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La espina
"Todos los poemas que plasmó en este libro fueron todas aquellas palabras que no pudo decirle a ella en la cara. Él tenía una espina en el corazón: no dolía, no incomodaba… se había clavado tan profundo en su corazón que ya era parte de él" -Guz
Mi buena amiga, Patricia (Caelum), no hace mucho se estrenó como articulista en un medio digital. Si bien me dio demasiado gusto ver su foto tan profesional de reportera, no me sorprendió demasiado; pues con su talento lleva ya varios años pivoteando una carrera como escritora. Su primer artículo sin embargo, me llegó directo al corazón, pues hilé los síntomas y me di cuenta de que yo padezco del mismo mal: también tengo una espina en el corazón. Decidí escribirle y compartirle mi historia buscando aliviar un poco mi dolor, pues aunque no sería la primera vez que la contara, deseaba yo que fuera la primera vez que alguien la escuchaba de verdad. (Probablemente) nadie comprende el alma de un escritor mejor que otro escritor.
Tengo una gran espina en el corazón Patricia y… necesito contarte una historia… mi historia.
Largos y rubios cabellos eran los dichosos de custodiar aquella fina cabecita en la que descansaba su cara angelical. Sus manos y sus facciones, tan finas como la seda y suaves como el algodón. Su piel bronceada es en el fondo tan blanca como la leche. Y su alma... tan brillosa como su corazón. ¿El ritmo de su palpitar? tan alegre, como los cumbiones que adoraba danzar.
Danielle Leidift, es la chica que alcanzó su décimo octava primavera en medio del caos de la pandemia. ¿Aburrimiento? ¿Curiosidad? Quizás solo... la picardía de hacer algo nuevo, haciendo gala de su mayoría de edad recién obtenida; concedió a la enorme red azul (Facebook) el permiso de publicar su perfil en Dating; una plataforma para conocer gente como Tinder. La descripción de su perfil comenzaba anunciando que en ella encontraría lo mejor de 2 mundos: Niña fresa | Niña barrio, y terminaba con un interesante razonamiento de su autoría: "La gente que te da like y no te manda mensaje... o solo te pide tu Whats; es el equivalente en la vida real, al tipo que en el antro se te queda viendo entre las sombras, solo para, tras ahogar su decencia en alcohol, se te acerca y con voz ebria te susurra en el oído <<es que te ví desde lejos y estás bien bonita amiga y pues no quieres ir a mi depa??>>". Como dirían en su serie amarilla favorita (Los Simpson) -Olvídelo amigo. Consígase otro tonto, amigo.
Leidift comenzaba a abandonar la tonta y juvenil idea, residuo de su recién cumplida mayoría legal de edad, de encontrar al amor de su vida a través de una pantalla. Parecía que la red social estaba llena de 'Suggar Daddys', 'otakus' y más tipos raros; hasta que una tarde de sábado recibió un mensaje bastante fuera de lo usual: no era tan solo un tipo como los demás, resultaba claro que se había tomado el tiempo de analizar su perfil; no solo deslizar a la derecha, sino que la estudió con la minuciosidad y paciencia, propia de un artista. Estaba claro que esta persona había pasado una por una sus fotos hasta encontrar la manera de llamar su atención, comentando una fotografía en donde salía recostada en su habitación, con una sonrisa angelical y unos ajustados jeans que mostraban un patrón de la cara de Homero Simpson. -Soy una enciclopedia ambulante de referencias de los Simpson... Ponme a prueba. Dani tuvo que releer aquellas palabras más de 5 veces pues, el insólito mensaje contrastaba demasiado con la mayoría de frías y aburridas cajas de texto con las que interactuaba. (Typing)... -¿Y tu padre es? -veamos si esta referencia es de tu talla-. Pasaron apenas 5 minutos cuando, sorpresivamente, recibió el diálogo correcto: -¡Que no es Bono! Vaya. No fanfarroneaba, el tipo realmente conocía la serie... ¿o fue un golpe de suerte? Leidift se tomó la tarde, la noche y parte de la madrugada en probar a este sujeto que se presentaba (en su perfil) como "Emprendedor | Gamer | Artista"... bueno, siendo honestos la prueba ya había sido superada hace varias horas. El platicar con él, simplemente era diferente. Había química, era bastante caballero y... tenía una ortografía impecable. ¿Quién es este apuesto sujeto y...? Más importante aún, ¿Cómo es posible que haga a mi estómago sentir como si dentro del él, residiera una familia completa de mariposas..?
Me enamoré, Patricia. Como solo una vez en mi vida me había sucedido. Mis días con Danielle, sin importar que estuviéramos separados por un cristal, a varios kilómetros el uno del otro, fueron los 4 días más hermosos de mi vida. La pantalla de por medio, no era obstáculo para sentir la calidez de sus palabras, la magia de sus abrazos o el travieso desliz de sus pícaras manos. Y así, tan de repente como apareció, un día desapareció... No fue hasta 3 días después que recibí un mensaje de mi niña... mi princesa; solo para escribirme algo así como "Por favor no me odies, estoy castigada y me robé el celular para escribirte.... Te quiero mucho y pronto volveremos a estar en comunicación. Te adoro con todo mi corazón, mi príncipe azul"... Y esas fueron sus últimas palabras. Media semana después, su perfil en Dating y toda esperanza mía para volver a entrar en contacto con ella... Desapareció.
Y me duele. Y es una mierda que en solo 4 días, sin interacción humana, haya clavado sus espinas tan profundo en mi corazón. Y es una mierda soñarla todas las noches y no querer salir del sueño. Y es una mierda ni siquiera saber si todo fue real, si fue un Catfish, o un delirio de mi imaginación.
Tras varios minutos de tortuosa espera, Patricia respondió... dándome un mensaje más o menos reconfortante... lo suficiente como para dejar de desear vivir en mis sueños: el único lugar en donde cada noche sin falta la veía y alcanzábamos las estrellas.
-Está bien querer a alguien, es natural querer a ese alguien a nuestro lado pero también tenemos que aprender a querer al otro aún no teniéndolo cerca, aún aprendiendo que fue algo fugaz Aún con la incertidumbre de si volverá o no, está bien seguir queriéndolos pero hay que continuar con nuestra vida y nuestro trabajo. Ese es el mejor homenaje o forma de cariño que les podemos demostrar. Cultivándonos y volviéndonos mejores personas es también una forma de continuar queriendo. -Love, Guz
Intento hacerle homenaje dando lo mejor cada día, sin embargo... no hay día en el que no piense en ella. ¿Mi acción radical para encontrarla? Sería repartir mi historia por redes sociales, adjuntando un par de fotos de ella, y que mi mensaje se comparta hasta que sea vista a través de sus hermosos ojos marrones, a donde quiera que ella esté. Incluso si su nombre no es Danielle Leidift, incluso si la persona, dueña de las fotos y mis ilusiones jamás ha tenido contacto conmigo. Al menos así, mi alma estaría en paz, pues no concibo vivir en esta Tierra, sabiendo que encontré y perdí, al amor de mi vida.

-Love, Eff.
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Diciembre 3
Hoy fue un gran día
Quizás, el primero a tu lado,
Del resto de nuestra vida;
Pues como a ti a nadie he amado.
Y es que no ha sido sencillo
El solo acercarme y ayudarte con tus platillos,
Pues si supieras lo que en mi mente pasa
Cada vez que veo tu linda cara,
Cuando escucho tu dulce voz,
O contemplo tu gran valor.
Tuve la valentía de invitarte,
¡Y a la fiesta parece que aceptaste!
¡¡Quisiera girtarle al mundo cuan feliz me siento!!
Me encantó despedirme con un dulce beso...
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Honey
Aunque lo intento has nublado la razón,
Contigo yo quiero estar...
Zafarme no es más una opción.
Nuestro primer encuentro fue fugaz... Accidental;
Ni tu nombre pude preguntar.
¿Quién iba a pensar
que te convertirías en un pensamiento habitual..?
Aún no puedo creer que tiré tu celular...
Nos veo en mi cabeza, contemplando la naturaleza,
Árboles, flores y estrellas; siento tu pureza...
¿Te imaginas por las noches nuestras almas juntar?
Para contarte cuentos por la eternidad.
Anhelo contigo conversar,
Y juntos al mar viajar
Como equipo tendremos un mundo por explorar,
¿Y por qué no? UN UNIVERSO para crear.
Ya no me sorprendo al hallar;
Que ni en tus relucientes ojos color miel,
Ni en tu fina piel de papel,
Dejo de pensar.
Ahora ni en la tranquilidad paro de imaginar,
Tu sonrisa, la más bonita;
Quisiera cubrirte con besos y caricias.
La más dulce niña,
La más bonita.
Tú eres una flor...
Sueño con que seas la dueña de mi corazón.
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Pink Lemonade
Soy el cristal que te cuida,
Soy quien por ti cualquier cosa haría,
A la distancia te contemplo,
Mientras susurro a gritos cuanto te quiero.
Si tan solo supieras que tu mirada avellana,
Basta para alegrar las tardes y las mañanas,
Tu sonrisa, la más sincera,
Adorna tu rostro lleno de pecas,
Tu lindura, apertura y astucia,
¡Cuanto quisiera que tu personalidad
la mantengas por la eternidad!
Tu voz, tu risa y tu comunicación,
¡Oh! Te convertirás en mi perdición.
Como quisiera haber frenado,
A aquellos que te lastimaron,
En mis brazos te voy a estrechar,
Para amarnos por la eternidad.
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Aurora Message
Mi nombre es Aurora, y soy tan antigü… tan… ¿Sabes? no me gusta ese término, me hace sentir demasiado vieja; tal vez lo soy para ti, más mi percepción del tiempo es muy diferente a la tuya. Lo que para ti puede ser una eternidad, para mí puede ser apenas una fracción de segundo. Soy todo y nada al mismo tiempo; estoy en todos sitios y en ninguno a la vez; puedo ser polvo cósmico, puedo ser la naturaleza misma, aunque últimamente me divierto más siendo una como tú. Uno de esos seres orgánicos tridimensionales porque… lo cierto es que pocos lugares en el universo son tan interesantes como ésta la Tierra.
Los humanos son muy curiosos… a veces incomprensibles… son tan diferentes entre ellos mismos. Su autonomía y libertad son su bendición… su maldición. He visto las mayores representaciones de lo que ellos llaman amor; actos desinteresados, sacrificios incomprensibles, palabras y melodías físicamente intangibles, sin embargo, llenas de magia y colores… pero también son capaces de cometer las aberraciones más inenarrables; guerras sin sentido, traiciones por anteponer el amor a simples metales o átomos de carbono sobre sus semejantes —en ocasiones sin importar que sean consanguíneos—, acciones que siembran remordimiento o rencor en sus cabezas y corazones…
Humanos, son los constructores y destructores por excelencia; son capaces de crear enormes edificios, diminutos y acogedores espacios y hasta maravillas artísticas en múltiples expresiones; aunque también son capaces de desaparecer la belleza y diversidad natural, erradicar pueblos, culturas e ideologías completas e incluso de seguir sus propios intereses a costa de destruir su propio mundo.
¿No te he dicho ya que los seres humanos son muy curiosos e interesantes? Lo cierto es que no importa la ubicación, siempre encontrarás algo que contemplar: cielos azules, naranjas, turquesas, rojizos y hasta grisáceos; paisajes nítidos y paisajes neblinosos; ciudades tecnológicas enormes y pueblos apacibles diminutos; mares, bosques, desiertos y asfaltos; árboles, plantas y flores; seres vivíparos y ovíparos… la magia de los colores representada en forma de arcoíris, pavo reales o, mis favoritas personales, las auroras boreales.
Pensar que tienen un Universo dentro de este su mundo… Me pregunto si algún día se harán conscientes de lo ricos y afortunados que ya son.
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Viistro Palace (Eye in the sky)
Las velas estaban a punto de consumirse por completo; las mesas y las sillas amontonadas indicaban que la jornada laboral había terminado. El Viistro Palace había visto de todo; mujeres y hombres solitarios que iban por un café, una ensalada o cualquier cosa que les diera algo que hacer mientras observaban con pesar sus periódicos o viejas fotografías, algunas otras veces eran familias de todos tamaños quienes ocupaban las mesas, otras veces, personas celebrando promociones laborales, cumpleaños, aniversarios, e incluso, ocasionalmente, una que otra joven pareja enamorada dispuesta a hacer la gran pregunta «¿Te casarías conmigo?». Oh… tantas historias se han contado en estas cuatro paredes, tantas… personas han ido y venido, y sin embargo, pareciese que nadie me ha visto jamás… no al menos como en los buenos tiempos… ¡¡Incluso, esos solitarios aparentan mi inexistencia!!, tantas veces los he visto acercarse a dejar una moneda en ese próximo frasco que descansa en el fino cajón de caoba y marcharse sin dirigirme una sonrisa… una mirada al menos.
Supongo que no me puedo quejar, así es la vida de nosotros … y pese a todo, podría ser peor. Alessandro de Figo por ejemplo, quien moraba en una de las dos columnas de la entrada, no era muy diferente a mí, quizás solo un poco más… solitario. Aún recuerdo cuando por una amarga jugada del destino, Lady Viviana lo vio, y le pareció una ornamenta triste e incómoda… ¿Qué si se deshicieron de él? Sí, pero no de la forma que tú estás pensando, ¡Oh! Eso hubiera sido grandioso, piadoso en exceso… No lo entenderías aunque te lo explicara, basta decir que el buen y solitario de Figo aún forma parte de este mundo, aún mora en estas cuatro paredes, aunque para él ya no existe el tiempo… ni la luz… o la felicidad, si es que alguna vez llegó a sentir algo así. «Tiene toda la razón mi Lady, nos disculpamos por las molestias, por favor, tome asiento, en breve nuestro camarero estrella le traerá una botella por parte de la casa mientras solucionamos el problema».
Actualmente somos solo aderezos desechables, pero esto no fue así toda la vida, noooo, hubo un tiempo en el que éramos vistos… DESEADOS… amados… Pero eso fue hace ya mucho tiempo. Ahora las personas se interesan más en esas estúpidas cajas rectangulares, que con el tiempo se hicieron más delgadas, y luego más chicas… portátiles. Ahora, cuando por accidente o casualidad postran los ojos en mí, no ven más que una piedra deforme «por el amor de Dios, soy un MARMOL» … quizás sea lo mejor… puede que cualquier cosa sea mejor a estar ahí, en la oscura y fría bodega, esperando nada eternamente… olvidado en una caja…
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Tu recuerdo
Bella sirena con rebozo rosado, Tu mirada me tiene hipnotizado. Ventana al alma, color avellana, Concentrada admirabas la playa. Tu cintura, tu figura, ¡Cuánta hermosura! Pensaba al admirar tu bello cabello mientras el viento le dotaba de movimiento. Te ví, te espiaba, te escribí con sentimiento. Un instante me puse a pensar, Y sin esperarlo ni avisarlo, ni te vi marchar. Tu recuerdo surgió en #ElRevolcadero
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Soy Chairo (¡Rompamos estigmas!)
Cuando veo una injusticia, despierta algo en mi ser. Ese fuego azteca de nuestros antepasados emerge desde mi centro y se apodera de mi una rabia incontenible. Me expreso, contradigo, opino y cuestiono, pero no de forma irracional. Leo, escucho, veo, pienso y juzgo. Ciertamente llegué a cuestionar todo, y llegué a pensar que todo estaba mal. Hoy he madurado y reconozco que algunas cosas no estaban tan mal, algunas de hecho son difícilmente mejorables. Reconozco, respeto y aspiro a tener la sabiduría y conocimientos de mis mayores. Veo con humildad que no soy perfecto y acepto mis carencias, me sincero conmigo mismo para detectar a quienes son mejores que yo para desempeñar una labor. Sacrificar un poco el protagonismo por ser parte de un equipo que alcanza una meta mayor común es mi anhelo, pues soy un enemigo del individualismo y de la apatía.
Soy un amante del arte y de la naturaleza, y ciertamente no quiero que me regalen nada. Lo que no soy es un fanático que brinda su apoyo -y rechazo- ciegamente, pues soy consciente de que en la guerra y en el amor -y en la política mexicana- todo se vale, y es triste, pero se ha logrado engendrar una cultura colectiva “del que no tranza no avanza”. Pero exactamente porque no quiero una sociedad que se resigne a pensar así, comienzo a hacer algo. No importa el tamaño, tampoco el reconocimiento, desde rechazar un popote en la cafetería hasta involucrarme activamente en la ayuda social. Desde ejercer mi derecho al voto hasta manifestarme para alcanzar la tan anhelada justicia y equidad social. Reconozco los aciertos, pero me mantengo crítico, nuestra cultura se ciega en ocasiones, y por lo enraizados y antiguos que son estos males, no se perciben, aunque estén en nuestras propias narices. Hablo del machismo, la corrupción y la mediocridad. Hablo de juzgar y tratar a una persona por sus apariencia. Hablo de tomar cualquier atajo porque soy más chingón. Hablo de solo fijarme en lo que hace mal el otro en vez de enfocarme en lo que yo puedo mejorar… hablo de mi falta de empatía. Chairo… si rompiéramos las barreras para ver -y reflexionar- más allá DE NUESTRAS PROPIAS NARICES, hallaríamos que los medios internacionales definen este término como “el mexicanismo que estereotipa a los activistas en las redes”. Así que sí, soy un chairo, porque soy un activista, porque me involucro activamente en mi sociedad. Así es, soy un chairo porque lucho y defiendo la justicia. Soy chairo porque me preocupo por mi familia, mis amigos, mis paisanos y mis hermanos… porque confío en que algún día todas y todos tendremos una actitud empática y tolerante, donde la apatía sea solo un débil eco del pasado.
Seamos humildes y críticos. Mantengámonos progresando y no atacándonos. Continuemos amando y admirando, riendo y conociendo. “Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros”. Amémonos y respetémonos.
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Serie Gallagan “El Ala C”
—¿Está seguro de lo que hace? — Era pasada la media noche cuando preguntó el andrajoso y desaliñado Rafael Castillo, con un pequeño dejo de preocupación. —De verdad hace mucho frío—, se justificó rápidamente al ver la furtiva mirada que le dirigió su interlocutor. Castillo estaba cubierto solo con una vieja y humillante bata de hospital, de esas que dejan al descubierto los encantos ocultos. Hasta ese momento no había caído en cuenta de las terribles implicaciones de su decisión.
—¡Por supuesto! Sé lo que estoy haciendo —, respondió el Doctor Víctor Gallagan —cuando terminemos estarás mejor que nunca, te lo aseguro — agregó mientras continuaba inmovilizando a su paciente. —Ahora, solo cierra los ojos e imagina que es un sueño. Terminará cuando menos lo esperes —.
De las cuadradas vitrinas de armazón oscuro que protegían los penetrantes ojos negros del Doctor Gallagan, se asomó un frío destello de satisfacción. Si el hecho de que Rafael estuviera inmovilizado casi por completo, a punto de recibir un tratamiento con una sustancia cuyo nombre apenas conocía, aunado a que desde el momento en que comenzó a ser atendido notó una importante disminución en su peso junto con fallos en su memoria —algo que previamente solo le había ocurrido tras beber el alcohol suficiente para ahogar los gritos de los fantasmas que resonaban en su cabeza—, estando sin ningún alma cerca adicional a la de Gallagan a varias yardas a la redonda, sin familia ni amigos que supieran que se hallaba dentro de aquella húmeda, descuidada y mal iluminada sala de operaciones, ubicada en la aún más desolada, descarapelada y oscura «Ala C» de aquél recinto abandonado, no hubieran sido suficientes focos de alarma, aquella mirada —que dejó al descubierto la maldad que residía en el alma de Víctor —, debió haber sido el indicador suficiente para sugerir aún al más reacio huir de ese lugar para jamás volver. Desgraciadamente, para cuando Rafael cayó en cuenta de las serias implicaciones de su decisión, la última banda de seguridad había sido colocada. Fue demasiado tarde. Lo último que se escuchó fue un ahogado grito despavorido, que duró el mismo escaso tiempo que el experimentado Callaghan empleó para inyectar el misterioso tratamiento. Silencio, un silencio absoluto reinó durante algunos segundos hasta que fue roto por el aletear de un grupo de urracas proveniente del exterior. El Doctor Gallagan garabateaba algunas notas en la bitácora mientras examinaba al paciente, parecía satisfecho. Después de eso, emprendió camino de vuelta a su laboratorio mientras murmuraba inteligiblemente.
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El viaje
Lo recuerdo como si hubiera pasado hace tan solo un fin de semana. Todo comenzó una mañana del martes, el día anterior nos habían dado un breve curso propedéutico de periodismo, duró dos horas cuanto mucho; en él, más que darnos una guía para cubrir las noticias, nos brindaron algunos consejos para embellecer nuestras notas: encuadrar correctamente las fotografías, capturar imágenes naturales —básicamente que los protagonistas no posaran — y dar tanto un enfoque como un título creativo a la nota. Y ahí estaba yo, sin ninguna experiencia previa, alejándome de los escritores y columnistas expertos que estaban en el campus para asesorarnos, acompañado únicamente por una raída mochila cargada con ropa y artículos de aseo, cuyo estilo y color verde militar inspiraban un aire aventurero, osado y de viajero frecuente, aunque tal como sugería aquél otro acompañante, un espacioso Sleeping Bag color azul marino comprado la noche anterior acomodado torpemente a un lado de la mochila, no había nada más alejado de la realidad. Siendo sincero, jamás me entusiasmó la idea de tener que ir a ese lugar desconocido en Hidalgo —especialmente con lo huraño que soy— para acampar tres días y dos noches con un grupo de desconocidos provenientes de toda la República Mexicana, así que desde el momento en que abordé aquella camioneta —la cual daba un aire a las habituales camionetas de transporte público, solo que esta era mucho más amplia y con asientos forrados en vinipiel—, decidí que mi huella en ese viaje sería estrictamente profesional.
«Son solo un par de días», —pensaba—. «Haré las preguntas necesarias a las personas indicadas para completar mi reportaje, después de eso me enfocaré en escribir la nota. Para cuando volvamos al campus seré dueño de mi tiempo restante, podré pintar un poco, ver películas o quizás solo descansar…».
Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me percaté de que ya habíamos llegado, solo esperábamos a que el conductor de mi transporte, así como el de la segunda camioneta que iba detrás de nosotros, se estacionaran para comenzar el descenso y bajar el equipaje. «Bueno, al mal paso darle prisa», pensaba, mientras ayudaba a bajar equipaje. Una vez que las maletas de los cerca de cuarenta compañeros de viaje estaban en la banqueta, el profesor titular del viaje, Saúl Camargo, se acercó a conversar con el conductor Antonio Becerril, para puntualizar las indicaciones de la recogida.
—No lo olvides, nos vemos dentro de tres días, el viernes al mediodía en este mismo lugar —Comentaba con un dejo de preocupación el profesor Saúl.
—¡Claro que sí! — Respondió cordialmente Antonio —Estaré con al menos media hora de anticipación —. Antonio, quien era mejor conocido como Toño, era un hombre sereno de edad avanzada, que conocía el oficio casi tan bien como las carreteras Hidalguenses, no había nada que temer puesto que se caracterizaba por su nivel de compromiso y puntualidad. Saúl se notaba bastante más relajado.
—Perfecto, muchas gracias ¡Regrese con bien, señor Antonio! — replicó, mientras se despedía con un ademán de mano.
Y así, observé mi última oportunidad de volver a la civilización alejarse lentamente por aquél irregular camino de terracería. Era oficial, iba a estar atrapado en ese desconocido y peculiar lugar durante los próximos días… en retrospectiva, de haber sabido lo que viviría en aquél recóndito lugar, jamás habría pensado de esa forma. Me concentré nuevamente en mi objetivo cuando se acercó humildemente el presidente de aquel recinto para darnos la bienvenida.
Después de escuchar la gentil bienvenida de los lugareños, el grupo comenzó a desempacar sus pertenencias en el área para acampar, algunos llevaban sus propias tiendas, aunque la escuela había rentado algunas para las personas que no contaban con una propia. Si bien el sol era bastante agresivo y a pesar de que los dispositivos móviles no marcaban raya alguna de señal, el lugar era hermoso, la vasta vegetación, así como el hermoso cielo azul celeste y las refrescantes albercas que adornaban este parque ecológico, hacían de este un escenario muy ameno.
Después de contemplar el hermoso paisaje durante algunos minutos, me percaté de que las cosas comenzaban a ponerse algo incómodas para mí. Desde pequeño disfrutaba de la inherente compañía de mis pensamientos e imaginación, no estaba habituado a convivir con otras personas, influenciado en parte, porque crecí solo con mi madre —sin hermanos— , y por otra parte, porque mi padre seleccionaba recelosamente a las personas con las que me era permitido relacionarme. Además, en esta ocasión había sido asignado al viaje prácticamente de último momento, por lo que no me sentía parte del grupo. Por estas razones, romper el hielo era uno de los aspectos que más me costaban al socializar, esto me preocupaba ya que estaba rodeado de casi media centena de personas con las que tendría que convivir que, sin contar al profesor Saúl, no conocía. En fin, el siguiente problema se presentó al momento de definir mi residencia —básicamente mi pedazo de suelo para acampar— al enterarme de que compartiría la tienda de campaña con un desconocido, si eso no fuera suficientemente aterrador, tenía que lidiar con la idea de que no era un alumno, ni siquiera un profesor, sino el paramédico, y no porque tenga algo en contra de ellos o desprestigie el oficio —al contrario, viendo el lado positivo estaría más cuidado que cualquier otro compañero—, sino porque una vez más, me adaptaba —por voluntad o por fuerza— con mayor facilidad a personas ajenas a mi entorno social nuclear, comenzaba a ser frustrante.
Eran cerca de las dos de la tarde y el grupo se estaba preparando para nuestra primera actividad: visitar el ayuntamiento local. Por suerte, dentro del parque ecológico, había una bien abastecida tienda de abarrotes en donde decidí buscar líquidos y alimentos para aquella expedición, ya que no sabía cuánto tiempo pasaría antes de volver a encontrar una tienda. Me paré frente a los refrigeradores para pensar qué y cuánto comprar, estaba tan concentrado que no me percaté de que detrás de mí, una compañera llevaba ya un rato observándome suspicazmente.
—Unas chelas ¿No? — comentó una dulce voz con un tono burlón. Tardé unos segundos en procesar que había estado pensando con el ceño fruncido frente al refrigerador de bebidas alcohólicas.
—¡No es lo que parece! — me apresuré en replicar, en parte porque genuinamente no me gusta el alcohol y además porque no quería meterme en problemas con los profesores. —Solo estoy buscando una gaseosa—.
—Como digas, Prensa— contestó. —Nos vemos— agregó con su dulce voz en un tono ¿Coqueto? mientras se retiraba con un peculiar andar, un andar equiparable al majestuoso, ágil y sobrio característico de los felinos.
Durante los próximos minutos que me parecieron horas, no dejaba de repetir aquél fugaz encuentro en mi cabeza, ¿Con qué intención me dijo Prensa? ¿Será algo bueno o algo malo?, ¿Por qué me había hablado? ¡Nadie lo hace!, ¿Y si había sido una invitación para beber?, ¿Debí haber respondido cómicamente?, ¿Qué tal si le parecí un tonto?, ¿Debería acercarme a ella y comenzar una plática? Mi falta de experiencia social, especialmente con el género opuesto, se hacía notar, poco ayudaba el hecho de que aquella chica, cuyo nombre era Aranza según había logrado escuchar en una conversación distante, fuese tan hermosa como misteriosa.
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