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drmicrochp · 5 years
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UN VIAJE MARATÓNICO A LA HAVANA DESDE EL SUR DE CHILE (English version below)
UN VIAJE MARATÓNICO A LA HAVANA DESDE EL SUR DE CHILE
           Todo y todos te pasarán en un aeropuerto si esperas bastante tiempo. Mientras nos quedamos esperando que llegue nuestro avión a Lima, pasé un rato en el aeropuerto de Santiago. El mayor aeropuerto de Chile es parecido al aeropuerto de Sacramento en cuanto al número de pasajeros (14 millones de pasajeros en 2014 en Santiago y 11 millones de pasajeros en Sacramento en 2017) pero hay una ola de construcción pasando aquí. Como lo demás en Chile, está creciendo rápidamente. Si uno intenta hablar a un extraño allí es un esfuerzo inútil. Todos son paranoicos que tu vas a intenta venderles algo o, peor, estafarlos.            Ha sido muy solitario para mí. He alcanzado a conocer muy pocas personas fuera de las personas que conoce mi señora. También estoy reservado con ellos porque tenemos ideas muy diferentes. Pequeños señales me alertan que yo he pasado los límites de la conversación cortés. Sin embargo, fuera de Chile, puedo ver la diferencia entre la conversación que tiene el fin de crear cierta impresión y cuando uno está hablando en busca de una conexión.            ¿Cómo serán los cubanos? Estoy seguro que será diferente que la vida en este país con mucho frio en el sur. También me pregunto cómo será conversar con la gente educada sobre política Típicamente tengo que disimular mis opiniones y aparentar de un aspecto más conservador. ¿En Cuba será posible encontrar terreno común con la gente que tiene una herencia autentica revolucionaria o será que lo que diga será como la repetición de una mentira o algo completamente mal informado. He estado practicando mi discurso pequeño en mi mente. Voy a decir que la gente de la izquierda debe encontrar un terreno común, entre los liberales, los socialistas y los comunistas en la esperanza de defender los pequeños avances que se han ganado. Por todas partes del mundo, parece que las fuerzas de reacción tienen la ventaja, con mas racismo y mas desigualad como consecuencia. En los EEUU, donde todo está tan polarizado, parece que la única interacción es el griterío y los insultos…y parece que no hay interés en los hechos. ¿Cómo es posible conversar con alguien que niega el cambio climático y piensa que el racismo es una invención que se emplea para hostigar a la gente blanca. Después de esa clase de interacción, una perspectiva Cubana quizás sea refrescante.
Aterrizando en Cuba            Yo experimenté tantas impresiones durante mi viaje y andaba tan cansado que deje que las sensaciones me inundaran. Quería vivir solamente en el momento. Sin embargo, habían tantos eventos asombrosos que las imágenes quedaron grabadas en mi mente y solamente ahora puedo concluir las razones porque me impresionaron.            Habían tres vuelos largos con escalas largas para llevarnos a nuestro destino, desde Temuco, Chile a La Habana, Cuba. El tiempo que pasamos en el aeropuerto en Lima fue agradable porque es tan grande y me gustó mirar todas las tiendas. El aeropuerto de Lima fue el antitesis de lo que nos esperaba en Cuba. Los productos de lujo, libres de impuestos, tentándonos comprar y comprar y comprar. Cualquier producto era de un valor igual como para alimentar una familia de Cuba por una semana. Como Chile, Perú ha pasado una explosión comercial y el aeropuerto ha crecido como diez veces mas grande desde mi última visita aquí. Por supuesto, había construcción comercial por todos lados. Tomar café fue siempre mi actividad mayor porque no aguanto la idea de andar con sueño y desorientado, mientras llevo la responsabilidad de guardar mis posesiones, preocuparme de los itinerarios y estar alerto por la posibilidad de ladrones.            Raquel tiene otra sensibilidad y utilizaba todos los momentos libres para descansar, durmiendo aquí, allá y por todas partes, pero siempre con sus posesiones cerca de ella. Analizar los pasajeros en la sala de espera en el aeropuerto, ahora en la sala que llevaba los pasajeros para Cuba, fue uno de mis pasatiempos favoritos. Imaginaba las vidas de las personas que me rodeaban. Eran de Brasil, Perú, y Argentina con unos pocos de cubanos volviendo para una visita.            Eran más bohemios en su parecer que los demás pasajeros en el aeropuerto. Una mujer, con mucho tatuaje y onda de artista, fue muy simpática y me explico que el retrato en su brazo era de Celia Sánchez, un icono de la revolución Cubana. Sorprendentemente, había muchas familias con bebés e hijos pequeños. Portando mi  muleta (mas para ganar un poco de privilegio que necesidad) me permitió saltar al frente de la línea en el momento de abordar. Estaba agradecido por cada favor pequeño porque el viaje ya estaba volviéndose agotador. Sentado en el medio de un extenso grupo de extraños en un jet llenísimo de pasajeros me estaba dando claustrofobia.            ¿Cuándo, en toda la historia de aviones, había vuelos tan llenos de pasajeros? ¿Qué enorme cantidad de combustible se estaba consumiendo para levantar tanto peso al aire y llevarnos a nuestro destino? Éramos un grupo apestoso. Pasando 24 horas en la misma ropa puede producir ese efecto. No me molesta porque los olores no me afectan y los encuentro como una cosa normal. Las mujeres prefieren echar olores de colonia y perfumadores de ambiente por todas partes. Raquel tenía una botella de fragancia de eucalipto que llevaba un olor a pino o a medicina y era buena alternativa a todos los olores que estaban acumulando. Siempre me hace recordar los Europeos de los tiempos medievales que bañaban muy infrecuentemente y siempre llevaban pañuelos con cascaras de naranjas y clavo de olor. Puedo imaginar la intensidad de esos ataques olfatorios por mis encuentros con la gente que vivía en la calle en Stockton, California. Esta penuria es solamente una más que sufre la gente pobre.            Al final nos encontramos en La Habana y me di cuenta que nuestros celulares, iPad y baterías portátiles estaban agotados. Yo he intentado la meditación, la observación de todo que me rodea, consciencia del mismo, y la conversación para pasar el tiempo pero nunca pasa con suficiente rapidez. Como los demás de mi generación sobre-estimulado, estoy adicto a dispositivos electrónicos para distraerme. Quizás tengo miedo de mis propios pensamientos.            El aeropuerto de La Habana! Más chico de lo que había imaginado. Las estadísticas dicen que reciben millones de pasajeros por año, quizás como una ciudad pequeña de los EEUU. Había líneas largas para aduanas, inspección de maletas y revisión de visas. Mi mente se llenaba de dudas y preguntas. ¿Cómo es posible que todos los empleados estén trabajando con sueldos de $25 mensuales? Aunque el gobierno cubano no permite que nadie muera de hambre, me parece imposible concebir la idea que la gente pueda trabajar sin recibir un sueldo mayor que eso. Sin embargo, aquí estaban y me parecía que disfrutaban de su trabajo. Oímos risas y bromas de los cargadores de maletas del otro lado de la pared. A pesar que todos estaban vestidos de uniformes planchados de color caqui con azul, no caminaban de las posturas rígidas y militares de los otros aeropuertos. Se sentaban cómodamente en sus sillas. Muchos gozaban de sus conversaciones. Todo seguía en movimiento, pero no era de la actitud de corre, corre, corre que había en otras aduanas.            Mis observaciones inspiradoras llegaron a su fin cuando mi di cuenta que el aeropuerto tenía pocos asientos. Mas encima, no había manera de llamar al hotel para decirles que el vuelo de mi hijo se había atrasado pero Raquel fue a comprar una tarjeta para llamar por teléfono, fuera del aeropuerto, pero no quedaban más y la Srta. que la atendió ofreció llamarle al hotel y Raquel pudo hablar con la recepcionista y decir que llegaríamos más tarde. Otras molestias se agregaban. Por ejemplo, había mucha gente apretando el lugar de llegada, de donde venían los pasajeros y poco espacio. Había taxistas, pasajeros y las familias y amigos esperando sus visitas. Todo el rato las luces estaban chispeando. Yo concluía que esto sería un viaje de problemitas inesperados, sorpresas, y gran belleza.            Al final, mi hijo Joaquín llegó en un vuelo separado desde Nueva York y finalmente estábamos todos reunidos y, asombrosamente, no se nos perdió nada y nadie herido, y no obstáculo había sido tan grande como para detener este encuentro.
Nuestra Primera Noche            Claro que estábamos agotados cuando llegamos a nuestro hostal bellísimo en La Habana Vieja. ¿Entonces, acostarse un rato a descansar, cierto? ¡Jamás! Nuestra zona cero se ubicaba en el sector más antiguo con su arquitectura barroca muy hermosa pero decrepita, cerca de todos los lugares más interesantes del capitolio. Me sentí un déjà vu mirando estas calles de nuevo, después de verlas tantas veces en los videos de YouTube antes del viaje. Encontramos un restaurante de tres estrellas cerca del hostal y, después de mirar los precios, elegimos tres cocteles y tres aperitivos. A pesar de elegir todo cuidadosamente, nuestra cuenta llegó a $40 dólares (o 50 CUC, el dinero que ocupa los turistas en Cuba). Estábamos sorprendidos y asombrados las selecciones gourmet y los tres músicos que nos tocaba una serenata. Estaba incrédulo por los precios de los vinos escrito en el pizarrón, uno al precio de $60.            Otros contrastes me enfrentaban como un miembro de un grupo privilegiado. Los turistas indiferentes, escuchando unos músicos tocando unas canciones maravillosas, que no daba aplauso ni propina. Una botella que se vendía al precio de dos meses del salario en Cuba. Me dio la impresión de dos grupos completamente diferentes, cada uno desconocido al otro. Quizás nunca se conocerán. Quizás no podrían.            Mi di cuenta que realmente quería hablar con todos, conocer su realidad. ¿Podrían verme como alguien que aplaudía su valentía y su sacrificio? Yo pienso que todo quien viene a la isla tiene algún nivel de respeto para los cubanos, como han enfrentado cada desafío con su dignidad e ideales intactos. Sin embargo, ¿en qué momento los turistas cruzan la línea y entran al irrespeto? ¡Se van a cansar de los turistas, un grupo que tiende a la arrogancia y bota todo de manera desechable, cuando aquí casi todo está negado para ellos por el accidente de donde les tocó nacer?
El Hostal            En nuestro primer día disfrutamos de un aterrizaje suavísimo –un baño con agua caliente, aire acondicionado, una pieza hermosa. Había mucho que agradecer, incluyendo personal del hotel atento, restaurantes cercanos y una arquitectura impresionante de dos siglos en edad por todo este sector de la ciudad.            El dueño del hostal es un emprendedor español casado con una mujer cubana que compró esta casa de dos pisos y lo reconstruyó en un hostal de doce habitaciones. En la mañana aprovechamos un desayuno completo de huevos, fruta, pan, jugo y café CUBANO (delicioso). Joaquín, mi hijo, nos reprochaba por mirar a nuestros celulares durante el desayuno, pero fue el mejor tiempo de entrar al internet como el hostal proviene una señal fuerte. ¡Ojo! Para entrar el internet es necesario comprar los minutos de internet primero y segundo encontrar la configuración correcta en el celular para conectarse. El servicio de internet en Cuba tiene menos de cinco años y requiere que alguien compre tarjetitas de conexión (cada uno sirve para una hora). Hay que raspar un cuadrito para ver el número oculto y entrar el código en la página del internet y en este momento empieza a correr el reloj. El tiempo de desayuno es intenso con las actividades de comer, hablar, conectar dispositivos al internet, responder a  los emails, y mirar las páginas del internet para datos importantes. Es la hora cero para planificar todo el día.
           El personal del hostal nos compartía direcciones, recomendaciones, en general. Quizás nos encariñábamos un poco. Yo sé que Raquel estaba repartiendo de pasta y cepillos de dientes. Yo, mismo, estaba donando pen drives (de memoria USB) con colecciones de música Chilena. En un acto de solidaridad entre dos aficionados de la música vieja, un señor me regaló unos de sus discos (33 rpm) de la Nueva Trova, una música folklórica de los años 70.            La calle donde estábamos viviendo era una mezcla ecléctica de residencias privadas, restaurantes particulares, hostales, oficinas del gobierno y otros servicios.  Las calles son muy estrechas en La Habana vieja y siempre llenas de peatones. Cuando un auto, taxi o pedicab (taxi de bicicleta) pasa todos los peatones tienen que saltar a la vereda hasta que el vehículo ha pasado. Los camiones de basura y los camiones que reparten agua son aún más ancho y podía ser un desafío caminar.            Las calles son una combinación asombrante de cubanos jóvenes, turistas, vendedores ambulantes, gente descansando al frente de sus casas y personas que parecen entretenerse mirando el movimiento de las calles. ¡Y nadie molesta a nadie! Y jamás he visto policías. Me dicen que hay muchas policías por las calles, sin embargo, pero no se visten así para no ser reconocidos. No puedo decir con confianza.            Me encantaba conversar con todos que encontraba y me parecían muy honestas las conversaciones. Claro, había muchos que querían que yo fuera a su restaurante o tomara su taxi, pero siempre la conversación se transformaba en un algo relacionado a Cuba, la política o los EEUU. Como yo decía, yo siempre les hablo con mucho respeto a todos y me reciprocaban de igual manera.
           Hay algo de ansiedad que se está desarrollando en la gente porque el gobierno actual de los EEUU quiere limitar las remisas (el dinero que la gente manda a su familia desde el extranjero) y las visas para los turistas de los EEUU. A la vez, Venezuela ha reducido la exportación de petróleo a Cuba por dos tercios. Los cubanos están anticipando un regreso a los “tiempos especiales,” de los años 90 cuando la Unión Soviética paró toda la ayuda a Cuba y el país sufrió racionamiento de todo y sus recursos fueron muy limitados. Si la Casa Blanca sigue con su plan, la situación va a empeorar. Pero no va a empeorar tanto como a los años 90 porque el país se ha diversificado más. Igualmente, cuando se escucha la idea de regresar a los tiempos especiales, es algo muy escalofriante para alguien que tiene memoria de esos tiempos.
 Nuestro primer tour
           Nos encontramos con nuestro guía del tour, una abogada que trabajaba con el ministro de programación y televisión que tuvo que dejar su trabajo, un trabajo que amaba, ganando un sueldo de $25 mensual, para su nuevo trabajo, haciendo tours, que le pagaba 10 veces más. Ella nos llevó a la Universidad de La Habana donde la revolución empezó con un levantamiento de estudiantes. Después nos llevó a la Plaza de la Revolución y un parque forestal en el medio de la ciudad, el parque del Rio Armendares, donde los altos arboles de Ceiba, cubiertos de hiedras, bordeaban el rio plácidamente. Probablemente su flujo es menos lento cuando llega la temporada lluviosa. También visitábamos unas galerías de arte callejeras, uno que se llamaba “el Tanque” (porque fue instalado en los alrededores de un tanque de agua reutilizado) y otro que se llamaba “Callejón Hamel.” Ambos lugares se destacaron con esculturas, pinturas y arte en galerías al aire libre, usando metal o cerámica reciclada, sin costo a los visitantes. Las creaciones eran ingeniosas y surreales, enmarcados por la poesía de José Martí u otros mensajes hablando del amor, la amistad y el patriotismo. Estaba muy impresionado. Solamente podía compararlo con un barrio en Valparaíso, Chile, donde mi sobrina, Isidora, convencía a una docena de artistas grafiteros y muralistas (y la gente del barrio) a pintar todas las superficies abiertas, transformando todo el barrio en una galería al aire libre. Quizás el movimiento de llevar arte a la gente es algo común por los países de América Latina.            Al final nuestro guía nos invitó a su departamento en la parte más grande, más popular de la ciudad, que se llama 10 de octubre, nombrado por la fecha cuando se abolieron la esclavitud en Cuba. Fue revelador a visitar este sector de la ciudad con sus casas más económicas y las tiendas estatales con la gente haciendo colas para comprar pan, huevos u otras comidas que se vendían a precios subvencionados o redimidos con tarjetas de racionamiento.          En nuestro camino a visitar la casa de nuestro guía recogimos su hijo del kindergarten y viajábamos a su casa en el tercer piso en un edificio construido de cemento. Su marido me regalaba un puro de tabaco Cohiba, uno de las exportaciones más codiciados de Cuba. Una experiencia prototípica de Cuba es fumar un Cohiba mientras tomando el ron añejo. No hay una experiencia más Cubana que esa.
 El Club Social Buena Vista y el tour de las galerías de arte            Habíamos organizados excursiones a ver un concierto del estilo “Buena Vista Social Club” y visitar las galerías de arte comercial en el centro de Habana. El concierto de Buena Vista Social Club fue una sombra pálida de los músicos que recuerdo de la película. Los músicos eran de talentos muy desiguales, algunos espectaculares y otros menos. También teníamos el obstáculo de quedarnos en asientos veinte metros de lejos de los músicos con grandes pilares que bloqueaban la vista, no importa a donde mirabas. Llegamos temprano pero los mejores asientos eran bloqueados y reservados. El espectáculo era una serie de cantantes, cada uno con su canción, seguido por otro, con una orquesta respaldándoles y un presentador que presentaba cada cantante en su turno. Seguir la magia de la película, una reunión de los mejores músicos y cantantes de Cuba es un poquito como capturar el relámpago en una botella. Las canciones mejores evocan una nostalgia por un tiempo que ya no queda y la rumba seductora de ritmos cubanos y la tristeza dulce del amor perdido.
         Las galerías de arte variaban desde temas modernistas con sugerencias irónicas y mensajes políticos, a panoramas complicadas de hombres, máquinas y paisajes urbanos. Una galería se especializaba en xilografías asombrante de plantaciones de azúcar y refinerías. La producción de azúcar es un recurso que apoyaba la economía de todo el país, pero ahora tiene solamente una fracción de su producción previa y valor como exportación. Desde los eventos de la exposición de modas de Chanel (3 de Mayo, 2016) y el concierto de los Rolling Stones (26 de Mayo, 2016) hace dos años, obras maestras de arte, con un valor de miles o cientos de miles de dólares, parecen menos fuera de lugar. Los intelectuales del mundo artístico ya han descubierto a Cuba y ahora puedan caminar estas mismas calles, eligiendo comprar una obra de arte para agregar a su colección, igual como en todas las ciudades mayores del mundo.
         No alcanzamos a visitar el Museo de la Revolución o el Museo de Bellas Artes en nuestro tour, pero hemos oído que son exhibiciones espectaculares. Pensamos en volver algún día y verlos con tiempo adecuado.
 Una expedición fracasada a la Playa Varadero
         Durante nuestra planificación del viaje y los destinos posibles para nuestras actividades en Cuba, una atracción constante fue de visitar una playa que algunos consideran como la mejor del mundo, la playa de Varadero. Me impresionó el precio alto de la visita como fue ofrecido por las Actividades de Airbnb. Entonces, se nos ocurrió que podíamos hacer nuestras propias reservaciones en Habana por un precio menor. ¡Qué decepción! Descubrimos que es casi imposible comprar un boleto en un camión público (la agencia se llama ViaAzul) para llegar a Playa Varadero. Gastamos $30 en tarifa de taxi para ir a la estación de camiones, perdimos tiempo llamando al número de teléfono (que nadie contesta) y llegamos a la oficina de ventas para encontrar una vendedora que no quería vender ningún boleto hasta la hora oficial de abrir, exigiéndonos esperar un gran rato en el terminal. Acuérdense que la vendedora, como el chofer de la camión, como todos trabajando en el terminal están ganando un sueldo de $25 mensual. Parece que los cubanos no compran boletos a la playa más cara del país. La mayoría no hace ningún viaje a ninguna parte, ocupando su tiempo en la lucha de procurar comida, dinero u otros recursos escasos. Pensándolo bien, no debería haber sido ninguna sorpresa que la vendedora de boletos nos mirara con indiferencia.
         Como dice el refrán, “el gobierno finge que está pagándonos y nosotros fingimos que estamos trabajando.” Entonces, haciendo la historia más corta, nunca llegamos a nuestro destino. A pesar de que suene como un chiste irónico, es más fácil organizar un viaje a cualquier parte de Cuba desde el extranjero que adentro de Cuba. Desde Chile o los EEUU, uno puede comprar su boleto y pagarlo online fácilmente. Buscando comprar un boleto a cualquier parte dentro de Cuba es una invitación a la frustración. Al final compramos un boleto a una playa cercana, al este de La Habana, que se llama Santa María. Allí lo pasamos bien metiéndonos en el agua, tomando ron de un coco y quemándonos bajo el sol. Conversamos con unos estudiantes de medicina de Gambia y sacamos varias fotos. Pagando $5 contratamos un trió que nos cantó una canción. Yo les acompañaba en el estribillo. Todo fue un poquito más económico y un poco más auténtico. Inolvidable.
 Desde Victoria, Chile a La Habana, Cuba, Iglesias Metodistas Conectan a Dos Congregaciones
         No lo encontramos en ningún libro de guías, pero haciendo una conexión directa con la congregación de la Iglesia Metodista de La Habana quizás fue el momento más autentico de nuestro viaje. Nuestro pequeña iglesia Metodista de Victoria (una congregación de menos de 100 personas) nos encargaban con hacer una conexión con la iglesia Metodista de La Habana. Es común que personas de ciertas religiones a visitar una iglesia hermana en otra parte del país o incluso un país diferente. Un sentido de pertenecer a una doctrina universal es una consecuencia de una visita así y uno se siente que su iglesia es parte de algo más grande.
         Llegamos a tiempo para compartir el estudio Bíblico y la pastora (había una pareja de pastor y pastora) estaba hablando de los atributos de la “mujer virtuosa”, como se describe en los Salmos, una selección apropiada para este servicio de “Día de la Madre.” Igual que en mi pueblo de Victoria, había mucho canto inspirado, los versos de las alabanzas aparecían sincronizados en las pantallas de televisión por toda la iglesia. Las mujeres se vestían de vestidos elegantes y los hombres de camisas con corbatas. El pastor hablaba y la congregación estaba cautivada. En un momento el llenaba un vaso con agua y seguía llenándolo hasta que el agua se cayera al piso. Nosotros entendimos el mensaje que alguien que ya estaba lleno no podría aceptar nada nuevo (que sea la gracia, conocimiento, o la presencia de Dios). Hay una parábola Budista que enseña una lección parecida. Al final llegó el momento en el servicio cuando presentan a las visitas que han llegado de otras congregaciones. Algunos llegaron desde el este y otros del oeste. Raquel, Joaquín y yo nos paramos y nos presentamos como visitas de Chile. La gente nos miraba fijamente. ¿Con cuánta frecuencia llegan los turistas o bohemios a Cuba y pasan un día visitando con una iglesia y compartiendo el servicio religioso?
         Raquel, nunca con timidez para hablar, decía que nuestra iglesia en Chile les mandaba saludos a esta iglesia en La Habana. La atmósfera fue eléctrica. Un respeto más autentico para pedir la solidaridad con Cuba no se podría expresar mejor. También el pastor me invitó a mí hablar y utilicé el momento para  preguntar si el pastor me podría encontrar alguien en la congregación que necesitaba un teléfono celular. Yo había traído mi celular usado de iPhone5 para regalarlo a alguien en Cuba. El pastor preguntaba a la congregación si sabían quién debería recibirlo. En los labios de todos estaba el mismo nombre, un líder de alabanza que también era un estudiante de medicina de cuarto año, que necesitaba un celular con urgencia. Nada parece más milagroso que una oración contestada. Aparentemente la iglesia había levantado oraciones para esta causa y ahora recibieron la respuesta. Él, alegremente, con lágrimas en los ojos, aceptó el regalo. No hay tiendas de celulares en Cuba y pocas personas con los recursos para comprar uno. Tal vez no visitamos todos los lugares en nuestra lista, pero hicimos mucho más conexiones con la gente cubana que jamás hubieramos imaginado.
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