"Ceteris paribus" implica una conciencia de la complejidad del mundo, sugiere que los fenómenos no se pueden analizar aisladamente, y que cualquier análisis debe considerar el contexto más amplio, pues el conocimiento es a menudo provisional. Este blog es también un intento de reflexionar sobre —el resto y lo demás—, a manera de extensiones interiores del espacio exterior.
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Diario de viaje. Vaupés, Colombia. Junio, 2025.
PARTE 1.
Sin orden porque la entropía gobierna al Universo.
1. Destrucción y creación: ser-ahí.

En lo apasible que se observa en la distancia, se disimula solo fugazmente la fuerza creadora del mundo. Allí se guarda una potencia cíclica, una estruendosidad avasallante, una energia renovadora que no es condescendiente. El Rio nos traga para escupirnos de otra forma.
Río Apaporis.
La creación requiere destrucción, diría Shiva.
«La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo». Epicuro
En la consciencia de mi propia muerte, soy, existo. Ser-ahí en términos heideggerianos.
2. Si la serpiente no te traga, te guía.
Te adentras, te maravillas, te sacudes. Los ríos selváticos son la estructura, la forma del mundo primigenio, la vía de comunicación con tu yo más primitivo y sensible. Si la Anaconda serpenteante no te traga, te esta llevando a lugares inhóspitos, recónditos, sublimes, pero profundamente transformadores.
3. Somos veletas.

El Cesnna se muestra bravucón, minutos después batallaba entre nubes, tormentas y un clima impredecible.
Buscar la salida, renunciar al destino, intentar poner los pies en tierra, respirar.
La sed vital, pupilas dilatadas, sonreírle al miedo, hablarle con la mente: suelto el control, me entrego. Puedo batallar, pero siempre seré inferior.
Solo mi emoción superó al miedo, ¿Miedo? Me asusto de mí. Creo que no me doy cuenta de lo que pasa o simplemente lo comprendo a un nivel inconsciente y por eso lo vivo naturalmente con pasión.
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A propósito de este particular tuit, que surge del colapso del transporte público en Bogotá, ocasionado hoy por bloqueos realizados por los vendedores ambulantes, veo una oportunidad para referirme a una de las frases icónicas de Rousseau:
"El hombre nace bueno y es la sociedad la que lo corrompe"
Para Rousseau, el hombre es, por naturaleza, un ser bondadoso; es su pertenencia a la sociedad lo que corrompe su esencia. Al estar sometido a las fuerzas y dinámicas sociales, así como a las normas y relaciones que las rigen, el individuo se ve afectado por el predominio de la propiedad privada sobre lo público (o lo público usado como si fuera privado), lo que genera disparidad de oportunidades y un creciente egoísmo. Así, se convierte en un sujeto de corrupción moral, lo que representa el fin ineludible del individuo en su interacción social.
Otra frase de Rousseau es esta:
"El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado"
Este pensador se refería a cómo las estructuras sociales restringen la libertad innata del hombre, somos presas insalvables de las convenciones de la sociedad y sus normas. (Volviendo a la situación ocurrida en Bogotá, el transporte público debería ser siempre una herramienta para el ejercicio de la libertad y no la jaula en la que quedas atrapado. Que sea tan vulnerable un sistema de transporte nos hace pensar en que cambios sociales —y de otra índole— debemos realizar para garantizar ese derecho a la movilidad, proteger esa libertad y, claramente, salvaguardar los bienes de uso público).
Por otro lado, presento aquí una aproximación sobre estas ideas muy distinta y que me lleva a otra reflexión. Hobbes afirma:
“El hombre es un lobo para el hombre"
Para Hobbes, la naturaleza humana está intrínsecamente ligada al conflicto y a la competencia entre individuos. Cuando las personas habitan e interactúan en un entorno sin normas o convenciones sociales que regulen el comportamiento, es lógico que surjan la violencia y la hostilidad en sus relaciones, similar al comportamiento de un lobo hacia sus presas.
Este estado naturalmente hostil del ser humano, que para Hobbes describe su rasgo más característico, implica la necesidad de un poder absoluto que medie o disuada el ejercicio de la violencia (que en Bogotá puede ser recuperar el espacio público de ocupaciones indebidas o despejar un bloqueo vial). En este sentido, Locke proponía que los gobiernos no deben ser autoritarios, ya que es fundamental mantener un ambiente donde los acuerdos entre diferentes individuos o colectivos puedan proliferar. Sin duda, Locke apostaba por una capacidad autorreguladora de esos instintos o de la naturaleza violenta (que en cada individuo aflore la necesidad de cuidar el bien común), y creía que los individuos podían convivir en una "paz relativa", en una suerte de equilibrio inestable que evitaría la guerra hobbesiana de todos contra todos.
¿Qué rasgo distingue más precisamente a nuestras sociedades contemporáneas y cómo los gobiernos deben actuar ante afectaciones al bien común? Cada uno responderá.
Una reflexión final: Las ciudades —vistas como el mayor invento de la humanidad (*)— eran fortines amurallados creados para generar un entorno de seguridad ante los peligros que acechaban del exterior en cualquier momento. De las ciudades medievales que evolucionaron a partir de esa lógica, devinieron las grandes y poderosas transformaciones de la ciudad moderna, globalizada y contemporánea que hoy habitamos. Ciudades atravesadas por elementos comunes y diferenciales muy marcados, pero que ya no suelen ser distinguidas por ese primer ímpetu humano que nos hizo aglomerarnos, el del beneficio colectivo e individual de estar juntos. No nos juntamos ahora para sentirnos seguros, es el estar juntos lo que hoy nos hace sentir inseguros. Estamos casi inevitablemente forzados a mezclarnos en las múltiples corrientes que la vida moderna y actual nos arroja y, al mismo tiempo, como seres sociales, irremediablemente necesitamos de las ciudades para hacer aflorar nuestra condición humana. Estamos, pues, arrojados a la vida urbana y a sus lógicas; esto es tanto una maldición como una bendición. (**)
(*) Esta denominación la hace Ben Wilson en su libro Metrópolis, 2022.
(**) Texto extraído de “El espacio público en disputa: una interpretación de la ciudad contemporánea a partir de Foucault y Koolhaas” de C. Álvarez-Valencia, 2023.
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“El dinero es la suma total de todas las indiferencias sociales”: dos perspectivas sociológicas
Esta cita proviene del libro Teoría social, espacio y ciudad de José Luis Lezama, y a primera vista puede suscitar diversos pensamientos. Aquí abordaré a dos teóricos sociales clave para comprender los procesos de transformación social en las urbes, donde las relaciones de intercambio mercantil definen la interacción social, o al menos así lo exponen estos dos pensadores contemporáneos a su época: Ferdinand Tönnies (1855-1936) y Georg Simmel (1858-1918).
Gracias a los procesos de modernización, las ciudades experimentan cambios significativos en su estructura económica y social. Este es el marco de reflexión de ambos autores. Con el surgimiento de la ciudad industrial y su paulatina evolución como ciudad moderna, la mercantilización y la modernización derivada de ella han moldeado (y continúan moldeando) tanto el espacio urbano como las dinámicas sociales.
Tönnies sostiene que, en la ciudad, las relaciones afectivas son reemplazadas por relaciones utilitarias; la mercantilización de bienes y productos, potenciada desde la Revolución Industrial, dio paso a una "mercantilización de las relaciones". La interacción social, desde entonces, ha estado “guiada por la necesidad de racionalizar todos los ámbitos de la vida social”. Para pensador, todo lo que caracteriza al capitalismo —en sus aspectos económicos, sociales y sus valores homogeneizantes— aparece como un atributo inherente de la ciudad. Por otro lado, Simmel coincide en que el cambio es una característica intrínseca de la ciudad capitalista, precisamente porque los procesos urbanos asociados a las lógicas capitalistas (mercantiles) requieren esa capacidad de transformación para adaptarse a sus cambiantes necesidades. Pero, ¿cómo afecta o influye todo esto en las interacciones sociales?
Tönnies argumenta que la ciudad es el lugar donde se produce "la mayor enajenación de la esencia humana", principalmente debido a la mercantilización de la fuerza laboral y al surgimiento de la clase burguesa, explotadora por naturaleza. La actividad humana, y específicamente el trabajo, comienza a valorarse en términos de intercambio monetario. Simmel, por su parte, señala que esta relación mercantil entre productor y consumidor —que también se refleja en la dinámica burguesía-proletariado— favorece el surgimiento de relaciones impersonales, que se manifiestan en la indiferencia y la superficialidad, una interacción social "basada en el anonimato". Simmel lo resume de este modo: existe una "relación de reciprocidad entre economía y mentalidad urbana que distorsiona los contenidos humanos de las relaciones sociales". En este contexto, se pierde el contenido subjetivo en los intercambios sociales, es decir, todo aquello que no ha sido absorbido por las lógicas del intercambio mercantil. Se elimina lo subjetivo-humano en favor de lo objetivo-económico.
En resumen, estas reflexiones sociológicas capturan una época y unas dinámicas urbanas. Lo valioso de estas perspectivas es su relevancia actual y la posibilidad de identificar detonantes socioespaciales que puedan promover intercambios sociales más ricos y significativos en el espacio público, dotando a la ciudad de lugares para el intercambio subjetivo, ajeno a la lógica mercantil o, dicho en términos más contemporáneos, menos consumista.
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La reciente escritora surcoreana galardonada con el premio nobel de literatura (2024) Han Kang, en su libro La clase de griego (2021), inicia muy tempranamente con una situación que atraviesa a uno de los personajes centrales de la historia: "Había dejando de pensar con el lenguaje". Sin ahondar en la particularidad que vive este personaje, esta frase me hace evocar a Wittgenstein en una de sus afirmaciones más explosivas dentro de su libro Tractatus Logico-Philosophicus: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.
En la historia de Kang tenemos a una mujer que ha perdido la capacidad del lenguaje, entendamos este síntoma como la consecuencia o no de un trauma, lo cierto es que es un evento que marca un punto de inflexión en su vida:
"El lenguaje, que la aprisionaba y la hería como una prenda hecha con miles de alfileres, desapareció de un día para otro. Podía oírlo, pero un silencio como una gruesa y compacta capa de aire se interponía entre el caracol de sus oídos y el cerebro. Rodeada por este silencio oprimente, no podía acceder a la memoria que le permitía mover la lengua y los labios para pronunciar las palabras y sostener con firmeza el lápiz. HABÍA DEJADO DE PENSAR CON EL LENGUAJE".
A primera vista, resulta difícil imaginar que una acción compleja como el pensamiento pueda ser independiente del lenguaje, para Wittgenstein el lenguaje no solo nos permite decir cosas, sino que también es el medio mediante el cual nos relacionamos con el mundo y con los demás, esto no signifia que todo pueda expresarse a través del lenguaje oral o escrito, y aquí entra el SILENCIO.
Volvamos a nuestro personaje, ha perdido la capacidad del lenguaje, es decir, su capacidad de comunicar. Si el lenguaje nos permite la interacción social, los silencios se presentan como intersticios entre lo que no se dice; sine qua non, lo que se calla también comunica, con un significado que enriquece lo interpretativo. Para Wittgestein, no todo se puede expresar a través de las palabras, pues nunca hay bastantes como para describir la realidad (o la experiencia fenomenológica de la realidad *). Partiendo de esta base filosófica, tanto el pensamiento y el lenguaje son interdependientes, tienen una relación mutua y dinámica. El pensamiento crea y determina al lenguaje, y por ende, el lenguaje enriquece y revoluciona al pensamiento.
Qué concluímos con esto: que el pensamiento no sería posible sin el lenguaje. Pero esta idea nos puede llevar a confrontarnos con aquello que entendemos como lenguaje (o pensamiento), sino a repensar si los animales no humanos pueden tener "creencias verdaderas", a primera vista parece que sí **. ¿Diríamos que los animales no humanos tienen lenguaje? ¿Qué tipo de lenguaje? ergo, ¿tienen pensamiento? No nos desviemos, volvamos a los silencios en la comunicación humana. La protagonista de la novela está rodeada de "un silencio como una gruesa y compacta capa de aire".
Para Gadamer (otro filosófo, ya de la corriente hermenéutica), los silencios tampoco son simples ausencias de palabras, los silencios son fundamentales en la creación de significado en la conversación. Esto implica un proceso de escucha mutua que permita la afloración de interpretaciones (fusión de horizontes), pero para esto necesitamos del lenguaje, no su ausencia. ¿Cómo una persona carente de lenguaje y solo poseedora de silencios puede comunicar algo y conectar de formas profundas con alguien? Será cuestión de adentrarnos más en la novela (yo apenas llevo 10 páginas).
Por otro lado, y ya aventurándome con Derrida (nunca lo entendí muy bien),Los silencios son parte esencial en la desconstrucción del lenguaje: tanto lo dicho como lo no dicho, lo implícito y lo ausente, conforman el tejido complejo del lenguaje. Es precisamente en esa ausencia, en lo que queda fuera del discurso explícito, donde emerge la posibilidad de múltiples significados. El lenguaje, en su totalidad —lo presente y lo ausente—, es lo que dota de complejidad y fluidez al significado.
En resumen, solo podemos afirmar que el lenguaje visto desde varias corrientes filosóficas es lo que nos permite una comprensión del mundo y de los otros, carecer de lenguaje limita nuestra capacidad de pensamiento, porque no hay intersubjetividad y porque la "caja de herramientas" con la cual pensamos, está (o parece estar) anidada en el lenguaje.
Dejo unos extras con ayuda de Chat GPT:
En la película Arrival (2016), se explora la idea de que el lenguaje puede cambiar la forma en que las personas piensan y perciben el mundo, lo que está relacionado con la hipótesis de Sapir-Whorf. Esta teoría es fundamental para la trama de la película, donde los protagonistas intentan comprender el idioma de una raza extraterrestre para descubrir sus intenciones. La teoría sugiere que el lenguaje (idioma) que hablamos influye en la forma en que pensamos, percibimos el mundo y experimentamos la realidad. 🤯
(*) La "experiencia fenomenológica" se refiere a la manera en que los individuos experimentan y perciben el mundo desde su primera persona, es decir, desde su perspectiva subjetiva.
(**) El debate sobre si los animales no humanos poseen creencias y pensamientos se relaciona con su capacidad para procesar y responder al mundo de manera racional o intencionada. En la filosofía de la mente, algunos filósofos argumentan que muchos animales no humanos tienen sistemas cognitivos suficientemente sofisticados para formar creencias sobre su entorno. Por ejemplo, un perro puede "creer" que hay comida en su plato cuando ve a su dueño acercándose con la comida. Sin embargo, las creencias en animales no humanos pueden diferir de las humanas porque no están necesariamente acompañadas de lenguaje simbólico, lo que hace que algunos filósofos cuestionen si las creencias animales pueden ser consideradas del mismo modo que las creencias humanas. En los humanos, las creencias suelen estar articuladas o codificadas mediante el lenguaje, mientras que en los animales, las creencias y pensamientos pueden ser más implícitos o basados en instintos y comportamientos.
Agradecimientos siempre a mis profesores: Ángel Rivera (filosofía analítica), Diana Muñoz (filosofía de la diferencia y hermenéutica) y José Luis Luna (fenomenología). Disculpen los errores que pueda tener en este texto.
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Después de leer La Vorágine, siempre queda el deseo de saber algo más; pero ese 'algo más' es como mirarse en un espejo y descubrir que seguimos siendo los mismos, aunque el rostro muestre las marcas del tiempo. La historia se presenta como sempiterna, más vigente que nunca, como si los eventos no transcurrieran de forma lineal para perderse en el pasado, sino que se movieran en una espiral hacia el presente, donde lo humano está atrapado en su propia naturaleza y refleja en ese espejo lo que somos y lo que nunca dejaremos de ser.
La selva no es solo un escenario, sino un personaje en sí mismo. En la trágica realidad que se relata en La Vorágine, se cuenta la historia de un territorio olvidado por el Estado, una historia de explotaciones, desmanes y abusos que sigue siendo actual y cuyas expresiones no faltan en el contexto social, económico y ambiental de la América Latina contemporánea.
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Pensar la ciudad desde el paradigma
Como ingenieros y responsables de las vías, hemos heredado una forma de hacer ciudad que no prioriza la seguridad vial en su diseño. Muchos de nuestros lineamientos técnicos y fundamentos teóricos se basan en constructos que no han resistido la prueba del tiempo, como el HCM y otros referentes que han promovido una visión carro-céntrica en nuestras ciudades. Hemos adoptado criterios de capacidad vial y nivel de servicio, basados en criterios de eficiencia, en el “miedo” a las demoras y a las colas, con la congestión vial como enemigo, y muchas veces aun sosteniendo la idea de que aumentar la capacidad vial es la solución a dicho mal. También hemos utilizado tipologías vehiculares sobredimensionadas para modelar radios de giro, mantenido anchos de carriles vehiculares muy por encima de lo realmente necesario, y así, más cosas. Todo esto merece un cuestionamiento matizado, ya que caer en radicalismos podría dificultar un cambio constructivo. ¿Estamos cambiando eso? Sí. ¿Nos falta mucho por cambiar? También.
En este espacio, quiero abordar el tema de los paradigmas. Para ello, consideremos antes algunas frases:
“Cundinamarca no es Dinamarca.”
“Debemos cambiar el comportamiento riesgoso priorizando acciones de pedagogía y educación vial.”
“Asumimos que los estándares para diseñar vías incorporan la seguridad vial.”
En cada una de estas frases hay ideología y creencia ciega, se ha dejado a un lado algo esencial que viaja a la velocidad de la luz en un mundo moderno: las evidencias. En este mundo globalizado el intercambio de información es abrumador y desafiante, la difusión de evidencias y casos de estudio en cada esquina del globo y entre nuestros vecinos de la región, ha proporcionado nuevas perspectivas y aproximaciones sobre cómo mejorar la seguridad vial mediante cambios en las prácticas ingenieriles o, dicho de otro modo, en nuevas formas de hacer ciudad y de concebir el espacio público.
Reflexionemos sobre lo siguiente:
"La locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes." (Rita Mae Brown, Muerte súbita, 1983)
"La locura es repetir los mismos errores y esperar resultados diferentes." (Origen atribuido a un folleto de Narcóticos Anónimos, 1981)
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo." (Atribuido a Einstein)
¿Qué tienen en común estas frases? Todas reconocen la dicotomía causa-efecto, la relación entre hacer algo y obtener determinados resultados. ¿Esto cómo se traduce en nuestra práctica ingenieril y en el fenómeno actual de la siniestralidad vial? Les dejo esa respuesta. Aun así, queda clara nuestra conexión con un paradigma que hemos heredado y aprendido durante nuestra formación académica y práctica profesional. Estamos inmersos en nuestros propios paradigmas, de la misma forma en la que antes la humanidad estaba gobernada bajo el entendimiento de un modelo geocéntrico como explicación del cosmos. ¿Qué paso luego? El paradigma cambió y nuestro entendimiento del cosmos también.
Entonces ¿qué es un paradigma? Según Thomas S. Kuhn, un paradigma es un modelo o conjunto de modelos que rigen el pensamiento científico de una época (y aquí voy a apropiarme de Kuhn para la introducción del contexto que me interesa, el ingenieril). Un paradigma es lo que los científicos (o ingenieros) creen que es la ciencia (o la ingeniería) y lo que utilizan como guía para sus investigaciones (o práctica). Un cambio en la forma de abordar la ingeniería de la ciudad, específicamente en la concepción de nuestros sistemas viales y de transporte, del espacio público en general, puede ser revisado bajo esta noción de "paradigma".
Los cambios paradigmáticos representan verdaderas revoluciones científicas. Según Kuhn, estas revoluciones no son fruto de una acumulación gradual de conocimiento, sino que ocurren como saltos abruptos, fuertes discontinuidades en el saber comúnmente aceptado y que a menudo son incomprensibles para los científicos (o ingenieros) de la época. Solo con la aparición de un nuevo paradigma (con su peso en evidencias y nuevas prácticas), los científicos (e ingenieros) son capaces de reinterpretar la ciencia (la ingeniería) desde una perspectiva radicalmente nueva. Este fenómeno ha estado ocurriendo en la forma de aproximarnos a la seguridad vial en nuestras ciudades durante las últimas décadas, lo veamos o no, estamos en capacidad de adaptarnos a eso o no.
El cambio de paradigma también puede ocurrir cuando los científicos (y los ingenieros viales) pierden la confianza en el paradigma vigente (carro-céntrico). Esto puede suceder porque el paradigma se ha vuelto obsoleto (y hoy se nos exige liderar la transformación hacia ciudades más humanas) o porque se han encontrado nuevas evidencias para abordar los problemas de seguridad vial (nos referimos al enfoque de sistema seguro). La ingeniería vial debe alimentarse de nuevas evidencias. La razón de ser de la ingeniería es resolver problemas, no reproducirlos sin cuestionamiento. Si el criterio ingenieril se basa en prioridades de diseño, estas deben encontrar un equilibrio entre lo que debería ser y lo que se está haciendo, priorizando la vida sobre la máquina e integrando, sin la interferencia de argumentos débiles, la seguridad vial como un componente fundamental.
Aunque los cambios de paradigma pueden ser difíciles de aceptar, son tan esenciales para el avance de la ciencia como de la ingeniería. Sin ellos, la investigación se estancaría y nuestra profesión no podría progresar….
…y lo humano seguiría subordinado a la máquina y el concreto sobre lo verde.
Referencias para consulta:
Dangerous by design (2024): https://smartgrowthamerica.org/dangerous-by-design/
Thomas Kuhn (1962): La estructura de las revoluciones científicas
Wes Marshall (2024): Killed by a traffic engineer
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Dos lecturas o interpretaciones de ciudad: Weber y Durkheim
(1) Para Weber, existe una relación inseparable entre la burocratización del Estado y la racionalización de las dinámicas urbanas. Estas dinámicas son precisamente las que otorgan al Estado su poder o carácter dominante. El Estado, al imponer normas y ejercer control —en línea con la idea de vigilancia y control de Foucault—, define en gran medida cómo se construyen y habitan las ciudades. Además, Weber destaca a la ciudad como el espacio donde confluyen las diversas formas de vivir y ser en sociedad. Es en esta vida social donde la racionalización cobra un sentido práctico, pero también normalizador, nuevamente evocando a Foucault.
El aporte de Weber radica en identificar el rol del Estado burocrático moderno como motor de la modernización urbana, una modernización que está íntimamente ligada a las lógicas capitalistas (hoy las veríamos como globalizadoras) y que, a su vez, impulsa la racionalización de lo urbano. Para Weber, la racionalización urbana se refleja en la planificación técnica y estructurada de las ciudades, la creación de instituciones burocráticas para su gestión y la organización del espacio urbano bajo principios de eficiencia y orden.
Sin embargo, esta visión deja poco margen para la "gestión" del desorden, lo imprevisto, o el caos. Sabemos que nuestras ciudades no son ejemplos perfectos de eficacia y orden, ¿será que debemos cuestionarnos si la racionalidad, tal como la hemos entendido e implementado, es el mejor camino para crear espacios verdaderamente habitables?
(2) Para Durkheim, la ciudad es el escenario donde los fenómenos sociales se manifiestan y dan forma a la vida colectiva. La aglomeración densa que caracteriza a las ciudades posibilita el contacto social, aunque esto puede cuestionarse tanto las ciudades compactas como las dispersas en su morfología. Durkheim nos lleva a reflexionar sobre cómo la vida moral surge de la vida colectiva, pero también advierte que estas normas sociales pueden limitar la expresión individual. Este autor asocia el desarrollo del proceso de urbanización con la necesidad de gestionar la densidad, tanto en su dimensión físico-espacial como en términos morales (problemas sociales). En este contexto, Foucault es clave para comprender esta genealogía, ya que permite analizar cómo el ejercicio del poder se manifiesta en la forma en que se planifica y organiza la ciudad. Surjen dos preguntas: ¿Nuestras ciudades promueven verdaderamente la cohesión social, o más bien refuerzan las barreras sociales, a menudo agravadas por la segregación física que generan ciertas infraestructuras, diseñadas con un enfoque puramente funcionalista? Y si vivir en sociedad explica el surgimiento y la necesidad de determinadas normas, ¿hasta qué punto la ciudad puede ser un espacio de experimentación individual? ¿Cómo podemos, desde la planificación y el diseño urbano, crear espacios que permitan formas diversas de ser y estar en el espacio público?
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El beso, ¿una metáfora?
¿Qué metáfora puede haber en un beso? El beso puede ser, en tanto concepto, solo una metáfora, ¿pero no es entonces el beso lo que queda después de dejar de lado toda metáfora del beso? ©D. Sztajnszrajber Si roza los labios, los moja y muerde... Qué importa que sea una metáfora. (Filosóficamente hablando 😚)
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La batalla de los egos definida en una lucha de poderes. Más absurdo. Interiorícelo y reconozca sus batallas diarias.
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Rescaté este artículo porque hoy, como en muchas reuniones en las que participo, surgen comentarios acusadores y ciertamente pedantes sobre el mal comportamiento de los ciclistas ante la regulación semafórica.
Resultó fácil en nuestro cotidiano hablar, atribuirle a los ciclistas las bien sabidas características del mal comportamiento del peatón ante el destello de la luz que “sabiamente” dictamina cuándo se debe circular y cuando no. Hoy copiamos el discurso de la imprudencia peatonal y se lo extendemos a los usuarios de las dos ruedas impulsadas con energía humana. ¿imprudencia ciclista? si y no. Según el Código de Tránsito (que reclama con urgencia una actualización) la respuesta está cantada, no hay que ser muy estrictos en la interpretación normativa para llegar a esa conclusión de que se comete una infracción a la Ley, ¿pero porqué ocurre esto? De la misma manera que cuando nos preguntamos ¿porqué rayos los peatones cruzan en rojo o no usan el bendito puente peatonal?, por ahí va el río.
Como transeúnte me encuentro con fases semafóricas que ponen al vehículo en competencia con mis preciados segundos de verde, o sino es que me toca creerme la versión femenina de Usain Bolt para poder cruzar. Por otro lado, tal como está planteada la infraestructura vial y su funcionamiento, como ciclista urbana el problema es poder cruzar la intersección de tal manera que logre adelantarme y evadir el torpedo vehicular apelotonado y evitar así el conflicto (riesgo) con él (primera paradoja). Reto: Intenten despejar el cruce con motos alrededor y carros a los que solo les estorbas. Estoy siendo simplista y generalista, situaciones diversas bien podrían requerir más palabras de las que caben aquí pero el objetivo es plantear interrogantes que ayuden a profundizar más en la fenomenología que nos aborda. Nótese que intencionalmente evito la palabra -problemática- en un esfuerzo de entender la movilidad como una expresión social (humana).
Ya muchos hemos tenido que enfrentarnos a estas preguntas y ante la disyuntiva de lo que llamamos imprudencia y la tarea de entender el fenómeno de la movilidad en su más íntima naturaleza, nos encontramos frente a la dicotomía entre ortodoxia y heterodoxia en la práctica ingenieril o, visto de otra manera, entre la forma tradicional de “resolver” la movilidad y aquel otro esquema que llamamos movilidad sostenible (o hacer ciudad para las personas, que en lo particular me gusta más).
Dejo aquí apuntes sobre seguridad y eficiencia energética en palabras de biciusuarios que se han cuestionado por lo mismo y que posiblemente brindarán algunos elementos de análisis que en el qué-hacer ingenieril podrán servir para abordar la interacción de modos te transporte de una manera más integral y con una perspectiva de seguridad vial (segunda paradoja).
Tanto peatones como ciclistas están en la lucha por el espacio público y hacer que el diseño urbano responda a las necesidades de todos implica también dar un paso atrás y revisar cómo desde la operación y disposición física de la infraestructura vial nos adaptamos a estas formas de movilidad (las humanas).
@caralval
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Algunas razones por las cuales los ciclistas pasan con luz roja (http://www.arribaelachancha.cl/2008/11/27/el-semaforo-regulador-omnimodo/)
Seguridad: Adelantar la marcha pasando con luz roja, permite iniciar el viaje sin la estampida que se produce con la luz verde, cuando los vehículos motorizados luchan por espacio hasta la próxima detención. Esta alternativa otorga también visibilidad al ciclista. Los conductores motorizados detectan la presencia de un ciclista porque han tenido tiempo para verlo. También permite evitar el smog que dejan los autos al acelerar.
Otra razón asociada a la seguridad, es que esta maniobra permite al ciclista salir de la zona de viraje de vehículos motorizados, cuyos conductores no señalizan o hacen caso omiso de su presencia en la pista.
Eficiencia energética: Pedalear involucra trabajo físico. Detenerse completamente en cada semáforo resulta ineficiente e incluso puede llegar a ser agotador. A veces no es necesario detenerse dada la ausencia de vehículos por la vía que se está cruzando, por lo que es mejor seguir el camino con el impulso que se trae, similar a la maniobra ejecutada en un ceda el paso.
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[Porque no llegar es también el cumplimiento de un destino] ©Gonzalo Arango Qué evocan estas palabras en torno al movimiento nadaísta... Aunque el destino no sea el cambio/transformación/destrucción del orden hegemónico/imperante (la mentira), sí hay un destino personal que es la apertura de mente hacia nuevas ideas y percepciones del mundo. Quizás esa búsqueda en sí sea un destino precisamente porque transforma el propio mundo /la transformación del yo/. Esto me lleva a otra frase de Gonzalo: [Tus actos son soberanos y tienen el poder infinito de elegir el mundo que sueñas, en el que anhelas vivir]. Cumplir un destino implica acción/ Tus actos definen tu destino/ Al transformar tu vida - tu yo - transformas tu entorno - tu mundo/ He ahí la transgresión: [Solo estás vivo si eres consciente/ No te dejes urbanizar la conciencia]. Esto sonó a puro /new age/ pln/ mecánica cuántica/ ¡¡¡el secreto!!!/ pero finalizando con un aire revolucionario alentador (casi marxista). ...Si no escribo no entiendo nada. ¿entendí algo? ((Leyendo Obra Negra))
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Vibra ipso facto, al menos debo decir que así era. Hoy vibran otras cosas, no necesariamente la poesía.
La poesía requiere musas, reales o metafísicas. Requiere versos dulzongos y crudas verdades.
Un poeta como Gonzalo Arango transfigura mi antigua concepción porque no puedo declarar que escriba mi /poesía/ sin ninguna influencia mágica. Y agrego: “ni buscando fuentes creadoras en la soledad, el platonismo o los éxtasis purificadores”.
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~no las palabras no hacen el amor~ ©Alejandra Pizarnik Las palabras no hacen el amor. Intentan hacerlo, buscan el sustrato que conecta la emoción con la sensación, depositan la carga manifiesta de intenciones, de deseos, de sueños. Las palabras no hacen el amor, y si lo hicieran, lo sutil se posaría en la epidermis y suaves contracciones serían la señal trascendente, Porque solo lo trascendental está por encima del lenguaje. Las palabras tocan pero no hacen el amor, describen pero no humedecen, Susurran pero no besan. Las palabras cayeron en una hoguera hace tiempo, se hicieron humo y son casi ininteligibles. Hay silencio. ~el resto es silencio~.
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Quizás has sentido ese hilo invisible uniéndote a personas y lugares en la distancia, o llevándote a momentos específicos del espacio-tiempo. Todo, para ser revividos como un deja vù, que como un residuo ~nebuloso~ te re-crea una realidad distinta más accesible a tus sueños. (En la foto: Frag. de Las Olas de Virginia Woolf)
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“La vida misma es triste y solemne” Hay ángeles terrenales caminando junto a nosotros, almas sensibles llenas de energía vibrante y afectuosa. Bueno, es una manera de describirte y es reconfortante pensarte de esa manera. Así te recuerdo hoy que tu vínculo terrenal termina y este mundo que percibimos con los sentidos pasa a ser otra cosa (o talvez la nada). No sé si existe el alma o el mundo perfecto extracorpóreo de Sócrates o el mundo de las ideas de Platón, trascendental y, diría yo, utópico. Sea lo que la imaginacion del hombre permita… en días funestos como hoy “La vida misma es triste y solemne”. Si todo lo que existe es naturaleza y toda la naturaleza es “Dios” (Spinoza), entonces seguirás estando aquí de una forma u otra, en este cosmos infinito y mágico que nos rodea y del que somos parte. No sé nada, no sé nada, no hay certezas. No sé si somos la sustancia única de alma-cuerpo indivisible de Locke o lo subsistente producido por la imaginación que intuyó Hume. Tal vez solo debamos poner en duda esta realidad material como lo hizo Berkeley, que sea esta vida un sueño, una ilusión. Que a pesar de todo debamos aceptar un día final del ser o quizás sigamos existiendo de una manera u otra. “Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueño…” Shakespeare. En todo caso, exista o no algo más allá del sueño de la muerte, existirás en la memoria de las personas que tocaste con tu vida.
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