Miro el cielo.
Observo el canto de oscuras huellas.
Alguien deslizó un secreto hace tiempo.
Todo usurpa un desvelo:
el conjunto es ruido,
lo singular se niega.
Días han transcurrido.
Todo y nada ha sido dicho:
lo relevante es relativo;
quien transcurre por lo eterno
nos es desconocido:
se hospeda un ser en otro ser
sin hacer alarde de ello.
Todos tenemos sed
más no buscamos beber lo mismo:
unos, con ansia de conocer,
otros, con rabia hacia lo desconocido.
Lo escrito es una maldición
si quien lee aborrece el libro:
bien el secreto jamás aparece,
bien quien no duerme permanece dormido.
9 notes
·
View notes
Dijeron.
Me dijeron
“si tenemos tiempo
ya salimos ganando”
y yo lo entiendo,
todos queremos subsanar heridas,
queremos rellenar esto de vivir
con consuelos y mentiras,
porque hay días que
todo no es tan bueno y
los bosques son
heridas que brotan del suelo,
tan bonitos y esbeltos
que parece que nunca
ha brotado una lágrima por ellos,
las nubes son un muro incierto
que emancipa al universo,
nos hacen olvidar que existe todo
fuera de este mundo incierto,
los trenes hacen mucho ruido,
los cláxons de los coches
son molestos,
más molestos de lo que
algo desquiciadamente
molesto podría serlo;
quizá lloren los niños
del vecino, quizá sea
la gente que habla muy alto,
no lo sé;
el viento que lleva polvo
también es molesto,
la lluvia insegura que
se deja pasar a ratos
también resulta molesto,
no lo sé.
Menudo invento eso de querer tiempo,
si al final lo gastamos
en una conversación cualquiera
y se lo lleva mismamente el viento,
queremos una cantidad de tiempo
cualquiera
que considerar poco
o menos
depende de su relevancia
y si ya hemos estado muertos
y vinimos a la vida
y seguimos viviendo
y seguimos muriendo
y
todo lo que se podría hacer
se ha hecho,
y lo que no
es lo que repetimos
porque lo pensamos
sin quererlo,
lo más grande que nos queda
y a la vez lo más pequeño
es cobijarnos al amparo de
nuestros sueños,
porque no hay nada más triste,
más bueno
y más cierto
que imaginar todo lo que no
nos da el tiempo,
porque al final sólo queda eso:
el tiempo en el que todo es
y en el que todo ha dejado de serlo.
Joan Aniorte.
www.joananiorte.tumblr.com
166 notes
·
View notes
Gala 12 de 'Tu cara me suena' | Lucía Jiménez gana su primera gala después de imitar junto a ...
Después de traerse a Secun de la Rosa para imitar a Lolita Flores y a Joan Manuel Serrat, Pepa Aniorte se transformó en Elsa Baeza con 'Oye', una canción muy de moda gracias a la versión de Chayanne. La actriz murciana consiguió transmitir el alma del personaje, clavando la gestualidad y los ...
via Cant http://ift.tt/2l1rcix
0 notes
Tu cara me suena: Lucía Gil se gana al público con su dulce Jeanette
La Gala 11 de Tu cara me suena no dejó indiferente a nadie, especialmente al público del plató que ejerció el voto decisivo para determinar la actuación ganadora de la noche. Todos los ojos estaban puestos en Lolita cuando se vio por primera vez imitada en el plató de Tu cara me suena de la mano de Pepa Aniorte que, junto a su amigo Secun de la Rosa que hacía de Joan Manuel Serrat, transportaron…
View On WordPress
0 notes
¡!
Desde que el acto, el hecho, el sentimiento
pasa a ser un verbo, un sustantivo,
en definitiva, una palabra, un cuerpo,
sucede la fuerza a la intención precoz
prematura, innata; yerma aún.
El tiempo sólo fue así dicho
cuando se descubrió el cambio;
el cambio hizo gala de presencia
cuando se atisbó existencia.
Si vinimos de un espacio inocuo
nominamos la ética para llamar al orden,
¿se busca en la condena dominio o redención?
Nadie empuña la verdad,
nadie nunca lo hizo.
Nada nació del cambio,
siempre todo lo ha sido.
8 notes
·
View notes
Alzar el vuelo
Volar debe ser sumergirse en un campo de sueños donde todo es trémulo antes de adentrarse en ellos
alzarse sobre el mundo es alzarse también sobre uno mismo,
empujar los límites hacia nuevos límites,
atisbar nuevos olvidados escondites
una vez se alza el vuelo quién querría posar
los pies de nuevo en tierra, quizá solo
a quien le desespere el cambio continuo,
nadie es un remanente en este oscuro cielo
que mueve sus faros según el fervor de un mundo muerto
nada inquieta: ni el soslayo, ni la ceguera,
tiempo ha del deber de saber dónde estamos, volar debiera ser tender insistentes puentes hacia monumentos de tristeza ya olvidados
ya en el vuelo nadie querría posarse de nuevo en tierra,
más marchar debe ser recordar el origen,
un origen que nunca cambia, se mantiene perenne, eterno contexto, no como un nombre
que sólo sirve para ser llamado
el origen, la raíz, la horma del zapato
allí donde yacen todos menos nosotros, todos quienes deben ser recordados
no hay lugar sin un nombre que pueda ser recordado, todo lo demás es intrascendente y lejano, nadie quiere volver donde no exista un recuerdo cálido
nadie quiere marchar hacia dónde nada le espera
salvo que la tierra primera que le observa sea la raíz del odio y la desaprobación, una tierra que ya a nadie venera, ni a uno mismo, y sólo ofrece soledad y tristeza
ya en el vuelo nadie querría posarse de nuevo
salvo quien entiende que la muerte llega de soslayo
entonces hay quien acelera deseando ser más rápido y llegar a una meta nueva donde la muerte no acecha, no conoce, no llega:
afortunadamente no existe esa tierra
quien vuelve de nuevo a la tierra es quien entiende la muerte no como una frontera, si no como el regazo de un árbol donde formar parte del fruto que dará vida a una vida nueva
posarse en tierra no será abandonarse a la ligera si no conocer el abismo interior que dentro de uno habita
estar en paz con cada racimo de vida, darse el lujo de concentrarse en tomar aliento para una desconocida aventura nueva
volar debiera ser sumergirse en un campo de sueños de forma voluntaria donde todo es trémulo al adentrarse en ellos
...morir también
12 notes
·
View notes
Imposición del silencio
Normal que mueran,
aseguras con sencillez,
es normal que caigan:
no sacan a pasear el alma,
esconden las cicatrices, en definitiva
mucho hablan pero no viven.
Cómo no van a morir, insistes,
si la apariencia los vuelve marginales:
la supervivencia es un juego de olvido,
la indiferencia ante el dolor de otro
dejó de ser ya rubor en la calle.
Normal que mueran,
dices,
normal que caigan:
no sacan a pasear el alma,
sólo fingen.
A nadie le pertenece el nombre
más que a quien evoca un recuerdo,
un mar del silencio baña a las criaturas
adoctrinadas sobre un manto violento,
si bien es el tiempo quien tiene sabor a cura
también es porque ofrece textura de olvido
y olvidar no es si no ocultar la herida
de quien por terror esconde un dolor aprendido.
No hay paz para quien conoce la guerra,
ni sílabas que endulcen lo ingrato.
Conozco la revolución de un corazón ordinario:
dejadez hasta la muerte
angustia y sollozo ante el último llanto;
si nacimos ignorando la vida
moriremos ignorando el pasado
el espejo es la cura del alma
para quien observa con cuidado.
Mirar a uno mismo es observar un abismo:
el abismo acecha aunque sea ignorado,
tiempo ha pasado desde que la palabra era una brisa,
hoy es un castigo,
nos doblegamos ante aquello que decimos,
como se doblega quien suplica al recién enterrado.
Que me hablen del tiempo quienes sepan domarlo,
que la congoja solo aprieta
y es normal que muramos:
nos encogemos ante el murmullo de un silencio
que tras su presencia impone a quienes hablan
el duelo por callarnos.
12 notes
·
View notes
La mortaja, la herida
Voy vertido de la mañana a la noche
como de la vida a la mortaja:
tiempo ha que fui vencido,
hay heridas que nunca sanan.
Con el afán de quien ansía un norte,
como quien habla y no comprende las palabras,
imito los movimientos,
repito cualquier enseñanza
con tal de no parecer tardo
ni extraño,
por no levantar sospecha,
ni generar atisbos de rechazo.
También vengo de un pueblo,
como vienen tantos,
y digo que añoro,
que echo en falta:
un lugar es la gente
y la gente que en mí remanece
tiene la cara desdibujada,
¿dónde están los niños
jugando en la plaza?
¿las ancianas que escudriñan
la vida de aquel que pasa?
Si hemos sido insensatos
a la espera de nada
es porque la muerte viene poco
y cuando viene, nadie habla.
El tiempo es una fiebre tardía
que hace gala de ausencia
hasta que se precipita sobre la vida.
Del mediterráneo aprendes
que el invierno es tan fugaz
que casi se marcha con prisa
y que la soledad agrada
sólo cuando es escogida;
la humedad resbala sobre los huesos
como la oscuridad sobre las pesadillas
y un hálito funesto siempre
aguarda detrás de cada esquina
(quizá esto último sea personal
y no una realidad colectiva).
La realidad diverge en muchos delirios:
la muerte es agnóstica a la vida.
10 notes
·
View notes
Un domingo cualquiera
Hoy, que es un día como podría ser otro cualquiera,
no creo en un orden definido de las cosas,
y defino esas cosas como cualquier hecho,
por ejemplo: la soledad que evoca un hogar en silencio
o despertar de una pesadilla que no debería serlo;
el tiempo marcha como las aves migratorias
y a veces, de repente, frena y se posa en el suelo;
resulta que el tiempo se congela con algún sentimiento
y que también sabe ser vertiginoso si la nimiedad solloza.
Es un cuerpo, como cualquier otro, el que hoy mantengo,
son mis palabras dichas, como podrían no serlo,
pero de la gravedad nace la importancia que hace más pesado un sueño,
así como es más profunda la herida de quien no pretende herir, que la de quien pretende hacerlo.
Hablo en nombre de todos los hechos vividos, quizá en nombre de ninguno,
porque todo lo que era innegable, hoy son simples recuerdos,
tan simples como que ya no existen;
antes, yo, me llamaba por mi nombre, y hoy mi nombre no es relevante si nadie lo dice primero
y afirmo que un nombre dejará de serlo
cuando se sienta enterrado entre la multitud de otros tantos cientos.
Hoy hablo y digo, pero quizá no debería hacerlo,
porque mi voz empieza a ser la de alguien
que debería permanecer en silencio: ya no siento la fuerza del cambio en mis adentros,
quizá porque resulta más fructífero leer la voz de otros que sí la sintieron;
quizá habré de escuchar, pero si yerro nadie querrá decirlo; siento el abandono,
siento la paz que supone,
hilvano un silencio que me abraza
como el recorrido de una noche.
Pretendo callar, pretendo cansarme menos de mí mismo,
pretendo sembrar con flores cada hoyo y borrar las carreteras, desmenuzar los mapas,
olvidar lo correcto, hacer una invasión contra cada sentencia que tomé por cierta
sin embargo
solemnemente me descubro con la mirada perdida,
desdibujándome como tantos otros lo hacen,
sintiendo que invierto el tiempo en la nada,
en un vacío que me absorbe indudablemente
y me atrapa, por el que me dejo atrapar,
donde nada me encierra, donde el silencio tampoco habla.
Soy la sombra de un ser que evoco con debilidad,
alguna pretensión vana de querer y no poder;
como decía: el tiempo marcha
y cada día soy más viejo, más lento, más tosco;
el símbolo para cualquier generación que no haya nacido,
el recuerdo para aquellos ya olvidados;
el nombre que aparezca en mi lápida será un nombre cientos de veces dicho
y todo lo que yo haya vivido
quedará amaestrado, conmigo,
a ser una víctima indeleble
de lo rápido que se genera el olvido;
un muestrario de difusas esperanzas,
la nada marchando sobre la nada.
Abracemos conformes la noche,
porque la noche, igualmente, nos abraza.
45 notes
·
View notes
Nombre
He aprendido a decir
que no pretendo decir nada:
mi voz no es un rumor de la calle;
una sombra en mí se recoge,
ya dueña de mi alma,
vistiendo mis gestos,
imitando mis voces.
Cuál es la herencia que atañe
para aquellos que me reconocen,
para aquellos que se aún se refieren a mí
diciendo mi nombre
e ignoran mis costumbres:
no tengo nada más que un legado de cuestiones,
de temores que titilan,
murmuran, insinúan.
Qué es un nombre si no un legado,
un ancla perenne,
ciertamente inamovible;
¿lo más preciado tiene un nombre?
Qué más da a estas alturas
ser llamado de muchas formas
que ser reconocido por ninguna:
la voz que nace en un valle de ruido
hallará paz donde otros reciben castigo;
mi voz no es un rumor de la calle,
mis gestos acarician la noche,
quien imita una voz me reconoce:
no pretendo decir nada.
Pasado el tiempo nadie dirá mi nombre.
7 notes
·
View notes
Lentitud - Reeditado
Conoced el tiempo que resta:
la pureza del camino se desvanece,
es polvo en el aire.
Somos círculos de eterna vuelta
que en algún momento frenan,
retroceden el camino
y recuerdo tras recuerdo
desentraman el ovillo
que hay de cierto en lo incierto,
cuando vivir se vuelve ineludible
y somos un simple aprendiz
bajo el manto de dos maestros.
Somos vuelta tras vuelta
entre el remolino de las calles,
un remolino que ordena en los buzones
los nombres fraguados por el sino
sin plazo para un acontecer
en el que parten.
Somos crecer y permanecer
a partes iguales.
En un atisbo de frescura
caracolea la nostalgia en el aire
y como en los lienzos de Sorolla,
languidecientes, yacen las olas
desde el origen de los mares
y fugazmente caerán luciérnagas
en cada una de nuestras noches,
trazando el sonido de las estrellas,
luciendo como ellas pero
sin querer estar tan lejos,
con los pies arraigados a la Tierra
y la voz a los recuerdos
y nosotros tan mortales
y tan efímeros,
vamos de los cuerpos a la tierra,
de la incertidumbre al desconcierto;
ignorancia tras venir al mundo,
incógnita perenne tras desvanecernos.
11 notes
·
View notes
La herrumbre nos frena
Me estoy dejando llevar por la marea;
no depende del nombre del día
no decido lo que desearía que el presente fuera
sin embargo ningún plan se condiciona
soy ambición frustrada y no con la barriga llena.
He visto decir que el ser humano
se deja arrastrar por la pena y a la vez
que la depresión es para débiles
que sólo ven la vida como una condena
y me pregunto si el ignorante habla
porque desconoce y así aparenta
o desconoce porque sólo habla
llenando de ruido propio su propia cabeza.
<<¿Me estoy dejando arrastrar por la marea?>>
Ayer, que fui descuido, dejando ir la conciencia
a expensas de un hacer grotesco, anduve
demasiado tiempo a tientas, casi a gatas,
patentando, sin ceguera otorgada, el andar del ciego,
mi palabra era la intuición del tosco, del cuerdo,
del poco hambriento: de aquel que constantemente
se da por satisfecho.
Soy cliente de nada en concreto,
consumidor de cualquier hecho;
difamando el aspecto de otros,
ignoro con frecuencia la carga que soporto,
he dado cientos de pasos sobre un sendero
que no me corresponde,
nadie le puso nombre al norte,
no sé dónde me dirijo
ni de qué me escondo,
sólo sé que finjo tener un nombre.
Las sombras que manipulan el silencio
vienen de momentos concisos:
puestas en escena, golpes de claqueta
que se revalúan según el peso del tiempo
y sus caprichos.
Es fácil ser la marioneta que actúa
según rememora las huellas de otros.
<<Arrollado por la marea, descanso en la orilla>>
Nada me corresponde, ahora lo sé,
salvo cada presente que es efímero,
¿la inacción es una muerte rápida
o es “acertar” sin decidir lo que engrandece
el ego?
Aceptar sin cuestionar.
Se esconde la Tierra en la mar
fuera del alcance del hombre como el subconsciente,
para no ser manipulada por quien la observa,
se sumerge
y realmente no entiende;
decid la verdad,
el tiempo ya no es para los devotos:
el camino no es nuestro,
la herrumbre nos frena.
Tampoco el nombre es propio.
5 notes
·
View notes
¿Quién?
Empiezo a entender que
me delimitan las manos de otro,
las de alguien que usurpa mi cuerpo,
también mi habla y de algún modo
los gestos de un rostro que desconozco;
debe haber alguien dentro de mí
que hace, dice y piensa
lo que veo que hacen otros
que dije que no haría,
que finjo que no hago.
El vestigio de la soledad no es más
que la respuesta de un espejo roto,
que deja entrever
en lo sórdido de un gesto
que no hay cierta cura para una extraña torpeza,
la soledad es el atuendo del tropiezo
que supone el trasvase desde un vacío plural
hacia uno singular;
el ego, aséptico,
subsiste medrando por las ruinas del cuerpo
que refleja, secuestrado, las dotes de un alma triste,
ansioso por no abandonar las fauces de un eco
que, infalible, recoge lo que vierte;
la jaula que le envuelve y que falsamente sustenta
no es digna de la misantropía que arroja:
el cuerpo resiste con el afán
de quien acaricia con fatiga
el salmo de una soga.
Entre el final de un abismo
y el principio de otro
se encuentra mi memoria:
en ninguno me encuentro,
en ninguno emerjo,
en ninguno nadie, nunca, asoma.
9 notes
·
View notes
Reposado en un rincón...
Reposado en un rincón de una casa cualquiera
sediento de recuerdos como generación sin veteranos
la medianez entre dos cuerpos son aves de paso
la lluvia que no avisa es la simiente de la tristeza
quien ande desdibujando el camino andado
pretenderá acaso avergonzado desdecir la voz de la experiencia
hoy desorientados que a ningún lugar llegamos con la lengua fuera
somos la orquesta del silencio la neo generación de esclavos
resido entre los entresijos de la suerte y los amasijos del esfuerzo
no queda nadie que sepa igual que el abrazo de la noche
duermo igual de bien sea Dios quien esté en la vigilia u otro/o nadie
ya no gasto tiempo en la equivocada dulzura de un reproche
bien sea un remanso de paz la muerte que nos espera
o un meticuloso estudio de lo que no ha sido y que sí debiera
mi nombre es la espera de algo que para referirse a mí nunca jamás volverá a ser pronunciado
y quién soy yo
no soy nadie
nadie que hubiese tenido alguna vez una voz para algo
7 notes
·
View notes
Lugar
Siento el tiempo como un pretérito,
una experiencia inconexa en abandono,
un silbato atendido por nadie;
entonces, ¿quiénes somos?
Si nada aprendemos
(si seguimos sin hacerlo)
resultando que cada nuevo día trata
sobre descubrir un mundo extraño
y nada y todo nos sorprende
porque todo nos viene dado resuelto
como un derecho inherente
en el que, de forma irónica,
nos perpetuamos como esclavos;
estamos atados al nombre
con el que se nos hace llamar
así como nos recogemos perplejos
cuando nadie lo hace,
la eterna batalla entre pertenecer y no hacerlo
que al no ser nunca resuelta
nunca y siempre nos satisface,
naufragamos como un ente homogéneo
y solitarios e incomprendidos,
porque con el don del habla
no somos escuchados, pero sí oídos,
como si el lenguaje fuese una simbólica trama
sin ningún contenido.
Si el tiempo no resuelve el desorden
como el viento pliega la arena,
si el cosmos inabarcable resulta finito,
tanto como los seres que piensan;
si los océanos y las mareas algún día se secan
y permiten que aquellos que destruyen
claven allí también sus banderas;
entonces dejaré que me abrace la tierra
dejando como herencia un silencio
de manifiesto
que en vida constriñe, pero también libera.
18 notes
·
View notes
Nana
Conmemoro mi arraigo a tu presencia
aún tú con hambre de vida
y es curioso que la Muerte no siempre
sea quien imponga la ausencia,
me di por satisfecho con un Tiempo
que no daba señas de retroceso,
arrastrada nunca más por dos bueyes cansados,
la memoria es un suceder de
saltos vertiginosos, donde nunca se sabrá
si detrás de uno
habrá otro.
Analizo las señas del Tiempo, bien con
mala Fortuna o bien con poca certeza:
aún no diferencio el lenguaje del presente
con el de un recuerdo. Las sílabas sometidas
por cada verso no ajustician el valor de
nuestro Tiempo: viniste tú como yo lo hice,
con un nombre como lo hicieron cientos.
Un llanto ofrecimos al venir, quien dirá
si otro vendrá otro antes del largo sueño;
aunque Tiempo lleves no distinguiendo
un sueño de un suceso, ni a un desconocido
de un nieto, te recuerdo
que me llamo por el mismo nombre,
aunque venzan ya los delirios sobre cualquier
esfuerzo.
Sé que esas manos que anhela el preso,
que quebrarían las fauces de la celda,
no tienen fuerza si lo comparas con quien
se aferra a los resquicios de
lo que permanece aún cierto
y tú, anfitriona de tradición,
con el cariño generacional del buen hacer,
ofreces alimento al intruso juvenil que llevas dentro
que arbitrariamente desdibuja a quién dijo
tu nombre, que tuerce el calor de cualquier gesto,
que emborrona la voz que un día
concebiste emanar de tu cuerpo.
No preguntes por el lugar
ni por un día concreto,
me temo que desconocemos todos la respuesta:
quien te escucha porque anhela perder
la noción del Tiempo;
tú, porque estás aprendiendo a contar
con los dedos de nuevo.
Debe ser que el Tiempo
a veces tiene voluntad de retroceso.
Con suerte dirás mi nombre
cuando diga yo el tuyo primero
y podremos fingir con burla
que lo que se nos ha robado
nos ha sido fugazmente devuelto,
aunque sea un amago,
aunque sea un momento.
8 notes
·
View notes