Tumgik
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SALISTE
notasdemidiario.blogspot.com
Poema original de DAVID DEL REAL
Saliste,
Saliste de la esclavitud del cautiverio
para enfrentarte a los fantasmas del hambre,
has preferido el dolor del olvido
al dolor de la humillación,
injusta humillación.
 Has preferido el dolor del estómago
al dolor del intestino,
y caminas,
con tus títulos a cuestas,
buscando quien te ofrezca un oficio,
o te preste uno,
para sacar los gastos del día.
DAVID DEL REAL
Ing. David Israel R. Zárate
2018
DIARIO VERDE p15 (esta nota es para seguimiento mío, no le hagan caso)
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SALISTE
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Poema original de DAVID DEL REAL
Saliste,
Saliste de la esclavitud del cautiverio
para enfrentarte a los fantasmas del hambre,
has preferido el dolor del olvido
al dolor de la humillación,
injusta humillación.
Has preferido el dolor del estómago
al dolor del intestino,
y caminas,
con tus títulos a cuestas,
buscando quien te ofrezca un oficio,
o te preste uno,
para sacar los gastos del día.
DAVID DEL REAL
Ing. David Israel R. Zárate
2018
DIARIO VERDE p15 (esta nota es para seguimiento mío, no le hagan caso)
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SALISTE.
SALISTE
Poema original de DAVID DEL REAL
Saliste,
Saliste de la esclavitud del cautiverio
para enfrentarte a los fantasmas del hambre,
has preferido el dolor del olvido
al dolor de la humillación,
injusta humillación.
Has preferido el dolor del estómago
al dolor del intestino,
y caminas,
con tus títulos a cuestas,
buscando quien te ofrezca un oficio,
o te preste uno,
para sacar los gastos del día.
DAVID DEL REAL
Ing. David Israel R. Zárate
2018
DIARIO VERDE p15 (esta nota es para seguimiento mío, no le hagan caso)
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Christina Aguilera singing Candyman ThreeFold!!!!!!!
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https://twitter.com/IngDavidIsrael1/status/1549704464457777153?s=20&t=G6V18WGU8f9MQxe3Ns2aqw
I normally NEVER consider on recommending the ANCIENT ALIENS TV SHOW, but when I do is because I feel the sincerity that they are not only putting together a show, but a Documentary! Ancient Aliens: Great Pyramid's Shocking Precision (Season 12) | History https://t.co/fuRKj0Vgah”
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Kumbala Maldita Vecindad
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El niño y los Corderos. Cuento Corto de David del Real. Mex.
El niño y los corderos.                  “Duerman pequeños niños. Y oigan y vean en sus sueños lahistoria que a continuación relataré, que de la historia de “El niño y loscorderos” grandes lecciones podrán aprender…”Vivió, hace muy pocos años, en una región cubierta por enormes ybellas montañas siempre muy nevadas, pastizales grandes y algunos lagosde agua fría, un jovencito de unos seis años de edad. Su nombre no lorecuerdo,   pues   tengo   muy   mala   memoria   para   algunos   detalles   de   loscuentos, sin embargo, todos en su comarca le decían “el chiquilín”. Esesobrenombre se debía sobre todo a que tenía una gran estatura para su edad,y a sus seis años parecía que tuviera ya unos doce. Los demás chicos de lacomarca los molestaban mucho pues le decían que era “el ogro malo”, “elgigantón tonto” y otras faltas de cortesía por el estilo.Nuestro amigo, sin embargo, era muy feliz, pues tenía la inteligenciade   no   escuchar   los   comentarios   tontos   de   la   gente.   Esta   es   una   gransabiduría que muchos adultos no siempre entienden, pero la verdad es queno todos los comentarios son merecedores de ser tomados en serio. Hayveces que la gente sólo dice alguna cosa por afán de ofender, otras tantasporque no sabe mantener la boca cerrada y tiene que decir algo no importasi tiene alguna validez o no.
El chiquilín, tenía además una gran cantidad de amigos. Todos losdías, le daba los buenos días a un amigo más grandototote que él, que salíatodas las mañanas por detrás de los montes como un espíritu protector y suamigo le contestaba con un rayito de luz que se filtraba entre los árboles.Tenía además a su amigo el susurrador, que pasaba sobre el pasto en lastardes y movía las copas de los  arboles siempre susurrando soniditos ylevantaba las hojas caídas siempre haciendo alborotos muy divertidos.Tenía  también montones de amigos árboles a los  que se subía, ymágicamente, no recibía nunca ningún raspón como resultado de aquellasempresas. Pero sus amigos más íntimos eran los animales, tenía un perro ydos gatos, además de gustarle jugar con los corderitos, las cabras y demásanimales de ganado.Su  perro   se   llamaba   “Juancho”   y   era   un   animalito   muy  tierno   yescandaloso que ladraba a cada ratito por cualquier cosa. Juancho a vecesdespertaba   a   chiquilín   por   las   mañanas   lamiéndole   la   cara   para   quechiquilín le obsequiara unas galletas. No acababa chiquilín de abrir los ojoscuando sus dos gatos ya estaban también listos para que le diera algo dedesayunar,   con   sus   ojos   vivarachos   viéndolo   y   siguiéndolo   en   cadamovimiento en espera de un tazoncito de leche. Chiquilín era un jovencitomuy feliz.Un día iba Chiquilín caminando por una vereda cercana a su casa yse encontró con tres corderitos abandonados sobre una vieja manta. Eramuy   raro   que   alguna   persona   hubiese   dejado   abandonados   a   unoscorderitos.   Talvez   los   habrían   abandonado   porque   estaban   demasiadoflacos y enfermos y temieron enfermarse si se los comían o algo por elestilo. Chiquilín los recogió y los llevó a casa, pidió permiso a su padrepara  acomodarlos  en  el ático  y  les llevó  leche y pan remojado durantevarios días. Notó que sus frentecitas estaban muy calientes y le pidió a unatía suya que sabía preparar menjurjes que le preparara algún té para bajarlesla fiebre. Le suministró a sus corderitos el preparado de su tía durante tresdías, luego de los cuales les bajó la calentura.Chiquilín estaba muy contento con el resultado de sus cuidados, puesdespués de transcurrida un semana, pudieron ya los corderitos caminar ypastar en los campos cercanos a la casa de Chiquilín. Pasaron un par demeses   y   los   corderitos crecieron   mucho   en   ese   transcurso.  Un   día  que
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El niño y los corderos. Segunda Parte. Conclusión. Cuento Corto de David del Real. México. :)
“Hemos visto la enorme bondad de tu corazón, aquel que ama algrado de dejar que cada quien siga su camino, es sin duda el de corazónmás sincero. Al ver tu bondad, seguimos a tu corderito hasta el momento deencontrarse   con   sus   hermanos   perdidos,   y   al   ver   que   ellos   tambiéndeseaban estar contigo, los hemos traído hasta ti. Nunca olvides la lecciónque has aprendido, pues aquel que puede amar incluso en la distancia ycomprender la partida de un ser amado, nunca se encontrará solo. Esto esalgo sencillo y mágico, recuérdalo siempre Chiquilín”Las hadas dejaron a los corderitos en los brazos de Chiquilín y sefueron volando por la ventana por la que entraban los primeros rayos delsol de la mañana, como si patinaran sobre los rayos de luz.Chiquilín nunca olvidó el mensaje de las hadas, se volvió mayor yesta experiencia la mantuvo siempre en secreto, pues supo que la mayoría
no la entendería. Sin embargo, se volvió con el tiempo un gran veterinarioque le dio gran amor a los animales y la gente de los pueblos le recordópara siempre por su gran estatura (pues aún creció mucho más y fué sinduda uno de los hombres más altos que han existido) y con el sobrenombreamable de “El amigo de los animales”.
Cuento Corto de David del Real. México
Todos los derechos Reservados
David Israel Rodríguez Zárate 2013. México
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El niño y los Corderos. Cuento Corto de David del Real. Mex.
El niño y los corderos.                  “Duerman pequeños niños. Y oigan y vean en sus sueños lahistoria que a continuación relataré, que de la historia de “El niño y loscorderos” grandes lecciones podrán aprender...”Vivió, hace muy pocos años, en una región cubierta por enormes ybellas montañas siempre muy nevadas, pastizales grandes y algunos lagosde agua fría, un jovencito de unos seis años de edad. Su nombre no lorecuerdo,   pues   tengo   muy   mala   memoria   para   algunos   detalles   de   loscuentos, sin embargo, todos en su comarca le decían “el chiquilín”. Esesobrenombre se debía sobre todo a que tenía una gran estatura para su edad,y a sus seis años parecía que tuviera ya unos doce. Los demás chicos de lacomarca los molestaban mucho pues le decían que era “el ogro malo”, “elgigantón tonto” y otras faltas de cortesía por el estilo.Nuestro amigo, sin embargo, era muy feliz, pues tenía la inteligenciade   no   escuchar   los   comentarios   tontos   de   la   gente.   Esta   es   una   gransabiduría que muchos adultos no siempre entienden, pero la verdad es queno todos los comentarios son merecedores de ser tomados en serio. Hayveces que la gente sólo dice alguna cosa por afán de ofender, otras tantasporque no sabe mantener la boca cerrada y tiene que decir algo no importasi tiene alguna validez o no.
El chiquilín, tenía además una gran cantidad de amigos. Todos losdías, le daba los buenos días a un amigo más grandototote que él, que salíatodas las mañanas por detrás de los montes como un espíritu protector y suamigo le contestaba con un rayito de luz que se filtraba entre los árboles.Tenía además a su amigo el susurrador, que pasaba sobre el pasto en lastardes y movía las copas de los  arboles siempre susurrando soniditos ylevantaba las hojas caídas siempre haciendo alborotos muy divertidos.Tenía  también montones de amigos árboles a los  que se subía, ymágicamente, no recibía nunca ningún raspón como resultado de aquellasempresas. Pero sus amigos más íntimos eran los animales, tenía un perro ydos gatos, además de gustarle jugar con los corderitos, las cabras y demásanimales de ganado.Su  perro   se   llamaba   “Juancho”   y   era   un   animalito   muy  tierno   yescandaloso que ladraba a cada ratito por cualquier cosa. Juancho a vecesdespertaba   a   chiquilín   por   las   mañanas   lamiéndole   la   cara   para   quechiquilín le obsequiara unas galletas. No acababa chiquilín de abrir los ojoscuando sus dos gatos ya estaban también listos para que le diera algo dedesayunar,   con   sus   ojos   vivarachos   viéndolo   y   siguiéndolo   en   cadamovimiento en espera de un tazoncito de leche. Chiquilín era un jovencitomuy feliz.Un día iba Chiquilín caminando por una vereda cercana a su casa yse encontró con tres corderitos abandonados sobre una vieja manta. Eramuy   raro   que   alguna   persona   hubiese   dejado   abandonados   a   unoscorderitos.   Talvez   los   habrían   abandonado   porque   estaban   demasiadoflacos y enfermos y temieron enfermarse si se los comían o algo por elestilo. Chiquilín los recogió y los llevó a casa, pidió permiso a su padrepara  acomodarlos  en  el ático  y  les llevó  leche y pan remojado durantevarios días. Notó que sus frentecitas estaban muy calientes y le pidió a unatía suya que sabía preparar menjurjes que le preparara algún té para bajarlesla fiebre. Le suministró a sus corderitos el preparado de su tía durante tresdías, luego de los cuales les bajó la calentura.Chiquilín estaba muy contento con el resultado de sus cuidados, puesdespués de transcurrida un semana, pudieron ya los corderitos caminar ypastar en los campos cercanos a la casa de Chiquilín. Pasaron un par demeses   y   los   corderitos crecieron   mucho   en   ese   transcurso.  Un   día  que
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El niño y los Corderos. Cuento Corto de David del Real. México.
El niño y los corderos.                  “Duerman pequeños niños. Y oigan y vean en sus sueños lahistoria que a continuación relataré, que de la historia de “El niño y loscorderos” grandes lecciones podrán aprender...”Vivió, hace muy pocos años, en una región cubierta por enormes ybellas montañas siempre muy nevadas, pastizales grandes y algunos lagosde agua fría, un jovencito de unos seis años de edad. Su nombre no lorecuerdo,   pues   tengo   muy   mala   memoria   para   algunos   detalles   de   loscuentos, sin embargo, todos en su comarca le decían “el chiquilín”. Esesobrenombre se debía sobre todo a que tenía una gran estatura para su edad,y a sus seis años parecía que tuviera ya unos doce. Los demás chicos de lacomarca los molestaban mucho pues le decían que era “el ogro malo”, “elgigantón tonto” y otras faltas de cortesía por el estilo.Nuestro amigo, sin embargo, era muy feliz, pues tenía la inteligenciade   no   escuchar   los   comentarios   tontos   de   la   gente.   Esta   es   una   gransabiduría que muchos adultos no siempre entienden, pero la verdad es queno todos los comentarios son merecedores de ser tomados en serio. Hayveces que la gente sólo dice alguna cosa por afán de ofender, otras tantasporque no sabe mantener la boca cerrada y tiene que decir algo no importasi tiene alguna validez o no.
El chiquilín, tenía además una gran cantidad de amigos. Todos losdías, le daba los buenos días a un amigo más grandototote que él, que salíatodas las mañanas por detrás de los montes como un espíritu protector y suamigo le contestaba con un rayito de luz que se filtraba entre los árboles.Tenía además a su amigo el susurrador, que pasaba sobre el pasto en lastardes y movía las copas de los  arboles siempre susurrando soniditos ylevantaba las hojas caídas siempre haciendo alborotos muy divertidos.Tenía  también montones de amigos árboles a los  que se subía, ymágicamente, no recibía nunca ningún raspón como resultado de aquellasempresas. Pero sus amigos más íntimos eran los animales, tenía un perro ydos gatos, además de gustarle jugar con los corderitos, las cabras y demásanimales de ganado.Su  perro   se   llamaba   “Juancho”   y   era   un   animalito   muy  tierno   yescandaloso que ladraba a cada ratito por cualquier cosa. Juancho a vecesdespertaba   a   chiquilín   por   las   mañanas   lamiéndole   la   cara   para   quechiquilín le obsequiara unas galletas. No acababa chiquilín de abrir los ojoscuando sus dos gatos ya estaban también listos para que le diera algo dedesayunar,   con   sus   ojos   vivarachos   viéndolo   y   siguiéndolo   en   cadamovimiento en espera de un tazoncito de leche. Chiquilín era un jovencitomuy feliz.Un día iba Chiquilín caminando por una vereda cercana a su casa yse encontró con tres corderitos abandonados sobre una vieja manta. Eramuy   raro   que   alguna   persona   hubiese   dejado   abandonados   a   unoscorderitos.   Talvez   los   habrían   abandonado   porque   estaban   demasiadoflacos y enfermos y temieron enfermarse si se los comían o algo por elestilo. Chiquilín los recogió y los llevó a casa, pidió permiso a su padrepara  acomodarlos  en  el ático  y  les llevó  leche y pan remojado durantevarios días. Notó que sus frentecitas estaban muy calientes y le pidió a unatía suya que sabía preparar menjurjes que le preparara algún té para bajarlesla fiebre. Le suministró a sus corderitos el preparado de su tía durante tresdías, luego de los cuales les bajó la calentura.Chiquilín estaba muy contento con el resultado de sus cuidados, puesdespués de transcurrida un semana, pudieron ya los corderitos caminar ypastar en los campos cercanos a la casa de Chiquilín. Pasaron un par demeses   y   los   corderitos crecieron   mucho   en   ese   transcurso.  Un   día  que
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El Niño y los Corderos
El niño y los corderos.   
               “Duerman pequeños niños. Y oigan y vean en sus sueños lahistoria que a continuación relataré, que de la historia de “El niño y loscorderos” grandes lecciones podrán aprender...”Vivió, hace muy pocos años, en una región cubierta por enormes ybellas montañas siempre muy nevadas, pastizales grandes y algunos lagosde agua fría, un jovencito de unos seis años de edad. Su nombre no lorecuerdo,   pues   tengo   muy   mala   memoria   para   algunos   detalles   de   loscuentos, sin embargo, todos en su comarca le decían “el chiquilín”. Esesobrenombre se debía sobre todo a que tenía una gran estatura para su edad,y a sus seis años parecía que tuviera ya unos doce. Los demás chicos de lacomarca los molestaban mucho pues le decían que era “el ogro malo”, “elgigantón tonto” y otras faltas de cortesía por el estilo.Nuestro amigo, sin embargo, era muy feliz, pues tenía la inteligenciade   no   escuchar   los   comentarios   tontos   de   la   gente.   Esta   es   una   gransabiduría que muchos adultos no siempre entienden, pero la verdad es queno todos los comentarios son merecedores de ser tomados en serio. Hayveces que la gente sólo dice alguna cosa por afán de ofender, otras tantasporque no sabe mantener la boca cerrada y tiene que decir algo no importasi tiene alguna validez o no.
El chiquilín, tenía además una gran cantidad de amigos. Todos losdías, le daba los buenos días a un amigo más grandototote que él, que salíatodas las mañanas por detrás de los montes como un espíritu protector y suamigo le contestaba con un rayito de luz que se filtraba entre los árboles.Tenía además a su amigo el susurrador, que pasaba sobre el pasto en lastardes y movía las copas de los  arboles siempre susurrando soniditos ylevantaba las hojas caídas siempre haciendo alborotos muy divertidos.Tenía  también montones de amigos árboles a los  que se subía, ymágicamente, no recibía nunca ningún raspón como resultado de aquellasempresas. Pero sus amigos más íntimos eran los animales, tenía un perro ydos gatos, además de gustarle jugar con los corderitos, las cabras y demásanimales de ganado.Su  perro   se   llamaba   “Juancho”   y   era   un   animalito   muy  tierno   yescandaloso que ladraba a cada ratito por cualquier cosa. Juancho a vecesdespertaba   a   chiquilín   por   las   mañanas   lamiéndole   la   cara   para   quechiquilín le obsequiara unas galletas. No acababa chiquilín de abrir los ojoscuando sus dos gatos ya estaban también listos para que le diera algo dedesayunar,   con   sus   ojos   vivarachos   viéndolo   y   siguiéndolo   en   cadamovimiento en espera de un tazoncito de leche. Chiquilín era un jovencitomuy feliz.Un día iba Chiquilín caminando por una vereda cercana a su casa yse encontró con tres corderitos abandonados sobre una vieja manta. Eramuy   raro   que   alguna   persona   hubiese   dejado   abandonados   a   unoscorderitos.   Talvez   los   habrían   abandonado   porque   estaban   demasiadoflacos y enfermos y temieron enfermarse si se los comían o algo por elestilo. Chiquilín los recogió y los llevó a casa, pidió permiso a su padrepara  acomodarlos  en  el ático  y  les llevó  leche y pan remojado durantevarios días. Notó que sus frentecitas estaban muy calientes y le pidió a unatía suya que sabía preparar menjurjes que le preparara algún té para bajarlesla fiebre. Le suministró a sus corderitos el preparado de su tía durante tresdías, luego de los cuales les bajó la calentura.Chiquilín estaba muy contento con el resultado de sus cuidados, puesdespués de transcurrida un semana, pudieron ya los corderitos caminar ypastar en los campos cercanos a la casa de Chiquilín. Pasaron un par demeses   y   los   corderitos crecieron   mucho   en   ese   transcurso.  Un   día  que
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