#manos entrelazadas
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Hoy fue uno de esos días.
Es difícil encontrar las palabras para expresar el torbellino de emociones que he experimentado, tengo un vacío en mi corazón que aún estoy tratando de llenar.
Me duele recordar cómo nuestra historia pasó de ser un hermoso sueño a convertirse en una pesadilla de desconfianza y dolor. Que no signifique nada y que solo fui alguien que paso por tu vida como otra más.
Tu traición cortó profundamente mi confianza en el amor y en las personas en general. Me ha costado mucho tiempo y esfuerzo reconstruirme, mas de lo que imagine, sobre todo después de que te alejaste, mintiendo y formando una nueva vida lejos de mí.
El dolor de tu ausencia fue y es acompañado por la amargura de tus mentiras y el peso de tu traición.
~Manos-entrelazadas
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© Lucas Garcete , El hijo de Nosferatu (The son of Nosferatu)
Me busco en los oscuros acordes de hondos despertares en las densas orillas del cielo. Se filtra el viento dócil en mi sangre, y ya es naufragio y voz, manos que renacen: entrelazadas manos o palma a palma unidas en generosa renuncia.
I look for myself in the dark chords of deep awakenings on the dense shores of the sky. The docile wind filters into my blood, and it is already shipwreck and voice, hands that are reborn: intertwined hands or palm to palm united in generous renunciation.
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He calls me the Devil (I make him wanna sin) - Enzo Vogrincic


+18! Needy!Enzo (unos segundos de Sub!Enzo, parpadeen y se lo pierden). Biting, choking, creampie, fingering, masturbación, (breves descripciones de) plus size!reader, sexo oral, sexo sin protección, (kind of) semi-public sex, spit kink, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
El vestido fue idea de Enzo.
Luego de un par de días viéndote batallar frente al espejo e intentando consolarte cuando la frustración te vencía, recordó que la caja que contenía la prenda estaba sepultada en alguna parte del armario. Enzo odiaría que lo malinterpretes y no tiene absolutamente nada en contra de la chaqueta y el pantalón de cuero que pretendías combinar con un top burdeos, pero…
-No, no sé- recuerda cómo empujaste el vestido contra su pecho-. ¿No te parece que es mucho?
-¿Para mí…? Es poco- bromeó, refiriéndose sutilmente a los atuendos mucho más atrevidos y extravagantes que utilizaste en ámbitos mucho menos formales.
-No son los Oscar, Enzo, es un concierto de música clásica.
-¿Y?- se mordió el labio-. ¿No te gustó el vestido? ¿Es eso?
-Me encantó, amor, pero…
La inseguridad ensombreció tu rostro por un breve momento, evocando el recuerdo del día en que le enseñaste el vestido en una página web: las únicas fotos exhibiendo el producto eran de modelos utilizando la talla small, un detalle recurrente que te aquejaba a la hora de buscar ropa. Aún puede oír la forma en que suspiraste, entre harta y triste, antes de cerrar la página y bloquear la pantalla de tu celular para arrojarlo sobre la cama.
Normalmente Enzo no se habría atrevido a husmear en tus dispositivos electrónicos, pero esa noche luego de ver tu decepción decidió revisar tu historial. A falta de una referencia fotográfica, optó por confiar en que uno de los talles se correspondía con tus medidas.
-Te queda hermoso- insistió, sosteniéndolo con delicadeza entre sus manos-. Dale, probátelo otra vez.
La forma en que te sonrojaste le pareció tierna, un tanto divertida considerando el tiempo que llevaban juntos y la inocencia del cumplido en comparación con los comentarios que guardaba para otros momentos, los cuales hacían que la sangre de tu cuerpo ardiera no sólo en tus mejillas. Observó cómo deslizabas las tiras de tu camisón por tus hombros y su respiración se entrecortó cuando vio tus pechos desnudos.
El vestido se adhería a tu cuerpo como una segunda piel, los tonos rojos de la seda resaltando tu figura y volviéndote la viva imagen de lo que Enzo llamaría la perdición.
Ahora ese recuerdo lo atormenta y se obliga a mantener las apariencias, ocultando su erección con el programa del concierto y agradeciendo por la tenue iluminación de la sala. Intenta distraerse observando los detalles del lugar, tal como lo hizo desde que llegaron al Auditorio Nacional, y por unos instantes la sincronización en los arcos de la sección de cuerdas de la orquesta es más que suficiente para cautivarlo.
Es entonces cuando siente que te movés en tu asiento y sus ojos se centran en tu figura. Tus manos se encuentran entrelazadas sobre tu regazo, cubiertas por unos delicados guantes de largo asimétrico, y al ver tus dedos jugando distraídamente con el papel no puede evitar pensar en lo bien que se verían envueltos sobre su miembro, su semilla arruinando la seda que oculta tu piel.
El súbito aplauso del público lo saca de sus cavilaciones y está a punto de sumarse al mismo, pero tu mano se cierra sobre la suya a modo de advertencia. Si la calidez de tu palma empeora su estado, la forma en que el vestido abraza la curva de tu abdomen y resalta tus pechos es prácticamente una sentencia de muerte.
-Todavía no- aclarás, señalando con la cabeza hacia el escenario-. Falta uno más.
El primer movimiento de la Serenata para cuerdas de Tchaikovsky le pareció sublime, ¿pero el cuarto…? Le resulta eterno y le cuesta horrores mantener la concentración, por lo que se muerde los labios hasta sentir el gusto metálico de la sangre en su lengua. Comienza a mover la pierna y tu mano acaricia su muslo -probablemente interpretando su agitación como nerviosismo o ansiedad- en un gesto que debería ser tranquilizador, pero que es en realidad todo lo contrario.
La preocupación en tus ojos es evidente cuando encuentran la mancha escarlata en sus labios y te inclinás para examinar el daño, ignorando que el ángulo le permite ver tu escote y el sostén de encaje rojo que contrasta con tu tono de piel. Es el mismo rojo que tiñe tus labios y que difuminaste en tus pómulos, el mismo rojo que en alguna ocasión utilizaste para dejar la marca de tus besos en su pecho, su abdomen y…
Se siente culpable cuando acerca sus labios a tu oído y susurra:
-¿Me acompañás?
La obra concluye y Enzo aprovecha el momento en que otro músico, un pianista, entra en escena. Toma tu mano y te arrastra hacia las puertas de la sala, más de una mirada curiosa posándose sobre ambos y algunos susurros, que te hacen sentir más insegura de lo que lo hicieron a tu llegada: Enzo juró que te miraban porque “¿Cómo no te van a mirar? Si estás hermosa”, pero vos no estás convencida de que ese fuera el motivo.
Ambos llegan a un corredor desierto y cuando Enzo tira de tu mano para guiarte hacia una puerta lateral, lo seguís al interior de la habitación sin hacer preguntas. Te sorprenden los estuches de instrumentos vacíos, desperdigados por doquier, y estás a punto de comentar que la puerta no debería estar sin seguro, pero el ataque de algún instrumento de viento -que no distinguís- en la habitación contigua hace que te sobresaltes.
-¿Qué pasó?- preguntás, recordando el motivo por el cual abandonaron el concierto. Cuando tomás la mejilla de Enzo para examinar su herida, sus dedos aprisionan tu muñeca-. ¿Qué…?
Dirige tu mano hacia su erección, cubierta por un costoso pantalón, sus ojos fijos en tu rostro para examinar tu reacción: tus labios se separan lo suficiente para permitirle ver tus dientes y tu respiración se torna agitada en un abrir y cerrar de ojos, obligándolo a admirar cómo el movimiento hace que tus pechos suban y bajen. Su mirada desciende hasta llegar a tu cadera y sus manos siguen el mismo camino, masajeando con fuerza tu cuerpo antes de atraerte hacia el suyo.
Soltás un gemido y, en algún recóndito lugar de tu mente, te preguntás si las personas presenciando el concierto pueden oírte con la misma claridad con la que oís el piano en este momento.
-¿Ves lo que me hacés…?- pregunta. Besa tu mejilla y sus labios trazan una línea hasta tu cuello, sus besos húmedos y su aliento cálido repercutiendo en tus sentidos-. Desde que llegamos estoy así.
El sonido del seguro llega a tus oídos.
-¿Qué hice?- fingís inocencia.
Su mano se cierra sobre tu cuello y vuelve a besarte, la intensidad de sus acciones provocando que sus dientes rasguen tu labio inferior y su lengua haciéndote gemir cuando invade el interior de tu boca. Se aferra a la parte más ancha de tu cadera con fuerza, como si la cercanía entre ambos no fuera ya suficiente, y su otra mano baja la cremallera de su pantalón.
El sonido provoca un cosquilleo entre tus piernas y mirás a Enzo de manera provocadora mientras tirás del botón de la prenda, la cual cede levemente dejando ver una franja de su ropa interior. Recorrés la tela visible con tu dedo antes de llevártelo a la boca, capturando la seda entre tus dientes para retirar el guante.
-No- te interrumpe-. Dejátelos puestos.
Le dirigís una sonrisa, intrigada y más que excitada por la situación y su petición. Tu mano colándose bajo su ropa interior hace que se muerda el labio y una expresión de dolor atraviesa su rostro, pero cuando cerrás tus dedos sobre su miembro esa expresión se transforma en placer y arroja la cabeza hacia atrás. Comenzás a masturbarlo con lentitud, tu oído atento a la orquesta percibiendo también el sonido de su piel y la aceleración de su respiración.
En cuestión de minutos y bajo las caricias que le suministran tus manos, Enzo se convierte en un desastre: sus dedos se clavan en tu carne y tenés que esforzarte para lograr mantener el ritmo de tus movimientos, el líquido preseminal brotando de su punta humedeciendo cada vez más tu guante y tus dígitos, y su miembro palpita desesperadamente en busca de alivio.
Te detiene antes de que sea demasiado tarde y te guía hacia el pequeño sofá en la esquina de la habitación, apartando unas partituras olvidadas sobre este para tomar asiento y señalar el lugar entre sus piernas. Obedecés inmediatamente, como siempre, y luego de ayudarlo a deshacerse de su pantalón y su ropa interior Enzo decide tirar de la cremallera de tu vestido y despojarte de tu sostén, liberando tus pechos.
Tomás su miembro entre tus manos para centrarte en su extensión mientras tus labios se acercan a la punta para besarla con delicadeza una y otra vez. Su excitación brilla bajo las luces de la habitación y es adictiva cuando el sabor invade tu lengua, haciéndote gemir cuando lo introducís en tu boca y provocando que las vibraciones amenacen con llevar a Enzo al borde del orgasmo nuevamente.
Sus caderas se mueven en contra de su voluntad y su punta golpea tu garganta, llenando tus ojos de lágrimas que rápidamente comienzan a deslizarse y humedecer tus mejillas. Te separás de Enzo, ya que no estás dispuesta a arruinar todo tu maquillaje, pero la solución que encontrás logra arrancar un gemido de su boca antes de que pueda procesar la imagen frente a él.
-Dios…- dice entre dientes, cubriendo su rostro con una mano luego de ver cómo rodeás su miembro con tus pechos y escupís sobre su punta. Recuerda todas las ocasiones en que lubricó el interior de tus muslos y se deslizó entre ellos hasta el agotamiento, oyéndote suplicar por un poco de placer a cambio y prometiendo hacer lo imposible para merecerlo-. Lo hacés a propósito, ¿no?
Permanecés en silencio, pero Enzo recibe una respuesta cuando tus manos presionan aún más tus pechos. Su excitación comienza a ser cada vez más abundante, gotas de líquido incoloro cayendo desde su punta hasta el largo de su miembro y entre tus pechos, llenando la habitación de los indecentes sonidos húmedos que tanto disfrutan ambos. Sus dedos contrayéndose sobre el sofá y sus nudillos blancos hacen que te detengas con una sonrisa de satisfacción.
Toma tu cabello entre sus dedos y se acerca peligrosamente a tu rostro, su pulgar delineando tu labio inferior y haciéndote sisear cuando toca la herida que sus dientes dejaron allí. Tira de tu cabello hasta posicionarte en un ángulo doloroso y te observa, el cabello cayendo a los lados de su rostro haciendo que se vea aún más imponente, y luego escupe en tu boca. Le enseñás tu lengua, su saliva mezclándose con la tuya, y tragás.
Te conduce hacia el otro extremo de la habitación sin delicadeza alguna y presiona tu cuerpo contra el espejo en la pared, el efecto de la superficie fría evidenciándose en tus pezones. Con movimientos lentos, Enzo toma el dobladillo de tu vestido y comienza a arrugarlo entre sus manos, descubriendo centímetro a centímetro de tu cuerpo y maravillándose como si fuera la primera vez que te ve.
Intenta no perder la razón al ver el encaje rojo cubriendo tu intimidad… Pero él es un hombre débil y vos, la tentación.
Se arroja sobre sus rodillas sin pensarlo y comienza a morder tus piernas con fuerza, haciéndote gemir y lloriquear debido a la sensibilidad, utilizando su lengua posteriormente como si fuera suficiente para aliviar las zonas abusadas. Aparta la prenda que lo separa de tu centro y observa cómo la humedad que cubre tu piel se adhiere en forma de hilos brillantes a la tela.
Introduce un dedo en tu interior mientras reparte besos y mordidas en tus muslos. Te oye gemir contra el espejo y sabe, aunque no puede verte, que tal imagen podría pertenecer al paraíso. Debería, asegura al introducir otro dedo y sentir tus paredes contrayéndose cuando los curva para dar con tu punto dulce, la resistencia de tus labios nula ante tus gemidos, jadeos y suspiros.
Los sonidos obscenos que producen los dedos de Enzo en tu cavidad no se comparan con la imagen entre tus piernas, tus fluidos cayendo sobre sus dedos hasta llegar a sus nudillos e incluso su muñeca. Tus piernas tiemblan y tus manos masajean tus pechos, imitando los movimientos que tu novio suele repetir para brindarte el máximo placer.
Tus rodillas están a punto de fallarte y le suplicás, pero cuando Enzo se detiene y te deja respirar la sensación de vacío junto con la desesperación te inundan. Encontrás sus ojos oscuros a través del espejo, un leve asentimiento de su parte que pretende ser un consuelo, y arqueás tu espalda para darle mejor acceso a tu entrada.
Sostiene el vestido, la tela arrugada a la altura de tu cintura, mientras acaricia tu entrada y tu clítoris con la punta goteante de su miembro. Suspirás al sentir su calor y el suspiro se vuelve un gemido cuando comienza a empujarse dentro tuyo, recibiendo el ardor que provoca su tamaño en tu entrada estrecha.
-Enzo...
-Sí, amor, ya sé- dice entre gruñidos-. Querés más, ¿no...? Vos siempre querés más.
Y él está dispuesto a dártelo todo.
Sus movimientos son delicados y mínimos para permitir que te acostumbres a la sensación, pero eso se acaba cuando ve tu expresión prácticamente pornográfica en el espejo. El placer dibuja en tus cejas una curva que acompaña la caída de tus párpados y tus labios entreabiertos permiten que un hilo de saliva caiga por tu mentón.
Desesperado por sentir más, comienza a penetrarte con fuerza y en profundidad. Adora los sonidos que dejan tu boca y aún más los que produce tu cuerpo al colisionar con el suyo, así como también adora ver los movimientos de tu carne como consecuencia de cada impacto originado entre las caderas de ambos.
El ritmo de sus estocadas es cada vez más rápido en contraste con la música (ahora muy lejana, como si la sala se encontrara a kilómetros de distancia) y te fuerza a sostenerte para no perder el equilibrio, pero la tarea resulta casi imposible cuando sentís la forma en que su punta abusa de tu cérvix de manera placentera.
Su mano repta por tu espalda y acaricia tu cuello antes de cerrarse sobre el mismo, la presión que ejerce mínima pero aún presente como un sutil recordatorio. Volvés a encontrar su mirada.
-Voy a...
-Sí- se limita a contestar. Arroja la cabeza hacia atrás.
Continúa embistiéndote hasta sentir las contracciones de tu interior caliente y te permite tocarte sólo después de atraer tu cuerpo hacia el suyo, con tu espalda sobre su pecho y su brazo rodeando tu cuello. Su otra mano sostiene tu cadera y se hunde dolorosamente en tu piel, amenazando con dejar alguna que otra marca.
El ángulo actual te deja sentir cada detalle de su miembro en tu interior y no pasa mucho tiempo antes de que llegues a tu orgasmo, con sus dedos aprisionando tus mejillas para mantener tu vista al frente, la imagen de tus pechos saltando de arriba abajo casi tan hipnótica como el rostro de tu novio al ver la escena.
Cuando Enzo alcanza su propio clímax sentís sus dientes mordiendo tu cuello antes de percibir cómo su semen caliente te llena por completo. La sensación es suficiente para causarte otro orgasmo, más breve pero de mayor intensidad.
-Te amo- dice Enzo contra tu piel-. Te amo, te amo, te amo.
-Yo también te amo- tomás su mano y la llevás a tus labios-. Mucho.
-¿No tenía razón?- oculta su sonrisa tras tu hombro-. El vestido era una buena idea.
Estás a punto de darle la razón, pero te interrumpe el sonido de alguien tocando la puerta.
-Te voy a matar- jurás, apresurándote para acomodar tu ropa.
Enzo sólo suelta una carcajada.
Notas de Lu:
La inspiración para el vestido, estoy completamente obsesionada. Espero hayan disfrutado la lectura y si ven algún error..., un hechicero lo hizo ♡
taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
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Extraño dormir contigo, extraño escuchar tus ronquidos, extraño sentir tu mano entrelazada a la mía, extraño cómo me miras, extraño tantas cosas y no te veo hace como tres días, quién lo diría, se siente como si fuese una vida.
-Tinx
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Hoy es un día de manos entrelazadas y otras que se cierran en un puño. De labios que pronuncian promesas y otros que apenas murmuran un nombre en la oscuridad. No importa en qué lado estés, el amor siempre deja su marca.
@poetaprohibido
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El evangelio del destino
Tus manos abrían los velos que me escondieron, no para cubrirme, sino para vestirme con la desnudez viva de tus hiedras.
Tu toque me envolvía como si fuera una voz hecha de ramas, estrellas, pájaros y troncos.
Y debajo de tu belleza hereje, tus soles, tus rosas, y rituales paganos, aquí estaba yo, una serpiente despierta, enrollada en el miedo, como si acabara de mirar a los ojos salvajes, ferales del destino.
Mi cuerpo no era un templo, sino una iglesia llena de sangre, pan, y la culpa pesada del hombre.
Dentro de mí, quemaba un deseo, el más católico de los deseos: el hambre insaciable de devorar lo divino.
Y porque mi religión no consiste en rezar a la ceniza, sino en preservar el fuego, seguía comiéndome como si fuera Dios separando la sal del mar, el alma del cuerpo.
Busqué redención, y no la encontré.
Busqué revolución, en los ídolos caídos y encontré un espejo vacío.
Encontraba una revelación: que vine a este mundo por el amor de miles de antepasados antes de mí, y las cadenas de esta matriz verde, que tú desbloqueabas, no eran de hierro ni oro, sino de vidrio: frágiles, invisibles, rotas al primer soplo de tu idolatría verdeante.
Yo dormía en el Edén, sufocándome con su simetría, su perfección, como si fuera una tumba hecha de pétalos caídos.
En mi búsqueda por sentir algo real, algo humano, me daba cuenta de que habría dejado el Jardín, si significara que llegara el día en el que me permitieras calentarte, como si yo fuera el sol besando tus muslos bronceados.
Y que un día tú también te perderías en la hoguera de mis labios, tejiéndote a mi cuerpo con las llamas que arden en mi corazón.
Juntos, como si fueramos dos llamas entrelazadas bailando en unión perfecta, encenderíamos un infierno luminoso que la Tierra no podría contener, ni el Cielo se atrevería apagar.
✦ @dervishlatino | NNF نشوان نازاريو فيريرا ✦
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El movimiento de dos personas haciendo el amor, de dos almas intentando sanar, de dos corazones con esperanza para el futuro y dos manos entrelazadas que quieren juntas avanzar, hay heridas que se olvidan cuando los movimientos correctos llegan a tu vida en tiempo, forma y lugar.
Efimera Lunar Intemporal
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"Nunca así"
No es la primera vez que el amor me ha encontrado,
ni la primera vez que el alma ha gritado,
mi corazón, desbordado, suena como un tambor,
pero esta vez, profundo, resuena con fervor.
Las estrellas nos miran, son cómplices del canto,
cada suspiro nuestro, un eco en el quebranto.
llevan mis pensamientos hacia el amor que sabe.
Las olas de la vida, en su vaivén suave,
No es el primer encuentro de miradas fijas,
ni la primera vez que el destino nos rige.
Las manos entrelazadas, un fuego en la piel,
dibujan en el viento la danza del papel.
He amado en mil formas, en mil amaneceres,
he sentido la brisa tras los días de avatares.
Los recuerdos susurran historias perdidas,
pero en este momento renacen las heridas.
Que el amor es un ciclo, un eterno compás,
con cada latido, un nuevo despertar.
Y aunque sea la milésima vez que se siente,
hoy resplandece el alma, hoy el amor es valiente.
Así que aquí estoy, con mi corazón abierto,
no es la primera vez, pero es hoy el momento.
Deja que el tambor suene, que el eco nos guíe,
en este laberinto donde el amor nos unifique.
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No te moriste.
Pasó un año, y no te moriste. No hubieron lágrimas. Ni formas de chequear si pensabas en mí o no. Qué audacia la de seguir paseando, conociendo, riendo, sin estar mi mano entrelazada con la tuya.
Lo que más me duele es que fue un año de risas, de flasheadas filosóficas, de ser feliz sin estar yo ahí presente. De todos los cuerpos que viste, ¿habrás deseado alguno?
Rompiste tanto mi corazón, de maneras tan inesperadas, que a veces te veo y soy feliz, y otras te veo y digo para qué viniste.
¿De verdad volviste por mí? ¿¡Cómo!? No me entra en la cabeza que vuelvas por algo que tan mal cuidaste.
~Yo tampoco morí 29-05-23, Juego de palabras
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La luna, testigo muda de nuestra piel entrelazada, baña en plata la curva de tu espalda, un mapa de secretos que mi mano traza, explorando tesoros que el tiempo no ha borrado. El susurro de tu aliento, cálido y profundo, se mezcla con el mío en un ritual sagrado, un eco de deseos que se funden en uno, en la danza silenciosa de nuestros cuerpos abrazados. Tus labios, pétalos rojos que abren su cáliz, me ofrecen el néctar prohibido de tu boca, un elixir de pasión que embriaga mi alma, y me lleva a un paraíso donde solo existe tu foco. La caricia de tus dedos, una llama que se propaga, enciende el fuego dormido en mi interior, un volcán de sensaciones que erupciona en cascada, liberando el torrente de un deseo sin temor. En la oscuridad, nuestros cuerpos se buscan, se encuentran, en un abrazo que trasciende la simple unión, es la fusión de dos almas, un encuentro profundo, un poema escrito en la piel, bajo la luz de la luna en conjunción.

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Creo que la parte más dolorosa del contacto cero es recalcarte a ti misma y meterte en la cabeza todas veces que sea necesario hasta que se calme un poco la ansiedad de que no puedes buscarlo y que tienes que recordar que para él se murio todo y se alejo tan fácil de ti, fue por que lo quiso así.
Recordar que ya no estara nunca mas en tú vida y pensar eso es una sacudida de sentimientos por te mueres en vida y te falta el aire y se te apreta el pecho de pensar que debes mantener este contacto cero por un "supuesto bien"
Es difícil mantener el contacto cero sabiendo que aunque te dices a ti mismo que "murio" pues en realidad sabes que esta por ahí con su vida, siguiendo adelante, disfrutando. Y que tu te debes estremecer y constantemente "dañandote" de solo pensar todo lo malo y daño que te hizo esa persona de forma deliberada (consiente) para reafirmar la decisión del contacto cero.
Pensar en que si quisiera saber de ti podría hacerlo, ya que existen mil maneras de ubicarte, que al final de todos los días él decide no hablarte y no buscarte por que no le interesas, por que dio vuelta la pagina y lo más probable es que ni te piense, ni te extrañe y por que simplemente fuiste (si esque) alguna más en su camino más, y que quiso desechar.
En cada instante o momento de querer hablarle y decirle "oye hoy he pensado todo el día en ti", "no te imaginas todo lo que te extraño", "a veces te sueño" más de lo que quisiera, "necesito escuchar tu voz", "te sigo amando", "quisiera sentir tu olor", "tengo ganas de abrazarte" "me encantaría saber como estas? Si eres feliz? si me extrañas?" Debes recordar que al no le importas ni le importaras más
Que difícil mantener el contacto cero cuando en el fondo no quieres eso...
03-04-2024
#contacto 0#contacto cero#manos entrelazadas#amor#corazon#vida#alma#sentimiento#dolor#amor y dolor#amor y deseo#tú#tiempo
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Tercer día como… ¿Lyshara? O, quizás, como una representación de ella cuyo nombre es Nefeli. El peso de esta nueva realidad le resulta abrumador, tanto que con frecuencia se encuentra huyendo de las multitudes tras regalarles una gentil sonrisa, solo para encontrar un momento de respiro. Aún no ha logrado asimilar ni la mitad de todo lo que ha ocurrido, eventos que han transformado su vida en un abrir y cerrar de ojos.
Hace apenas unos días no era más que una chica cualquiera, una más entre la multitud, tan invisible que pasaba desapercibida sin esfuerzo. Pero ahora… su apariencia es otra historia. Su figura, alta y esbelta, marcada por curvas imponentes, atrae miradas sin descanso. Su cabello, absurdamente largo, sedoso y del color más profundo de la noche, parece nutrido por un encanto casi irreal. Jamás imaginó ser el centro de tanta atención, y sin embargo, ahí está: una presencia que nadie puede ignorar.
ᅠᅠ“ᅠᅠ¿Lúsha?ᅠᅠ”
Una voz aguda la arrancó de sus pensamientos, y de inmediato recuperó un porte elegante que parecía innato en ella. Sus manos, entrelazadas con delicadeza, se escondieron bajo las mangas gruesas de su vestido, como si el gesto naciera de su misma esencia. Al levantar la mirada, reconoció a quien la había llamado: Kamari, una de sus "protegidas". La mujer irradiaba una belleza innegable con su cabello rojo, cuidadosamente peinado con elegancia, aunque las cicatrices en sus piernas y ojos contaban una historia de sufrimiento. Estas marcas eran el cruel legado de su exesposo, quien, consumido por los celos, había descargado su ira de forma vil. Nefeli la había tomado bajo su manto, curando lo más que pudo sus heridas y dándole un hogar.
ᅠᅠ“ᅠᅠ¿Se encuentra bien? Pude oler su incertidumbre desde la distancia, últimamente es más latente en usted ¿Algo le aqueja?ᅠᅠ”
Kamari denota su preocupación en la forma en que sus cejas se curvan con preocupación.
ᅠᅠ“ᅠᅠRecién se recuperó de su enfermedad, si gusta puedo llamar al sacerdote para que la asista y lleve a su habitación.ᅠᅠ”
Preocupar a una mujer tan amable como Kamari debería ser considerado un pecado, y ella se siente culpable de ello.
ᅠᅠ❛ᅠᅠTranquila... Solo estoy algo desorientada. Ahora que lo mencionas ¿Lo has visto? Deseo hablar con él.ᅠᅠ❜
@cultistadevoto123
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De vez en cuando regreso a lo que fue nuestro lugar feliz, me detengo a observar nuestros recuerdos casi marchitos, me llega la nostalgia y la pregunta de siempre ¿qué nos pasó? pero no existen respuestas o quizá son demasiadas, miro nuestras manos entrelazadas y pienso en cuando podía sostener al mundo mientras caminaba.
Karla M.
#neuroconflictos#karlam#mayo2024#frases#escritos#notas#citas#Karla M#margaritasenelmar#poemas#letras#pensamientos#desamor#recuerdos#tristeza
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No me puedo olvidar su manera de tocarme.
No me puedo olvidar de sus caricias en mis piernas, la forma que acariciaba mi pelo.
No me puedo olvidar lo suaves y adictivos que son sus besos.
No me puedo olvidar qué se sentía tocarlo, su piel, la forma de su espalda, sus hombros, sus clavículas, sus manos y como se veían entrelazadas con las mías.
No me puedo olvidar como me sentía cuando estaba totalmente abrazada a él con miedo a que desaparezca.
No me puedo olvidar como se sentía su barba que a pesar que a mi no me gusta en general, en él me encanta y su textura, lo lindo que era tocarle la cara, el puente de la nariz, sus labios, sus ojos que con sus lentes puestos se le agrandaban un poco más.
No me puedo olvidar su olor, su calor.
No me puedo olvidar como agarraba mi pelo, mi cuello, mi cara y mis manos, como jugaba con mi pulsera.
No me puedo olvidar de la sensación que era levantar la vista y tener su carita ahí, que todo su cuerpo esté en constante contacto conmigo.
No me puedo olvidar de su voz, de sus gemidos.
No me puedo olvidar su altura y lo grandote que se veía cuando se levantaba de la cama.
No me puedo olvidar cuando me hizo apretarle el brazo mientras me decía que se le notaban los cambios en el gimnasio.
No me puedo olvidar en la forma que me besaba y como yo lo besaba a él, queriendo más.
No me puedo olvidar de como se sorprendió al verme de esa forma.
No me puedo olvidar de sus tatuajes.
No me puedo olvidar de esa sensación de no querer que pase el tiempo para seguir estando a su lado.
No me puedo olvidar de la forma en que ignoré mi miedo de que se vaya una vez más para simplemente disfrutarlo a él y a su cuerpo.
No me puedo olvidar de él.
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Esta noche te estoy extrañando mucho, deseo tanto que estuvieras aquí, compartiendo esta noche lluviosa conmigo, abrazados bajo las cobijas... Es que extraño tanto tu olor, la sensación de tus manos cálidas sobre mi cuerpo, nuestras piernas entrelazadas y nuestros pies jugando hasta que uno de los dos se quedara dormido...
Te extraño tanto y aunque no salen lágrimas de mis ojos, se que mi corazón aún te llora, a mares, como un niño sin consuelo. Me haces tanta falta, te veo en todas partes, toda esta ciudad está inundada de ti, cada lugar por el que paso es un flashback y nos veo ahí... Y ahora estoy aquí, sin ti; cargando con el peso de tu ausencia, que se hace más y más pesado con cada día que pasa, aunque me haga más fuerte, poco a poco ese peso me vence.
Extrañarte es de las cosas que me pone más triste, porque al final se que a la persona que extraño y no he dejado de amar, ya no existe, duele demasiado pensar en ti y pensar en que estás muerta, porque la persona que anda por ahí con tu rostro y tu voz... No es quien yo amo, esa persona solo existe en mi memoria, soy consciente de que lo que extraño, ya no existe...
Jure amarte para siempre, y ahora estoy aquí, solo, con tanto amor en la manos y no se cómo dejar de amarte, de amar tu recuerdo...
YAMHMHFAS!
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Tal vez el silencio
sea la tierra de tu flor,
las gotas de lluvia,
tus besos callados.
Tal vez solo sea la voz
tranquila de tu alma.
Eso será,
lo que sin oír,
se escucha
por los pasillos
de la risa y del llanto,
de las manos entrelazadas,
y de la miradas
que echan anclas.
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