jinxedbd
jinxedbd
JinxedBD
14 posts
Lazy girl writing some shit
Last active 60 minutes ago
Don't wanna be here? Send us removal request.
jinxedbd · 6 years ago
Photo
Amo el rostro de China! Amo el dibujo! Lo amo todo!
Tumblr media
La liga de la novia~
El mejor coloreado de la semana wn, se nota cuando hago las cosas con calma. Pinche semana culera que se organizó toda para no dejarme dibujar en paz más de diez pinches minutos, alv(? Pero bueno, ya hice mi berrinche. Sus ropas son trajes de boda chinos tradicionales o algo similar, es un chingo de rojo, me voy a quedar ciega de tanto rojo en una vida wey pero, woah, lo amé
709 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Luna de Miel [ChinaMexWeek]
La suave brisa de la mañana meció suavemente las copas de los árboles, haciendo caer las pequeñas gotas de roc��o que descansaban en sus hojas sobre la hierba que tapizaba el suelo de aquel bosque. México se apoyó sobre la baranda de madera que bordeaba el pequeño balcón de la cabaña en la que se encontraban, Estados Unidos había sido muy generoso al dejarles curarla durante dos semanas completas. El frío viento del lugar erizar su piel al contacto, causándole un ligero escalofrío mientras cubría su cuerpo desnudo con una suave bata para dormir, no estaba acostumbrado al clima fresco de la zona. -Zǎoshang hǎo, wǒ de àirén- Una pequeña sonrisa se formó en los labios del latino al escuchar aquel distintivo slaudo; giró su cabeza un poco, solo lo suficiente para apreciar a su acompañante. China soltó un profundo bostezo mientras frotaba uno de sus ojos con pereza, intentando esfumarse en vano el sueño que aún recorría su cuerpo entero. -¡Buenos días esposo mío!- La sonrisa del latino aumentó su tamaño, los brazos del mayor se enrollaron al derredor de su cintura, atrayendo lo a un cálido abrazo mañanero -¿Como dormiste corazón?- China no respondió, simplemente escondió su rostro entre la unión del cuello y el hombro del tricolor, inhalando profundamente y dejando que su dulce aroma llenara sus pulmones, antes de comenzar a dejar pequeños besos sobre su piel. La cabeza de México cayó hacia un lado, cerró sus ojos permitiéndose disfrutar de las suaves atenciones sobre él. Las manos de China comenzaron a vagar sobre su cuerpo, pasando sus pulgares sobre el redondo estómago del tricolor, acariciando y pellizcando la sensible piel, rozando las zonas sensibles que había memorizado a la perfección hasta que tuvo al mexicano con el pecho apoyado contra la baranda, soltando pequeños suspiros y jadeos de necesidad. La Blanca bata de dormir incluso ya había desaparecido para ese momento. -P-parece que amaneciste muy entusiasta hoy ¿Eh?... No tienes llenadera carbón- México sonrió divertido, comenzando a mover sus caderas de arriba a abajo suavemente, restregando su trasero contra la creciente erección de su marido. El corazón de México bombeaba con fuerza dentro de su pecho, su pene se sentía inclemente duro atrapado entre su ropa interior; su piel estaba caliente al tacto, contradiciendo al frío viento que seguía soplando sobre él, arrancandole gemidos ante el brusco contraste de temperatura. China besó su oído, una de sus manos se pasó su pierna, acariciando la piel tricolor antes de llegar a la ropa interior del menor, subiendo hasta perderse en la tela de licra y bajarla con lentitud, descubriendo su trasero y parte de su espalda, dejándole un acceso directo y sin problemas a su rosada y húmeda entrada; la otra simplemente siguió vagando por su torso disfrutando de la sensación que le brindaba cada escalofrío que recorría al americano. -Dime si duele- El mayor presionó suavemente el pecho de México contra la madera de la baranda, retirando su miembro unos centímetros y luego golpeando de nuevo, adentrándose en el cuerpo del tricolor sin cuidado alguno.  México golpeó la madera con una sacudida, un mudo grito sale de su boca, dejando una estela blanca cuando su cálido aliento se encontró contra el frío del exterior. Las manos del asiático se anclaron contra el hueso de la cadera del latino, estableciendo un ritmo brutal, rápido y profundo. México se sentía usado y expuesto, exhibido para que cualquier persona que caminara por el lugar pudiese ver como China se adentraba en él una y otra vez. Gimió contra el la madera, dejando que sus ojos se desenfoquen y el bosque se tornase borroso, y empujara su trasero hacia atrás para que China supiera que esto lo está haciendo bien, que él lo está disfrutando y que eso es lo que auiere. China gruñó, levantando las caderas de su esposo con más fuerza, comenzando a susurrarle suaves palabras de amor, que estaba seguro de que México no entendería, en su idioma natal. México estaba tembloroso con solo una mano sosteniéndose sobre la baranda, pero el mayor tira de él hacia atrás y lo dobla más para que su peso se distribuya de manera más uniforme, dejándolo parad sobre la punta de sus pies. México no duda en envolver su pene con su mano, haciendo coincidir el rápido ritmo del más alto con los movimientos de su mano. Si tan solo algún campista perdido pasara por ahí, podría verlo perfectamente; observar a México siendo sometido con fuerza en ese pequeño balcón; y podría ver lo mucho que lo estaba disfrutando. -Por favor, por favor- China desliza su palma de la mejilla del hispano hacia su cuello, agarrándolo y tirándolo sobre las puntas de sus pies, robándole una poca pero necesaria cantidad de aire de sus pulmones.  China comienza a moverse con más fuerza, besando todo lo que puede alcanzar del hombro y el cuello de su esposo, y guíando la mano de México que se movía sobre su pene a un nuevo ritmo, uno más veloz, y más rudo, apretando su puño de vez en cuando solo por el deseo de escuchar a México chillar con desesperación y rogar.  -Puedes venirte cuando quieras mi amor- China susurra suavemente, haciendo que el menor se estremezca en sus brazos, deslizando su pulgar sobre su uretra y presionando su glande con fuerza. No le toma mucho hacer terminar al latino; China se sentía enorme dentro de él, y la emoción de que alguien los pudiera mirar y los descubra, y vea a México tan desesperado por eso, lo arroja cerca del clímax con facilidad.  México pone su otra mano sobre la punta de su miembro para atrapar el inevitable semen que iba a salir de su miembro, no quería ensuciar la preciada casa de invierno de su mejor amigo, pero China golpea el dorso de su manos con los dedos, alejando su mano con ese simple movimiento. -Quiero que hagas un desastre, deja que el Murica' se encargue de eso- Mexico respira con dificultad, y la tensión en su cuerpo se rompe y brota por todo el la madera de la baranda, su pene se sacude, gime y mira cómo su blanco se desliza por los barrotes. China muerde su hombro suficientemente fuerte como para hacerlo retorcerse y entra dentro de él, terminado dentro del cuerpo del norteamericano, haciéndolo apretar su cuello un poco más en un intento de mantener todo el espeso liquido adentro. La presión sobre el cuello del latino desaparece unos segundos después de que China tuviera su orgasmo y se dedicara a pasear sus manos sobre sus temblorosos y regordetes muslos. México estaba absurdamente agradecido de que no se alejara porque estaba bastante seguro de que colapsaría en el suelo sin algún tipo de apoyo o ayuda. Y entonces, sin ningún aviso China lo tomó entre sus brazos como si de una princesa se tratase; a diferencia del hispano este solo había tenido que bajar un poco su ropa interior por lo que no tuvo problema alguno en adentrarse en la casa nuevamente con toda su ropa puesta. No iba a dejar escapar al menor tan fácil, aún tenía dos semanas para divertirse con él sin distracción alguna.
51 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Pelea [ChinaMexWeek]
-¡Mexico espera! ¡Vuelve!- La puerta se cerró de golpe frente a la cara de China antes de que siquiera pudiese terminar de hablar. Un centímetro más y el asiático hubiese terminado con su nariz rota, agregándose a la gran cantidad de problemas que tenía en ese momento. El sonido de una cerradura siendo cerrada llegó desde el otro lado de la puerta. China se quedó en su lugar, apretando sus puños antes de golpear con fuerza la estructura de madera frente a él. -¡Bien! Si así es como quieres jugar entonces está bien! ¡No me importa!- China gritó con fuerza antes de darse la vuelta y bajar las escaleras de su casa, alejándose de la habitación en la que su esposo se acababa de esconder. Acababan de tener una de sus no muy recurrentes peleas. China se enorgullecía de su alta presencia y tolerancia; pero siempre hay un momento en el que simplemente todo llega a su límite y explota. [...] China sostuvo con cuidado a su pequeño bebé en brazos, meciendolo y arrullandolo de la mejor manera que un padre primerizo podía hacer; intentando apaciguar los llantos desesperados de su pequeño hijo. El pequeño Mina llevaba horas llorando de manera desconsolada, moviéndose en su coña con desesperación y rechazando cualquier biberón que China le acercase, por más tibio o caliente que estuviese este simplemente no lo aceptaba, empujándolo fuera de su boca o negándose si quiera a probarlo, solo giraba su cabecita y soltaba un llanto aún más fuerte. Sus mejillas verdes y Rojas estaban mojadas con notables lágrimas y su pecho subía y bajaba con violencia después de cada lloriqueo o respiración que daba. China estaba a punto de rendirse, la idea de abandonar a su bebé en su cuna y regresar a dormir no parecía tan mala idea después de tres horas, tenía una reunión importante a la que asistir al día siguiente y no podía permitirse trasnochar esa noche; una vez solo no le haría daño al bebé. O al menos eso pensaba hasta que el sonido de la puerta principal siendo abierta con sigilo llamó la atención de ambos. China dirigió instintivamente su atención a la entrada, y su pequeño hijo solo apaciguó un poco su llanto, transformando lo solo en algunos tristes gemidos. México se tambaleó torpemente en la entrada, cerrando la puerta detrás de él sin cuidado alguno, adentrándose en su hogar. Una sonrisa esperanzada apareció en el rostro del asiático; sabía que la única persona, además de él, que podía calmar a su primogénito era su amado esposo. Se acercó felizmente al menor, quien parecía no notarlo, hasta que un fuerte olor a alcohol invadió sus fosas nasales, haciéndolo detenerse en seco, a tan solo unos cuantos pasos de americano. -¿México?...- El latino levantó su mirada, sus ojos estaban perdidos en un punto fijo sobre el rostro de China, en una clara señal de confusión que duró solo un par de segundos antes de que una ectraña sonrisa la sustituyera. -¡Mi amor!- México dio dos pasos hacia el frente, tropezandose con sus propios pies antes de sostenerse contra la pared para evitar caer en su mano libre sostenía con fuerza una botella de whisky medio vacía, con signos de haber sido abierta hace muy poco tiempo; una fuerte sensación de mareo lo invadió, seguido de la pequeña sensación que crece desde su estómago, indicandole que vomiraría en cualquier momento. -México ¿Estás ebrio?- La voz de China salió preocupada. Para nadie era un secreto el problema que tenía el latino con la bebida, varias veces se había metido en problemas por las altas cantidades de alcohol que llegaba a ingerir en una sola noche; pero eso ya estaba olvidado. O eso pensaba China hasta ese momento. Su esposo le había jurado en mil ocasiones que no volvería a beber, que se curaría y que cambiaría por el bien de su hijo, por él. Pero parece que había sido una mentira. -¡Que va chikistrikis! ¡Si yo estoy más sobrio que nunca!- México abrió sus brazos confiado, en una señal que indicaba que estaba esperando un abrazo de bienvenida... Abrazo que nunca llegó. -Me prometiste que detendrías esto...- China escondió a su hijo recién nacido entre sus brazos; miró a su pareja con una mirada dolida mientras se alejaba un par de pasos, no queriendo creer que el amor de su vida le había mentido y le había jurado en falso. Mina gimió con tristeza, estirando sus pequeños brazos esperando a que su madre lo cargara, pero China simplemente lo acomodó en sus brazos. -¡Me prometiste que dejarías de beber!- China levantó una de sus manos, mientras sostenía a su bebé con la otra, apuntando acusadoramente a su esposo, quien simplemente lo miraba con una mueca desconcertada. Su voz se alzó con fuerza por toda la habitación; se sentía traicionado y engañado por la persona que más amaba en el mundo. Normalmente no le habría molestado que México saliera y se embriagara con sus amigos, de hecho, no se molestó cuando el hispano le dijo que saldría a festejar con sus hermanos, el problema llegaba cuando México se presentaba en casa de aquella manera tan deplorable, esa no era una imagen que China quería que su hijo recordara durante el resto de sus días. México se encontraba hecho un desastre, su ropa estaba totalmente desaliñada y cubierta por distintos tipos de manchas irreconocibles, sus ojos tenían notables ojeras y su rostro estaba rojo gracias a la gran cantidad de alcohol que seguramente había ingerido. -No estoy ebrio...- México se defendió una vez mas; China masajeo su cabeza con irritación, intentando controlar su notable molestia para  o alterar aún más al bebé en sus manos que aún lloraba por la atención de su madre. El hispano abrió sus ojos con sorpresa cuando repentinamente notó a su inquieto hijo en los brazos de su esposo. Etiró sus brazos para tomar al pequeño pero una mano carmesí lo detuvo en el proceso, alejándolo así del menor, obligándolo a retroceder. -No México, no te acercaras a Mina en ese estado- El ceño de México se frunció con notable molestia, antes de volver a insistir para tomar a su bebé en brazos, siendo apartado una vez más pero de una manera más brusca y sin ningún rastro de duda por parte del mayor -Hablo enserio México, estás muy mal como para poder cargar a Mina, mejor ve a dormir un poco, mañana hablaremos de todo esto- -¡Deja de joder China! ¡Dame a mi hijo! ¡El quiere estar conmigo!- China sostuvo en alto al pequeño en cuanto México se abalanzó sobre él con ganas de arrebatar al infante de sus brazos; él era bastante más alto que el mexicano, por lo que no tuvo problemas para mantenerlo fuera de su alcance. -¡Ya te dije que no! ¡No dejaré que un alcohólico como tú sostenga a mi hijo!- China no tuvo más tiempo de decir alguna otra cosa cuando la palma de la mano de México se estrelló con fuerza contra su mejilla, haciéndolo girar su cabeza hacia un lado. -¡Eres un idiota! ¡Te odio!- Y sin decir más palabra, México salió corriendo hasta su habitación compartida, azotando la puerta detrás de si con un estrepitoso golpe. China se mantuvo en su lugar algunos segundos, sosteniendo a su bebé antes de salir corriendo por el lugar en el que se había ido el latino, intentando alcanzarlo aún inundado en cólera. [...] China se dejó caer contra el sofá con cansancio, acomodando al pequeño y dormido Mina entre su pecho. El bebé apretó con fuerza un poco de la tela que conformaba la camisa de su madre al mismo tiempo en que metía una parte de su otra mano a su boca; se veía tan pacífico, como si no hubiese acabado de presenciar una disputa entre sus padres. El asiático suspiró con pesades, acomodándose un poco en el sofá que al parecer sería su cama durante esa noche, o al menos hasta que pudiese solucionar los problemas con su esposo; hasta que por segunda vez, el sonido de una puerta siendo abierta lo distrajo, seguido del suave sonido de pisadas bajando las escaleras. México se plantó frente al mayor con la cabeza baja, sus mejillas tricolor estaban enrojecidas, acompañadas con el constante hipido que salía de su pecho, indicando que el tricolor había estado llorando todo el tiempo en el que se ocultó en su habitación. China no pudo reprimir la opresión y culpa que creció dentro de su pecho; había hecho llorar al ser que más amaba en ese universo. Una pequeña sonrisa melancolica creció en los labios del mayor, sus brazos se abrieron en señal de abrazo, de la misma manera en la que el latino lo había recibido antes de su pelea. No pasaron muchos segundos antes de que México se abalanzara sobre China; rodeando su cuello con sus brazos y susurrando le al oído mil y un veces lo mucho que lo sentía, que no lo volvería a hacer y que intentaría dejar de beber. Por el bien de su matrimonio y de su pequeño hijo.
47 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Photo
Esto es tan bello que apenas puedo soportarlo :"D ¡Me encanta!
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Yo: Bien, ya pasó el evento que me tenía muy ocupada, seguro el día 5 lo puedo hacer precioso y con calma
El horario culero del viernes: JAJAJA! PEQUEÑA I L U S A!!!
Yo: >:(
;;;; Ya es bien pinches tarde, ya ni hice las correcciones al brillo de las fotos, perdón ;;;; Pero bueno, para haberlo hecho en plazos de diez minutos cada tres horas, es un buen trabajo a mis ojos (???
Creo que ya he dicho, pero repito: AMO EL OMEGAVERSE!! Me hace muy feliz! xD una de las cosas que más me encantan, es la cosa de anidar y los olores, se me hace algo muy erótico porque yo tengo un olfato bastante sensible y me drogo con el perfume de las personas que pasan a mi lado (????
Si alguien no sabe qué es anidar, es una cosa adorable. Los omegas buscan cosas que les gustan o les hacen sentir cómodos y crean una especie de nido en un lugar que les hace sentir seguros (para pasar el celo en un lugar agradable), es parte de su instinto procurar comodidad y seguridad para el próximo cachorro (incluso si no están embarazados). Nadie tiene permitido tocar o acercarse al nido porque en época de celo, los omegas suelen ser bastante territoriales y el nido es un lugar especialmente para ellos, a menos que den permiso (a sus otros cachorros, a su alfa o a algún familiar). Cuando un alfa es invitado al nido, debe ser respetuoso y no destruirlo o arruinarlo, incluso si es el Alfa del Omega.
Bueno, ese es el concepto que más me ha gustado xD cada escritor o dibujante puede ocuparlo de la manera que más le guste, algunos deciden no ocupar el nido o hacerlo compartido, pero me gusta así porque el permiso de entrar al nido es una muestra de confianza y aaaahhh, me entra el amor! (?
836 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Omegaverse [ChinaMexWeek]
Mexico no tenía eso bajo control.  Se acostó sobre su cama con un suspiro, con su espalda arqueada, sus dedos en su lubricada entrada, gimiendo y llorando por el intenso dolor que recorría su cuerpo.  Eso no estaba bajo control.  Los dedos de sus pies se apretaron, mientras continuaba complaciéndose, hasta que escuchó que la puerta principal se cerraba de golpe y entonces se detuvo, conteniendo el aliento con temor. Sabía que Estados Unidos era un Beta, pero tanto Rusia como China eran Alfas. No sabría qué hacer si uno de ellos lo oliera.  Se maldijo mentalmente por haberle dado las llaves de su casa a esos tres depravados. Al principio le había parecido una buena idea contar con algunos juegos de llaves de respaldo guardados con personas de confianza cada vez que los necesitara. Esa vez, no era una de esas veces. Escuchó pasos subiendo las escaleras, luego los oyó pasar su habitación. Tal vez era Ameria, después de todo, era el único que entraba sin anunciar su presencia, como si fuera dueño de el lugar. Al menos sabía que el lo dejaría solo, lo sabías, tal vez se burlaría un poco de su situación antes de darle un vaso con agua fría o lo ayudará a meterse al baño sin caer. Sin embargo  con Rusia o China las cosas serían completamente diferentes, lo sabía. Escuchó pasos retroceder a su habitación, escuchó a alguien olfatear y después un golpe suave en la puerta.  -¿México?- La consternada y preocupada voz de China rompió la tensión en el ambiente. La puerta se abrió un poco, dejando entrar un poco de la luz del pasillo. China gimió en desesperación cuando el intenso olor del latino golpeo su rostro. -¡Vete!- Gritó el menor en tartamudeando nervioso, escondiéndose debajo de las mantas que cubrían su cama -¡Puedo lidiar con esto yo solito!-  -¿Necesitas que te traiga algo? ¿Comida? ¿Agua?- China no parecía convencido con la respuesta del menor, así que decidió seguir insistiendo, apretando sus pu��os y clavando sus uñas en las manos para evitar saltar en ese mismo instante sobre su necesitado amigo. México se puso de pie y caminó hacia la puerta de la manera más rápido en la que sus temblorosas piernas le permitieron; su playera del PRI cayó flojamente sobre su cuerpo, cubriendo la mayor parte de su parte inferior, hasta justo por sobre de la mitad de su muslo.  China retrocedió unos pasos cuando la puerta frente a él comenzó a abrirse lentamente, apretó un poco la caja de chocolates que traía entre sus manos, aplastando un poco el cartón junto con la pequeña nota sobre este. México se paró en la puerta de su habitación, totalmente hecho un desastre. Estaba cubierto de sudor, su rostro estaba rojo brillante, estaba jadeando fuertemente luchando contra si mismo para no gemir por la erección en atrapada en su ropa interior. Los muslos del menor eran gruesos y regordetes, y sus caderas estaban llenas de grasa, todo en una combinación perfecta que solo hacía que dieran ganas de apretar cada una de las partes de su cuerpo. China no podía ver su trasero, pero estaba seguro de que era tan asombroso como el resto del cuerpo del latino.   Las pupilas del asiático se dilataron con emoción, su rostro se pintó de un color rojo intendo. No podía mirar hacia otro lado, la vista era sumamente hermosa y erótica. México por su parte estaba un poco, muy, irritado, el celo hacía que algunos Omegas se pusiera un poco de mal humor, a veces, más aún hablando de Mexico, quien siempre estaba de mal humor.  China miró al más bajo y solo esperó. No sabía qué más hacer, no quería hacer nada sin que ambas partes estuvieran de acuerdo, no quería arruinar sus posibilidades con el menor, había estado bastantes meses cortejandolo como para que sus bajos instintos arruinaran todo su avance con el tricolor. -¡Deja de mirarme!- México grito sonrojado, mirando hacia otro lado, furioso, evitando  toda costa que sus ojos se cruzaran con los del asiático. China se sonrojó aún más, e inmediatamente miró hacia otro lado, como por un acto reflejo, cubriéndose el rostro con la arrugada caja de dulces que había traído como regalo, sin cuestionar de ninguna manera al Omega en celo. -¿N-necesitas al-?- México gimió de nuevo; cortando abruptamente la pregunta del mayor. -¡Deja de tartamudear! ¡Si hay alguien que debería estar avergonzado, soy yo!- China solo pudo asentir ante el grito enojado del latino. -Duìbùqǐ- China se disculpó, inclinándose hacia adelante por acto reflejo; se tentó por unos segundos a apartar la mirada, pero esos  los muslos del hispano se venían tan hermosos y apetecibles que no pudo evitar quedarse en esa posición para admirarlos un poco más. Lo miró fijamente, una vez más.   -¿E-estás seguro de que no necesitas nada?- China fue interrumpido por el tricolor al momento en el que se ponía nuevamente recto.  -¡Sí! ¡Sí, necesito algo!- México gritó histerico -¡Necesito que alguien me coja!- México se llevó las manos a la boca inmediatamente después de decir eso. Su rostro estaba aún más rojo que antes, si era posible; la desesperación en su pequeño cuerpo era tan grande que ni siquiera pensó antes de hablar. China abrió su boca para decir algo pero México cerró la puerta de golpe en su cara, cortándole cualquier comentario que estuviese a punto de decir.   México sabía que no podía ignorar a China el resto de su vida, pero en ese momento se sentía tan avergonzado que la idea pasó por su mente más de una vez, por mucho que no quisiera hacerlo; quería tener lidiar con su estúpida cara, ni con su estúpido cabello, ni con su estúpida y bella sonrisa. Su muy boba, deslumbrante y perfecta sonrisa; sus adorables ojos rasgados ni con las hermosas estrellas que adornaban una parte de su rostro. México se maldijo mentalmente, el dolor sobre su entrepierna se volvió insoportable con solo recordar la imagen del asiático; se sentía un depravado por pensar de esa manera de su amigo; pero tal vez solo era su celo tomando el control de su mente. De cualquier manera no pudo siquiera arrepentirse de sus acciones cuando México se encontró abriendo la puerta nuevamente. -China...- México simplemente susuró, cuando la puerta estuvo abierta nuevamente. -México!- La voz de China se escuchaba esperanzada, y aunque el asiático estaba realmente confundido en ese momento, prefirió no decir nada. México simplemente quería terminar con eso en ese mismo intante, ya no podía soportar la necesidad que invadía su cuerpo, necesitaba que un alfa lo tomara en ese mismo instante; siendo más específicos, el único alfa frente a él. -Hazmelo- México murmuró sin vergüenza, levantando ligeramente su empapada camisa y dejando ver su regordeta barriga, -¡¿Que?!- China gritó, sonrojándose intensamente, aunque era disimulado un poco debido al color de su rostro  -¡No pendejo tú jefa!- México gritó exasperado por enésima vez en el día, dejando caer sus manos y cubriendo de nuevo su cuerpo -¡Obvio que tú puñetas! ¡¿Quien más?!- China se quedó en silencio unos segundos, procesando toda la información que acababa de llegar a su cerebro antes de estirar las manos y tomar al latino de las mejillas, tirando de él hasta que sus labios se unieron en un necesitado beso. Ambos se besaron con todo lo que tenían, México pasó sus brazos alrededor del cuello del más alto, mientras este bajaba sus manos y lo tomaba de la cintura, y ​​frotó su erección desnuda contra la vestida del asiático, arrancando un gemido por ambas partes. China avanzó un par de pasos, empujando al hispano dentro de la habitación hasta que ambos cayeron sobre la cama. Su ropa comenzaba a estorbarle y podía sentir como su pene comenzaba a despertar. Era como un sueño hecho realidad, no esperaba que esa fuera la forma en la que por fin se uniría con su "crush" pero era mejor que nada; su corazón latía desbocado en su pecho, las expresiones del más pequeño eran adorables, amaba la forma en la que se retorcía bajo sus brazos y rogaba por más. Era simplemente perfecto. [...] -¡México!- Rusia abrió sin preocupaciones la puerta de la casa del latino, empujándola suavemente con su hombro hasta adentrarse por completo; en sus manos sostenía una gran caja de pizza, que aún se encontraba caliente. Tenía la intención de regalarsela al latino y tal vez comerla juntos. Rusia llevaba bastante tiempo enamorado del pequeño mexicano pero nunca había intentado nada; no hasta ese día. -¡Oh! ¡China-ah!- Un fuerte gemido resonó por toda la casa, seguido de un suave rechinido y un golpeteo; como si estuviesen golpeando una pared. Rusia abrió sus ojos con asombro; su corazón se estrujó dentro de su pecho al mismo tiempo en el que grandes lágrimas cruzaban por sus mejillas. Apretó la caja de pizza entre sus manos, rompiendo el cartón caliente antes de darse la vuelta y marcharse; dejando la puerta cerrada y las llaves de la casa de su amigo tiradas en el suelo de la entrada. Al parecer había perdido.
326 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Primera Cita [ChinaMexWeek]
México mentiría si dijera que no se sentía nervioso; de hecho estaba completamente  aterrorizado; ás nervioso de lo que nunca antes había estado en toda su vida. Se paró frente al espejo de cuerpo completo que descansaba en una de las esquinas de su habitación, ibservandoce con detenimiento por enésima vez en el día. Le había llevado bastantes horas elegir un conjunto de ropa adecuado para su cita, nada muy elegante pero tampoco muy casual, no quería parecer un aburrido, pero tampoco quería lucir como si no le importara su cita; en verdad había sido una decisión difícil para el pequeño latino, había pasado bastante tiempo desde la última vez que salió con alguien de esa manera y quería dar la mejor impresión posible. Después de mirarse durante diez minutos en la misma posición, México estaba empezando a odiar su ropa nuevamente; pero ya no tenía tiempo para cambiarlo en ese instante, ya que seguramente China lo estuviese esperaba fuera de su casa. México tragó saliva, mordiéndose el labio inferior por un momento antes de apartarse del espejo y agarrar su teléfono. Su corazón dio un vuelco en su pecho al ver un mensaje de China en la pantalla, su mente pensó en las peores cosas que podían salir mal a partir de ahí; tal ves había tenido un accidente, tal vez se le había hecho tarde o tal vez llamaba para cancelar todo porque se dio cuenta de lo poco que sería para él salir con alguien como México. Exhaló lentamente mientras abría el mensaje; esperando lo peor. "Ya estoy aquí ^^" México sonrió rápidamente antes de meter su teléfono en el bolsillo y agarrar su billetera, nunca pensó en China como alguien que usara emojis al mensajear, era adorable. Lanzó una última mirada a su reflejo, quitándose algunas arrugas inexistentes sobre su camiseta de manta y acomodando el cuello de esta antes de salir de su habitación y bajar las escaleras hasta la salida y encontrarse con China. Esperaba que cuandoabriera la puerta sus manos dejaran de temblar.  No lo hicieron. -¡México!- China saltó con emoción tan pronto como vio al menor abrir la puerta; en sus manos sostenía un pequeño ramo con algunas rosas rojas que rápidamente fueron casi estampadas en el rostro del latino -Te vez muy bien- -Gracias-  México sonrió un poco, desvió su mirada un par de segundos, sonrojándose ligeramente y agachando la cabeza mientras recibía el ramo y lo abrazaba con delicadeza, como si de un bebé se tratase -Tú también te vez bien...- China sonrió y le tendió la mano al menor para que la tomara -¿Listo entonces?- -Ah, ¡Claro!- El latino suavemente, posó su mano sobre la del asiático; rezandole a todos los dioses que conocía para que no se diera cuenta de lo mucho que estaba sudando. [...] -Entonces- China tomó asiento junto al mexicano, con una sonrisa suave en su rostro -¿Que te gustaría hacer ahora México?- -No lo sé- México rascó su nuca suavemente, mirando a sus manos mientras sostenía un pequeño cono de helado -No estoy muy seguro, tal vez podríamos ir a ver una película o algo así- -¿Te encuentras bien?- China frunció el ceño ligeramente, notando el aura nerviosa que rodeaba al latino -¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te lleve a casa?- -¡No! ¡No!- México agito sus manos de un lado a otro con violencia, en señal de negación, casi tirando su helado en el proceso -¡Estoy bien! ¡Me gusta mucho estar contigo!- -Siento un pero allí- China soltó un pequeño suspiro cansado, moviendo su manos hasta la del menor, uniendolas con delicadeza, obteniendo asi una curiosa mirada por parte del americano -Puedes contarme lo que sea México- México se encogió de hombros y bajó su mirada de nuevo, concentrándose en el helado sobre su mano que comenzaba a derretirse gracias a la intensa luz del sol que lo golpeaba a través de la ventana de aquella pequeña heladería -No es importante- -Permiteme estar en desacuerdo con eso- La mano libre del asiático tomó suavemente el menton del menor, moviendo su cabeza para que ambos pudiesen verse a los ojos -Es importante porque tú eres importante- México tragó saliva en seco, sus mejillas se pintaron de un notable tono rojo al tener tan cerca el rostro del asiático; podía sentir su respiración golpear su rostro, podía oler el sutil aroma de su colonia y podía apreciar con claridad el hermoso color amarillo de las estrellas sobre su cara. Era simplemente hermoso. -Apenas si nos conocemos- México cambió su expresión hipnotizadoa después de unos segundos, no entendía  por qué aquel gran y exitoso país se preocupaba de la noche a la mañana tanto por él,  cuando las personas que había conocido por años apenas le daban un segundo vistazo a menos que necesitaran algo de él.  -Pero quiero que nos conozcamos mejor- -¿Por qué?- ​​México preguntó con los ojos muy abiertos y expectantes, deseoso de escuchar una respuesta para cada una de las dudas que se formaban dentro de su mente. China inclinó levemente la cabeza hacia un lado, su rostro cambió a una expresión gentil, acompañado de una titubeante sonrisa  -Porque me di cuenta de algo sobre ti hace algún tiempo, justo en el día en el que me escogiste a mi sobre todos los demás- -¿Qué notaste?- México susurró, dejando una lamida sobre su helado, esperando que el dulce sabor de este lo ayudara a calmar  los latidos erráticos de su corazón.  -Estabas muy callado y estaba claro que estabas solo- China respondió suavemente -Cuando estabas hablandome sobre tus planes de comercio, tus ojos se iluminaron y parecías tan apasionado... Pero cuando notaste lo mucho que estabas hablando, te volviste tímido y callado, como si estuvieras avergonzado y acostumbrado a que la gente te dijera que te callaras y guardaras tus opiniones; eso me hizo querer retroceder en el tiempo y golpear a cada persona que te hizo sentir que eras menos importante que los demás y que no importaba lo que pensaras- México se sonrojó, mirándose los pies mientras pateaba la tierra debajo de él. Tomó un otro poco de su helado, lo frío de aquel postre no hizo nada para calmar las mariposas en su estómago. La idea de que alguien estaba realmente interesado en él sin ningún motivo oculto era extraña. En este punto, incluso sus hermanos solo le prestaron atención cuando querían algo de él o simplemente burlarse de su suerte; era agradable que alguien se preocupara simplemente porque estaban interesados ​​en él. Pero no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo pasaría antes de que China se diera cuenta de que no valía la pena y se alejara igual que todos los demás. -¿Dije algo que te incomodara?- Preguntó China suavemente mirando al tricolor con sus ojos llenos de preocupación -Puedo llevarte a tu casa si quieres, lamento si dije algo extraño- -No- susurró el menor, mirando de nuevo al asiático y dándole una pequeña sonrisa -No estoy incomodo. Simplemente no estoy acostumbrado a que alguien quiera pasar tiempo conmigo sin esperar algo a cambio- -Bueno, yo quiero- China extendió la mano y tomó la mano de México, dándole un suave apretón. México sonrió, acercándose un poco más hasta que su costado se presionó contra el del mayor y comió lo que quedaba de su helado. Tal vez podría acostumbrarse a eso.  [...] -Voy a matarlo ahora- -Sacowea espera!- Chile susurró preocupado, sosteniendo el brazo de Venezuela para evitar que este se lanzara contra el asiático, en afán de alejarlo de su hermano. -Ese idiota solo quiere aprovecharse de mi hermanito- Venezuela se sacudió con fuerza, intentando soltarse del agarre del chileno, importandole poco cuando su camisa comenzó a romperse ligeramente. -¿De que hablai' weon? ¡Si se ven muy felices! ¡Solo míralos!- Chile movió un poco las ramas del arbusto en el que estaban escondidos, abriendo un pequeño hueco para que ambos pudiesen ver por la ventana de aquel establecimiento a su hermano norteamericano y a su pretendiente. -No confío en las potencias- Ambos sudamericanos llevaban varios minutos escondidos en un pequeño parque frente a la heladería en la que se encontraba el mexicano; al principio había comenzado como una pequeña broma, pero al pasar el tiempo al venezolano no le gustó para nada la cercanía que estaba teniendo el chino con su hermano. Y mucho menos le gustó que al regresar la mirada al local, ignorando las súplicas de Chile para dejar a México tranquilo con su "nuevo novio", encontrara como escena un suave beso que ambos compartían, ajenos a todo lo demás -¡Lo voy a matar!- -¡Weon no!-
33 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Photo
Lo amo, simplemente lo amo ;u;
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Me encantó el resultado wn.
Creo que nunca lo había pensando seriamente, pero me cuesta mucho ver a México como “Yandere” u obsesivo. Para mí, nada más es pendejo (?
Eso sí, puede ser muy tóxico, pero no de manera obsesiva, sino como un manipulador o un gran mentiroso, que disfrute romper corazones o engañar a sus parejas (?????
Algún día haré un dibujo de eso.
Headcanon: En un AU donde China es un maniático obsesivo, le regaló a México un celular que él configuró especialmente para poder encender la cámara y el micrófono de México y poder verlo todo el tiempo. También escucha a veces sus llamadas desde la comodidad de su casa. Siempre le dice lo hermoso que es
PODRÁ SER PSICÓPATA, PERO NO UN MALTRATADOR, SIQUESI
1K notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Obsesión [ChinaMexWeek]
Era una rutina extraña para él, ni siquiera se había dado cuenta de cuándo había comenzado todo, o quizás simplemente no quiso tomarle importancia a eso y decidió olvidarlo. Todos los días era igual; la reunión terminaba, México se ponía de pie listo para irse, recogiendo sus cosas con toda la calma del mundo, solo por la morbosidad de ver a su vecino del norte exasperado por su lentitud esperándolo en la puerta de salida; entonces simplemente él se acercaba con una sonrisa, murmurando un suave "Adiós México" y se marchaba, como si nada hubiese pasado. No había conversaciones, ni nada más allá de eso, solo una simple despedida. Era una situación bastante extraña para el latino, nunca se había acercado a China más allá de los pequeños acuerdos comerciales que tenían, los cuales no eran muchos pero existían; no había razón alguna en su mente lo suficientemente grande en su cabeza para entender el asiático se acercara de la nada y de igual manera desapareciera, solo dejando una despedida a su paso; las cuales México siempre respondía con una sonrisa amable antes de salir al lado de él americano. Aunque a veces, México podía jurar que sentía una mirada sobre su espalda, observándolo detenidamente cada vez que dejaba la habitación. [...] -¿Que es esto?- México miró con curiosidad el pequeño objeto en sus manos; era una tarjeta de cumpleaños, tenía el dibujo de un pequeño oso sonriente, volando en el cielo sostenido por varios globos rojos; Una linda imagen a su parecer. -Oh, China me la dio para ti- Canadá miró al pequeño latino con una sonrisa en su rostro; obviamente le parecía gracioso el aquel asiático, que siempre se miraba con un porte serio e inmutable le hubiera conseguido una carta de felicitaciones a su amigo -Creo que le gustas- México torció su boca con incomodidad, mirando el decorado trozo de papel durante unos segundos más ante se decidiese por abrirlo y leer la pequeña nota que contenía en su interior. "Hola México, Feliz cumpleaños! Hoy te vi abrazar a muchas personas en la mañana, estoy un poco enfadado por eso, no me gusta que se te acerquen de más. Mis compañeros dicen que puedes tener más amigos además de mi, y creo que tienen razón; solo, por favor ya no abraces a nadie más. Guarda esos abrazos para mi" Al instante, en el rostro de México se posó una expresión de incredulidad; sus ojos se abrieron con sorpresa y su boca se abrió tanto que su mandíbula comenzó a doler. Canadá tomó la carta con preocupación para leerle, al notar la expresión de su amigo, ni siquiera le dio tiempo al latino de replicar antes de tomar su mano y jalarlo hasta la oficina de ONU; ni siquiera se molestó en golpear la puerta, simplemente entró sin aviso alguno y dejó la carta sobre el escritorio de la organización, indicandole con la mirada que la leyera. La organización enmarcó una ceja molesto, no le gustaba que entraran a su oficina de esa manera, pero mantuvo sus quejas para si mismo mientras tomaba el trozo de papel en sus manos y comenzaba a leerlo. Su expresión no cambió en ningún momento; simplemente bajó la carta en un suspiró cansado antes de responder. -Hablaré con él...- [...] Las semanas pasaron con tranquilidad; México no había vuelto a saber de China en todo ese tiempo; se sentía un poco culpable en el fondo, tal vez acusarlo de esa forma con la ONU le había dado problemas al asiático, tel vez él y Canadá reaccionaron de mala manera; después de todo era solo una carta inofensiva. O al menos eso pensaba hasta que más y más cartas comenzaron a llegar a sus manos, después de tanto tiempo sin siquiera recibir una mirada por parte del mayor y parecía que esa vez no iban a detenerse; algunas las encontraba en el cristal de su auto, otras veces descansaban sobre su lugar en la sala de reuniones y muy raras ocasiones, aparecían directamente en el buzón de su casa. No sé atrevió a abrir ninguna, temeroso de cualquier cosa que estás pudiesen contener; una sola vez había sido bastante perturbadora para él; no sabía que pasaría si se atrevía a abrir una sola de éstas. Así que simplemente las guardó en una pequeña caja de cartón y se las presentó a ONU al día siguiente. Porque al parecer, el escarmiento pasado no había sido suficiente, y a pesar de la mirada fastidiada que la organización le dedicó cuando lo vio entrar, estaba dispuesto a hacer lo que sea por que eso parase y pudiera volver a su vida normal. -¿Por que no le escribes una queja por escrito?- ONU levantó la mirada, dejando caer una de las cartas sin abrir de nuevo dentro de la pequeña caja, observando con detenimiento el rostro consternado del latino. -¿Que?- México preguntó sin creerlo, era la segunda vez que se quejaba directamente sobre los acosos del asiático hacia él, no le gustaba hacerse la victima, pero al parecer tendría que hacerlo por tercera vez. -México, China no te a confrontado de manera directa, no puedo hace nada por ti a menos que que presentes una queja formal sobre esto, pidiéndole que pare- La organización se inclinó en su silla, cruzándose de brazos  apoyando una de sus piernas sobre la otra sin preocupación alguna -Hasta donde yo sé, tu pudiste haber escrito todas estas cartas. -Esto es una broma ¿Verdad?...- [...] México se miró al espejo con frustración; había algunas ojeras bajo sus ojos, denotando el cansancio que sentía. Había entregado la queja que ONU le había pedido, sus dedos no paraban de temblar cada vez que presionaba una tecla, se sentía agotado, tanto mental como físicamente, ya no sabía que hacer, se le agotaban las opciones y l organización no parecía muy interesado en ayudarlo con su problema de acoso. Con un suspiro cansado, México se inclinó hacia el frente, tomando un poco del agua que corría por el grifo para mojar un poco su rostro, en búsqueda de un poco de alivio para el dolor en su cabeza. Secó su rostro con la manga de su camiseta, abriendo los ojos lentamente para evitar que la resplandeciente luz de aquel baño lo incandilara mientras ignoraba el sonido de la puerta abrirse de fondo. Mexico volvió a portar su vista sobre el espejo, esperando que con el agua fuera suficiente para hacerlo lucir mejor. Y entonces lo vio; ahí parado detrás de él, sonriendo le como siempre, como si nada hubiese sucedido. El latino se giró con violencia, apoyando sus manos sobre la pequeña barra de mármol que conformaba el lavamanos; mirando al asiático con una mueca de absoluto terror. Era obvio que no quería confrontarlo, ni en ese momento, ni nunca. -Oh, lo lamento, no quería asustarte- China dio unos pasos hacia enfrente, acercándose cada vez más al tricolor, mientras este solo doblaba su espalda hacia atrás, intentando alejarse lo más posible hasta que prácticamente se subió al lavamanos. -¿N-no le dijeron que se alejara de mi?- La voz de México salió en un susurro temeroso, pero lo suficientemente alto para que el contrario lo oyera. -ONU me preguntó si estaba jugando, y yo le dije que si- China posó uno de sus brazos al lado de la cabeza del menor, cerrando le por completo el paso hacia la puerta por si este intentaba huir de alguna manera -Pero no estoy jugando en lo absoluto- La mano libre del asiático tomó con fuerza el mentón de México, obligándolo a mirarlo durante unos segundos antes de juntar sus labios en un beso forzado del que el latino no tuvo posibilidad de escapar. ~•~•~• No sé hacer cosas tóxicas Sorry ):
53 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Enfermo [ChinaMexWeek]
China tenía certeza absoluta de pocas cosas en su vida; estaba seguro de que Estados Unidos era un idiota, estaba seguro que los pandas eran los animales más adorables sobre la faz de la tierra, estaba seguro que Japón era bastante raro, pero sobre todo estaba seguro de que México era el mejor novio de todo el mundo, y que lo amaba con locura. Se sentía la persona más afortunada del mundo porque que el pequeño latino tricolor lo amaba de vuelta. Para China, México era sin dudas la persona más increíble del mundo; él era amable con todos, o al menos con la mayoría, dulce a más  no poder, incluso podía hacerlo sonreír a cualquier hora del día, no importaba que tan de mal humor se encontrara. México lo hizo suspirar de formas que nunca supo que podía, hacía su corazón dar un giro de 360° dentro de su pecho; todavía no sabía cómo tuvo la suerte de que el pequeño latino lo amara tanto. Estaba contento de haberlo encontrado en su vida. China tenía el privilegio de conocer versión de México que nunca le mostraría al mundo, la versión ansiosa e insegura, temerosa del mundo y del dolor, escondida detrás de grandes sonrisas y estridentes gritos de alegría o bostezos de despreocupación; él vio al verdadero México y al México que todos conocían, y sin duda amaba a ambos lados de él. Ambos cuidaban el uno al otro de igual manera.  China cuidaría de México en cada uno de sus ataques de corrupción, o en sus bajones depresivos, o en cada vez que el tricolor se sentía insuficirnte para él  y para mundo; cada una de esas veces China se sentaba a su lado todo el tiempo que fuese necesario, lo abrazaba por los hombros y le susurraba dulces palabras al oído. De igual manera, México, para China, era prácticamente un santo disfrazado; no importa cuán enfermo o cansado se encontrara, el latino siempre se quedaba a su lado hasta que se sintiera mejor, le daba mimos o lo haría reír hasta que ambos se quedaran dormidos; México siempre estaría allí para el asiático, y viceversa, o al menos eso le gustaba creer. China siempre supo que era tonto ocultar que estaba enfermo; sabía lo mal que podía ponerse si ignoraba sus síntomas; sin embargo, no pudo decirle a México. Sabía lo estresado que había estado el menor últimamente, por mucho que intentara esconderlo, China pudo notar la gran cantidad de papeleo que descansaba sobre el escritorio de su amado, y con el paso de los días esa gran montaña solo se hacía más y más grande; era imposible decir que el americano no hacía sus deberes, varias veces habían tenido que posponer una cita porque México tenía demasiado trabajo en sus manos; no quería aumentar ese estrés, no sería justo si lo hiciera.  Entonces China hizo todo lo posible para ocultar sus síntomas. Trató de reprimir sus fuertes toses, sabiendo lo violento que sonarían cada una de ellas cuando se le escapaba de la garganta; sabía que eso alarmaría a México y él  se negaron a hacerle eso. Su fiebre era lo suficientemente difícil de ocultar; pero culpar al clima caluroso de la tierra mexicana era una excusa fácil y una salida rápida para justificar el por qué sudaba tanto o parecía tan nervioso. El humo que escapaba de su boca había sido lo más difícil de ocultar, no había un gran número de excusas que podía usar para explicar su falta de apetito, lamenta que siempre manten��a en su boca o la necesalir incesante por salir de la sala a fumar un cigarrillo. Aun así, China había hecho un trabajo sorprendentemente bueno engañando a su novio, de cierta forma se sentía orgulloso por eso. Claro que el orgullo le duró poco tiempo por supuesto, solo el suficiente tiempo para que su fiebre empeorara y su ropa se mojara completamente, empapada en sudor y se retorciera mientras dormía.  La fiebre era demasiado agotadora e intensa, impidiéndole despertarse a la mañana siguiente; sin embargo, lo primero de lo que se dio cuenta cuando despertó fue la sensación de algo frío y humedo contra su piel, supuso de inmediato que era un paño húmedo; no tuvo que abrir los ojos para saber quién sostenía la tela contra su frente. -China- La voz llena de desaprobación y preocupación llegó hasta los oídos del asiático; podía sentir la mirada molesta del latino contra él, observandolo, pero aun así decidió mantener sus ojos cerrados -Deberías haberme dicho que estabas enfermo; ya sabes lo malo que puedes llegar a ser tú contaminación- Una pequeña sensación de culpa llenó el estómago del de estrellas, la voz generalmente alegre y amorosa de su novio estaba cargada con frustración y un toque de tristeza; no había tenido la intención de causarle tanta preocupación al menor.  -No sé qué haría si te pasara algo chikistrikis...- La voz era suave mientras hablaba; amable como siempre pero aún así muy dolida; a México nunca le había gustado que le guardaran secretos, mucho menos si tenía que ver con la salud de aquellos a quienes amaba. -Lo siento- China se movió lentamente para tomar la mano de México que descansaba sobre su cabeza, usando toda la energía que su cansado cuerpo poseía; algunas negras nubes de humo se escaparon de la comisura de su boca, dejando su garganta seca y con un horrible sabor amargo, como si hubiese tragado cenizas. Eso era lo único que podía decir en su defensa, sin embargo, la palabra parecía tener mil significados; China no sabía con exactitud el por qué se disculpaba; tal vez por haber preocupado al amor de su vida, tal vez por estar enfermo nuevamente, tal vez por no haber hecho algo para bajar la contaminación que azotaba una de sus ciudades o tal vez se disculpaba por haber mantenido en secreto su delicada condición. El asiático abrió sus ojos lentamente, soltando un gemido de dolor cuando la luz de la habitación golpeó sus sensibles ojos; siendo el dolor reemplazado por alegría cuando sintió la mano del tricolor apretar la suya, ese era único consuelo que necesitaba, tener al menor a su lado siempre lo había hecho sentir mejor, de una manera inexplicable; su presencia siempre le recordaba que estaba a salvo; que no estaba solo, y que tenía a alguien que lo amaba a su lado. El apretón de manos fue seguido pronto por un beso presionado en su sudorosa y caliente frente; el contraste de temperatura causado por su fiebre hizo que China sintiera los labios fríos, un alivio breve y leve de la fiebre que ardía implacablemente en su cuerpo. -Sé que lo estás, pero ya habíamos hablado de esto, mi amor no puedes seguir haciendo esto, no puedes seguir escondiendo esto- La voz del menor se quebró, sonaba tan dolido que el corazón de China se estruja con culpa en su pecho. No había querido hacer que México se preocupara así por él, había estado tratando de hacer lo contrario, pero, el daño ya estaba hecho; se sentía completamente terrible y su novio se estaba preocupando demasiado por un idiota como él. -Pensé que podría soportarlo esta vez- China sabía que era una pobre excusa, en verdad lo sabía, incluso México  lo sabía, sin embargo, fue lo único que pudo ofrecerle a su amado -Sabía que estabas estresado y cansado, no quería empeorar las cosas- Un suspiro angustiado salió de la boca del menor mientras ambos se miraban. La mirada que México le dirigió a China era de cansancio o tal vez exasperación.  -No importa cuán estresado esté o si puedes soportarlo- Regañó el menor, acercándose mientras miraba los ojos de China con una seriedad raramente vista en él -Te amo y tu salud siempre va a ser lo primero; nunca te descuides de esta forma por mi otra vez- China sonrió enternecido, a pesar de la mirada molesta del más pequeño podía notar como sus hombros parecían menos tensos a cada palabra, como si el reprenderlo fuera una salida para todo su estrés y molestia; al menos con eso China ya no se sentía tan culpable. -Prométeme que no volverás a hacer esto, por favor- México llevo la mano del mayor hasta sus labios, dejando un suave beso sobre la caliente piel carmesí por segunda vez en el día. Sus palabras eran desesperadas mientras continuaba rozando la tela húmeda y fría sobre la frente de su amado con su única mano libre, a veces deteniéndose solo para mojar el paño de nuevo en el pequeño balde de agua fría su lado. China no pudo evitar relajarse ante las dulces atenciones del otro, saboreando los breves momentos de alivio que la tela fría le permitía.  -Lo prometo- China ni siquiera tuvo que pensarlo dos veces antes de responder, si eso ayudaba a la otra nación a dejar de de preocuparse y entrar en pánico por su culpa, entonces lo haría. Haría cualquier cosa para hacer feliz a su taquito -Te amo mucho México, no me gusta que te preocupes por mí- -Entonces deja de hacer pendejadas y cuídate por una vez en tu vida- México respondió simplemente, rodando sus ojos divertido mientras pasaba su pulgar suavemente por la mejilla del asiático; la expresión de preocupación aún no había abandonado sus ojos, pero China sospechaba que nunca lo haría, al menos no hasta que recuperara su buena salud... O hasta que encontrara otra razón por la cual estar molesto de nuevo. -Que te valga tres kilos de madre lo cansado o estresado que estoy chikistrikis; verte sano siempre es suficiente para hacerme feliz- Aseguró el menor, tirando con fuerza de una de las mejillas de su pareja con fuerza, solo como un pequeño castigo por su estupidez... Y porque se le daba la gana hacerlo. China realmente se sintió afortunado por tener el privilegio de amar a México, y aún más porque este lo amará de regreso. Sabía que nada malo pasaría mientras ambos estuviesen juntos y enamorados.
40 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Guerra [ChinaMexWeek]
La enorme puerta del hangar se abrió, el estridente sonido de los engranes levantando la pesada masa de metal resonó por toda la habitación acompañado de la incesante luz de alarma que indicaba la presencia de alguien importante.
-¡General en el área!- El grito de uno de los trabajadores se levantó de entre la multitud, seguido por algunos otros, pasando la voz a los demás mecánicos que estaban demasiado ocupados como para notar la parpadeante luz roja.
Uno a uno los trabajadores comenzaron a acercarse hasta el centro del lugar, formando dos filas perfectas, una frente a otra dejando un pequeño espacio entre ellos para que los nuevos ingresados pudiesen pasar; algunos de los hombres y mujeres estaban cubiertos casi en su totalidad en grasa o aceite de los motores que habían estado reparando, señal de un trabajo bien hecho.
China sonrió complacido, abriéndose paso en el lugar con una pose recta e imponente, caminando con paso firme, haciendo resonar sus botas militares a cada paso que daba; sus ojos escudriñaron la habitación con curiosidad; había aviones a medio construir, tanques de guerra en reparación y algunos helicópteros que habían visto tiempos mejores, pero eso no era lo que estaba buscando. Su boca se torció con desgano, odiaba cuando no seguían el protocolo pero sabía que no podía hacer nada para cambiar la actitud del rebelde jefe de mecánicos. Miró a su lado con seriedad, haciendo saltar al pobre soldado que tuvo la desgracia de estar a su lado.
-¿Dónde está el jefe de mecánicos?-
El joven soldado automáticamente se puso en firmes, haciendo un rápido saludo militar antes de responder con la voz más firme que pudo salir de su garganta.
-¡El jefe de mecánicos se encuentra en la bodega de suministros señor!-
China asintió sin más que decir, despidiendo a todos los soldados para que volvieran a su trabajo mientras el se dirigía a la enorme bodega; esta no era más que un gran cubículo con cientos de anaqueles llenos de refacciones y herramientas, solo lo indispensable para reparar equipo táctico militar o en el peor de los casos, construir nuevo.
-México- Pasaron unos segundos de silencio en los que China se dedicó simplemente a mirar entre las refacciones hasta que un puñado de cajas comenzaron a moverse; su expresión seria cambió a una suave sonrisa cuando la cabeza del latino se asomó de entre el cartón; sus mejillas estaban cubiertas por pequeñas manchas de grasa y un poco de tierra, por alguna razón eso solo lo hacía verse más adorable.
-¡China!- México salió de entre las cajas apresurado, lanzándose sin pena los brazos del mayor, quien lo recibió sin problema alguno entre risas, ignorando la suciedad que cubría al más pequeño -¿Que trae aquí a mi poste favorito?-
China miró a los lados, asegurándose de que ningún soldado o alguien más estuviese cerca de ellos antes de inclinarse a plantar un pequeño beso sobre los labios del mexicano; era un beso tranquilo, no expresaba nada más que amor puro, un beso que México no tardó en corresponder, enredando sus brazos en el cuello del otro, pegando sus cuerpos lo más que pudiesen, ignorando la suciedad que cubría al pequeño mecánico.
-¿Por que fue eso? No es que me queje, claro- China sonrió con cariño al momento en el que el menor se alejó, apreciando con cariño las finas facciones del rostro del tricolor; de uno de sus bolsillos sacó un pequeño sobre amarillo, tenía el sello de las naciones unidas estampado en la parte de atrás junto con el nombre completo del mexicano en una fina y bella letra cursiva.
“Estados Unidos Mexicanos”
-¿Que es esto?- México tomó el sobre en sus manos con curiosidad, examinandolo detenidamente mientras esperaba una respuesta del asiático.
-Es el permiso que solicitaste, felicidades, mañana te presentarás ante tu pelotón en la pista de aterrizaje, tendrás que cubrir a mi escuadrón desde el cielo- La mirada del hispano se iluminó con emoción, de su boca salió un chillido extasiado demostrando toda la emoción que el pequeño latino sentía; desde el inicio de la guerra México había estado suplicando por que le dejaran liderar un batallón aéreo, desgraciadamente para él lo habían confinado en un taller a reparar maquinaria.
Pero China haría lo que fuera por su amado, y si México quería apoyarlo en el campo de batalla él se lo daría, confiaba en su taquito más que nadie en el mundo.
[…]
El sonido de la metralla resonó fuerte contra sus oídos, el olor a metal y humo era fuerte y bastante desagradable.
México apretó sus dientes con fuerza al momento en el que su avión dio un giro de 360°, evitando por muy poco el impacto de uno de los muchos misiles enemigos que volaban por el cielo; su corazón bombeo con fuerza contra su pecho, su radio sonaba sin parar, gritos de varios de sus hombres pidiendo ayuda o anunciando que su avión había sido derribado llenaban la pequeña cabina en la que se encontraba, y de vez en cuando solo recibía órdenes de los soldados en tierra, indicándole a donde apuntar.
Una luz roja se encendió en uno de los monitores, acompañada de una incesante alarma que indicaba que algo no andaba bien, probablemente la aeronave ya no pudo soportar tantos disparos y daños o simplemente se había quedado sin combustible; sea lo que fuese, estaba jodido.
La respiración de México se detuvo, una fuerte turbulencia lo hizo saltar en su asiento, de no ser por los cinturones que cubrían su torso, probablemente se habría estampado contra el cristal blindado sobre su cabeza. Tomó los controles con fuerza, intentando maniobrar su nave para que volviera a su posición en el cielo, pero era inútil, el avión ya había comenzado a caer en picana y no había nada que pudiera hacer más que rezar. Tomó el pequeño radio que descansaba sobre los controles, rápidamente marcando la frecuencia del radio personal de su amado, no se iba a ir sin decirle unas palabras.
“¡¿México?!”
Se escuchó la voz alarmada del asiático desde el otro lado del comunicador, México sonrió con melancolía, aún a plena batalla China se preocupaba por él.
-Hola chikistrikis- México acomodó el pequeño radio en su rodilla mientras se sentaba cómodamente en el asiento en el que estaba, asegurándose de que todos los cinturones estuvieran bien sujetos, al igual que su mochila.
“¡¿México estás bien?! ¡¿Que sucede?!”
La voz del mayor sonaba tan preocupada, México pudo sentir como su corazón se estruja en su pecho; nunca había sido fan de hacer sentir mal a su amado.
-N-no es nada, solo quería recordarte lo mucho que te amo… Y que no solo tienes que comer arroz- México levantó la mirada, observando como el frondoso bosque se hacía cada vez más cercano; ni siquiera se molestó en prestarle atención a los gritos desesperados que salían del radio, simplemente apretó sus puños con fuerza y presionó el gran botón de “eject” sobre la cabina.
El cristal salió volando en un ruido sordo, pudo sentir el viento golpear su cara tan fuerte que casi lo noqueó y de no ser por la máscara de oxígeno que aún se encontraba sobre su rostro seguramente no podría haber respirado. Su estómago se revolvió con fuerza ante el vértigo de ser expulsado por los aires, sabía que el paracaídas estaba abierto puesto que no se había estrellado, pero el sonido de explosiones y disparos a su espalda no hacía más que aumentar sus nervios, en cualquier momento una de esas balas podría darle y terminar con su vida, de la manera más tonta posible.
[…]
-¡México!- China tomó el pequeño radio en sus manos con fuerza, gritándole una y otra vez para conseguir una respuesta, pero todo lo que obtuvo fue el sonido de algo romperse y después solo estática.
Sus piernas se negaron a moverse, su cuerpo ya no respondía de ninguna manera, solo podía pensar en las mil y un cosas que le pudieron haber pasado a su pareja en el gran campo de batalla, cada una peor que la anterior.
Se sentía en un limbo, estaba completamente en shock, y probablemente hubiese muerto de no ser porque uno de sus soldados se lanzó contra él, salvando lo de lo que parecía ser una bala directo a su cabeza. El soldado lo miró con preocupación, le gritó algo que China no prestó atención, simplemente lo apartó y ordenó la retirada.
Algo cobarde, lo sabía, pero habían perdido al batallón aéreo, dejar a sus hombres ahí era condenarlos a muerte, además…
Tenía que revisar que su prometido estuviese sano y salvo.
[…]
-¡Tiene que haber algo, alguna pista o lo que sea! No puede ser que no haya dejado rastro alguno!- La voz histérica de China resonó por toda la sala de reuniones junto con el estruendoso sonido de su puño golpeando la gran mesa de madera. Todos los presentes se miraron entre sí con tristeza, nadie podía comprender el gran dolor que en ese instante invadía el corazón del asiático.
-China please, calm down, he knew what he were getting into, comprendo lo que sientes pero no podemos darnos el lujo de llorar por él- Estados Unidos se acercó cautela, sonriendo comprensivo intentando envolver a su compañero en un reconfortante abrazo, pero un golpe en su pecho lo alejó bruscamente, haciéndolo retroceder dos pasos confundido.
China lo miraba con molestia, sus puños estaban apretados y gruesas lágrimas salían de sus ojos, se negaba a aceptar que el amor de su vida estaba muerto. Sentía como si todo eso fuese su culpa, tal vez, si nunca le hubiera conseguido ese permiso, él seguiría con vida.
-Don’t touch me! ¡Tú no entiendes cómo me siento! ¡Yo lo amaba más que a mi vida!- La sala quedó en silencio durante unos segundos, Estados Unidos miró al asiático con una mueca sorprendida antes de fruncir el seño y encararlo, apuntandolo con su pulgar de manera acusatoria.
-He were my best friend! I love him too, but this is a fucking war! And he is not the main problem now, you should know that! - Algunas gotas comenzaron a caer por las mejillas del americano, le dolía pensar que la persona que siempre estuvo a su lado en sus mejores y peores momentos no volvería a su vida; pero sabía que México odiaba que llorarán por él, y no pensaba defraudarlo.
No otra vez…
[…]
Sus ojos se abrieron de manera brusca, había un punzante dolor en la parte trasera de su cabeza que no lo dejaba pensar, sus huesos estaban doloridos, en especial sus hombros, se sentía como si algo lo hubiera golpeado fuertemente.
-Ngh… ¿Anotaron las placas?- Se removió en su lugar con pereza, girando su cabeza hacia todos lados intentando en vano reconocer el lugar en el que estaba, su avión no estaba a la vista, el fuerte viento debió desviarlo del camino hacia otro lugar; el paracaídas que sostenía su silla estaba atorado en las ramas de un gran árbol, dejándolo suspendido en el aire a unos dos o tres metros de altura, sin duda iba a ser una caída dolorosa.
Movió su cansada mano hasta su espalda, maniobrando lo mejor que podía para sacar su pequeña navaja de uno de los bolsillos de su mochila, a veces era bueno ser muy flexible.
Comenzó a cortar los cinturones se seguridad, sintiéndose cada vez con mayor libertad para respirar y moverse. Una vez libre volvió a guardar el objeto en su mochila y saltó de su lugar.
Sus rodillas dolieron al caer, sin duda debió de haberse golpeado muy fuerte contra las ramas de los árboles como para sentirse tan mal en esos momentos.
-Me lleva la chingada- México gruñó con notoria molestia, no sabía donde estaba, no tenía nada para comer más que las barras energéticas en su mochila, estaba anocheciendo y su cuerpo dolía como el infierno; no era la mejor de las situaciones, pero se las había arreglado en peores.
Se arrodilló sobre la hierba fresca, colocando su mochila frente a él antes de comenzar a inpeccionarla; era un kit de supervivencia básico, un poco de comida, un poco de agua, una navaja, algunos utensilios médicos, una brújula y un mapa con la ubicación de su base central.
Al menos con eso conseguiría regresar, eso sí un animal salvaje no lo atacaba o si los del otro bando lo atacaban.
-Ahí te voy San Pedro- Se puso de pie, colocando su mochila de nuevo en su espalda y comenzando a caminar hacia donde la brújula le indicaba, no sabía que tan lejos estaba de la base así que no era posible calcular cuanto tardaría en llegar así que debía apresurarse; aún tenía una guerra que ganar.
47 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Photo
Tumblr media
Esta es mi participación y el inicio de la semana ChinaMex, creada por mi :D Como veo que todos hacen esto de sus ships favoritos quise intentar el mío así que... ¡Bienvenidos a la ChinaMex Week! Siéntase libres de participar si gustan, amaré leer todos sus trabajos o ver sus dibujos y sobre todo, espero que disfruten de este ship tanto como yo lo hago.
460 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Smoke [ChinaMex] One-shot
Lo miró con curiosidad, una y otra vez, parpadeando lo mínimo posible para no perder ningún solo segundo de sus acciones, vio como sus caderas se movían sensualmente al ritmo de la música, como las gotas de licor corrían por su garganta, cayendo por su cuello hasta perderse en su camisa empapada de sudor, cada vez que pegaba la botella de whisky a su boca, succionando el líquido de una manera que solo podía describirse como pecaminosa, lo miró cada vez que sostenía aquel cigarro entre sus labios y expulsaba el humo hacia el techo. Él deseaba ser ese maldito cigarro, así podría perderse en esos carnosos labios durante el resto de su vida. China mordió el interior de su mejilla, observando como México subía a una de las mesas del lugar y comenzaba a bailar animadamene, tan salvaje y cautivador como en un inicio, pero en una mejor posición para que China pudiese distinguirlo entre la multitud de países a su alrededor, desde el otro lado de la habitación. Era obvio que México sabía que lo estaba mirando, todos sus movimientos estaban calculados para que China se deleitara con las mejores partes de su cuerpo; el latino estaba probando el autocontrol del asiático, y el bastardo estaba ganando, porque no pasó mucho para que China se pusiera de pie, acercándose hasta la pequeño monto de gente reunidas en un lugar de la habitación, con su mirada nublada en lujuria y deseo. Iba a tomar al hispano ahí y ahora, no importaba si tenía que hacerlo sobre aquella mesa, de ser necesario le arrancaría la ropa con los dientes. Ambos llevaban bastante tiempo saliendo, o eso creía él; la verdad nunca se había preguntado que tipo de relación tenía con el latino, claro que habían tenido sexo antes, demasiadas veces en realidad; México era un pequeño duende lujurioso que disfrutaba de enredar a los demás entre sus dedos y jugar con ellos, de no ser por la actitud que tomaba durante las fiestas nadie creería que ese pequeñajo fuese un aficionado empedernido del acto sexual, pero nunca fue más allá de eso, tal vez porque los dos estaban metidos demasiado en sus negocios como para pensar en tener una relación estable, no lo sabía, pero algo tenía el norteamericano que siempre hacía al asiático regresar y pedir más. Era adictivo... China se plantó frente a México, sus ojos se cruzaron, el tricolor lo miró con diversión, meneando sus caderas sensualmente y jugando con el botón de su pantalón de una forma endemoniadamente provocativa; la canción de fondo se desvaneció en el aire, ambos absortos en una guerra de miradas desesperadas que por obvias razones China terminó ganando, México era demasiado impaciente como para abstenerse de hacer algo estúpido. México bajó de la mesa de un salto, ignorando los abucheos y gemidos decepcionados de todo aquel que lo había estado rodeando, se acercó al más alto jugueteando con el tubo de papel entre sus labios, encendiendo las pequeñas brasas que brillaban en el extremo cada vez que inhalaba un poco de humo. China humedeció sus labios, dejando que el olor a marihuana llenara sus pulmones, sus brazos se aclaron a la cadera del latino, jalandolo hasta su pecho en un movimiento brusco, impidiendo le alejarse de cualquier manera. -¿Te diviertes pequeño?- El de piel roja se inclinó hasta que sus labios rozaron la oreja del tricolor, atrapando con suavidad su lóbulo para después susurrarle calmadamente -Parece que te gusta jugar con fuego... Podrías quemarte si sigues así- México no contestó, solo soltó una pequeña risa nasal mientras escondía su rostro en el pecho del chino, dejándose disfrutar del olor a colonia cara y una mínima esencia a té verde antes de alejarse y mirarlo a los ojos, sacándose el cigarrillo de la boca y soltando una gran nube de humo contra el rostro del más alto sin remordimiento alguno en él. La lujuria puede venir en muchas formas; para China, fue cuando el amargo humo de aquel cigarro golpeó contra su rostro; tan seco y sofocante como siempre, mezclado con el aroma a licor barato y botanas de bar; sus labios estaban tan cerca que casi pudo saborearlos. El fuego consumió la marihuana más lento de lo que sus labios tardaron en unirse, bailando al ritmo de las brazas sobre el papel. El hedor a droga fue substituido por el olor del sudor que cubría su piel y la fuerte música que sonaba en aquel lugar por los suaves gemidos que salían de sus bocas de vez en cuando. Las manos de ambos vagaron por el cuerpo ajeno, repartiendo caricias y suaves toques, a veces cruzando por sus caderas o por su espalda, pasando por completo de los silbidos y risas de los hermanos del latino, permitiéndose encerrarse en una burbuja en la que solo estaban ellos dos y el humo que aún emanaba de aquel cigarrillo entre las manos del más pequeño. No necesitaban de nadie más para pasar una buena noche. [...] La puerta se cerró detrás de ellos con un suave chirrido, la luz en el techo parpadeo de manera tétrica unas cuantas veces antes de iluminar correctamente la pequeña habitación que fungía como baño del lugar, no era el lugar más limpio pero era mejor que buscar entre la enorme casa alguna alcoba libre para ellos. China atrapó con violencia al latino contra la pared, sus largos brazos se posicionaron a cada lado de su cabeza, remarcando aún más la diferencia de estatura e impidiendole la escapatoria. Las manos de México se pasaron por su pecho con vehemencia, deshaciendo los botones y dejando al descubierto el pecho carmesí del asiático era delgado, pero con unos músculos fibrosos perfectamente marcados, a diferencia del americano quien contaba con un pequeño y casi imperceptible morrito de grasa el la parte baja de su estómago, pero eso solo era parte de su encanto. Las caricias suaves que se repartieron en anteriormente fueron reemplazadas por unas salvajes y bruscas, los suspiros por gruñidos de placer y el olor a marihuana fue opacado por el hedor a cloro de la habitación. México gruñó con molestia, bajando sus manos apresuradas hasta el pantalón del otro y bajando sin cuidado la cremallera, estaba tan desesperado que ni siquiera se dio el lujo de bajarle los pantalones, simplemente metió su mano en el estrecho hueco y apartó la ropa interior para darle paso al efecto miembro del asiático, permitiéndole salir y mostrarse en todo su esplendor, la boca de México comenzó a cosquillas en éxtasis de solo recordar el salado sabor que llenaba su boca cada en cada uno de sus encuentros. -No te quedes ahí parado cariño, trabaja- Las manos de China presionaron contra los hombros del pequeño, mandandolo de rodillas al suelo y dejando su pequeña boca al ras de su dolorosa erección; México tragó saliva, permitiéndose unos segundos para contemplar el pedazo de carne frente a él antes de tomarlo entre sus manos y dejar un beso en la húmeda punta. China gruñó, rasguñando la pared intentando controlar su deseo de mover su cadera y empalar sin piedad la cavidad bucal del latino, así que solo esperó, rogando que el aire frío que se colaba por las ventanas no arruinara su dureza. México sonrió con malicia, disfrutando de los segundos en los que podía dominar, antes de meter de lleno aquel pene en su boca, sintiendo como el glande chocaba contra el fondo de su garganta; el sabor era tal y como lo recordaba, salado por el sudor, amargo por el líquido preseminal y completamente delicioso. China no soporta ni un minuto antes de comenzar a moverse, comenzando con un tranquilo vaivén sin intenciones de apresurarse, no se permitiría terminar en un lugar que no fuera dentro del menor. -Asegurate de humedecerlo bien-ngh...- Murmura China entre dientes, pequeñas descargas le placer recorrieron su espalda con cada estocada que daba, sintiendo como la garganta del tricolor se contraía cada vez que su glande tocaba fondo -Porque ese es el único lubricante que obtendrás hoy- México rodó sus ojos, retrocediendo unos centímetros, solo lo suficiente para sacar el miembro de su boca y restregar lo contra su mejilla y humedeciendola con la saliva que lo cubría, fue en ese momento en donde el pequeño se arrepentía de no haberse deshecho de su propia ropa, su miembro apretaba dolorosamente contra su pantalón, dejando una pequeña mancha húmeda en la tela obscura-¿Y que pasa si no quiero lubricante?- -Entonces tendremos que posponer los juegos previos- Ambos se miraron a los ojos, durante unos segundos no hubo acción alguna por parte de los dos además de los suaves besos de México sobre el miembro carmesí. En un movimiento brusco, China toma al menor de los costados y lo obliga a ponerse de pie, dándole la vuelta y pegando su pecho contra la fría pared del baño; inconscientemente México alza su trasero, restregando sus redondas mejillas contra el pene duro y cálido de China, recibiendo solo un gruñido excitado. -¿Vas a esperar a que alguien entre o vas a comenzar de una buena vez?- México de burla con diversión, dejándose envolver por el calor del cuerpo ajeno hasta que una mano toma con fuerza el borde de su ajustado pantalón y lo baja de forma brusca, sin importar el sonido de la tela de mezclilla al desgarrarse, dejando su parte trasera completamente descubierta. -Eso te gustaría, ¿No?- Con una de sus manos, China alinea su galante contra la entrada del latino, ejerciendo una pequeña presión, estirando el aro de músculos con cuidado pero sin llegar a entrar, arrancando algunos gemidos y gruñidos del latino -Te gustaría que todos vieran como te someto y lo mucho que disfrutas tener mi pene dentro de ti- -¡N-no estés mam-agh!- El grito de México resonó por todo el baño, China había empujado de una sola y fuerte estocada su miembro dentro de las estrechas paredes del menor, la saliva se había secado sobre su piel, perdiendo la humedad sobre su pene, lo que causó un pequeño dolor en ambos ante la repentina fricción, pero decidieron ignorarlo a favor de concentrarse solo en el placer. -C-china... Me duele- México se retorció entre los brazos del asiático, algunas lágrimas nacieron el las esquinas de sus ojos y callaron por su mejilla, la dureza de miembro erecto al no ser atendido era tanta que sofocaba, aún más cuando su excitación aumentó ante la penetración. China sonrió comprensivo, enterrando su rostro entre el cuello del tricolor mientras bajaba sus brazos hasta su pelvis, envolviendo su virilidad entre sus cálidas manos, masajeandolo con cariño al tiempo que comenzaba el vaivén en sus caderas. El ritmo comenzó lento, con China repartiendo beso y mordidas en todos los lugares a los que su boca podía llegar, sumiendose en la calma de la tranquilidad del sexo la melodía desentonada que escapaba por la boca del americano, a veces gimiendo y otras veces pidiendo más de lo que le estaba dando, a China le gustaba la tranquilidad y lo suave que podía llegar a ser México en sus encuentros casuales, pero esa no era una de esas ocasiones, esa era pura lujuria, y aunque le hubiera gustado disfrutar más de la presión que ejercía el cuerpo del menor contra él nunca perdería la oportunidad de intoxicar al latino en placer. Los dientes de China se clavaron en el hombro de México por sobre la tela de su camisa, ejerciendo la presión necesaria para perforar su piel de igual manera, su mano subió unos centímetros antes de bajar con fuerza y estrellarse en una de las redondas mejillas del tricolor, haciendo sonar un golpe sordo seguido de una maldición. -¡Mierda! ¡China!- El vaivén se aceleró, clavando el pecho de México contra el azulejo de la pared, haciéndolo doblar su espalda en búsqueda de un mayor contacto de una manera tan inhumana que casi parecía que se rompería en dos. Las manos de China se movieron de lugar, dejando de atender al otro para mejor tomarlo de los brazos y tirar de él hacia atrás, permitiéndole tener una mejor posición para arremeter con más fuerza y dar en el punto que casi hizo a México caer de rodillas de no ser por su agarre. Los gemidos ya no salían de la boca del tricolor, solo algunos suspiros ahogados que salían de su garganta cuando su nariz no podía absorber el aire necesario para llenar sus agitados pulmones, esos acompañados de los gruñidos del asiático y el húmedo sonido que hacían sus pieles al chocar una contra otra eran lo único que llenaban el lugar. Los ojos de México se clavaron en el techo, fuertes descargas de placer hacían temblar su cuerpo cada que China arremetía sin piedad contra su próstata, las lágrimas aún caían por sus mejillas, pero ya no era por dolor sino más bien por la gran cantidad de sensaciones que estaba recibiendo de una sola vez; placer, éxtasis, lujuria y satisfacción; además del cálido sentimiento que crecía en su pecho, pero era opacado por los demás. México fue el primero en terminar, expulsando su semilla en un fuerte golpe de placer cuando China dio de nuevo en su punto sensible, los dedos de sus pies y sus manos contrajeron en éxtasis, su boca se abrió dejando un poco fuera su lengua y soltando un gran grito de placer; su interior se contrajo, apretando el pene de China en su interior, pero este no se detuvo, siguió follandolo aún durante su orgasmo, la sensación era demasiado buena como para parar. México cayó hacia adelante, sin fuerzas, sus brazos aún sostenidos por el asiático impidiendole golpearse contra el suelo, una bruma de éxtasis pesada invadió su cerebro, enviando hormigueos por todo su cuerpo, relajando sus músculos tensos y cansado. No pasó mucho tiempo cuando sintió algo caliente derramarse en su interior y una nueva mordida sobre su hombro; China se había venido con un gruñido, apretando su agarre contra los brazos del latino hasta que la potente sensación del orgasmo pasó. Se quedaron en esa posición unos minutos, ambos con las respiraciones agitadas, antes de que China retirara su pene del menor y lo aprisionada de nuevo contra su pecho, pero esta vez en forma de un tranquilo abrazo. -¿Quieres continuar con esto en mi casa?- México sonrió cansado ante la invitación, estiró un poco su cuerpo y los unió en un cálido beso cansado. -Me encantaría, pero tendrás que cargarme-
35 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Bussines [ChinaMex] One-shot
Todos saben que no había nada peor que dos potencias mundiales en guerra, en especial cuando ambas potencias podían causar una crisis humanitaria con el simple hecho de chasquear sus dedos. México estaría mintiendo si dijera que no estaba aterrado; pero ¿De qué? Ese había sido su sueño, ¿No? Volver a ser una potencia, ser escuchado por los demás países y ser reconocido mundialmente. Y estaba feliz! En verdad lo estaba, pero la situación con las demás potencias era extraña e incómoda. Su relación con Estados Unidos nunca fue la mejor, siempre tuvieron discrepancias, incluso después de que se hicieron pareja, las peleas y gritos nunca cesaron entre los dos. Por otro lado estaba China, entre él y el gigante asiático no había habido mucha historia, solo unos pocos tratados comerciales, pero, cuando México comenzó a alzarse, China fue el primero en correr a su lado a ofrecerle ayuda y apoyo; México no tuvo que pensarlo mucho para aceptar la propuesta. Por su puesto que a su vecino no le pareció para nada divertido. Cuando Estados Unidos se enteró de su nueva alianza no hubo palabras suficientes que valieran para calmar su ira. México sabía de su guerra comercial con el asiático, pero, pensó que se alegraría por él, que lo felicitaría y lo animaría a continuar, pero en su lugar solo consiguió insultos y amenazas... Tal vez alguno que otro golpe, pero nada que no hubiese soportando antes. China tampoco parecía muy feliz de que su nuevo amigo estuviese siendo tratado de esa manera. Para China, no había un país tan hermoso y alegre como lo era México, no podía soportar ver cómo el latino aún intentaba darle su amor a alguien que claramente no la merecía, eso hacía hervir su sangre de una manera que no podía explicar, pero no iba a pensarlo mucho, era hora de que Estados Unidos recibiera su lección. [...] El asiático citó a México en su país, como cada mes, para hablar sobre las novedades en sus negocios, aún hacia falta hablar sobre la crisis que estaba teniendo Huawei, una de sus más grandes empresas, puesto que a pesar de que el estadounidense hirió gravemente la economía de China, México también se veía afectado, pues había cerca de once millones de mexicanos que usaban móviles marca Huawei cosa que el latino no podía ignorar. Ese día, México había llegado tarde, no era una sorpresa, era un viaje muy largo y el mexicano no era conocido por ser la persona más puntual del mundo. Lo que llamó la atención de China, fue la pequeña cojera que notó en él cuando entró, era pequeña, pero podía ver cómo México se apoyaba más en una pierna que en la otra, además de escuchar un quejido de dolor cuando este se sentó frente a él. El corazón de China se estrujó al momento, algo o alguien había lastimado a su pequeño latino. -¿Está todo bien?- Cuestionó el asiático con preocupación -¿Que te pasa?- La mirada de México se mantuvo abajo, evitando cualquier tipo de contacto visual con el otro; se sentía avergonzado por presentarse frente a su socio en tal estado, pero tenía que demostrarle a Estados Unidos que estaba equivocado y que él podía con todo eso y más. -N-no es nada China, s-solo- Interrumpió sus palabras para tragar en seco, no era el mejor mentiroso, pero debía intentarlo -Me caí de las escaleras del avión mientras bajaba; no es gran cosa- China soltó un gruñido molesto y se puso de pie con brusquedad, llamando la atención del otro, quien no  podía siquiera mantener un contacto visual con el gigante asiático, China podía ser muy intimidante a veces. Ignorando el hecho de que le sacaba una cabeza entera. -¿Él te hizo algo pequeño?- El cuerpo de México se sacudió con un violento escalofrío. Odiaba que le dijeran pequeño pero, la forma en que China lo dijo fue... Excitante. Lo suficiente como para erizar su piel. -N-no se a que te refieres- Los dedos de China se anclaron a la barbilla del tricolor, levantando su rostro para obligarlo a justar sus miradas, México ni siquiera se había dado cuenta de que el otro se acercó a él hasta ese momento. China pasó su pulgar sobre los suaves y húmedos labios del menor, acariciando después la suave piel roja de su mejilla con delicadeza, temiendo que en algún movimiento busco, el pequeño se rompiera como porcelana. -No me mientas México, hablo enserio- México inclinó su cabeza, restregando su mejilla contra la mano ajena, dejando que el calor que irradiaba el de piel roja calmara el nudo de nervios que se formó en la boca de su estómago. Se sentía confundido, abrumado pero feliz. El toque de China era suave y cariñoso, aunque la mirada se este expresara descontento, México sabía que estaba seguro a su lado. -Dime que es lo que pasó- No fue una petición... Fue una orden, y México lo sabía. No había manera en que pudiese negarse, no a China, no cuando lo acariciaba así y usaba ese tono. Lo derretía, y lo odiaba por eso, pero Dios! Cuanto le encantaba. -Él... Él solo fue un poco busco, no quería que viniera aquí... No quería que hablará contigo- China no necesitaba pensar mucho para saber lo que "un poco busco" significaba... Estados Unidos se había propasado con México. Con su México. Le enseñaría a ese bastardo como se debe de tratar a un país tan hermoso, y le enseñaría a México lo que es el verdadero placer. Porque ahora le pertenecía z y no dejaría que nadie más lo tuviese..  Después de todo, así es el mundo de los negocios. [...] China sostuvo su teléfono en alto, enfocando solamente su rostro, esperando pacientemente que la videollamada fuese recibida. De vez en cuando, algunos suspiros y jadeos de placer salían de su garganta. Estaba extasiado y muy impaciente, esa sería una noche muy divertida. "What?" Se escuchó una voz molesta del otro lado de la línea. En la pantalla se podía apreciar el rostro molesto de Estados Unidos, claro que solo se podía decir eso por la forma en que su boca se torció ya que sus ojos estaban cubiertos por sus característicos lentes obscuros. La sonrisa de China no hizo más que aumentar... Oh cuanto amaba los negocios. -Oh It's nothing, I just wanted to show you some-ngh... Something- La ceja de USA se levantó con duda ante el gemido que brotó de la garganta del asiático, algo en la atmósfera no le gustaba al americano, ya sea por la expresión complacida de China o por el sonido húmedo que se escuchaba de fondo; de cualquier forma, había algo que no le agradaba. "Where is Mexico?..." Estados Unidos podía jurar que en ese instante, la sonrisa de China se tornó malévola, como si acabase de cometer el crimen perfecto y supiera que nunca lo atraparían. -Little Mexico is doing me a favour... Do you want to see?- Pero China no espero respuesta alguna. Giró su teléfono con rapidez, enfocando en espacio entre sus piernas, disfrutando del gemido indignado que la nación americana soltó. Ahí, entre sus piernas, se encontraba México, besando y chupando con avidez su miembro efecto, el cual salía triunfante de entre sus pantalones. La mirada del latino no sólo reflejaba placer y lujuria, sino también extrema diversión cuando su mirada se cruzó con la del estadounidense a través de la pantalla del móvil. Para China era una vista exquisita que estaba seguro que nunca olvidaría jamás. -Hola cariño...- Unos segundos de silencio pasaron antes de que la habitación se llenase con insultos y maldiciones en inglés, dirigidos obviamente a México quien en ningún momento dejó de mover su lengua al rededor del glande carmesí entre sus manos. Era, de cierta manera, excitante; la mirada de su pareja sobre él, aunque fuese a través del aparato, le traía una adictiva sensación de morbo y placer. China por su parten nunca había dejado de sonreír ni había apartado la vista del país entre sus piernas. La sensación de la caliente y húmeda boca del latino envolviendo y succionando su pene con fervor era exquisita, solo mejorada por los gritos enfurecidos de su enemigo comercial. "What the fuck do you think you are doin Mexico?!" Y como si de un chiste se tratase, México sacó el miembro de su boca con un "pop" húmedo y erótico antes de responder con simpleza. -Chupo pito, es delicioso, deberías intentarlo...- China no evitó soltar una carcajada divertida, estirando su mano libre para tomar la mejilla del mexicano y acariciarla con suavidad, ganándose un suspiro tranquilo por parte del otro, lo hacía preguntarse seriamente ¿Hace cuanto que el pequeño no recibía contacto amoroso? Porque actuaba como si no lo hubiesen tocado con cariño desde hacía años. -Es suficiente mi amor ¿Por que no te das la vuelta y me dejas mostrarte el poder del gigante asiático?- México mordió su labio de manera lasciva mientras bombeaba unas cuantas veses más el miembro carmesí, pero como era de esperarse, las protestas del americano no hicieron esperar. "México don't you dare..."   El latino inclinó su cabeza, rozando sus labios en la base del miembro antes de inhalar profundamente y dejar que sus pulmones se llenarán de ese característico olor a sudor y sexo que desprendía el cuerpo del contrario. Lo quería y lo quería en ese instante, quería sentirlo dentro, saltar sobre él, enterrarlo en su interior tan duro que China no podría tener otra erección en su vida sin pensar en él... Su boca cosquilleba ante el simple pensamiento. Las palabras de su pareja ya no tenían valor en su mente, estaba completamente dominado por el deseo y la lujuria, y le encantaba. Las piernas de México se movieron por si solas, poniéndose de pie frente al otro, fue en ese momento cuando el estadounidense se dio cuenta de que el mexicano no llevaba puesto ni una prenda enzima ¿Cuanto tiempo habían estado jugando antes de que decidieran llamarlo? Prefería no saber. México se dio la vuelta, dándole la espalda al asiático quien aún sostenía el móvil con firmeza. Para los ojos de China, la espalda de México era sumamente hermosa, tenía una perfecta curva desde sus hombros hasta su espalda baja, su cintura estaba perfectamente marcada, y su color blanco inmaculado era magnífico, era una pena que estuviese marcado por tantas cicatrices, pero eso no le quitaba lo exótico, sino todo lo contrario. Una de las manos de China se estiró hasta el trasero del mexicano, envolviendo una de sus redondas mejillas y apretándola con fuerza, logrando sacar un chillido dolorido por parte de este, y dejando al descubierto su pequeña y rosada entrada que rogaba por ser profanada una y otra vez hasta que los músculos de esta ni siquiera pudiesen volver a su lugar. -¿Por qué no vienes y te sientas en el regazo de papá, México?- China relamió sus labios expectante mientras el latino giraba su cabeza un poco, manteniendo contrato visual con el más alto durante unos segundos antes de sonreír de manera inocente, como si no estuviese apunto de empalarse a si mismo con un miembro que no es el de su pareja. "You little bitch!..." Aún dándole la espalda al asiático, México dio unos pasos hacia atrás y se inclinó hacia el lado contrario, dejándole a ambas potencias una vista perfecta de su agujero. China no pudo contenerse más en ese punto. Soltó el móvil sin reparos, ignorando el duro sonido de este golpeando contra el suelo, y con fuerza tomó al mexicano de la cintura, empujándolo hacia abajo y atravesando su cuerpo con su pene sin remordimiento alguno. El gemido que brotó de la garganta de México no expresaba descontento alguno. Tanto así que China no se molestó en ser gentil al iniciar un movimiento. Comenzó a embestirlo sin remordimiento, dejándose llevar por la asfixiante pero magnífica sensación que envolvía su pene, nunca había sentido algo así, era fantástico y quería más, mucho más. Arriba, abajo, arriba, abajo... El sonido de piel chocando contra piel se hacía cada vez más intenso, ahogado solo por los constantes gemidos y jadeos que salían de la boca de México. China se inclinó hacia adelante, escondiendo su rostro en la unión del cuello y hombro del mexicano; lugar en el que comenzó a repartir mordidas, chupetones y besos; marcando la zona de una manera notoria y bastante visible. Estados Unidos no podría apartar su vista de ahí durante mucho tiempo... La venganza era dulce. Las manos de México se habían anclado a los reposabrazos de la silla; apretando el material con fuerza bajo sus puños mientras mordía su labio inferior hasta que comenzó a sangrar. Podía sentir como las paredes de su recto se abrían duramente, dándole espacio al miembro dentro de él para entrar y salir libremente, penetrando y profanando su cuerpo con tanta fuerza que un hilo de líquido rojo comenzó a bajar por su pierna; pero no había dolor alguno, solo infinito placer que llenaba su cuerpo y lo hacía retorcerse bajo las expertas manos del asiático, que en algún momento subieron hasta su pecho y comenzaron a estrujar sus pezones sin piedad, dejándolos duros y sensibles ante cualquier roce o contacto ajeno. -Ah! Ah! China! Oh! Si!- China sabía lo que se avecinaba cuando el cuerpo del menor se contrajo con violencia, y por muy placentero que fuese, no lo iba a permitir, no tan pronto. Con fuerza tomó la cabeza de México y la empujo hacia delante bruscamente hasta que su mejilla chocó contra el escritorio frente a ellos, el dolor del golpe fue suficiente para sacar al mexicano de su éxtasis, pero China debía asegurarse de que no terminara tan rápido. -Ah! No! Eso duele! Ah! China!- Con fuerza, el asiático bajo su mano hasta el miembro del contrario y lo tomó, apretando con fuerza la base de este, evitando así que cualquier gota de semen se escapase. No le permitiría terminar antes que él, lo harían juntos o no lo harían. -¿Quieres que me detenga pequeño México?...- Pero no hubo respuesta alguna, solo un grito brutal de placer que llegó cuando China golpeó con dureza la próstata del menor. -Eso creí...- Con la misma dureza con la que había golpeado antes, China siguió embistiendo ese exacto punto una y otra vez sin detenerse hasta que las piernas de México perdieron la fuerza y se doblaron de cansancio cual gelatina a punto de derretirse, y de no ser por el agarre de China sobre sus caderas, seguramente habría caído de lleno al suelo. -Ya casi... Ngh solo un poco más- Una sensación cálida y placentera se comenzó a formar en el vientre del asiático; podía sentir como el interior de menor se contraía cada que intentaba llegar al orgasmo, pero era detenido por el duro agarre sobre la base de su miembro. Los repentinos cambios de presión llevaron a China al borde más rápido de lo que esperaba. -M-Mexico!- Dejando caer su pecho hacia adelante, China ancló sus dientes en el hombro del latino, mordiéndolo con fuerza mientras una corriente eléctrica de placer golpeaba su cuerpo, dejando que toda su semilla llenará el interior del más pequeño. México no pudo contenerse más, el dolor y el placer eran demasiados para que su pequeño cuerpo lo soportara, así que en cuanto sintió que el agarre en su pene se desvanecía, no tardó ni unos segundos en terminar con fuerza, manchando su pecho un poco mientras lo demás caía en el suelo de la misma manera en que las lágrimas caían por sus ojos. Con la respiración agitada el asiático dio unos pasos hacia atrás, sentándose de nuevo en la silla, saliendo del menor en el proceso. México al verse sin el apoyo del más grande cayó de rodillas al suelo, cubriendo estas con su propio semen. Su cuerpo entero temblaba con cansancio, sus ojos se sentían pesados y había una nube de neblina que cubría su mente, necesitaba dormir, y no le importaba si lo hacía en el piso de la oficina de su socio. Con una sonrisa orgullosa, China se puso de pie, acomodando su ropa con tranquilidad para después tomar al mexicano en brazos con suavidad; no dejaría que su pequeño tesoro durmiera ahí, no, él no era como Estados Unidos, él llenaría al pequeño México con tanto amor y pasión que olvidaría lo mucho que ha sufrido, era una promesa. Pocas cosas en la vida de China eran mejores que los negocios... Una de ellas era el sexo, y la más reciente, su amado, pequeño y hermoso México. Lo amaba, y haría que México lo amara también, no aceptaría un no por respuesta. Después de todo, él era mucho mejor que Estados Unidos.
80 notes · View notes
jinxedbd · 6 years ago
Text
Havana [RusMex] One-shot
-¿Por que sigues a su lado?- Preguntó Rusia con decepción en su voz mientras frotaba una compresa helada sobre la mejilla hinchada del mexicano. El euroasiático había estado completamente tranquilo en su pequeña habitación de hotel, a punto de irse a la cama antes de que golpes en su puerta lo alertaran. Al principio pensó que solo era la mujer de la limpieza, pero grande fue su sorpresa al encontrar a México, parado frente a él con una mirada apenada que hacía juego con el par de moretones en su rostro y su ojo amoratado. Cualquier persona normal habría preguntado por los antecedentes que llevaron a su amigo a verse de tal manera, pero, debido a que estaban en territorio estadounidense, no le fue muy difícil atar los cabos. Acto seguido, llevó al latino hasta el baño de la habitación y, con los pocos utensilios que tenía a la mano, comenzó a tratar todas sus magulladuras y la pequeña laceración que atravesaba su labio. -¿A que te refieres?- Cuestionó México de manera inocente, como si todas las heridas que cubrían su delgado y pequeño cuerpo fueran cosa de nada; como si el hecho de verse tan vulnerable frente al país más grande del mundo no fuese algo que lastimara su orgullo. -Me refiero a que no puede seguir tratandote así, el que sean pareja no le da el derecho de usarte como su saco de boxeo personal...- La mirada le Rusia se tornó fría y seria. Odiaba como una nación tan hermosa y alegre como lo eres México se sometía tan fácilmente ante un xenófobo racista como América. -No fue tan mal esta vez... Se disculpó conmigo después de que se calmó- -Si, puedo notar que está muy preocupado atendiendo todo el daño que te hizo en este momento- México no se atrevió a seguir refutando; cualquier intento de seguir con el debate probablemente terminaría con él en la calle, y no estaba seguro de querer regresar y ver el rostro socarrón y malhumorado de su novio. Al terminar de remendar todas las heridas, Rusia se levantó y salió del baño sin pronunciar palabra, no estaba seguro de que hacer una vez que había hecho su trabajo; por lo que a él constaba, México era libre de irse de nuevo a besar los pies del americano. Por otro lado, México pudo sentir como su corazón se estrujaba dentro de su pecho cuando la otra nación lo abandonó en el cuarto de baño, dejándolo sentado sobre el retrete con una expresión de tristeza y una sensación de culpabilidad en su estómago. No era más que un indio ignorante... Soltando un suspiro cansado, el norteamericano se puso de pie y salió de la habitación de baño, encontrándose cara a cara con el euroasiático, quien había optado por deshacerse su camisa de dormir, dejando al descubierto su bellamente esculpido abdomen. México podía jurar que ahí podía lavar su ropa sin problema alguno; ni siquiera se esforzó en esconder su mirada deseosa, que, muy para pesar de Rusia, quien quería mantener su fachada molesta, no tardó en esbozar una suave sonrisa satisfecha; sabía lo mucho que al latino le gustaban los grandes músculos, y quería aprovecharse de eso. No es que se haya puesto a investigarlo, claro que no, eso es de acosadores, y ese puesto ya lo ocupaba Japón. -¿Que harás ahora?- Cuestionó Rusia con simpleza, aumentando su sonrisa cuando México sacudió su cabeza de un lado a otro rápidamente, intentando salir de su estado de estupefacción. -Realmente no lo sé... Podría ir a la embajada y dormir en mi oficina, Venezuela dice que dormir en el suelo no es taaaaaaan incómodo como parece- -No creo que sea una buena idea salir solo a esta hora- -¿Entonces que chingados sugieres?- Rusia se acercó peligrosamente al otro, haciéndolo retroceder hasta que se chocó contra la pared, dejando al pobre americano sin posibilidad alguna de escapar, si es que quisiera hacerlo. Un sonrojo intenso cubrió el rostro de México cuando el euroasiático lo tomó del mentón con suavidad, levantando su rostro para verse a los ojos, dejando al descubierto un sinfín de emociones y sentimientos como si fuesen un libro abierto. -Podrías quedarte aquí... Podrías quedarte conmigo- Sus labios estaban a solo unos centímetros de tocarse, pero había algo que aún les impedía compartir ese tan deseado beso. México tenía miedo, estaba aterrado de ser lastimado aún más, aterrado de lo que Estados Unidos podía llegar a hacer si se enterase... Tenía miedo de todo lo que podía suceder si tomaba el camino equivocado. -¿Por que haces esto? ¿Por que yo? Hay muchas naciones mejores que yo, naciones que pueden darte todo... ¿Por que crees que soy especial- -México...- interrumpió Rusia, mientras miraba al americano con una sonrisa enternecida -Claro que hay muchos con los que podría hacer esto; pero tú eres especial, no eres igual que ellos, eres único, hermoso y valiente... Y te amo- -Rusia...- Los segundos pasaron como si fuesen horas antes de que alguno de ellos hiciera un movimiento; ninguno de los dos sabía quién lo había iniciado pero de lo que estaban seguros, es que ese fue el beso más especial que alguno de esos haya tenido; estaba repleto de sentimientos e inseguridades, pero sobre todo, de un profundo amor y deseo que no los dejaba alejarse del contacto ajeno, ni siquiera para respirar. Hizo falta que el celular de México comenzará a sonar para que cortaran su contacto. Un gruñido de molestia salió de la garganta de Rusia al tiempo en el que México se separó del beso a favor de revisar quien era el que lo llamaba a esa hora. "Gordis" -Ni se te ocurra responder...- A pesar de la queja del país más grande, México respondió a la llamada aunque no alcanzó a decir palabra alguna antes de que el aparato fuese robado de su mano y lanzado hacia un lugar de la habitación, no antes de que Rusia murmurara algunas cosas en su idioma natal a la otra potencia mundial. -HEY! ¿Qué hiciste cabron?!- -Me aseguro de que no vuelva a tocarte de manera indebida... Eres demasiado hermoso como para recibir ese trato- Antes de que el americano pudiese responder sus labios fueron, de nuevo, atacados por el otro, a manera de un beso más apasionado y violento que el anterior. Tal vez las cosas comenzarían a mejorar para México después de todo... [...] Las manos de Rusia de movían apresuradamente sobre la espalda del mexicano, acariciando con suavidad cada cicatriz y marca que cubrían su suave y deznuda piel blanca. De la boca de México no paraban de salir gemidos y jadeos cada que las expertas manos pasaban por sus puntos sensibles; había sido tanto tiempo desde que había tenido un contacto cariñoso que cualquier sutil toque lo hacía estremecerse cual virgen... Y no es que se estuviese quejando. Rusia sabía jugaré bien sus cartas, memorizando cada zona erógena del más pequeño, cada pequeño punto que lo hacía retorcerse en bajo sus manos y que tanta presión debía ejercer sobre cada uno de estos; México era un libro abierto para él, un libro que no dudaría en robar para si mismo, no dejaría que alguien más lo tocase, ahora era suyo y de nadie más. -Rusia, por favor, deja de jugar conmigo-Ahg! Puta madre!- Los suaves suspiros de México se transformaron en un grito ahogado de dolor en cuanto los dientes del euroasiático se clavaron en su hombro, dejando una gran marca sangrante sobre este. Una gran sonrisa satisfecha cubría el rostro del más alto en cuanto observó su obra más reciente, la cual al mexicano no le agradó en lo más mínimo. -¿Te diviertes?- Cuestionó México con una ceja alzada sarcásticamente. -Bastante ¿Y tú?- México rodó los ojos con ironía antes de bajar del regazo del otro y recostarse sobre la cama bajo la atenta mirada de su compañero, quien, al notar como el otro se alejó sin decir nada esta dispuesto a disculparse por su comportamiento "agresivo" pero fue interrumpido nuevamente por las palabras del mexicano. -Ya no digas nada y trabaja- Ante estas palabras, la sonrisa volvió a los labios de Rusia mientras se movía sobre la cama hasta posicionarse sobre el pequeño país; no estaba seguro de cómo comenzar, no quería lastimarlo más de lo que ya estaba mi mucho menos hacer algo indebido, pero México se veía tan hermoso y vulnerable bajo su cuerpo que le era difícil no arrancarle los pantalones y follarlo hasta no pudiera siquiera hablar por la mañana de todo lo que lo haría gritar. Las manos del ruso regresaron al trabajo con rapidez, pasando sus dedos sobre los bordes sensibles de México, jugando de vez en cuando con sus pezones, retorciéndolos y jalandolos hasta que se pintaron de un lindo tono rosa que combinaba perfectamente con su expresión excitada. -Solo mirate, eres tan hermoso...- Rusia se separó para poder admirar su obra con orgullo mientras dejaba que México recuperara el aliento que se la había escapado entre suspiros. -Anda, date la vuelta, hay que continuar- Normalmente a México no le gustaba que le dieran órdenes, pero esa fue una de las pocas ocasiones en que obedeció sin rechistar, pegando su pecho a la cama y dejando en alto su trasero, el cual, aún estaba cubierto por sus pantalones de chándal, aunque no por mucho pues una vez que el ruso estuvo satisfecho con la postura de su compañero no dudó ni un segundo en tomar el borde del pantalón y tirar de este con fuerza junto con su ropa interior, dejándole una hermosa vista de sus redondas mejillas y su húmeda entrada. -Sweet...- Susurró el más alto con satisfacción mientras se acercaba a dejar una suave lamida sobre el agujero de músculos que instantáneamente se contrajo ante el contacto. Lo único que mejoró el momento fue el ahogado gemido que el latino intentó ocultar entre las almohadas, fallando por supuesto. Rusia no podía sentirse más orgulloso ante tal reacción que sin previo aviso introdujo su lengua y comenzó un vaivén acelerado, asegurándose de tocar todos los bordes de la cavidad sin prestar atención alguna al llanto de placer que se escapaba de la boca de México. -Oh! Dios! Rusia! Por favor! Es demasiado! Te necesito! Ah!- Rusia se separó sonriendo satisfecho, observando felizmente como una gota de su propia saliva escurría por la entrada de la nación más vieja... Era sin duda un espectáculo hermoso para el euroasiático. -Bien, voy a meterla ahora...- Dijo con voz áspera mientras sacaba su erecto y dolorido miembro de los confines de su pantalón y lo alineaba sobre el aro de músculos. México asintió con tanto entusiasmo que las mantas de la cama quedaron completamente deshechas. -Ya era hor-¡Ah!- De un rápido movimiento Rusia arremetió contra México, empujando su pene en el calor húmedo del cuerpo ajeno, dejándose llevar un momento por la abrumadora y asfixiante sensación de los músculos apretandolo con fuerza, como si no quisieran dejarlo ir. Por otro lado, México se encontraba ahogado en excitación, la sensación de tener algo tan grueso dentro de él era tan extraña como siempre lo había sido, pero a su vez era placentera, y de cierta manera, reconfortante, pues sabía que no importaba que tan grande fuese el ruso, nunca lo lastimaría, él no era como Estados Unidos. -¿Como te sientes?- Preguntó Rusia con sierra preocupación una vez que consiguió recuperar su cordura y regresar a la realidad. -Telosico y comienza ya- Respondió México entre jadeos molestos, no es que le molestara que se preocuparan por él, simplemente no era el momento para ello y ¿Quien era Rusia para negarle algo a su querido latino? Sus caderas comenzaron a balancearse de atrás a delante, empalándo a México una y otra vez, el ritmo no ofrecía descanso ni consuelo de ninguna manera, a pesar de que en un inicio Rusia planeaba que esa fuera una noche especial y romántica, hasta donde se podía llegar a hacer, el hecho de tener a México en sus brazos después de tantos años de espera era suficiente para apagar el chip en su cabeza que mantenía su autocontrol. Rusia sabía cuándo golpeaba ese punto especial porque los gritos de México aumentaban en frecuencia y se hacían cada vez menos entendibles; eso combinado con la mezcla de sonidos que hacían sus cuerpos al chocar y el constante rechinido de la cama al golpear la pared era la melodía perfecta para el euroasiático; nunca en su vida se había sentido tan satisfecho, ninguna de sus anteriores parejas sexuales se comparaba en lo más mínimo con la belleza de México. Su México... -Dime cariño ¿Alguna vez has venido sin que te toquen?- Obviamente el mexicano no pudo responder, estaba demasiado ahogado en placer como para dar alguna respuesta coherente, pero el meneo de su cabeza de un lado a otro respondió perfectamente la pregunta del más alto. -Bien, pues ahora lo harás- Y sin piedad ni remordimiento, Rusia introdujo dos de sus dedos dentro de la cavidad del otro, estirándola y abriéndola aún más; haciéndole compañía a su miembro que en ningún momento dejó de entrar y salir del cuerpo del contrario, era una estrategia cruel y despiadada que dejó al mexicano soltando un grito desgarrador antes de caer mudo sobre la almohada; y, de no ser porque su cuerpo se contrajo, apretando El pene de Rusia aún más, Rusia jamás se habría dado cuenta de que el otro terminó. -Eso fue más rápido de lo que esperaba...- Rusia detuvo el vaivén de sus caderas y con sumo cuidado sacó su miembro, el cual aún estaba duro y a la espera de su propio orgasmo. -Tendrás que compensarme de alguna forma- De manera perezosa y casi inhabilitada, México se dio vuelta, quedando recostado sobre su espalda, ignorando por completo la asquerosa sensación cuando su piel tocó su propio semen, el cual cubría las sábanas bajo espalda. -Eres un monstruo- Rusia soltó una risa mientras se posicionaba sobre el pecho de México, acercando su pene hasta la boca de este, quien viéndose sin posibilidad ni deseo de negarse, separó sus labios dejando pasó a que aquel trozo de carne invadiera por segunda vez su cuerpo, pero por un agujero totalmente distinto. -Quejate una vez que hayamos terminado... Aun tengo energía para otros dos rounds- Y de no ser por que su boca estaba ocupada, sin duda el gringo aterrado de México hubiese resonado por todo el hotel. A la mañana siguiente, ambos cuerpos yacían recostados sobre la desordenada cama, exhaustos y satisfechos de sus actividades nocturnas; siendo solo perturbados, por segunda vez, por el sonido del celular del mexicano, que resonaba por algún lugar desconocido de la habitación. Los gemidos frustrados de ambos no se hicieron esperar, aunque en un principio despidieron ignorar el molesto sonido la llamada número cinco obligó a Rusia a levantarse de su cómodo lugar para encontrar el aparato, pues él fue el que lo había lanzado en primer lugar. México tomó el celular en sus manos una vez que el otro se lo extendió, y sin ánimo alguno lo desbloqueó y revisó todas las notificaciones que en este había, algunos eran mensajes de su "novio" molesto porque no había aparecido en toda la noche, otros, eran whatsapps de sus amigos latinos quienes después de tres mensajes cada uno, se rindieron en saber su paradero y dejaron de molestarlo, sabían que estaría bien; y por último, y los que más le preocupaban, y la razón de todas sus llamadas pérdidas... -Es mi padre... Tengo que irme o me asesinará- Habló en latino con voz áspera y ronca, seguramente su garganta estaba lastimada de lo mucho que gritó la noche anterior. Ante la mirada decepcionada de Rusia, México se puso de pie con dificultad y comenzó a buscar sus ropas por toda la habitación para después, con la misma dificultad, vestirse para verse lo más decente posible. Una vez listo, se acercó al euroasiático y dejó un suave beso sobre sus labios, intentado demostrar, que a pesar de que tuviera que irse, lo amaba profundamente, más de lo que le gustaría admitir. -Te veré después- Y después de esas simples palabras, salió de la habitación sin preocuparse en mirar hacia atrás, y sin preocuparse por el hecho de que la mitad de su corazón se había quedado anclado a esa habitación de hotel de carretera. Tal vez debería visitar Havana más seguido, seguramente a Rusia no le molestaría en lo absoluto, después de todo, la mitad de su corazón también se quedó ahí, unidos sobre esa cama de hotel barato, fingiendo que podían estar juntos y amarse sin problema alguno por siempre.
54 notes · View notes