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cometripmeup · 6 years
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CALIFORUS DAY 1 Llegada a San Francisco. 11.8.2018 Despues de unas 28 horas de viaje, llegamos a nuestro primer destino: el hotel Super 8 de San Francisco. Casi a la 1 de la madrugada hora local, con un cansancio considerable y un cabreo con United Airlines proporcional a las horas que nos tuvieron metidos en al avion, primero esperando para solucionar una incidencia en su sistema, luego para poder desembarcar y finalmente para recoger nuestras maletas. Todo esto hizo que coger el BART (tren que conecta el aeropuerto internacional de SFCO con el centro de la ciudad), fuese una autentica odisea. Lo conseguimos in extremis. Creedme cuando os digo que, correr por una plataforma camino a un tren a punto de salir con dos maletas y una mochila a la espalda despues de todas esas horas de vuelo es como sacar el ultimo aliento que te queda. En fin, un mal vuelo lo tiene cualquiera y estar en San Francisco es parte de este sueño, asi que 0 quejas. El hotel que nos esperaba esta en el centro, practicamente a 10/20 minutos andando de todo lo importante para ver dentro de la ciudad, por lo que aceptamos que fuera todo lo nuevo o bonito que tendria que ir acorde con su precio. Nos incluye el desayuno, asi que tras 5 horas de sueño que nos supieron a gloria, nos zampamos unos Eggos y nos pusimos rumbo a nuestro primer dia en la ciudad de las cuestas.
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cometripmeup · 7 years
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DÍA 4: 15 AGOSTO 2017 NARA / FUSHIMI-INARI Nos levantamos tempranísimo para ir a ver a Bambi. Nara es una población a una hora de Kyoto famosa por su Buda de 16 metros y los Bambis japoneses del Nara Park que lo rodean. Cientos de ciervos campan por los alrededores del parque y se mezclan entre el mejunge de turistas dispuestos a sacarse una foto atrevida con ellos. Todai-ji es la construcción de madera más alta del mundo y es el templo que cobija al gran Buda de 16 metros. LA figura de bronze saluda con su mano amigable e impresionante a los miles de visitantes del complejo. Allí dentro se respira concentración y si se te ocurre estropearla, ya se ocuparán los dos guardianes, uno a cada lado, de piedra de 10 metros de altura en hacerte cambiar de idea. Precisamente bajo el pilar de la derecha, cerca del guardián se encuentra el agujero de la iluminación. Si eres capaz de atravesarlo y salir por el otro lado, serás una persona nueva e iluminada. Al menos dos niños y un hombrecito lo fueron desde el otro día, damos fe. Salimos del templo para comprar Bambi Cookies para alimentar a los ciervos.-Mientras Shara intentaba conservar todos los dedos de las manitas, los más que acostumbrados ciervos se amontonaban alrededor de ella para pillar algo de las ricas galletas. Una experiencia muy divertida ya que la mayoría son muy afables y se dejan acariciar si te acercas con tranquilidad. Tras este intercambio de cariño animal, nos dimos un paseo por las calles de la pequeña Nara donde nos topamos con una galería de tiendas. Lejos de comprarnos un souvenir con cuernecitos de ciervo, encontramos la tienda Vintage Spark. Una tienda que destacaba por tener auténticos vestidos japoneses de los 70s. Uno de ellos reside en la maleta que está sobre mi cabeza ahora mismo. La verdad es que la ropa de segunda mano está ligeramente cara pero a cambio te llevas una prenda en perfecto estado. De vuelta a Kyoto hicimos parada en Fushimi Inari. Monumento ceremonial a la buena dicha que se caracteriza por sus miles de Torii (arcos de madera rojos) que en este sitio en concreto forman túneles que suben y bajan del Monte Inari. Bien estuvo que chispeara un poquito cuando llegamos pero apenas comenzada la ascensión y la búsqueda desesperada para hacer una foto sin turista en medio, la lluvia empezó a golpear fuerte en nuestros rostros. Una de las cosas más importantes de cuando eres un turista de pro: el plan y la visita se siguen sí o sí. Decididos a conquistar la cima, seguimos las estaciones que iban subiendo al monte a través de la maraña de Toriis. Empapados hasta las huesos y después de un par de despistes, hicimos cima. Qué gusto, además la lluvia se había llevado a todo el mogollón de turistas y solo quedamos los atrevidos. Para la eternidad quedará nuestra entrada en el hotel hechos unas sopas y como apañárselas para intentar secar algo. El caso es que acabamos visitando el impresionante edificio de la Kyoto Station con su sky garden y el sky view con vistas a la Tower que de noche lucía espectacular.
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cometripmeup · 7 years
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Noche Vieja a la portuguesa
Ingredientes
6 amigos
1 ciudad portuguesa
1 casa acogedora en plan comuna
Ganas de pasarlo bien (al gusto)
Instrucciones
El primer paso de esta sencilla y divertida receta es ni más ni menos que atravesar media península para ir a Porto a pasar la Noche Vieja. Sí, esa última noche del año en la que nunca sabes que hacer, si salir o quedarte en casa, si arreglarte o pasarla en pijama… esa bendita o maldita noche, depende de como lo mires,  nosotros tenemos por costumbre escapar de  nuestras respectivas imposiciones familiares para pasarlo como más nos gusta; entre amigos.
Para poder juntarnos desde Valencia, Madrid y Vigo, elegimos un destino turístico que al parecer está en auge: Porto. La decadencia de esta ciudad tiene un aura extremadamente bella. Es como si media ciudad estuviera en ruinas y la otra media fuera un lugar sofisticado. Enormes puentes, casas de colores que delimitan el río, su tranvía que la recorre cual cicatriz, el teleférico y sobre todo las fachadas de azulejos desde donde comienzas a mirar hasta donde te alcanza la vista.
El primer día nos dedicamos a recorrer la ciudad, por los sitios más turísticos. Esos que salen en todas las guías y de los que no merece mucho la pena hablar porque ya hay miles de fotos y comentarios. Bajo la lluvia persistente es un poco más difícil disfrutar de las ciudades, pero tal vez, esa bruma que nos tocó hacia que todo, ese 29 de diciembre, tuviese un toque mágico. Puente arriba y puente abajo, estaciones y hazme una foto en esta fachada, y en esta, y en esta… y así hasta el infinito.
Lo que sí os diremos es que nuestro coquetón Airbnb estaba en Vilanova de Gaia y ese primer día elegimos el tren como transporte, veníamos demasiado condicionados de nuestro viaje a Japón y nos equivocamos de cabo a rabo. Los autobuses son mucho más efectivos para moverte por la ciudad lusa.
Tenemos que hacer mención también al lugar que escogimos para comer, el vegano Da Terra. Nuestros mejores amigos son veganos y si nos leéis, ya sabéis que yo no como carne, por lo que la opción fue perfecta. Un buffet con una comida deliciosa y encima súper económico. Los postres no están incluidos, pero si vas a seguir recorriendo la ciudad tal vez lo mejor es dejar esa imprescindible Natinha para más tarde con un té calentito. La cola de la librería Lello nos superó ese día y decidimos dejarlo para otro momento. Mejor una buena compra random, de esas en las que te da por llenar el carro de caprichos y cosas ricas para una cena tranquila en el apartamento.
Acompañamiento
Como acompañamiento a nuestra receta de Porto, decidimos huir de la lluvia y acercarnos a Costa Nova para disfrutar de las casas de colores, la playa y los espigones.
Lo cierto es que superó mis expectativas y digo “mis” porque la idea insistente de ir hasta allí, atravesando más peajes de los que podíamos imaginar, fue mía. Un buen número de casas rayadas, verdes, amarillas, azules, negras y rojas, con sus diferentes alturas y estilos hacen de este pueblo de costa un lugar especial y lleno de encanto. Playas enormes en las que las dunas comen terreno a los caminos de madera y largos espigones que se adentrar hasta el mar, nos recibieron encantados pues solo unos pocos valientes elegimos el destino playero sin importar el viento y el frío. Con un mar embravecido de fondo, dejamos que el aire revolviese nuestro pelo y el sol nos calentase de forma tímida.
De nuevo la hora de la comida se nos había ido de madre y es que los españoles no estamos acostumbrados a sentarnos a la mesa a una hora razonable y menos si estamos de vacaciones. Así que tiramos de Happy Cow, una app vegana que te recomienda sitios cercanos. Como en Costa Nova no había ningún lugar que nos atrajese, decidimos acercarnos hasta Aveiro y aparcar en uno de los parkings de superficie que hay a la entrada de lo que llaman la “Venecia portuguesa”.
Nuestros pasos nos llevaron al Espaço Criativo Biscoito y lo cierto es que solo tenemos palabras buenas para ese lugar. Riquísima comida, atención perfecta, cuidada al detalle, y el sitio precioso. Os lo recomendamos al 200% si estáis pensando ir a Aveiro. Después de ponernos hasta arriba por un precio más que razonable, nos dimos un pequeño paseo por los canales y emprendimos la vuelta al apartamento.
Emplatado
El 31 era el último día de disfrute de nuestro periplo portugués y contábamos con unos guías de lujo, puesto que nuestros amigos de Vigo ya estaban con nosotros. Primera parada, la Confeitaria do Bolhao. Una antigua pastelería con ambiente clásico, mostrador abarrotado, madera y espejos enegrecidos por el paso del tiempo. Un riquísimo pan de boniato se vino en la mochila con nosotros.
Volvimos a intentar acercarnos a la librería, pero no fue posible. De nuevo una cola de más de dos horas aguardaba su turno en la puerta.
Decidimos cambiar el plan y acercarnos a Ó! Galería. Este pequeño espacio muestra una colección de arte diferente y original que además puedes llevarte a casa por precios muy asequibles. Enamorados sin remedio de ella, nuestra expedición no dejo pasar la oportunidad de invertir en arte.
Lástima que el Bop Café, solo pudimos verlo a través de su escaparate. Habían decidido cerrar por la festividad de fin de año y nos quedamos babeando sus cristales, mientras agudizábamos la vista para reconocer los vinilos y las cámaras a las que llegábamos. Anotado en rojo y subrayado para nuestra próxima visita.
Comida demasiado rápida, repitiendo en el Da Terra. Y marcha de nuevo, pues nos esperaba uno de los sitios a los que más deseábamos ir. El Armazem de Porto es un lugar abarrotado de preciosos objetos vintage. Sé sobradamente que ahora estáis pensando en un anticuario más, pero no es así. Este basto espacio es una visita obligada en Porto. Miles de tesoros comparten lugar y de verás te llenan el alma. Además de terraza tiene un pequeño café en su interior para que puedas alargar tu visita entre botones, fotos, maletas e infinidad de recuerdos de otros que puedes, además, llevarte a casa.
Como los portugueses no comen uvas y además tienen una hora menos que nosotros, decidimos cenar después de las 12. Así empezamos el año, soñando con todos los bonitos destinos que nos depararan este 2018, abrazando a nuestros amigos y sobre todo zampando por encima de nuestras posibilidades.
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cometripmeup · 7 years
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DÍA 6: 17 AGOSTO 2017
Hiroshima es un descubrimiento
Dejamos Kyoto y nos volvimos a meter en un tren-bala para llegar a Hiroshima. Esta ciudad pequeña celebre por la maldita bomba H nos recibió  con bochorno nada más salir de la estación. Tras lograr cruzar la salida hacia el hotel en modo gymkana, dejamos las maletas en el check-in de la Señora Apa (la cadena Apa Hoteles) y nos dispusimos a visitar el lugar más icónico de la ciudad: la isla de Miyajima y su famoso Gran Torii. Nos montamos en el famoso tranvía de la ciudad dirección Miyajima demasiado rápido. Uno porque ibamos a tardar mucho tiempo con tanta parada y Dos porque no comprobamos que había una línea JR que nos llevaba al mismo lugar del ferry. Después de un buen rato de tracatá tranviero llegamos a la estación final para coger el ferry de JR (incluido en el JRPass) para ir a la isla de los Turistas. Sí amigos, estaba repleta de gente. No en vano viajar en agosto es así y si no madrugas en plan marcial, pues te encuentras gente. La isla es bastante grande e incluye rutas para andar y mirar sus espectaculares templos y bosques. Decidimos centrarnos en el templo del Otorii y el centro histórico de la localidad donde hay un mercado-galería con puestos de comida exquisita callejera. Pero antes de comer había que hacerse la visita el atemplo y las fotos al gran arco que simboliza un reclamo japonés de alto nivel. Aquí la primera aventura del día: intentar hacer una foto sin que salga un turista pesado metiéndose bajo el tori. Dura tarea que nos costó más de un cabreo, en fin, parece que la gente se empeña en meterse dentro de la foto de la foto. Por la mañana la marea baja permite llegar hasta la base el arco. El templo es una preciosidad, envolviendo la pequeña bahía y guardado por el imponente arco rojo. El calor acuciaba mucho, tras caminar hacia el lado norte de la isla pudimos ver una perspectiva del arco desde el otro lado y de paso vimos como unos intrépidos turistas preparaban sus canoas para más tarde dar un paseo por la bahía. Notas graciosas para los ciervos salvajes que son diferentes a los de Nara (se comen los mapas!) y a la cuchara de arroz más grande del mundo que preside la calle del mercado. allí precisamente nos adentramos a comer de los puestos callejeros y aliviarnos del calor en sus toldos-sombra.
Poco más tarde y después de comernos un buen postre callejero en forma de Comet (croasante ahuecado y lleno de helado y natilla), nos cojimos el ferry de vuelta a la otra orilla y el JR hasta el hotel. Decidimos pasar a refrescarnos y planear una tarde de paseo por el centro de Hiroshima. Tal vez sea una ciudad pequeña pero es muy acogedora y la gente es muy amable, incluso notamos más amabilidad que en Kyoto. Lo intentamos lo prometo: conseguir algo molón con el merchan del equipo de baseball de la ciuad los Carp, flamantes ganadores de la liga. Al final no nos decidimos por nada en concreto a pesar de nuestros paseos por las galerías atestadas de tiendas. Para cerrar del día antes de encaminarnos al hotel, un graciosos señor y sus dos acompañantes nos preguntan si nos pueden ayudar al vernos con el mapa. Un amor, con dos indicaciones básicas en inglés, nos planta en el hotel en 10 minutos. Mañana más :)
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cometripmeup · 7 years
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Nos queda apenas una semana para volar a Japón, la tierra del Sol Naciente. Creo que nos va a volver locos así que hemos decidido ir preparados para captar recuerdos tanto en la mente como en algún formato conocido y susceptible de ser reproducido.
Este va a ser nuestro equipo: Sony alpha6000, Fuji Instax Classic, Lomo Fisheye y Gopro Hero 4 Silver.
En este blog veréis alguna de esas instantáneas.
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cometripmeup · 7 years
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DÍA 7: 18 AGOSTO 2017
Hiroshima y viaje a Osaka.
Cuando me dejé caer en el asiento del Shikansen Sakura, sabía que dejaba atrás mucho más que lágrimas o una ciudad que sobrevivió a una catástrofe como la bomba nuclear que la asoló. En el tren, mientras comía mi bento box quería gritarlo bien fuerte: soy fan de los Carp, amo Hiroshima y sus calles, su gente, amable y atenta, el Okonomiyaki y sus galletas con forma de hoja de arce.  ¡Qué ciudad tan hermosa! Hiroshima es sencillamente especial.
La ciudad me ganó a los pocos minutos de estar en ella, pero a cada segundo que pasaba allí me conquistó hasta los límites. La experiencia de pasar una noche en nuestro Apa Hotel cerca de la estación, ha sido una de las mejores decisiones de este viaje. A pesar de que nuestros tatuajes fuesen un impedimento para disfrutar del Spa del hotel (sí, mamá, aquí piensan como tú, los tatuajes no son algo bueno para ellos).
Nos levantamos temprano con la decisión firme de visitar el museo de la paz, el Gembaku Domu y el Cenotafio para las víctimas de la bomba atómica. Cuando digo firme, me refiero a que es difícil afrontar uno de los mayores horrores de la humanidad y sentir cientos de vidas erradicadas por el ansia de poder de unos pocos. Fue duro y a la vez hermoso. Siempre es curioso ver como de lo más triste nacen historias bellas de superación y unión.
En el Domu nos encontramos con las carpetas de un señor que contaba en ellas como su madre, embarazada de él, sobrevivió a la bomba o como murió su abuelo ayudando a los niños de la escuela en la que trabajaba como maestro. Contaba cómo se ignoró el sufrimiento de la gente de una ciudad arrollada por el fuego nuclear, como el tifón posterior limpió el aire que respiraban y dejó la ciudad aún más desolada. Contaba tantas cosas que, mientras las lágrimas me inundaban las mejillas empañando mis gafas de sol, me sumergí en su historia para no dejarme detalle atrás.
Al lado un señor mayor con su brazo extendido alimentaba a los pajaritos que divertidos se posaban en sus brazos. Lo cierto es que la vida inunda el monumento de la paz, solo hay que observarla.
Firmamos la petición de un mundo libre de armas nucleares tras visitar el museo. Rendimos nuestro particular homenaje a todas las víctimas y nos alejamos sin darle del todo la espalda al horror. Abrazar la realidad puede ser duro, pero es también una forma de aceptar y no repetir.
Recoger las maletas y coger el Sakura con nuestra bolsita de comida fue bastante rápido tras bajarnos del tranvía de Hiroshima. Osaka nos esperaba.
Volvíamos a un hotel Mystays, que la verdad no son tan cool como los APA, y además sin remedio a habitación de fumadores. Uff qué mal trago. Osaka es la tercera ciudad más grande de Japón y llegar allí desde Hiroshima fue un cambio grande. Dejamos las maletas y nos fuimos rápidamente al Umeda Sky Building.
En mi cabeza resonaba constantemente que Osaka es la ciudad que inspiró Blade Runner. Observaba a las personas que me rodeaban caminar por la ciudad ignorando este detalle y sin embargo para mí, era algo espectacular.
El impresionante Umeda nos negó nuestra puesta de sol, escondida detrás de una nube, pero nos regaló una vista única de la ciudad mientras esta se veía envuelta en un sinfín de luces y noche. Como detalle precioso (y gracioso a la vez) mi canción favorita de los Smiths sonaba de fondo en versión chica japonesa cantando en inglés. Las horas pasaron volando allí, tan cerca del cielo, tan pequeños en comparación con el suelo.
El Shinsekai nos esperaba. Uno de nuestros “pisos francos” en Madrid es el restaurante Nigiri que está en Plaza de España. Solemos ir a menudo allí a comer comida japonesa, nos sentados en sus mesas bajitas y a nuestras espaldas luce una impresionante foto del barrio del Shinsekai. Durante un momento nos trasladamos a la cantidad de veces que habíamos estado observando la foto, sabiendo que Japón era nuestro destino y que seríamos protagonistas de ese lugar. Dos entre millones. Dos, pero con todas las ganas.
Después de que nos negaran el acceso a un restaurante por no ser locales, optamos por disfrutar del takoyaki sentados en unas sillas a pie de un puesto callejero y seguir nuestro camino raudos hasta el Dotombori.
Todos los estímulos externos del mundo se encuentran concentrados en esta zona al lado del río. Mientras nos comíamos un cuenco de hielo con sabor a fresa os aseguro que no podíamos ni pestañear. Luces, gritos y nuestros ojos como platos.
El día, tan largo, tan diferente a los que habíamos vivido durante el viaje, terminaba dejándonos rendidos en nuestra cama con olor a tabaco.
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cometripmeup · 7 years
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DÍA 14: 25 AGOSTO 2017
Ueno, el último día en Japón
Pensar en Ueno, es pensar en uno de los mejores días que he pasado en mi vida. Despertar sabiendo que es tu último día en Japón es sinónimo de despertarse pensando: ¿dónde me puedo esconder para no irme de aquí? Luego, cuando te das cuenta de que no hay ningún lugar en el que no te vean en el mini apartamento de Yuko, te das cuenta de que tienes que volver sin remedio. Pero ánimo, aún queda el último día y hacerlo especial es cosa de dos. De mi amor y mía.
Nos lanzamos a Ueno porque nos han dicho que es una zona muy chula y que además de las tiendas hay un parque muy bonito para disfrutar de un buen paseo. Llegamos allí y al salir del metro (seguimos afirmando que amamos los transportes japoneses) caminamos por el mercado según van abriendo los puestos y colocando las cosas a pie de calle. Cada uno es más loco que el de al lado con sus miles de cajas para revolver. Camisetas, zapatillas, mochilas, relojes, artículos de aseo, comida e infinitas cosas comparten espacio separados por unos cuantos metros. Los señores gritando en japonés para atraer los curiosos a sus tiendas, nos fascinan y nos parecen un grandísimo atractivo.
La entrada al parque está vigilada por dos simpáticas estatuas de osos panda, mitad metal, mitad arbusto y es que Ueno es también el emplazamiento del zoo de Tokyo. La primera parada fue el estanque de nenúfares. No penséis en el estanque como un lugar pequeño  con cuatro plantas, aquello es la vida perdida de Jurassic World. La estampa es muy curiosa porque el verde de las plantas se recorta contra el gris de los edificios situados al fondo.
Siguiente parada, el lago. Y lo cierto es que el lago como tal, venía con sorpresa incluida pues no pudimos evitar montarnos en una embarcación con forma de cisne rosa (MARAVILLA) que teníamos que impulsar a pedales. Los ojitos me hacían corazones. Media hora de locura y risas en las que solo pude pensar, si nos caemos al agua, saldremos con tres ojos. Mi felicidad solo cuesta 700 yens. Soy muy barata.
Paseo por el parque, porque un chivatazo local (es decir, mi amigo Charlie) nos había contado que los “rockers que bailan en el parque” se habían trasladado ahora a ese parque. Concretamente, a la fuente de Uneo Park. Tras mil vueltas de un lado a otro, ni rockers, ni nadie bailando. Suerte que la caminata nos sirvió para cumplir una de las cosas que queríamos hacer a toda costa, que era ver béisbol. Un equipo de chavales jugaba en un recinto dentro del parque y nos quedamos un buen rato mirándoles y haciendo fotos.
La hora de comer superó todas las expectativas. Habíamos visto un sitio de Sushi al llegar y pensamos que era un día genial para darnos un capricho. Nos adentramos en el restaurante y pedimos unas cuantas piezas de Shushi en una carta en la que tenías que marcar lo que querías. El señor, muy presto, preparó todas las piezas  en el momento y os puedo jurar que es el mejor Sushi que he comido en toda mi vida.
Por la tarde, nos marchamos al Kameido Temple. Había leído que esa tarde noche había un festival de las luces y llenaban todo de farolillos con velas. Cuando llegamos al templo era demasiado temprano para que los farolillos estuvieran encendidos, pero el lugar en sí era tan bonito que nos dio igual. Un precioso puente de estilo clásico con plantas por todos lados y un lago, nos sacaron de la ciudad por un rato aunque seguíamos en pleno centro. El único punto negativo es que el lago atrae a miles de mosquitos y en un rato mis piernas y brazos parecían un colador.
El día estaba a punto de terminar, pero no queríamos irnos  a casa sin comernos un último Taiyaki, y además nos lo habíamos ganado con la caminata. Emprendimos marcha para ir a comernos el mejor de todo Tokio y en Akihabara volvimos a por un magikarp. La suerte estaba de nuestro lado y nos tocó uno gratis ¡Yuju! Nos vino bien la merienda extra, pues meter las cosas en la maleta no fue nada fácil (llevad sitio extra, mucho, cuando vayáis).
Japón, eres precioso, volveremos.
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cometripmeup · 7 years
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DÍA 13: 24 AGOSTO 2017
Shimokitazawa, el Malasaña de Tokyo
Tenemos la teoría de que todas las ciudades del mundo tienen su propio Malasaña. Sí, como Malasaña nos referimos a ese barrio lleno de vida, de gente a la última, tiendas molonas y muchas cosas bonitas que ver y explorar. Tokyo no iba a ser una excepción y claro, ese honor (sí, nos encanta Malasaña y su ambiente) se lo lleva Shimokitazawa.
Tiendas de segunda mano en cada rincón se mezclan con tiendas de discos (Disk Union es ya nuestra favorita en Japón) y hay un sinfín de lugares con encanto para comer. La mañana se nos pasó volando y eso que habíamos madrugado para llegar pronto a las tiendas. Solo en Disk Union invertimos un par de horas y seguramente un par de dioptrías buscando tesoros. Bolsita con regalos y a seguir haciendo camino.
Nuestra parada en Chicago no fue menos que el Disk Union, encontramos un montón de cosas, americanas y japonesas a precios imbatibles y llenamos la mochila un poquito más… se nota que el regreso está cerca y queríamos dejar resueltas todas esas compras que habíamos demorado. La mochila pesa lo suyo y hay hambre, pero no solo de comida, también de seguir explorando las callecitas estrechas y llenas de maravillas de otra época. Con tanto cacharrito se nos olvidó que la hora de comer no es tan flexible como en nuestro país, y claro, a las 15h a ver quién es el guapo que come algo. Suerte que encontramos un italiano (WTF!) donde además tenían una opción perfecta para mí: pasta con verduritas, ÑAM. Un pelín escondido pero con horario ininterrumpido y encima con unos precios bien asequibles. Si lo que te estamos diciendo no te convence, lo hará su nombre: Pancontomate Pasta House. No hay corazones suficientes para ponerle a eso.
Por la tarde teníamos una cita con el monstruo más archiconocido de la tierra nipona: Godzila. Sí, hay una cabeza  tamaño real de nuestro monstruo favorito situado justo entre medias de unos conocidos cines y un hotel en Shinjuku. Como nuestro presupuesto no nos daba para coger una suite con vistas al monstruo (sí amigos, es posible hacerlo), decidimos colarnos hasta allí como si fuésemos a la cafetería. Y sí, nos hicimos unas cuantas fotos con él (y con la sudada que llevábamos encima, también). Creo que la mejor foto de nuestra historia es la que simulamos que nos come. Un pequeño paseo por la zona y algunas compritas más, con la mochila pesando un quintal ya y el cansancio por las nubes, pero con muchas ganas de ir a cenar por la zona con Charlie, que nos llevó a un restaurante donde éramos los únicos occidentales e incluso nos pidió en japonés. ¡Cómo mola tener un amigo viviendo en Tokyo! No se puede ser más cool. Después del mini tour por la zona hasta  nos acompañarnos a casa para que nos dejásemos caer derrotados.
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