Me gusta saber que no estás loco por mí
y que yo no estoy loca por vos,
que el pesado globo terrestre
no se derrumbará bajo nuestros pies.
Me gusta que pueda ser ridícula y desenfrenada
sin temerle a las palabras,
que no tenga que sonrojarme
cuando se rocen nuestras manos.
Me gusta que puedas abrazar
a otra mujer delante de mí
y que no me mandes al infierno
por besarme con otro.
Y que no me llames cariñosamente
ni en la noche ni en el día.
Y que nunca, en el silencio de una iglesia,
nos cantarán el Aleluya.
Con la mano en el corazón te doy las gracias
por amarme tanto sin saberlo siquiera,
por mis noches tranquilas
los escasos encuentros
y los no paseos bajo la luna,
por el sol que no existe encima de nosotros,
por no estar loco por mí,
por no estar yo loca por vos.
—Marina Tsvietáieva: Me gusta saber que no estás loco por mí (trad. de Natalia Litvinova).
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Las partículas de tu rostro
comenzaron a desintegrarse.
Ahora todos los hombres
te retienen en sus rasgos.
Tus gorros roídos por las polillas
y los guantes deformes
por la ausencia de manos.
Un día todos los hombres
que caminan bajo la lluvia
estuvieron hechos
a la medida de tu cuerpo.
Ya no recuerdo cuán ancha la
espalda
o cuán grave la tela del abrigo,
un día el olvido comenzó,
estaba sola en el andén
y las puertas del vagón
se cerraban y se abrían
como si ingresara
una multitud de fantasmas.
La luz de la luna oscilaba
como un farol y las estrellas
parecían colmillos
de un animal al acecho.
Cesaron mi infancia y tu vejez
pero tu voz no,
campana indestructible,
trina en mi sien,
enferma de misterio.
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Las partículas de tu rostro
comenzaron a desintegrarse.
Ahora todos los hombres
te retienen en sus rasgos.
Tus gorros roídos por las polillas
y los guantes deformes
por la ausencia de manos.
Un día todos los hombres
que caminan bajo la lluvia
estuvieron hechos
a la medida de tu cuerpo.
Ya no recuerdo cuán ancha la espalda
o cuán grave la tela del abrigo,
un día el olvido comenzó,
estaba sola en el andén
y las puertas del vagón
se cerraban y se abrían
como si ingresara
una multitud de fantasmas.
La luz de la luna oscilaba
como un farol y las estrellas
parecían colmillos
de un animal al acecho.
Cesaron mi infancia y tu vejez
pero tu voz no,
campana indestructible,
trina en mi sien,
enferma de misterio.
Natalia Litvinova, «Un día se inició el olvido» en Siguiente vitalidad.
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Recopilación de textos fotografiados. "Con la cabellera roja". Natalia Litvinova
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Litvinova Natalia
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Natalia Litvinova.
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Renata Litvinova photographed by Natalia Arefyeva
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la infancia no me vio crecer,
me construí con las sobras
de la marea alta.
Natalia Litvinova
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Natalia Litvinova
mon corps a changé de cours.
je suis entrée dans le souvenir.
là où la lumière ne sert plus.
j’avais laissé un chemin
de mie de pain.
mais j’ai cédé à ma tentation
j’ai appelé les oiseaux.
*****
mi cuerpo cambió de curso.
entró en el recuerdo.
allá donde no sirve la luz.
había dejado un camino
de migas de pan.
pero me tenté
llamé a los pájaros.
– Traduit de l’espagnol par Stéphane Chaumet. –
Illustration : Christian Schloe
* Une piste, pour ce poème : Natalia Litvinova est née en Biélorussie, et semble s'être installée en Argentine...
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I remember when I got to know Svetlana Grishina in 1996 or 1997, we participated in the fashion show of collection of hats of Violetta Litvinova
Then they were compared to the classmate Natalia Litvinova from the Yalta school number 9 from 'V' class, or may be she was from 'A' class with her classmate Tatiana
Помню, когда я познакомилась со Светланой Гришиной в 1996 или 1997 году, мы участвовали в показе мод шляпок Виолетты Литвиновой
Потом их стали сравнивать с Наталья Литвиновой из Ялтинской школы N 9, так сказать одноклассницей из 'В' класса, может быть даже она была из 'А' класса и её одноклассницей Татьяной
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EL CUERPO NO SABE
Tiemblo como un árbol.
Lo que del árbol tiembla en el agua.
Tirito como el frío que no encuentra
un organismo donde calentarse.
Me estremezco porque este cuerpo
descuidó sus fronteras
en busca de más.
Natalia Litvinova
Mario Sorrentino , Shannon Plumb for Comme des Garçons, 1983
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Olvidé la palabra que quería decir.
La golondrina ciega volverá a la morada de las sombras
con sus alas cortadas, para jugar con transparencias.
Una canción nocturna se canta en la languidez.
No se oyen los pájaros y la siempreviva no florece.
Se transparentan las crines de la manada nocturna,
en el río seco nada una canoa vacía
y entre los grillos deambula la palabra olvidada.
Crece lentamente como una tienda o un templo,
y, de repente, se arrojará a los pies,
enloquecida como Antígona, la golondrina muerta,
con ternura de Estigia y una rama verde.
Oh, si tan solo regresara el pudor de los dedos videntes
y la alegría prominente del reconocimiento.
Me da tanto miedo el sollozo de las Aónides,
las campanas, la interrupción y la niebla.
А los mortales le fue dado el poder de amar y conocer,
para ellos, el sonido se derrama en los dedos,
pero olvidé lo que quiero decir,
y el pensamiento incorpóreo
vuelve a la morada de las sombras.
No es lo que repite, Antígona, amiga,
la golondrina transparente.
Sobre los labios, como un hielo negro,
arde el recuerdo del sonido estigio.
Osip Mandelstam, «Golondrina» (1920) en Tristia. Traducción de Natalia Litvinova disponible en el blog Animales en bruto.
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Hola, Catalina, te vine a buscar,
tomemos té, hablemos,
me pesan las bolsas
llenas de frutas,
el otoño,
los muros
crecen alrededor,
los días se sacuden
y el árbol de los recuerdos
deja caer sus hojas.
La nostalgia es un sello ardiente, Natalia Litvinova.
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Hace meses que escribo
estos poemas
y hoy subí al ascensor
pensando en vos,
toqué el botón equivocado
y bajé en otro piso,
vi el pasillo manchado
de pintura fresca,
la puerta entreabierta,
una familia mudándose,
imaginé que eras vos
con tu bebé y marido.
Hola Catalina, te vine a buscar,
tomemos té, hablemos,
me pesan las bolsas
llenas de frutas,
el otoño,
los muros
crecen alrededor,
los días se sacuden
y el árbol de los recuerdos
deja caer sus hojas.
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Piel
la piel no se renueva, recuerda.
es corteza de un árbol tatuado con una navaja
o el caparazón de un grillo que se raspó
contra la amapola.
soy un sol blanco que rueda por el desierto,
y los hombres me miran cubriéndose la cara.
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O mar de noite é um abismo se a lua não lhe toca
Os poemas tristes
são uma secreta homenagem à alegria.
Se fosse possível, eu pediria para nascer barco,
um que vá até ao seu naufrágio
sabendo que há um iceberg para si.
Minha vida consistiria em aprender
a nadar tranquila.
-- Natalia Litvinova
(tradução caseira)
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