#Moisés Herrerías Diego

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SILENCIO Y VACÍO

-2019-

 Lo imaginé en un sinfín de ocasiones desde que era un niño. Cada vez que miraba las nubes, la luna o las estrellas en la inmensidad de la noche. Me imaginaba viajando en un pequeño cohete, con dirección a lo desconocido, sólo yo y el espacio infinito. Este pensamiento se volvió mi refugio cada vez que las cosas en mi vida cotidiana no marchaban como lo esperaba, una ilusión que me permitía enfocar mi pensamiento en algo más grande, así como los otros lanzan sus plegarias a un Dios sordo, yo alzaba mi mirada a un Dios abismal, que nunca dejó de observarme.

 Convertirme en astronauta se convirtió en mi pasión más grande, por lo que me esforcé e hice todo lo que estuvo a mi alcance para conseguirlo. Por lo que el día que me aceptaron en la Academia Aeroespacial, recuerdo que no pude ocultar mi felicidad. Una emoción que jamás había sentido en mi vida, como si un impulso brotara desde mi abdomen e irrigara cada rincón de mi cuerpo. Lo había soñado por años, pero lo que experimenté ese día, fue algo que superó por mucho lo que pudiera haber imaginado.

 Mi viaje apenas comenzaba y sabía que no sería nada fácil ganarme la oportunidad de tripular un viaje al espacio. Hicieron falta muchos años de estudio, preparación física y psicológica, prácticas en la piscina de prueba, horas vuelo en el simulador y otras tantas en los vehículos terrestres. Hasta que llegó el gran día. Era un viaje de rutina, pero para mí era el viaje de mi vida. Partiríamos un grupo de cinco a la Estación Espacial Internacional, recogeríamos a dos investigadores y dejaríamos suministros. Tres de nosotros saldrían a realizar algunas reparaciones a los satélites de Telecomunicación, y un compañero y yo tomaríamos otro transporte de la Estación para tomar fotografías desde fuera.

 Lo había imaginado un sinfín de veces, pero ninguna de ellas se acercó, ni siquiera un poco, a lo que viví cuando despegamos. Era un viaje sencillo, pero eso no significaba que no hubiese riesgos. Para vencer la gravedad y poder salir del Planeta, es necesario un impulso de energía que, si no está bien calibrado, nos convertiría en una bomba que estallaría en la atmósfera. Hacía décadas que no ocurría, pero precisamente por eso es que las medidas de seguridad cada vez eran más estrictas. Jamás se nos ocurrió que el peligro no yacía en nuestras manos.

 Llegamos a la Estación Espacial Internacional y mis ojos estaban extasiados del espacio profundo y la cantidad de estrellas que ahí se podían contemplar. Una parte de mí no quería volver a la Tierra. ¡Cómo me podría ser suficiente un Planeta, cuando tenía al Universo delante de mí!

 Los investigadores que íbamos a recoger ya casi estaban listos, sólo faltaba que nosotros hiciéramos nuestro trabajo. Mis compañeros salieron de la Estación con su equipo de reparación y las piezas nuevas, mientras los dos restantes abordamos el vehículo de reconocimiento, para presentar el reporte a la Central en la Tierra. Entonces perdimos contacto con el Planeta. Pensamos que era parte de lo que íbamos a reparar o un error de transmisión, pero lo que nuestros ojos después atestiguaron, nos heló la sangre instantáneamente. Miles de meteoritos habían impactado contra la Tierra, como un disparo de escopeta que se fragmentaba hacia todas direcciones, concentrando su impacto en nuestro punto de partida. Donde antes se podían ver las luces de la Ciudad que nos vio partir, sólo se veía humo y fuego. Pero las ráfagas no se detuvieron ahí, los satélites alrededor también fueron impactados, estallando como fuegos artificiales. Entonces mi compañero y yo nos alejamos, supongo que por instinto, mientras la Estación Espacial era alcanzada por los meteoros. Mi corazón latía como si quisiera salir corriendo de mí, hasta que nos impactamos contra la Luna.

 Ahora todo lo que imaginé de pequeño se vuelve una broma cruel, quizás del mismo Dios que siempre me observaba, o tal vez del “Sordo” que resultó no haberlo estado del todo. Mi Planeta está en llamas y mi compañero muerto, aplastado por la consola del vehículo.

 De niño acostumbraba cubrir mis orejas, para imaginar el silencio del espacio infinito. Ahora me doy cuenta de que no hay tal silencio, mientras el sonido agitado de mi respiración y los latidos de mi corazón, inundan mi cerebro como un golpeteo incansable, que no hace más que acelerar mi consumo de oxígeno, hasta que sólo quede silencio y vacío.            

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IRÓNICO

-2019-

 Cara a cara. Si tuviera una moneda por cada vez que he tenido la oportunidad de destruirte, todos los bancos de Gotham tendrían en su escudo grabada mi hermosa sonrisa. No importa cuántos adversarios enfrentes, bien sabes que al terminar tu cruzada, sólo hay uno que te quitará el sueño al despertar el alba.

 Si tan sólo tuviera una moneda por cada vez que has tenido la oportunidad de eliminarme, Bruce Wayne parecería un mendigo más de esta ciudad de pesadilla. Pero no importa cuántas veces te he llevado al límite, al final nunca terminas por arrancar la raíz que me une a estas calles.

 ¡Irónico! ¡Desquiciantemente irónico! Tú eres la noche y yo soy la viva imagen de la luz en una paleta de colores. Ambos escondemos nuestras caras, tú con esa estúpida máscara de ratón volador y yo con maquillaje de payaso, sólo para revelarles a los demás nuestros verdaderos rostros.

 La verdad es que tú me inspiras. No hay día que no sueñe con ¡destruirte! ¡Aplastarte con mi zapato! ¡Enterrarte y orinar sobre tus restos putrefactos! Y cada vez que te enfrento siento que yo no soy el único que siente esa necesidad de pulverizar a golpes el cráneo de su adversario, con tal de borrar de mi rostro esta sonrisa. Pero no ocurre. Porque ambos sabemos que necesitamos del otro.

 ¿En verdad crees que estás listo para una vida apacible? ¿Formar una familia, dejar de vigilar las calles y colgar la capa? ¡No lo creo! Jajajaja. Si esta ciudad estuviera en calma y la policía fuese suficiente para mantenerla así, estoy seguro de que tu mente terminaría por volverse loca. Tal vez te volverías a calzar el traje de murciélago y serías tú el que terminaría desatando el caos en las calles. Entonces yo volvería, sólo para detenerte, una y otra vez, hasta que ya ninguno de los dos tenga la fuerza para levantarse del suelo. Jajajaja.

 Tal vez crees que miento, pero sé muy bien que dentro de ti sabes que tengo razón. ¡Irónico! Jajajaja. ¡Desquiciantemente irónico!

 Ahora sólo respóndeme algo “batibufón” ¿qué se siente saber que el “príncipe payaso del crimen”, “el loco”, es en realidad el único cuerdo de esta maldita ciudad, que noche a noche te empeñas en proteger de “los monstruos” que la aterrorizan, cuando en realidad lo que verdaderamente temes es que seas tú “el monstruo” que dé la estocada final a este demonio que llamas hogar, cual ángel de la venganza, que termines atravesando tu corazón, al exterminar a la Bestia.  

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PERSPECTIVA

-2019-

 A veces…

las relaciones humanas son como las leyes de la perspectiva,

mientras más juntos y cercanos veas a dos o más objetos de lejos,

más distantes se les mira

cuando los observas de cerca.            

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CASA DE MUÑECAS

-2019-

 Tal vez no todos lo admitan, pero dudo mucho que haya alguien que no tenga una afición. Algunos se apasionan con los deportes, la música, la lectura, la escritura, o coleccionan algo, desde piedras, conchitas de mar, figuras de cerámica, en fin. Yo, por ejemplo, desde niña colecciono miniaturas, pero no de cualquier tipo, sólo piezas que recrean el hogar donde me crie. Actualmente ya es más fácil, pero al inicio incluso tuve que construir mis propias piezas, comenzando con las paredes y pisos. Claro que en ese entonces la imaginación era más poderosa que la exactitud, y en mi mundo infantil, hasta la tapa de una caja de galletas era un comedor de lujo.

 Poco a poco, con forme fui creciendo, mi afición por recrear fielmente mi primer hogar, se volvió parte de mi rutina diaria. Cada habitación, los libros del estudio, las plantas de mi abuela, las pinturas de mi madre, mi recámara; mi osito de peluche, mi estante de muñecas, hasta una minúscula caja en una mesita, que simula ser mi casa de muñecas. Tantos recuerdos que se detonan con tan solo voltear a verla.

 El ventanal roto que las noches de viento y tormenta, me obligaba a recorrer a toda prisa el corredor, por ese escalofriante silbido que se producía al pasar el aire por sus grietas, algo que por suerte no he sabido recrear, pero sus fracturas no fueron ningún obstáculo para mis tijeras.

 El comedor y los horribles retratos de niños llorando, que mi abuela se negaba a quitar porque era la herencia de su propia abuela y, una vez que murió ella, nadie se atrevió a retirar porque era un recuerdo de la “Nana”. Motivo por el que también están aquí, en su versión miniatura.

 El sillón en frente de la chimenea, donde mi abuelo quemaba sus lágrimas, hasta el día que dejó de llorar… y de reír, y de respirar.

 El balcón donde mi madre me contaba historias fantásticas, mientras veíamos el cielo estrellado. Detalle que sí pude recrear al colocar un manto negro con un sinfín de lucecitas. Al grado que a veces pierdo mi mirada entre los destellos e imagino la voz de mi madre, contándome a su estilo, las historias que tanto le gustaba leer desde muy niña.

 El ropero de los tesoros, el cuarto de los cacharros viejos, el trinchador de los abuelos, incluso la cuna del hermanito que no nació y que se llevó con él a mi madre.

 Hasta el viejo árbol, réplica bonsái de mi fiel compañero, que tantas veces trepé a escondidas de mi madre. Y donde podía pasar horas entre sus ramas, perdiéndome el hermoso paisaje que podía ver cada mañana desde mi ventana, observando hacia mi casa. Aquel árbol ya estaba ahí cuando lo conocí, pero éste, en cambio, lo he visto crecer pacientemente, hasta que tuvo el tamaño justo. Hasta le colgué un diminuto columpio, como el que mi padre me construyera años antes de que muriera mi madre, en aquella enorme rama, “tan fuerte que soportaría el peso de diez hombres”, decía mi padre. Cosa que nunca supe si era verdad, pero eso sí, me aguantó por años, y también soportó el peso de mi padre, el día que decidió ahorcarse tras perder a mi madre. Por su puesto que esa escena no la tengo recreada, pero sí una diminuta soga vacía, que me recuerda el día que me dejaron sola.

 En fin, todos coleccionan algo. ¿No es así? Incluso recuerdos.  

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AROMA -2019- Yo no juzgo un libro por su portada, sino por su aroma. Esa fragancia, resultado de la alquimia entre el papel y la tinta. Si su aroma no es de mi agrado, lo dejo en el estante. Si su perfume me seduce, acaricio su piel mientras contengo en el pensamiento sus palabras. No es falta de conciencia ecológica, simplemente no disfruto de igual manera leer frente a la pantalla, que deslizar la mirada por una hoja de papel. Aunque a veces, la lectura se torna tan intensa y seductora, que mis sentidos se dejan llevar por la ilusión, e imagino que devoro, cual polilla hambrienta, la esencia atrapada de la madera en una hoja, cuando realmente estoy encandilado por el brillo de una bombilla encendida. Ahora cierra los ojos… …y léeme.

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ROCÍO MULTICOLOR DE PERCEPCIONES -2019- Yo no me pierdo, sólo camino por rutas alternativas a lugares que no tenía pensado visitar, pero que evidentemente requerían de mi presencia. Yo no me quedo dormido, sólo entro en una relajación tan profunda, que pierdo consciencia de mi cuerpo por horas. Yo no me distraigo, sólo permito que mi mente se difumine en un rocío multicolor de percepciones, que en ocasiones hacen que termine hablando sobre asuntos que pueden no tener relación directa, o se me escape detalles que no considere relevantes.

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FUGA -2019- No sé si será común, pero en mi mente predomina un incansable pensamiento de "fuga". Desde que era pequeña siempre pretendía ser alguien más, vivir en otro lugar, pertenecer a otra familia. La literatura y mi imaginación, fue la herramienta perfecta para cumplir mis más descabelladas pretensiones. Pero al final no fue suficiente. Todo dejó de ser un juego y tan pronto pude edificar mi propio personaje, uno que me acompañara el resto de mi vida, no pude decidirme por ninguno. El desafío era elegir una personalidad que frenara mi deseo de salir corriendo. Y creí encontrarla en los movimientos estudiantiles. Me esforcé, y día a día fui escalando peldaños, al grado que terminé ocupando un puesto muy importante en el partido oficialista. Tuve dinero e influencia. Mi capacidad de engañarme a mí misma por primera vez rindió frutos. Incluso me compré una casa en la misma zona residencial donde el verdadero poder detrás de la política tenía su nido. Me acerqué tanto que hasta se erizaba mi piel, pensando que quizás alguien terminaría descubriendo mi farsa. Pero no pasó. Por el contrario, me integraron como una de ellos, y una vez que los tuve a todos juntos, los hice volar en pedazos. Por su puesto, escapé antes de que el salón estallara. Había arruinado todo por lo que había trabajado, pero ya estaba aburrida. Los radicales no tardaron en dar conmigo, me arroparon como una de ellos. Me inventé una historia, en la que me vi a mí misma como una víctima silente de la opresión gubernamental, hasta que encontré una forma de terminar con los grupos que tenían subyugado a este país. Por su puesto, me creyeron. Tenía un pasado como activista estudiantil que embonaba a la perfección con mi historia. Ahí me quedé, clandestina entre clandestinos, aterrorizando al grupo en el poder, al cual le habían salido nuevas cabezas. Confusión, peligro y mentiras, el resumen de mi vida. Hasta que me cansé, y los hice explotar a ellos también. Tanto a los nuevos líderes del gobierno, como a aquellos que me habían abrazado en sus filas. Fue apoteósico, tanto que esta vez no pude escapar. Salí con vida, pero las autoridades terminaron encerrándome. Ahora estoy aquí, en espera de mi juicio. Pero ya me cansé de esperar. Mi abogado sólo se rasca el mentón, cada vez que me escucha hablar de esta manera. Sabe que no hay ninguna estratagema legal que pueda sacarme de ésta. Mas yo no pienso como las demás personas. A mí no me detienen las normas que rigen a los otros. Y ya tengo preparado todo. Esta tarde habrá un motín en la prisión. Mucha gente morirá, habrá caos, mucha sangre y rabia condensada. La combinación perfecta para que haga explotar unas cuantas celdas, unos cuantos muros, y unas cuantas vidas. Me daré a la fuga. Ya después veré qué haré con mi vida. Sólo estoy segura de una cosa, me conozco muy bien y sé que tarde o temprano lo volveré a hacer.

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LA CAJA DE ZAPATOS -2019- Te juro mami que yo estaba haciendo mis deberes, te prometí que no leería mis cuentos hasta haber terminado mi tarea y lo decía en serio. Entonces se me ocurrió una idea que no podía dejar pasar. Pensé que podía hacer una "máquina del tiempo", con la caja de zapatos, el viejo reloj descompuesto del abuelo, unas baterías y un poco de cinta adhesiva. Nada podía marchar mal, ya que tan pronto funcionara mi invento, tendría tiempo ilimitado para terminar mis deberes y leer mis historietas. Pero no me mires así, que la máquina sí funcionó, sólo que con un pequeño problemita... Era incapaz de regresar al pasado. Inicié al medio día, después de mi sándwich, y cuando menos lo esperaba empezó a funcionar... En un parpadeo ya eran las cinco de la tarde, hora de mi siesta. He tratado de repararla desde entonces, pero por más que lo intento, lo único que consigo es que el reloj vaya cada vez más y más al futuro.

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PAPÁ -2019- A mi lado viaja una intimidante "vampiresa". Sus uñas y labios son negros, tiene una hilera de aretes en las orejas, un arillo en la boca y un piercing en el centro de la lengua. Relucen sus brazos tatuados, con motivos que no sé si ella misma sepa lo que significan y jeroglíficos que dudo que reflejen algo coherente. Porta una chamarra rasgada y un pantalón de mezclilla que parece haber salido de las ruinas donde obtuvo los jeroglíficos ya mencionados. A veces la veo y quisiera correr despavorido en dirección contraria. Pero no lo hago y nunca lo haré, porque cada vez que veo sus ojitos, veo de nuevo a la niñita que viajaba conmigo camino a la escuela, vestida de "pollito". Sin importar el disfraz que lleve puesto, siempre sabré que debajo de las plumas o de la ropa rasgada, está la persona que derrite mi corazón cada vez que me dice "papá".

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VENENO -2019- Caminé por la vida, juntando veneno en mis papilas gustativas. Sólo por si acaso un día… No tuviera más remedio… …que "pasar saliva".

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ॐ

-2019-

 Entre el abismo y la navaja, la balanza se inclina en latidos, que a veces se encienden, a veces se apagan, y a veces parecen desaparecer en una nebulosa de sonidos.

Del silencio al ruido, de la oscuridad a la luz, y volvemos al silencio, a veces antecedido por un último grito, pero a veces por un imperceptible suspiro de resignación ante lo inevitable.

Tal vez fue primero la noche, o quizás el día. Un estallido o la oscuridad entrópica. Quizás el frío o las llamaradas de un colosal Dios de fuego, que se apagó el mismo instante que nos regaló su brillo, con un primer latido, con un primigenio "om".

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LA GUERRA -2019- La guerra, desgraciadamente, es un estado natural del ser humano. Aunque no tiene nada de "natural", ni de "humano". Es un estadio que mira a todos los que la hemos vivido, cada uno de forma diferente. Es tal vez el mismo trauma, pero el golpe no nos pega a todos en el mismo lugar. Entre la tropa intentamos aparentar confianza, valor, incluso hasta cierto desprecio a quedarnos en el cuartel, haciendo labores cotidianas, en vez de salir al campo de batalla a jugarnos la vida contra la muerte. Pero una vez que estamos en el "frente", ya no peleamos por bravura, gloria, patriotismo o valentía, sino por conservar la vida, primero la mía, luego la de nuestros hermanos de armas. Hace unos días murió uno de ellos. Lo cual no es la novedad, sino las circunstancias lo que hace de este hecho un asunto que el Coronel, cargo que desempeño, debe atender en persona. Sólo hubo cuatro testigos y ahora es el turno del último de ellos, el Capitán de su brigada. –Cada día es una prueba diferente, para la cual queremos creer que estamos preparados, mas no siempre es así. Te mentalizas, te haces a la idea de volver con vida y sin una sola baja, pero en el fondo sabemos que casi nunca es de esa manera –dijo el capitán. –Sin embargo, de lo que fuimos testigos está mañana, rebasó cualquier otra cosa que pudiera haber imaginado o temido en la más horrible de mis pesadillas– dijo y dejó escapar un suspiro. –Salimos de madrugada a hacer un recorrido de observación y estudio del terreno. Éramos un grupo de cinco, nada llamativo, sólo con lo indispensable para salir, vigilar el perímetro y regresar con los demás. Pero nos estaban esperando. La verdad no sé cuántos eran, en mi memoria sólo puedo imaginar a "miles", aunque quizás sólo eran "cientos" o quizás “decenas”. Le volaron la cabeza a nuestro vigía y los demás sólo atinamos a escondernos entre un montón de cadáveres. No teníamos oportunidad, pero rendirse no era una opción, porque no parecía que tuvieran la intención de tomar prisioneros. Entonces perdí hasta la cordura. Ahora intento dar una explicación a lo que vieron mis ojos, pero sigo sin poder hacerlo. Una bala impactó sobre el cuerpo de uno de los cadáveres en los que encontramos refugio y estos comenzaron a moverse. Sé que parece una locura, pero los muertos se alzaron pesadamente, volviéndose una barrera contra la lluvia de balas, que se incrementó. Los cuatro que estábamos agazapados no supimos qué hacer. El instinto me gritaba que tomara mi arma y disparara contra esas "cosas", pero algo más dentro de mí me decía que ellos no eran “mi enemigo” –dijo e hizo una larga pausa. –Entonces la tierra vibró y el suelo empezó a crujir y resquebrajarse, y de su interior, como lombrices, brotaron más cadáveres, de mirada vacía y gesto desolador. Soldados de otros tiempos, abatidos por un sinfín de balas, nos protegieron y arremetieron contra nuestros agresores. Incluso nuestro vigía, ya sin medio cráneo sobre su cuello, se levantó y avanzó contra nuestros adversarios, que no pudieron hacer nada en contra de ellos. Porque con cada soldado caído, ganaban un enemigo más por vencer –agregó, mirándome a los ojos. –Inmóviles, fuimos testigos de esa masacre. Hasta que no quedó ni uno solo vivo y los cadáveres se perdieron entre las dunas. Dejando tras de sí sólo los pedazos inertes, incapaces de marchar con ellos –dijo, con las palabras entrecortadas. –La guerra transforma, y sé que nuestra historia no es fácil de aceptar, pero puede contar nuestras balas, para que vea que no fuimos nosotros los que agredimos. Y cotejar el relato de los que sobrevivimos... –dijo y lo interrumpí. –Ya contamos las balas y en efecto, no falta ninguna. Pero son precisamente las distintas versiones de sus relatos lo que no entendemos. Uno de sus compañeros dijo que habían sido atacados por bestias vampíricas, otro señaló que habían sido monstruos gigantescos, el otro habló de un rayo cegador que iluminó el cielo y sólo dejó algunos restos, y usted nos habla de muertos vivientes. Lo primero que tengo que aclarar es que no se les acusa de nada, pero el impacto de lo que vieron los incapacita para seguir en el ejército –rematé. –Como diga Coronel –dijo el capitán y salió de la oficina. El experimento fue un éxito, es una lástima la pérdida de uno de ellos, pero así es la guerra. Ahora sabemos que el alucinógeno que desarrollamos no es letal para nuestra tropa, por el antídoto que se les inyectó al partir, pero es devastador para nuestros enemigos. Según el video satelital, después de que mataron a nuestro soldado, se liberó la espora que hizo que todos los presentes, en un radio de 800 metros, tuvieran alucinaciones que, en el caso de los enemigos, les invitara a despedazarse entre sí. Como dijera el Capitán, “la guerra transforma”, pero esta táctica, un día será recordada como el arma que transformara a la guerra.

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JUEGOS DE NIÑOS -2019- De ida me fui dando de brincos con la pierna izquierda, de regreso con la derecha. Ambas formas fueron divertidas al principio, pero al final resultaron un martirio. No cabe duda de que lo mejor es ir con ambas extremidades, sin importar el sentido.

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MOTA DE POLVO -2019- El reloj de mi padre se detuvo. Ya no medirá sus horas, sino las mías. Hasta que mi tiempo se acabe y mi ausencia sólo sea una mota de polvo en el gran reloj del Padre tiempo.

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SI TENGO SUERTE -2019- Hoy me tocó dormir sobre la tierra. Mañana... si es que tengo suerte, …tal vez consiga dormir debajo de ella.

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EQUILIBRIO -2019- Si tuviera que definir la vida con una sola palabra, tal vez diría "equilibrio". Tan frágil e importante, que cualquier incidente que lo rompa, ocasiona una escalada de eventos, aparentemente desafortunados, cuyo único objetivo es recuperar el equilibrio. Como cuando tropezamos y damos un sinfín de traspiés con tal de no llegar al suelo. Sin embargo, equilibrio no significa "igualdad". Por ejemplo, siempre tendrá que haber más presas que cazadores. Por cada pez grande, debe haber un número superior de peces más pequeños. Del mismo modo, por cada pez pequeño, debe haber un número superior de peces aún más pequeños, y por cada uno de éstos, un número superior de microorganismos y así, hasta la escala más pequeña que podamos imaginar. Porque si fuera de otra manera, rápidamente los depredadores agotarían su alimento, y ellos mismos perecerían de hambre. De igual forma, si un depredador se engolosina tanto que lleva a su presa al límite, matando sólo por el placer de derramar sangre, hace que el delicado equilibrio se rompa y la naturaleza busque remedios "no convencionales" para recuperar su balance. Por eso es que te encuentras así, maniatado y a punto de ser fileteado cual ganado. Tú, que estabas acostumbrado a ser el cazador. Pero abusaste de tu posición y no dejaste tanta carne para el resto. Por meses te he estado observando, he sido generoso y te he permitido que te alimentaras con mi rebaño, pero ya no más. Yo suelo matar a uno o dos al mes, ausencias que no levanten sospechas, pero tú ya llevas más de diez desde la última luna llena. Seguramente vienes de una ciudad más grande, quizás estás huyendo, pero te equivocaste de pueblo. Ahora me toca a mí alimentarme de ti. Todo sea por recuperar el equilibrio.