Tumgik
#cuando dije que iba a terminar detenidos... no era una broma
lucifvrq · 2 years
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‘  no puede estar lejos de aquí.  ’  va avanzando un par de pasos más adelante que el mayor, mirando entre las puertas de los salones del hotel. todas ellas estaban abiertas y, al asomarse en su interior, dejaban ver que no contenían nada interesante.  ‘  te digo que estoy segura que vi un tigre y quiero verlo de cerca antes de que lo rifen al mejor postor. es todo.  ’  y, al por fin encontrar la puerta que se encontraba cerrada con pestillo, sabe que ha dado con lo que busca.  ‘  cuida que nadie venga.  ’    @h-mireu​ .
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thelastdada · 5 years
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Stay - Capítulo 1
Contexto: Foreword
N/A: El fic será subido poco a poco, disculpen si tiene demoras.
...
El café estaba silencioso, hasta donde se podía, puesto que aquella era una de las plazas más concurridas de la zona, debido a la universidad que estaba cerca. Solo se encontraban un par de personas con sus computadoras, una chica leyendo, y al fondo un par de chicos conversando. La mesera habitual, tomo un plato de pastel y se acercó con una enorme sonrisa hacia ellos, la tenían loca desde hace tanto que ya incluso la saludaban con confianza. Ambos le parecían guapos, por supuesto que solo por el moreno era capaz de dejar todo, no era precisamente alto, pero tenía una sonrisa que provocaba que sus ojos se achicaran, y eso también provocaba que ella sonriera como estúpida todo el día. Además de que el cuerpo que tenía no era ninguna broma, en sueños ella se devoraba aquella barra de chocolate. Y qué decir de sus brazos, por dios, el día que fue su cumpleaños casi lloraba cuando la abrazo con fuerza. Youngbae, ese era el nombre del moreno. Dejo los platos, relleno el café del hombre de sus sueños, ganándose una sonrisa deliciosa y se dio la vuelta diciéndoles que le avisaran si necesitaban algo más.
—No, no, no. Y no —el chico que lo acompañaba era casi lo contrario al moreno. Un poco más alto que él, de piel blanca y cabello teñido de un rojo encendido, con facciones suaves como un príncipe, con una musculatura casi nula comparada con el moreno. Sin duda era precioso, era mil veces más guapo que cualquiera en ese café, poseía un encanto único, que atrapaba hombres y mujeres sin problemas. La mesera había caído en cuanto lo vio, pero cuando apareció Youngbae, su tipo ideal se había aparecido frente a sus ojos.
—Jiyong, no seas así, ¿quieres pastel? —le ofreció.
—Ya dije que no —tomo un tenedor y acepto el pastel, ya que la negación era por otro asunto.
—Te digo que no tiene nada de malo, hasta te va a agradar.
—No lo has visto en años, ¿Cómo puedes saberlo?
—Porque lo conozco desde que somos niños, no pudo haber cambiado mucho —el moreno suspiro un tanto cansado de llevar toda la mañana rogándole, pero no tenía opción—. Además la habitación ya está vacía, dejaste ir a Gaho hace dos semanas.
—La herida aún no cierra, todavía me duele.
—Tú lo llevaste a Dolce Vita.
—Si. Pero sabes él porque —el moreno se río, la razón era debido a que Gaho no se quedaba quieto cada que el novio del otro iba a su departamento, incluso más de dos veces trato de morderlo— es muy especial con los demás, la última noche que Seunghyun se quedó, se lanzó a morderlo, no le hizo nada porque le grite. Y tú sabes que odio gritarle.
—Y además es imposible hacer que calles tus gemidos, debía creer que te estaba golpeando cada noche, como no iba a querer morderlo.
—Tú sabes —se rieron juntos—, como sea, no quiero que alguien más viva con nosotros. Joder, si ni siquiera dejo que Seunghyun pase dos noches seguidas, y quieres traerme a otro hombre.
El moreno bufo. Ya le había dicho que no habría problema, que podía llegar esa misma noche, jamás creyó que el mayor se negaría de esa forma —Solo unas semanas, ¿vale? Después le pediré que se mude.
—Dijiste que tenía dinero, ¿por qué no vive solo?
—Quiere ser independiente de sus padres, él solo se está pagando la universidad, a pesar de tener una beca generosa. Por eso acepte que se quedara con nosotros, te digo que no es un extraño —el mayor se quedó pensándolo. No quería aceptar, odiaba compartir departamento, las cosas con Youngbae eran diferentes, ya que eran como hermanos o más que eso, así que jamás le había molestado compartir con él. Bueno, solo la primera vez que se conocieron, porque el moreno le quería quitar un juguete, pero su mirada fue tan gentil y tierna, que, aun siendo un niño malcriado, Jiyong le dejo jugar unos minutos.
Si es que en el fondo él era generoso... pero muy en el fondo.
—Dime una cosa Bae, ¿él era tu mejor amigo antes que yo? —el menor soltó una carcajada, ya que entendía que su mejor amigo estaba siendo celoso. Conocía a Jiyong desde los nueve años, pero al otro chico lo conoció cuando eran bebes, según sus madres, ya que ellas eran muy cercanas.
—No éramos taaan cercanos, nos gustaban cosas diferentes, y hasta donde yo recuerdo era un niño sumamente presumido y creído. Mira, creo que se llevarían bien al final... —se ganó una patada del mayor.
Salieron por fin del café y caminaron hasta la universidad de nuevo, tan solo para revisar un par de horarios. El mayor estaba por empezar su último semestre en producción musical, mientras Youngbae estaba a dos semestres de terminar su carrera de fotografía. Vivían juntos desde que comenzaron a estudiar para entrar a dicha universidad, aunque desde antes estaban tan unidos que nada.
Las clases de ambos estaban bien, aunque el mayor se seguía quejando porque los viernes saldría casi a las seis de la tarde, con un espacio de tres horas en la mañana, y por más que trato de ponerle cara de niño pequeño a la secretaria, no cedió a ayudarle —Teddy va a odiar esto, siempre trabajamos a las tres los viernes. No podría quedarme solo una hora y además no hay forma de tele transportarme desde Gangnam, joder.
—Tendrán que reunirse más temprano, o después de las seis.
—¿Y matar mis noches con Seung? Ni loco, Teddy tendrá que ajustarse —su mejor amigo solo rió. Sin duda Jiyong siempre conseguía lo que quería.
Tomaron un autobús hasta Gangnam, amaban pasar la tarde noche en la zona más cara de Seúl, ambos eran de familias adineradas así que estaban más que acostumbrados. Jiyong ya no dependía de sus padres desde hacía años, desde que conoció a Teddy logro conseguir una estabilidad económica mejor que la de sus padres. Teddy era trabajador de una importante empresa de entretenimiento, por lo que lo había presentado con su jefe para que le demostrara el talento innato que tenía para componer y producir. Así al poco tiempo vendió canciones que se volvieron hits de inmediato, y dentro de meses más, ya era pieza más que clave para dicha empresa.
—¿Y cómo te fue Bae, el dragón acepto? —se burlaba Soonho, uno de sus amigos cercanos. Ya se encontraban en su mesa de siempre, en el bar de siempre, bebiendo lo de siempre. Así eran los viernes para ellos, las vacaciones de verano fueron fugaces, así que ya caían en su rutina de clases otra vez.
—No. Y el chico llegará más tarde, le dije que dejara sus maletas en mi habitación y viniera para acá.
—¡¿Lo dejaste entrar?!
—Sí, te digo que es de confianza.
—Solo ustedes, Daesung y yo tenemos la clave ¡Ni siquiera Seunghyun!
Un hombre alto y de tez un tanto morena, que portaba una camisa azul con estampado elegante y unos pantalones negros se acercó a ellos con una media sonrisa —¿Yo que? —dijo con esa más que característica voz ronca y grave, tomo asiento y los miro esperando una respuesta.
—Nada hyung, ¿esa camisa es nueva? —le hizo espacio en el sillón y toco con falso interés el cuello de la dichosa camisa.
El hombre lo miro con una media sonrisa —¿Qué demonios Bae? En tu vida te has detenido a ver mi ropa.
Jiyong los miro de lejos, sonrió al ver que su novio había llegado, camino hasta él y se sentó en su regazo, sin importarle todos los presentes —corazón —le dijo luego de darle un casto beso en la mejilla, a lo que el mayor sonrió ampliamente— Bae quiere traer otro hombre a nuestro departamento —lo acuso con gracia, el moreno solo rodó los ojos.
—¿Por fin te van los hombres?
—¡Hyung! —le grito con genuina vergüenza— es un amigo que no tiene donde quedarse, y nosotros tenemos una habitación enorme y vacía.
—¿El cuarto de Gaho? —el moreno asintió— prefiero al perro que me odia que a un hombre —Jiyong asintió— ¿es hetero como tú? —Youngbae asintió de nuevo— ¿es guapo?
—No lo recuerdo, aunque solía ser más del tipo bonito... como príncipe. Y tenía unas ojeras muy marcadas.
Seunghyun miro la expresión de su novio mientras el moreno decía todo eso —¿Qué opinas Ji? —movió la pierna izquierda para llamar su atención. El mayor era realmente celoso, no era falta de seguridad en la decisión que había tomado Jiyong, sino la molestia de ver como tantos hombres y mujeres le coqueteaban en un día. El menor siempre rechazaba a todos, simplemente no le importaba, al menos desde que comenzó a salir con Seunghyun.
Antes de eso, Jiyong era conocido como 'el dragón', el apodo venía por su actitud, de cada 10 que se le declaraban, uno era el afortunado en ir a su cama. Las citas no eran lo de él, ni los noviazgos, tanto mujeres y hombres podían caer en su cama, pero ¿un compromiso?
Nunca.
Hasta que llegó Seunghyun, no era el tipo del menor, pero de alguna forma consiguió conquistarlo para una simple cita. Cuando Jiyong lo conoció se lanzó con todo sobre él, porque estaba seguro de que el mayor también quería eso, sin embargo, esa noche no pasaron de un beso. Seunghyun le dijo que no le gustaban los acostones simples, que el disfrutaba de cortejar a su pareja, tal vez no para amarla, pero si para que la química en la cama fuera insuperable. Jiyong cayó con esas palabras, le dio una oportunidad y una cosa llevo a la otra, hasta que cinco meses atrás decidió decirle que sí, que si saldría con él.
Y en ese bar Seunghyun era odiado por la mitad y alabado por la otra mitad, ya que era el único capaz de domar al dragón —¿Ji? —volvió a moverlo.
—¿Esto es importante para ti, Bae? —el moreno asintió un tanto cansado— entonces está bien, que se quede, ¡solo hasta que ya tenga su estabilidad! —Youngbae sonrió ampliamente y se levantó para abrazar a su hyung, sin importarle que aplastaran al mayor de todos.
El moreno salió a llamarlo, para decirle que si quería podía irse instalando en la habitación vacía, para que descansara.
Seunghyun sonrió y ayudo a Jiyong a que se sentara bien en el sofá, ya que le estaba durmiendo las piernas —¿Realmente haces todo lo que Youngbae te pide?
—No puedo negarle nada, además quiero conocer al susodicho —el mayor lo miro con más interés, le sorprendía ese arranque de celos que le daban a su novio —no me gusta que Bae tenga amigos tan cercanos, por los que haga estas cosas. Me siento hasta traicionado.
—Ni a mí me celas así —hizo un puchero y el menor se rió mientras se recargaba en su hombro.
...
En otro lado de la ciudad, Lee Seunghyun terminaba de empacar todo lo necesario, lagrimas rodaban por su rostro e incluso caían sobre su ropa. Sollozo un poco y cerro la pequeña maleta, salió de su ahora vieja habitación y al llegar al salón encontró a su hermano menor –hyung, ¿Por qué no me dijiste que te ibas hoy?
—No quería ver a nadie, ya te llamaría más tarde. Perdón— le dio una palmada en el hombro y forzó una sonrisa, tratando de ocultar que había llorado tanto— debería irme ya.
—Déjame acompañarte.
—No, no quiero que te vayan a cuestionar más tarde. Nos veremos después, no te preocupes —insistió, le dio un fuerte abrazo y camino hasta la avenida. Le dolió demasiado dejar así a su hermano, él era mayor por cuatro años, y salía de casa de esa forma debido a su relación con sus padres. Quienes repudiaban la vida que su hijo mayor llevaba, mucho les había costado no interferir cuando cambio de carrera en la universidad, alegando que 'mejor sus negocios a que quiera ser artista'.
En su familia eran renombrados abogados, con una firma más que reconocida en Seúl y otros países, por lo que él debía seguir esa línea. Sin embargo, solo fue así por escasos dos semestres, a mitad del segundo encontró el valor de abandonar la carrera, haciendo así su examen de ingreso para estudiar negocios internacionales. Sus padres pegaron el grito en el cielo, no comprendían como el mayor daba ese terrible ejemplo al menor, con el tiempo lo medio aceptaron al ver como el mayor mantenía las mejores calificaciones y que tenía un talento puro. Pero una vez más las cosas se complicaron, ya que, por descuido o mala suerte, su madre encontró en internet un par de fotografías que mostraban a su hijo en medio de una fiesta, en un estado un tanto deplorable y colgado al cuello de otro hombre mientras este lo besaba.
Su madre era bastante conservadora, era por ello que él hacía de todo para esconder su lado tan descarado y salvaje, pese a los intentos, todo exploto. Ella le mostró las fotografías a su esposo, quien no se escandalizo tanto como la vez que dejo la carrera, pero también demostró disgusto hacia su propio hijo. Y Seunghyun se cansó. Durante la última pelea les dijo que se iría y que no recibiría ni un centavo de ellos, así que lo dejaron ir alegando que no duraría nada de esa forma.
Encontró la dirección con facilidad, el departamento era más una casa, Youngbae le había dicho que era grande, pero para él eso era demasiado. Se preguntó cómo era que el mayor había conseguido aquel lugar, sin darle más importancia coloco los dígitos que le indico, abrió con lentitud y dejo pasar su maleta primero. Suspiro y bajo los hombros, el lugar era todavía mejor por dentro, ¿Cómo pensaba encontrar la realidad de la vida de adulto si eso era más lujoso que si antiguo hogar? Había cuadros con pinturas que él no podía comprender, ¿a Youngbae le gustaba el arte? Sin duda tenía mucho de haberlo visto, y mucho más de haber hablado con él.
Encontró las escaleras al segundo piso, ignoro todo lo demás y subió de inmediato, repitiéndose que no debía investigar entre lo que hubiera abajo. "La primera habitación es donde puedes instalarte", miro la puerta al frente de un balcón que dejaba ver con más claridad la planta de abajo, increíblemente lujoso. El cuarto no precisamente grande, pero comparado con su vieja habitación muchas cosas se verían pequeñas, había una cama matrimonial y un par de muebles, el closet estaba incluido en la pared, lo que daba más espacio aún. Sobre un escritorio al fondo de la habitación había muchos juguetes, parecían de un perro, los dejo sin darles importancia.
Dejó la maleta abierta y cambio su camiseta por una camisa blanca, desabrocho los dos primeros botones abiertos y se miró rápidamente en el espejo que adornaba la pared, a pesar del día de mierda, no lucía tan mal.
S: Estoy en casa de Youngbae, ya estoy instalado. No te preocupes, yo te llamare luego. Cuídate.
Guardo su teléfono y sintió una pesadez por su hermano, no le gustaba ni tantito dejarlo en esa posición, sin embargo, podía ser peor si él se quedaba en la casa. Salió tan solo con su cartera y su móvil, Bae le dijo que podía quedarse allí, pero él tenía ganas de un trago, y reconocía la zona en la que el mayor estaba. Pensó en llamar a algún amigo, pero la mayoría seguían fuera de Corea, todos menos él, habían salido de vacaciones, seguramente llegarían el lunes a clases diciéndole todo lo que se perdió en Ibiza. Bueno, realmente no llegarían el lunes.
—¿Qué te sirvo? —le pregunto el bartender con una sonrisa que buscaba algo muy claro.
—Una cerveza está bien —le devolvió una media sonrisa, no estaba con ánimo de ligar. Se recargó en la barra, sintiendo más de una mirada, no era su noche, pero llamaba la atención, quizá porque era la primera vez que pisaba dicho lugar. Tomo su cerveza y se quedó mirando todo el ambiente, había gente bailando, mesas privadas en una zona, era un típico bar. Solo que más pequeño que a los que él iba.
—Mi dragón, ¿Qué quieres esta noche? —el bartender casi grito aquella frase, provocando que tanto Seunghyun como los otros a su lado giraran a ver al "dragón". El menor casi se reía, era un niño bonito, de dragón no tenía nada. Si, era guapo y atractivo, pero no lucía rudo como para tener ese apodo, quizá era por el cabello tan rojo que portaba. Seunghyun retiro la mirada casi enseguida, no era su tipo y repitiéndoselo, no quería ligar esa noche— ¿Qué esperabas dragón? Te enjaularon y ya no fue lo mismo —comentaba el bartender.
Seunghyun termino su cerveza de un trago, sintió que lo miraban muy fijamente, se dio la vuelta y vio al susodicho mirándolo, este evito verse obvio, así que regreso su atención al bartender —¿me das otra? —le pidió sin prestarle más atención, ya que no quería que fuera a tener otra idea. Sin embargo, el tipo continuaba moviendo su cabello y estirando su cuello, dejando lucir un par de tatuajes.
Una vez más, tomo su cerveza y lo ignoro.
S: Tae, al final si vine a lugar que me enviaste. ¿Sigues aquí?
T: ¿Dónde estás?
S: Barra.
El pelirrojo se fue al poco tiempo, junto con un par de tragos en sus manos, seguido de eso se escuchó la risa del bartender —¡Seungri! —le grito el moreno cuando lo vio.
—¡Taeyang! —se abrazaron de inmediato.
Seunghyun era conocido como 'Seungri' desde niño, era un apodo que sus padres le habían dado en honor a que era un ganador. Y 'Taeyang' era el apodo que Youngbae tenía, porque sus padres siempre decían que su sonrisa era como el sol. Al pasar tanto tiempo de niños esos apodos se quedaron en su memoria.
—¿Llegaste bien?
—Sí, de nuevo muchas gracias Tae.
—No te preocupes, es una buena oportunidad para que recuperemos nuestra amistad ¿no? —la sonrisa del mayor lo reconfortaba, Seungri se sentía abrumado por lo de sus padres, pero esa sonrisa seguía siendo mágica y contagiosa— por cierto, los años te cayeron bien —musito mientras lo analizaba. Seungri era de estatura baja, aunque por poco más alto que el moreno, tenía una musculatura menos marcada que el otro, pero se ejercitaba día con día, así que bien podía defenderse. Su cabello siempre había mantenido ese peinado y ese tono negro natural, así como sus ojeras no habían hecho más que marcarse más.
Seungri también reviso a su amigo con una sonrisa —pero si tú, ya sabía yo que mantendrías un porte así —se rieron y conversaron un poco más en ese mismo lugar, pidieron más cervezas y los temas surgieron. Seungri le conto todo sobre las fotografías que lo hicieron dejar su hogar, sus madres eran amigas por lo que el moreno ya sabía de la carrera que había dejado, pero el hecho de su orientación si lo desubico por completo.
—¿Eran muy fuertes? —el menor solo asintió, recordando como esa noche había sido una de las más salvajes, y que haberse colgado así del cuello de ese hombre para besarlo haya sido lo más recatado que hizo le daba escalofríos— les costara mucho, pero lo aceptaran Seungri.
—Eso espero —le regreso la sonrisa. Pasaban de las dos de la madrugada, así que fueron de camino a casa, Youngbae iba un tanto tranquilo puesto que Jiyong pasaría la noche con Seunghyun, así que las presentaciones serían hasta el día siguiente— por cierto, ¿me dijiste que vivías con alguien más no?
Tae asintió —se llama Kwon Jiyong, es mi mejor amigo desde hace muchos años.
—¿Estudia?
—Sí, está por comenzar su último semestre en producción musical. De hecho, la casa es suya. Mañana te lo presentare, puede parecer un poco rudo, pero te apuesto que dentro de poco veras lo inocente que es. Por cierto, ¿te parece si te llamo Seungri, o prefieres Seunghyun?
—Seungri está bien, ya todos me llaman así —el moreno agradeció aquello, quizá a Jiyong no le gustaría saber que compartía nombre con su novio, y mucho menos al novio le gustaría saber eso. Youngbae miro de reojo a su compañía durante el camino, se había puesto muy atractivo, no era que le importara o que le gustara, tan solo le preocupaba un poco que Jiyong no reaccionara bien, o que Seunghyun no lo quisiera allí. Y peor si supieran su orientación, cuando él lo había hecho heterosexual. Tan solo esperaba que nada de eso explotara pronto, al menos hasta que Seungri consiguiera otro hogar.
...
La madrugada había pegado en el departamento, un inmenso silencio los acobijaba, salvo por Seungri quien acomodaba su ropa en el closet, inmerso en sus pensamientos. Pensaba en que ninguna de las empresas a las que había aplicado lo habían llamado, pensó si ya lo habrían rechazado, también ideo que podría buscar un empleo menos ambicioso, algo más sencillo tan solo para conseguirse una estabilidad básica. Dejar ese lugar pronto, así se consiguiera un departamento miniatura, lo que fuera para estar solo. Luego podría concentrarse en un empleo relacionado a su carrera, él sabía que tenía talento, pero quizá era muy pronto para ser reclutado. Suspiro y se dejó caer en la cama, aún con su ropa y sin siquiera subir los pies del todo, solo se quedó mirando al techo.
—¡Ahhh! ¡Seunghyun! —se levantó de inmediato, alguien decía su nombre... —¡Seunghyun-ah! —mejor dicho, alguien gemía su nombre— ¡más! ¡más! —se quedó congelado, esa no era la voz de Taeyang.
Alguien más estaba teniendo sexo en ese departamento, los gemidos continuaban, Seungri camino alrededor de la habitación —¡Seunghyun-ahhh! —volvió a gemir, esta vez el sonido había llegado hasta la consciencia de Seungri, extrañamente comenzó a sentirse excitado de solo escucharlo, no sabía siquiera quien era, pero sonaba demasiado provocador.
Los ruidos continuaban, ya estaban dándole escalofríos, cerró los ojos y casi podía escuchar a detalle la situación, su excitación también crecía así que corrió hasta su maleta y sacó sus audífonos, puso música a volumen alto y se enrosco en la cobija. No les gustaba ni un poco estar escuchando de esa forma, ni tampoco que fuera su nombre el que gritaban, pero sin duda, lo peor era encontrarse a sí mismo tan cautivado por esos sonidos.
¿Qué demonios estaba pasando?
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cuckiela · 5 years
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Hay razones que me hacen creer que yo no sé estar sola. Suelo comentar mucho como aprecio mi soledad y eso es verdad, amo salir a caminar, ir a comer y hacer mandados sola. Amo verme increíble solo para mí misma. Pero con “sola” no me refiero a literalmente sola. Me refiero a no tener una pareja, una relación, a establecer algo romántico con alguien. Sé que no estoy sola, estoy bastante acompañada, ¿Por qué entonces no me siento satisfecha con eso en este momento? A veces logro sentirme tan completa y feliz estando por mi cuenta o cuando me rodean personas que adoro, pero, ¿qué pasa con esa idea que da vueltas por mi cabeza de vez en cuando? “Sos un fracaso si estás soltera”, “no sos guapa”, “no estás recibiendo atención porque nadie te quiere”, “nadie te va a querer”. Si me pongo a pensarlo, el sentimiento viene desde el 2017, a principios, cuando me gustó un compañero de la U y simplemente me rechazó. No sé qué despertó en mí, pero después de eso comencé a buscar activamente una relación. Tinder. Felipe. No me dio lo que merecía, me forzaba a hacer cosas con su “¿pero por qué no querés?”, “¿segura que no querés?”. Estaba lista para hacer todo lo que hice con él, pero no era la persona con quien quería hacerlo y lo sabía y mientras me aferraba a la fantasía de Felipe -y no a él en sí- mi subconsciente buscaba a otro candidato, a alguien más que me hiciera sentir como Felipe no lo hacía. Eso me llevó a decirle adiós de la forma más cruel que mi persona pudo hacerlo, aun así, sigue ahí, posándose sobre mis redes sociales de vez en cuando. 
Felipe no funcionó, pero alguien tenía que hacerlo. Alejandro: me forzó a hacerle oral en la universidad. Manuel: sexteaba con él porque me gustaba la atención. Mau: ni siquiera me acuerdo qué estudiaba... Manfred: tenía 34 años y yo 18, sexteamos una vez. Hablé con todos ellos al mismo tiempo y no me hubiera detenido de no ser por Emiliano. 
Emi vino a mi vida por razones del destino. Fue en una fiesta y desde el principio conectamos, en especial por ser las primeras personas en llegar. Él no era de esas personas que iban a fiestas, pero ahí estaba... La relación con Emiliano fue intensa y corta. El inicio de mis relaciones intensas y cortas. Sin embargo, fue mi primera relación y de alguna forma llegó a conocerme de formas que muy poca gente lo hace. Solo los amigos que he tenido por años me conocen de esa forma. No fue una relación perfecta y durante esos dos meses pensaba en lo mal que me sentía, en que tenía que arreglar cosas por mi cuenta, que tenía que terminar con él. No podía, no quería. La parte de la relación con la que más crecí fue la ruptura. Me pegó fuerte. Estaba en una carrera que odiaba, mi bisabuela -una de las personas más importantes y más influyentes de mi vida- acababa de morir, mi primer novio estaba deprimido y yo lo veía sufrir. El Manuel que mencioné antes seguía ahí, hablándome como amigo. Nunca voy a olvidar la noche en que le dije a Emi que iba a salir con Manuel. Esa noche fui a una crepería, esperé veinte minutos viendo llover. Manuel llegó. Se sentó frente a mí en el restaurante y yo no había dado ni dos bocados cuando ya estaba a mi lado. Me tocaba la mano, me quitaba los lentes, se acercaba cada vez más. Yo estaba aterrada, incómoda, enojada, furiosa, emanaba fuego de mi ser y él no lo notó. No lo notó cuando mi tocó el culo, no lo notó cuando me tocó las tetas, en medio restaurante. Entonces a la lista de cosas que estaban mal, le agregué “acoso sexual”. No sé qué habrá sentido Emiliano cuando le conté eso. Probablemente se molestó, no sé si conmigo o con Manuel. Yo me habría sentido incómoda conmigo, de hecho estaba incómoda conmigo misma. 
Lo curioso es mi tendencia a volver a las malas costumbres. El 14 de diciembre, fui a visitar a Emiliano a su trabajo y ahí me dijo que necesitaba espacio, que necesitaba lidiar con sus problemas solo. No me cupo duda en que estaba mal y en que a pesar de sus problemas me quería. Yo sabía que me quería. Yo lo quería a él y aun así, sin saber que Emiliano iba a prácticamente terminar conmigo, le dije a Felipe que nos viéramos. No le conté a Emiliano, no le conté a nadie. Y tuve el descaro de irme llorando como dos o tres kilómetros desde donde mi novio acababa de pedirme espacio hasta el lugar donde iba a ver al muchacho con el que había salido unos meses atrás. ¿Por qué quería ver a Felipe? No sé. Tal vez tampoco me sentía satisfecha con la relación con Emiliano. De hecho, había cosas que me lastimaban mientras estaba con él y las hablábamos, pero ninguno de los dos estaba bien y eso se notaba. 
Cuando Emiliano terminó conmigo me rompí. Me corté los brazos y bajé de peso, se me notaba lo triste que estaba en una mirada. Mi mamá no sabía qué hacer, habló con mi papá que estaba incluso más perdido que ella. No sé si me deprimí, fueron meses confusos, pero tuve ataques de ansiedad y muchos fueron por mi intento de mantener contacto con Emiliano. “No me responde”, “me responde cortante”, “fue grosero”, “no es justo”. Tampoco fue justo hablarle como yo lo hice... Él nunca me pidió que me alejara, de hecho, me mantuvo cerca, en especial cuando ya habían pasado varios meses desde que terminamos. Tenerlo en mi vida después de haber terminado ha sido una montaña rusa. No sé si ha sido la decisión correcta, pero algo me une a él. Tal vez es la idea de.. no sé. 
Un mes. Solo pasó un mes desde que Emiliano terminó conmigo, para que yo continuara mi búsqueda. Tinder. Esta vez fue Francisco. Francisco fue como arrepentirme en el momento que lo vi. Hizo bromas racistas sobre chinos. Mi mejor amiga es mitad china, te odio Francisco. Pero igual, me mantuve ahí. Yo no quería nada serio. Según él, él tampoco. Fue una relación caótica, destructiva. “Te vestiste así para apretar con alguien más”, “¿algún día te vas a poner un jeans? Yo voy a hacer que uses jeans”. En páginas de violencia doméstica he visto cosas como “si le pega a la pared: huye”. Bueno, Francisco le pegó a la manivela, me agarró de las muñecas dejándome marcas rojas, Francisco me gritó y me hizo sentir como una basura. Francisco me cerró los seguros del carro cuando intenté bajarme, cuando me bajé me siguió, cuando volví a entrar se quedó afuera golpeando su cabeza contra la tapa del carro. Manejó rápido y borracho y me dejó en mi casa. Francisco probablemente se hizo una cuenta anónima para volver a contactarme, me veía a lo lejos en bares pero nunca se acercaba a saludar. Siempre estaba ahí. Y yo, como no tenía a nadie con quien hablar, luego de todo eso, le pedí un libro a Francisco. Cogí con Francisco. ¿Por qué hago las cosas en las que sé que voy a salir herida? Sextear con Manfred fue la primera. Salir con Manuel fue la segunda. Dejar que Francisco me llevara a mi casa esa noche fue la tercera y por mucho la más peligrosa. No me libré de él esta abril, principios. Lo lastimé al final, porque en vez de alejarme, me quedaba ahí, viendo qué pasaba con él y conmigo. 
Ni siquiera un mes. A finales de abril comencé a salir con Daniel. Tinder. No me acuerdo si fue hasta este punto o después de terminar con Daniel, pero probablemente ya había sexteado con unas diez personas. Diez personas habían visto mi cuerpo totalmente desnudo. ¿Y con cuántas personas había salido yo? Unas seis. ¿Seriamente? Con tres. Felipe, Emiliano, Francisco. Mi sed por atención, por aprobación, por muchas cosas, hacía que sintiera placer al momento de que se dieran las situaciones, pero luego me sentía tan sucia. 
En fin, Daniel llegó a mi vida para enseñarme mucho. Por ejemplo, me enseñó lo que NO quiero en una relación. Daniel tenía la cualidad de ser encantador y a la vez hacerte sentir que no vales nada. La forma en la que hablaba de sus ex tuvo que haberme dado algún indicio, pero lo ignoré. El hecho de que tuviera varias personalidades y que hubiera tenido una adicción a la coca tuvo que haberme alejado, pero solo lo pasé por alto. Tuvimos como cuatro peleas grandes antes de terminar la primera vez. En todas me hizo ver como la culpable, como un asco de persona como el peor ser humano del planeta que no sabe escuchar. Ah, pero él nunca me escuchó. Nunca se tomó el tiempo de ver mi punto de vista. Mientras tanto, yo hice todo lo posible, casi moví el mar, solo para que él estuviera cómodo, para “salvar la relación”. Me perdí en él. Dejé de ser yo. Tenía ataques de ansiedad casi todos los días. Eso es desgastante. Pero claro cuando me decía “linda, me encantás” o “amor, cuando tengamos nuestra casa”. Obviamente no íbamos a tener nuestra casa. Yo quería un apartamento y un gato. Él quería una casa con jardín y un perro. Y yo tenía 19... Obviamente no íbamos a casarnos. Pero sus argumentos para hacerme sentir la peor persona del mundo cuando terminé con él, fueron que “él me amó y tenía un futuro planeado y yo lo arruiné”. La primera vez que terminamos fue porque él sacó el tema y pensé que había terminado conmigo. Fui llorando donde mi mamá y me dijo “¿de verdad querés estar con él? Con alguien que te dice que lo maltratás y que sos pedante... Si él ve eso en vos es porque no te ve de verdad”. Tengo una conversación con Emiliano donde le pregunto “Crees que mientras estuvimos juntos te maltraté o no te escuché o que soy una pedante?” A lo que él respondió con “Mientras estuvimos juntos fuiste la persona más linda del mundo”. Emiliano me reafirmó que yo no merecía ser tratada como Daniel me trataba. Pero aun así, volví a él como una semana después con el discurso “voy a cambiar, Daniel, te voy a escuchar y ya no te voy a maltratar”. ¿Qué tan bajo tiene que caer una para volverse tan pequeña, tan sumisa, tan oprimida? Literalmente, acepté lo que él decía de mí y me esforcé en cambiar MI ser por ÉL. El día que le terminé fue simbólico. Por casualidad me encontré a mi mejor amigo. Era el día antes de hacerme un tatuaje en honor a mi bisabuela. Daniel me iba a acompañar, pero yo tenía más ganas de que fuera Mar. Entonces le mandé un mensaje a Daniel preguntándole si él iba a ir. Era un día importante para mí, pero él no se dignó a decirme que no podía, tuve que preguntarle yo, un día antes. En la noche le mandé un mensaje, porque a él no le gustaba que lo vieran a los ojos mientras le decían lo mierda de ser humano que era. Aun así fui dulce, dije todo de la mejor forma posible. Yo lo quería. Él me sacó de su vida. De una vez me dejó de seguir en todas las redes sociales. Se aseguró de que yo supiera que él ya no me quería ahí y es lo mejor que han hecho por mí después de una ruptura. A Daniel no le guardo cariño. Me dejó tan mal que volví a cortarme, ahora en el brazo que no tiene tatuaje. Daniel fue más tóxico que Francisco, me agredió más. Daniel me hizo enojar mil veces más que Emiliano y su indiferencia. Nunca voy a dejar que nadie más me trate como Daniel. Aunque no le guarde cariño, le agradezco, por no haberse quedado en mi vida, por haber salido de una vez, por nunca más volver. Le agradezco por todo lo que me enseñó. Me costó volver a ser yo después de él. Prácticamente hasta ahora me siento yo y han pasado siete u ocho meses. 
Sanar fue difícil, muy difícil. Nunca quise morirme tanto. Tuve que salir de clases porque tenía ataques de ansiedad. Tuve que llamar a mi mejor amiga para que me salvara más de una vez. Emiliano me ayudó también. Nunca me sentí tan sola, pero luego me di cuenta quiénes en verdad están ahí para mí. No, Emiliano no. Pero Caro sí. Costaba más sanar porque seguía en Tinder. Para este punto ya había sexteado con trece o catorce personas. Hubo uno que otro imbécil que no vale la pena mencionar. De hecho, fueron tres y gracias a Daniel pude mandarlos a comer mierda. 
Tres meses después de Daniel, cuando ya no quería nada con nadie, cuando ya estaba harta de que los hombres me trataran como un objeto, como una basura, estaba harta de que me masticaran y luego me escupieran por ahí, apareció Juan José. Mis intenciones no eran románticas, solo me cayó bien. Me pareció una persona rara, pero yo también soy rara entonces me gustó. Juan José entró a mi vida cuando yo todavía estaba sanando de Daniel. No de él en sí, si no de lo mal que me dejó. Yo todavía estaba intentando recuperar mi autoestima y manejar mi ansiedad. Por eso siempre le dejé claro que no tenía que lidiar conmigo si no quería. De hecho, prácticamente no tenía ningún compromiso conmigo. Lo único que yo quería era que se comunicara. Porque si hay algo que aprendí desde Emiliano es a decir las cosas como son. Pero no lo hizo. Juan José fue la relación perfecta, pero fue una máscara. No era perfecta y al final ni era una relación. No quería ningún compromiso conmigo. No lo culpo. Ya me había dicho que quería un hook-up. Me dijo que yo no era un hook-up, pero sí lo fui. Un hook-up con citas lindas. Me temo que yo no le di lo que él me dio y eso es lo que más me duele. Sí, todavía duele, apenas ha pasado un mes. Me sentí tan segura con él, me sentí tan confiada, me sentí motivada, aprendí a dar espacio a la otra persona, aprendí a darme espacio a mí. Era tan dulce, tan talentoso... Cuando me acuerdo de todo lo que vivimos, aunque fue poco tiempo, no me culpo por querer hablarle todavía, por extrañarlo un poquito, por acordarme de él de vez en cuando. Después de toda la mierda que me trajeron las demás relaciones, lo mucho que me decepcioné a mí misma, Juan José fue como un rayito de luz. Fue como un rayito de luz absolutamente toda la relación. Toda. Aunque no se diera cuenta, me ayudaba tanto, su energía me calmó el desastre que yo era. Yo misma me doy crédito por eso, pude apartarlo cuando se hacía todo muy intenso para él y para mí. Todo fue hermoso y acordarme todavía de su sonrisa o como se sentía cuando lo tocaba o como se acomodaba el pelo me hace sonreír. Bueno, ahora estoy llorando, pero en otros momentos me hace sonreír. Se me hace difícil dejarlo ir por la increíble persona que es, pero ya... ya se fue y eso está bien. Juan José fue increíble, en mis ojos. Fue cuando él decidió contarme su parte de la historia, cuando ya era muy tarde, cuando ya no podía estar conmigo, cuando ya no quería estar conmigo. Cuando me lastimó de la peor forma posible. No es culpa de él. Es decir, sí, lo es, pero no lo culpo. Está bien querer irse porque simplemente ya no se quiere nada más. Es solo que yo lo veía todo tan bien... Por supuesto, hubo cosas que me lastimaron, que me molestaron, que no vale la pena mencionar, pero eran cosas que pensé que iba a superar. Ojalá no hubiéramos forzado las cosas, ojalá no me hubiera dicho que me quería luego de haber terminado conmigo. Ojalá no hubieran pasado muchas cosas, pero pasaron y me hace sentir mal como terminó todo. La relación fue tan linda y ese último mensaje fue tan brusco. No le hace justicia a lo que yo viví, a lo mejor sí hace justicia a lo que él vivió y eso duele aún más. 
Me gustaría poder terminar todo ahí. Decir que ya nada pasó. Pero la verdad es que Felipe apareció por una semana en mi vida. Emiliano apareció dos días, dos días donde literalmente fui un objeto sexual. ¿Dónde quedó el empoderamiento de subir nudes a tumblr o a ig? Hago las cosas que hago por atención, porque estoy aburrida. Vuelvo a los lugares donde me lastimaron porque siento que eso es lo que merezco, que eso es lo que hay para mí, que no va a llegar nadie mejor. Y no les puedo echar la culpa. No es culpa de Felipe, no es culpa de Emiliano. Yo soy la que volvió a aparecer. Por eso le agradezco a Daniel, él no me dio oportunidad de caer en ese hueco otra vez. Respecto a Juan José, sabía que lo incomodaba, porque yo se lo pregunté. Tenía tantas ganas de hablarle que pensaba “a lo mejor ya no le va a incomodar”. Escribí el poema deseando que lo leyera y a la vez deseando que no lo leyera porque era intenso. Al parecer lo leyó y sentí una cierta satisfacción, pero se desvaneció tan rápido como llegó. Como dije antes, la relación que tuvimos merecía más que un tonto poema y un mensaje grosero de despedida. 
Escribí esto para recordarme a mí misma las razones por las que necesito darme un tiempo para sanar de Juan José y de Daniel y de Francisco y de Emiliano y de Felipe... Sobre todo, para sanar de lo que yo misma me he hecho. Sé que voy bien. Cuando estoy con mis amigos no siento que tengo que estar con alguien más. Saber que tengo a Caro, Mar, Juan Manuel, Diana... me hace sentir un calorcito dentro de mí. Son personas que adoro y me siento culpable cuando pienso en que quiero a alguien de forma romántica, porque ellos me dan esa atención y ese amor que está fuera de mi alcance. Sigo meditando todos los días, dándome la oportunidad de probar cosas nuevas (como drogas o salidas diferentes, hacer nuevos amigos y arreglar relaciones), estoy cumpliendo mis metas. Me metí a francés para aprender algo fuera de la U, para “circular” como dice mi mamá. Estoy hablando más. No he tenido un ataque de ansiedad en un mes o más. Cada vez que pienso en cómo me siento solo pienso “tranquila, en balance”. A veces la idea de estar siempre en el mismo estado me desespera y me hace querer hacer cosas impulsivamente, cualquier cosa para sentir algo aparte de tranquilidad y ecuanimidad. A veces necesito sentarme a escribir cosas estúpidamente largas que nadie va a leer para poder ordenar mis ideas. Sí, quiero a alguien que me dé besitos y que me abrace y que salga conmigo a comer o me acompañe a hacer mandados, pero ya tengo a alguien que me abrace y que salga conmigo a comer y que me acompañe a hacer mandados y los besitos los recibo de Mar y Juan Manuel. Recibo mucho amor de muchas personas y cuando muestro lo bien que me siento, la gente busca estar conmigo. 
“Dejá que la vida te sorprenda, Gabi” me dijo la psicóloga la última vez que la vi, el año pasado. Ya llegará alguien, que no sea por Tinder, que sí quiera estar conmigo, que no sienta que es su responsabilidad ayudarme en un ataque de ansiedad pero que lo haga porque quiere. Ya llegará alguien que me escuche y que comparta espacios conmigo. Ya llegará alguien que le agregue más amor a mi vida y no que lo reemplace. Y si no llega, no debería preocuparme por eso, pero no debería conformarme con las personas que me lastimaron antes. Creo que ese es un aspecto que tengo que mejorar de mí. Definitivamente, luego de salir con Juan José, me di cuenta de que ya aprendí a escoger mejor a las personas con las que salgo. No es mi culpa no haberme dado cuenta de que las cosas no estaban bien (al contrario de lo que me dijo mi mamá). Muchas de estas cosas que escribí son mi culpa, pero todas me han hecho crecer. Después de todo lo que he pasado, tengo que “circular” y dejar de esperar a que aparezca Mr. Right, no volver a donde me hicieron daño. Sí, hay cosas que me gustaría cambiar, en especial con Juan José y las últimas semanas que hablamos y con Emiliano, hace como dos días, pero no se puede ahora solo puedo dejar ir a Juan José e ignorar a Emiliano. y por supuesto, seguir trabajando para ser la mejor versión de mí misma. Quererme mucho, fortalecer lazos con personas que sé que le van a traer bien a mi vida. 
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