Tumgik
laskarlatanokto · 3 years
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Jajaja, hace bastante tiempo hice este fanart de Subaru. Se supone que está en una parte de la coreografía de BS&T de BTS. También había hecho uno de Reiji, pero con vestuario de You and I de Dreamcatcher.
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laskarlatanokto · 3 years
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En las fotografías se capta el alma de las personas, el sentimiento que evoca un lugar e incluso la belleza que existe en lo más sombrío. Y la mejor fotografía sería protagonizada por Mukami Kou y su tímida novia.
Mini cuento de Kou Mukami
Tintes de semi-AU
Palabras 948
Publicado por primera vez en Wattpad (-DevilEyesCome)
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Una contigua a la otra colgadas en las insípida paredes, se apreciaba el sentimiento que el autor deseaba lograr con cada una de ellas.
Una "joven pareja" —solamente por parte de la fémina—, apreciaban dicho espectáculo de emociones.
El salón estaba repleto de personas "importantes" y otros no tan relevantes. Scarlett Inoue pertenecía a un punto medio, donde pendía de un hilo entre la fama y la irrelevancia.
Los últimos meses se mantenía en un pavoroso vilo; ella había logrado sobresalir de la larga lista de aspirantes a un lugar en aquel salón; pero su fama comenzaba a menguar con rapidez, convirtiéndose en uno más de esos talentos efímeros, cosa que no deseaba Scarlett.
La pareja conformada por uno de los ídolos aclamados en ese tiempo y una chica ajena a la fama, desfilaban por el salón, dejando a los demás invitados con expresiones de ternura o burla por las acciones del ídolo Kou con su novia.
—Mneko-chan~.
Llamó el rubio a su novia, la cual dirigió su atención al chico, que no tardó en robarle un beso.
—K-kou, comportate, no hagas eso en público.
Reclamó en un murmullo avergonzado la joven, mientras se sonrojaba. Kou hizo un puchero que logró convencer a su novia para que le regresará aquel gesto.
—Tengo hambre y ya me aburrí -le informó a la joven.
Ella resopló rendida; deseaba seguir viendo la exposición, sin embargo, Kou siempre era su prioridad.
Jadeó adolorida sintiendo el tacto del rubio sobre su cuello. Bajo la blusa de cuello alto, se ocultaban las marcas de las mordidas que el vampiro le dió.
—¿Aún duele? Fufu, es una lástima porque quiero más sangre —susurró malicioso.
En una de las habitaciones del salón que ocupaban para guardar la utilería, yacía Scarlett. Necesitaba tomarse un respiro y analizar el por qué sus últimos trabajos no la llenaban, distando de ser buenos como los anteriores. Despejó su mente poniéndola en blanco, tratando de hilar nuevamente las razones de su pasión por las fotografías.
En las fotografías se capta el alma de las personas, el sentimiento que evoca un lugar e incluso; la belleza que existe en lo más sombrío. Custodiando las emociones en una imagen que podía estar siempre a la vista en un portarretrato o en algún marco digno.
Scarlett luchaba por ello, por trasmitir sus sentimientos a través de una fotografía, de algo que quedaría inmortalizado por la eternidad y que las personas verían el mundo como ella lo ve en ese momento.
Inoue sabía que piezas mover para lograr reflejar su sentimiento en la fotografía, pese a que podía tratarse de una imagen horripilante.
La puerta se abrió entrando uno de los asistentes, permitiendo ver el exterior, donde captó a la pareja y aquella plática íntima que llevaban a cabo.
A Inoue le asombro las expresiones del rostro del ídolo junto a las de su novia. Eso era admirable; lo que esa pareja transmitía en ese instante que creían no ser vistos, no podía ser más que lo que Scarlett necesitaba para emerger en la cúspide de la fotografía.
Sólo restaba por rematar esas expresiones.
Caminó sintiéndose ajena a su alrededor, absorta en su objetivo. Scarlett Inoue conocía la naturaleza del ídolo, ella también tenía un secreto igual que él, la diferencia radicaba en la discreción que ponía cada uno respecto a ello.
Tomo de un alhajero un cilindro pequeño; con un líquido exclusivo de criaturas con las que había "convivido".
Lo vertió en la copa con champagne que repartían los meseros y le indicó a uno de ellos que le llevará una copa a la novia del ídolo.
Kou sostuvo la mano de su novia, la fémina sujeto la copa que le dieron y bebió el líquido rápidamente, al ser jalada por el rubio a una desierta sala.
El vampiro requería con desesperación de la sangre que corría por las venas de la contraria. Ella asintió y descubrió su cuello para que él tuviera mejor acceso a morder. Kou paseo su lengua por la piel expuesta hasta encajar sus colmillos. La joven soltó un quejido, recargándose en Kou, no se sentía bien, se mareaba empezando a temblar. El Mukami al percatarse, la tomo de la mano sacándola del lugar.
Fueron bombardeados con los cegadores flashes de las cámaras. Los paparazzi se hallaban atiborrando las entradas de aquella exposición. Sedientos de las mejores capturas, errores o un comportamiento que les diera mucho dinero por la obtención del material.
Mukami Kou y su novia se tambalearon, completamente mareados, aturdidos y sofocados por los flashes insistentes.
Gritos.
Murmullos.
El sonido de las cámaras.
Los flashes.
Uno al borde de la inconsciencia y la otra a punto de colapsar a su final.
El sadismo, la languidez, el inhóspito altar de oscuridad que se levanta frente al lente de la cámara anunciando la cercanía de la muerte.
"¡Clic!"
Scarlett saco la fotografía en el momento preciso. Escondida en la multitud de personas que rodeaban a los dos enamorados.
En esa última fotografía; donde el novio inconsciente sostiene la mano de su fallecida novia, tendidos en el costoso suelo de la tercera entrada; se puede honrar la belleza de la muerte y lo efímera que es la vida.
"La mejor fotografía del año, hecha por Scarlett Inoue."
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laskarlatanokto · 3 years
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A sus apenas cincuenta años de vida; transcurridos en acontecimientos disparatados para su conservador y terco público, Alice por fin decide contar su encuentro con un enigmático y singular joven, en el segundo oficio como alquiladora de conciencia.
One-shot de Mukami Yuma
Desarrollado en un semi-AU
Tomé inspiración en una canción de "Mago de Oz". Incluso algunas de su estrofas están en el one-shot, espero las identifiquen.
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—Acérquense a esta vieja, por dos monedas o una hogaza de pan. Cuento mi vida a quien la quiera escuchar.
Una campesina pobre decía aquellas palabras fuerte y claro, sentada en la esquina de las afueras de una iglesia, su aspecto descuidado y sus ropas largas y viejas; daban un aspecto decadente.
Pero sus expresiones y aquella mirada maliciosa, te hacían entender que no era ninguna tonta; pues resultaba ser una mujer bastante pícara y astuta.
Algunos hombres y mujeres se acercaron a escuchar sus palabras, dándole un pan seco y duro e incluso una fruta medio podrida. La mujer las sostuvo entre sus manos, mirando a su público con ansia, pues contaría sus apenas cincuenta años de vida; transcurridos en acontecimientos disparatados para su conservador y terco público.
«Nací en una familia pobre, y soy pobre ahora... Pero no siempre mi suerte fue mala. No, no, no.
Yo en algún tiempo gocé de los privilegios y caprichos de una vida de comodidad y lujos.
Gracias mi ofició de delincuente. No lo negare.
Era lo suficiente astuta para estafar a varias personas; ¡Ja! Más a aquellos cerdos que me desvestían con la mirada, unos cerdos e idiotas que al final probaban la amargura de la pobreza o la soledad.
Ah, pero después de un tiempo me cansé de esa vida de libertinaje, quería otra cosa, otra emoción diferente. Y un día, un joven despechado se encontró conmigo de casualidad; ahogado en los fracasos del amor, me confesó sus desdichas e incluso sus más grandes pecados, prometí guardar aquellas confesiones y a cambio él me ofreció pagarme.
¡Según a palabras de él! Me pagaba porque decía sentirse más en calma, una vez que pudo contar lo más bajo de él.
Y eso, mis amigos; fue mi boleto dorado a la nueva emoción que buscaba. Empecé a crearme ese segundo oficio, aparte del de "delincuente",  je.
Ya sé, ya sé, les suena bastante idiota ese nuevo ofició, pero no es así; la gente siempre tiene esas culpas, actos, palabras que carcomen el alma si no las confiesas, liberándote de esa carga, que..., en realidad nunca pasa; sólo se aminora exiguamente tu calvario. Además que confesarse con un cura, no era una opción para muchos, por lo que no tardaron en contratarme, después de dejar mi hermoso anuncio.
"Alquilo mi conciencia, para limpiar las almas de culpas que no dejan dormir"
Oh, ¡que emociones! Escuché desde el desamor, hasta actos viles y grotescos, que juro que sí se los digo, son capaces de volver a la iglesia en busca de borrar esas palabras. Ja, incluso vomitarían por lo aberrante e inhumano que resulta.
Aunque eso no es lo sorprendente, oh, no, no, no. Lo interesante de este ofició; fue aquel joven de belleza deslumbrante, asemejándose a algo etéreo, pero, fue bastante brusco e idiota el niño, he de aclarar.
Ese contraste de un cuerpo torneado y varonil, con las facciones delicadas de su rostro. Oh, qué belleza poseía.
Ay, pero nuestro primer encuentro no fue el mejor; él iba a patearme el trasero por robar algunos tomates de su huerto, sin embargo, ¿quién tiene un huerto al alcance de cualquiera y más con los últimos saqueos que azotaban estos lares en ese entonces?
¡Uy, ese era el secreto! No importaba si ponía su cosecha a la merced de los ladrones; muy pocos se atreverían a robarle, y es que, su idiotez no llegaba al grado de jugarse la vida por unas cuantas verduras... ¿O sí?
Déjenme decirles que sí. Ya escucharon; invadí su propiedad para conseguir unos simplones tomates. ¡Ni estaban tan buenos! Sólo los comí porque el hambre me podía más... Aun así; ni siquiera reposé la comida, cuando tuve que salir corriendo al verlo, a cualquiera intimidaría con esa gran altura y su voz amenazante. Ah, me acuerdo, me acuerdo de sus gritos.
"¡Oe, ladrona, ven aquí!", "¡te aplastaré apenas te alcance!", "¡no vuelvas a acercarte a esta propiedad!", "¡te pateare el trasero si vuelves a robar mis tomates!".
Ahora me causa tanta risa sus gritos, oh, no fue tan gracioso el día que me atrapo.
Sí, sí, regrese una vez más a ese huerto, pese a las advertencias. Muy mal de mi parte, debería haberme dado cuenta, cuando todo estaba extrañamente tranquilo, incluso se escuchaba el silbar de los pájaros.
¡Y de la nada apareció! Me sujeto por los hombros y me arrastro a su descuidada morada. El tipo tenía mucha fuerza, ni dándole patadas logre hacer que me soltara. Durante el tosco trayecto no dejaba de repetirme en mi mente; "Fuiste muy tacaña evitando comprar lo tomates, prefiriendo robarlos, Alice" reprendiéndome el estar en esa situación.
Al entrar, me soltó con brusquedad, caí en el pisó haciendo que mi pequeña bolsa llena de monedas sonara. ¡Ay, amigos, esa fue mi ruina! El joven me estuvo regañando por lo menos unas tres horas. ¡Ah, pero yo no me sabía quedar callada tanto tiempo! Así fue como termine por condenarme.
Yuma, creó que así se hacía llamar en esos años; había logrado arrebatarme mi bolsa, diciendo que lo tomaría como parte del pago por sus estúpidos tomates.
Je, puedo recordar claramente sus palabras y voz. "¿De dónde sacaste tanto dinero, cerda?", "no me sorprendería que fuera robado".
¡No! Ese dinero no fue robado, me lo había ganado honestamente con mi ofició.
"Alquilo mi conciencia", le respondí a sus dudas, asintiendo orgullosamente. Realmente estaba orgullosa.
"¿Qué clase de ridículo trabajo es ese?",  y así de mal me respondió, poniendo mala cara.
De esa manera logré desatar una pelea por tres horas más, que culmino cuando me tropecé provocando que unas cuantas cosas cayeran del horrible estante a un lado de mí.
¿Saben? Lo más desdichado en ese momento, fue el que llevaba más de quince horas sin ingerir alimento alguno.
Me desmaye a mitad de mi argumento triunfador, colegas míos. Le otorgué la victoria, y mis días de horripilante trabajo muy honesto iniciaron.
¡Ah, casi lo olvidaba! También inició mis días como un bonito, hermoso y encantador alimento para vampiros.»
―¿Eh? ¿Vampiros? ¡Es una lunática!, los vampiros no existen.
Entre el público, un tipo que no rebasaba los treinta años, interrumpió a Alice. La mayoría de los espectadores comenzaban a creer que era una simple charlatana con graves delirios. Sumando que en su juventud se le daba muy bien estafar, ¿quién aseguraba que no iba de pueblo en pueblo pidiendo dinero por contar falsas historias de su vida?
―Que no veas más allá de lo convencional, no quiere decir que las criaturas de ultratumba no existan. ¿Ves esto? ―alzó sus brazos mirando hacia arriba viendo parte de la pared de la iglesia―. Es la casa de Dios, ¿no?
El tipo la miraba con sus ojos entrecerrados, asintiendo a lo que Alice decía.
―Pues así como Dios existe y tiene su casa... También las criaturas malignas existen y tiene sus propios hogares...
La gente dejo salir jadeos asombrados, mientras Alice soltó un suspiro cansado; aparentemente la gente de ese pueblo era muy supersticiosa e ingenua, creyendo la mayoría de cosas que les decían —verdadera o no—, así que se callaron nuevamente, permitiendo que la vieja mujer continuara con su anécdota.
―¿En dónde iba? ¡Ah, sí!
«Desperté sobre un descolorido sofá, mientras de mala gana Yuma me entregaba una taza con té, que preparó con plantas de su huerto; por ende, me lo iba a cobrar también.
Mi glorioso argumento se desquebrajo en el momento que él me auxilio por mi desmayo. Únicamente aguardaba que me dijera cuánto le debía.
Una vez que injustamente obtuvo el valor de todo el daño que había hecho en su estante; me informó que el dinero en la bolsa no era suficiente... ¡No era suficiente! ¡Con ese dinero podía comprar todo su maldito estante y más! Ah, pero eso no le importó.
Las horas pasaron, la noche cayó ocasionando que mi regreso a la ―casi en ruinas―, casa que rentaba, se viera más extenso de lo que debía ser.
"Me debes mucho dinero", "tendrás que trabajar en mi huerto para pagarme", "y ni así me pagarás por completo".
Unas precarias verduras, ¡unas precarias verduras y hojas que me las cobraba como si fueran hechas por los dioses! Hasta la fecha continuó diciendo que el vendedor de la esquina ofrecía mejores verduras.
Esa noche se desato una tormenta, una horrible tormenta que al otro día dejo estragos en todo el pueblo y sus alrededores. A regañadientes tuve que pasar la noche en la casa de él.
En ese instante todas mis decisiones fueron pésimas.
Observé cómo Yuma cambiaba su regañona y brusca actitud por una muy desconcertante para mí. Le molestaba algo, lo notaba, sabía que la respuesta era simple; yo le molestaba, mas no era yo por completo el problema... El conflicto surgía en mi sangre. ¿Cómo iba a saber que llevaba muchos días sin alimentarse? Ah, dolorosamente lo descubrí.
"Tch, ¡Cerda! Ya sé la otra forma con la que vas a pagarme", "oye, no huyas, ven aquí", "¡no es tan malo!", "¡Maldición! Es sangre solamente".
¡Sí, sangre! Esa fue mi pagó por mi crimen, brindarle copas llenas de mi propia sangre. A pesar de que no dejaba de ser un mal agradecido.
¡Osaba decir que mi sangre no sabía tan bien!, ¡sus cosechas eran las que no tenían buen sabor!
El metálico aroma de la sangre olía bastante. Más ese día en el que me la cabeza me daba vueltas, en cuanto me encajo la primera mordida en el cuello. No aguante tanto; Yuma estaba muy sediento, así que perdí el conocimiento al pasar los primeros minutos.
Ay, desee no despertar cuando al día siguiente me levantó temprano, con el fin de que observara el huerto hecho un desastre a causa de la tormenta. ¿Y saben quién arreglo todo ese embrollo? ¡Yo! Trabajando sin parar por el resto del día. A excepción de mis malogrados intentos por escabullirme de aquel terreno.
Mi estadía con el vampiro hosco se volcó a extenuantes días basados en trabajar y ser proveedora de sangre; con el fin de beneficiarlo.
Curiosamente al estar atrapada ahí, el tiempo recaía denso, lento, una cosa que me ocasionó sentir que viví varios años en ese sitio; siendo que en realidad, pasaron escasos meses. Agregando la situación de que fueron efímeras las semanas en las que me mantuve en vilo, de que él diera punto final a mi vida.
Sí, hubo muchos reproches, tratos no tan delicados, peleas sin sentido; no obstante, jamás arremetió contra mí con la intención de asesinarme.
Irónicamente, en la última temporada que me restaba con Yuma, empezaba a sentir bastante empatía por él, puede que hasta una amistad ya se había consumado antes de que pudiera notarlo.
Ah, pero las desventajas de la inmortalidad golpearon a la puerta; su padre adoptivo —un vampiro también, creó yo—, requería de su presencia para alguna finalidad —que aún resulta desconocida para mí—, y para eso, necesitaba irse del pueblo o del país; honestamente ni siquiera me dijo a dónde iría.
A las tres de la madrugada, en uno de los últimos días que convivimos; a regañadientes me arrojo unas monedas.
"Necesito de tu oficio", "no te hagas tonta, sabes de qué hablo", "¡necesito que me alquiles tu conciencia!".
Esa madrugada desveló aquellas acciones que yacían recónditas muy dentro de su ser. Homicidios —a causa de no poder retener su sed—, memorias pérdidas, sufrimientos ahogados, culpas que taladraban en su mente —que no me esperaba. Pese a que mi cinismo florecía cuando alquilaba mi conciencia; esa vez con el vampiro, mi lado cínico se escondió en su lugar brotó el sentirme apocada. El silencio se tornó extenso cuando el último secreto fue revelado. Qué mala suerte. Sus colmillos penetraron en mi hombro, bebiendo sangre, esperando que desfalleciera y olvidará todas sus confesiones. Los días siguientes se sumergieron en incomodidad, que fueron opacados por una latente despedida.
Lo vi por última vez en la penumbra de las calles solitarias, con una sonrisa burlona, mientras se despedía levantando su mano y desapareciendo en la bruma de neblina, que acaparaba esa noche borrasca.»
Uno que otro pan estaba en la pequeña cesta frente a ella, pues algunos espectadores ―no importaba si le creían o no―, los dejaron ahí esperando que la mujer lo comiera, ya que su semblante melancólico suscito cierta empatía por ella.
La otra gente se dispersó, soltando comentarios de duda o bufando por su pérdida de tiempo.
―Vieja loca.
La mujer se levantó en busca de un lugar donde pasar la noche. Sin embargo, sus pasos calmos la llevaron a otra dirección, a ese sitio abandonado. Estaba cansada y con su garganta seca de tanto hablar.
Al llegar, su mano apartó la maleza, inclinándose para poder ver mejor las plantas que aún vivían en ese casi marchito lugar. Sus ojos brillaron de sorpresa al ver la verdura rojiza, sin esperar, lo arranco, dejando salir una sonrisa ladina de sus labios.
—Oye, cerda, creí dejarte claro hace unos años, que no podías arrancar nada de mi huerto, o sino, te patearía el trasero.
Fin
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laskarlatanokto · 3 years
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El peor "crimen" de Yūma Mukami fue probar la acerola de olor acerbo, cerca de esa mujer.
One-shot participante en el reto #2: Crimen y castigo, de la comunidad de Diabolik Lovers Discord.
⚜ Trope asignado: "Interrogar a un muerto"
⚜ Personaje principal: Mukami Yūma
⚜ Posible Ooc (bastante) y AU
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Mukami Yūma a sus treinta y nueve años, era un agricultor establecido con ganancias complacientes.
Recorría sus tierras, deambulando por los árboles de acerolo.
Curioso.
El hombre cortó una acerola examinándola con su mirada. La fruta no poseía un aspecto para nada apetitoso, desprendiendo un olor acerbo.
Corroboró lo que veía, en una mordida.
Su cara se contrajo y su ceño se arrugó en una expresión de asco.
En sus años humanos, de vampiro y nuevamente humanos, no había probado sabor tan asqueroso. No asqueroso. Aberrante.
Soltó la acerola dejándola caer en el pasto, mientras que de ella emanaba un líquido viscoso.
Reflejaba molestia y perplejidad al observar que todas las acerolas mantenían el mismo aspecto de la que probó.
—No saben mal. Me saben a nostalgia.
Yūma tensó los hombros, escuchando los latidos de su propio corazón desbocado al oír la femenina voz desconocida.
Una mujer cuya vestimenta abigarrada portaba, yacía a escasos dos metros de distancia del hombre.
—Tch, ¿y quién eres tú, Cerda? ¡Esto es propiedad privada!
El de ojos marrón poseía una osadía que no abandonó ni volviendo a ser humano; agregando que la cortesía y los modales no eran propios de él, menos cuando un desconocido se colaba por sus tierras.
La mujer de una apariencia no mayor a los treinta años, elevó su mirada grisácea dándole su atención al agricultor.
—Perdone la molestia. Es sólo que es muy hermoso este lugar a pesar de ser una cadena.
Al Mukami le resultaban abstrusas las palabras de la mujer, sin embargo, a lo que sí le otorgaba importancia, era al hecho de la intrusa descarada, que ni se inmutaba ante la reclamación anterior.
El viento sopló con fuerza, y el cielo empezó a aborrascarse.
Los acerolos resplandecían bajo ese clima, viéndose tentadores junto a sus frutos. El agricultor quedó desconcertado por la aparente mejora en la aparición de las acerolas.
—Cuido bien de mis tierras —Recalco en un tono orgulloso, que fue efímero al regresar a lo importante de la situación—. No entiendo lo qué dices, Cerda, pero es hora de que te largues de aquí. Te advierto que no vuelvas sin mi consentimiento.
Yūma encaró a la mujer acortando con unos cuantos pasos la distancia; creía que intimidaría a la extraña, pero no sucedió. Ella no retrocedió, ni cambió el semblante.
—Que descortés es con alguien quién no tiene elección, en ese caso; yo también le he de advertir que no tome algo que me pertenezca.
Frunció su ceño escuchando los disparates que de los resecos labios de la pelinegra brotaban.
—¿Ah? Oi, eres tú la que se ha venido a meter a mis tierras, ¿por qué yo debería ser advertido? Y ni siquiera me importa tomar algo tuyo, Cerda loca.
—No me llame loca, ni Cerda, tengo un nombre propio —Pidió con el mismo rostro, como si careciera de expresividad—. Ofelia Vita.
Sin una despedida, giro dándole la espalda al hombre, caminando a quién sabe dónde, cumpliendo con su palabra de marcharse, dejando a Yūma en medio de los acerolos.
Las primeras gotas cayeron avisando que la lluvia empezaba.
Chasqueo su lengua, permitiendo el decir unas cuantas maldiciones, una vez que perdió de vista a la intrusa.
Por su mente bombardeaba las palabras que le soltaría si volvía a verla en sus tierras, a la par que se montaba de nuevo en su camioneta, regresando a su hogar.
Con la lluvia cayendo sin piedad sobre sus cultivos, se dictó que sería un hombre abocado a la desdicha.
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Mientras veía la televisión acompañado de un plato con comida, atendió la llamada de su hermano mayor Ruki, el cual le había avisado que lo llamaría ese día.
Con el pasó de los años siendo humanos, los cuatro hermanos Mukami, se abrieron caminos aparte de los intereses de cada uno, no obstante, el contacto seguía vivo entre ellos.
Yūma optó por irse a Italia junto al menor de ellos, Kou se quedó en Japón con Ruki. Cada uno con empleos y hogares propios.
La llamada culminó con un "nos veremos pronto".
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Una acerola colisiono en la cabeza del Mukami, que no tardó en sacudirla.
Asqueroso. Aborrecible. Nauseabundo. Así se podía considerar al olor que los acerolos desprendían.
Los descoloridos y podridos árboles, le causaron incertidumbre al agricultor.
¿Qué había hecho mal?
—Su sabor se ha vuelto igual al de la decadencia y el rechazó.
Ofelia acarició el tronco de uno de los árboles, volviendo a llevar aquel vestido largo y abigarrado de la primera vez.
Al agricultor no le hacía gracia la visita de la mujer, pero era en ese momento, en el que se preguntó si aquella no contaba con un hogar, pues su aspecto la delataba; la languidez en ella, las bolsas bajo sus ojos, los labios resecos y el cabello revuelto.
―Oe, Cerda, ¿quién eres?
Vita ladeo su cabeza, sin comprender realmente la pregunta o tal vez prefiriendo evadir sus recuerdos.
―Oh, ya me presente, pero lo volveré a hacer, soy Ofelia Vita.
―No, no, quiero que me digas más información, tonta. ¿Cuántos años tienes?
―Veintiocho.
―¿Dónde vives?
―En raíces y tierra..., también en acerolas.
No pudo proceder a la siguiente pregunta, pues la respuesta de Ofelia resultó ser confusa y sin sentido, Yuma empezaba a creer que la mujer consumía alguna droga o realmente estaba loca de remate. No obstante, si la extraña iba a vagar por sus tierras, le sacaría la mayor información posible.
―¿Qué haces aquí?
―Las primeras veces, ingenua fui estando en este campo por voluntad propia, pero ahora él me dejo atrapada entre acerolos.
Hastiado ante la insensatez de Vita en las respuestas, se cuestionó el hecho de seguir con aquello que se asimilaba a un interrogatorio. Parecía un acto imposible que ella contestara con simpleza.
El hombre renunció, no hilaría las absurdas respuestas de la mujer.
―¡Respuestas más idiotas no podrías dar!
Del bolsillo de su pantalón sacó un cubo de azúcar que masco ruidosamente, caminando por un lado de Ofelia, abandonándola con las palabras en la boca. Vita inexpresiva —mirando los acerolos— con voz trémula hablo.
―Primero serán las acerolas las que su sabor sea el de la desdicha; terminara extendiéndose por todas tus tierras, infestando en amargura, traición, promesas rotas y esperpento tus demás cosechas. Se volverá un campo lleno de funestos sabores..., porque yo fui y seré la responsable de ello.
Peor respuesta para un agricultor no puede existir, Mukami confronto a la mujer, apenas soportando el fétido olor de los árboles.
―¡¿Qué quieres para que desaparezcas de aquí?! ―alzó la voz enojado.
Tan solo podría echar a la mujer de ese lugar, y todavía así no lo hizo.
―No te enfades. El enfado lo debería sentir yo por él.
―¿De quién hablas?
Ofelia apunto al cielo, aquel día también llovería, por lo que Yuma metió un último cubito de azúcar en su boca, aquel "interrogatorio" había sido retomado, no se quedaría a la deriva, por lo que se acercó a la mujer, extendiendo su mano sujetando el brazo de la mujer.
No había sentido tal frialdad en una persona desde que sus días como un ser inmortal finalizaron; el atisbo de repelús que corrió por toda la anatomía del hombre, fue una de las primeras señales.
Llevó a la mujer a la pequeña cabaña cerca de los cultivos, desconfiaba de ella, por lo que no se atrevía a invitarla a su verdadero hogar.
Ofelia escudriñaba la cabaña y de sus opacos ojos grises, se reflejaba la falta de vida.
―¡Contesta ya! ―le recordó el Mukami de forma hosca.
―Oh, no puedo decírselo, es atroz y doloroso el recuerdo. Creo que dejare salir las lágrimas que aquel abyecto hombre me arrebato sin piedad.
―¡No llores, y contéstame!
Ya era tarde, por el rostro de la mujer escurrían las gotas saladas con una expresión de infelicidad.
―Usted es alguien hosco, ¡ay, pero no me ha hecho daño alguno! Qué diferencia, qué diferencia ―Exclamó entre gimoteos limpiando sus lágrimas―. Sus acerolos renacerán sanos si usted me ayuda, si usted...
Ofelia y Yuma quedaron petrificados al oír el seco golpe en una de las paredes de la cabaña; el hombre le restó importancia, asegurando que fue una rama que la tormenta arrastro.
―¿Qué ganas con mi ayuda?
―La libertad que se me fue quitada.
―O-oi, no te estoy reteniendo, que quede claro, no quiero a la policía aquí por algún crimen que no cometí.
―No me malinterprete, busco la liberación de estar en estas tierras suyas, usted no es culpable de esto, téngalo por seguro.
―¡Espera! Mencionaste antes que tú venías por voluntad propia, ¿por qué?
―Por decisiones erradas y falsas promesas; el hombre al que yo amaba, me citaba en estas tierras y yo como una torpe adolescente, acudía a nuestros encuentros.
―¡¿Eh?! ¡Invadían mi propiedad par de Cerdos! ¿Cómo es eso posible?
―Usted no tenía ningún inconveniente o eso decía él.
―¡Eso no tiene sentido! Tch, ¿en qué parte se veían?
―Él me citaba frente a lo acerolos.
―¿Con qué frecuencia lo veías?
―Cada que él podía pisar estas tierras.
―¿Por qué dice que es un hombre abyeto?
―Abyecto ―Corrigió Ofelia temblando―. Oh, porque creí que era bueno y resultó un ser vil. Tan vil que me abandono.
―¿Te abandono? ¿Es por eso que merodeas por mis tierras, Cerda? Esperas que un día sólo aparezca de nuevo.
Dedujo Yuma incrédulo de que el alboroto haya sido tan sólo por esas insignificantes razones.
―¡No, fue él, el que me condeno a estar en tus tierras! ―Ofelia chillo harta de aquel interrogatorio, dispuesta a hablar y confesar―. ¡Él me arrebato mi último aliento, mi libertad, mi vida! ¡Ay! Sus manos en mi cuello estrujándolo con fuerza hasta que me vio inmóvil, hasta que morí... ¡Y él soterró mi cuerpo frío en los acerolos! Por eso es que saben tan mal, porque mi cuerpo se descompone y ellos extraen los sentimientos con los que fallecí.
Yuma no daba crédito a esas declaraciones, deseaba tomar de loca a Ofelia, pero al haber sido una criatura inmortal en el pasado, el que una muerta le confesara su asesinato no era tan descabellado de alguna forma. Ofelia Vita empapada en esperpento, salió corriendo de la cabaña en plena lluvia torrencial; el de cabello marrón fue tras ella. No, Yuma iba por los acerolos, con tal de verificar la veracidad de las palabras.
La lluvia removió parte de la tierra en todo el campo. El ojimarrón manchado de lodo, llego hasta el lugar dicho; sorpresa al ver asomarse un pequeño pedazo de tela entre la tierra entre los árboles, conocía esa tela.
Las ramas crujieron y Yuma creyó que Ofelia estaba cerca, escondiéndose entre los arbustos sin razón. Con sus manos escarbo, su corazón latía desenfrenado, el sudor frío descendía de su frente y se le había erizado el vello de la nuca.
Cuando su mano tocó parte de los restos en descomposición, se quedó estupefacto. Un fuerte ruido en su espalda llamó la atención de Yuma, se giró aun estando de rodillas sobre el lodo, y lo vio, elevando la pala.
El asesino de Ofelia, que ahora también era su asesino.
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[Julio 28, 2086. Italia.]
Los tres hermanos Mukami dejaron de ver la gran pantalla puesta a un lado del juez.
Azusa bajo la mirada soltando unas cuantas lágrimas por los últimos recuerdos de su hermano perdido. Kou pasó uno de sus brazos por los hombros de su hermano, absorto en sus pensamientos.
Ruki se retiró los lentes con la mirada perdida, ensimismado en las fuertes imágenes y recuerdos.
El jurado se mantuvo callado en un gesto de respeto por los hermanos.
La familia por fin obtuvo la respuesta a las incesantes y tortuosas preguntas que no fueron respondidas hasta ese entonces, cuarenta y siete años después de la desaparición de Yūma Mukami.
Todo a raíz del hallazgo de las partes que el asesino hurto y conservó de las víctimas; sumando que las nuevas tecnologías, les habían permitido revelar los recuerdos de los últimos días de la víctima.
No había qué preguntarle al jurado, las pruebas eran contundentes.
—De pie, el juez dará el veredicto final.
—Con base a las pruebas extraídas del difunto Mukami Yūma, las cuales apuntan claramente al acusado Ruki Mukami, responsable del asesinato de Yūma Mukami y Ofelia Vita, queda condenado a cadena perpetua.
El juez dejo caer el mazo golpeando tres veces; condenado al amante de Ofelia, que lastimosamente también era el hermano de Yūma.
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laskarlatanokto · 3 years
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"Sakamaki Shū ya no cree poder continuar. Sus posibilidades son exiguas, una vez que esa carta respondió sus interrogantes."
One-shot participante en el reto #1: Horror de la comunidad de Diabolik Lovers Discord.
⚜ Trope asignado; "el poder de la sangre".
⚜ Posible horror que no es horror (escribir horror es difícil).
⚜ Personaje principal: Sakamaki Shū.
⚜ Palabras: 1400
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Bajo la sombra de la melancolía, se vislumbra la mansión Sakamaki. Vieja, descuidada y con un ambiente deprimente; donde el único vampiro que habita ahí es el mayor del clan Sakamaki. El lago cerca de la morada, posee aguas oscuras, que perdieron su claridad para sólo verse tan negras como la noche, mientras que su alrededor es árido.
El turbio eco de gritos infestados en dolor, espanta a los cuervos parados sobre las secas ramas de los árboles.
Cae sangre.
Sangre pútrida que ensucia el piso de la habitación.
Presiona sus manos contras sus orejas, tapando sus oídos ―como lo había dicho él―, sintiendo entre sus palmas pálidas y frías, el denso liquido escurrir por ellas.
De su boca brotan sonidos inentendibles. Sonidos "incoherentes".
¿Cómo no hacer aquellos sonidos, si ya no poseía una lengua que lo ayudara?
Hace tres noche atrás, decidió arrancarse la lengua de una forma monstruosa.
Sus afiladas uñas se habían encajado en sus papilas gustativas, pero no ceso hasta que atravesara más y más, deteniéndose en el momento que su dedo índice podía tocarse con el pulgar, teniendo como resultado, el haber atravesado su lengua por completo. Sostuvo con firmeza ese trozo y termino de arrancarlo. La sangre le resbalaba por la boca. Y quedó afónico después de aquel acto, por horas.
Está débil. Menguante.
Evita el beber sangre a toda costa. Y en cualquier rincón de esa lúgubre mansión, están frascos repletos de "esa sangre", igual que una maldición.
Sobre el suelo, el abre cartas empapado en sangre empieza a oxidarse con rapidez.
Aturdido por el dolor provocado de su propia mano, y ese que no puede detener, lo hace tambalear hasta caerse.
Los inexpresivos ojos de Shū, se desorbitan al ver la presencia frente a él.
Tenía razón.
«Por la eternidad...»
Sakamaki Shū ya no cree poder continuar.
Sus posibilidades son exiguas, una vez que esa carta respondió sus interrogantes a los hechos singulares que padeció.
La leyó hace días.
Tal vez se arrepentía de leerla.
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13 de Octubre, 2017
Buena noche, Sakamaki Shū.
"Hermano" que es así como debería llamarte por nuestro lazo familiar. Sin embargo, nunca lo dije hasta esta carta. Y ante esto, me he de imaginar tu expresión de extrañeza. Te sugiero que no quites esa expresión, porque en estas palabras el alivió va a ser efímero.
Tengo la certeza de que yaces impaciente por conocer el motivo del que te encuentres esta carta entre el montón de artilugios insignificantes, que ves en el sótano.
Buscas respuestas.
Entonces aquí obtendrás tus respuestas.
Éramos conscientes de tu pereza, pese a que probablemente no era más que una depresión nacida de la pérdida de aquel humano llamado Edgar. Por cierto, ¿sabes que él sobrevivió?
Pertenece al clan Mukami, irónico, ¿no te parece?
En todo caso, ese no es el punto importante. Lo relevante en esta situación, es el hecho de que incluso el atolondrado de Ayato sabía que no serías un buen rey. Y ya los has demostrado si estás leyendo esta carta, pues quiere decir que nos asesinaste.
Ciertamente me lo esperaba de ti, Shū. Es por esa razón que me adelante a los obvios sucesos.
Una carta.
Y una conexión eterna.
Debo confesar que no te asombres de los acontecimientos tan peculiares que te han recaído, desde tu soledad en la mansión.
Serán sucesos normales de ahora en adelante.
Shū, ¿te preguntas por qué cambiaste? ¿Por qué hay lapsos en los que tus acciones te recuerdan a mí?
La respuesta es sencilla; más allá de nuestro obvio lazo de familia, nuestra sangre está conectada.
Más allá de eso.
Mi sangre yace en tus venas, y no en el sentido de salir del mismo vientre.
Parte de mi existencia está ahora atrapada en tu cuerpo.
En libros, religiones y en civilizaciones antiguas se decía que la sangre es el alma del hombre, y en nosotros los vampiros, nuestra putrefacta sangre contiene nuestra atroz existencia.
Y de la misma forma como bebiste numerosas veces la sangre humana. En esa última copa que tú voraz sed de sangre aclamaba por ser tomada... Contenía mezclada la sangre de la humana Yui y la mía.
"Hermano", no te escandalices.
Únicamente considéralo un pago por lo que hiciste a todos nosotros.
Sé que incluso escuchas mi voz dentro de tu cabeza.
Acostúmbrate, porque así será el resto de tu inmortalidad.
Mi existencia corriendo por tus venas empezará a consumir la tuya.
No es una pregunta. Ni algo que tenga remedio.
Tu cuerpo experimentará torturas que no podrán ser detenidas, a menos que quieras meter tus manos en tus entrañas, en tu cerebro, incluso en tus huesos.
Es un dolor interno. Un dolor que mi existencia en sangre te otorgará día a día. Como un incesante recuerdo de que todos aquí están condenados.
Y tú no eres la excepción, "hermano".
Tus entrañas se contraerán en agonizante dolor y se retorcerán al grado de que no lo soportes, haciendo que de tu boca emane la sangre maldita. Tus recuerdos serán arrebatados y sustituidos por los míos. Verás mi presencia en cada rincón de esta vieja mansión; te querrás sacar los ojos esperando que con eso dejes de verme. Lastimaras tus oídos con tal de no volver a escuchar mi voz. Y cuando empieces a actuar como un demente, finalmente me harás el camino más fácil. Desechare lo que eres, para que sólo seas como yo.
Trajiste la muerte y destrucción al Makai. Ya no existe ser que te pueda ayudar.
Será cuestión de tiempo, tus días son contados; no hay marcha atrás.
Eres un rey fracasado.
Un rey condenado.
Un rey que perderá su propia existencia sin tener que morir.
Un rey que sólo será un cascarón en el que yo habite.
Shū, te perdone.
Pero es mi turno de arrebatarte lo único que te queda, porque tú mismo te encargaste de lo demás.
No voy a poner una ridícula despedida. Sería ilógico luego de todo lo que leíste.
Por la eternidad conectados por la sangre.
Por la eternidad estarás esclavizado a la sombra de mi existencia.
Si es que no te has decidido por suicidarte, aún.
Sakamaki Reiji.
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Las palabras bombardean en su mente, a la par que las alucinaciones en las que ve a Reiji, lo persiguen.
Ha decidido terminar.
No escucha.
No habla.
No ve.
Cuando saca por completo sus ojos de las cuencas, sostiene entre sus manos los glóbulos oculares, siente el nervio óptico y los vasos sanguíneos colgar de ellos.
―¡Idiota!
Un manotazo le hizo tirar el cuchillo que amenazaba con clavarse en su ojo. Parpadea confuso, hasta que puede ver que permanece sentado en el comedor, con la atenta mirada de sus hermanos sobre él.
―Tch, ya era hora de que reaccionaras. Tenemos hambre.
Reclama el albino, que no es el único molesto esperando la comida.
Shū se despabila. Queda con esa escalofriante sensación, sin embargo, todo fue una "alucinación", y ahora lo menos que quiere es discutir con sus hermanos. Por lo que chasquea su lengua.
―Díganle a Reiji.
Habla sintiendo por un momento el amargo sabor al pronunciar el nombre de aquel.
Sus hermanos lo miran con desconcierto e irritación. Subaru gruñe fastidiado.
―Nfu~ al parecer alguien tiene problemas de personalidad ―intervino Laito burlándose.
Shū no le presta atención a Laito por su pésima broma. Ellos se ven enfadados, no le extraña que se desquiten con comentarios absurdos.
―Reiji...
―Shū ―corrige ya cansado de esa "plática" y broma innecesaria.
Ayato se ríe por las palabras de sus hermanos, se le hace graciosa la escena.
―Sabía que eras estúpido, pero no a estos extremos.
―Cállense ―ordena Shū molesto.
―Vete a la mierda.
Subaru golpea la mesa antes de irse, seguido de Ayato. Laito suelta un suspiro, entiende que esa noche tendrán que buscar su propia cena, cada quien.
Shū se reincorpora de su asiento con pereza. Kanato observa al contrario, mientras le murmura a su oso. Shū desvió la mirada a su extremo izquierdo.
La cara se le deforma por completo.
Contempla su reflejo en ese espejo. Pero no es él, no es Shū.
Sólo ve el impecable y perfecto reflejo de Reiji.
—Oh, Reiji-san, Teddy y yo queremos saber... ¿Quién es Shū?
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