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Cómic mudo
Joseph Callioni, "Venera" (2022)
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Cómic Abstracto
François Henninger (2015)
CÓMIC ABSTRACTO En la antología de artículos y cómics Abstraction and Comics (Aarnaoud Rommens [ed.], Presses Universitaires de Liège, 2018) se encuentran varios textos que intentan arrojar luz sobre todas estas problemáticas. Uno de los más útiles es «Abstracted Narration and Narrative Abstraction: Forms of Interplay between Narration and Abstraction in Comics», de Kai Mikkonen. En él, el autor cita a varios otros para establecer que hay al menos dos aspectos en los que podemos considerar abstracto un cómic: la ausencia de figuración y la ausencia de narración (Mikkonen, pp. 263-266). Mikkonen lo relaciona con la abstracción en una sola viñeta o la abstracción en la secuencia, y creo se puede ir más allá: el primer tipo de abstracción permite trazar una analogía con la pintura, mientras que la segunda hace lo mismo con la literatura. Dicho de otra forma: un cómic podría considerarse abstracto si las imágenes que en él se ofrecen no son figurativas —como sucede en la pintura— o si carece de narratividad. En este caso, se suele hablar de «narración abstracta» para señalar la falta de unos elementos narrativos convencionales y un relato lineal, coherente y causal.
Y es aquí cuando empiezan los verdaderos problemas. En primer lugar, porque la conceptualización de estas cuestiones no siempre es inequívoca. Con mucha frecuencia se suele confundir el alejamiento de lo realista con la abstracción, pero esto tiene que ver, en realidad, con el grado de mayor o menor iconicidad de un estilo. La abstracción es lo opuesto a lo figurativo, de modo que para poder considerar un dibujo abstracto debe carecer de referente en la realidad. Coloquialmente, a menudo se señala como «abstracto» lo que no es sino un dibujo «raro», para los estándares convencionales del cómic comercial. Pero también hay que tener en cuenta que incluso cuando podemos hablar de abstracción las formas y los colores van a recordarnos motivos naturales, arquitectónicos o, incluso, pareidolia mediante, a seres humanos. Esto es inevitable, y la mayoría de los artistas lo tienen en cuenta cuando crean, aunque, por supuesto, la interpretación es mucho más abierta y plural que cuando estamos ante una obra figurativa.
En segundo lugar, está la cuestión de la narratividad. Se suele considerar el cómic como un medio consustancialmente narrativo, de la misma forma en la que se insiste en su naturaleza secuencial. Hay aquí un par de precisiones que hacer. En primer lugar, que una cosa es responder a los considerados géneros narrativos de la novela y el relato —drama, aventuras, negro, fantástico, etc.— y otra es acomodarse a una narratividad amplia, tal y como se entiende en la literatura habitualmente. Dicho de otro modo: «narrativo» no significa solamente «que cuenta una historia». Si la literatura no tiene por qué hacerlo, no se entiende por qué el cómic que no lo hace acaba siempre bajo sospecha. Si la poesía puede prescindir de «la historia» en un sentido clásico y sumergirse en el terreno de lo puramente emotivo o sensorial, por un lado, o explorar aspectos formales —ritmo, rima, estructura en la página— sin que nadie cuestione —o muy poca gente— que estamos ante una obra literaria, ¿por qué el cómic que opera en términos parecidos no alcanza el consenso crítico? Sin ir mucho más allá, porque no es mi intención con este texto, podemos apuntar dos motivos: la hegemonía cultural prácticamente incontestada durante décadas en las que cualquier experimento basado en la abstracción se situaba, sistemáticamente, fuera de la industria y por tanto del radar de público y crítica; y la falta de herramientas teóricas apropiadas para abordar el análisis del lenguaje del cómic desde puntos de vista que no sean los convencionales. Siento decirlo, pero me parece preocupante que, para algunos críticos e investigadores, la definición y teorías de McCloud sean, casi tres décadas después de su exposición en Understanding Comics (1993), la única referencia que manejen, por supuesto asumiendo sus postulados acríticamente como algo obvio o natural.
Más información en: thewatcherblog. Notas sobre el cómic abstracto
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Cómics mudos :
Jim WOODRING, Frank (años 2010)
Yuichi Yokoyama, Viaje (2005)
Paul KIRCHNER, The Bus
El Diccionario de la Real Academia define a la historieta como “serie de dibujos que constituye un relato cómico, dramático, fantástico, policíaco, de aventuras, etc., con texto o sin él”. Sin embargo, solemos asociar el cómic a un arte que nace de la combinación de texto e imagen, sin plantearnos siquiera la posibilidad de la existencia de una historieta muda ya que los ejemplos de cómic con texto son legión.
Si nos retrotraemos a la protohistoria de los tebeos, podríamos citar los grabados de William Hogarth en el XVIII como referentes claros de una historia secuenciada centrada únicamente en las imágenes. No obstante, la búsqueda de modelos para justificar la llegada de la “novela gráfica” a la cúspide de la legitimación cultural del noveno arte nos ha servido en bandeja otros autores de comienzo del siglo que ofrecen posibilidades de trabajo para varias de las materias del currículo. Estamos hablando de las xilografías del estadounidense Lynd Ward o del belga Frans Masereel, de los collages a partir de grabados de Marx Ernst.
Más información en TEBEOS CON CLASE
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“Cuando son buenos, suelen ser brillantes, porque el cómic sin palabras exige undominio superior del medio”. Santiago García, autor de La novela gráfica.
Según Scott McCloud, tomando como punto de partida el dictamen de Will Esisner – elarte secuencial -, definía el cómic intentando atar el mayor número de cabos sueltos posible: “ilustraciones yuxtapuestas y otras imágenes en secuencia deliberada, con el propósito de transmitir información y obtener una respuesta estética del lector”.
Una definición académica y clarificadora que hacía hincapié en los dos principales elementos sobre los que el cómic se asienta: el dibujo (ilustraciones yuxtapuestas) y los textos (imágenes en secuencia deliberada; aunque este fragmento de la definición también hace referencia a otros elementos).
La combinación de textos y dibujos se erige como la herramienta fundamental sobre la que se sustenta el 9º arte, desde que es consciente de sí mismo como medio artístico singular, no obstante, no es imprescindible recurrir a ella para que esta narrativa funcione con normalidad.
No es algo nuevo. Si nos remontamos a principios del siglo XX, podemos ver cómo surgió una minoritaria corriente de autores que construían sus historias a través del uso único y exclusivo de imágenes. Las técnicas eran diversas, e iban desde el collage hasta el uso de la tinta, pasando por diferentes técnicas de grabado (frottage o grattage entre otras). Las obras resultantes fueron denominadas novelas en imágenes o novelas sin palabras.
Construir una narración compleja valiéndose sólo de un puñado de dibujos sin textos, entraña gran dificultad y requiere mucho oficio y saber hacer. Es evidente que crear un cómic mudo no está al alcance de cualquiera. Otro factor a tener en cuenta, con la ausencia de la palabra escrita, es el efecto colateral que tiene sobre la experiencia del lector. En este caso, la lectura se convierte en una actividad mucho más dinámica y exigente a la hora de interpretar las intenciones del autor. Desde mi punto de vista, unvalor añadido.
Más información en: ABURRIMIENTO VITAL
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Temporalidad
Rodolphe Töpffer, l' Histoire d'Albert (1845)
Rodolphe Töpffer (1799 -1846) fue un pedagogo, escritor, político y humorista suizo, considerado el creador del comic y primer teórico de este arte.
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Temporalidad/Espacio
Frank King (1883-1969)
TEMPORALIDAD Y ESPACIO EN EL CÓMIC Como arte secuencial, el cómic se fundamenta en la linealidad o progresión lineal del relato, en la continuidad de los personajes y en conectores temporales en las didascalias o en indicadores de signo visual/espacial (cambios de iluminación, decorado o fondo, vestuario, etc.). Como arte espacial, el cómic puede prescindir de la linealidad y servirse de la puesta en página para resolver los problemas que plantea la simultaneidad (Muro, 2004). El tiempo es, por tanto, una ilusión que nace de un acto cognitivo que sucede en toda operación de lectura de un cómic, en la que el espacio se transforma en tiempo y el barrido de la mirada por la página en tiempo narrativo (Trabado, 2012; Cohn, 2010).
Os aconsejo leer este artículo: LA TEMPORALIDAD EN EL CÓMIC De Mercedes PEÑALBA GARCÍA Aquí lo tenéis completo y listo para descargar: latemporalidad-en-el-comic.pdf
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