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lapiezaquefaltaba · 2 years
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Moonage Daydream (2022), una película de Brett Morgan
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Es muy, muy difícil describir lo que vivimos ayer en el cine con oliredandgrey​. Fuimos a ver "Moonage Daydream", film de Brett Morgan sobre David Bowie. Al mismo tiempo documental, ensayo audiovisual y algo que se podría describir como "recital a través de los tiempos"… todo mezclado en una experiencia mil por ciento cinematográfica, psicodélica, que le habla tanto a la cabeza como al corazón. Emocionante, críptica, bella, impactante… recorriendo, mostrando a muchos David Bowies -imposible abarcar a todos-… uno hubiera deseado que la experiencia hubiera durado cuatro horas en lugar de poco más de dos. Un recorrido también íntimo, de la mano de la misma voz de David, el único narrador de su propia historia, obsesiones, ambiciones y sueños. Collages, sus pinturas, partes de temas en vivo, parte de sus clips, parte de sus películas favoritas, todo combinado de la mejor forma posible junto a su música, en una obra de arte sobrecargada de información, tanta que seguramente cuando este accesible, la tendré que ver de vuelta más de una vez para abarcar todo lo que ofrece. Ayer le decía a oliredandgrey que a mi Bowie de chico me gustaba pero yo, que fui al show de River por ver a Adrian Belew en vivo, me encontré además con David Bowie y a partir de ahí comencé a conocer y apreciar su música y es un camino que aún hoy me sigue dando satisfacciones y cada vez me gusta más, y cada vez lo entiendo más y todavía me quedan tantos discos por escuchar, tantos Bowies… y me doy cuenta de lo ENORME que es. Y es un artista que literalmente creció conmigo, al igual que tantos otros que fueron editando discos y lo siguen haciendo. La diferencia con muchos otros, es que Bowie aún hoy -y sin estar en este plano- me sigue dando cosas nuevas y en cantidades astronómicas. Imperdible experiencia de cine en estado puro.
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lapiezaquefaltaba · 2 years
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Marillion - An hour before it's dark (2022)
Un corazón para abrazar al mundo y pensar el tiempo (o para pensar el mundo y abrazar al tiempo)
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Marillion es una banda inclasificable e incomparable que desde hace 40 años nos deleita con sus discos. Desde los inicios en el marco de un Rock Progresivo más clásico, no han dejado de evolucionar y modernizar su sonido hasta llegar a Marbles, disco de 2004, considerado por muchos como su mejor álbum de este siglo. De allí en más, con algunos ajustes, la propuesta sonora ha sido similar -con un poco más o menos de experimentación- con puntos altos en canciones como “Gaza”, la suite de canciones de “Essence” (Happiness is the Road vol. 1) y diversos momentos de F.E.A.R. o sus otros discos, pero nunca de forma pareja y compacta. Para eso, probablemente haya que referirse a discos como Marbles o Afraid of Sunlight, consistentes de principio a fin tanto en lo sonoro como en lo compositivo, más allá de que a algunos nos puedan gustar más o menos algunas cosas.
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Para la banda, más de 40 años de trayectoria no es algo menor, con todos sus miembros ya habiendo pasado los 60 años, cada nuevo disco es una apuesta -en sus propias palabras- de producir una obra que diga cosas significativas tanto en lo musical como en lo lírico. Con el caso de Sounds That Can’t Be Made y  F.E.A.R. esto fue logrado con algunas salvedades, según el caso. Ciertas críticas en lo lírico por su postura y forma de expresarla ("Gaza" o gran parte de F.E.A.R.) y en lo musical (nadie espera una banda que roquee como lo hacían en los ochentas pero desde Marbles a esta parte falta en gran parte de sus discos cierta “energía” que solo fue lograda por momentos), no desanimaron a la banda.
Todo esto le dió al álbum una urgencia y una pulsión que, por lo menos musicalmente -por razones e intencionalidades totalmente distintas-, no era sentida desde Radiation o Afraid of Sunlight, álbumes además que podemos definir como “de canciones”. La diferencia está en que, donde Radiation es impulsivo y poco cohesivo, en An Hour Before It’s Dark la propuesta musical motoriza lo dicho por Hogarth y viceversa, formando una unidad en cada canción y entre canciones que no se rompe en ningún momento, más similar a discos como Afraid of Sunlight.
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El primer tema es “Be Hard On Yourself”. De tres partes, como varios en el disco, inicia casi tímidamente hasta que irrumpe el Choir Noir (de colaboración destacada en varias canciones), para dar paso a una línea de piano de Mark Kelly llena de dramatismo, a la que se suman Pete Trewavas en bajo e Ian Mosley en batería impulsando rápidamente el tema. Al igual que en F.E.A.R. el tono es épico, pero allí el mismo contexto de observación política ácida y nihilista dotaba a todo el álbum de una depresión floydiana que aquí brilla por su ausencia. Queda claro desde el principio que An Hour... toca temas graves y actuales, pero la perspectiva es más humanista, optimista si se quiere: “tratemos de hacer que esto cambie de alguna manera, pero juntos”. El “Strap in, get ready, foot down, push the button, blow it all up, and be hard on yourself” (Ponete la correa, prepárate, baja el pie, volalo todo y sé duro con vos mismo) de la mano de la maravillosa línea de guitarra de Steve Rothery -una de las tantas del disco-, marca el tono y clima del álbum.
Marillion hablaba hace ya más de 30 años en Seasons End del cambio climático, cuando ya era un tema importante. Si aquel era un llamado de atención donde “quizá no nevará más en Inglaterra”, la actualidad muestra que -por ahora- sigue nevando allí. Pero las cosas no solo no han mejorado sino que han tomado aristas realmente graves de la mano de la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación y las enfermedades. Steve Hogarth pinta un panorama donde la descripción bella de nuestro mundo choca con la brutalidad del abuso a la que lo sometemos. Esto es claro en la segunda sección de la canción donde Marillion entrega uno de los segmentos más rabiosos y angustiantes de toda su carrera. La última parte del tema vuelve a un terreno más reflexivo, donde “el tiempo que nos queda” marca otro de los temas excluyentes del disco: el que tenemos de vida, el que tenemos como humanidad, el mismo que tiene la banda para entregar un mensaje válido y posible “antes de que termine la canción”, para volver al mismo llamado a despertar, a pintar un cuadro, a jugar, a ser mejor, a dejar una huella “una hora antes de que oscurezca”. Y así la canción finaliza con la delicada línea melódica con la que comenzó.
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El segundo tema “Reprogram the Gene” mantiene el tono rockero y urgente, con una melodía sugerente sobre la que Steve Hogarth canta sobre programarse y re-programarse de formas posibles e imposibles, con una cierta rabia que oscila irónicamente entre la consigna de tipo slogan y la expresión frontal de una necesidad de cambio y nuevamente de “despertar para ser mejor” y tener un mejor lugar para vivir.
A esta altura del disco es notoria y muy interesante la ambigüedad de puntos de vista que maneja Hogarth en sus letras, donde a la acostumbrada riqueza de imágenes y su inherente sensibilidad, se permite -y nos permite- disfrutar de varios niveles de sentido de forma muchísimo más pulida que en discos anteriores. Aquí hay un trabajo reflexivo donde muchos de los temas referencian a otros en frases concretas, profundizando sentidos e impresiones que redondean un mensaje general pleno de sencillez, lleno de matices y a la vez directo.
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“Only a Kiss” funciona como una introducción a “Murder Machines”, que es el “single” del disco. En una canción que tiene sutiles ecos de “Power” (aquel otro single de Sounds That Can’t Be Made), Marillion brinda una de sus canciones “cortas” más logradas de los últimos tiempos, de la mano de un desarrollo melódico atrapante y uno de sus mejores estribillos, tanto en lo musical como en lo lírico. Nuevamente Hogarth describe el par de años que hemos pasado con la pandemia y los riesgos que ésta impuso en todo el mundo, con poesía pero sin vueltas, mientras entona apasionadamente “I put my arms around her and I killed her with love” (Puse mis brazos alrededor de ella y la maté con amor). Si bien aquí puede haber más de una interpretación, para todos quienes perdieron un ser querido en estos años, solo hay un significado. Steve Rothery realiza un gran trabajo, eligiendo comandar el tema a través de una línea melódica que en el estribillo se despega del tema principal con un contrapunto arriesgado que incomoda en las dos primeras pasadas, para resolverse en el final de la canción de forma magistral a través de un solo. Touché maestro.
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"The Crow and the Nightingale" abre la que sería la “segunda mitad” del disco. Aquí se nota claramente la influencia que tuvo el trabajo con In Praise of Folly en el anterior álbum de versiones orquestadas. A ellos, se suma de forma protagónica el  Choir Noir comandado por Kat Marsh, con unos arreglos de voz exquisitos.
La letra es, según Hogarth, un homenaje a Leonard Cohen, de quien lamentablemente he escuchado poco y nada por lo que no puedo hacer comparaciones. Dicho esto, si bien también puede interpretarse una relación con la fábula, sus imágenes llenas de poesía y altamente evocativas dejan entrever que no hay envidia en él sino una dedicatoria emocionada y humilde donde canta “No puedo volar pero abriré mi áspero pico graznando al cielo, el cuervo y el ruiseñor… …Pero a una azotea puedo ir, a gritar por encima de los pájaros, añadiendo mi aburrido brillo a tus brillantes palabras” (I can’t fly but I’ll open my rough beak, squawk at the sky, the crow and the nightingale... ...But a rooftop I can go, to scream above the birds adding my dull sheen to your brilliant words").
En lo musical, más allá de que se pueden hacer paralelos con “When I Meet God”, “Man of a 1000 Faces” o incluso “Neverland”, la banda entra en un terreno realmente inédito, logrando una emoción enorme en el oyente a través de la música que va en un in crescendo imparable desde el comienzo del tema y, cuando parece que va a ir a otro lado, sigue creciendo. Es un tema de una sencillez enorme pero construido con mil capas, matices y sutilezas, que evocan el dramatismo y la poesía de los discos clásicos de Scott Walker (3 y 4). Steve Rothery se suma con un precioso solo a ese engranaje que es inédito y brillante. La primera vez que lo escuché, entre lágrimas, sin tener clara la letra, pero superado por la pura emoción de la música pensé “40 años de historia, y siguen superándose a sí mismos”. Simplemente, uno de los mejores temas de toda la carrera de Marillion.
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“Sierra Leone” se inicia con una hermosa y delicada melodía de Steve Rothery que se va tejiendo con cierto minimalismo hacia un crescendo en la primera sección, donde Steve Hogarth cuenta la historia de uno de tantos trabajadores que hacen su diaria labor en condiciones de extrema pobreza en ese país (Sierra Leona). Al encontrar un diamante que le augura futuras riquezas y prosperidad, que le traerá libertad, decide quedárselo, hechizado por su belleza. La respuesta al por qué lo hace, quizá se encuentre en unas líneas de “Care”: “Encontré la libertad en un diamante que no cambiaría, ni siquiera por el cielo… …Gracias por hacerme vivir de verdad, de verdad, en una vida donde el lujo era a veces, sobrevivir” (Found freedom in a diamond I won’t trade, not even for heaven... ... Thank you for making me truly, truly alive in a life where luxury was sometimes, to survive).
Musicalmente, el tema sigue su desarrollo donde Kelly y el guitarrista se alternan el protagonismo, con el “I won’t sell this diamond” (No venderé este diamante) como un mantra que se va repitiendo y justificando la postura del personaje protagonista. Se podría decir que es un tema “típico” de Marillion de esos donde muchas veces la belleza de la música contrasta con la tristeza de su letra. Más allá de que su temática puede ser la menos relacionada con el concepto general del disco, el mayor inconveniente es que está entre “The Crow…” y “Care”; en un disco donde todos los temas salen de lo común, este es el más “tradicional” para lo que es la banda.
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“Care” es donde todos los temas y motivos del disco confluyen líricamente y musicalmente. Partiendo de cierto “realismo noir” en “Maintenance Drugs”, con un marcado tono funk -que da para un muy interesante despliegue de Pete Trewavas y Steve Rothery, incluso se escucha una percusión que debe ser de Luis Jardim, otro invitado-, Marillion recuerda en todo sentido al Magic and Loss de Lou Reed, para relatar el proceso de quimioterapia de un amigo de Steve Hogarth que sirve como una brillante reflexión sobre el tiempo, la vida y la muerte. La segunda sección de la canción es la que da nombre al disco y donde esta idea de Hogarth se hace más clara: ¿qué es lo que pensamos una hora antes de morir? Del funk pasamos al jazz gracias al protagonismo de Ian Mosley que, con el swing que lo caracteriza, sostiene unos delicados arpegios de Rothery. En la sección siguiente el protagonismo es todo del guitarrista, con un solo de impronta floydiana, hasta que llegamos al momento donde Steve Hogarth canta "Y mientras te desvelaba, te diste cuenta de que me querías lo suficiente como para dejarme para siempre" (And as I unpeeled you, you realize you loved me enough to leave me forever) y comienza la última sección, “Angels on Earth”.
Hay algo catártico aquí, algo profundo, que hace que por lo menos para mí sea imposible no emocionarme cada vez que escucho este tema. Conocí a Marillion con Fugazi y la banda en todo este tiempo me ha emocionado muchas y repetidas veces. Pero creo que ningún tema de la banda me provocó hasta ahora la emoción que me provoca “Care”. Escuchándolo, y pensando en el por qué, no puedo dejar de encontrar y de remitirme al final de Fugazi donde en 1983 Fish se preguntaba “¿Dónde están los profetas? ¿Dónde están los visionarios? ¿Dónde están los poetas?". Casi 40 años después, otra banda completamente distinta que “casualmente” tiene el mismo nombre encontró una respuesta probable sin buscarla: con el pulso de la evocativa batería de Ian Mosley, Marillion construye un crescendo más, donde Steve Hogarth canta: “Los ángeles de este mundo no están en las paredes de las iglesias, los héroes de este mundo no están en el salón de la fama… …los ángeles de este mundo no están plasmados en bronce o piedra, los ángeles de este mundo trabajando mientras nosotros estamos durmiendo" (The angels in this world are not in the walls of churches, the heroes in this world are not in the hall of fame… …the angels in this world are not rendered in bronze or stone, the heroes in this world, working while we’re all sleeping). La letra es más larga y este es un pálido resumen, pero no hace falta explicar que la banda nos está diciendo: los héroes de este mundo son los que nos vinieron cuidando, exponiendo sus vidas, mirando a la muerte a la cara en todos los sistemas de salud del mundo. Retomando también la línea de “Murder Machines”“Ella puso sus brazos alrededor mío” (She put her arms around me), dándole otro sentido más, Marillion cierra “Care” y su último disco a pura emoción. Es imposible no terminar llorando. Y el disco es aún mejor por ello.
En este siglo, los problemas lamentablemente no se modificaron demasiado: el miedo a una guerra, el cambio climático, las Murder Machines cambiaron pero siguen estando… la respuesta sigue siendo la misma: Care es cuidar, pero también es que te importe, es comprometerse, es apostar por el otro. Marillion redondea su último disco con otro tema destinado a convertirse en un clásico enorme en su discografía y sus shows en vivo. An Hour Before It’s Dark es un álbum que probablemente se transformará en el Dark Side of the Moon de Marillion (sería bueno que tuviera el éxito de aquel) en cuanto a que es un retrato sensible y preocupado de nuestro tiempo. A diferencia del de Pink Floyd podríamos decir que es más optimista de lo que debiera, dadas las circunstancias.
Durante toda su carrera Marillion ha debido de cargar con varios lastres y etiquetas injustos: “copia de Genesis”, “el nuevo vocalista”, “pretenciosos y aburridos”, “no son suficientemente progresivos”, “en lugar de un doble hubieran sacado un disco solo” y otras similares. Con todo lo dicho ¿es necesario repetir que se cuentan con los dedos de la mano las bandas y los artistas que pueden sacar discos significativos no una, sino varias veces en su trayectoria a esta altura de sus carreras?
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Fieles a sus tiempos, sus inquietudes y su particular forma de componer canciones en base a rescatar las mejores secciones de infinitas jams para ello y teniendo en Steve Hogarth a un observador agudo y sensible de la realidad, han logrado con An Hour Before It’s Dark un disco definitorio que no solo está a la altura de los mejores de su carrera sino que, aunque habla directo y de frente a nuestro tiempo como lo hicieron tantos clásicos antes de él, su humanismo a flor de piel nos asegura que seguirá vigente por muchos muchos años más, más allá de la noche y el olvido.
Fotos por Anne-Marie Forker Diseño Gráfico de Simon Ward para 1d3ntity
Gracias a Lucy Jordache, Mark Kennedy, Carlos McDonagh, Jorge Bourdieu y muy especialmente a Andrés Valle que puso el fósforo en la mecha.
Este artículo fue publicado originalmente en www.mellotronweb.com.ar en marzo de 2022.
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lapiezaquefaltaba · 2 years
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Porcupine Tree - Closure/Continuation (2022)
Cómo sobrevivir a la propia leyenda sin morir en el intento
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A veces, comenzar a escribir sobre un disco no es difícil, pero sí lo es encontrar cierto “hilo” conductor con el que uno se sienta cómodo. Lo primero que se me viene a la cabeza es que Steven Wilson, creador de Porcupine Tree hace más de 30 años, algunas veces suele ser su peor enemigo al abrir la boca. Los memoriosos recordarán sus declaraciones cuando su nombre comenzó a ser conocido por estos pagos gracias a su asociación con Fish, el ex-vocalista de Marillion (que dió como resultado el jugado y experimental Sunsets on Empire). En ellas, Wilson despreciaba siempre que podía al rock progresivo diciendo cuánto le disgustaba la etiqueta. Ciertamente Porcupine Tree era otra cosa, pero ese cóctel tenía mucho del género que tanto quería obviar. Los años pasaron y ya sabemos cuánto lo abrazó -no sólo ya en lo musical sino también de cara a los medios- en su carrera solista.  Lo segundo, es que hasta hace unos pocos meses el cuco pasó a ser, durante 10 años, su “ex” banda. Estaba acabada, “cero chances”, etc. En ambos casos, el objetivo de esta negación por parte de Wilson era que quienes fueran sus interlocutores o sus fans, se concentraran en otra cosa que no fueran las preguntas usuales y esperadas. Si el resultado fue exitoso o dispar queda a criterio de cada uno, pero muchas veces, esto no le hizo mucho favor al compositor inglés.
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Llegamos a 2020, la pandemia del Covid 19, y a las pérdidas humanas y planes truncados. En el caso de Wilson, esto le reportó un lanzamiento muy por lo bajo de lo esperado de su último disco solista (The Future Bites), donde además había un cambio en su sonido, mucho más electrónico y casi sin guitarras presentes. Para agravar la situación, al igual que le sucedió a muchos otros artistas, tuvo una gira mundial truncada y sin posibilidades de ser realizada. Esto le dió una enorme cantidad de tiempo para explorar nuevas aventuras (que serán editadas en 2023 bajo el nombre de The Harmony Codex) y para finalizar algo que, desconocido para todos, llevaba varios años de idas y vueltas: el “nuevo” disco de Porcupine Tree.
Así, el disco está formado por canciones que tuvieron su origen hace 10 años, como “Harridan” y “Chimera’s Wreck”, algunas de hace unos 6 años cuando Barbieri se sumó aportando segmentos que formarían parte de “Dignity” y “Walk the Plank”, y otras ya de trabajo concreto en formato trío como “Herd Culling”. Además, si tomamos en cuenta que es un álbum donde los tres músicos trabajaron grupalmente en base a lo que ya tenían, agregándole jams o zapadas al proceso de composición, tenemos otro rasgo que diferencia a Closure/Continuation de anteriores discos de la banda donde Wilson siempre aparecía con los demos de las canciones que luego eran trabajadas por el resto. Esto da como resultado un disco de sonido que puede definirse no como una continuación directa de The Incident de 2010 sino que tiene una impronta más atemporal, pero donde uno puede reconocer no sólo el ADN del Porcupine Tree de la época de Lightbulb Sun o Fear of a Blank Planet sino también de trabajos solistas de Wilson como Storm Corrosion, Hand. Cannot. Erase, The Raven that Refused to Sing o Grace for Drowning.
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Por otro lado, si bien estilísticamente hay mucho reconocible en todas las canciones que componen el disco como los juegos de voces, el trabajo de Harrison en batería, las capas y los sonidos de Barbieri, hay tres diferencias notables: un trabajo muy delicado de guitarras acústicas y de eléctricas "limpias" donde -salvo algunas excepciones- no hay mucho lugar para ese sonido metalero presente en los discos de la banda desde In Absentia en adelante. En segundo lugar, me parece que este es un Porcupine Tree donde lo "técnico" está más expuesto porque los bajos de Wilson son más deudores de Chris Squire que los de Edwin, que tenían un estilo totalmente opuesto, cercano al gran Mick Karn. Así la base rítmica se complementa de una forma totalmente distinta, más lejos del metal progresivo de este siglo y más cerca del rock progresivo de los 70s. Para redondear, desde la producción, se le da mucho más espacio a los instrumentos y en general, no suena todo tan “monolítico” como en los últimos discos de la banda, lo que le da un perfíl mucho más clásico y atemporal a las canciones, más en la línea sonora de temas como “Sound of Muzak”, “Flicker”, “Buying New Soul”  o incluso “Prodigal” pero con menos distorsión encima. Incluso en “Rats Return”, que podría incluirse sin que quedara descolgado en The Incident o Fear..., todo “respira” un poco más, la excepción a esto es “Herd Culling”, que quizá sea el tema más flojo del disco.
En cuanto a las letras, si bien no hay un “tema” que una a todas las canciones hay una sensación para mí inequívoca que quizá sea producto del contexto pandémico: el peso y el paso del tiempo. En el disco, el tiempo parece ordenar y regir los destinos de los protagonistas de las canciones y los cambios entre décadas y/o etapas, sea para afrontar consecuencias o negarlo todo, mirando al pasado y hacia el futuro. 
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Como siempre con cada nuevo disco de Wilson, hay diferentes ediciones. Más allá del excesivo precio de la edición “deluxe”, si es que uno quiere tener en formato físico los 3 bonus track, es elogiable -desde el punto de vista de quien no la va a comprar, claro-, que la banda haya puesto a disposición de los fans en los servicios de streaming los temas que no están en la edición común y son muy buenas canciones.
El regreso de Porcupine Tree es uno de esos para ponerse contento y, a diferencia de muchos “retornos legendarios”, viene de la mano de un muy buen disco. Uno escucha canciones como “Dignity” (una mezcla perfecta de Pearl Jam, Pink Floyd y Porcupine Tree) o “Chimera’s Wreck” (un hijo perdido entre “The Watchmaker” y “Drag Ropes”) y no puede menos que sacarse el sombrero y aplaudir de pie. Si pensamos en el disco como un cierre, es un cálido abrazo que reconforta. Si algún día llegara a ser una continuación, ojalá que puedan permitirse -y permitirnos- navegar caminos desconocidos.
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Todas las fotos por Alex Lake / Two Short Days
Este artículo fue publicado por primera vez online en www.mellotronweb.com.ar en junio 2022.
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lapiezaquefaltaba · 2 years
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Magna Carta Cartel - The Dying Option (2022)
El futuro llegó hace rato y no hace más que recordar al pasado.
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Hoy los suecos de Magna Carta Cartel sacan "The Dying Option", su primer "LP" luego de 14 años (si no contamos el EP "The Demon King" de 2017).
Para quienes no los conocen, se puede aclarar que comenzaron a hacerse conocidos cuando ya los rumores de que Ghost (banda de heavy metal sueco cuyos integrantes tenían máscaras por lo que los primeros 6 años de la banda no se supo quienes eran), eran músicos que habían pasado por Subvision y Magna Carta Cartel, bandas suecas prácticamente desconocidas. Así, muchos rescataron al fabuloso disco debut de MCC, "Goodmorning Restrained", uno de los mejores discos de este siglo en lo que a rock se refiere.
Luego de que los músicos de Ghost se pelearan con su líder, Tobias Forge, retomaron el proyecto de Magna Carta Cartel, editando el mencionado EP.
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A primera oída, en este segundo disco hay un incremento saludable de teclados, de canciones y de intenciones netamente rockeras a diferencia de su disco debut que era más "volado", si se quiere. El líder de MCC, Martin Persner, el recordado "Omega" guitarrista de Ghost, parece querer decirle a su ex-socio "mira que yo también se hacer buenas canciones", y como consecuencia, este disco está lleno de ellas. Incluso hay un tema "Savantgarde" que pertenece al disco solista de Forge que nunca salió (y que terminó siendo el proyecto Ghost) y "Valkyria" lo tiene como co-autor. Esto hace suponer que es un tema de su anterior banda que se quedó Persner o que limaron asperezas, lo cierto es que mucho de este disco recuerda al Ghost de "Meliora" en adelante pero sin el heavy metal.
Desde el comienzo del disco con "Arrows", esa mezcla de synth pop con el U2 de "The Unforgettable Fire" pasando por cierto AOR estilo Journey, hasta el último tema que le da nombre, uno parece estar sobrevolando ciudades iluminadas por neón arriba del auto del Doc. Brown en compañía de Marty McFly.
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Se mantiene la épica en el desarrollo de los temas y el buen gusto a la hora de componer melodías atractivas y pegadizas, con la sencillez justa, pero se extrañan bastante los instrumentales que creaban esos climas tan particulares ("Dusk" sería lo más aproximado con su tono contemplativo, pero casi funciona como una intro a "The Dying Option", también muy en la línea del primer disco) pero conociendo la forma de construir los temas de Persner no sería extraño que muchas secciones de los temas nuevos deriven en partes instrumentales un poco más extensas.
Si todavía no escucharon a MCC, no lo duden... los 80's pueden haber muerto, pero están vivitos y coleando.
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lapiezaquefaltaba · 2 years
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"In the Court of the Crimson King" (King Crimson at 50) (2022)
Hace dos meses pude ver en el BAFICI el documental "In the Court of the Crimson King" (King Crimson at 50).
Partiendo de la persona de Robert Fripp y de cómo ha influido y afectado -para bien y mal- en las vidas de todos los que pasaron por la banda, se desarrolla un documental que es muy divertido, sorpresivo, tierno, contradictorio y controvertido. Momentos reflexivos, tristes, graciosos e ilustrativos sobre lo que significa laburar de músico en un contexto de alta exigencia (impuesta y autoimpuesta), que salen del común de "vida en las giras" para hablar también sobre esa familia disfuncional tan particular que es King Crimson. También, de la mano de Bill Rieflin, hay momentos altamente conmovedores.
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Hay testimonios de muchísima gente que pasó por la banda, con la excepción más notoria de John Wetton y Greg Lake, imagino que porque no había material de archivo lo suficientemente compatible o ilustrativo para ser incorporado, lo que es una pena, ya que el documental comenzó a ser desarrollado luego de la muerte de ambos.
Esperemos que tenga un estreno más general para poder verlo de vuelta. Muy recomendable.
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lapiezaquefaltaba · 2 years
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Everything everywhere all at once (2022)
Iba a hacer un posteo sobre mi procesión por las pelis de Bond que no vi (toda una aventura), pero hace unos días vimos esta peli del dúo Daniels con @oliredandgrey que nos dejo fascinados y felices.
En la línea de las películas que han tenido a Charlie Kaufman como guionista o director, con ecos de cosas tan dispares como el Truman Show de Peter Weir, Matrix, Terminator, Stranger Than Fiction de Mark Foster y con una mirada costumbrista como la que pueden tener a veces un Linkater en sus pelis menos comerciales.
Una película llena de acción, muy divertida y con muchos momentos "eh!?!?", pero por sobre todas las cosas con un corazón enorme desde el primer al último fotograma. Altamente recomendable, y para ver con atención.
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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“Here comes the flood” (Aquí viene la inundación) - Peter Gabriel (1978)
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Hace unos días recordé esta canción, cuanto me gustaba y cuanto hacía que no escuchaba los primeros discos solistas de Peter Gabriel en general. Buscando la versión de este tema que más me gusta, la del disco solista de Robert Fripp “Exposure”, dí con un artículo muy interesante sobre sus colaboraciones en esta época.
“Cuando escribí esta canción estaba obsesionado con la radio de onda-corta y me asombraba el modo en que las señales de radio se incrementan a medida que desaparece la luz del día. Sentía como si los niveles de energía psíquica también se incrementaran por la noche. Había tenido un sueño apocalíptico en el que las barreras psíquicas que normalmente nos impiden ver los pensamientos de los demás hubieran sido totalmente erosionadas provocando una inundación mental. Los que estuvieran acostumbrados a tener sus pensamientos más íntimos a la vista dominarían este torrente y aquellos que los ocultaran se ahogarían en el.” “En el caso de ‘Flood’ sentí como si la canción estuviera escribiéndome en lugar de que yo la escribiera.” (Peter Gabriel) Aquí viene la inundación Cuando la noche llega las señales crecen en las radios, todas las cosas extrañas van y vienen como advertencias tempranas. Las estrellas de mar varadas no tienen lugar donde esconderse, todavía esperando la abultada marea de Pascua. No tiene sentido el rumbo,  ni siquiera podemos elegir un bando. Yo tome el viejo camino,  el hombro vacío, a través de las aguas. En los altos acantilados hijas e hijos, se estaban haciendo viejos.  El hastiado inframundo surcaba en lo alto, olas de acero lanzaron metal al cielo. Y cuando el clavo se hundió en la nube la lluvia cálida empapo a la multitud. Señor, aquí viene la inundación, diremos adiós a la carne y a la sangre. Si los mares se silencian nuevamente en los que aún queden vivos, será en aquellos que dieron su isla para sobrevivir. Beban, soñadores, se están quedando secos. Cuando la inundación llama no tienes hogar, no tienes paredes. En ese choque de truenos eres mil mentes en un instante. No tengas miedo de llorar por lo que ves, Los actores se han ido, solo estamos tu y yo, Y si nos desmoronamos antes del amanecer Ellos usaran lo que solíamos ser. Señor, aquí viene la inundación, diremos adiós a la carne y a la sangre. Si los mares se silencian nuevamente en los que aún queden vivos, será en aquellos que dieron su isla para sobrevivir. Beban, soñadores, se están quedando secos.
El artículo en inglés se puede leer aquí: https://musicaficionado.blog/2016/01/24/here-comes-the-flood-by-robert-fripp-and-peter-gabriel/
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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Sigo insistiendo con estos suecos que son lo mejorcito que ha salido en música en general en los últimos años en mi humilde opinión.
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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Fish “A Parley with Angels” EP (2018)
Primavera 1
Interesante adelanto de lo que el escocés está componiendo para su nuevo disco que saldrá en 2019 y será su última creación discográfica antes de su retiro.
Veremos como son el resto de las canciones pero este EP cuenta con buenas ideas, para mi gusto falta algo de protagonismo por parte de Robin Boult en guitarras pero quizá para cuando salga el disco le agrega algún solo sobre todo a los temas más largos. Excelente el uso de los vientos, lo mejor del EP.
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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Magna Carta Cartel “The Sun & The Rain” (2018)
Primavera 0
Que mejor manera de empezar la primavera que con un tema nuevo de los suecos más grosos. Esperemos que salga un disco pronto.
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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David Bowie “Blackstar” (2016)
No puedo dejar de hablar de este disco, que esté en mi lista actual de los “25 discos que fueron importantes para mí”, más que una casualidad habla de perseverancia y de algo que dije hace algunos años -y que me surgió por la propia experiencia con el artista-, "Bowie es algo que mejora según pasan los años, cada vez me gusta más". Esto lo pensaba hace más de 20 años y lo sigo pensando ahora, cada vez más.
Nuevamente, adiós. Dos veces adiós.  
¿Será una casualidad o no? ¿Las casualidades no existen?
El primer tema de David Bowie que hizo que le prestara atención fue "Let's dance". ¿Cómo no hacerlo? esa guitarra rítmica, de una sencillez pero impacto enorme, me había atraído instantáneamente alrededor de mis tempranos 11 años. Creo que no es casual que me hayan gustado años después temas de Rush o Spinetta que usaban acordes similares con séptimas o cuartas suspendidas...
Más allá de mi aprecio por ciertas canciones de David -ame, AME desde siempre "Absolute Beginners", más aún cuando me enteré que tocaba Rick Wakeman quien además había sido pianista suyo antes de entrar a Yes-, yo no me enganchaba del todo con su música y sus discos de mediados de los 80 no hicieron demasiado por cambiar mi opinión. 
Si, yo también vi "Laberinto" en mi temprana adolescencia y un poco más tarde "Después de hora" y "El Ansia", pero no bastaba con eso, estaba demasiado compenetrado con otras bandas y estilos para que terminara de atraparme.
En un nuevo capítulo de "me engancho con una propuesta por culpa de un violero que me gusta", me entero que Bowie viene al país en su última gira como solista -no iba a tocar más en vivo o se iba a retirar o las dos cosas, sinceramente ya no lo recuerdo-, pero para mí el shock nunca fue ese, la BOMBA era que venía con Adrian Belew -que también había sido su guitarrista en los 70- y yo lo idolatraba gracias a King Crimson. En esos años el rey carmesí era historia con lo que la única posibilidad de ver a sus músicos era si venían con otras bandas (así fue con Tony Levin también).
Así, llegamos al 29 de septiembre de 1990. Allí fui al Estadio de River Plate. Además de encontrarme con un soberbio guitarrista, el cual disfrute con locura, ahí creo que descubrí plenamente a David Bowie. 
Explíquenme lectores cómo se puede resistir uno a un show que empezó con "Space Oddity" con David guitarra en mano, seguido de "Life on Mars?", dos de sus más grandes temas. Fue un show donde no sobró una canción. No era un conocedor, pero fue una trompada tras otra al corazón.
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Salí absolutamente extasiado del show. Feliz. Hace sólo dos años atrás había visto a Peter Gabriel, mi mayor ídolo, mi todo y ahora, Bowie me provocaba lo mismo. ¿Cómo alguien podía igualarlo? Podía. Para mi Gabriel seguirá siendo el maestro en lo que a dominio de la escena respecta pero en cuanto a la propuesta creativa integral David estuvo y estaba al mismo nivel.
Mi relación con Bowie siguió por buen camino gracias a que un amigo me regalo el LP de "Scary Monsters" uno de los discos junto a Fripp, áspero pero maravilloso. 
Luego del adiós a su carrera solista, surgió Tin Machine. Por esa cosa rockera que tenía fue una banda que  siempre me gustó mucho, aún cuando no sea un disco al que hoy regreso con frecuencia. Otro amigo, me hizo conocer para esa misma época sus primeros discos. Los escuchaba y no lo podía creer. "Hunky Dory", "Space Oddity", pensaba "¿Cómo no escuché esto antes?"
Para la salida de "1. Outside" tenía una idea más o menos formada del artista inglés, que además me había vendido el disco gracias a obra conceptual+Eno+experimental. Discazo.
A "Earthling" no lo aproveché lo suficiente -tampoco su regreso al país-, porque esperaba el "2. Outside" que nunca llegó. Hoy, obviamente, me arrepiento -a veces uno hace esas cosas-.
Pasaron los años, pasaron los discos. Ataque cardíaco y silencio de radio.
En el 2013 volvió de sorpresa con "The Next Day". Ayudado por el maravilloso single y video de "The stars (are out tonight)", mi aprecio por Bowie volvió con todo. Un disco realmente contundente, con canciones como "Where are we now", "Heat", "parejo como pocos en su repertorio, y con ecos a todas sus épocas.
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No había noticias de nuevas giras. Al año, una nueva compilación que -haciendo la contra a mis principios- compre porque tenía todos los temas que me gustaban y su discografía hoy es difícil y costosa de completar en formato físico. Además contaba con un tema nuevo, increíble "Sue (or a season of crime)", una canción donde daba un nuevo giro: jazzera, experimental, un tema de 7 minutos que contaba una historia negra, negrísima, de un asesinato acompañado y aumentado por un video en plan expresionismo/film noir con un mix tipográfico con las letras muy interesante.
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Pasa el tiempo y estamos a fines de 2015 y el video de "Blackstar". La vuelta de "Mayor Tom", Lovecraft, vudú, y procesiones, misas negras y un Bowie vendado con botones en lugar de ojos. Creo que decir que me impactó es poco. Una canción/video de 10 minutos altamente experimental en su concepción, con cambios de clima, uso del jazz continuando lo que había hecho en "Sue", algo nuevo, algo viejo, algo prestado: Bowie volvía otra vez, y volvía con todo. Se anunció que iba a editar un disco del mismo nombre que el tema el día de su cumpleaños, 8 de enero de 2016.
Ya sabía que me lo iba a comprar.
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Lapsus Con mi mujer, hemos discutido muchas veces sobre la mayor importancia del 6 de Enero y "Los Reyes Magos" cuando éramos niños. Era tan o más importante que Navidad, sobre todo si hablamos de "regalos". En casa, nos gusta continuar en cierta forma con la tradición y, si bien no hay reuniones familiares para festejar como era de chicos, si hacemos con nuestros hijos todos los preparativos previos, comida y bebida para los Reyes y los camellos, y las cartas previas.
Ese año se me ocurrió escribir una carta pidiendo el disco de Bowie. Como el disco salía después del 6 de Enero, los reyes me contestaron con una carta pidiendo disculpas y excusándose por la falta debida a "complicaciones de producción y logística" o algo así, adjuntando un vale de compra del disco en cuestión. Fin Lapsus
Cuando voy a la disquería a comprarlo, el dueño no lo tenía aún y me dijo que pasara el lunes a buscarlo. Desde ya que ese mismo día me había descargado el disco y no paraba de escucharlo. Había algo latente, oscuro, que no alcanzaba a percibir, pero que estaba.
El domingo 10, se anuncia al mundo que David Bowie había muerto de cáncer. Automáticamente, el disco pasó a otro plano, cobró otro sentido y se transformó en una obra nueva, estremecedora.
El disco, producido nuevamente por Tony Visconti tenía las características marcadas por el tema "Blackstar" con algunos detalles que recordaban a discos anteriores como "Earthling" o "Low", pero con la omnipresencia de Donny McCaslin en saxo y otros vientos. A diferencia de discos previos, el usar una banda de configuración y sonoridad predominantemente jazzera le daba otros colores a canciones que, con una banda como la del disco anterior, hubieran sonado completamente distinto.
Antes, unos años atrás, la muerte del músico argentino Luis Alberto Spinetta me había hecho llorar, creo que fue la primera vez que lloré por un músico. Esta fue la segunda. Tan jóvenes y con tanto para dar aún.
Cualquier cosa que, aún hoy, pueda decir sobre el disco creo que es secundaria al hecho de que Bowie sabía por qué ponía cada nota, cada entonación y cada palabra en ese disco mágico, deprimente y a la vez luminoso. 
El mejor resumen del disco, sus intenciones y -quizá- de toda la carrera de David Bowie está en la letra de el último tema del disco:
I can't give everything away (No puedo darlo todo)
Sé que algo anda muy mal El pulso regresa para los hijos pródigos Los corazones apagados, las noticias floridas Con diseños de cráneos sobre mis zapatos
No puedo darlo todo No puedo darlo todo No puedo darlo todo No puedo darlo todo darlo
Veo más y siento menos Digo no pero queriendo decir sí Esto es todo lo que siempre quise decir Ese es el mensaje que envié
No puedo darlo todo No puedo darlo todo No puedo darlo todo No puedo darlo todo darlo
Sé que algo anda muy mal El pulso regresa para los hijos pródigos Los corazones apagados, las noticias floridas Con diseños de cráneos sobre mis zapatos
No puedo darlo todo No puedo darlo todo No puedo darlo todo No puedo darlo todo darlo
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Así, David Bowie terminó su andadura discográfica (más allá del EP póstumo) y David Robert Jones su vida.
Pasan los años y Bowie, cada vez más Bowie, como un Gardel particular, para mí cada día canta mejor.
Que así sea.
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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“El dilema de la promoción, sobre todo cuando se trata de promocionarse uno mismo, es poder diferenciar lo que uno considera interesante y lo que consideran interesante los otros. Todo relato elije decir algo, por lo tanto omitir es parte fundamental de cualquier historia y, consecuentemente, muchas veces lo interesante pasa por rastrear otros relatos en esas omisiones, la clásica relación figura/fondo. A continuación un breve relato, un historial si se quiere, de acciones que destaca algunos hechos y omite otros. En las omisiones está la arcilla de los destacados. Hacia el final hago referencia a acontecimientos futuros, relacionados con la música, que pueden ser de interés para algunos.”
Sergio Alvarez, guitarrista, compositor, escritor, amo del mal (2018).
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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La persistencia del rock progresivo
"Progressive rock, broadly defined, can never disappear, because there will always be musicians who want to experiment with long songs, big concepts, complex structures, and fantastical lyrics."
"What can disappear—what long ago disappeared, in fact, at least among rock bands—is the ideology of progress in pop music: the optimistic sense, shared by all those early-seventies pioneers, that the form was evolving and improving, and that prog rock offered a sneak peek at our future."
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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Magna Carta Cartel “Goodmorning Restrained” (2009)
La música es como una gran matrioska, con bandas dentro de bandas, influencias dentro de influencias, mensajes cargados de mensajes dentro de mensajes. Un enigma esperando ser descubierto. A veces, las sorpresas llegan desde los lugares más insospechados. Viajes automáticos al pasado, como déjà vu de Antón Ego, que se te aparecen y a partir de eso -valga la paradoja- no hay vuelta atrás. 
Llegaron, cuenta la leyenda, de Suecia. Ahora -con el “diario del lunes” en 2018- es fácil reconstruir la historia pero, en aquel entonces, las máscaras se confundían con el anonimato buscado. La fecha es 26 de abril de 2014, hace tres años y medio. Un contacto de Facebook, de conocida afiliación metalera-extrema publica un video en su muro de una banda que estaba en las antípodas de lo que usualmente posteaba.
La banda Magna Carta Cartel, unos desconocidos. Ante la ferviente recomendación, y sabiendo de su buen gusto, me dispuse a verlo.
Viniendo de formación en lo audiovisual, había escuchado más de una vez que la primera imagen es la más importante de una película. Afirmación absolutista a mi entender, pero no por ello menos válida.
Un sol -una lámpara- que ilumina una habitación en penumbras. Se cruza la sombra de un bajo cuando la música empieza y un brusco zoom out nos muestra a la banda en vivo.
No se ven sus caras, y tampoco importa.
¿La música? De una delicadeza y sobriedad buscada, cercana a lo minimalista, con leitmotivs que se van sumando en capas para construir un todo de una belleza poco cuestionable.
¿Qué decir? Me enamoré del tema automáticamente. Imposible no poder acordarme de cuando hace 20 años yo mismo estaba con mis amigos ensayando despreocupadamente en una sala de ensayo, soñando con el estrellato y la gloria, quedara donde quedara o en simplemente pasarla bien. La sala era un refugio “contra todos los males de este mundo”, y esa misma imagen se transmitía en ese video.
Lo primero que hice fue compartir el video, y mi conocido aportó el bombazo: un link al disco entero que estaba en Youtube y unas palabras “el rumor dice que es una banda más del cantante de Ghost, por si había alguna duda de que son unos capos”.
Aquí, el estupor. Había escuchado a Ghost -banda metalera de chicos malos disfrazados de satánicos en chiste- y no me habían movido un solo pelo. Ni uno. Sin embargo, decidí escuchar el disco.
Se llamaba “Goodmorning Restrained” y era del año 2009.
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Si el tema “Sunsettlers” me había gustado, el disco directamente me enloqueció. Automáticamente se transformó en uno de mis discos de cabecera y no exagero si digo que es, probablemente, el único disco que desde ese entonces escucho al menos una vez por semana.
Desde el arte de tapa, una versión del grabado flammarion, se nos plantea un mundo más allá del mundo conocido. En ese momento se definían como ”soundtracks for movies yet unmade” (bandas de sonido para películas que aún no se han hecho), y no hay ninguna descripción que sonara más adecuada a esa.
En los papeles me recordaban a The Cure, Dif Juz, Cocteau Twins, mucha de la buena música salida del sello 4AD, pero con algunos condimentos extraños como los tonos estilo Western de Morricone o los sonidos decididamente electrónicos con un desarrollo similar a unos Air en la época de “Pocket Symphony” (otra vez las capas sobre capas), pero con una impronta más guitarrera.
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El disco es uno de leitmotivs que se desarrollan y entrecruzan formando un todo altamente elaborado, pero de atracción inmediata, con la melodía por delante de todo. No es rock progresivo, pero las canciones no hacen otra cosa que avanzar hacia delante sin nada que las detenga. Épica en estado puro, sin un solo rastro de Rick Wakeman en el medio. Algunos temas son cantados, pero lo que se dice acompaña como tímidamente a la música, quizá demasiado, como si no quisiera opacar lo que está sonando.
Tan enamorado como estaba del disco, seguí con mi investigación. Tenía un nombre: Tobias Forge, que tocaba el bajo en MCC y se decía, era el cantante de Ghost y el resto de los Magna Carta, los músicos. Ghost, hasta hace un año y medio o dos, era una banda de tipos disfrazados que se habían hecho famosos aún a pesar de su anonimato, como unos Kiss del nuevo milenio. Había algo de atractivo y triste en la idea de un grupo de amigos que habían hecho algo tan fabuloso cuando eran “nadie”, para triunfar dejando sus vidas anteriores atrás. Comencé a ir hacia adelante –escuchando Ghost- y hacia atrás, escuchando Subvision –la banda anterior de Tobias como líder con los MCC- y las piezas comenzaron a caer en su lugar. El cantante de Ghost ERA el de Subvision y el guitarrista de las tres bandas era el mismo. Había un estilo reconocible entre las tres. Subvision, si bien en un estilo más moderno y muy en línea con bandas como pueden ser los Foo Fighters, tenía una impronta muy personal y en cuanto a Ghost, con los últimos dos discos, caí en sus garras. Forge, la mente maestra, demostraba un talento innegable. Lo curioso es que, en Magna Carta Cartel, no era el líder, sino su guitarrista, Martin Persner.
Noticia bomba, a fines de 2016, principios de 2017 “Un rey se transforma en Gollum” y Ghost/Tobias Forge se queda sin gran parte de sus músicos, más precisamente, se queda sin Magna Carta Cartel. Persner declara su ida de Ghost y cuenta lo que ya era un secreto a voces. Inmediatamente, declara la vuelta de Magna Carta Cartel para la incredulidad y regocijo de los miles de seguidores que habían amasado a fuerza de encanto y misterio en todos esos años.
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“Goodmorning restrained” que nunca había tenido edición “física” sale oficialmente en 2017, seguido por un EP de temas nuevos y presentaciones en vivo. La calidad de los temas nuevos está al nivel del disco original y les sirve para demostrar que aún sin Forge, los músicos siguen y pueden llegar aún más lejos.
El nostálgico inevitable que hay en mí, sigue añorando a los pibes en esa sala de ensayo, esa fuerza creativa sin compromiso, sin freno, esos amigos. Los que quedan pueden haber perdido la inocencia, pero no las mañas, Magna Carta Cartel sigue adelante y quieren que los acompañemos en este nuevo viaje. He recomendado durante años muchos discos “a ciegas”. No tengo ninguna duda de que este es uno de ellos, en mi opinión, es uno de los discos que está “ahí arriba” en mis gustos de hoy y de siempre y es –probablemente- de lo mejorcito que ha dado el nuevo milenio.  
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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Kevin Gilbert  “The Shaming of the True” (2000)
Los primeros años de Internet, donde estaba todo por descubrir y cada consulta te abría un universo nuevo, fueron maravillosos. Era un Aleph donde todo podías encontrar y todo podía suceder. Si hoy no estaba, mañana podía llegar a aparecer. Una de las bandas que conocí en esos años fueron los americanos de Spock's Beard. Teniendo en cuenta que a veces suelo menospreciar al rock del norte del continente americano en beneficio del rock inglés, debo aclarar que es una de las bandas que siempre he contado con los dedos de la mano, más allá de lo que pueda decir al respecto. Spock's fue, tal vez, LA banda de los 90's que salió de las tierras del Tio Sam dentro del rock progresivo más "clásico". Mi disco favorito es, fue y será "Beware of Darkness", el segundo álbum. Allí me enteré de la existencia del colaborador y amigo de la banda Kevin Gilbert, fanático de Genesis que había hecho “The Lamb lies down on Broadway”. Gilbert murió trágicamente y sus allegados, de la mano de Nick D' Virgilio, que supo ser baterista y amigo de Kevin y de Spock's Beard hasta no hace muchos años, estaba completando su obra conceptual póstuma "The Shaming of the True". Recuerdo el impacto que me causó cuando lo escuché por primera vez en la dsquería Discover. Una mezcla de Genesis, Peter Gabriel, Elthon John, Gentle Giant y varias cosas más, todas en un solo disco, contando el ascenso y la caída de un músico que tenía un "cierto" parecido con él. Para fines de los años 90 yo ya escribía en la revista Mellotron, editada por Andrés Valle, así que hoy me parece pintoresco dejarles, para bien o mal, lo que escribí en aquella época, sin retoques.
Nunca conocí a Kevin Gilbert. No sé quién es. Nunca lo voy a saber, ya que lamentablemente falleció e 1996. Esta es una crítica construida en base a fragmentos, pero también a partir de algunas certezas. Una, la más grande, es que Kevin significó mucho para mucha gente. Para Patrick Leonard (Madonna, Roger Waters), fue un gran músico, un genio con el cual construyo el proyecto Toy Matinee en los tempranos 90’s. Para Nick D’ Virgilio fue un hermano, alguien que “lo saco de la oscuridad”. Para Neal Morse fue un mentor, un maestro, alguien muy importante para Spock’s Beard. Para Sheryl Crow fue un amor, uno de los autores de su hit “All I Wanna Do” y un medio para llegar a ser famosa. Paradójicamente era, es, un tipo casi desconocido. Un músico que vivió la música, Holywood y sus luces y sombras muy de cerca. A la distancia, pareció ser una persona muy obsesionada con Peter Gabriel, cosa que se nota en sus canciones y en el hecho de que en 1994 tocó con su banda Giraffe “The Lamb Lies Down On Broadway” casi completo, además de “Musical Box”, en demoledoras e incendiarias versiones.
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Y todo esto se percibe, a veces vagamente, a veces de manera muy concreta, en “The Shaming Of The True”. Es un disco “póstumo”, ya que lo estaba grabando, a punto de mezclarlo, al momento de su muerte. Si bien este dato le confiere un tono más “emocional” a su escucha, más lo fue para mí el hecho de comprobar que muchos de sus temas habían sido incluidos en otros de sus discos con anterioridad, e incluso en el primero, de 1985 cuando era un precoz músico adolescente. Las versiones que aquí se encuentran, podrían ser llamadas “definitivas”, es un disco totalizador y maduro, como si hubiera querido englobar en el toda una vida de música y ambiciones. “The Shaming Of The True” trata sobre Johny Virgil, alter ego de Gilbert, el cual pasa de ser un músico que toca en barcitos al súper estrellato y de ahí, por diversas razones, al anonimato nuevamente. Esto, contado de una manera muy cinematográfica, como si de una banda de sonido se tratara, a través de relatos, sonidos diversos y algunos diálogos. Nada de esto está puesto por capricho, y luego de una profunda escucha, se puede apreciar un profundo trabajo en el armado de la “banda sonora”, donde cada elemento está puesto para lograr un determinado objetivo. Así, no es difícil imaginar el camino de este músico ficticio, donde el humor, la tristeza, el cinismo y la emotiva música se conjugan en esta obra conceptual oscura, demostrando un brillante trabajo en su finalización por parte de Nick D’ Virgilio, quien toca en casi todos los temas, Jon Rubin (manager de Kevin, y quien esta manteniendo su patrimonio artístico) y John Cuniberti quien mezclo el disco de acuerdo a las pocas notas dejadas por Gilbert y a las que Virgilio recordaba eran las indicaciones e impresiones de su amigo. Gilbert toca casi todo lo que se escucha, y su performance es notable en todos los rubros. Es difícil destacar temas en particular ya que es un disco que a pesar de tener un amplísimo espectro estilístico nunca decae. Sobresalen el “funk progresivo” de “City Of The Sun”, el increíble y ácido homenaje a Gentle Giant de “Suit Fugue”, lo progresivo y emotivo de “Water Under The Bridge” y “A Long Day’s Life”, la mezcla de Peter Gabriel estilo 1978 y Nine Inch Nails de “Getto Of Beautiful Things” o el excelente rock de “Best Laid Plans”, en la mejor tradición Elthon John de los 70’s. Este gran disco fue nominado para un Grammy por el mejor arte y presentación, y si bien hubiera sido bueno que tuviera más nominaciones, es demasiado revulsivo en su crítica para resultar siquiera premiado, como ha sucedido con muchos discos o muchos films. No queda entonces mejor justicia que la nuestra, en escuchar y disfrutar uno de los mejores discos más desconocidos de la historia, cosa que seguramente se mantendrá por mucho tiempo. A veces es difícil ser objetivo cuando un disco cala tan hondo en el alma de uno, siendo lo suficientemente poderoso como para que uno se incline en buscar el resto de su discografía, que cuenta con muchos momentos geniales. Entre tantos artistas y bandas que nunca conoceremos, la obra de Gilbert se esfuerza por salir del anonimato, de hecho, su sello tiene planeada una fuerte agenda de reediciones y publicación de material inédito, al que seguramente habrá que seguir muy de cerca. Voy a permitirme citar el final de una crítica del disco de Toy Matinée escrita por John Saxon en 1997 para la Sound Stage Review de los Usa:
“Hay algo que está terriblemente mal en la forma en que la música es distribuida hoy en día para que un disco tan bueno se vea relegado a la oscuridad. He tomado toneladas de copias en liquidaciones o en negocios de “todo por un peso”. Se los dí a gente con la sola condición de que, si no lo amaban, me lo devolvieran, y nadie me lo ha devuelto aún. Aunque lo tuvieras que pagar al precio de lista, no te defraudará”.
Lo mismo digo.
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Para escuchar el disco completo: 
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lapiezaquefaltaba · 6 years
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“Somos piezas de un rompecabezas alineadas en el borde del perímetro, entrelazadas por una pieza perdida.”
“Jigsaw” (fragmento), letra del tema del mismo nombre del disco “Fugazi” de Marillion del año 1984. En la foto, Benjamín a los 3 años con su rompecabezas de Cars.
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