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Kise sonrió frente a la respuesta brindada.

— Pues yo quiero ver a Tetsuya celoso —mencionó—. Eres tan lindo, que verte celoso sería demasiado para mi corazón, y podría morir de ternura, ¿Sabes~?

Mientras avanzaban, Kise sentía que no podía continuar soportando mucho tiempo verlo comportarse de esa forma tan adorable: sonriendo, caminando a su lado y sonrojándose cuando sus ojos se encontraban. Kuroko era tan lindo, que Kise no podía más que felicitarse a sí mismo por su buen gusto, y agradecer al destino por haberlos puesto juntos. Ahora no deseaba otra cosa más que permanecer a su lado por siempre.

Suspiró.

Probablemente se lo llevaría a su apartamento aquél día, después de todo, debía encargarse de permanecer con su madre mientras sus hermanas y su padre estuvieran ausentes, cada uno en sus propios asuntos. Aunque sabía que lo más probable era que acabase repitiendo lo hecho aquella noche, también comprendía que no anhelaba otra cosa más que estar junto a él, abrazándolo, besándolo y acariciándolo hasta que el mundo dijera "basta". De hecho, el cine era una de las tantas excusas que planeaba usar ese día para poder estar cerca de él.

Con la sala a oscuras, podría besarlo todo lo que quisiera sin que los demás lo notasen o los molestasen. La simple idea de pasar todo el rato de esa forma aceleraba su corazón de forma incontrolable. Pronto se vio a sí mismo sujetando con algo más de firmeza la mano contraria 

Continuó con su camino sin poder dejar de sentirse mimoso con Kuroko. No podía dejar de hacerlo: ¡Había estado enamorado de él por mucho tiempo, y finalmente sus sentimientos eran correspondidos!

— De verdad te amo, Tetsuya —dijo en un momento dado, antes de ser jalado en dirección a la farmacia. Le sorprendió un poco la fuerza puesta por Tetsuya para llegar hasta ese lugar, así que se dejó hacer mientras avanzaba rápidamente y atravesar las puertas del local— ¡Wow! No imaginé que tendrías tanta fuerza~ —rió, pero no mucho: La garganta le dolía a muerte —Ugh... —acabó murmurando después, pero no tuvo tiempo para recomponerse, pues la siguiente pregunta lo asaltó de improvisto— ¿Eh? Oh, a-ahora no me duele, pero quién sabe~ Por eso creo que es mejor que me compre los medicamentos de todas formas.

Avanzó rumbo al mostrador, y permitió que Kuroko se agarrara más a él y apoyara la cabeza contra él. Creía que, en cualquier momento, acabaría muerto de un infarto.

— Tetsuya, ¡Eres cruel! —proclamó en un susurro para que nadie más lo escuchara—. Solo haces que me entren enormes ganas de besarte, y no puedo hacer eso aquí —infló las mejillas en un mohín, pero no duró mucho, ya que pronto llegó su turno.

Solo pidió unas pastillas para el dolor de cabeza, y otras más contra la fiebre (por si las dudas). Una vez que pagó y recibió los medicamentos, caminó con cuidado hacia la salida, para que Kuroko continuara manteniéndose agarrado a su brazo. Ese simple gesto lo hacía muy feliz.

Kise sonrió al hallarse afuera y descubrir el aire gélido chocar contra su rostro. Por fortuna, cerca de allí se encontraba una máquina expendedora, así que se acercó a ella, compró té verde caliente, y aprovechó para beberse los medicamentos con él.

— Bien, paso uno: listo —comentó tras acabarse el té verde—. Ahora debemos ir a comer, ¿A dónde? ¿Tienes algún sitio en mente? —cuestionó viéndolo de soslayo— ¿O preferirías que sea yo el que escoja?

[F i r s t Date]

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La primera frase enunciada por Kuroko activó un mecanismo en su cerebro, dando rienda suelta a su imaginación. Tragó saliva y desvió la mirada con un leve tinte rojizo sobre las mejillas, tratando de no dejarse llevar por las imágenes que se formaban en el interior de su mente. Nunca creyó que podría sacar su lado pervertido, pero gracias a Kuroko, todo parecía posible.

« Eres malo, Kurokocchi » pensó mientras cubría parte de su rostro con una mano, justo antes de oír lo siguiente. Su corazón inmediatamente dio un brinco, y pronto sus mejillas ardieron mucho más. ¿Cómo no enamorarse cada vez más de él si era tan lindo? No podía soportar tanto. Lo único que quería era arrastrarlo a un rincón y besarlo como jamas podría hacerlo.

Luego de ingresar al probador, permitió que las prendas que llevaba puestas se deslizaran de su cuerpo, y observó su propio reflejo en el espejo allí presente. Quedó así durante unos instantes, dejando que su mente vagase en torno a diversos pensamientos, como el hecho de que todo eso que estaba viviendo en esos precisos instantes era real, y no un producto de su alocada imaginación. Era el novio de Kuroko, justo como lo había estado soñando durante tanto tiempo, y eso lo hacía tan feliz.

¿Cómo sería la vida de ambos a partir de ese instante? ¿Estarían juntos por mucho tiempo? ¿Llegaría a tener la dicha de casarse con él? A medida que esas ideas surcaban su mente, se percataba de cómo la emoción bullía en su interior de forma incontrolable. No sabía que ser correspondido podría generar tal estado de euforia.

Tras sacudir la cabeza para regresar a la realidad, comenzó a vestirse, comenzando por los jeans, que le quedaron ligeramente ajustados, pero no lo suficientemente incómodos; la camiseta de mangas largas de color negra, y luego añadió el trench al vestuario. Tras abrochar todos los botones de la gabardina, y ajustar el cinturón que venia adjunto, se colocó, finalmente, el fedora, y se colgó el uniforme del instituto sobre el brazo para llevarlo.

Antes de comprobar su aspecto reflejado en el espejo, oyó la voz de Kuroko, y respondió con un simple "Okay~". Luego, entornó los ojos y comprobó que el atuendo que llevaba puesto se veía bien. Se ajustó el fedora, apartó algunos mechones de cabello del rostro, sonrió y giró esperando a que todo se viera adecuadamente. Entonces recordó algo, y buscó entre la ropa, entresacando de ella la bufanda que le había dado a Kuroko el día anterior, antes de que todo eso diera comienzo.

Sonrió pensando que, en el momento en que decidió regalarle dicha prenda, jamás imaginaría que lograría tocar el corazón del otro. Tras verse complacido con ese concepto, salió finalmente del probador, y se dirigió a zancadas hacia la dependienta, la cual lució muy animada ante el aspecto que él mismo presentaba.

Luego de pagar por toda la vestimenta, a excepción del fedora, ella le ofreció amablemente una bolsa donde guardar el uniforme, y él agradeció el gesto. Ella intentó pedirle una cita, pero él la rechazó diciendo que no tenía tiempo, ya que estaba ocupado con el modelaje y el basket (lo cual no era una mentira del todo), y tras abandonar el local, fue a buscar a Kuroko, que lo esperaba afuera.

Sonrió con gentileza al verlo allí, y tan pronto como estuvo a su lado, buscó entre el uniforme, y extrajo de allí la bufanda, la cual se la colocó con mucho cuidado y cariño antes de depositar un beso sobre su frente.

— Ya estoy listo, Tetsuya —murmuró tomando una de sus manos con cuidado, y acariciándola. Sintió el suave tacto de la piel ajena, y tuvo que reprimir los deseos de elevarla y llenarla de besos como solía hacer, pero esa vez estaban en público, y cualquier persona podría verlos, por lo que no tuvo más remedio que contenerse— ¿Nos vamos? —inquirió finalmente, tomando la bolsa con una mano, y sosteniendo la de Kuroko con la otra—. ¿A dónde debíamos ir después...? ¡Ah, es verdad! La farmacia —recordó repentinamente, y comenzó a caminar en busca de un sitio donde podría comprar un medicamento efectivo contra ese terrible dolor de garganta que lo aquejaba.

Caminó entrelazando sus dedos con los ajenos, y dedicándole miradas de soslayo al otro a medida que avanzaban a través de las calles. Cuando se detenía a esperar a que el semáforo les diera vía libre para cruzar, aprovechaba momentos fugaces en los que besaba la mejilla ajena como muestra de lo mucho que lo quería.

— L-Lamento si estoy resultando muy meloso o algo —se disculpó rato después, con una sonrisa nerviosa—. Es solo que siento que necesito demostrarte todo el amor que siento por ti a cada momento, para que jamás lo olvides —murmuró inclinándose un poco sobre él para que nadie más pudiera oír esas palabras, pero tras una pausa, agregó—: Luego de la farmacia, ¿Te parecería bien ir a comer algo? Todavía es muy temprano para ir al cine. De paso, mientras comemos, podré realizarte la propuesta que tengo en mente.

[F i r s t Date]

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Cuando el comentario de Kuroko llegó a sus oídos, pudo percatarse del ardor que se adueñó de sus orejas como consecuencia. No podía ocultar el hecho de que se encontraba feliz, tan eufórico que no existían las palabras exactas que describiesen con exactitud lo mucho que anhelaba besarlo en esos instantes, pero comprendiendo que el local tendría cámaras de seguridad en diversos ángulos, hizo lo posible para mantener la cordura mientras ambos estuviesen presentes en ese sitio.

...Pero eso resultaba ser tan difícil, y es que Kuroko lo volvía completamente loco. Todo lo que ansiaba era poder rodearlo con los brazos, y tenerlo allí presente, siendo cautivo por el aroma del más bajo, besarlo hasta que sus labios se desgastaran y dolieran, y decirle un millón de veces lo mucho que lo amaba, y lo adorable que era ante sus ojos. ¿Por qué era tan difícil hacer ese tipo de cosas? Si ambos viviesen en occidente, sin importar si él fuese modelo o no, podrían hacer todas esas cosas cariñosas en cualquier sitio sin que al resto le importase lo más mínimo. ¿Por qué su país era tan diferente?

Suspiró a medida que analizaba las prendas que colgaban de los diversos percheros. Algunas llamaban su atención, pero no lo suficiente para considerar seriamente en llevárselas. Otras sí le gustaban, pero creía conveniente comprarlas en otra ocasión ya que el dinero que traía consigo pensaba gastarlo en todo lo que hiciesen durante esa cita. Tenía deseos de hacer feliz a Kuroko, y provocar que más de una sonrisa surgiese sobre los labios de éste. Lo amaba tanto, que ya se le acababan las ideas respecto a cómo demostrárselo.

Cuando oyó el siguiente comentario, parpadeó y se alarmó.

— ¿E-Eh...? ¡P-Pero...! —protestó— Qué cruel —elaboró un mohín—. Yo quiero saber lo que mi querido Tetsuya opina respecto a lo que vista, especialmente si me pruebo algunos pantalones —y se inclinó para susurrar—, sin importar lo sucios que puedan ser esos pensamientos —y sonrió travieso, justo antes de centrar su atención sobre el abrigo Trench que tanto había llamado su atención.

Contempló cómo Kuroko admiraba la prenda, y una sonrisa de satisfacción apareció sobre sus labios al haber sido capaz de llamar su atención. Estaba satisfecho con su propio ojo frente a las prendas de moda, aunque el Trench era un abrigo que jamás pasaría de moda, ya que estaba en vigencia desde la primera guerra mundial.

Rió ante el comentario.

— ¿Eh~? ¿De verdad no parezco el malo? —cuestionó suavemente—. Bueno, quizás no podría ser malo normalmente, pero puedo serlo en otros aspectos —lo contempló de soslayo, con una sonrisita adornando sus labios, la cual desapareció y fue reemplazada por un furioso sonrojo tan pronto como fue abrazado de aquella forma, sintiendo el modo en el que su estómago se revolvía de contento cuando Kuroko mencionó aquellas palabras que iban dirigidas a él y a nadie más. Se llevó una mano al rostro, tratando de ocultar el sonrojo—. Debería ser un crimen que seas tan lindo —mencionó en voz baja— Te amo. Te amo tanto —Quería besarlo, tenía tantas ganas de besarlo, pero se contuvo. En lugar de eso, acarició con suavidad la mejilla ajena .

Entonces dejó que Kuroko lo ayudara a vestir el Trench, y tras acomodárselo de la forma correcta, se lo abotonó y sonrió de oreja a oreja, más aún al escuchar el comentario emitido por el otro.

— Tetsuya, estoy a punto de avalanzarme sobre ti y besarte si continúas siendo tan adorable —comentó bajando la mirada, en un intento raudo por ocultar lo carmesí que se encontraban sus mejillas—. Te quiero, te quiero mi querido Tetsuya, de verdad te quiero.

Pero el último comentario casi lo hizo desmayarse.

—...T-Tetsuya, si no tienes cuidado, haré esas cochicosas contigo incluso antes de que acabe la cita —mencionó suavemente, inclinándose sobre él y mordiendo levemente el lóbulo de la oreja ajena—. Estás provocándome poco a poco.

Se giró a buscar ropa que pudiese combinar con la gabardina, logrando hallar una simple camiseta negra de mangas largas y cuello alto, y unos jeans negros que combinaban a la perfección con dicha camiseta. Estaba dispuesto a marcharse al probador con el fin de librarse del uniforme, cuando la joven que atendía la tienda se acercó preguntando si podía ayudarle en algo.

— Por supuesto —mencionó él con gentileza—. Voy a llevarme toda esta ropa ya puesta —añadió señalando el fedora, el trench, y la camiseta y los jeans. Ella asintió, y tras hacer una breve reverencia, se marchó a realizar los cálculos respecto al monto que él tendría que pagar. Fue entonces que escuchó las palabras de Kuroko, y se volvió a él— ¿Eh...? —parpadeó un poco, y sonrió con suavidad—. De acuerdo, con gusto aceptaré ese regalo—afirmó aprovechando la distracción de la dependienta para robarle un fugaz beso sobre sus labios.

Y entonces, finalmente, ingresó al probador.

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ﾆｬｰﾆｬｰﾆｬｰ by shiro＊もちごめ

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餅もっち

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La firmeza presente en las palabras de Kuroko solo lograron que una sonrisa luciese sobre los labios de Kise, quien recordó repentinamente lo realmente persistente que el más bajo podría resultar en ocasiones. Empero, él tampoco era alguien al que pudieran torcerle el brazo con gran facilidad: no iba a permitir que Kuroko ganase esa discusión, incluso con lo insignificante que podría resultar. Él ya había elaborado su decisión final, y no permitiría que nadie cambiara ese aspecto, sin importar quien fuese.

— Yo tampoco he hecho una pregunta, Tetsuya —mencionó con convicción—. Dije que yo me encargaría de los gastos, y lo haré, ya que fui yo el que te ha invitado a salir a esta cita, por lo que nada de lo que digas me hará cambiar de parecer. ¡No admito réplicas!

Se sobresaltó ante lo siguiente, y su mano se aferró con algo más de fuerza a la ajena. Tetsuya no sabía que, en esos precisos instantes, lo estaba haciendo la persona más feliz sobre la faz de la Tierra. Si tan solo supiera lo mucho que había ansiado por pasar el día a su lado, justo como aquella ocasión. Si tan solo conociera las noches de desvelo en las que había maquinado mentalmente aquella cita, esperando poder pasarla a su lado con una ansiedad cada vez más latente en su interior, sobretodo al tener que encarar la realidad de que eso jamás podría suceder.

Y, sin embargo, contra toda expectativa, estaba ocurriendo justo ahora.

Tras ingresar al local, le resultó incómodo tener que encarar a la encargada del local, por lo que intentó alejarse de ella lo más educadamente posible. Era su política el ser amable con todas sus fans, como agradecimiento por el apoyo que siempre le brindaban, ya que si no fuera por ellas, no podría continuar con su trabajo, pero debía admitir que, en momentos como el presente, resultaba un poco incómodo tener que mostrar aquella faceta amable, y permanecer charlando por un rato más. Quería que Tetsuya fuese el único dueño de su atención durante aquél día.

Se dirigió a un sitio apartado, donde ambos quedaban ocultos tras toda una serie de percheros cargados con ropa de diversos estilos y colores, y comenzó a examinar todo lo allí presente, no muy seguro acerca de dónde podría comenzar, mas la pequeña broma ajena acaparó su atención rápidamente.

— ¿Hum~? —una sonrisita se adueñó de sus labios—. Por supuesto —se inclinó un poco más—. Tendrás la oportunidad de ser tú el que me quite la ropa cuando la cita acabe~ —añadió en voz baja, sintiendo el irresistible impulso de morder su cuello, pero como una cosa llevaría a la otra, se contentó con un simple beso sobre la mejilla antes de proseguir con el escrutinio que había estado llevando a cabo.

Tras un momento de silencio, el comentario contrario ocasionó que una sonrisa apareciera sobre sus labios.

—Al diablo con las fans —mencionó lo suficientemente bajo para que solo Kuroko lo oyese—. Quiero lucir guapo, pero solo para ti. No me interesa nadie más—su brazo se estiró en dirección a una camiseta que llamó su atención, pero tras examinarla más detenidamente, notó que realmente no le gustaba, por lo que la devolvió a su sitio con cuidado. Pero al volverse, Kuroko lo sorprendió colocando sobre su cabeza aquél gorro, y parpadeó consternado.

No obstante, se lo dejó por un rato más, hasta que el excesivo calor que desprendía lo obligó a -prácticamente- arrancárselo del pelo, mientras observaba cómo Kuroko ponía en práctica aquella petición elaborada por él mismo de ayudarlo.

Contempló la chaqueta que el otro le tendía, y asintió con aprobación, justo antes de sonrojarse por el comentario elaborado por el otro. Se llevó la mano al rostro, tratando de ocultar el carmesí que se asomaba sobre sus mejillas, y tragó saliva.

— N-No digas ese tipo de cosas, o tendré unas irresistibles ganas de besarte —comentó girando el rostro para ocultar su bochorno. Entonces algo llamó su atención: Se trataba de una serie de gabardinas de entre las que sobresalía un Trench coat— ¡Ah! —exclamó acercándose al lugar, y arrancándolo del lugar del cual colgaba—. ¡Mira esto! Si lo llevase puesto, parecería un gangster sacado de alguna película hollywoodense de los años 50 —concluyó con una sonrisa—. Pero claro, para eso necesitaría acompañarlo con... —rebuscó con la mirada, y sus ojos se abrieron emocionados al distinguir a una serie de Fedoras en un sitio dedicado exclusivamente a sombreros— ¡Esto! —corrió a hacerse con uno que combinaba con el color del Trench, y se lo colocó sobre la cabeza entre risas— ¿Qué te parece?

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San Valentín pasó y no podía evitar sentirse culpable al no haberle regalado nada. Ese mismo día, lo haría. No podían verse ese día, pero ¿quién le impedía el dejar una tableta de chocolate en su taquilla? Sonrió para sí cuando pegó al envoltorio un papelito con un mensaje, antes de colar el chocolate por la fina rendija metálica. Tan sólo dos palabras: "Te amo", escritas en color azul.

Con el paso de los días, los entrenamientos y su trabajo fueron ocupando un amplio terreno en el tiempo que tenía disponible, acortando significativamente sus chances para ver a Kuroko, lo cual generaba dentro de sí una gran desazón; el creciente sentimiento de la soledad a veces causaba estragos en su propia rutina. Enviarle mensajes a diario y charlar por el móvil no era suficiente. Quería verlo, sentirlo. Deseaba rodearlo con los brazos y besarlo hasta que sus labios doliesen, pero nada de eso era posible.

Suspiró frustrado cuando el día de San Valentín se hizo presente. Su jefe le había dado indicaciones para acudir ese día al trabajo, lo cual imposibilitó sus esperanzas de ver a Tetsuya y pasarla como una pareja normal. Por un instante, no solo odió su trabajo por mantenerlo separado de aquél a quien más amaba, también odió ese día, y a todos los chocolates que las chicas depositaban en sus manos durante el transcurso del día.

Solo quería a Tetsuya.

Lo amaba tanto, que cada vez que pensaba en él su pecho comenzaba a palpitar como loco. ¿Cómo no albergar dichos sentimientos respecto a él? Era imposible. Con el simple hecho de recordar su voz, sus besos, y aquél delicioso aroma que lo caracterizaba, sentía que su amor por él incrementaba a una velocidad inverosímil.

Mientras sus ojos barrían el panorama presente en el instituto, podía observar a chicas que entregaban tímidamente los chocolates que elaboraron con tanto esmero a los chicos que les gustaban. Observó también cómo ellos los aceptaban con mucho agrado. Se mordió el labio inferior sintiendo cómo la envidia corroía sus entrañas. ¡Cómo le hubiera podido gustar estar de ese modo con Kuroko!

No obstante, al abrir el casillero que le correspondía, observó una única tableta de chocolate con un papel adjunto. Al principio creyó que se trataría de un obsequio más hecho por alguna admiradora que prefería permanecer en el anonimato, y continuó creyéndolo hasta que leyó el mensaje que contenía el papel.

Entonces lo comprendió todo.

Notando cómo sus orejas y mejillas comenzaban a arder, apoyó la frente contra el frío metal, al tiempo que una sonrisa idiota empezó a surcar sobre sus labios.

— Eres tan injusto, Tetsuya —murmuró sosteniendo el chocolate con los dedos temblorosos—. Ahora solo me dan más ganas de correr junto a ti, abrazarte, y llenarte de besos hasta ya no poder más. De verdad eres tan injusto.

Y a esos chocolates los guardó en un sitio especial, apartado del resto que había recibido. Al papel, en cambio, lo ingresó en el interior del bolsillo, esperando que sirviese de amuleto, y pudiese verlo al menos por un instante aquél día.

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{ Oh god, perdón por no haberme pasado antes —sobs—. Al principio, mi conexión estaba dándome una mala pasada, y luego adquirí una nueva laptop, por lo que me desviví tratando de pasar todos mis archivos a este nuevo sitio, donde, por fortuna, tengo todas las teclas en el teclado (?).

So yeah... Ya me pongo al día con lo que debo (¡Finalmente tengo todos mis icons otra vez!) }

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Sonrió satisfecho al contemplar que sus palabras habían logrado el efecto deseado, y acarició las mejillas de Tetsuya con cariño, encontrándolo tan adorable. Mientras más rato estaba a su lado, más moría de ternura, y todo por culpa suya. Las yemas de sus dedos recorrieron suavemente la piel del rostro ajeno, sintiendo su calor y suavidad, sin importarle siquiera que estaban en público. Se acercó cuidadosamente, y besó su frente con ternura, sin atreverse a replicar a la respuesta brindada por Kuroko, ya que estaría provocándolo más de lo aconsejable.

— Ya lo comprobaremos cuando llegue el momento~ —fue todo lo que atinó a decir, dejándolo como un reto que planeaba cumplir.

Avanzando fuera de la estación, comenzó a pensar en los lugares a los que podría ir luego de haber cumplido con el cine. No tenía muchas ideas, ya que no le apetecía ir al karaoke con la garganta adolorida, y un parque de diversiones no era aconsejable en caso de que la gripe realizara su jugada. ¿Qué quedaba entonces? Además de salir a comer, podían contemplar el atardecer desde alguna colina al lado del río, justo como la escena de alguna película romántica.

Escuchó con detenimiento las palabras de Kuroko, y fue asintiendo con la cabeza como confirmación a cada sitio nombrado por éste. Sonrió nuevamente al oír lo del batido de vainilla, y guardó la mano libre en el bolsillo, mientras que con la otra sujetaba firmemente la de Tetsuya.

— ¿De verdad puedes beber eso incluso cuando hace frío? ¡Te admiro! —mencionó con diversión tras haber dejado escapar una risita, pero al oír la cuestión, acompañada por la resolución final del contrario, se alarmó visiblemente— ¡No, no! ¡No te preocupes! ¡Llevo mucho dinero conmigo, y no será ningún problema para mí gastarlo por ti! Y-Yo soy feliz cuando hago algo por ti, sin importar lo mucho o poco que esto pueda ser, ¿Sabes?

Continuó avanzando, hasta detenerse repentinamente frente a una tienda de ropa juvenil. El sitio lucía caro, pero eso poco le importó, ya que las prendas exhibidas bastaron para captar su atención.

— Creo que probaré en este sitio —indicó dedicándole una sonrisa de soslayo—. Vamos~

Y sin esperar respuesta, se internó en el sitio y dedicó su vista a observar las prendas presentes allí. Mucho tiempo no pasó hasta que una joven se acercó con el fin de ayudarlo, pero al notar que se trataba de él, mucho le costó contener su emoción, declarar que era su fan, y pedir un autógrafo, a lo cual él sonrió nerviosamente.

—L-lo lamento, pero... tengo algo de prisa —murmuró rascándose la nuca—. Solo he venido a comprar algo, y llevármelo puesto de paso. Hoy tengo un acontecimiento importante al cual acudir —y sonrió con simpleza, marchándose hacia un lugar distinto, y girándose a ver a Kuroko—. ¿Te gustaría ayudarme a elegir?

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Para Kise, sin importar cuantos años Kuroko podría tener, él continuaría siendo tan lindo como siempre. Aquella característica lo acompañaría incluso llegada la adultez, y estaba seguro de ello. Pero no podía quejarse: Eso formaba parte de los encantos que lo volvían un loco de amor por él, algo que no iba a negarlo.

— Oh, ¿Quieres ser más alto~? —inquirió divertido, dejando brotar una risa divertida— ¡Pero si así como estás eres bastante adorable! Además, me gusta cuando jalas mi ropa para que me incline lo suficiente y puedas besarme —declaró depositando un beso sobre la coronilla ajena.

Sonrió satisfecho al descubrir su reacción. La verdad es que él no había imaginado qué podría regalarle por su cumpleaños. Ya en navidad había usado todas sus armas, pero al recordar que Kuroko era un amante de la lectura, optó por comprarse uno hecho por aquél autor del que tanto hablaban en todas partes. Los tenis para jugar basket llegaron después, cuando coincidentemente pasó frente a una tienda de deportes. Se sentía eufórico porque su regalo hubiese encantado al más bajo.

El salto lo sorprendió. Sus ojos dorados se abrieron como platos, pero lo atrapó en el aire, y lo rodeó cariñosamente con ambos brazos, correspondiendo así al abrazo.

— ¡No tienes nada que agradecer, Tetsuya~! —mencionó acariciando su espalda, justo antes de corresponder al beso, y luego darle otro, y otro más, y otros seis más que expresaban todo el amor que sentía hacia él.

Con una sonrisa radiante, Kise se acercó sigilosamente desde atrás, y rodeó la cintura del otro suavemente, empleando un brazo, ya que sostenía un paquete envuelto en la mano contraria —Feliz cumpleaños, Tetsuya~ —canturreó bajito en su oído, y besó su mejilla con cariño—. Estás un año mayor, pero continúas siendo tan lindo —rió y le entregó el presente. Dentro permanecían nuevos zapatos de Basket, adjuntos con un libro de Haruki Murakami.

Cumplir años no era algo que le hiciese mucha emoción, ya que las cosas no solían ser muy distintas de un año para otro. Un día más en el calendario, una cifra más en sus años y cada vez más cerca de convertirse en un adulto. La verdad es que no le importaría dejar de cumplir años y permanecer siempre en esa edad. No le gustaba ser mayor. El mundo de los adultos le resultaba gris, como si estuviese apagado y aburrido. Más bien temía el día en el que le considerasen como tal.

Sintió un pequeño escalofrío al pensar en aquello y poco después un brazo intruso se apoderaron de su cintura. Salió de sus pensamientos y volvió ligeramente la cabeza hacia atrás, antes de escuchar la felicitación del contrario y… esa voz que le hacía estremecerse. Una sonrisa se adueñó de su rostro, en respuesta al beso en su mejilla. —No me importaría cumplir años si también ganase un poco más de centímetros. —respondió e hizo un gesto de querer abrazarle, pero entonces Kise le entregó un regalo. —Ryouta… no tenías porque haberte molestado. —sus mejillas se colorearon tenuemente, ante la emoción de recibir un regalo y más de que ese regalo viniese de aquella persona tan especial. 

Cuando descubrió el regalo sus cejas se alzaron y su boca esbozó un ligero "Oh" de sorpresa. —E-esto es… —parpadeó. Desde luego, Kise siempre conseguía sorprenderle. Le miró después y saltó para darle un fuerte abrazo. —¡Gracias! ¡Gracias! Me encanta, Ryouta —No tardó en atrapar sus labios y besarle con infinito cariño. 

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Sabía que él no era el único que podría fijarse en Kuroko. Comprendía que éste no se sentía muy seguro respecto a sí mismo, pero lo cierto era que Tetsuya, a ojos de Kise, era bastante atractivo. Absolutamente todo de él le parecía fascinante, y luego de lo ocurrido la noche pasada, aquél pensamiento pareció reforzarse. No solo lo amaba, también lo deseaba como no podría desear a nadie más. Estaba completamente loco por él, y no estaba exagerando. Por eso su temor radicaba en que alguien más podría poner sus ojos sobre él. Momoi era la prueba de ello, y creía que Aomine también podría pensar lo mismo.

Era imposible no sentir celos cuando Kuroko parecía nunca haberse girado a verlo antes por más que se esforzara. ¿Cómo no sentir temor, si había esperado por tanto tiempo a que el jugador de Seirin se fijara en él? Incluso ya había perdido las esperanzas de ser correspondido, por lo que eligió fingir que no sentía nada hacia él en un burdo intento por convencerse a sí mismo que sus sentimientos no existían. Fue por eso que creó aquél falso teatro. Pero, al final, notó que era imposible tratar de hacerlo: Su amor por Kuroko era mayor que el que había podido imaginar siquiera.

Y ahora que había conseguido todo eso que estaba viviendo en esos precisos instantes, no quería dejarlo marchar de ninguna manera. Quería ser feliz a su lado, pero su inseguridad era mayor.

No quería perderlo. No quería que se volviera a alejar de él de ninguna manera.

Permaneció unos instantes más así, disfrutando del aroma ajeno, y percatándose de cómo el abrazo se estrechaba un poco más. Odiaba esa inseguridad en sí mismo. Generalmente él era alguien que parecía poder lograrlo absolutamente todo, y su amor por sí mismo estaba bastante claro, pero cuando se trataba de Kuroko Tetsuya, todo eso parecía quedar en un plano diferente.

Escuchó la réplica ajena, y se separó inmediatamente.

— ¡Qué cruel! —se quejó sobre lo primero, mas lo segundo encendió sus mejillas y provocó que su corazón volviera a acelerarse. Estaba enamorado, muy enamorado.

Quería replicar a lo siguiente, pero probablemente Kuroko no lo comprendería. No podía ponerse en sus zapatos. No podía entender lo que se sentía el querer a alguien por tanto tiempo, y vivir con nulas esperanzas de ser correspondido, mientras lo veía rodeado de un montón de gente que sí eran capaces de verlo. Porque él, incluso cuando estaba rodeado de chicas casi todo el tiempo, jamás podría fijar sus ojos sobre alguna de ellas. Había sido completamente atrapado por Tetsuya.

— Tetsuya, yo... —tragó saliva, pensando en lo que iba a decir, mientras elevaba la mano en un ademán para acariciar su mejilla, pero fue súbitamente irrumpido por Nigou— ¡Woah─! ¿Qué ocurre, amiguito? —cuestionó al ser víctima de lengüetazos, y oír los ladridos del cachorro. Parpadeó sin comprender lo que ocurría, pero al notar que el tren ya se había detenido en su destino, se alarmó poniéndose de pie súbitamente —¡GAH—...! ¡Es aquí!

Pero antes de ponerse en marcha, su mano fue sujeta por Tetsuya y halado hacia el exterior a toda prisa justo antes que las puertas se cerrasen. Aquella alocada carrera al evitar ser arrastrados una vez más por el tren pareció despertarlo un poco, y alejarlo de aquellos depresivos pensamientos que habían reinado sobre su mente durante todo aquél tiempo.

Tan pronto como dicha carrera culminó, Kise se tomó su tiempo en recuperar el aire perdido, percatándose del insoportable dolor que sentía sobre su reseca garganta. No solo había hablado demasiado, la repentina falta de aire había empeorado su condición, por lo que a partir de ese momento ya no podría hablar mucho, ni muy alto.

Pero la voz contraria lo sacó de sus pensamientos, y el concepto de las expresiones empleadas provocó que su corazón latiese desbocado.

Sonrió tratando de simular su malestar, y aprovechando la escasa presencia de personas en aquél lugar, todas demasiado inmersas en sus propios asuntos para fijarse en ellos dos, rodeó con cuidado la cintura ajena, acercándolo, y susurró: 

— Por supuesto que estoy emocionado con la cita. Me aseguraré de tenerte en mis manos todo el tiempo. Y cuando la cita culmine... serás mío una vez más. Y esta vez haré que grites mi nombre—añadió con tono seductor.

Instantáneamente se separó, dibujando una de las sonrisas alegres que lo caracterizaban.

— ¡Muy bien~! Lo primero es lo primero: Debemos ir al centro comercial a comprar ropa, y luego debemos buscar una farmacia —mencionó animadamente, tomando nuevamente la mano de Kuroko, y guiándolo fuera de la estación, logrando encontrarse con la enorme, y caótica, zona comercial de Tokyo.

Harakuju.

— ¡Vamos, Tetsuya~! —mencionó guiándolo fuera de la estación, ignorando el excesivo tránsito, o la enorme cantidad de personas que transitaban las calles.

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Sentía que cada vez era más adicto a Kuroko. ¿Cómo podría ahora separarse de él cuando lo requiriese? Y es que con cada caricia, beso, mordida, lamida o jadeo, más se apegaba a él. Quería sentirlo. Palparlo. Recorrerlo hasta memorizar cada detalle de su cuerpo. Hacerlo suyo una y otra vez. Besarlo hasta que sus labios dijeran "Basta". Decir que lo amaba con locura, con pasión, y no alejarse de él jamás. Había caído completamente por él, y no había forma en la que alguien lograse superar todo ese amor.

Y pudo comprobarlo perfectamente mientras desarrollaba ese beso que lo conducía deliberadamente a la pérdida de sus sentidos. Por fortuna, la parte racional que todavía continuaba despierta en el interior de su mente, lo refrenaba de cometer la equivocación de sobrepasarse con la situación actual. Aun así, muy en el fondo moría de deseo por marcar el cuello ajeno con un camino de besos, y tocar su piel. Continuaban en público, e incluso si nadie más estaba mirando, o si él mismo no fuese modelo, aquella situación y lugar no resultaba ser el sitio indicado para esas cosas.

                          Estaba ansioso, deseoso.

                                              Quería continuar besándolo.

Pero se apartó a tiempo, comprendiendo que si proseguía, solo acabaría queriendo más y más, y en su lugar, rodeó la cintura ajena, manteniéndolo lo más cerca posible mientras apoyaba la frente sobre el hombro contrario, ahogándose en esos sentimientos que todavía guardaba en el fondo de su corazón.

Y es que Kise no era la persona más segura del mundo.

Más allá de su atractivo físico, que lo había guiado a formar parte de las portadas de las revistas más conocidas del medio, o de la increíble popularidad ganada, o sus habilidades atléticas, él también poseía un núcleo de inseguridades y temores que resultaban difíciles de despejar de su mente una vez que se adueñaran de ésta. Temía a la soledad, al fracaso, y a perder algo valioso una vez que se lo hubiese ganado.

Y su mayor núcleo de inseguridad era él: Kuroko Tetsuya. El único que lo había rechazado con anterioridad.

Nunca sabía qué pasaba por su mente, por eso lo había pillado desprevenido cuando correspondió a sus sentimientos, generando en el interior de su mente la idea de que todo esto no era más que un sueño. Y también... siempre estaba acompañado por gente que lograba ganarse sus sonrisas. Siempre lo había considerado tan lejano, y cada vez que lo veía en compañía de dichas personas, no podía más que sentirse fútil, pequeño, insignificante.

Por eso tenía mucho miedo.

Lo peor de todo consistía en que, gracias a su trabajo y los entrenamientos, el tiempo que lo vería sería muy limitado. ¿Y si Kuroko se cansaba de esperarlo siempre? ¿Y si acabara sintiéndose solo? ¿Y si comenzara a fijar sus ojos en una de las personas que lo acompañaban a consecuencia de esto? Todas esas posibilidades habían cruzado la mente de Kise una y otra vez, y no lo dejaban en paz.

—...Es solo que n-no quiero que te vayas —murmuró ocultando la mirada aprovechando la posición en la que se hallaba—. Puede que no lo parezca, pero tengo miedo de... muchas cosas. Entre ellas, el hacerte sentir solo, o que vayas enamorándote de alguien más —mencionó conteniendo las lágrimas al estar expresando algo con plena sinceridad—. Y no soy el único que te ha notado, Momocchi también lo ha hecho... Y Aominecchi en cierta forma, al igual que Kagamicchi y... —podría proseguir, pero el nudo en su garganta se lo impidió—. Todos ellos son más cool que yo.

No obstante, el beso sobre su frente lo pilló desprevenido, y elevó la mirada para encontrarse con los ojos ajenos, notando cómo su corazón pegaba un brinco.

— ¡A-Ah! Lo siento. De verdad lo siento. E-Estoy comportándome como un verdadero idiota, ¿No es así? —forzó una risa débil—. De acuerdo, haré lo posible por creer más en ti —alzó la mano, y acarició la mejilla contraria con suavidad—. Es solo que te he amado por tanto tiempo, viviendo un amor no correspondido, que... Todo esto resulta difícil de asimilar —suspiró vagamente, y tomó la mano contraria con el fin de entrelazar sus dedos—. Y aunque no eres el primero en mi vida, planeo que seas el último. Además, eres el único que me ha hecho sentir todo esto.

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{ Si no fuese porque ~casualmente~ hice click al ask, no lo habría visto jamás la verdad x'D Ow, linda, no te preocupes ♥ }

Se emocionó al contemplar el efecto ocasionado por el regalo que le había obsequiado. Lo cierto era que, en un inicio, creyó que no se trataba de la mejor elección, que quizás había sido muy cursi o que debió elegir un anillo mucho más llamativo. Pero al ver lo feliz que su querido Tetsuya se encontraba, no pudo más que sentirse satisfecho y eufórico.

Rió un poco, atontado, al percatarse de las lágrimas en los ojos ajenos, las cuales secó cuidadosamente con el dedo índice, justo antes de depositar un beso sobre su frente, y rodearlo cariñosamente con ambos brazos, sin ser capaz de describir la felicidad que lo embargaba, y que provocaba que sus manos temblasen.

— N-No es necesario que digas algo —murmuró con torpeza, tratando de no dejarse llevar por la euforia, pero con la situación presente, y lo mucho que amaba a Kuroko, eso parecía imposible—. Yo también te quiero... O más bien, te amo. Te amo tanto que mi corazón ya no puede, pero de alguna forma u otra, continúa enamorándose más y más de ti. Estoy completamente loco por ti, ¿L-lo sabes? —tragó saliva—. Quedémonos juntos para siempre.

Y tras permanecer por un momento de ese modo, se apartó lo suficiente para verlo a los ojos, atrapó el labio inferior ajeno con su boca, y lo besó. Aquél fue un beso apasionado, casi desesperado por demostrar la intensidad de sus sentimientos. Un beso con el que gritaba que lo amaba.

Sin poder resistirse, tan pronto como se apartó para recibir el oxígeno perdido, buscó a tientas el cuello ajeno, generando sobre él un pequeño camino de besos que culminó en una marca.

— Eres mío —murmuró acariciando la mejilla ajena con cariño.

Ryouta -se acerca con ligero sonrojo en las mejillas y un paquete envuelto en papel navideño. Se pone de puntillas con el fin de alcanzar los labios del contrario, dejando un pequeño beso en ellos. -Feliz Navidad -sonríe y le tiende el regalo. -Para que no pases frío. -no sabía si había acertado con el regalo, pero cuando vio aquella cazadora en la tienda pensó que estaría bien.

{ Omfg, no había visto esto  (Y no sé cuando lo enviaste ?_?). I’m so sorry, tumblr no me avisa el desgraciado 3 }

Las fiestas se hicieron presentes con una rapidez inverosímil. Llegados a este punto, ya habían pasado algunos (varios) meses desde que Kise había logrado obtener la oportunidad de comenzar a salir con Kuroko, y era necesario afirmar que el modelo todavía era incapaz de creer la suerte con la que se encontró al tener la oportunidad de que uno de sus mayores sueños se hiciese realidad.

Aquél día, navidad, llegó junto a innumerables obsequios por parte de sus compañeros de trabajo y admiradoras, pero todos ellos lucías insignificantes ante el paquete ofrecido por Tetsuya. Con solo observarlo allí, de pie, extendiéndole el regalo, supo que aquella navidad era la más hermosa que había conocido.

Con una sonrisa aflorando sobre sus labios, se inclinó lo suficiente para recibir el beso, y sujetó con firmeza el obsequio presentado por el contrario. ¡Era tan lindo!

— Tetsuya~ —murmuró acariciando con cariñosa suavidad las mejillas de éste—. Feliz navidad —mencionó volviendo a acortar distancia para dejar un beso mucho más largo sobre los labios ajenos. Tras apartarse, su mano izquierda buscó algo en el bolsillo del abrigo que traía puesto, y sacó una pequeña caja, la cual se la tendió al otro. Dentro permanecía un anillo dorado, completamente liso—. E-En un par de navidades más planeo cambiártelo por uno real, es decir… —sus mejillas se tornaron carmesí al hallar bochorno en las palabras que planeaba emitir—, cuando te pida matrimonio.

Y bajó la mirada en torno al suelo.

Al principio no había hallado forma de saber qué podría regalarle, hasta oír por accidente una conversación entre dos chicas en mitad de la calle.

A esas alturas, todo lo que podía ofrecer era una muestra sincera de su afecto.

— Quiero que cada vez que veas ese anillo recuerdes la promesa de que te querré siempre, y que soy completamente serio respecto a eso.

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Acompañó la risa desesperada de Kuroko con algunas carcajadas divertidas, observándolo retorcerse sobre el asiento e intentando inútilmente apartar sus manos. Ya que era la primera vez que lo observaba reír de ese modo, le resultó difícil -incluso a sí mismo- detener las cosquillas, motivo por el que había continuado con ello durante más tiempo del que planeó en un inicio. Se sentía realmente afortunado por haberse enamorado de alguien tan adorable.

Al apartarse finalmente, permitiendo que Kuroko recuperase el aliento, acarició con suavidad la cabeza de Nigou, y rascó tras sus orejas, completamente encantado por la compañía del can. Sonrió al observar que agitaba la cola, y rió al oír la protesta que surgió de los labios de Tetsuya cuando éste logró recuperar el aire perdido en el ataque de cosquillas.

— Pero tú eres cruel conmigo todo el tiempo, así que estamos a mano —replicó elaborando un mohín infantil, que duró solo un momento antes de reír de nueva cuenta.

Tenía intenciones de continuar jugando con Nigou, mas eso resultó imposible al percatarse del repentino contacto que apresó su propio brazo. Creyó que se trataría de alguna jugarreta que Tetsuya planeaba elaborar, así que mantuvo la guardia en alto mientras dirigía una mirada de soslayo a éste. Parpadeó al percatarse de la proximidad y tan pronto como giró el rostro instintivamente en dirección a él, notó cómo el espacio entre los dos se hacía estrecho a causa de la cercanía impuesta por el mismo Kuroko.

Sintió que su corazón pegaba un brinco, y cómo el calor subía a sus mejillas, permitiendo que en su interior se formasen diversas sensaciones que parecían convertirse en el aleteo de miles de mariposas. No fue sino hasta entonces que comprendió lo deseoso que estaba por besarlo.

Estaba dispuesto a acabar con el espacio existente entre los dos, pero lo que recibió a cambio resultó muy diferente a lo esperado.

Como había cerrado los ojos instintivamente, la sorpresa fue mayor de lo que podría haber imaginado tan pronto como notó la lengua de Kuroko recorriendo sus labios en una lamida. Inmediatamente su cuerpo fue presa de un escalofrío que puso los vellos de su nuca en punta.

— ¿T-Tetsuya...? —cuestionó en voz baja, enfocando su vista inmediatamente sobre el otro, todavía presa de la impresión. Ahora las ganas de besarlo habían incrementado considerablemente al fijar su mirada sobre la ajena. ¿Cómo podría evitar caer bajo el hechizo de esos ojos?

Pero oír aquellas palabras lo impresionó lo suficiente para caer completamente rendido.

Permitió que la distancia entre los dos volviera a acortarse, para que sus labios acariciaran con cariño los ajenos, olvidando por completo la gripe que estaba aquejándolo. Realmente había necesitado ese contacto, que ocasionaba que las sensaciones se agolparan en su interior, produciendo un agradable cosquilleo que se extendía a cada parte de su cuerpo.

No existían palabras que pudiesen describir todo el amor que sentía por Kuroko. Y tampoco lo que éste provocaba con él mismo cuando se besaban.

Una de sus manos se posó sobre la nuca ajena, e incrementó un poco la intensidad del beso, sufriendo de piel de gallina cada vez que su saliva entraba en contacto con la ajena. Luego de un rato, se apartó con el fin de tomar algo de aire, y retomó el beso tan pronto como el suficiente oxígeno hubiera llenado sus pulmones.

Volvió a incrementar la intensidad del beso, esta vez obligando a Tetsuya a abrir la boca, permitiendo el paso de su propia lengua. Tras lamer el labio inferior ajeno, se adentró en la cavidad del otro, y acarició la lengua contraria con la suya, poco antes de comenzar a jugar y enredarse con ella, mientras la mano que había permanecido en la nuca contraria ahora se dedicaba a acariciar los cabellos ajenos.

Cuando sus pulmones volvieron a exigir oxígeno, se apartó con torpeza, y apoyó la frente sobre el hombro contrario.

— D-De verdad no quiero que seas de nadie más —murmuró—. Quiero que seas solo mío. Completamente mío.

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Sentía el modo con el que su corazón latía tan desbocado, que temía que acabase saliendo de su propio pecho, pero ¿Cómo evitarlo? Si Tetsuya era tan adorable, y cada cosa que hacía o decía resultaba ser más tierna que antes. Deseaba decirle lo mucho que lo amaba, y que, en realidad, era él quien estaba agradecido por haberlo conocido y enamorarse de él. Si no lo hubiera hecho, lo probable sería que jamás tendría la capacidad de sentir todas esas cosas que surgían de su interior y se esparcían a cada célula que conformaba su cuerpo. Era algo maravilloso que no había tenido la fortuna de conocer... hasta esos momentos.

Quería agradecerle el haber correspondido sus sentimientos, ya que, por un momento, fue presa de la idea de que tendría la desdicha de cargar consigo un amor no correspondido por un largo tiempo. Creyó que pasaría todo el tiempo soportando ver cómo los ojos de Kuroko parecían fijarse sobre todos a excepción de él mismo. Y lo más triste de todo es que no podía rendirse, debido a que nunca antes logró conocer un sentimiento como aquél. Pero ahora que su mundo había dado un giro inesperado, iba a aferrarse a Tetsuya, y no lo dejaría ir con tanta facilidad. O más bien, haría lo posible por enamorarlo cada vez más hasta que el mismo Tetsuya no fuese capaz de dejarlo.

Se sentía egoísta, pero no quería dejar ir con tanta facilidad a ese trozo de felicidad que ahora estaba en sus manos.

Luego de subir al vagón y tomar asiento, contempló a varias personas presentes en el lugar, la mayoría atrapada por los brazos de Morfeo, y los restantes que permanecían despiertos tampoco lucían muy centrados en lo que sucedía a su alrededor. Parpadeó un poco, y una risita afloró de sus labios al ver a alguien a quien algún niño travieso había dejado una caja vacía de pocky en la boca abierta, ahogando ligeramente algunos ronquidos que deseaban escapar de ella. Era un panorama muy curioso, pero Kise no pudo hacer más que agradecer la presente situación, ya que, gracias a ella, podría ser cariñoso con Kuroko incluso en ese lugar.

Tras asentir en silencio a las palabras del otro, contempló con atención el modo con el que Nigou pasaba del suelo a encontrarse sobre el regazo de Tetsuya, y una nueva risa surgió de sus labios al notar cómo el cachorro se encontraba ansioso por brindar cariño a su dueño a base de lamidas.

— ¡Oh, vamos! —comentó divertido—. Apuesto a que solo está celoso porque no has sido lo suficientemente atento al tenerme a tu lado, ¿No~?

Y continuó riendo hasta que el can, por órdenes de Kuroko pasó a lamerlo a él sin que pudiese hacer algo con el fin de detenerlo.

— ¿Ah? ¿Eh? ¡Woah—! ¡E-Espera un minuto...! —y entre intentando apartarlo, y riendo por las cosquillas que le causaba, Kise dirigió una mirada cargada de reproche a Tetsuya, hasta finalmente lograr hallar la forma de asirlo bajo las patas delanteras y alejarlo de su rostro—. ¡Eso fue cruel! —protestó elaborando un mohín, antes de dirigir su mirada a Nigou— ¡No es que me moleste que hagas eso, por supuesto! —rascó las orejas del animal, con una sonrisa radiante, poco antes de que tener una idea, gracias a la cual, dicha sonrisa pasó a convertirse en una maquiavélica.

Depositó con cuidado a Nigou sobre el suelo, y se pegó un poco más a Tetsuya, comprendiendo que éste solo fingía para así poder burlarse de él en secreto.

— Ku-ro-ko-cchi~ —pronunció en voz baja el mote con el que lo llamaba antes de que comenzaran a salir—. Eres cruel, ¿Lo sabías? Creo que... ¡Tendré que darte un castigo! —y antes de que Tetsuya pudiese mencionar algo, comenzó a hacerle cosquillas a diestra y siniestra, mientras Nigou lanzaba ladridos desde el suelo del vagón. Luego de que un par de minutos pasaran, finalmente se apartó entre risas, y volvió a recoger a Nigou, colocándolo sobre sus piernas y dedicando una sonrisa ladina a Kuroko.

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when you realize you’re nobody’s favorite anything and you just

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