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#londaibere
londaibere · 2 months
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Arteba edición 2016. Cabinet de Londaibere en Galería Nora Fisch. Flores Sonia. Oleo s/madera. #londaibere
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hhocouoc · 5 years
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Feliciano Centuriòn
1994
Magritte Lydis
1965
Alfredo Londaibere
1994
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claudioiglesias · 3 years
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Es difícil entender de quién estamos hablando
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En 2017 escribí un texto sobre Marcelo Alzetta que después quedó dando vueltas. En 2018 me regaló un cuadro, debe ser el mejor regalo que me hicieron. Lo vi pocas veces, en esa ocasión comimos pizza. Hablábamos por chat, pero el último tiempo no tanto. Cuando me enteré de su muerte me sentí culpable y abandonado. Sabía que en 2020 la había pasado un poco mal. Me hubiera gustado contarle un chiste sobre Justin Bieber y la pandemia:
El chiste es que un noticiero anuncia con una placa enorme que Justin Bieber vuelve a las giras después del fin de la cuarentena. Otro texto en una letra más chica desarrolla la noticia: “pasó lo peor”.
Alzetta va a ser cada vez más importante. El diría que lo mejor todavía no pasó.
No importa la época. Primeros apuntes sobre Marcelo Alzetta.
Texto de catálogo para la muestra de Marcelo Alzetta en galería Walden, Buenos Aires septiembre de 2017.
Una estrella lejana titila raro, irregular en sus pulsos, y así confunde los instrumentos de medición. Claro que lo hace a conciencia, ¿quién va a pretender medir el arte? Marcelo Alzetta es el artista para encontrar provindencialmente, como él mismo encontró todo: amigos, ideas, sensaciones. Si se aguza la vista, se lo ve brillar con nitidez en el cielo del arte argentino de los últimos quince años, moviéndose dentro del complejo de soluciones y sabias torpezas que va del Rojas de Londaibere a la progenie hirsuta de Belleza y felicidad: sus piezas de comienzos de los 2000 todavía están marcadas por la rugosidad expletiva y los personajes queribles de la historieta argentina de fines del siglo XX; su muestra en Tu Rito del año 2010, con su psicodelia apenas visible (el espacio carecía de una fuente confiable de luz eléctrica) lo devolvió a los mayores escenarios de una corriente artística minoritaria y amiguera, ya madura; su más reciente exposición individual en Agatha Costure, en 2016, nos lo presentaba como un sereno pintor de bodegones que también fuera en sus ratos libres especialista en sintetizadores de la Guerra Fría. Cuadros suyos hay en la librería de Francisco Garamona, La Internacional Argentina, en la colección de Gustavo Bruzzone y en casas de artistas como Javier Barilaro, Fernanda Laguna, Miguel Harte, I Acevedo y tantos otros. Todo esto para el despistado o la despistada.
Alzetta nació en Tandil en 1977. En 1996 se instaló en Buenos Aires (“terminé la secundaria y rajé”, comenta). Fue cartero, cocinero en una casa de empanadas y también ejerció el oficio diurno de pintores como Ana Sokol, Anabella Papa y Juan Grela G.: peluquero. Incluso antes de instalarse en Buenos Aires, el jovencísimo Alzetta era un asiduo de la ciudad: solía venirse los fines de semana a hacer taller de historieta con Alberto Breccia de muy chico. Su primer alojamiento porteño, ya como residente, fue el caserón de Carlos Calvo y Boedo donde tenía sede El Tripero, el grupo-revista de historietas que Alzetta fundó junto a Frank Vega, Delius, Sandra Lavandeira, Esteban García, entre otrxs muchxs futurxs protagonistas de la ficción gráfica. Al grupo se sumaron luego artistas como Mariano Grassi y el -entonces todavía no- aclamado documentalista Julián D'Angiolillo, con quien Alzetta colaboró en varias ocasiones: una de las interacciones más particulares del arte local de este siglo.
En el año 2000, sobre la vara que puso Alfredo Londaibere, Alzetta participó en una exhibición en el Centro Cultural Rojas con el Búlgaro Freisztav, Marta Cali y María Fernanda Aldana (integrante del conjunto musical El Otro Yo). Fue una muestra legendaria y equívoca. El incipiente siglo artístico se perfilaba con entusiasmo. La consigna osada: el futuro es de los artistas que se dedican a otra disciplina. Alzetta por aquella época trabajaba de telemarketer, tarea de la que lo rescataron sus amigos.
Porque hablar de Alzetta es hablar de ellxs, los amigos: él brilla cuando lo iluminan sus colegas; y cuando algún obstáculo les hace sombra, vuelve a su mutismo productivo. Es el objeto de deseo, el artista que los artistas aman y que se deja amar. Los amigos para Alzetta son el oxígeno, el pan y el centro neuronal del equilibrio. Aunque sus cuadros parezcan solitarios a veces, es un artista de la colaboración. Y es así no por afán de socializar sino por su sinceridad, su búsqueda de la cascada emocional primitiva. ¿Las ideas y los sentimientos humanos más intensos y límbicos no son formas de colaboración en sí mismos? Al confesar la pena o la pobreza, al conjeturar la gracia rara de un perro de ojos maquillados Alzetta se mantiene atento a las personas, a su belleza, a sus tristezas. Algunas órdenes contemplativas enclaustradas bregan con la tarea de expiar pecados ajenos, cometidos lejos de los monasterios; sus miembros son como antenas del extravío y el dolor. El artista, retirado en los confines de un variopinto espacio mental, está a la distancia de un beso de quienes sufren y ríen.
*
Un día estaban mirando la tele con Marcelo Pombo y vieron algo distinto en la pantalla: Reynolds. La banda que formaban Roberto Conlazo, Alan Courtis y Christian Dergarabedian. Poco después, un amigo de Alzetta se entera, recorriendo un festival en el Parque Centenario, de que Conlazo daba un taller de música experimental en la sede de Puan de la FFyL. Y así empezó una amistad. Alzetta y Conlazo comenzaron a trabajar juntos. “Rob tira una idea, Frank (Vega) dibuja y yo después la pinto”. Con él también hizo cuadros en colaboración para la muestra en Tu Rito, organizada por Victoria Colmegna y el mismo Conlazo. Pero volvamos al Parque Centenario. O su pariente, el Rivadavia, ambos enlazados en el cuerpo astral de la ciudad por el Boulevard Campichuelo (D'Angiolillo es mi informante en el tema): son esos parques y sus ferias, reuniones y esparcimientos típicos los focos de una cultura avanzada y popular, escuelas de novedades musicales y vicios literarios ultramarinos (en la forma del samizdat y la reproducción ilícita) a los que Alzetta dedica un homenaje. Los que no se pueden comprar el CD se compran el cassette. Barbas, anteojos de sol, dinosaurios de la Gestapo y conejos de chocolate: a eso se dedicaban Alzetta y compañía.
“Olor a peinado o a cortes de pelo…” ¿Quién puede ver una mano transparente que se enfrenta con el atardecer? O un mocasín orlado de rayos y utilizado como vaso para cepillo de dientes, sobre un arcoiris. O el tigre con cuerpo y patas de mesa de jardín, bajo la luna roja. Leonor Vassena puede. Sokol también. O Gumier Maier (habitué de la peluquería de doña Sokol). Alzetta se mete en el póker de un surrealismo ingenuo y localista que avanza a contramano de la educación y el cálculo.
En Buenos Aires, en los noventa, Alzetta frecuentaba los boliches más coquetos del centro (“lugares muy anti pueblo”, admite) y al mismo tiempo se iniciaba en los arcanos de la vanguardia popular con uno de los cascabeles sueltos del momento: Pablo Suárez. Suárez conversa con el adolescente Alzetta, reprueba algunos de sus intentos y así lo induce a cristalizar en la adolescencia, a puro empujón y refunfuño. Alzetta muestra en Belleza y felicidad en 2000, antes del Rojas, y Suárez le compra una obra. Es la pintura de un ser bicéfalo y alegre en bicicleta: medio payaso de película de terror, medio tapa de LP bizarro de banda efímera. La muestra se titulaba Sentimientos y la integraban, además de Alzetta, Gumier Maier, Fabiana Imola, Fernanda Laguna, Sergio De Loof y Pombo. A este muchacho tímido, retraído de tan extrañas que eran sus ideas, le tocó empezar entre nombres que proyectaban sombras amenazantes a su alrededor.
Con Suárez lo había enchufado Dipi, su gran amigo de la temprana edad. En las charlas en el café Golden, en el centro de Tandil, Dipi entretenía multitudes de ocasión y cuando estaban solos le relataba a Alzetta obras como el Niño Bazooka de Suárez, ese memorial al triunfo gay sobre las huestes indecisas de toda cultura artística heterosexual. Era bueno el relato de Dipi, y muy buenas las obras de Suárez, porque Alzetta se encendía al escucharlo. Y algo tiene él también de ese chicle rosa (que según la anécdota Suárez hacía masticar a sus amigos antes de dárselo al personaje de la escultura): es un chicle inagotable que otros artistas mastican sin cansarse. El chicle de la inspiración: la goma de mascar de Dios, diría un rapero.
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Quien se acerque a husmearlas, olerlas y tomarles el pulso verá que en las obras de Alzetta todo es maquillaje, rubor y disfraz; las criaturas más triviales y próximas se transfiguran; los duendes se visten para salir. Quienes beben ginebra en un parador rutero de repente caen bajo el influjo de la magia, a través de un acorde de cumbia o del chiste depravado que cuenta en voz alta un parroquiano ultimado. No hay justicia tal vez, pero hay milagro. Las cosas se deforman desde adentro, movidas por un sentimiento rítmico. Aunque sumergirse en la obra de Alzetta requiere un talento indefinible y escaso, no se sabe con certeza cuáles son las capacidades que despiertan sus elucubraciones. Por ejemplo: ¿se puede enseñar a oler un peinado? ¿qué hace el que no puede alegrarse con la sonrisa del chicle gigante en la gruta? A ese lo está esperando un gatito con corbata y un fondo rosa. Para que nadie se sienta excluido.
Esta psicodelia folclórica tiene fuentes dispares, inextricables unas y otras inmediatas. Están los ingenuos 1960 que recopilaban Mujica Láinez, Vassena y compañía en la galería El Taller de la calle 25 de Mayo. Está Gandolfo también, y Malincónico. Está el surrealismo bonaerense (la última coalición avanzada de nuestra vida cultural) y el arte del Rojas, que Alzetta conoció de muy chico. Pero hay mucho más. El personaje es galáctico, fáustico en sus caprichos; no cuesta nada ir hasta Friedrich ni Odilon Redon, hasta los visionarios californianos o los simbolistas rusos. Sin embargo, Alzetta hace de la nacionalidad un asunto de importancia. “Me reconozco en la tradición pictórica nacional. En general, no importa la época.” Ya señalé la última frase: no importa la época. La clave de un anacronismo vivo y abarcativo.
Witz tandilense Cuando no importa la época el arte se abandona plácidamente al cosmos, a lo entero. Psicodélico y surrealista por afuera, Alzetta es un universalista de corazón. “Un estilo naïf pero no tanto”, dice. Aunque naïf, surrealista, psicodélico, son etiquetas quietas si no las toca una varita imponderable. En Alzetta esa varita es la romántica exaltación de la obra de arte como universalidad en movimiento, océano de sensaciones y sentimientos. Es la idea de que un cuadro es también baile, música o novela; una idea alemana de fines del siglo XVIII que rejuveneció en las sierras bonaerenses.
Según esta idea, las distintas esferas del arte se conocen e integran en el plano invisible del sentimiento, el humor, el Witz. Cristo en la TV dentro de un ojo es una canción. La sombra de los pinos en la cabeza transparente de un alienígena es un acabado número de circo. La tierra de Alzetta no es Tandil ni mucho menos Argentina: es un secreto que se cierra a los ojos y se abre al corazón inquieto. El pintor nacional es un cosmopolita tapado. Su obra viaja de la miseria a la epifanía y de la sonrisa al sonido, una y otra vez. Y así se difunde y se mezcla con la vida, hasta ser invisible otra vez. Empieza un cuento de Daniil Kharms (Cuaderno azul, nr. 2):
Había una vez un pelirrojo que no tenía ojos ni oídos. No tenía pelo tampoco, por eso lo de pelirrojo es un decir. No podía hablar, porque no tenía boca. No tenía nariz. Ni siquiera brazos o piernas, ni estómago, espalda, espina dorsal, o cualquier clase de vísceras. No tenía nada, así que es difícil entender de quién estamos hablando.
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miguelbuon · 3 years
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Quien Soy
Nací en el año 1987, provincia de Buenos Aires. Argentina.
Estudios
Dibujo y Composición: Centro Cultural Rojas, UBA. A cargo del Profesor Alfredo Londaibere, año 2007.
Caricatura y Dibujo Humorístico: Centro Cultural Rojas, UBA. A cargo del Profesor Massa Montano, Humberto, año 2007.
Escuela de Dibujo y Caricatura Luis Ordóñez, año 2008. 2009. 2010.
Profesor de Artes en Artes Visuales Nivel Inicial, EGB 1 y 2. Recibido en el año 2011.Titulo obtenido de la Institución Escuela de Artes Visuales “Antonio Berni”
Taller de Cerámica, año 2011.
Profesor Nacional de Arte en Artes Visuales, recibido en el año 2012. Especialidad en Grabado. Título obtenido de la Institución Escuela de Artes Visuales “Antonio Berni”
Profesor Nacional de Arte en Artes Visuales, recibido en el año 2013. Especialidad en Escultura. Título obtenido de la Institución Escuela de Artes Visuales “Antonio Berni”.
Licenciatura en Artes, de la Universidad Nacional de Gral. San Martín, año 2014. 2015. Sin finalizar
Tecnicatura En Cerámica. Instituto Condorhuasi. Marzo 2018 finalizado abril 2021.Recibiendo Mención de Honor del director Jorge Fernández Chiti.
Cursos y talleres de forma virtual y presencial de pintura y arte con los docentes, Marcia Schvartz, Daniel Santoro, Adolfo Serra, Ilan Brenman.
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artlimited · 2 years
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Alfredo Londaibere | Exhibition https://www.artlimited.net/agenda/alfredo-londaibere-exhibition-galeria-nora-fisch-buenos-aires/en/7584895
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verrev · 6 years
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Artista: Alfredo Londaibere Título: Bienvenida primavera Curaduría: Jimena Ferreiro Dónde: Galería Nora Fisch Fechas: 6 de marzo al 4 de mayo 2019
Texto, galería de imágenes y links
Alfredo Londaibere. Bienvenida primavera Por Jimena Ferreiro
Sí, ya sé que estamos despidiendo el verano y que para la primavera quedan largos meses por recorrer. El calendario indica que los días se van a acortar y que llegará el frío. Pero hace tiempo que Buenos Aires se ha vuelto un poco tropical y que sus inviernos son cada vez más templados. Y, además, la primavera es también un estado de ánimo.
Festiva y siempre joven, la primavera es promesa y ansiedad, sexy y liviana como las Venus de la historia del arte. Es crepúsculo y potencia, eternidad y finitud. Un ciclo vital que termina para volver a empezar, y así siempre.
Me animaría a decir que la primavera guarda un secreto: la dicha de la belleza, que, como siempre sucede en la vida, también esconde su revés más oscuro. Este cover de la exposición Bienvenida primavera que hoy presentamos en la galería Nora Fisch está dedicado a la obra de Alfredo Londaibere, y es la primera exhibición que se realiza luego de su muerte, en abril de 2017. La cita a la muestra del Centro Cultural Ricardo Rojas que se presentó en septiembre de 1991 es un poco caprichosa, y no tanto, no solo porque Alfredo participó en aquella oportunidad, sino porque luego fue el heredero de la gestión de Jorge Gumier Maier como curador de la galería del Rojas, cargo que ocupó entre 1997 y 2002 con sello propio.¹
Bienvenida primavera fue la primera exposición colectiva que realizó Gumier con la colaboración de Magdalena Jitrik, y tuvo un propósito “ecuménico”: lograr entrelazar diferentes generaciones de artistas y poéticas en un tiempo que sería bisagra para el arte argentino.�� Poco después, la discursividad de la época forjaría una serie de adjetivaciones a través de las cuales se identificó a un grupo de artistas ligados a la galería del Rojas. Arte light, rosa, marica, fueron algunos de los términos que aparecieron en los textos críticos del momento, pero ésta ya es historia conocida.
Bienvenida primavera fue la primera aparición pública como artista de Omar Schiliro. La noticia de saberse infectado por el VIH precipitó su vocación de artista, que se extinguió con su vida tempranamente, en 1994. Magdalena Jitrik me confesó hace un tiempo que para ella todo esto que luego conocimos como el “modelo curatorial doméstico” de Gumier, y otras excentricidades conceptuales semejantes, se trataba de algo mucho más vital: una historia de amor, la de Gumier y Omar,³ y el deseo de construir un contexto para que su obra pudiera brillar. La curaduría como una historia de folletín; cuánto más lindo si lo pensamos así.⁴
Esta muestra en la galería Nora Fisch es heredera directa de esa trama afectiva y tiene algo de homenaje, pero mucho más de celebración, de vitalismo, de exaltación de las estridencias del color y de la forma, y, naturalmente, de final de fiesta. Porque muchas de las obras más notables de Alfredo Londaibere tienen cifrada en su interior una belleza que es sensual y ligera y, al mismo tiempo, agónica y trágica, como las latas aplastadas en el piso del salón y el pegote del confeti y la brillantina cuando perdieron su encanto.
Quizás ésta sea una de las claves visuales de los 90: una mezcla de brillo opaco, aplastado y deforme como la banda de alpaca que reviste algunas de sus pinturas, que transforma esas obras en exvotos degradados. Una belleza que resiste obstinadamente su desvanecimiento y que se re-inventa cíclicamente, como la primavera.
“Veo la naturaleza como unidad de forma y sentido”, decía Alfredo. “Siento que a eso pertenezco, que eso soy. Parte y todo. Consciente de lo continuo, de lo integrado como verdad”.⁵ Alfredo creía que la pintura podía concentrar toda la capacidad expresiva de un artista y toda la verdad sobre el arte. A lo largo de su vida la exploró, transformándola en una herramienta para la experimentación formal y, al mismo tiempo, en una vía para alcanzar un estado espiritual que se hizo cada vez más explícito en su obra de cara a los años 2000.
Su espiritualidad se expresó en un modo de hacer metódico, intimista y solitario que delimitó un programa estético gobernado por la intuición, el goce y la contemplación, que el cual configuró un ethos de trabajo austero y disciplinado, que lo fue alejando de las rutinas de la sociabilidad contemporánea hasta encontrar en la imagen una nueva realidad para desplegar el lenguaje secreto de las cosas.
Bienvenida primavera reúne una serie de collages realizados en 2013. El degradé de colores estridentes y bien primaverales da marco a una gran imagen central de inspiración botánica y toques fantásticos, que el artista realizaba de un solo corte. La destreza en el uso de la tijera era notable, como si se tratara de un único trazo a mano alzada. La precisión del corte, y ese dejarse llevar por la forma que iba descubriendo en el deslizamiento del filo, le permitían convertir las fotografías que encontraba en las revistas que conservaba como stock de imágenes en formas exquisitas. Remotamente podemos adivinar la referencia de los artistas surrealistas europeos que tanto admiró, Juan Batlle Planas con sus Radiografías paranoicas y, más cercanamente, Fernanda Laguna, con quien compartió la utopía de los primeros años de Belleza y Felicidad, ese centro cultural polirrubro que le permitió vivir de la venta de sus témperas, que circulaban a precios muy accesibles en los años del colapso de 2001.
También incluimos un conjunto de acrílicos de mediano formato que realizó en 2016, pocos meses antes de su muerte, donde logró esa convivencia tan singular entre geometría, ornamentación y botánica. Estos jarrones que comenzó a pintar en 2013, que sorprendieron por su gran tamaño, tan infrecuente en su obra, desplegaban deliberadamente un contraste de estilos pictóricos que solía describir como la “batalla de los ismos”, entre la precisión analítica del cubismo y la pincelada agresiva del expresionismo.
Bienvenido, Alfredo Londaibere, una vez más, a este gran teatro de la pintura que conserva todos los secretos que resguardaste en la belleza cifrada de tu obra.
Buenos Aires, verano de 2019
——- 1 La exposición se realizó entre el 27 de septiembre y el 13 de octubre de 1991 e incluyó la obra de Andrés Baño, Batato Barea, Karen Berestovoy, Oscar Bony, Feliciano Centurión, Graciela Cores, Fabián Hofman, Roberto Jacoby, Gumier Maier, Alberto Goldenstein, Alejandro Kuropatwa, Benito Laren, Madgalena Jitrik, Alfredo Larrosa, Alfredo Londaibere, Emiliano Miliyo, Esteban Pagés, Margarita Paksa, Fernando Pont, Andrea Sandlien, Omar Schirilo, Marcia Schvartz y Carlos Trilnick. 2 Fabián Lebenglik, “La usina del Rojas”, en Suplemento Radar, Página/12, 19 de diciembre de 1999. 3 Conversación con la autora, Buenos Aires, 3 de agosto de 2015. 4 Ahora voy a brillar fue el título de la retrospectiva de Omar Schiliro que se presentó el año pasado en la Colección Fortabat, con curaduría de Cristina Schiavi y Paola Vega. 5 Esta frase, y otras semejantes, aparecen apuntadas en varios cuadernos del artista que se conservan en su taller.
——-
Apuntes biográficos de Alfredo Londaibere (1955-2017)
Artista y docente. Su verdadero apellido era Londaitzbehere, y así firmó hasta comienzos de los años 90, cuando empezó a usar el nombre con el que se hizo más conocido en el medio artístico. Inició su formación en los talleres de Carlos Kurten (1967), y Araceli Vázquez Málaga, entre 1973 y 1977. Durante los 80 expuso sus primeros trabajos en bares y discotecas. Hacia finales de la década aparecen la trama y el ornamento en sus series pictóricas y collages, al tiempo que parodia ciertos usos bastardeados por la pintura de gesto expresionista.
Desde la fundación de la galería de arte del C. C. Ricardo Rojas, formó parte del grupo de artistas vinculados a la gestión de Jorge Gumier Maier. Allí presentó en 1989 su primera exposición individual, Mapas y pinturas; volvió a exhibir en 1991. En las obras del período parece estar desmontando una tradición artística ligada a la fuerza y la masculinidad como atributos de la pintura. De este modo, el dripping se volvió una lluvia de colores que semejan composiciones escolares resueltas con plasticola, papel glasé y calcomanías. Un repertorio visual que revaloriza las prácticas comúnmente denominadas “artesanías femeninas”.
En 1991 participó de la primera edición de la Beca Kuitca. Becado por la Fundación Antorchas en 1995, asistió al Taller Barracas bajo la guía de Luis F. Benedit y Pablo Suárez. Fue docente en el área de artes plásticas del Rojas hasta su muerte. Entre sus muestras individuales se destacan las realizadas en la galería Mun en 1993 y 1994, en el ICI en 1996, en la Alianza Francesa en 1998, con curaduría de Sonia Becce; en 2005 en el C. C. San Martín, dentro del ciclo El artista como curador, coordinado por Laura Batkis, y en la galería Nora Fisch en 2015.
En 1997 reemplazó a Jorge Gumier Maier como curador de la galería del Rojas hasta 2002. Recibió el Primer Premio de Pintura del Banco Central de la República Argentina en 2015, y el Primer Premio Fundación Andreani en el mismo año.
Actualmente el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires trabaja en su primera exposición retrospectiva, luego de su temprana muerte sucedida en 2017, con curaduría de Jimena Ferreiro.
Galería de imagenes
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ph:REV y @fotografiadeobra
Links: Alfredo Londaibere Galería Nora Fisch
Bienvenida primavera. Alfredo Londaibere Artista: Alfredo Londaibere Título: Bienvenida primavera Curaduría: Jimena Ferreiro Dónde: Galería Nora Fisch Fechas: 6 de marzo al 4 de mayo 2019…
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marioscorzelli · 4 years
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Pruden, Guerrieri, Böhtlingk
Publicado el 28 de septiembre de 2017 en Otra Parte
Uno puede estar con entusiasmo o depresión mientras navega leyendo los diarios del mundo, o permanecer con desconcierto frente a las noticias que predicen el fatal calentamiento global, como un sapo que explota dentro de una olla con agua hirviendo. Esos son tres de los cuatro estados de ánimo más habituales de la época, el restante es el que motiva esta exhibición y lo conocemos con el nombre de melancolía. Cuando alguien se pone a revisar imágenes viejas, puede caer con facilidad en ese estado estéril que detiene el curso de la vida para abrirse a la gracia sin ninguna intención determinada.
Es difícil entender algo incomprensible como la muerte. No por la dificultad que eso implica para las personas que poseen un cerebro, sino porque todas las personas además tienen un corazón. La tradición dice que uno se debe vestir de negro, pero también puede hacer como Claudio Iglesias, que se rodea de colores para iluminar la oscuridad. ¡Que paradoja que alguien sea llamado curador cuando en realidad está haciendo un luto!
No hay mucho que pueda decir acerca de esas hermosas obras que no haya sido dicho antes por ellas. No sé si es que me falta imaginación o si mis agonías cobran un carácter efímero e irrelevante frente a ese tipo de imágenes. Algunas pinturas parecen mariposas inmortales que no necesitan aferrarse a nadie. No pertenecen a este mundo, aunque de todas maneras nos hacen recordar algunos buenos momentos. Ellas nacieron como las moscas y los gusanos de la mano de la muerte y ahora se ríen con profunda autonomía; mientras muestran todos sus colores, que no estamos dispuestos a olvidar.
Las personas que visitaron la exhibición y la encontraron anticuada o floja no tienen la culpa; en un punto están en lo cierto, pero tal vez sólo miraron en su interior y pasaron por alto las cosas hermosas que se encuentran afuera. Esas pinturas tienen la edad de un adolescente que ha resistido incendios, inundaciones y nuestra indiferencia. Deberíamos tenerles algo de respeto por el hecho de haber sobrevivido a tantas catástrofes. Realmente necesitamos esas obras para transformar nuestro ánimo, porque la melancolía no está adentro de los ojos.
Estar entusiasmados o deprimidos por un futuro que no parece ser mejor que el mundo que ya perdimos es un plan bastante malo, pero aun así los días siguen estando soleados. Tal vez nada de esto que estoy diciendo tenga fundamentos y quizá sería mejor encontrar alguna cita intelectual para justificar esta mala reseña, pero en el fondo, la melancolía no tiene argumentos. Al menos eso parecen decirnos las pinturas de Déborah Pruden, María Guerrieri y Florencia Böhtlingk, que están ahí reunidas en memoria de Alfredo Londaibere.
Déborah Pruden, María Guerrieri y Florencia Böhtlingk, Pruden, Guerrieri, Böhtlingk, curaduría de Claudio Iglesias, SlyZmud, Buenos Aires, 17 de agosto – 29 de septiembre de 2017.
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londaibere · 1 year
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El manifiesto verde: una constante en la obra de Londaibere. Sin título. Óleo s/madera. 1993. Obra expuesta en la muestra Alfredo Londaibere Yo Soy Santo en el Museo de arte Moderno de Buenos Aires en 2019 curada por Jimena Ferreiro. Foto de Guido Limardo para el museo.
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londaibere · 2 years
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Quinta El Paraiso, Cañuelas Pcia de Buenos Aires. Casa de fin de semana. Paz y pura inspiración. Londaibere diseñó cada rincón del parque, taller y casa. #londaibere https://www.instagram.com/p/CpGqRtOuM5x/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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londaibere · 2 years
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Londaibere meets Matisse en collage sobre lámina litográfica. De la serie Chicas con joyas. ca. 2008. #londaibere https://www.instagram.com/p/Clw6pQZOxKp/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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londaibere · 1 year
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Londaibere por autor desconocido. Abril 1992 en La Boca, Ciudad de Buenos Aires. #londaibere
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londaibere · 4 months
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Autorretrato. Buenos Aires. 2009. #londaibere
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londaibere · 8 months
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Londaibere en la portada de Pleromatica or Elsinore’s trance de Gabriel Catren publicado por Sequence Press en 2023. #londaibere
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londaibere · 11 months
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Alfredo Londaibere es un artista necesario escribe Laura Batkis para la muestra de Londaibere en el Hotel Alvear Art organizada por Roldan en 2014. Se exhiben acrílicos y temperas. #londaibere
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londaibere · 1 year
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Londaibere es Londaitzbehere y Generación Joven en Galería del Retiro. Buenos Aires 1982. #londaibere
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londaibere · 1 year
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Constructivismo ruso en FUTURO. Óleo s/madera con bordes de alpaca. 55 x 90 cm. Obra expuesta en Maria Casado Home Gallery en 2008. #londaibere #arteargentino
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