Quizá en otra línea del tiempo, si terminamos juntos.
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Podría; pero no quiero: Y si volvieras a sucederme... serías a contratiempo...
Mabel
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Lo borroso se vuelve nítido, se vuelve claro.
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No supimos ser pareja, pero tampoco supimos ser amigos
- Para mi casi algo -
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Cuando te dije que te extrañaba y me respondiste yo también... Se me partió el corazón en mil pedacitos sabiendo que estás con ella...
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No pudimos cumplir nuestra promesas, pero al menos el destino nos unió por un pequeño tiempo y creo grandes recuerdos.
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Serendipia
He leído varias definiciones de esta palabra, la que mas me gusta es cuando se menciona que es un evento maravilloso, afortunado y valioso.
Eso fuiste, eso eres.
Hoy escribí la carta más triste que quizá he hecho.
Hoy te escribí la carta más triste que hecho. Me dolió hacerlo porque realmente tuve que transcribir mi sentir por medio de una pluma y unas hojas de papel, porque no podía verte a los ojos sin quebrarme, sin romperme.
Me he estado rompiendo desde hace más de un mes, desde el día que te fuiste, desde el día que nos fuimos.
He estado pensado (desde el momento que salí de tu casa) que nunca había querido a alguien de la forma en la que te quiero.
No, a quien engaño, yo a ti te amo.
Lo digo en voz alta, te lo dije antes de irme, no me sonrojo, no me da pena aceptarlo.
Nunca lo he negado y en el fondo siempre lo has sabido.
Eres la serendipia más bonita que existe, eres mi casualidad favorita.
Pero en el transcurso de ese sentimiento, recuerdo todo lo malo que pasamos. Todo aquello que nos convirtió en esto que somos, en esto que ya no somos.
“Yo creé a esta Silvia”, me lo repetiste un par de veces mientras solo veía un punto fijo para no perderme.
No, tú no creaste nada, yo ya era así, solo que no lo sabía. Nadie lo sabía.
Te confesé que traté de suicidarme, que me tomé unas cuantas pastillas esperando no despertar, te quedaste callado. No sé que pasó por tu mente; pero, el silencio fue abrumador.
Sí, intenté suicidarme y no lo conseguí.
No sé si me alegra o me da tristeza esa línea.
Sé que en el fondo te culpas, sé que lo que menos querías era lastimarme. Te repito, no es tu culpa.
La culpa la tiene mi cerebro porque dejó de producir sustancias químicas que suelen necesitarse para ser feliz.
No soy feliz, yo ya estaba rota.
“Depresión endógena” y “distimia”, es lo que aseguran mis doctores. Si me preguntan el porqué, realmente no lo sé.
No es difícil explicar esto, porque ya no siento nada más que una tristeza que me tumba en la cama y, despertar todos los días es lo más agotador que existe.
Estoy cansada, estoy cansada de sentirme triste.
Estoy cansada de llorar y sentirme triste.
Te lo dije anoche dos o tres veces.
Estoy sufriendo, estoy sufriendo mucho y ya no sé que hacer para dejar de hacerlo.
Egoísta, me llamaron. No es egoísmo, solo que ya no puedo, estoy cansada.
Tienes que estar bien -te dije mientras nos despedíamos-.
Yo haré lo mismo, estaré bien y nada de esto es tu culpa -te dije un segundo después.
Y me fui, y te fuiste.
Y te extraño, me extraño.
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Que estés a mi lado y en ese momento no quiera abrazarte, besarte ni tampoco mirarte.
Cariño, me perdiste.
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