#QUE LO HAGA SDFFSFS

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Por más ganas que tuviese de defender a quién le brindó un hogar las palabras no salen de sus labios, frustrando al joven demonio al sentirse inútil, porque una parte de él cree que fue un acto injusto el ser entregado en bandeja y así, distraer al humano. Dohyeon se siente mal al pensar de esa manera, recordándose que debía confiar en las promesas de su amado. “No todos los mortales son iguales, algunos hacen cosas buenas por los demás…” Él mismo ha salvado unos cuantos mientras cazaba, usualmente a manos de otros humanos que no tenían buenas intenciones o de sí mismos. Sin embargo no puede negar que hay criaturas que solo traen problemas, causándole una extraña sensación de querer juzgarlos y ver qué tan arrepentidos estaban de sus acciones. El más alto dirige la mirada a las muchachas cercanas, incapaz de quedarse de brazos cruzados, moviendo la cabeza y provocando que el culpable cayese al suelo, así podían huir. “Te acompañaré, pero no soy un cobarde.” Se defiende, la vergüenza continúa decorando sus facciones y sus pasos siguen al otro demonio. Un solo pie en el interior le bastó para llevar sus manos a los oídos, el aroma de alcohol y todo tipo de sustancias llenan sus pulmones y frunce el ceño del desagrado. “Ugh… ¿Te gustan mucho los sitios así de ruidosos?” observa el lugar rápidamente, parece que su presencia no ha llamado la atención o bien, los humanos están concentrados en sus asuntos de bailar o besuquearse que no les importa quién entra o sale.

El  tono  grave  y  oscuro  de  su  risa  no  tarda  en  aparecer  cuando  escucha  que  el  otro  se  niega  rotundamente  en  aceptar  que  el  imbécil  de  su  dueño,  no  es  más  que  un  cobarde.  Suyeong  mueve  el  par  de  ojos  rojos  hasta  el  contrario,  alzando  una  platinada  ceja.  -  —Claro,  como  si  mandar  a  su  “novio”  para  no  ser  capturado  por  el  sacerdote  loco,  no  gritase  “cobarde”  en  todas  sus  letras  —  -seguramente  muchos  demonios  pensaban  de  ellos  como  los  verdaderos  cobardes,  los  más  débiles  de  la  cadena  alimenticia  demoniaca,  pero  Suyeong  sabía  mejor  que  nadie  que  no  era  así.  Pertenecerle  al  sacerdote  era  una  de  las  cosas  más  temibles,  porque  era  un  humano  al  cual  no  se  podía  poseer.  -  —¿Por  qué  no  te  gusta  torturarlos?  Míralos,  son  ratas  inmundas,  que  recibieron  libertad  y  se  volvieron  intolerables…  —  -echa  un  vistazo  a  un  hombre  ebrio,  acosando  a  un  puñado  de  chicas  y  no  entendiendo  la  palabra  no.  Era  el  claro  ejemplo  de  escoria  humana,  todos  teniendo  cierto  nivel  y  para  Suyeong,  era  razón  justa  para  asesinarlos.  No  obstante,  no  mueve  ni  un  musculo  para  salvar  a  las  mujeres  aquellas,  al  contrario,  toma  el  cigarrillo  para  apagarlo  con  su  bota  y  arreglar  la  chaqueta  de  cuero.  -  —Iré  dentro,  tal  vez  haya  mejores  partidos  que  aquí  afuera.  ¿Vienes  o  era  un  maldito  cobarde  también?