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#HábitosProductivos
magneticovitalblog · 3 months
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"Descubre los 14 Hábitos Clave para Desarrollar tu Genio Interior"
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En la búsqueda del éxito y la realización personal, muchos aspiran a alcanzar la grandeza, a desatar su genio interior y brillar en su campo de acción. Sin embargo, ser un genio no es simplemente una cuestión de talento innato, sino de cultivar hábitos y prácticas que fomenten el crecimiento intelectual, emocional y espiritual. En este artículo, exploraremos 14 hábitos secretos que te ayudarán a desatar tu genio interior y alcanzar tu máximo potencial.
Cultiva la Curiosidad Infinita: Los genios tienen una sed insaciable de conocimiento y una curiosidad sin límites. Alimenta tu mente explorando nuevos temas, preguntando, investigando y manteniendo una mente abierta a nuevas ideas y perspectivas.
Practica el Pensamiento Crítico: Cuestiona todo, incluidas tus propias creencias y suposiciones. Desarrolla la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar información de manera objetiva y lógica, sin dar por sentado lo que se te presenta.
Fomenta la Creatividad: Busca nuevas formas de expresión, ya sea a través del arte, la escritura, la música o cualquier otra forma de creatividad que te inspire. La creatividad es el combustible del genio y te permite ver el mundo desde perspectivas únicas.
Ama el Aprendizaje Constante: Nunca dejes de aprender. Lee libros, asiste a conferencias, toma cursos en línea, conversa con expertos en tu campo. El aprendizaje continuo amplía tu mente y te mantiene actualizado en un mundo en constante evolución.
Cultiva la Disciplina: El genio requiere dedicación y disciplina. Establece metas claras, crea un plan de acción y trabaja de manera constante y disciplinada hacia ellas. La consistencia en tus esfuerzos te llevará lejos.
Abraza el Fracaso como Oportunidad de Aprendizaje: Los genios no temen al fracaso, lo abrazan como una oportunidad de aprender y crecer. Cada error es una lección invaluable que te acerca un paso más hacia el éxito.
Mantén una Mente Abierta: No te cierres a nuevas ideas o formas de pensar. La mente abierta es el terreno fértil donde florecen las grandes ideas y descubrimientos. Escucha a los demás, sé receptivo a la crítica y dispuesto a cambiar de opinión cuando sea necesario.
Desarrolla la Resiliencia: Los contratiempos y las dificultades son inevitables en el camino hacia el éxito. Desarrolla la capacidad de recuperarte rápidamente de los golpes, aprende de ellos y sigue adelante con determinación y coraje.
Cuida tu Salud Física y Mental: El genio no puede florecer en un cuerpo o mente enfermos. Prioriza tu bienestar físico y mental, incluyendo una alimentación saludable, ejercicio regular, descanso adecuado y prácticas de autocuidado.
Busca la Soledad Creativa: Dedica tiempo a estar solo contigo mismo, lejos de distracciones externas. La soledad creativa te permite reflexionar, concentrarte y explorar tus pensamientos más profundos, lo que puede conducir a descubrimientos innovadores.
Mantén un Diario de Ideas: Registra tus pensamientos, ideas y observaciones en un diario. Esto te permite capturar inspiraciones fugaces, clarificar tus pensamientos y mantener un registro de tu progreso intelectual y creativo.
Establece Rutinas Productivas: Construye hábitos y rutinas que te ayuden a optimizar tu tiempo y energía. Organiza tu día de manera eficiente, establece horarios de trabajo y descanso, y elimina las distracciones que puedan interponerse en tu camino.
Practica la Empatía: Comprende las emociones y perspectivas de los demás. La empatía te permite conectar con las personas a un nivel más profundo, fomentar relaciones significativas y obtener nuevas ideas y perspectivas.
Nunca Dejes de Soñar en Grande: Los genios son visionarios que sueñan en grande y se atreven a perseguir sus sueños con pasión y determinación. Mantén viva la llama de tus aspiraciones más audaces y trabaja incansablemente para convertirlas en realidad.
En resumen, convertirse en un genio no es una tarea fácil, pero con la práctica de estos 14 hábitos secretos, puedes desbloquear tu potencial más profundo y brillar con luz propia en el mundo. Recuerda que el genio reside dentro de ti, solo necesitas cultivarlo y dejarlo florecer. ¡Adelante, el mundo espera tus brillantes contribuciones!
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magneticovitalblog · 9 months
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La Procrastinación y sus 3 activadores
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Para la psicología, la conducta de retrasar todo hasta el último momento se denomina “procrastinación».
Etimológicamente, “procrastinación” deriva del verbo en latín procrastināre, postergar hasta mañana. Sin embargo, es más que postergar voluntariamente. La procrastinación también deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, hacer algo en contra de nuestro mejor juicio.
La «Teoría de la Procrastinación Temporal» del psicólogo canadiense P. Steel, explica el fenómeno de la procrastinación, es decir, el acto de retrasar o posponer tareas importantes a favor de actividades más placenteras, pero menos prioritarias, basándose en tres factores clave que interactúan entre sí y pueden variar en función de situaciones y contextos:
La expectativa de valor:  se refiere a cómo percibimos la importancia de una tarea en relación con otras actividades que podríamos estar haciendo en su lugar. Si consideramos una tarea valiosa o significativa, es más probable que nos sintamos motivados a realizarla de manera inmediata, mientras que, si la percibimos como poco importante, tendemos a posponerla en favor de actividades más atractivas.
La impulsividad es la tendencia de tomar decisiones rápidas sin considerar las consecuencias a largo plazo. Altos niveles de impulsividad llevan a procrastinar, ya que buscamos recompensas inmediatas en lugar de comprometernos con tareas que requieren un esfuerzo a largo plazo.
La sensibilidad al retraso se refiere a cuánto afecta el aplazamiento de una tarea a nuestro bienestar o metas a largo plazo. Las personas que somos menos sensibles al retraso tendemos a procrastinar más, ya que no percibimos las consecuencias negativas o las implicaciones a largo plazo. Por otro lado, las personas más sensibles al retraso somos más propensas a evitar la procrastinación, ya que tenemos una mayor conciencia de las consecuencias negativas de posponer tareas importantes.
La procrastinación es una conducta en la que posponemos o evitamos ejecutar tareas o responsabilidades que tenemos que hacer, a pesar de que seamos conscientes de las consecuencias negativas de hacerlo.
Según P. Steel de la Universidad de Calgary, “es hacernos daño a nosotros mismos”. Es por eso procrastinar nos hace sentir mal. Cuando procrastinamos, no solo somos conscientes de que estamos eludiendo una tarea en cuestión, sino también de que hacerlo es una mala idea. Y, aun así, lo hacemos: es esencialmente irracional”, según F. Sirois, de la Universidad de Sheffield. “No tiene sentido hacer algo que sabes que tendrá consecuencias negativas”.
Cuando procrastinamos, hay partes de nuestro cerebro que piensan como si las tareas que estamos aplazando —y los sentimientos negativos que las acompañan y que nos esperan del otro lado— son problema de alguien no somos nosotros.
Frecuentemente reemplazamos lo importante por cosas irrelevantes o agradables, haciendo de la procrastinación un ladrón del tiempo útil.
Causas de la procrastinación
La procrastinación es una manera de afrontar nuestras emociones desafiantes y estados de ánimo negativos por tareas que supongan sentimientos como
aburrimiento
ansiedad
frustración
inseguridad
resentimiento
tedio
Existen otras causas, como
Búsqueda de recompensas inmediatas en lugar de otras a largo plazo
Deseo de sentirnos aceptado por los demás, creyendo que ello nos convierte en “personas válidas” y, por tanto, trataremos de congraciarnos con todas las personas, independientemente de las demandas que estas nos hagan. Como consecuencia, iremos postergando las propias actividades a medida que vamos realizando las actividades que creemos que nos solicitan los demás. Esta dinámica va acompañada, también, de ansiedad y culpa, pues es imposible agradar a todos. Gestionar esta situación pasa por aceptarnos a nosotros mismos, con nuestras virtudes y debilidades, y aprender a priorizar los objetivos personales frente a los de los demás, fundamental para el desarrollo individual, y para evitar procrastinar.
Dificultad para enfrentar tareas desafiantes
Es una obligación, no un deseo propio. Cuando fijamos metas en función de lo que idealmente queremos, de lo que nuestros padres, amistades o pareja desean, puede hacer que los objetivos sean muy interesantes, pero no estaremos centrados en lo que realmente nosotros queremos afrontar. Hace que no nos planteemos retos, sino obligaciones.
Falta de motivación. A menos motivación más procrastinación y viceversa.
Impulsividad, en ocasiones empezamos varias tareas a la vez sin planificar la estructura que nos conducirá a realizarlas. De nuevo, la urgencia por acabar todo, y la consecuente frustración por no poder hacerlo, nos genera la sensación de que las actividades de la vida diaria son difíciles de gestionar. Para evitar llegar a este punto, conviene que organicemos la secuencia de requisitos para terminar la tarea, hacer una valoración de los tiempos necesarios, y evitar empezar nuevas tareas sin haber acabado las previas.
Miedo al fracaso. Los miedos, o en general cualquier sentimiento que no nos apetezca sentir, favorecerá dejarlo para otro momento. Cuando nos cuesta identificar o reconocer lo que nos atemoriza, normalmente hace que sea difícil fijarnos objetivos realistas. Cuando nuestra valía como personas se define en función de nuestros propios resultados en un ámbito de la vida, la posibilidad de deterioro en la autoestima es constante. En lo académico o en lo laboral se manifiesta mediante la ansiedad a la hora de ejecutar o anticipar la tarea, sumiéndonos en un bloqueo. Otro enfoque es auto-aplicarse la consabida frase: “si lo hubiera intentado lo habría conseguido”, atribuyendo el abandono de la tarea a la falta de tiempo.
Perfeccionismo. La búsqueda de la excelencia mediante el esfuerzo es un arma de doble filo. Lo que percibimos como “imperfecto” nos causa un sentimiento de incompetencia que nos anima a evitar la tarea. No se trata de quitarle valor al esfuerzo y al buen hacer, sino de comprender que los resultados, a veces, son ambiguos. No suele haber una solución única ni un consenso establecido de lo que es “perfecto”, y en ocasiones nos autoexigimos en exceso. ¡Si lo hago, lo hago bien, o no lo hago!. Cuando nos proponemos hacer las cosas muy bien, nos vemos obligados a hacer mucho esfuerzo desde el principio. No vale empezar y luego ya se verá. Hay que estar a tope. Este hecho hace que, si no estamos muy motivados, o no es posible renunciar a algo, acabemos posponiendo con la esperanza de retomar o iniciar la tarea cuando tengamos más ganas…
Rabia e impaciencia, cuando pensamos que deberíamos “poder con todo”, y nos encontramos con nuestras limitaciones, pudiendo aparecer una sensación de impotencia, precipitando el enfado y la pérdida de tiempo que conlleva. En este escenario, nos metemos en una espiral de frustración y enfado hacia nosotros mismos, empeorando aún más la situación, cayendo en la procrastinación. Conviene que ajustemos la percepción de nuestras propias capacidades, ser consciente de que las tareas asumidas son excesivas para nuestros recursos, aprendiendo al mismo tiempo a asumir nuestros límites.
Sentirnos saturados según la creencia de que “todo se tiene que hacer con rapidez y simultáneamente”, supone que cueste mucho priorizar actividades. El resultado es una sensación de agobio, de saturación, que puede generar una serie de emociones y sentimientos (angustia, desidia, lamentos, etc.) que conducen a la procrastinación. Además, en ocasiones se acabamos creyendo que resulta más fácil evitar una tarea que afrontarla, pensando incluso que las cosas se arreglarán por sí solas si se espera lo suficiente. Para afrontar esta situación conviene aprender a diferenciar lo importante y lo urgente, lo aplazable y lo inaplazable, estableciendo prioridades y respetando los tiempos necesarios para cada tarea.
Sentimientos más profundos relacionados con la tarea, como dudar de nosotros mismos, una baja autoestima, sentir ansiedad o inseguridad.
Consecuencias
Procrastinar puede afectar negativamente en aspectos como
el bienestar emocional
la productividad
las relaciones personales
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En caso de procrastinación crónica las consecuencias pueden llegar a efectos destructivos en nuestra salud mental y física, incluidos
Angustia general psicológica. Cuando nos enfrentamos con una tarea que nos hace sentir ansiosos o inseguros, la amígdala —la parte del cerebro “detectora de amenazas”— percibe esa tarea como una amenaza real para nuestra autoestima o nuestro bienestar. Incluso intelectualmente reconociendo que suspender la tarea nos creará más estrés en el futuro, nuestros cerebros están programados para preocuparnos más por eliminar la amenaza en el presente.  
Baja satisfacción con nuestra vida
Enfermedades crónicas como hipertensión y enfermedades cardiovasculares
Estrés crónico
Hábitos deficientes de salud
Síntomas de depresión y ansiedad
Estrategias para superarla
Para superar la procrastinación, pueden ser útiles
Romper la inercia del primer minuto. Arrancar es lo que más cuesta.
Eliminar las tentaciones y distracciones que en un momento determinado puedan suponer una tentación para invertir en nuestro tiempo en actividades más gratas.
Desarrollar habilidades para resistir la tentación y mantener el enfoque en las tareas importantes.
Evitar los argumentos autoabsolutorios o autopermisivos del tipo “no pasa nada por un día que me retrase, tengo tiempo”; “miro Facebook, solo cinco minutos”; “ya lo haré mañana, que es lunes”. Simplemente, hagámoslo ya.
Planificación y organización del tiempo
Establecer metas claras y alcanzables.
Dividir la tarea en pequeñas subtareas que sean manejables, estableciendo hitos más pequeños que respondan a preguntas del tipo: ¿qué es lo primero que tenemos que hacer para abordar este tema? ¿Y, después? ¿Y, después? Poco a poco, y cómodamente, nos iremos aproximando al objetivo final.
Asociar recompensas a la finalización de tareas y consecuencias negativas al no hacerlo puede motivar a evitar la procrastinación.
Si cada vez que finalizas alguna de las subtareas que te has planteado haces un pequeño descanso, verás como “recuperas” fuerzas tanto físicas como mentales. El cansancio es un factor que multiplica el desinterés y reduce la capacidad de esfuerzo. Por lo que es importantísimo establecer pequeños periodos de desconexión y descanso de la actividad.
Identificación y gestión de pensamientos y emociones que incentivan la postergación
Recompensa de logros y avances en lugar de esperar hasta el final.
Apoyo de un psicólogo para abordar patrones de este tipo de conducta. Algunas formas en que la terapia puede ser útil:
Autoconciencia para comprender las causas de nuestra procrastinación. A menudo, hay factores emocionales, cognitivos o de comportamiento que contribuyen a posponer las tareas importantes. Identificar estas razones es el primer paso para abordar el problema.
Establecimiento de metas claras y realistas para superar la procrastinación; identificando tareas específicas y un plan para abordarlas con eficacia.
Habilidades de gestión del tiempo y la planificación que nos puedan ayudar a ser más organizados y productivos en nuestro día a día.
Estrategias de afrontamiento de las emociones y del estrés, porque a veces, la procrastinación puede estar relacionada con sentimientos como la ansiedad, el miedo al fracaso o el perfeccionismo.  
Cambio de patrones de pensamiento negativos o irracionales que contribuyen a la procrastinación.
Refuerzo positivo de nuestros logros y avances hacia nuestros objetivos, lo que aumenta la motivación y reduce la procrastinación.
Desarrollo de hábitos productivos y establecer rutinas que promuevan la realización de tareas importantes de manera consistente.
Gestionar “la primacía de la reparación del estado de ánimo a corto plazo por encima del objetivo de las acciones planeadas a un plazo más largo”. Es enfocarse más en “la urgencia inmediata de administrar los estados de ánimo negativos” que en dedicarse a la tarea.
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post de Cristian Cherbit psicólogo online https://christiancherbit.com/
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magneticovitalblog · 6 months
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Productividad sostenible: 11 técnicas de Equilibrio
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Vivimos en una sociedad acelerada, donde la productividad se ha convertido en una característica de éxito personal y profesional. A menudo, nos vemos invitados
a hacer más
a maximizar cada segundo de nuestro día
a ser más eficientes,
La productividad no es solo sobre el rendimiento; es también sobre bienestar, satisfacción y propósito.
Activar nuestra productividad es un viaje personal y profundamente individual. No se trata de conseguir una eficacia implacable, sino de descubrir el ritmo y las prácticas que nos permitan trabajar de manera óptima, manteniendo un estado de bienestar y cumplimiento.
La verdadera productividad fluye de un equilibrio entre mente y cuerpo, y se sustenta en la congruencia de nuestras conductas con nuestros valores.
Así que mientras buscamos la productividad, tengamos en cuenta que la meta no es simplemente hacer más, sino ser más:
más presente,
más consciente
más congruentes con el propósito y la pasión que da sentido a lo que hacemos.
Las 2 caras de la Productividad
Por un lado, está la eficiencia, la capacidad de realizar tareas rápidamente y con calidad.
Por otro, está el bienestar mental y emocional, que a menudo sacrificamos por la eficiencia.
La verdadera productividad no solo se mide en resultados tangibles, sino en cómo esos resultados están alineados con nuestros valores y objetivos a largo plazo.
Reconozcamos nuestra singularidad
Cada persona tiene
su propio ritmo y único,
un conjunto de habilidades
un umbral de energía
a respetar.
El primer paso para activar tu productividad es conocernos a nosotros mismos:
Establece objetivos con significado
Conviene que nuestras metas resuenen con lo que realmente valoramos y la comunidad a la que pertenecemos, porque son las que más motivan.
Definamos nuestros objetivos no solo en términos de logros externos, sino también en cómo estos contribuyen a nuestro crecimiento personal y al bienestar de los demás.
Crea Espacios de Trabajo Saludables
Un entorno de trabajo no es simplemente un lugar físico; es un espacio psicológico también.
Es importante disponer de entornos que promuevan la concentración y la creatividad,
asegurando momentos de reflexión
incorporando la naturaleza
reduciendo las distracciones
Un espacio de trabajo saludable nos recuerda nuestras metas y nos motiva a alcanzarlas.
Practica la Autocompasión
La autocrítica excesiva es uno de los mayores enemigos de la productividad. Practicar la autocompasión significa tratar con nosotros mismos con amabilidad. Ello no incluye indulgencia o baja exigencia, sino reconocer nuestros esfuerzos y aprender de nuestros errores sin castigarnos emocionalmente.
Encontremos nuestro equilibrio
El equilibrio es entender y respetar estos ciclos, asegurándonos de que, a largo plazo, estamos cuidando todas las facetas de nuestra vida.
Algunos días requerirán un esfuerzo mayor, mientras que en otros convendrá que nos recuperemos.
La Conexión Social como Fuente de Energía
Los seres humanos somos intrínsecamente sociales.
La conexión con otras personas es una fuente de energía y motivación.
Tengamos en cuenta el valor de una conversación estimulante, la colaboración o simplemente la compañía silenciosa. Estos momentos no son solo recreativos; son parte fundamental de una productividad sostenible y enriquecedora.
Cultiva la Flexibilidad
Activar nuestra productividad no es seguir rígidamente un sistema, sino desarrollar la habilidad de adaptarnos a los cambios con agilidad y resiliencia.
La flexibilidad nos permite ajustar nuestras técnicas y expectativas ante las nuevas circunstancias, lo que es clave en un mundo en cambio constante.
Ser productivos no es hacer más cosas en menos tiempo, sino hacer las cosas correctas de manera que enriquezcan nuestra vida y reflejen quienes somos.
Nuestra productividad es función de nuestra felicidad y realización personal.
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¿Cómo activar una productividad que se sostiene en el tiempo sin sacrificar nuestro bienestar?
La psicología moderna ofrece estrategias para optimizar nuestra capacidad productiva al tiempo que cuida de nuestra salud mental. Por ejemplo:
1. La Técnica Pomodoro, que consiste en dividir el trabajo en períodos de 25 minutos de duración, separados por breves descansos de 5 minutos; para mantener atención y prevenir la fatiga mental.  
2. La Regla de los Dos Minutos. Según David Allen en su método ‘Getting Things Done’: si una tarea requiere dos minutos o menos, hagámosla inmediatamente, para promover la acción inmediata en tareas pequeñas, evitando que se acumulen y se conviertan en una carga mental.
3. Establecer Objetivos que sea específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con un plazo de tiempo, para disponer de una hoja de ruta concreta y motivadora para nuestra productividad.
4. Técnica de Visualización del éxito no solo es motivadora, sino que también prepara psicológicamente nuestra mente para abordar las tareas que se avecinan, alineándola con los estados mentales y emocionales que deseamos conseguir.
5. La Teoría del Flow según el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, representa uno de los conceptos más influyentes y transformadores en la comprensión moderna de la productividad y el bienestar personal. El estado de flow se refiere a una sensación de estar tan concentrado en una actividad que nada más parece importar; la experiencia en sí es muy placentera. El estado de flow se caracteriza por:
Concentración Completa en la actividad, con una claridad de objetivos y retroalimentación inmediata sobre el progreso hacia tales objetivos.
Pérdida de la Autoconciencia inhibidora del yo, permitiendo una conexión más profunda con la actividad y reduciendo el miedo al fracaso.
Distorsión del Tiempo de manera que las horas pueden parecer minutos.
Equilibrio entre Habilidad y Desafío, de manera que a actividad no parece ni demasiado fácil ni difícil.  
Aplicación en nuestro día a día:
Identificar las Actividades que Inducen el estado de flow.
Equilibrar Desafío y Habilidad en función a nuestro conjunto de habilidades actual. Buscar formas de incrementar el desafío de las tareas rutinarias o de desarrollar habilidades para abordar tareas más complejas.
Establece objetivos claros, concretos y viables para nuestras tareas puede ayudar a entrar en el estado de flujo.
Diseñar nuestro trabajo de manera que consigamos una respuesta rápida y clara sobre nuestro desempeño, al objeto ajustar en tiempo real y mantener el foco en la tarea.
Minimizar Interrupciones negociando con las personas que nos rodean periodos de trabajo ininterrumpidos o usar técnicas como la de Pomodoro para estructurar el tiempo de concentración.
6. Identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos nos sabotean.
7. Técnicas de Relajación como la respiración profunda para gestionar el estrés y mejorar la concentración.
8. El Hábito de la Priorización: Psicológicamente, no solo mejora la productividad, sino que también puede aliviar el estrés. Cuando identificamos y nos enfocamos en lo que es verdaderamente importante, reducimos la sobrecarga de decisiones y la ansiedad que viene de sentir que todo es urgente. Además, trabajar en tareas que se alinean con nuestros valores y objetivos a largo plazo genera una sensación de propósito y logro, importantes para nuestro bienestar. Utiliza métodos como la Matriz de Eisenhower para distinguir entre tareas urgentes e importantes para enfocarnos en lo que realmente impulsa nuestro progreso. La Matriz de Eisenhower viene del presidente Dwight D. Eisenhower, según quien «Hay dos tipos de problemas, los urgentes y los importantes. Lo urgente no es importante, y lo importante rara vez es urgente.»  
Cuadrante 1: Tareas Urgentes e Importantes que requieren atención inmediata y también son críticas para tus objetivos a largo plazo o para el mantenimiento de nuestras responsabilidades fundamentales. Son las crisis, los plazos inminentes y los problemas que necesitan una solución rápida.
Cuadrante 2: Tareas Importantes, pero no urgentes que ayudan a alcanzar nuestros objetivos a largo plazo, pero que no tienen un plazo inminente. Suelen ser las más descuidadas, pero son clave para el crecimiento y la prevención de crisis futuras.
Cuadrante 3: Tareas Urgentes, Pero No Importantes. Estas son las tareas que requieren nuestro tiempo y no contribuyen significativamente a nuestros objetivos personales o profesionales. A menudo son las interrupciones de otras personas o tareas que se han convertido en urgentes por falta de planificación.
Cuadrante 4: Tareas No Urgentes y No Importantes. Son actividades que no tienen un beneficio claro y que no tienen relación con nuestros objetivos. Pueden ser distracciones o tareas que realizamos por costumbre o como forma de procrastinar.
Se aplica como sigue:
Listar todas las tareas pendientes para liberar espacio mental.
Clasificar cada tarea porque no todo lo que parece urgente es verdaderamente importante para nuestros objetivos a largo plazo.
Programar nuestro tiempo en consecuencia, priorizando las tareas del Cuadrante 1 para ser abordadas de inmediato.
Planificar bloques de tiempo en nuestro día o semana para abordar las tareas del Cuadrante 2, fundamentales para el progreso sostenido.
Limitar el tiempo dedicado a las tareas del Cuadrante 3 y considerar delegarlas si es posible.
Eliminar o reducir al mínimo las actividades del Cuadrante 4.
9. Establecer una rutina diaria, que respete nuestros ciclos naturales de energía y descanso, aumenta significativamente nuestra eficacia al proporcionar estructura y previsibilidad.
10. Ejercicio Regular porque tiene efectos positivos en la cognición y la resistencia al estrés.
11. Mantener una actitud de crecimiento, aprendiendo de nuestras experiencias fomenta la resiliencia y una actitud proactiva ante los errores, en lugar de una fijación en ellos
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Post original de Cristian Cherbit ; psicólogo online https://christiancherbit.com/
Cortesia de : @magneticovitalblog
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