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Dice Gabriela Mistral que “lo menos que el hombre puede hacer por la tierra es la distribución racional de las aguas, conducir al elemento maravilloso en sabia red de canales” pues “toda cultura empieza por la tierra”. Hoy 7 de Abril, en el natalicio de la poeta maestra, el homenaje mas significativo que podría rendírsele sería recordar el fervor y la pasión con que Gabriela defendió siempre su tierra, el Valle del Elqui, motivo de infancia, alegría de vida y poesía.
Es el instante de la disputa por el presente y futuro de su valle amado, enfrentado al coloso minero Barrick que con ímpetu de barbarie, está secando la fértil angostura Elquina. Lamentablemente, la fauna chilena y continental de poetas y escritores (es decir, sus compatriotas de oficio, como ella los llamaba) no han hecho eco de este agravio al legado vivo de Gabriela Mistral, que es su poética. Una bioética que manó, montañosa y profunda, de esas quebradas, cerros, y vertientes que ella misma cultivo en sus palabras. Es decidor el silencio de tanto autor, tanta editorial, tanto académico que ha proliferado en torno a su obra universal sin siquiera levantar la voz por la tierra de la poeta mayor. La pequeña pelea por espacios colonizados por el financiamiento neoliberal han suscitado mayor polémica y adherencia, hecho que expone el ethos de una pequeña aristocracia de artistas desentendidos y enajenados del sentido profundo que implica esta ofensa a una poeta elemental como el viento que lleva su nombre.
Un gran ofendido en esta hora, debería ser el presidente, que en su sitial de poder, se autodefine como gran lector y admirador de Gabriela y que en un gesto de reconocimiento, ha declarado este 2025 como año mistraliano en conmemoración de los 80 años de su premio nobel. Por su parte, el mayor reconocimiento a su legado sería paralizar definitivamente las ambiciones viciosas de Barrick que pretende secar el valle de la maestra nobel, pues igualmente viciosa ha sido la calificación del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de Coquimbo que, en base a informes erróneos (o falsos en el peor de los casos) ha calificado y permitido de manera fugaz (solo en 4 días) y poco rigurosa, la operación del proyecto minero campanario, “proyecto de 36 millones de dólares, que cubre 17 hectáreas en las nacientes del Río Elqui” que debía de ser calificado por un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) dada su colosal envergadura.
Como ha dicho Gabriela de manera tajante “la peor tradición que puede heredar un pueblo es la de la riqueza minera.” y lo ha enfatizado como si una montaña misma manifestara: “yo he acabado por odiar la mina, como quien odia a un enemigo de su familia, como quien aborrece a la hidra de Lerna, comedora de poblaciones, con un odio personal... Frunzo el ceño (...)”
Defender su valle es un deber manifiesto de toda persona que se sienta atravesada por la flecha de su amor a la vida, que es su poesía; su defensa es el mayor reconocimiento a su legado en estos 80 años desde el triunfo de su espíritu de valle, pues como dijo Neruda en el instante que fue galardonada, “ese premio mundial, esa ventana para mirar al mundo y para que por ella se nos respete, lo ha conquistado el espíritu. Y nuestra capitana es una mujer salida de las entrañas del pueblo.” Es un reconocimiento universal que se fundamenta en el respeto, y este se exige porque secar su valle es condenar la vida, su gente; “pensemos cuántas pequeñas Gabrielas, en el fondo de nuestro duro territorio, ahogan sus destinos en la gran miseria que infama nuestra vida de pueblo civilizado” y eso no debemos perpetuarlo por ambiciones mineras que la misma Mistral combatió con dureza, pues “Ella misma es como una parte de nuestra geografía, lenta y terrestre, generosa y secreta”.
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Animismo: La simbología del bosque, la cultura japonesa y Miyazaki
2021-03-19T15:25:15-03:00 Lucía Dozo. EL CLARÍN
El sintoísmo es la segunda religión de Japón, una creencia animista centrada en la naturaleza, que además es eje de la obra del autor de magas y director Hayao Miyazaki. Un parque propone revisar esa producción artística en armonía con el entorno.

La centralidad de simbología del bosque pueden rastrearse en el sintoísmo o shintō, que constituye, actualmente, la segunda religión con mayor número de fieles en Japón, solo superada por el budismo. El shintō es una creencia animista que atribuye a todos los seres, objetos y fenómenos de la naturaleza un alma o principio vital. El sintoísmo afirma la existencia de seres espirituales llamados kami, deidades del cielo y de la tierra que aparecen en textos clásicos japoneses, y que pueden encontrarse también en la naturaleza.
Pero la preservación de los espacios naturales cuenta en la cultura japonesa con una dimensión más profunda porque el término kami refiere también a la esencia divina que une todas las cosas. El cohabitar armoniosamente con la naturaleza es parte de un tejido más complejo porque el shinto reconoce a los objetos como yorishiro, un lugar donde el dios puede residir. De esta manera, para los sintoístas, el escenario natural es parte de una red divina que requiere veneración.
El sintoísmo se mantiene hoy como un “camino” o una “manera de hacer las cosas” porque, en contraste con el budismo o el cristianismo, no tiene fundador histórico. Por esto, se considera como la expresión natural de los sentimientos espirituales del pueblo japonés que creció y evolucionó con el desarrollo de la historia de Japón y de su sociedad.
Un parque y el cine
Ese universo espiritual funciona como estructura de la producción general del mayor director de cine de animación japonés, Hayao Miyazaki, que además es ilustrador, mangaka y productor de anime japonés. Con una carrera de más de cincuenta años, Miyazaki es una figura internacional y suele ser comparado con Walt Disney, Steven Spielberg u Orson Welles. Con su película El viaje de Chihiro, superó el éxito de Titanic en Japón y además fue el primer filme de anime en ganar un Premio Óscar.
En la narrativa de Miyazaki, las historias empujan a la mayoría de sus personajes a las profundidades del bosque, que en la mitología japonesa está vinculado con los orígenes. Por eso, para la construcción de su propio parque temático, el emblemático Studio Ghibli –el estudio japonés responsable de sus filmes que él mismo fundó junto a Isao Takahata– tomó la determinación de incorporar las nuevas construcciones al entorno natural del Parque Conmemorativo de la Expo realizada en Aichi en 2005, un espacio público en las afueras de la ciudad de Nagoya, a 350 kilómetros de Tokio.
Como punto de partida, este espacio de paseo y de introspección cuenta con 200 hectáreas sobre las que se irán construyendo, de manera amigable con el entorno, edificios inspirados en los largometrajes animados del estudio. El proyecto, que se anuncia para el otoño de 2022, contará con cinco zonas temáticas: La colina de la juventud, basada en El castillo ambulante; el Gran almacén de Ghibli, que será la zona gastronómica; La villa de Mononoke, inspirado en la ciudad de hierro de La princesa Mononoke; El valle de las brujas, con reproducciones de El castillo vagabundo, y el Bosque Dondoko, con escenarios de la popular Mi vecino Totoro.
La totalidad del desarrollo se construirá respetando el escenario natural preexistente, en sintonía con ese rasgo clave en la filmografía del director y parte de su filosofía personal. Desde el estudio aseguran que no se va a talar ni un solo árbol para la realización del parque, que se integrará a una gran zona boscosa. Esta mutua convivencia con el entorno natural aparece en los títulos más famosos del director japonés, desde El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke, Nausicaa del Valle del Viento, hasta El castillo en el cielo y Ponyo y el acantilado.
Es que el bosque y el escenario natural tienen una raíz profunda dentro de la cultura japonesa y así lo expresa Miyazaki en su autobiografía: “Hay un sentimiento religioso que se mantiene hasta hoy en día en los japoneses. Es una creencia de que existe un lugar muy puro en lo recóndito de nuestro país donde no se les está permitida la entrada a personas. En ese lugar, el agua fluye y nutre a los bosques más profundos. No remite a ningún libro religioso. Este sentimiento no es reconocido como una religión al mismo nivel que las demás en el mundo, pero para los japoneses es definitivamente un sentimiento religioso”.
Mitología y folclore
Las películas de Miyazaki exploran la tradición japonesa, su mitología y folclore, a lo que enlazan la historia y el pasado. También, la influencia occidental y el equilibrio frágil entre tradición y progreso. Esta mirada nostálgica atraviesa toda su filmografía: “Eso es lo que hace al pasado tan conmovedor: el hecho de que no se puede volver a él, el hecho de que nunca podrá ser recuperado –dice Miyazaki–. Descubrí que mis trabajos eran el producto de la perspectiva histórica nipona y del sentimiento de la naturaleza en mucha mayor medida de lo que en principio yo había pensado. Japón siempre será la base de mi vida”.
Sin embargo, hasta la creación del estudio, el director había puesto su mirada en Occidente. Los escenarios de sus primeras producciones y trabajos previos tenían referencias a países extranjeros y recordaban a las grandes capitales europeas. Fue recién en los años 70 cuando Miyazaki descubrió los escritos del biólogo especialista en plantas Sasuke Nakao y su teoría sobre la pertenencia de Japón a una red cultural más amplia.
Según Nakao, la cultura japonesa no es única ni está aislada; tiene mucho en común con otras culturas de bosques de hoja perenne, caracterizados por la presencia de gruesas y brillantes hojas de color verde oscuro. Nakao la denomina “la cultura de la hoja brillante” y la localiza en la parte norte del Sudeste asiático. La influencia del biólogo empujó a Miyazaki a no limitar su identidad japonesa a las fronteras nacionales de Japón, y apuntó su mirada hacia los árboles y los bosques de su país, localizado en el margen oriental de la cultura de la hoja brillante.
El contacto con el estudio botánico le permitió construir otra relación con la japonesidad, contaminada por la herencia del nacionalismo japonés y los fantasmas de la Segunda Guerra Mundial. Esta nueva mirada queda reflejada en la relación que el director genera entre sus personajes y la naturaleza, donde se anteponen el diálogo y la coexistencia como única vía de supervivencia. En sus películas, los ríos y los bosques están vivos y son piezas claves de la narrativa.
La importancia de la simbología del bosque es avalada por el antropólogo japonés Kazuhiko Komatsu, quien asegura: “El bosque ha sido casi conquistado. Los dioses japoneses han muerto. Pero esto no quiere decir que las reflexiones y la historia del bosque se hayan perdido y olvidado. La gente sigue teniendo esa sensibilidad en su mente”. Las películas de Miyazaki –pronto referenciadas en su propio parque temático en el Parque Conmemorativo de la Expo– apelan a ese inconsciente compartido y a revivir las historias olvidadas.
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MENSAJE SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS Por Gabriela Mistral
Hace ocho años dos palabras bajaron hacia las multitudes de varias naciones y de millones de hombres, y son esas palabras las que celebramos hoy en la forma de los Derechos Humanos.
Muchas patrias ya conocían esta honra, pero no eran todas las criaturas quienes gozaban de estos derechos. Este día llegó por fin hace ocho años y lo celebramos como un nacimiento pascual.
No eran pocos los que dudaron de que la libertad acarrease bienestar a los pueblos retardados y ellos mismos habían rehusado a hombres y mujeres esta gracia tan justiciera.
Celebramos la universidad de nuestra hazaña civil, pero subiste en nosotros todavía un gesto de tristeza. Echemos una mirada que abrace al mundo y quedaremos pensativos.
Recordemos en este aniversario el ancho, y noble bien logrado y hagamos con fervor el voto de que esta fecha será en el Calendario de 1956 absolutamente gloriosa.
Los elegidos que recibieron la chispa divina, bajaron a redimir no sólo pueblos que vendrían después.
Los presentes, que estábamos hartos de tan larga espera, los que aceptamos seguir viviendo como entes privilegiados, continuaremos esta campaña. En ninguna página sagrada hay algo que se parezca al privilegio y aún menos a la discriminación: dos cosas que rebajan, y ofenden al hijo del hombre.
Yo sería feliz si nuestro noble esfuerzo por obtener los derechos Humanos fuese adoptado con toda lealtad por todas las naciones del mundo. Este triunfo será el mayor entre los alcanzados en nuestra época.
Sesión Solemne celebrada el 10 de diciembre de 1955, en la Gran Sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
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DAVID FINCHER: PERSPECTIVA E IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA EN MINDHUNTER
AVISO: esta columna puede contener algunos spoilers menores sobre la primera temporada de la serie
David Fincher ha vuelto con una nueva producción sobre asesinos seriales, esta vez sobre los inicios de una unidad especial del FBI a cargo de formular un manual para detectar a potenciales “asesinos en secuencia”.
En Mindhunter de Netflix han abundado desde el primer capítulo las referencias sociológicas al estudiadísimo fenómeno de la desviación social. Primero se hace notar el recurso de la imaginación sociológica de C. Wright Mills, sociólogo norteamericano de vasto aporte a la disciplina. En su libro la imaginación sociológica (texto introductorio básico a la sociología) postula que las personas, en algún momento del transcurso de sus vidas, han debido plantarse las dificultades y límites del actuar en sus respectivas biografías y muchas veces no pueden superarlas. Sin embargo, difícilmente van a impugnar dichas dificultades y limitantes a largos procesos históricos-sociales o a “contradicciones institucionales”; en último término, “no pueden hacer frente a sus problemas personales en formas que les permitan controlar las transformaciones estructurales que suelen estar detrás de ellas”. Ahora bien, la imaginación sociológica aparece como la promesa de que podamos atar cabos entre las distintas y complejas dimensiones del ser humano, desde lo individual a lo social por nombrar la más elemental; La imaginación sociológica es una condición necesaria para desarrollar una cualidad mental que nos permita usar e interpretar un vasto mar de datos e información que rebasan nuestra capacidad de asimilación. Esta aproximación teórica se hace patente en uno de sus protagonistas desde el capítulo uno, aunque el mismo protagonista no sé de cuenta que está haciendo uso de esta cualidad socio-imaginativa para superar las dificultades que se presentan en su carrera profesional.
La producción de la serie ha debido recurrir a la imaginación sociológica para configurar en la trama el estudio incipiente del comportamiento humano en los albores del FBI por entender lo inentendible: los actos de algunos criminales que no parecen tener lógica alguna y que están fuera de todo prospecto sobre criminalística. La tarea es entonces la elaboración de un nuevo “manual” para entender aquello que escapa a todo lo conocido hasta entonces sobre el comportamiento criminal. El desafío lo asumen los agentes especiales del FBI Holden Ford y Bill Tench a quienes se posteriormente se suma Wendy Carr, Doctora psiquiatra. El desafío los llevará indefectiblemente a una cruzada profundamente epistemológica sobre el estado del arte de la criminalística en los Estados Unidos de finales de los 70’.
Para plantear el problema epistemológico, Fincher se ve obligado a recurrir a un personaje secundario: Debbie Mitford, estudiante de sociología. Ella en el primer capítulo le advierte a Holden Ford (personaje principal) que si está estudiando y enseñando sobre criminales y sociópatas, debe introducirse en la lectura de Emile Durkheim (sociólogo francés del siglo XIX, pionero en el método sociológico) sobre desviación. De esta manera el personaje principal, a través de su cruzada epistemológica, va tomando conciencia de la apertura de un campo de conocimiento desconocido, así como de las dimensiones complejas del ser humano que su “limitada perspectiva de agente federal” (en palabras de Debbie) no logra comprender. Lo que sugiere Debbie a Holden, en última instancia, es que necesita de la “perspectiva sociológica”.
Pasada poco más de la mitad de la serie ya se habían mencionado en algunas líneas los trabajos de Erving Goffman sobre la sociología performativa, enfoque teórico que plasma en La presentación de la persona en la vida cotidiana y que postula que las personas en la “interacción simbólica” de la cotidianeidad, adoptan distintos roles en sus biografías tal como si fuera una obra de teatro: con diversos roles que asumir, un escenario, bambalinas, guiones, etc. Esta “reseña” que hace Debbie a Holden, le resulta de mucha utilidad para que comprenda las estrategias de los asesinos seriales en el desenvolvimiento cotidiano de sus vidas. Se mencionan además los anacronismos teóricos de Cesare Lombroso en la categorización estereotipada de los criminales; y a Pavlov, otro conductista; en otra escena vemos a Debbie estudiando al propio C. Wright Mills sobre su libro La Elite del poder, libro que ha tomado gran vigencia sobre la correlación entre la política, el dinero y los medios masivos de comunicación.
Finalmente, e independiente de las sugerencias al espectador sobre la necesidad de una imaginación sociológica, la serie plantea otro (y muchísimo más interesante) dilema en la línea argumentativa: la necesidad de un nuevo paradigma y la formulación de una metodología capaz de sistematizar toda la información que éste grupo de agentes del FBI han logrado recabar sobre el comportamiento desviado en los criminales violentos.
Juego Profundo: dilemas metodológicos y epistemológicos de los cazadores de mente
En el transcurso de la serie, los personajes se enfrentan a un viejo dilema epistemológico que en ciencias sociales fue elocuentemente abordado en un escrito del antropólogo estadounidense Clifford Geertz: Juego Profundo: nota sobre la pelea de gallos en Bali. En dicho escrito, Geertz plantea las dificultades del investigador para lograr confianza entre sus fuentes de información, en este caso los nativos de una comunidad en Indonesia que practicaba de manera clandestina la pelea de gallos. Geertz se enfrenta a la dificultad de no poder obtener información (ni mucho menos fiable) por su mera presencia. Para él es imposible pasar desapercibido, el investigador mismo interfiere en “su objeto de estudio” dificultando precisamente la anhelada objetividad. Pero esa es otra arista del problema. Geertz sólo termina siendo aceptado por la comunidad cuando se ve involucrado en una redada policial que allana el lugar clandestino donde se celebraban las competencias de gallo (naturalmente, él también se vio en la obligación de escapar de la policía, siendo en ese momento un fugitivo tal como los miembros del club de pelea) Esta condición permitió que los nativos (en un gesto que el propio Geertz no esperaba) lo defendieran bajo el argumento de que él no era un delincuente, sino un investigador que venía haciendo su trabajo en un momento y lugar equivocados.
En este mismo dilema se encuentran Holden y sus compañeros cuando notan que su mera presencia interfiere en los resultados de la investigación; al principio, la estrategia de Holden es adaptarse de manera intuitiva a las diversas características de personalidad de los psicópatas para lograr no solo información relevante, sino además confiabilidad. Al principio el protagonista sólo toma notas, pero después se da cuenta que necesita grabar las entrevistas; tampoco posee un cuestionario, pero aun así logra recabar cierta información para comenzar a trazar de manera incipiente perfiles sociopáticos.
La irrupción de otro personaje se hace necesaria puesto que Holden es incapaz de realizar la hazaña metodológica y epistemológica sin la ayuda de un experto. La doctora Wendy Carr hace su aparición como una psiquiatra experta en conductas desviadas que hace clases en la universidad de Boston. Ella es capaz de ver el potencial del trabajo que vienen haciendo Holden y su compañero Bill Tench (de hecho es la primera persona que les corrobora que sus investigaciones podrían tener aspectos revolucionarios) Pronto se hace parte del equipo dejando atrás su exitosa vida académica. Sin embargo, ella platea un problema metodológico que puede interferir y dificultar la recabación de la información durante la investigación: la falta de sistematización. Ella sostiene que es necesario utilizar un cuestionario para poder sistematizar, clasificar y depurar la información en categorías analizables. En principio sus compañeros están de acuerdo, pero Holden y Tench pronto se dan cuenta que esta impronta analítica es poco eficaz al momento de realizar las entrevistas. Dejando de lado las sugerencias “académicas” de Wendy Carr, Holden arbitrariamente readapta su estrategia al contexto en que se realizan las entrevistas. A este punto, Holden ha llegado a lo que Clifford Geertz plasmó en su escrito sobre la pelea de gallos en Bali y que él llama el Juego Profundo, es decir una apuesta del todo o nada. Para el filósofo Jeremy Bentham (de quien Geertz toma el concepto) un juego profundo es aquel donde el riesgo es tan grande que resulta, en términos vitales, una actitud prácticamente irracional. Sin embargo como platea Geertz, no se trata aquí en entender el riesgo en términos vitales, sino en términos simbólicos y de perdida de status: Holden ha puesto en riesgo todo el resultado del trabajo realizado en la unidad especial del FBI junto a sus compañeros y su fracaso lo dejaría afuera de la propia unidad que fundó. Aquí el juego profundo se desarrolla en las dimensiones metodológicas y epistemológicas en disputa con sus compañeros y superiores en la elaboración de sus investigaciones en comportamiento humano.
Epílogo
Independientemente de este acercamiento y análisis, la serie no se queda atrás en cuanto al desarrollo de personajes, se nota el cuidado y esmero prolijo en la evolución de estos; no han caído en el sensacionalismo de la violencia, ni en el gore para retratar una temática que bien podría tentar a los realizadores a competir con la tendencia a mostrarlo todo sin dejar ya nada a la imaginación. En este sentido, han hecho una buena apuesta al dejar que se desarrolle en las mentes de los espectadores el horror implícito plasmado en los testimonios de los personajes más grotescos a la hora de detallar la barbarie humana, sin la necesidad de mostrar más de lo necesario. El resultado es una huella mental profunda y poco común.
Finalmente para excusarme de ver la serie en cuatro noches (recomiendo que tengan una buena excusa si la ven en menos) podría argüir, por ejemplo, que los personajes principales están basados en personas de la vida real; y si eso no es suficiente, el mismo Stephen King ha dicho por su cuenta de twitter que recomienda “encarecidamente ver Mindhunter” si es que quieren ver algo que los deje con la boca abierta sin mucha salpicadura de sangre.
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Jack London, el mundo de un escritor proletario
La corta vida de Jack London, quién falleció un día 22 de noviembre de 1916 a la prematura edad de 40 años, se desenvolvió como una novela: abundaron trabajos extravagantes y diversos, se multiplicaron aventuras peligrosas con piratas y ladrones; sobraron paisajes, colores y sabores de viajes por los lugares más recónditos del mundo. Y cuando la vida se asemeja tanto a una novela con miles de capítulos, la realidad y la ficción se entrelazan conformando un mundo propio. El mundo London.
Nicolás Bendersky
Ediciones IPS-CEIP
Saqueador de ostras en la bahía de San Francisco, vagabundo y buscavidas por diversas ciudades de EE.UU., cazador de focas en las costas japonesas, obrero en una lavandería, en una fábrica de enlatado y en minas de carbón, buscador de oro en Alaska; su vida transcurrió hasta los 30 años, como un verdadero aquelarre. Y lo singular fue que había pasado estrictamente separada de la escritura. No así de la lectura que lo acercó lentamente a Kipling, Spencer, Darwin, Stevenson, Malthus, Marx, Poe, y Nietzsche.
Pero llegó el momento. Él lo sentía y lo palpaba. Jack London había nacido para escribir.
“Y entonces, restrellante de luz, brotó la idea. Escribiría. Sería uno de los ojos del mundo, uno de los corazones a través de los cuales siente ese mundo y uno de los oídos a través de los cuales el mundo oye. (…) En prosa y en verso, sobre hechos reales e imaginarios (…) escribiría.” (De Martín Eden. Autobiografía novelada)
Y así empezó el oficio. Tomó la palabra, se apropió de ella y la escribió. Y ese don, afloró como un verdadero río imparable.
“Escribía torrentosa e intensamente, de la mañana a la noche y bien entrada la noche (…) Era el suyo un continuo estado febril. La gloria de crear, que se suponía atributo exclusivo de los dioses, era suya” (Martín Eden)
Primero fueron cientos de artículos, notas y cuentos para revistas que retrataban manifiestamente sus propias aventuras por los mares del Pacífico o el frío de Alaska. Luego vinieron relatos y novelas más conocidos como La llamada de la selva y Colmillo Blanco (ambas con poderosas historias de perros), El Lobo de Mar, El silencio blanco, La expedición del pirata o Cuentos de los Mares del Sur, entre otros.
En muchos de éstos abunda una visión naturalista. Una especie de alabanza a ultranza de la naturaleza, opuesta al mundo capitalista como civilización contaminada. Un mundo, ya para su época, (fines del siglo XIX) repleto de grandes fábricas que despiden humo negro por sus chimeneas, mezcladas con estrechos y amontonados barrios donde los trabajadores viven hacinados. A esto, le oponía el mundo natural, idílico. Pero donde también había que luchar por la vida.
Un escritor proletario
Para alguien que “había nacido en la clase obrera”, (como él mismo relata en un artículo de 1906), y adherido a la causa socialista desde muy joven (como explica en Cómo me hice socialista), escribir sobre su propia condición, sobre los padecimientos y sueños revolucionarios de su clase, no iba a ser algo ajeno.
Bajo el contexto del naciente socialismo estadounidense de Eugene Debbs y Daniel De León, cuentos como La huelga general, Talón de Hierro, Gente del abismo, Los favoritos de Midas, Goliah, La fuerza de los fuertes o Estado de Guerra, tienen como protagonista a trabajadores, y se desarrollan -de alguna u otra manera- elementos de la lucha de clases contra los patrones.
En ellos también se retrata diversos aspectos desde la óptica de los trabajadores: desde una huelga general en San Francisco que refleja toda la fuerza de la clase obrera para parar cada resorte del funcionamiento de la sociedad; hasta un régimen como El Talón de Hierro, erigido como un poder económico y político sobre la derrota de una revolución. Esta novela –que constituye una buena entrada a la obra de London- está escrita en la forma de un diario que lleva la esposa de Ernesto Everhard, y que si bien va desplegando las características de la dominación de este régimen, va desenvolviendo los intentos de una revolución en el pasado. Como dice Evehard:
“Nuestra intención es tomar no solamente las riquezas que están en las casas, sino todas las fábricas, los bancos y los almacenes. Esto es la revolución (…) Queremos tomar en nuestras manos las riendas del poder y el destino del género humano. ¡Estas son nuestras manos, nuestras fuertes manos! Ellas os quitarán vuestro gobierno, vuestros palacios y vuestra dorada comodidad, y llegará el día en que tendréis que trabajar con vuestras manos para ganaros el pan, como lo hace el campesino en el campo o el hortera reblandecido en vuestras metrópolis. Aquí están nuestras manos. Miradlas: ¡son puños sólidos!”
El relato de la aparición de un régimen represivo, montado sobre derrotas revolucionarias, anticipa genialmente la aparición del fascismo 20 años antes de su llegada.
En 1929, la revista New Masses escribe sobre London “Un verdadero escritor proletario, no sólo debe escribir para la clase trabajadora, sino que debe ser leído por la clase trabajadora. Un verdadero escritor proletario no sólo debe usar su vida proletaria como material para sus libros: en estos debe arder el espíritu de la rebeldía. Jack London era un auténtico escritor proletario; el primero y, hasta ahora, el único escritor proletario de genio de los Estados Unidos. Los obreros que leen, leen a Jack London. Es el único escritor al que han leído todos, es la sola experiencia literaria que tienen en común. Los obreros de las fábricas, los peones del campo, los marinos, los mineros, los vendedores de diarios, lo leen y lo releen. Es el escritor más popular entre la clase obrera de los EE.UU.”.
Y ese espíritu de rebeldía enardecía en cada uno de sus escritos. Ardía y se desarrollaba al calor de sus convicciones socialistas que trataba de difundirlas a lo largo y a lo ancho de EE.UU., mediante, charlas, mitines y conferencias. Como revela en este comentario, no tenía dudas de su ideología.
“Los socialistas eran revolucionarios, en la medida en que luchaban para transformar la sociedad tal como existe actualmente, y con otros materiales, construir una nueva sociedad. Yo también era socialista revolucionario. (…) Estas son mis perspectivas. Aspiro al nacimiento de una nueva época donde el hombre realizará el mayor progreso, un progreso más elevado que el de su vientre, y en el que el aura para animarlos para nuevas acciones será mucho más estimulante que la actual derivada de su estómago. Guardo intacta mi confianza en la nobleza y excelencia de la especie humana. Creo que la delicadeza espiritual y el altruismo triunfaran sobre la glotonería grosera que reina hoy en día. En último lugar quiero hacer constar mi confianza hacia la clase obrera. Como ha dicho un francés: ´En la escalera del tiempo resuenan sin cesar el ruido de los zuecos que suben, y de los zapatos barnizados que descienden´” (Yo he nacido en la clase obrera (1906)
El final
La vida de London transcurrió como un huracán vertiginoso. Fue intensa, pasional, fulgurante como una cometa del cielo. Y encontró su fin abruptamente un 22 de octubre de 1916. Murió en Glen Ellen, California, a la temprana edad de 40 años. Si bien sus médicos elaboraron un certificado de defunción cuya causa fue una urémia, sus biógrafos que aseguran que se suicidó de una sobredosis de morfina y otras drogas que solía utilizar para calmar dolores.
La muerte había sido pensada, trabajada y escrita por London en varios cuentos y novelas. Acaso su autobiografía novelada, con su alter ego Martín Eden, posee un final que anticipa su propio fin. Se había ido un escritor proletario, un mago de las palabras, un agitador socialista, un contador de historias. Y eso es lo que sobrevive. Sus 50 libros con cientos de cuentos y novelas, (algunas llevadas al cine); y su llama ardiente que provoca desprecio por la sociedad capitalista, y rebeldía hasta en la última gota de la sangre.
Trotsky, Guevara, Lenin, lectores de Jack London
Si bien Jack London tuvo infinidad de lectores, críticos y analistas, sobresalen los revolucionarios, los que pusieron el ojo en él y vieron que no era un escritor más, que podía observar más allá, viendo y retratando al mundo siempre desde la óptica obrera.
Es conocido el planteo de Ernesto Che Guevara que recuerda en La sierra y el llano de 1961 que siendo herido en el desembarco del Granma por una balacera, recordó un cuento de London.
“Inmediatamente me puse a pensar en la mejor manera de morir en ese minuto en el que parecía todo perdido. Recordé un viejo cuento de Jack London, donde el protagonista apoyado en el tronco de un árbol se dispone a acabar con dignidad su vida, al saberse condenado a muerte, por congelación, en las zonas heladas de Alaska. Es la única imagen que recuerdo”.
El cuento es Encender una hoguera, y tiene como escenario las frías tierras de Yukón, Alaska. Hacia el final, dice:
“Cuando hubo recobrado el aliento y el control, se sentó y recreó en su mente la concepción de afrontar la muerte con dignidad”.
Julio Cortázar también reparó en este planteo del Che, y lo utilizó como frase que prologa uno de sus cuentos, Reunión de Todos los fuegos el fuego.
En tanto Lenin, también era un lector de London. Poseía en el Kremlin varios de sus libros y alabó mucho la crítica que realizó el escritor al revisionismo y oportunismo del Partido Socialista de los EE.UU.
Se cuenta que hacia el final de su vida, luego de varios ataques cerebrales que lo habían dejado sin habla, solía escuchar plácidamente la lectura de su mujer Nadezhda Krupskaia. Su muerte el 21 de enero de 1924, había ocurrido dos días después de escuchar Amor a la vida, cuento de London que era uno de sus favoritos.
Por último, León Trotsky también reparó en la literatura de London. En 1937 escribe una carta dirigida a su hija Joan donde comentaba el magnífico El Talón de Hierro: “Hay que destacar muy particularmente el papel que Jack London atribuye en la evolución de la Humanidad a la burocracia y la aristocracia obrera. Gracias a su apoyo, la plutocracia americana logrará aplastar el levantamiento de los obreros y mantener su dictadura de hierro en los tres siglos venideros. No vamos a discutir con el poeta sobre un plazo que no puede dejar de parecernos extraordinariamente largo. Aquí lo importante no es ese pesimismo sino su tendencia apasionada a espabilar a quienes se dejan adormecer por la rutina, a obligarlos a abrir los ojos, a ver lo que es y lo que está en proceso. El artista utiliza hábilmente los procedimientos de la hipérbole. Lleva a su límite extremo las tendencias internas del capitalismo al avasallamiento, a la crueldad, a la ferocidad y a la perfidia. Maneja los siglos para medir mejor la voluntad tiránica de los explotadores y el papel traidor de la burocracia obrera. Sus hipérboles más románticas son, en fin de cuentas, infinitamente más justas que los cálculos de contabilidad de los políticos llamados “realistas”. No es difícil imaginar la incredulidad condescendiente con la que el pensamiento socialista oficial de entonces acogió las previsiones terribles de Jack London. Si nos tomamos el trabajo de examinar las críticas de El Talón de Hierro que se publicaron en los periódicos alemanes de entonces, Neue Zei y Worwaerts, y en los austriacos Kampf y Arbeiter Zeitung, no será difícil convencerse de que el “romántico” de treinta años veía incomparablemente más lejos que todos los dirigentes socialdemócratas reunidos de aquella época. Además, Jack London no sólo resiste en ese dominio la comparación con los reformistas y los centristas. Se puede afirmar con certeza que, en 1907, no había un marxista revolucionario, sin exceptuar a Lenin y Rosa Luxemburgo, que se representara con tal plenitud la perspectiva funesta de la unión entre el capital financiero y la aristocracia obrera. Esto basta para definir el valor especifico de la novela”.
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LA CIUDAD DE LA DISTINCIÓN POLÍTICA
Impaciente por entrar en la Ciudad de la Distinción Política antes del anochecer, Jamrach el Rico llegó a una bifurcación del camino y no supo en qué dirección seguir; consultó entonces a una Persona de Aspecto Sabio sentada al borde de la calzada.
—Sigue por aquel camino —dijo la Persona de Aspecto Sabio, señalando—; se lo conoce como Vía de la Política.
—Gracias —dijo Jamrach, a punto de ponerse en marcha.
—¿Cuánto es «gracias»? —fue la respuesta—. ¿Crees que estoy aquí por cuestiones de salud?
Como Jamrach no se había vuelto rico por estupidez, entregó algo al guía y siguió su camino, y pronto llegó a un peaje atendido por un Caballero Benévolo, a quien dio algo para que le franqueara el paso. Un poco más adelante se encontró con un puente que atravesaba un río imaginario, donde un Ingeniero Civil (que había construido el puente) le exigió algo para recuperar su inversión, a lo que él accedió. Era tarde cuando Jamrach llegó a la orilla de lo que parecía ser un lago de tinta negra, y allí concluía el camino. Al ver a un Barquero en una lancha, le pagó para que lo llevara al otro lado y se dispuso a embarcar.
—No —dijo el Barquero—. Mete el cuello en esta soga y te remolcaré. Es la única manera —agregó, viendo que el pasajero estaba a punto de quejarse de las condiciones.
Al fin llegó a la otra orilla, medio estrangulado y muy embadurnado por las feculentas aguas.
—Bueno —dijo el Barquero, sacándolo del agua y aflojándole la soga—, ahora estás en la Ciudad de la Distinción Política. Hay aquí cincuenta millones de habitantes, y como el color del Charco Inmundo no sale con nada, todos tienen el mismo aspecto.
—¡Ay! —exclamó Jamrach, llorando la pérdida de todas sus posesiones, gastadas en propinas y peajes—. Regresaré contigo.
—No creo que puedas hacerlo —dijo el Barquero, alejándose de la orilla—; esta ciudad está situada en la Isla Sin Retorno.
EL PRINCIPIO MORAL Y EL INTERÉS MATERIAL
Un Principio Moral se encontró con un Interés Material en un puente tan estrecho que sólo permitía el paso de uno de los dos.
—¡Al suelo, cosa vil! —tronó el Principio Moral—. ¡Te pasaré por encima!
El Interés Material se limitó a mirar al otro a los ojos sin hablar.
—Ah —dijo el Principio Moral, vacilante—, sorteemos quién se aparta y quién pasa primero.
El Interés Material mantuvo el silencio cerrado y la mirada firme.
—Para evitar un conflicto —prosiguió el Principio Moral, un poco incómodo—, me tiraré al suelo y tú me pasarás por encima.
Entonces el Interés Material encontró una voz, que por extraña coincidencia era la suya.
—Como alfombra no eres gran cosa —dijo—. Soy un poco exigente con lo que piso. Prefiero que te tires al agua.
Eso ocurrió.
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In science, when human behavior enters the equation, things go nonlinear. That's why Physics is easy and Sociology is hard.
— Neil deGrasse Tyson (@neiltyson) 6 de febrero de 2016
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SIETE CONSEJOS DE ROALD DAHL
PARA QUIENES DESEEN ESCRIBIR FICCIÓN
<![if !supportLists]>1. <![endif]>Debes tener una imaginación viva.
<![if !supportLists]>2. <![endif]>Debes estar dispuesto a escribir bien. Con esto quiero decir que debes ser capaz de hacer que una escena cobre vida en la mente del lector. No todos poseen esta habilidad. Es un don, y como tal, lo tienes o no.
<![if !supportLists]>3. <![endif]>Debes tener resistencia. En otras palabras, debes ser capaz de atenerte a lo que estás haciendo y nunca darte por vencido; hora tras hora, días tras día, semana tras semana, mes tras mes.
<![if !supportLists]>4. <![endif]>Debes ser perfeccionista. Esto significa que nunca debes darte por satisfecho con lo que has escrito hasta haberlo reescrito una y otra vez, hasta hacer una historia tan buena como te sea posible.
<![if !supportLists]>5. <![endif]>Debes tener una fuerte auto-disciplina. Estás trabajando solo. Nadie te está empleando. No hay nadie alrededor para regañarte si no te presentas al trabajo, o para fastidiarte si comienzas a flaquear.
<![if !supportLists]>6. <![endif]>Ayuda mucho el que poseas un agudo sentido del humor. Esto no es primordial cuando escribes para adultos, pero para los niños, es vital.
<![if !supportLists]>7. <![endif]>Debes poseer cierto grado de humildad. El escritor que piensa que su trabajo es maravilloso, se mete en problemas.
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LA UTOPÍA DE UNA EXPLOTACIÓN SIN LÍMITES. LA ESENCIA DEL NEOLIBERALISMO¹
PIERRE BOURDIEU - MAYO DE 1998
El mundo económico ¿es realmente, como pretende la teoría dominante, un orden puro y perfecto, que desarrolla de manera implacable la lógica de sus consecuencias previsibles, y dispuesto a reprimir todas las transgresiones con las sanciones que inflige, bien de forma automática o bien - más excepcionalmente - por mediación de sus brazos armados, el FMI o la OCDE, y de las políticas que estos imponen: reducción del coste de la mano de obra, restricción del gasto público y flexibilización del mercado de trabajo? ¿Y si se tratara, en realidad, de la verificación de una utopía, el neoliberalismo, convertida de ese modo en programa político, pero una utopía que, con la ayuda de la teoría económica con la que se identifica, llega a pensarse como la descripción científica de lo real?
Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática basada, desde su mismo origen, en una formidable abstracción, que, en nombre de una concepción tan estrecha de la racionalidad, identificada con la racionalidad individual, consiste en poner entre paréntesis las condiciones económicas y sociales respecto a las normas racionales y de las estructuras económicas y sociales que son la condición de su ejercicio.
Para percibir la dimensión de estos aspectos omitidos, basta pensar en el sistema de enseñanza, que jamás se tuvo en cuenta en tanto que tal en un momento en el que desempeña un papel determinante en la producción de bines y servicios, así como en la producción de los productores. De esta especie de pecado original, inscrito en el mito walrasiano² de la "teoría pura", derivan todas las carencias y las ausencias de la disciplina económica, y la obstinación fatal con la que se pega a la oposición arbitraria a la que da lugar, por su sola existencia entre la lógica propiamente económica, basada en la competencia y portadora de eficacia, y la lógica social, sometida a la regla de la equidad.
Dicho esto, esta "teoría" originariamente desocializada y "deshistorizada" tiene hoy más que nunca los medios de convertirse en verdad, empíricamente verificable. En efecto, el discurso neoliberal no es un discurso como los otros. A la manera del discurso psiquiátrico en el sanatorio, según Erving Goffman³, es un "discurso fuerte", que si es tan fuerte y tan difícil de combatir es porque dispone de todas las fuerzas de un mundo de relaciones de fuerza que él contribuye a hacer tal y como es, sobre todo orientando las opciones económicas de los que dominan las relaciones económicas y sumando así su propia fuerza, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza. En nombre de ese programa científico de conocimiento, convertido en programa político de acción, se lleva a cabo un inmenso trabajo político (negado en tanto que es, en apariencia, puramente negativo) que trata de crear las condiciones de realización y de funcionamiento de la "teoría"; un programa de destrucción metódica de los colectivos.
El giro hacia la utopía neoliberal de un mercado puro y perfecto, posibilitado por la política de desregulación financiera, se realiza a través de la acción transformadora y, hay que decirlo muy claro, destructora de todas la medidas políticas (la más reciente de éstas es el A.M.I., Acuerdo Multilateral de Inversiones, destinado a proteger a las empresas extranjeras y sus inversiones contra los Estados nacionales), tendientes a poner en tela de juicio todas las estructuras colectivas capaces de obstaculizar la lógica del mercado puro : nación, cuyo margen de maniobra no deja de disminuir; grupos de trabajo con, por ejemplo, la individualización de los salarios y de las carreras en función de las competencias individuales y la atomización de los trabajadores, sindicatos, asociaciones, cooperativas; incluso familia, que, a través de la constitución de mercados por "clases de edad", pierde una parte de su control sobre el consumo.
El programa neoliberal, que extrae su fuerza social de la fuerza político - económica de aquellos cuyos intereses expresa (accionistas, operadores financieros, industriales, políticos conservadores o socialdemócratas convertidos a la deriva cómoda del laisser-faire, altos ejecutivos de las finanzas, tanto más empecinados en imponer una política que predica su propio ocaso cuanto que, a diferencia de los técnicos superiores de las empresas, no corren el peligro de pagar, eventualmente, sus consecuencias), tiende a favorecer globalmente el desfase entre las economías y las realidades sociales, y a construir de este modo, en la realidad, un sistema económico ajustado a la descripción teórica, es decir, una especie de máquina lógica, que se presenta como una cadena de restricciones que obligan a los agentes económicos.
La mundialización de los mercados financieros, junto al progreso de las técnicas de información, garantiza una movilidad sin precedentes de capitales y proporciona a los inversores, preocupados por la rentabilidad a corto plazo de sus inversiones, la posibilidad de comparar de manera permanente la rentabilidad de las más grandes empresas y de sancionar en consecuencia los fracasos relativos. Las propias empresas, colocadas bajo semejante amenaza permanente, deben de ajustarse de forma más o menos rápida a las exigencias de los mercados, so pena, como se ha dicho, de "perder la confianza de los mercados", y, al mismo tiempo, el apoyo de los accionistas que, preocupados por una rentabilidad a corto plazo, son cada vez más capaces de imponer su voluntad a los managers, fijarles normas (a través de las direcciones financieras) y de orientar sus políticas en materia de contratación, de empleo y de salarios.
De este modo se instaura el reino absoluto de la flexibilidad, con la extensión de los contratos temporales o los interinatos, y los "planes sociales" reiterados y, en el propio seno de la empresa, la competencia entre filiales autónomas, entre equipos empujados a la polivalencia y, en definitiva, entre individuos, a través de la individualización de la relación salarial: fijación de objetivos individuales; entrevistas individuales de evaluación; evaluación permanente; subidas individualizadas de salarios o concesión de primas en función de la competencia y del mérito individuales; carreras individualizadas; estrategias de "responsabilización" tendientes a asegurar la autoexplotación de algunos técnicos superiores que, meros asalariados bajo fuerte dependencia jerárquica, son considerados a la vez responsables de sus ventas, de sus productos, de su sucursal, de su almacén, etc., como si fueran "independientes"; exigencia de "autocontrol" que extiende la "implicación" de los asalariados, según las técnicas de la "gestión participativa", mucho más allá de los empleos de técnicos superiores. Técnicas todas ellas de dominación racional que, mediante la imposición de la superinversión en el trabajo a destajo, se concitan para debilitar o abolir las referencias y las solidaridades colectivas⁴.
La institución práctica de un mundo darwinista de lucha de todos contra todos, en todos los niveles de la jerarquía, que halla los resortes de la adhesión a la tarea y a la empresa en la inseguridad, el sufrimiento y el stress, no podría triunfar tan completamente, sin duda, de no contar con la complicidad de las disposiciones precarizadas que produce la inseguridad y la existencia - en todos los niveles de la jerarquía, hasta en los niveles más elevados, especialmente entre los técnicos superiores - de un ejército de reserva de mano de obra domeñada por la precarización y por la amenaza permanente del paro. En efecto, el fundamento último de todo este orden económico situado bajo el signo de la libertad, es la violencia estructural del paro, de la precariedad y de la amenaza de despido que implica: la condición del funcionamiento "armonioso" del modelo micro-económico individualista es un fenómeno de masas, la existencia del ejército de reserva de los parados.
LOS EFECTOS VISIBLES DEL MODELO
Esta violencia estructural pesa también sobre lo que llamamos el contrato de trabajo (sabiamente racionalizado y desrealizado por la "teoría de los contratos"). El discurso de empresa nunca había hablado tanto de confianza, de cooperación, de lealtad y de cultura de empresa como en una época en la que se obtiene la adhesión de cada instante haciendo desaparecer todas las garantías temporales (las tres cuartas partes de los contratos son temporales, no cesa de crecer la parte de empleos precarios y el despido individual tiende a no estar ya sometido a ninguna restricción).
Vemos así cómo la utopía neoliberal tiende a encarnarse en la realidad de una especie de máquina infernal, cuya necesidad se impone a los propios dominadores. Esta utopía - como el marxismo en otros tiempos, con el cual, desde este planteamiento, tiene muchos puntos en común - suscita una formidable creencia, la free trade faith (la fe en el librecambio), no sólo entre los que viven de ella materialmente, como los financieros, los patronos de las grandes empresas, etc., sino también entre los que extraen de ella su razón de existir, como los altos ejecutivos y los políticos, que sacralizan el poder de los mercados, en nombre de la eficacia económica, que exigen el levantamiento de las barreras administrativas o políticas susceptibles de importunar a los detentadores de capitales en la búsqueda puramente individual de la maximización del beneficio individual, instituida en modelo de racionalidad, que quieren bancos centrales independientes, que predican la subordinación de los Estados nacionales a las exigencias de la libertad económica para los amos de la economía, con la supresión de todas las reglamentaciones en todos los mercados, empezando por el mercado de trabajo, la prohibición de los déficits y de la inflación, la privatización generalizada de los servicios públicos y la reducción del gasto público y del gasto social.
Los economistas vinculados al neoliberalismo, sin compartir necesariamente los intereses económicos y sociales como verdaderos creyentes, tienen los suficientes intereses específicos en el campo de la ciencia económica como para aportar una contribución decisiva, cualesquiera que sean sus impresiones respecto de los efectos económicos y sociales de la utopía que visten de razón matemática, en la producción y en la reproducción de la creencia en la utopía neoliberal. Como están separados a lo largo de toda su existencia y, sobre todo, por su formación intelectual, casi siempre puramente abstracta, libresca y teoricista, del mundo económico y social tal como es, se muestran particularmente inclinados a confundir las cosas de la lógica con la lógica de las cosas.
Participan y colaboran en un formidable cambio social y económico - confiando en modelos que tunca tuvieron la oportunidad de someter a la prueba de la verificación experimental, propensos a mirar desde arriba los logros de las otras ciencias históricas, en las que no reconocen la pureza y la transparencia cristalina de sus juegos matemáticos, y cuya profunda necesidad y su capacidad suelen ser incapaces de comprender - que, pese a que algunas de sus consecuencias les causan horror (pueden cotizar para el Partido Socialista y dar meditados consejos a sus representantes en las instancias de poder), no puede disgustarles ya que, aun a riesgo de algunos fallos, imputables a lo que ellos llaman a veces "burbujas especulativas", tiende a hacer realidad la utopía ultraconsecuente (como ciertas formas de locura) a la que consagran su vida.
Y, sin embargo, el mundo está ahí, con los efectos inmediatamente visibles de la puesta en práctica de la gran utopía neoliberal: no sólo la miseria cada vez mayor de las sociedades más avanzadas económicamente, el crecimiento extraordinario de las diferencias entre las rentas, la desaparición progresiva de los universos autónomos de producción cultural, cine, edición, etc., por la imposición intrusista de los valores comerciales, sino también y sobre todo la destrucción de todas las instancias colectivas capaces de contrapesar los efectos de la máquina infernal, a la cabeza de las cuales está el Estado, depositario de todos los valores universales asociados a la idea de público, y la imposición, generalizada, en las altas esferas de la economía y del Estado, o en el seno de las empresas, de esta especie de darwinismo moral que, con el culto del "triunfador", formado esencialmente en las matemáticas superiores, instaura como normas de todas las prácticas la lucha de todos contra todos y el cinismo.
¿Cabe esperar que el volumen extraordinario de sufrimiento que produce semejante régimen político-económico llegue un día a ser el origen de un movimiento capaz de parar la carrera hacia el abismo? De hecho, nos encontramos aquí ante una extraordinaria paradoja: en tanto que los obstáculos encontrados reiteradamente en el camino de la realización del otro orden - el del individuo solo, pero libre - se consideran hoy imputables a rigideces y a arcaísmos, y mientras que cualquier intervención directa y consciente, al menos cuando viene del Estado, es desacreditada de antemano, es decir, conminada a desaparecer en beneficio de un mecanismo puro y anónimo, el mercado (olvidamos con frecuencia que éste es también el ámbito del ejercicio de los intereses), en realidad, la permanencia o la supervivencia de las instituciones y de los agentes del orden antiguo a punto de ser desmantelado, y todo el trabajo de todos los niveles de trabajadores sociales, y también todas las solidaridades sociales, familiares y muchas más, es lo que hace que el orden social no se hunda en el caos a pesar del volumen creciente de la población precarizada.
El paso al "liberalismo" se ha realizado de manera insensible, o sea imperceptible, como la deriva de los continentes, ocultando así a las miradas sus más terribles efectos a largo plazo. Efectos que, paradójicamente, también son disimulados por las resistencias que suscita ya por parte de los que defienden el orden antiguo bebiendo en las fuentes que encerraba, en las solidaridades antiguas, en las reservas de capital social que protegen toda una parte del orden social presente de su caída en la anomía. (Capital que si no se renueva, ni se reproduce, está abocado a su depauperación, pero cuyo agotamiento no es para mañana).
Pero esas mismas fuerzas de "conservación", a las que no es tan fácil tratar como fuerzas conservadoras, son también, bajo otra relación, fuerzas de resistencia contra la instauración del orden nuevo, que pueden terminar siendo fuerzas subversivas. Y si, por consiguiente, podemos guardar alguna esperanza razonable, es porque todavía existe, en las instituciones estatales y también en las disposiciones de los agentes (en especial, los más vinculados a esas instituciones, como la pequeña aristocracia funcionarial), de tales fuerzas que, bajo la apariencia de defender simplemente - como se les reprochará en seguida -un orden desaparecido y los "privilegios" correspondientes, deben ciertamente (para resistir la prueba) afanarse en inventar y construir un orden social que no tenga por única ley la búsqueda del interés egoísta y la pasión individual del beneficio, que prepare el camino a colectivos orientados a la consecución racional de fines colectivamente elaborados y aprobados.
¿Cómo no hacer un sitio especial, entre estos colectivos, asociaciones, sindicatos, partidos, al Estado, Estado nacional o, mejor todavía, supranacional, es decir, europeo (etapa hacia un Estado mundial), capaz de controlar y de imponer eficazmente los beneficios obtenidos en los mercados financieros y, sobre todo, de contrapesar la acción destructora que estos últimos ejercen sobre el mercado de trabajo, organizando, con la ayuda de los sindicatos, la elaboración y la defensa del interés público que, se quiera o no, no saldrá nunca, ni siquiera al precio de algunos errores en la escritura matemática, de la visión de contable (en otra época se hubiera dicho "de tendero") que la nueva creencia presenta como la forma suprema de la realización humana.
NOTAS: ¹ Bourdieu, P. (2002). La utopía de una explotación sin límites. La esencia del neoliberalismo. En: Le Monde Diplomatique. Santiago. Editorial Aún creemos en los sueños.
² NDLR: en referencia a Auguste Walras (1800-1866), economista francés, autor De la nature de la richesse et de l'origine de la valeur (1848); fue uno de los primeros que intentó aplicar las matemáticas al estudio económico.
³ Erving Goffman, Asiles, Etudes sur la condition sociale des malades mentaux, Editions de Minuit, Paris, 1968.
⁴ Sobre todo esto, cabe remitirse a los dos números de las Actes de la recherche en sciences sociales dedicadas a las "Nouvelles formes de domination dans le tranail" (1 y 2), n°114, septiembre de 1996, y n°115, diciembre de 1996, y muy especialmente a la introducción de Gabrielle Balazs y Michel Piatoux, "Crise du travail et crise du politioque", n°114.
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Somos cinco amigos, hemos salido uno detrás del otro de una casa; el primero salió y se colocó junto a la puerta; luego salió el segundo, o mejor se deslizó tan ligero como una bolita de mercurio, y se situó fuera de la puerta y no muy lejos del primero; luego salió el tercero, el cuarto y, por último el quinto. Al final formábamos una fila. La gente se fijó en nosotros, nos señalaron y dijeron: " Los cinco acaban de salir de esa casa". Desde aquella vez vivimos juntos. Sería una vida pacífica, si no se inmiscuyera continuamente un sexto. No nos hace nada, pero nos molesta, lo que es suficiente. ¿Por qué quiere meterse donde nadie lo quiere? No lo conocemos y tampoco queremos acogerlo entre nosotros. Si bien es cierto que nosotros cinco tampoco nos conocíamos con anterioridad y, si se quiere, tampoco ahora, lo que es posible y tolerado entre cinco, no es posible ni tolerado en relación con un sexto. Además, somos cinco y no queremos ser seis. Y qué sentido tendría ese continuo estar juntos. Tampoco entre nosotros cinco tiene sentido, pero, bien, ya estamos juntos y así permanecemos, pero no queremos una nueva unión, y precisamente a causa de nuestras experiencias. ¿Cómo se le podría enseñar todo al sexto? Largas explicaciones significarían ya casi un a acogida tácita en el grupo. Así, preferimos no aclarar nada y no le acogemos. Si quiere abrir el pico, lo echaremos a codazos, pero si insistimos en echarlo, regresa.
[KAFKA, F. (1920). Comunidad]
Sólo una reflexión: este cuento breve de Kafka (generalmente etiquetado de "raro") podría ejemplificar metafóricamente el absurdo de las posiciones puristas en torno a la identidad nacional. Siguiendo esa línea, nos hace reflexionar sobre la falta de sentido de las políticas restrictivas de inmigración. Las sociedades producen anticuerpos cuando ven al otro/a (extranjero/a) como enemigx (espíritu de la ley migratoria anquilosada en el concepto de "enemigo externo" concebido en dictadura). No hay razón para discriminar a peruanxs, bolivianxs y colombianxs. Es de esperar que las autoridades sean coherentes con la apertura de las fronteras y recibamos como hermanxs a otrxs refugiadxs como lxs provenientes de Colombia. Además de abrir las puertas, es necesario, como moraleja al cuento de Kafka, desarrollar la convivencia.
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Geographical and astronomical illustrations from the mid-1800s by John Philipps Emslie via The Wellcome Collection)
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LA LÓGICA DEL CARACOL

«El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión dieciséis veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espiras, los problemas del sobre crecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sólo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética.» Iván Illich. Analogía crítica al crecimiento continuo que ha de ser alimentado por un consumo voraz de los limitados recursos naturales que posee nuestro planeta. Un crecimiento que a partir de cierto punto genera problemas de tanta envergadura que ese mismo crecimiento es incapaz de solucionar. Más temprano que tarde el sistema colapsa. Y si ese sistema está muy especializado el batacazo es mayor.L
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