PARTNERS (traducido al español) Capitulo 8
Autor original:http://sophcaro.tumblr.com
“Mayu”, murmuró Yuki, tratando de no despertar a las dos Matsui que estaban en la parte de atrás, pero sin saberlo despertó a la miembro de AKB la cual estaba empezando a quedarse dormida. “Mira”.
Mayu se incorporó un poco en su asiento y movió su cabeza con curiosidad hacía ella, antes de fruncir el ceño cuando empezó a lanzar miradas mordaces hacia la dirección del espejo retrovisor. Mayu no confiaba en su voz adormilada ahora mismo, así que simplemente asintió un poco, después de presenciar lo que su novia le estaba intentando mostrar. Sí, Jurina y Rena estaban tomando una tranquila siesta, pero ¿Quién podía culparlas? El hábito de Yuki de ser tan cautelosa al volante estaba transformando el viaje en coche en una verdadera pesadilla.
“¿Puedes conducir un poco más rápido, por favor?” preguntó Mayu tentativamente. Ella había permanecido en silencio desde que se alejaron de la estación de tren, pero ahora estaba empezando a sentir sueño, y ella sabía que el calor del verano no era la única razón. La lenta conducción de Yuki no estaba ayudando tampoco.
La diversión de Yuki desapareció por su sugerencia, y arqueó una ceja confusa. “¿Estas criticando mi forma de conducir?”
Mayu inmediatamente se dio cuenta de que había dicho algo mal y tragó saliva, sin atreverse a mirar nunca más a su novia. Casi pudo sentir el humo saliendo de ella, y su adormilado cerebro intentó buscar una respuesta audaz para su repentino y desafortunado problema, en vano.
“Primero mi cocina, ahora mi forma de conducir”, continuó Yuki cuando Mayu decidió permanecer callada. “¿Que va a ser lo siguiente?”
“No, no me estoy quejando”, tartamudeó Mayu, sabiendo que su quebrada voz estaba lejos de ser convincente. “De todas maneras, ya casi hemos llegado”.
Eso no era verdad, especialmente considerando lo lento que Yuki estaba conduciendo, pero eso fue lo mejor que su cerebro pudo decir. Sin embargo, Mayu rezó para que eso fuera suficiente para calmar a la chica mayor. Ella pensó que había funcionado cuando Yuki no pronunció palabra después de eso, hasta que se dio cuenta de que eso era solo un pequeño descanso.
“Creo que deberías buscarte otra novia”, declaró Yuki, muy calmada ahora. “No pareces estar muy satisfecha con la que tienes”.
Mayu inmediatamente se quedó en blanco – por completo sin palabras – sin creer la dirección que había tomado su conversación. De repente mucho más despierta, iró rápidamente su cabeza hacia Yuki – boquiabierta – antes de contestarle enérgicamente. “¿Que? ¡No! ¡Estoy muy satisfecha!”
Una risita escapó de los labios de Yuki, sacudiendo su cabeza con diversión ante su mortificada expresión. “Cálmate. Solo te estaba vacilando”.
Mayu la miró en shock por unos segundos – sin creerse que acababa de ser engañada – antes de soltar lo primero que cruzó por su cabeza. “Oh”.
“Pero no voy a conducir más rápido”, anunció Yuki, ahora más seria. “No quiero tener un accidente”.
Mayu asintió un poco antes de mirar por la ventanilla, mirando el paisaje que aparecía lentamente en frente de sus ojos, y en breve parpadeó para no caer dormida. Créeme, no hay oportunidad alguna. ▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔▔
Rena se paró en el umbral de la puerta cuando Mayu abrió la puerta principal y las invitó a pasar, escaneando el lugar con curiosidad. Un mes antes, Jurina le había invitado a pasar una semana en la casa de la playa de Mayu durante el verano y ella aceptó, sabiendo que pasar un tiempo fuera de la ciudad le daría el momento de descanso que ella necesitaba. Estos últimos meses habían sido un poco agitados entre las actividades de SKE y sus otros trabajos, y la invitación de Jurina llegó en el momento indicado.
“Jurina ya ha estado aquí unas cuantas veces, ella te enseñara el lugar”. Yuki se dirigió a ella cuando notó su ligero estado desorientado. “Cuando hayáis desecho las maletas, podremos ir a dar una vuelta”.
Rena asintió rápidamente y dio unos pasos hacia delante, teniendo a su izquierda la cocina y a su derecha la sala de estar.
“Por aquí”, dijo Jurina, y Rena la siguió mientras entraban a un largo pasillo, antes de que la joven ace girara el pomo de una habitación y entrara.
Rena se paró brevemente en el marco de la puerta para echar un vistazo, y estaba a punto de entrar cuando la voz de Mayu sonó desde el final del pasillo.
“Allí hay otra habitación de invitados un poco más lejos a la izquierda”, indicó Mayu, antes de darse cuenta del error que había cometido cuando Jurina asomó su cabeza fuera de la habitación para mirarla – con un profundo ceño fruncido – y rápidamente añadió. “O puedes quedarte con Jurina, por supuesto”.
“Gracias”, asintió Rena, reteniendo una carcajada por la abochornada expresión de Mayu, antes de desaparecer en la habitación con Jurina.
Mayu se maldijo a si misma cuando entró a su habitación unas cuantas puertas más allá, sus ojos cayendo por un instante en Yuki que ya estaba deshaciendo su bolsa, antes de imitar su acción y sus dedos empujaron la cremallera de su gran bolsa verde.
“¿No quieres que duerman juntas?” bromeó Yuki.
“No sé porque dije eso”, suspiró Mayu, mientras ponía unas cuantas prendas de ropa en el cajón al lado de la cama, “creo que estoy un poco cansada.” Al escuchar una risa suave a sus espaldas, Mayu dejó de hacer lo que estaba haciendo, sorprendida, hasta que un gruñido escapo de sus labios en frustración. “Para. No es divertido”.
“Eres muy adorable cuando te pones nerviosa, Mayuyu”, se burló Yuki, enrollando sus brazos alrededor de su cintura desde atrás, hasta escuchar un leve bostezo escapando de los labios de la joven chica.
“Estas muy cansada”, notó Yuki.
“Un poco”, Mayu concedió. Ella no iba a admitir que la forma de conducir de Yuki fue en parte la responsable de su cansancio – especialmente no después de su conversación en el coche – así que ella pensó que era más seguro culpar al clima. “Es el calor”.
“Deberás descansar”, sugirió Yuki, dándole un rápido beso en su mejilla. “Podemos salir luego”.
“No, tengo invitados”, protestó Mayu, a pesar de tener los parpados medio cerrados. “No puedo echarme una siesta”.
“No te preocupes por eso”. Yuki movió su cabeza suavemente, deshaciendo el abrazo. “Yo me haré cargo de ellas”.
Mayu intentó discutir, pero un bostezo se formó en sus labios otra vez sin querer, y ella asintió de mala gana, dejando su bolsa de lado para acostarse en la colcha blanca. Ella vio soñolientamente como Yuki cerraba las cortinas, antes de lanzarle una sonrisa de agradecimiento cuando Yuki cerró la puerta detrás de ella cuidadosamente.
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Ya habían pasado dos días desde que las cuatro amigas llegaron a la casa de Mayu en la playa, y ellas habían decidido para el tercer día ir a dar un paseo. Cuatro bicicletas estaban alineadas cuando Jurina siguió a Mayu al garaje, y se paró con curiosidad cuando descubrió una blanca, a la cual Mayu estaba revisando las ruedas.
“¿Es una nueva bicicleta?” Jurina frunció el ceño. Su atención se desplazó brevemente a la familiar bicicleta azul oscura a su lado – la que había utilizado Mayu hasta ahora – pero definitivamente no recordaba haber visto esa blanca brillante. Después de una rápida reflexión sobre eso, se dio cuenta de que esta tenía más velocidades que la otra.
“Lo es. Quería una más moderna”, explicó Mayu distraídamente, antes de mover su cabeza ligeramente cuando se arrodilló enfrente de la bicicleta blanca, y vio que la rueda de delante necesitaba más aire.
“¿Por qué?” exclamó Jurina, sorprendida, hasta que en su boca se formó una sonrisa divertida por el descubrimiento. “Piensas que eso te ayudará a ganar esta vez”.
Mayu se congeló – con el hinchador en la mano – antes de quitar rápidamente la válvula de la rueda. “No seas ridícula. La antigua ya no funcionaba bien”, ella se mofó.
“Parecía que funcionaba bien la última vez que la revisé”, Jurina sonrió con diversión. “No es culpa de la bici que tu no puedas pedalear lo suficientemente rápido”.
“Cállate, Jurina”, gruñó Mayu, poniendo algo de aire en la rueda de adelante.
“¿Esta todo bien?”
Jurina miró por encima de su hombro hacia Yuki y Rena quienes acababan de entrar al garaje, antes de encogerse de hombros y responder a Yuki. “Mayu piensa que puede ganarme con su nueva bici. Yo le estaba explicando que por unas cuantas marchas más no va a cambiar nada”.
Yuki movió la cabeza para echar un rápido vistazo a la mencionada bici – dándose cuenta de que era una nueva – antes de darse cuenta de cómo Mayu estaba evitando hábilmente su mirada. Parece ser que Jurina dio en el clavo. “Ya veo”.
No pasó mucho tiempo antes de que Mayu y Jurina comenzaran a discutir de nuevo y Yuki decidió dejarlas solas por el momento, en lugar de eso se giró hacia la bicicleta verde que siempre usaba y le dio la roja a Rena.
“¿Qué pasa?” murmuró Rena, cuando la discusión de Mayu y Jurina parecía no tener fin.
Yuki, que estaba revisando las llantas, la miró brevemente – presenciando su expresión de confusión – y suspiró, sabiendo que a su amiga le faltaba una gran pieza del puzle. “Cada verano, hay una competición entre ellas. Mayu cree absolutamente que ganará la carrera, y cada vez, Jurina logra vencerla. Parece que Mayu creía que una bicicleta nueva cambiaría las cosas”.
“¡No es por eso por lo que pedí una nueva bici!” protestó Mayu, aparentemente habiendo escuchado su conversación a escondidas.
“Claro que no, Mayuyu”, Yuki forzó una sonrisa a su novia, antes de girarse y susurrarle a Rena. “Antes, solía pensar que era Jurina la competitiva. Ahora, empiezo a tener mis dudas”.
“Ya veo”, Rena río, moviendo su cabeza con incredulidad cuando la charla continuó entre las dos amigas como si nada hubiera pasado.
Unos cuantos minutos después, Rena y Yuki estaban ahora más que listas para salir, y Yuki sabía que tenía que poner fin a esa pequeña discusión si querían salir del garaje antes de que se pusiera el sol. “Muy bien chicas, es hora de irnos”.
Dos cabezas se giraron de inmediato hacía ella y Mayu le mostró una sonrisa avergonzada, antes de asentir y subir en su bicicleta blanca.
“Parece que tendré que usar tu antigua bici”, Jurina fingió un puchero, subiendo a la bicicleta azul. “Nunca seré capaz de ganar”.
Ya se estaba formando en los labios de Mayu una réplica, adivinando por la expresión confiada de Jurina de que estaba pensando exactamente lo contrario, cuando escuchó a Yuki aclararse la garganta y vio su mirada de advertencia dirigida a ella. Desafortunadamente, parecía que tendría que dejarlo ir por ahora.
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Quince minutos después, las cuatro chicas estaban dando una vuelta por la costa, apreciando la pequeña brisa del océano que era bienvenida a esa hora del día. Afortunadamente, no era una tarde abrasadora como lo había sido estos dos días atrás, y la temperatura bajó lo suficiente para permitirles salir de la casa y de la comodidad del aire acondicionado para disfrutar de la vuelta bajo un cielo despejado.
Aun así, Yuki sabía que Jurina tenía algo en mente cuando vio que se acercó a la bicicleta de Mayu, y una pequeña voz dentro de su cabeza le dijo que la competición anual estaba a punto de empezar. De hecho, se dio cuenta de que tenía razón cuando escuchó a escondidas su conversación cinco segundos después.
“Vas igual de lenta que un caracol, ¿quieres animar un poco más la cosa?” bromeó Jurina a la vez que se acercaba a Mayu.
“No me tientes Jurina”, resopló Mayu.
“Vamos”, Jurina sonrió con superioridad, “sabes que no puedes esperar a mostrar tu nueva bici”.
Yuki puso en blanco sus ojos. Y eso fue todo. El momento en el que Jurina habló sobre el nuevo juguete de Mayu, ella sabía que caería fácilmente en su pequeño juego. Su novia era muy predecible, y Jurina siempre sabía que botón pulsar para provocar una reacción.
“Bien, pero luego no vengas lloriqueando si pierdes”, replicó Mayu, ya ajustando las marchas de su nueva y brillante bicicleta blanca.
“Puedo darte ventaja si lo deseas”, ofreció Jurina, con una gran sonrisa en su cara.
“Estas muy segura de ti misma”, gruñó Mayu, ahora su atención estaba más centrada en el camino que tenía enfrente de ella. “No te lo pondré tan fácil”.
“Id con cuidado”, Yuki advirtió cuando las chicas repentinamente salieron corriendo frente a ella. Desafortunadamente, sus palabras cayeron en oídos sordos ya que las dos amigas ya estaban demasiado lejos para escuchar, y se concentraron mucho en su competencia amistosa para prestar atención a cualquier otra cosa de todos modos. “Y se fueron”.
“Ellas parecen muy motivadas”, Rena rió a su lado, mirando con entretenimiento a las dos chicas alejándose hasta que no eran más que dos siluetas apenas distinguibles en el horizonte.
Después de eso, Yuki y Rena continuaron en silencio una al lado de la otra por un rato – apreciando el hermoso paisaje que se les ofrecía y disfrutando la cómoda presencia de la otra – hasta que Yuki miró de reojo a su compañera de viaje. Mientras la observaba en silencio, se dio cuenta de que nunca habían tenido la oportunidad de pasar un tiempo solo ellas dos fuera del trabajo antes, y las palabras salieron naturalmente de sus labios cuando habló. “Esto es bonito”.
“Es verdad”, confirmó Rena. “Debemos hacer esto más a menudo”.
Yuki asintió en acuerdo, admitiendo que no le importaría volver a repetir ese momento en el futuro. Por mucho que disfrutara de la compañía de otros miembros, una sensación de paz siempre llenaba su pecho cuando estaba cerca de Rena.
“Nunca tuve la oportunidad de decirte esto, pero me alegra que finalmente las cosas salieran bien entre Jurina y tú”, expresó Yuki, devolviendo la sonrisa genuina que pronto se dirigió a ella.
Cuando Mayu, unos meses atrás, le informó sobre la confesión de Rena, Yuki se encontró – al contrario que su novia – no completamente sorprendida por eso.
Después de reflexionar sobre esta extraña comprensión, y preguntándose por qué una parte de ella sabía que los sentimientos de Jurina no eran unilaterales, sus conversaciones con la Matsui mayor salieron a flote en su mente. Las preguntas de Rena sobre su propia relación con Mayu parecían realmente inesperadas en ese momento, pero ahora se dio cuenta de que Rena nunca dijo nada por casualidad.
Después de presenciar la intensa mirada de Rena sobre Jurina durante el concierto de Tokio Dome, supo que no solo leía la amistad en sus ojos, pero aún quedaba una pregunta: ¿sería lo suficientemente valiente como para dar el siguiente paso? Su propia dilación parecía no tener fin después de la confesión de Mayu: incluso la había rechazado estúpidamente al principio, por miedo – y una parte de ella esperaba que Rena no cometiera el mismo error que ella. Los sentimientos debían compartirse, no guardarse para ti mismo.
Yuki salió de sus pensamientos, más que contenta de que Rena siguiera su consejo al final. Estudiando de nuevo a la Matsui mayor, ella se dio cuenta de que sus ojos ahora estaban pegados a la locomotora que se movía lentamente colina abajo a su izquierda, y una idea surgió en su cabeza.
“Aquí hay un museo de trenes, no muy lejos de aquí. ¿Quieres visitarlo?” sugirió Yuki.
“¿En serio?” La voz de Rena subió una octava por la excitación, antes de darse cuenta de la expresión divertida de Yuki, y recuperando la compostura rápidamente. “No, está bien. No tenemos por qué ir”.
“No me importa”, Yuki movió su cabeza. “Le enviare a Mayu un mensaje. Ellas se unirán a nosotras cuando su pequeña amistosa competición acabe”.
“De acuerdo”, respondió Rena, su cara se iluminó. “¿Sabes qué clase de trenes tienen exhibidos?”
“No tengo ni idea”, Yuki se rió por lo bajo, más entretenida por el familiar entusiasmo de Rena. Se parecía mucho a la que presenciaba cuando Mayu comenzaba a hablar sobre sus personajes de anime favoritos.
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Jurina, llevaba una camiseta de manga corta azul y unos pantalones cafés cortos, podía sentir el viento a través de su piel y oír el sonido de las olas mientras miraba fijamente al océano. Después de admirar las vistas por un tiempo, su vista se desplazó hacia las personas que estaban tumbadas en la arena. A pesar de la época del año, la playa por suerte no era muy conocida y como resultado no estaba tan llena como se podría esperar, convirtiéndolo en el lugar de elección para las personas que estaban buscando un lugar tranquilo por la tarde en la playa. Sus ojos comenzaron a cerrarse mientras saboreaba la agradable sensación del suave viento contra su piel, enfriando un poco el clima cálido.
Justo cuando estaba a punto de perderse en la agradable sensación, unas pisadas llamarón su atención y ella se giró con curiosidad cuando sintió una mano en su hombro. Su boca se transformó en una sonrisa cuando vio a Rena mirándola con expectación, atrapando brevemente a Mayu y Yuki a unos metros de distancia, indicándoles el camino hacia la playa. Su sonrisa se desvaneció cuando la escena de repente le resultó extrañamente familiar, e ignoró la mirada curiosa de Rena por un momento - intentando entender por qué se sentía de esa manera – hasta que todo tomó sentido.
Su atención volvió a caer en el océano otra vez, siguiendo las pequeñas olas que se rompían en la orilla. Algunas veces en el pasado ella había soñado con ese lugar, y no de una manera agradable. A pesar del hecho de que había perseguido sus noches por tanto tiempo, nunca había sido capaz de unir los puntos antes. Ese lugar no era fruto de su imaginación: ella había soñado con esto porque ya había estado ahí antes.
“Jurina, ¿Estas bien?”
La voz de Rena le había sacado de su ensimismamiento y se giró para ver a la chica mayor mirarla con preocupación. Jurina extendió la mano para apretar su mano de inmediato, esperando que el pequeño gesto la tranquilizara efectivamente. Ella podía suponer que Rena estaba esperando por algún tipo de explicación por su extraño silencio, pero prefirió guardarse sus pensamientos para sí misma, no dispuesta a profundizar en el pasado. Simplemente se negó a dejar que ese lugar le recordara más los malos recuerdos.
Su atención se posó brevemente en Yuki y Mayu quienes estaban bajando las escaleras de madera hacía la playa, antes de enviarle una genuina sonrisa a Rena. Sí, ella iba a hacer nuevos recuerdos. Unos buenos. “Estoy perfectamente bien”.
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Las cuatro amigas habían estado tumbadas en la playa durante quince minutos y Jurina estaba empezando a sentirse muy aburrida. Simplemente no iba con ella permanecer inactiva durante tanto tiempo, y después de darse cuenta de que contar los granos de arena alrededor de su toalla terminaban por frustrarla más que cualquier otra cosa, inclinó la cabeza hacia Rena, que estaba tendida en silencio a su lado.
La mayor Matsui había estado muy absorta en un libro desde su llegada a la playa, uno francés a juzgar por el título que no pudo descifrar. Después de su infructuoso intento de leerlo, sus ojos viajaron por el bikini rojo que llevaba puesto, admitiendo que resaltaba con éxito las delgadas curvas de su cuerpo. Dejó que su mirada paseara por la piel de la niña mayor por un momento, apreciando la vista ofrecida, hasta que una risita suave llegó a sus oídos y levantó la vista sorprendida.
“Eres una mirona, Jurina”.
“Ah”, la voz de Jurina se apagó, y una sonrisa pícara fue formándose en sus labios. “Lo siento”.
Rena sacudió su cabeza suavemente y, bajando su libro, sus pequeños divertidos ojos marrones cayeron sobre ella. “¿Te aburres?”
“Un poco”, admitió Jurina. Hasta ahora, había dejado a las tres chicas disfrutar de su tranquila tarde sin decir una palabra, pero no se podía mantener quieta más. Tenía que hacer algo. Cualquier cosa.
“¿Por qué no vamos a nadar?” sugirió Jurina, poniéndose de pie con determinación.
“Esta fría”, exclamó Rena con incredulidad.
“No, no lo está”, protesto Jurina.
“Te escuché quejarte cuando metiste tus pies en el agua hace unos 20 min”, Rena se rió entre dientes.
Jurina tragó saliva, maldiciendo su propia voz por traicionarla, pero decidió seguir delante, “Estoy segura de que está bien una vez que te acostumbres”.
“Lo siento Jurina, pero no quiero morir congelada,” respondió Rena, “y realmente quiero progresar con el libro”.
“Esta en francés. ¿Quién querría leer eso?” masculló Jurina.
Cuando entendió por la mirada decidida de Rena que no obtendría nada de ella, su atención se dirigió brevemente a Yuki que estaba leyendo una revista de cocina y que rápidamente sacudió su cabeza hacia ella, antes de concentrarse en Mayu.
Sus pies la llevaron a la chica que yacía sobre su toalla, con los ojos cerrados y aparentemente saboreando el calor del sol contra su piel a juzgar por el suspiro de satisfacción que escapaba de sus labios.
“Creo que quieres tener un poco de diversión conmigo en el agua”, afirmó Jurina.
“¿Qué?” Mayu frunció el ceño, echó un vistazo a la chica que estaba frente a ella y boqueándole el sol, e ignorante de la conversación que había tenido lugar unos segundos antes.
“Tu. Yo. El agua”, explicó Jurina y cruzó sus brazos sobre su pecho, con una sonrisa bailando en sus labios.
“No estoy interesada”, replicó Mayu, mirándola con cautela mientras la joven se arrodillaba a su lado en la arena.
“Será divertido”, insistió Jurina.
“Estoy bien donde estoy”, repitió Mayu, sin gustarle ni un poco la repentina sonrisa de Jurina. Esa expresión suya siempre significó una cosa: problemas.
De hecho, cinco segundos después vio a Jurina deslizando sus brazos debajo de su cabeza y rodillas, pero fue demasiado tarde para reaccionar cuando terminó atrapada en sus brazos, Jurina pronto se puso de pie y se dirigió hacia el agua.
“Bájame, ¡Jurina!” gritó Mayu en shock, intentando soltarse ella misma del fuerte agarre de Jurina. Desafortunadamente para ella, la joven se mantenía firme, y todos sus intentos fallaron miserablemente uno tras otro.
Mayu se dio cuenta de la urgencia de la situación cuando Jurina entró al agua, sabiendo que solo le quedaban unos segundos para reaccionar. Buscó en su cerebro una solución, desesperada, pero todos los pensamientos se desvanecieron en el aire cuando Jurina la arrojó al agua. Cuando regresó a la superficie se enfrentó a una Jurina sonriente, aparentemente disfrutando mucho de su pequeña broma.
“Como desees”, Jurina sonrió, evitando hábilmente una salpicadura dirigida a ella.
“Vas a pagar por esto”, Mayu, empapada de pies a cabeza, le amenazó.
“Venga”. Jurina dio unos cuantos pasos atrás en el agua, viendo con anticipación los movimientos de su amiga bajita. Ella siempre estaba lista para un buen desafío.
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“Jurina está llena de energía”, señaló Yuki, siguiendo a las dos chicas las cuales se habían estado salpicando agua durante cinco minutos.
“¿Verdad?” admitió Rena y se rió entre dientes cuando Jurina de repente se lanzó hacía Mayu – con la obvia intención de ahogarla – antes de mover su cabeza con incredulidad y enfocarse de nuevo en el libro.
Yuki las observó un poco más, sin sorprenderse en lo más mínimo cuando Jurina logró salirse con la suya y Mayu desapareció repentinamente bajo la superficie del agua, antes de dirigir su atención con curiosidad hacia su compañera.
“¿Le Petit Prince?” ella exclamó, sorprendida por descubrir que libro había estado monopolizando la atención de Rena. “¿No me digas que lo estas leyendo en francés?”
“Es una edición en japones y francés”, explicó Rena, mirándola por arriba del libro. “El plan era leerlo en francés, pero para ser honesta, estoy leyendo la versión en japones más que otra cosa”.
“El francés es difícil de aprender, ¿Verdad?” la voz de Yuki se apagó, impresionada por que su amiga se aventurará en un idioma nuevo.
“Lo es, pero estoy segura de que los franceses piensan lo mismo de nuestro idioma”, sonrió Rena, antes de girar el libro y ponerlo sobre su regazo. “Es interesante, pero es un poco difícil pillar todas las alegorías. Ahora, no estoy segura de sí fue el mejor libro para empezar”.
“Probablemente no”, admitió Yuki. “Pero te admiro por intentar aprender un nuevo idioma. Yo ya estoy suficiente apurada con el inglés”.
Después de eso, la atención de Yuki cayó sobre el océano, viendo brevemente como las dos amigas disfrutaban la una de la otra en el agua, antes de mirar otra vez a Rena con diversión. "Ya sabes, es un alivio que pudieras tomarte la semana libre. Por una vez, no estoy atrapada entre esas dos”.
“Me alegra que pueda ser de alguna ayuda”, Rena rió.
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“¿Que estas leyendo?” preguntó Jurina, tomando un curioso vistazo a la revista que había tenido absorta a Yuki desde que habían llegado a la casa hace 30 min. Ahora que había visto bien la portada, reconoció la revista que Yuki había estado leyendo en la playa, y la atención enfocada de su amiga en ella llamó su atención.
“Quiero hacer un poco de hiyashi chuka”, explico Yuki, mirando rápidamente a Jurina quien se había sentado en el lado opuesto a ella en la mesa, antes de enfocarse en la página de la izquierda. “No debe de ser muy difícil”.
Justo cuando Jurina estaba a punto de responder que estaba de acuerdo y que de hecho era una buena idea, vio a Mayu mover sus manos frenéticamente desde la cocina, e inmediatamente se dio cuenta de que su amiga de AKB no era muy aficionada a la sugerencia de Yuki. No era que no le gustaran los fideos fríos - todo lo contrario - pero aparentemente no confiaba en que su novia no las envenenaría a todas.
Jurina tuvo que contenerse de reírse de su expresión desesperada - la cual afortunadamente Yuki no podía ver gracias a que estaba de espaldas a la cocina - y Jurina no pudo evitar jugar una pequeña broma a su amiga más baja. Su expresión facial era simplemente demasiado divertida para dejarlo ahí.
“Pienso que es una buena idea”, confirmó Jurina casualmente, dándose cuenta por el rabillo del ojo como Mayu movía sus dos brazos hacia ella, y murmurando algo que ella no pudo descifrar. No importa, su expresión horrorizada hablaba más fuerte que otra cosa, de todas formas.
“¿En serio?” La voz de Yuki subió unas octavas por la emoción, con una amplia sonrisa en su boca. “Lo haré esta noche entonces”.
Esas palabras acabaron con Mayu cuya cara se volvió igual de blanca que el papel. Ya ni siquiera estaba tratando de poner a Jurina de su lado, aparentemente había perdido toda esperanza de escapar de la nueva aventura culinaria de Yuki. Una sonrisa divertida cayó en los labios de Jurina, divirtiéndose demasiado con la escena que se desarrollaba frente a ella, hasta que decidió que el sufrimiento de Mayu había durado lo suficiente.
“Rena y yo te podemos ayudar si quieres”, ofreció Jurina.
“Eso será estupendo”, asintió Yuki, mostrándole una sonrisa de agradecimiento. “Puedo usar vuestra experiencia”.
Cuando Yuki no estaba mirando, Jurina le giño el ojo a Mayu de forma juguetona. Por la mezcla de expresiones que cruzaron por su cara, le costaba mucho saber si estaba aliviada o enfadada con ella por volverla loca.
Probablemente un poco de las dos.
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Rena cerró sus ojos mientas se metía bajo de la ducha, dejando que el agua progresivamente quitara el champú de su pelo. Un golpe repentinamente llamó su atención a la mitad del proceso y miró hacia la puerta, disminuyendo la presión del agua antes de hablar. “Ya casi he acabado”.
Justo cuando estaba a punto de continuar, se dio cuenta de que la puerta se estaba abriendo sin embargo y se detuvo por la sorpresa, hasta que la cara de Jurina apareció.
“¿Puedo unirme?”
Las fracciones de Rena se relajaron inmediatamente y le envió una rápida sonrisa, antes de asentir. “Claro”.
Mientras Rena acababa de quitarse la blanca sustancia de su pelo, ella vio a Jurina quitándose su camiseta azul de manga corta y sus pantalones marrones cortos; su bikini azul fue echado a parte en el suelo también. Rena movió su cabeza con leve diversión por su comportamiento – claramente contrastando con su propia ropa doblada en la silla al lado de la pila – dándose cuenta de que algunos hábitos estaban difíciles de cambiar.
“Le he prometido a Yuki que le ayudaríamos a hacer la cena”, declaró Jurina cuando abrió la puerta y entro dentro de la ducha. “Deberías de haber visto la cara de Mayu cuando Yuki ha dicho que iba a probar a hacer algo nuevo. Pensaba que le iba a dar un ataque al corazón”.
“Vosotras sois horribles”, reprendió Rena, indicándole a Jurina que se girara y empezando a lavar su espalda con el jabón, “¿La comida de Yuki es realmente tan mala? Yo pienso que lo hizo bien en la víspera de año nuevo”.
“Obviamente, tu no lo has probado”, contestó Jurina. “Y Mayu hizo toda la comida el año pasado. Yuki solamente preparó los champiñones”.
“Oh”, la voz de Rena se apagó, recordando ahora que Yuki lo mencionó durante la cena. “Bueno, ella se está esforzando”.
Jurina asintió distraídamente y Rena continuó cuidadosamente moviendo el jabón por su piel, cayendo las dos chicas en un confortable silencio.
Progresivamente, Rena fue perdiéndose en sus pensamientos, dándose cuenta de que sus vacaciones estaban a punto de acabar. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que había disfrutado de la compañía de amigas? Sí, ella había pasado un tiempo fuera por el trabajo con Airi, pero no era lo mismo, desde sus actividades hasta sus tópicos de conversación.
Estos últimos seis días habían sido totalmente diferente a todo lo que ella había experimentado, y un tinte de melancolía llenó su pecho con la idea de que ya estaban acabando. Mañana, ella volvería al trabajo, sus vacaciones en la playa ya eran unos recuerdos que se desvanecen.
“Mañana es el último día”, murmuró Rena, sus ojos cayeron sobre Jurina mientras ella se daba la vuelta para mirarla.
“Así es”, Jurina asintió en acuerdo, después de pasar por debajo de la ducha para deshacerse del jabón. “¿Te gustó?”
“Sí”. Los ojos de Rena se iluminaron. “Este lugar es muy bonito y tranquilo”.
“Podemos volver el año que viene”, ofreció Jurina.
“Me gustaría”, sonrió Rena. Por supuesto, era imposible predecir el futuro – y menos aún saber cómo iban a estar sus agendas el año que vine por esas fechas – pero ella sabía que no quería que esos momentos fueran los últimos.
Las cejas de Rena se fruncieron un poco por la sorpresa cuando se dio cuenta de que Jurina repentinamente se acercó un poco más, hasta que se dio cuenta de lo que tenía en mente cuando vio su expresión juguetona. En efecto, dos labios enseguida la rozaron – primero – en un casto beso hasta que se transformó en uno más intenso cuando Jurina la empujó gentilmente contra la pared.
Rena no pudo evitar nada más que gemir en el beso cuando los dedos de Jurina acariciaron su piel y viajaron por su cuerpo, adivinando por su toque urgente a donde se dirigía. Últimamente, Jurina se había vuelto más audaz con ella – sin dudar en llenarla de afecto cuando estaban solas – y Rena tenía que admitir que este nuevo comportamiento de ella le erizaba la piel cada vez que lo presenciaba.
Su relación había evolucionado mucho estos últimos meses, siendo al principio tímida con Jurina que dudaba de dar el primer paso. A Rena no le importaba la timidez, ya que sabía que su corazón aún no había llegado a curarse del todo del daño que le causó involuntariamente aquel día en el hospital. Fue por eso por lo que ella nunca perdió la oportunidad de alentar a la joven chica lo mejor que podía – ya sea con palabras de amor o con demostraciones de afecto – cada vez que vio una chispa de inseguridad en sus ojos.
Había pasado mucho tiempo desde su primer beso en esa habitación de hotel, y Rena solo podía disfrutar el nuevo paso que había dado recientemente su relación. Jurina no perdía el tiempo, a veces era gentil y cariñosa, y otros días más insistente y apasionada. Y perecía que hoy iba a ser lo último.
“Jurina”, murmuró Rena entre besos, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de la chica joven.
Sus ojos se encontraron con los de Jurina cuando rompieron el beso, el calor llenando la parte baja de su abdomen por el deseo mezclado con devoción la cual podía leer en los ojos de la chica más joven. Esa era una expresión que nunca se cansaba de ver, una que expresaba más que cualquier palabra que ella pudiera decir.
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