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#exceso de velocidad
peydro4-abogados · 11 months
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El delito por exceso de velocidad en el Código Penal
Delito por exceso de velocidad: ⁙ circunstancias para que se dé este tipo de delito y CONSECUENCIAS penales que tiene
Delito por exceso de velocidad: ⁙ circunstancias para que ya se dé este tipo de delito y CONSECUENCIAS penales que tiene El Código Penal en España recoge que el exceso de velocidad es un delito. A continuación, acercamos todos los detalles relacionados con el delito por exceso de velocidad. ¿Cuándo se da un delito por exceso de velocidad? Para incurrir en un delito por exceso de velocidad se…
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12endigital · 2 years
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Un motorista circulaba a 211 km/h por un tramo limitado a 80
La Guardia Civil del Subsector de Tráfico de Alicante ha investigado al conductor de una motocicleta que circulaba superando en más del doble la velocidad permitida para el tramo de la vía en la que fue sorprendido. Los excesos de velocidad limitan a los conductores la capacidad de reacción ante un imprevisto. En un accidente de tráfico,los motoristas tienen más probabilidades de fallecer que los…
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44 personas han muerto en accidentes viales a bordo de motocicletas
44 personas han muerto en accidentes viales a bordo de motocicletas
Janette de Los Reyes Tijuana, 20 de diciembre del 2022.- El exceso de velocidad fue el causante de la muerte de la mayoría de las 131 personas que perdieron la vida en accidentes automovilísticos durante 2022. Por esto, es sumamente importante que se extremen precauciones durante estás próximas fiestas decembrinas. La estadística indica que en el presente año se han registrado 974 accidentes de…
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elchaqueno · 7 months
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Influencia alcohólica y exceso de velocidad provocaron fatal accidente en la Ruta 9
Una colisión frontal entre una flota y una camioneta dejó cuatro personas fallecidas y cuatro heridos en la Ruta 9. Según las autoridades, el accidente fue causado por influencia alcohólica y exceso de velocidad.
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tarracogest · 1 year
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La increíble multa de 121.000 € en Finlandia por exceso de velocidad, pero no es el récord en Europa
Alemania, Suiza, Austria, Reino Unido o Finlandia son países que apuestan por los castigos más serios a los que incumplen las normas de tráfico. Cada país tiene sus propias reglas y también sus propias cuantías en multas que vacían los bolsillos. Con la última, casi puedes comprarte un Range Rover y con la del récord en Europa dar la entrada para un Bugatti Veyron. Son varios los países europeos…
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queretarotv · 2 years
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Aplicarán multas por exceso de velocidad en la carretera 57 a partir de esta semana
La Secretaría de Movilidad del municipio de Querétaro comenzará esta semana con la aplicación de multas por exceso de velocidad en el tramo municipalizado de la carretera federal 57, informó el alcalde Luis Bernardo Nava. El edil señaló que la semana pasada comenzaron a operar las cuatro unidades de los oficiales de movilidad en el tramo, para detectar a los infractores. Detalló que en primera…
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longliveblackness · 3 months
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At the height of the Jim Crow era, Jack Johnson became the first black world heavyweight boxing champion. He was pulled over for speeding by a police officer who issued him a $50 ticket.
Johnson gave him a $100 bill and told him to keep the change because he'd be coming through in the opposite direction at the same speed.
•••
En el auge de la era de Jim Crow, Jack Johnson fue el primer hombre negro en convertirse en campeón mundial de boxeo de peso pesado. Fue detenido por conducir en exceso de velocidad y el oficial le emitió un multa por la cantidad de $50.
Johnson le dio un billete de $100 y le dijo que se quedara con el cambio, porque cuando regresara del lado contrario lo haría a la misma velocidad.
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callmeanxietygirl · 17 days
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Multada por exceso de velocidad.
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calebine · 3 months
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12 de febrero de 2024 Reading, Berkshire
Como cada año, coincidiendo con la ceremonia de graduación en la Real Academia Militar de Sandhurst, la villa de los Irvine se prepara para recibir el evento más esperado por el Ejército y la alta sociedad británica: la Noche del Soberano. Escuchas sin querer la conversación del Lord Huddleston y el Coronel Wallace.
HABILIDAD: velocidad de ejecución (1/3)
ESPECIFICACIONES: una escena de la adultez de caleb
La villa de campo de los Irvine se ve a rebosar, la vorágine se entremezcla con charlas, risas, recuerdos de quienes comparten un eje en común. Los cadetes de Sandhurst disfrutan de sus primeras andadas con los altos mandos del Ejército, invitados como cada año al evento de graduación y, por supuesto, la continuación de los festejos al caer la noche. Las enormes y altas paredes se decoran con las pinturas que narran los castigos de los moradores del hades; Ticio, Tántalo, Sísifo e Ixión. Se dice que el General August Irvine, que vivió allá por los comienzos del siglo pasado, era un fanático de la pintura de la Escuela Veneciana y, en especial, de Tiziano. Pasó toda su vida coleccionando para que, quién sabe cuántas décadas después, Lord Huddleston la observe con una borrachera descomunal. Su compañero de batallas, el Coronel Wallace, le toca el hombro para que se fije en el ring que se vuelve protagonista del espacio. Vaya, se perdió la última pelea.
— No me jodas, ¿te perdiste a mi hermanito? Le partió la cara al Brigadier. —Le muestra un fajo de billetes de considerable grosor con una sonrisa que más que orgullo, presenta codicia.— Gané cincuenta mil libras.
— ¿Solo?—El desdén del Lord se manifiesta en la forma en la que cincela las comisuras, Wallace está lejos de impresionarle. Como siempre, se niega a ofrecerle validación alguna.
Está cansado, lo admite. Los clamores y la efervescencia por doquier son comunes a cada enfrentamiento en el que el ego se pone a prueba. La dinámica se presenta a través de combates cuerpo a cuerpo que sólo concluyen cuando uno cae inconsciente. Simple. En esa noche de excesos, alcohol y falta de moralidad, las apuestas aumentan la adrenalina de un cuantioso grupo de espectadores que viven el evento con un entusiasmo descomunal. El Lord, por su parte, ya no sabe qué hacer para divertirse.
— ¿Cuándo salen los Irvine? — Con la mirada que le dirige al Coronel, más bien le suplica que le de una buena noticia. 
— Pronto. Qué ganas, esos dos sí qué saben dar un buen espectáculo. —El carcajeo cínico revela la naturaleza del hombre. — ¿Te acuerdas hace dos años? Todo lleno de sangre... — Las palmas señalan sus alrededores, como si pudiera formar un charco.— Una lástima la ausencia del Capitán el año pasado.
— ¿Caleb? — El Lord conoce a los Irvine desde la infancia, coetáneo a Marcus, compartieron clases y vivencias desde que tiene memoria. —Ajá, aún me parece difícil de creer que pidiera … ¿cómo dijo? una excedencia. ¡Puf! 
— Anda, anda. Unas vacaciones del ejército le vienen bien a cualquiera. — No lo dice, pero él mismo, en sus años de juventud, tuvo todas las que pudo. Méritos de familia, supone. — Su padre estaba echando humo por las orejas. — Se ríe, claro que lo hace.
—Nah, Caleb se lesionó ese año. El escuadrón A falló en acudir como refuerzo en una operación.
— ¿El mismo escuadrón A de Marcus?
— ¡Exacto! — Ambos se mueren de la risa, el Lord hasta se está secando las lágrimas que le surgen por tantísima comedia.
Aún, tiene ganas de soltar algo más gracioso.
—Voy a apostar cien mil libras por Caleb. — Alza la copa, siempre podrá culpar al alcohol.
— ¡¿Qué?! — Al Coronel casi se le detiene el corazón. — Cómo te gusta perder dinero, sólo los cadetes apuestan por el Capitán.
— Cállate, cállate. ¿No te enteraste que fue aceptado en la Academia Reverie? — Finge interés, más bien, está haciendo lo posible por no volver a carcajear.
— ¡Obvio! El General no iba a pasar la vergüenza de que sus dos hijos fueran rechazados. — Da en el blanco, de nuevo, están llenando el espacio con el veneno de sus risas. — ¿Cuánto dices que les pagó? ¿Medio millón?
— ¡Un millón!
[ .... ]
El combate entre Marcus y Caleb llega a su clímax en medio de un mar de clamores y vítores, indudablemente el momento más emocionante de la noche. El brazo del mayor de los dos se alza victorioso, su rostro dominado por una sonrisa de satisfacción que refleja su invicta trayectoria. Aquellos cercanos a Marcus conocen su falta de expresiones risueñas en la vida diaria, pero ahora las comisuras de sus labios se afilan de manera tan natural que parece un gesto perpetuo. Con soberbia, no voltea a ver cómo su hermano menor recibe ayuda para bajar del ring por parte de amigos y compañeros de escuadrón.
En ese momento, Lord Huddleston hace su entrada entre el público y se acerca a Caleb, sin temor a mancharse de sangre, posa ambas palmas sobre dichas facciones magulladas. Y, ahí, habla con arrogancia:
— ¡Me debes cien mil, Irvine!
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chica-manos-de-tijera · 2 months
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mujer bajo la influencia - poema
todos saben que siempre quise escribir el poema más largo
el poema más largo del mundo o algo por el estilo
entonces empiezo la narración:
recuerdo la luna del tamaño de una naranja
del tamaño y el color de una naranja
inmensa, jugosa y tímida entre los cables y árboles
de la potente
veloz y voraz avenida libertador
sin ningún orden en particular ¿no? 
recuerdo el grito furioso
el canto desesperado 
con el que el fanático recurre
para el remedio
al torbellino de sudor que se hunde en el cemento
se hunde hasta que de él no queda nada más
que un eco
se hunde hasta que de él no queda
recuerdo con la yema de los dedos
la decisión de la vuelta rápida, sola
levemente peligrosa
levemente perseguida
por un espacio que se termina
un tiempo que corre sin mirar para atrás
una compañía dinámica
de la cual suelo desconfiar
recuerdo el pensamiento:
la sube sin el sueldo
por no cobrar
la caminata eterna 
altas horas
con la yema de los dedos tomo una decisión 
sin ningún orden en particular ¿no?
porque ya aplico la vuelta
recuerdo el pañuelo negro con puntos blancos
embarro las manos en la seda
que sabe y se siente 
como la elegancia de la nostalgia
que se desliza como leve latido desparejo en el corazón
que se desliza como única lágrima en el silencio
el pañuelo negro vuela entre las manos de las gentes
entre cuerdas de acero, los hilos más gruesos siempre
sin ningún orden en particular ¿no?
guardo en el sabor de mi recuerdo
porque recuerdo a la chica con el rostro de medusa
confundible con una hermosa asesina
con los ojos hechos de miel,
porque ella mejor, imposible
cabeza rapada por los costados
flequillo rollingstone
y largo cabello negro liso, así como la parca
recuerdo / sin ningún orden en particular
así el recuerdo puede ser eterno / no lineal
recuerdo el desliz de la lengua del inframundo
corriendo mi pelo por detrás de la oreja
deslizando entre la saliva todas sus seducciones
no suenan nada distinto a lo que escucho en la radio
no suenan a nada que me pueda parecer poco deseable
es un ruido tántrico
que se va volviendo psicodélico
para cuando quiero quitarmela del oído
veo que con los pies ya no toco la tierra
que me elevo por entre los sauces 
me convertiré en una eminencia / un ángel exterminador
al explotar en el sonido blanco
todo se escucha con más claridad
sin ningún orden
en específico
¿no?
recuerdo entonces, y sin más rodeos
el dedo loco
que se me acerca a la boca
ofreciendo una jugosa recompensa
recuerdo el dedo loco que ofrece
la boca que acepta, que casi muerde
pero libera
elige la condición de la libertad
elige el desarraigo 
se convence de que puede hacer las cosas
esa boca que tanto habla, que tanto dice
que tanto se sabe decir y desear
la boca acepta el trato del dedo loco
adquiere sus sustancias debajo de la lengua
en el paladar
haciendo profundo duelo con el chicle que sabe llevar
mascado hace horas
porque es una boca que no sabe detenerse
y acepta el regalo del dedo loco
puedo decir entonces que recuerdo
recuerdo ¿no?
en ningún orden en particular
y siento bajo los dedos de las manos
los hombros de un hombre que no conozco
a altas velocidades de la noche
a altas horas del coche
andando en la vuelta
que tiene sabor a nuevo
que solo me tiene pensando “
la vida corre a mi favor”
como si fuese necesario pedir
un rico perfume
que solamente recuerda a un amante obsoleto
que ni siquiera puedo volver individual
solamente existe como espectro
recuerdo entre los labios
la caricia furiosa e incinerante
de una presencia que desborda
por toda la piel que puedo llegar a tener
un corte / un rasqueteo 
termino rasqueteando la música para que
para que no quede pegada a las paredes
es mi pequeño aporte al establecimiento
hago una mezclilla con todas las músicas restantes
fabrico un balde de pintura nuevo
que suena a todo lo que me gusta escuchar
lucho con todos los sabores disfruto porque están mal
y me regocijo siempre en el exceso
de cualquier cosa que haya por gustar
recuerdo en creer que no
creer que sí
y creer en los intermedios
en los intermediarios
en lo intermitente
yo digo: no hay efectos
a mí me responden: las pupilas del tamaño de una canica
yo estaba: culposa
ahora estoy: dispuesta al disfrute
capaz de olvidar
capaz de descansar
con la habilidad de oír demás
con la debilidad por escuchar todo lo que pueda
con las canicas en los ojos y un grueso marco blanco en toda la piel
yo salgo de mi casa solamente con mi atuendo blanco
que funciona en contraste con todos los moretones
habidos y por haber
recuerdo que salto la reja, de hecho no
me deslizo por debajo
me raspo los codos levemente, no lo suficiente
podría haber dejado un rastro de sangre
que indique mi presencia, que manche a los próximos (no lo hice)
recuerdo que las conversaciones las vuelvo delirantes
sin orden en particular
solamente para gozar la libertad de hablar, de hablar sobre lo que quiera
de saberme criatura, ángel y deidad
me permito decir una sarta de idioteces
que solamente toman enserio los que no entienden
los que no chequean dos veces los ojos
estos cazadores, ojos
que solamente saben comer, 
que están intensamente al tanto
de todo lo que llevan puesto alrededor
recuerdo araña con forma de perla, de carozo
patas largas como de hilo
caminando sobre la avenida 
en el semáforo
indiferente y agraciada
estirada y distanciada
de todo lo que yo puedo pensar sobre ella
recuerdo la sensación de estar tecleando este poema
con la intención de volverlo el poema más largo del mundo 
una parte de mis dedos recuerda El Sid
la otra parte de mis párpados recuerda horas eternas de mosh
y doy lastimosamente el brazo a torcer
cedo la posibilidad de que exista alguna vez un poema más largo
yo me retiro de esta en particular.
(sin orden en particular ¿no?)
pienso en que este poema se podría ordenar
y acepto que la noche fue simplemente histórica.
4/3/2023
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En marzo de 2006 aparece con el título "speedsuit"
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Se presenta con un vestido azul, de cuerpo completo, un total body, utilizados para deportes de alta velocidad, cuando se busca la máxima aerodinamia.
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Se buscan vestidos ceñidos, con la mínima resistencia al aire, tanto en diseño como en materiales.
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Milena piensa en este modelo para desportes de invierno como el skí. Con ese vestido de solo una pieza sus curvas son muy prominentes, en especial por la protusión de sus gigantes pechos.
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Estos modelos deportivos al ser tan ceñidos, solo hacen marcar más las curvas de la modelo.
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Cuando Milena se muestra con toda su figura, solo es posible detectar su delgadez, de piernas y brazos, en comparación con unos pechos muy grandes para el resto del cuerpo.
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Hay que reconocer que este vestido tan ceñido consigue cierta aerodinamia, pero la mayoría diría que el exceso de pecho, no facilita la realización de ejercicios de velocidad.
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Dentro de los deportes de patinaje, existen variantes.
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Cuando Milena toma la posición acostada, sus pechos la aprisionan, se desbordan, y caen por los lados, salvo si están comprimidos con vestidos tan ceñidos.
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Una compañia habitual con Milena es su amiga Nadine, con un estilo diferente, también hivernal.
Milena consigue capta la atención al elevar sus brazos y los pechos dibujarse redondos, y el perfil del pezón insinuado.
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Incluso ambas se ayudan para mejora la flexibilidad, pero es imposible fijarse en otra cosa que no sean los pechos de Milena.
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xavicuevas · 10 months
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El megalómano y el narcisista según Bertrand Russell
byBloghemia-noviembre 20, 2023
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“El narcisista y el megalómano creen que la felicidad es posible, aunque pueden adoptar medios erróneos para conseguirla; pero el hombre que busca la intoxicación, en la forma que sea, ha renunciado a toda esperanza, exceptuando la del olvido. ”  - Bertrand Russell
  Artículo del filósofo, matemático, y premio Nobel de Literatura, Bertrand Russell. 
Por: Bertrand Russell 
Los animales son felices mientras tengan salud y suficiente comida. Los seres humanos, piensa uno, deberían serlo, pero en el mundo moderno no lo son, al menos en la gran mayoría de los casos. Si es usted desdichado, probablemente estará dispuesto a admitir que en esto su situación no es excepcional. Si es usted feliz, pregúntese cuántos de sus amigos lo son. Y cuando haya pasado revista a sus amigos, aprenda el arte de leer rostros; hágase receptivo a los estados de ánimo de las personas con que se encuentra a lo largo de un día normal. 
Una marca encuentro en cada rostro; marcas de debilidad, marcas de aflicción... 
...decía Blake. Aunque de tipos muy diferentes, encontrará usted infelicidad por todas partes. Supongamos que está usted en Nueva York, la más típicamente moderna de las grandes ciudades. Párese en una calle muy transitada en horas de trabajo, o en una carretera importante un fin de semana; vacíe la mente de su propio ego y deje que las personalidades de los desconocidos que le rodean tomen posesión de usted, una tras otra. Descubrirá que cada una de estas dos multitudes diferentes tiene sus propios problemas. En la multitud de horas de trabajo verá usted ansiedad, exceso de concentración, dispepsia, falta de interés por todo lo que no sea la lucha cotidiana, incapacidad de divertirse, falta de consideración hacia el prójimo. En la carretera en fin de semana, verá hombres y mujeres, todos bien acomodados y algunos muy ricos, dedicados a la búsqueda de placer. Esta búsqueda la efectúan todos a velocidad uniforme, la del coche más lento de la procesión; los coches no dejan ver la carretera, y tampoco el paisaje, ya que mirar a los lados podría provocar un accidente; todos los ocupantes de todos los coches están absortos en el deseo de adelantar a otros coches, pero no pueden hacerlo debido a la aglomeración; si sus mentes se desvían de esta preocupación, como les sucede de vez en cuando a los que no van conduciendo, un indescriptible aburrimiento se apodera de ellos e imprime en sus rostros una marca de trivial descontento. De tarde en tarde, pasa un coche cargado de personas de color cuyos ocupantes dan auténticas muestras de estar pasándoselo bien, pero provocan indignación por su comportamiento excéntrico y acaban cayendo en manos de la policía debido a un accidente: pasárselo bien en días de fiesta es ilegal. 
O, por ejemplo, observe a las personas que asisten a una fiesta. Todos llegan decididos a alegrarse, con el mismo tipo de férrea resolución con que uno decide no armar un alboroto en el dentista. Se supone que la bebida y el besuqueo son las puertas de entrada a la alegría, así que todos se emborrachan a toda prisa y procuran no darse cuenta de lo mucho que les disgustan sus acompañantes. Tras haber bebido lo suficiente, los hombres empiezan a llorar y a lamentarse de lo indignos que son, en el sentido moral, de la devoción de sus madres. Lo único que el alcohol hace por ellos es liberar el sentimiento de culpa, que la razón mantiene reprimido en momentos de más cordura. 
Las causas de estos diversos tipos de infelicidad se encuentran en parte en el sistema social y en parte en la psicología individual (que, por supuesto, es en gran medida consecuencia del sistema social). Ya he escrito en ocasiones anteriores sobre los cambios que habría que hacer en el sistema social para favorecer la felicidad. Pero no es mi intención hablar en este libro sobre la abolición de la guerra, de la explotación económica o de la educación en la crueldad y el miedo. Descubrir un sistema para evitar la guerra es una necesidad vital para nuestra civilización; pero ningún sistema tiene posibilidades de funcionar mientras los hombres sean tan desdichados que el exterminio mutuo les parezca menos terrible que afrontar continuamente la luz del día. Evitar la perpetuación de la pobreza es necesario para que los beneficios de la producción industrial favorezcan en alguna medida a los más necesitados; pero ¿de qué serviría hacer rico a todo el mundo, si los ricos también son desgraciados? La educación en la crueldad y el miedo es mala, pero los que son esclavos de estas pasiones no pueden dar otro tipo de educación. Estas consideraciones nos llevan al problema del individuo: ¿qué puede hacer un hombre o una mujer, aquí y ahora, en medio de nuestra nostálgica sociedad, para alcanzar la felicidad? Al discutir este problema, limitaré mi atención a personas que no están sometidas a ninguna causa externa de sufrimiento extremo. Daré por supuesto que se cuenta con ingresos suficientes para asegurarse alojamiento y comida, y de salud suficiente para hacer posibles las actividades corporales normales. No tendré en cuenta las grandes catástrofes, como la pérdida de todos los hijos o la vergüenza pública. Son cuestiones de las que merece la pena hablar, y son cosas importantes, pero pertenecen a un nivel diferente del de las cosas que pretendo decir. Mi intención es sugerir una cura para la infelicidad cotidiana normal que padecen casi todas las personas en los países civilizados, y que resulta aún más insoportable porque, no teniendo una causa externa obvia, parece ineludible. Creo que esta infelicidad se debe en muy gran medida a conceptos del mundo erróneos, a éticas erróneas, a hábitos de vida erróneos, que conducen a la destrucción de ese entusiasmo natural, ese apetito de cosas posibles del que depende toda felicidad, tanto la de las personas como la de los animales. Se trata de cuestiones que están dentro de las posibilidades del individuo, y me propongo sugerir ciertos cambios mediante los cuales, con un grado normal de buena suerte, se puede alcanzar esta felicidad. 
Puede que la mejor introducción a la filosofía por la que quiero abogar sean unas pocas palabras autobiográficas. Yo no nací feliz. De niño, mi himno favorito era «Harto del mundo y agobiado por el peso de mis pecados». A los cinco años se me ocurrió pensar que, si vivía hasta los setenta, hasta entonces solo había soportado una catorceava parte de mi vida, y los largos años de aburrimiento que aún tenía por delante me parecieron casi insoportables. En la adolescencia, odiaba la vida y estaba continuamente al borde del suicidio, aunque me salvó el deseo de aprender más matemáticas. Ahora, por el contrario, disfruto de la vida; casi podría decir que cada año que pasa la disfruto más. En parte, esto se debe a que he descubierto cuáles eran las cosas que más deseaba y, poco a poco, he ido adquiriendo muchas de esas cosas. En parte se debe a que he logrado prescindir de ciertos objetos de deseo —como la adquisición de conocimientos indudables sobre esto o lo otro— que son absolutamente inalcanzables. Pero principalmente se debe a que me preocupo menos por mí mismo. Como otros que han tenido una educación puritana, yo tenía la costumbre de meditar sobre mis pecados, mis fallos y mis defectos. Me consideraba a mí mismo —y seguro que con razón— un ser miserable. Poco a poco aprendí a ser indiferente a mí mismo y a mis deficiencias; aprendí a centrar la atención, cada vez más, en objetos externos: el estado del mundo, diversas ramas del conocimiento, individuos por los que sentía afecto. Es cierto que los intereses externos acarrean siempre sus propias posibilidades de dolor: el mundo puede entrar en guerra, ciertos conocimientos pueden ser difíciles de adquirir, los amigos pueden morir. Pero los dolores de este tipo no destruyen la cualidad esencial de la vida, como hacen los que nacen del disgusto por uno mismo. Y todo interés externo inspira alguna actividad que, mientras el interés se mantenga vivo, es un preventivo completo del ennui. En cambio, el interés por uno mismo no conduce a ninguna actividad de tipo progresivo. Puede impulsar a escribir un diario, a acudir a un psicoanalista, o tal vez a hacerse monje. Pero el monje no será feliz hasta que la rutina del monasterio le haga olvidar su propia alma. La felicidad que él atribuye a la religión podría haberla conseguido haciéndose barrendero, siempre que se viera obligado a serlo para toda la vida. La disciplina externa es el único camino a la felicidad para aquellos desdichados cuya absorción en sí mismos es tan profunda que no se puede curar de ningún otro modo. 
Hay varias clases de absorción en uno mismo. Tres de las más comunes son la del pecador, la del narcisista y la del megalómano. 
Cuando digo «el pecador» no me refiero al hombre que comete pecados: los pecados los cometemos todos o no los comete nadie, dependiendo de cómo definamos la palabra; me refiero al hombre que está absorto en la conciencia del pecado. Este hombre está constantemente incurriendo en su propia desaprobación, que, si es religioso, interpreta como desaprobación de Dios. Tiene una imagen de sí mismo como él cree que debería ser, que está en constante conflicto con su conocimiento de cómo es. Si en su pensamiento consciente ha descartado hace mucho tiempo las máximas que le enseñó su madre de pequeño, su sentimiento de culpa puede haber quedado profundamente enterrado en el subconsciente y emerger tan solo cuando está dormido o borracho. No obstante, con eso puede bastar para quitarle el gusto a todo. En el fondo, sigue acatando todas las prohibiciones que le enseñaron en la infancia. Decir palabrotas está mal, beber está mal, ser astuto en los negocios está mal y, sobre todo, el sexo está mal. Por supuesto, no se abstiene de ninguno de esos placeres, pero para él están todos envenenados por la sensación de que le degradan. El único placer que desea con toda su alma es que su madre le dé su aprobación con una caricia, como recuerda haber experimentado en su infancia. Como este placer ya no está a su alcance, siente que nada importa: puesto que debe pecar, decide pecar a fondo. Cuando se enamora, busca cariño maternal, pero no puede aceptarlo porque, debido a la imagen que tiene de su madre, no siente respeto por ninguna mujer con la que tenga relaciones sexuales. Entonces, sintiéndose decepcionado, se vuelve cruel, se arrepiente de su crueldad y empieza de nuevo el terrible ciclo de pecado imaginario y remordimiento real. Esta es la psicología de muchísimos réprobos aparentemente empedernidos. Lo que les hace descarriarse es su devoción a un objeto inalcanzable (la madre o un sustituto de la madre) junto con la inculcación, en los primeros años, de un código ético ridículo. Para estas víctimas de la «virtud» maternal, el primer paso hacia la felicidad consiste en liberarse de la tiranía de las creencias y amores de la infancia. 
El narcisismo es, en cierto modo, lo contrario del sentimiento habitual de culpa; consiste en el hábito de admirarse uno mismo y desear ser admirado. Hasta cierto punto, por supuesto, es una cosa normal y no tiene nada de malo. Solo en exceso se convierte en un grave mal. En muchas mujeres, sobre todo mujeres ricas de la alta sociedad, la capacidad de sentir amor está completamente atrofiada, y ha sido sustituida por un fortísimo deseo de que todos los hombres las amen. Cuando una mujer de este tipo está segura de que un hombre la ama, deja de interesarse por él. Lo mismo ocurre, aunque con menos frecuencia, con los hombres; el ejemplo clásico es el protagonista de Las amistades peligrosas. Cuando la vanidad se lleva a estas alturas, no se siente auténtico interés por ninguna otra persona y, por tanto, el amor no puede ofrecer ninguna satisfacción verdadera. Otros intereses fracasan de manera aún más desastrosa. Un narcisista, por ejemplo, inspirado por los elogios dedicados a los grandes pintores, puede estudiar bellas artes; pero como para él pintar no es más que un medio para alcanzar un fin, la técnica nunca le llega a interesar y es incapaz de ver ningún tema si no es en relación con su propia persona. El resultado es el fracaso y la decepción, el ridículo en lugar de la esperada adulación. Lo mismo se aplica a esas novelistas en cuyas novelas siempre aparecen ellas mismas idealizadas como heroínas. Todo éxito verdadero en el trabajo depende del interés auténtico por el material relacionado con el trabajo. La tragedia de muchos políticos de éxito es que el narcisismo va sustituyendo poco a poco al interés por la comunidad y las medidas que defendía. El hombre que solo está interesado en sí mismo no es admirable, y no se siente admirado. En consecuencia, el hombre cuyo único interés en el mundo es que el mundo le admire tiene pocas posibilidades de alcanzar su objetivo. Pero aun si lo consigue, no será completamente feliz, porque el instinto humano nunca es totalmente egocéntrico, y el narcisista se está limitando artificialmente tanto como el hombre dominado por el sentimiento de pecado. El hombre primitivo podía estar orgulloso de ser un buen cazador, pero también disfrutaba con la actividad de la caza. La vanidad, cuando sobrepasa cierto punto, mata el placer que ofrece toda actividad por sí misma, y conduce inevitablemente a la indiferencia y el hastío. A menudo, la causa es la timidez, y la cura es el desarrollo de la propia dignidad. Pero esto solo se puede conseguir mediante una actividad llevada con éxito e inspirada por intereses objetivos. 
El megalómano se diferencia del narcisista en que desea ser poderoso antes que encantador, y prefiere ser temido a ser amado. A este tipo pertenecen muchos lunáticos y la mayoría de los grandes hombres de la historia. El afán de poder, como la vanidad, es un elemento importante de la condición humana normal, y hay que aceptarlo como tal; solo se convierte en deplorable cuando es excesivo o va unido a un sentido de la realidad insuficiente. Cuando esto ocurre, el hombre se vuelve desdichado o estúpido, o ambas cosas. El lunático que se cree rey puede ser feliz en cierto sentido, pero ninguna persona cuerda envidiaría esta clase de felicidad. Alejandro Magno pertenecía al mismo tipo psicológico que el lunático, pero poseía el talento necesario para hacer realidad el sueño del lunático. Sin embargo, no pudo hacer realidad su propio sueño, que se iba haciendo más grande a medida que crecían sus logros. Cuando quedó claro que era el mayor conquistador que había conocido la historia, decidió que era un dios. ¿Fue un hombre feliz? Sus borracheras, sus ataques de furia, su indiferencia hacia las mujeres y sus pretensiones de divinidad dan a entender que no lo fue. No existe ninguna satisfacción definitiva en el cultivo de un único elemento de la naturaleza humana a expensas de todos los demás, ni en considerar el mundo entero como pura materia prima para la magnificencia del propio ego. Por lo general, el megalómano, tanto si está loco como si pasa por cuerdo, es el resultado de alguna humillación excesiva. Napoleón lo pasó mal en la escuela porque se sentía inferior a sus compañeros, que eran ricos aristócratas, mientras que él era un chico pobre con beca. Cuando permitió el regreso de los emigres tuvo la satisfacción de ver a sus antiguos compañeros de escuela inclinándose ante él. ¡Qué felicidad! Sin embargo, esto le hizo desear obtener una satisfacción similar a expensas del zar, y acabó llevándole a Santa Elena. Dado que ningún hombre puede ser omnipotente, una vida enteramente dominada por el ansia de poder tiene que toparse tarde o temprano con obstáculos imposibles de superar. La única manera de impedir que este conocimiento se imponga en la conciencia es mediante algún tipo de demencia, aunque si un hombre es lo bastante poderoso puede encarcelar o ejecutar a los que se lo hagan notar. Así pues, la represión política y la represión en el sentido psicoanalítico van de la mano. Y siempre que existe una represión psicológica muy acentuada, no hay felicidad auténtica. El poder, mantenido dentro de límites adecuados, puede contribuir mucho a la felicidad, pero como único objetivo en la vida conduce al desastre, interior si no exterior. 
Está claro que las causas psicológicas de la infelicidad son muchas y variadas. Pero todas tienen algo en común. La típica persona infeliz es aquella que, habiéndose visto privada de joven de alguna satisfacción normal, ha llegado a valorar este único tipo de satisfacción más que cualquier otro, y por tanto ha encauzado su vida en una única dirección, dando excesiva importancia a los logros y ninguna a las actividades relacionadas con ellos. Existe, no obstante, una complicación adicional, muy frecuente en estos tiempos. Un hombre puede sentirse tan completamente frustrado que no busca ningún tipo de satisfacción, solo distracción y olvido. Se convierte entonces en un devoto del «placer». Es decir, pretende hacer soportable la vida volviéndose menos vivo. La embriaguez, por ejemplo, es un suicidio temporal; la felicidad que aporta es puramente negativa, un cese momentáneo de la infelicidad. El narcisista y el megalómano creen que la felicidad es posible, aunque pueden adoptar medios erróneos para conseguirla; pero el hombre que busca la intoxicación, en la forma que sea, ha renunciado a toda esperanza, exceptuando la del olvido. En este caso, lo primero que hay que hacer es convencerle de que la felicidad es deseable. Las personas que son desdichadas, como las que duermen mal, siempre se enorgullecen de ello. Puede que su orgullo sea como el del zorro que perdió la cola; en tal caso, la manera de curarlas es enseñarles la manera de hacer crecer una nueva cola. En mi opinión, muy pocas personas eligen deliberadamente la infelicidad si ven alguna manera de ser felices. No niego que existan personas así, pero no son bastante numerosas como para tener importancia. Por tanto, doy por supuesto que el lector preferiría ser feliz a ser desgraciado. No sé si podré ayudarle a hacer realidad su deseo; pero desde luego, por intentarlo no se pierde nada.
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deseopolis · 9 months
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Antropoceno (semáforo en rojo)
Vengo en bicicleta desde la casa de un amigo pensando en el auto que no necesitaba pero que quería comprar; la sensación de poder que perdí en mi treintena recuperada en forma de un motor turbo y sensación de manejo dura, responsiva, potente, cuando me paso un semáforo en rojo y una camioneta china me agarra llenito. Me está golpeando con todo de costado. Mi cadera, columna y cabeza se doblan como un látigo hecho de varias piezas pequeñas de lego que se desarman del golpe pero que no se desparraman por todos lados porque mi cuerpo ahora las sujeta en su interior. Mientras me atropellan, estoy pensando en el Antropoceno. Antes del dolor que me hará gritar pidiendo a mi madre, antes de la agonía de tener los pulmones perforados por mis propios huesos, antes de ahogarme en mi sangre y del terror solidificado en la cara que mi hermano tendrá que reconocer en el servicio médico legal, pienso en el fin del mundo. Lyotard creía que sería de una manera bien grotesca; con el sol explotando y la vida huyendo en un formato poco elegante e infinitamente superior a nuestra humanidad, tan superior y a la vez ajeno para nuestro siglo XXI que jamás podremos imaginarlo completamente. Los aceleracionistas lo delimitaban en lo que venía después del hiper capitalismo pero no alcanzaron a imaginar nunca que venía después. Yo pienso en lo que me tocó, en las energías limpias y en la incapacidad de masificarlas porque a alguien en algún lugar un Excel aún no le cuadra con las proyecciones de revenue. También en la involución que en treinta y pico de años me tocó vivir mientras los libros de Fukuyama quedan obsoletos a punta de ‘’portonazos’’, ‘’encerronas’’, emprendedorismo radical y el centro histórico transformado en un cité de varias cuadras. Y pienso que mis ideas y mis conversaciones y el auto en el que venía pensando antes que una camioneta china híbrida de 500 NM de torque me reviente por dentro por pasar un semáforo en rojo son irrelevantes. No pasan los años por mis ojos, no tengo flashbacks de mi infancia, no hay un racconto de toda mi vida hasta ese golpe seco a exceso de velocidad que me fractura pelvis y fémur. Pienso en el calentamiento global.
En que quizás debía comprar un aire acondicionado para este otoño con máximas de 30°C.
En el acuífero Guaraní privatizado y vendido a un conglomerado de maquillaje y marcas de lujo.
En que todavía no podemos entender qué dicen los pájaros, que cada vez cantan hasta más tarde y con mayor desesperación.
Y en la brisa fresca con el olor a risas y humo de asado que me hacen sonreír sin querer antes que el Antropoceno de cuenta de mí.
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albelis · 1 year
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Les vengo a contar una historia que lei recientemente: Un dia, una persona compró un Mercedes-Benz 450SEL usado, —era el coche de sus sueños —. Logró negociar su coche viejo como pago inicial y el resto lo pagó en mensualidades durante cinco años, pero finalmente tuvo el auto que siempre había querido. Cuando lo sacó a carretera y pisó el acelerador, comenzó a moverse más y más rápido hasta que tuvo que disminuir la velocidad para evitar que lo multaran por exceso de velocidad. Después de un año, llevó el auto a un servicio mecánico especializado en reparaciones de Mercedes-Benz. Cuando fue a recoger su coche, el mecánico, le dijo que había encontrado un problema en el carburador; al parecer, un mecánico anterior había insertado una parte clave al revés, reduciendo así la cantidad de combustible que entraba al motor. El mecánico reemplazó esta parte con una nueva válvula y la instaló correctamente. Y le dijo : “Notarás la diferencia”. El dueño del Mercedes se subió al coche, lo encendió, y apenas tocó el acelerador éste explotó hacia adelante como propulsado por un cohete. Desde ese momento, tenía que pisar muy suavemente el acelerador. Esta mejora en el rendimiento se debió a una pequeña válvula en el interior del carburador....
El punto, es que eres como un Mercedes bellamente diseñado. Pero incluso si tu vida avanza de manera satisfactoria, puedes tener, en lo profundo de tu pensamiento, un recuerdo o un bloqueo negativo que te impida lograr algo extraordinario con tu vida. Cuando identifique este bloqueo y lo elimines, progresarás en pocas semanas o meses más de lo que podría haber progresado en varios años.
Libro: Si lo crees, lo creas Autor: Brian Tracy
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d-u-d-a-s-ss · 2 years
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Esos re blogs me están poniendo a mil por hora
Exceso de velocidad, cuidado te chocas oe
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vomitoplomo · 1 year
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Estoy obsoleto en el patio central fumando sin pausa Como si exigiera destruirme frente a alguien que tampoco iba a notarme Por qué te quedas siempre en el zaguán de lo que podes ser? Es irónico refugiarme en el lugar de donde me escapé y volver como un encubierto disfrazado de ingresante Veo el dolor disiparse en una fiesta gratis Será que el medio limitante es la felicidad comprada? Las veo entre el strobo de las luces Huyendo del cambio y la vejez Como si quisieran mantener la juventud dentro de una ziplock Se miran sobre el reflejo de una copa rota Y Bailan la danza de apareamiento con un tecno moderno Vomito sangre en el baño de la comodidad Pensando por qué siempre hay un exceso más para excederse dándome cuenta de que aunque estoy rodeado de velocidad amor y frenesí cuando este en el marco de la ventana nadie va a gritarme No saltes
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