Simp de Reigen Arataka. ❤️🧡💛💚💙💜 BL lover ⚘️
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Algunos dibujitos ദ്ദി(• ˕ •マ.ᐟ
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"A bouquet of Blessings"
Drew this for mrm week day 3 : official costumes.
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Delinquent Terumob request from Bluesky
Don't think it's terumob(?) enough but i tried hahaha







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Creo que su cintura es muy ceñida 👀
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GO VOTE FOR REIGEN!!! DO ITTTTTT!!! MAKE SERIZAWA A HAPPY FATHER 🫶
(pregnancy under the cut)

Please be so nice to me. I DID IT FOR YOU, REIGEN ❤❤❤
@need-him-pregnant-poll
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Old drawing from years ago, I really liked how it turned out (˶˃ ᵕ ˂˶) .ᐟ.ᐟ
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Psygeo Duckyama

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Como dos mitades de lo mismo (MobRei Ageswap) Capítulo 1: Quiero que te quedes https://archiveofourown.org/works/66080788
La puerta se cerró detrás de la enfermera, ella camino con el expediente abrazado al pecho.
─── ¿Cómo sigue tu paciente?
El uniforme blanco las distinguía y tal parecía que se conocían.
─── Está bien, aunque su condición no mejora tampoco está empeorando ─── contestó ella, luego bajó la mirada algo cansada ─── pero es algo complicado creer que es tan feliz cuando está completamente solo.
─── Por eso no me gusta cuando me toca ese pasillo, es difícil que no me enoje por la situación de Arataka.
La conversación era lo más cotidiano. Aquel muchacho que ingresó hace dos meses no recibía visitas ni llamadas, sin embargo sus cuotas eran pagadas sin falta además de una suma superior para que el personal médico y de enfermería le tuvieran un poco más de cuidado.
La historia era simple, un tumor extraño estaba alojado en su pecho. Moriría en algún momento, no era un secreto ni siquiera para él, pero… entonces ¿por qué no pasaba tiempo en casa con su familia? ¿Acaso no tenía amigos con los cuáles disfrutar los resquicios de su vida?
Por desgracia, vivía prácticamente solo. Sus padres constantemente estaban ocupados, no tenía tiempo suficiente para detenerse a pensar en la enfermedad de su joven hijo. Justo antes de ingresar como paciente, había estado al cuidado de su abuela materna, viviendo en el campo. Alejado del estrés y de cualquier cosa que pudiera llevarlo a un infarto fulminante.
Sin embargo la mujer partió antes y él, quedó completamente a merced del abandono.
Y ahora estaba ahí, sentado frente a la ventana mirando a algunas personas caminar parsimoniosamente por el patio del hospital. Estaba tranquilo, en realidad se convenció de que su estancia en ese diminuto espacio sería amena.
Su cabello dorado brillaba con los rayos tibios del sol. En unos días cumpliría 18 años y por fin podría decidir que hacer con su vida. Aunque en realidad ya tenía un plan desde hace mucho, incluso desde antes de que su abuela falleciera.
La noche del 10 de octubre después de un festejo improvisado por algunas enfermeras dobló su pijama y se vistió con la ropa que más le gustaba. Tomó los cigarros que le había robado al interno y subió a la azotea del hospital evadiendo al personal. Faltaban unas horas para la siguiente ronda de guardia, así que nadie se daría cuenta de su ausencia.
Por alguna razón extraña, su abuela le enseñó a fumar, claro que no lo hacían seguido pero de vez en cuando compartían así su tiempo libre; sobre todo cuando recordaban a su abuelo.
Encendió el cilindro de tabaco para calarlo profundamente, la diferencia entre el aire frío del otoño y el calor que entraba por su boca era de cierta forma reconfortante. Decidió que no se quitaría los zapatos, ese par siempre le había encantado.
Lo primero que dejó caer al vacío fue la colilla del cigarro. Luego, colocó sus manos en la orilla de la barda y subió con cuidado. Miró al horizonte abriendo en toda su extensión sus brazos, dejó que el aire moviera su chaqueta color verde mientras bajo poco a poco sus párpados.
En segundos todo fue silencio.
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─── ¡No puedes hacerme esto! ─── reclamó un hombre de cabello negro ─── no ahora que todo esta tan mal.
─── Lo siento ─── la mujer con la que discutía tomó sus maletas ─── Pero no soy una santa, no puedo quedarme a verte morir. Perdóname Shigeo.
─── Tsubomi ─── murmuró con tristeza viéndola marchar, vislumbrando por última vez su cabello largo caer sobre su espalda.
Pensó que hubiera sido mejor no decirle los resultados del examen médico. Sin embargo quería algo de consuelo, ya sabía que no lo conseguiría de sus padres porque hace mucho que habían dejado de hablarle. Llegar con la cola entre las patas sólo para decirles que tenía cáncer de estómago sería indiscutiblemente cruel después de que les dijera que no necesitaba nada de ellos y desdeñara sus consejos durante años.
La única persona con la que contaba a parte de su hermano era con su novia, mujer a la que le había pedido matrimonio hace unos meses antes de que los síntomas comenzarán a ser más evidentes.
Tomó el anillo abandonado en la cómoda y lo lanzó furioso contra el piso.
Se cubrió los ojos con las manos, quedó inmerso en aquella maraña de sentimientos que sólo volvían insoportables la acidez y el dolor en la parte alta de su abdomen.
Algunos meses pasaron, su condición empeoró visiblemente hasta que un día no pudo más y tuvo que aceptar que pasaría algunos días en el hospital. La depresión no ayudaba, y la falta de dinero también era preocupante.
─── Tal vez mamá y papá puedan ayudarte ─── sugirió un joven bastante parecido a Shigeo ─── Sabes que serán molestos al principio, pero nunca te negarían el apoyo.
─── Gracias, Ritsu ─── le dijo con suavidad a su hermano mientras caminaban por el patio del hospital ─── Pero espero que sea sólo unos días. Los medicamentos afortunadamente no han sido tan agresivos y el doctor tiene buenos pronósticos.
El otro suspiró, sabía que eso era mentira, Shigeo lucía terriblemente mal. Esa enfermedad estaba acabando rápidamente con su hermano. Pero era demasiado necio, siempre evitando ser una carga buscando minimizar su vida e incluso ahora, su inevitable muerte.
─── Si no mejoras en unos días, les diré ─── amenazó Ritsu tajantemente ─── No voy a permitir que mueras sin que podamos hacer todo lo posible.
Eran principios de octubre. El aire frío del otoño era suave con mientras acariciaba sus rostros.
─── Espero que no sea necesario ─── le contestó con simpleza.
Sin embargo, aquella promesa inútil podría no cumplirse. El dolor lo doblegó y los medicamentos que recibía en quimioterapias no tenían misericordia con su piel y su cabello. Parecía diez años más viejo, aunque tampoco consideraba que 32 años fueran poco, era muy joven para estar pasando por eso.
Su condición era tan crítica que no se enteró de nada de lo que acontecía en los pasillos de oncología.
El 15 de octubre decidió que era suficiente, odiaba sentirse así, odiaba no tener a nadie más que a Ritsu y hacerlo pasar por todo eso, no sólo por los gastos si no que el más joven verdaderamente estaba sufriendo por su hermano. Odiaba a Tsubomi por abandonarlo pero no la culpaba porque a esas alturas sentía que él haría lo mismo, odiaba a sus padres, detestaba no haber sido más amable con ellos, odiaba esa enfermedad, odiaba su cuerpo.
Todo era tan doloroso. La muerte era un proceso tan lento.
Odiaba vivir.
Espero el cambio de guardia, hace unos días habían reforzado los recorridos en el pasillo de los más jóvenes, por lo que era complicado escabullirse de los enfermeros. Se cambió y dejó su pijama en la cama, fue fastidioso sólo vestir eso durante semanas se sintió bien al usar su suéter azul de cuello alto que tanto le gustaba.
Llegó a la azotea y respiró profundo. Se quitó los zapatos y los dejó a lado, también arrancó de su muñeca el brazalete que indicaba su nombre y su tipo de sangre. Apoyó sus brazos en la barda y estuvo a punto de subir cuando lo inundó de cerca el aroma de alguien fumando.
─── ¿Está haciendo frío no? ─── alguien le habló a la vez que expulsaba el humo de su boca.
Era un joven de cabello rubio que lo miraba con curiosidad. Luego, levantó su cabeza hacia el cielo y volvió a calar el cigarro.
─── La luna es particularmente bonita en octubre, dicen que es la luna de los enamorados ¿Qué piensas acerca de eso? ─── preguntó nuevamente el chico ─── Me parece injusto que crean que es sólo para ellos cuando los que estamos solos también disfrutamos de su belleza.
Shigeo bajó la cabeza, no podía hacer lo que planeó con ese tipo a lado. Bufó y golpeó la pared completamente cabreado. Cubrió su cabeza con sus brazos, quería desaparecer, el dolor era ardiente, sentía que se quemaba por dentro y no podía pensar con claridad.
─── ¿Quieres? Pareces tenso ─── le extendió su brazo ofreciéndole algo de tabaco.
─── No puedo ─── murmuró enfadado mientras el sudor bajaba por sus sienes.
─── ¿Estás enfermo? ─── cuestionó el otro.
─── ¡¿Qué no es obvio?! ─── gritó pero se arrepintió en el acto, respiró profundo y respondió ─── Se supone que si tengo cáncer eso me hará daño ─── el dolor le daba mal humor ─── si lo hago sólo me sentiré peor.
─── Yo diría que saltar al vacío es más perjudicial que un simple cigarro, además si estabas dispuesto a hacerlo ¿Qué más da que compartas un momento conmigo? Prometo no arruinar tu suicidio, sólo quiero hablar con alguien un rato.
Shigeo lo miró con una mezcla de curiosidad y molestia.
─── Anda, no será mucho, luego me iré y podrás continuar con lo que estabas haciendo. Mira, me presento, soy Reigen ─── abrió su palma esperando un saludo pero no lo recibió y continuó hablando ─── ¿Tienes un tumor? ¿Dónde? ¿Pulmones, hígado, corazón… huesos?
─── Estómago ─── Shigeo le arrebató el cigarro antes de que siguiera enlistando órganos, lo aspiró y tosió en el proceso.
Nunca antes había fumado.
─── Auch, esos son de los feos ─── agregó el rubio.
─── No sabes cuanto.
─── Si, en realidad no lo sé pero he escuchado a varias personas quejándose.
─── ¿Por qué estás aquí? ¿Estás enfermo? ─── el pelinegro lo miró con cuidado ─── No lo pareces.
El joven pareció meditar su respuesta ─── No ─── contestó luego de un rato ─── Bueno, si lo estuve pero ahora sólo vengo de visita ─── Tomó el cigarro y ahora él lo fumó con un profundo suspiro, reduciéndolo por completo a cenizas ─── Debe dolerte mucho como para que pienses en terminar contigo de esa manera. Pero créeme, no es ni la mitad de agradable de lo que piensas.
─── ¿Cómo podrías saberlo? ¿Qué debería hacer entonces? ─── se quejó amargamente ─── Me siento desesperado, no tengo dinero para cubrir el tratamiento de la próxima semana y no puedo seguir abusando así de mi hermano esperando que pague las facturas.
─── ¿No tienes más familia?
Shigeo parecía consternado ─── No es justo que después de tratarlos mal los busque sólo porque necesito ayuda.
Reigen le dio unos golpes en el hombro ─── Definamos justicia, además para eso es la familia, créeme. A veces no lo dicen ni lo demuestran, pero estoy seguro de que sufrirían si algo malo te pasa.
Hubo silencio y algunas lágrimas cayeron por los pómulos resecos del pelinegro.
─── ¡Qué ganas tengo de comer ramen! ¡Por dios! ¡Mataría por una orden con seis trozos de cerdo! ─── exclamó el rubio estirando sus brazos ─── ¿Qué será lo primero que comas cuando salgas de aquí?
La pregunta dejó en jaque a Shigeo, no se había puesto a pensar si podría salir vivo de lo que le estaba pasando ─── Definitivamente tomaría leche.
─── Pffff… ¿Leche? ¿Qué eres, un niño? ─── Reigen se burló y entre risas se sentó apoyando su espalda en la barda.
─── Me gusta mucho ─── el adulto se rindió, imitando al chico dejando que su espalda se deslizará sobre el muro hasta quedar sentado ─── Hace meses que no disfruto de un vaso de leche helada ─── no se había dado cuenta en qué momento el dolor desapareció, pero de un momento a otro los temblores habían cesado y podría respirar con tranquilidad.
─── Sinceramente la prefiero en un buen Chai o en una malteada de chocolate.
─── No sabes de lo que te pierdes. Es refrescante y cremosa, sobre todo si la acabas de sacar de la nevera ─── Los ojos de Shigeo brillaron a la luz de la luna y su rostro fue adornado por una sonrisa tranquila.
─── Supongo que soy aún muy joven como para saberlo todo ─── Reigen sonrió y recogió sus rodillas ─── La probaré cuando tenga tiempo.
─── ¿A quién estás visitando? ─── preguntó el pelinegro.
─── A un amigo ─── dijo sin más.
Luego una discusión acerca de videojuegos hizo que el tiempo se detuviera. El rubio sostenía que los mejores eran los de arcade, mientras el pelinegro le preguntaba si es que era un anciano o acaso no había probado los de estrategia.
Shigeo no supo en qué momento se quedó dormido, pero cuando las enfermeras lo encontraron tenía puesta una chaqueta verde encima, algo pequeña para él, lo que le indicaba que la plática con el chico no había sido un sueño.
Recibió una reprimenda por parte de su médico de cabecera, pero fue referido con un terapeuta para tratar la depresión.
Sin embargo, algo se sentía extraño, el dolor era menor y las ganas de vomitar cesaron casi por completo. Ritsu también pudo darse cuenta, los ánimos de Shigeo mejoraron y poco a poco volvía a tolerar los alimentos.
Recurrentemente buscaba con la mirada al chico de cabello dorado, pensó que debió haberle pedido el nombre de su amigo para saber cuándo o cómo podría verlo. Quería hablar un poco más con él, conservaba su chaqueta esperando poder devolvérsela.
Conservaba con cariño sus palabras y aquella conversación. Le pidió a Ritsu que le prestará su vieja consola y consiguió los títulos que Reigen había recomendado.
Definitivamente tenía algo de razón, eran demasiado entretenidos.
Pero su ausencia definitivamente le causaba pesadez, ¿sería posible que no se encontraran de nuevo?
─── ¿Pasa algo? ─── le preguntó a la nueva enfermera que estaba a cargo de sus cuidados.
La mujer veía con angustia aquella chamarra verde.
─── ¿Eso es suyo? ─── se animó a preguntar.
─── No… es de un “amigo” ─── ¿podía considerar a alguien que sólo vio una vez un amigo?
Ella tragó pesado y se acercó a la prenda ─── ¿Puedo?
Shigeo sólo asintió. La situación era algo extraña, pero no tuvo reparo.
Ella lloró amargamente al estirarla por completo ─── Es idéntica ─── y la dejó caer ─── Discúlpeme, por favor, discúlpeme.
Decía eso, pero sólo se hacía pequeña en su lugar, terminó sentándose en la esquina de la cama mientras cubría sus ojos con fuerza.
─── Por favor, no le diga al doctor… yo… sólo… perdóneme.
Shigeo no supo cómo reaccionar ─── ¿Puedo ayudarla con algo? ─── eso debería ser al revés pero ahora él se encontraba tratando de tranquilizarla.
─── Es qué… era lo que él llevaba ─── sollozo.
─── ¿Él?
─── Arataka.
El pelinegro definitivamente no sabía de quién hablaba.
─── Él se… ─── ella respiró con dificultad ─── Creo que debí hacerle caso a mi terapeuta, no puedo volver a trabajar todavía.
Shigeo le dio ligeros toques en la espalda y ella intentó calmarse
─── No se preocupe, no le diré a nadie. Pero si necesita hablar, podemos hacerlo ─── sintió que era como una cadena de favores, a él lo habían escuchado en su peor momento, Reigen lo hizo desistir de una decisión catastrófica. Quizás ayudar a alguien más lo podría un poco a mano con el destino.
La mujer mojó sus labios y limpió las lágrimas de sus mejillas ─── Era muy joven, pero estaba tan solo. No pudimos pensar que lo haría, porque siempre estaba con esa enorme sonrisa. Debí tomar más tiempo, no pensé que me afectaría tanto, pero ese día era mi guardia… y yo… no puedo
Por una razón u otra, la imagen del chico de cabello dorado pasó por la mente de Shigeo.
Ella se puso rápidamente de pie y trató de recomponer su aspecto.
─── ¿Qué le sucedió a ese chico? ─── preguntó el pelinegro.
La enfermera talló sus manos y contrajo los músculos de su cara intentando no volver a llorar.
─── Saltó de la azotea hace unas semanas ─── fue lo último que dijo y luego se marchó, tal vez a lamentarse a otro sitio.
No la volvió a ver en su pasillo.
Un enfermero le comentó que ella había pedido trabajo en otro hospital, en consulta externa. No quería volver a trabajar ni con jóvenes ni en oncología, aún cuando era especialista.
El nombre del chico que saltó, y con el que había hablado era Arataka Reigen. Sin embargo las fechas no coincidían. Él cometió suicidio un 10 de octubre y Shigeo platicó con él cinco días después.
¿Acaso había visto un fantasma? Eso era una tontería, ellos no existen.
Considero por un momento que el dolor lo hizo alucinar.
Pero ¿De dónde salió esa chaqueta color verde?
Y aunque quiso investigar, aunque la búsqueda de respuestas que surgió acerca de quién era el muchacho con quién habló, se vio opacada por una gran noticia.
Contra todo pronóstico, como si fuera un milagro, el tumor había sido reducido a su mínima expresión, podría ser extirpado sin comprometer su vida.
Shigeo lloró de felicidad y Ritsu no esperó su autorización. Avisó a sus padres los pormenores de lo que había sucedido y ellos no tardaron en presentarse al hospital. Hablaron con Shigeo y se ofrecieron a ayudar con las cuentas así como a pagar la operación que le hacía falta.
El reencuentro fue tan cálido y reconfortante. Reigen tenía razón, su muerte habría sido un motivo de dolor para su familia, su orgullo lo tenía tan ciego que no pensó que podría merecer ayuda.
La cirugía salió bien y después de todo el proceso, mientras se recuperaba, una visita más lo tomó por sorpresa. Era la ojiazul que lo abandonó hace meses. Tsubomi le suplicó perdón y él la aceptó una vez más pero no como su novia, sino como una amiga.
Tener la vida en un hilo lo volvió indulgente, pero no tanto como para olvidar que ella le dio la espalda en el momento más complicado de su existencia.
Para el mes de diciembre, Shigeo podría celebrar la navidad con su familia. Le dieron el alta y tocaron una campana que lo hizo sentirse cohibido ante los aplausos del pabellón de oncología.
Por un momento le pareció ver el cabello rubio asomándose entre la gente en la sala, pero no había nadie.
Reigen definitivamente no estaba ahí.
Shigeo estaba muy agradecido, pero no sabía qué más hacer. Regresó a la azotea esporádicamente pero no lo volvió a ver nunca. Consiguió saber dónde estaba su tumba, y fue a presentar sus respetos.
─── ¿18 años? ¿eh?... se veía más joven ─── era Navidad, y lo primero que hizo ese día fue llevarle flores. Su foto al frente de ese elegante nicho en un enorme columbario.
Todos los arreglos que tenía lucían frescos, como si alguien los hubiera puesto el día anterior. No parecía solitario como mencionó la enfermera.
Las observó con detenimiento, definitivamente una forma algo extraña pensó que esas flores eran símbolo de remordimiento.
─── ¿Quién es usted? ─── le preguntó una mujer rubia, parecía molesta con su presencia.
─── Lamento no haber avisado ─── Shigeo reverenció ─── Sólo quería saludar a Reigen.
Ella analizó las flores y el gesto del pelinegro. Suspiró profundo ─── ¿De dónde conoce a mi hijo?
El hombre pensó en su respuesta ─── Nos hicimos amigos en el hospital.
La mujer tragó pesado y miró el nicho ─── Supongo que conoció a mucha gente ahí.
─── Fue muy bueno conmigo, yo estaba pasando un muy mal rato y él me escuchó con cuidado ─── reverenció nuevamente ─── Lamento su perdida.
─── Por favor, no se tarde mucho, quisiera hablar con Arataka ─── fue lo único que mencionó y se marchó del lugar dejando sonar sus tacones.
Si. Innegablemente era remordimiento.
Besó las flores y las colocó en la pequeña repisa a lado ─── Gracias, ojalá pudiera haber hecho tanto como tu hiciste por mi.
No vió nuevamente a la mujer, y pensó que era mejor así.
El camino a casa fue tranquilo, sus padres y su hermano lo esperaban a cenar. Tsubomi también había llamado para felicitarlo por su salida del hospital además de por las festividades.
Volvió a conectar con gente que no veía hace tiempo, algunos amigos de la universidad y sus antiguos compañeros del club de mejora personal de la preparatoria.
La vida de Shigeo comenzaba a tomar forma, una vida sencilla y tranquila.
Disfrutó a su familia esa noche, y también las consecuentes.
El tiempo fue indulgente, pasando con calma entre los días y los meses, permitiendo percibir con ellos la llegada de las estaciones. El invierno fue armonioso, la primavera cálida y esperanzadora, el verano tranquilo y refrescante. Pero cuando el otoño estaba en su punto medio, todo cambió.
Reigen no había dejado de estar presente en sus pensamientos, estaría próximo a cumplir 19 años y Shigeo quería tomar sake en su honor, no mucho, solo un pequeño trago. Avisó a la administración del cementerio. No quería incomodar, y la amable chica de atención le informó que el día 9 de octubre estaría completamente libre, así que podría estar un rato sin molestar a la madre del rubio.
Brindó frente a la urna y encendió un incienso. No fue mucho pero se sentía un poco más tranquilo. Le contó acerca de su vida y sus fracasos, aunque ahora veía de manera más optimista todo, no podía evitar pensar en el tiempo que perdió enfermo.
Se despidió y un aire extraño acarició sus dedos.
Cuando llegó a la ciudad, bajó del tren y caminó unas cuadras inmerso en sus propios pensamientos.
───¿Tienes unas monedas amigo? ─── un vagabundo se paró a su lado y estiró su mano. Shigeo sonrió y sacó 300 yenes de su bolsa ─── Lo siento, es lo único que me sobra ─── luego pensó en el sake, él no tomaría más así que tampoco pensaba guardarlo ─── Sé que podría ser un error ─── entregó la botella ─── Pero por favor, bebalo a conciencia.
Comenzó a alejarse.
─── Ahora entiendo porque tuvo esa urgencia en ayudarte ─── el sombrío hombre sonrió por debajo ─── eres una buena persona.
El pelinegro se detuvo ─── ¿Gracias?
La botella se descorcho haciendo un sonido hueco, el vagabundo bebió un enorme sorbo ─── Aaaaaaaaaah ─── se quejó gozando de la sensación de ardor en la garganta ─── Si, en realidad no pensé que él tuviera razón, pero finalmente perdí mi apuesta.
─── Creo que me está confundiendo ─── Shigeo se paró derecho y frunció el ceño.
─── ¿No me recuerdas? ─── se acercó un poco y dio otro trago a la botella de sake ─── Todos esos pensamientos, el odio que sentías hacia ti mismo, incluso lanzaste maldiciones e improperios. Yo no podría olvidar jamás el dulce sabor de esas emociones tan negativas, más que este licor. Reigen dijo que te haría ver las cosas diferentes, sinceramente no pensé que pudiera.
El pelinegro se sintió pesado ─── ¿De que habla? ¿Usted conoce a Reigen?
─── Es un niño lindo si me preguntas, pero bastante estupido.
─── No se atreva a hablar así de él ─── Shigeo lo tomó del abrigo y el sujeto simplemente elevó sus brazos en señal de paz.
─── Calma, calma, él sabe lo que pienso ─── sacudió un poco el brazo del treintañero ─── somos amigos. Por cierto, ¿Cómo te has sentido? No me dijo que se llevaría su enfermedad, considero que eso fue hacer trampa, pero en fin, son sus métodos.
Shigeo lo soltó asustado, palpó su abdomen, sintió la cicatriz que le había dejado la operación. ¿Eso había sido? ¿Por eso el malestar había desaparecido? ─── El cigarro ─── dijo con sorpresa.
─── Aprendió rápido los trucos sucios, pero sí, así lo hizo. Lo malo es que ahora se está corrompiendo, sabes, el suicidio es un tabú en muchas religiones ─── el vagabundo suspiro y volvió a beber zake ─── Pero la verdadera razón es que no se rompe correctamente el hilo. Entonces ─── juntó sus dedos índice ─── quedas unido a este plano, no hay redención, no hay un juicio porque en realidad nunca sales de aquí.
─── Puedes romper el vínculo, pero ya no tiene sentido. ─── continuó ante el rostro estupefacto de Shigeo ─── Pasar es difícil, sobre todo cuando te arrepientes, y creeme Reigen se arrepiente mucho de haber saltado.
Con un sorbo más terminó el contenido de la botella ─── Me da pesar verlo así, pero no puedo ayudarlo ─── de repente señaló el vidrio vacío ─── Necesito ayuda de alguien para evitar que lo haga, porque en definitiva yo no puedo.
Shigeo pensó un poco ─── ¿Quieres decir que yo debería? pero ¿como? Ni siquiera sé si sea posible, o si estás diciendo la verdad.
─── Bueno, tal vez debería presentarme primero, mi nombre es Ekubo y yo soy una parca…
─── ¿Y tú te alimentas de mis pensamientos negativos?
Ekubo sonrió ─── Bueno, me gustan los dulces, es algo que no te dan en el trabajo.
─── ¿Y por qué no te llevaste a Reigen?
─── Ya te lo dije, no puedo, más que políticas de la empresa son cuestiones técnicas ─── el vagabundo hizo una mueca de molestía ─── sin embargo no me gustaría verlo convertirse en un espectro maligno. Ha estado consumiendo las enfermedades de los demás, se pasea por los pasillos del hospital y esos pequeños y estúpidos ojos color miel están perdiendo su brillo.
Le llamó la atención el gesto y la mirada de Shigeo ─── No me mires así, ─── continuó ─── yo también estuve vivo alguna vez, aunque no recuerdo nada sé que así fue. Suelo hacer lo que quiero e ignorar este tipo de cosas, pero no te miento al decirte que me encariñe con él.
El pelinegro pensó un poco ─── ¿Cómo podría ayudarlo?
Nuevamente la mueca del hombre de adorno con una sonrisa enorme, basta y desagradable ─── Es sencillo. Hay que volver ─── agito la botella y esta se lleno nuevamente ─── justo antes de que lo piense, y así como lo hizo contigo devolverle la esperanza. Pero…
Shigeo pensó que siempre había un pero.
─── Todo lo que él hizo volverá a ser igual, todas las enfermedades que ha consumido ─── Ekubo lo señaló ─── incluída la tuya, todos los malestares regresarán a sus dueños. Ya se lo ofrecí, pero me mandó al cuerno sin considerarlo si quiera. Así que, si en verdad queremos ayudarlo, tenemos que hacerlo sin que él sepa.
─── ¿Por qué yo? ─── preguntó secamente Shigeo.
La parca lo miró con sorpresa ─── Por que tu dijiste que querías hacer algo por él.
Silencio.
Shigeo consideró su vida, lo que había ganado, lo que perdería. No quería pasar de nuevo por esa horrible situación. El dolor, la melancolía, en ese momento no podía volver a hablar con su familia.
─── Lo siento, pero no puedo.
Ekubo lo miró con severidad. Sin embargo no mencionó nada más.
El pelinegro se dio la vuelta y comenzó a caminar sin que nadie lo detuviera.
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Como amo esa canción 💔
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