una vez desaparecí en lana trucha. Era agosto y fue esa parte la que repetí muchas veces.
En agosto del 2015 me quise matar ahorcándome con una bufanda, después de haberme cortado el brazo muy ineficazmente. Los métodos cambiaron pero esta secuencia se volvió a repetir un par de veces hasta agosto del 2016 inclusive. La mayoria de mis intentos se inscriben en el invierno. Mi estación preferida del año. En agosto del 2017 estuve haciendo un postoperatorio muy doloroso que me dejó en cama un mes entero. En agosto del 2018 en vez de poder matarme, me mataron. Agosto del 2019 pasó muy silencioso y creo que ya terminó de perseguirme. Tengo cuatro meses para alejarme de las bufandas.
Cuando vomitó se le cayeron todos los dientes. Se le aflojó un ojo pero fue lo suficientemente rápido como para atajarlo. Con una mano se agarraba el ojo que se salía de su hueco y con la otra se limpiaba de la ropa el vómito. Eran muchos sus dientes. Cuando cayeron hicieron un sonido tan gracioso que él tuvo que contener la risa. Hasta que en medio del proceso de levantar sus piezas dentales, se le escapó una sonrisa que devino rápidamente en un huracán hilarante, le empezaron a temblar los hombros. Era una carcajada silenciosa pero le había tomado todo el cuerpo. Seguía inclinado, con un sabor ácido en la boca. Y se seguía riendo. Cuando cerró los ojos para disfrutar de la risa no pudo. El ojo suelto estaba demasiado salido de su hueco, e interfería con la intención de su párpado. Las manos las tuvo que poner en el suelo, del que ya estaba cerca. No podía frenar la risa. Sus párpados estaban haciendo un esfuerzo enorme para retener al globo ocular desacomodado. Hasta que la fuerza hizo salir eyectado al ojo, que cayó y reventó adelante de él. Apenas percibió eso. No lo preocupaba. Era muy feliz en ese momento y nada le podía impedir el goce. Hasta que después de tres días consecutivos de risa, la intensidad empezó a aminorar. Y abrió el otro ojo que seguía bien agarradito de sus tejidos. Y se vió en el reflejo del charco que había dejado su compañero muerto. El charco seguía húmedo, por una sola razón. Ese charco tuvo que existir hasta que fuera visto por el ojo funcional. Después pudo parar de existir, pero mientras fue fiel a su misión. El tuerto miró y se vió. Se dio vergüenza. ¿Cómo iba a tener tan despeinado el jopo?
Eliminando gradualmente tutto ciò che è superfluo, scopriamo che il teatro può esistere senza trucco, costumi e scenografie appositi, senza uno spazio scenico separato (il palcoscenico), senza gli effetti di luce e suono, etc. Non può esistere senza la relazione con lo spettatore in una comunione percettiva, diretta. Questa è un'antica verità teoretica, ovviamente. Mette alla prova la nozione di teatro come sintesi di disparate discipline creative; la letteratura, la scultura, la pittura, l'architettura, l'illuminazione, la recitazione…
Gracias Gonza!!! De no haber sido por vos no me fijaba y seguro me tropezaba en la puerta del cuarto oscuro y cuando hubiera querido agarrarme tal vez agarraba una boleta equivocada y en un intento de soltarla se hubiera deslizado por los aires introduciendose en el sobre, el cuál con la energía de la boleta voladora habría salido disparado y Dios no lo permita, habría caído justo dentro de la urna. Me voy a fijar bien! Gracias Gonza :)
Por estar presa entendí que la identidad es algo muy lejano a lo que creemos. No es cómo nos vestimos, qué color de uñas usamos. Qué palabra decimos o cómo guiñamos un ojo. No es la ropa, ni siquiera es nuestra piel. Nuestra identidad son nuestras posiciones. Cómo ponemos el cuerpo -cómo se nos pone el cuerpo- cuando nos encierran, cuando nos desnudan y cuando nos desnudamos. Cuando no entendemos algo y cuando queremos irnos.