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El 28 de noviembre se llevará a cabo el Pecha Kucha Monterrey, un evento donde se invita a creativos de la ciudad a exponer su trabajo en un formato de presentaciones rápidas y fiesta. En esta ocasión invitaron a Claudio, del equipo de Manuable. Será una presentación donde se hablará de...

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Enfocarse en aquello que da valor

Porque es importante identificar aquellos valores que tienes, trabajar con ellos y comunicarlos.

Cuando hablamos de ciudades de México como Monterrey, Aguascalientes, Queretaro, Guadalajara, Distrito Federal, Tijuana, o incluso fuera del país, por decir New York, se tienen en la mente ciertos “adjetivos” de la ciudad y del grupo de gente que viven en ella, incluso se tienen opiniones sin ni siquiera haber vivido o visitado, una ciudad con mucha historia, que les gusta la carne asada, que si son muy chambeadores, que viven deprisa, tienen mucha cultura, es muy variada su comida, la ciudad que nunca duerme, son muy cálidos o que son muy abiertos, al final podemos crear un concepto general con estas palabras.

Ahora en el mundo de las empresas se utilizan palabras clave para crear una cultura corporativa. Por mencionar un ejemplo muy claro, en la industria automotriz la empresa Volvo decidió adoptar la palabra seguridad, Mercedez Benz elegancia y BMW diseño, y no significa que Mercedez Benz y BMW no piensen que la seguridad sea importante, mas bien es una decisión “inteligente” de priorizar en una escala de valores aquello que consideran su diferenciador más importante, decisión que debieron tomar sus directivos como estrategia de comunicación dentro y fuera de la compañía, que les ha permitido construir su propia cultura por tanto tiempo.

En Ciudad Victoria la ciudad donde nací, recuerdo haber compartido buenos valores o adjetivos que podían describir muy bien mi ciudad, entre familia y amigos, nos sentíamos como personas afortunadas, por vivir en un lugar muy seguro, en donde no pasaba “nada”, “todo el mundo” se conocía, de gente amable, de calles limpias, en donde pasaba algo extraño y todos nos enterábamos, cualquier cosa inusual nos sorprendía, platicar con el vecino, ver jugar a niños en las calles era nuestro día a día. No busco culpar a nadie por esta situación, ni tampoco sonar melancólico, lo resumo como una negligencia social de no señalar y corregir a tiempo eso que sabíamos no estaba bien y al final nos “explotó en la cara”, sí, nos confiamos y pensamos que nada de lo que estamos viviendo ahora pasaría.

En estos tiempos, mi aportación como Victorense demanda ser ejemplar, ahora ya no solamente basta con tirar la basura en su lugar, si no de practicar y promover valores que generen confianza, bienestar, seguridad, ganas de permanecer en una ciudad lastimada, ahora me toca a mi y a todos los que nacimos y vivimos en ella restaurarla, por eso pienso que decidir nuestros valores y sí, quiero ser muy enfático, es muy importante declarar estos valores, hablar de ellos, buscarlos, copiarlos o inventarlos, pero encontrarlos y hacerlos nuestros, desarrollando el gusto por ese sentido de pertenecía que nos conviene a todos.

La declaración de valores ayuda a personas, comunidades o empresas a diferenciarse del resto de los demás, generar sentido de pertenencia, organizar la toma de decisiones y encontrar un rumbo en la construcción de su crecimiento. En el caso de nuestra ciudad debería ser igual, donde declaremos ser civilizados, limpios, respetuosos, ordenados, positivos, cálidos, trabajadores, honestos, alegres, amables, cooperativos, modernos; tomemos uno o varios valores y demos rumbo a la construcción de una nueva ciudad.

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El valor de compartir

Cuando tocamos el tema de compartir, se  relaciona con el tema de regalar y hablando de regalar, se piensa en algo “valioso” para alguien más.  ¿Qué pasa cuando se quiere ayudar y se regala o se comparte tiempo? Y no hablo de regalar tiempo con tus amigos o tus seres queridos, hablo del tiempo que le pudieras regalar a un “extraño” que te pide un consejo.

Les comparto esto porque hace unos días le escribí un correo a un asesor y estratega en negocios, Manuel Molina, invitándolo a tomar un café. Me interesaba recibir una opinión de alguien con experiencia en el crecimiento de empresas en internet, y que mejor que alguien que conoce del tema desde hace más 20 años y preguntarle acerca de Manuable.

Conseguí la cita tan solo una semana después de haberla pedido, estaba un poco nervioso porque tenía que sonar profesional a la hora de la platicar con él, si bien no impresionarlo pero al menos sonar que sabía del tema, para esto me prepare con las versiones cortas de mi pitch y mis palabras clave.

Al momento de la plática y lo que esperaba que fuera un consejo de 15 minutos, resultó una charla de 3 horas, desde estrategias, propuestas, escenarios de crecimiento , hasta proyectos que él tiene en mente. En el momento no podía creer que alguien pudiera compartir tanto conocimiento sin pasarte una factura, sabíamos los dos que yo no representaba ser un cliente potencial, al menos por ahora, ni mucho menos buscaba quien le invitara una limonada, que fue lo que termino pidiendo.

Lo que aprendí es que cuando compartes conocimiento generas valor a la otra persona y además te generas valor a ti mismo, porque más personas aprecian lo que sabes hacer.

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La Fábrica

Si vemos a una persona emprender  un proyecto, pareciera muy obvio que lo que busca es hacer un negocio y claro es lógico pensar  que alguien que está pidiendo presupuestos, buscando materias primas, imaginando costos o tomando referencias de alguien más, su propósito sea remunerativo en lo económico, sino ¿Para qué más alguien quisiera hacer todo ese trabajo?

Un día me encontraba pensando acerca de mi más grande tropiezo como empresario, el haber cerrado una empresa deshidratadora de mango y nopal en la zona de la biosfera del cielo en Tamaulipas. Le daba muchas vueltas a todas las acciones que en ese momento había tomado y me habían llevado a tomar la decisión de terminar con ese proyecto, no fue nada fácil en esos días, recuerdo el dialogo conmigo acerca del mejor argumento que lo justificara todo.

Empecé recapitulando la historia de la empresa, desde el día que la fundé, la integración de nuevos socios, el aumento de capital, la compra de maquinaria, la espera por semanas para que nos las entregaran, el proceso de instalación con horas de diseño para tener la mejor distribución y al final de todo ese esfuerzo, para darme cuenta que no funcionaba.

La respuesta a mi mente no llegaba, ¿en que había fallado? Me relajé un poco y  volví a empezar, di un paso atrás o más bien muchos atrás, recordé cuando era niño y soñaba con tener una fábrica de cereal, de Froot Loops de chocolate, en cajas gigantes con un vaquero en su caballo, ¡mi fábrica pensé! Ahí estaba después de todo. Mi sueño de tener una fábrica se había hecho realidad, no echaba humo, ni hacia círculos de chocolate y el único vaquero era mi vecino, que fue el mismo que me regaló unos mangos para deshidratar y correr las primeras pruebas. Ahí fue cuando me di cuenta que al final “la vida” me había hecho realidad eso que quería cuando era niño, en “sus tiempos” y a “su manera”, comprendí que cuando te propones algo con tanto empeño, vas encontrando personas, espacios y circunstancias diseñadas para ti.

En resumen: el propósito de la fábrica estaba más relacionado con el sueño de tenerla que con el hecho de crear un negocio. Suena incongruente que inviertas esfuerzo y dinero en un proyecto que no es redituable, pero suena congruente, seguir tu sueño de ver eso que imaginaste hecho realidad.

Les aseguro que no siempre se emprende un proyecto buscando volverse millonario y muchas veces ni siquiera dinero, aunque si me hubieran preguntado en ese momento, posiblemente les hubiera contestado que sí, creo que se aceptaría más a un ambicioso que a un loco sin propósito. Ni hablar, escribiré este caso como una lección de aprendizaje, como un ejemplo de que en la vida tendrás oportunidades que podrás aprovechar para obtener eso que buscas. Pero deberás tenerlo siempre presente,  porque si no podrás confundirte con los propósitos y deseos de los demás, de eso que quieren y esperan de ti. Si es posible escríbelo. Ahora que lo pienso tampoco creo en el destino, más bien decidiré creer que construimos “nuestra realidad” con nuestra voluntad de querer algo especial para nosotros.

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Manuable.com una comunidad de artesanos y artistas que buscan vender y comprar productos hechos a mano.

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Made in Home

“Makerbot” no es el nombre de la nueva máquina de jugos donde aprovechas mejor la fibra y que venden por televisión, sino que es una marca de impresoras 3D fundada en el 2009 por 3 jóvenes en la ciudad New York y recientemente comprada en $403 MDD por Stratasys (empresa líder en esta industria), con el propósito de incursionar en el mercado de impresoras 3D para el hogar, con precios que van por debajo de los $3,000 dólares.

De entrada suena bien, una máquina que me ayude a fabricar piezas desde mi propia casa, “mi propio Lego” o cualquiera que sea el nombre de las piezas de mis diseños. Suena como película del futuro, en la que solo me basta con picar un botón para tener el objeto que yo quiera, pero esto ya es posible al día de hoy. Aún no disponibles con todos los materiales ni en todos los tamaños, pero el principio de crear productos 3D ya tuvo su cortada de listón, la independencia de los que buscan hacer sus propios productos sin necesidad de mandar fabricar grandes volúmenes.

Pero ¿a qué le apuestan estas empresas de tecnología? ¿Cuál es esta variable que están viendo venir y que el resto de las personas deberíamos de poner atención? Vivimos en la era de la conectividad, ahora nos comunicamos más y tenemos mayor interés por compartir información,  con esto somos personas más empoderadas, dispuestas a hacer casi cualquier cosa por nosotros mismos, donde nada nos detiene, ni siquiera patentes o regulaciones.

China ya tiene una nueva competencia: los millones de personas que en los próximos años invertirán en una impresora 3D y con ello la ola de empresas que ofertarán nuevos productos y servicios, lo que un día fue la impresora de papel para los hogares, permitiendo replicar información, ahora será esta industria la que ofrecerá componentes de ensamble, piezas de repuesto, herramientas, juguetes, muebles e incluso fabricar otras impresoras. Ahora el poder lo tiene la gente.

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Yo: detrás de los propósitos

Empezamos a preparar la lista de los propósitos de año nuevo, todos con buenos deseos, con intenciones de cambio, de mejorar algún aspecto personal que tenemos olvidado, poniendo como fecha el primero de enero para dar el primer paso, ya sea empezar a correr o inscribirse en alguna carrera, regresar al gimnasio,  comer saludable, pasar menos tiempo en Facebook o el famoso dejar de fumar. Incluso algunas veces nos ponemos como reto algo que requiere mayor fortaleza, como ser mejor amig@, mejor hij@, mejor novi@ o mejor espos@, todos estos propósitos nos exigen ganarnos a nosotros mismos y un poco más.

La mayoría de los propósitos que escribimos o escuchamos, también nos llevan a hacernos una pregunta, ¿para qué hacerlos? Sabemos que necesitamos arreglar algo que no anda muy bien, un placer que se convirtió en exceso  o algo que nos dimos cuenta que no queremos más en nuestras vidas, que intentaremos solucionar con levantarnos temprano, visitar más el área de frutas y verduras, todo para dejar atrás un mal hábito. Lo primero en lo que pensamos es tomar acción sobre eso que queremos, apostando todo a nuestra fuerza de voluntad, buscando ese resultado que vendría a mejorar nuestras vidas. El propósito suena bien, pero ¿por qué? En la mayoría de los casos nos resulta tan difícil dar el primer paso, un “cambio de vida”.

Qué pasaría si antes de escribir esta lista, empezáramos por observar nuestras emociones al momento de pedir estos propósitos, sentir el verdadero deseo de eso que hemos postergado y cuáles han sido nuestros miedos al momento de empezar a cambiar, ¿por qué no lo hicimos antes?, ¿de qué se trata realmente? De mi peso o de ser amado y aceptado, de un mejor sueldo o de que nada me satisface,  de buscar pareja o de pedir disculpas, dejar de ver televisión o el no poder estar a solas. Quizás sea mejor dejar salir esa lágrima que no ha podido salir o buscar ese abrazo que te gustaría recibir, escucharnos, poner atención a esa voz que nos habla bajito por debajo de ese alboroto de pensamientos. Porque de nada sirve cambiar cigarros por chicles, distrayendo la mente, sabiendo que solo es cuestión de tiempo para encontrar la oportunidad que lo justifique.

Ya sea año nuevo o la fecha que quieras, puedes empezar con el propósito, pero deberás estar dispuesto de acompañarlo con la intención de crecer como ser humano, observando el verdadero significado de tu deseo. Necesitarás escucharte en esos momentos de flaqueza, porque es ahí donde vas a necesitar tu voluntad, posiblemente ahí escribirás por segunda vez tu propósito. El  cambio parecerá desde afuera, pero la realidad es que será desde adentro y al final no serán los kilos bajados ni tu asenso en el trabajo, si no que habrás ganado algo más importante: conocerte a ti mismo. 

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El Artesano: Una solución local

Hoy en día para muchas personas la palabra artesanía sigue siendo algo que solo los indígenas hacen y solo se imaginan a un alfarero de San Cristóbal Chiapas. Esto no es de sorprender y más en personas jóvenes, ya que la gran mayoría nunca ha visto a sus padres haciendo ningún oficio artesanal. Cuando se habla del trabajo en los hogares, se limita a hablar del horario de oficina y la próxima quincena, esto en gran medida por la industrialización y la facilidad que tenemos en conseguir productos terminados y listos para consumir.

¿Pero qué pasa con este oficio y cuál es su importancia en nuestra comunidad? El ser humano a diferencia de otras especies, tenemos  una necesidad natural de inventar, de construir sobre lo construido, de ser creadores, de integrarnos a nuestra sociedad por medio de hacer algo útil para alguien más,  esta necesidad no la hemos perdido ni mucho menos, si no que la hemos distraído por otra necesidad moderna que es la de consumir en exceso. Y cuando vemos la externalización de la revolución industrial, como el desperdicio, el daño al medio ambiente o la mano de obra mal pagada, habría que plantear la pregunta ¿Qué ha pasado estos últimos 250 años?

En este camino de avances tecnológicos y reducción de costos, no todo han sido triunfos, si ponemos en la balanza lo ganado y lo perdido. Por un lado vemos empresas vendiendo comida a precios que no entendemos  y por el otro un problema de obesidad, El buen fin o el Black Friday contra familias viviendo entre la basura, producción en serie de automóviles contra hoy no circulas. Si como humanidad nos pusiéramos como logro máximo la felicidad y la integración social, asumiendo el costo real de la producción en serie, no tendríamos que ver este tipo de dualidades.

Si lo que buscamos es empezar a sanar esta deuda social, necesitaríamos encontrar nuevas formas de crecimiento y desarrollo económico, una óptica de soluciones más locales, que involucren la integración social, el consumo sustentable, medición de la felicidad y que se pueda autorregular.

El artesano podría ser este ente de regulación entre la producción que se demanda y los insumos de manufactura, por ser en esencia el individuo que oferta. Siempre será más ético comprar a la persona que lo hace y no a una industria de males compartidos.

El artesano no es solo uno de los oficios más antiguos, sino además una expresión natural entre el arte y el diseño. 

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Doy like, luego existo

Vivimos en un mundo conectado por el Internet, donde cada día recibimos información de múltiples fuentes, de periódicos a twits, de noticieros a videos de 6 segundos.   En poco tiempo hemos desarrollando una capacidad impresionante para procesar esta información y creemos saber que es valioso para nosotros y que no, nos resulta fácil desechar lo que no nos sirve, entre las noticias de políticos, la muerte de un famoso, videos graciosos, protestas sociales y los likes de nuestros amigos. Pareciera que tenemos tiempo para todo.

Pero, ¿qué pasa en nuestras vidas personales? ¿Se puede cambiar tan rápido de intereses? Pareciera que podemos cambiar el estatus de nuestras emociones. ¿Qué pasa cuando hablamos de relaciones de pareja? Este ecosistema de información y la forma de consumirlo, nos pudiera afectar nuestros intereses o la forma en que tomamos decisiones, en el que un fin de semana nos “impresione” la muerte de Paul Walker y a los tres días hablemos del nuevo video de Miley Cyrus o algún video viral. Deberíamos estarnos preguntando sobre la información que consumimos y de la velocidad con la que lo hacemos, porque es con la misma intensidad con la que damos saltos de una emoción a otra.

La manera en la que consumimos contenido nos define como personas. Recuerda que tú no eres tu feed.

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