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#Siglo de Oro recreado
cmatain · 30 days
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Disponible en Acceso Abierto el volumen «La recepción de Cervantes: huellas, recreaciones y reescrituras (siglos XVII-XXI) / La réception de Cervantes: traces, recréations et réécritures (XVIIe-XXIe siècles)», coordinado por Emmanuel Marigno y Carlos Mata Induráin (Colección «Batihoja», 95)
Se encuentra disponible en Acceso Abierto (Open Access) el número 95 de la Colección «Batihoja» del Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA), el volumen La recepción de Cervantes: huellas, recreaciones y reescrituras (siglos XVII-XXI) / La réception de Cervantes: traces, recréations et réécritures (XVIIe-XXIe siècles), coordinado por Emmanuel Marigno y Carlos Mata Induráin. Emmanuel Marigno y…
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Mi parapeto se desmorona. Aquí una cascada caótica, fragmentos de todas las edades grabados en mis sentidos y que hoy escribo camino al desapego
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Aquí las goteras siempre vuelven; solo has de estar atento en las noches, y escucharás los diminutos piececitos de las vecinas de arriba hurgando entre las tejas, inquietas las murinas.
Aquí las goteras siempre vuelven; alguna primavera despertarás al alba bajo los gorjeos aflautados e irregulares, de un puñado de mirlos saltando por el techumbre.
Y qué decir del viento, que aquí las goteras siempre vuelven, más no vuelven los silbidos de las ventanas de madera, ni los del suelo de la habitación azul. ¿Sabes? Solo aquí se podía ver el piso inferior a través de las viejas vigas del suelo.
Sigamos con los suelos, que tienen tanto que contar. Hace más de diez años aquí había, además del frágil azul, muchos suelos distintos: uno frío pero seguro de hormigón; otro molestamente sonoro de madera; y el que se me asignó al nacer, también de hormigón, que estaba hechizado por el calor de mi mapa (siempre cubierto con alfombras).
Hasta donde has leído, todos estos suelos pasaron a parquet hace ya nueve años, la edad de oro de la cual tuve la suerte de formar parte.
Si aquel año hubiese durado tres o cuatro más, probablemente no estaría yo soltándote toda esta verborrea.
Si bajamos las escaleras -un momento, ¿no era que no se empezaba por el tejado?-
Retomemos, bajando las escaleras alza la vista un segundo. Además de las vigilantes de ocho patas, se mostrará la imagen superpuesta de un puñado de cuadros que mi padre respiró de Bélgica y de Magritte, y aquel de las dos criaturas y sus dos ojos.
Perdona, miremos abajo que aún me queda narrar sus suelos, y aún nos caeremos por las escaleras. En el lado derecho, la barandilla recta de madera da lugar a un mosaico blanco, en él hay incrustadas reliquias de un viejo maestro, viejos hierros oxidados de un joven siglo veinte, el rostro recreado en cemento de mi madre, ah y aquí puedes poner incienso.
En bajar, el salón. Este suelo y el de al lado en la cocina, también han cambiado enormemente en estos veinte años. Cuando yo era pequeña, las recholas -baldosas, racholas, azulejos, losas, baldosines, rasillas, ladrillos, x- estaban totalmente fragmentadas. El suelo era un batiburrillo de teselas semihundidas de color granate, con lo que de seguro puedes imaginar todos los muebles de la planta bien cojeando, o bien sujetados por pequeños tacos de distintos materiales.
-
Quisiera seguir mostrándote cada pequeño detalle de este lugar. Lo seguiré haciendo de hecho, pero nos han dado aquí las cinco de la mañana, y aún ni me he lavado los dientes.
En esta casa vivieron familias numerosas de payeses y contrabandistas, se reconstruyó sobre los establos hace ciento trece años, fue un vertedero descontrolado hace un puñado de décadas y hace casi treinta años ya mi padre la reconstruyó de nuevo. Te escribo en un intento de que las memorias permanezcan, aunque sé que esto todavía lo digo desde lo que no busco.
Antes de parecer una guía inmobiliaria realmente escribí un puñado de partículas de mi hogar
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Las insistentes goteras, el olor a hollín y a palo santo. Sin agua sin luz y sin gas, pero con cielo y hormigas y pajarillos moviendo las tejas. De mañanas heladas, de partos en casa, de zarzamoras y nísperos y nopal. De telarañas y polvo y polillas en todas las lámparas. Con paredes en las grietas, profetas del derrumbe. De ceniza y con cinco siglos a su espalda. Y de cenizo y llantén y caléndula. Golindrinas mirlos petirrojos lavanderas oropéndolas gorriones halcones águilas y también gallinas, y de limpiar cada mes el cobertizo. Y el olor a alfalfa, a maíz, a leche en polvo y pienso de perro. A serrín y a tea. El olor a tea. Con naranjos y yukas, y sin lavabo, pero con bidones aquí y allá. Y con la lluvia de tanto en tanto, y que de tanto en tanto inunda la cocina y el salón, y el futuro lavabo (""). Los ratones, el horno viejo. La tierra en los zapatos, el fuego. De salamanquesas y escorpiones, de murciélagos y de gatos, demasiados gatos. De orquídeas y onagras, del silvido del viento entre las maderas y los edredones de plumas. De bosque. De bosque de bosque de bosque. De correr entre jaras, de toparte de cara a un jabalí y colocar piedrecitas en los balcones. Beber sus aguas y comer sus frutos. El otoño y todos los abrazos. De hinojo, de madroños. De retos y de pérdidas, de aprender a coser pantalones y de aprender a coser heridas. De ciencia y de arte, recogiendo tomillo, espino albar y laurel. De madres, de padres, y de niños con sus cabañas. Con cantos y ronquidos, en cada cajón un crujir distinto. Los mecheros gastados, las fotos antiguas, los libros. Aquel abrecartas en forma de gallo, el abridor de gorrión. De brezos en flor, del boj. De vaciar el aljibe a cubos, de mover vigas y cortar leña rehacer muros gallineros limpiar los bidones la chimenea el taller los altillos y esperar. Y de contemplar -con filosofía de mediano-
todas las cosas que crecen.
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Thierry Frémaux debería rendir cuentas sobre su actuar como máxima autoridad en Cannes. O probablemente renunciar. Desde que asumió el cargo en 2007, el festival ha dado un giro radical en sus políticas, en sus premiados, en sus jurados y reglas, y probablemente hoy sea más notorio que nunca el perjuicio que Frémaux está ocasionando. Algo muy similar a lo que ocurre en la Academia Sueca con el Nobel de Literatura, cuyo último premio otorgado (el de Dylan) terminó por evidenciar lo que ya todos decían como secreto a voces: la academia sueca está vieja. Literalmente vieja. Los miembros, y por tanto los criterios, habían pasado por un período de madurez y lucidez que los lectores disfrutamos hace una década, pero ahora entraron a una plena y franca chochez. Aquel período lúcido de quince años (1994-2009), que se inauguró con Kenzaburō Ōe y que cerró con Herta Müller, había posicionado a la Academia Sueca como un gran comité seleccionador, la había dotado de ese prestigio de ser los grandes curadores de la literatura. Ese período en que quizá lo más "bajo" que tenía era Saramago, Naipaul, o Heaney. En ese nivel de grandes ligas se movían. Un nivel que contrasta bastante con el período que vino después, donde los galardonados comenzaron a tornarse cada vez más cursis, más románticos, más ramplones, pero sobre todo: más políticos. El período de la chochez se inauguró con el Nobel a Vargas Llosa y ha durado hasta el de Dylan. Tal retroceso sólo se había visto cuando se premiaba a desconocidos e intrascendentes autores nórdicos casi por cuota de nacionalidad (allá por inicios del siglo XX). En este período de senilidad el premio se ha otorgado lo mismo a otro genérico-autor-del-Holocausto, que a una "periodista de Chernóbil", que a un apologista de Mao, que a un rockstar gringo; este período cuyo criterio de selección ha sido más que cualquier otra cosa un criterio político y social. Las ganas de "amistarse" con la China preponderante cristalizaron en el Nobel de Mo Yan –autor que no es más que un García Márquez de segunda (tomar en cuenta que García es de por sí un Kawabata de tercera)-, pero que crea gran simpatía en el gobierno chino como parte de su "literatura permitida", haciendo parecer que en China hubiese plenas libertades, tapándole el ojo al macho. El premio a Mo Yan contrasta gravemente con el período de lucidez anterior, concretamente con el gran trabajo de Gao Xingjian (exiliado político chino refugiado en Francia), que fue perseguido por su arte e ideas y que supo crear un lenguaje aparte, uno propio, y que fue premiado con el Nobel de Literatura en el año 2000. Y lo mismo ocurre si comparamos el premio al francés Patrick Modiano (premiado durante la chochez) y a sus cuentos de pobres-judíos en la guerra, contra las historias de desplazados africanos y el subdesarrollo latinoamericano retratado por su compatriota J.M.G. Le Clézio (premiado en el período de lucidez). La vuelta a la derecha que dio el Nobel de Literatura es innegable. Su vuelta al conservadurismo, ese sesgo moral que aparece con la vejez y que parece decir: el arte de la juventud es frivolidad, el arte de la madurez es vanidad; sólo el arte de la senectud es el bueno, sencillo, conservador, sin aspavientos, bienportado. Ese es el fenómeno al que ahora se enfrenta Cannes. Desde que Frémaux asumió la dirección general en 2007, el cambio en el festival se hizo notorio pero no se consolidó sino hasta el año 2012. Justo después de premiar al Haneke más conservador, el Haneke de Amour. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo y a la derecha (curiosamente casi al mismo tiempo que el envejecimiento del Nobel). Las siguientes palmas de oro fueron  para llorar: una película de lesbianas a la que nadie se atrevió a decirle que era mala, aburrida y genérica; una complaciente película turca que hace para el régimen de Erdogan lo mismo que Mo Yan al comunismo chino; la peor película de Audiard, a la que se le premia sólo por sus grandes promesas comerciales y por la ensoñación de "hermanar" cine comercial hollywoodense con el arte cinematográfico; hasta llegar al gran desastre de "I, Daniel Blake": una de la peores decisiones de su jurado en las últimas décadas, esa decisión poco profesional de premiar a una película panfleto disfrazada de libertaria pero llena del racismo de la vieja Europa, una película manipuladora, comercial y sentimentaloide, digna apenas del Hallmark Channel. Y todo esto sin mencionar el desgaste ocasionado por las pretensiones comerciales del señor Frémaux, que en su afán económico ha vendido y revendido y creado y recreado cuanta sección “paralela” se le antoja. Cada vez se diluye más la importancia de la Selección Oficial y de la Palme d’Or, frente a las franquicias que les crecen como hongos. El premio de Un certain regarde, la cinéfondation, la quincena de realizadores, la semana de la crítica, el trofeo Chopard, el premio ecuménico, etc., todos ellos se han proliferado en promoción y han disminuido el prestigio y seriedad del premio oficial de una manera impresionante. Ahora cualquiera que se presenta en la sección más pequeña, no oficial y alejada del Festival, ya regresa a su país y se vende con todas las distribuidoras como “ganador (o participante) de Cannes” y sin más recibe las carretonadas de aplausos y de billetes. Todo con el auspicio y el beneficio de Thierry Frémaux, que parece estar interesado únicamente en el beneficio económico y no en el artístico, como estuvo el festival de antaño. Aquí en México se ha ostentado al hijo de un corruptísimo ex secretario de Estado como “ganador de la Palma de Oro”. Aquí en México si entras a las fichas curriculares de los legisladores te encuentras con que la bufona de la televisión Carmen Salinas se presume como ganadora de la Palma de Oro, no una, sino TRES veces. A ese nivel ha llegado la disolución de Cannes. El desmesurado interés económico los ha llevado a su última gran metedura de pata: la de permitir que una productora trasnacional dicte las reglas de la Selección Oficial. No hay que confundirse en este aspecto. En el escándalo con Netflix, los únicos cerrados e intransigentes han sido ellos (Netflix) desde un inicio. Es bien sabido que cualquier productora que aspire a presentarse en la selección oficial del festival debe cumplir unas simples reglas. No importa si es Producciones Pepito o Warner Bros, todos deben exhibir en salas cinematográficas francesas. Todas. Hasta Producciones Pepito. Y no importa la plataforma. Podrías haber hecho la película con un celular, de todos modos tendrías que presentarte y exhibir en salas francesas. Cuando se permite que Netflix se brinque esta regla, lo que se está haciendo es una discriminación económica. Porque Producciones Pepito tampoco puede permitirse exhibir en Francia, no tiene los medios. Ah, pero la trasnacional gringa sí puede saltarse esa regla, mientras que la hipotética Producciones Pepito tiene que quedarse fuera. No se trata, como han intentado confundir muchos, de la “plataforma” o de la “forma de crear”; la forma de crear es la misma que la de cualquier GRAN productora de Hollywood (que es lo que es Netflix), y lo de la “plataforma” es inherente, repito: así hagas una película con un celular, ésa podría presentarse siempre y cuando cumpla las reglas. La gente ha sido azuzada a pensar que de alguna manera retorcida la gran productora gringa es algo así como “independiente” o “universitaria” o “artista contemporáneo” o cualquier similar, pero no es así: es una gigantesca trasnacional cambiando las reglas de un festival de arte. Y eso, eso es lo que debería estarnos haciendo gritar. Cuestión aparte la de que se estén evadiendo las reglas, y permitiendo que las trasnacionales dicten las normas, se ha ocasionado un detrimento artístico. Piensen: hace diez años, ¿en qué universo paralelo hubiese sido posible siquiera imaginar que Adam Sandler estaría presentándose a la par de los genios que aspiran a la Palma de Oro? A este paso se vuelve completamente plausible que Fausto Alzati o Carmen Salinas, en efecto, puedan ganarse una palma. Thierry Frémaux, debe rendir cuentas sobre su dirección del festival. O renunciar. Que se vaya a dirigir los Emmys, o los globos de oro, estoy seguro de que ahí le iría muy bien, como buen comerciante. Para fortuna de los artistas y de los espectadores el arte cinematográfico aún es joven. Y esta juventud le ha permitido que aún ni siquiera haya un “gran premio oficial” como el Nobel en la literatura. Como todo mundo sabe hay varios festivales con la misma certificación que Cannes. Los festivales de Venecia, Berlín, Karlovy Vary, entre otros, son todos de la misma clasificación. Y ya ha pasado antes que quien dicte los verdaderos criterios artísticos del cine sea otro festival y no Cannes. Durante los 70’s, mientras que Cannes premiaba y les rendía pleitesía a los gringos como Scorsese, Coppola y su pandilla, estaba Berlín del otro lado: premiando a De Sica, Pasolini y Fassbinder. (Cannes por cierto NUNCA premió a Fassbinder ni a Pasolini). O bien en la década de los 90, en que mientras Cannes premiaba a Nicolas Cage con David Lynch, o a Quentin Tarantino, estaba del otro lado Venecia: premiando a Tsai Ming-Liang o a Kieslowski. Parece que por lo pronto es la única alternativa que nos queda: darle voz a quien no tenga el criterio ya vetusto, comprometido o coaccionado a los grandes intereses políticos y ecónomicos. Ojalá que Pedro Almodóvar logre mostrarle el cambio de dirección que tan desesperadamente necesita el festival que dirige el señor Frémaux; si no, siempre tendremos Venecia, que curiosamente muestra la curva en la que Cannes ha caído pero al revés. Me explico: Cannes tuvo su última palma “buena” en el 2012 con Haneke, y a partir de ahí todo fue para abajo; pero Venecia tuvo su último León de oro “malo” en 2011, año en que premió la estupidez de “Somewhere”, y a partir de ahí todo ha sido subir de nivel. En 2012 Venecia premiaba al Sokurov más regio y maduro de toda su filmografía con una adaptación de Goethe; después le siguieron Kim-ki Duk, Roy Andersson, Lav Díaz, (todos ellos entre los más grandes cineastas vivos, y que por cierto Cannes nunca ha premiado), y una notable gran excepción con la ópera prima de Lorenzo Vigas “Desde Allá”. Parece que más bien nos hemos tardado en voltear a ver que al menos desde hace un lustro que la estafeta del arte cinematográfico se da en Venecia.
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Viaje a Laos
Después de Bajar del avión, salir del aeropuerto, ir a la ciudad, ir al hotel, ir a comer, ir a dormir (si el jet lag me deja), despertarme (sin dormir). Me paseo por las calles, tiendas, gente que habla, gritos, olores, aroma, y ruido, y movimiento, Ginsberg vete.
Empecemos, cojo un taxi, o una moto, o una mini van, o una bici, no sé, no he estado ahí, es lo que dicen los blogs de viajes. Me dirijo al templo, Pha That Luang, donde está la gran escultura del Buda tumbado, la Estatua del Descanso de Buda, no sé si es eso realmente, es lo que dice Google. Lo siento Thibault. Vaya pedazo de estatua, que calor hacer, malditos judíos, pero es oro de verdad, putos budistas son ricos, como el ISIS, Galaboda Athethe Gnanasara, es broma. Lo siento Thibault. Me he equivocado, voy a Xien Khuan, a ver las esculturas, esto es la puta hostia, la verdad es que viajar solo mola Miguel, da miedo, pero igualmente ¿siempre estamos solos no? Realmente no he ido a ningún sitio Pessoa Mulet Barbott. Las esculturas son el pasado, el presente, el puente, yo soy el puente, yo soy Die Brüke, yo soy el Übermench, yo soy Zoroastro, yo soy la nada, yo soy la existencia de la nada, yo soy la libertad.
Dios que calor hace aquí y en Laos como me dice Google y el blog de viajes. Voy a Vang Vieng. Esto es la hostia, el super río Nam Song. No es el Ganges, pero hay muertos igual, todos los ríos son el Leteo. Me paseo un rato, me baño, ando, duermo y como. Por el camino veo pescadores, y veo pescado, y veo barcos y casa, y niños y animales. Yo busco la paz pero la paz no es algo que esté en Laos, en Nam Song, en Vang Vieng, la paz está en mí, eso es el atmán y eso eres tú. Realmente estos lugares no son los que crearon a Buda, son animista, lo fueron, el gobierno lo niega, Buda no. Per han modificado su tierra, la ha Budeizado, la han transformado y la han recreado, han creado al nirvana. No es el paraíso, el paraíso está en mi como diría otra vez mi amigo Pessoa Mulet Barbott.
Ellos viven en paz, o no. Les hemos fastidiado la vida, yo no, mis jefes, mis patrones, mis creadores, y ahora también a nosotros. Antes teníamos monasterios, Montserrat, ahora tienen scooters y nosotros tenemos Rayanair. Nadie tendría que habitar en sus templos, ni visitantes ni ellos-nosotros. Esos lugares esta habitados por el tiempo, por la memoria, por la historia, por la tradición, ya lo he dicho ellos son Die Brüke, al igual que yo. Son la historia y juntos somos el presente, el ejemplo y la prueba del pasado y el indicio del futuro. En ellos vive la paz, en ellos vive el bien, en ellos vive la vida, y en ellos hay muerte.
Veo varios templos en diferentes zonas del país, veo diferentes personas rezando, haciendo ofrendas a sus Budas, o dioses, o piedras talladas en el siglo XIV, pintadas de oro y vestidas con ropas color azafrán. Los unos dan y los otros no se mueven, los primeros no reciben y los otros sí. Es su atmán quien se lo da, es su cogito, es su sistema inconsciente libre de censura, reciben la nada y con la nada crean, con la nada existen y con ella son.
Finalmente me paseo por Vat Phou, las grandes llanuras verdes son mi vacío, mi vacío per personalizándolo, ¿verdad Nishitani? Lo siento Thibault. Pienso en todo, ¿Qué es todo? En vivir, en morir, en el amor, en el odio, y en la felicidad, y en la depresión, pienso en los niños que cada mañana se ríen al verme pasar cuando desayuno, tú me comprendes Miguel. Realmente todo esto es verdad, ¿Qué es verdad? La verdad es lo que es y no lo que no es, como dirían San Agustín, o Santo Tomás. Ellos saben lo que es y lo que no es. Nosotros no sabemos nada, pero no importa. Me encuentro en la pradera frente al templo, en la naturaleza, en el templo, pero a la vez me siento fuera de él. ¿Cuál es la diferencia?, la roca esta fuera, pero aquí esta ordenada. Fuera también esta ordenada, simplemente con otro orden.
Este ha sido un gran viaje, no lo voy a olvidar, no olvido nada, tampoco recuero nada, lo tengo todo, todo es yo y yo soy todo.
Holy Laos! Holy Buda! Holy Vientian! Holy Pha That Luang! Holy Vang Vieng! HolyXieng Kuan! Holy Vat Phou! Holy Pak Oer! Holy Miguel! Holy Thibault! Holy Pessoa Mulet! Holy Holy! Holy Pluma!
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tomatoesauce · 7 years
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Thierry Frémaux debería rendir cuentas sobre su actuar como máxima autoridad en Cannes. O probablemente renunciar. Desde que asumió el cargo en 2007, el festival ha dado un giro radical en sus políticas, en sus premiados, en sus jurados y reglas, y probablemente hoy sea más notorio que nunca el perjuicio que Frémaux está ocasionando. Algo muy similar a lo que ocurre en la Academia Sueca con el Nobel de Literatura, cuyo último premio otorgado (el de Dylan) terminó por evidenciar lo que ya todos decían como secreto a voces: la academia sueca está vieja. Literalmente vieja. Los miembros, y por tanto los criterios, habían pasado por un período de madurez y lucidez que los lectores disfrutamos hace una década, pero ahora entraron a una plena y franca chochez. Aquel período lúcido de quince años (1994-2009), que se inauguró con Kenzaburō Ōe y que cerró con Herta Müller, había posicionado a la Academia Sueca como un gran comité seleccionador, la había dotado de ese prestigio de ser los grandes curadores de la literatura. Ese período en que quizá lo más "bajo" que tenía era Saramago, Naipaul, o Heaney. En ese nivel de grandes ligas se movían. Un nivel que contrasta bastante con el período que vino después, donde los galardonados comenzaron a tornarse cada vez más cursis, más románticos, más ramplones, pero sobre todo: más políticos. El período de la chochez se inauguró con el Nobel a Vargas Llosa y ha durado hasta el de Dylan. Tal retroceso sólo se había visto cuando se premiaba a desconocidos e intrascendentes autores nórdicos casi por cuota de nacionalidad (allá por inicios del siglo XX). En este período de senilidad el premio se ha otorgado lo mismo a otro genérico-autor-del-Holocausto, que a una "periodista de Chernóbil", que a un apologista de Mao, que a un rockstar gringo; este período cuyo criterio de selección ha sido más que cualquier otra cosa un criterio político y social. Las ganas de "amistarse" con la China preponderante cristalizaron en el Nobel de Mo Yan –autor que no es más que un García Márquez de segunda (tomar en cuenta que García es de por sí un Kawabata de tercera)-, pero que crea gran simpatía en el gobierno chino como parte de su "literatura permitida", haciendo parecer que en China hubiese plenas libertades, tapándole el ojo al macho. El premio a Mo Yan contrasta gravemente con el período de lucidez anterior, concretamente con el gran trabajo de Gao Xingjian (exiliado político chino refugiado en Francia), que fue perseguido por su arte e ideas y que supo crear un lenguaje aparte, uno propio, y que fue premiado con el Nobel de Literatura en el año 2000. Y lo mismo ocurre si comparamos el premio al francés Patrick Modiano (premiado durante la chochez) y a sus cuentos de pobres-judíos en la guerra, contra las historias de desplazados africanos y el subdesarrollo latinoamericano retratado por su compatriota J.M.G. Le Clézio (premiado en el período de lucidez). La vuelta a la derecha que dio el Nobel de Literatura es innegable. Su vuelta al conservadurismo, ese sesgo moral que aparece con la vejez y que parece decir: el arte de la juventud es frivolidad, el arte de la madurez es vanidad; sólo el arte de la senectud es el bueno, sencillo, conservador, sin aspavientos, bienportado. Ese es el fenómeno al que ahora se enfrenta Cannes. Desde que Frémaux asumió la dirección general en 2007, el cambio en el festival se hizo notorio pero no se consolidó sino hasta el año 2012. Justo después de premiar al Haneke más conservador, el Haneke de Amour. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo y a la derecha (curiosamente casi al mismo tiempo que el envejecimiento del Nobel). Las siguientes palmas de oro fueron para llorar: una película de lesbianas a la que nadie se atrevió a decirle que era mala, aburrida y genérica; una complaciente película turca que hace para el régimen de Erdogan lo mismo que Mo Yan al comunismo chino; la peor película de Audiard, a la que se le premia sólo por sus grandes promesas comerciales y por la ensoñación de "hermanar" cine comercial hollywoodense con el arte cinematográfico; hasta llegar al gran desastre de "I, Daniel Blake": una de la peores decisiones de su jurado en las últimas décadas, esa decisión poco profesional de premiar a una película panfleto disfrazada de libertaria pero llena del racismo de la vieja Europa, una película manipuladora, comercial y sentimentaloide, digna apenas del Hallmark Channel. Y todo esto sin mencionar el desgaste ocasionado por las pretensiones comerciales del señor Frémaux, que en su afán económico ha vendido y revendido y creado y recreado cuanta sección “paralela” se le antoja. Cada vez se diluye más la importancia de la Selección Oficial y de la Palme d’Or, frente a las franquicias que les crecen como hongos. El premio de Un certain regarde, la cinéfondation, la quincena de realizadores, la semana de la crítica, el trofeo Chopard, el premio ecuménico, etc., todos ellos se han proliferado en promoción y han disminuido el prestigio y seriedad del premio oficial de una manera impresionante. Ahora cualquiera que se presenta en la sección más pequeña, no oficial y alejada del Festival, ya regresa a su país y se vende con todas las distribuidoras como “ganador (o participante) de Cannes” y sin más recibe las carretonadas de aplausos y de billetes. Todo con el auspicio y el beneficio de Thierry Frémaux, que parece estar interesado únicamente en el beneficio económico y no en el artístico, como estuvo el festival de antaño. Aquí en México se ha ostentado al hijo de un corruptísimo ex secretario de Estado como “ganador de la Palma de Oro”. Aquí en México si entras a las fichas curriculares de los legisladores te encuentras con que la bufona de la televisión Carmen Salinas se presume como ganadora de la Palma de Oro, no una, sino TRES veces. A ese nivel ha llegado la disolución de Cannes. El desmesurado interés económico los ha llevado a su última gran metedura de pata: la de permitir que una productora trasnacional dicte las reglas de la Selección Oficial. No hay que confundirse en este aspecto. En el escándalo con Netflix, los únicos cerrados e intransigentes han sido ellos (Netflix) desde un inicio. Es bien sabido que cualquier productora que aspire a presentarse en la selección oficial del festival debe cumplir unas simples reglas. No importa si es Producciones Pepito o Warner Bros, todos deben exhibir en salas cinematográficas francesas. Todas. Hasta Producciones Pepito. Y no importa la plataforma. Podrías haber hecho la película con un celular, de todos modos tendrías que presentarte y exhibir en salas francesas. Cuando se permite que Netflix se brinque esta regla, lo que se está haciendo es una discriminación económica. Porque Producciones Pepito tampoco puede permitirse exhibir en Francia, no tiene los medios. Ah, pero la trasnacional gringa sí puede saltarse esa regla, mientras que la hipotética Producciones Pepito tiene que quedarse fuera. No se trata, como han intentado confundir muchos, de la “plataforma” o de la “forma de crear”; la forma de crear es la misma que la de cualquier GRAN productora de Hollywood (que es lo que es Netflix), y lo de la “plataforma” es inherente, repito: así hagas una película con un celular, ésa podría presentarse siempre y cuando cumpla las reglas. La gente ha sido azuzada a pensar que de alguna manera retorcida la gran productora gringa es algo así como “independiente” o “universitaria” o “artista contemporáneo” o cualquier similar, pero no es así: es una gigantesca trasnacional cambiando las reglas de un festival de arte. Y eso, eso es lo que debería estarnos haciendo gritar. Cuestión aparte la de que se estén evadiendo las reglas, y permitiendo que las trasnacionales dicten las normas, se ha ocasionado un detrimento artístico. Piensen: hace diez años, ¿en qué universo paralelo hubiese sido posible siquiera imaginar que Adam Sandler estaría presentándose a la par de los genios que aspiran a la Palma de Oro? A este paso se vuelve completamente plausible que Fausto Alzati o Carmen Salinas, en efecto, puedan ganarse una palma. Thierry Frémaux, debe rendir cuentas sobre su dirección del festival. O renunciar. Que se vaya a dirigir los Emmys, o los globos de oro, estoy seguro de que ahí le iría muy bien, como buen comerciante. Para fortuna de los artistas y de los espectadores el arte cinematográfico aún es joven. Y esta juventud le ha permitido que aún ni siquiera haya un “gran premio oficial” como el Nobel en la literatura. Como todo mundo sabe hay varios festivales con la misma certificación que Cannes. Los festivales de Venecia, Berlín, Karlovy Vary, entre otros, son todos de la misma clasificación. Y ya ha pasado antes que quien dicte los verdaderos criterios artísticos del cine sea otro festival y no Cannes. Durante los 70’s, mientras que Cannes premiaba y les rendía pleitesía a los gringos como Scorsese, Coppola y su pandilla, estaba Berlín del otro lado: premiando a De Sica, Pasolini y Fassbinder. (Cannes por cierto NUNCA premió a Fassbinder ni a Pasolini). O bien en la década de los 90, en que mientras Cannes premiaba a Nicolas Cage con David Lynch, o a Quentin Tarantino, estaba del otro lado Venecia: premiando a Tsai Ming-Liang o a Kieslowski. Parece que por lo pronto es la única alternativa que nos queda: darle voz a quien no tenga el criterio ya vetusto, comprometido o coaccionado a los grandes intereses políticos y ecónomicos. Ojalá que Pedro Almodóvar logre mostrarle el cambio de dirección que tan desesperadamente necesita el festival que dirige el señor Frémaux; si no, siempre tendremos Venecia, que curiosamente muestra la curva en la que Cannes ha caído pero al revés. Me explico: Cannes tuvo su última palma “buena” en el 2012 con Haneke, y a partir de ahí todo fue para abajo; pero Venecia tuvo su último León de oro “malo” en 2011, año en que premió la estupidez de “Somewhere”, y a partir de ahí todo ha sido subir de nivel. En 2012 Venecia premiaba al Sokurov más regio y maduro de toda su filmografía con una adaptación de Goethe; después le siguieron Kim-ki Duk, Roy Andersson, Lav Díaz, (todos ellos entre los más grandes cineastas vivos, y que por cierto Cannes nunca ha premiado), y una notable gran excepción con la ópera prima de Lorenzo Vigas “Desde Allá”. Parece que más bien nos hemos tardado en voltear a ver que al menos desde hace un lustro que la estafeta del arte cinematográfico se da en Venecia.
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liricon · 7 years
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Thierry Frémaux debería rendir cuentas sobre su actuar como máxima autoridad en Cannes. O probablemente renunciar. Desde que asumió el cargo en 2007, el festival ha dado un giro radical en sus políticas, en sus premiados, en sus jurados y reglas, y probablemente hoy sea más notorio que nunca el perjuicio que Frémaux está ocasionando. Algo muy similar a lo que ocurre en la Academia Sueca con el Nobel de Literatura, cuyo último premio otorgado (el de Dylan) terminó por evidenciar lo que ya todos decían como secreto a voces: la academia sueca está vieja. Literalmente vieja. Los miembros, y por tanto los criterios, habían pasado por un período de madurez y lucidez que los lectores disfrutamos hace una década, pero ahora entraron a una plena y franca chochez. Aquel período lúcido de quince años (1994-2009), que se inauguró con Kenzaburō Ōe y que cerró con Herta Müller, había posicionado a la Academia Sueca como un gran comité seleccionador, la había dotado de ese prestigio de ser los grandes curadores de la literatura. Ese período en que quizá lo más "bajo" que tenía era Saramago, Naipaul, o Heaney. En ese nivel de grandes ligas se movían. Un nivel que contrasta bastante con el período que vino después, donde los galardonados comenzaron a tornarse cada vez más cursis, más románticos, más ramplones, pero sobre todo: más políticos. El período de la chochez se inauguró con el Nobel a Vargas Llosa y ha durado hasta el de Dylan. Tal retroceso sólo se había visto cuando se premiaba a desconocidos e intrascendentes autores nórdicos casi por cuota de nacionalidad (allá por inicios del siglo XX). En este período de senilidad el premio se ha otorgado lo mismo a otro genérico-autor-del-Holocausto, que a una "periodista de Chernóbil", que a un apologista de Mao, que a un rockstar gringo; este período cuyo criterio de selección ha sido más que cualquier otra cosa un criterio político y social. Las ganas de "amistarse" con la China preponderante cristalizaron en el Nobel de Mo Yan –autor que no es más que un García Márquez de segunda (tomar en cuenta que García es de por sí un Kawabata de tercera)-, pero que crea gran simpatía en el gobierno chino como parte de su "literatura permitida", haciendo parecer que en China hubiese plenas libertades, tapándole el ojo al macho. El premio a Mo Yan contrasta gravemente con el período de lucidez anterior, concretamente con el gran trabajo de Gao Xingjian (exiliado político chino refugiado en Francia), que fue perseguido por su arte e ideas y que supo crear un lenguaje aparte, uno propio, y que fue premiado con el Nobel de Literatura en el año 2000. Y lo mismo ocurre si comparamos el premio al francés Patrick Modiano (premiado durante la chochez) y a sus cuentos de pobres-judíos en la guerra, contra las historias de desplazados africanos y el subdesarrollo latinoamericano retratado por su compatriota J.M.G. Le Clézio (premiado en el período de lucidez). La vuelta a la derecha que dio el Nobel de Literatura es innegable. Su vuelta al conservadurismo, ese sesgo moral que aparece con la vejez y que parece decir: el arte de la juventud es frivolidad, el arte de la madurez es vanidad; sólo el arte de la senectud es el bueno, sencillo, conservador, sin aspavientos, bienportado. Ese es el fenómeno al que ahora se enfrenta Cannes. Desde que Frémaux asumió la dirección general en 2007, el cambio en el festival se hizo notorio pero no se consolidó sino hasta el año 2012. Justo después de premiar al Haneke más conservador, el Haneke de Amour. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo y a la derecha (curiosamente casi al mismo tiempo que el envejecimiento del Nobel). Las siguientes palmas de oro fueron para llorar: una película de lesbianas a la que nadie se atrevió a decirle que era mala, aburrida y genérica; una complaciente película turca que hace para el régimen de Erdogan lo mismo que Mo Yan al comunismo chino; la peor película de Audiard, a la que se le premia sólo por sus grandes promesas comerciales y por la ensoñación de "hermanar" cine comercial hollywoodense con el arte cinematográfico; hasta llegar al gran desastre de "I, Daniel Blake": una de la peores decisiones de su jurado en las últimas décadas, esa decisión poco profesional de premiar a una película panfleto disfrazada de libertaria pero llena del racismo de la vieja Europa, una película manipuladora, comercial y sentimentaloide, digna apenas del Hallmark Channel. Y todo esto sin mencionar el desgaste ocasionado por las pretensiones comerciales del señor Frémaux, que en su afán económico ha vendido y revendido y creado y recreado cuanta sección “paralela” se le antoja. Cada vez se diluye más la importancia de la Selección Oficial y de la Palme d’Or, frente a las franquicias que les crecen como hongos. El premio de Un certain regarde, la cinéfondation, la quincena de realizadores, la semana de la crítica, el trofeo Chopard, el premio ecuménico, etc., todos ellos se han proliferado en promoción y han disminuido el prestigio y seriedad del premio oficial de una manera impresionante. Ahora cualquiera que se presenta en la sección más pequeña, no oficial y alejada del Festival, ya regresa a su país y se vende con todas las distribuidoras como “ganador (o participante) de Cannes” y sin más recibe las carretonadas de aplausos y de billetes. Todo con el auspicio y el beneficio de Thierry Frémaux, que parece estar interesado únicamente en el beneficio económico y no en el artístico, como estuvo el festival de antaño. Aquí en México se ha ostentado al hijo de un corruptísimo ex secretario de Estado como “ganador de la Palma de Oro”. Aquí en México si entras a las fichas curriculares de los legisladores te encuentras con que la bufona de la televisión Carmen Salinas se presume como ganadora de la Palma de Oro, no una, sino TRES veces. A ese nivel ha llegado la disolución de Cannes. El desmesurado interés económico los ha llevado a su última gran metedura de pata: la de permitir que una productora trasnacional dicte las reglas de la Selección Oficial. No hay que confundirse en este aspecto. En el escándalo con Netflix, los únicos cerrados e intransigentes han sido ellos (Netflix) desde un inicio. Es bien sabido que cualquier productora que aspire a presentarse en la selección oficial del festival debe cumplir unas simples reglas. No importa si es Producciones Pepito o Warner Bros, todos deben exhibir en salas cinematográficas francesas. Todas. Hasta Producciones Pepito. Y no importa la plataforma. Podrías haber hecho la película con un celular, de todos modos tendrías que presentarte y exhibir en salas francesas. Cuando se permite que Netflix se brinque esta regla, lo que se está haciendo es una discriminación económica. Porque Producciones Pepito tampoco puede permitirse exhibir en Francia, no tiene los medios. Ah, pero la trasnacional gringa sí puede saltarse esa regla, mientras que la hipotética Producciones Pepito tiene que quedarse fuera. No se trata, como han intentado confundir muchos, de la “plataforma” o de la “forma de crear”; la forma de crear es la misma que la de cualquier GRAN productora de Hollywood (que es lo que es Netflix), y lo de la “plataforma” es inherente, repito: así hagas una película con un celular, ésa podría presentarse siempre y cuando cumpla las reglas. La gente ha sido azuzada a pensar que de alguna manera retorcida la gran productora gringa es algo así como “independiente” o “universitaria” o “artista contemporáneo” o cualquier similar, pero no es así: es una gigantesca trasnacional cambiando las reglas de un festival de arte. Y eso, eso es lo que debería estarnos haciendo gritar. Cuestión aparte la de que se estén evadiendo las reglas, y permitiendo que las trasnacionales dicten las normas, se ha ocasionado un detrimento artístico. Piensen: hace diez años, ¿en qué universo paralelo hubiese sido posible siquiera imaginar que Adam Sandler estaría presentándose a la par de los genios que aspiran a la Palma de Oro? A este paso se vuelve completamente plausible que Fausto Alzati o Carmen Salinas, en efecto, puedan ganarse una palma. Thierry Frémaux, debe rendir cuentas sobre su dirección del festival. O renunciar. Que se vaya a dirigir los Emmys, o los globos de oro, estoy seguro de que ahí le iría muy bien, como buen comerciante. Para fortuna de los artistas y de los espectadores el arte cinematográfico aún es joven. Y esta juventud le ha permitido que aún ni siquiera haya un “gran premio oficial” como el Nobel en la literatura. Como todo mundo sabe hay varios festivales con la misma certificación que Cannes. Los festivales de Venecia, Berlín, Karlovy Vary, entre otros, son todos de la misma clasificación. Y ya ha pasado antes que quien dicte los verdaderos criterios artísticos del cine sea otro festival y no Cannes. Durante los 70’s, mientras que Cannes premiaba y les rendía pleitesía a los gringos como Scorsese, Coppola y su pandilla, estaba Berlín del otro lado: premiando a De Sica, Pasolini y Fassbinder. (Cannes por cierto NUNCA premió a Fassbinder ni a Pasolini). O bien en la década de los 90, en que mientras Cannes premiaba a Nicolas Cage con David Lynch, o a Quentin Tarantino, estaba del otro lado Venecia: premiando a Tsai Ming-Liang o a Kieslowski. Parece que por lo pronto es la única alternativa que nos queda: darle voz a quien no tenga el criterio ya vetusto, comprometido o coaccionado a los grandes intereses políticos y ecónomicos. Ojalá que Pedro Almodóvar logre mostrarle el cambio de dirección que tan desesperadamente necesita el festival que dirige el señor Frémaux; si no, siempre tendremos Venecia, que curiosamente muestra la curva en la que Cannes ha caído pero al revés. Me explico: Cannes tuvo su última palma “buena” en el 2012 con Haneke, y a partir de ahí todo fue para abajo; pero Venecia tuvo su último León de oro “malo” en 2011, año en que premió la estupidez de “Somewhere”, y a partir de ahí todo ha sido subir de nivel. En 2012 Venecia premiaba al Sokurov más regio y maduro de toda su filmografía con una adaptación de Goethe; después le siguieron Kim-ki Duk, Roy Andersson, Lav Díaz, (todos ellos entre los más grandes cineastas vivos, y que por cierto Cannes nunca ha premiado), y una notable gran excepción con la ópera prima de Lorenzo Vigas “Desde Allá”. Parece que más bien nos hemos tardado en voltear a ver que al menos desde hace un lustro que la estafeta del arte cinematográfico se da en Venecia.
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cmatain · 1 month
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«A Don Miguel de Cervantes Saavedra», tríptico de sonetos de Abel Alarcón de la Peña
El abogado boliviano Abel Alarcón de la Peña (La Paz, 1881-Buenos Aires, 1954) fue novelista y poeta. Ejerció la docencia en universidades de diversos países: primero en La Paz, y luego en Santiago de Chile (1920-1922), en Estados Unidos (1923-1925) y en Austria (1932-1934). Tras regresar a Bolivia en 1935, fue director de la Biblioteca Nacional, jefe de la Sección Consular del Ministerio de…
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cmatain · 2 months
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«Miguel de Cervantes viaja a sus dos espejos», de Francisco Javier Irazoki
Reproduzco este poema de Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954- ), creo que poco conocido, perteneciente a su poemario Retrato de un hilo (Madrid, Hiperión, 2013)[1], que recoge textos escritos entre 1991 y 1998. En su aparente sencillez, la composición de Zoki encierra una gran densidad de motivos biográficos cervantinos, como se podrá apreciar por las someras notas que añado. Los dos…
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cmatain · 3 months
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Publicado el libro «La recepción de Cervantes: huellas, recreaciones y reescrituras (siglos XVII-XXI) / La réception de Cervantes: traces, recréations et réécritures (XVIIe-XXIe siècles)», coordinado por Emmanuel Marigno y Carlos Mata Induráin (Colección «Batihoja», 95)
Se ha publicado recientemente como número 95 de la Colección «Batihoja» del Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA) el libro La recepción de Cervantes: huellas, recreaciones y reescrituras (siglos XVII-XXI) / La réception de Cervantes: traces, recréations et réécritures (XVIIe-XXIe siècles), coordinado por Emmanuel Marigno y Carlos Mata Induráin. Emmanuel Marigno y Carlos Mata Induráin…
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cmatain · 1 year
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Publicado «El auto del Hombre. A partir de los autos sacramentales de Pedro Calderón de la Barca», de José Luis Alonso de Santos, con prólogo de Ignacio Arellano
Se ha publicado recientemente, a cargo de la Fundación Jorge Guillén y la Universidad de Valladolid, El auto del Hombre. A partir de los autos sacramentales de Pedro Calderón de la Barca, de José Luis Alonso de Santos, con prólogo de Ignacio Arellano: José Luis Alonso de Santos, El auto del Hombre. A partir de los autos sacramentales de Pedro Calderón de la Barca, prólogo de Ignacio Arellano,…
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cmatain · 2 years
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Disponible en Acceso Abierto el volumen «Re-creando el Siglo de Oro: adaptaciones áureas en la literatura y en las artes», editado por Ignacio D. Arellano-Torres y Carlos Mata Induráin (Colección «Batihoja», 84)
Se encuentra disponible en Acceso Abierto (Open Access) el número 84 de la Colección «Batihoja» del Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA), el volumen Re-creando el Siglo de Oro: adaptaciones áureas en la literatura y en las artes, editado por Ignacio D. Arellano-Torres y Carlos Mata Induráin. Ignacio D. Arellano-Torres y Carlos Mata Induráin (eds.), Re-creando el Siglo de Oro: adaptaciones…
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cmatain · 2 years
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Publicado el volumen «Re-creando el Siglo de Oro: adaptaciones áureas en la literatura y en las artes», editado por Ignacio D. Arellano-Torres y Carlos Mata Induráin (Colección «Batihoja», 84)
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cmatain · 2 years
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El soneto «A un esqueleto de muchacha» de Rafael Morales
El soneto «A un esqueleto de muchacha» de Rafael Morales
Rafael Morales (Talavera de la Reina, Toledo, 1919-Madrid, 2005), escritor perteneciente a la primera generación poética de la posguerra, se dio a conocer en las páginas de la revista Escorial y obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1954. Su producción lírica esta formada por los siguientes títulos: Poemas del toro (1943), El corazón y la tierra (1946), Los desterrados (1947), Poemas del…
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cmatain · 2 years
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Un «Soneto a Lope de Vega» de Alfredo Marqueríe
Un «Soneto a Lope de Vega» de Alfredo Marqueríe
Traigo hoy al blog esta poco conocida (creo) evocación poética del Fénix, debida al periodista y crítico teatral Alfredo Marqueríe Mompín (Mahón, 1907-Minglanilla, Cuenca, 1974). La composición ganó el sexto certamen de la Justa poética organizada por el Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid para conmemorar el IV Centenario del nacimiento de Lope de Vega, hijo insigne de esta Villa y Fénix de los…
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cmatain · 2 years
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Celebrado en modalidad virtual el Coloquio Internacional «Pervivencia del Siglo de Oro en la literatura y la cultura hispánicas»
Celebrado en modalidad virtual el Coloquio Internacional «Pervivencia del Siglo de Oro en la literatura y la cultura hispánicas»
El pasado viernes 11 de noviembre se celebró en modalidad virtual el Coloquio Internacional «Pervivencia del Siglo de Oro en la literatura y la cultura hispánicas» / «Prevalence of the Spanish Golden Age in Hispanic Literatures and Cultures», coorganizado por el Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra y el Spanish and Hispanic Studies Department de Hobart and…
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cmatain · 2 years
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Disponible el programa del Coloquio Internacional «Pervivencia del Siglo de Oro en la literatura y la cultura hispánicas» (11 de noviembre, modalidad virtual)
Disponible el programa del Coloquio Internacional «Pervivencia del Siglo de Oro en la literatura y la cultura hispánicas» (11 de noviembre, modalidad virtual)
Está disponible el programa del Coloquio Internacional «Pervivencia del Siglo de Oro en la literatura y la cultura hispánicas» / «Prevalence of the Spanish Golden Age in Hispanic Literatures and Cultures», coorganizado por el Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra y el Spanish and Hispanic Studies Department de Hobart and William Smith Colleges, con la…
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