| Atar |
Otras versiones de la decadencia (gozan los esclavos)
El recuerdo del replicante -sobre los recuerdos encubridores (exactitud y verosimilitud)-
Nicolás Salinas
Blade Runner (1982) plantea un futuro ciberpunk, en el cual la tecnología mediante ingeniería genética permitió a los humanos crear “humanos artificiales” denominados replicantes, estos son más inteligentes y fuertes que el humano promedio, <es como si fueran humanos> lo único que los distingue de “los humanos” es que carecen de empatía, la insolencia del humano artífice (en el sentido platónico de la palabra) llevará a crear un modelo de replicantes llamado Nexus 6, los mismos deben ser “más humanos que un humano” la solución, ha de consistir en que ellos deben sentirse humanos, aquí se plantea la pregunta ¿Qué nos hace humanos? El film lo resuelve fácilmente, a este nuevo modelo de replicantes se les implantan recuerdos, toda una vida en imágenes, olores, sonidos, colores todas las posibles evocaciones del tesoro y la maldición del alma humana.
Pero, es peligroso, que existan seres más fuertes y más inteligentes por allí dando vueltas, constituye una amenaza por lo cual los replicantes no cuentan con un periodo de vida que supere los cuatro años, (pensaremos que es muy poco tiempo, cuatro años, es toda una vida, vivida en este caso, cada replicante tiene en si recuerdos de una infancia, de sus padres, sus amores, sus pérdidas, sus logros y fracasos) un replicante es tanto o más humano que un humano en este punto.
El drama de la película es la lucha entre un replicante que desea vivir, superar el margen de cuatro años de vida, y la caza al mismo que emprende nuestro Blade Runner H. Ford, luego de una extensa contienda, el replicante tan humano relata todo lo que en sus cuatro años ha vivido y se deja morir diciendo “todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.” ¿Existe algo más humano que el sentimiento desolador que produce la muerte? El recuerdo es lo que nos constituye humanos según el film, en la medida que se presenta la posibilidad de que todo termine, a lo finito de la existencia el recuerdo le otorga sentido.
Aquel replicante, con sus recuerdos implantados, encarna la lucha del humano ante la inminencia del olvido, Freud en algún punto se preguntara sobre el estatuto del recuerdo, ¿Qué es? Textos como “un recuerdo infantil…” “Recuerdo repeticion y elaboracion” permiten identificar un concepto el de “Recuerdos encubridores” dice Freud que en definitiva el recuerdo en si es un recuerdo encubridor, (¿es acaso lo mismo que un recuerdo implantado?) En tanto que realmente no recordamos con exactitud, sino que a fin de cuentas nuestros recuerdos son en partes fantasías nuestras, enlazadas con el “hecho histórico”, pueden o no haber sucedido realmente, pero el sujeto los vive (por qué un recuerdo es algo que se recrea) como verdad (no exacta).
El recuerdo no es algo que se piensa… sino algo que se vive día a día, en tanto que se tramita vía una repetición, de tal modo el recuerdo se actualiza y modifica, pierde así cada vez más exactitud mientras cobra verosimilitud, (termina uno por creerlo verdadero) y es que lo son, por qué es lo único que realmente quizás en algún punto nos pertenece, nos es propio y nos hace “humanos”.
Recordar, la acción proviene de “Ricordis” -re (de nuevo)- -cordis (corazón)- recordar es volver a transitar el corazón, considerado el mismo el asiento de la memoria, el recordante es aquel que vuelve a re pasar por su coridis.
Aquel que pasa de nuevo por su corazón, repite, en tanto que recrea en su vida los recuerdos, sin darse cuenta; Nuestros personajes Deckard, el Blade Runner, y Roy el replicante, pasan una y otra vez por su corazón, desgraciadamente, Roy muere, Deckard tiene la posibilidad de seguir viviendo, y su corazón encuentra un nuevo recuerdo el cual conservar, se enamora de una bella replicante, tan humana, demasiado humana, y así en ese acto de amor, Deckard y su amada repetirán una vez más la historia de su recuerdo, reviviendola, transformandola, “Ahí donde repito, traiciono. Y ahí donde quiero transformar no hago más que repetir.”
El final de película nos muestra para Deckard y su amada un futuro incierto, su amada con tan solo cuatro años de vida, y toda una vida en recuerdos ya vivida, Deckard un tipo cansado ya de vivir, juntos se aventuran en un futuro (incierto como todos), dispuestos a sumarle al corazón nuevos recuerdos, advertidos así que todo lo humano no es más que algo tan finito y minúsculo como lágrimas en la lluvia.
___________________________________
La decisión de obedecer*
Oscar D'Amore
"El enamoramiento que un industrial o los dueños de la tierra soportan por sus máquinas o por la extensión de sus campos, no es en verdad más que autofascinación por su poder efectivo sobre los demás".
Oscar Masotta, Sexo y traición en R. Artl
Es el año 2019. Con la ayuda de las nuevas tecnologías los esclavos pueden fabricarse en laboratorios; los diseñadores genéticos han generado un clon llamado "replicante" (robot Nexus 6), especialmente adaptado para las necesidades de las nuevas colonias espaciales.
Generalidades: despectivamente llamados "portapieles", poseen un status social inferior al negroide y al chicano. Inesperadamente, llegan a superar en inteligencia a sus creadores, aunque son considerados inestables en la calidad de sus relaciones emocionales. De modo tal que, para poder controlar eficazmente la violencia que son capaces de desarrollar, se diseña un dispositivo de seguridad que programa la muerte del portapiel en cuatro años.
Estado de la situación: una unidad Nexus 6 de combate se ha amotinado en una de las colonias, motivo por el cual es creado un escuadrón parapolicial de elite denominado Blade runners para combatirlos. Se sabe que cuatro replicantes han copado una nave y se dirigen a la tierra; la orden impartida a los blades es tirar a matar.
El compuesto blade-runner no es de fácil traducción; se nos entrega como un puro significante anglosajón. Mas allá de las traducciones literales de los dos términos, runner como sufijo de otro término adquiere el sentido de contrabandista (por ejemplo drug runner), aunque también soporta el giro "correve(i)dile" en la línea de nuestro clásico buchón o botón para señalar tanto al policía como al alcahuete, literalmente: una persona que sirve para encubrir de cierta forma lo que se quiere ocultar
Para el caso de blade, que usualmente es tomado como espada o arma blanca, podemos recurrir a un sentido en desuso que adquiere la forma de "descarriado". Probablemente ésta es la función, pues la misión consta en "retirar" (sutil denominación del acto de ejecutar) del mercado a los replicantes descarriados. Por supuesto, es una misión que será llevada a cabo bajo cuerda de la opinión pública.
El oficial Deckard es un blade runner que, harto de la matanza, ha regresado a la tierra con la idea de salirse de la misión. Pero en honor a su foja de servicios que lo signa como "The best" se lo vuelve a reclutar para realizar el "trabajo sucio". Esto, muy a su pesar, pues no quiere pero-se-deja convencer, argumentando no tener alternativas:
"Prefería ser un asesino a una victima". No hay dudas, pues lo que en principio podría aproximarnos a una situación dilemática es resuelta por la elección: puesto a escoger, prefiere lo que prefiere. El dilema no tiene una solución práctica sino retórica.
El objetivo del líder replicante, Barry, es ir al encuentro de su demiurgo (Mr. Tyrrel) a quien interpela sin medias lenguas: "Padre, ¿por qué la oscuridad de mi origen, por qué programar mi muerte!" Hay un problema en términos temporales que resulta de orden lógico. Tentativamente: a la falta de respuesta por la invaginación temporal de la secuencia (muerte del hijo por muerte del padre) adviene el "parricidio".
En el combate final, Barry enfrenta a Deckard. Hay aquí una nueva inversión: el cazador se convierte en presa, pero Barry al filo de su tiempo vital programado, deja con vida al blade runner diciéndole: "Es desagradable vivir con miedo, así es la esclavitud".
Deckard, fogueado en la delación y el crimen, lo sabe y el efecto hace semejanza, pues lo pone en lugar de esclavo. Pero a su vez indica una diferencia: Deckard es un esclavo buchón del poder de turno, que participa, con su licencia para matar, de algunas migajas de poder. Lo diferente no es sólo de estofa temporal o de obediencia; a Barry lo diferencia ese acto: "Lo visto se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia", dirá Barry antes de morir. Si su tiempo de vida -acotado tecnológicamente- lo condena a la certeza horaria de su muerte, lo destaca como un portapiel que interroga ese particular que lo define, no será sin consecuencias. El acto hace causa en Deckard que lo sobrevive: "¿Pero quién sobrevive?", se pregunta Deckard.
Esta última frase puede poner al espectador en la pista de un juicio tardío, que caería sobre la decisión de haber aceptado la misión; sin embargo, son distintos tiempos. Si primero hubo elección es porque la alternativa existió aunque la coartada para negarla se sostenga en esa suerte de transacción ilusoria que exige obediencia a cambio de vida. El costo es a expensas de la responsabilidad subjetiva, porque es su ausencia el brillo que impide la producción de un sujeto del deseo inconsciente; no sólo se trata de una orden sino lo que de ella es aceptado.
La tentación de catalogar a Deckard como "arrepentido" es tan grande como equívoca. Aunque aparezca como verosímil, el sentimiento inconsciente de culpa -no la culpa- (y esta última no abunda en la mano de obra especializada) es fácilmente corrompible por la férrea creencia en un Otro de la orden: es "yo" quien cree, no el sujeto. Es una creencia que tiene poder anestésico: "Yo" cumplo órdenes. Si es así, Deckard es responsable y culpable moral, tanto de sus creencias como de sus asesinatos, aunque las estrategias de desresponsabilización jurídicas estén al servicio de la desculpabilización, para que la creencia de la existencia del Otro consista.
Alguien puede vestir ese ropaje, pero para eso tiene que ser sostenido desde Otro lugar. Es algo que "Yo" niega para quitarle cuerpo al deseo, una de las funciones posibles de lo particular.
___________________________________
* En: Ética y cine, Juan Jorge Michel Fariña y Carlos Gutiérrez (comps.), ed. Eudeba, Bs. As., 2000.
0 notes