Tumgik
#me voy a dormir pero después de ir a clase mañana me vendré por aquí toda la tarde
asixr · 5 years
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ooc
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lucediharu · 7 years
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Un profesor travieso y un chico 1/2 - ¡Beso accidental!
Después de un buen rato de risas por parte de Karma-sensei, la sala vuelve a estar en silencio. Veo que de repente se levanta de su asiento y se dirige hacia mí sin decir palabra. A diferencia de ayer, esta vez no retrocedo. Me quedo en donde estoy.
- ¿Nos vamos? – me dice cuando ya está delante de mí a solo medio paso de distancia.
- ¿Ir? ¿A dónde? – le pregunto extrañado, ya que se supone que solo venía a entregar los papeles firmados.
- ¿No es obvio? Iremos a un lugar más... - se acerca a mi oídio con una sonrisa gatuna - ... intimo.
Tiene su boca tan cerca de mi oído derecho que cuando pronuncia palabras, puedo sentir sus labios rozar sutilmente mi oreja. El aire que suelta al hablar me da leves cosquillas. Mis ojos se cierran involuntariamente y se concentran en la sensación que transmite su aliento. Un rubor adorna mi rostro por culpa de mis propias acciones. No puedo creer que quiera sentir más de esta sensación tan... extraña. Pero mi vergonzoso y oculto deseo no se hace realidad, ya que el profesor se vuelve alejar de mí, quedando en la misma posición de segundos atrás. Al sentir su lejanía vuelvo a abrir los ojos. Él, sin esperar mi respuesta, pasa por mi lado y abre la puerta.
- Vamos. – me dice con un tono demandante. Yo que aún sigo con la mente perdida rememorando el aliento del pelirrojo en mi oído, solo puedo asentir.
Cómo si él fuera el flautista de Hamelín y yo uno de los pequeños ratones hipnotizados por la bella melodía de su flauta – en este caso su voz – lo sigo sin protestar.
Después de salir del edificio escolar y andar unos buenos doce minutos nos detenemos delante de un pequeño lago rodeado de árboles. ¡El lugar es muy bello! Mis ojos azules brillan de emoción al contemplar dicho lugar.
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El agua del lago es tan limpia que se puedo ver perfectamente el fondo de este, a la vez, es tan cristalino que refleja el propio cielo como si fuera un inmenso espejo de color esmeralda traslucido. Dentro hay pequeños peces de agua dulce nadando libremente y encima de las tranquilas aguas se puedo observar flores de nenúfares – abiertos – presumiendo de su gran belleza. Alrededor del lago hay árboles de distintos tamaños y formas, sus hojas de un color verde vibrante combinan perfectamente con el inmenso charco. Él y yo, nos encontramos debajo del árbol más grande y cercano al lago.
- Veo que te gusta – me dice el profesor con una suave sonrisa, diferente de todas las demás que me ha regalada hasta el momento.
- ¡Sí, es hermoso! Jamás había visto algo por el estilo. – le respondo mientras no puedo contener la alegría.
Le gusta mi respuesta, prueba de ello es su enorme sonrisa, la cual se ensancha más al oír mi contestación. Verlo esbozar este tipo de expresión hace vibrar mi corazón de júbilo. Él se sienta en la base del árbol apoyándose contra él, yo no tardo en imitar su acción. Nos dedicamos a observar el paisaje en silencio. Al cabo de un rato, mi curiosidad empieza a invadir la mente.
- Sensei ¿Por qué me ha traído aquí?
- Mm... supongo que ya es hora. – dice mientras saca unos papeles perfectamente plegados de uno de los bolsillos de su pantalón.
- Ten. – me los da. Los cojo, los deshago y aleatoriamente leo uno de ellos.
- Club de investigación gastronómica, club de astronomía, club de arreglo floral...
- En estos papeles hay escrito todos los clubes. Cómo ya debes saber, en esta escuela es obligatoria apuntarte alguno. Lee esto y si encuentras alguno que te atraiga me lo dices. Durante esta semana iremos a ver todos los que te interesan y después de verlos podrás apuntarte el que te haya llamado más la atención.
Hago un movimiento de cabeza confirmando el haberlo escuchado, me vuelvo acomodar apoyándome en el tronco del gran árbol y empiezo a leer. Luego de un minuto, siento un peso encima de mis muslos, al ver el culpable mi corazón empieza a latir a un ritmo vertiginoso. Karma-sensei se encuentra acostado encima de la fresca hierba mientas utiliza mis muslos como almohada.
- Mmm... que cómoda eres, más que mi almohada. – dice con picardía junto a una mueca de diablillo que no le quita nadie.
- ¡S-s-sensei! ¡¿Qué hace?! – pregunto exaltado. Los nervios me matan. Toda la sangre de mi cuerpo va a parar a mi rostro, cómo no me empieza a calmarme me va explotar la cabeza. Con Karma-sensei a mi lado, en vez de Nagisa me tendría que decir Ichigo, ya que casi siempre estoy tan rojo como una fresa.
- Dormir – dice cómo si fuera lo más obvio del mundo. – Cuando hayas terminado despiértame.
Tal como dice, se adormece utilizándome de almohada. No me lo puedo creer, no sé qué decir o cómo reaccionar. Miro el hombre, al cual, ya está dormido o eso me parece porque no se mueve. No puedo evitar quedar embobado mirándolo. Sus hebras carmesí esparcidas encima de mi falda, sus finas cejas le dan un toque delicado a su varonil rostro. Añoro por un instante el color de sus ojos, los cuales no puedo ver por tener los parpados cerrados. Voy bajando lentamente mi mirada por la fina nariz hasta detenerme a un punto específico del rostro contrario; los labios. No sé porque pero me resultan muy atrayentes. A pesar de ser de un hombre, son de un rosa pálido, me recuerdan a los pétalos de los cerezos en flor. Se ven tiernos y suaves. Sin darme cuenta voy encorvando mi cuerpo. Mi mente esta en blanco, casi estoy por rozar sus labios con los míos. Pero recobro la lucidez al oír el maullido de un gato negro, al cual, sale de entre unos arbustos. Al darme cuenta de la locura que estoy a punto de cometer, me alejo del rostro de Karma-sensei a la velocidad de la luz, asustando de paso el pequeño felino. Temeroso, compruebo si por culpa de mi brusco movimiento lo he despertado, pero sigue dormido plácidamente. Un suspiro escapa de mi boca. Creo que hoy moriré de un ataque al corazón.
- ¡Nagisa¡ ¡¿Qué intentabas hacer?! – exclamo en susurros. Se la respuesta de mi pregunta, pero no me atrevo a formularla en voz alta, ni mentalmente.
Después de acribillarme y a darme palizas mentalmente, trato de recobrar la serenidad. Gracias a mi relajado ambiente no me cuesta demasiado. Intento borrar la insensatez que quería cometer escasos minutos atrás de mi memoria, pero no tengo excito. Bueno, mi única solución es guardar este secreto hasta la tumba... ¡Si, eso! Nadie me ha visto, solo ha sido un lapso momentáneo de locura, nada del otro mundo. Intento auto convencerme, y la verdad es que funciona muy bien. Dejo de lado mi vergonzoso actuar para concentrarme en los papeles de entre mis dedos. No demoro mucho en leer todo. Al terminar, miro el gran hombre dormido en mis piernas.
- Jejeje, cuando está dormido parece un niño. – no puedo evitar producir suaves risas, se ve muy adorable.
Se supone que tengo que despertarlo, pero al verlo tan confortablemente no me atrevo. Decido dejarlo descansar un poco más. Me vuelvo a fijar en su cabello rojizo, como si mi mano dominante tuviese vida propia, se acerca a las largas extensiones y se hunde en el cabello rubí. Mis dedos se enredan entre los mechones de pelo, peinándolos. Cómo imagine la primera vez al conocerlo, su cabello es tan suave... igual a la seda. Sin darme cuenta, entre las caricias y el sonido de las hojas rozar entre ellas gracias a la suave brisa, mis parpados se cierran lentamente, cayendo de este modo en un profundo sueño.
Después de no sé si minutos u hora abro mis ojos con un poco de dificultad. Con mi mano izquierda fricciono suavemente mis orbes.
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- ¡Oh! Ya te has despertad dormilona. – oigo una voz muy cerca de mí. Extrañado me incorporo un poco, me doy cuenta que estaba durmiendo apoyado en el hombro del profesor. Levanto mi rostro mientras aún estoy cerca de él.
Mala idea. Al hacerlo, abro grande los ojos. Mi rostro esta tan cerca del de Karma-sensei, que es inevitable que nuestros labios se junten con los del otro. Percibo el suave tacto de su piel contra la mía. Una pequeña corriente eléctrica pasa de mi boca a todo el cuerpo, siento un extraño hormigueo en mi estómago. Inmediatamente me aparto de él, cómo si ese leve contacto me quemase. Jamás había sentido este tipo de sensaciones, los cuales, permanecen gravadas en mi cuerpo. Siento como mi corazón se desboca sin control, mi rostro en este instante es comparable al de una cereza. Para mi sorpresa, Karma-sensei se ve un poco en shock. Creo que él tampoco se esperaba ese repentino contacto tan... íntimo.
Avergonzado hasta la médula, intento cambiar de inmediato el tema.
- K-karma-sensei, a-aquí tiene, ya se cuales me interesan. – le devuelvo los papeles – Veo que ya es bastante tarde, em... la verdad es que tengo cosas que hacer. S-si me disculpa me tengo que ir. Vendré a verlo mañana después de clases para hablar sobre los clubes que me han llamada la atención. ¡A-Adiós! – me despido sin darle tiempo de decir nada.
Lo escucho llamarme, pero hago ver que no lo oigo y continúo con mis pasos apresurados. Cuando ya no me ve, mis pequeños pasos rápidos, se convierten en enormes zancadas. Corro y corro, hasta llegar a mi "piso compartido". Me encuentro con Kayano la cual me saluda con mucha energía, pero yo paso por su lado – sin darme cuenta de su presencia – y me encierro en mi habitación. Mi tiro encima de mi cama. Suspiros y jadeos salen de mis labios por culpa de mi carrera. El sudor en forma de perlas decora mi cuerpo, alguno que otro resbala por mi piel sutilmente. Pero en mi mente no está ni el cansancio, ni la idea de ducharme para quitar dicha secreción...
Solo hay las imagines en cámara lenta de mi beso accidental con mi profesor.
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