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#hacia MIL AÑOS QUE NO DIBUJABA
ladycerise · 8 months
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Porque insoporto no poder hacer una edición decente de padre e hija (porque el material es escaso y me dan ganas de agarrarle otro rostro a Viktor pero como es Ryan Gosling y NO TIENE DE EPOCA, me queda llorar). Así que decidí dibujarlo. Well, lo iba a dejar sin color, pero como le quise pintar solo los ojitos a la Valeska, me terminé obsesionando con terminarle de dar color aunque me ha dado toda la paja mental hacerlo perfecto. Seguramente el día de mañana no me guste (porque le veré muchas fallas), pero lo importante es la intención :D También no quise dejarlo con un fondito sobrio, así que pretendí dibujar un background que sé que está todo cutre. Ignórelo o aprécienlo en su máxima cutrez.
@bei-xxx para ti, maldita
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day-hojasderuta · 3 years
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Un poco de mi
Nací el 11 de febrero de 1988 en Montevideo, me crié en La Unión y luego para empezar la primaria nos vinimos a La Paz, Canelones.
Crecí llena de sueños, era rebelde, hiperactiva, siempre tenía ideas. Quería ser actriz, jugadora de fútbol, maestra y cantante.
Pero también tenía una especie de depresión y ansiedad juntas (una bomba de tiempo) condición que me vine a enterar 25 años después que lo tenía.
Algo raro había en mi, algo que me diferenciaba del resto, era muy inteligente pero tenía dislexia, entonces también obsesiva compulsiva.
Por si faltara alguna etiqueta en mi vida.
Igualmente estudié, soy educadora desde los 18 años que trabajó profesionalmente (antes desde los 16 era niñera) en el área de primera infancia, y hace un par de años con niños y niñas de edad escolares.
Segui creciendo rompiendo con los muros, quebrando estructuras, aceptándome, respetandome. Me rompí en mil pedazos para volver a Re-Construirme. Lo que me gusta llamar DESAPARENDER LOS APRENDIDO PARA RE-APRENDER.
Así de complicada fue mi mente siempre, cuestionaba la establecido siempre y eso me llevaba a siempre buscar una nueva versión de mi.
A los 25 fui mamá de Ciro, al año y medio nos separamos con su papá. Y después tuve una relación basada en la violencia básicamente, de donde salí muy perjudicada pero fortalecida!
A mis 30 años tuve una señal, vivía una vida muy acelerada, había sido víctima de violencia, habia quedado sola con ciro, mantenía una casa sola... y no paraba de estudiar, trabajar y ser mamá. Tanto me olvidé de mi que un buen día la señal llego: tuve un ACV con 30 años, causas: pico de estrés.
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Así me había quedado la cara.👆 Por suerte fue leve, al menos nunca perdí la fuerza, pero me pego para el lado derecho.
De todas formas necesite de rehabilitación desde casa. Hacia ejercicios que me mandaba el neurólogo, mientras el otorrino estudiaba porque había perdido el oído derecho.
Ciro estuvo 2 meses sin quedarse a dormir conmigo me lo traían de a raritos luego de la segunda semana, para que no me viera así. Un día decido explicarle y le mostre la resonancia magnética. Le mostre mi cerebo, él estaba muy atento y preguntaba muchas cosas.
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Recuerdo que cuando los médicos me dijeron que jugar a algún juego de mesa podía ayudar, lo primero que hice fue proponerle jugar al ajedrez a Ciro, juego que amamos.
Ese día me hizo Jake mate
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Ciro tenía 4 años en ese entonces, se imaginan todo lo que me paso por la cabeza no?
Lo que destaco y me enorgullece es que cada vez que me mandaban ejercicios, con mi creatividad iba transformando exterior e interiormente.
Tanto así que me dijeron que empezara a pintar con brochas, pinceles, pues en mi mano derecha me había quedado problemas motrices y se me trancaban los dedos.
Y yo hice este brutal cambio en la heladera de mi casa👇
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Así segui adelante, mechando voluntad, resiliencia, imaginación y creatividad.
Cuando los médicos decían vas a tardar tantos meses en volver a leer un libro y comprender, yo lo lograba en 1 semana, porque me la pasaba todo el día leyendo.
Y ciro me dibujaba a mi, a mi cerebro y mi energía 👇
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Así me paseaba de médico en medico de estudio en estudio.
Ante los ojos de especialistas, que concordaban que mis evoluciones físicas eran tremendas, así como las neurológicas. Pero seguían estudiando.
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Cuando me dijeron que empezara a escribir las vocales y poco a poco recuperaría lo escrito yo me la pasaba todo el día practicando mi firma de la cedula (la cual había olvidado) y haciendo copias de frases de musica.
Y empece a escribir un libro en ma compu donde contaba lo diario de esa estapa transformadora en mi vida.
Y así... con todo. Cuando a los 4 meses les dije que me iba a anotar en la Facultad de Ciencias Sociales me dijeron que no era recomendable porque me podía frustrar mucho ahí y ganar mucho estrés.
Me anoté y ese año exonere todas las materias con 11 y una con 9. Pero no di ni un examen.
Y porque les cuento esto?
Porque siempre nos dicen que hacer, como hacerlo y en que tiempo hacerlo. Deben revelarse a eso, la revolución esta dentro nuestro, ir más allá. Tener metas propias que cumplan o no las expectativas de los demás, que sean nuestras y luchar por ellas, ser perseverante!
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Me caí muchas veces, pero siempre me levanté con más fuerza, más empoderada. Atrás del conflicto siempre encuentro una fuente muy sabia de aprendizaje.
Hoy tengo 33, sigo viviendo sola en una casa con ciro, que yo mantengo. Trabajo y estudio en facultad aun (a pocos créditos de pasar al avanzado) Voy a terapia hace dos años y mi camino holístico sigue presente en mi vida. Sigo trabajando en primera infancia y además estoy en la coordinación de un espacio de niños y niñas de 4 a 12 años.
Soy feminista, cooperativista y activista social
Pudieron haber pasado muchas cosas hace 3 años, pude haber tomado otras decisiones y hoy mi vida seria otra.
Y mi gran maestro siempre fue Ciro, mi motor de fuerza, mi compañero de ruta!
Creo que tomé la correcta, al menos para mi, al menos para ciro.
Y sobre todo nunca me deje vencer, mucho menos por mis propios miedos! "
Dayana López
(Fragmento de un posible libro de mi autoría que ojalá salga en breve)
Girl Poxer ✊💜
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La heroica gesta del teniente Carlos Esteban y su compañía durante la guerra de Malvinas
29 de abril de 2018
Jorge Fernández Díaz
título Original de Nota:
Los héroes negados que la escuela no quiere recordar
LA NACION
Cuando el teniente trepó hasta la cima y se llevó los prismáticos de campaña a los ojos, vio el escalofriante espectáculo que se abría paso en la bruma: fragatas, destructores, helicópteros y lanchones iniciaban el masivo desembarco. Era el Día D en el estrecho San Carlos, y la treta del teniente primero Esteban había sido un éxito: una vez tomado el pueblo y requisadas prolijamente las viviendas en busca de radios, armas y vehículos, había permitido que los isleños continuaran con su rutina y había escondido a su tropa. De lejos y con aquellas apacibles chimeneas humeantes, parecía un acceso despejado; si los ingleses no hubieran caído en la trampa su estrategia hubiese sido distinta: los comandos habrían llegado por la noche y habrían asesinado a los soldados argentinos.
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En ese momento, Esteban hizo un cálculo correcto: había en aquellas costas cinco mil hombres, y él disponía de solo cuarenta efectivos. Nadie le hubiera reprochado seguir la lógica, que consistía en dar por radio la "alerta temprana" a sus superiores, y luego rendirse con honor. Pero aquel muchacho de 28 años que estaba a cargo de la Compañía C hizo lo inesperado: avisó y presentó batalla. Su proeza está en los libros de la historia militar de la Argentina y de Inglaterra; nadie conocía muy bien, sin embargo, lo que pensaba íntimamente durante esa guerra maldita. Carlos Esteban se había recibido en Córdoba de licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Sabía a esas alturas que Galtieri no sabía, y que esa conflagración era un enorme error estratégico. Estaban destinados a perder, pero no podía contárselo a nadie. Tal vez no le hubiera desagradado a Borges relatar la parábola de un valiente que aun reconociendo la futilidad trágica de su sacrificio, carga todo el tiempo con su secreto escepticismo y realiza a su vez una hazaña heroica.
Esteban, sus oficiales y aquella antología de conscriptos de la clase 62 que habían sido entrenados hasta la fatiga formaron parte del discretísimo operativo de reconquista de las islas Malvinas, y más tarde rodearon Darwin y redujeron a una población dócil que los esperaba con banderas blancas. El jefe de esa localidad se llamaba Hardcastle, y mientras tomaban el té en su casa, Esteban advirtió con un estremecimiento que su propia mujer posaba en un retrato con la hija del flemático anfitrión: habían estudiado juntas en un colegio bilingüe de La Cumbre. Se le antojó que esa asombrosa casualidad podía ser una señal del destino. A veces se alejaba del campamento para llorar, extrañaba mucho a su esposa y a su pequeño hijo; creía que nunca iba a volver a verlos. Después se recuperaba y echaba una arenga a sus bravos, a quienes todos cuidaban con esmero y con quienes compartían penurias sin distingos. Esa actitud fue tan ejemplar que años más tarde el Pentágono envió una psiquiatra para determinar por qué entre ese puñado de reclutas no se habían producido ulteriores suicidios ni secuelas graves, ni denuncias ni maltratos, y en qué había consistido la fórmula mágica de sus líderes.
El 1° de mayo la Inteligencia les anticipó que sufrirían un ataque de aviación, y se refugiaron en los acantilados; hubo ocho horas de bombardeo y de guerra aérea con varios muertos, pero ellos salieron ilesos. Les dieron una nueva misión: marchar a la zona norte y controlar el estrecho por el que podía colarse la segunda flota más poderosa de Occidente. Es precisamente allí donde sucede el legendario combate de San Carlos, que comienza cuando Esteban baja la colina, se comunica con la comandancia y prepara a los gritos el repliegue. El primer Sea King surge entonces de la nada, y Esteban ordena cuerpo a tierra y silencio absoluto. A los cien metros, da orden de abrir fuego: los fusiles tronaron, las balas sacaron chispas del fuselaje y el helicóptero se bamboleó, empezó a largar humo y aterrizó de manera brusca. Sin pérdida de tiempo, el teniente dispuso un cambio de posición. Justo en ese momento un Gazelle con un sistema de cohetes se les vino encima. Lo atendieron con la misma fusilería. El aparato se sacudió en el aire, la cabina estalló en mil pedazos y el piloto, mal herido, intentó escapar hacia la desembocadura; su máquina cayó en el río y comenzó a hundirse.
Los británicos, desde la cabecera, empezaron a dispararles con morteros. Ellos cruzaron otra cuchilla y un Gazelle idéntico quiso cortarles el paso: "Repetimos la concentración de fuego y se desplomó totalmente en llamas -recuerda Esteban-. No hubo chance de que se salvara nadie de la tripulación". En esa mañana de sangre, el efecto sorpresa y la adrenalina jugaban a favor de los perdedores. Que siguieron moviéndose, ahora para ganar altura. El tercer Gazelle se presentó en sociedad apretando los gatillos, pero dibujaba un blanco perfecto: cientos de proyectiles le dieron una dura bienvenida y lo sacaron de circulación. Fue en ese instante en que se abrió una extraña tregua. Cuatro helicópteros que costaban veinte millones de dólares habían sido derribados en veinte minutos. Los ingleses, sorprendidos, hacían el control de daños y evaluaban la insólita situación, y la Fuerza Aérea argentina preparaba un ataque para impedir la avanzada. Esteban sabía que la infantería inglesa los buscaría por cielo y tierra para eliminarlos. Era hora de partir.
Lo que sigue es una ardua aventura que Hollywood no hubiera desaprovechado: los cuarenta y dos, considerados ya "desaparecidos en acción", caminaron tres días y tres noches por la turba y el frío. En el libro Bravo 25 se revelan sus peripecias: encontraron una casa vacía con algunos pocos alimentos donde a veces sonaba el teléfono en vano, pernoctaron al abrigo de las ventiscas y fueron acechados -mientras aguardaban escondidos y con aliento cortado- por un helicóptero que dio varias vueltas a su alrededor sin decidirse a destruirla o a marcharse. Anduvieron bajo el sol pálido hasta el agotamiento, dieron con un caserío kelper, lo coparon a punta de pistola y enviaron dos estafetas en Land Rover a dar la buena nueva al Ejército. Tras incontables peligros, los rescataron, y en Puerto Argentino fueron recibidos con algarabía. Mohamed Alí Seineldín estaba particularmente exaltado. Esteban le relataba el despliegue impresionante que había visto en el estrecho, pero el teniente coronel parecía sordo a los datos; confiaba en la Virgen: cuando lleguen los piratas -decía- ella producirá una tormenta y los hundirá. Esteban seguía guardándose su amargo y exacto diagnóstico; a las pocas horas solicitó permiso para regresar a Darwin y participar de la defensa final. Allí su jefe acordó la rendición tras una intensa y desigual refriega. Esteban y sus oficiales eran tratados con deferencia y admiración por el enemigo, aunque nunca quisieron privilegios: compartieron con los soldados rasos sus mismas incomodidades. Al regresar a la patria, toda la "compañía de oro" fue condecorada, y el áspero informe Rattenbach la dejó a salvo de cuestionamientos. Esteban está retirado y es hoy director del Departamento UADE Business School: en su posgrado enseña escenarios estratégicos, planeamiento, negociación política y derecho diplomático. Pocos saben quién es ese profesor afable. Mayo contiene las efemérides de lo que estrategas militares denominan el "combate de San Lorenzo del siglo XX". Escasas o quizá ninguna escuela dará cuenta, sin embargo, de esta historia callada por nuestra estupidez y nuestra mala conciencia. Esta derrota verdaderamente sublime.
Jorge Fernández Díaz
https://www.lanacion.com.ar/opinion/los-heroes-negados-que-la-escuela-no-quiere-recordar-nid2130055/
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angel-om · 4 years
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DOCE HORAS DE LUJURIA...
El viernes 16 de diciembre de este año, fue un día lleno de muchas sorpresas.
De tal manera, que trataré de relatarles lo sucedido. Por tanto, empezaré por detallarles de mi persona: tengo 33 años, mido 1.71m, trigueño, ojos café claros y cuerpo normal.
–No soy gordo ni seco. Más bien me mantengo.
Con lo que respecta a mi miembro, es de unos 17 cm, bastante ancho y con una comba bien proporcionada, por lo tanto, no tengo ninguna cohibición con él, ya que hasta fotos de el me he sacado. Me declaro adicto al sexo. Sé que soy un alto caliente, que me fascina estar en situaciones excitantes y eróticas. Y finalmente me enloquece el sexo virtual y sobre todo los relatos eróticos y por tal motivo, quiero compartir está experiencias con ustedes.
Eran pasadas las 4:30 pm.
Me encontré con Jennifer a la salida de mi casa.
Ya antes habíamos hablado por teléfono. Ella vestía una minifalda negra que le tallaba una cola impresionante, con una blusa negra y un pequeño chaleco blanco.
Me quede muy sorprendido al verle las piernas, –Ella es una amiga mía de 27 años que casi siempre viste de informal: un jeans y una blusa desteñida- hoy fue todo lo contrario, venía luciendo las piernas, que las tiene bien definidas ya que es una persona que esta en clases de ballet. La verdad, que hoy me di cuenta que tan buena está mi querida amiga.
No fueron muchas las palabras las que nos dijimos. Pero ambos captamos que estábamos deseosos de comernos. Ambos nos conocemos bien, aunque nunca nos habíamos cogido sabíamos cuanto le encantaba el sexo tanto a uno como al otro. No había pasado ni media hora de habernos visto cuando nos fuimos a la casa de mi hermano. Está casa pasa sola casi todo el día. ¡Y hoy fue un día de esos!
Apenas logre tirar la puerta de la casa para que quedara cerrado, cuando sentí a Jennifer besándome todo el cuello.
Fue un solo instante para reaccionar: la agarre con mis dos manos, le di vuelta y empecé a besarle todo el cuello, mientras mis manos jugaban por encima del chaleco con sus senos.
De esta forma, con besos por el cuello, la boca, las orejas y uno que otros roces nos dirigimos al cuarto.
Al llegar a la cama, ella ya había tirado el chaleco al suelo y yo le estaba bajando la cremallera de la blusa.
No sé en que momento fue, pero mi linda amiga, ya me había quitado la camisa y empezaba a morder mis tetillas.
Mientras tanto, de forma desesperada, luchaba con el broche del brasier.
Jennifer quedó de bajo de mi, le estire los brazos lo más que pude, y le dije que se agarrara de la cabecera de la cama.
Se quedó a mi disposición, y como un animal en brama, empecé a pasar mi cara por todo su cuerpo: respiraba sobre su cuello, le besaba la oreja y deslicé mi lengua desde la nuca hasta uno de sus senos; cuando llegué a su pezón cafecito, color madera oscura, se lo mamé y mordí un poco.
Luego, baje de forma muy lenta, con mordiscos y besos, hasta llegar a la falda. Le dije que levantara las piernas y le baje por completo la falda.
Andaba una braguita negra. No aguanté más y dirigí mi mano hacia su selva.
Sentí que su delicada piel se erizaba, tenía completamente rasurada la parte de encima, solo se había dejado un pequeño camuflaje en su vagina. Sentí cuanto había mojado, un húmedo calor empapó mi mano.
Esto me puso a mil. No aguante más, me puse de pie, me quite los zapatos, desabroché mi jeans y me bajé el boxer.
Estaba completamente erecto. Excitado.
Con unas enormes ganas de cogerla. Me puse encima de ella: subí una pierna de ella a mi hombre y la otra se la abrí lo más que pude. La penetre completamente.
Ella gimió un poco, ya que no le había tocado la vagina, de seguro, que no estaba muy dilatada. Luego, empecé con el mete y saca. ¡Que delicioso canal del amor! No fueron ni unos 8 minutos en lo que los dos explotamos en el placer de un orgasmo. Nos quedamos un tiempo más así. Yo con medio temple –pues ya me había venido-, y compartimos un tradicional 69.
Qué placer de los dioses, sólo una buena botella de vino nos faltaba… cuando empezamos los dos con un delirio de quejidos y gemidos. Sin embargo, esta vez yo no acabe y quedamos a medias en el consumo del acto.
Ese mismo día decidimos salir por la noche. Ya que ella andaba de falda, no tuvo necesidad de cambiarse, sin embargo, a mí si me tocó ponerme otra ropa. Así que de la casa de mi hermano nos dirigimos a mi casa.
Al llegar, mis padres iban de salida. Tenían una boda esa noche.
Ya eran como las 7:30 pm, cuando ellos se fueron. Y de forma irónica nos dejaron solos en la casa.
Fue mi diablura y mi calentura la que me hizo pensar que cogeríamos de nuevo.
Entramos a mi cuarto, es una habitación oscura, bastante acogedora, pero Jennifer me dijo que no encendiera la luz. Me molestó un poco, ya que no entendí por qué la pena si acabábamos de estar juntos.
Luego lo entendí muy bien: es más erótico no ver al otro. Sólo sentir su cintura y jugar con su cuerpo en la oscuridad es una excitante experiencia.
De tal forma, que empezamos de nuevo, salvo que está vez no anduve de delicado ni de cariñoso. Es decir, mis embestidas fueron más fuertes, dejando que ella la sintiera por completo y que gimiera de placer, hoy sentí, de forma exquisita, como entraba y salía mi tranca de su vagina. Tanto así, que ella se corrió dos veces y yo no logre terminar. Me quitó de encima y dijo que ya no aguantaba, que le dejara de coger por que estaba extasiada.
¡Puta, qué cólera!, me dejo de nuevo a medias. Sin embargo, no le reproche nada. Al ratito decidimos bañarnos: Hoy si logre contemplar su cuerpo, observe detalladamente su silueta: unos pies chiquitos y delicados, que forman el principio de sus firmes piernas.
Posee un trasero bastante proporcionado, una linda cola… que se resalta con su cintura. Y sus senos son pequeños, pero bastante firmes y adecuados para su cuerpo. Nos acariciamos, nos enjabonamos y nos duchamos…
Cuando me cambie, quede tranquilo, complacido, con una sonrisa de estúpido que se dibujaba de oreja a oreja. Más tarde salimos con unos amigos, fuimos a tomarnos un par de cervezas. Bebimos, reímos y compartimos. Yo estaba que me caía del sueño, cuando Jennifer me susurro al oído: «Si quieres me quedo la noche en tu casa». Ni dos veces tuvo que decirlo cuando ya estaba despierto de nuevo. Le pregunte como haría con su mamá y dijo que le llamaría más tarde al celular.
Se me metió de nuevo el diablo, otra vez me calenté enseguida. Así que como a las 11:30 pm, ya estábamos en mi casa. ¡Eso sí!, ella entró de escondidas de mis padres, ya que no me dejarían meter mujer alguna a mi casa a esa hora.
Como pudimos llegamos al cuarto. Encendí la débil luz que brinda un ventilador de mesa. Me desvestí enseguida. Ella hizo lo mismo. Apague la luz y nos acostamos en la cama.
Sin pensarlo me dirigí a su vagina, le abrí las piernas y empecé a pasar mi lengua de arriba hacia abajo, de derecha izquierda, arriba-derecha, de mil maneras… mientras tanto, ella movía su cuerpo como símbolo de que le agradaba todo lo que le hacía. Empecé a tocarla con mis dedos.
Estaba mojadísima. Los labios de su vagina ya estaban abiertos. Pero no le introduje nada. Sólo empecé con mi dedo a presionarle el clítoris , mientras mi lengua seguía con su trabajo.
Ella se corrió de una forma intensa, se movió como que estuviera reventando de placer y yo lujurioso disfrute de toda su miel. Luego le dije que se pusiera de lado, y empecé a bombearla como loco… hasta, como siempre, me dijo que no aguantaba más, que no podía seguir cogiendo, estaba completamente sensible.
-¡Puta, mierda!, otra vez a medias – dije entre dientes.
-Eres un gran caliente – me dijo ella.
-Te molesta eso – le conteste.
– Solo te gusta estar cogiendo
– Me gusta estar dentro de ti, sentirte completa.
Unos cuantos comentarios más en ese sentido se dieron. Cuando sentí que Jennifer me estaba acariciando la ver ya..Yo estaba medio templado, no tubo ella que hacer un gran esfuerzo para que se me parara del todo.
Me revolqué de la excitación, estaba que explotaba cuando le pedí que se pusiera encima de mí.
Yo abajo y ella dándome la espalda. ¡Qué cogida nos dimos!, fueron unas tres posiciones mas, ella de torito, fuera de la cama, de la forma que sea…
Yo acabe dos veces, ella se gozo con mi leche; Jennifer perdió la cuenta de las veces que se corrió y hoy, aunque se viniera no la dejaría de cogerr, hasta que sonó la alarma del reloj indicando que eran las 5 a.m. y era hora de irnos de la casa para que mis padres no se dieran cuenta de lo ocurrido.
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btscenarios-espanol · 6 years
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Entre el lienzo y el pentagrama.
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Pareja: Yoongi x Lectora
Género: Fluff, un poco angst, y más flufffff 
Temática: De enemigos/amigos a enamorados. 
Argumento: Cuando conociste a Yoongi en el primer día de colegio, jamás habrías pensado que se convertiría en uno de los pilares más fuertes de tu vida. Sin embargo, resultó inevitable que, con el paso del tiempo, la amistad y los sentimientos acumulados durante esos años pasasen a un segundo lugar. 
N/A: ¡Hola! Estoy realmente nerviosa, porque este el PRIMER FIC QUE CONSIGO ACABAR EN MI VIDA. Espero de verdad que os guste. (No os digo la extensión para que no os asustéis... pero yo creo que se hace ameno... o eso espero skskjdf)
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6 años. 
Las dos coletas que recogían tu sedoso pelo se mecían de un lado a otro siguiendo el compás que marcaban tus animados pasos. Llena de emoción, cogida de la mano de tu madre, te dirigías al que sería tu primer día de colegio. 
¡Por fin comenzarías a estudiar en la zona de los más mayores! Y no podías esperar ni un segundo más para entrar a la que sería tu nueva aula.
“¿Estás feliz, cariño?” -preguntó tu madre una vez os parasteis en frente de una puerta de madera entreabierta, de la que emanaban felices gritos y risas de los demás niños que aguardaban ahí dentro.
Tú simplemente asentiste frenéticamente, con una sonrisa de oreja a oreja adornando tu tierna carita, haciendo que tus mofletes parecieran más gordetes. En ese momento, una señora de rostro amable terminó de abrir la puerta antes entornada, y os saludó.
“¡Hola! Tú debes de ser T/N, ¿verdad?”
“¡Sí, soy yo!”
“¡Pues pasa, bonita!” -dijo quien sería tu profesora.
Sacudiendo simplemente tu mano para despedirte de tu madre, entraste al lugar, totalmente iluminado por los rayos del sol que se colaban por las amplias ventanas que había a lo alto. 
Todo era tan colorido: en las paredes habían mil y una figuras distintas, que ilustraban animales, insectos, lunas, soles, estrellas… pintadas de rojo, verde, azul, amarillo, naranja… ¡Todos los colores del arco iris estaban ahí presentes!
Y luego… los pupitres y las sillas… ¡Eran más grandes! La diferencia con tu clase del año pasado se notaba, y te sentías mayor. 
Ajustaste tu mochilita a los hombros y, con paso confiado, sintiéndote como una sabia anciana con tan solo tus tiernos 6 años de edad, te dirigiste la primera mesa que viste despejada.
Estabas tan anonadada que no te diste cuenta de que en el asiento de al lado se encontraba un niño, solo y callado, al contrario que el resto de tus otros compañeros que no paraban de parlotear y jugar por toda la clase. Pero él tampoco parecía haberse dado cuenta de tu presencia, ya que estaba bastante entretenido jugueteando con un casete que tenía entre las manos.
Preparaste todos tus utensilios en tu parte de la mesa, bien colocados y ordenados: tu lapicero y tu goma de borrar al lado derecho; y tus pinturas, por orden de color de más cálido a más frío, en el lado izquierdo; mientras que en el centro colocaste tu libreta de cuadritos recién comprada y lista para estrenar. Resoplaste satisfecha, observando tu pulcra mesa, y ahí es donde desviaste la mirada e identificaste al pequeño muchacho que tenías al lado:
Tenía el pelo negro y con el flequillo cortado por encima de sus cejas, como un casco; vestía el típico trajecito que llevan los niños en el colegio, pero a él le quedaba un poco más holgado de lo normal; y, a pesar de tener solo cinco años, su ceño fruncido y sus finitos labios hacían que pareciera un adulto concentrado en un complicado quehacer.
Aclarando tu garganta y preparando tu mejor sonrisa, lista para hacer amigos nuevos, giraste tu cuerpo en su dirección. Tu brusco cambio de posición era imposible que hubiese pasado desapercibido, por eso no entendías por qué él todavía no te miraba. Pensando, inocentemente, que no se había dado cuenta de que estabas ahí, le diste dos ligeros toquecitos en el hombro para llamar su atención.
“¡Hola! Soy T/N” -dijiste, seguidamente.
Pero el chico seguía enfocado en su viejo casete, sin inmutarse. Observaste por unos segundos qué hacía exactamente, pero no sabías ni qué era lo que tenía en las manos.
“¿Qué es eso? ¿Es un juego? ¿Puedo…?” -preguntaste, sin darte por vencida.
Acercaste tu mano peligrosamente al aparato, y el respingón que dio el niño provocó que toda la mesa temblara y, por ende, que todo tu material escolar, perfectamente ordenado, saltara por los aires.
“¡Oye! ¡Mira lo que has hecho!” -gritaste, al ver todo el estropicio.
Te levantaste cabreada y empezaste a recoger tus cosas del suelo, mientras un nudo en tu garganta anunciaba que lágrimas iban a acudir pronto a tus ojos. Tu joven cerebro de 6 años no podía entender por qué ese niño no te había querido saludar, ni por qué ni siquiera te estaba ayudando a recoger…
La profesora por fin había terminado de hablar con tu madre, y cerró la puerta del aula, comenzando a avisar a los revueltos niños que era hora de sentarse. Al acercarse a ti y ver tus ojos llorosos y tus mofletes rojos, te preguntó qué sucedía.
“Nada, no sucede nada…” - contestaste mientras ajustabas tu libreta perfectamente en frente de ti nuevamente.
“Bueno…  Cualquier cosa sabes que me lo puedes decir, ¿de acuerdo?” -te sonrió, pero enseguida desvió la vista al otro lado- “Yoongi, bonito, eso no lo puedes tener durante las clases” -la profesora alargó la mano y le arrebató el casete.
Yoongi la miró con ojos suplicantes, pero la amable señora solo sonrió y le revolvió el pelo cariñosamente.
“Cuando terminen las clases, te lo devuelvo ¿vale?”
Al alejarse la profesora, sentiste como Yoongi, a tu lado izquierdo, se encogía en su asiento, metiendo sus pequeñas y delgadas manos en los bolsillos de su pantalón.
Durante todas las horas de clase, te dedicaste a atender y a dibujar chorradas en tu ahora estrenada libreta. 
Intentabas a toda costa no mirar en dirección a tu compañero, Yoongi. Te había dolido que no te hubiese devuelto el saludo y que, encima que te había tirado los colores, ¡no te hubiese ayudado a recogerlos!
¿Qué le pasaba? ¿Por qué te odiaba ya de primeras? ¿Qué habías hecho mal? Tú solo querías hacer amigos, como te había dicho tu madre… ¿a caso la mamá de Yoongi le había dicho todo lo contrario? Definitivamente no querías saber nada más de él. 
Para ti Yoongi era un absoluto maleducado y borde.
A la hora del patio, decidiste que era tu nueva oportunidad para hacer amigos. Te acercaste a un grupito de niñas que había en un banco, con tu cuaderno bajo el brazo. Estuviste con ellas todo el rato, y parecían majas. Les enseñaste todos los dibujos que habías hecho y tu corazón sintió por primera vez orgullo al recibir tantos halagos.
El recreo terminó y, satisfecha por haber hecho finalmente amigas, volviste a tu asiento. Yoongi, por lo visto, había estado solo toda la hora del recreo. 
Para ti, se lo tenía totalmente merecido.
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Durante el primer trimestre lo pasaste muy bien: tenías un grupo de amiguitas y las clases eran divertidas. 
Seguías sentada al lado de Yoongi, sí. Pero ambos hacíais caso omiso de la existencia del otro. Por un lado, te gustaba compartir pupitre con él porque hacía de vuestra zona un lugar silencioso y tranquilo, totalmente contrario a la zona donde se sentaban tus amigas. 
Te gustabas ese ambiente, solo cuando dibujabas.
Sin embargo, una mañana, a tan solo unos días de que iniciasen las vacaciones de Navidad, ocurrió una catástrofe. 
Una tragedia. 
Un crímen:
Después del recreo, al entrar nuevamente a clase, encontraste todas tus pinturas rotas encima de tu pupitre. Para ti eso era lo peor que jamás podría pasarte... 
¡Tus colores! ¡Tu única vía para darle vida a tus monocromáticos dibujos en papel!
No lo pensaste dos veces y le echaste toda la culpa a Yoongi. Era el único que te odiaba en la clase, el único que se sentaba a tu lado, que siempre estaba solo y... simplemente el único que podía perfectamente haber hecho eso.
“¡Ha sido Yoongi, profesora! ¡Estoy segurísima! ¡El primer día de clases me tiró todos los colores al suelo!” -dijsite a la profesora con una vocecita aguda, debido a la rabia.
Yoongi, el pobre, no sabía exactamente qué era lo que pasaba.
“Yoongi… ¿Algo que decir?”
“Yo no he hecho nada, profesora… Yo he estado ahí afuera todo el rato…”
Era la primera vez que oías más de una palabra dicha por Yoongi… ¡y solo para negar su delito! 
No lo podías creer.
Llena de furia, fuiste a vuestro pupitre y cogiste el casete que reposaba sobre la mesa de Yoongi.
“¡T/N, NO!” -gritó vuestra profesora, pero ya era tarde.
Alzaste el casete por lo alto de tu cabeza, y con toda tu fuerza lo lanzaste hacia abajo, haciendo que chocase fuertemente contra el suelo y el aparato se rompiera en numerosas piezas.
“¡Eso te pasa por romper mis colores!” -le gritaste enfurecida a Yoongi, quien miraba perplejo su preciado casete, ahora roto, en el suelo.
La profesora te miró con decepción, y pudiste observar cómo de los pequeños ojitos de Yoongi salían gotas saladas que se deslizaban por sus mejillas.
Y supiste que habías metido totalmente la pata cuando viste entrar a una de tus “amigas”, con las manos manchadas de pintura. ¡Tú pintura! Sabías que eran las tuyas porque era imposible quitarse los restos de las manos, y ella las tenía totalmente coloradas al haber intentado lavarse la prueba del delito.
Esa pequeña controversia entre Yoongi, tu “amiga” y tú provocó que la profesora citara a vuestros padres para hablar de lo sucedido.
Con lo que respecta a esa “amiga”, admitió que fue ella quien rompió los colores, simplemente “porque quería”. Su madre y la profesora le echaron una buena bronca y recibió un castigo. Lo malo es que el resto de vuestras amigas se pusieron a su favor; menos una de ellas, Jisoo, que te dio la razón a ti.
Por otro lado, tú también te llevaste una bronca, por acusar a Yoongi injustamente sin saber de verdad si había sido él y, encima, por romper su casete. Tú te justificabas con que Yoongi había sido malo contigo desde el principio; maleducado y borde. Pero su mamá, muy amablemente, te explicó que él no era malo, sino… tímido.
Sí. 
El problema de Yoongi es que era muy tímido. Exageradamente tímido.
Le costaba horrores socializar y hacer amigos. Casi nunca lo conseguía, por eso siempre estaba solo.
No entendías muy bien todo con total claridad, pero lo que sí habías entendido era que te habías equivocado con lo que opinabas acerca de él…
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Durante toda la Navidad te sentiste mal, y no parabas de pensar en él y en lo triste que, por tu culpa, seguro estaría ahora.
Cuando tu madre te preguntó qué querías que te trajera Papá Noel, no lo dudaste: la primera palabra escrita que había en tu lista era “casete”. Si Papá Noel te traía un casete no era para ti que lo querías, sino para Yoongi.
El primer día de vuelta al cole después de la Navidad, tus coletas volvieron a mecerse alegremente en el aire, coordinando con el compás que marcaban tus pasos, como el primer día. En tu mano llevabas una bonita bolsa que tú misma habías decorado, y felizmente fuiste hacia tu asiento, encontrando a Yoongi ya ahí.
Como era usual, no se inmutó ante tu presencia; pero tú no podías despegar tu mirada de él. Era raro… nunca te habías sentido tímida, pero ahora te daba vergüenza entregarle la bolsa que llevabas en tus manos y no sabías qué decirle exáctamente.
“Uhmmm…” -comenzaste- “Hola…”
Yoongi jugaba con la manga de su calentito jersey, mirando fijamente un punto del pupitre.
“Mira… Tengo algo para ti” -estiraste tu brazo y dejaste la bolsa en frente de él.
Por primera vez, viste a Yoongi dudar, titubeando antes de dirigir una corta mirada hacia ti, y luego hacia la bolsa.
“¿P-para mí…?” -preguntó, sentándose más erguido.
“¡Sí! Espero que te guste…”
Yoongi miró primero detenidamente la bolsa, pasando su dedo índice sobre una de las margaritas que habías pintado. Se había dado cuenta de que tú misma la habías decorado. 
Tu corazón dio un vuelco de alegría al ver que se había percatado de ese insignificante detalle. 
Luego, con sus pequeñas manitas, abrió la bolsa y se encontró, primeramente, con un pedazo de papel doblado. Una sutil sonrisa iluminó su carita al desdoblar los pliegues y ver el tierno dibujo que habías hecho: una mezcla de líneas y esferas os representaban a vosotros dos, sentados en vuestros pupitres, juntos, como siempre. 
Era un dibujo simple, pero que significaba mucho: significaba el atisbo de una nueva amistad. Un sentimiento cálido, de comodidad, se instaló en el corazoncito de Yoongi. 
Nunca nadie le había hecho un dibujo.
Sin poder contener la sonrisa, Yoongi continuó mirando el interior de la bolsa, mientras tú nerviosa observabas todos sus movimientos y expresiones. La cara del chico se quedó blanca al ver que en el interior había un casete si no igual, súper parecido, al que ya no tenía.
“¿Me regalas un casete?” -preguntó sorprendido Yoongi, clavando por primera vez las negras irises de sus ojos en los tuyos por más de 1 segundo.
“¡Sí!” -asentiste frenéticamente. Pero al ver que la tierna sonrisa que antes lucía en su rostro había desaparecido por esa expresión de desconcierto, te preocupaste.- “¿No te gusta?”
“¡No, sí que me gusta! Me encanta…” -Yoongi miraba con adoración su nueva adquisición, implantándose de nuevo esa sonrisilla tímida. Parecía que se había olvidado que tú le habías roto la suya, en primer lugar.
Satisfecha por completo porque tu ofrenda de paz hubiese surtido efecto, te sentaste en tu silla, lista para colocar tus utensilios en orden, como solías hacer.
Ambos os sentíais nerviosos, pero al mismo tiempo felices. Vuestras sonrisas eran imposibles de borrar.
“Entonces… ¿amigos?” -dijiste una vez terminaste, estirando tu mano hacia él.
“Amigos” -La sonrisa de Yoongi se amplió aún más, si era posible, hasta mostrar sus dientecitos blancos superiores, y estrujando su mano con la tuya.
Para ti, la sonrisa más bonita que jamás verías.
15 años. 
Para Yoongi, conocerte y hacerse tu amigo supuso un gran paso para superar su fobia y miedo a relacionarse y conocer nuevas personas.
Tú eras una niña alegre, activa, sociable… prácticamente todo lo contrario a él. Pero era ideal, porque os complementabais a la perfección: Tú le proporcionabas la dosis de sociabilidad necesaria que necesitaba, y él a ti la dosis necesaria de tranquilidad y paz.
A él al principio le costaba hablar y comunicarse cómodamente contigo, pero al final se contagió de tu facilidad para expresarte, y había veces que incluso era él quien hablaba por horas y tú escuchabas. Gracias a ti, Yoongi dejó de ir al psicólogo que lo trataba por su timidez y fobia social.
Ibais aprendiendo juntos cada día, experimentando y superando nuevas etapas y experiencias; y así es cómo se forjó vuestra tan fuerte amistad.
Durante toda la primaria fuisteis inseparables, y de vez en cuando se os juntaba Jisoo: aquella amiga fiel que te apoyó cuando las demás te dieron la espalda.
Además de vuestro paralelismo en la forma de ser, tú y Yoongi, el dúo dinámico de la clase, érais también la perfecta fusión de las dos ciencias artísticas por excelencia: la pintura y la música. 
A ti siempre te ha encantado dibujar, y conforme pasaban los años, más segura estabas de que te querías dedicar a eso, y más patente se hacía tu talento en el lienzo; por otro lado, Yoongi seguía andando de acá para allá con su casete, ese que le regalaste y que significa el comienzo de vuestra amistad. Con él recogía todo sonido que consideraba interesante o aplicable a alguna canción de las que componía él mismo con su piano, el cual tocaba virtuosamente.
Muchas eran las veces en las que, de camino a vuestras casas, de repente te mandaba callar, cortando tu “interesante” conversación, porque un sonido extraño o no identificable invadía la atmósfera y quería registrarlo en su casete. Pero tú nunca detectabas esos “especiales sonidos”. Yoongi decía que era porque tu oído no era tan potente como el de él y, aunque le suplicabas que se dejase escuchar lo recogido en su casete, nunca te dejaba.
En el instituto no cambiaron mucho las cosas… sólo que Yoongi hizo un par de amistades nuevas y Jisoo se unió a vuestro círculo de amigos definitivamente. Sus nuevos amigos, Namjoon y Hoseok, fueron los que hicieron que Yoongi conociese el mundo del rap. Ahora Yoongi ya no grababa ruidos curiosos en el casete, sino letras que le venían espontáneamente y tenía que registrarlas antes de que se le olvidaran.
De la misma manera en que crecíais y madurábais mentalmente con el paso de los años, también vuestros cuerpos evolucionaban.
Con los 15 años recién cumplidos, tu cuerpo ya adoptaba las característica forma de mujer; y Yoongi la altura y compostura de hombre, con su voz más grave y sus pequeñas manitas de niño, que antes te parecían tan adorables, ahora más grandes y varoniles.
Eso.
Sus manos.
Desde que un día te cogió la tuya por sorpresa para evitar que te tropezaras, se convirtieron en tu debilidad.. una debilidad que jamás admitirías.
Te encantaba dibujarlas sin que él se diese cuenta en tu bloc de dibujo, delineando cada dedo, cada uña, cada vena que se le marcaba en el dorso… Usualmente las manos son una de las partes del cuerpo más complicadas de dibujar, pero tú habías conquistado la técnica gracias a tu pequeña “debilidad”.
Y por su puesto, te encantaba dibujar su rostro: en clase, ahora te sentabas con Jisoo, y Yoongi delante de vosotras con Namjoon. Desde ahí solías tener un plano perfecto de su perfil, y muchas veces fueron las que te perdiste una lección entera al estar solamente concentrada en dibujar perfectamente la línea de su mentón y la curva de su adorable sonrisa tras escuchar cualquier cosa graciosa que Namjoon le hubiera dicho.
No te dabas cuenta. No eras consciente de lo que pasaba.
Fue Jisoo quien, tras descubrir lo que dibujabas en tu bloc, te esclareció la mente.
“T/N, solo hay una explicación de por qué lo único que veo en tu cuaderno es la cara y las manos de Yoongi” -dijo ella, sonriendo pícaramente.
Tú abrazabas avergonzada el bloc de dibujo contra tu pecho, sintiendo tus mofletes y orejas arder, como si tuvieses una chimenea delante de la cara. 
No querías que lo dijera. No querías escucharlo, porque sabías que no podrías negarlo y sonar convincente a la vez.
“¡Te gusta!” -chilló emocionada.
“¡No me gusta, Jisoo, por Dios! ¡Es mi mejor amigo!”
“¿Y qué? Namjoon también es mi amigo y me gusta.”
Tras decir eso Jisoo se tapó la boca rápidamente. Aprovechaste ese error de tu amiga para cambiar de tema y centrar la conversación en ella y Namjoon.
Esa misma noche, en la penumbra de tu habitación, te dedicaste a pensar en tus sentimientos y en Yoongi… sobre todo en Yoongi: en su delicada piel de porcelana, en su oscuro cabello, en cómo el puente de su nariz se arrugaba cada vez que decías cosas sin sentido o en cómo sus dientes blancos aparecían en medio de su sonrisa, cuando lo hacías reír; en los ruiditos agudos y extraños que hacía cuando, tras meter una canasta jugando al baloncesto con Namjoon y Hoseok, celebraba su logro dando pequeños saltitos; o en cómo su voz cambiaba a un grave absoluto cuando te mostraba el resultado final del rap que había estado componiendo, haciendo que tu piel se erizara.
Tu corazón comenzó a revolotear al confirmar que, definitivamente, te gustaba tu mejor amigo Min Yoongi.
A partir de esa realización, cada pequeño gesto cariñoso o afectuoso que Yoongi tenía hacia ti te ponía nerviosa. Sobre todo porque no sabías si sus acciones eran por vuestra amistad y la confianza que teníais, o porque él también sentía algo... teniendo en cuenta que él no era una persona a quien le gustara demasiado el contacto físico.
Fue en una de vuestras pequeñas costumbres, donde sospechaste que quizá Yoongi podía gustar de ti también:
Usualmente los viernes, aprovechando que salíais una hora antes de clase, comparado con el resto de días de la semana, os ibais a un parque cercano a dedicaros a lo que más os gustaba: tú pintar y él componer. Cada uno con su correspondiente cuaderno de trabajo, os tirabais en el césped y, apoyados en vuestras espaldas contra un árbol, os poníais manos a la obra.
Tú estabas enfocada en un par de florecillas amarillas que tenías en frente cuando, de repente, sentiste un peso sobre tu hombro izquierdo.
“Hoy tengo mucho sueño…” -suspiró Yoongi, acomodando su cabeza aún más en tu hombro, con los ojos cerrados.
“¿Sólo hoy?” -Conseguiste contestar, intentando disimular el ahora rápido pulso de tu corazón mediante esa pregunta irónica e “indiferente”.
Sin decir nada más, Yoongi dejó su libreta a un lado y enredó sus brazos alrededor del tuyo, como si fueses la almohada más cómoda de la Tierra.
El aire se quedó atascado en tu garganta. Podrías jurar que, en vuestros casi 10 años de amistad, esta era la primera vez que te “abrazaba”.
Así era imposible que pudieras concentrarte en pintar, por lo que abandonaste tu labor y te dedicaste a estar ahí, quieta, haciendo de almohada con ojos; aprovechando para analizar con detalle cada facción del rostro de Yoongi.
Era una completa tortura tenerlo ahí, así, tan cerca, tan vulnerable… con sus rosados labios gritando por los tuyos… ¿Cómo se sentiría besarlo? ¿Serían sus labios suaves?
No te diste cuenta de que, inconscientemente, estabas acercándote a su boca, hasta que escuchaste la voz de Jisoo gritando tu nombre y rápidamente te echaste para atrás, provocando que tu brusco movimiento despertase al dormido Yoongi y que casi te abrieras una brecha en la cabeza con el tronco del árbol.
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Yoongi ya no podía más. No sabía qué hacer o qué decir delante tuyo ahora que sabía lo que le sucedía.
Los chicos le habían ayudado a darse cuenta de que le gustabas cuando, tras quitarle el casete un día sin que él se hubiese dado cuenta, descubrieron que las grabaciones trataban todas sobre ti: o bien era tu voz narrando algún interesante suceso a Yoongi en alguno de vuestros paseos de camino a casa, o el sonido de tu risa; y en ocasiones la mismísima voz de Yoongi aparecía, recitando letras preciosas dedicadas y basadas en ti…
A pesar de que era más que obvio, él se lo seguía negando a sí mismo, y cuando al final aceptó la realidad, no sabía qué hacer con el remolino que se creaba en su estómago cada vez que pensaba en ti.
Namjoon y Hoseok le aconsejaron que se lanzara y te lo dijera, pero… ya sabemos cómo es Yoongi: Es bueno con las palabras sobre el papel, haciendo mil y una rimas con todo tipo de interpretaciones profundas.  Pero le era totalmente  imposible expresar sus sentimientos mediante una conversación… normal.
Es por eso que decidió componer una canción. Una canción que le serviría para confesarse.
Pretendía comenzar a escribirla ese día en el parque, contigo, pero se dio cuenta de que… ¿cómo va a escribir una canción a la chica que le gusta, si ella está justo al lado?
Su cerebro entró en conflicto por unos segundos al ver que sería inútil tratar de componer algo contigo a su vera, así que dejó la libreta e hizo algo que en su vida pensaría que haría: se apoyó en tu hombro.
Lo primero que se le ocurrió decir fue que tenía mucho sueño, y al ver que no le repudiabas, aprovechó y se acurrucó más junto a ti, sintiendo por primera vez tu aroma desde tan cerca y el roce de tu pelo en su mejilla debido a la ligera brisa que hacía que mechones rebeldes bailaran al viento.
No estaba durmiéndose. 
Para nada. 
¿Cómo podía estar durmiendo con lo nervioso que estaba?
Por lo tanto, obviamente sintió la repentina cercanía de algo de tu cara a la suya.
Planeaba abrir los ojos en ese momento y lanzarse a robarte un beso, pero la voz de Jisoo y tu enérgica sacudida hizo que todo se fuese al garete.
18 años.
Érais un par de tontos. Enamorados, pero tontos.
Vuestra amistad había continuado como siempre: igual de fuerte, honesta y verdadera. Aunque… bueno, no tan verdadera, ya que ninguno se había lanzado todavía a la piscina y había confesado sus sentimientos.
Hubo oportunidades. 
Muchas. 
Claro que las hubo.
Como aquella en la que, en el cumpleaños de Jisoo, el juego de la botella hizo que acabaseis los dos metidos en un armario por 7 minutos, siguiendo un típico juego americano que tu amiga había leído por internet; pero en vez de hacer lo que la gente “normal” haría, os pasasteis el rato, hasta que volvieron a abrir la puerta, hablando del último partido de la NBA.  El plan había sido de Jisoo y Namjoon, quienes ahora eran novios desde hacía dos años. 
Pero ya veis… no funcionó. 
Por vuestra culpa; por no saber aprovechar los momentos.
También hubo esa vez en la que, debido a la lluvia torrencial que comenzó a caer de repente mientras veíais una película juntos en casa de Yoongi, tuviste que quedarte ahí a dormir. 
Estabais solos, en la intimidad de su habitación, tapados hasta la barbilla con numerosas mantas mientras mirabais por la ventana el reflejo de los rayos y el impacto de las gotas contra el cristal, tras haberse quedado la televisión en total negro.
No hablabais. Solo la lluvia de fondo. 
Ese habría sido un momento perfecto para hablar sobre vosotros. 
Pero no. Porque no sabíais aprovechar los momentos que el destino os daba.
Llegó un momento en el que os conformasteis como estábais. Ambos sabíais que os gustabais. Os dabais mutuamente pruebas de eso. Pero erais demasiado cobardes como para dar el paso decisivo.
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El final de curso se acercaba y era hora de ir seleccionando universidades.
Yoongi había presentado solicitud en la Universidad de Daegu y en la de Seúl para estudiar Producción y Composición musical. Pero era evidente que, si conseguía ser admitido en Seúl, se iría de cabeza para allá.
Él te insistió para que probases en presentar solicitud también ahí, en el departamento de Bellas Artes. Pero tú no querías… Había algo dentro de ti que demandaba que te quedaras en Daegu, en tu tierra, para seguir estudiando en la Academia de dibujo más importante de la ciudad, a la cuál llevabas yendo por más de una década.
 Planeabas seguir ahí y llegar a ser profesora de dibujo en ese lugar al que considerabas como tu segunda casa. Todos ahí te conocían y estaban orgullosos de tenerte como alumna y futura aprendiz de maestra.
Eso provocó numerosas discusiones entre vosotros, porque queríais seguir juntos; pero iba a ser imposible.
Era inevitable que vuestros caminos acabasen por tomar rutas diferentes, y sabíais que habíais desaprovechado vuestro tiempo.
Y al final, las cartas de aceptación llegaron, y Yoongi había sido admitido en la Universidad de Seúl. Estabas feliz. Por su puesto que lo estabas. Pero no podías evitar estar triste y decepcionada al mismo tiempo.
Hoseok había sido aceptado en la misma Universidad y carrera que Yoongi, por lo que se irían juntos a Seúl al final del verano.
Junto con Jisoo, te encargaste de organizar una pequeña fiesta de despedida para los que se iban. Todavía no estabas hecha a la idea de que tu mejor amigo y el chico del que estabas enamorada era uno de ellos.
Fue en los improvisados y cortos discursos de despedida cuando caíste en la realidad:
Después de la ronda de aplausos al terminar Hoseok sus cortas palabras de agradecimiento y buenos deseos para todos y promesas de seguir en contacto, Yoongi se levantó:
“Bueno… Ya sabéis que no soy muy bueno hablando en público, pero supongo que la situación lo requiere.”
Tú no podías más que admirar al maravilloso joven en el que se había convertido ese pequeño chico tímido que conociste hacía 12 años el primer día de colegio. Ahora era alto, delgado y apuesto, capaz de hacer temblar cada molécula de tu cuerpo con tan solo una palabra que su voz entonase.
“Hemos pasado casi toda nuestra vida juntos y, solo quiero deciros que… estoy agradecido de que hayáis sido vosotros con quienes he compartido estos años.  Ahora que nuestros caminos se van a ir separando, y cada uno tomando las riendas de nuestras propias vidas…” -desvió la mirada hacia a ti- “…lo único que deseo es que seáis felices con lo que sea que elijáis.”
“¡Oye, parece que nunca más te vayamos a volver a ver!” -dijo Jisoo, aliviando un poco la seriedad de las profundas palabras de Yoongi, aunque el temblor en su voz denotaba que estaba emocionada.
Yoongi rió tímidamente, bajando la cabeza.
“Eso chicos… que… os quiero” -antes de sentarse, volvió a lanzarte una mirada furtiva.
Todos corearon un largo “ooohhhhhh” al escuchar la confesión de amor de Yoongi por sus amigos.
Tu corazón estaba conmovido. Eso había sonado totalmente como una despedida, y te estaba siendo imposible controlar las ganas de llorar. Te escurriste de tu asiento lo más disimuladamente posible que pudiste, y saliste a la zona del jardín de la casa de Jisoo.
Era real. 
Min Yoongi iba a desaparecer de tu rutina diaria de 12 años en tan solo unos días. Ya no lo verías cada mañana para ir al instituto, ni podríais ir cada viernes al parque a disfrutar de vuestra mutua compañía, mientras tú dibujabas y él componía; ni podríais hablar diariamente sobre vuestras cosas y tonterías. 
¿Cómo ibas a sobrevivir a eso? ¿A su ausencia?
Dejaste que las lágrimas fluyeran libremente, emborronando el maquillaje que te habías puesto para lucir decente. Ahora estabas hecha totalmente un desastre, absorbiendo mocos por la nariz cada vez que intentabas tomar aire.
Sin tú haberte percatado de su presencia, sentiste sus brazos de repente rodear tus hombros, ahora temblando debido a los sollozos que sacudían tu cuerpo. Te giró para poder abrazarte de frente. Las grandes palmas de sus manos acariciaban ahora tu espalda delicadamente, a la vez que sus suaves y cálidos labios se posaron sobre la piel de tu frente, dejando ahí un largo y tierno beso.
Tú no pudiste más que derretirte ante su presencia y esencia rodeando cada espacio de tu ser en ese momento.
No querías dejarlo ir… ¿Qué ibas a hacer sin él? ¿Sin Yoongi? ¿Tu Min Yoongi? ¿Tu mejor amigo? ¿Tu compañero de aventuras, risas, tristezas.. de vida?
Estuvisteis un buen rato así, abrazados, hasta que tu llanto fue cediendo… pero no el dolor en tu pecho.
Yoongi seguía proporcionándote mimos, ahora pasando sus dedos entre los mechones sueltos de tu cabello, vuestros cuerpos aún unidos en ese amoroso abrazo.
Te morías por decirle en ese momento todo lo que sentías, de una vez por todas. 
Ese secreto a voces. 
Que lo querías. Que estabas enamorada como una tonta de él, y que no estabas segura de si podrías soportar vivir a 237 kilómetros de distancia. 
Un atisbo de coraje pareció sacudir por un segundo tu corazón, y te alejaste un paso de él, deshaciendo así el abrazo, para poder mirarlo a los ojos.
Sus dedos seguían jugueteando con tu pelo, colocando mechones detrás de tus orejas para despejar tu rostro. Una vez cumplida su misión, te miró a los ojos y te dedicó una sonrisa cálida y tranquilizadora, pero a la vez triste.
Yoongi estaba luchando por no derrumbarse en ese momento frente a ti, ahí, viendo tus ojitos y nariz rojos de haber llorado. Por él. Estabas llorando por su culpa, y su corazón dolía inmensamente por ese hecho. 
Ese “os quiero” que había dicho a todos minutos antes, pero mirándote solo a ti… Cómo deseaba conseguir decírtelo. Ahora. En ese preciso instante. Sin tapujos. Directamente a la cara.
Pero simplemente no podía.
Sin poder mantener el control de sus sentimientos, Yoongi alzó la mano para acariciar delicadamente tu mejilla derecha, aprovechando así para eliminar cualquier resto que quedara de las saladas gotas que habían humedecido tu rostro.
Ambos podíais sentirlo. La tensión. Esa tensión que hablaba por sí sola; y ese silencio, que no era el típico que había entre amigos que se estaban despidiendo.
No.
Esas caricias e intensas miradas… decían todo lo que no podía ser expresado con palabras, lo que vuestras bocas no podían hacer. Pero ninguno se atrevía a dar el primer paso todavía. Y menos ahora, cuando vuestros caminos se iban a separar.
Con palabras sin decir y sentimientos sin confesar, asentisteis y os sonreísteis el uno al otro, entendiendo con tan solo ese gesto que ese no era vuestro momento, y guardándoos en lo más profundo del corazón el dolor por el final de vuestra historia de amor, la cual ni siquiera había tenido un comienzo.
24 años.
Cuando Yoongi vio el remitente del sobre que acababa de recibir, no lo podía creer.
Se encontraba en ese momento en su estudio de música profesional, preparando una base musical para el track list de uno de los grupos de K-Pop del momento.
La verdad es que a Yoongi no le había ido para nada mal en Seúl: junto con Hoseok, iniciaron la universidad y se vieron envueltos en una rutina de estudio+trabajo+estudio. 
Casi no tenían tiempo ni para respirar. Así estuvieron los 4 años que duraba la carrera.
Yoongi había hecho las prácticas del último curso en una de las agencias musicales más importantes de Corea del Sur, y dejó a todos sorprendidos por su gran talento, consiguiendo así que lo contrataran oficialmente al graduarse.
Hoseok corrió una suerte parecida, pero no por su talento para componer y hacer música, sino para bailarla. Es así como ahora, además de trabajar como ayudante remunerado de Yoongi en producción, preparaba complejas coreografías para los trainees que había en la agencia donde trabajaban.
Tan sumergidos habían estado esos años, cada uno en sus particulares responsabilidades, que fueron perdiendo progresivamente el contacto con sus amigos de Daegu… incluida tú.
Los primeros meses posteriores a la partida de Yoongi  a Seúl,, fueron durísimos. Os llamabais todos los días sin falta, pero el sentimiento constante de vacío os dejaba desalentados.
Pronto, esas llamadas fueron reduciendo su duración, hasta desaparecer, con excusas como que teníais que ir a clase,  preparar algún proyecto, o directamente os quedabais durmiendo al teléfono debido al cansancio de estar todo el día haciendo cosas.
Yoongi comenzó a hacerse adicto al trabajo, y ni siquiera se pasaba por la ciudad de su infancia para hacer una simple visita a sus familiares y viejos amigos durante las vacaciones.
Al final acabasteis por dedicaros meras palabras de cortesía y cariño por las redes sociales cada vez que alguna fecha de cumpleaños o festividad nacional llegaba.
Yoongi recién había acabo de leer la invitación que había sacado del sobre cuando Hoseok irrumpió en su estudio:
“¡Hey! ¿Tú también la has recibido?” -dijo alegremente desde la puerta, sacudiendo en su mano un sobre igual que el que tenía él en su regazo. Una sonrisa nostálgica se dibujó en su rostro tras asentir.
“¡No me puedo creer que se vayan a casar!” -Hoseok se sentó en el pequeño sofá que había en una esquina y echó la cabeza para atrás.- “Tenemos que ir. Esta vez tú vienes sí o sí. Estoy harto de tener que ser yo quien actualice a tus padres sobre cómo te va la vida…”
Yoongi de repente se sintió nervioso. Hacía 6 años que no visitaba Daegu. Pero la ocasión lo merecía… 
No todos los días se casaba uno de sus mejores amigos de la infancia.
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Cuando Jisoo te confirmó que, además de Hoseok, Yoongi también iba a venir para la boda, fue inevitable que miles de recuerdos de tu infancia y juventud acudieran a tu mente. 
Hacía muchísimo tiempo que no sabías de él y que no habíais tenido una conversación normal. Años, desde la última vez.
Al igual que él había estado sumergido en sus estudios y trabajo, tú también te habías dedicado durante esos años a perfeccionar tu talento para el dibujo y ayudar a otros a hacer eso mismo también. Con tu candidez y energía positiva, eran muchos los alumnos de dibujo que te seleccionaban como su profesora favorita de la academia; y profesores también…
Sin embargo, querías progresar, y Daegu se te quedaba pequeño… Es por eso que planeabas mudarte a Seúl para seguir madurando en el ámbito profesional, gracias a una beca que te habían concedido.
No te acordabas de que Yoongi y Hoseok vivían ahí también hasta que Jisoo te mencionó que los había incluido en la lista de invitados de su boda con Namjoon.
Quizá era momento de restablecer lazos, ahora que tú también vivirías allí.
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El día de la boda llegó, y tú eras la dama de honor de la novia, por lo que no te separaste de ella durante toda la ceremonia. Y no te habías parado a fijarte en los invitados, hasta el momento del convite y la fiesta.
Te habías cambiado y puesto un vestido más cómodo, simple pero elegante, apegado al cuerpo, provocando que tus curvas de mujer se marcasen sutilmente. Llevabas la melena suelta, cayendo en perfectas ondas por tus hombros, a la vez que tu usual sonrisa, la misma que tenías desde pequeña, iluminaba tu rostro.
Yoongi estaba hablando con Namjoon y Hoseok, poniéndose al día entre ellos, cuando te vio entrar por la puerta grande así de despampanante. Su corazón se paró un segundo al ver lo mucho que habías cambiado pero, a la vez, sorprendido de que seguías igual. Irónico ¿eh?
Namjoon se dio cuenta de a dónde se había desviado la atención de Yoongi, y éste le sonrió a Hoseok.
“Oye, Yoongi… T/N sigue soltera…” -anunció Namjoon al chico, mientras le daba un codazo cómplice.
Yoongi, un poco desconcertado, miró a su ahora casado amigo y tosió exageradamente, haciéndose el tonto y desviando la mirada, al entender qué había querido decir con eso.
“Deberías ir a saludarla…” -continuó Hoseok, sonriendo de oreja a oreja.
Yoongi comenzaba a ponerse nervioso. Esto era como volver a los 15 años y escuchar las palabras de aliento que constantemente los dos jóvenes le dedicaban para que se lanzase a pedirte salir.
“No creo que haga falta, parece que ya se acerca ella.” -anunció Namjoon, alzando la mano para saludarte.
Efectivamente, te acercabas a ellos. 
Los habías detectado segundos después de que Yoongi desviase la mirada de ti, captando justo cuando tosía fingidamente.
Maldeciste hacia tus adentros al sentir el vuelco que había dado tu corazón al verlo después de 6 años. 
Era como si no hubiese pasado el tiempo. 
Él seguía igual. Bueno, no. Estaba más guapo. Más apuesto. Ese esmoquin negro que llevaba le sentaba genial, y su rostro serio en ese momento lo hacía parecer imponente. Te sorprendió que su pelo no estaba de su habitual color castaño tirando a negro, sino rubio. Un rubio platino, reluciente.  Nunca habrías imaginado a Yoongi con el pelo teñido y que, además, le quedase tan bien.
Armandote de coraje, ordenaste a tus pies a que se dirigieran hacia donde se encontraba él y tus otros dos amigos.
“¡Uoh! ¡Aquí viene Frida Khalo!” -dijo alegremente Namjoon, llamándote por el mote que te había adjudicado hacía un par de años cuando le enseñaste un cuadro que habías hecho basándote en el arte de la pintora mexicana.
“¡Muy buenas noches, ‘señor casado’!”- saludaste primero, dándole un par de palmadas en el hombro.
“¡T/N, cuánto tiempo sin vernos!” -saltó Hoseok enseguida, abrazándote efusivamente para tu sorpresa.
“¡Sí! ¡A ti hace por lo menos 1 año y pico que no te veo!” -dijiste correspondiendo al abrazo, un poco tarde.
Al soltarte, Hoseok te sonrió radiantemente.
“Bueno, T/N, te presento a Yoongi…” -continuó, bromeando y haciendo que todos os rierais. Yoongi lo agradeció internamente…- “Hace mucho que no os veis, ¡deberíais poneros al día!”
“¡Sí!” -intervino ahora Namjoon, siguiendo el improvisado plan de Hoseok.- “Yo y Hoseok vamos a por unas bebidas y ahora volveremos…” -dijo en un tono poco convincente.
Y así es como, a pesar de haber otras personas alrededor, te quedaste “a solas” con Yoongi. 
Os mirasteis y sonreísteis, un poco tímidos al principio. Pero vuestra sonrisa era verdadera, de esas que parecen decir “ya era hora de que nos viéramos”.
“T/N, estás fantástica.” -te piropeó Yoongi, dándote una rápida ojeada de arriba abajo. Pero no fue una mirada lasciva. No. Fue una mirada de admiración.
“Puedo decir lo mismo de ti” -sentías el calor subir a tus mejillas- “pero, ¿qué le ha pasado a tu pelo?”
Yoongi soltó una ligera risa que sacudió tu corazón de nuevo.
“Tendencias de la gran ciudad, supongo”
A partir de ese momento, como si el tiempo no hubiese pasado, como si esos 6 años separados no hubiesen existido, os pusisteis a hablar. 
Hablasteis. 
Hablasteis. 
Hablasteis…
Estuvisteis apartados en lugarcito ajeno al resto de los invitados, poniéndoos al día, contando todo lo que habíais hecho y lo que no; todos vuestros momentos buenos, malos; vuestros pequeños e insignificantes enamoramientos y parejas a corto plazo… 
Absolutamente todo.
Era maravilloso cómo seguíais tan cómodos el uno con el otro, cómo os entendíais tan bien; y lo fácil que era hablar de cualquier cosa.
Yoongi terminó de contarte una anécdota graciosa, y los dos reíais con ganas cuando de repente os disteis cuenta de lo mucho que os habíais echado de menos. Con las risas ya apagadas, os mirabais mutuamente a los ojos, percibiendo cómo iba creciendo en el aire cierta tensión.  Una tensión que ya habíais sentido en otro momento, años atrás.
Como en ese tiempo, no hacían falta palabras para comunicaros.
“¿Sabes?” -comenzaste, apoyando el codo en la mesa y tu barbilla en la palma de tu mano.- “Voy a mudarme a Seúl dentro de poco.”
A Yoongi se le iluminaron los ojos, y se mordió el labio inferior intentando controlar la inevitable sonrisa que dibujaban sus labios.
“Entonces tendré que hacer una lista con todos los lugares que debes visitar” 
“¿Me darás una lista? Gracias, qué considerado.” -bromeaste. 
Yoongi apoyó su codo también en la mesa y su cabeza en la palma de su mano, invadiendo así un poco de tu espacio personal y quedando más cerca el uno del otro.
“No, la lista es para mí. Seré yo quien te lleve a todos lados.”
¿Qué era eso? ¿Estabais tonteando en ese momento? ¿Flirteando? ¿Coqueteando? ¿Prometiéndoos indirectamente que no volverían a pasar 6 años hasta que os volvierais a ver?
“Está bien. Entonces te daré el lujo de ser mi guía en Seúl.”
“Gracias por permitirme tal privilegio. Es un honor.”
“De nada.” -ambos os reísteis- “No puedes echarte atrás, ¿eh?”
“No pienso echarme para atrás.”
No otra vez -pensó Yoongi.
“¡La novia va a tirar el ramo! ¡Todas las solteras que no estéis todavía borrachas, venid aquí!” -se oyó la voz de la madre de Jisoo por todo el lugar a través del micrófono que sostenía en la mano. 
Te detectó al fondo del sitio, hablando con Yoongi, y no dudó en llamarte sin retirar el micrófono de su boca. 
“T/N, tú en primera fila. ¡Venga!”
Riendo, te levantaste de tu silla y te despediste de Yoongi con un movimiento de cabeza.
“Ahora vuelvo” -dijiste, dando unos pasos, adentrándote en el gentío.
Él solo asintió, sonriendo mientras veía cómo te alejabas. En un momento volviste a girarte, como necesitando chequear que Yoongi seguía ahí, y vuestras miradas se encontraron.
En ese momento, los dos lo supisteis.
26 años.
Tal y como tenías planeado, te mudaste a Seúl; y además, como Yoongi te había prometido, ejerció de guía personal llevándote de un lado a otro y enseñándote los rincones más ocultos y maravillosos de Seúl; entre ellos, su estudio de música. También te había ayudado a encontrar un pequeño apartamento para vivir, bastante cerca de donde él compartía piso con Hoseok.
Gracias a él, tu adaptación a la nueva y enorme ciudad había sido fácil y cómoda.
Durante esos dos años os encargasteis de reforzar vuestra antes abandonada amistad, haciéndose incluso más fuerte que en vuestros años de instituto, si es que eso era posible. Pero había algo más. Ahora, sí que estabais seguros de que lo que sentíais el uno por el otro era amor, no un mero sentimiento fugaz; y no estabais dispuestos a volver dejar pasar la oportunidad que el destino os había brindado para enmendar vuestros errores del pasado.
Seguíais sin decir nada sobre vuestros sentimientos; pero era evidente que vuestra relación no era sólo de amistad: Cuando amigos o compañeros de trabajo se confundían y os tomaban por pareja, ninguno de los dos se molestaba en negarlo.  Cuando vuestras manos se rozaban mientras veíais alguna película juntos, en alguna tarde libre que teníais, ninguno hacía amago de retirarla; es más, entrelazabais vuestros dedos, dejando que vuestras manos se fundieran en una sola mientras vuestros pulgares dibujaban dulces caricias en los dorsos. Y cuando os despedíais, no os limitabais a decir un simple “adiós” y un movimiento con la mano. No:  Os tomabais vuestro tiempo, con tus brazos alrededor de su cuello y sus manos en el bajo de tu espalda, absorbiendo la energía y calor de cada uno, sin querer en realidad separaros.
Hoseok insistía en que teníais que aclarar el estado de vuestra relación urgentemente. Jisoo y Namjoon, desde Daegu, también coincidían con ese mismo pensamiento; hasta el pequeño bebé que crecía en su vientre estaba de acuerdo. Incluso vuestras respectivas familias, que siempre habían esperado que vosotros dos acabaseis juntos, opinaban igual.
Y vosotros también. Queríais romper esa delgada línea que todavía existía y os privaba de disfrutar de todas las libertades que tendría cualquier pareja.
Tú tenías claro que no podías aguantar más.
Le habías pedido a tu madre que te enviara a tu casa de Seúl ese antiguo bloc de dibujo del cual no te separaste en todos tus años de instituto. Ese en el que solo se podían encontrar ilustraciones sobre las jóvenes manos de Yoongi y su definido y perfecto perfil. Esa sería la llave que abriría tu corazón para mostrárselo completamente a Yoongi.
Por otro lado, con la misma idea en mente pero ajeno totalmente a tu plan, Yoongi sacó de una caja que tenía bien escondida en un hueco de su armario, donde guardaba todos sus bienes más preciados, el viejo casete que le regalaste hacía 20 años. Aquél del cual nunca te dejó escuchar ni un solo audio.
Habíais quedado para veros en su estudio, y de ahí os iríais a vuestro restaurante favorito, donde servían el pollo frito y cerveza que tanto os gustaba.
Mientras Yoongi te esperaba, andaba de una esquina a otra del pequeño cuarto, nervioso. Estaba convencido de que no le rechazarías, pero el hecho de tener que expresar oficialmente todo lo que se había callado por más de una década hacía que se le secase la boca. Se removió el pelo, ahora de color marrón granate, ansioso por que en cualquier momento tocases al timbre de su estudio.
Quince minutos después de la hora acordada, sonó finalmente la musiquita que anunciaba que estabas ahí. La verdad de tu retraso era que te habías tomado tu tiempo para calmar tus nervios también, con tu modesto cuaderno bajo el brazo y tus dedos jugando nerviosamente con el filo de tu jersey.
La cálida sonrisa de Yoongi te dio la bienvenida y entraste adentro, sentándote en el sofá que había en una esquina, mientras él volvía a sentarse en su silla, frente a su mesa de mezclas, dándote la espalda.
“¿Todavía no has terminado?” -preguntaste, un tanto preocupada por no poder encontrar el momento para hablar de lo vuestro.
“No…” -Yoongi estaba entretenido presionando uno y otro botón por aquí y por allá, y abriendo un archivo de audio en su ordenador.- “Antes de que nos vayamos, me gustaría que me dieras tu opinión sobre esto en lo que estoy trabajando…”
Yoongi giró su silla y te miró, encontrándose con tu mirada incrédula. Él nunca te había pedido consejo para ninguno de sus trabajos en potencia; sólo lo hacía cuando lo había terminado. Pero no dijiste nada. Solo asentiste y dejaste tu cuaderno al otro lado del sofá.
“¿Y eso?” -preguntó Yoongi al darse cuenta de lo que habías depositado en la blanda superficie.
“Nada...” -dijiste pasando tus dedos delicadamente por la dura tapa que protegía el contenido de dentro.- “¡Dale play a tu canción, venga! Estoy impaciente.” -te cruzaste de piernas, poniéndote cómoda y lista para escuchar cualquiera que fuese la obra maestra en la que trabajaba tu “amigo”.
Antes de presionar el botón del teclado que haría que se reproduciera inmediatamente la canción, cogió una gran bocanada de aire y cerró los ojos.
Click.
Los primeros segundos los componía una conversación: Una aguda voz de niña hablaba con alguien acerca de lo importante que era saber combinar los colores y lo difícil que era conseguir que armonizaran todos juntos en un mismo dibujo. Seguidamente, entraba en escena otra voz, esta vez la de un niño, solo para rebatir y decir que “los colores no armonizan, sino las notas musicales”. La niña parecía molesta y contestaba que, al igual que la música, la pintura también armoniza para tratar de transmitir emociones.
Te reíste al recordar aquella conversación, que tuvo lugar en uno de vuestros comunes paseos de camino a casa, tras salir de clase, con tan solo 10 año de edad. Qué inocentes erais en aquél entonces...
Enseguida la conversación de los dos niños se vio sustituía por una suave melodía, con delicadas notas al piano, y la voz de Yoongi sobre ella, comenzando a rapear calmadamente preciosas metáforas cuidadosamente pensadas y compuestas, que solo tú las podrías entender.
Metáforas que relataban en un código especial todo lo que significabas para él: que, como los colores que daban vida a los simples dibujos pintados con un triste lápiz en un pedazo de papel, tú habías llegado a su vida para colorear cada uno de sus días; y que, aunque tú eras naranja, amarillo, rosa, y él marrón, negro, o gris, armonizabais a la perfección creando un bello paisaje; y que, si aceptabas, él pondría la música a todos tus bellos dibujos.
Tu corazón se iba encogiendo con cada verso, cada palabra, cada sílaba… Buscaste la mirada de Yoongi en un instante, pero él tenía los ojos clavados en el suelo, mientras chocaba el talón de su pie contra la rueda de su silla, nerviosamente.
La canción terminaba con la risa de esa misma niña como acorde final.
Poco faltó para que no saltaras de donde estabas sentada y lanzarte a los brazos de Yoongi. 
Había compuesto eso para ti, rescatando esos pequeños tesoros auditivos, para decirte que sí, que ya era hora de dar ese paso decisivo en vuestra relación. No podías creer que al fin había llegado el momento.
Fracasando en tu intento por esconder la imborrable sonrisa que tenías en la cara plantada ahora mismo, te inclinaste y, apoyando tus codos sobre tus rodillas, reposaste la cabeza en las manos, mirando fijamente a Yoongi, quien no se atrevía a levantar la mirada. Por varios segundos, ninguno decía nada, y te estaban dando ganas de reír al ver lo vergonzoso que se había puesto, con la cara girada hacia el lado derecho mientras se pasaba el dedo índice sobre su labio inferior, seguramente pensando en qué decir.
“Hey…” -dijiste desde tu sitio, consiguiendo que Yoongi te mirase de reojo por un segundo- “Como has pedido mi opinión acerca de la canción, te la daré…”
Te levantaste lentamente para acercarte hacia donde él estaba, agachándote y poniéndote en cuclillas para poder mirarle a la cara, delante de él. Apoyaste tus brazos en sus rodillas para mantener el equilibrio, y al fin él te miró.
No sabías descifrar qué era lo que exactamente pasaba por su cabeza en ese instante. ¿De verdad tendría aún la duda de que sus sentimientos no eran correspondidos?
“Hey.” -volviste a llamarlo, con tu voz calmando su corazón agitado. Elevaste tu mano a la altura de su mejilla para dejar una tierna caricia en su tersa y suave piel, a lo que Yoongi respondió cerrando brevemente sus ojos, disfrutando de tu tacto y de la tranquilidad que le estaba proporcionando.
Manteniendo tu mano ahí, elevaste también la otra y la pusiste al otro lado de su rostro. Inclinándote hacia arriba, sin pensarlo ni un segundo más, acercaste tu rostro al suyo, con vuestras bocas ahora a insignificantes milímetros. Pero no lo llegaste a besar. Te paraste. No serías tú quien hiciese el último movimiento para que, de una vez por todas, vuestros labios se conocieran por primera vez.
En es momento estabais los dos extasiados, con el corazón latiendo en la garganta y en las sienes y con la sangre hirviendo en las venas, mientras vuestros alientos chocaban entre sí.
Yoongi ya no podía aguantar más esa tensión que se había creado, y con tan solo un ligero movimiento unió sus labios con los tuyos.
A partir de ahí, el tiempo se paró. Solo erais conscientes de la sincronización de vuestras bocas en ese beso que, habiendo comenzado lento y temeroso, ahora era ardiente y desembocado. Ya no estabas de cuclillas; Yoongi se había separado un breve segundo sólo para hacer que te incorporaras, y ahora estabas sentada sobre su rezago, con tus manos hundidas en su pelo, sintiendo cada uno de sus mechones color granados entre tus dedos; mientras, él rodeaba con un brazo tu cintura, apegando tu cuerpo lo máximo posible a su pecho.
En ese beso estaban todos los que no os habíais dado en esos años: aquél del parque cuando recién os habíais dado cuenta de que os gustabais; aquél de la despedida en el jardín de Jisoo; el de la boda… todos y cada uno de esos momentos perdidos estaban ahora siendo concentrados en ese necesitado beso.
Para Yoongi besarte era como respirar de nuevo. ¿Cómo había sido tan tonto y haber esperado años para este momento? Tus labios eran como agua viva de manantial que le proporcionaba una nueva vida. Tú eras su nueva vida.
Necesitando recuperar un poco de aire, os separasteis breves segundos, apoyando vuestras frentes mientras recuperabais el aliento. Como un par de críos, comenzasteis a reíros, sin saber exactamente por qué. Mordiéndote el labio echaste para atrás un poco la cabeza, y miraste el pelo ahora todo desordenado de Yoongi. Otra incontrolable risa escapó de tus ahora rosados e hinchados labios, a la vez que tus dedos comenzaron a ordenar los pelos en punta que habías dejado.
“Te quiero” -dijo de la nada Yoongi, con sus pupilas clavadas en tus ojos mientras paseaba su dedo índice sobre tu muslo, haciéndote cosquillas. “Siempre te he querido.”
Sin decir nada, te levantaste de golpe de sus piernas y te acercaste al sofá para coger tu bloc de dibujo. Te sentaste nuevamente en su regazo, dejando caer todo tu peso como si fuese una silla sólida y, provocando así un quejido por parte de Yoongi.
“Mira…” -lo abriste, dejando a la vista el primer dibujo que hiciste en tu vida de él.
Sus manos.  Bastante mal hechas, la verdad. Pero posibles de identificar. Tu firma y la fecha aparecían en una esquina: 2001/04/12
Pasaste la hoja, y nuevamente una mano, ahora con un casete, gobernaba el papel. La fecha databa de 2001/09/18
Continuaste pasando las hojas bajo la atónita mirada de Yoongi, quien no podía creer que tuvieras un cuaderno completo con dibujos de él.
Los dibujos iban, evidentemente, de peor a mejor. Los observasteis en silencio, hasta llegar al último: en ese no solo aparecía Yoongi; una figura femenina aparecía también, de espaldas, junto a él. 
Erais vosotros, cogidos de la mano, mirando al infinito fondo blanco del papel. Databa del 2011/12/1. Exáctamente 3 meses después de que Yoongi se fuese a Seúl a estudiar junto a Hoseok. Ese fue tu último dibujo sobre él.
Cerraste el cuaderno. Lo miraste. Yoongi seguía con la vista gacha, clavada en la contraportada del bloc de dibujo.
“Yo también.” -tu voz lo despertó de su ensimismamiento.- “Siempre te he querido”.
Y así es como la pintura y la música se unieron con un mismo propósito en ese pequeño estudio donde os encontrabais: Para deciros finalmente todo lo que siempre habíais callado.
30 años.
La esquina de tu precioso vestido azul recién comprado estaba arrugándose en tu puño debido a los nervios que sacudían tu cuerpo. En cualquier momento el presentador diría el nombre del ganador, y los segundos de tensión que estaba dejando eran simplemente insoportables.
“Y el premio MAMA2033 a mejor producción y composición es para…”
Silencio.
Silencio.
Más silencio.
“¡Min Yoongi!”
Una oleada de aplausos abarrotó el lugar donde se celebraban los premios, mientras Yoongi se levantaba de su asiento, a tu lado, y ponía rumbo al escenario donde aguardaba su premio; pero no sin antes dedicarte una mirada cómplice y darte un beso en la mano.
Tu corazón ahora se sentía ligero.
“Por su trabajo en la canción “Paint”, interpretada por la cantante y también actriz Lee HyeJin. Con tan solo 30 años de edad, es el productor más joven en recibir este premio” -seguía comentando el presentador, mientras la gran pantalla enfocaba a un Yoongi sonriente y tímido a la vez.
Al fin llegó y tomó el premio en sus manos, alzándolo en señal de victoria.
“No tengo palabras para explicar cómo me siento recibiendo este premio y teniendo el honor de estar aquí esta noche…” -comenzó- “Quiero agradecer a la compañía que me dio la gran oportunidad de trabajar para ellos. Fueron los que me abrieron las puertas que me han permitido estar aquí el día de hoy. ¡A HyeJin! Gracias por prestar tu tiempo y tu hermosa voz a esta canción. No puedo pensar en otro artista mejor que tú para interpretarla. Ha sido un privilegio compartir este proyecto contigo. También a mi familia y amigos, que siempre me han apoyado y han estado junto a mí en los momentos más dificiles. ¡Gracias!”
El público arrancó a aplaudir de nuevo, pero Yoongi no había terminado de hablar todavía. En cuanto los aplausos cedieron de nuevo, continuó:
“Pero, sobre todo, agradezco a la persona que ‘pinta mi oscuro mundo con los colores de su sonrisa’”-dijo, citando uno de los versos de la canción- “a mi musa, la persona que me inspira cada día. Mi mejor amiga, mi primer amor, mi esposa y futura madre de mi hija.” -alzó nuevamente el premio- “T/N, esto es por ti. Por vosotras.”
Otra nueva oleada de aplausos, ahora más fuertes aún, capaces de desgarrar tímpanos, sacudieron las paredes del enorme lugar, mientras Yoongi daba una última vez las gracias y desaparecía por detrás del escenario.
Quién habría dicho que ese pequeño niño, tímido, callado y que siempre estaba solo, acabaría en frente de todo un auditorio recibiendo uno de los premios más importantes de la industria musical.
Con una mano en el vientre, orgullosa de ese hombre, sonreíste para ti misma.
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Si habéis llegado hasta aquí os merecéis un aplauso 👏🏻
💝💓💕💚💞❤️💘💛-Admin R
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unknownrp · 6 years
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¡BIENVENIDO, MÉDÉRIC VELOUR!
 Un brillante alumno vuelve a adentrarse en el corazón del Capitole para un nuevo año lectivo como estudiante de astronomía. Esperamos que los recientes sucesos no lo alejen de sus objetivos ni mucho menos acaben por empujarlo al abandono de la Universidad de Toulouse.
Richi, nos complace darte la bienvenida a UNKNOWN. No nos queda más que agradecerte por el interés y tu compromiso con el proyecto. Esperamos que tu estadía con nosotras no solo sea larga y amena, sino que también logre sorprenderte y llenarte de nuevas experiencias. A partir de ahora cuentas con 24 horas para enviarnos la cuenta de tu personaje. De necesitar un día más, ¡avísanos!
información ooc.
NOMBRE O SEUDÓNIMO: Richi
EDAD: 21
PAÍS/ZONA HORARIA: México
NIVEL DE ACTIVIDAD: 8
¿TRIGGERS? Ninguno :3
¿PERMITES QUE TU PERSONAJE SEA AGREDIDO/AMENAZADO EN LAS INTERVENCIONES?: Completamente permitido y a disposición de la trama!
¿CEDES EL USO DE TU PERSONAJE PARA EL AVANCE DE LA TRAMA EN CASO DE UNFOLLOW?: Cedo todos mis derechos para el avance del plot /w\
¿ALGO QUE DESEES AGREGAR?: QUE ES UN HERMOSO RP Y QUIERO QUE DURE LA VIDA CON MUCHO DRAMA Y FEELS!
información ic.
NOMBRE COMPLETO: Médéric “Maxx” Velour
FACECLAIM:  Maxence Danet-Fauvel
EDAD Y FECHA DE NACIMIENTO: 21 años. 24/abril/1997.
CARRERA QUE ESTUDIA: Astronomía.
ACTIVIDADES EXTRACURRICULARES: Club de fútbol/ Club de fotografía.
¿TU PERSONAJE FORMA PARTE DE ALGUNA HERMANDAD O VIVE EN EL EDIFICIO PRINCIPAL?: Edificio principal.
CONEXIÓN CON LA DESAPARECIDA: Conocida lejana, había escuchado sobre ella cada que se necesitaba algo para fumar pero jamás trató con ella en persona.
SECRETO OPCIONAL: Omitido por la administración.
PERSONALIDAD.
TRES CARACTERÍSTICAS POSITIVAS: Trabajador, inteligente y muy risueño
TRES CARACTERÍSTICAS NEGATIVAS: Impulsivo, hiperactivo, reservado
HISTORIA DE VIDA / DATOS CURIOSOS. MÍNIMO 3 Y MÁXIMO 5.
TAL COMO DICE, ESTE APARTADO QUEDA COMPLETAMENTE LIBRE PARA LO QUE DESEES DARNOS A CONOCER SOBRE TU PERSONAJE. PEQUEÑOS DATOS O QUIZÁ ALGO MUCHO MÁS DETALLADO. ¡QUEDA A TU ELECCIÓN!
Méderic es de padres totalmente franceses, su padre, un monstruo convertido en carne y hueso que abusaba de él de niño y de su madre, ella no le defendió nunca y había días en los que el niño de once años tomaba un tenedor para defenderse del monstruo de corbata roja, pero siempre le ganaba y se llevaba unos buenos golpes que le dejaban dormir hasta el siguiente encuentro con ese horrendo ser.
Comenzó a firmar su nombre de distintas maneras a los doce, siendo Maxx el apodo que prefería en todos los sitios, Méderic era al que golpeaban, Maxx era quien se defendía. Llegó a firmar papeletas importantes con este nombre y ahora algunas de sus identificaciones vienen firmadas así, no es muy distinto cuando la gente teme que su padre les haga daño por no dejar al niño tener el nombre que quiere.
Tras la muerte de papá y su madre vuelta apenas un trozo de cara y cabello lleno de alcohol y drogas, el chico aceptó un modo de vida muy activo, entrenaba algún deporte, pintaba y dibujaba muy bien, hacia lo que fuese para no volver a casa con esa mujer que comenzaba a quedarse dormida donde fuese, cuando pudo entrar a la universidad y abandonar su hogar fue la mejor salida a ello. Estudia por estar fuera no por gusto o tener una meta en su vida, tristemente, sus guías le fallaron y ahora refleja todo eso en su forma tan sobria de ver las cosas.
Maxx prefiere mil veces no decir lo que piensa y no llevarse un golpe por hablar, prefiere que la gente hable, pero si es actuar, el chico será el primero en ofrecer su ayuda, aún a sus 21 necesita distraer su cabeza para que el monstruo de corbata roja venga por las noches a arruinar su sueños.
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aswiumhq · 4 years
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          Su Majestad, en el nombre de Tamra, me dirijo a usted con el fin de notificarle que Su Alteza Real, el príncipe Kang Dongwon, ha sido registrado con éxito en el campamento. De ahora en más, les solicitamos que se dirijan a la dirección que figura en esta nota en caso de desear comunicarse con su hijo, ya que su comunicación quedará limitada por tanto como se crea necesario que deba extenderse su estadía en el campamento. Desde aquí, nos comprometemos a utilizar todos los recursos necesarios para que en el regreso de Su Alteza a Corea del Sur, se haya convertido en el príncipe que Sus Majestades y el pueblo de Gyeonggi necesitan.
                                                                         Se despide atentamente, Park Taeri.
¡Bienvenida, Mikasa! A partir de este momento contarás con 24 horas para hacernos llegar la cuenta de Dongwon. En caso de necesitar más tiempo, no dudes en pedirlo.
out of character.
seudónimo: mikasa
pronombres: ella/suya o neutros
edad: 21+
faceclaim y cupo reservado: park seoham, gyeonggi (23-25)
espacio extra (opcional): pedofilia, incesto, maltrato físico y sexual a menores de edad.
in character: realeza.
nombre completo: kang dongwon
fecha de nacimiento: 24 de julio, 1995
lugar de nacimiento: gyeonggi, corea del sur
datos a destacar.
dongwon nunca tuvo el lujo de imaginar a un monstruo bajo la cama.
lo veía, sin embargo, en el espejo. en las palabras filosas de sus hermanos mayores, en las miradas frías del rey. en el sollozo de la reina, incapaz de observar muchas veces a aquel que llamó a la desgracia y le abrió la puerta. porque a los cinco años, inocente, curioso y el más pequeño de toda la corte, no supo hacer aquello que los demás dominaban a la perfección: callar.
la familia real no admite debilidades. entiende de edades, juicio o ilusiones. cuando dongwon desató al león de la infidelidad paterna, no fue el rey quien sufrió las consecuencias. los reproches, el bochorno, dieron a caer hacia quien traicionó lo que debió mantenerse siempre como la imagen perfecta.
el monstruo era él mismo.
hubo un respiro con el nacimiento de sus hermanas. interés renovado en una dinastía decayente, rayos de sol en mejillas de querubines que podrían significar la buenaventura para el reino. sin el favor de hermanos mayores, se volcó entonces en recien llegadas, fragiles, pequeñas, e imperativo el que no cometieran su mismo error. debían ser princesas modelo, lo que alzara una vez más aquello que él fracturó en mil pedazos.
porque la frialdad paterna cortaba como el más filoso de los cuchillos. porque su madre dibujaba una sonrisa bajo la cual pretendía ocultar el lienzo roto, y los principes, inalcanzables, irreventes, se convirtieron en los herederos de aquello que él nunca podría tener. y si su propia familia había pasado sentencia, ¿quién era él para desobedecer?
con el trono a una vida de distancia, y ninguna posibilidad de redención a sus jovenes ojos, dongwon se lanzó a los brazos de un mundo que sí parecía recibirlo: los excesos de juventud, allí donde su título aun causaba efecto, donde la envidia y la admiración iban de la mano en una combinación tan intoxicante como las numerosas botellas de licor esparcidas por el suelo de una fiesta clandestina. demasiados fueron los rumores sobre sus excesos, sus relaciones furtivas, aquel flirteo con el abuso de bebidas alcoholicas y autos a todo motor.
quizás su visita a tamra habría de haberse materializado con años de antelación. pero entre su propia destreza para mantener las más terribles de sus aventuras fuera del ojo público y, por ende, de la atención paterna, y la importancia entregada a la adoctrinación de sus tres hermanos mayores, el tema del campamento fue uno que se relegó hasta el último segundo.
dongwon se ríe en voz alta cuando descubre la carta esperándolo sobre la cama. ha sabido desde los cinco años que para él no hay redención.
título de tres noticias que ha publicado la prensa sobre su personaje.
uno. ¿escándalo o costumbre? mujer afirma haber recibido fondos por parte del principe dongwon para la discreta terminación de embarazo. dos. en exclusiva: la guía a la vida nocturna de su alteza real kang dongwon, ¡diez bares, restaurantes y clubes recomendados por la realeza!                     tres. ¡accidente automovilistico en el palacio de gyeonggi! conozca todos los detalles sobre el incidente, así como las actualizaciones sobre el estado de salud de los tres herederos más jóvenes.
reputación.
nada se conoce sobre su propio estado de ebriedad al momento del accidente que le costó la movilidad a yewon, la menor de todos sus hermanos. tampoco de la pelea a gritos entablada con joowon, en el asiento de copiloto, mucho menos sobre el tema discutido. solo es pública la penosa consecuencia del mismo, tragedia empañando de rojo a una monarquía ya en estragos, y en boca de muchos uno de los motivos para el envío de los dos mayores al exilio.
del cuarto principe se ha hablado lo suficiente, sin embargo. los rumores son varios: que es un rompecorazones, que respira adrenalina tanto como la rutina de la realeza se lo permite, que en una noche de sábado se le puede encontrar padeciendo los efectos más relajados de las copas. nunca ha aparecido directamente como el objeto de un bochorno demasiado inmenso para la corona, pero continua siendo uno de los que más material ofrece a la prensa con sus apariciones en la escena nocturna, opiniones controversiales y ciertos rumores no confirmados.
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mmcapaz · 4 years
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Probablemente te estés preguntando qué hago escuchando en bucle Cold Lamb Sandwich de Thomas Newman. Cómo puede ser que esté escribiendo esto en horas de trabajo o como es, que esté haciendo cualquier cosa, menos centrarme en lo que tengo que hacer. Que aprovecho para revelar aquí, no es nada.
Lo que quiero realmente quiero preguntarme es si es nada porque yo lo he inventado o si es nada, porque realmente no hay nada que hacer.
Hace unos meses que entre en un estado de aletargo en el trabajo que no me enamora en absoluto. Aprovecharé ahora para echarme todas las flores que pueda sobre mi tumba, quizá algún día no habrá nadie para poder colocarlas.
Yo, que me concebía a mí misma como alguien con poder, alguien capaz de solucionar, analizar, resumir, recluir, elegir, decidir y contestar en cualquier situación o momento que se presentara, fácil o difícil.
Yo, que escribía libros en papel de servilletas en los bares para dárselos a personas que no entendían ni querían entender mi relojería. La enamorada, la eterna víctima del dolor, la soñadora. La que quería volar el metro de Madrid por amor y que todo, absolutamente todo el mundo, lo supiera. La que aprendió con Sara a enamorarse en los sueños, en los días y también en muchas noches.
Todo eso lo recuerdo, no puedo olvidar que fuera real. Ni en cien mil años me olvidaré de aquella persona. La que estallaba.
Pero, ¿dónde estás personita ahora?
¿Qué ha pasado con esos sueños que metiste en una caja de cristal? Pequeñita, diminuta, cada vez más chiquitita.
Enormemente pequeña como el piso aquel, del que te fuiste, no sin antes tumbar el colchón en el suelo (¡el suelo!) con tu amiga de la eternidad, para pensar en qué extraña magia te había convertido en lo que ahora eres. ¿Cómo unas paredes tan feas, llenas de gotelé, te habían hecho creer que no valías más que la pintura que se escurría hacia abajo aquella vez?
¿Qué ha pasado con los planes de crecer? ¿Con los planes de convertirte en tu mejor tú, el que planeaste para ti? ¿Córcega, Champaña, Reims, la Isla de Java, Tokio y Osaka? ¿Coimbra, Coura?
¿Qué ha pasado con el poder que le dijiste a el que tenías para pintar lo que no te gustaba, o eso de no tener siempre la misma personalidad para no aburrirte?
Hace poco te han dicho que eres una mediocre, una palabra que siempre has temido. De hecho, la has temido tanto que sólo la has dicho cuando estabas enfadada y proyectabas odio hacia personas que sabes en tu fondo, que no lo merecían. Una palabra a la que le tienes miedo y respeto porque tus padres te han enseñado que nunca nadie tiene el suficiente poder como para poder usarla. Cuánto te han enseñado tus padres, muchas gracias.
No sólo te han dicho algo así, sino que además te han dicho que nadie entiende qué estás haciendo aquí, ¿a qué te dedicas? ¿a qué te dedicas María?
Porque hace años vendías libros, novelas gráficas, luego historia, luego ética y por último ensayo. Novelas que se venden como churros no, lo comercial sólo se puede leer en vacaciones. Hace más años, programabas eventos, movías grupos de personas, tratabas con personas que movían más dinero del que nunca llegaste a entender. Ibas a sitios con gente que hablaba de temas que a veces no sabías ni si entendías, ¿pero ¿qué te importaba a ti? Nada, el personaje, tu personaje era infalible. Como una vez hace mucho tiempo te dijo el, te inventaste un personaje para huir de ti pero que siempre estaría pegado a tu mejor yo, y además, le otorgaste el poder de la inmortalidad. El poder más importante y a la vez más peligroso que existe. Pero, qué sabías tú, a ti te encantan las películas y las novelas eternas de caballeros con historias de amor.
Y hace mucho más que todo eso, dibujabas. Pero no era el dibujo lo que te gustaba, eran las ansias de crecer, de avanzar, de emprender. Siempre te ha gustado emprender, porque cierto es, que mandar te gusta más que a tu padre los pistachos.
Talento para la supervivencia y memoria selectiva para recordar lo que te interesa no, lo que sirve. ¿Cómo pudo decirte entonces que no servías para nada? ¿A ti?
A ti, que te vas a seguir echando flores en 50 hojas porque esto es lo único que tienes. Rabia dentro de ti, rabia de sentirte la última, la tercera, la cuarta o la quinta. Rabia porque siempre has ganado y ya te dijo alguien alguna vez María, que no todo es ganar o perder.
Que tenías que hacer 10 grises de escala gradada entre el negro y el blanco. Porque existen los grises. Aunque tu fueras actriz, y grabaras aquel vídeo sobre el Todo o Nada. Y te levantarás con el gato que parecía una pistola y te besaras con Daniel en los baños, y pegarás a Carlos y luego le pidieras perdón a Dios. Para, no vuelvas a este túnel de color. Ya sabes que no te lleva a ningún sitio, sólo escribe como Salinger.
Estoy confusa. Admiro a los líderes que admiro, no a todos claro. Hay errores en la historia y en la sociedad. Pero también hay contextos, hay contextos y cultura, tradición, leyendas, todo eso que las personas vamos olvidando poco a poco.
Pero si hay alguien que admiro, lo sigo hasta el final. Como un samurái a su señor, aunque tuviera que convertirme en Ronin. Lo haría. Pero seguir a un líder que no admiro… callar cuando lo que siento es ganas de gritar, llorar cuando lo que debería hacer es soñar. No puedo.
No puedo, por eso estoy aquí. No sé si es que he tenido suerte (que seguramente, mucho más que otros he tenido en todos los aspectos de mi vida) o es que nunca me han dicho que realmente, no eras tan buena María.
Aún te quedaba mucho por crecer y por aprender. Y es curioso, porque esto así dicho claro que lo pienso, claro que siento que aún soy un Padawan, aún no puedo tener mi sable láser azul porque eso sería imposible. ¡Sólo tengo 30 años y aún ni siquiera he aprendido a utilizar la fuerza! A pensar antes de hablar ni a hacer un sencillo cálculo matemático antes de empezar una dudosa financiación…
Pero eso no exime lo que siento. No exime que siento que valgo mucho, porque me he probado, me he puesto a 100 y a 1000 y no he roto con mi maquinaria. He soñado muy fuerte y se ha llegado a escuchar. Y Sara y yo tuvimos una vez la medalla de oro en nuestras manos, y no una joder, muchas veces. Y lo hicimos nosotras, sólo nosotras. Os puedo asegurar que recuerdo cada una de las palabras que se dijeron en todas esas salas, de hecho, si tenéis cámaras, podéis verlo, escucharlo, sentirlo.
Cada día de luz junto a ella, cada fiesta, cada bar, cada beso con todas y todos aquellos susodichos, puede contároslo. Era pura inspiración, y no como la inspiración en la que pensáis, pura inspiración.
No sé como has dejado de recordarte María. Deja de escribir esto tan triste, vuelve a recordar quién eras y lo que hacías, y sobre todo, porqué lo hacías. Quién eras antes y después de los libros, antes y después de ver Meet Joe Black y llorar con la tarta de naranja. Antes de que Hopkins te mirara con los ojos de Death and Taxes. Y vuelve, vuelve por favor, vuelve porque si no vuelves tú, nadie va a poder ir a buscarte.
Acuérdate de ti misma.
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lavidadepia · 7 years
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Volver a Dios
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Hoy quería compartir lo que pasa en mi corazón desde hace algunos meses. ¿Qué me motivó a abrir este blog? ¿Algo especial está pasando en mí? La respuesta es si.  Por el titular de este artículo entenderán que Dios tiene mucho que ver… ¿Qué pasó ahora último?… les voy a contar.
Hace dos años aproximadamente me encontraron un pólipo en el endometrio. Una pequeña cirugía. Ninguna complicación durante mi recuperación. Mi ginecólogo que es como mi hermano, mi cuñado Bernardo, a quien admiro, quiero… y por encima de todo, en quien confío ciegamente, me llamó a indicarme que debía hacerme una histerectomía… por prevención… ¡¡y lo más pronto!! Me quedé helada al escuchar “células precancerígenas”… pero inmediatamente nos preparamos para una nueva intervención. No alargo más la historia, me extirparon el útero el 13 de mayo del 2015.
Estuve 36 días en casa, las primeras dos semanas en cama… reposo absoluto. En el silencio de mi dormitorio, cuando los bebes estaban en el colegio, yo pensaba, dibujaba y conversaba conmigo misma sobre lo que más quería hacer… y lo que debía hacer con urgencia, ahora que la vida me estaba dando una nueva oportunidad de estar sana y fuerte. Respondiéndome mil preguntas… algo me hizo cuestionar  “si hubiera muerto, ¿qué habría pasado?”
Más allá de mi ausencia física en mi hogar, lejos de mis hijos, de mi esposo… ¿qué habría pasado con mi alma? ¿a dónde hubiera ido? Con estas interrogantes encima, y con todo el tiempo del mundo para pensar… pude tomar grandes y concretas decisiones… y una de ellas, para mí, la más importante: VOLVER A DIOS.
Si Dios siempre ha estado presente en mi vida… ¿cómo es que tenía que volver a él? La familia, 3 embarazos seguidos, mi esposo, el cuidado de la casa, la crianza de los niños y un trabajo estresante y agotador… me habían hecho abandonar el camino. Rezaba cuando sentía la necesidad… la pésima costumbre que tenemos muchos…
Apenas pude levantarme decidí bautizar a mis hijos chiquitos. Correcto… María Paz y Enrique -por una despreocupación mía- no habían sido bautizados. Ese mismo año, en diciembre, en una ceremonia íntima y muy emotiva, fueron bautizados mis muñecos.
Desde joven estuve muy vinculada al Santuario de Schoenstatt (en otro artículo les contaré cómo ingresé y qué ha significado en mi vida) entonces busqué allí mismo una oportunidad para acercarme a Dios nuevamente.  Mis dos niñas ingresaron al movimiento de Schoenstatt como apóstoles de María… y mi hijo ingresó este año a Escuderos de la Mater… ellos felices… y yo, aún no creo en nadie por la bendición de habérselos entregado a la Virgen para que los cuide!
¿Y qué pasó conmigo? Pues, al buscar en el Santuario quién me ayude a bautizar a mis niños di con un lugar maravilloso… y con 2 personas que lo cambiaron todo. Me recomendaron llamar a los Padres de El Cortijo para la ceremonia, ¿quiénes son? no tenía idea, pero un día llamé a un padre llamado Ricardo.
Cierto día, con la carpeta en mano con todos los papeles del bautizo de los niños, llego a la casa de los Padres -primera vez en esa casa, linda, ordenadísima con aire de paz absoluto- y al sentarme en la sala afuera, una señora me dice “¿está esperando al Padre?”, le digo “si”… “vaya ahorita que está confesando”… ¡¡me quedé muda!! porque en realidad yo solo iba a entregar una carpeta.
Dios fue tan generoso conmigo que me empujó hacia un cuarto y cuando me dí cuenta estaba sentada en frente del Padre Eduardo (ahora sé quién es) y mirándonos cara a cara, como normalmente uno no suele confesarse, comencé a hablar con él. “¿Hace cuánto tiempo que no te confiesas?”… y con voz temblorosa dije “talvez hace unos 5 años o más”… la verdad, no me acordaba. Tuve una confesión maravillosa. Un padre con acento peruano me hablaba… y yo… sentí cómo Dios me abrazaba con todas sus fuerzas… y no podía irme de su lado. Ese día algo importante pasó en mí…
Me dijo que daban misa todos los domingos en un colegio muy muy cerca de mi casa. No pude esperar más para ir ese mismo fin de semana y sentarme a escuchar… lo que Dios tenía que decirme.
Fue mágico… fue divino… después de esa misa y de esa comunión vino la siguiente, luego vino el siguiente domingo… y cada día me enamoraba más y más la calidez con que Dios me recibía y la forma en que me hablaba. Las homilías… ¡qué homilías! era como si me las estuviesen dedicando… tanto así, que han habido -y siguen habiendo- muchas misas en las que lloro de emoción. Cerrar los ojos, sentir el viento en mi cara y la paz en mi corazón, es sencillamente algo con lo que me encanta vivir!
Desde aquella experiencia correteo temprano a mis hijos para sentarnos en primera fila… domingo a domingo. Lo lindo es que mis hijos también disfrutan de la misa y jamás me han dicho un “no puedo”, “no quiero”… es más, María Paz se pone triste cuando no alcanzamos -por alguna razón- la primera fila porque no puede ver al Padre “de cerquita”. Rezar todas las noches… y recibir una visita en casa los 22 de cada mes: la Mater Peregrina… forman parte de nuestro alimento espiritual como familia.
Siento que Dios tocó mi corazón con tanta fuerza… que me resulta imposible no estar en gratitud con él… y no puedo dejar pasar las oportunidades para visitarlo, recibirlo… y abrazarlo una vez más. Es verdad que cuando uno mira al cielo con gratitud, las bendiciones bajan, es totalmente cierto. Todavía me falta corretear a uno más de mi familia para llegar a misa, si… Henry… aunque él diga que no… observa cómo los bebes me siguen… cómo rezan con devoción… cómo hablan de la Mater, de los Padres… en algunas ocasiones vamos a misa los sábados por la noche… y se arrodilla, reza… se acerca a comulgar… Dios sí está presente en su vida, y poco a poco Henry va abriéndose hacia él.
¿Qué va a pasar después? no lo se. Seguiré sacando lo mejor que tengo en el corazón… escribiéndolo probablemente… honrando a las personas que me han convertido en quien soy, a mis papás, a mis hermanos, a mi familia… a los padres de El Cortijo… y tomando decisiones que le agraden a Dios.
Lo que Pia puede rescatar de todo esto es solo una cosa: nunca dejen pasar una oportunidad de volver a Dios, porque no existe paz que se iguale a ésa. Cuando sientan que su vida no está totalmente completa… que “algo” más les llenaría el alma… es Dios quien les está gritando volver a él… y cuando nos llama de vuelta… es porque definitivamente ¡nos está necesitando para una misión importante en este mundo!
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myoline-blog · 7 years
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¡A dar el DO de pecho!
La orquesta bullía en mil notas musicales, con exquisitos ritmos pandaren. Sobre el escenario, alumbrado con decenas de lámparas que proyectaban luces de los más vivos colores, tres pandaren féminas, ataviadas con vistosos hanfu de tonalidad carmesí, bailaban una hipnótica danza portando en sus manos sendos farolillos rojos que movía rítmicamente. El decorado simulaba un barrio popular de una de las grandes aldeas de Pandaria, quizá Zarpa’don, quizá cualquier otra. Desperdigados por el suelo se encontraban falsos enseres militares, restos de la fingida batalla que había tenido lugar minutos antes sobre el escenario, entre las tropas de la Horda y de la Alianza, cortesía del maestro Mao el Prestidigitador y sus ilusiones.  La música se interrumpió a la par que las tres pandaren se inclinaban ceremoniosamente, dando por finalizado el espectáculo. El público estalló en rabiosos aplausos y casi unánimemente se puso en pie. Una vez más. Como en los Templos de las Siete Estrellas y de las Dos Lunas; como en la aldea de los Aleta de Nácar, como en todo el Bosque de Jade, también en la Atalaya de Zhu la función había gustado, como atestiguó la lluvia de monedas de todos los metales que pronto bañó el escenario. Los cuatro pandaren salieron a saludar y el telón cayó inmisericorde. 
Más tarde, en el pequeño habitáculo que los organizadores habían adecuado como camerino para los artistas, Madam Kyon se desmaquillaba pulcramente, mientras Min y Lin, las gemelas acróbatas que habían compartido con ella el número final, la ayudaban a desvestirse. En un cómodo diván, al fondo, Mao el Prestidigitador contaba las monedas con una gran sonrisa en el rostro. 
- Cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, y cincuenta. Con esto hacen doce monedas de oro y sesenta monedas de plata. Aún faltan por contar las de cobre, pero el público ha sido muy generoso - espetó el anciano.
Madam Kyon asintió en silencio y paseó la mirada por el espejo. Este le devolvió la imagen de una pandaren ya entrada en años, cubierta por un espeso pelaje plateado y con dos ojos color miel que centelleaban a la luz de las velas. Repasó su flequillo con la mano y repasó con la mirada la pulcritud de sus uñas, primorosamente pintadas en un rojo brillante. - No ha estado nada mal - pareció murmurar para sí misma, lo que motivó que sus acompañantes se acercasen a ella. -¿Estás bien, Kyon? - le espetó Lin, una de las hermanas - Pareces desanimada. ¿Es que las funciones no están yendo todo lo bien que debían? - Ambas hermanas se miraron, ahora con la preocupación asomando en los ojos de las dos. -Tranquilas, chicas. Solo estaba recordando viejos tiempos, allá en la Isla Errante. Y cómo fueron los comienzos de la Compañía Teatral “El Grillo Azul”. Y pensando un poco en el futuro”- Las gemelas se sentaron a los pies de Madam Kyon casi a la par y dibujaron una sonrisa en sus rostros. - ¿Nos lo cuentas otra vez, por favor? Sabes que nunca nos cansamos de escuchar esa historia.- dijo Min con una voz cargada de entusiasmo. Madam Kyon suspiró y soltó una carcajada. - Está bien, chicas. Atended.- Mao se acercó a ellas con su pipa encendida, también dispuesto a escuchar la historia. 
“Nuestra historia comienza hace más de veinte años en la Isla Errante. Yo era una joven dispuesta a comerme el mundo, pero por desgracia no contaba ni con el dinero ni con la influencia necesaria para lograr mis propias metas. Mi padre había partido a ver mundo, dejándonos a mi madre y a mí con promesas de volver cargado de fama y fortuna a por nosotros. Cuando fueron pasando las semanas y nos dimos cuenta de que ni de las promesas ni de la esperanza se come, tuvimos que ponernos a trabajar. Mi madre, que era un sol y muy trabajadora, partió hacia el sur, hacia el Labrantío, mientras yo me quedaba en casa cosiendo y bordando por encargo, cosa que, dicho sea de paso, hago muy bien, casi tanto como cantar. Así conocí al señor Chen en profundidad”
En este punto, Madam Kyon hizo una pausa para beber un sorbo de agua, lo que fue aprovechado por las gemelas para lanzar una tromba de las mismas preguntas que lanzaban siempre, lo que se había convertido en un auténtico ritual. -¿Quien era el señor Chen? ¿A que se dedicaba? ¿Que fue de la madre de Kyon?- 
“Callad, niñas, todas esas respuestas ya las conocéis. Dejadme continuar. Como os iba a decir antes de que me cortáiseis, el señor Chen era el dueño de una taberna en la Aldea Brisa Temprana, donde yo vivía, llamada “El hozen beodo”,  al escucharme cantar me ofreció hacerlo en su taberna por unas cuantas monedas. Primero una vez por semana, luego dos, y por último durante tres días mi repertorio animó la velada a cuantos parroquianos pasaron por sus mesas. Estuve cantando para Chen durante unos tres años, hasta que conocí a Shijung.
Shijung era un joven pandaren de rostro tostado y cuerpo fuerte que había venido desde el sur, desde Dai - Loy según me dijo, y no estoy siendo fanfarrona, se había enamorado de mi voz. Era un hábil malabarista y pronto me propuso formar un duo: lo llamamos “El Grillo Azul” porque una vez, durante uno de los ensayos, nos dimos cuenta demasiado tarde de que una de las túnicas azules desteñía y nos dejaba de este color el pelaje. Nos ganábamos la vida haciendo nuestros trucos en las posadas, cantando, bailando, haciendo magia y malabares, viajando de aldea en aldea con nuestro pequeño grupo. Éramos felices. Fantaseábamos mil veces con ir de gira por los reinos del Este, pero no terminábamos de decidirnos. Y no, no seáis malas, que os conozco. No había nada entre nosotros. Éramos compañeros de trabajo y amigos. Nada más. Hasta que se abrió la niebla.
Un día que Shen-zin Su navegaba demasiado cerca de Pandaria vimos algo que jamás habíamos observado antes, algo que nos dejó atónitos, vimos tierra. Habíamos pasado otras veces cerca del gran continente, y en esas ocasiones toda la Isla se llenaba de espesa y grisácea niebla que impedía los viajes por los caminos y las fiestas al aire libre. Pero en esta ocasión vimos el mar azul, las altas montañas y, a lo lejos, las altas torres de un templo que nunca pude reconocer. No lo dudamos un segundo, solo hizo falta diez minutos de charla: Shijung y yo vendimos nuestras posesiones y, tras despedirnos temporalmente de nuestras familias, alquilamos un globo y volamos a Pandaria. Allí conocimos al Maestro Mao, que se unió a nosotros”.
El pandaren sonrió a las muchachas dando una larga calada a su pipa. El humo dibujaba formas alargadas en el aire. 
- ¿Y qué le pasó a Shijung?- preguntó Lin con un deje de curiosidad en la voz - Eso no nos lo has contado nunca”.  
“Pues lo que tuvo que pasar, Lin. Que conoció a una pandaren de El Alcor y se casó con ella. Se fueron a vivir allí, y allí siguen, trabajando su granja. De vez en cuando nos escribimos una carta o me envía un gran ramo de flores. Lo demás ya lo sabéis. Mao y yo os conocimos, os trajimos con nosotros y ya llevamos tres años de gira con nuestro espectáculo. Es por eso por lo que estaba pensativa, muchachas. Porque pensaba en el pasado”.
Mao habló por primera vez. - Madam Kyon, las chicas y yo hemos estado hablando en privado durante estos días. Queríamos darte una sorpresa, así que... ¿Qué te parecería comenzar una gira por los reinos del Este? Ya hemos recorrido la mayor parte de Pandaria, y quizá sea el momento de llevar nuestra función a un público diferente.. - 
Madam Kyon miró a sus compañeros y alzó las cejas. - ¿De verdad?¿Lo estáis diciendo en serio? - Los tres pandaren asintieron en silencio, hasta que Lin exclamó: ¡Allí sí podrás dar el do de pecho!
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toabelovednightmare · 8 years
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Zanja En Base
Personajes/Parejas: PeChi. Miguel, Manuel y Martin.
Notas: AU de Radio. Creo que esto es algo más como un WIP. Idk, siento que puedo hacerle una segunda parte pero todavía no tengo planeado como quiero continuarlo n.ñ En fin, enjoy : )
Link a AO3.
Advertencias: Nope.
I.
Manuel tuvo la idea la primera vez que escuchó la noticia en la radio. Estaba regresando a casa después del trabajo, y su auto se encontraba estancado en medio del atolladero nocturno. Era verano, pero tenía las lunas subidas para escapar del barullo de las bocinas de los autos y los gritos de los conductores de buses. Ahogaba el ruido con la música de la radio. Le ayudaba a pensar.
No era muy bueno en eso de las relaciones. Últimamente era pésimo. Su trabajo le demandaba pasar muchas horas solo en la computadora, por lo que apenas hablaba con su novia un par de veces al día. Era su culpa, por no poder concentrarse y tener un mar de palabras atoradas en la cabeza. Sus dedos podían quedarse estacionados sobre el teclado por horas, sin moverse, siempre dudando. Amaba escribir, pero siempre le costaba mucho. Era terrible.
Y estaba arruinando sus relaciones con todos a su alrededor. Tenía que encontrar alguna manera de arreglarlo.
Apoyó su cabeza contra el vidrio. La canción acababa de terminar y las voces de los dos conductores de radio repetían el nombre y artista, conversaban sobre las cosas más triviales y reían sobre chistes tontos.
-Y para los que estaban viviendo bajo una roca, este Sábado es el concierto de la banda Cocoa Argentina, a las diez de la noche en el hipódromo—
-Ese concierto va a estar buenazo.
-Los pibes hacen los mejores covers de las mejores bandas latinoamericanas, así que podes apostar a que va a estar más que bueno.
-La verdad, yo voy solo por sus covers de Soda Stereo.
-Yo quiero ir a ese concierto.
-¿Tú? Oe, tu fuiste al último. Me toca.
-¿Vos?¿Vos que sabes de Soda Stereo?
-Lo se todo. Adelante, ponme a prueba mi querido Tincho. Aquí, enfrente de todos los oyentes.
-No, no soy tan malo como para ponerte en ridículo frente a todos, causita.
El segundo conductor resoplo y Manuel rodo los ojos. Ponían buena música, pero sus peleítas eran realmente molestas. Llevaba tiempo escuchando la estación y seguía sin entender porque eran tan populares. Estiró la mano para cambiar de radio, pero entonces un gritito lo detuvo.
-¡Ah!¡Tincho, nos estábamos olvidando de nuevo!
-¡Es que me desconcentras mal!
-Antes de que acabemos el programa, ¡atención! Tenemos dos entradas para el concierto de Cocoa Argentina y se las estaremos regalando a quien pueda responder la pregunta secreta de la página web de la radio.
-¡Son entradas VIP!
-¡Son entradas VIP y también se estarían llevando un par de polos de Cocoa Argentina que están re copados!
-¡Y también estarán invitados a pasar por cabina y contarnos cuánto les encanto el concierto!
-Es un privilegio poder conocerme así que entren a la página web, inscríbanse, y entren al concurso para llevarse dos entradas para el concierto de Cocoa Argentina.
-¿Cuando empieza el concurso?
-Ya empezó.
-¿Ya?¿De verdad?
-Si, es que era como secreto porque se nos olvido como por tres días, ¡pero no importa!¡Entren al concurso!
Lo tanteó un par de segundos, dándole golpecitos al timón mientras observaba la pantalla de su celular. Ahora sonaba uno de los covers de Cocoa Argentina. Estaba seguro de que en algún momento su novia le había recomendado la banda. Había un cover en especial que le gustaba muchísimo, pero Manuel no podía recordar el nombre en ese momento. Torció la boca, y abrió las notas de su celular.
 II.
Manuel nunca tenía suerte con los concursos. Solo una vez se había ganado algo: Una bolsa de Cheetos cuando estaba en el jardín. Después de eso, todos sus intentos por ganarse cosas habían resultado en pérdidas de plata innecesarias que solo lo dejaban dudando si había sido estafado o no. Y tampoco tenía tanta plata como para andar tirándola en esa clase de cosas; aún estaba terminando de pagar la universidad, y tenía que pagar la renta del apartamento y todo eso.
Pero ese concurso de radio no le pedía dinero, lo cual era sorprendente. Tampoco decía nada sobre ser solo para ciudadanos, así que el hecho de que fuera extranjero no era un problema. Después de pensarlo mucho y revisar tres mil veces las bases del concurso, había terminado llenando todos sus datos. Entonces le salto la famosa pregunta del concurso, en letras amarillas brillantes sobre un fondo morado oscuro. Entrecerró los ojos, leyendo con suma atención el corto texto.
“¿Cuando cayó el Viernes Santo en martes?”
Parpadeó rápidamente, sintiendo que sus ojos le estaban jugando trucos. Sin embargo, la oración seguía armada de la misma manera que la había leído en un inicio, las mismas palabras y el mismo orden ¿ Qué demonios significaba eso? Lo pensó mucho, tratando de encontrar la clave escondida entre las letras o algo. Le surgieron un par de ideas, pero no estaba seguro de ninguna. Bajo el texto, la línea para la respuesta brillaba como burlándose de él.
Torció la boca, echándose hacia atrás en su silla y sacando su teléfono inmediatamente. Una estúpida pregunta de concurso no iba a ganarle tan fácilmente. Entró la pregunta, tal y como estaba escrita. Lo primero que saltó en el buscador, fueron un montón de líneas de tiempo, fechas de los Viernes Santos en años pasados. Claro está, todos caían un viernes, quinto día de Semana Santa.
Buscó por lo que parecieron ser horas, hasta llegar a la página 60 y algo de las entradas de Google. Le dolía la mano, los ojos y la moral. Entonces por fin, algo llamó su atención. Una respuesta que no era como las demás.
 III.
Miguel amaba cuando terminaban el programa. Amaba cuando por fin podía sacarse los pesados audífonos y echarse atrás en su silla con un vaso de Inka Cola en la mano. Siempre se quedaba un rato en la cabina, para perder el tiempo con Martín. No tenía nada bueno que hacer en la soledad de su apartamento, así que prefería pasar tiempo con su amigo.
Esa noche Martín estaba decidido a ganarle las entradas para el concierto que tenían que cubrir. Normalmente uno de sus corresponsales especializados en música y espectáculos cubría los conciertos para la radio. Pero la persona que normalmente lo hacía estaba de viaje en Asia, y solo Martin y Miguel tenían suficiente tiempo libre como para suplir.
-Tu fuiste al último, lo justo sería que yo vaya a este.
Miguel sonríe contra el borde de su vaso, tomando otro sorbo mientras observa a Martin chasquear la lengua. El argentino tiene la vista fija en la pantalla de su computadora portátil.
-La banda se llama Cocoa Argentina ¿Y yo que soy?
Miguel bufó, bebiendo lentamente antes de responder.
-Un argento atrapado en Lima.
Martín lo miró de reojo, como preguntándose si eso había sido un insulto o simplemente otro de los chistes babosos de su compañero de trabajo. Terminó sonriendo de lado, dando click a la página de visitas de la web de la estación. Silbó al ver el claro aumento de visitas ese día. Parecía que el concurso había atraído a mucha gente.
Y sin embargo, aun no habían entradas válidas.
-Che, Miguel ¿Crees que se la pusimos muy difícil?
Miguel se acercó despacio, sin molestarse en levantarse de su silla giratoria, para mirar la pantalla sobre el hombro de Martín.
-¿La pregunta del concurso?
-Nadie la ha respondido bien aún.
-Alucina…
-Quizás debimos haber puesto la de Harry Potter. Esa la adivinaba cualquiera.
Miguel se encogió en hombros, dándole un par de palmadas en la espalda a su amigo antes de empezar a alejarse.
-Tampoco estaba tan difícil. Digo, es un juego de palabras y ya…
Martín río con fuerza, dejando la computadora para sacar su celular y apoyar las piernas al lado de los controles.
-¿Sabes cuanto te demoraste vos en adivinar la estúpida pregunta esa?
Miguel frunció el ceño, tomó un sorbo largo de su bebida.
-Solo porque no la explicaste bien. Si le cambias las palabras nadie entiende.
Martin rodó los ojos. A Miguel le había tomado días, y ellos no tenían ese tiempo. No faltaba mucho para el concierto, y los sorteos tenían que hacerlos antes. Anunciar al ganador y todo eso, aún muchas cosas que hacer y tan pocas ganas. Martín suspiró, mirando a Miguel de reojo por sobre la pantalla de su celular. El peruano tenía la mirada perdida en las lucecitas de los monitores.
-¿Sabes que estaba pensando?
Martin respondió con un “hm.” Tenía 1,000 likes en una foto de Instagram, un comentario donde lo llamaban príncipe y otro donde lo comparaban con un caballo feo. Torció la boca. Miguel siguió.
-Hagamos algo. Si alguien responde la pregunta antes de las cinco…
Martín levantó la mirada, miró al reloj, donde encontró la mirada de Miguel fija. Una sonrisa se dibujaba en el rostro del chico.  
-Si alguien responde la pregunta bien antes de las cinco, voy yo al concierto.
-¿Y si no?
-Si llegamos a las cinco y nadie ha respondido bien aún, vas tú.
Martin bufó, miró el reloj y a Miguel, que se cruzó de brazos con una sonrisa de seguridad que no hizo más que hacer sentir a Martín aún más seguro de su victoria.
-Trato hecho.
La sonrisa de Miguel se ensanchó, y se hundió en su silla mientras tarareaba una canción.
 IV.
Estúpido caballo. Estúpido concurso. Estúpido juegos de palabras, sabía que esa tontería tenía que estar jugando con él. En serio no esperaba que la respuesta fuera correcta, que estuviesen preguntando por un caballo. La verdad, se había cansado y había terminado por responder lo que le parecía más lógico. No había esperado ganar.
 De alguna manera, sin embargo, el universo había decidido estar a su favor solo esta vez.
Le mandaron todos los datos y las entradas por correo. Había algo que decía que debía dar un comentario breve después del evento, pero no le prestó mucha atención a eso. Inmediatamente, llamó a su novia, esperando que la noticia fuera de su agrado.
Cuando está por fin contestó, sin embargo, lo hizo con voz de letargo. Tuvo el presentimiento de que algo andaba mal, y decidió guardar la sorpresa un poco más.
-¿Paso algo?
Preguntó, meciéndose de atrás hacia adelante en la silla de su escritorio. Tenía un par de pilas de trabajo al frente, pero las estaba ignorando porque ese día estaba de buen humor.
-Nada.
-¿Nada?
Silencio. Manuel jugueteaba con un lápiz. El ventilador de piso soplaba despacio, como un arrullo.
-Nada. Ese es el problema.
Y luego le había colgado.
Supuso que ahí acababa el raro momento de regocijo.
 V.
Martin aún estaba algo desanimado por haber perdido las entradas. Se había pasado toda la tarde luciendo como un niño al que le habían quitado un dulce. Y, aunque exagerado, Miguel no podía evitar sentirse un poco mal.
Terminó dándole un par de palmadas en la espalda a su amigo, y hasta se atrevió a darle un beso en la mejilla. Martin lo apartó con la mano y Miguel rió, volteando una de las sillas de la cabina y sentándose en ella a su lado con la cabeza y los brazos apoyados en el respaldar.
-¿Me perdonas?
Preguntó, y Martín lo miró de reojo. Una sonrisa empezaba a asomarse en sus labios.
-Solo si me cocinas eso de la última vez...eso que me gusto. No me acuerdo como se llamaba.
Miguel resopló, ahogando una carcajada.
-Ok, señorito. Tomaré nota de su pedido.
Martin lo empujó un poco. Estaba revisando sus redes sociales de nuevo y a Miguel no podía sorprenderle menos.
-Oye,- dijo de repente el argentino, captando su atención de nuevo. -No te metas con un loco, ¿ok?
Miguel apartó la mirada, concentrándose en los controles de la radio, aún tocando remixes de canciones.
-¿Yo? No se de que hablas.
-Va en serio, pibe. No quiero que andes mal después.
Miguel suspiró, meciéndose de lado a lado en su silla, aún sin mirar a Martín.
-Okay, okay, lo que sea.
-Repite conmigo: No me voy a emborrachar y a meterme con otro loco que me deje tirado de nuevo.
Miguel sonrió de lado. Martín se volteó solo para empujarlo con un pie.
-Que repitas, che.
Miguel suspiró, más fuerte, más dramáticamente.
-No me voy a meter con otro loco…
Martín lo miró en silencio, sus ojos analizando sus palabras lentamente.
-Bueno, algo es algo.
Miguel sonrió de oreja a oreja.
-No te preocupes, no me bebería todo ese alcohol sin ti.
Martín suspiró, dándose la vuelta para regresar a surfear la red. Miguel sabía que no necesitaba echarle sal a la herida, pero era divertido y además, lo ayudaba a barrer esas pequeñas advertencias bajo la alfombra. Todo estaba bien.
 VI.
El hipódromo estaba repleto de gente. No era un sitio enorme, pero tampoco era tan pequeño. A Manuel le sorprendía ver que tanta gente estaba interesada en una banda de covers. Después de todo, él nunca le había prestado mucha atención.
Su novia había terminado con él, y oficialmente borrado de cualquier red social. Alguien en el trabajo le había comentado que la había visto con un sujeto en la calle. Eso no le parecía tan implausible, este tipo de cosas solían pasarle. Simplemente tenía muy mala suerte.
Nada que una buena ronda de tragos no pudiera arreglar.
Lo bueno de tener entradas VIP para ese concierto es que la barra es libre. Antes y después. Manuel no espera para hacer uso de este maravilloso recurso, decidido a no dejar que tonta ruptura con su novia le arruinara el concierto. Eso ya no importaba. Por eso, la barra fue exactamente a donde se dirigió al llegar.
 VII.
Miguel no había podido evitar mirar de reojo al extraño que se metía trago tras trago como si no hubiera mañana. Y la seriedad con la que lo hacía… era casi un chiste. Definitivamente algo que iba a mencionar entre sus pequeños comentarios radiales.
“La gente lo pasó bien. Había barra libre. Había un tipo que se tomó como diez shots de tequila en un minuto y pensé que se iba a morir. Pero alucinen que no. Seguía y seguía…”
Miguel trató de no sonreír o reírse. Era obvio que el tipo estaba tomando para emborracharse. Miguel iba en su segundo vaso de vodka, gin y limón. Estaba muy cargado, como le gustaba.  No llegaría a terminar como ese sujeto nunca, pero igual la iba a pasar bien de todos modos.
 VIII.
La música era buena, tenía que admitirlo. No, no eran los artistas originales, pero seguían bien el ritmo y melodía de las canciones y eso ya era algo. En medio del aturdimiento causado por el sonido, las luces, el alcohol y todo lo que tenía en la cabeza, llegó a pensar que estaba viendo a Los Prisioneros tocar en el escenario, como lo había hecho varias veces en los VHS de sus padres cuando era chico.
Había una chica a su lado que estaba a punto de explotar: sudor corriéndole a cántaros por el rostro, maquillaje corrido, y voz ronca de tanto gritar. Si su novia no le hubiese cortado tan brutalmente, estaría parada en su sitio en ese momento. Era raro el sentimiento que lo llenaba, como un hambre de hacer algo realmente estúpido.
Y eso es exactamente lo que hizo. Diciéndose que más tarde podría echarle la culpa al alcohol, tomó a la desconocida por los hombros, jalándola ligeramente hacia él. Se arrepintió tan pronto vio la expresión de la chica tornarse en una sopa de cejas arrugadas y labios fruncidos. La tipa dijo algo, pero Manuel no tuvo tiempo para oírlo porque el empujón que le mandó a continuación le hizo perder el balance y chocar con la persona en el lado opuesto. Trastabillaron, hasta que por fin uno de los dos logró recuperar el equilibrio.
Alguien lo sujetaba de un brazo, y Manuel solo atinó a levantar la mirada cuando pudo volver a sentir el piso sólido bajo sus piernas. Vio pelo negro, una sudadera gris, ojos dorados y una boca que se movía diciendo algo. Y todo eso  lo confundió aún más.
El ruido no lo dejaba escuchar lo que el tipo le estaba diciendo, así que terminó inclinándose más, tropezando con su propio pie, casi cayendo encima del extraño que lo sujeto del otro brazo.
-Hey, tampoco te mates.
Así de cerca, pudo oír su risa entre el sonido de la guitarra eléctrica y el retumbar de los platillos. Se enderezó, disculpándose por lo bajo. No había pensado que iba a emborracharse tanto, pero estaba más mareado de lo normal.
La gente estaba como loca, empujaban y saltaban y cantaban, y Manuel estaba atrapado en ese pequeño espacio con ese chico que le seguía diciendo algo que no entendía.
-¿No eres de aquí, verdad?
Manuel negó con la cabeza, tan rápido que puntitos de colores aparecieron por todos lados.
-No.
Terminó levantando la voz. El chico rió de nuevo, soltándolo por fin. No preguntó de donde era, ni dijo mucho más hasta que llegó el intermedio y la gente empezó a moverse hacia la barra otra vez.
Entonces le dio un codazo que tomó a Manuel por sorpresa. Apuntó hacia un lado con la cabeza, sonriendo de lado.
-¿No vienes?
Manuel parpadeó, sin saber si le hablaba a él o no. El chico bufó.
-A la barra…
No tenía nada más que hacer. Así que se dijo, ¿por qué no?
 IX.
-¿Cuánto tiempo llevas viviendo acá?
-Dos años.
-No es tanto ¿Estudias?
-Trabajo.
-Ah.
Miguel tomó otro sorbo profundo de su cerveza. Manuel hizo lo mismo con el vaso de ron y coca cola que tenía en la mano.
-¿Siempre tomas tanto?
El tono burlón en la voz del peruano captó su atención y levantó una ceja. Miguel también llevaba un buen rato tomando.
-¿Siempre haces tantas preguntas?
Miguel se encogió en hombros. Manuel volvió a beber, pero entonces una duda se asentó en su cabeza.
-¿Cómo supiste que no era de acá de todos modos?
Miguel resopló.
-Por el acento.
-Pero si no es tan fuerte.
-Eso dicen todos los extranjeros.- Miguel rodó los ojos, mirando la lata de cerveza casi vacía. Jugó a mover la anilla hasta sacarla. -Además conozco otros chilenos…
-No te creo.
-¿Por que no?
-Porque desde que vine no me he cruzado con un solo chileno.
-Debes de tener pésima suerte.
-No seria la primera vez…
-¿Eres salado?
Manuel lo pensó.
-Creo—
-Nah, no respondas. Ya lo sé.
-¿Qué?
-Cómo viniste a un concierto solo…
Manuel apretó los labios.
-¿Y tu? Tu también estás solo.
-Pero yo vine por trabajo. No es lo mismo.
Miguel volvió a tomar un sorbo largo. Manuel dejó salir una carcajada.
-Trabajo. Si, como no.
-Es en serio.- Miguel se relamió los labios. -Venir a conciertos también es parte de mi trabajo.
-Aja ¿que trabajo es ese si se puede saber?
-Uno que no apesta.
Manuel ahogó una risa, sintiendo que su cuerpo vibraba de ebriedad. Había tomado muchísimo. Muy dentro de él sabía que iba a estar muerto cuando se despegara de esa barra. El eco de la música llegó hasta donde estaban, y Miguel tarareó muy torpemente la canción que sonaba. Tamborileó sus dedos sobre la mesa hasta que una de las latas apiladas a un lado rodó fuera de esta.
Miguel rió, Manuel sonrió contra el borde de un vaso de vidrio que ya solo tenia hielo. Entonces notaron que estaban solos.
 X.
Amaneció con un fuerte dolor de cabeza, sintiendo que le regurgitaba el estómago, y con ganas de matar a la lucecita que le daba directo en la cara. Lo peor de todo ocurrió cuando noto que no estaba solo en la cama, que no estaba en su cuarto, y que estaba desnudo. Desnudo, con un tipo en la cama.
El extraño se removió en la cama al sentirlo sentarse en el colchón. Dijo algo entre sueños, y a Manuel le tomó mucho recordar cuál era su nombre. Miguel. Lo recordaba entre el sonido de risas y tonterías susurradas.
Poco a poco, fue hilando los eventos de la noche anterior, sacando el sentido a los hechos que recordaba solamente como una marea de imágenes borrosas. Miguel tenía todo el cuello marcado, y aunque Manuel no recordaba en qué momento se había ensañado tanto con el cuello del peruano, no pudo evitar sentir vergüenza.
Se vistió en silencio, tratando de no despertar a quien seguía durmiendo. Lo último que necesitaba eran charlas extrañas o tensas. La cabeza ya lo estaba matando. Apenas terminó de vestirse, cogió sus cosas y se fue de ese lugar sin decir más.
 XI.
Cuando Miguel despertó, lo hizo con pesadez. No necesitó analizar mucho la situación para entender exactamente qué pasó ahí la noche anterior. Ya había pasado antes, así que era un escenario familiar.
Se sentó en la cama, rascándose el cuello. La verdad es que no recordaba nada ¿Eso era malo? Nunca lo hacía después de tomar tanto. Recordaba haber ido al concierto, estaba hablando con un tipo, y luego se fueron a  la barra a tomar de nuevo….
Se paró de la cama sintiendo que un camión le había pasado por encima varias veces, se bañó y solo cuando se miró en el espejo notó las manchas rojizas en su cuello. Sonrió de lado, sin poder ignorar cuántas había. Parecía que lo habían pasado bien la noche anterior. Eso o lo había atacado una sanguijuela mientras dormía.
Regresó a su cuarto, silbando “Persiana Americana.” Recogió su ropa del piso, tirándola al cesto de la ropa sucia y rebuscó sus cajones hasta encontrar una polera y un pantalón de buzo viejo. Ese sería un día de no hacer nada.
 XII.
La secretaria de la radio lo llamó para avisarle que tenía que ir a la radio esa tarde. Manuel había pasado el fin de semana tratando de entender cómo pasó de tener novia, a no tenerla y a acabar teniendo sexo con un sujeto desconocido. No era que le molestara haber tirado con un tipo. Simplemente había quedado algo aturdido por la rapidez de los hechos. Todo lo había tomado por sorpresa, como si lo hubiesen subido a una montaña rusa mientras dormía. Cuando menos lo notó, ya era Lunes.
-Es solo un rato. Solo necesitamos que nos dé su opinión sobre el concierto. Es parte de lo que hacemos con los concursos que dan entradas gratis.
Manuel suspiró, dándole un sorbo rápido a su taza de café. Con lo que le gustaba hablar en público….
-Supongo que iré, ¿a que hora dijo?
-Cinco de la tarde.
-Listo.
 XIII.
Martín no había dejado de molestarlo desde el mismísimo momento en que se quitó la polera. No era su culpa que fuera verano y la cabina fuera un horno. Tampoco lo era tener el cuello lleno de chupones. Se veían más de lo que había pensado, y a Martín solo le tomó un segundo sacar conclusiones.
-Dijiste que no ibas a volver a hacer eso, causita.
Martin chasqueo la lengua cuando paso por su lado. Miguel se encogió en hombros y sonrió de lado, demasiado acostumbrado a sus dramitas teatrales como para creer que realmente lo estaba reprochando.
-Dime que por lo menos te acordas de su nombre.
Martín insistió, cruzándose de brazos.
-No realmente.
Dijo Miguel con falsa tristeza. Martin resopló, le revolvió el pelo con furia y se dejó caer en su silla de estudio con un sonoro puff.
-No tenes remedio.
-No es nada serio.
Miguel trato de consolarlo, o a sí mismo, quién sabe. Revisó los controles de sonido del micrófono frente a él, dándole ligeros golpecitos con la espalda de la mano.
-No pasa nada….
Martín no dijo nada más, pero Miguel estaba seguro de que seguía recriminando sus acciones dentro de su rubia cabeza. Sin embargo, estaba diciendo la verdad: lo de la noche del concierto no era nada. No es como si hubiese pretendido entablar una relación con ese sujeto. Ni siquiera recordaba bien su rostro, ni su nombre, y ni se molestó en quedarse a tomar desayuno así que asumió que el sentimiento era mutuo. Era solo sexo y ya.
Se preguntó si habría grabado su número de celular en alguna parte.
La voz de Martin lo sacó de sus pensamientos. El argentino leía el programa de ese día como alguien lee una sentencia de cárcel.
-...una hora de pedidos, un rato de responder llamadas, la entrevista con el ganador del concurso, más música, twitter, y cerramos el programa.
Miguel se derritió en su silla, mirando a Martin con cansancio.
-Lo haces sonar como si durara un siglo.
 XIV.
A Manuel no le hacía gracia eso de la entrevista. La verdad era que había accedido a ella sin notarlo, al aceptar las bases del concurso. Debió leer la letra pequeña con más cuidado. Aun así, prefiere terminar con todo eso de una vez por todas en vez de negarse y ser acosado por las llamadas insistentes de la secretaría de la radio. “Se buena persona, Manuel,” se repitió en su cabeza una y otra vez, “dales lo quieren y ya.”
Aun sentado en la recepción de las oficinas de la radio, se dice que es una mala idea, porque nunca le ha gustado eso de hablar en público.
Apareció en ese lugar a la hora acordada, esperando entrar y salir velozmente. Era un sitio tranquilo. Las paredes estaban repletas de posters de películas y carátulas de discos de música firmados por artistas muy famosos. Fuera de eso, era el típico lugar de trabajo lleno de computadoras, cubículos y empleados que se mueven de un lado a otro.
A un lado, una puerta de vidrio oscuro rezaba, “Cabina” y “Al Aire.”  La secretaria respondía el teléfono, hablando con un tono tan suave que casi parecía  que temía que su voz pudiera penetrar el grueso vidrio que separaba la recepción de la cabina. En consecuencia, Manuel se quedó callado, dedicándose a examinar más aquel sitio.
El sonido seco de la puerta pesada abriéndose lo tomó por sorpresa, forzando su atención sobre el tipo alto de pelo claro que emergió puteando bajito. La secretaria dejó el teléfono de lado inmediatamente, inclinándose sobre su mesa con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Que tal el programa?
El rubio frunció el ceño, moviendo los brazos con ardor.
-Sinceramente, es que todos los peruanos tienen un problema con las narices. Es todo en lo que se fijan, por la re…
Argentino. Manuel noto su acento antes de que el tipo lo notara a él. Era Martin Hernández. Manuel recordaba su nombre de las conversaciones melosas de sus compañeras de trabajo.
-¡Ah, el invitado!- Se acercó en un santiamén, ofreciéndole su mano con una sonrisa brillante. -Martu Hernández. Vos sos Manuel, ¿verdad?
-Manuel González.
-¿Eres peruano?
-Chileno.
Martín sonrió.
-Un argentino, un chileno y un peruano en la cabina. Estoy seguro de que hay un chiste que va de eso.
Martín hablaba mucho. Manuel no le prestó mucha atención porque estaba más concentrado en recordarse que sólo tenía que decir un par de cosas y ya. Nada de trabarse y quedar como un idiota en la radio, se dijo. Palabras claras, pronunciación adecuada, y enunciación óptima. Eso era todo lo que necesitaba. Siguió a Martín dentro de la cabina, detrás de la puerta negra, escuchando como este se lamentaba de no haber podido ir al concierto.
-Tendría que haber ido, pero el causa me gano la entrada en una apuesta.
Detrás de la puerta negra, un estrecho pasillo colindaba con dos habitaciones con paneles de vidrio. Dentro de una, un hombre manipulaba y monitoreaba una cantidad de equipos que Manuel no había visto más que en películas con naves espaciales. Dentro de otra, alguien movía la cabeza con la mirada fija en la pantalla de una computadora. Martin abrió la puerta del segundo espacio con cuidado y Manuel lo siguió dentro.
Entonces paró en seco, sintiendo que el aire se había quedado atascado en sus pulmones. Y es que no le tomó nada reconocer al muchacho de pelo oscuro que estaba sentado en la silla de estudio con la piernas cruzadas, como si estuviera en su propia casa. Inmediatamente, sintió a sus piernas urgir una retirada. Sin embargo, el resto de su cuerpo no se movió ni un solo centímetro de donde estaba.
-Causa,- empezó el argentino, dándole un par de golpecitos en los audífonos a su compañero.
Inmediatamente, este se volteó a verlo. Martín sonrió, apuntando con su cabeza hacia donde estaba Manuel. El peruano sonrió, quitándose los audífonos.
-Perdón, no se escucha nada con estas cosas. Miguel Prado.
Le extendió su mano en un gesto amable, pero Manuel seguía hecho piedra y no pudo hacer más que fruncir los labios y quedarse mirándola con una ansiedad que le carcomía los huesos. Cuando por fin la tomó, lo hizo muy brevemente, y mirando a Miguel a los ojos para ver si se atrevía a hacer algún gesto o mueca o un algo. Nada.
Miguel lo miró fijamente un par de segundos antes de devolver su atención al monitor y empezar a hablar sobre el programa. Manuel se relamió los labios. Tenía que haberlo reconocido, ¿verdad? Es decir, había sido solo un revolcón, pero tampoco había pasado tanto tiempo.
Antes de que pudiera pensar en algo más, Martín se sentó en una de las sillas del estudio, jalando otra e indicándole que se sentara entre los dos. Le alcanzaron un par de audífonos y alcanzaron un papel con un par de preguntas clave. Manuel miró de reojo a Miguel, lleno de duda y sospecha.
Quería creer que se estaba imaginando cosas. Pero las marcas en el cuello del chico y algo en su risa, no lo dejaron. El resto del día fue una pesadilla.
 XV.
Miguel encontró el papelito entremezclado con la ropa que salió de la lavadora. Al revisarlo con cuidado, pudo notar que era un número de teléfono. Estuvo a punto de tirar el papel a la basura, pero se detuvo al pensar que quizás era un número importante. Quizás se le había olvidado llamar a alguien o algo.
Tomó su celular, buscando el número entre sus contactos sólo para descubrir que no lo tenía anotado en ninguna parte. Terminó marcando el numero, diciéndose que por lo menos así podría asegurarse de que no fuera nadie conocido.
-¿Aló?
Era un tipo, entonces. Miguel parpadeó confundido. Miró el celular, pasó una mano por su cabello.
-Eh...¿quien habla?
Esperó que le cortaran la llamada, ya que todo eso sonaba muy extraño. Sin embargo, solo hubo una larga pausa.
-¿Quien llama?
Preguntó por fin la voz. Miguel torció la boca, mordió sus uñas y se apoyó contra la pared. La voz le sonaba, pero siempre había sido pésimo recordando nombres.
-Em…¿Miguel?¿Prado?
Otra pausa. Miguel estuvo a punto de pedir perdón y terminar la llamada, pero entonces el sujeto volvió a hablar.
-¿Ah?
-¿Quien es?- Insistió. -Es que tenia el numero apuntado… pero no el nombre, ¿nos conocemos de algún lado?
-Ah…- Escuchó ruidos en la línea. -Es Manuel.
-¿Manuel?
Más silencio, y luego un largo suspiro.
-El del concurso…
-¿Ah?¿En serio?- Miguel miró el papelito por ambos lados, preguntándose en qué momento había anotado ese número. -Sorry. Es que encontré el número apuntado y pensé que quizás era algo del trabajo.
-Aja.
-Bueno.- Miguel forzó una risa. -Gracias.
-Listo.
Antes de que pudiera decir algo más, Manuel le colgó. Miguel resopló, guardando el celular en su bolsillo para recoger la ropa limpia y empezar a estirarla sobre la lavadora. Se rascó la cabeza, extremadamente extrañado. Miró el papelito por última vez antes de dejarlo a un lado. No recordaba haber apuntado el nombre del tipo del concurso. Es más, estaba seguro de no haberlo hecho porque el sujeto prácticamente se había marchado corriendo apenas terminó el segmento de invitados. No parecía la clase de persona que hablaba mucho…
Quien sabe, quizás lo había anotado en algún momento o la secretaria lo había dejado entre sus papeles….
Separó la ropa que necesitaba tender de la que no lo necesitaba. Su polera favorita lucía más vieja con cada lavada, pero no iba a dejar de usarla porque pareciera un trapo viejo, como decía Martin a veces. Empezó a silbar mientras estiraba las mangas para doblarla….
Paró en seco, mirando el papel y la polera. La dejó sobre la lavadora, se rascó el cuello y volvió  a tomar la polera. Su mente se movía más rápido de lo normal. En un segundo, volvió a dejar la polera de lado y tomó su celular para volver a llamar a Manuel.
Acababa de recordar de dónde salió el bendito papel.
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un-invierno-eterno · 4 years
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Carta para el día que finalize mi vida...
Encontraste esto, y lo estas leyendo. Tal vez ni siquiera estoy muerta. Pero si por dentro, si mentalmente y psicologicamente.
Soy joven, no e sufrido tan gravemente. Pero te puedo asegurar que si me a dolido la vida.
En estos momentos escribo esta carta con un dolor tan inmenzo en mi corazón, lágrimas caen por mis mejillas.
Acabo de ver una película donde actua Robin Williams, "Más allá de los sueños". Así se llama. Me encantó, lloré en todo momento y por lo patetica que soy publiqué historias de instagram llorando mientras la veia.
Últimamente e pensado con acabar con mi vida, desde que soy niña en realidad. No se si es normal en pensar en tu funeral y en lo que diria la gente. Vengo pensando esto hace años, pero creo que hay algo que me detiene, mis pensamientos muestran a mi mamá destrozada, sintiendo la culpa más grande de su vida por no haberme salvado.
Te adentraré en mi pensamiento un momento...
Esta mi cuerpo allí, mi mamá sola, llorando por mí y sientiendo culpa. ¿Hay personas? Las hay pero son sombras obscuras alrededor.
Fin de mi pensamiento horroroso.
Tal vez aún no e perdido la cabeza completamente para suicidarme. Pero hubieron varias ocasiones de mi adolescencia en las cuales casi la pierdo.
Desde niña todo fue difícil, fuí creciendo maltratada por mi hermano, me golpeaba. En la escuela era diferente, todo mundo me preguntaba que tenía, yo sólo decía "sólo se que me han operado unas 4 veces, pero no se que es lo que tengo". De verdad no lo sabía, y hasta es más hace poco tiempo lo memorise, se llama "Sindrome de Goldenhar".
Yo siempre fuí diferente, más inmadura, más pequeña (y no sólo en estatura), con un par de ojos extraños.
Siempre me e sentido sola e indefensa. En mi escuela habia una casona antigua un poco abandonada y deteriorada. Me iba siempre a jugar allí, muchas veces vi cosas extrañas allí. Para los alumnos estaba prohibido estar allí, porque era una casona vieja y de adobe. Pero a mi no me importaba, invente mil técnicas para estar allí. Habia un arbol gigante al lado de esta y le puse "Oportus", vez quw iba a la casona me sentaba al lado del arbol a imaginar una fantasia. Me sentía una princesa al estar allí, era mi lugar de confort y escondite secreto de mi realidad. Allí yo lloraba, reía y hasta hablaba conmigo misma en voz alta.
Siempre me retaban porque me iba a la casona. No me importaba, ahí yo era feliz. Iba siempre, todos los recreos y también cuando la profesora me echaba de la sala por llorar.
Porque les cuento esto, porque era el único lugar del colegio donde me sentía segura.
A medida que fuí creciendo, descubrí talentos en mí; como dibujar, pintar y la música. En dibujo no era buena, pero me encantaba, participe en muchos concursos del colegio y la única vez que gané, salieron todos los cursos al patio menos el mío a ver la premiación. Me sentía mal y patética, nadie se entero y cuando lo decía nadie me creía.
En música... en mi colegio habian talleres después de clases y decidí entrar al de música, idolatré mucho a mi profesora de artes visuales (la cual hacia ese taller). Así que un día le pregunté y me dijo que si podía estar allí. Lo único que se tocar es la flauta dulce, así que a eso me dediqué. Participe en el aniversario del colegio y en premiaciones. Pero acabó, el día que una amiga me insulto y me dijo cosas horribles acerca del taller (ambas ibamos al mismo taller). También fué porque nunca me enseñaron a tocar guitarra. Cada vez que pregunté me decian "debes tener guitarra" y me daba cuenta que tenían de sobra, sólo no querian enseñarme.
Mis talentos descubiertos estaban destruidos. Me dedique a diseñar ropa, todos apoyaban mi talento. Pero paso que ese trabajo no tiene muchas ganancias (hay que tener dinero para estudiar algo así).
En mi adolescencia, mis sueños y metas estaban destruidos. Perdí la fé en mí, en mis "dotes artísticos".
Me sentía absurda y tonta, a veces dibujaba por la soledad que sentía en el nuevo colegio. No tenía amigos, no tenia vida, no tenía nada. Me iba al colegio sola y regresaba a mi casa sola. Mientras los demás se iban en grupos grandes.
Mi aspecto físico cambió. Me volvi más obscura y depresiva... habían comenzado mis pensamientos suicidas. Comenzé a cortarme los brazos, a llorar por las noches, sufrir crisis de pánico en el colegio.
En mi primer año de esa escuela mi profesora estaba estudiando psicologia y el verme a mí le parecía extraña, triste y sola. Muchas veces habló con mi mamá para que me cambiara de colegio y yo le dije que no quería (debi haberlo hecho, nunca pertenecí allí).
Lloré muchas veces en clases y nadie sabia lo que me pasaba. A veces hasta rasguñe mis muñecas en el baño del colegio. Llegaba a casa a leer fanfics.
Luego un par de cursos más arriba cambie mi actitud, comenzé a ir a juntas, a beber y a fumar. Mi familia no lo sabía. Pero tenía "amigos", estaba acompañada por fin. Pero la depresión seguía allí.
Salí del colegio sin saber que estudiar pero estudiando una carrera que ni me gustaba, así que tuve un mini cartón.
Tuve que
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puta yo, PUTA YO.
La ansiedad llegó como consuelo y se quedó como maldición, hasta qué punto vale la pena vivir así, son ya años, años los que esta enfermedad mental me ata, con drogas o sin drogas, da igual. ¿Qué me ayuda? Sí el yoga, el trabajo... y las mil cosas que me han hecho matar el tiempo. He aprendido cosas sí, pero de nada sirven si en reposo no sé estar conmigo misma, ¿alguien puede vivir bien sin meditar, sin ansiedad, sin estrés, sin mantenerse ocupado? Recuerdo Venezia como el lugar donde aprendí a no hacer nada, pero incluso allí tuve ansiedad a ratos, y entre la ansiedad de la comida (porque me daba por comer en vez de fumar) y el poco deporte... se me puso un culo Kardasian. No sé estar en reposo si no es abrazada a alguien que quiero. Hoy, en un ataque de llanto y ansiedad llamé a Vasco, y por fin me dijo parte de mi mierda, siempre pensamos en la mierda de los demás y nos decimos: bueno, yo tampoco soy perfecta. Pero... nunca te imaginas ser tanta mierda a los ojos de alguien a quien has dañado. Y cuando ves su punto de vista, realmente te das asco. Últimamente, cada vez más, pienso mucho en el suicidio, el la calma de desaparecer, desaparecer los problemas. Yo no soy yo, soy mi madre y mi padre, la educación y la sociedad, me da tanto asco mi madre cuando se enfada... y yo soy igual, y no puedo más que odiarme por parecerme sin yo querer a un comportamiento que odio. Comprendo todo el mal del mundo porque de alguna forma soy parte de ello. Comprendo al violador, al ladrón, al asesino... personas que no nacen así, personas que no controlan sus impulsos, y tampoco es culpa suya del todo, no creo que lo sea, es el último desencadenante de un montón de mierda a la que han llegado por un millón de cosas diferentes: familia, traumas, sociedad, educación... se castiga a los niñxs malos en lugar de cambiar el sistema. La cárcel no debe corregir a nadie, me parece un lugar donde solo puedes empeorar más. Flipando debéis estar. ¿Dónde está mi luz? Me encanta brillar, sé que puedo ser todo amor, lo sé porque lo he vivido, pero mi brillo al final siento que también depende de mi entorno. Ahora solo quiero estar sola, me siento enferma, enferma de la cabeza y siento que no es culpa mía, y siento que no sé cómo solucionarlo. Me siento aislada desde hace mucho, la rara desde el colegio, la marginada. Y sin embargo siempre saqué una fuerza brutal para hacerme valer: “ahí está la rara” no, “ahí está REBECA”. Con su fuerza, haciendo de sus debilidades su originalidad, la gente se iba de botellón y yo leía poesía, escribía, dibujaba, competía. Creo que desde que me rompieron el corazón por primera vez lo único que he hecho ha sido sobrellevar las situaciones. Que triste ¿no?. Crecer y darte cuenta de que no has superado nada, de que todo lo que te ocurre no es cosa de nadie más que de ti, y procrastinarte claro, procrastinarte bien a gusto, drogarte, fumar tabaco, tomar antidepresivos, ¿cuánta gente está igual de enferma en la sociedad? Al final, cuando mejor he estado era sola y viajando, podía ser luz en cualquier parte, pues no arrastraba la mochila de mierda de nada ni nadie. Tengo frío y mil cosas que hacer.Podría decir que el día ha sido un fracaso, pero darte cuenta de la mierda que eres es hasta bueno, ahora al menos comprendo a Vasco y su distancia hacia mí, y eso, en parte, me calma. Me calma saber que soy una mierda. Y me alegra tener cero ganas de fumarme un porro.
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whisperindie - MÉDÉRIC VELOUR (maxence danet-fauvel)
información ooc.
NOMBRE O SEUDÓNIMO: Richi
EDAD: 21
PAÍS/ZONA HORARIA: México
NIVEL DE ACTIVIDAD: 8
¿TRIGGERS? Ninguno :3
¿PERMITES QUE TU PERSONAJE SEA AGREDIDO/AMENAZADO EN LAS INTERVENCIONES?: Completamente permitido y a disposición de la trama!
¿CEDES EL USO DE TU PERSONAJE PARA EL AVANCE DE LA TRAMA EN CASO DE UNFOLLOW?: Cedo todos mis derechos para el avance del plot /w\
¿ALGO QUE DESEES AGREGAR?: QUE ES UN HERMOSO RP Y QUIERO QUE DURE LA VIDA CON MUCHO DRAMA Y FEELS!
información ic.
NOMBRE COMPLETO: Médéric “Maxx” Velour
FACECLAIM:  Maxence Danet-Fauvel
EDAD Y FECHA DE NACIMIENTO: 21 años. 24/abril/1997.
CARRERA QUE ESTUDIA: Astronomía.
ACTIVIDADES EXTRACURRICULARES: Club de fútbol/ Club de fotografía.
¿TU PERSONAJE FORMA PARTE DE ALGUNA HERMANDAD O VIVE EN EL EDIFICIO PRINCIPAL?: Edificio principal.
CONEXIÓN CON LA DESAPARECIDA: Conocida lejana, había escuchado sobre ella cada que se necesitaba algo para fumar pero jamás trató con ella en persona.
SECRETO OPCIONAL: El padre de Diego fue en vida una especie de mafioso que controlaba un pedazo pequeño de Francia, el pasar de los años cobraron factura y alguien por mano propia hizo justicia, de allí el dinero y el que su madre no busque trabajo si no solo deba embriagarse cada tarde durante toda la semana. El secreto mejor guardado de Med es que los reportes oficiales apuntan a Velour como primer sospechoso.
PERSONALIDAD.
TRES CARACTERÍSTICAS POSITIVAS: Trabajador, inteligente y muy risueño
TRES CARACTERÍSTICAS NEGATIVAS: Impulsivo, hiperactivo, reservado
HISTORIA DE VIDA / DATOS CURIOSOS. MÍNIMO 3 Y MÁXIMO 5.
TAL COMO DICE, ESTE APARTADO QUEDA COMPLETAMENTE LIBRE PARA LO QUE DESEES DARNOS A CONOCER SOBRE TU PERSONAJE. PEQUEÑOS DATOS O QUIZÁ ALGO MUCHO MÁS DETALLADO. ¡QUEDA A TU ELECCIÓN!
Méderic es de padres totalmente franceses, su padre, un monstruo convertido en carne y hueso que abusaba de él de niño y de su madre, ella no le defendió nunca y había días en los que el niño de once años tomaba un tenedor para defenderse del monstruo de corbata roja, pero siempre le ganaba y se llevaba unos buenos golpes que le dejaban dormir hasta el siguiente encuentro con ese horrendo ser.
Comenzó a firmar su nombre de distintas maneras a los doce, siendo Maxx el apodo que prefería en todos los sitios, Méderic era al que golpeaban, Maxx era quien se defendía. Llegó a firmar papeletas importantes con este nombre y ahora algunas de sus identificaciones vienen firmadas así, no es muy distinto cuando la gente teme que su padre les haga daño por no dejar al niño tener el nombre que quiere.
Tras la muerte de papá y su madre vuelta apenas un trozo de cara y cabello lleno de alcohol y drogas, el chico aceptó un modo de vida muy activo, entrenaba algún deporte, pintaba y dibujaba muy bien, hacia lo que fuese para no volver a casa con esa mujer que comenzaba a quedarse dormida donde fuese, cuando pudo entrar a la universidad y abandonar su hogar fue la mejor salida a ello. Estudia por estar fuera no por gusto o tener una meta en su vida, tristemente, sus guías le fallaron y ahora refleja todo eso en su forma tan sobria de ver las cosas.
Maxx prefiere mil veces no decir lo que piensa y no llevarse un golpe por hablar, prefiere que la gente hable, pero si es actuar, el chico será el primero en ofrecer su ayuda, aún a sus 21 necesita distraer su cabeza para que el monstruo de corbata roja venga por las noches a arruinar su sueños.
POR ÚLTIMO, TE PEDIMOS UN POCO DE TU AYUDA CON ESTA ENCUESTA. NOS INTERESA SABER LAS OPINIONES DE NUESTROS FUTUROS USUARIOS. (NO ES OBLIGATORIA)
01. ¿Te gustaría que hayan conexiones? ¿De qué tipo?: Si, familias si se necesitan para alguna trama :3
02. ¿Te gustaría participar esporádicamente en el armado de actividades?: ¡ME ENCANTARÍA QUE ME TOMEN EN CUENTA! <3
03. ¿Te gustaría poder elegir el camino de la trama en el futuro?: Si y no, me gustaría brindar ideas si se me piden… pero tanto como YO YO elegirlo… es mucha responsabilidad :(
04. ¿Alguna sugerencia para evitar el posible rol burbuja?: Rol burbuja? osea que no se encierren a rolear? pues creo que eso esta en los rolers PERO se podría evitar con actividades que involucren a pj al azar así todos rolean con todos y si la actividad se da, igual y la burbuja se rompe :3
05. ¿Cuáles consideras que son los principales fallos de los rpgs?: Considero que fallan cuando además que se tarda en brindar actividades o cosas así… atención a los usuarios, falla cuando los mismos rolers tiran el esfuerzo de otras personas y solo se marchan, pero el verdadero final viene cuando los Admin dejan de creer en su trabajo. Así que si ustedes no fallan yo no fallaré y así /w\
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DIARIO DE VIAJE DE LYSANDER SCAMANDER {Entrada IV}
Día 6 de Agosto de 2026
-Parque Nacional de Yellowstone, Wyoming-
Tras desviarnos a las costas de California siguiendo a Topanga, y habiendo visto una de las peleas entre dos de las criaturas más espectaculares de todo Norteamerica, y prácticamente del mundo, hemos vuelto a la ruta planificada por Desmond.
El Parque Nacional de Yellowstone, es un destino exigido para cualquier naturalista sea mago o no. En este lugar, no solo abundan razas no mágicas dignas de ser estudiadas como lobos, osos o bisontes, sino que hay ciertas zonas, protegidas de los no-maj, que son reservas mágicas.
Aunque hay numerosas razas mágicas en estos bosques, como son los doxys, los uros o los knarls, la criatura en busca de la cual vamos es el Sasquatch o Pie Grande.
Uno de los guardabosques de Yellowstone nos estaba esperando, su uniforme era igual al de los no-majs, pero al lado de la placa de su pecho con el escudo del parque, había otra más pequeña propia de los funcionarios del MACUSA. Por lo que nos indico el guardabosques, esta solo era visible para los magos y brujas que acudían a visitar el Parque. Aproximadamente un tercio de la plantilla eran miembros del MACUSA, el resto eran no-majs.
Nos instalamos en una cabaña de madera, tenemos que dormir tras el largo viaje desde la costa, ademas mañana nos tocar una excursión por uno de los parajes naturales más hermosos del mundo en busca de los Sasquatch.
Día 7 de Agosto de 2026
-Parque Nacional de Yellowstone, Wyoming-
De camino a la Reserva Magica, hemos pasado por los típicos puntos turisticos del parque. La Gran Fuente Prismatica es lo que más me impresiono. Simplemente me faltan palabras para describir su belleza, parece magia que todos esos colores puedan conjugarse en un mismo lugar. Aunque debo reconocer que el  géiser Old Faithful y la piscina termal  Morning Glory, son también espectaculares.
Cuando entramos en la zona reservada para los magos y brujas, me di cuenta enseguida, era como si un millón de ojos diminutos nos observaran, al parecer en la zona hay una gran población de hadas y de doxys, aunque hay que tener cuidado con las segundas, pues muerden.
Un par de horas después, encontramos lo que andábamos buscando, las huellas de un Pie Grande. Por el tamaño de estas, el guardabosques nos dijo que seguramente sería un macho adulto.
Día 8 de Agosto de 2026
-Parque Nacional de Yellowstone, Wyoming-
Tras casi un día entero siguiendo el rastro, hacia la media tarde lo encontramos, y no solo al ejemplar que seguíamos, sino a toda su familia. Desde detrás de unos arbustos los observamos para no molestarlos, aunque son una raza muy pacifica, no queríamos importunarles.
Los Sasquatch es una criatura grande, bípeda y parecida a un mono cubierta con pelo castaño y espeso que habita los bosques. Al igual que los centauros y las sirenas, poseen inteligencia y son capaces de comunicarse, pero prefieren ser clasificados como criaturas en lugar de seres, y mantenerse alejados de los magos y brujas.
Aunque son criaturas pacificas,han demostrado poder alzarse en armas cuando es necesario, como ocurrió en 1892, cuando llevaron a cabo una rebelión a gran escala en contra del Magicongreso Único de la Sociedad Americana, forzando al gobierno a reubicarse desde Washington a Nueva York. 
También son bastante cabezotas, y son los responsables de la mayor parte de los quebrantamientos del Estatuto del Secreto, y ni siquiera dejándolos en las reservas destinadas a ellos, logran evitar que se aparezcan ante los no-maj, bien para divertirse a su costa, o siguiendo su espíritu bondadoso, para ayudar a aquellos que se han perdido en el bosque.
Según el guardabosques, los Sasquatchs saben cuando los seres humanos lo están buscando y que él elige cuando hacer su aparición, con quién y donde, eludiendo fácilmente a los hombres que quieren cazarlo. Así que si los estamos observando, es porque no le importa que lo hagamos.
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Día 9 de Agosto de 2026
-Parque Nacional de Yellowstone, Wyoming-
La familia de Pies Grandes se ha marchado del lugar mientras dormiamos, ni siquiera nos hemos percatado, pero hemos tenido tiempo bastante para poder observarlos detenidamente.
Desmond, que esperaba tardar más en dar con estas criaturas, nos ha dicho que no partiremos hasta mañana, por lo que nos ha dado el día libre para que investiguemos los alrededores del campamento.
La mayor parte de mis compañeros han ido en pequeños grupos o en parejas, pero yo he decidido irme solo. Quizás porque siempre me he sintido marginado, incluso cuando no lo estoy, o quizás porque alejarme tanto de Lorcan, con quien iba a todos lados, ha cambiado algo dentro de mi.
Cerca de dónde estamos, hay una bella cascada que desemboca en un increíble río. Me pregunto si esos troncos que vi flotando en él son dugbog, o simples troncos.Decidí no acercarme para comprobarlo, pues es por todos sabido que a estas criaturas les gusta morder los tobillos de los excursionistas.
Mientras,tranquilamente sentado bajo la sombra de un árbol, dibujaba el paisaje que me rodeaba, oí un aterrador grito. Pero al mirar hacia esa dirección, no vi nada. Sin embargo, mi curiosidad me pudo, y me dirigí hacia el lugar.
Cual sería mi sorpresa, cuando a mi lado, algo invisible aterrizó, parecía haber cruzado el río de un solo salto, aunque de dicha criatura, solo pude ver las huellas que dejaba en la tierra húmeda de la orilla ¿De que se trataba?
Entonces vi como una enjambre de avispas, venía volando frente a mi, casi como acto reflejo, pues se por experiencia que las picaduras de esos bichos no son nada agradables, lance un hechizo que las ahuyentó.
Entonces a mi lado, se materializó una criatura de a penas tres pies de latura, con rasgos feericos, que se presentó como Lonan, un Iyaganasha.
Como buen ravenclaw curioso que soy le hice más de una pregunta sobre los de su raza. Según el mismo me contó, solían vivir en la espesura, cerca de grandes cascadas, y que habitualmente son invisibles. A pesar de su pequeño tamaño, eran muy fuertes, tanto que podían saltar ríos como auqel sin a penas esfuerzo. Al parecer es un pueblo de hábiles cazadores y sanadores. Además cuando alguien se extraviaba en sus dominios, lo conducían hasta un lugar familiar donde pudiera volver a encontrar su camino.
Cuando pregunte por qué se había mostrado ante mí, me dijo que era un autentico valiente, y que menos que mostrarse ante aquel que le había salvado. Resulta que las avispas son sus enemigos mortales, una simple picadura, podía acabar con su vida.
Lonan entonces me ofreció su cerbatana como regalo, la cual acepte encantado. Y me pidió que acudiera al día siguiente a aquella misma orilla, que quería entregarme otra cosa, realmente valiosa para él. Insistí en que no era necesario, que con la cerbatana ya me sentía muy honrado, pero no me dejó negarme ¿Qué será eso tan valioso?
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Día 10 de Agosto de 2026
-Parque Nacional de Yellowstone, Wyoming-
Cuando nos levantamos, dispuestos a seguir nuestra ruta, convencí a Desmond y al resto de mis compañeros de acudir a la orilla del río para ver a la extraña criatura, aunque les insté a esperar escondidos para no asustarle.
Al llegar me encontré que allí no solo estaba Lonan, sino otros cinco miembros de su pueblo, y junto a ellos una muchacha humana de aproximadamente mi edad.
Antes de poder preguntar nada, Lonan me explico todo aquello, pues mi car debía ser todo un poema, y la de los demás que aun seguían escondidos debían ser de más confusión si cabía.
A la muchacha la habían encontraron con tan solo cinco años de edad, siendo acorralada por un wampus, que ya había matado a sus padres. Los Iyaganasha, como buenos cazadores, dieron muerte a la peligrosa bestia, y rescataron a la niña. Iban a dejarla en la puerta de la caseta de alguno de los guardias, pero notaron algo especial en ella, así que decidieron quedarsela para instruirla como sanadora.
Al parecer, los Iyaganasha ciertamente guían a los perdidos, pero si ven en ellos algo especial, los secuestran para instruirlos en sus artes, y dichas enseñanzas pueden tardar años en darlas.
Lonan quería a aquella niña, a la que había nombrado Dakota, como una hija, y aunque hacía años que ya estaba preparada para volver al mundo, no se había atrevido a dejarla ir. Sin embargo, según contó, cuando el día anterior le había salvado de las avispas, había visto en mi lo necesario para cuidar a su querida Dakota.
La muchacha, que era un mar de lagrimas, abrazó a los seis Iyaganasha que la habían acompañado como despedida, Y estos, antes de yo poder decir nada, de un gran salto cruzaron el río y se desvanecieron como si jamás hubieran existido.
En ese momento me fije en la tal Dakota, era tan hermosa como la uksa que nos habíamos encontrado en California. Su piel era de porcelana, sus ojos verdes como la hierba que pisaba y sus cabellos dorados como un amanecer.
En ese instante nuestras miradas se cruzaron, y no se como describir aquel escalofrío que recorrió mi cuerpo y que erizó cada uno de los pelos de mi piel. Pero ese instante se acabó al instante.
Desmond saltó al claro, y atosigó a la joven con mil y un preguntas. Volvimos a la cabaña en al que dormimos nuestra primera noche en Yellowstone. Nuestro instructor nos pidió que esperáramos allí, y se llevo a Dakota con él. Al parecer, debían mandar varias lechuzas urgentemente.
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noeliacatalina-blog · 6 years
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Bucólico Pastoril
Se da vuelta con entusiasmo luego de leer un relato fresco, me observa con su habitual amabilidad, mientras me sirve un café cargado.
- Le voy a contar una experiencia, me dice, acomodándose sobre su sitial. Enciendo el cigarro y soy toda oídos, dándole el tiempo necesario para el valor que requiere contar una intimidad.
" Usted sabe cuanto me gusta la música, desde siempre, desde que era un cabro. Mientras los demás le daban y le daban a la pelota o alguna polola, yo husmeaba discos, investigaba a los músicos, iba con la guitarra pa todos lados. Cuando me tocaron las vacaciones de verano, de mis dieciséis años, me dio por comenzar a recopilar mucho folclore, sobretodo el de la zona, fue así como a través de mi curiosidad y  a mis eternas preguntas que llegó a mí la historia de un personaje casi mítico, conocido solamente por los lugareños, que tocaba la guitarra como los dioses, cuyas  letras causaban sensación, y que vivía por allá, por Vilches alto."
Me detengo en este punto del relato, para aclarar que para llegar hoy en día a Vilches, es necesario contar con una buena camioneta cuatro por cuatro de la cual tarde o temprano tendrás que bajar, ya que el territorio está protegido por el Estado, y sus senderos son una verdadera proeza de explorar. Reconocido actualmente por sus parajes que no han llegado a ser invadidos por el humano, conserva la belleza árida pura  del verano y ofrece una hermosa nieve en el invierno, siendo la vista desde su altura un verdadero regalo para quienes disfrutamos de caminatas extremas- Es difícil llegar, no me imagino cuan más difícil lo era hace casi veintisiete años atrás, época en la cual ocurrieron estos eventos.
"Sin pensarlo dos veces tuve la visión clara de saber que ese Verano me dedicaría a encontrar al sujeto, y más aún, documentaría su canto con mi grabadora, así que, dicho y hecho, agarré una mañana mi morral,  lo cargué con provisiones, la grabadora y la guitarra encima, listo y resuelto ha cumplir mi objetivo. Llegué a los faldeos de Vilches a dedo, con el pleno sol del medio día, que me daba de lleno en la mollera, sin saber muy bien por dónde empezar, pero con mucha resolución, emprendí el ascenso cargando mis pocas, pero muy preciadas posesiones. No repararé en los lugareños que pasaron entre un tramo y otro, a todos y cada un les fui preguntando, algunos desconocían por completo a mi motivación, pero a medida que el ascenso se hacía más lento, más complicado, y pese a aparecer cada vez menos personas en mi camino, estas iban siendo más certeras en sus indicaciones. A mi paso se abrían casonas de madera, algunas más parecían chozas, entre un silencio que se abría tras el ladrido del perro protector que salía a salvaguardar el terreno cuando me olía de lejos como el intruso que era. Fue así que transpirado, con los pies adoloridos y la duda empezando a surgir en mí, que de pronto divisé una reja mal trecha blanca, bordeada de un par de árboles viejos, señal evidente de que era el lugar, según el consenso de todas las historias convenidas. Muy nervioso me aproximé a la reja y divisé a lo lejos un sombrero de ala ancha  que tapaba el rostro entero de alguien que a la sombra de un gran parrón capeaba el calor de la tarde,.
-¡Aló! ¡aló!
Sin levantar el sombrero de su sien, una voz gritó sin mucha amabilidad:
-¡Qué quiereeee!
-¡Usted es el caballero que canta! increpé.
Un largo silencio antecedió a un movimiento lento, que dejó a la vista el rostro surcado y curioso del folclorista, el cual después de escrutarme lanzó un último grito:
-¡Pase!
Al sentarme en uno de los escuálidos sillones le referí mi amor por la música, la misión que me había autoimpuesto y mi gran entusiasmo por poder oir su guitarra, y leer sus letras.
-Pues hay un solo problema. Yo no sé leer ni escribir...
Fue ahí que la magia de mi grabadora causo en él tal impacto que todo su trato distante cambió hacia mí al poder escucharse por primera vez tan nítidamente. Emocionado, tocándome las manos, me dijo: mijo, eso es increíble, como para no contarlo, debe tener calor (por fin se había dado cuenta de mi estado de deshidratación), le ofrezco una bebida.
- ¡Ester!,¡Ester! ven rápido.
Ester apareció toda hembra, con su cabellera negra sobre los hombros, sus hermosos veintitrés años, sus pestañas largas que abanicaban sus ojos café risueños, su vestido de tela delgada que dibujaba un par de pechos generosos, de pezones oscuros que casi explotaban los botones delanteros, sus muslos hacían bailar la basta, mientras su espalda quebrada determinaba  donde comenzaba su trasero redondo y lleno. Me sonrío con sus labios gruesos, toda descarada y sin coqueteos estudiados, al rozar mis dedos mientras me pasaba un vaso con mote.
- Es agua de Noria, eso sí.
-Me parece perfecto.
Mi misión entonces tuvo un nuevo y furioso motivo, Ester en mis ojos, en mis noches en vela, en mis sueños mojados, en mi vigor juvenil.
Mis peregrinajes fueron cada vez más a menudo, al punto de empezar a beneficiar mi estado físico. El resultado de mis ascensiones eran mi felicidad plena, entre la música, los guitarreos y las letras, Ester flotando, pasando sus piernas por entre las mías mientras colocaba la mesa de la once, a veces un roce ingenuo de sus caderas que rápidamente yo debía acallar, mi miembro no me daba tregua, sus risas y aplausos entre las grabaciones, ella tan mujer y yo tan pueril, distinta a todas las bellezas beatas de un Talca paralizado y censurado en su sensualidad, mientras ella la emanaba por cada uno de sus poros.
Pasaron dos meses en los que mi deseo se disfrazaba de primer amor, en los cuales me remitía a autocomplacerme y eso no me dejaba agotado, no lo suficiente, como para que mis visitas disminuyeran. Tuve la buena suerte que un día de calor extremo pasó a mi lado uno de los lugareños, los cuales ya me conocían, y me llevó hasta la casa. El caso es que me economicé un par de horas gracias a su ayuda, por tanto nadie me esperaba, de fortuna Ester estaba ahí hablando con sus plantas. Al notar mi presencia, corrió hacia el cerco blanco sonriente.
-Mi papi está durmiendo la siesta...y yo ni loca lo despierto.
-Chupalla, ¿podría esperarlo en el parrón?
-Claro, pase.
Me saltaban las gotas de sudor desde mi pelo mientras tomaba un jugo de ciruela helado junto a Ester que se abanicaba con sus manos de forma desesperada, su blusa se le pegaba a los pechos, tan prestos a salir como siempre.
- Hace mucho calor hoy, más que otros días.
-mmm, sabe que allá abajo hay un riachuelo, ahí me baño yo todos los días, ¿quiere irse a bañar?
-...Claro, por qué no.
Partimos camino abajo entre risas y saltos, esquivando las piedrecillas del camino, hasta dar con una buena poza que debía llegarme al menos más arriba de la cintura. Contemplaba yo detenidamente el paisaje, hermoso por lo demás, cuando ví que Ester toda desnuda, toda sexualidad, se metía sin pudor a las aguas, y me llamaba con sus manos.
Sin titubear me desnude, avancé hacia ella con timidez, no por ello pude doblegar a mi miembro erecto en noventa grados, mientras Ester saltaba y me tiraba gotas de agua con sus dedos en un juego tan erótico como infantil, se acercaba sin tapujos, sin vergüenza, hasta que en un pequeño salto aprisionó mis caderas entre sus piernas, cuando sintió  mi miembro en su bajo vientre lo tomó con una de sus manos y lo metió de lleno dentro suyo casi violencia. La sostuve con una fuerza desconocida y le enterré mil veces mi pene tantas veces frotado pensando en ella, mordí y chupe sus descaradas tetas, le dije obscenidades al oído que tenía tan grabadas en mi mente como las letras de las canciones de su padre. Rasguñé su culo, lo aprisioné con mis manos, observando su boca entre abierta, gimió bajo y largo mientras algo de mí explotaba en ella, lo mejor de la vida, de mi corta vida estaba ahí, entre medio de sus piernas...
En ése momento de éxtasis completo, escuché a lo lejos unos gritos familiares que ésta vez sentí amenazadores:
-¡Ester!,¡Ester!, ¡Dónde te metiste!.
Silencio sepulcral, chapuzón de huida, terror profundo al escuchar de inmediato tres balazos al aire.
.¡Ester! ¡Esteeeeerrrr! ¡con quien chucha te fuiste a bañar ahoraaa al pozooooo!
Corrí por mi vida, en pelotas salté cuanta cerca encontré en el camino, con la guitarra bien amarrada al hombro, el morral del brazo, y mi preciada grabadora que hasta el día de hoy funciona, como testigo de mi primera vez. Nunca más volví a subir tan alto hacia Vilches, nunca, por ninguna otra mujer."
Terminó el segundo café, le doy las gracias por su experiencia, le advierto que como todo lo que escribo será mitad vida y mitad imaginación. Camino rauda a hacia la próxima reunión, una sonrisa en mi cara es inevitable, así como la humedad de mi calzón.
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