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renaspiral · 2 years
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renaspiral · 2 years
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Change your clothes,
change your self
and change the world. 
You belong to make it worse. 
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renaspiral · 2 years
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Jonny is the best :)
youtube
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renaspiral · 2 years
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renaspiral · 2 years
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Lets talk about the virginity and why this concept should be removed, from all the dictionaries and all the womans minds.
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In the Oxford dictionary meaning, the meaning its be innocent, pure. Its a normal thing like the sex a stain for the body, or worse for the soul?
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If you see the synonyms of the word, MAIDENHOOD is the word who most impact me. Why the girls virginity have a different name; is more important?It is an honor to never have sex, they have made that clear to us, but for whom is the honor?For the woman who protects herself from all the pleasures that this activity generates or for the man, who can show it off as his new hunting acquisition.
For example, when a baby is born (the baby = sexual life); parents teach their baby to be healthy and educated;
They could also put a cigarette in the newborn's hand.
The baby would look at this as something totally natural.
Because he has no experience in life and does not know what is good or what is bad.
If you want to control a person; you have to choose an insecure person, a newbie.
This Is Why Men Love PURE GIRLS.
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renaspiral · 2 years
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El cuco.
 17 personas murieron ese invierno y solo una era inocente.
Esa persona no era yo, yo era igual o más culpable que los asesinos, esa persona era Telma.
Tan dispuesta a no abandonar a su madre por nada ni nadie.
Telma era una niña de 8 años de edad, con una preocupante dificultad de comprender la realidad y adaptarse al cambio.
Lo que más me gustaba de ella, aparte de su pelo, tan quemado por el sol, que se había vuelto dorado como las espigas de trigo, era su forma de ver el mundo.
Nadie me creía, pero yo sabía que su cabeza interpretaba de manera distinta, todo lo que en sus ojos se reflejaban.
Se lo dije a su padre varias veces y aunque su única contestación fue que no se podían permitir gafas, yo sabía que eso no era lo que le hacía falta a su hija.
La conocí la primera vez que impartí clases en Vila Formoso, el viejo profesor había muerto, aunque fuese gallego me ofrecieron el puesto y acepté con la única condición de tener un sitio donde vivir.
Desde ese entonces me alojé en una pequeña cabaña cerca del río Miño, me trataron como si llevara toda una vida allí.
Los niños, la primera vez que llegue al colegio, traían algún alimento en la mochila a modo de ofrenda, como si de un dios me tratase, todos menos Telma.
No le pregunté, no quería saberlo; pero una voz a la que tiempo después le pondría nombre desvelo el misterio. Su obsequio se lo había comido por el camino, aunque sus padres se lo habían prohibido.
La voz era de su hermano, él y Telma se llevaban 9 años de diferencia.
Mientras André, que así se llamaba, era un error por el que sus padres se tuvieron que casar; Telma era una niña muy deseada, que habían concebido por gusto de su madre.
Esto se reflejaba, tanto en sus actitudes como en la manera de educarlos de sus padres.
Nadie tuvo que decírmelo, por desgracia lo descubrí con el tiempo.
Desde nuestro primer contacto hasta ahora habían pasado cuatro años y un nuevo presidente.
Me cuesta admitir que todo el esfuerzo que realice, el tiempo… Ha sido reemplazado por una foto de un hombre y un crucifijo.
La habitación en la que a menudo hacíamos festivales, enalteciendo nuestras tradiciones y gozando de ser lo que somos, ahora guardamos alimentos de contrabando.
Siempre era el mismo recorrido.
Iba a casa de Telma y Andre, me ofrecían un cacho de pan y queso.
Andre me preguntaba sus dudas sobre la tarea que le había mandado hacer el día anterior.
El señor Santiago ponía toda su atención y trataba de entender también lo que le estaba explicando a su hijo.
Y Telma escuchaba el cuento que su madre siempre le contaba, el mismo cuento y a la misma hora, todas las semanas.
El pequeño cuco se acurruca en una rama y mira desconfiado hacia su madre que espera desde el árbol más cercano, ‘’¡No tengas miedo!’’ le grita: '’¡Es mucho más fácil!’’.
El pequeño cuco salta para intentar volar.
Empieza a descender, como si de una piedra se tratase, hacia la tierra.
Pero justo antes de caer contra el suelo… Abre las alas y se acuerda de moverlas.
¡Esto es muy fácil!
Entonces la madre empieza a volar también y descubren todo lo que nunca descubrirían si no estuviesen juntos.
El pequeño cuco a ver el mundo con ilusión y la madre a ver a su hijo con orgullo.
Cuando el hechizo que la historia nos provocaba se rompía, un ambiente se entristecía.
Andre abrazaba a su madre y le prometía volver.
Telma me miraba como si sospechara algo, hacía que mis entrañas se revolvieran y me obligaba a apartar la mirada.
Cuando se acaba este ritual, caminábamos en silencio hasta el colegio.
Allí nos esperaban algunos vecinos de la aldea que se unían a nuestra pequeña aventura.
Nos escabullíamos como topos en su madriguera, recorriendo el bosque con sacos de alimentos a la espalda, cruzábamos el río y nos encontrábamos con los gallegos que vivían al otro lado.
Con mucho cuidado y silencio nos intercambiábamos las bolsas.
Estas contenían cosas tan inocentes como tabletas de chocolate, mendrugos de pan y pasteles de nata.
A cambio nos daban dinero, verduras, frutas y vino de cosecha propia.
Después salimos a la estampida para que los guardias, tanto de un país como del otro, no nos descubrieran.
Si lo hacían abrirían fuego como si de conejos en época de caza nos tratáramos.
Se había vuelto una rutina de los sábados a la madrugada, nada podría ir mal, hasta que llegó el 11 de noviembre.
Ese día, mientras matábamos a los cerdos del pueblo y el señor Santiago se cortó una mano.
Corte que no significaría nada si el cuchillo no estuviese oxidado.
Pero lo estaba y días después el médico descubrió que tenía tétanos.
Desde ese entonces no salió de la cama y mientras más se acercaba el día del contrabando, más nos preocupábamos.
Andre propuso que fuese su madre la sustituta.
Para ello acordamos ir un más temprano, para que regresasen a casa antes y cuidar tanto de Telma como de su padre.
Puede que ese fuera la peor decisión de nuestras vidas, pero en aquel entonces no lo sabíamos.
Los delitos que cometíamos a las 2:00 de un domingo se adelantaron a las 23:00 del sábado.
Y no solo cambió la fecha, también la ceremonia que la mayoría considerarían innecesaria.
No hubo cuento, ni abrazos y mucho menos miradas acusadoras.
Así que los nervios no desaparecieron y aunque estos nos hacían más rápidos, nos despistaban también.
No nos dimos cuenta de que Telma nos seguía.
Y tampoco sabíamos que justo era la hora exacta de cambio de turno de los guardias.
9 Hombres reunidos con órdenes de disparar a todo el que pasara por allí.
Como tiro a la perdiz pero nosotros éramos el blanco y la naturaleza no nos había dado alas.
Todo jugaba a nuestra contra: la luz, el viento, el río.
Nos descubrieron.
Y abrieron fuego.
Me desmayé por lo que me contó el párroco.
Solo sobrevivimos él y yo
De nuestro lado del río murieron 5 vecinos, Telma, Andre y su madre; del otro 8 hombres.
Cuando nos liberaron, tras pagar una gran cantidad de dinero, volvimos al pueblo.
Mi primer destino fue la casa de don Santiago, cerrada con llave.
Un vecino me comunicó que había muerto.
Enterraron a toda la familia, un día soleado, como si la luz del día se burlara de nuestras desgracias.
No llore, la culpa me lo impedía.
Un nudo en la garganta formado con miles de palabras que se arremolinaban, la piedra pesada que no me permitía comer se hacía cada vez más grande, todo por no poder pedir perdón.
El párroco me ofreció hablar, como si eso me fuese a liberar de las ataduras.
Cualquier palabra por muy correcta que fuese no iba deshacer la desgracia asi que empecé el cuento,  un cuento que nos mantenia vivos.
El pequeño cuco se acurruca en una rama…
Yo ya no vivo, soy huesos y piel.
Yo no fui cuco, fui la madre que no estaba lo suficientemente preparada para recoger a su cria si se caía, fui el gato al que no mató la curiosidad si no la falsa seguridad.
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