PORFAVOR ESCRIBI DE PIPEEE 😩😩 nadie escribe de el no encuentro nada
2/Catorce | Felipe Otaño
tw: Lector Femenino x Felipe Otaño, sexo sin protección, hablando sucio, sobre estimulación, squirting/chorros.
Quiero aclarar que los diálogos son en Argentina pero mi narración será latina. Avísenme si me olvido de algo por favor.
Últimamente Felipe había estado ocupado con su trabajo en el nuevo proyecto que tenía. Y claro que tú lo entendías pero eso no quitaba que lo extrañaras mucho.
Lo último que hablaron fue hace un día, por mensaje.
Te comentó que tenía que entregar papelería personal a la empresa de la película y necesitaba la computadora. Y así fue, recogió la computadora en tu casa pero tu no estabas para verlo, así que llevabas dos semanas y media, sin verlo, sin tocarlo.
Felipe y tu siempre fueron de mucho afecto físico, les encantaba estar abrazados y besarse cada que podían, incluso si había demasiada gente, el adoraba besarte frente a todos.
Donde sea.
El había estado bastante ocupado pero así como tú, se la pasaba pensándote.
Llevaba dos días buscando fotos de documentos e información. Por lo que decidió seguir con eso y mandar todo de una vez. Le aburría estar buscando ese tipo de cosas.
Iba bajando entre tantos documentos y carpetas hasta que vio una carpeta sin nombre por lo que decidió darle click.
La computadora abrió en grande tus fotos.
Tus fotos, esas fotos que lo ponían increíblemente cachondo y hacían que quisiera dejar todo e ir a tu casa para que le arregles esa calentura que había tenido estos días.
Quiso salirse rápido de esa carpeta para no torturarse pero hubo una en especial que robó su atención.
Era la foto que te había tomado justo una semana antes de comenzar con su trabajo pesado, donde estabas tú debajo de él con su polla en la boca. Estabas toda colorada y lograba verse solo el inicio de tus tetas, en las cuales caía tu cabello y tapaba un poco tu clavícula marcada. Tus ojos llorosos mirando fijamente la cámara hacía que Felipe volviera a entrar en ese momento.
Realmente quería repetirlo.
…
Habías terminado tu turno de trabajo en la oficina, tu carro estaba en mantenimiento ya que recién habías tenido un problema con una llanta.
Por lo tanto esperabas pacientemente el autobús justo afuera de tu empresa para tomar rumbo a tu hogar. Sabías lo tardado que iba a ser esto, así que te pusiste a ver qué había de interesante en tus redes.
Abriste instagram y viste que Felipe había subido una historia, dudaste un poco en abrirla pero finalmente decidiste presionarla.
Hace 5 horas. Era una foto de el en un espejo.
Ibas a responderla hasta que escuchaste el pitido de un auto. Alzaste la mirada y pudiste ver justo frente a ti a Felipe en su auto deportivo.
Te quedaste helada.
Este hizo una seña de que subieras y fuiste sin pensarlo dos veces.
Llevaban unos 10 minutos de camino y ninguno decía nada. Tan solo se dieron un saludo de piquito. Y fue suficiente para ponerte nerviosa.
Siempre te ha hecho sentir así. Y te encanta.
Te extrañé. - Felipe soltó sin despegar la mirada de la carretera.
Por qué no me habías mandado mensaje? - Respondes poniendo tus ojos en él.
Verlo manejando siempre fue una de tus adicciones, su cabello largo que te volvía loca moviéndose un poco por el aire frío que el carro soltaba. La maña tan atractiva que tenía de manejar con un brazo, ver cómo sus venas se marcan y sus trabajados músculos se notan gracias a la camisa juvenil que traía. La típica de manga corta que hace ver sus bíceps apretados.
Estuve muy ocupado, vos sabés todo lo que se me fue encima, disculpame bebé. - Felipe responde con sinceridad.
Llegan a tu casa y él baja enseguida para abrirte la puerta.
Ya fuera, te acercaste a la entrada pero no sin antes girarte. Volvió a entrar al auto.
Te quedaste parada haciendo un gesto de extrañeza. No sabias que hacer.
Te acercaste de nuevo a él sin más.
No vas a pasar? - Lo miras detrás de la puerta del auto.
Para qué? - Dice acomodándose el cabello.
Te quedaste sin palabras.
Cómo que para qué? Qué le pasa? Se aburrió de mi? Ya tiene a otra?
Pues no lo sé, sólo decía. - Decías quitando la mirada de él.
Qué querés hacer? - Felipe pregunta con una sonrisa en el rostro, burlándose.
Ya sabías a dónde iba todo esto. Estaba jugando contigo.
Te quedaste callada sin poder conectar su mirada con la suya.
No tenés nada que hacer? - Abre la puerta de su coche para salir y quedarse frente a ti.
Muy junto para ser real.
Bajaste la mirada al sentir su perfume recorrer tus fosas nasales, te prendió tanto su olor a hombre, siempre te había gustado su perfume.
Tendras que encontrar con qué distraerme si querés que me quede. - Felipe sonríe maliciosamente y te toma de la muñeca para entrar a tu departamento.
Cierra la puerta detrás de ustedes y avanza hacia tu sofá. Este se sienta con las piernas abiertas y los brazos detrás de su nuca.
Que caliente, Dios.
Y la verdad no sabías que hacer, verlo así te provocaba demasiado, podrías hincarte frente a él.
Y bien? - Pregunta Felipe después de recorrer con la mirada tu acogedora casa.
No decías nada y lo empezaba a desesperar.
No diras nada? - Preguntó un tanto serio despegando sus manos de la nuca.
Otra vez te quedaste callada.
Bien. Me voy. - Dijo finalizando la conversación para levantarse del sofá rápidamente y acercarse a la salida.
No, Felipe, ven. - Lo seguiste hasta tomarlo de su camisa por detrás.
Que pasa ahora? - Te pregunta conectando su mirada con la tuya al fin.
Quedate. - Dices mirándolo sin soltarlo de su camisa.
Felipe baja la mirada hacia tu mano aferrada a su camisa y vuelve a mirarte en un par de segundos.
Para ser sinceros, Felipe en serio quería desnudarte ahí mismo y cogerte hasta hacerte llorar, pero se contenía por verte así de sumisa e indecisa, no quería incomodarte.
Tanto me extrañas? - Suelta con una sonrisa en el rostro.
Asientes con la cabeza mordiendo tu labio levemente.
Demostramelo. - Te toma de la mano y te lleva nuevamente al sofá.
Sientes un empujón al sofá pero rápido decides pararte.
Estabas muy caliente ya y no querías hacerte esperar más.
Él se quedó confundido por tu acción, pero antes de que pudiera reclamar algo, lo empujaste y te pusiste encima suyo. Comenzaste a besarlo mientras te quitabas el saco y camisa de botones.
Felipe notó que necesitabas ayuda con eso y no tuviste que esperar demasiado para sentir sus dedos fríos retirarla con delicadeza.
Disfrutaste verlo comiendo con la mirada tus lindos pechos para después relamer sus labios rosados.
Comenzó a besar tu cuello y clavícula cuando quitaba tu sostén a la vez. Al final toda tu ropa quedó por algún lugar de la sala.
De un momento a otro su cabeza ya se encontraba hundida en tus tetas y tu en desesperación comenzaste una serie de movimientos frotándote contra el.
Suaves gemidos salían de tu boca por el placer que sentías en tu coño y tetas, cosa que a Felipe le volvía loco.
Puta madre, vos no sabes lo mucho que ya te ocupaba así. - Felipe te carga y hace a un lado, empieza a quitarse la camisa y pantalones rápido.
Pensabas en mi? - Preguntas viendo su trabajado cuerpo.
No tenés idea de cuanto. - Te dice antes de hincarse frente a ti.
Abre tus piernas y toca desesperadamente tu coño vestido.
Tus gemidos empiezan a hacerse presentes y a Felipe la saliva.
Da pequeñas lambidas con tus bragas aún puestas y agrega un dedo para frotar tu botón. De un momento a otro arranca la tela que le impide continuar e inicia devorándote como un hombre hambriento.
Mhm, igual de rica. - Suelta Felipe haciendo a tu coño vibrar.
Sientes a tu coño temblar de placer, enredas tus dedos en el cabello de Felipe para jalarlo fuertemente demostrando desesperación por correrte.
Felipe moviendo la lengua más rápido te hace estar a punto del clímax pero vuelves a bajar cuando despega su boca de tus jugos.
Te ves tan hermosa, me dan ganas de correrme en todo tu culo mientras te meto los dedos en tu bonito coñito. - Felipe te mira acariciando tus muslos.
Decide cambiar de posición y te acuesta después de bajar sus bóxers seguido de otro dedo frotando tu clitoris.
Sientes un cambio drástico de sus dedos a su polla frotar tu botón ya rojo. Arqueas la espalda sin dejar de soltar gemidos que cada vez lo prenden más.
Te tocaste mucho sin mi? Espero que si porque yo me corrí todos estos días pensando en vos y lo puta que te ves cuando me chupas la pija. - Felipe mete su polla de una sin dejar de acariciarte los brazos y piernas, lo que hace te quedes sin aire y tus ojos rueden a blancos.
Vos serás mi putita hoy? Vas a dejar que te trate como una puta y zorra? - Felipe toma tus muñecas y las junta, volviéndote más inmóvil.
Lo único que podías hacer era gritar y arquear la espalda.
Contestame, pendeja. - Felipe te golpea el coño buscando respuesta.
Ah, si, si pipe, soy tu putita, solo de vos. - Nunca se te había hecho tan difícil formular una oración. Estabas babeando.
Mostrame mi amor, mostrame lo puta que te volvés por mi, correte como toda una necesitada de mi pija. - Felipe empieza a empujarte el coño más fuerte que antes.
Sientes que tu cuerpo no se puede controlar y empiezas a ver borroso por el placer, tu espalda dolía de tanto arquearse y tu garganta de tanto gritar. Tus muñecas atadas por Felipe estaban rojas, tus tetas reboteando por todos lados y saliva embarrando todo tu cuello.
Los graves gemidos de Felipe resuenan en cada estocada, te asombraba el placer que te estaba demostrando, incluso comenzó a gemir tu nombre junto con lo hermosa que eres.
Sientes a su dedo corazón palmear tu clitoris y enseguida frotarlo con ganas, solo eso bastó para que comenzaras a chorrearlo.
Felipe se corrió ferozmente al ver esa imagen, estabas gritando, temblando y aferrándote a sus fuertes brazos mientras de tu coño rojo salían tiras de agua como cascada, el disfrutaba de su corrida y tu seguías mojándolo, todo aún sin sacar su polla de tu apretado coño.
Se recostó sobre ti sin dejar todo su peso caer.
Fuertes suspiros sonaban en tus oídos y su perfume te invadía completamente. Sabias que habías acabado cuando pipe dejó de moverse lentamente y tu dejaste de tener espasmos.
Sos lo más precioso que hay mi amor, te amo. - Dice Felipe recostándote en sus brazos.
Tus cachetes colorados lo hacen sentir el hombre más afortunado del mundo.
No debí dejarte tanto tiempo solita, de verdad perdoname, princesa. Te adoro. - Felipe toma tu rostro y deja piquitos por tus cachetes y nariz.
Yo también te amo, Pipe. - Dejas un suave beso en su mejilla antes de cerrar los ojos y quedar profundamente dormida.
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Capítulo Dos: El Rescate
Blue Sky by Waffles- Spanish translation
Chapter 2 draft 1
La panadería era pequeñita, cómoda, y acogedora. Luz de sol de la temprana mañana fluía de la ventana y caía en haces brillantes e inclinadas a través las coloradas alfombras de trapo que colgaba de viejas paredes de yeso. Latas de cobre y moldes estaban apilados ordenadamente en estantes detrás de una vieja mesa de madera con cicatrices. La mesa funcionaba como mostrador y, a juzgar por su estado harinoso, como superficie para hacer pan. En el alféizar de la ventana, una vieja radio digital destartalada sonaba sola una melodía tranquila y melancólica que entraba y salía bajo una suave capa de estática.
Había un sofá hundido lleno de cojines al otro lado de la sala, al lado de a una puerta modesta que bajaba por dos escalones a una cocina aún más pequeña. El efecto general era muy parecido a la habitación delantera de la casa de alguien, lo que no sorprende, dado que esto era exactamente lo que era.
La puerta principal estaba empujada abierta, haciendo sonar una cadena de campanas atadas al interior. Entrando hacia atrás llegó un hombre alto, poderoso, y de cabello canoso, que tenía aproximadamente cincuenta años. Su nombre era Aaron Halifax, y algo en su rostro arrugado y sensato y en sus cejas pobladas sugería que era un hombre al que era mejor tener como amigo que como enemigo.
Apoyó la caja en el borde de la mesa. "¿Alguien despierto?"
Cuando la propietaria de la pequeña panadería subió corriendo los pocos pasos de la cocina para encontrarse con él, le sonrió y dijo la misma vieja frase que decía todos los lunes y jueves por la mañana- junto con la caja- sin falta.
“Algo huele bien aquí por seguro.”
Chell respondió con su parte de la ritual- una sonrisa y una caja cubierta de su propio, tirado de debajo de la mesa. Le gustaba Aaron una gran cantidad. Él había sido su amigo seguro y asociado de negocios por la mayoría parte de los pasados cuatro años, a pesar del hecho de su empresa empequeñecía (y a un grado, traslapaba) su propio.
“Entonces, hay… una docena de grano integral, docena blanco, docena mesclado,” él dijo, echando una ojeada abajo del cubierto. “Esa es mi chica. Necesitaré unos de sobra para jueves, ¿está bien? ¿Ayudas con Foxglove hoy?”
Chell inclinó la cabeza. Estaba harinosa hasta los codos y su pelo recogido hacia atrás tenía rayas blancas, las hebras en la parte delantera encrespadas suavemente por el horno. Empezó a deshacer la caja de Aaron y apilar sacos de harina y grano metódicamente en la mesa, haciendo espacio para un surtido pequeño de comestibles, vegetales, una bolsa de manzanas, tocino en papel vegetal, una canastilla de arándanos para que pausó a considerar.
“Pensé que les gustarías,” dijo Aaron, sonriendo. “Sabes, mi madre hacía un tremendo pastel de arándano. ¿Habías pensado en diversificar alguna vez?”
Una sombra cruzo rápidamente el rostro de ella, una oscuridad momentánea como un estornino pasando volando una ventana soleada. Empujó los arándanos al lado y apretó su boca un poco. Aaron, ocupado navegando la puerta angosta con su caja cubierta equilibrada en su rodilla, no tomó una noticia.
“Pues, debo ponerme en marcha. La tienda no va a abrirse sí mismo. Hasta luego, Chica Misteria. Hey,” él añadió, pausando, “¿viste aquella estrella fugaz esta mañana? Vino hacia abajo encima de los campos nordestes justo antes del amanecer. Podría noqueado el ojo de un vort- más luminosa cosa que jamás hayas visto. Buen augurio, ¿eh?”
Ya que había maniobrado la puerta, el pan, y la caja, se dejó salir con un tintineo de campanas, silbando a él mismo mientras se fue.
Chell se estuvo quieta en su habitación soleada, sus manos abiertas con cuidado entre las provisiones en la mesa. La radio todavía reproducía música del antepecho, recibiendo la señal de la estación clásica todo el camino desde Nueva Detroit en las redes reconstruidas. Las señales por aquí eran escasas y la música sintonizaba y desconectaba bajo la crepitación nevada siempre presente, per a ella le gustaba esta canción, que probablemente era vieja para cuando nació- cuanto mucho tiempo hacía desde eso.
Era extraña cómo una palabra corta podía retirar todo, podía desestabilizar meses, años de paz. No era nueva a Chell por alguna manera, esa aguda puñalada interna que ocurriera en los momentos más extraños, hizo resultar por las cosas más triviales- su reflejo en una ventana cristal, una vislumbre de una teja blanca, un olorcillo de electricidad de un generador- que trajo la corazón a la boca y una sentida creciente y fría y galvanizada en las extremidades. Era una sentía que podía describir solo como conservación de energía. Agárrate en que tienes, su cerebro bien entrenado decía a su cuerpo, agárrate en esa descansa y eso comido pasado, en tu buena salud y tus huesos intactos y tus sentidos frescos, porque ya son todos que tienes para hacer.
Para sobrevivir.
Ya estaba mejor, mucho más mejor, que había estado. Por las primeras semanas después de su escape, había estado en una condición de constante alerta reactiva, cada nervio atascado en vigilancia permanente. Hacía meses hasta dejó reaccionar con violencia a cada movimiento brusco por el rabillo de su ojo, meses hasta podía mirar algo metálico o mecánico sin enferma del estómago. Había sido peor, ella sabía, porque lo hacía intento ignorar. Había apisonado a través el choque y el trauma mientras rechazando a creer que hacía algo aparte de lo que siempre hacía, sobrevivir, y si había tenido menos suerte o encontró a gente menos comprensivo, probablemente habría sufrido un ataque de nervios completo e irrevocable.
Estos días, ella sabía mejor. Cuando sentía esa breve puñalada helada, daría un paso atrás y examinaría sus sentidos, resolvería exactamente qué la causó y por qué era irracional. En resumen, hacía exactamente lo que se haría matar, Allá Atrás. No prevenía pasarlo completamente, pero se ayudaba.
En este caso, esa una palabra había sido suficiente. ‘Nordeste.’ Chell no había visto la estrella fugaz ella misma- había estado profundamente dormida en su propio dormitorito peculiar en el momento, soñando inquietamente con algo no pude recordar en todo. No la había visto, pero habría estado muchísimo más contenta si Aaron había dijo que la había caído a, por ejemplo, el sudoeste, o el norte, o directamente justo en el medio de Calle Mayor, o alguna maldita dirección en la Tierra por eso asunto, algún lugar excepto del nordeste.
Era el nordeste de donde ella salió, hacía cuatro años, una vagabunda polvorienta con dolor de los pies y sangre en la cara y asombro conmocionado en los ojos, un par de extrañas botas blancas colgadas del hombro y un mono naranja desgastado anudado alrededor de la cintura. Nada mucho para trabajar, pero una persona podría hacer muchos progresos por cuatro años. Particularmente si tuviera el miedo de Dios detrás de ella.
Pues, quizás exactamente Dios no, pero casi.
Sus amigos le conocían suficiente a ella; Aaron Halifax tal vez le llamaba cariñosamente ‘Chica Misteria,’ pero ni él ni nadie más nunca se habían entrometido en su pasado, y tampoco ella nunca tenía la impresión que alguien estaba particularmente ansioso para tratar. De alguna manera, no era una sorpresa. Hacía décadas- en memoria viva, todavía, para veteranos como su vecino Lars Jenswold, que había sido un niño durante los días de la Regla y la Resistencia- el mundo estaba llena de gente como ella. Viajeros solitarios sin pasados, gente que acaba de aparecer un día y que no estaban dispuestos a responder preguntas. Chell tuvo la impresión de que la siguiente generación había conservado una actitud nacida originalmente de la necesidad como una especie de cortesía común.
Esto siempre le había convenido a ella muy bien. Entendió- demasiado bien- que los seres humanos tenían una maña terrible de estar curiosos acerca de exactamente las malas cosas, y la idea de que cualquiera de sus nuevos amigos sintiera curiosidad y tropezara con la trampa letal en el noreste fue suficiente para congelarla hasta los huesos, incluso en medio de esta cálida y soleada sala delantera. La idea de ser responsable de enviar a alguien más a ese infierno era tan mala como la idea de ser arrastrada nuevamente a él.
Través de la habitación, la única luz de señal ámbar parpadeante de la radio tartamudeó y se puso roja- una vez, dos veces. La canción vaciló, se desvaneció, interrumpida por un estallido breve e inusualmente feroz de estática. Perturbada por sus pensamientos inquietos, Chell levantó rápidamente la cabeza y se quedó mirando la vieja radio, que nunca se había comportado así en los tres años desde que la cambió en la tienda de Aaron. Observó cómo la luz de la señal temblaba como un grillo atrapado, encendiéndose, apagándose, encendiéndose. La canción dulce y antigua se escuchó fuerte y clara por un momento, y luego otro estallido de estática la borró completamente.
Ella rodeó la mesa, pasando por encima de la caja de Aaron, y cruzó la habitación, alcanzando los controles de la radio, una fila de botones metidos debajo de la vieja pantalla LCD rayada que generalmente mostraba el nombre de la estación. Ahora no mostraba más que tonterías, una serie de números aleatorios que parpadeaban y cambiaban por segundos.
zzrrzzwwrrrzzchhh
BIIIIP.
El sonido estaba limpio y claro, y muy fuerte. La mano de Chell, que casi estaba a los controles, se arrebató de vuelta. Se estuvo muy quieta, el brazo cruzado protectoramente a través del pecho, a vez que la radio empezó a hablar.
“¿-ahora? ¿Quieres que- lo hago ahora? Vale, vale, cálmate. Lo hago, lo empiezo, ahora mismo. En cualquier momento, solamente perfecciono el, el esquema de que voy a decir, aquí, solamente me cercioro que tengo todos los puntos organizados, por decirlo así- ¿qué haces? No, sola-¡aaaAAAAHH!”
Un poco de estática respiración laboriosa.
“No- ¡no necesitaste hacerlo! ¡Lo estuve haciendo! ¡Probablemente yo necesitaba eso para algo! Oh, tienes problemas de manejo de la ira, claro. Concretos problemas tienes. Simplemente digo, tal vez quieras considerarlo- NOnono vale lo haré ahora.”
Pausa.
“Entones… ah… ¡hola! Hola, umm… ¡entonces! Aparentemente, la señal en mi- mi cosita, faro tipo de cosa allá arriba algún lugar- larga historia- envía esto a lo largo de un área muy ancho, entonces, entonces, um, si escuchas esto- que espero mucho, muchísimo, porque de otra manera todo esto sea un poco inútil, verdad, bien podría ser hablando con mí mismo. En un cuarto, solo, hablando. Sólo con mí mismo, nadie escuchando, sólo yo. Espero que no es el caso. Vale, ¿qué estuve diciendo? Sí, si escuches, no tiene sentido en decirte quién soy, porque sabrás, inmediatamente.”
Un tenso tipo de silencio. Chell no había movido mucho, excepto para bajar su brazo un poco. Un observador muy atento podría haber notado que el pulso se había acelerado en el cuello, revelado aún más por la tensión de su mandíbula.
“Soy Wheatley, de paso. Sólo para la posibilidad remota que no recuerdes, que sufriste algún tipo de daño grave de cabeza… otra vez… y perdiste su memoria completamente- para repetir, espero que no es el caso. Oh, espero, aunque- para pensar en lo, si es el caso, si actualmente habías perdido tu memoria completamente y no tienes la menor idea quién soy o de qué hablo, todo lo que tienes que saber es, soy un tipo de viejo amigo. Tu- tu mejor amigo, realmente. Mejor amigo, por mucho tiempo, mucho tiempo, y vas a querer a ayudarme, porque, pues, sabes, lo es que hacen amigos. Umm… de vuelta al punto, sin embargo, si no habías perdido tu memoria entonces vas a saber que todo esto, esto asunto de ‘mejor amigo’ era camelo completo. Lo siento. Aunque, tienes que admitir, valió la pena tratar. Un poco desesperado, estoy, actualmente.”
Una risa nerviosa. “Es que- prepárate para una sorpresa- ya no estoy en el espacio. No estoy en el espacio nunca más, estaba hasta hace poco, ahora no estoy. Entonces, ah, si estás escuchando y no había perdido tu memoria, vas a saber donde estoy ahora. No voy a elaborar, es muy obvios, solo pensar en el- el primero lugar que te ocurrirá, ¿bien?¡Sí! ¡Eso es! Lo pillas. Eso es donde estoy. Y- esto es lo esencial de asunto, por decirlo así, manos a la obra ahora- estaba algo así como… algo así como esperando que tal vez vendrás y… llevarme afuera de aquí.”
La voz siguió trepar, tropezándose en la urgencia. “Ahora, sé en qué piensas- ¿por qué?, ¿verdad? ¿Por qué debo? ¿Por qué debo arriesgar mi vida para el cabroncito que trató a asesinarme cuando intentaba escapar antes? Y, sabes… es una muy buena cuestión. Tan buena, de hecho, que no puedo actualmente pensar en una buena respuesta en este punto en el tiempo. ¡Estoy trabajando en ello! Seguro estoy trabajando en eso, probablemente voy a tener una muy buena respuesta para ti en solo un segundo. Quiero decir… no mentiré, si vuelvas entonces vas a ser asesinada probablemente. Estadísticamente, quiero decir, las probabilidades son de diez a uno en contra de que no te maten, si regresas. Quiero decir, maldita sea, sé que no lo haría si fuera tú. Jaja, no, no haya oportunidad, si yo fuera tú simplemente apagaría lo que sea que me estás escuchando ahora mismo y me iría. ¡Pero en realidad no hagas eso!"
La voz creció un grado pánico más.
“Por favor no lo hagas, por favor no lo hagas, no sé por qué aún sugerí eso. De hecho, me gustaría mucho en serio si ignores todo eso, prácticamente todo que acabé de decir, tires todo eso por la ventana, y vengas y me recojas en cualquier caso. Todavía no puedo pensar en mucha razón por qué debes, si estoy honesto, eso es absolutamente todavía un trabajo en progreso. Si es- si es alguna ayuda, nunca actualmente quise que nada de eso sucediera, todas las cosas… quiero decir, ojalá hubiéramos solo seguido con nuestro plan original- ¿recuerdes? ¿Recuerdes eso? Apagar Sus neurotoxinas, inutilizar todas Sus torretas, y hacer que Ella nos deje ir. Bueno, ese era un bueno plan. Habríamos salido de ahí, entonces, conjuntos, yo y tú. Codelincuentes. Holmes y Watson. Dos mosqueteros. Wheatley y- divago, perdona, pienso que lo- lo último que Ella me hizo puso algo aquí en cortocircuito, sigo sintiendo esto impulso de seguir continuando hablar de cosas que ocurrió en el pasado. Vale… yyy pienso que casi se me acaba el tiempo, en realidad, la cosita va a salir de rango en un momento, no volveré hasta veinticuatro horas más, por lo visto, más o menos. Entonces… sí. Rápido resumen, por si acaso se te fue el avión…”
La voz de Wheatley se cayó y comenzó a burbujear en la periferia con estática, bajo y casi, casi sin esperanza.
“Basta- por favor ven y recógeme. Por favor. Muy literalmente te lo ruego. De rodillas. Manera de hablar, obviamente, si tuviera rodillas, estaré de ellos. No me importa que haces conmigo después, desactivarme, usarme como pisapapeles, usarme como un fútbol- ¡no me molesta! Solo, por favor, por favor, no me dejes aquí con Ella. Y- y- ¡oh, Dios! ¡Me olvidé! Me olvidé, no puedo creer que me olvidé- mira, vale, allá voy, ehm, entiendo que ya no importa, pero estoy honestamente, sinceramente, realmente, ssrrwvvrchwrzzzhhh
BIIIIP.
La pequeña luz verde parpadeó un poco, se hizo constante. Otra vez, tranquila música amortiguado por la estática llenó el cálido aire con aroma a hornada de la panadería. Chell se apoyó en el mostrador, respirando profundamente para calmarse, ordenando sus pensamientos.
No le tomó mucho tiempo. La naturaleza de Chell era de definiciones nítidas y claras, las partes entrelazadas de su mente compartimentadas con firmeza y prolijidad, con poco espacio para la superposición. Su sentido de la lógica fuerte y altamente adaptable y la libertad antinatural que le dio para reorganizar sus prioridades la habían mantenido con vida en situaciones que habrían matado a una mujer menos práctica.
Ella apagó el equipo de radio, escuchó al silencio por un momento o dos, y después se dobló y salió de la sala. Por fuera, su rostro aún conservaba más o menos la misma expresión tranquila que había tenido antes de que la radio comenzó a hablar, pero con todo tenía esa tensión en la mandíbula, ese latido rápido en su garganta. Ya parecía mayor de lo que había, de alguna manera- mayor, y muchísima más dura.
Había un armario en la cocina- poco más que una alcobita seccionada cerca de la chimenea, con una pintada puerta de pino ingeniosamente encajada. La abrió, se metió dentro y salió con el pelo lleno de telarañas y una mochila de sarga de aspecto resistente en las manos.
Otro atributo que diferenció a Chell de lo común era su inusual definición personal de ‘esperanza.’ Para la mayoría de la gente, la ‘esperanza’ era algo esponjoso y mal definido, un vago deseo que las cosas pasaría como ellos querían. Para Chell, por otro lado, no había nada vago al respecto. Le habían quitado demasiadas esperanzas, aplastadas, rebanadas, cortadas en cubitos, saltadas sobre, y devuelto en un práctico formato de cubo comprimido, para poner cualquier expectativa en ese tipo de melancolía impotente. Cuando esperaba algo, tendía a concentrar toda so voluntad- su aterradora voluntad, de una sola vía, de hierro fundido- en asegurarse de que podría hacerlo realidad.
Ella esperaba que nunca más necesitaría poner un pie en Ese Lugar. Hace cuatro años, parecía que su esperanza se había hecho realidad. Con todo, un parte de ella- eso parte atemorizado y dañado que la apuñalaba a veces cuando escuchó un tono de alarma, o vio un cableado expuesto saliendo de la parte posterior de una máquina- no lo creía. No podía creerlo, no podía creer que había escapado y que nada la perseguiría nunca con tal de destruir su nueva vida segura y ganada con esfuerzo y arrastrarla de nuevo en esa pesadilla para siempre. Solo la esperanza no era suficiente para ella, entonces lo apoyaba con un buen plan sólido, y la prueba pesaba en sus brazos mientras corría de regreso por los escalones hasta la sala de estar y la volcó sobre el sofá.
Linterna, baterías, brújula, botiquín de primeros auxilios. Analgésicos, máscara antipolvo, un tubo de tiza roja envuelto brillantemente. Una navaja, fósforos, cinta de boxeador, una palanca corta en un clip de escalador y otra envoltura de tela más grande que contenía varios objetos extraños y grumosos. Todo envuelto en plástico doble, sellado en una bolsa estanca.
Chell miró atentamente el revoltijo de objetos durante un momento o dos, revisó el interior del envoltorio de tela, colocó su contenido sobre la gastada manta de lino y luego volvió a guardar todo lo demás con cuidado en la mochila. Sacó un amplio cajón de madera debajo de la mesa, hojeó algunas hojas de papel antes de encontrar la que estaba buscando, un gran cuadrado de papel de estraza con bordes ásperos que dobló en cuartos y guardó en el bolsillo de sus viejos jeans, calzándolo tan profundo y seguro como sea posible.
Acabada, ella colgó la mochila en un brazo para probar el peso, y luego salió de la habitación otra vez, se dirigiendo al segundo nivel.
Detrás de ella, la media-docena cosas grumosas que había tomado del envoltorio de tela estaban en filo aproximado, bastante inocuo en el rayo de sol que se inclinaba a través del sofá. Desde la distancia, se veían un poco como bloques de masa.
Esperanza era toda muy buena. Chell creía en seguro.
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“Eso era patético.”
La Voz llenó la camarita oscura.
“Yo sé que ese era el punto, pero pensé en aclarártelo de todos modos. De hecho, en caso de que no estés prestando atención, te lo aclararé de nuevo. Eso era patético.”
Silencio.
“Ya que actualmente no estás hablando por un cambio, voy a asumir que me estás de acuerdo conmigo. En serio, aún ella todavía es en el rango, ¿piensas realmente que volverá con intento de salvarte basado en ese flujo de galimatías sin inspiración que salió de tu boca hace un momento? Sabes, puedes ser el candidato ideal para un puesto que acabé de inventar. Orador desmotivacional. Puedes andar dando seminarios a personas que tienen ambicione e inspirarles a rendirse antes de aún habían comenzado. Por el lado positivo, si hubiera estado en su camino para rescatarte cuando te escuchó, por lo menos le ahorraste un viaje.”
“Le debía dicho,” masculló Wheatley. El enredo de brazos y cables que le sostenían suspendido arriba del piso se balancearon ligeramente a vez que raspó abierto el párpado funcional. Algunos todavía estaban atracados en los conectores de su cáscara maltratada, pero las sacudidas debilitantes del dolor sintético cuidadosamente codificado se habían detenido, por el momento. “Le debía dicho, ¿por qué no le dije? ‘Lo siento.’ Eso es todo lo que hubiera requerido. ‘Lo siento.’ Ensayó eso bastante veces, cientos de veces, malditos cientos-”
Se retorció. Unas chispas se esparcieron por el suelo sucio.
“¿Por qué no basté decirlo?”
“Porque eres un cretino.”
La lente azul agrietada que representaba la mayor parte de la luz en la cámara se encendió, débilmente.
“No soy un cretino.”
“Sí, tú eres. Pero no sentiría mal por eso- está en tu programación. Eres incapaz de ser algo más. Por el otro lado, no hay nada en tu programación sobre traicionar por completo a las personas que confiaban en ti para ayudarlas, y debo sentir terrible por eso.”
“No cayo en eso,” dijo Wheatley, sin mucha convicción. “Puedo ver a través de tus astutos jueguitos mentales, señorita. Solo lo dices para hacerme sentir corrompido. Tu- estás solamente diciéndolo, ¿verdad?”
Una silencia más larga.
“Ah. ¿Hola?”
“Perdón. Estaba analizando los números de si ella volverá para salvarte o no, y debo admitir, no son tan malos que pensé. De hecho, están casi- oh, espera, mi error. Me olvidé poner esto punto decimal de nuevo. Deja que hágalo.”
Un pequeño boop tranquilo y alegre.
“Oh. Estuve correcta la primera vez. No hay esperanza. Tendré que pensar en algo otro. Sabes, supongo que la mayoría de gente diría que tu falla total de convencerle para venir y rescatarte es bastante de un castigo en sí mismo.”
“Lo haría, sí,” dijo Wheatley, con esperanza. “Sí, estoy bueno y castigado, estaría pensando… sucede, ah, ¿sucede que esto es la teoría hacia que te estás inclinando, por alguna posibilidad, o…?”
Su risa era trueno distante.
“¿Tú qué crees?”
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El lago perfecto tomaba el sol de la mañana tarde. Los únicos rastros que quedaban de la dramática escena antes del amanecer eran las cicatrices de la resaca en las orillas y un cierto aspecto ligeramente chamuscado en el follaje de los árboles que sobresalían, como si alguien hubiera tenido una barbacoa particularmente entusiasta justo debajo y se hubiera olvidado de leer de antemano sobre la seguridad contra incendios en bosques.
Chell estaba de pie en la orilla al punto más alto y miraba abajo en la clara agua como espejo. A pesar de la claridad, no podía ver el fondo- los reflejos de los árboles obstruía la vista y era imposible a determinar exactamente la profundidad. Había muchas vías al dentro de Ese Lugar- ella sabía que ya probablemente había muchas más que había descubierto- pero había notado en el primero vistazo que algo había pasado acá. Si esta era la vía por que él había tirado, entonces había una pequeña posibilidad que podría llevarle directamente a él. Cuando se trataba con Ella, cada pizca de suerte adicional ayudaba.
Se subió la mochila a la espalda, sacó una hoja de una rama colgante de arce plateado y la soltó, siguiéndola con los ojos mientras se deslizaba suavemente por el aire y aterrizaba en la superficie del agua. Flotó por un momento, esparciendo ondas-
-y luego se desapareció. Su ojo rápido la rastreó hacia abajo por un segundo, un brilloso rayo de verde, disminuyéndose, ido.
Otra vez ajustó su mochila y dobló para deslice un dedo en la parte posterior de una de las elegantes botas blancas y negras atadas a sus pies. Había algo horriblemente natural en la sensación de ser sostenida de puntillas perpetuamente, con los talones apoyados en largos tirantes curvos de metal. No le gustó en absoluto tantas cómodas que le sentían las botas, o tanta rápida que había vuelto a aprender la habilidad de trotar casi en puntas, dejando que los tirantes absorbieran cada sacudida y temblor.
Era un lindo día. Por un momento- y solo un momento- giró su cara hacia el cielo, fijándose el exacto tono de azul en el ojo de su mente, la brisa, el olor de suela y hierba, el calor del sol en su piel.
No persistió por demasiado tiempo. Hubiera sentido demasiado como decir adiós.
Chell subió a la orilla, tomó una respiración muy, muy profunda, osciló los brazos arriba, y buceó.
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La fría agua del lago le golpeó a Chell como un puñetazo al estómago. Cortó abajo por el lago, y el aire atrapado en su ropa y pelo fluyó de ella en cintas plateadas.
Casi inmediatamente, a vez que su propio impulso de la inmersión se agotó, sintió algo otro asumir el control. Una resaca malvada demasiada poderosa para ser algo agitado por casualidad, una succión letal que hace rodar el agua fresca del lago en un movimiento de arrastre constante bajo la engañosa calma de la superficie. Agarró el cuerpo de Chell como un juguete atrapado en una aspiradora, succionándola directamente hacia el lecho turbio del lago.
Girando pies por delante en la inmersión, abrió sus ojos y se encontró mirando directamente abajo en un enorme vacío negro, la desembocadura de un tubo al menos dos metros de ancho. La única mirada agitada y borrosa por el agua que tuvo sobre el resto del lecho mientras estaba succionada hacia lo le mostró docenas más, una enorme cuadrícula regular de hambrientos agujeros negros que se extendían por todo el fondo, y que estaba limpio y sin vida como una carretera asfaltada.
Ella cruzó los brazos sobre el pecho y se preparó lo mejor que pudo. La boca oscura se disparó arriba para encontrarse con ella, y entonces ella estaba dentro, ciega, sorda, con los oídos chasqueando y resonando y el estómago dándose vueltas mientras la succionaban hacia abajo. Las direcciones ordinarias rápidamente dejaron de tener algún sentido, ya que con el cuerpo de agua torrencial alrededor de ella, fue jalada de izquierda a derecha, de lado a lado una y otra vez, la tubería girando y girando, navegando en un curso invisible a cientos de metros hacia abajo a un destino desconocido.
Un ímpetu de repente de agua le golpeó del lado, la tirando para la pared resbalosa del tubo. Adivinó- correctamente- que acabó había barrido pasado una intersección cuando su tubo se unió con otro. La negrura alrededor de ella era absoluta, y el agua batida le presionaba en ella y forzaba dedos ardientes por su nariz y garganta. Podría sentir el comienzo de las señales de peligro: los pulmones creciendo pesados en su pecho, el acopio de presión en sus sienes. Se estaba quedando sin tiempo.
Se esforzó los oídos y realizó que había una ligera variación en el aplastamiento de la corriente adelante. Algo era un poco diferente allí, el estruendo desconcertante era un poco más ligero, menos resonante- y ahora, podía ver que la negrura ya no era completamente negra, había luz en algún lugar y apenas podía distinguir las blancas partes superiores de sus botas-
Aire, necesitaba aire, el impulso de su cuerpo de tomar una respiración se estaba convirtiendo en una demanda vociferante y desesperada, y era todo lo que podía hacer para no ceder y respirar su primero pulmonado de agua. Había un martilleo palpitante detrás de sus ojos y su pecho se sentía lleno de piedras calientes. La negrura dio paso a una luz grisácea y ella se retorció, desesperadamente, sus manos deslizando los lados del tubo- y golpeó algo duro con una fuerza asombrosa.
Por pura suerte, Chell golpeó la rejilla del filtro con los pies por delante, y las botas hicieron su trabajo incluso bajo el agua, absorbiendo el golpe y salvándola de quedar inconsciente por completo- lo que, dadas las circunstancias, habría sido fatal. La sacudida arrancó el oxígeno restante de sus pulmones, y una diminuta cadena de burbujas salió arremolinándose de su boca y se alejó a través de la rejilla. La corriente la atrapó como un insecto en un tablero de corcho, y el martilleo de sus manos no hicieron más que enviar vibraciones amortiguadas a través de los lados de vidrio templado. A tientas, mareada, rebuscó en su cinturón. El clip del escalador, generalmente la simplicidad misma para desengancharlo, parecía un rompecabezas alienígena sin solución, pero finalmente cedió.
Estrellas negras comenzaban a agruparse y estallar suavemente en los bordes de su visión. Chell se mordió la lengua para mantenerse despierta, probó la sangre, se apoyó contra la rejilla, lanzó un alarido silencioso y sin aire y golpeó el cristal con la palanca.
CRRSSHHH
Una fuente explosiva de agua y vidrios rotos se desbordó de la tubería y en una ráfaga de aire seco y polvoriento. Chell cayó con ella, agitándose, aterrizando en una pasarela a tres metros de profundidad. Tosiendo y con arcadas, rodó fuera del chorro que continuaba saliendo a borbotones de la tubería rota, luego se retorció boca abajo y vomitó una gran cantidad de agua del lago a través de la malla de acero.
Jadeando, limpiándose la boca con el dorso de la mano, se dio la vuelta y contempló una turbia infinidad de tubos de vidrio llenos de agua. El del que se había caído serpenteaba unos treinta metros más allá del punto donde lo había roto, antes de desaparecer en la penumbra, y más allá de la catarata de agua fracturada, apenas podía distinguir una línea de letras gruesas y estampadas que corrían a lo largo sube el vaso.
TUBO DE REFRIGERANTE G-0052
Se subió a la barandilla metálica de la pasarela, sacudiéndose el cabello mojado de la cara, respirando con dificultad- en parte para recuperar el aliento, en parte solo para asegurarse de que aún podía hacerlo. El aire olía a polvo frito, el peligroso regusto olor del ozono. Había un leve zumbido de fondo, siempre presente, bajo y monótono y suficiente para decirle a cualquiera con medio oído que este lugar estaba lejos de estar muerto, a pesar de cómo se parecía. Chell lo habría sabido de todos modos, lo habría sabido en su interior incluso si se hubiera quedado sorda por el viaje- las instalaciones todavía estaban muy vivas, y eso significaba, en algún lugar en el corazón de ellas, en el mismo centro del web- Ella también.
Chell se echó al hombro la mochila empapada, eligió una dirección y empezó a trotar. Había estado medio ahogada y engañado a la muerte por el más estrecho de los estrechos márgenes, el brillante mundo de la superficie ya parecía un sueño irreal, y cada paso resonante la estaba llevando más lejos en el Infierno, pero con todo podía sentir que comenzaba a sonreír una sonrisa muy pequeña, muy sombría.
Ella estaba adentro.
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“Oye, ¿seguro que tenemos que irnos ya?”
El acto de retirar el ascensor de emergencia fue un gasto de esfuerzo tan minúsculo para su nuevo cuerpo divino que apenas lo sintió. A su orden, disminuyó la velocidad, se detuvo, y luego comenzó a descender hacia el piso de la cámara.
De una manera insignificante y apenas consciente, se registró la expresión en su rostro, el choque creciendo y el perjuicio y horror escrito en sus ojos, pero estuvo tan lejos y tan, tan diminuta, ¿y qué le importaba sus pequeños pensamientos y sentamientos humanos a él, en cualquier caso? Ya era lo todo, todo, las instalaciones completas suyas para controlar, y podía sentir cada centímetro de ellas, cada cámara y pasarela, cada máquina y panel y subrutina y circuito, todos SUYOS SUYOS SUYOS-
Trató de decirle que bueno se sentía, que brillante era estar lo en cargo para variar, no simplemente una pequeña cosa para ser ignorado y tiranizado, algo que tenía que pedir, mendigar e implorar para que su consejo sea seguido, si fue tomado aún alguna vez. Trató de comunicarlo a ella, la libertad gloriosa de poder hacer algo, absolutamente algo que quería a pasar en un abrir y cerrar de ojos, el toque de un interruptor, la retransmisión de un microprocesador. El poder verdadero, autonomía autentica, e interminable, interminable oportunidad.
Y cuando ni siquiera ella intentó sentir feliz para su éxito, cuando lo único que vio en su estúpida carita orgánica fue una ira ardiente y desconocida- y algo más, un tipo de endurecimiento de expresión determinada que no fue tan desconocido y que, bajo las circunstancias, no le gustó nada- pues, comenzó a molestarse.
Ella no podía estar feliz por él, ¿verdad? No le importaba a ella que él había estado esperando y deseando y anhelando que algo como tal sucedería hace mucho, mucho tiempo, y que eso, aquí y ahora, era el mejor, más alegre momento en su artificial vidita larga, aburrida, y patéticamente inútil. No le importaba que en ese asombroso cuerpo por fin tenía la oportunidad para Hacer Una Diferencia, para por fin probar de una vez por todas que no era un desperdicio de tarjetas de circuito, no era una falla, oh no, nada de eso, con todas sus ideas fantásticas sería mucho más mejor en carga de este lugar que loca-demente-insano francamente asesina Ella. No. Señorita Tanta-Maldita-Prisa no le importaba nada de eso. Todo le importaba era su propio piel carnoso y egoísta.
Y luego Ella había le enojado aún más, y con sus limitados procesos cognitivos todavía inundándose en los inimaginablemente vastos terabytes de nueva capacidad había estado más enojado que nunca antes, nunca, tan, tan enojado que su único momento perfecto en la luz de calcio estaba arruinado por Sus pullas y la clara acusación en su ardiente y silenciosa mirada fija. Y La había puesto en una patata y La tiró- tiró a ambos ellas- a golpes abajo en el abismo debajo de las instalaciones, y solo luego, solo en ese último momento un fugaz parpadeo de pensamiento sumergido pasó qué había hecho yo nunca quería-
Pero era demasiado poco y demasiado tarde y ya él era tan grande e importante y era tanto para hacer, tanto podía hacer sin ella andando, ralentizándolo, interponiéndose en el camino de lo que él quería y había un pensamiento, ¿no sería una buena idea armar unas pruebas? Nada intricado, simplemente unos botones, un cubo impar, unas pruebas básicas para realmente entender cómo funcionaba el lugar, y por qué no debía ya que estaba en control de ello y éééÉl estaba en control de todo y en parte quería muchísimo hacer pruebas. Tenía un sentimiento vago que había tenido otras prioridades hace poco tiempo pero ya no Le importaba, nada Le importaba porque Él estaba en control y Él podía hacer pruebas y todo iba a estar bien. Todo iba a estar simplemente bien.
Y quizás había una pequeñita voz que decía de lo contrario pero Él no tenía que escucharla. Nadie más había escuchado, nadie había nunca, nunca escuchado a estúpido, insignificante, viejo Wheatley, y ahora todos podrían ver por sí mismos cómo les gustaría…
ella escuchaba ella escuchaba ella escuchaba, gritó la pequeñita voz, y hería los circuitos que él tenía en lugar de pulmones y el procesador vocal que tenía en lugar de una garganta para gritar tan duro, pero tenía que comunicar a Él que había hecho todas esas cosas terribles y hacerlo parar. Y vale no tenía mucho sentido pero tenía que tratar, porque tal vez si gritó suficiente duro entonces Él oiría él mismo esta vez, y no había logrado todas las otras veces pero tal vez, tal vez esta vez lograría-
Y luego hacía frío y oscuro y los conectores enterrados en sus puertos chispearon y crepitaron y le chocaron al presente de nuevo. Era él mismo otra vez, diminutivo y indefenso y doliendo en todos partes del sistema nervioso artificial cuidadosamente ensamblado que quería muchísimo que no tenía, y generalmente, en el esquema de las cosas, simplemente no estaba teniendo un buen día.
“Buenas noticias,” dijo Su Voz. “Pensó que el ciclo de tres minutos de archivos de memoria que experimentas por sexagésima octava vez podría estar un poco aburrido, entonces busqué a mir alrededor y, ¿sabes qué? Resulta que mi sistema guardó todo que hiciste cuando intentabas manejar las instalaciones y fallabas. Por consiguiente, tenemos un completo registro de datos de cada una decisión mala que hiciste. Voy a compilar un carrete de destacados. Todavía estarás reviviéndolo una y otra vez para siempre, pero el montaje será mejor y tal vez añadiré alguna música. Entonces de nuevo, subtítulos en un bueno tipo de letra grande podría más apropiado para tu nivel de-”
Ella estuvo interrumpida por un tono de alarma. Era un gemido agudo y urgente, acompañado de una grabación cascada que sonaba como si la hubiera hecho un locutor de radio acosado de los años cincuenta con la cabeza en un calcetín.
“Aviso: pérdida de presión no identificado en el primario sistema de refrigerante. Eficiencia del sistema al cincuenta y ocho por ciento.”
“Curioso,” Ella dijo. “Sé que reparé el tema completo del bloqueado y la manada de ciervos ahogados hace meses, entonces no puede ser eso. Bueno. Ya que parece que depende de mí para lidiar con todos los cuerpos inútiles dejados tirado por estas instalaciones, vuelvo enseguida. No te vayas. Fue una broma, por cierto- pensé que debo señalar eso, porque no solo eres incapaz de hacer algo por tú mismo, también no eres suficiente inteligente para comprender el concepto de sarcasmo.”
“Eficiencia del sistema de refrigerante al setenta y cinco por ciento,” dijo la voz del cabeza-en-calcetín locutor acosado, arriba de la alarma.
“Hablando de cuerpos inútiles dejados tirado por estas instalaciones, te pongo en carga de supervisar esta cámara mientras estoy fuera. Podrás imaginar que fueran unas instalaciones de tus propios, y que fueras el tipo de persona que pudiera manejar unas instalaciones de sus propios sin destruyéndolas completamente por incompetencia grave. Diviértete.”
El singular iluminador deslumbrador fijado en la cáscara ennegrecida de Wheatley desvaneció a un gris destello de suelo radiante. La maraña de cables y brazos conectores que mantenía a él en su lugar relajaron un poquito, y la atmosfera en la camarita oscura enfrió un grado, de ‘francamente malevolente’ a meramente ‘frío y deprimente.’ El cambio fue sutil, pero suficiente para sugerir que- por el momento, en cualquier caso- el letal punto láser de Su atención había movido en otro lugar.
En la absencia, el silencio era ensordecedor.
“¿Sí?” dijo Wheatley, con voz temblorosa, después de un silencio de aproximadamente cinco o seis minutos. “Vale, y, y, tu podrías imaginar que no fueras una- una vacaburra completa.”
Una pausa.
“Bueno, voy a admitir que… no era la mejor retorta, no la mejor. No tengo… tengo mucho con tal de trabajar, en realidad.”
Suspiró. Era un muy larga, muy pesado suspiro, y era un poco demasiado para su sobrecargado procesador vocal, que titubeó un poco.
“Pues… continuando en esa línea particular, ¿qué tengo actualmente con tal de trabajar? Tengo un… pues, tengo… tengo un… pues, ¡puedo ver! Un poco. Y oír, puedo oír, todavía tengo mi oído, excelente- y… ah… nada mucho más, a decir verdad. ¡Pero eso es un comienzo! Eso es un comienzo por cierto, si vaya a salir de aquí, de verdad la vista y el oído estarán en las diez mejores de habilidades útiles para tener. Las cinco mejores, aún, creo. La habilidad de mover, también, esa es otra grande, lástima que no la tengo, pero… pero yo…”
Otro suspiro profundo.
“Yo… no sé actualmente a quién estoy engañando, para ser honesto. Nunca- nunca saldré de aquí, ¿verdad?”
Se crispó un par de veces, y luego se quedó quieto. Después de un rato, porque nada en la camarita oscura parecía a puto de responder en una manera u otra, se respondió a su mismo.
“Nunca saldré de aquí.”
A cuál intervalo preciso y oportuno, la pared explotó.
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El método habitual de razonamiento de Chell era nada si no linear. Cuando encontró un problema, lo redujo automáticamente al menos número de componentes y quitó todos detalles no esenciales- lo mejor para comprender qué era el problema actualmente, despojado de todo el vestidor. En ese caso, el problema era la blanca pared de paneles a través de su sendero. La tubería de refrigerante- la que seguía por una eternidad pequeña de pasarelas oscuras y estrechas- continuaba algunos cinco metros arriba de su cabeza y a través de la pared.
La decisión, por consiguiente, había sido simple- correr todo el camino largo de regreso en la oscuridad a la última intersección, o hacer algo con la pared. Puede que no tenga un pistolo de portales para ayudarle ahora, pero en el momento que había acabado su asunto con el primero de los paquetitos grumosos y los pedazos de alambre y la cerilla sulfurosa hecha a mano, y se había retirado hasta una distancia segura para mirar la pared estallar en un rugido breve y llama sucia, se sentía la satisfacción real de una abertura buen hecha.
Por lo visto, Su garantía que todo equipo quedaría funcional hasta cuatro mil Kelvin no extendía a la arquitectura. La explosión parcialmente destruyó dos paneles y golpeó los demás en el radio en todos tipos de ángulos fantásticos, dejando un agujero de buen tamaño para trepar a través.
Se encontró en una cámara pequeña y oscura. Una primera mira le mostró una gran cantidad de polvo turbado y humo en el aire, muchos escombros- y movimiento; algo que se crispaba y chispeaba bajo del rayo de su linterna, y se asustó hacia atrás, su mano libre agarrando para la palanca en su cinturón-
“Ahhh. Qué… qué acaba de paaAAAHHH ¡ESTOY CIEGO! ESTOY- oh, solo es una luz. Pánico terminado.”
Chell bajó la palanca.
“Aunque- aunque actualmente puede ser mi ojo- mi ojo puede estar averiado- ooh, juego de palabras no intencionado pero muy ingenioso, siquiera, guardar eso lejos- ¿hola? ¿Hay alguien? Si hay alguien, y no es simplemente yo mal funcionamiento, puedes- ¿puedes no lucir esa directamente en mi cara, por favor? No es útil, de hecho, me duele actualmente, tanto mucho, entonces me agradecía si la dejarías apagado-”
Clic.
“Gracias, está mucho mejor,” dijo Wheatley, distraídamente. Las repercusiones de la explosión lo habían soltado de un lado, dejándolo colgando lateralmente de los restantes brazos conectores como la última bola en una cuna de Newton muy destartalada. Su ocular agrietado y lleno de hollín, que se había reducido a un puntito pálido bajo el resplandor de la linterna, se expandió y parpadeó en su dirección.
“Oye… oye, ¡ven aquí! Anda, ven un poco más aquí- no eres, ¿no? Eres-”
La lente se ensanchó, destelló- por un momento- el más brillante azul de la estratosfera. Chell estaba iluminada por la, su sombra negra y enorme sobre la pared rota.
“¡Eres tú!”
Alivio, deleite, incredulidad, asombro; las palabras eran inadecuado para expresar la cantidad de cada que Wheatley logró empacar en los dos sílabas. Su ocular raspó una completa rotación de trescientas sesenta grados en bucle en celebración y él se reyó sin control, su voz cayéndose a trochemoche con temblores inducidos por choque.
“¡Eres tú! ¡Eres tú, volviste! En realidad- oh, no tienes ninguna idea tanto me alegrade a verte ahora mismo. Oh, no puedo creerlo. No puede estar pasando, no- oh- espera, quizá no está.”
Su pupila se encogió con terror de repente.
“Oh, Dios- mira, puedes darme alguno tipo de codazo, o… golpearme o algo- pero con cuidado, ¡no demasiado fuerte!- ¿basta para probar, por cierto absoluto, que no estoy simplemente viendo cosas? Porque veía todos tipos de cosas extrañas recientemente- estrés, creo que es el estrés, y Ella metiéndose con mi interior, eso puede ser un elemento-”
Chell, que estaba examinando de los mecanismos desapareciendo en la puerta arriba de Wheatley, seleccionó ese momento para agarrarle en el pliegue de un brazo, tener un agarre fuerte en las conectores con su mano libre, y dar un tremendo tirón al completo enredo de nudos mecánicos. Hubo un vicioso ruido rizado, muchas chispas, y un grito agonizado.
“¡GAAAHHH! Cuidado, te dije con cuidado- ¡vale, mira, estoy libre, bien hecho!”
“Impresivo modo manual que hiciste con esa pared, por cierto,” continuó, mientras Chell sacudió su mano entumecida por las chispas y comenzó a desabrochar su mochila. “Muy bueno trabajo, de primera clase. No tenía idea que eras tal una técnica. Ohh… ¡Dios mío! Eres una vista para ojos cansados. Todavía no puedo creer…”
Se desvaneció poco a poco. Algo parecía presionar en su mente- su ocular dobló hacia al piso, bizqueó, y miró arriba lateralmente a ella, logrando comunicar una increíble cantidad de culpa para algo que era básicamente sola una esfera metálica con un ojo.
“Puedo decir, antes de vamos más lejos, que yo… yo lo siento mucho. Para todo. Lo siento que era tal un, un monstruo, lo siento que estaba tan demandante y mandón y… ah, pues, asesino. A ti. Estaba equivocado, tenías razón, nunca debía intentar manejar todo el lugar por mí mismo, y yo… pues, estoy solo…”
Pausó, buscó un modo más fuerte, suave, convincente, mejor para decirlo. Se rindió.
“… perdóname.”
Chell quitó con las correas de lona gruesa de la mochila y miró fijamente abajo a él, arrodillándose en el mugriento piso de paneles.
No había esperado para ver el pequeño núcleo de personalidad otra vez, no desde su última despedida, después de todo lo que había pasado. Esperaba estar enojado- y está, a un grado que le sorprendía- cuatro años de curación había hecho muy poco para aliviar el ardiente sentido de indignación y dolor que se sentía, la injusticia total de la manera en que la había tratado.
Y sin embargo…
Todavía ella no tenía memoria de su vida- si hubiera tenido uno- antes. Había ciertas cosas que le sugería que había tenido una vida, una vez- conocimiento y comprensión, habilidades aprendidas, cosas que sus músculos recordaban, hechos que sabía, ideas que acordaron tocados en su mente- pero nada una memoria de su propio. Podía correr rápido y disparar en una línea derecho y arreglar logísticas espaciales como relámpago, pero no sabía dónde había residido. Recordaba cómo manejar un camión y cómo hacer que suba la masa de pan, pero no las caras de sus padres. Sabía dónde está Australia en un mapa y quienes eran los Hermanos Wright, pero no su propio apellido.
Había estado despierta- consciente- durante tanto poco tiempo, solo para ese primero esfuerzo infernal, eses horas de hacer pruebas y luchar su camino a través las instalaciones para tratar de salir, siempre para salir, y si eso significaba pasar por Ella, entonces que así sea. No tenía remordimiento. Si hubiera intentado matar la I.A. asesina, había sido de nada más que defensa propia. Suponía que otros, más noble de mente y más ética que su misma, habría argumentado que Ella tenía conciencia de sí misma y una mente propia, que matarla no era mejor que asesinar, y habría detenido su mano en nombre de la misericordia y la compasión humanas.
Y esas personas finas, nobles y éticas, sin lugar a dudas, se habrían salpicado sus estúpidas cabezas por todas las instalaciones.
Chell estaba hecho de un material más duro. Había luchado fuerte y sobrevivido a todo lo que arrojaban, había aguantado, La había matado y había estado tan cerca, tan cerca, a ser libre-
Luego- nada. Recuerdos dispersos, sueños oscuros y sedados, la larga, larga hibernación, y luego-
Él había sido la primera voz amigable que ella había conocido en la totalidad de la duración de existencia breve y dolorosa. Había sido la sola cosa que había conocido que no era meramente una extensión de Ella, guiado por Su voluntad psicopático. Y aunque sus motivos habían sido muy transparentes desde el principio- había querido salir tan mucho como ella, y la veía como un ágil medio para un fin que podía mover y presionar botones- basta el hecho de que compartía su objetivo había sido suficiente para acercarlos más juntos.
Su compañero en adversidad, después de tanto tiempo con solo Su voz odiosa para compañía, la farfulla incesante de él había sido un bienvenido alivio. Su capacidad de hablar absolutamente sin sentido habría enloquecido la mayoría de la gente, pero no le había molestado a Chell. Su voz le había ayudado pensar, le había calmado, había tranquilizado sus miedos. Era difícil sentirse tan aterrorizado, difícil sentirse tan cerca de morir, cuando siempre estaba escuchando con medio oído al ruido blanco incoherente de una radio constantemente a Berzotas FM.
Ella había seguido lo a través del inferno y de vuelta, había arriesgado su vida en la afirmación de él- sus consejos podría haber sido de dudoso mérito, pero había sido todo lo que ella había tenido. Y quizás había sido porque había tan famélica de amigable contacto humano, y él le parecía tan humano, por todos sus desperfectos tanto como una persona real que podría ser un globo del ojo metálico y parlante, pero por cualquier razón, al poco tiempo se había encontrado haciendo algo aún más temerario que tomar su consejo.
Le había gustado.
Le había gustado y eso lo empeoraba muchísimo. Ella le había enseñado lo que era estar amenazado por un enemigo, pero Wheatley le había enseñado cómo sentía estar traicionado por un amigo.
Sí, ella había esperado sentir enojado. No había esperado la lástima, la aguda punzada de sorpresa en su estómago por el lamentable estado de él, el hollín y los rasguños y el aspecto abollado y separado de su cáscara, la grieta en su ocular y los cables deshilachados en sus costados. Le llevó de vuelta directamente a las primeras semanas y meses difíciles después de su escape; cómo a pesar de la seguridad y paz del lugar en lo que se había encontrado había ido hacia atrás y adelante constantemente entre ira y algo casi como duelo. Le había lamentado a él- no había palabra mejor- lamentado como la pérdida de un amigo, y de todas las pesadillas lo que llevaba más un puñado no era de la muerte o las pruebas (y esas eran bastante malas, y bastante frecuentes), era sobre los últimos momentos cuando parecía él mismo de nuevo, rogándole que agarre a él, el aullido del vacío alrededor de ellos y las asas estando arrastradas imparablemente de su apretón.
Y lo más último que ella había esperado al visto de él era el doloroso ánimo pequeño que sintió, el partito confundido de ella que le alegría verlo. La mayoría de ella solamente deseaba que él tuviera una cara adecuada para los propósitos de golpear, pero por lo visto, un perplejo partito de su mente no había recibido el memorándum. Le había extrañado, este robotito quien había una vez devotado su capaz (discutible) completo para razón a intentar asesinarla. ¿Por qué? Y, más al asunto, ¿por qué darle otra oportunidad?
Entonces otra vez, ¿si ella no creía en oportunidades segundas, qué narices hacía aquí? Había dejado todo, salió de la nueva vida que había pasó cuatro años construyendo, solo por el bien de esta pequeña bola de metal bocazas. En la mente de Chell, esta no era una acción puramente altruista- simplemente no había podido soportar la idea de ignorar sus súplicas a sangre fría, de dejarlo allí a Su merced, sin importar lo que él había hecho y tratado de hacer. Sí, era lógico, sí, probablemente no era más de lo que se merecía, pero en el fragor del momento Chell apenas lo había considerado como una opción. Eso sentía demasiado como algo que Ella habría hecho.
Tenía que haber algo que valiera la pena salvar. Chell habría sido la primera en admitir que a veces se equivocaba por el frío sentido práctico- le debía la vida a ello- pero si iba a morir aquí abajo, y no se hacía ilusiones de que esto era más que probable, ella prefiero morir tratando de rescatar a un aliado que a un enemigo.
Él se encogió un poco bajo su mirada, su pupila menguándose y deslizándose hacia un lado, claramente receloso de encontrarse con la de ella.
“Sí, estás de verdad,” él dijo, precipitadamente, aunque ella no había tanto como parpadeado, “tienes razón, probablemente no está el momento para esto ahora mismo, probablemente debemos concentrar en escapar, y podemos guardar las, ah, recriminaciones profundas por un tiempo más adelante cuando tengamos espacio para respirar. Suponiendo que ambos sobrevivamos. Suene como un plan. Solamente quería decirlo, ¿sabes? Solamente quería decir que lo sentía, y-”
“Pruébalo.”
“-que yo… yo…”
Wheatley volvió a callarse, esta vez por puro choque. Era su turno de quedarse sin habla para variar, demasiado asombrado para hacer algo más que encontrarse con la mirada sombría y clara de ella. Su voz había sido bajo pero perfectamente clara, y era claro por su expresión que no estaba dispuesta a repetirse. Ella sabía que él la había oído. Su misma mirada lo desafiaba a decir algo más, a pedir aclaraciones, negociar, explicar. En lo que a ella respectaba, el tema estaba cerrado, no era necesario decir más, y nada más sería bienvenido. Él le había ofrecido su disculpa y ella había establecido sus condiciones; era tan simple como eso.
Pruébalo.
Ella nunca había hablado, nunca decido una palabra singular- aquí abajo. Aquí, donde nada más estaba bajo su control, ni siquiera el suelo en donde que estaba, donde todo se exigió de ella, su voz era la sola cosa que podía retener siempre. Aún una palabra corta sentía como un gafe, un error malo, pero nunca había nada que ver con la superstición de todos modos, y si él iba a venir con ella esta vez, tenía la intención asegurarse de que él entendiera sus términos.
Wheatley, por una vez en su vida, captó la indirecta.
Se oyó un suave sonido metálico cuando ella dejó su cáscara maltratada en el piso de la cámara. Hasta ahora, mucha suerte, pero si realmente no los estaban observado por el momento- y Chell sabía que no debía dar por sentado algo tan improbable- era solo cuestión de tiempo. Trabajando rápidamente, pasó las duras correas de la parte trasera de su mochila por las asas de él, fijándolo allí como un bolso extra a la altura de sus omóplatos.
Wheatley logró mantenerse en silencio durante todo el tiempo, su ocular trabajando ansiosamente de un lado a otro, lanzándose a los rincones de la habitación mientras ella se levantaba y probaba el nuevo peso en su espalda.
“Vale, pues… ¡buen trabajo! Bien hecho. Concedido, actualmente no puedo ver algo delante de nosotros, no voy a ser de mucha utilidad por eso, pero si quieres saber qué está pasando atrás, soy tu hombre. Núcleo. Soy tu núcleo. Ahora… estoy seguro que tienes esto resuelto, pero por si acaso de que necesites un recordatorio, debemos probablemente ponernos en marcha, rápidamente. Por si acaso- y esa es una remota posibilidad, remota, ¿vale?- por si acaso Ella regrese.”
Chell simplemente sacudió la cabeza y emprendió el camino por donde había venido, abriéndose camino entre los escombros, sus botas resonando suavemente en el piso mugriento. Desde su punto de vista, la posibilidad de estar descubierto era mucho, mucho más grande que simplemente remota, pero de todos modos era mucho más fácil seguir haciéndolo. Avanzar hacia el objetivo final de salir con vida de las instalaciones era lo único que podía evitar que pensara demasiado en su situación, y volvió a caer agradecida en el hábito de concentrarse casi absolutamente en el asunto en cuestión.
También ella se encontró volviendo a caer en el hábito de mantener la mitad de un oído en la voz burlona a su espalda. Claramente, Wheatley todavía estaba bastante mal, ya sea por su ultimátum o simplemente por el hecho de que ella había hablado con él. Farfulló, dolorosamente inseguro, con una nota inestable y fuera de lugar en su voz mientras se esforzaba demasiado por sonar casual.
“Vale. Ella movió las cosas un poco desde la última vez que estuve aquí, pero pienso que sé dónde estamos. La red de tuberías de refrigerante se corre acerca de la vieja instalación de I+D. Son enteramente oficinas en allá, salas del consejo y tal. Si podemos entrar allá, estoy bastante seguro de que Ella no podrá vernos, y quién sabe, ¡podría haber algo allá que podamos usar! Entones, ah, con eso en mente, queremos ir… a la izquierda, aquí.”
Chell vaciló a la intersección. La pasarela estaba tan alta que no había nada visible debajo excepto una turbia neblina gris azulada, y el aire sabía ligeramente salado en su boca, zumbando con el poder de algún vasto y distante campo eléctrico. El zumbido bajo y omnipresente hizo que le dolieran los oídos y puso los pelos de la nuca de punta.
“Sí, justo aquí,” dijo la voz pequeña y nerviosa entre sus omóplatos. Le sintió sacudirse involuntariamente- en el intervalo de cuatro años, había casi olvidado de su tic, pequeño, dañado y nervioso. “Izquierda. El mano con que escribes, vale, pues, es el otro. A menos que seas zurda- en ese caso, es el mano con que escribes. Cualquiera- esa es la dirección que quieres ir.”
Decidiendo que no hacía mucha diferencia una manera o otra, Chell tomó la bifurcación de la izquierda.
En ese sentido, nada había cambiado. Su consejo podía ser mayormente inútil y ella podía tomarlo con pinzas, por cierto- y un dosis saludable de sospecha- pero no podía ignorarlo totalmente. Él conocía este lugar. La propia intuición aguda de ella la había salvado más veces de lo que le importaba contar, pero en lugar que tenía sentido común y lógica, él tenía… pues… algunas veces saber cuándo doblar a la izquierda. No era mucho, pero como antes, peor era nada.
Ella le oyó hacer un sonido como una risita temblosa. “Me trae recuerdos, esto. Tú y yo, corriendo por aquí abajo, te decía algo como ‘¡Vayas a la izquierda!’ y lo hacías… yo, un poco, lo extrañaba, ¿sabes? No pasa mucho de tal en el espacio. No pasa mucho de alguna cosa, a decir verdad.”
Pausó.
“Quiero decir, no sugiero que tú lo extrañabas. Esto, me refiero. Corriendo por todas partes, me llevando- que haces como un campeón, por cierto- no supongo que esto extrañaras en absoluto, ¿verdad? Solo quiero decir- pues- es nuestra cosa, esto es, ¿no? Nuestra pequeña estrategia. Te cubro las espaldas, y me- ah- pues, me tienes. Infalible. No puede salir mal.”
Hubo un ruido de repente a la distancia. La pasarela tembló; el sonido de metal áspero resonó arriba y alrededor de ellos como el aclaramiento de una garganta enorme. Chell se quedó inmóvil; a su espalda, la pupila azul y nerviosa de Wheatley se encogió hasta convertirse en una punta de alfiler.
“Ah. Creo- creo que Ella- no es nada probablemente, quizá podrías pasar un poco más rápidamente-”
La pasarela se tambaleó. Chell trastabilló y casi cayó, agarró por la barandilla y perdió su agarre en la linterna. La cayó en el abismo debajo, una mota de luz menguante girando de extremo a extremo, engullida por un resplandor fluorescente ascendente y parpadeante.
Las luces estaban encendiéndose.
Wheatley gañó y estiró los rodamientos en su cáscara interior en un intento completamente inútil de ver alrededor de la espalda de Chell.
“No importa, no importa, cambio de plan- ¡CORRE!”
Chell no necesitó que se lo dijera. Esprintó por la pasarela, los resortes de sus botas golpeando contra el metal, los brazos bombeando, la mandíbula apretada. Las paredes distantes se ondularon cuando ella pasó, acercándose, el ruido aumentando, llenando el aire viciado con los sonidos de maquinaria en dolor. Por detrás, Wheatley gritaba en advertencia o estímulo o ambos; era difícil saber porque su voz roturó cada vez su pie golpeó el suelo, que lo hacía sonar como si tuviera un caso gravo de hipo.
“En serio, ¡no puedo ver adónde vamos! Podría ser un problema- derecha derecha dobles a la derecha-”
Chell enmendó su camino en el último momento, rebotó de la barandilla, y continuó. Adelante, una gran sección larga extendía a la distancia, desapareciendo en el duro resplandor blanco de las luces recién despertadas.
“¡No creo que pueda hacer eso si no puedo ver adónde vamos! Escucha, ¿Que buena eres corriendo hacia atrás?”
La pasarela dio otro tambaleo violento. A Chell sentía horriblemente como si algo vital a un extremo o ambos de la estructura se estaba tirado de los cimientos por el movimiento progresivo y aplastante de las paredes. No había nada que pudiera hacer al respecto, si estaba o no- su solo foco era el extremo de esta pasarela, donde podía apenas distinguir una estructura inmóvil y gris y como un pilar, y una forma manchada de oscuridad que podía ser una puerta.
“No quiero alarmarte,” Wheatley decía, enunciando cada palabra muy fuerte y distintivamente para compensar para su procesador vocal agitándose como un mojito n una coctelera, “pero creo que Ella podría estar sobre nosotros.”
Todavía las paredes estaban avanzando a una velocidad aterradora, anunciado por el espeso y pesado clankclankclank de paneles en movimiento. Aprovechando una ráfaga extra de velocidad para los últimos cien pies, Chell patinó hasta detenerse a la puerta. La mancha oscura que había visto desde la distancia era grafiti, la vista tan familiar después de cuatro años que dolía, palabras temblorosas y descoloridas salpicadas de negro garabateadas quién-sabe-cuánto-tiempo-hace por su amigo anónimo, dador de consejos, firmador de secretos, fallecido hace mucho tiempo.
¡POR AQUÍ!
Ella trató el asa. Estuvo abierto.
“¿Qué estás esperando?” gritó Wheatley, mientras las paredes tronaron más acerca. La cámara masiva de refrigerante ya no era masiva. Ya apenas era el tamaño de Su cámara, y se reducía rápidamente, doblando alrededor de la estructura central como un puño cerrando. “¡Entra! ¡Entra!”
Demasiado fácil, dijo la pequeña voz de aviso en la frente de la mente de Chell. Con todo, como siempre en este lugar dejado de la mano de Dios, no tenía mucha opción. Lanzó abierto la puerta, pausó por suficiente tiempo para notar el piso gris y las pintadas paredes pálidas, y se tiró adentro, golpeándola detrás.
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