Pa’ Juan Diego
I.
Para él que han querido negar.
No fue, nunca fue, nunca será!
Quisieron borrar nuestro orgullo
Y estos genes que me atribuyen barbas de lampiño
Y el don de tener sangre águila, sangre prieta.
Tú Ayate en mandil de esclavo esterilizaron
Pero la melanina de esta piel
Y el rugido de este felino en celo
No pudieron domesticar.
Atento al boreal Primo Prieto, Primo águila.
El grito agónico de tu pueblo que suspira su verdad.
Su hastió nos iluminará.
Hay hartazgo, pero no hay acción,
Solo desesperanza y pasibilidad.
Inerme tu pueblo con la uñas hay que luchar.
Sal de tu sigiloso Nazaret y vuela, Primo Prieto, Primo Águila,
Como Miriam a la loma de Ein-kerem.
Tú fiad, tisana mística, de tu lengua a las masas dales de beber.
Después, te espero en el cubil, Primo Prieto,
Para juntos en las vigilias silbar de gozo este otro despertar.
II.
Rescatar tú rostro, prieto, y mío.
Tú sangre lavada por blanquitud eclesial,
Callada cinco siglos pero no enmudecida.
Guerrero Águila Cantante, feroz y tenue,
aunque la T.V. te vuelva sumiso y rubio.
Tú vuelo, sensible por amar el Amor que ama,
Danos alas para amar lo que traemos en los poros
y lo que el corazón derrama:
Vida que pinta rojo como rosas de castilla.
Canto profético filoso como espinos.
Juanito el más grande de mis primos,
Que flor y canto, se vuelvan los pasos
de nuestros pueblos desesperados y confundidos.
Entre lamentos vuelve a soñar
Pueblo derrotado y sometido.
Ya tus lágrimas lavan tus heridas
y en oración se convirtieron tus gemidos
La palabra de la mujer del Tepeyac
Ya descubrió el aura.
Con rostro de quietud parada en la luna
De su vientre emana
El estruendo del nuevo sol enfurecido.
Su pueblo ya tejió el pasamontañas
Con tu tilma compa Juanito,
Y la sangre de las muchas
Ya corrió embravecida
como fuego y lava haciendo el camino.
Hoy por hoy juntos, Nueva Patria,
Nueva tierra y Nuevo Cielo
Con tu canto construimos,
Guerrero Águila,
Sonto, Indio, o como te llamen
Compa Juanito,
El más grande de mis primos.
III.
Juan Diego, el más prieto de mis primos.
Te veo con skinny-jeans, con la gorra bien afincada
y las botas piteadas
Leyendo a Fanon y a Rodney,
Juan Diego, el más humano de mis primos.
Te escucho gritando en las calles
Con la cartulina bien arriba
Cantando justicia:
!Chinga-la-migra y hasta la policía!
Juan Diego, el más viejo de mis primos.
Te siento en el viento y la madrugada
Contándome la lucha de 500 años
Que te ha querido colonizar la rabia
Y llamarte mestizo.
Juan Diego, Juan Diego, el más compa de mis primos.
No me dejes acomodar el corazón en la indiferencia,
Grítame tu canto que me despierte mientras el mercado me duerme.
Susúrrame tu aliento
mientras la cacofonía de la blanquitud
y el ser “nice” me confunde el corazón.
Dame tu palabra profunda y simple
para no sentirme mecapal, parihuela , cola y ninguneado.
Juan Diego, el más hombre de mis primos.
Camina conmigo en el sendero de la ternura
Para reconocer a la Niña en el cerro y la ciudad
Para escucharle atento su aliento que desafía
Que amarra y que destruye con tobillo la cabeza de la bestia.
IV.
La revolución de los prietos, de los ningunos,
de los ninguneados ya es televisada.
Aún tiene aroma a la India María con Nosotros los Guapos,
y el Viptor por cabecilla. !Ser naco es risa!
Así aprendimos a tenernos vergüenza.
Bajamos el rostro y nos aumentamos la blanquitud,
con exfoliantes para el alma y el pensamiento,
todo sea por las buenas costumbres y los buenos modales.
!Y la culpa no era mía, ni el grado de la melanina,
porque el prieto eres tú!
Prieto, Negro, Indio, Oxaco, dijeron.
Así te reconocí primo Juan Diego,
el más prieto de mis primos.
Vi tu rostro en mí espejo.
Sentí tu miedo al tocar la puerta,
y me gano el miedo al abrir la boca.
Pero te reconocí en mí espejo primo Juan Diego.
Así, callado, observante, temeroso,
pero con el reinado que ruge dentro.
Batalla silencioso y sin tregua.
Tu manifiesto de revuelta los llevas en los poros.
Ya no más la inclusión solamente el saberme autónomo,
prieto, indio, negro, naco, asalariado, oxaco,
!porque el prieto soy yo!
V.
El color de la tierra que llevamos en los poros,
Esta melanina que ha sido dispuesta como cochambre,
Resurja, Guerrero Águila Cantante, fuera del fango
A las alturas de la dignidad.
Así sin supremacías, ni nativismos,
Solamente oscura, bella, raíces
De estos pueblos.
Así, sin el velo violento del mestizaje,
Pa’ tapar el África que llevamos dentro,
Sin negar que en los navíos montaban moros,
Sin maquillar al imperio Maya que ruje desde dentro,
sin erotizarle piel canela, senos y caderas
Solamente tierra fértil,
Sola, piel prieta, digna, bella.
Haznos el favor Juan Diego,
El más prieto de mis primos.
VI.
Rescatar tú rostro, prieto, y mío.
Tú sangre lavada por blanquitud eclesial,
Callada cinco siglos pero no enmudecida.
Siempre seras Guerrero Águila,
feroz y tenue,
aunque la T.V. te vuelva sumiso y rubio.
Tú vuelo, sensible por amar el amor que ama,
Danos alas para amar lo que traemos en los poros
y lo que el corazón derrama.
Vida que pinta rojo como rosas de castilla.
Canto profético filoso como espinos.
Juanito el más grande de mis primos,
Que flor y canto, se vuelvan los pasos
de nuestros pueblos desesperados y confundidos.
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