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— Oh. — fue lo único que dijo y rió. La entendía, pues, era un buen libro. — Mariana. Lo siento, pensé que ya te lo había dicho. — sonrió para después apretar sus labios.

—Ya lo acabé —en cualquier otro momento le hubiera causado algún tipo de vergüenza, quizá, admitir lo rápido que solía leer, pero no cuando estaba frente a una persona con la que probablemente compartía los mismos gustos literarios—; y yo dije no te importaba. Ya, no importa. ¿Cómo es tu nombre?

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Sonrió al ver a su amiga y así siguió tocando. Nunca antes la había visto bailar aunque si sabía que lo hacía antes de morir.

Asintió y comenzó a bailar mientras la chica tocaba el piano. Le gustaba como tocaba ella. Se escuchaba tan bien. Era como cuando su maestro de ballet tocaba para que ella bailara. No había calentado pero de todas maneras que podría pasarle si ya estaba muerta.

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Lo miró, para después reír y terminar en una pequeña sonrisa. — Lo hizo con amor, eso es lo que importa. — rió nuevamente, encogiendo sus hombros. — Seguro no quería admitir que su pequeño ya estaba creciendo, hasta que creció al fin. — miró el suéter, para volver a reír. Aquello le causaba mucha gracia, pues el chico no estaba avergonzado del todo, lo que le llegaba a causarle hasta ternura. — Que bueno, porque no me veo vieja aunque debería... — rió. Ladeó su cabeza, buscando la forma de poder medirlo sin tener que usar una regla o una cinta de aquellas especiales que usaban las costureras. Se acercó a él y estiró su mano, midiendo dos hacia abajo, cuadradas con el suéter.  — Listo. — se separó, llevándose la prenda con ella.

Obsequio

Paso una mano por sus rubios cabellos mientras asentía de acuerdo con las palabras de la chica—Mi abuela dice lo mismo, le gustaba…le gusta mucho tejer, he perdido la cuenta de cuantos suéteres, chalecos, guantes, bufandas, tengo que me ha hecho ella, bueno claro todos tienen algún defecto, como este suéter—rió apuntando el suéter que sostenías en las manos y luego sonrió negó con un ademán de mano—No, pienses eso. No creo que tejer sea una actividad exclusiva de las viejitas—ladeo el rostro mirando a la chica—En ese caso; mideme— alzó los brazos y los extendió hacia los lados.

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— Claro que lo es. — asintió con la cabeza, mirándolo. — Puedes llegar a hacer muchas cosas... y en el caso de que estés muy necesitado de algo te saca de un apuro. Hasta entretiene. — ladeó sus labios, para luego reír. — En fin, seguro piensas que soy una viejita. — bromeó. — Creo que voy a necesitar la medida de tu cabeza y de tu torso. — rió, mirando el pedazo de lana en sus manos. — Obvio, lana y unos palillos pero tengo eso guardado, así que no te preocupes.

Obsequio

Mientras  escuchaba a la chica, Arthur caminó hasta la orilla de la cama dentro de la habitación y se dejo caer sobre ella, alzó ambas cejas mirando a la chica con algo de asombro—Vaya, después de todo tejer resulta ser útil, yo definitivamente no soy bueno con las manualidades—se rasco la cabeza mientras torcía los labios. Asintió y sonrió amablemente a las palabras de la chica, para luego reaccionar al segundo siguiente—¡Oh, cierto!¿Qué necesitas? para irlo a conseguir.

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— Sí, bueno, deberías ir a buscarlo. — bromeó para después reír ligeramente. Ladeó su cabeza, alzando una de sus cejas y después rió, nuevamente. — Me pregunto lo mismo todos los días. — respondió, ladeando sus labios. 

Solía dormir poco cuando estaba muerto...

—Sabes, tienes razón, tengo que volver a la cama, he dejado el poco cerebro que me quedaba en la almohada—  comenzó a reír y miro a la chica de pies a cabeza—Ve eres toda una belleza, ¿a que se debe que hayas muerto?—  pregunto poniendo su mano en la barbilla recargándose en una barda pequeña junto a el, y la seguía viendo.

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OOC

Como que me mandaron a dormir y casi que me arrebatan la compu de las manos entonces por eso no pude seguir contestanto :-( sorry. Hasta mañana los amo <3

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Sonrió de inmediato, asintiendo con la cabeza rápidamente mientras lo veía. — Sí, en serio. Solía hacerme bufandas de pequeña cuando vivía en Nueva York. — rió, tomando el sueter en sus manos. — Seguro nada mas es que este es muy pequeño para tu cabeza. No seas tan duro contigo mismo. — bromeó, burlona.

Obsequio

Rió con la chica, sabiendo que ella tenía razón, el media más de un ochenta y el suéter lucia como para un niño de 12 años, pero su diversión cambio por una de asombro cuando escucho a la chica.—¿Hablas en serio? ¡Eso sería genial!—dijo con un toque de entusiasmo en su voz mientras intentaba zafar los brazos del suéter—¿Crees que le puedas aumentar un poco en la cabeza?—dijo mientras jalaba con todas su fuerzas el suéter que se había atascado en su cabeza—Como veras, tengo una cabezota—rió una vez que se libero del suéter y se lo extendía  a la chica.

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— Sí lo es. — admitió aquello, mirando la portada de este y dándole la vuelta de nuevo. — Si en algún momento quieres leerlo completo, si es que ya no lo terminaste, puedes pedírmelo de nuevo. — sonrió, volviendo a verla. — Nadie dijo que no me importara. — frunció el ceño, ladeando su cabeza mientras la mirada. — Un gusto, Claire. — sonrió, asintiendo con la cabeza.

— No tenía el derecho. El hecho de que lo haya encontrado no significa que pueda robártelo, aunque no me arrepiento porque es un buen libro —pensó por un momento que a la muchacha frente a ella lo menos que le importaba sería saber su nombre, pero no quería acabar la conversación allí. Hacía años que no mantenía una buena charla con alguien, y quizá no era el momento ni la persona, pero quizá sí lo era. —Soy Claire. Aunque no te importe.

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— Sí, estuvo buena. — miró hacia sus pies, hasta que vio su pie descalzo y volvió en sí. — Pero igual, es mi zapato y lo quiero de vuelta. — reclamó al aire, dando un pequeño golpe en el suelo con el mismo pie para después reir. Miró a la ojiazul y después torció sus labios. — ¿No lo haz visto, en serio? — preguntó nuevamente, ladeando su cabeza.

Joe le mira durante unos segundos, ambas inmóviles y en silencio. Ella misma es quien lo rompe. —Debes de admitir que te hicieron una buena broma. —Esboza una media sonrisa tímida, y pone las manos en los bolsillos de su pantalón. Por inercia, ve a la chica de arriba a abajo y estaba a punto de comentar algo como “me gusta tu blusa” pero no lo hizo, solo por inseguridad. Se encoje de hombros, esperando un comentario.

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— Gracias. — sonrió, mirando a la muchacha de cabellos rubios para después asentir con la cabeza. — Como quieras... — le dijo, para enfocar su vista nuevamente en las teclas de su piano y tocar una melodía, lenta.

—No, no me molestas. En realidad creo que lo haces hermoso. — Dijo caminando hacía ella. Le gustaba cuando escuchaba música en la casa. Era algo que la ponía feliz de vez en cuando. —Deberías tocar mientras yo bailo. Sería bueno. Hace mucho que no practico baile. —Le sugirió sonriendo.

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Tenía tiempo que no se sentaba en aquel lugar, el que le gustaba porque le servía como una forma de aislarse de los demás en aquel lugar, alejarse de aquella casa en la que nunca pensó que podría decir que iba a pasar una eternidad. Quitó algunas marcas de polvo de sobre las teclas, soplando y algunas con sus dedos. — Melting through the cracks in my hands I guess I held on for too long... I'm done with your bittersweet, bittersweet tragedy... — cantó, concentrada en sus manos moviéndose sobre el piano. — It's no fun, when I'm sitting all alone and you're right in front of me... — sintió a alguien venir y se detuvo, aun tocando la melodía aunque más lenta aun. — Perdón si te molesto. — agregó.

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— Cuando estabas vivo, ¿dices? — rió. — creo que ya necesitas dormir. — le dijo, refiriéndose a la forma en la que el chico confundió palabras.

Solía dormir poco cuando estaba muerto...

Ahora creo que tengo el tiempo de toda una eternidad para reponerme.

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Soltó una leve risa, sin evitar salir de su intensión inicial. El hecho de que la rubia haya dicho mierda dos veces la hizo reír aun más, a pesar de la inmadurez del motivo, y que se hubiese asustado de verdad. Para eso tuvo que haber estado en un momento de mucha calma. — Lo siento, lo siento. Llevo al menos media hora buscando un zapato que por alguna razón alguien pensó que sería buena idea llevárselo cuando dormía. — le dijo, terminando con una sonrisa sin gracia en su rostro. 

Pudo estar horas así, y no se dio cuenta. Pero estaba sentada, permaneció sentada todo ese tiempo, con la mirada fija en el bote de medicina, sin saber si tomarla o no tomarla. Los pro son que le calman la ansiedad, los contra son que tal vez la relajen… de más. Ya le habían dicho una vez que podía tomarse como adicción a una droga, pero más que eso, que esa ansiedad no era de personas normales. Continúa viendo el frasco, se rasca las muñecas muy fuerte y le quedan marcas rojas en la piel. Alguien le saca de su mundo cuando abre la puerta tan fuerte que se estampa con el otro lado de la pared, y asustada, se levanta de un brinco y abre los ojos grandes. —¡Mierda! —Grita, y se lleva una mano al pecho, al corazón. —Me ibas a dar un infarto, mierda.

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Ladeó su cabeza, mirando el reflejo del rubio en el espejo para después soltar una risa. — Te ves... chiquito. — rió nuevamente, burlona. — Puedo arreglarlo, si quieres. Sé tejer. — se encogió de hombros, mirándolo.

Obsequio

Su abuela había terminado de tejerle un suéter, de hecho lo hacía constantemente  aunque él ya no los necesitaba, de cualquier forma, Arthur siempre le agradaba darle gusto a su abuela, la adoraba y era lo único que tenía así que ¿porque no?.

Su abuela le había dicho que se veía “adorable” pero ahora que Arthur lo confirmaba frente al espejo no estaba muy seguro, el suéter le quedaba demasiado ajustado para su cuerpo, las mangas eran un poco cortas, , el cuello le apretaba y del largo, ni hablar; ni siquiera a la cintura le llegaba, definitivamente su abuela se había equivocado de talla, nuevamente.

—Creo que me hace ver gordo—Se dijo para sí mismo en tono de broma mientras se escaneaba  frente al espejo. 

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Ladeó la cabeza, viéndola caminar a través de la habitación. Soltó un bufido, tomando el libro en sus manos. — Está bien, lo dejé tirado por ahí. Supongo que tenías el derecho. — se encogió de hombros, mirando el texto en sus manos. — No te había visto antes. — entrecerró sus ojos, mirándola. — Bueno, gracias. — dijo después de unos segundos.

Luego de pensar por un breve instante, asintió con la cabeza. Se levantó de donde estaba y cruzó la habitación, dirigiéndose a la biblioteca que había en la misma. Tomó el libro que había mencionado su acompañante y se lo entregó. —No lamento habértelo robado.

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Arrugó el rostro, mientras sus labios se fruncían en desagrado para mirar hacia el mesón. — Si tengo treinta años ahí y hay mucha gente que tiene muchos más no me quiero ni imaginar cuantos más faltan y mucho menos cuanto nos vamos a tardar en encontrar las respuestas. — comentó, haciendo pequeñas figuras con sus uñas, largas y arregladas, sobre la mesa. — No veo que nadie haga nada para encontrarlas, incluyéndome. — agregó. — Hace unos días estuve con Tate y o acompañé a buscar un diario que según él podría tener información al respecto. Si es que esto es una clase de hechizo, maldición o cualquier cosa de esas... — le contó, levantando su vista hacia él. — creo que no encontró nada a la final porque se hizo tarde y ya me había ido. No lo sé. — terminó, encogiéndose de hombros. Miró al pelinegro y asintió con la cabeza. — Si recuerdo ese día... — entrecerró los ojos, pensativa sobre lo que decía. Tenía razón, sin duda, habían demasiadas cosas que descubrir antes de llegar a la razón inicial. — Pero si no es el cuerpo... claramente cuando Evron tomó por decirlo así, poder de ti, eras un demonio. Estabas poseído... ¿no? ¿eras otro, entonces? — agregó, tratando de hacer su mejor intento de entender y explicar su pregunta, aunque nada más logró pensar en voz alta y ni siquiera poder pensar antes que era lo que iba a decir.

Él sacude la cabeza en desacuerdo. —Tenemos miles de años para saber la verdad, Mariana. Yo creo que algún día llegaremos a ella, aunque ahora se vea tan lejos… —Le da un largo trago a su cerveza, y luego ve hacia enfrente, callado unos segundos para volver a agarrar fuerza del tema. —Tu me viste salir un día en que no era halloween. Es decir, no era yo, era Evron, pero era mi cuerpo. O lo que nosotros creemos que es nuestro cuerpo, que en realidad no lo es… ¿Ves? Hay muchas cosas que resolver antes de llegar al “como diablos salir del lugar”. 

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mariana tucker

moodboard ➳ what she would say ; 8 / ∞