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penelope mitchell + eliza taylor manip

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— No generas rechazo en mi persona, Stan, me agradas, eso es cierto— Dijo con forzada necesidad de aclarar que no era su intención no poder comportarse con comodidad tal como presentaba la ligereza que tenía el ajeno, aunque parecía ser natural de su arraigada personalidad; a contraposición de la rubia que denotaba una protección hacia sus pensamientos y emociones, una protección inclusive de si misma, odisea de dudas y espejismos que no esclarecían ni lo mínimo cuando se deseaba puntualidad, encontrándose en una disyuntiva bruma constante. — Es sólo... No estoy acostumbrada a... Ya sabes, a eso de forma casual— Respiró profundo para exhalar de la misma manera — Por eso es complicado para mi tratar contigo... Sin sentirme incómoda — Para estar hablando la verdad, parecía farfullar bazofias de excusas en pos de explicar un disgusto oculto que prefería no confesar pero no, Sorcha no comprendía el arte de mentir o engañar, inclusive prefería afrontar con la verdad como siempre hacía. — A��n así, lo que quiero decir es que no me desagrada tu compañía—Buscó la mirada ajena sentenciando la finalidad de una frase calada en transparente honestidad y serenidad así como el canto de una ballena. Frunció los labios en una fina línea, jamás comprendería el porque una persona se disponía al desgarro de su cuerpo en un satisfactorio sufrimiento, el sexo en si era satisfactorio en ciertos ángulos químicos, pero era la química natural del cuerpo que generaba esa libre sensación tan gustosa, a su contrario, el cigarro era una química expuesta y extrajera al organismo donde quedaba en puro tóxico la salud promedio. Nuevamente, sus globos oculares amenazaron con escaparse de los huecos con la sorpresa que le generaba el atrevimiento invasivo para con ella. Elevó ambas manos como muestra de inocencia frente a esa acción, casi tratando de separar su parte superior de la inferior para recuperar su espacio personal. Más no podía moverse ni poder evitar esa sensación de cálidas notas de arpas en su vientre. La presión sobre sus muslos era paralela a la sangre subiendo hacia sus mejillas, atónita y petrificada sin conocer en si una reacción adecuada que no pudiera formar parte de un efusivo rechazo inminente que no se formulaba en su vocabulario.— ¿Te parece bien que nos "veamos" cada tanto mientras se supone que nuestro trabajo aquí es cuidar a los jóvenes? Creo que esta bien si mantenemos nuestra...vinculación como profesional, Stannis, no intentemos nada efímero, bien sabemos que tú regresarás a tu casa y yo a la mía— Convino decir mientras analizaba las facciones masculinas desde la diferente perspectiva superior, no encontraba así defecto que pudiera de ser desagradable simplemente una belleza simétrica de facciones marcadas y ojos nocturnos. — Sólo si no lo dejas ganar y juegas justo, las personas creen que por dejarlo ganar se conmemoran importantes en su vida, el ex novio de Kenzie lo dejaba ganar, mi padre nunca lo aprobó—Relató ya afianzándose de a pasos pequeños y cortos a la postura en la que se encontraban ambos jóvenes adultos. — Si un hombre es capaz de mentir en un juego, es capaz de mentir en la vida, si no se tienen ambiciones ¿Cómo hace uno entonces para disfrutar y sacarle jugo a la vida?—Vista al frente, repetía la frase que su padre le había confiado en respuesta al porque no aprobar al joven enamorado de la menor Boyd, luego habían llegado los problemas entre ellos y el destino mismo se había asegurado de terminar esa primera relación, ese primer amor que marcaba la vida de su hermana con una advertencia. Sin darse cuenta, deslizaba la yema de los dedos sobre la frente ajena, corriendo pequeños cabellos de allí, suave rastrillare inconsciente. Las nuevas palabras que requerían atención, la devolvieron a su postura lejana de las manos tras su espalda como soportes — Si, sé hacer un fuego y un refugio bueno sería entre los árboles de troncos gruesos— Respondió con cierto orgullo en sus conocimientos mientras estiraba una tenue sonrisa. — Eso dice la gente, que tengo su carácter, que me asemejo a ella pero no lo sé, mi madre es mi madre, y yo soy simplemente yo, somos personas diferentes — Respondió intentando esconder su rostro con los hombros — ¿Qué te asegura que estaré aquí mañana, Stannis? No suelo romper las reglas seguido, sólo hoy buscaba tranquilidad

after midnight

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Nightmare

Nightmare: Muse is plagued with horrific images and scenes both in sleeping and in waking for 3 days

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Kiss

Kiss:  Muse wants to kiss everyone in their inbox for the next hour

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M!A list

17 Again: Muse is in his/her 17 year old form.

Spirit Animal: Muse is turned into an animal (Anon decides what) for 12 hours.

Flesh: Muse is horny and wants to have rough sex(ex.being thrown against a wall and bitten)(Anon chooses time)

Truth potion: Muse has to tell the truth about anything asked for ___

Flustered: When Muse sees, (anon chooses), Muse will stutter, blush, and act like a complete klutz around said individual, for 3 hours.

Whipped Cream: Muse wants everything with whipped cream on it for 3 hours

Sweet Nothings: Your muse is full of nothing but happiness and positive things to say for 24 hours.

Pure: Sex? What’s that? Muse suddenly has the mentality of a three year old, and can’t understand anything ‘adult’. Anon decides the duration.

Jealousy: Muse will be jealous, of (anon chooses) for a certain amount of time. Anon chooses, for what reason Muse is jealous. Also for how long.

Sight: Muse is blind for ___

Hearing: Muse is deaf for ___

Memory: Muse cannot remember anything for ___

Fear: Muse will be terrified by something or someone (anon specifies who) for ___

Gemini: Muse will split into two different versions of themself for ___

Beer: Muse will talk like a Drunk and hit on everybody, lasts 3 Hours

Host: Muse will be a Gentleman/Lady for 34 Hours

Age: Muse will be a Kid for 10 Hours

Feels: Muse will be obsessed with an event or something that will cause them to express related emotions (Anon decides)

Answer: Muse will have to answer anything that is asked of him/her truthfully, lasts 4 hours

Noise: Muse will say everything they think, lasts for a day

Obsession: Muse will be obsessed with ______ (Anon specifies) for the next 12 hours.

Reverse: Muse's personality will be extremely opposite for (Anon decides)

Class: Muse will believe they are a high-class prostitute for (Anon decides)

Switch: Muse has to switch bodies with (Anon decides, but muns have to agree) for (Anon decides how long)

Power: Muse gains _______ (Anon specifies) as a power for 17 hours

Confess: Muse has to confess something they think of or feel toward anyone they speak to each time they speak to them for the next 5 hours

Enemy: Muse takes the appearance of someone they hate for 16 hours

Dream: Muse is able to trespass in the dreams and nightmares of others for 48 hours

Impression: Muse thinks they are a ______ (Anon pick an animal) for 15 hours

Gone: Muse loses _____ (Mun decides something or someone important) for 16 hours

Kiss: Muse wants to kiss everyone in their inbox for the next hour

Stalk: Muse thinks they are being stalked for (Anon decides)

Nightmare: Muse is plagued with horrific images and scenes both in sleeping and in waking for 3 days

Paranoia: Muse becomes extremely paranoid about (Anon specifies what and for how long)

Hallucination: Muse sees things for (Anon decides)

Craving: Muse will have an unusual craving for (Anon specifies) for 9 hours

Gender Bender: Muse is the opposite gender for ___.

Angel: Muse is and angel for ___

Demon: Muse is a demon for ___

_____: Muse is a [troll / cyborg / robot / etc] for ___

Possession: Muse is possessed by a demon for ___

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I hope she’ll be a fool – that’s the best thing a girl can be in this world, a beautiful little fool.

(via agwalsh)

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Apretó los labios, dubitativa ¿Existían niveles de confianza? Sabía que había diferentes tipos, en otros y en uno mismo pero desconocía la supuesta nivelación que podría presentar el sueco. — Creo que la confianza es plena, no es como si tú fueras a contarme tus problemas o demás, pero no me molestaría discutir contigo ciertos aspectos de mi vida, tanto contigo como cualquier otra persona—Comenzó tratando de delimitar una línea que formaba parte de su mente, una precisa línea de tiempo que pudiera aportar a la ecuación que se formaba en la conversación, dada la confianza como el punto “x” que variaba su valor y significado en ambas cabezas europeas. — Sólo digo, que confío en tus palabras, también en tu seguridad de decisiones y cordura de propuestas, esa confianza plena, tal vez si existiera más tiempo donde estuviéramos en contacto, allí se podría generar un vínculo que implicara una retroalimentación menos superficial, pero la confianza que yo tengo es absoluta para todos, si en algún momento siento que quiebran eso, allí me será más difícil construir un vínculo a futuro ¿Comprendes?—Arrugó el entrecejo esperando recibir una gran incógnita impregnada en las orbes verdes del ajeno, pues poco se comprendía cuando se explicaba a sí misma, aunque trataba de ser lo más concisa posible, cosa de evitar embrollos de ejemplos y hechos, donde un laberinto sin salida se dibujaba en la conversación. — ¿Me creerías si dijera que no? Las que tenía ya se han ido con el tiempo — Inspiró apenada por no pertenecer a esa generalización, usualmente estaba acostumbrada a quedar por fuera de los grupos englobados en estereotipos de personas promedio. Sus comisuras estaban curvas pero sus labios parecían firmes, como si intentaran expresar cierto pensamiento que no se emitiría. — ¿Necesitas ayuda con algo? Te debo el favor, Eiden y no soy de las que deja las deudas para el futuro — Explicó con serenidad ahora que podía pensar en los cuidados adecuados que serían aplicados sobre el niño. — Hay que llevar esto, podría acompañarte si quieres, aunque deberíamos lavarle la sangre— Movilizó la botella de alcohol que había traído el mayor al momento del encuentro, el cuello cristalino se encontraba con huellas digitales parciales de la rubia en rojo tenue, algunas a medias, pero era sangre a fin de cuentas. — Como gustes, sino lo puedo hacer luego de que salga Zack— Añadió dando por fin una identificación al menor.

Ladeó su rostro ante el comentario de la escocesa, meditando lo que ella sugería y que, a decir verdad, no conseguía sonar tan poco convincente como habría creído.— Depende del tipo de confianza del que estemos hablando —terminó por responder, entrecerrando levemente sus párpados.— Pero no es bueno confiar en desconocidos, nunca sabes quién no merece esa confianza, y resultaría un tanto… peligroso confiar en todos a un mismo nivel —opinó, remojando sus labios y encargándose de quitar un poco de seriedad al asunto. Si bien no creía que el tema en discusión fuese uno que debiera ser tomado a la ligera, creía que el enfoque desde el que lo estaban viendo en ese momento les permitía hacerlo sin problema. Después de todo, lo único que quizá los unía era esa relación “profesional” que se había formado al compartir un mismo puesto dentro de aquel campamento.— Eso depende, todos tenemos alguna que otra cicatriz que nos recuerda a nuestra niñez… ¿Tú no? — inquirió, alzando sus cejas en dirección a la coordinadora, para luego enfocarse en la puerta de la enfermería, procurando entrar con cuidado de que el pequeño que cargaba no terminara golpeándose en ningún momento. Uno de los enfermeros se encargó de recibirlos, tratando al pequeño con la simpatía propia de quienes acostumbran hacer aquel tipo de cosas a diario, para luego comenzar a guiarlo en dirección a una de las camillas, comentándole lo que harían con su pequeña herida.— Bien… Creo que ya no soy requerido por aquí —sonrió, observando las facciones de aquel rostro infantil una última vez, para luego buscar encontrarse con el rostro femenino.— ¿Tú te quedas? —

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Asintió derramando más positivismo y entusiasmo de lo que debería realizar en esos momentos de tranquilidad, parecía que tenues momentos de soledad le regresaban la batería necesaria para comportarse como una coordinadora, simpática pero prudente en cuanto al cuidado y respeto de las reglas estipuladas para el buen comportamiento y vinculación entre todos los residentes temporales del verano recreativo. — ¡Tallar!— Repitió en busca de afirmar y confirmar lo dicho previamente. Pocos conocían que el truco en realidad no era agujerear o inclusive atravesar una vara con otra hasta la callosidad de las manos exhaustas de trabajo intensivo. Introdujo la mano en su bolsillo, buscando y sacando su propia navaja de campamentos, cada hija Boyd tenía la suya grabada con su nombre sobre la superficie metálica. Descubrió la hoja mediana, y con precisión y movimientos alejados de su cuerpo, le iba sacando capas a la vara de mayor grosor. — El interior es más flamable, si pensabas en girarlas hasta que apareciera, ibas a quedarte un buen rato y conseguirías nada más que cansarte, Shea —Explicó sin mirarla aún, buscaba el punto de fragilidad central donde la insistencia debía de dar frutos. — Ahora si, ten, haz lo típico eso de girar la vara hasta que se caliente y luego comience el humo— Alentó a su compañera, ella ya lo había hecho varias veces, por más adrenalina que le diera su sangre, esa sensación de realización no era parte de sus intenciones, simplemente brindaba la ayuda de sus conocimientos, a una compañera que los requería por mera curiosidad suponía conociendo a la contraria.

—Como un verdadero scout… —murmuró Shea, repitiendo las palabras que Sorcha había pronunciado, con un deje pensativo y deshaciéndose de las varas que ella había estado utilizando ingenuamente, creyendo que sabía lo que hacía cuando claramente no. Apretó los labios, pensativa. —¿Tallar? —cuestionó luego, cuando se dio cuenta que en realidad no tenía idea qué movimiento hacer como paso siguiente; después de todo, en la página no salía aquel paso. Ingenua, se repitió a sí misma en el interior de su cabeza, como si se llamara la atención. Aún así, tenía toda su atención enfocada en su compañera coordinadora. Aprendería a hacer fuego aunque fuese lo último que hiciese en ese campamento.

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— ¡Nunca se es muy pequeño o muy grande para lastimarte, Heiner, los accidentes ocurren muy seguido!—Explicó con esa tenue voz que capturaba la escancia de una madre que reprendía con calidez a hijos ajenos, teniendo en cuenta la aportación de un dejo de consejo tapando la advertencia núcleo. Más la espera de la incertidumbre se impregnaba en su espina dorsal cuán molesto dolor de espalda, pero era más que una punzada era hielo subiendo su hueso, aferrado y generando una metástasis tan dolorosa como real. Se sobresaltó al momento que la gran puerta que los separaba se movió, dando presencia al actuar del contrario, no podía no escindir se su propio miedo a la posibilidad latente de alguna caída o herida. Vislumbró su silueta dibujada en sombras sobre la abertura que parecía ser su única salida, sus rodillas temblaron de sólo pensar en ambos cayendo por un mal pie, teniendo en cuenta la racha de torpeza que media sus pequeños pies, era muy posible y, hasta incluso, predecible que podrían llegar a caerse; teniendo la altura y la caída de dos pesos, podrían terminar con algún brazo inmovilizado o alguna pierna con bota. Asintió despacio sin hablar, tan sustraída estaba su voz tratando de dar millones de explicaciones de porque era una mala idea, de porque no era mejor buscar otras opciones, aún así su batería no estaba en óptimas cargas como para buscar algún banco del cual hacerse hasta la altura del compañero. Estiró sus brazos, sus empeines, todo su cuerpo al máximo nivel que podría alcanzar con su metro sesenta y cinco, dando lugar a la prioridad del animal pequeño. —¿Estas seguro que esto es seguro, Heiner? —Preguntó cuando al fin pudo exteriorizar palabras y formular su gran duda naciente desde lo más profundo de su miedo aportado con imaginación de escenas de cierta impresión y exageración fílmica. Su semblante se mantenía sólido como mármol, delineadas facciones firmes y duras que no podrían ni eliminarse ni con un balde de agua helada, en situaciones donde se encontraba temiendo o mismo en arenas movedizas de dudas, no podía desligarse más de su propio eje de control, quedando dentro de sí misma analizando y canalizando su energía en esa postura de diferentes opciones.

Toast and bananas.

Sus manos continuaban palmeando la cerradura a tientas, pues la carencia de luz le impedía reconocer los lugares con claridad; su vista se dirigió a la ventana que recién mencionó, como si por ahí pudiese observar las atractivas facciones escocesas en cuanto habló. Tenía ideas para que ambos no quedaran encerrados, pero sabía lo precavida que podía resultar la más rubia. —No voy a lastimarme, vamos, tengo veinticinco ya,— pensó que sería una excusa perfecta, ¿por qué no? Aún así, el británico continuaba con esa mente infantil que tanto lo distinguía en ocasiones como esas, actuar por adrenalina y no por raciocinio. —Podríamos intentarlo. Subo hasta ahí y me entregas al gato, luego te saco a ti,— su vista seguía acomodad en los bordes de la única entrada, estudiando minuciosamente las posibilidades de que su plan fracasara; las posibilidades eran mínimas, se atrevía a decir. —Está bien, señorita aburrida, buscaré llaves…— masculló, sin estar del todo seguro de que su timbre de voz fue lo suficientemente alto como para ser escuchado por la coordinadora. Sus dígitos hurgaron en el lugar; primero por sobre la puerta principal, buscando algún objeto metálico que pudiese ser de utilidad, luego por el costado del marco, como si las llaves pudieran estar colgadas de un clavo que su visión no capturaba. —No encuentro nada…— bufó, negando con la cabeza; el inglés no era una persona particularmente paciente en ese tipo de escenas. —Anda, hagamos lo que te dije, no pasará nada,— decidió prometer, tomando una distancia prudente a la puerta, impulsándose con la punta de sus pies para alcanzar el borde de la ventana abierta. Se apoyó con su estómago, para luego usar su rodilla como soporte. —¿Lo ves? Ya estoy arriba. Nada complicado. Ahora, entrégame al gato, luego te lanzas tú,— y lo dijo en tono bromista para restarle seriedad a toda la situación, no era su intención poner a Sorcha nerviosa. Sus orbes se fijaron en los de tonalidad similar, mientras sus brazos se estiraron para alcanzar al pequeño animal.

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Acariciaba la aterciopelada capa felina con pereza, buscando entre esas hebras finas algún tranquilizante pacificador que le diera la pauta de que todo estaba en orden, y lo estaba pero la completa negrura sólo daba pautas a su cerebro para delirar posibilidades imposibles. Respiraba de forma audible y pausada, esperando que su corazón debilitara su violento bombeó que hacia temblar su cuerpo desde el interior, hasta pensaba que su caja torácica era el contenedor de una bomba nuclear. Más la voz ajena, inyectó un dejo de esperanza que apaciguo sus revolucionadas neuronas. El tiempo siguiente, entre respiraciones dramáticas y algún que otro golpe, no pudo no evitar quedar helada de miedo, si le tenía cierto terror a la oscuridad, pero era parte de su inocencia que permanecía intacta. El forcejeo la hizo sobresaltar y casi deja escapar al pequeño animal acunado en sus brazos. —¿Si?— Preguntó como quien responde el llamado de un invitado o el que atiende el teléfono de su casa. Respiró profundo, muy profundo y exhaló para que su propio miedo no fuera un obstáculo a la hora de pensar soluciones, escondiendo esa parte lejos de su cognición necesaria en ese momento. Se acercó iluminando el camino hasta la puerta, no estaba cerca porque había optado por no moverse con miedo a despertar a los animales. Empujó la puerta para demostrar que estaba allí, que seguía en pie y no estaba tan petrificada como antes, cosa que el otro no podía ver—Creo que en la dirección, no está tan lejos, es muy peligroso que trepes hasta allí porque al final de cuentas estaríamos atrapados los dos, o podrías lastimarte y no puedo ayudarte—Explicó con voz pausaba y serenidad en su acento europeo, más que para el contrario hablaba para ella, dibujando la escena en su cabeza — ¿No hay ninguna llave tirada por ahí? Así como hacen en las casa, ya sabes—Liberó una corta risa que era más que una prueba para demostrar un leve nerviosismo impaciente por salir y respirar aire fresco, teniendo en cuenta que el intercambio que había no era tan constante como deseaba.

Toast and bananas.

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Preso de su cargo, aquel paseo nocturno se debía a la exigencia de superiores que, con esmero, predicaban un orden y reglamento. Continuaba con los mensajes aleatorios dirigidos a la otra coordinadora mientras caminaba entre los pastizales completamente desiertos del campamento, buscando encontrarse con algún menor que amenazara con romper el toque de queda. Posterior a unos minutos que su reloj asesinó, optó por dejar su labor en segundo plano, dirigiéndose hacia el establo que no quedaba a demasiada distancia desde el punto donde se hallaba. —Ya voy para allá, no entres en pánico,— envió el mensaje de voz a través de la famosa aplicación por la cual se habían comunicado, una sonrisa ladina cinceló sus facciones de manera involuntaria cuando la exageración fue pronunciada, porque bromeaba, sólo bromeaba. Guardó su teléfono móvil en el bolsillo interno de la chaqueta que traía encima, tardando un par de minutos en arribar a la puerta de la guarida que los equinos habían proclamado como propia. —¿Sorcha?— masculló, como si realmente los caballos fueran a molestarse por su presencia. Forjó la cerradura con la mano, pero entonces notó un candado en la parte superior de la puerta y otro que rozaba el césped que no había sido podado hace meses. —Hay… Dos candados,— explicó, frunciendo su ceño en las penumbras aunque la escocesa no pudiese verlo. —¿Sabes dónde puedo conseguir la llave? O si hay algún otro modo de salir… Uno que no implique subirme a la única ventana que estoy viendo abierta…— un suspiro abandonó sus labios, resignado a la opción recién mencionada.

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¿Por qué no lo tomas como un aprendizaje para cuando seas madre? O al menos tengas sobrinos o ahijados, lo primero que aparezca—Cuestionó mientras supervisaba el castigo que le habían puesto a la australiana, no comprendía como podían llegar a ese límite pero parecía de aquellas bromas de mal gusto donde quedaba en la deriva la propia joven entre desastres fétidos de prendas. —¿Quién fue el del castigo, Maxi?— Preguntó sin detener la curiosidad en su cabeza, más no tenía idea quien pondría ese tipo de castigo, limpiar el campo era hasta más digno que la ropa general.

Parte del carácter de Maxine era ser ordenada con sus cosas. Pero lo que no vio venir es que, por quedarse dormida en una de las clases de manualidades, le tocaría un castigo tan… severo. Colocar toda la ropa sucia del campamento en color, blancos u oscuros, para poder lavarlas más tarde adecuadamente. Las muecas de Maxine denotaban perfectamente qué tan bien olían las prendas, preferentemente masculinas.— Ug, qué asco. ¿Cómo pueden ser tan guarros?

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Arrugó el entrecejo pensando sobre si era una broma o apuntaba directo a su peso, no era algo que le afectase en absoluto pero en realidad no comprendía la frase ¿Podría Eiden ser así de ofensivo? Su expresión era imposible de leer por lo que no podría averiguar esa duda ni aunque preguntara y todo eso decayera en nada. Respiró hondo, medida que utilizaba para evitar comentarios cuando algo no cerraba en su mente y desvío la vista, culpa de su timidez para preguntar. No encontraba dificultades para tratar con él, si tenía atragantadas las frases de hermana mayor, esas típicas advertencias sobre “herir” a la menor o “jugar” y no del modo recreativo, sino del que encargaban personas con saña a gusto propio. —¿Por qué no debería? Las personas deberían confiar entre si, y si esa confianza se ve herida luego se tendrá que volver a comenzar con más precauciones—Delimitó su forma de pensar y de actuar, porque si había algo que Sorcha había aprendido en su vida era que la confianza no debía ganarse como un concurso de belleza, sino que debía de ser proporcionada para establecer un vínculo. Hasta ese momento, le había funcionado, no encontraba personas que quebraran su confianza si ella no lo hacia tampoco, era un mutuo vínculo respetado que se afianzaba medida el tiempo pasaba.— Mientras sean de las efímeras, no veo problema pero más allá… Bueno creo que ahí si sería un problema— Confirió elevando los hombros y presionando con confianza la pantorrilla menor.

—Cuando los comes en exceso —especificó, alzando sus cejas en dirección a la rubia, notablemente entretenido.— Algo que, sospecho, tú hacías bastante de pequeña —agregó a modo de broma, mientras volvía su mirada hacia el camino que recorrían, logrando vislumbrar la silueta de la enfermería a una corta distancia de ellos. Era difícil para el sueco el identificar a la coordinadora como alguien con la que supuestamente no debía llevarse bien. Según sabía, era ella la que, quizá, tenía algún problema con él, y no al revés. Los motivos, de todas formas, eran un asunto que ya formaba parte del pasado y que en ese momento no lograba resultar de importancia para él— No tendrías porqué confiar en mí —admitió, con un ligero encogimiento de hombros. Después de todo (y bien lo sabía él) el proceso de construir cierta confianza llevaba mucho más tiempo y dedicación de la que habían compartido ellos dos, que con suerte y se saludaban en algún horario del día.— Algo que pasa todos los días —opinó, desviando su mirada hacia el pequeño por una fracción de segundo, para luego volver a enfocar su mirada en el camino. — Venir a un campamento e irte sin cicatrices nuevas es algo… bastante improbable. —

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Whatsapp >> Heiner B.

Heiner:

Heiner: Entonces evitaré bromear contigo porque me pone de mal humor explicar las bromas

Heiner:

Heiner: ¿Todo está oscuro? ¿Al menos rescataste el gato?

Sorcha: Será lo mejor para los dos, aunque podría intentarlo

Sorcha: Está super oscuro, es horrible

Sorcha: Lo tengo protegido, descuida

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Whatsapp >> Heiner B.

Heiner: No tienes que saber bromear, sólo entender lo que es (?)

Heiner:

Heiner: ¿No deberían dormir los caballos a esta hora?

Sorcha: Bueno, tampoco entiendo la mayoría de las bromas

Sorcha: Ese es el problema, están durmiendo.

Sorcha: Es escalofriante