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#manos entrelazadas
manos-entrelazadas · 2 months
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Hoy fue uno de esos días.
Es difícil encontrar las palabras para expresar el torbellino de emociones que he experimentado, tengo un vacío en mi corazón que aún estoy tratando de llenar.
Me duele recordar cómo nuestra historia pasó de ser un hermoso sueño a convertirse en una pesadilla de desconfianza y dolor. Que no signifique nada y que solo fui alguien que paso por tu vida como otra más.
Tu traición cortó profundamente mi confianza en el amor y en las personas en general. Me ha costado mucho tiempo y esfuerzo reconstruirme, mas de lo que imagine, sobre todo después de que te alejaste, mintiendo y formando una nueva vida lejos de mí.
El dolor de tu ausencia fue y es acompañado por la amargura de tus mentiras y el peso de tu traición.
~Manos-entrelazadas
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© Lucas Garcete , El hijo de Nosferatu (The son of Nosferatu)
Me busco en los oscuros acordes de hondos despertares en las densas orillas del cielo. Se filtra el viento dócil en mi sangre, y ya es naufragio y voz, manos que renacen: entrelazadas manos o palma a palma unidas en generosa renuncia.
I look for myself in the dark chords of deep awakenings on the dense shores of the sky. The docile wind filters into my blood, and it is already shipwreck and voice, hands that are reborn: intertwined hands or palm to palm united in generous renunciation.
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deepinsideyourbeing · 2 months
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He calls me the Devil (I make him wanna sin) - Enzo Vogrincic
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+18! Needy!Enzo (unos segundos de Sub!Enzo, parpadeen y se lo pierden). Biting, choking, creampie, fingering, masturbación, (breves descripciones de) plus size!reader, sexo oral, sexo sin protección, (kind of) semi-public sex, spit kink, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
El vestido fue idea de Enzo.
Luego de un par de días viéndote batallar frente al espejo e intentando consolarte cuando la frustración te vencía, recordó que la caja que contenía la prenda estaba sepultada en alguna parte del armario. Enzo odiaría que lo malinterpretes y no tiene absolutamente nada en contra de la chaqueta y el pantalón de cuero que pretendías combinar con un top burdeos, pero…
-No, no sé- recuerda cómo empujaste el vestido contra su pecho-. ¿No te parece que es mucho?
-¿Para mí…? Es poco- bromeó,  refiriéndose sutilmente a los atuendos  mucho más atrevidos y extravagantes que utilizaste en ámbitos mucho menos formales.
-No son los Oscar, Enzo, es un concierto de música clásica.
-¿Y?- se mordió el labio-. ¿No te gustó el vestido? ¿Es eso?
-Me encantó, amor, pero…
La inseguridad ensombreció tu rostro por un breve momento, evocando el recuerdo del día en que le enseñaste el vestido en una página web: las únicas fotos exhibiendo el producto eran de modelos utilizando la talla small, un detalle recurrente que te aquejaba a la hora de buscar ropa. Aún puede oír la forma en que suspiraste, entre harta y triste, antes de cerrar la página y bloquear la pantalla de tu celular para arrojarlo sobre la cama.
Normalmente Enzo no se habría atrevido a husmear en tus dispositivos electrónicos, pero esa noche luego de ver tu decepción decidió revisar tu historial. A falta de una referencia fotográfica, optó por confiar en que uno de los talles se correspondía con tus medidas.
-Te queda hermoso- insistió, sosteniéndolo con delicadeza entre sus manos-. Dale, probátelo otra vez.
La forma en que te sonrojaste le pareció tierna, un tanto divertida considerando el tiempo que llevaban juntos y la inocencia del cumplido en comparación con los comentarios que guardaba para otros momentos, los cuales hacían que la sangre de tu cuerpo ardiera no sólo en tus mejillas. Observó cómo deslizabas las tiras de tu camisón por tus hombros y su respiración se entrecortó cuando vio tus pechos desnudos.
El vestido se adhería a tu cuerpo como una segunda piel, los tonos rojos de la seda resaltando tu figura y volviéndote la viva imagen de lo que Enzo llamaría la perdición.
Ahora ese recuerdo lo atormenta y se obliga a mantener las apariencias, ocultando su erección con el programa del concierto y agradeciendo por la tenue iluminación de la sala. Intenta distraerse observando los detalles del lugar, tal como lo hizo desde que llegaron al Auditorio Nacional, y por unos instantes la sincronización en los arcos de la sección de cuerdas de la orquesta es más que suficiente para cautivarlo.
Es entonces cuando siente que te movés en tu asiento y sus ojos se centran en tu figura. Tus manos se encuentran entrelazadas sobre tu regazo, cubiertas por unos delicados guantes de largo asimétrico, y al ver tus dedos jugando distraídamente con el papel no puede evitar pensar en lo bien que se verían envueltos sobre su miembro, su semilla arruinando la seda que oculta tu piel.
El súbito aplauso del público lo saca de sus cavilaciones y está a punto de sumarse al mismo, pero tu mano se cierra sobre la suya a modo de advertencia. Si la calidez de tu palma empeora su estado, la forma en que el vestido abraza la curva de tu abdomen y resalta tus pechos es prácticamente una sentencia de muerte.
-Todavía no- aclarás, señalando con la cabeza hacia el escenario-. Falta uno más.
El primer movimiento de la Serenata para cuerdas de Tchaikovsky le pareció sublime, ¿pero el cuarto…? Le resulta eterno y le cuesta horrores mantener la concentración, por lo que se muerde los labios hasta sentir el gusto metálico de la sangre en su lengua. Comienza a mover la pierna y tu mano acaricia su muslo -probablemente interpretando su agitación como nerviosismo o ansiedad- en un gesto que debería ser tranquilizador, pero que es en realidad todo lo contrario.
La preocupación en tus ojos es evidente cuando encuentran la mancha escarlata en sus labios y te inclinás para examinar el daño, ignorando que el ángulo le permite ver tu escote y el sostén de encaje rojo que contrasta con tu tono de piel. Es el mismo rojo que tiñe tus labios y que difuminaste en tus pómulos, el mismo rojo que en alguna ocasión utilizaste para dejar la marca de tus besos en su pecho, su abdomen y…
Se siente culpable cuando acerca sus labios a tu oído y susurra:
-¿Me acompañás?
La obra concluye y Enzo aprovecha el momento en que otro músico, un pianista, entra en escena. Toma tu mano y te arrastra hacia las puertas de la sala, más de una mirada curiosa posándose sobre ambos y algunos susurros, que te hacen sentir más insegura de lo que lo hicieron a tu llegada: Enzo juró que te miraban porque “¿Cómo no te van a mirar? Si estás hermosa”, pero vos no estás convencida de que ese fuera el motivo.
Ambos llegan a un corredor desierto y cuando Enzo tira de tu mano para guiarte hacia una puerta lateral, lo seguís al interior de la habitación sin hacer preguntas. Te sorprenden los estuches de instrumentos vacíos, desperdigados por doquier, y estás a punto de comentar que la puerta no debería estar sin seguro, pero el ataque de algún instrumento de viento -que no distinguís- en la habitación contigua hace que te sobresaltes.
-¿Qué pasó?- preguntás, recordando el motivo por el cual abandonaron el concierto. Cuando tomás la mejilla de Enzo para examinar su herida, sus dedos aprisionan tu muñeca-. ¿Qué…?
Dirige tu mano hacia su erección, cubierta por un costoso pantalón, sus ojos fijos en tu rostro para examinar tu reacción: tus labios se separan lo suficiente para permitirle ver tus dientes y tu respiración se torna agitada en un abrir y cerrar de ojos, obligándolo a admirar cómo el movimiento hace que tus pechos suban y bajen. Su mirada desciende hasta llegar a tu cadera y sus manos siguen el mismo camino, masajeando con fuerza tu cuerpo antes de atraerte hacia el suyo.
Soltás un gemido y, en algún recóndito lugar de tu mente, te preguntás si las personas presenciando el concierto pueden oírte con la misma claridad con la que oís el piano en este momento.
-¿Ves lo que me hacés…?- pregunta. Besa tu mejilla y sus labios trazan una línea hasta tu cuello, sus besos húmedos y su aliento cálido repercutiendo en tus sentidos-. Desde que llegamos estoy así.
El sonido del seguro llega a tus oídos.
-¿Qué hice?- fingís inocencia.
Su mano se cierra sobre tu cuello y vuelve a besarte, la intensidad de sus acciones provocando que sus dientes rasguen tu labio inferior y su lengua haciéndote gemir cuando invade el interior de tu boca. Se aferra a la parte más ancha de tu cadera con fuerza, como si la cercanía entre ambos no fuera ya suficiente, y su otra mano baja la cremallera de su pantalón.
El sonido provoca un cosquilleo entre tus piernas y mirás a Enzo de manera provocadora mientras tirás del botón de la prenda, la cual cede levemente dejando ver una franja de su ropa interior. Recorrés la tela visible con tu dedo antes de llevártelo a la boca, capturando la seda entre tus dientes para retirar el guante.
-No- te interrumpe-. Dejátelos puestos.
Le dirigís una sonrisa, intrigada y más que excitada por la situación y su petición. Tu mano colándose bajo su ropa interior hace que se muerda el labio y una expresión de dolor atraviesa su rostro, pero cuando cerrás tus dedos sobre su miembro esa expresión se transforma en placer y arroja la cabeza hacia atrás. Comenzás a masturbarlo con lentitud, tu oído atento a la orquesta percibiendo también el sonido de su piel y la aceleración de su respiración.
En cuestión de minutos y bajo las caricias que le suministran tus manos, Enzo se convierte en un desastre: sus dedos se clavan en tu carne y tenés que esforzarte para lograr mantener el ritmo de tus movimientos, el líquido preseminal brotando de su punta humedeciendo cada vez más tu guante y tus dígitos, y su miembro palpita desesperadamente en busca de alivio.
Te detiene antes de que sea demasiado tarde y te guía hacia el pequeño sofá en la esquina de la habitación, apartando unas partituras olvidadas sobre este para tomar asiento y señalar el lugar entre sus piernas. Obedecés inmediatamente, como siempre, y luego de ayudarlo a deshacerse de su pantalón y su ropa interior Enzo decide tirar de la cremallera de tu vestido y despojarte de tu sostén, liberando tus pechos.
Tomás su miembro entre tus manos para centrarte en su extensión mientras tus labios se acercan a la punta para besarla con delicadeza una y otra vez. Su excitación brilla bajo las luces de la habitación y es adictiva cuando el sabor invade tu lengua, haciéndote gemir cuando lo introducís en tu boca y provocando que las vibraciones amenacen con llevar a Enzo al borde del orgasmo nuevamente.
Sus caderas se mueven en contra de su voluntad y su punta golpea tu garganta, llenando tus ojos de lágrimas que rápidamente comienzan a deslizarse y humedecer tus mejillas. Te separás de Enzo, ya que no estás dispuesta a arruinar todo tu maquillaje, pero la solución que encontrás logra arrancar un gemido de su boca antes de que pueda procesar la imagen frente a él.
-Dios…- dice entre dientes, cubriendo su rostro con una mano luego de ver cómo rodeás su miembro con tus pechos y escupís sobre su punta. Recuerda todas las ocasiones en que lubricó el interior de tus muslos y se deslizó entre ellos hasta el agotamiento, oyéndote suplicar por un poco de placer a cambio y prometiendo hacer lo imposible para merecerlo-. Lo hacés a propósito, ¿no?
Permanecés en silencio, pero Enzo recibe una respuesta cuando tus manos presionan aún más tus pechos. Su excitación comienza a ser cada vez más abundante, gotas de líquido incoloro cayendo desde su punta hasta el largo de su miembro y entre tus pechos, llenando la habitación de los indecentes sonidos húmedos que tanto disfrutan ambos. Sus dedos contrayéndose sobre el sofá y sus nudillos blancos hacen que te detengas con una sonrisa de satisfacción.
Toma tu cabello entre sus dedos y se acerca peligrosamente a tu rostro, su pulgar delineando tu labio inferior y haciéndote sisear cuando toca la herida que sus dientes dejaron allí. Tira de tu cabello hasta posicionarte en un ángulo doloroso y te observa, el cabello cayendo a los lados de su rostro haciendo que se vea aún más imponente, y luego escupe en tu boca. Le enseñás tu lengua, su saliva mezclándose con la tuya, y tragás.
Te conduce hacia el otro extremo de la habitación sin delicadeza alguna y presiona tu cuerpo contra el espejo en la pared, el efecto de la superficie fría evidenciándose en tus pezones. Con movimientos lentos, Enzo toma el dobladillo de tu vestido y comienza a arrugarlo entre sus manos, descubriendo centímetro a centímetro de tu cuerpo y maravillándose como si fuera la primera vez que te ve.
Intenta no perder la razón al ver el encaje rojo cubriendo tu intimidad… Pero él es un hombre débil y vos, la tentación.
Se arroja sobre sus rodillas sin pensarlo y comienza a morder tus piernas con fuerza, haciéndote gemir y lloriquear debido a la sensibilidad, utilizando su lengua posteriormente como si fuera suficiente para aliviar las zonas abusadas. Aparta la prenda que lo separa de tu centro y observa cómo la humedad que cubre tu piel se adhiere en forma de hilos brillantes a la tela.
Introduce un dedo en tu interior mientras reparte besos y mordidas en tus muslos. Te oye gemir contra el espejo y sabe, aunque no puede verte, que tal imagen podría pertenecer al paraíso. Debería, asegura al introducir otro dedo y sentir tus paredes contrayéndose cuando los curva para dar con tu punto dulce, la resistencia de tus labios nula ante tus gemidos, jadeos y suspiros.
Los sonidos obscenos que producen los dedos de Enzo en tu cavidad no se comparan con la imagen entre tus piernas, tus fluidos cayendo sobre sus dedos hasta llegar a sus nudillos e incluso su muñeca. Tus piernas tiemblan y tus manos masajean tus pechos, imitando los movimientos que tu novio suele repetir para brindarte el máximo placer.
Tus rodillas están a punto de fallarte y le suplicás, pero cuando Enzo se detiene y te deja respirar la sensación de vacío junto con la desesperación te inundan. Encontrás sus ojos oscuros a través del espejo, un leve asentimiento de su parte que pretende ser un consuelo, y arqueás tu espalda para darle mejor acceso a tu entrada.
Sostiene el vestido, la tela arrugada a la altura de tu cintura, mientras acaricia tu entrada y tu clítoris con la punta goteante de su miembro. Suspirás al sentir su calor y el suspiro se vuelve un gemido cuando comienza a empujarse dentro tuyo, recibiendo el ardor que provoca su tamaño en tu entrada estrecha.
-Enzo...
-Sí, amor, ya sé- dice entre gruñidos-. Querés más, ¿no...? Vos siempre querés más.
Y él está dispuesto a dártelo todo.
Sus movimientos son delicados y mínimos para permitir que te acostumbres a la sensación, pero eso se acaba cuando ve tu expresión prácticamente pornográfica en el espejo. El placer dibuja en tus cejas una curva que acompaña la caída de tus párpados y tus labios entreabiertos permiten que un hilo de saliva caiga por tu mentón.
Desesperado por sentir más, comienza a penetrarte con fuerza y en profundidad. Adora los sonidos que dejan tu boca y aún más los que produce tu cuerpo al colisionar con el suyo, así como también adora ver los movimientos de tu carne como consecuencia de cada impacto originado entre las caderas de ambos.
El ritmo de sus estocadas es cada vez más rápido en contraste con la música (ahora muy lejana, como si la sala se encontrara a kilómetros de distancia) y te fuerza a sostenerte para no perder el equilibrio, pero la tarea resulta casi imposible cuando sentís la forma en que su punta abusa de tu cérvix de manera placentera.
Su mano repta por tu espalda y acaricia tu cuello antes de cerrarse sobre el mismo, la presión que ejerce mínima pero aún presente como un sutil recordatorio. Volvés a encontrar su mirada.
-Voy a...
-Sí- se limita a contestar. Arroja la cabeza hacia atrás.
Continúa embistiéndote hasta sentir las contracciones de tu interior caliente y te permite tocarte sólo después de atraer tu cuerpo hacia el suyo, con tu espalda sobre su pecho y su brazo rodeando tu cuello. Su otra mano sostiene tu cadera y se hunde dolorosamente en tu piel, amenazando con dejar alguna que otra marca.
El ángulo actual te deja sentir cada detalle de su miembro en tu interior y no pasa mucho tiempo antes de que llegues a tu orgasmo, con sus dedos aprisionando tus mejillas para mantener tu vista al frente, la imagen de tus pechos saltando de arriba abajo casi tan hipnótica como el rostro de tu novio al ver la escena.
Cuando Enzo alcanza su propio clímax sentís sus dientes mordiendo tu cuello antes de percibir cómo su semen caliente te llena por completo. La sensación es suficiente para causarte otro orgasmo, más breve pero de mayor intensidad.
-Te amo- dice Enzo contra tu piel-. Te amo, te amo, te amo.
-Yo también te amo- tomás su mano y la llevás a tus labios-. Mucho.
-¿No tenía razón?- oculta su sonrisa tras tu hombro-. El vestido era una buena idea.
Estás a punto de darle la razón, pero te interrumpe el sonido de alguien tocando la puerta.
-Te voy a matar- jurás, apresurándote para acomodar tu ropa.
Enzo sólo suelta una carcajada.
Notas de Lu:
La inspiración para el vestido, estoy completamente obsesionada. Espero hayan disfrutado la lectura y si ven algún error..., un hechicero lo hizo ♡
taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
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caostalgia · 4 months
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Extraño dormir contigo, extraño escuchar tus ronquidos, extraño sentir tu mano entrelazada a la mía, extraño cómo me miras, extraño tantas cosas y no te veo hace como tres días, quién lo diría, se siente como si fuese una vida.
-Tinx
201 notes · View notes
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El movimiento de dos personas haciendo el amor, de dos almas intentando sanar, de dos corazones con esperanza para el futuro y dos manos entrelazadas que quieren juntas avanzar, hay heridas que se olvidan cuando los movimientos correctos llegan a tu vida en tiempo, forma y lugar.
Efimera Lunar Intemporal
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neuroconflictos · 1 month
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De vez en cuando regreso a lo que fue nuestro lugar feliz, me detengo a observar nuestros recuerdos casi marchitos, me llega la nostalgia y la pregunta de siempre ¿qué nos pasó? pero no existen respuestas o quizá son demasiadas, miro nuestras manos entrelazadas y pienso en cuando podía sostener al mundo mientras caminaba.
Karla M.
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Tal vez el silencio
sea la tierra de tu flor,
las gotas de lluvia,
tus besos callados.
Tal vez solo sea la voz
tranquila de tu alma.
Eso será,
lo que sin oír,
se escucha
por los pasillos
de la risa y del llanto,
de las manos entrelazadas,
y de la miradas
que echan anclas.
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Cierro los ojos y aún puedo sentir el tacto de tu mano entrelazada con la mía
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Entonces llegas tú, con ojos, con miradas, contemplándome hasta quemar mi edad y mi historia. Me regresas, me trasladas al tiempo sin números, me zambulles en el mar de sangre y cielo. Yo duermo y oficio de contemplada. Mis ojos arrojan fuego verde por los párpados cerrados. Sonrío como un pájaro que muere en medio de su canto. Me deshago en tu mirada: en tus ojos hay la seguridad y el orden, hay la creación, hay la poesía seria como una invocación a la lluvia. Habito tus ojos para guarecerme del frío y del peligro conocido. En tus ojos hay las aventuras que siempre finalizan con manos entrelazadas. Llega a mí.
Alejandra Pizarnik, Diarios
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manos-entrelazadas · 3 months
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Creo que la parte más dolorosa del contacto cero es recalcarte a ti misma y meterte en la cabeza todas veces que sea necesario hasta que se calme un poco la ansiedad de que no puedes buscarlo y que tienes que recordar que para él se murio todo y se alejo tan fácil de ti, fue por que lo quiso así.
Recordar que ya no estara nunca mas en tú vida y pensar eso es una sacudida de sentimientos por te mueres en vida y te falta el aire y se te apreta el pecho de pensar que debes mantener este contacto cero por un "supuesto bien"
Es difícil mantener el contacto cero sabiendo que aunque te dices a ti mismo que "murio" pues en realidad sabes que esta por ahí con su vida, siguiendo adelante, disfrutando. Y que tu te debes estremecer y constantemente "dañandote" de solo pensar todo lo malo y daño que te hizo esa persona de forma deliberada (consiente) para reafirmar la decisión del contacto cero.
Pensar en que si quisiera saber de ti podría hacerlo, ya que existen mil maneras de ubicarte, que al final de todos los días él decide no hablarte y no buscarte por que no le interesas, por que dio vuelta la pagina y lo más probable es que ni te piense, ni te extrañe y por que simplemente fuiste (si esque) alguna más en su camino más, y que quiso desechar.
En cada instante o momento de querer hablarle y decirle "oye hoy he pensado todo el día en ti", "no te imaginas todo lo que te extraño", "a veces te sueño" más de lo que quisiera, "necesito escuchar tu voz", "te sigo amando", "quisiera sentir tu olor", "tengo ganas de abrazarte" "me encantaría saber como estas? Si eres feliz? si me extrañas?" Debes recordar que al no le importas ni le importaras más
Que difícil mantener el contacto cero cuando en el fondo no quieres eso...
03-04-2024
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isacaosme · 2 months
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Eres capaz de pausar el tiempo,
con una simple mirada
vencerme sin más,
y al agitar las pestañas
el mundo deja de girar.
El universo, tu sonrisa
consigue revolcar
si con solo una palabra
frenas el giro de los astros,
nadie en este mundo
te soñó asi despierta,
en esta quimérica narcosis
de soñarte aquí, a mi lado.
Soy libre y entre tus brazos
desaparecen los miedos,
nadie alcanza a imaginarte
así como yo lo hago,
Anudándose en un instante
dos manos entrelazadas
retozan y juegan a quererse.
A la espera de un cálido beso
que invita a quererte tanto,
presa estoy por el dulce néctar
y la ambrosía de esos labios,
que deslizan mi nombre.
Al borde de esa boca
el mismo aire respiro.
A escasos palmos
de colisionar las almas
se descosen las miradas,
besos que colorean los labios
desatando temporales de pasión.
Isabel Fernández ®️
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Te encontré vestida de amor
En el resplandor dorado del atardecer, te encontré vestida de amor. Tus ojos, dos luceros centelleantes, reflejaban la pasión que ardía en tu ser. Tus labios, carmesíes como la rosa más delicada, susurraban promesas de éxtasis compartido. Entre el suave roce de nuestras manos entrelazadas, florecía un jardín de sensaciones prohibidas y deseos insaciables.
Cada encuentro era un baile de emociones, donde nuestros cuerpos se buscaban con avidez, ansiosos por fundirse en un abrazo eterno. Tus suspiros, melodías que enredaban mis sentidos y me llevaban a un éxtasis sin igual. Cada beso era un poema en sí mismo, una oda al deseo que nos consumía sin remordimientos.
En la penumbra de la noche, nos perdíamos en laberintos de pasión, explorando cada rincón de nuestra intimidad con la curiosidad de amantes clandestinos. Tus caricias, suaves como la brisa de verano, encendían llamas que danzaban en la oscuridad, iluminando nuestro universo compartido con destellos de placer.
En el calor de nuestras pieles entrelazadas, encontrábamos refugio de los temores y las dudas, sumergiéndonos en un océano de sensaciones donde solo existíamos tú y yo, fundidos en un abrazo eterno. Cada momento a tu lado era una aventura en la que perdía el sentido del tiempo y el espacio, entregándome por completo al hechizo de tu presencia.
Así, entre susurros y caricias, entre miradas cómplices y sonrisas robadas, nuestro noviazgo se convirtió en un poema vivo, en una danza eterna de amor y pasión que trascende cualquier límite conocido. Te encontré vestida de amor, y en cada instante a tu lado, descubro el significado más profundo de la entrega y la plenitud.
Don Ggatto
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alasdepaloma · 1 year
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Quédate no sólo esta noche,
Quédate toda la vida a mi lado,
Te invito a levantarnos juntos
al despertar el alba,
Te invito a ver llover a las estrellas
cuando la noche se haga larga…
Quédate a mi lado siempre,
ya no te vayas…
Engendremos el amor a diario
y así, con las manos entrelazadas,
hagamos una visita a los más hermosos
atractivos del espacio…
Visitemos los caminos de lava
que el sol guarda entre sus rayos,
Los Lagos de mercurio
plateado que bañan a la luna
que seduce a sus enamorados,
Los fuegos artificiales
de la cola del cometa sublevado,
Viajemos por el incontable cosmos
y si es posible,
quedémonos a vivir
por algún afable rincón
de un planeta jamás visitado…
Hagamos el amor,
ven… Quédate conmigo…
No te vayas más…
Toquemos la puerta del olvido
para no tener —antes de lo nuestro—
ningún recuerdo ya…
Hagamos el amor y borremos
las memorias tristes,
las que no hagan ningún bien…
Márcame la noche
con tus apretados besos
que yo te tatuaré mi nombre
en tu futuro
en tu presente
y en tu ayer…
Sé mi hombre,
Mi quimera,
Mi realidad
Y mi oníria…
Ahoguémonos
en la Tierra Prometida,
Sé mi amante eterno
Que yo seré tú Ninfa…
Pero quédate por siempre…
Ya no pienses más…
Vida mía.
—PalomaZerimar.
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rinconliterario · 2 months
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Mi primero de mayo. Vladímir Mayakovski.
A todos, los que marchan por las calles y detienen las máquinas y talleres. A todos, deseosos de llegar a nuestra fiesta, con las espaldas cargadas de trabajo. Salid el primero de Mayo, al primero de los Mayos Recibámoslo, camaradas, con la voz entrelazada de canciones. Primavera mía, derrite las nieves Yo soy obrero, este Mayo es mío Yo soy campesino, este Mayo es mío. A todos, tendidos en las trincheras, esperando la muerte infinita: a todos, los que desde su blindado, apuntan contra sus hermanos, hoy es primero de Mayo. Vayamos al encuentro del primero de los Mayos nuestros, enlazando las manos proletarias. Callad vuestro ladrido, morteros Silencio, ametralladoras Yo soy marinero, este Mayo es mío Yo soy soldado, este Mayo es mío. A todos, a las casas, a las plazas, a las calles, encogidas por el hielo invernal. A todos, hambrientos de hambre, estepas, bosques, campos. Salid en este primero de Mayo Gloria al hombre fecundo Desbordaos en esta primavera Verdes campos, cantad Sonad, sirenas y pitos Yo soy de hierro, este Mayo es mío! Yo soy la tierra, este Mayo es mío.
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Dios, ¿cómo empiezo a describirlo?
Él es locamente fuerte, demasiado, tiene un valor que jamás había visto antes. Sus manos son suaves, fuertes y muy bonitas. Tiene esos lunares que parecen pintura salpicada contra su piel besada por el sol, como los besos de un ángel. Tiene estos ojos marrones tan dulces que cuando te acercas lo suficiente son este encantador color miel con pestañas escasas y largas. Una sonrisa que dispara mariposas eléctricas a través de mis venas, una risita que burbujea y burbujea a través de mí. Brazos fuertes y firmes, pero suaves y flexibles y salpicados de ese marrón caramelo claro. Labios rosados y preciosos todo el tiempo, dulces como un caramelo de fresa.
Literalmente no puedo describir lo mucho que quiero besarlo, simplemente no puedo.
Estoy tan mal y lo sé.
Quiero sostener su suave rostro entre mis manos y traer una lluvia de frases hermosas dedicadas a él, para tratar de poner mi amor en palabras.
Incluso la forma en que sus manos se contraen cuando hace algo me fascina, lo quiero todo.
Lo amo, con todo mi corazón, en todas las formas en que una persona podría amar a alguien.
Esto no puede ser otra cosa más que amor. Somos tan jóvenes, pero es verdad, es muy claro. Él es adictivo, como gotas de aceite caliente de una sartén crepitante. Me quema la piel y me encanta, lo amo. Me encanta lo que él significa, lo que es. Él es nada menos que zumbantemente eléctrico, intangible de la manera más tentadora. Podría perderme en sus brazos moteados de canela, dejarme vagar por sus ojos teñidos de sol. Su fresco cabello castaño oscuro suave como una nube. No puedo creer que me ama, no puedo creer que está conmigo, que me eligió a mí. Yo de todas las personas. Debo ser la chica más afortunada del mundo, debo ser bendecida por el más bueno de los ángeles. Parece que el sol besó su piel, yo también quiero besarlo. Recuerdo cada día a su lado, nos recuerdo bailando en la sala de mi casa como si no hubiese nadie a nuestro alrededor, nos recuerdo riendo a las 3 de la madrugada, nos recuerdo llorando por pensar que nos perderíamos el uno al otro, nos recuerdo besándonos, amándonos, deseándonos. Nos recuerdo bañándonos juntos, riendo, siendo más íntimos que nunca. Nos recuerdo tirados en su cama, desnudos, abrazados como si no hubiera un mañana, mirándonos a los ojos diciendo “te amo” sin siquiera tener que decirlo en voz alta.
No cambiaría absolutamente nada.
Incluso si el tiempo se detuviera en este momento, incluso si no me hubiese elegido, incluso si no estuviésemos juntos, él siempre sería mi todo. Mi sol, mi ángel, mi alma gemela, mi mejor amigo, mi compañero, mi confidente, mi hermano, mi amante, yo. Así es como se siente el amor, lo sé. Sus manos suaves y delicadas entrelazadas con las mías.
Así es como se siente el amor.
En algún lugar a lo largo de las líneas caí más de lo que creía posible. Me doy cuenta de todo ahora. Sus ojos, las pequeñas bolsas debajo, sus labios, su bonita sonrisa, su corazón, su belleza, su amabilidad, su bondad, su humor, su carisma, su inteligencia, su fuerza, su valor. Todo es como debe ser, no lo querría de otra manera. Lo amo. Lo amo tal y como es. Lo amo cuando ríe, cuando llora, cuando se enoja, cuando habla, cuando duerme. Lo amo cuando dice chistes en un momento terrible, lo amo cuando me cuenta datos completamente random, lo amo cuando me abraza y hunde su cara en mi cuello, lo amo cuando me toma de la cintura y me acerca a su cuerpo, lo amo cuando usa gorras y cuando no lo hace, lo amo con el pelo corto y con el pelo largo. Sólo lo amo, tengo la enorme suerte de poder amarlo. Una forma de describir el amor con detalles infinitamente decisivos es describiéndolo a él. Todo lo que es, lo que grita, su amor es como una blasfemia prohibida. Decir que es tan de otro mundo, ¿cómo podría alguien como él amar a alguien como yo?
Sus brazos rodeándome y sujetándome fuerte mientras me arrastra para besarme como nunca es la sensación más hermosa y mágica que podría llegar a existir.
Incluso la forma en que respira se retuerce en mi corazón y encuentra un lugar allí. La forma en que se ríe de la gente y sus dramas, el cómo se ríe con mi familia y hace bromas con confianza. ¿Cómo es todo lo que hace tan extrañable? Incluso cuando grita, me encantaría sólo callarlo con un beso largo y dulce. Cualquier cosa que haga, me absorbería como un hombre en el desierto.
Es tan difícil dejar de amar el océano, él es mi océano. Un oasis. Amo incluso sus defectos. Aunque simplemente los encuentro difíciles de ubicar. Es tan difícil verlos como defectos cuando son parte de él.
Y empiezo a pensar que nunca fueron defectos en primer lugar.
Así lo sigo amando y lo amaré siempre. No necesito incluso que me ame de vuelta. Es suficiente saber que existe y que mi amor por él durará hasta el fin de mi existencia e incluso después.
— SAMM.
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fcknotagain · 3 months
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~ { 🪽 } @s-theunknown
Ya había pasado un tiempo de su llegada al mundo mundano y sus esperanzas de volver con Él ya eran casi nulas. Su única forma de poder seguir en contacto con sus orígenes era el estar rezando a su Señor de rodillas frente a la Capilla que se encontraba cerrada por remodelaciones.
Podría estar en su tercera oración si no fuera porque sentía una presencia cerca de su cuerpo terrenal.
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— No tengo dinero, no me iré y no me duele nada. — Sentenció en voz alta, aún con sus manos entrelazadas y sin levantar la vista a quién lo estuviese mirando.
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