volvemos a la idea primigenia material moldeable, queremos saber que tantas formas esconde; a partir de la esencia de un pétalo, o el rasgo observado durante una conversación aparentemente fugaz, derivan miles de sub-esencias. Deconstruimos (o si se prefiere, construimos al revés) el concepto inicial para intentar colocarlo dentro de marcos diferentes. Observar su desenvoltura bajo esta atmosfera nueva. Estética, funcional e incluso oníricamente. Jugamos con los espejos deformando su textura, inclinación y curvatura. Es así como demostramos nuestra admiración.  ¡Cuántos reflejos puede llevar una misma forma! ¡Cuántos nombres habría que darles! Estos, no expresamente dilucidados al primer contacto, solo son accesibles a través de este lúdico proceso de re-presentación, re-colocación y re-encarnación. Nombres, entendidos como puntos de partida y nunca como definiciones. Mas bien como atajos hacia otras esferas, todas derivadas y dependientes de una original. Conjunciones invisibles dentro de este, nuestro universo inmediato, sin embargo, simbolizan partículas de la belleza desenterrada.  Después de perdernos en este laberinto, se haría necesario volver la mirada a nosotros mismos y con justa razón disculparnos con el origen del concepto plastificado. De alguna manera, aunque no malintencionada, hemos infringido con la integridad de su realidad objetiva. Lo hacemos tan solo por la emoción de haberlo conocido un poco más, por amor al conocimiento, o si se acude a la franca categoria; por accidente de ser.
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Bellis perennis II
Al interior de aquel palacio improvisado por los callejones, las mascaras inundaban las paredes, cientos de plumas y el caracteristico olor humedo del polvo sobre alfomabras fungian como  evidencia de antiguos paisajes. Por la unica ventana que escapaba de aquella celebración encapsulada se filtraba la ciudad, entera, abrazada por la brisa que la sostenia. De pronto aquella vieja casa obtuvo independencia. Se alzo aislada, aunque aún flotante -Una navegación. Margarita y Pietri unicos atalayas de un oceano que no ofrecia tregua al horizonte. En un rincón atiborrado de parafernalia melancolica se alzo el librero de algún alquimista que inventó el concepto de  carnaval, antifaces incluidos. Gran invención por cierto, ya que en ningún momento pretendió esconder la mirada de su portador... ‘’El proposito del antifaz nunca fue ocultar la identidad,  sino moldearla...’’ -Pietri decia a Margarita mientras la tomaba un dedo con cariño. Era cierto, el antifaz no sustituia a los nombres, pero los hacia más volatiles. - Pi... ¿Que es este lugar? - Los delgados dedos se paseaban por los viejos libros de textura emblandecida por lecturas asarosas, despues pasaban a la tela gentilmente abandona para terminar en la comisura de los labios de otra mascara. -Esto, Margarita, es el hogar esfera que contiene a la humanidad entera. Mira esto, es una piedra angular, es cristalina de un lado y refractil del otro, es decir, un boceto en el que figuran todos los aparentes opuestos, universalizadas las dicotomias, flotan dentro de la misma luz. O esto de aquí, tomalo, este frasco contiene tierra de cualquier parte del mundo, porque existimos como resultado del viento que no sabe de lugares puntuales. El espitiru del festejo  - replicó Maragarita- se manifiesta en la forma mas acuosa posible, y esta misma ciudad asteroide,  ocila entre oxidación petrea y florecimiento de la palabras que callamos. Miranos Pietri, ¿que hacemos aquí? ¿son acaso estas mascaras verdades absolutas? 
Fue entonces que las friables miradas se cruzarón formando un canal propio, el lenguaje hablado se tornaba rudimentario, tierno chiste sucedaneo que se desvanecia para ser sustituido por  transmisión entera de ideas en la unica forma posible. Decir ‘’forma’’ no explica su naturaleza, pero al menos es una aproximación. ¡Que arbol aquel! tan carente de mascaras.  La misma habitación comenzaba a desmonorarse y tan solo sobrevivia el concepto purificado, si acaso aquel fenomeno podria describirse (y sera descripción oximoronica) como una telaraña de imagenes inefables. Emisor y receptor se convirtierón en terminos primitivos. La idea trascurria en todas direcciones, plastificada  frente a 4 pupilas que formarón un sistema orbitario armonico . Aún estando separados por las motas de polvo que danzaban, delatadas por la luz de un viejo sol,  navegarón a traves del otro. La mirada carente de parpadeo duró tantas estaciones que Venecia tuvo tiempo de morir y ser reconstruida desde sus cimientos.  El mismo oceano fue reinventado por los unicos que gozaban de tal derecho; los navegantes que se atrevierón a ver mas alla de la tierra firme. 
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Epiphyllum oxypetallum
Creí a la madera más áspera, más expuesta En la llanura se derramaron sus pasos De círculos, de aleteos estrellados Contuve la respiración y salté, entre ascensores remodelados, blanquecinos. Tumulto de altura Pero caí en tu laberinto, el de la madera pulida por silencios y criaturas florales Te lo juro, la creía más áspera. Mas fragil. Mira,  me deja sin astillas, amable misterio  Sin pliegues tranquilizantes. Sin textura ruidosa
Desde entonces caigo, resbalo a conciencia Después me compongo. pregunto al entramado: ¿Dónde estás y por qué eres? – Agitado, briza En respuesta se levanta y se convierte en epigrafe Se arrepiente, me abraza. Compensador viento Me mira y entristece, existe inmortal.  Me sonríe y dibuja un relato tan corto. Un nocturno Todo esto en una esquina, en el ángulo universal En el cruce de dos raíces boreales. Magnéticas Nos amamos en silencio y en silencio se despide. 
Caigo de nuevo. 
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Rubus ulmifolius
Fragmento de un manifiesto abandonado en una maceta
…y así hablaré y diré lo que me venga en mente. Cuando no sea por intentar capturar la belleza de tu desenvoltura (parecida a un tallo universal), lo haré como para calmarme el alma. Como un nigromante, tomaré pedazos de esencia y los enterrare para ver que germina. Aún si no nace nada, las seguiré regando, y procuraré que a todo que lo precise, lo envuelva una nube propia de bajas alturas. También tendré listo frascos de lluvia, incienso y contratos con la luna y el sol.  El orden cronologico es relevante solo para aquellas plantas que esparzan satisfactoriamente su semilla hacia otros rincones fertiles.  Para controlar las plagas – peor enemigo de las palabras – estaré atento a los sueños que se forjen por vicisitudes propias de la tierra y sus frutos.   Vacío pues, no solo mis cavilaciones, sino parte de mí y de lo que a ti se te escapa al mundo. No me queda más que desear lo mejor para este lugar , el humilde pedazo de tierra, vida documentada o instante de algo. El jardin que te dedico. 
1 note · View note
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Thelymitra pauciflora
Hoy no te escribo tras bambalinas Hecho sombra, como siempre, hecho manco Mejor hoy tiro la tierra y guardo el silencio Lo guardo en un sobre y lo dejo en la mesa Mejor te busco el oído y le hablo del agua Qué manera de callar, pliegue de vidrio sí por rumor o por libro me escuchas de lejos o si ves antifaces tirados y rayones en la arena acuérdate de las luces lisas, hielo que cae y las tazas de té de bolsillo, sorber tu mirada Aunque sea por la temporada de un lienzo Fuimos madera de todos los bosques. ¿Te acuerdas? Acuérdate de hojas pisadas, escógelas tu Dobla la textura de un instante, hazla brújula de papel Hazlo por mi fantasma, o por tus manos volátiles Acompáñame a la estación, seamos espectadores Hay humo de sobra para construir vías nuevas Actuemos como ladrillos despedidores y reconocidos ¡O subamos! seamos vulnerables naufragos Ven, seremos extranjeros, pero nunca extraños.
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Iris pseudacorus 
A continuación, encontrareis lo que quedó seco de una de las anotaciones apresuradas del respetado capitán Sevitt - amo de archipiélagos hechizados por el transcurso de las 97 vidas del gato que lo acompañó – Sus enseñanzas se nos presentan leñosas y al mismo tiempo vítreas, habéis leído bien, son parte de la cintura entre la costumbre y el rompimiento con la herencia. Un tallo frágil que proviene -como todos los tallos- de la lúdica alquimia de la tierra astronauta, y que se dirige siempre hacia todos lados.  Dicho de otra manera, un manual casi incompleto que instruye sobre los pormenores del arte de ver lo que muchos mueren sin ver.
Lo primero es escoger su desierto, tome muy en cuenta la disposición de las dunas, debe reconocer algo en ellas, debe percibir un llamado de la arena que se enrosque en el airepara luego caer de nuevo, y un sendero que le abra paso. ¡No escoga un desierto que no la invite primero! Despues se dispondra a recorrer su desierto por la noche. Habrá de hacerse con cautela para evitar tropezar con espejismos verdaderos. Es por eso que andará con los ojos vendados y descalza. Una vez se ha quitado los zapatos ha de ofrecerlos como obsequio a las constelaciones que lleven calzado. Lo anterior es de suma importancia, ya que en el gélido desierto nocturno nunca se camina solo sino siempre en caravana y es necesario andar en paz con sus acompañantes.
Lo siguiente es dar su primer paso, pero antes de darlo se hace menester recordar lo que sintió cuando respiró por primera vez. Si acaso se le dificulta hacerlo -como suele pasarnos a los olvidadizos- entonces tendrá que recurrir a quedarse recostada en la arena hasta sentir que ya no flota, es decir, hasta que se le borre la piel y los pulmones se le conviertan en lagartos que brillan en la oscuridad. Cuando eso haya pasado, entonces ¡levántese de una vez y échese a correr!
Es normal que sienta como si las dunas estuviesen hechas de petalos, millones de ellos. Luego sentirá obsidiana tibia o tal vez pastizales de trigo .  No se detenga, óigame, no paré de correr. Después escuchará el cantar de un ave grande, con las alas extendidas sobre usted volará empapándole con viento que viene no en bocanadas sino en telares. De la pluma primera a su contraparte en el otro flanco habrá la distancia que hasta entonces haya usted corrido. ¡Figureselo! Reconocerá en el cantar del ave tonos de percusión que vienen de una garganta acostumbrada al helecho, provienen de rituales que el avé escuchó e imitó de danzantes. Sin quitarse la venda de los ojos sabrá que las plumas son de tantos colores como notas tiene el instante de cualquier criatura.  Pues bien, el canto del ave marcará el tempo de su carrera. Continúe.  
Deténgase por completo solo cuando deje de sentir en la espalda los telares de viento, el ave se habrá marchado. Quédese ahí en silencio. Escribirá sobre la arena la siguiente oración: <<Surgid, espejo prismático, duna de estrellas, nebulosa, cae y conviértete en niebla. Ruinas del inicio, tomad mis ojos.>>  A continuación, si ha seguido los pasos procediendo como le he indicado, se quedará dormida en las dunas.  Soñará con un mercado inmenso en el que transite el mundo entero.  Aun no habrá recuperado la vista, pero no será necesario para verlo todo con exactitud, tan solo escuchad las lenguas entremezclándose en una sinfonía bulliciosa. A unos pasos los brazaletes de aquella mujer se sacuden haciendo sonidos agudos. Monos de mercaderes que coquetean y se roban sombreros. Se sigue abriendo paso entre la multitud que se dirige a todas partes y viene de donde todas ellas.. Ahora, huele aquellos frutos tropicales abiertos por la mitad, ande, pruébelos. Por accidente su mano le toca el pelo ensortijado a una niña. Ya los costales repletos de pescado aterrizan haciendo que la madera salte. Después de pasar algunos charcos y probar licores, caminar sobre alfombras y presenciar las hazañas de un mago de calle, llegará a un lugar con brisa matinal. Siéntese en la piedra y meta los pies al agua. Conviertase en horizonte. Escuchará a los pescadores charlar del día y a las poleas rechinarle a la soga de vela. Ahora de poco en poco recupera la vista, aun borrosa. En su desierto estará por amanecer, el eco lejano del ave le despertará. Quítese la venda y entonces los verá, en formas de luces que ascienden y cordones que se enrollan en sus brazos. Pruébelos, como frutos de mercado, exprímalos en la piel, deje que caigan, como la nebulosa. Ahora los ve a todos. Se funden con su desierto y en su muelle, con el ave y sus telares, y las dunas de petalos . Ahora no solo los ve. Usted es parte de los colores que no existían.  
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Pronus serrulata
-¡eh hombres por aca! ¡encontré algo! ¡mirad!   Parece que es un pergamino mojado ¿qué haremos con el?
El secreto de un bosque es el mismo que el de un mago; solo mostrar lo necesario. Tan solo exponer rendijas de luz, lo demás cubrirlo con pinos, dedos, pañuelos que caen en otoño, tantos que el paisaje visible parezca ser todo lo que existe. Mantener al espectador interesado, pero con puntos ciegos cuya existencia ignora. Guiarle con aparentes senderos nuevos, hacerlo participe. ¿Un voluntario? Una vez que de 10 pasos cautelosos pensará que ha hecho un gran progreso, incluso tendrá la sensación de que conoce el mecanismo del truco, pero no se percata de que esos 10 pasos bien pudieron ser dados hacia atrás, el bosque se presenta igual de incognito que antes, enormes columnas que sostienen al cielo, es el palacio de los limites inciertos. Un baile-laberinto.
En una amplia casa de hospedaje en medio del bosque, cerca del pueblo de Kitsuregawa se festeja el inicio de la primavera. En el patio se congregan docenas de viajeros provenientes de todas las prefecturas del imperio. Las 7 mesas dispuestas en un círculo despiden un bullicio arrozaceo y cálido. La luz de la luna llena se repite en cada plato. Rodeado por las mesas se alza un cerezo de petalos blancos y junto a el, Kiiro, el viejo musico y dueño de la casa ameniza la noche con su violín. Junto a el una joven domina la atención, en las manos lleva abanicos en los que figuran aves. Como presentación carente de palabras, con el suave movimiento de las manos comienza a dibujar montañas y rios en el aire que todos reconocen , se hace silencio para contemplar la historia contada por su desenvoltura. Alza un brazo detrás del otro, se convierte en columna y después gira cubriendose el rostro con ambos abanicos. Florece. No mira al público, ni a Kiiro, ni siquiera intenta mirarse a sí misma. Sus ojos están clavados en el pasado, en algún secreto resguardado celosamente con la elegancia de cada movimiento. 
Fuera de la casa el polvo se levanta formando pequeños remolinos que se extinguían poco tiempo después. Uno de los pequeños remolinos levantó una hoja amarilla que pronto fue a caer a la balsa de un joven que remaba contracorriente. Esa noche la tierra se quedó tan quieta que la hoja amarilla y el navegante tardaron poco en llegar a las faldas de la montaña envuelta por niebla. Dentro hay un monje que desenrolla un pergamino con las manos temblorosas. Lo lee detenidamente y cuando finaliza una lagrima se atasca en la comisura de los labios resecados por la meditación. El papel casi pulverizado, narra la leyenda de Sakura,  mujer poetiza que nació del bosque. Una criatura de ojos eternos que se alimentaba del juego de luces de luciérnagas y se fundía con ellas. Una mujer-tallo que conocía cada una de las raíces, hasta la más pequeña, conocía el entramado, se sabía parte de la red y admiraba su totalidad carente de dirección. Habitaba en si misma y en todo, sabía que el centro del bosque podía estar en cualquier parte o tal vez en todas al mismo tiempo. Una noche las nubes hicieron grises espirales y la luna brilló tanto que el bosque se convirtió en un laberinto blanco, las hojas secas se habían ido, entonces Sakura recordó. Lo recordó todo, a la naturaleza boscosa del mago y la naturaleza universal del bosque. Escribió sobre la red, fue como una vasija tallada que narraba una historia que no iniciaba ni terminaba, seguía sucediendo. Cuando terminó de escribir, cayo dormida y antes del amanecer ya era una franja de agua, durante la noche se hizo rio. Torpe como un venado, recién nacida intento fluir, pero tropezó haciendo que la corriente cayera formando una cascada cerca de Nekko. Despues un pez la enseño a desenvolverse y siguió hacia el rio Kinu y después al océano.
1 note · View note
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Bellis Perennis I
Los callejones están hechos con el propósito de que la ciudad pueda abrazar a desvalidos, enamorados y turistas. Pero antes estuvo el agua, y el agua abrazó a los callejones, y con ello, a la ciudad entera.
Al pie de la angosta calle del Pestrin un muro color tabaco se alza húmedo y descarapelado, y como muchas otras paredes de intemperie, yace resignado a convivir con enredaderas. La invasión es tan densa, repleta de hojas que hacen del muro un reptil, cuyas escamas suaves dejan escapar manchas camaleónicas regaladas al paisaje por el brotar de flores soberbias. Prendidas a la verticalidad le susurran a Galileo que la tierra también crece de lado.  Ginna, la mujer ciega sentada bajo el muro-reptil, sonrió cuando les oyó pasar, leyendo el tono y volumen de los pasos entusiasmados, le sabían mucho a piel estirada, a esa sensación de poderse comer al mundo con un grito de libertad. Incluso creyó haber escuchado el palpitar de corazones hechos de selva. Desde que aparecieron en su calle aquellos pasos apresurados,  resonando en la cantera como risueños staccatos, sonrió porque reconoció en ellos su propio corazón selvático, ahora convertido en un tranquilo bosque.
-Ven! sígueme Margarita te quiero mostrar algo, es por aquí, vamos.-
Hacía poco que había amanecido, un pescador, dueño de la jornada, alzó la mirada al cielo. El hombre es delgado, de rostro magro y barba rala. Los ojos hundidos y pequeños, con las fisuras externas apuntando al agua, denotando esa especie de tristeza serena de los viejos que trabajan hasta que mueren. La piel tostada por una vida con ríos, mares y canales como espejo.  Clavadas las pequeñas pupilas en el amanecer, saluda a un nuevo día y le agradece al agua su amabilidad que sigue haciendo que los hombres puedan flotar. Al hombre y su instante lo rodea un carnaval orquestado por la ciudad que despierta. Los gritos de mercaderes y el sonido que hacen los remos cuando se arrojan a las góndolas. El aleteo sin esfuerzo con el que se alza una gaviota y el casi imperceptible sonido que hace un trozo de plomo amarrado a una caña cuando se hunde en el gran canal. Glup.
-¡Ya casi llegamos, si, mira!  es aquella puerta alta, la ves?  La puerta de la que hablaba Pietri era mejor descrita como angosta, tremendamente angosta, tanto que este mismo defecto la hacía parecer alta.  Tres golpes con el puño a la puerta cerca del centro. Asomarse por una rendija ayuda más cuando hay luz en el interior. Tres golpes más. Pegar la oreja a una puerta ayuda más cuando hay ruido en el interior. Nada. Empuja la puerta, empújala y sube las escaleras, muéstrale el laberinto de rostros. La bisagra oxidada solo rechina al principio. Entrar se siente muy parecido a tener un nudo en la garganta. Las cuatro manos están frías.
-¿En dónde estamos? -Inquiere por fin Margarita
0 notes
botanicae-blog · 6 years
Photo
Tumblr media
Dahlia 
‘’Los pliegues son la parte importante, no solo de un vestido sino de todo, si.. de todo’-solía decir la cariñosa Tata .  
-Lo ves? Aquí. Mira Dalia, como se forman montañas que se rebelan al terreno- 
Aquellos pliegues más bien parecían hojas maltratadas, escritos condenados que nunca llegarían a la aceptación de su escribidor. O tal vez pensamientos en voz alta, mal articulados, escondidos, y eso los hacia más bellos. Inequívocos. Eran evidencia de un instante de vulnerabilidad.  - Tata... puedo tocarlos? -- ¡Qué va! ¡por supuesto niña! adelante, juega con ellos, conviértelos en lo que merecen ser, ¡un océano! o tal vez una bocanada de aire, o la piel...¡ la piel seca de un elefante! 
Para Dalia el universo a veces se reducía a una habitación matizada por una jungla de flores en macetas con bordes empolvados. Un espacio de esquinas frias y un techo a mas de 6 metros del suelo, ¡y las telas, por supuesto! las telas, montones de ellas provenientes de todas partes del mundo. Algunas como cortinas translucidas otras como cubre muebles, alfombras, e incluso las había colgadas a las paredes y al mismo techo. Este pasatiempo tan raro de Tata le gano el sobre nombre de ‘‘la loca de los hilos’‘   Y a eso se aunaba un montón de luz colándose por ventanas que todos olvidaban cerrar. Solo algunas veces así lucia el universo de Dalia, o al menos eso recuerda. Aunque es importante decir que  no por ser una habitación era un universo pequeño, y que no por estar repleto de telas y plantas era desordenado. Por el contrario, Tata disponía las telas con religiosidad en patrones que resultaban agradables a la vista, incluso a las viejas vecinas que le inventaban sobrenombres a sus espaladas.  Dalia solía ponerse de cuclillas para platicar con las plantas y se reía cuando empezaba  a llover para después quedarse impregnada a la ventana con las manos en el vidrio frió que reflejaba un rostro que sabia llover desde la infancia. Cuando no llovía le gustaba abrazar a todos y sobretodo escuchar a su abuela hablar en aquella manera tan parsimoniosa sobre la naturaleza de los pliegues y su importancia. - Veras niña, los pliegues son necesarios, sino mira mis arrugas! a las mujeres de mi edad no les gustan nada, pero no les hagas caso con su griterío, ven acércate mi Dalia, te voy a decir un secreto, si, bien, así. Mi niña, recuerda lo importante que es  la irregularidad en todo...  Tata, por otro lado, fue una de esas mujeres afortunadas que llegan a morir en  su cama limpia tomando la mano de su hijo y sin dolor en el pecho. – Hijo... cuida mucho a mi Dalia... Es una buena muchacha, mira. dile que de hoy en adelante mi huerto de recamara le pertenece. Pero que cuide de él justo como le enseñe. ¡Aaah que va! déjala que pase para decírselo yo misma y darle un abrazo como es debido. Dalia platico con su abuela hasta que anocheció. Acompañadas de té que Felipe preparó, las dos mujeres hablaron de todo, o casi de todo. Tata olvido decirle a su nieta que cuando creciera debía desacostumbrarse a eso de arrugar al mundo, olvido decirle que el mundo era plano. Así que la niña creció malcriada, se convirtió en una especie de prófuga por convertir todo lo liso en manta-raya. Se paso la vida moldeando valles, tornándolos en grandes cañones repletos de agua y líneas de corteza. También es bien sabido que aquella niña maleducada se dedicó por mucho tiempo a convertir a las ideas más simples, que suelen venir envueltas en un sobre, en universos complejos, tan complejos como un escrito arrugado o un pensamiento en voz alta.
1 note · View note